lunes, 3 de septiembre de 2012

Lunes 03 de Septiembre de 2012. San Gregorio Magno ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 4, 16-30

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje donde está escrito:
"El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena noticia; para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos; para dar libertad a los oprimidos y a
proclamar el año de gracia del Señor".
Después enrolló el libro, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles:
"Hoy se ha cumplido ante ustedes está profecía".
Todos le daban su aprobación y se admiraban de las palabras que había pronunciado. Y comentaban:
"¿No es éste el hijo de José?"
Jesús les dijo:
"Seguramente me recordarán el refrán: "Médico, cúrate a ti mismo". Lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún, hazlo también aquí, en tu pueblo".
Y añadió:
"Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Les aseguro que muchas viudas había en Israel en tiempo de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en la región de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado sino únicamente Naamán el sirio".
Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron; se levantaron, y lo echaron fuera de la ciudad y lo llevaron hasta un barranco de la montaña sobre la cual estaba construida la ciudad, con ánimo de despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las “palabras de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). “Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: “quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

lun 22a. Ordinario año Par

Antífona de Entrada

Que se postre ante ti, Señor, la tierra entera; que todos canten himnos en tu honor y alabanzas a tu nombre.

Oración Colecta

Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que con amor gobiernas los cielos y la tierra; escucha paternalmente las súplicas de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida transcurran en tu paz.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Les he anunciado a Cristo crucificado

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 2, 1-5

Hermanos: Cuando vine a su ciudad para anunciarles el Evangelio, no lo hice a base de elocuencia o de sabiduría. Pues nunca he presumido de conocer otra cosa sino a Jesucristo, y a éste crucificado.
Me presenté ante ustedes débil, asustado y temblando de miedo. Mi palabra y mi predicación no consistieron en sabios y persuasivos discursos; fue más bien una demostración del poder del Espíritu, para que fundamenten su fe, no en la sabiduría humana, sino en el poder de Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 118, 97.98.99.100.101.102

¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

¡Cuánto amo tu voluntad; todo el día la estoy meditando! Tus mandatos me hacen más sabio que mis enemigos, siempre me acompañan.
¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

Soy más capaz que todos mis maestros, porque medito tus preceptos. Soy más sagaz que los ancianos, porque cumplo tus leyes.
¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

Aparto mis pies de toda senda mala, para cumplir tus palabras. No me aparto de tus mandamientos, porque tú me has instruido.
¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
El Espíritu del Señor está sobre mí; él me ha enviado para anunciar a los pobres la Buena Nueva.
Aleluya.

Evangelio

Me ha enviado para llevar a los pobres la Buena Nueva. Nadie es profeta en su tierra

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 4, 16-30

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje donde está escrito:
"El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena noticia; para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos; para dar libertad a los oprimidos y a
proclamar el año de gracia del Señor".
Después enrolló el libro, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles:
"Hoy se ha cumplido ante ustedes está profecía".
Todos le daban su aprobación y se admiraban de las palabras que había pronunciado. Y comentaban:
"¿No es éste el hijo de José?"
Jesús les dijo:
"Seguramente me recordarán el refrán: "Médico, cúrate a ti mismo". Lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún, hazlo también aquí, en tu pueblo".
Y añadió:
"Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Les aseguro que muchas viudas había en Israel en tiempo de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en la región de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado sino únicamente Naamán el sirio".
Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron; se levantaron, y lo echaron fuera de la ciudad y lo llevaron hasta un barranco de la montaña sobre la cual estaba construida la ciudad, con ánimo de despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Concédenos, Señor, participar dignamente en esta Eucaristía, porque cada vez que celebramos el memorial del sacrificio de tu Hijo, se lleva a cabo la obra de nuestra redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Cristo, huésped y peregrino en medio de nosotros

En verdad es justo darte gracias, Señor, Padre santo, Dios de la alianza y de la paz.
Porque tú llamaste a Abrahán y le mandaste salir de su tierra, para constituirlo padre de todas las naciones. Tú suscitaste a Moisés para librar a tu pueblo y guiarlo a la tierra de promisión.
Tú, en la etapa final de la historia, has enviado a tu Hijo, como huésped y peregrino en medio de nosotros, para redimirnos del pecado y de la muerte; y has derramado el Espíritu, para hacer de todas las naciones un solo pueblo nuevo, que tiene como meta tu reino; como estado, la libertad de tus hijos; y como ley, el precepto del amor.
Por estos dones de tu benevolencia, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos con gozo el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Para mí, Señor, has preparado la mesa y has llenado la copa hasta los bordes.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Infúndenos, Señor, el espíritu de tu amor, para que, alimentados del mismo pan del cielo, permanezcamos siempre unidos por el mismo amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

 

 

Dia 3/09 San Gregorio Magno (papa y doctor de la Iglesia, blanco)

Antífona de Entrada

El Señor lo eligió sumo sacerdote y derramó sobre él todos los bienes.

Oración Colecta

Oremos:
Dios todo poderoso y eterno, que pusiste al papa san Gregorio al frente de tu pueblo para que con su ejemplo y su palabra lo ayudara a crecer en santidad; protege, por su intercesión, a los pastores de la Iglesia y al rebaño que les has confiado, para que siempre caminen por las sendas de la salvación.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Predicamos que Cristo es Señor, y nosotros siervos de ustedes por Jesús

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 4, 1-2. 5-7

Hermanos: Encargados de este servicio, por la misericordia de Dios, no nos acobardamos; al contrario, hemos renunciado a la clandestinidad y vergonzante, dejándonos de intrigas y no adulterando la palabra de Dios; en vez de eso, mostrando nuestra sinceridad, nos recomendamos delante de Dios a la conciencia de todo hombre. Porque no nos predicamos a nosotros, predicamos que Cristo es Señor, y nosotros, siervos de ustedes por Jesús.
El Dios que dijo:

"Brille la luz del seno de la tiniebla", ha brillado en nuestros corazones, para que nosotros iluminemos, dando a conocer la gloria de Dios, reflejada en Cristo. Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del Salmo 95

Canten a todos los pueblos las maravillas del Señor.

Canten al Señor un cántico nuevo; cante al Señor toda la tierra; canten al Señor, bendigan su nombre, proclamen día tras día su victoria.
Canten a todos los pueblos las maravillas del Señor.

Proclamen día tras día su victoria; cuenten a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones.
Canten a todos los pueblos las maravillas del Señor.

Familias de los pueblos, aclamen al Señor; aclamen la gloria y el poder del Señor.
Canten a todos los pueblos las maravillas del Señor.

Digan los pueblos: "El Señor es rey; él afianzó el orbe, y no se moverá ; él gobierna a los pueblos rectamente".
Canten a todos los pueblos las maravillas del Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
A ustedes los llamo amigos, dice el Señor, porque todo lo que he oído a mi Padre se lo he dado a conocer.
Aleluya.

Evangelio

Yo les transmito el Reino, como me lo transmitió mi Padre a mí

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 22, 24-30

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a disputar sobre quién de ellos debía ser tenido como el primero. Jesús les dijo:
"Los reyes de los gentiles los dominan y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Ustedes no hagan así, sino que el primero entre ustedes pórtese como el menor, y el que gobierne, como el que sirve. Porque ¿quién es más, el que está en la mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que está en la mesa? Pues yo estoy en medio de ustedes como el que sirve.
Ustedes son los que han perseverado conmigo en mis pruebas, y yo les transmito el Reino, como me lo transmitió mi Padre a mí: comerán y beberán a mi mesa en mi Reino, y se sentarán en tronos para regir a las doce tribus de Israel".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Prefacio

Los santos pastores siguen presentes en la Iglesia

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
Porque permites que tu Iglesia se alegre hoy con la festividad de Gregorio Magno, para animarnos con el ejemplo de su vida, instruirnos con su palabra y protegernos con su intercesión.
Por eso,
con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza, diciendo sin cesar:

Antífona de la Comunión

El buen pastor dio la vida por las ovejas.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Señor, que cuantos hemos sido fortalecidos con Cristo, verdadero pan de vida y único maestro de los hombres, aprendamos en la fiesta de san Gregorio Magno a conocer tu verdad y vivirla con amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

 

22ª semana. Lunes

OBRAS DE MISERICORDIA

— Jesús misericordioso. Imitarle.

— Preocuparnos por la situación espiritual de quienes nos rodean.

— Otras manifestaciones de la misericordia.

I. Volvió Jesús de Nazaret, donde se había criado, y según su costumbre entró en la sinagoga el sábado1. Allí le entregaron el libro del Profeta Isaías para que leyera. Jesús abrió el libro por un pasaje directamente mesiánico: El Espíritu Santo está sobre mí, por lo cual me ha ungido para evangelizar a los pobres; me ha enviado para anunciar la redención a los cautivos y devolver la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, y para promulgar el año de gracia del Señor.

Jesús, enrollando el libro, lo devolvió y se sentó. Había una gran expectación entre sus vecinos, con los que había convivido tantos años: Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en Él. Muy probablemente estaría presente la Virgen. Entonces, el Señor les dijo con toda claridad: Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír.

Isaías2 anunciaba en este pasaje la llegada del Mesías que libraría a su pueblo de sus aflicciones. Las palabras del Señor “son su primera declaración mesiánica, a la que siguen los hechos y palabras conocidas a través del Evangelio. Mediante tales hechos y palabras, Cristo hace presente al Padre entre los hombres. Es altamente significativo –sigue comentando Juan Pablo II– que estos hombres sean en primer lugar los pobres carentes de medios de subsistencia, los privados de libertad, los ciegos que no ven la belleza de la creación, los que viven en aflicción de corazón o sufren a causa de la injusticia social, y finalmente los pecadores. Con relación a estos especialmente, Cristo se convierte sobre todo en signo legible de Dios que es amor”3.

Más tarde, cuando los enviados del Bautista le preguntan si Él es el Cristo o si han de esperar a otro, Jesús les responde que comuniquen a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados...4.

El amor de Cristo se expresa particularmente en el encuentro con el sufrimiento, en todo aquello en que se manifiesta la fragilidad humana, tanto física como moral. De esta manera revela la actitud continua de Dios Padre hacia nosotros, que es amor5 y rico en misericordia6.

La misericordia será el núcleo fundamental de su predicación y la razón principal de sus milagros. También la Iglesia “abraza con su amor a todos los afligidos por la debilidad humana; más aún, en los pobres y en los que sufren reconoce la imagen de su Fundador, pobre y paciente, se esfuerza en remediar sus necesidades y procura servir en ellos a Cristo”7.

¿Y qué otra cosa haremos nosotros si queremos imitar al Maestro y ser buenos hijos de la Iglesia? Cada día se nos presentan incontables ocasiones de poner en práctica la enseñanza de Jesús acerca de nuestro comportamiento ante el dolor y la necesidad. Y esta actitud compasiva y misericordiosa ha de ser en primer lugar con los que habitualmente tratamos, con quienes Dios ha puesto a nuestro cuidado y con los más necesitados. Pensemos hoy junto al Señor cómo es nuestro trato con estas personas y con todos. ¿Sé darme cuenta de su dolor –físico o moral–, de su cansancio o de la necesidad que padecen? ¿Me presto con solicitud a darles la ayuda que precisan? ¿Procuro aliviarles de sus males o de la carga que llevan, sobre todo cuando les resulta excesivamente pesada?

II. ...me ha ungido para evangelizar a los pobres, me ha enviado para anunciar la redención a los cautivos y devolver la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos... No hay pobreza mayor que la que provoca la falta de fe, ni cautividad y opresión más grandes que las que el demonio ejerce en quien peca, ni ceguera más completa que la del alma que ha quedado privada de la gracia: “el pecado produce la más dura tiranía”, afirma San Juan Crisóstomo8.

Si la mayor desgracia, el peor de los desastres, es alejarse de Dios, nuestra mayor obra de misericordia será en muchas ocasiones acercar a los sacramentos, fuentes de Vida, y especialmente a la Confesión, a nuestros familiares y amigos. Si sufrimos con sus penas, enfermedades y desgracias, ¿cómo no nos dolerá si vemos que no conocen a Jesucristo, que no le tratan o que le han dejado? La verdadera compasión comienza por la situación espiritual de su alma, que hemos de procurar remediar con la ayuda de la gracia. ¡Qué gran obra de misericordia es el apostolado!

Toda miseria moral, cualquiera que sea, reclama nuestra compasión. Así, entre estas obras que, por vía de ejemplo, ha señalado desde antiguo la Iglesia, está “enseñar al que no sabe”. Cuando el número de analfabetos ha decrecido en tantos países, ha aumentado en proporciones asombrosas la ignorancia religiosa, incluso en naciones de antigua tradición cristiana. “Por imposición laicista o por desorientación y negligencia lamentables, multitudes de jóvenes bautizados están llegando a la adolescencia con total desconocimiento de las más elementales nociones de la Fe y de la Moral y de los rudimentos mínimos de la piedad. Ahora, enseñar al que no sabe significa, sobre todo, enseñar a los que nada saben de religión, significa “evangelizarles”, es decir, hablarles de Dios y de la vida cristiana. La catequesis ha pasado a ser en la actualidad una obra de misericordia de primera importancia”9.

¡Cuánto bien hace la madre que enseña el catecismo a sus hijos, y quizá a los amigos de sus hijos! ¡Qué recompensa tan grande dará el Señor a quienes prestan con generosidad su tiempo en una labor de catequesis, y a quienes aconsejan el libro oportuno que ilustra la inteligencia y mueve los afectos del corazón! Es abrirles el camino que lleva a Dios; no tienen una necesidad mayor.

III. Imitar a Jesús en su actitud misericordiosa hacia los más necesitados nos llevará en muchas ocasiones a dar consuelo y compañía a quienes se encuentran solos, a los enfermos, a quienes sufren una pobreza vergonzante o descarada. Haremos nuestro su dolor, les ayudaremos a santificarlo, y procuraremos remediar ese estado en el modo en que nos sea posible. Cuánto puede confortar a estas personas un rato de compañía –buscado quizá con espíritu de sacrificio, a la salida del trabajo, cuando lo que apetecía era descansar, etc.–, con una conversación sencilla y amable, bien preparada, en la que el sentido sobrenatural que procuramos dar a nuestras palabras y comentarios –de noticias positivas, de iniciativas de apostolado– deja en el enfermo o en el anciano una luz de fe y confianza en Dios; con delicadeza y oportunidad, nos atreveremos a prestar algunos servicios, a arreglarle la cama, a leer un rato algún libro piadoso ameno, incluso divertido10.

Cada día es más necesario pedir al Señor un corazón misericordioso para todos, pues en la medida en que la sociedad se deshumaniza, los corazones se vuelven duros e insensibles. La justicia es virtud fundamental; pero la justicia sola no basta: se precisa además la caridad. Por mucho que mejorase la legislación laboral y social, siempre será necesario el calor del corazón humano, fraternal y amigo, que se acerca a esas situaciones a las que la mera justicia no llega, pues la misericordia “no se limita a socorrer al necesitado de bienes económicos; se dirige, antes que nada, a respetar y comprender a cada individuo en cuanto tal, en su intrínseca dignidad de hombre y de hijo del Creador”11.

La misericordia nos lleva a perdonar con prontitud y de corazón, aunque quien ofende no manifieste arrepentimiento por su falta o rechace la reconciliación. El cristiano no guarda rencores en su alma; no se siente enemigo de nadie. Nos esforzaremos en querer a quienes son desgraciados por su propia culpa, incluso por su propia maldad. El Señor solo nos preguntará si esa persona es desgraciada, si sufre, “pues eso basta para que sea digno de su interés. Esfuérzate sin duda en protegerlo contra sus malas pasiones, pero desde el momento en que sufre, sé misericordioso. Amarás a tu prójimo, no cuando lo merezca, sino porque es tu prójimo”12.

El Señor nos pide una actitud compasiva que se extienda a todas las manifestaciones de la vida. También en el juicio sobre el prójimo, a quien hemos de mirar desde el ángulo en el que queda más favorecido. “Aunque vierais algo malo –aconseja San Bernardo– no juzguéis al instante a vuestro prójimo, sino más bien excusadle en vuestro interior. Excusad la intención, si no podéis excusar la acción. Pensad que lo habrá hecho por ignorancia, o por sorpresa, o por desgracia. Si la cosa es tan clara que no podéis disimularla, aun entonces creedlo así, y decid para vuestros adentros: la tentación habrá sido muy fuerte”13.

Frecuentemente hemos de recordar que, si somos misericordiosos, obtendremos del Señor esa misericordia para nuestra vida que tanto necesitamos, particularmente para esas flaquezas, errores y fragilidades, que Él bien conoce. Esa confianza en la infinita compasión de Dios nos llevará a permanecer siempre muy cerca de Él.

María, Reina y Madre de Misericordia, nos dará un corazón capaz de compadecerse eficazmente de quienes sufren a nuestro lado.

1 Evangelio de la Misa. Lc 4, 16-30. — 2 Cfr. Is 61, 1-2 — 3 Juan Pablo II, Enc. Dives in misericordia, 30-XI-1980, 3. — 4 Lc 7, 22 ss. — 5 1 Jn 4, 16. — 6 Ef 2, 4. — 7 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 8. — 8 San Juan Crisóstomo, Comentario al Salmo 126. — 9 J. Orlandis, 8 Bienaventuranzas, pp. 104-105. — 10 Cfr. Santo Cura de Ars, Sermón sobre la limosna, en F. Fernández-Carvajal, Antología de textos, Palabra, 14ª ed., Madrid 2003, n. 355-1. — 11 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 72. — 12 G. Chevrot, Las Bienaventuranzas, Rialp, 8ª ed., Madrid 1981, p. 170. — 13 San Bernardo, Sermón sobre el Cantar de los Cantares, 40.

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Santoral                   (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Gregorio Magno
Papa y doctor de la Iglesia

Señor Dios, que cuidas a tu pueblo con ternura y lo gobiernas con amor, te pedimos que, por intercesión del papa San Gregorio Magno, concedas el Espíritu de sabiduría a quienes has establecido como maestros y pastores de la Iglesia, para que así el progreso de los fieles constituya el gozo eterno de sus pastores. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.  

Gregorio significa "el Vigilante", en Griego
N
ació y murió en Roma en 540 y 604.
E
studió Derecho y en 573 fue nombrado Prefecto.
C
omo heredó la fortuna de su padre, construyó varios monasterios en Roma y se retiró al Monte Celio.
Fue ordenado diácono y en 578 el Papa Benedicto I lo ordenó presbítero.
Fungió como Nuncio en Constantinopla entre 579 y 586. Tres años después fue elegido Papa, misión en que se distinguió por su oratoria, política tolerante, administración atinada, interés misionero en Inglaterra y España y tacto en la reforma del clero y la liturgia. Su acción pastoral se refleja en varias de sus obras: Regla pastoral, Diálogos, Sacramentario y Antifonario.
Se distinguió, también, por su obra bíblica (varios comentarios), ascética (su Moralina) y epistolar (859 cartas). Apenas muerto, fue venerado como santo y la tradición lo asumió como Patrón de los liturgistas, sabios e investigadores, por su amplia erudición; de los músicos, chantres y cantores, por la escuela de canto que fundó (cantos gregorianos); Defensor contra la enfermedad de la gota y la peste; y Abogado de las almas del purgatorio por las "misas gregorianas" que hasta él se hicieron remontar.
En la iconografía aparece, como todos los papas, con la tiara y la cruz papal; en calidad de Padre de la Iglesia (uno de los cuatro grandes de Occidente) al que la tradición conoce como El Grande; y como monje. Una paloma, símbolo de inspiración, una cartela con notas musicales, los emblemas pontificios y el ánima sola o varias almas del purgatorio son sus atributos principales.

 

Antonio Ixida (o Ishida) y Compañeros, Beatos Mártires, 3 de septiembre  

Antonio Ixida (o Ishida) y Compañeros, Beatos

Mártires

Martirologio Romano: En Nagasaki, en Japón, beatos Bartolomé Gutiérrez, presbítero, de la Orden de Ermitaños de San Agustín, y cinco compañeros, mártires, quienes, por odio a la fe cristiana, fueron sumergidos todos ellos en aguas sulfúreas hirviendo y después arrojados al fuego (1632).

Fecha de beatificación: Fueron beatificado por Pío IX el 7 de julio de 1867

 

Antonio Amador Ishida (o Ixida), nació en el año 1570 en Shimabara (Nagasaki), Japón.

Seminarista desde los quince años, se distinguió por sus dotes musicales y dominio de su lengua nativa, además de una seria formación clásica y de teología moral, adquirida en los colegios de Amakusa y Macao. Aun antes de su ordenación, se entregó con empeño al apostolado de la zona de Hiroshima, ayudando a uno o dos sacerdotes, en la ciudad y en sus excursiones pastorales por toda la región de Chugoku y parte de la isla de Shikoku. Después del edicto de expulsión (1614), continuó en Hiroshima, gracias a la benevolencia del daimyð Fukushima Masanori (quien era pagano), haciendo viajes apostólicos en compañía del P. Juan Bautista Porro hasta enero de 1618.

Por haber ocultado a Akashi Naiki Pablo de Hiroshima, noble prófugo, fue encarcelado hasta agosto de 1619, tras la caída de Fukushima Masanori. Una vez libre la Compañía de Jesús lo envió a Nagasaki donde tras diez años de fecundo apostolado fue apresado el 14 de noviembre de 1629. Casi tres años después, luego de superar por treinta días los tormentos en las ardientes aguas sulfurosas del monte Unsen, murió en la hoguera en Nagasaki, junto con cinco religiosos agustinos y franciscanos, el 3 de septiembre de 1632.

Sus compañeros del martirio fueron:

Bartolomé Gutiérrez nació en México en 1530. Se hizo agustino en 1596 y se ordenó de sacerdote en Puebla. En 1612 se fue a Japón como superior de Ukusi. Trabajó apostólicamente durante varios años, a pesar de que su vida corría siempre peligro.

Francisco Ortego nació en Villamediana, España. También era agustino. Lo enviaron a México y de aquí a Manila. Más tarde a Japón.

Gabriel Fonseca era un lego franciscano. Nació en Fonseca, España. Lo enviaron a Japón para estudiar medicina. La ejerció ayudando a todo enfermo sin cobrar nada. A los diez años de intenso trabajo apostólico fue arrestado hasta que murió mártir por Cristo.

Juan Jerónimo Jô era un sacerdote diocesano japonés. Recibió la educación en el seminario de Arima y ordenado de sacerdote en Manila. En 1628 volvió a su país y ejerció su ministerio sacerdotal hasta que lo arrestaron.

Vicente Carvalho nació en Lisboa. Era agustino. Lo enviaron a México y de aquí a Japón en donde sufrió la palma del martirio.

Bibliografía: Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús
Charles E. O’Neill – Joaquín Mª Dominguez
Volumen III
Ortega Ediciones Gráficas
ISBN 84-8468-039-8

P. Felipe Santos Campaña
www.autorescatólicos.com

ar.geocities.com/misa_tridentina01

 

 

Marino, Santo Diácono, 3 de septiembre  

Marino, Santo

Diácono

Martirologio Romano: En el monte Titano, cerca de Rímini, en la Flaminia, san Marino, diácono y anacoreta, portador al pueblo gentil del Evangelio y de la libertad de Cristo (s. IV/V)

 

Nacido en una familia cristiana, era albañil, nativo de Dalmacia, y uno de los numerosos trabajadores que en el año 257 fueron movilizados, por orden de Diocleciano y de Maximiano, para la reconstrucción de las murallas de Rímini.

Tras haber trabajado un tiempo en Rímini, donde se distinguió por su grandísima caridad cristiana. Fue enviado a otras canteras en el monte Titano para trabajar las piedras. Pasados tres años, Marino regresó a Rímini. En esta ciudad predicó el evangelio por doce años.

Para evitar ser capturado cuando las autoridades descubrieron su acción cristiana, huyó de la ciudad y con la ayuda de Dios se refugió en una gruta del monte Titano, donde vivió en solitario durante un año sin temer las insidias del demonio, que continuamente intentaba asustarlo. Marino, para no ser molestado por los visitantes, se retiró a la cima del mismo monte, y allí construyo una pequeña celda y una iglesia que dedicó a San Pedro. Tales obras suscitaron la ira de Verissimo, hijo de una noble viuda de nombre Felicísima, propietaria de aquellas tierras. Este, presentándose delante de Marino con intenciones nada pacíficas, cayó por tierra paralizado y mudo, tras la oración del santo. La madre, al saber la desgracia de su hijo, se acercó a Marino y dijo estar dispuesta a concederle todo lo que pidiese. En aquel mismo instante su hijo se curó y se postró delante del santo convirtiéndose al cristianismo junto a su madre y familiares.

San Gaudencio, Obispo de Rímini, conociendo las virtudes de Marino, los llamó y le ordenó diacono para que pudiera bautizar a los muchos conversos que lograba hacer. Después, Marino regresó a su morada. El santo continuó viviendo en la misma celda, dedicado a la oración y al trabajo, hasta el día de su muerte, el 3 de septiembre.

Fue sepultado en la iglesia edificada por él. La población que se construyó en aquel sitio llegó a ser la ciudad de San Marino, capital de la república de ese nombre, y que es independiente desde el siglo XI.

Bibliografía: Dicccionario de los Santos
C. Leonoardi, A. Riccardi y G. Zarri
Volumen II
Editorial San Pablo
ISBN: 84-285-2259-6

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Bartolomé Gutiérrez, Beato Presbítero y Mártir, 3 de septiembre  

Bartolomé Gutiérrez, Beato

Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: En Nagasaki, en Japón, beatos Bartolomé Gutiérrez, presbítero, de la Orden de Ermitaños de San Agustín, y cinco compañeros, mártires, quienes, por odio a la fe cristiana, fueron sumergidos todos ellos en aguas sulfúreas hirviendo y después arrojados al fuego (1632).

Fecha de beatificación: Fueron beatificado por Pío IX el 7 de julio de 1867.

Son sus compañeros: beatos presbíteros Vicente Carvalho y Francisco Terrero, de la Orden de Ermitaños de San Agustín;
Antonio Ishida, de la Compañía de Jesús; Jerónimo Jo; y Gabriel de la Magdalena, religioso de la Orden de los Hermanos Menores.

 

Nació en México en 1580. Fue bautizado el 4 de septiembre de 1580 en la Parroquia del Sagrario Metropolitano. Muy joven entró en la Orden de San Agustín. Hizo su profesión religiosa el 1° de junio de 1596. Siguió sus estudios sacerdotales en el convento de Yuriria, centro de estudios floreciente y alejado del bullicio de la capital. Una vez ordenado sacerdote fue trasladado al convento de Puebla. Pidió a sus superiores ser enviado a las misiones de Filipinas. Sus compañeros, en broma, le decían que no podría soportar las penalidades de las misiones, pues era muy obeso. "Tanto mejor -respondía con gracia- así habrá más reliquias para repartir cuando muera mártir; porque algún día iré a Filipinas y de allí a Japón, a morir por la fe de Cristo".

Con Fray Pedro Solís, viajó en 1605 a Manila donde ocupó el puesto de maestro de novicios durante seis años. Por fin, en 1612, se embarcó para Japón. Allí ejerció su ministerio hasta que el emperador Taicosama expulsó a los misioneros. Bartolomé regresó a Manila, pero a petición de sus fieles, al cabo de cinco años pudo volver disfrazado a Japón, donde trabajó quince años. Al fin, traicionado, lo aprehendieron, y después de muy crueles suplicios. Lo hicieron morir a fuego lento en Omura, el 3 de septiembre de 1632.
Escribió una narración sobre los mártires de Japón en 1622.

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Fuente: Santiebeati.it
Brígida de Jesús Morello, Beata Fundadora, 3 de septiembre  

Brígida de Jesús Morello, Beata

Fundadora de la Congregación de Hermanas Ursulinas de María Inmaculada

Martirologio Romano: En Piacenza, en la región de Emilia, en Italia, beata Brígida de Jesús Morello, que, después de enviudar, se consagró a Dios, afanándose en obras de penitencia y caridad, y fundando la Congregación de Hermanas Ursulinas de María Inmaculada, dedicadas a la educación cristiana de la juventud femenina (1679).

Fecha de beatificación: El papa Juan Pablo II la beatificó el 15 de marzo1998.

 

Brígida Morello fue una mujer de su tiempo, el siglo XVII; una mujer de gran fe que supo ver en los acontecimientos históricos y sobre todo en los que a ella le toco vivir la santa voluntad de Dios.

“Dios es nuestro Padre y nunca nos abandonará”; esta seguridad de ser amada como hija, gratuita e incondicionalmente, la motivó a entregar su cariño a cada prójimo que tuviera cerca.

Nació el 17 de junio de 1610 a San Miguel de Pagana (Génova) sobre la Costa de Levante, sexta de once hijos, creció en entorno intensamente cristiano. A 23 años, el 14 de octubre de 1633, se casó Matteo Zancano de Cremona y se estableció con su marido en Salsomaggiore (Parma), dónde fue reconocida por sus virtudes.

A 27 años, el 11 de noviembre de 1637, quedó viuda, entonces hizo voto de castidad, deseando convertirse en religiosa, pero inútilmente intentó entrar entre las capuchinas de la localidad, el ser viuda se lo impedía.

En el 1640 se trasladó a Piacenza, en donde los jesuitas fueron sus directores espirituales, quienes siempre la guiaron y la mantuvieron en la vía a la perfección, especialmente por parte del padre Antonio Morando, su confesor y primer biógrafo.

Margarita de Medici, duquesa de Parma y Piacenza, quería dotar a Piacenza con un Instituto de Ursulinas para la educación de la juventud femenina, uno similar al que existía en Parma. Para ello Brígida Morello acogió en septiembre de 1646 a algunas jóvenes mujeres en su casa, bajo la denominación de Santa Úrsula, dando así inicio, el 17 de febrero de 1649, Miércoles de Ceniza, con cinco compañeras una nueva familia de Ursulinas, bajo la guía de los Jesuitas.

No fue sin embargo la primera superiora, ya que recién en 1665 fue elegida como tal, siendo confirmada en 1670 y en 1675; sus precarias condiciones de salud no le impidieron gobernar por largos períodos, incluso desde la cama, su Congregación de Ursulinas de María Inmaculada.

El 3 de septiembre de 1679 murió en Piacenza y fue enterrada en la iglesia local de San Pedro, hoy no existen rastros de su tumba, si existen un cierto número de cartas, algunos escritos autobiográficos y edificantes, documentos de los que se puede sacar una exacta visión de las experiencias espirituales de la fundadora.

Pero solamente en los años 1927-28 se celebró en Piacenza el proceso ordinario para su beatificación; el decreto sobre la heroicidad de las virtudes se obtuvo el 29 de abril1980.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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