JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (1, 29-39)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y enseguida le avisaron a Jesús. El se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles.
Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que los demonios hablaran, porque sabían quién era él.
De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron:
"Todos te andan buscando".
El les dijo:
"Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido". Y recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te quiero, pero no te quiero ver todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
Quinto Domingo del Tiempo Ordinario
Día del Señor
Alabemos al Señor, nuestro Dios
Demos gracias al Señor por su misericordia
Antífona de Entrada
Entremos y adoremos de rodillas al Señor, creador nuestro, porque él es nuestro Dios.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, que tu amor incansable cuide y proteja siempre a estos hijos tuyos, que han puesto en tu gracia toda su esperanza.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro de Job
(7, 1-4. 6-7)
En aquel día, Job tomó la palabra y dijo:
"La vida del hombre en la tierra es vida de soldado y sus días, como días de un jornalero. Como el esclavo suspira en vano por la sombra y el jornalero se queda aguardando su salario, así me han tocado en suerte meses de infortunio y se me han asignado noches de dolor. Al acostarme, pienso: '¿Cuándo será de día?' La noche se alarga y me canso de dar vueltas hasta que amanece.
Mis días corren más aprisa que una lanzadera y se consumen sin esperanza. Recuerda, Señor, que mi vida es un soplo. Mis ojos no volverán a ver la dicha".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 146
Alabemos al Señor,
nuestro Dios.
Alabemos al Señor, nuestro Dios, porque es hermoso y justo el alabarlo. El Señor ha reconstruido a Jerusalén y a los dispersos de Israel los ha reunido.
Alabemos al Señor,
nuestro Dios.
El Señor sana los corazones quebrantados y venda las heridas, tiende su mano a los humildes y humilla hasta el polvo a los malvados.
Alabemos al Señor,
nuestro Dios.
El puede contar el número de estrellas y llama a cada una por su nombre. Grande es nuestro Dios, todo lo puede; su sabiduría no tiene límites.
Alabemos al Señor,
nuestro Dios.
Segunda Lectura
Lectura de la primera carta
del apóstol san Pablo a los
Corintios (9, 16-19. 22-23)
Hermanos:
No tengo por qué presumir de predicar el Evangelio, puesto que ésa es mi obligación. ¡Ay de mí, si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por propia iniciativa, merecería recompensa; pero si no, es que se me ha confiado una misión. Entonces, ¿en qué consiste mi recompensa? Consiste en predicar el Evangelio gratis, renunciando al derecho que tengo a vivir de la predicación.
Aunque no estoy sujeto a nadie, me he convertido en esclavo de todos, para ganarlos a todos. Con los débiles me hice débil, para ganar a los débiles.
Me he hecho todo a todos, a fin de ganarlos a todos. Todo lo hago por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Cristo hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (1, 29-39)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y enseguida le avisaron a Jesús. El se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles.
Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que los demonios hablaran, porque sabían quién era él.
De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron:
"Todos te andan buscando".
El les dijo:
"Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido". Y recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Hermanos, acudamos a Dios que nos anuncia su Evangelio de paz y libertad, y, haciendo nuestras las necesidades de todos los hombres, digámosle:
Te rogamos, óyenos.
Para que la Iglesia viva los valores del Evangelio, se encarne en nuestro pueblo y permanezca al lado de los pobres dando gloria a Dios que da la gracia y la vida.
Oremos.
Te rogamos, óyenos.
Para que el Señor conceda sabiduría a los que conducen a su Iglesia y les dé fortaleza de espíritu para ser profetas de justicia y de paz en medio del mundo. Oremos.
Te rogamos, óyenos.
Para que todos los cristianos, cultivando nuestra vida interior y viviendo en amistad con Jesucristo, sepamos dar sentido evangélico a nuestro cotidiano vivir con sus luces y sus sombras.
Oremos.
Te rogamos, óyenos.
Para que Jesucristo anime el corazón de los que buscan caminos de paz y reconciliación entre los hombres y los pueblos.
Oremos.
Te rogamos, óyenos.
Para que los enfermos, y los que sufren, invoquen a Dios que puede confortarlos y sientan su ayuda.
Oremos.
Te rogamos, óyenos.
Para que con humildad vivamos nuestra fe, anunciemos el Evangelio y pongamos nuestra esperanza en Jesucristo.
Oremos.
Te rogamos, óyenos.
Celebrante:
Padre y Señor nuestro, que enviaste a Jesucristo para aliviar a los que sufren y para anunciar tu salvación, escucha nuestras oraciones, y haz que nos dejemos sanar por su Palabra y su presencia.
Por el mismo Jesucristo,nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Señor, Dios nuestro, tú que nos has dado este pan y este vino para reparar nuestras fuerzas, conviértelos para nosotros en sacramento
de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Dominical V
La creación alaba al Señor
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque creaste el universo con todo cuanto contiene; determinaste el ciclo de las estaciones; y formaste al hombre a tu imagen y semejanza: porque lo hiciste dueño de un mundo portentoso, para que en tu nombre dominara la creación entera y, al contemplar la grandeza de tus obras, en todo momento te alabara. Por Cristo nuestro
Señor.
A quien cantan los cielos y la tierra, los ángeles y los arcángeles, proclamando sin cesar:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
Demos gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace por su pueblo; porque da de beber al que tiene sed y les da de comer a los hambrientos.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, tú que has querido hacernos participar de un mismo pan y de un mismo cáliz, concédenos vivir de tal manera unidos en Cristo, que nuestro trabajo sea eficaz para la salvación del mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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† Meditación diaria
Quinto Domingo
ciclo b
DIFUNDIR LA VERDAD
— Urgencia y responsabilidad de llevar la doctrina del Señor a todos los ambientes.
— El apostolado y el proselitismo nacen del convencimiento de poseer la verdad, la única verdad salvadora. Cuando se pierde ese convencimiento no se encuentra sentido a la difusión de la fe.
— Fidelidad a la doctrina que se ha de transmitir.
I. Como en tantas ocasiones, Jesús se levantó de madrugada y se retiró fuera de la ciudad, para orar. Allí le encontraron los Apóstoles, y le dijeron: Todo el mundo te busca. Y el Señor les respondió:Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he venido1.
La misión de Cristo es la de evangelizar, llevar la Buena Nueva hasta el último rincón de la tierra, a través de los Apóstoles2 y de los cristianos de todos los tiempos. Esta es la misión de la Iglesia, que cumple así el mandato del Señor: Id y predicad a todas las gentes..., enseñándoles a cumplir todo cuanto os he mandado3. Los Hechos de los Apóstoles narran muchos pormenores de aquella primera evangelización; el mismo día de Pentecostés, San Pedro predica la divinidad de Jesucristo, su Muerte redentora y su Resurrección gloriosa4. San Pablo, citando al Profeta Isaías, exclama con entusiasmo: ¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Nueva!5. Y la Segunda lecturade la Misa nos habla de la responsabilidad de este anuncio gozoso de la verdad que salva: Porque si yo evangelizo, no es para mí motivo de gloria, porque es un deber que me incumbe. ¡Ay de mí si no evangelizara!6.
Con estas mismas palabras de San Pablo, la Iglesia ha recordado con frecuencia a los fieles la llamada que el Señor les hace para llevar la doctrina de Cristo a todas partes, aprovechando cualquier ocasión7.
San Juan Crisóstomo salía al paso de las posibles disculpas ante esta gratísima obligación: "Nada hay más frío que un cristiano que no se preocupe por la salvación de los demás (...). No digas: no puedo ayudarles, pues si eres cristiano de verdad es imposible que no lo puedas hacer. Las propiedades de las cosas naturales no se pueden negar: lo mismo sucede con esto que afirmamos, pues está en la naturaleza del cristiano obrar de esta forma (...). Es más fácil que el sol no luzca ni caliente que deje de dar luz un cristiano; más fácil que esto sería que la luz fuese tinieblas. No digas que es una cosa imposible; lo imposible es lo contrario (...). Si ordenamos bien nuestra conducta, todo lo demás seguirá como consecuencia natural. No puede ocultarse la luz de los cristianos, no puede ocultarse una lámpara que brilla tanto"8.
Preguntémonos si en nuestro ambiente, en el lugar donde vivimos y donde trabajamos, somos verdaderos transmisores de la fe, si acercamos a nuestros amigos a una mayor frecuencia de sacramentos. Examinemos si nos urge el apostolado como exigencia de nuestra vocación, si sentimos la misma responsabilidad de aquellos primeros, pues la necesidad no es hoy menor..., es un deber que me incumbe. ¡Ay de mí si no evangelizara!
II. El apostolado y el proselitismo que atraen a la fe o a una mayor entrega a Dios nacen del convencimiento de poseer la Verdad y el Amor, la verdad salvadora, el único amor que colma las ansias del corazón, siempre insatisfecho. Cuando se pierde esta certeza no se encuentra sentido a la difusión de la fe. Entonces, incluso en ambientes cristianos, se llega a pensar que no se puede influir para que los no cristianos –por ejemplo, ante las leyes en favor del divorcio y del aborto– apoyen una ley recta, según el querer divino. También pierde sentido el llevar la doctrina de Cristo a otras regiones donde todavía no ha llegado o no está hondamente arraigada la fe; en todo caso, la misión apostólica se convierte en una mera acción social en favor de la promoción de esos pueblos, olvidando el tesoro más rico que podrían darles: la fe en Jesucristo, la vida de la gracia... Son cristianos en los que la fe se ha debilitado y han olvidado, quizá, que la verdad es una, que hace más humanos a los hombres y a los pueblos, y abre el camino del Cielo.
Es importante que la fe lleve a plantearse acciones sociales, pero "el mundo no puede contentarse simplemente con reformadores sociales. Tiene necesidad de santos. La santidad no es un privilegio de pocos; es un don ofrecido a todos... Dudar de esto significa no acabar de entender las intenciones de Cristo"9, omitir la esencia de su mensaje.
La fe es la verdad, e ilumina nuestra razón, la preserva de errores, y sana las heridas y la facilidad que nos dejó el pecado original para desviarnos del camino. De aquí proviene la seguridad del cristiano, no solo en lo que se refiere estrictamente a la fe, sino a todas aquellas cuestiones que están conexas con ella: el origen del mundo y de la vida, la dignidad intocable de la persona humana, la importancia de la familia... La fe es luz que ilumina el caminar del hombre. Esto nos lleva –enseña Pablo VI– a tener "una actitud dogmática, sí, que quiere decir que está fundada no en ciencia propia, sino en la Palabra de Dios (...). Actitud que no nos ensoberbece, como poseedores afortunados y exclusivos de la verdad, sino que nos hace fuertes y valientes para defenderla, amorosos para difundirla. Nos lo recuerda San Agustín: sine superbia de veritate praesumite, sin soberbia estad orgullosos de la verdad"10.
Es un inmenso don haber recibido la fe verdadera, pero a la vez una gran responsabilidad. La vibración apostólica del cristiano que es consciente del tesoro recibido no es fanatismo: es amor a la verdad, manifestación de fe viva, coherencia entre el pensamiento y la vida. Proselitismo, en el sentido noble y verdadero de la palabra, no es de ninguna manera atraer a las almas con engaños o violencia, sino el esfuerzo apostólico por dar a conocer a Cristo y su llamada a todo hombre, querer que las almas conozcan la riqueza que Dios ha revelado y se salven, que reciban la vocación a una entrega plena a Dios, si esta es la voluntad divina. Este proselitismo es una de las tareas más nobles que el Señor nos ha encomendado.
III. En este empeño por difundir la fe, siempre con respeto y aprecio por las personas, no cabe transmitir medias verdades por temor a que la plenitud de la verdad y las exigencias de una auténtica vida cristiana puedan chocar con el pensamiento de moda y con el aburguesamiento de muchos. La verdad no tiene términos medios, y el amor sacrificado no admite rebajas ni puede ser objeto de compromisos. Condición de todo apostolado es la fidelidad a la doctrina, aunque esta se presente difícil de cumplir en algunos casos, e incluso exija un comportamiento heroico, o al menos lleno de fortaleza. No se pueden omitir temas como la generosidad al poner los medios para tener una familia numerosa, exigencias de la justicia social, entrega plena a Dios cuando Él llama a seguirle... No se puede pretender agradar a todos disminuyendo, según conveniencias humanas, las exigencias del Evangelio: Hablamos -escribía San Pablo a los tesalonicenses-, no como quien busca agradar a los hombres, sino solo a Dios11. No es buen camino pretender hacer fácil el Evangelio, silenciando o rebajando los misterios que se han de creer y las normas de conducta que han de vivirse. Nadie ha predicado ni predicará el Evangelio con mayor credibilidad, energía y atractivo que Jesucristo, y hubo quienes no le siguieron fielmente. Tampoco podemos olvidar que, hoy como siempre, predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos, locura para los gentiles, pero poder de Dios para los llamados, ya judíos, ya griegos12. Sin embargo, nos debemos esforzar siempre en adaptarnos a la capacidad y circunstancias de quien pretendemos llevar hasta el Señor, como Él nos enseña a lo largo del Evangelio, que hizo asequible a todos.
La fidelidad a Cristo nos lleva a transmitir fiel y eficazmente lo que hemos recibido. Ahora, igual que en tiempos de los primeros cristianos, cuando comenzaba la primera evangelización de Europa y del mundo, debemos anunciar a nuestros amigos y conocidos, a los colegas... la Buena Nueva de la misericordia divina, la alegría de seguir muy de cerca a Cristo en medio de nuestros quehaceres. Y ese anuncio comporta la necesidad de cambiar de vida, de hacer penitencia, de renunciar a sí mismos, de estar desprendidos de los bienes materiales, de ser castos, de buscar con humildad el perdón divino, de corresponder a lo que Él quiere de cada uno de nosotros desde la eternidad.
El afán de que muchos sigan a Cristo debe empujarnos a vivir mejor la caridad con todos, a poner más medios para acercarlos antes al Señor, que los espera: ¡la caridad de Cristo nos urge!13. Este fue el motor de la incansable actividad apostólica de San Pablo, y será también lo que nos impulse a nosotros; el amor al Señor nos llevará a sentir la urgencia apostólica y a no desaprovechar ninguna ocasión que se nos presente. Es más, en muchas circunstancias seremos nosotros quienes provocaremos esas oportunidades, que de otra forma nunca tendrían lugar.
Todo el mundo te busca... El mundo tiene hambre y sed de Dios. Por eso, junto a la caridad, la esperanza. Nuestros amigos y conocidos, incluso los más alejados, también tienen necesidad y deseos de Dios, aunque muchas veces no los manifiesten. Y, sobre todo, el Señor los busca a ellos.
Pidamos a la Santísima Virgen el afán apostólico y proselitista que tuvieron los Apóstoles y los primeros cristianos.
1 Mc 1, 29-39. — 2 Mc 3, 14. — 3 Mt 18, 19-20. — 4 Cfr. Hech 2, 38.— 5 Rom 10 15; Is 52, 7. — 6 1 Cor 9, 16. — 7 Cfr.Conc. Vat. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 6. — 8 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre los Hechos de los Apóstoles, 20. — 9 Juan Pablo II, Discurso a los educadores católicos 12-lX-1987. — 10 Pablo VI, Alocución 4-VIII-1965. — 11 1 Tes 2, 3-4. — 12 1 Cor 1, 23-24. — 13 2 Cor 5, 14.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Santa Agueda, vírgen y mártir (Año 251)
Agueda significa "la buena", "la virtuosa".
Un himno latino sumamente antiguo canta así: "Oh Agueda: tu corazón era tan fuerte que logró aguantar que el pecho fuera destrozado a machetazos y tu intercesión es tan poderosa, que los que te invocan cuando huyen al estallar el volcán Etna, se logran librar del fuego y de la lava ardiente, y los que te rezan, logran apagar el fuego de la concupiscencia.".
Agueda nación en Catania, Sicilia, al sur de Italia, hacia el año 230.
Como Santa Inés, Santa Cecilia y Santa Lucía,
decidió conservarse siempre pura y virgen, por amor a Dios.
En tiempos de la persecución del tirano emperador Decio, el gobernador Quinciano se propone enamorar a Agueda, pero ella le declara que se ha consagrado a Cristo.
Para hacerle perder la fe y la pureza el gobernador la hace llevar a una casa de mujeres de mala vida y estarse allá un mes, pero nada ni nadie logra hacerla quebrantar el juramento de virginidad y de pureza que le ha hecho a Dios. Allí, en esta peligrosa situación, Agueda repetía las palabras del Salmo 16: "Señor Dios: defiéndeme como a las pupilas de tus ojos. A la sombra de tus alas escóndeme de los malvados que me atacan, de los enemigos mortales que asaltan.
El gobernador le manda destrozar el pecho a machetazos y azotarla cruelmente. Pero esa noche se le aparece el apóstol San Pedro y la anima a sufrir por Cristo y la cura de sus heridas.
Al encontrarla curada al día siguiente, el tirano le pregunta: ¿Quién te ha curado? Ella responde: "He sido curada por el poder de Jesucristo". El malvado le grita: ¿Cómo te atreves a nombrar a Cristo, si eso está prohibido? Y la joven le responde: "Yo no puedo dejar de hablar de Aquél a quien más fuertemente amo en mi corazón".
Entonces el perseguidor la mandó echar sobre llamas y brasas ardientes, y ella mientras se quemaba iba diciendo en su oración: "Oh Señor, Creador mío: gracias porque desde la cuna me has protegido siempre. Gracias porque me has apartado del amor a lo mundano y de lo que es malo y dañoso. Gracias por la paciencia que me has concedido para sufrir. Recibe ahora en tus brazos mi alma". Y diciendo esto expiró. Era el 5 de febrero del año 251.
Desde los antiguos siglos los cristianos le han tenido una gran devoción a Santa Agueda y muchísimos y muchísimas le han rezado con fe para obtener que ella les consiga el don de lograr dominar el fuego de la propia concupiscencia o inclinación a la sensualidad.
Propósito: Digámosle a Dios: "Señor, aquí están todas mis concupiscencias y malas inclinaciones. Mi vida se puede convertir fácilmente en un desorden. Toma en tus manos estas mis malas inclinaciones y cálmalas y cúralas, tu que curaste las heridas de tu sierva Agueda y le diste fortaleza para resistir al fuego. Creo que el poder y la bondad de mi Dios podrán obtener lo que mis pobres fuerzas no han logrado. Dios puede mejorar radicalmente mi personalidad. ¿Cuántas veces pondré en manos de Dios mis concupiscencias y malas inclinaciones para que El las cure y las calme? ¿Cuántas veces cada día?
San Felipe de Jesús, mártir (1572 – 1597)
Felipe nació en la ciudad de México el año 1572, hijo de honrados inmigrantes españoles. En su niñez se caracterizó por su índole inquieta y traviesa. Se cuenta que su aya, una buena negra cristiana, al comprobar las diarias travesuras de Felipillo, solía exclamar, con la mirada fija en una higuera seca que, en el fondo del jardín, levantaba a las nubes sus áridas ramas: "Antes la higuera seca reverdecerá, que Felipe llegue a ser santo" El chico no tenía madera de santo.
Pero un buen día entró en el noviciado de los franciscanos dieguinos; más no pudiendo resistir la austeridad, otro buen día se escapó del convento.
Regresó a la casa paterna y ejerció durante algunos años el oficio de platero, si bien con escasas ganancias; por lo que su padre, Alonso de las Casas, lo envió a las islas Filipinas a probar fortuna. Felipe contaba ya para entonces 18 años. Se estableció en el emporio de artes, riquezas y placeres que era en esos tiempos la ciudad de Manila.
Nuestro joven gozó por un tiempo de los deslumbrantes atractivos de aquella ciudad, pero pronto se sintió angustiado: el vacío de Dios se dejó sentir muy hondo, hasta las últimas fibras de su ser; en medio de aquel doloroso vacío, volvió a oír la tenue llamada de Cristo: "Si quieres venir en pos de Mí, renuncia a ti mismo, toma tu cruz y sígueme" (Mt. 16, 24).
Y Felipe volvió a tomar la cruz: entró con los franciscanos de Manila y ahora sí tomó muy en serio su conversión... oró mucho, estudió, cuidó amorosamente a los enfermos y necesitados, y un buen día le anunciaron que ya podía ordenarse sacerdote, y que, por gracia especial, esa ordenación tendría lugar precisamente en su ciudad natal, en México.
Se embarcó juntamente con Fray Juan Pobre y otros franciscanos rumbo a la Nueva España; pero una gran tempestad arrojó el navío a las costas de Japón, entonces evangelizado, entre otros, por Fray Pedro Bautista y algunos Hermanos de la provincia franciscana de Filipinas. Felipe se sintió dichoso: ahora podría ahondar más en su conversión esforzándose por convertir a muchos japoneses.
Las conversiones en Japón aumentaban día a día; pero entonces estalló la persecución de Taicosama contra los franciscanos y sus catequistas.
Nuestro Felipe, por su calidad de náufrago hubiera podido evitar honrosamente la prisión y los tormentos, como habían hecho Fray Juan Pobre y otros compañeros de naufragio. Pero Felipe rechazó esa manera fácil de rehuir su actividad. Quería convertirse siempre más a fondo, hasta abrazarse del todo con la cruz de Cristo. Siguió, pues, hasta el último suplicio a San Pedro Bautista y demás misioneros franciscanos que desde hacía años evangelizaban el Japón.
Felipe, juntamente con ellos, fue llevado en procesión por algunas de las principales ciudades para que se burlaran de él. Sufrió pacientemente que le cortaran, como a todos los demás, una oreja, y, finalmente en Nagasaki, en compañía de otros 21 franciscanos, cinco de la Primera Orden y quince de la Tercera Orden, además de tres jóvenes jesuitas, se abrazó a la cruz de la cual fue colgado, suspendido mediante una argolla y atravesado por dos lanzas. Felipe fue el primero en morir en medio de todos aquellos gloriosos mártires. Sus últimas palabras fueron: "Jesús, Jesús, Jesús".
Felipe se había convertido plena y totalmente a Cristo. Era el 5 de febrero de 1597. Cuenta la leyenda que ese mismo día la higuera seca de la casa paterna reverdeció de pronto y dio fruto. Felipe fue beatificado, juntamente con sus compañeros de cruento martirio, el 14 de septiembre de 1627, y canonizado el 8 de junio de 1862.
Felipe, el joven que supo convertirse hasta dar la vida por Cristo, ha sido declarado patrono de la Ciudad de México y de su arzobispado.
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Fuente: ACI Prensa
Isabel Canori Mora, Beata Laica, Febrero 5
LaicaMartirologio Romano: En Roma, beata Isabel Canori Mora, madre de familia, que tras haber sufrido mucho tiempo, con caridad y paciencia, la infidelidad del marido, angustias económicas y la persecución de familiares, ofreció su vida a Dios por la conversión, salud, paz y santificación de los pecadores, y entró a formar parte de la Tercera Orden de la Santísima Trinidad (1825).
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Fuente: Enciclopedia Católica || ACI Prensa
Adelaida de Vilich, Santa Abadesa, Febrero 5
AbadesaMartirologio Romano: En Colonia, de Lotaringia, santa Adalheide, que fue la primera abadesa del monasterio de Vilich, en el que introdujo la Regla de san Benito, pasando después al monasterio de Santa María de Colonia, donde falleció (1015). |
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Fuente: agenciacatolica.com
Jesús Méndez Montoya, Santo Sacerdote y Mártir, 5 de febrero
Sacerdote y MártirMartirologio Romano: En Valtiervilla, lugar de México, san Jesús Méndez, presbítero y mártir, que murió por Cristo durante la persecución mexicana (1928). |
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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Febrero 5
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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