miércoles, 12 de septiembre de 2012

Jueves 13 de Septiembre de 2012. San Juan Crisóstomo ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 27-38

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los aborrecen, bendigan a quienes los maldicen y oren por quienes los difaman. Al que te golpee en una mejilla, preséntale la otra; y al que te quite el manto, déjalo llevarse también la túnica. Al que te pide, dale; y al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Traten a los demás como quieren que los traten a ustedes.
Si aman sólo a los que los aman, ¿qué mérito tienen? También los pecadores aman a quienes los aman. Si hacen el bien sólo a los que les hacen el bien, ¿qué mérito tienen? Lo mismo hacen los pecadores. Y si prestan sólo cuando esperan cobrar, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a otros
pecadores con intención de cobrárselo.
Ustedes amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada; así su recompensa será grande y serán hijos del Altísimo, que es bueno hasta con los malos e ingratos. Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados; den y se les dará: recibirán una medida buena, generosa, apretada, rebosante. Porque con la medida con que midan serán medidos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las “palabras de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). “Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: “quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

jue 23a. Ordinario año Par

Antífona de Entrada

Escucha, Señor, mi voz y mis clamores y ven en mi ayuda; no me rechaces, no me abandones, Dios, salvador mío.

Oración Colecta

Oremos:
Dios nuestro, fuerza de todos los que en ti confían; ayúdanos con tu gracia sin la cual nada puede nuestra humana debilidad, para que podamos serte fieles en la observancia de tus mandamientos.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Haciendo daño a la conciencia de sus hermanos, pecan ustedes contra Cristo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 8, 1-13

Hermanos: Respecto de las carnes sacrificadas a los ídolos, todos tenemos el conocimiento apropiado. Pero el conocimiento llena de soberbia; sólo el amor es realmente provechoso. Si alguno cree que conoce algo, es que aún no ha llegado a conocer como debe; ahora bien, si alguno ama a Dios es porque ha sido conocido amorosamente por Dios.
En cuanto a comer carnes sacrificadas a los ídolos, sabemos que el ídolo no es nada en el mundo y que Dios no hay más que uno. Existen, en verdad, quienes reciben el nombre de dioses, tanto en el cielo como en la tierra -y ciertamente son muchos esos dioses y señores-, para nosotros no hay más que un Dios, el Padre, de quien proceden todas las cosas y para quien nosotros existimos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien han sido creadas todas las cosas y por quien también nosotros existimos.
Sin embargo, no todos tienen ese conocimiento; algunos, acostumbrados a la idolatría hasta hace poco, comen pensando que la carne está consagrada al ídolo, y como su conciencia está insegura, se siente inseguro. No será, por supuesto, un alimento lo que nos haga gratos a Dios; y no seremos mejores por no comer, ni peores por comer. Procuren, sin embargo, que esa libertad de ustedes no sea ocasión de caída para los pocos formados. Pues si alguien te ve a ti, que tienes el debido conocimiento, tomando parte en el banquete de un templo de los ídolos, ¿no será inducida su conciencia, por estar poco formada, a comer de lo sacrificado a los ídolos? Así tu conocimiento llevará el desastre al inseguro, a un hermano por quien Cristo murió. Al pecar de esa manera contra los hermanos, turbando su conciencia insegura, pecan contra Cristo.
Por tanto, si por cuestión de alimentos peca un hermano mío, jamás comeré ese alimento, para no ponerlo en peligro de pecar.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 138, 1-3.13-14ab.23-24

Señor, no dejes que me pierda.

Tú me conoces, Señor, profundamente: tú conoces cuando me siento y me levanto, desde lejos sabes mis pensamientos; tú observas mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares.
Señor, no dejes que me pierda.

Tú formaste mis entrañas, me tejiste en el seno materno. Te doy gracias por tan grandes maravillas; soy un prodigio y tus obras son prodigiosas.
Señor, no dejes que me pierda.

Examíname, Dios mío, para conocer mi corazón, ponme a prueba para conocer mis sentimientos; y si mi camino se desvía, no dejes que me pierda.
Señor, no dejes que me pierda.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
Aleluya.

Evangelio

Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 27-38

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los aborrecen, bendigan a quienes los maldicen y oren por quienes los difaman. Al que te golpee en una mejilla, preséntale la otra; y al que te quite el manto, déjalo llevarse también la túnica. Al que te pide, dale; y al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Traten a los demás como quieren que los traten a ustedes.
Si aman sólo a los que los aman, ¿qué mérito tienen? También los pecadores aman a quienes los aman. Si hacen el bien sólo a los que les hacen el bien, ¿qué mérito tienen? Lo mismo hacen los pecadores. Y si prestan sólo cuando esperan cobrar, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a otros
pecadores con intención de cobrárselo.
Ustedes amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada; así su recompensa será grande y serán hijos del Altísimo, que es bueno hasta con los malos e ingratos. Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados; den y se les dará: recibirán una medida buena, generosa, apretada, rebosante. Porque con la medida con que midan serán medidos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Dios nuestro, que en estos dones que te presentamos has otorgado al ser humano el pan que lo alimenta y el sacramento que da nueva vida, haz que nunca llegue a faltarnos este sustento del cuerpo y del espíritu.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Restauración universal en Cristo

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos. Siendo él de condición divina, se despojó de su rango, y por su sangre derramada en la cruz puso en paz todas las cosas; y así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en él.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Una sola cosa he pedido al Señor y es lo único que busco: habitar en su casa todos los días de mi vida.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Que nuestra participación en este sacramento, signo de la unión de los fieles en ti, contribuya, Señor, a la unidad de tu Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

 

 

Dia 13/09 San Juan Crisóstomo (obispo y doctor de la Iglesia, blanco)

Antífona de Entrada

En la asamblea le da la palabra el Señor, lo llena de espíritu de sabiduría e inteligencia, lo viste con un traje de honor.

Oración Colecta

Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que le has dado un doctor a tu Iglesia en la figura de tu obispo san Juan Crisóstomo; haz que todo cuanto él enseñó bajo el magisterio del Espíritu, arraigue para siempre en nuestros corazones; y el que, por gracia tuya, es nuestro protector, sea también nuestro abogado y atraiga sobre nosotros tu misericordia.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

A cada uno se le ha dado la gracia en función de su ministerio y para la edificación del cuerpo de Cristo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 1-7. 11-13

Hermanos: Yo, el prisionero por Cristo, les ruego que anden como pide la vocación a la que han sido convocados. Sean siempre humildes y amables, sean comprensivos; sobrellévense mutuamente con amor; esfuércense en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.
Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la meta de la esperanza en la vocación a la que han sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.
Pero cada uno hemos recibido la gracia en la medida en que Cristo nos la ha dado. Cristo ha constituido a unos apóstoles; a a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los fieles, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del Salmo 36

La boca del justo expone la sabiduría.

Confía en el Señor y haz el bien, habita tu tierra y practica la lealtad; sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón.
La boca del justo expone la sabiduría.

Encomienda tu camino al Señor; confía en él y él actuará: hará tu justicia como el amanecer; tu derecho, como el mediodía.
La boca del justo expone la sabiduría.

La boca del justo expone la sabiduría, su lengua explica el derecho: porque lleva en el corazón la ley de su Dios, y sus pasos no vacilan.
La boca del justo expone la sabiduría.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, Aleluya.
Alumbre así nuestra luz a los hombres, para que vean buenas obras y den gloria a nuestro Padre.
Aleluya.

Evangelio

Salió el sembrador a sembrar

†Lectura del santo Evangelio según san Marcos 4, 1-9

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca; se sentó y el gentío se quedó en la orilla. Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar.
"Escuchen: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas había tierra; como la tierra era profunda, brotó enseguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas: las zarzas crecieron, lo ahogaron y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno".
y añadió: El que tenga oídos para oír, que oiga".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Sea agradable a tus ojos, Señor, el sacrificio que te ofrecemos con gozo en la fiesta de san Juan Crisóstomo, cuya vida y doctrina nos impulsan a alabarte con todo nuestro ser.
Por nuestro, Señor Jesucristo.

Amén.

Prefacio

Los santos pastores siguen presentes en la Iglesia

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, nuestro Señor.
Porque permites que tu Iglesia se alegre hoy con la festividad de san Juan Crisóstomo, para animarnos con el ejemplo de su vida, instruirnos con su palabra y protegernos con su intercesión.
Por eso,
con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar:

Antífona de la Comunión

Este es el criado fiel y solícito a quien el señor ha puesto al frente de su familia, para que les reparta la ración a sus horas.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Señor, que cuantos hemos sido fortalecidos con Cristo, verdadero pan de vida y único maestro de los hombres, aprendamos en la fiesta de san Juan Crisóstomo a conocer tu verdad y a vivirla con amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

 

23ª semana. Jueves

EL MÉRITO DE LAS BUENAS OBRAS

— La recompensa sobrenatural de las buenas obras.

— Los méritos de Cristo y de María.

— Ofrecer a Dios nuestra vida corriente. Merecer por los demás.

I. El Señor nos habla muchas veces del mérito que tiene hasta la más pequeña de nuestras obras, si las realizamos por Él: ni siquiera un vaso de agua ofrecido por Él quedará sin su recompensa1. Si somos fieles a Cristo encontraremos un tesoro amontonado en el Cielo por una vida ofrecida día a día al Señor. La vida es en realidad el tiempo para merecer, pues en el Cielo ya no se merece, sino que se goza de la recompensa; tampoco se adquieren méritos en el Purgatorio, donde las almas se purifican de la huella que dejaron sus pecados. Este es el único tiempo para merecer: los días que nos queden aquí en la tierra; quizá, pocos.

En el Evangelio de la Misa de hoy2 nos enseña el Señor que las obras del cristiano han de ser superiores a las de los paganos para obtener esa recompensa sobrenatural. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tendréis?, pues también los pecadores aman a quienes los aman. Y si hacéis bien a quienes os hacen bien, ¿qué mérito tendréis?, pues también los pecadores prestan a los pecadores para recibir otro tanto... La caridad debe abarcar a todos los hombres, sin limitación alguna, y no debe extenderse solo a quienes nos hacen bien, a los que nos ayudan o se portan correctamente con nosotros, porque para esto no sería necesaria la ayuda de la gracia: también los paganos aman a quienes los aman a ellos. Lo mismo ocurre con las obras de un buen cristiano: no solo han de ser “humanamente” buenas y ejemplares, sino que el amor de Dios hará que sean generosas en su planteamiento, y sean así sobrenaturalmente meritorias.

El Señor ya había asegurado por el Profeta Isaías: Electi mei non laborabunt frustra3, mis elegidos no trabajarán nunca en vano, pues ni la más pequeña obra hecha por Dios quedará sin su fruto. Muchas de estas ganancias las veremos ya aquí en la tierra; otras, quizá la mayor parte, cuando nos encontremos en la presencia de Dios en el Cielo. San Pablo recordó a los primeros cristianos que cada uno recibirá su propia recompensa, según su trabajo4. Y, al final, cada uno recibirá el pago debido a las buenas o a las malas acciones que haya hecho mientras estaba revestido de su cuerpo5. Ahora es el tiempo de merecer. “Vuestras buenas obras deben ser vuestras inversiones, de las que un día recibiréis considerables intereses”6, enseña San Ignacio de Antioquía. Ya en esta vida el Señor nos paga con creces.

II. Electi mei non laborabunt frustra... Las obras de cada día –el trabajo, los pequeños servicios que prestamos a los demás, las alegrías, el descanso, el dolor y la fatiga llevados con garbo y ofrecidos al Señor– pueden ser meritorias por los infinitos merecimientos que Cristo nos alcanzó en su vida aquí en la tierra, pues de su plenitud recibimos todos gracia sobre gracia7. A unos dones se añaden otros, en la medida en que correspondemos; y todos brotan de la fuente única que es Cristo, cuya plenitud de gracia no se agota nunca. “Él no tiene el don recibido por participación, sino que es la misma fuente, la misma raíz de todos los bienes: la Vida misma, la Luz misma, la Verdad misma. Y no retiene en sí mismo las riquezas de sus bienes, sino que los entrega a todos los demás; y habiéndolos dispensado, permanece lleno; no disminuye en nada por haberlos distribuido a otros, sino que llenando y haciendo participar a todos de estos bienes permanece en la misma perfección”8.

Una sola gota de su Sangre, enseña la Iglesia, habría bastado para la Redención de todo el género humano. Santo Tomás lo expresó en el himno Adoro te devote, que muchos cristianos meditan frecuentemente para crecer en amor y devoción a la Sagrada Eucaristía: Pie pellicane, Iesu Domine, me immundum munda tuo sanguine... Misericordioso pelícano, Señor Jesús, // purifica mis manchas con tu Sangre, // de la cual una sola gota es suficiente // para borrar todos los pecados del mundo entero.

El menor acto de amor de Jesús, en su niñez, en su vida de trabajo en Nazaret..., tenía un valor infinito para obtener la gracia santificante, la vida eterna y las ayudas necesarias para llegar a ella, a todos los hombres pasados, presentes y a los que han de venir9.

Nadie como la Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra, participó con tanta plenitud de los méritos de su Hijo. Por su impecabilidad, sus méritos fueron mayores, incluso más estrictamente “meritorios”, que los de todas las demás criaturas, porque, al estar inmune de las concupiscencias y de otros estorbos, su libertad era mayor, y la libertad es el principio radical del mérito. Fueron meritorios todos los sacrificios y pesares que le llevó el ser Madre de Dios: desde la pobreza de Belén, la zozobra de la huida a Egipto..., hasta la espada que atravesó su corazón al contemplar los sufrimientos de Jesús en la Cruz. Y fueron meritorias todas las alegrías y todos los gozos que le produjeron su inmensa fe y su amor que todo lo penetraba, pues no es lo oneroso de una acción lo que la hace meritoria, sino el amor con que se hace. “No es la dificultad que hay en amar al enemigo lo que cuenta para lo meritorio, si no es en la medida en que se manifiesta en ella la perfección del amor, que triunfa de dicha dificultad. Así, pues, si la caridad fuera tan completa que suprimiese en absoluto la dificultad, sería entonces más meritoria”10, enseña Santo Tomás de Aquino. Así fue la caridad de María.

Debe darnos una gran alegría considerar con frecuencia los méritos infinitos de Cristo, la fuente de nuestra vida espiritual. Contemplar también las gracias que Santa María nos ha ganado fortalecerá la esperanza y nos reanimará de modo eficaz en momentos de desánimo o de cansancio, o cuando las personas que queremos llevar a Cristo parece que no responden y nos damos cuenta de la necesidad de merecer por ellas. “Me decías: “me veo, no solo incapaz de ir adelante en el camino, sino incapaz de salvarme –¡pobre alma mía!–, sin un milagro de la gracia. Estoy frío y –peor– como indiferente: igual que si fuera un espectador de ‘mi caso’, a quien nada importara lo que contempla. ¿Serán estériles estos días?

“Y, sin embargo, mi Madre es mi Madre, y Jesús es –¿me atrevo?– ¡mi Jesús! Y hay almas santas, ahora mismo, pidiendo por mí”.

“—Sigue andando de la mano de tu Madre, te repliqué, y “atrévete” a decirle a Jesús que es tuyo. Por su bondad, Él pondrá luces claras en tu alma”11.

III. Electi mei non laborabunt frustra. El mérito es el derecho a la recompensa por las obras que se realizan, y todas nuestras obras pueden ser meritorias, de tal manera que convirtamos la vida en un tiempo de merecimiento. Enseña la teología12 que el mérito propiamente dicho (de condigno) es aquel por el que se debe una retribución, en justicia o, al menos, en virtud de una promesa; así, en el orden natural, el trabajador merece su salario. Existe también otro mérito, que se suele llamar de conveniencia (de congruo), por el que se debe una recompensa, no en estricta justicia ni como consecuencia de una promesa, sino por razones de amistad, de estima, de liberalidad...; así, en el orden natural, el soldado que se ha distinguido en la batalla por su valor merece (de congruo) ser condecorado: su condición militar le pide esa valentía, pero si pudo ceder y no cedió, si pudo limitarse a cumplir y se esmeró en su cometido, el general magnánimo se ve movido a recompensar sobreabundantemente –por encima de lo estipulado– aquella acción.

En el orden sobrenatural, nuestros actos merecen, en virtud del querer de Dios, una recompensa que supera todos los honores y toda la gloria que el mundo puede ofrecernos. El cristiano en estado de gracia logra con su vida corriente, cumpliendo sus deberes, un aumento de gracia en su alma y la vida eterna: por la momentánea y ligera tribulación nos prepara un peso eterno de incalculable gloria13.

Cada jornada, las obras son meritorias si las realizamos bien y con rectitud de intención: si las ofrecemos a Dios al comenzar el día, en la Santa Misa, o al iniciar una tarea o al terminarla. Especialmente serán meritorias si las unimos a los méritos de Cristo... y a los de la Virgen. Nos apropiamos así las gracias de valor infinito que el Señor nos alcanzó, principalmente en la Cruz, y los de su Madre Santísima, que tan singularmente corredimió con Él. Nuestro Padre Dios ve entonces estos quehaceres revestidos de un carácter infinito, del todo nuevo. Nos hacemos solidarios con los méritos de Cristo.

Conscientes de esta realidad sobrenatural, ¿procuramos ofrecer todo al Señor?, ¿lo ordinario de cada jornada y, si se presentan, las circunstancias más extraordinarias y difíciles: una grave enfermedad, la persecución, la calumnia? Especialmente entonces debemos recordar lo que ayer leíamos en el Evangelio de la Misa14: alegraos y regocijaos en aquel día, porque es muy grande vuestra recompensa. Son ocasiones para amar más al Señor, para unirnos más a Él.

También nos ayudará a realizar con perfección nuestros quehaceres el saber que, con un mérito de conveniencia, fundado en la amistad con el Señor, con estas obras –hechas en gracia de Dios, por amor, con perfección, buscando solo la gloria de Dios–, podemos merecer la conversión de un hijo, de un hermano, de un amigo: así han actuado los santos. Aprovechemos tantas oportunidades para ayudar a los demás en su camino hacia el Cielo. Con más interés y tesón a los que Dios ha puesto más cerca de nuestra vida y a quienes andan más necesitados de estas ayudas espirituales.

1 Cfr. Mt 10, 42. — 2 Lc 6, 27-38. — 3 Is 65, 23. — 4 1 Cor 3, 8. — 5 1 Cor 5, 10; Cfr. Rom 2, 5-6. — 6 San Ignacio de Antioquía, Epístola a San Policarpo. — 7 Jn 1, 16. — 8 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de San Juan, 14, 1. — 9 Cfr. R. Garrigou-Lagrange, El Salvador, p. 365. — 10 Santo Tomás, Cuestiones disputadas sobre la caridad, q. 8, ad 17. — 11 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 251. — 12 Cfr. R. Garrigou-Lagrange, o. c., p. 366. — 13 2 Cor 4, 17. — 14 Cfr. Lc 6, 20-26.

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Santoral                   (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Juan Crisóstomo
Patrono de los predicadores
Año 407

A este santo arzobispo de Constantinopla, la gente le puso el apodo de "Crisóstomo" que significa: "boca de oro", porque sus predicaciones eran enormemente apreciadas por sus oyentes. Es el más famoso orador que ha tenido la Iglesia. Su oratoria no ha sido superada después por ninguno de los demás predicadores.

Nació en Antioquía (Siria) en el año 347. Era hijo único de un gran militar y de una mujer virtuosísima, Antusa, que ha sido declarada santa también.

A los 20 años Antusa quedó viuda y aunque era hermosa renunció a un segundo matrimonio para dedicarse por completo a la educación de su hijo Juan.

Desde sus primeros años el jovencito demostró tener admirables cualidades de orador, y en la escuela causaba admiración con sus declamaciones y con las intervenciones en las academias literarias. La mamá lo puso a estudiar bajo la dirección de Libanio, el mejor orador de Antioquía, y pronto hizo tales progresos, que preguntado un día Libanio acerca de quién desearía que fuera su sucesor en el arte de enseñar oratoria, respondió: "Me gustaría que fuera Juan, pero veo que a él le llama más la atención la vida religiosa, que la oratoria en las plazas".

Juan deseaba mucho irse de monje al desierto, pero su madre le rogaba que no la fuera a dejar sola. Entonces para complacerla se quedó en su hogar pero convirtiendo su casa en un monasterio, o sea viviendo allí como si fuera un monje, dedicado al estudio y la oración y a hacer penitencia.

Cuando su madre murió se fue de monje al desierto y allá estuvo seis años rezando, haciendo penitencias y dedicándose a estudiar la S. Biblia. Pero los ayunos tan prolongados, la falta total de toda comodidad, los mosquitos, y la impresionante humedad de esos terrenos le dañaron la salud, y el superior de los monjes le aconsejó que si quería seguir viviendo y ser útil a la sociedad tenía que volver a la ciudad, porque la vida de monje en el desierto no era para una salud como la suya.

El llegar otra vez a Antioquía fue ordenado de sacerdote y el anciano Obispo Flaviano le pidió que lo reemplazara en la predicación. Y empezó pronto a deslumbrar con sus maravillosos sermones. La ciudad de Antioquía tenía unos cien mil cristianos, los cuales no eran demasiado fervorosos. Juan empezó a predicar cada domingo. Después cada tres días. Más tarde cada día y luego varias veces al día. Los templos donde predicaba se llenaban de bote en bote. Frecuentemente sus sermones duraban dos horas, pero a los oyentes les parecían unos pocos minutos, por la magia de su oratoria insuperable. La entonación de su voz era impresionante. Sus temas, siempre tomados de la S. Biblia, el libro que él leía día por día, y meditaba por muchas horas. Sus sermones están coleccionados en 13 volúmenes. Son impresionantemente bellos.

Era un verdadero pescador de almas. Empezaba tratando temas elevados y de pronto descendía rápidamente como un águila hacia las realidades de la vida diaria. Se enfrentaba enardecido contra los vicios y los abusos. Fustigaba y atacaba implacablemente al pecado. Tronaba terrible su fuerte voz contra los que malgastaban su dinero en lujos e inutilidades, mientras los pobres tiritaban de frío y agonizaban de hambre.

El pueblo le escuchaba emocionado y de pronto estallaba en calurosos aplausos, o en estrepitoso llanto el cual se volvía colectivo e incontenible. Los frutos de conversión eran visibles.

El emperador Teodosio decretó nuevos impuestos. El pueblo de Antioquía se disgustó y por ello armó una revuelta y en el colmo de la trifulca derribaron las estatuas del emperador y de su esposa y las arrastraron por las calles. La reacción del gobernante fue terrible. Envió su ejército a dominar la ciudad y con la orden de tomar una venganza espantosa. Entre la gente cundió la alarma y a todos los invadió el terror. El Obispo se fue a Constantinopla, la capital, a implorar el perdón del airado emperador y las multitudes llenaron los templos implorando la ayuda de Dios.

Y fue entonces cuando Juan Crisóstomo aprovechó la ocasión para pronunciar ante aquel populacho sus famosísimos "Discursos de las estatuas" que conmovieron enormemente a sus miles de oyentes logrando conversiones. Esos 21 discursos fueron quizás los mejores de toda su vida y lo hicieron famoso en los países de los alrededores. Su fama llegó hasta la capital del imperio. Y el fervor y la conversión a que hizo llegar a sus fieles cristianos, obtuvieron que las oraciones fueran escuchadas por Dios y que el emperador desistiera del castigo a la ciudad.

En el año 398, habiendo muerto el arzobispo de Constantinopla, le pareció al emperador que el mejor candidato para ese puesto era Juan Crisóstomo, pero el santo se sentía totalmente indigno y respondía que había muchos que eran más dignos que él para tan alto cargo. Sin embargo el emperador Arcadio envió a uno de sus ministros con la orden terminante de llevar a Juan a Constantinopla aunque fuera a la fuerza. Así que el enviado oficial invitó al santo a que lo acompañara a las afueras de la ciudad de Antioquía a visitar las tumbas de los mártires, y entonces dio la orden a los oficiales del ejército de que lo llevaran a Constantinopla con la mayor rapidez posible, y en el mayor secreto porque si en Antioquía sabían que les iban a quitar a su predicador se iba a formar un tumulto inmenso. Y así fue que tuvo que aceptar ser arzobispo.

Apenas posesionado de su altísimo cargo lo primero que hizo fue mandar quitar de su palacio todos los lujos. Con las cortinas tan elegantes fabricaron vestidos para cubrir a los pobres que se morían de frío. Cambió los muebles de lujo por muebles ordinarios, y con la venta de los otros ayudó a muchos pobres que pasaban terribles necesidades. El mismo vestía muy sencillamente y comía tan pobremente como un monje del desierto. Y lo mismo fue exigiendo a sus sacerdotes y monjes: ser pobres en el vestir, en el comer, y en el mobiliario, y así dar buen ejemplo y con lo que se ahorraba en todo esto ayudar a los necesitados.

Pronto, en sus elocuentes sermones empezó a atacar fuertemente el lujo de las gentes en el vestir y en sus mobiliarios y fue obteniendo que con lo que muchos gastaban antes en vestidos costosísimos y en muebles ostentosos, lo empezaran a emplear en ayudar a la gente pobre. El mismo daba ejemplo en esto, y la gente se conmovía ante sus palabras y su modo tan pobre y mortificado de vivir.

En aquellos tiempos había una ley de la Iglesia que ordenaba que cuando una persona se sentía injustamente perseguida podía refugiarse en el templo principal de la ciudad y que allí no podían ir las autoridades a apresarle. Y sucedió que una pobre viuda se sintió injustamente perseguida por la emperatriz Eudoxia y por su primer ministro y se refugió en el templo del Arzobispo. Las autoridades quisieron ir allí a apresarla pero San Juan Crisóstomo se opuso y no lo permitió. Esto disgustó mucho a la emperatriz. Y unos meses más tarde Eudoxia peleó con su primer ministro y se propuso echarlo a la cárcel. Él corrió a refugiarse en el templo del arzobispo y aunque la policía de la emperatriz quiso llevarlo preso, San Juan Crisóstomo no lo permitió. El ministro que antes había querido llevarse prisionera a una pobre mujer y no pudo, porque el arzobispo la defendía, ahora se vio él mismo defendido por el propio santo. Eudoxia ardía de rabia por todo esto y juraba vengarse pero el gran predicador gritaba en sus sermones: "¿Cómo puede pretender una persona que Dios le perdone sus maldades si ella no quiere perdonar a los que le han ofendido?"

Eudoxia se unió con un terrible enemigo que tenía Crisóstomo, y era Teófilo de Alejandría. Este reunió un grupo de los que odiaban al santo y entre todos lo acusaron de un montón de cosas. Por ej. Que había gastado los bienes de la Iglesia en repartir ayudas a los pobres. Que prefería comer solo en vez de ir a los banquetes. Que a los sacerdotes que no se portaban debidamente los amenazaba con el grave peligro que tenían de condenarse, y que había dicho que la emperatriz, por las maldades que cometía, se parecía a la pérfida reina Jetzabel que quiso matar al profeta Elías, etc., etc.

Al oír estas acusaciones, el emperador, atizado por su esposa Eudoxia, decretó que Juan quedaba condenado al destierro. Al saber tal noticia, un inmenso gentío se reunió en la catedral, y Juan Crisóstomo renunció uno de sus más hermosos sermones. Decía: "¿Qué me destierran? ¿A qué sitio me podrán enviar que no esté mi Dios allí cuidando de mí? ¿Qué me quitan mis bienes? ¿Qué me pueden quitar si ya los he repartido todos? ¿Qué me matarán? Así me vuelvo más semejante a mi Maestro Jesús, y como El, daré mi vida por mis ovejas..."

Ocultamente fue enviado al destierro, pero sobrevino un terremoto en Constantinopla y llenos de terror los gobernantes le rogaron que volviera otra vez a la ciudad, y un inmenso gentío salió a recibirlo en medio de grandes aclamaciones.

Eudoxia, Teófilo y los demás enemigos no se dieron por vencidos. Inventaron nuevas acusaciones contra Juan, y aunque el Papa de Roma y muchos obispos más lo defendían, le enviaron desterrado al Mar Negro. El anciano arzobispo fue tratado brutalmente por algunos de los militares que lo llevaban prisionero, los cuales le hacían caminar kilómetros y kilómetros cada día, con un sol ardiente, lo cual lo debilitó muchísimo. El trece de septiembre, después de caminar diez kilómetros bajo un sol abrasador, se sintió muy agotado. Se durmió y vio en sueños que San Basilisco, un famoso obispo muerto hacía algunos años, se le aparecía y le decía: "Animo, Juan, mañana estaremos juntos". Se hizo aplicarlos últimos sacramentos; se revistió de los ornamentos de arzobispo y al día siguiente diciendo estas palabras: "Sea dada gloria a Dios por todo", quedó muerto. Era el 14 de septiembre del año 404.

Eudoxia murió unos días antes que él, en medio de terribles dolores.

Al año siguiente el cadáver del santo fue llevado solemnemente a Constantinopla y todo el pueblo, precedido por las más altas autoridades, salió a recibirlo cantando y rezando.

El Papa San Pío X nombró a San Juan Crisóstomo como Patrono de todos los predicadores católicos del mundo.

Que Dios nos siga enviando muchos predicadores como él.

¿Si Dios está con nosotros, quién podrá contra nosotros? (San Pablo Rom.8).

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Marcelino de Cartago, Santo Martír Laico, Septiembre 13  

Marcelino de Cartago, Santo

Mártir Laico

Martirologio Romano: En Cartago, en África, san Marcelino, mártir, que siendo alto funcionario imperial muy relacionado con los santos Agustín y Jerónimo, se le acusó de ser partidario del usurpador Heraclión y, aún siendo inocente, por defender la fe católica fue asesinado por los herejes donatistas (413).

Etimológicamente: Marcelino = Aquel que procede de Marte (Dios romano de la guerra), es de origen latino.

El martirio de Marcelino, alto funcionario imperial y amigo de san Agustín, está unido al cisma donatista que destrozó durante un siglo la Iglesia africana.

El inicio de este cisma se remonta al 310 cuando se objetó la validez de la elección del obispo de Cartago, Ceciliano, porque había sido consagrado por obispos así llamados “traditores”. Cuando el edicto de Diocleciano impuso a los cristianos que entregaran los libros sagrados para quemarlos, los que obedecieron se llamaron “traidores” y fueron considerados como pecadores públicos.

El obispo Donato (de ahí el nombre de donatismo que lleva la secta), opuesto por el partido cismático al legítimo obispo Ceciliano, resumía su doctrina en estos dos puntos: la Iglesia es la sociedad de los santos; los sacramentos administrados por pecadores son inválidos. El pretexto doctrinal en realidad ocultaba oposiciones regionales y sociales: Numidia contra África proconsular, proletarios contra propietarios romanos. Es en este momento cuando entra en escena san Marcelino, víctima ilustre de los donatistas.

Marcelino desempeñaba en Cartago los cargos de tribuno y notario. Buen padre de familia, cristiano ejemplar, fue definido por su amigo san Agustín: hombre con “fama et pietate notissimus”. Como deseaba aprender, se dirigía frecuentemente a san Agustín para que le aclarara los puntos más controvertidos de la doctrina católica. A su laudable curiosidad se deben algunas obras del gran teólogo de Hipona, como el tratado Sobre la remisión de los pecados, Sobre el espíritu y la letra y el más célebre sobre la Trinidad (de Trinitate), que Marcelino no alcanzó a leer, porque había pagado con la vida la valentía de ponerse de parte de la tradición católica, en la conferencia que tuvo lugar en Cartago en el 411 entre obispos católicos y donatistas.

En efecto, Marcelino había obtenido la victoria para los católicos, y el emperador Onorio promulgó un decreto contra los donatistas. Éstos se vengaron acusándolo de complicidad con el usurpador Heracliano. La acusación era grave y Marcelino fue condenado a muerte por el conde Marino el 13 de septiembre. Al año siguiente, el mismo emperador reconoció el error cometido por la justicia romana. Aclarada la situación, fueron sancionadas y aprobadas todas las decisiones del tribuno Marcelino, a quien la Iglesia honró como mártir por su fidelidad a la verdad aun ante la muerte.

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Ketevan de Georgia Mártir, 13 de spetiembre  

Ketevan de Georgia

Máritr
Septiembre 13

 

Cuando alguien habla la verdad, dígala quien la diga, se puede pensar que viene de lo alto.

Esta joven, fallecida en el año 1624 y cuyo nombre es desconocido en nuestra cultura occidental, le tocaron tiempos malos para hablar abiertamente la verdad.

Era una época en la que Georgia se desgarraba por las luchas de sus dos poderosos vecinos: el imperio otomán y la Persia del Shah Abbas el Grande.

Y como cuando no se dicen las cosas claras, todo son hurtadillas y malentendidos, la familia real estaba dividida respecto a la política que debía seguir en aquellos momentos dolorosos.

Los príncipes habían sido bien educados pero habían recibido la educación en Persia.

La princesa Ketevan vio salir con pena a su hijo para Persia. Se sabe por la historia de aquellos lejanos territorios que llegó incluso a ser rey.

Sin embargo tuvo la mala suerte de ver con sus propios ojos cómo los persas invadieron su reino.

Lo destrizaron todo, expulsaron y dieron muerte a la población sin pedir cuentas a nadie.

¿Qué hizo Ketevan?

Lo que hace cualquier madre. Cogió el camino y se dirigió a Persia con sus dos nietos. La finalidad de su viaje era convencer al shah de que dejara tranquilos a sus habitantes de Georgia y que les diese la libertad y no los tuviese arrestados.

La reacción del shah fue horrible. Mató al mayor y al segundo logró que enloqueciera.

Ketevan rechazó hacerse musulmana. Por esta razón fundamentalista tuvo que sufrir muchos castigos.
La quemaron viva. Y de esta forma murió mártir.

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Eulogio, Santo Patriarca de Alejandría, 13 de septiembre  

Patriarca de Alejandría
Septiembre 13

 

Etimológicamente significa “bien tratado”. Viene de la lengua hebrea.

San Marcos Pedro escribe:"Confiad todas vuestras fatigas al Señor pues él cuide de vosotros.

Resistid firmes a vuestro adversario en la fuerza de la fe, sabiendo que vuestros hermanos que están en el mundo soportan los mismos sufrimientos".

Eulogio murió en el año 608. Nació en Esmirna.
Su vida, plenamente confiada en el Señor, tuvo que afrontar diversos problemas que había en su tiempo contra la Iglesia.

La causa de estas adversidades provenían de las herejías, sobre todo la de Eutiques, Nestorio y Arrio.

La paz de las conciencias estaba turbada. Unos decían una cosa y otros, otra.

A la Iglesia no le daba tiempo para reunir concilios y condenarlas como heterodoxas.
Muchos emperadores y gente de influencia las apoyaban. Eulogio abrazó la vida monástica y se dedicó a estudiar.

Cuando alcanzó la ciencia y la sabiduría, saltó a la palestra. Lo ordenaron de sacerdote y tomó parte activa en los concilios.

Entabló una profunda amistad con Eustaquio, patriarca de Constantinopla.

Se unieron los dos para hacer frente a los herejes. Al morir el emperador Justiniano II, le sucedió Tiberio Constantino, que era enemigo de los herejes.

Eligió en seguida a Eulogio como patriarca de Alejandría y más tarde de Constantinopla.

Entabló relaciones buena amistad con Gregorio Magno. Dado que era muy inteligente, escribió muchos libros para combatir las herejías.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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