JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (8, 34—9, 1)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús llamó a la multitud y a sus discípulos y les dijo: "El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.
¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla? Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras ante esta gente, idólatra y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él, cuando venga con la gloria de su Padre, entre los santos ángeles".
Y añadió: "Yo les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto primero que el Reino de Dios ha llegado ya con todo su poder".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te quiero, pero no te quiero ver todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
Dichosos los que temen al Señor
Feria de la 6a. semana del Tiempo Ordinario o memoria libre de los siete Santos Fundadores
Yo soy la salvación de mi pueblo, dice el Señor
Antífona de Entrada
Yo soy la salvación de mi pueblo, dice el Señor. Los escucharé en cualquier tribulación en que me llamen y seré siempre su Dios.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que en el amor a ti y a nuestro prójimo has querido resumir toda tu ley, concédenos descubrirte y amarte en nuestros hermanos para que podamos alcanzar la vida eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago (2, 14-24. 26)
Hermanos míos:
¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no la demuestra con obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe? Supongamos que algún hermano o hermana carece de ropa y del alimento necesario para el día, y que uno de ustedes le dice: "Que te vaya bien; abrígate y come", pero no le da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué le sirve que le digan eso? Así pasa con la fe; si no se traduce en obras, está completamente muerta. Quizá alguien podría decir: "Tú tienes fe y yo tengo obras. A ver cómo, sin obras, me demuestras tu fe; yo, en cambio, con mis obras te demostraré mi fe".
Tú crees, por ejemplo, que hay un solo Dios y haces bien; pero los demonios también creen eso y, sin embargo, tiemblan.
¿Quieres saber, hombre ignorante, por qué la fe sin obras es estéril? ¿Acaso nuestro padre Abraham no fue justificado por sus obras, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? Fíjate cómo su fe colaboraba con sus obras y por las obras se perfeccionaba su fe. Así se cumplió lo que dice aquel pasaje de la Escritura: Abraham tuvo fe en Dios y eso le valió la justificación, y por eso se le llamó "amigo de Dios".
Ya ven cómo la persona es justificada por las obras, no por la fe sola. Pues así como un cuerpo que no respira es un cadáver, la fe sin obras está muerta.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 111
Dichosos los que temen al Señor.
Dichosos los que temen al Señor y aman de corazón sus mandamientos; poderosos serán sus descendientes. Dios bendice a los hijos de los buenos.
Dichosos los que temen al Señor.
Fortuna y bienestar habrá en su casa, siempre obrarán conforme a la justicia. Quien es justo, clemente y compasivo, como una luz en las tinieblas brilla.
Dichosos los que temen al Señor.
Quienes, compadecidos, prestan y llevan su negocio honradamente jamás se desviarán; vivirá su recuerdo para siempre.
Dichosos los que temen al Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
A ustedes los llamo amigos, dice el Señor, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (8, 34—9, 1)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús llamó a la multitud y a sus discípulos y les dijo: "El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.
¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla? Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras ante esta gente, idólatra y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él, cuando venga con la gloria de su Padre, entre los santos ángeles".
Y añadió: "Yo les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto primero que el Reino de Dios ha llegado ya con todo su poder".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te presentamos a fin de que, por medio de esta Eucaristía, podamos obtener las gracias de la redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Común II
La salvación por Cristo
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo,Dios todopoderoso y eterno.
Pues por amor creaste al hombre, y, aunque condenado justamente, lo redimiste por tu misericordia. Por Cristo nuestro Señor.
Por él, los ángeles y arcángeles, y todos los coros celestiales celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
Tú promulgas, Señor, tus preceptos para que se observen con exactitud. Que mi conducta se ajuste siempre, al cumplimiento de tu voluntad.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Concede siempre tu ayuda, Señor, a quienes has alimentado con la Eucaristía, a fin de que la gracia recibida en este sacramento, transforme continuamente nuestra vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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† Meditación diaria
6ª semana. Viernes
HUMILDAD
— Contar con Dios.
— El egoísmo y la soberbia.
— Para crecer en la humildad.
I. Leemos en el Génesis1 cómo los hombres se habían empeñado en un colosal proyecto que debería ser, a la vez, un símbolo y el centro de unidad del género humano, mediante la construcción de la gran ciudad de Babel y de una formidable torre. Pero aquella obra no se llevó a término, y los hombres se encontraron más dispersos que antes, divididos entre sí, confundido su lenguaje, incapaces de ponerse de acuerdo... "¿Por qué falló aquel ambicioso proyecto? ¿Por qué se cansaron en vano los constructores? Porque los hombres habían puesto como señal y garantía de la deseada unidad solamente una obra de sus manos, olvidando la acción del Señor"2. El Papa Juan Pablo II, al comentar este texto de la Sagrada Escritura, relaciona el pecado de estos hombres, "que quieren ser fuertes y poderosos sin Dios, o incluso contra Dios", con el de nuestros primeros padres, que tuvieron la pretensión engañosa de ser como Él3; es la soberbia, que está en la raíz de todo pecado y que tiene manifestaciones tan diversas. En la narración de Babel, la exclusión de Dios no aparece como enfrentamiento con Dios, "sino como olvido e indiferencia ante Él; como si Dios no mereciese ningún interés en el ámbito del proyecto operativo y asociativo. Pero en ambos casos la relación con Dios es rota con violencia"4.
Nosotros debemos recordar con frecuencia que Dios ha de ser en todo momento la referencia constante de nuestros deseos y proyectos, y que la tendencia a dejarse llevar por la soberbia perdura en el corazón de todo hombre, de toda mujer, hasta el momento mismo de su muerte. Esa soberbia nos incita a "ser como Dios", aunque sea en el pequeño ámbito de nuestros intereses, o a prescindir de Él, como si no fuera nuestro Creador y Salvador, del que dependemos en el ser y en el existir. Lo mismo que en la narración de los hechos de Babel, una de las primeras consecuencias de la soberbia es la desunión: en la misma familia, entre hermanos, amigos, colegas, vecinos...
El soberbio tiende a apoyarse exclusivamente –como los constructores de Babel– en sus propias fuerzas, y es incapaz de levantar su mirada por encima de sus cualidades y éxitos; por eso se queda siempre a ras de tierra. De hecho, el soberbio excluye a Dios de su vida, "como si no mereciese ningún interés": no le pide ayuda, no le da gracias; tampoco experimenta la necesidad de pedir apoyo y consejo en la dirección espiritual, a través de la cual llega en tantas ocasiones la fuerza y la luz de Dios. Se encuentra solo y débil, aunque él se crea fuerte y capaz de grandes obras; también por eso es imprudente y no evita las ocasiones en las que pone en peligro la salud del alma. Dios -enseña el Apóstol Santiago- da su gracia a los humildes y resiste a los soberbios5. Muchas veces se ha dicho que la soberbia es el mayor enemigo de la santidad, por ser origen de gran número de pecados y porque priva de innumerables gracias y méritos delante del Señor6; es, a la vez, el gran enemigo de la amistad, de la alegría, de la verdadera fortaleza...
No queramos prescindir del Señor en nuestros proyectos. "Él es el fundamento y nosotros el edificio; Él es el tallo de la cepa y nosotros las ramas (....). Él es la vida y nosotros vivimos por Él (...); es la luz y disipa nuestra oscuridad"7. Nuestra vida no tiene sentido sin Cristo; no debe tener otro fundamento. Todo quedaría desunido y roto si no acudiéramos a Él en nuestras obras.
II. La humildad está en el fundamento de todas las virtudes y constituye el soporte de la vida cristiana. A esta virtud se opone la soberbia y su secuela inevitable de egoísmo. La persona egoísta hace de sí la medida de todas las cosas, hasta llegar a la actitud que San Agustín señala como el origen de toda desviación moral: "el amor propio hasta el desprecio de Dios"8. El egoísta no sabe amar: busca siempre recibir, porque en el fondo solo se quiere a sí mismo. No sabe ser generoso ni agradecido, y cuando da, lo hace calculando el posible beneficio que le reportará. No sabe dar sin esperar nada a cambio. En el fondo, el egoísta desprecia a los demás.
La soberbia es, en efecto, la raíz del egoísmo, que es una de sus primeras manifestaciones; en este vicio se encuentra el principio de toda maldad9. El egoísmo (mirar todo en cuanto me reporta algún beneficio) y la soberbia (la falsa valoración de las cualidades propias y el deseo desordenado de gloria) son vicios que se confunden frecuentemente, y en ellos se encuentra de alguna manera el desorden radical de donde arrancan todos los pecados, porque el origen de todo pecado es la soberbia10, y el comienzo de la soberbia del hombre es apartarse de Dios11.
Cuántas veces hemos experimentado en nuestra vida personal la realidad de aquella enseñanza de Santa Catalina de Siena: el alma no puede vivir sin amar y cuando no ama a Dios se ama desordenadamente a sí misma, y este amor desgraciado "oscurece y encoge la mirada de la inteligencia, que deja de ver claro y solo se mueve en una falsa claridad. La luz con que la inteligencia ve en adelante las cosas es un engañoso brillo del bien, del falso placer al cual se inclina ahora el amor... De él no saca el alma otro fruto que soberbia e impaciencia"12.
Con la gracia de Dios, hemos de vivir vigilantes, combatiendo la soberbia en sus variadas manifestaciones: la vanidad y la vanagloria (a veces muy señaladas en los pensamientos inútiles, en los que se es frecuentemente el centro, el héroe, el que triunfa en toda situación), el desprecio de los demás (manifestado en burlas, ironías, juicios negativos..., intervenciones intemperantes en la conversación, sintiéndose siempre en la necesidad de puntualizar o de poner el punto final). El soberbio suele ser desagradecido, y no habla sino de sí, de su persona y de sus cosas, que es en el fondo lo único que le interesa...
"Hemos de pedir al Señor que no nos deje caer en esta tentación. La soberbia es el peor de los pecados y el más ridículo. Si logra atenazar con sus múltiples alucinaciones, la persona atacada se viste de apariencia, se llena de vacío, se engríe como el sapo de la fábula, que hinchaba el buche, presumiendo, hasta que estalló. La soberbia es desagradable, también humanamente: el que se considera superior a todos y a todo, está continuamente contemplándose a sí mismo y despreciando a los demás, que le corresponden burlándose de su vana fatuidad"13.
No permitas, Señor, que caiga en ese desgraciado estado, en el que no contemplo tu rostro amable ni veo tampoco tantas virtudes y buenas cualidades que poseen quienes me rodean.
III. Para levantar el elevado edificio de la vida cristiana debemos tener un gran deseo de ahondar en la virtud de la humildad: pidiéndosela al Señor, siendo sinceros ante nuestras equivocaciones, errores y pecados, ejercitándonos en actos concretos de desasimiento del propio yo... De ella nacen incontables frutos y está relacionada con todas las virtudes, pero de modo particular con la alegría, la fortaleza, la castidad, la sinceridad, la sencillez, la afabilidad y la magnanimidad; la persona humilde tiene una especial facilidad para la amistad y, por tanto, para el apostolado; sin humildad no es posible vivir la caridad.
Para ser más humildes debemos estar dispuestos a aceptar la humillación que suponen aquellos defectos que no logramos superar, las flaquezas diarias... Muchos días, quizá con más atención en determinadas temporadas, nos puede ayudar a la hora del examen alguna de estas preguntas: "¿supe ofrecer al Señor, como expiación, el mismo dolor, que siento, de haberle ofendido ¡tantas veces!?; ¿le ofrecí la vergüenza de mis interiores sonrojos y humillaciones, al considerar lo poco que adelanto en el camino de las virtudes?"14. Y luego, las humillaciones de fuera, las que no esperábamos o las que nos parecen injustas, ¿las llevamos por Cristo?15.
Si buscamos la roca firme para edificar que es la humildad de Nuestro Señor, cada día encontramos incontables ocasiones para ejercitarla: hablar solo lo necesario –o mejor un poco menos– de nosotros mismos, ser agradecidos por los pequeños favores de quienes están a nuestro lado, considerando que nada merecemos, agradecer a Dios los innumerables beneficios que recibimos, querer hacer la vida más amable a quienes encontramos a lo largo de la jornada, rechazar los pensamientos inútiles de vanidad o de vanagloria, no perder las ocasiones de prestar pequeños servicios en la vida familiar, en el trabajo, en cualquier parte; dejarse ayudar, pedir consejo, ser muy sincero con uno mismo –pidiendo ayuda al Señor para no justificar los pecados y las faltas, aquellas cosas que nos humillan y de las que tenemos que pedir perdón, a veces, a los demás–, con Dios y en la dirección espiritual, donde también encontramos a Jesús...
Poniendo los ojos en Cristo, encontramos también el desasimiento necesario para rectificar, que es camino de humildad, en las muchas cosas en que podemos habernos equivocado (porque nos faltaban datos, o ha cambiado alguno de ellos, o no habíamos profundizado en el problema...).
Aprendamos esta virtud contemplando la vida de Santa María. Dios hizo en Ella cosas grandes ""quia respexit humilitatem ancillae suae" —porque vio la bajeza de su esclava...
"—¡Cada día me persuado más de que la humildad auténtica es la base sobrenatural de todas las virtudes!
"Habla con Nuestra Señora, para que Ella nos adiestre a caminar por esa senda"16.
1 Primera lectura, Año I. Gen 11, 1-9. — 2 Juan Pablo II, Exhor. Apost. Reconciliatio et Paenitentia, 2-XII-1984, 13. — 3 Cfr. Gen 3, 5. — 4 Juan Pablo II, o. c., 14. — 5 Sant 4, 6. — 6 Cfr. R. Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior, vol. I, pp. 445-446. — 7 San Juan Crisóstomo, Homilía sobre la 1ª Epístola a los Corintios, 8. — 8 San Agustín, Sobre la ciudad de Dios, 14, 28. — 9 Santo Tomás, Suma Teológica, 1-2, q. 77, a. 4 c. — 10 Eclo 10, 15. — 11 Ibídem, 10, 12. — 12 Santa Catalina de Siena, El Diálogo, 51. — 13 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 100. — 14 ídem, Forja, n. 153. — 15 Cfr. ídem, Camino, n. 594. — 16 ídem, Surco, n. 289.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Fundadores de la Orden de los Servitas, Santos Siete Fundadores de los Siervos de Santa María Virgen, Febrero 17
Siete Santos Fundadores de los siervos de Santa María Virgen (Servitas)Martirologio Romano: Los siete santos fundadores de la Orden de los Siervos de María: Bonfilio, Bartolomé, Juan, Benito, Gerardino, Ricovero y Alejo. Siendo mercaderes en Florencia, se retiraron de común acuerdo al monte Senario para servir a la Santísima Virgen María, fundando una Orden bajo la Regla de san Agustín. Son conmemorados en este día, en el que falleció, ya centenario, el último de ellos, Alejo (1310). |
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Autor: Archidiócesis de Madrid
Eutropio de Fregenal , Santo Obispo, Febrero 17
Obispo El Padre Jerónimo Román de la Higuera en su martirologio dice: "de Fregenal de Extremadura el tránsito glorioso de San Eutropio obispo de aquella ciudad que conociendo los yerros que por España sembraban los dos Auitos, envió a Africa al venerable presbítero Paulo Osorio, para que consultadas estas herejías con San Agustín, apuntase el modo más seguro para condenarlas". |
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Fuente: Acoantioquena
Teodoro de Anasea, Santo Mártir, Febrero 17
MártirMartirologio Romano: En Amasea, en el Helesponto, pasión de san Teodoro, soldado, que bajo el emperador Maximiano, por confesar abiertamente su fe cristiana, fue terriblemente azotado, recluido en la cárcel y finalmente quemado vivo. San Gregorio de Nisa cantó las alabanzas de este santo, en uno de sus discursos (306). |
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Silvino de Auchy, Santo Obispo, Febrero 17
Obispo Martirologio Romano: En Auchy, en la región de Morins, Francia, sepultura de san Silvino, obispo (s. VIII). |
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Fuente: Franciscanos.org
Lucas Belludi, Beato Presbítero Franciscano, Febrero 17
Presbítero Franciscano Martirologio Romano: En Padua, en la región de Venecia, beato Lucas Belludi, presbítero, de la Orden de los Frailes Menores, discípulo y compañero de san Antonio (1286). |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Flaviano, Santo Obispo y Mártir, 17 de febrero
Obispo y Mártir Martirologio Romano: Conmemoración de san Flaviano, obispo de Constantinopla, que, por defender la fe católica proclamada en Éfeso, fue atacado con puñetazos y patadas por los partidarios del impío Dióscoro y, enviado al exilio, falleció poco después (449). |
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Mesrob, Santo Monje, Febrero 17
Monje Martirologio Romano: En Armenia, san Mesrob, doctor de los armenios, el cual, siendo discípulo de san Narsete y escriba en el palacio real, se hizo monje. Inventó los signos del alfabeto para que el pueblo fuese instruido en las sagradas Escrituras, tradujo al armenio los dos testamentos y compuso himnos y cánticos (c. 440). |
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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Febrero 17
San Bonoso, obispo |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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