JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 8, 19-21
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus parientes, pero no pudieron llegar hasta él a causa del gentío. Entonces le avisaron:
"Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte".
El les respondió:
"Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las “palabras de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). “Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: “quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
mar 25a. Ordinario año Par
Antífona de Entrada
Dios mío, ven en mi ayuda; Señor, date prisa en socorrerme. Tú eres mi auxilio y mi salvación; Señor, no tardes.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, tú que eres nuestro creador y quien amorosamente dispone toda nuestra vida; renuévanos conforme a la imagen de tu Hijo y transforma toda nuestra vida en una continua ofrenda.
Por Jesucristo, nuestro Señor...
Amén.
Primera Lectura
Diversas sentencias
Lectura del libro de los Proverbios 21, 1-6.10-13
El corazón del rey es arroyo de agua en manos del Señor: él lo dirige a donde quiere. Al hombre le parece siempre bueno todo lo que hace, pero es el Señor quien juzga las intenciones. Proceder con rectitud y con justicia es más grato al Señor que los sacrificios. Ojos altaneros, corazón arrogante y luz del malvado, todo es pecado. Los proyectos del diligente traen ganancia, los del perezoso traen pobreza. Tesoros ganados con mentira se deshacen como el humo y llevan a la muerte. El malvado busca siempre el mal, nunca se apiada de su prójimo. Cuando se castiga al arrogante, el sencillo aprende; cuando se instruye al sabio, crece su ciencia. El justo observa el proceder de los malvados y ve cómo se precipitan en la desgracia. Quien cierra los oídos a las súplicas del pobre, no será escuchado cuando clame.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 118, 1.27.30.34.35.44
Enséñame, Señor, a cumplir tu voluntad.
Dichoso el hombre de conducta intachable que cumple la ley del Señor. Dame nueva luz para conocer tu ley y para meditar las maravillas de tu amor.
Enséñame, Señor, a cumplir tu voluntad.
He escogido el camino de la lealtad a tu voluntad y a tus mandamientos. Enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón.
Enséñame, Señor, a cumplir tu voluntad.
Guíame por la senda de tu ley, que es lo que quiero. Cumpliré tu voluntad sin cesar y para siempre.
Enséñame, Señor, a cumplir tu voluntad.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica, dice el Señor.
Aleluya.
Evangelio
Mi madre y mis hermanos son aquéllos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 8, 19-21
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus parientes, pero no pudieron llegar hasta él a causa del gentío. Entonces le avisaron:
"Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte".
El les respondió:
"Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Santifica, Señor, estos dones y por medio del sacrificio de tu Hijo, transforma toda nuestra vida en una continua ofrenda.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Jesús, buen samaritano
En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, en todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y en la enfermedad, en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro Redentor.
Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal.
También hoy, como buen samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.
Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y resucitado.
Por eso,
unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
Nos has enviado, Señor, un pan del cielo que encierra en sí toda delicia y satisface todos los gustos.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Protege, Señor, continuamente a quienes renuevas y fortaleces con esta Eucaristía y hazlos dignos de alcanzar la salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
25ª semana. Martes
EL SILENCIO DE MARÍA
— La Virgen ponderaba en su corazón los acontecimientos de su vida.
— Silencio de María en los tres años de la vida pública de Jesús.
— El recogimiento interior del cristiano.
I. Muchas veces hemos deseado que los Evangelistas narraran más sucesos y palabras de Santa María. El amor nos hace desear haber tenido más noticias de Nuestra Madre del Cielo. Sin embargo, Dios se encargó de dar a conocer todo lo necesario, tanto durante la vida de Nuestra Señora aquí en la tierra, como ahora, después de veinte siglos, a través del Magisterio de la Iglesia cuando, con la asistencia del Espíritu Santo, desarrolla y explicita los datos revelados.
Poco tiempo después de la Anunciación, aunque la Virgen no comunicó nada a Isabel, esta penetró en el misterio de su prima por revelación divina. Tampoco Nuestra Señora manifestó suceso alguno a José, y un ángel le informó en sueños sobre la grandeza de la misión de la que ya era su esposa. En el nacimiento del Mesías también María guardó silencio, pero los pastores fueron informados puntualmente del acontecimiento más grande de la humanidad, y estos comunicaron a sus amigos y conocidos la gran noticia. Y todos los que les escucharon se maravillaron de cuanto los pastores les habían dicho1. Nada dijeron María y José a Simeón y a Ana, la profetisa, cuando como un joven matrimonio más subieron al Templo para presentar al Niño. Y en Egipto primero y luego en Nazaret, a nadie habló María del misterio divino que llenaba su vida. Nada comentó con sus parientes y vecinos. Se limitó a guardar estas cosas ponderándolas en su corazón2. El silencio de María dio lugar a que Natanael se equivocara en el comentario que le hizo a Felipe sobre aquella pequeña ciudad fronteriza con Caná, su tierra: ¿De Nazaret puede salir algo bueno?3. “La Virgen no buscaba, como tú y como yo, la gloria que los hombres se dan unos a otros. Le basta saber que Dios lo sabe todo. Y que no necesita pregoneros para anunciar a los hombres sus prodigios. Que, cuando Él quiere, ya los cielos refieren su gloria y el firmamento anuncia las obras de sus manos; un día trasmite al otro su palabra y una noche a la siguiente sus noticias (Sal 18, 1-2). Él sabe hacer de sus vientos, mensajeros; y del fuego abrasador, embajadores (Sal 104, 4)”4.
“Es tan hermosa la Madre en el perenne recogimiento con que el Evangelio nos la muestra...: ¡Conservaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón! Aquel silencio pleno tiene su encanto para la persona que ama”5. Allí, en la intimidad de su alma, Nuestra Señora fue penetrando más y más en el misterio que le había sido revelado. María, Maestra de oración, nos enseña a descubrir a Dios, ¡tan cercano a nuestras vidas!, en el silencio y en la paz de nuestros corazones, pues “solo a quien pondera con espíritu cristiano las cosas en su corazón le es dado descubrir la inmensa riqueza del mundo interior, del mundo de la gracia: de ese tesoro escondido que está dentro de nosotros (...). Fue la ponderación de las cosas en el corazón lo que hizo que, al compás del tiempo, fuera creciendo la Virgen María en la comprensión del misterio, en santidad, en unión con Dios”6. También a nosotros nos pide el Señor ese recogimiento interior donde guardar tantos encuentros con el Maestro, preservarlos en la intimidad de miradas indiscretas o vacías, guardarlos para tratar de ellos a solas “con quien sabemos nos ama”7.
II. “La Anunciación representa el momento culminante de la fe de María a la espera de Cristo, pero es además el punto de partida de donde se inicia todo su camino hacia Dios, todo su camino de fe”8. Esta fe fue creciendo de plenitud en plenitud, pues Nuestra Señora no lo comprendió todo al mismo tiempo en sus múltiples manifestaciones. Quizá con el paso de los días sonreiría ante el recuerdo de su sorpresa al formular al ángel la pregunta sobre la guarda de su virginidad, o al interrogar a Jesús hallado en el Templo, como si no hubiera tenido sobradas razones para actuar así y no se debiera primero a su Padre... Podía extrañarse ahora de no haber comprendido entonces lo que ya se le manifestaba9.
El recogimiento de María –donde Ella penetra en los misterios divinos acerca de su Hijo– es paralelo al de su discreción, “pues es condición indispensable para que las cosas puedan guardarse en el interior, y ponderarlas luego en el corazón, que haya silencio. El silencio es el clima que hace posible la profundidad del pensamiento. El mucho hablar disipa el corazón y este pierde cuanto de valioso guarda en su interior; es entonces como un frasco de esencia que, por estar destapado, pierde el perfume, quedando en él solo agua y apenas un tenue aroma que recuerda el precioso contenido que alguna vez tuvo”10.
La Virgen también guardó un discreto silencio durante los tres años de vida pública de Jesús. La marcha de su Hijo, el entusiasmo de las multitudes, los milagros, no cambiaron su actitud. Solo su corazón experimentó la ausencia de Jesús. Incluso cuando los Evangelistas hablan de las mujeres que acompañaban al Maestro y le servían con sus bienes11 nada dicen de María, que con toda probabilidad permaneció en Nazaret. Parece normal que la Virgen se acercara en alguna ocasión para ver a su Hijo, oírle, hablar con Él... El Evangelio de la Misa12 narra una de estas ocasiones. Vino a verle su Madre y algunos parientes y, al llegar a la puerta de la casa, no pudieron entrar por el gran número de gente que se agolpaba alrededor de su Hijo. Le avisaron a Jesús que su Madre estaba fuera y que deseaba verle. Entonces, según indica San Mateo, Jesús extendió la mano sobre los discípulos13; San Marcos14 señala que Jesús, mirando a los que estaban sentados a su alrededor, respondió: Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la cumplen.
La Virgen no se desconcertó por la respuesta. Ella comprendió que era la mejor alabanza que podía dirigirle su Hijo. Su vida de fe y de oración le llevó a entender que su Hijo se refería muy particularmente a Ella, pues nadie estuvo jamás más unido a Jesús que su Madre. Nadie cumplió con tanto amor la voluntad del Padre. La Iglesia nos recuerda que la Santísima Virgen “acogió las palabras con las que el Hijo, exaltando el Reino por encima de las condiciones y lazos de la carne y de la sangre, proclamó bienaventurados a los que escuchan y guardan la palabra de Dios, como Ella lo hacía fielmente”15. María es más amada por Jesús a causa de los lazos creados en ambos por la gracia que en razón de la generación natural, que hizo de Ella su Madre en el orden humano. María también guardó silencio en aquella ocasión, a nadie explicó que las palabras del Maestro estaban especialmente destinadas a Ella. Después, quizá a los pocos minutos, la Madre se encontró con su Hijo y le agradeció tan extraordinaria alabanza.
Jesús se dirige a nosotros de muchas maneras, pero solo entenderemos su lenguaje en un clima habitual de recogimiento, de guarda de los sentidos, de oración, de paciente espera. Porque el cristiano, como el poeta, el escritor y el artista, ha de saber aquietar “la impaciencia y el temor al paso del tiempo. Aprender –con dolor, quizá– que solamente cuando la semilla escondida en tierra ha germinado y prendido y tiene numerosas raíces, entonces brota una pequeña planta. Y al oír que preguntan sonrientes: ¿y eso es todo?, hay que decir que sí, y estar convencido de que solo si está bien radicada, la planta irá creciendo, hasta que ya árbol muestre con sus ramas –según se creía en antiguas épocas– la extensión de su profundidad”16.
III. El silencio interior, el recogimiento que debe tener el cristiano es plenamente compatible con el trabajo, la actividad social y el tráfago que muchas veces trae la vida, pues “los hijos de Dios hemos de ser contemplativos: personas que, en medio del fragor de la muchedumbre, sabemos encontrar el silencio del alma en coloquio permanente con el Señor: y mirarle como se mira a un Padre, como se mira a un Amigo, al que se quiere con locura”17.
La misma vida humana, si no está dominada por la frivolidad, por la vanidad o por la sensualidad, tiene siempre una dimensión profunda, íntima, un cierto recogimiento que tiene su pleno sentido en Dios. Es ahí donde conocemos la verdad acerca de los acontecimientos y el valor de las cosas. Recogerse –”juntar lo separado”, restablecer el orden perdido– consiste, en buena parte, en evitar la dispersión de los sentidos y potencias, en buscar a Dios en el silencio del corazón, que da sentido a todo el acontecer diario. El recogimiento es patrimonio de todos los fieles que buscan con empeño al Señor. Sin esta lucha decidida, no sería posible –contando siempre con la ayuda de la gracia– este silencio interior en medio del ruido de la calle, ni tampoco en la mayor de las soledades.
Para tener a Dios con nosotros en cualquier circunstancia, y nosotros estar metidos en Él mientras trabajamos o descansamos, nos serán de gran ayuda –quizá imprescindibles– esos ratos que dedicamos especialmente al Señor, como este en el que procuramos estar en su presencia, hablarle, pedirle... “Procura lograr diariamente unos minutos de esa bendita soledad que tanta falta hace para tener en marcha la vida interior”18. Y junto a la oración, el hábito de mortificación en todo aquello que separa de Dios y también en cosas de suyo lícitas, de las que nos privamos para ofrecerlas al Señor.
En un mundo de tantos reclamos externos necesitamos “esta estima por el silencio, esa admirable e indispensable condición de nuestro espíritu, asaltado por tantos clamores (...). Oh silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento, la interioridad, la disponibilidad para escuchar las buenas inspiraciones y las palabras de los verdaderos maestros. Enséñanos la necesidad y el valor de la preparación del estudio, de la meditación, de la vida personal e interior, de la plegaria secreta que solo Dios ve”19.
De la Virgen Nuestra Señora aprendemos a estimar cada día más ese silencio del corazón que no es vacío sino riqueza interior, y que, lejos de separarnos de los demás, nos acerca más a ellos, a sus inquietudes y necesidades.
1 Lc 2, 18. — 2 Lc 2, 51. — 3 Jn 1, 46. — 4 S. Muñoz Iglesias, El Evangelio de María, Palabra, Madrid 1973, pp. 27-28. — 5 Ch. Lubich, Meditaciones, Ciudad Nueva, Madrid 1989, p. 14. — 6 F. Suárez, La Virgen Nuestra Señora, Rialp, 17ª ed., Madrid 1984, p. 198. — 7 Santa Teresa, Vida, 8, 2. — 8 Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, 25-III-1987, 14. — 9 Cfr. J. Guitton, La Virgen María, Rialp, 2ª ed., Madrid 1964, p. 109. — 10 F. Suárez, o. c., pp. 200-201. — 11 Cfr. Lc 81 2-3. — 12 Lc 8, 19-21. — 13 Mt 12, 49. — 14 Mc 3, 34. — 15 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 58. — 16 F. Delclaux, El silencio creador, Rialp, Madrid 1969, p. 15. — 17 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 738. — 18 ídem, Camino, n. 304. — 19 Pablo VI, Alocución en Nazareth, 5-I-1964.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Fuente: Archidiócesis de Madrid
Nicolás de Flüe, Santo Ermitaño suizo, Septiembre 25
Eermitaño San Nicolás de Flüe, más conocido como Hermano Klaus, es santo muy popular en Suiza. Pío XII lo proclamó Patrono de esa nación, en donde se celebra su fiesta el 25 de septiembre. Nació en 1417 en Flüe, cerca de Sachseln. Aunque se sentía llamado a la vida eremítica (a los 16 años tuvo la “visión de la torre”), tuvo que aceptar algunos cargos civiles (fue corregidor de Sachseln, consejero, juez y diputado) y militares. |
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Fuente: EvangelioDelDia.org
Cleofás, Santo Discípulo del Señor, 25 de septiembre
Discípulo del Señor Martirologio Romano: Conmemoración de san Cleofás, discípulo del Señor, a quien, con el otro compañero itinerante, ardía el corazón cuando Cristo, en la tarde de Pascua, se les apareció en el camino explicándoles las Escrituras, y después, en la casa de Cleofás, en Emaús, conocieron al Salvador en la fracción del pan. Dos veces aparece este nombre en los Evangelios. Una en San Lucas cuando habla de los dos discípulos que marchaban a Emaús (cfr San Lucas 24; 13, ss) y la otra en San Juan cuando habla de una "María, la mujer de Cleofás" que estaba presente en el Calvario, acompañando a la Virgen, la tarde en que fue crucificado y moría Jesús (cfr San Juan 19; 25,ss).- |
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Fuente: Passionchristi.org
Vicente María Strambi, Santo Presbítero Pasionista, Obispo, 25 Septiembre
La llamada a la santidad es universal, es para todos, desde la eternidad, es decir desde el seno materno. Es una llamada a la vida y a la salvación. En este breve resumen de la vida de S. Vicente Maria Strambi, no se investigarán las señales de la llamada divina, que, por cierto, existieron, sino sobre todo el fúlgido ejemplo de respuesta a la acción de la gracia. Nació en Civitavecchia, Italia el 1º de enero de 1745 del farmacéutico Giuseppe y de Eleonora Gori; el joven habría podido adherirse a los proyectos del padre y disfrutar ventajas de una familia acomodada. Pero la santidad consiste en una respuesta radical, total, absoluta. El sentido común, el hacer aquello que hacen todos no se sienta bien a los santos; se requiere, ante todo, la abnegación, la negación de la misma naturaleza, de la misma voluntad para uniformarla a la de Cristo. |
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Fuente: Fatheralexander.org
Aunario de Auxerre, Santo Obispo. 25 de septiembre
Aunario vino al mundo en el seno de una familia perteneciente a la casa de Orleáns que se distinguió tanto por su nobleza como por su virtud. Una hermana suya, Santa Austregilda, fue la madre de San Lupo de Sens. Aunario pasó su juventud en una corte real, pero renunció a las pompas del mundo y se puso bajo la dirección espiritual de San Siagrio obispo de Autun. Este fue quien lo ordenó sacerdote y, en 561, fue elegido para presidir la sede de Auxerre. San Aunario fue uno de los obispos más influyentes y respetados de su tiempo en Francia, tanto en los círculos civiles como en los religiosos, pero su máxima actividad la desarrolló en el terreno de la disciplina eclesiástica. Estuvo presente en el sínodo de París que presidió San Germán en el año de 573, así como en las dos asambleas de Magon, en 583 y 585, de donde surgió el decreto que prohibía a los clérigos citarse entre sí para comparecer ante los tribunales civiles y otra legislación que estableció el derecho de los obispos para intervenir en favor de las viudas, los huérfanos y los esclavos liberados. En aquellos sínodos se reforzaron los decretos para la observancia del domingo y el pago de los diezmos. |
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Fuente: Trinijoven.com
Marcos Criado, Beato Mártir Trinitario, Septiembre 25
Presbítero Trinitario y Mártir Martirologio Romano: En la sierra de las Alpujarras, cerca de la ciudad de Granada, beato Marcos Criado, presbítero de la Orden de la Santísima Trinidad, para la redención de cautivos, y mártir, víctima de los moriscos (1569). |
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Fuente: Mercaba.org
José Benito Dusmet, Beato Obispo, Septiembre 25
Obispo de Catania Nació en Palermo, Sicilia, Italia el 15 de agosto de 1818, en una familia aristocrática. |
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_Fuente: misa_tridentina.t35.com
Sergio de Radomez, Santo Abad, 25 de septiembre
Abad Martirologio Romano: En el monasterio de la Santísima Trinidad, en la región de Moscú, en Rusia, san Sergio de Radonez, que, elegido como hegúmeno o abad, propagó la vida eremítica y cenobítica que él había practicado primero, y hombre de carácter afable, fue consejero de príncipes y consolador de fieles cristianos . (†1392) San Sergio de Radonez es uno de los santos más venerados en toda Rusia. Nació en el año de 1319 en la familia de los muy distinguidos nobles y piadosos Cirilo y María. Desde muy temprana edad Bartolomé, nombre con el que fue bautizado, deseaba consagrar toda su vida al servicio de Dios. Sin embargo, Cirilo y María por mucho tiempo desaprobaron que su hijo se entregara a la vida monástica. Sólo un poco antes del deceso de sus padres, san Sergio y su hermano mayor, Esteban, se retiraron a una colina perdida en la espesura del bosque. El futuro Santo Patrono de Rusia contaba entonces con apenas 23 años. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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