jueves, 12 de enero de 2012

Lecturas Viernes 13 de Enero de 2012. San Hilario ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (2, 1-12)

Gloria a ti, Señor.

Cuando Jesús volvió a Cafarnaúm, corrió la voz de que estaba en casa, y muy pronto se aglomeró tanta gente, que ya no había sitio frente a la puerta. Mientras él enseñaba su doctrina, le quisieron presentar a un paralítico, que iban cargando entre cuatro. Pero como no podían acercarse a Jesús por la cantidad de gente, quitaron parte del techo, encima de donde estaba Jesús, y por el agujero bajaron al enfermo en una camilla.

Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico:

"Hijo, tus pecados te quedan perdonados". Algunos escribas que estaban allí sentados comenzaron a pensar:

"¿Por qué habla éste así? Eso es una blasfemia. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?"

Conociendo Jesús lo que estaban pensando, les dijo: "¿Por qué piensan así? ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: 'Tus pecados te son perdonados' o decirle: 'Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa?'

Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados —le dijo al paralítico—: Yo te lo mando: levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa".

El hombre se levantó inmediatamente, recogió su camilla y salió de allí a la vista de todos, que se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: "¡Nunca habíamos visto cosa igual!"

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor

Feria de la 1a. semana del Tiempo Ordinario o memoria libre de san Hilario, Obispo y Doctor de la Iglesia

Entremos y adoremos de rodillas al Señor

Antífona Entrada

Confío, Señor, en tu misericordia; alegra mi corazón con tu auxilio. Cantaré al Señor

por el bien que me ha hecho.

Oración Colecta

Oremos:

Concédenos, Señor, ser dóciles a las inspiraciones de tu Espíritu para que realicemos siempre en nuestra vida tu santa voluntad.

Por nuestro Señor Jesucristo…

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del primer libro de

Samuel (8, 4-7. 10-22)

En aquellos días se reunieron todos los ancianos de Israel y fueron a Ramá a ver a Samuel y le dijeron: "Mira, tú ya eres viejo y tus hijos no siguen tus ejemplos. Danos, pues, un rey para que nos gobierne, como sucede en todos los pueblos".

A Samuel le disgustó que le hubieran pedido un rey que los gobernara. Entonces Samuel invocó al Señor y éste le respondió: "Dale al pueblo lo que te pide, pues no es a ti a quien rechazan, sino a mí, porque no me quieren por rey".

Samuel comunicó al pueblo, que le había pedido un rey, las palabras del Señor y dijo: "Vean cómo los tratará el rey que reine sobre ustedes: tomará a sus hijos y los hará servir en los carros y en la caballería de él y los hará correr delante de su propio carro; a algunos de ellos los pondrá al frente de mil soldados y a otros, de cincuenta; a otros los obligará a labrar y cosechar sus tierras; a otros los hará fabricar armas para la guerra y aparejos para sus carros.

Tomará también a las hijas de ustedes como perfumistas, cocineras y reposteras. Les quitará a ustedes sus mejores campos, viñas y olivares, y se los dará a sus ministros. Exigirá el diezmo de lo que produzcan los sembrados y viñas de ustedes y se lo dará a sus ministros y a sus criados. Tomará a los criados y criadas de ustedes, sus mejores bueyes y asnos y los empleará en los trabajos de él. Les exigirá el diezmo de sus rebaños y ustedes mismos se convertirán en sus esclavos.

Aquel día clamarán al Señor contra el rey que ustedes mismos elijan, pero el Señor no les responderá".

El pueblo, sin embargo, se negó a escuchar las advertencias de Samuel y gritó: "No importa. Queremos tener un rey y ser también nosotros como las demás naciones. Nuestro rey nos gobernará y saldrá al frente de nosotros en nuestros combates". Samuel oyó las palabras del pueblo y se las repitió al Señor, y el Señor le dijo: "Hazles caso y que los gobierne un rey".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 88

Proclamaré sin cesar

la misericordia del Señor.

Señor, feliz el pueblo que te alaba y que a tu luz camina, que en tu nombre se alegra a todas horas y al que llena de orgullo tu justicia.

Proclamaré sin cesar

la misericordia del Señor.

Feliz, porque eres tú su honor y fuerza y exalta tu favor nuestro poder. Feliz, porque el Señor es nuestro escudo y el Santo de Israel es nuestro rey.

Proclamaré sin cesar

la misericordia del Señor.

 

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.

Aleluya.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (2, 1-12)

Gloria a ti, Señor.

Cuando Jesús volvió a Cafarnaúm, corrió la voz de que estaba en casa, y muy pronto se aglomeró tanta gente, que ya no había sitio frente a la puerta. Mientras él enseñaba su doctrina, le quisieron presentar a un paralítico, que iban cargando entre cuatro. Pero como no podían acercarse a Jesús por la cantidad de gente, quitaron parte del techo, encima de donde estaba Jesús, y por el agujero bajaron al enfermo en una camilla.

Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico:

"Hijo, tus pecados te quedan perdonados". Algunos escribas que estaban allí sentados comenzaron a pensar:

"¿Por qué habla éste así? Eso es una blasfemia. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?"

Conociendo Jesús lo que estaban pensando, les dijo: "¿Por qué piensan así? ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: 'Tus pecados te son perdonados' o decirle: 'Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa?'

Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados —le dijo al paralítico—: Yo te lo mando: levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa".

El hombre se levantó inmediatamente, recogió su camilla y salió de allí a la vista de todos, que se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: "¡Nunca habíamos visto cosa igual!"

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Que este sacrificio de acción de gracias y de alabanza que vamos a ofrecerte, nos ayude, Señor, a conseguir nuestra salvación eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio Común I

Restauración universal en Cristo

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.

A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos. El cual, siendo Dios, se anonadó a sí mismo, y por su sangre derramada en la cruz, puso en paz todas las cosas. Y así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en él.

Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo…

 

Antífona de la Comunión

Proclamaré Señor, todas tus maravillas y me alegraré en ti y entonaré salmos a tu nombre, Dios Altísimo.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que nos has dado, Señor, en este sacramento, sean para todos nosotros una prenda segura de vida eterna.

Por Jesucristo,nuestro Señor.

Amén.

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Meditación diaria

 

1ª Semana. Viernes

LAS VIRTUDES HUMANAS EN EL APOSTOLADO

— La curación del paralítico de Cafarnaún. Fe operativa, sin respetos humanos. Optimismo.

— La prudencia y la «falsa prudencia».

— Otras virtudes. Ser buenos instrumentos de la gracia.

I. El Evangelio de la Misa1 presenta a Jesús enseñando a la muchedumbre venida de muchas aldeas de Galilea y de Judea; se juntaron tantos que ya ni a la puerta había sitio. Entonces vienen trayéndole un paralítico, que era transportado por cuatro. A pesar de sus denodados intentos no logran llegar hasta Jesús, pero ellos no cejaron en su empeño de aproximarse al Maestro con el amigo que yacía en una camilla. Entonces, cuando otros habrían desistido por las dificultades que les cerraban el paso, ellos no se arredraron y subieron hasta el tejado, levantaron la techumbre por el sitio donde se encontraba el Señor y, después de hacer un agujero, descolgaron la camilla con el paralítico. Jesús se quedó admirado de la fe y de la audacia de estos hombres. Y por ellos, y por la humildad del paralítico que se ha dejado ayudar, realizó un gran milagro: el perdón de los pecados del enfermo y la curación de su parálisis.

El paralítico representa, de algún modo, a todo hombre al que sus pecados o su ignorancia impiden llegar hasta Dios. San Ambrosio, comentando este pasaje, exclama: «¡Qué grande es el Señor, que por los méritos de algunos perdona a los otros!»2. Los amigos que llevan hasta el Señor al enfermo incapacitado son un ejemplo vivo de apostolado. Los cristianos somos instrumentos del Señor para que realice verdaderos milagros en nuestros amigos que, por tantos motivos, se encuentren como incapacitados por sí mismos para llegar hasta Cristo que les espera.

La tarea apostólica ha de estar movida por el afán de ayudar a los hombres a encontrar a Jesús. Para ello, entre otras cosas, se requieren una serie de virtudes sobrenaturales, como vemos en la actuación de los amigos de este enfermo de Cafarnaún. Son hombres que tienen una gran fe en el Maestro, a quien ya habían tratado en otras ocasiones; quizá fue el mismo Jesús quien les dijo que lo llevaran hasta Él. Y es una fe con obras, pues ponen los medios ordinarios y extraordinarios que el caso requiere. Son hombres llenos de esperanza y optimismo, convencidos de que Jesucristo es lo único que verdaderamente necesita el amigo.

El relato del Evangelio nos deja ver también muchas virtudes humanas, necesarias en toda labor de apostolado. En primer lugar son hombres que han echado fuera los respetos humanos: nada les importa lo que piensen los demás –había mucha gente– por su acción, que podía ser fácilmente juzgada como extremosa, intempestiva, distinta de lo que hacían los demás que habían acudido a oír al Maestro. Solo les importa una cosa: llegar hasta Jesús con su amigo, cueste lo que cueste. Y esto solo es posible cuando se tiene una gran rectitud de intención, cuando lo único que importa es el juicio de Dios y nada, o muy poco, el juicio de los hombres. ¿Actuamos también nosotros así? ¿Nos importa en algunas ocasiones más el «qué dirán» las gentes que el juicio de Dios? ¿Tenemos reparo en distinguirnos de los demás, cuando precisamente lo que espera el Señor, y también quienes ven nuestras acciones, es que nos distingamos llevando a cabo aquello que debemos hacer? ¿Sabemos mantener en público, cuando sea necesario, nuestra fe y nuestro amor a Jesucristo?

II. Estos cuatro amigos ejercitaron en su tarea la virtud de la prudencia, que lleva a buscar el mejor camino para lograr su fin. Dejaron a un lado la «falsa prudencia», la que llama San Pablo prudencia de la carne3, que fácilmente se identifica con la cobardía, y lleva a buscar solo lo que es útil para el bien corporal, como si fuera este el principal o el único fin de la vida. La «falsa prudencia» equivale al disimulo, la hipocresía, la astucia, el cálculo interesado y egoísta, que mira principalmente el interés material. Y, por eso, esta falsa virtud es, en realidad, miedo, temor, cobardía, soberbia, pereza... Si estos hombres se hubieran dejado llevar por la prudencia de la carne, su amigo no habría llegado hasta Jesús, y ellos no habrían sentido el inmenso gozo que vieron brillar en la mirada de Jesús, cuando curó al enfermo. Se habrían quedado a la entrada de la casa abarrotada de gente, y ni siquiera habrían oído desde allí a Jesús.

Aquellos hombres vivieron plenamente la virtud de la prudencia, que nos dice en cada caso lo que conviene hacer -aunque sea difícil- o dejar de hacer, la que nos enseña los medios que conducen al fin que pretendemos, la que nos indica cuándo y cómo debemos obrar. Aquellos amigos conocían bien su fin –llegar hasta el Señor– y buscaron medios para realizarlo: subir a la terraza de la casa, hacer un agujero suficientemente grande y descolgar al paralítico en su camilla, hasta estar delante de Jesús. No les importaron mucho las palabras falsamente «prudentes» de otras personas que les aconsejaban esperar otra ocasión.

Estos hombres de Cafarnaún fueron verdaderos amigos de aquel que por sí mismo no podía llegar hasta el Maestro, pues «es propio del amigo hacer bien a los amigos, principalmente a aquellos que se encuentran más necesitados»4, y no existe mayor necesidad que la de Dios. Por eso, la primera muestra de aprecio por los amigos es la de acercarlos más y más a Cristo, fuente de todo bien; no contentarnos con que no hagan el mal y no lleven una conducta desordenada, sino lograr que aspiren a la santidad, a la que han sido llamados –todos– y para la que el Señor les dará las gracias necesarias. No existe favor más grande que este de ayudarles en su camino hacia Dios. No encontraremos un bien mayor que darles. Por eso, debemos aspirar a tener muchos amigos y fomentar amistades auténticas.

«El verdadero amigo no puede tener, para su amigo, dos caras: la amistad, si ha de ser leal y sincera, exige renuncias, rectitud, intercambio de favores, de servicios nobles y lícitos. El amigo es fuerte y sincero en la medida en que, de acuerdo con la prudencia sobrenatural, piensa generosamente en los demás, con personal sacrificio. Del amigo se espera la correspondencia al clima de confianza, que se establece con la verdadera amistad; se espera el reconocimiento de lo que somos y, cuando sea necesaria, también la defensa clara y sin paliativos»5.

La amistad ha sido, desde los comienzos, el cauce natural por el que muchos han encontrado la fe en Jesucristo y la misma vocación a una entrega más plena. Es un camino natural y sencillo, que elimina muchos obstáculos y dificultades. El Señor tiene en cuenta con frecuencia este medio para darse a conocer. Los primeros discípulos que conocieron al Señor fueron a comunicar la Buena Nueva, antes que a ningún otro, a los que amaban. Andrés trajo a Pedro, su hermano; Felipe, a su amigo Natanael; Juan seguramente encaminó hacia el Señor a su hermano Santiago6. ¿Hacemos así nosotros? ¿Deseamos comunicar cuanto antes a quienes más aprecio tenemos el mayor bien que hemos encontrado? ¿Hablamos de Dios a nuestros amigos, a nuestros familiares, a los compañeros de estudio o de trabajo? ¿Es nuestra amistad un cauce para que otros se acerquen más a Cristo?

III. El cristiano ha de ejercitar en su tarea apostólica otras virtudes humanas para ser buen instrumento del Señor en su misión de recristianizar el mundo: fortaleza ante los obstáculos que de un modo u otro se presentan en toda tarea apostólica; constancia y paciencia, porque las almas, como la semilla, tardan a veces en dar su fruto, y porque no se puede lograr en unos días lo que quizá Dios ha previsto que se realice en meses o en años; audacia para sacar en la conversación temas profundos que no surgen si no se provocan oportunamente, y también para proponer metas más altas que nuestros amigos no vislumbran por sí mismos; veracidad y autenticidad, sin las cuales es imposible que exista una verdadera amistad...

Nuestro mundo está necesitado de hombres y mujeres de una pieza, ejemplares en sus tareas, sin complejos, sobrios, serenos, profundamente humanos, firmes, comprensivos e intransigentes en la doctrina de Cristo, afables, justos, leales, alegres, optimistas, generosos, laboriosos, sencillos, valientes..., para que así sean buenos colaboradores de la gracia, pues «el Espíritu Santo se sirve del hombre como de un instrumento»7, y entonces sus obras cobran una eficacia divina, como la herramienta, que de sí misma sería incapaz de producir nada, y en manos de un buen profesional puede llegar a realizar obras maestras.

¡Qué alegría la de aquellos hombres cuando vuelven con el amigo sano del cuerpo y del alma! El encuentro con Cristo estrechó aún más su amistad, como ocurre en todo apostolado verdadero. No olvidemos nosotros que no existe enfermedad que Cristo no pueda curar, para no dar como irrecuperables a gentes a las que cada día debemos tratar por razón de estudio, de trabajo, de parentesco o de vecindad. Muchos de ellos se encuentran como impedidos para acercarse más a Jesucristo: nosotros, ayudados por la gracia, debemos llevarlos hasta Él. Un gran amor a Cristo será lo que nos impulsará a una fe operativa, sin respetos humanos, sin pararnos en las lógicas dificultades que hallaremos. Cuando nos encontremos hoy cerca del Sagrario no dejemos de hablar al Maestro de esos amigos que deseamos llevarle para que Él los cure.

1 Mc 2, 1-12. — 2 San Ambrosio, Tratado sobre el Evangelio de San Lucas, in loc. 3 Cfr. Rom 8, 6-8. — 4 Santo Tomás, Ética a Nicómaco, 9, 13. 5 San Josemaría Escrivá, Carta 11-III-1940. 6 Cfr. Jn 1, 41 ss. — 7 Santo Tomás, Suma Teológica, 2-2, q. 177, a. 1.

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Santoral             (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

 

San Hilario
Obispo y doctor de la Iglesia

Su nombre significa "sonriente", nació en Poitiers, Francia, hacia el año 315. Sus padres eran nobles, pero gentiles.

Ávido de saber, cultivó las letras y la filosofía. Después dio con los libros sagrados, y el Evangelio de San Juan iluminó su espíritu. En el año 345 recibió el bautismo. Desde entonces vivió con tanta honestidad y virtud que, al fallecer el obispo de Poitiers, fue escogido para ocupar aquella sede. Era el año 350.

El siglo en que vivió Hilario estaba convulsionado por contiendas dogmáticas, sobre todo por la herejía arriana, que afirmaba que el Verbo no era Dios, sino sólo la primera de las criaturas creadas por Dios. Hilario sostenía, de acuerdo con la ortodoxia, la unidad de las tres personas, y que el Verbo divino se había hecho hombre para convertir en hijos de Dios a los que lo recibiesen. Los seguidores de Arrio consiguieron que el emperador Constancio, inficionado de la herejía, desterrase a Hilario a Frigia, provincia romana de Asia, situada en la extremidad del Imperio. Hacia allí se dirigió a fines del 356.

Durante cuatro años recorrió las ciudades de Oriente, discutiendo. "Permanezcamos siempre en el destierro -repetía- con tal que se predique la verdad". Al mismo tiempo enviaba a Occidente su tratado de los Sínodos y en 359 los doce libros Sobre la Trinidad, que se consideraba su mejor obra.

Llamado por una orden general del emperador, asistió al concilio que se realizó en Seleucia de Isauria, ciudad del Asia Menor, en la región montañosa de Tauro. Allí trató Hilario sobre los altos y dificultosos misterios de la fe. Después pasó a Constantinopla, donde en un escrito presenta al emperador como Anticristo.

Considerado como un agitador e intimidados por su intrepidez, sus mismos enemigos trabajaron para echarlo de Oriente. Así volvió Hilario a Poitiers. San Jerónimo refiere el júbilo con que fue recibido por los católicos. Allí realizó una profunda labor de exégesis, en los tratados que escribió sobre los divinos misterios, sobre los salmos y sobre san Mateo. Compuso también himnos y algunos le atribuyeron el "Gloria in excelsis". Según Isidoro de Savella, Hilario fue el primero que introdujo los cánticos en las iglesias de Occidente.

Vuelve a la lucha. En Milán está el arriano Auxencio. Hilario lo combate con su característica intrepidez y es condenado a abandonar Italia bajo pretexto de introducir la discordia en la Iglesia de esa ciudad.

Tuvo Hilario numerosos discípulos, el más ilustre de ellos san Martín de Tours, y muchos fueron los herejes que convirtió. Murió el 13 de enero del año 368. Sus reliquias reposaron en Poitiers hasta el año 1652, en que fueron sacrílegamente quemadas por los hugonotes. Se le ha dado el título de Atanasio de Occidente. San Jerónimo y san Agustín lo llaman gloriosísimo defensor de la fe. Por la profunda influencia que ejerció como escritor, el papa Pío IX, a petición de los obispos reunidos en el sínodo de Burdeos, declaró a san Hilario doctor de la Iglesia.

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Fuente: EWTN
Remigio de Reims, Santo Obispo, Enero 13  

Remigio de Reims, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En la ciudad de Reims, en la Galia Bélgica (hoy Francia), muerte de san Remigio, obispo, que después de iniciar al rey Clodoveo en la fuente bautismal y en los sacramentos de la fe, convirtió a Cristo a todo el pueblo franco y, después de más de sesenta años en el episcopado, falleció célebre por su vida y su santidad (c. 530).

Etimología: Remigio = aquel que rema, es de origen latino.

San Remigio fue el gran apóstol de los franceses. Se hizo célebre por su sabiduría, su admirable santidad y sus muchos milagros. Duró de obispo 70 años y llegó a ser famoso en toda la Iglesia.
Recién ordenado sacerdote ya era considerado como uno de los mejores oradores de su época, y cuando tenía sólo 22 años, fue elegido obispo.

El rey de los franceses, Clodoveo, era pagano y no aceptaba convertirse al cristianismo. Su esposa santa Clotilde rezaba mucho por él y le recomendaba la conversión. Y sucedió que los germanos o alemanes atacaron con fuerte ejército a los francos y Clodoveo salió con sus soldados a defender la patria. Al despedir a su esposo que se iba a la guerra, Clotilde le dijo: "Si quiere obtener la victoria, invoque al Dios de los cristianos. Si tiene confianza en Él, nadie será capaz de derrotarlo".

Clodoveo prometió convertirse si conseguía la victoria. En plena batalla, cuando el triunfo le parecía imposible, recordando las palabras de su esposa gritó hacia el cielo: "Oh Cristo, a quien mi esposa invoca como hijo de Dios. Te pido que me ayudes. Creo en Ti. Si me salvas de mis enemigos recibiré el bautismo y entraré a tu religión". Enseguida los franceses atacaron a los alemanes con extraordinario valor y obtuvieron una gran victoria.

Santa Clotilde mandó entonces llamar a San Remigio, que tenía fama de santo y de sabio, y le pidió que se dedicara a enseñar a Clodoveo la doctrina cristiana. El rey al volver victorioso, saludó a su esposa con estas palabras: "Clodoveo venció a los alemanes, y tú venciste a Clodoveo". Pero ella le respondió: "Esas dos victorias son obra de uno solo: Nuestro Señor Jesucristo". Desde entones el terrible pagano empezó a estudiar la religión para hacerse bautizar.

Tenía temor de que el pueblo se revolucionara por quererles quitar la religión de sus antiguos dioses, pero el ejército y la multitud, al saber que su rey tan estimado se iba a hacer cristiano, le gritaron al unísono: "Desde hoy nos separamos de los dioses mortales, y nos declaramos seguidores del Dios inmortal del cual nos habla Remigio".

Nuestro santo y sus sacerdotes se dedicaron con todo empeño a enseñar la religión a Clodoveo y a todos los que se iban a hacer bautizar junto con él. La Reina Clotilde, para impresionar la imaginación de aquel pueblo bárbaro, mandó que adornaran con palmas y flores las calles que llevaban desde el palacio del rey hasta el templo donde iba a ser el bautismo. Y que todo el trayecto y también el templo se iluminara con gran cantidad de antorchas y que fueran quemando incienso que llenara el aire de agradables aromas.

Los que iban a ser bautizados se dirigieron hacia la Casa de Dios cantando las letanías de los santos y llevando cada uno su cruz. San Remigio conducía de la mano al rey, seguido por la reina y todo el pueblo. Antes de echarle el agua del bautismo el santo obispo le dijo: "Orgulloso guerrero: tienes que quemar lo que has adorado, y adorar lo que has quemado". Con esto quería decirle que en adelante debía abandonar sus antiguas malas costumbres paganas y observar la santa religión de Cristo Jesús.

En seguida San Remigio, ayudado por otros tres obispos y por muchos otros sacerdotes, bautizó a dos hermanas del rey y a tres mil de sus soldados con sus mujeres y niños. Ese fue un día grande en el que la nación francesa empezó a pertenecer a nuestra santa religión.

El resto de su vida la empleó Remigio en instruir al pueblo y en ayudar a los necesitados, y combatir a los herejes que enseñaban doctrinas equivocadas. Dios le concedió el don de hacer curaciones y anunciar lo que iba a suceder en lo futuro. Murió en el 530.

Cuando ya era un anciano de más de noventa años, algunos se burlaron de él diciéndole que era demasiado viejo, y les respondió: "En vez de reírse porque he llegado a esta edad, más bien lo que deberían hacer sería darle gracias a Nuestro Señor, porque en todo este tiempo no he dado mal ejemplo a nadie". Ojalá pudiéramos repetir también nosotros semejante afirmación tan consoladora.

Los franceses han tenido siempre una gran admiración y veneración por San Remigio y nosotros damos gracias a Dios porque nunca dejará de enviar a su Iglesia apóstoles que conviertan a los pecadores.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Agricio de Tréveris, Santo Obispo, Enero 13  

Agricio de Tréveris, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Tréveris, ciudad de la Galia Bélgica (hoy Alemania), san Agricio, obispo, que convirtió en iglesia el palacio que le regaló santa Elena (c. 330).

La vida de San Agrecio (o Agricio) ha adquirido particular interés en estos últimos años, debido a las discusiones sobre la autenticidad de la "Santa Túnica de Tréveris". Según la vida del santo (se trata de un documento ciertamente no anterior al siglo XI y considerado por los críticos como obra de pura imaginación), Aprecio fue primero, Patriarca de Antioquía; después, el Papa San Silvestre, a instancias de la Emperatriz Elena, madre de Constantino, le nombró obispo de Tréveris.

Esa región de Alemania, que había sido evangelizada casi dos siglos antes, volvió a caer prácticamente en el paganismo. San Aprecio se dedicó a construir allí iglesias y a establecer relaciones más estrechas con el centro de la cristiandad. Santa Elena le animó en esta tarea y le envió una parte de las preciosas reliquias descubiertas por ella en Tierra Santa.

Así llegaron a Tréveris uno de los clavos de la cruz, el cuchillo de la Última Cena, los cuerpos de los santos Lázaro y Marta, y lo que pasaba por ser la túnica inconsútil del Señor. Pero el carácter poco fidedigno de la biografía de San Agrecio, que narra esto, no es un argumento en favor de la autenticidad de los hechos. Por otra parte, la placa de marfil de origen bizantino, que algunos interpretan como una representación de los santos Silvestre y Agrecio transportando en un carro las reliquias a Tréveris, se refiere probablemente a otra translación de reliquias a Constantinopla, bajo el emperador León I (457-474).

Se afirma también que San Silvestre concedió a Tréveris, en la persona de San Agrecio, la primacía sobre todos los obispos de la Galia y Germania. Dejando aparte estas ficciones, los únicos datos ciertos que poseemos sobre San Agrecio son que asistió como obispo de Tréveris al Concilio de Arlés, en 314, y que fue sucedido por San Maximino.

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Kentigerno (Mungo), Santo Obispo y Abad, Enero 13  

Kentigerno (Mungo), Santo

Obispo y Abad

Martirologio Romano: En Glasgow, ciudad de Escocia, san Kentigerno, obispo y abad, que estableció en aquel lugar su sede, y de él se cuenta que reunió una gran comunidad de monjes, para imitar la vida de la primitiva Iglesia (603/612).

Kentigerno, más conocido por el apodo de Mungo ("querido amigo") tuvo un mal comienzo en su vida, a principios del siglo VI. Cuando se descubrió que la princesa picta Tanew o Tannoch iba a dar a luz a un hijo sin estar casada, su enfurecido padre la arrojó junto a su hijo (quien todavía no había nacido) desde la cúspide de su fortaleza de Caprain Law. Tanto la madre como el hijo escaparon milagrosamente de esta experiencia terrible y huyeron hacia el este, acogiéndose a sagrado en la capilla de San Ninian de Glasgow.

Con el paso de los años, el hijo de Tanew fue ordenado, y con el tiempo fue ordenado obispo de esta ciudad. Su madre, tras sus comienzos infortunados, pudo reponerse y se hizo una pía mujer. Años después fue canonizada. St Enoch, en el corazón de Glasgow es una corrupción de su nombre, St Tannoch.

Kentigerno es una figura de la que tenemos muy poca información, tal como sucede con Sam Ninian, y se le recuerda principalmente por sus cuatro milagros representados en el escudo de Glasgow, de la cual es patrón. Fue obligado a huir a Gales, donde se refugió con San David en Menevia, y más tarde fundó el monasterio de San Asaph's.

Cuando el rey Rhydderch venció a los paganos en la batalla de Arderydd en el año 573, Mungo volvió a Strathclyde, preparando su sede en Hoddam en el condado de Dumfries (Dumfriesshire) antes de volver a Glasgow, donde dejó su gran catedral que permanece todavía hoy.

San Kentigerno murió en el año 612.

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Hildemar, Beato Mártir, Enero 13  

Hildemar, Beato

Etimológicamente significa "guerrero". Viene de la lengua alemana.

Hay nombres que no son propios de nuestra cultura y, sin embargo, en otras abundan mucho.

El joven Hildemar había seguido a Guillermo el Conquistador en todas sus aventuras guerreras por varios lugares de Europa.

En recompensa por su fidelidad y amistad, una vez que conquistó Inglaterra, le dio el cargo de capellán de la corte. Le duró nada más que el tiempo en que estuvo Guillermo en el poder, pues apenas murió, lo perdió.

Entonces, tras llorar la muerte de su amigo, volvió a Tournai (Bélgica), de donde era originario.

Fue en este tiempo cuando se replanteó de nuevo su vida para darle un nuevo giro. En efecto, con dos buenos amigos muy devotos, emprendió una nueva aventura distinta a las otras que había llevado con Guillermo.

Ellos tres se fueron a un bosque en Arrouaise (Somme) con la sana intención de vivir entregados a la oración y a la penitencia como ermitaños.

Ninguno de los tres sabía que este bosque era propiedad de Berenger, un jefe de bandidos y ladrones que asaltaban y robaban cuanto podían.
Durante el tiempo que creyó conveniente, hizo la vista gorda ante los nuevos visitantes, pero las sospechas le venían a la mente con no muy buenos fines.

Por curiosidad envió un día a uno de sus ladrones con toda la mayor educación que se puede uno imaginar.

Les rogó que le dejasen entrar en su grupo para hacer oración y penitencia. Era pura falsedad.

Efectivamente, lo admitieron como novicio entre ellos para que aprendiera las reglas de comportarse y saber el arte de hacer oración y llevar una vida según manda el Evangelio.

Hildemar lo recibió con los brazos abiertos. Al cabo de 24 horas, el susodicho y falso novicio los apuñaló mientras que oraban humildemente al Señor.
Esto ocurrió el 13 de enero del 1087.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Verónica de Binasco, Beata Virgen Agustina, Enero 13  

Verónica de Binasco, Beata

Virgen

Martirologio Romano: En Milán, de Lombardía (hoy Italia), beata Verónica de Binasco Negroni, virgen, que entró en el monasterio de santa Marta, donde se seguía la Regla de san Agustín, alcanzando una profunda contemplación (1497).

Verónica nació en Binasco, cerca de Milán, en 1445, era hija de humildes campesinos. A los veintidós años entró al convento agustino de Santa María en Milán, y en él pasó treinta años de vida religiosa en el humilde oficio de Hermana mendicante.

Murió el 13 de enero de 1497, y a los diez años de la muerte, León X le concedió el culto privado. Mientras vivió en familia sólo aprendió el duro trabajo campesino; no fue a la escuela, así que cuando entró en eI convento tuvo que luchar bastante para aprender a leer y escribir, pero los resultados fueron escasos. Sin embargo, aprendió la más importante lección de vida ascética, cuando la Virgen le reveló en una visión cuál era el camino a seguir para aprender la ciencia divina que lleva a Dios:

1) La pureza del corazón.
2) La paciencia para con el prójimo, que no nos hace escandalizar de las culpas, sino que nos lleva a orar por los que las cometen.
3) La meditación diaria sobre la Pasión de Jesús.

Para que se le grabaran en la memoria estas sencillas pero preciosas nociones, la Virgen se las tradujo no en letras del alfabeto, sino con poético simbolismo de colores: el blanco de la pureza y del amor de Dios, el negro de la paciencia y el rojo de la Pasión.

Así, esta humilde monja analfabeta aprendió la sabiduría directamente de la fuente divina. Sin haber abierto ningún libro de teología, y mucho menos un tratado de psicología. Sor Verónica maravillaba a cuantos se le acercaban por la audacia de su doctrina. También tenía una clara intuición de las aflicciones de los demás. Sor Verónica, estaba en contacto permanente con la gente por el oficio que tenía de pedir limosna de puerta en puerta, pero ella daba más de lo que recibía dando a cuantos se le acercaban el pan que alimenta el alma.

Por invitación de la Virgen, viajó a Roma a llevarle un mensaje al Papa, Alejandro Vl. El Papa (un gran devoto de la Virgen) la recibió amablemente y la escuchó con atención porque comprendió que se encontraba ante un alma privilegiada.

La beata Verónica gozó del don de la profecía
y lo usó para preanunciar el día y la hora de su muerte. La profecía se cumplió puntualmente, y sor Verónica expiró serenamente, el 13 de enero de 1497.

El Papa León X confirmó su culto en 1517.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Godofredo de Cappenberg, Santo Conde y Religioso, Enero 13  

Godofredo de Cappenberg, Santo

Conde y Religioso

Martirologio Romano: En el monasterio de Ilbenstad, en Alemania, san Godofredo, que, siendo conde de Cappenberg, deseó una vida más perfecta, para lo cual convirtió su castillo en monasterio y, habiendo tomado el hábito canonical, se entregó a servir a pobres y enfermos (1127).

Etimología: Godofredo = que vive en paz, es de origen germánico.

Godofredo, quien murió a los treinta años de edad, pertenece a la categoría de los santos jóvenes que pasaron su vida en la tierra, preparándose para el cielo.

Godofredo era conde de Krappenberg y señor de un gran distrito en la diócesis de Münster de Westfalia. Su esposa provenía de una familia tan distinguida como la suya.

Bajo la influencia de San Norberto, fundador de los canónigos Premonstratenses, Godofredo decidió convertir su castillo de Cappenberg en monasterio de esa orden, y en seguida persuadió a su mujer y a su hermano para que renunciasen como él al mundo y se hiciesen religiosos bajo la dirección de San Norberto. El suegro de Godofredo le opuso una resistencia muy violenta y aún le amenazó de muerte, pero el beato no dejó por ello de regalar todas sus posesiones a los premonstratenses.

Cerca de Cappenberg construyó un convento en el que su esposa y dos de sus hermanas tomaron el velo. Fundó además varios hospitales y otras instituciones de caridad.

Siendo novicio premonstratense, se empleaba en las ocupaciones más humildes y lavaba los pies a los enfermos y peregrinos albergados en el hospital. Aunque había recibido ya las órdenes menores, no vivió el tiempo suficiente para ser ordenado sacerdote.

El 13 de enero de 1127 entregó gozosamente su alma a Dios, declarando que no quería vivir un momento más, ni por todo el oro del mundo.
Los premonstratenses celebran su fiesta el 16 de enero.

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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Enero 13  

Otros Santos y Beatos

San Pedro, presbítero y mártir

En la ciudad de Capitolias, en Batanea (hoy Israel), san Pedro, presbítero y mártir, que acusado ante Walid, príncipe de los sarracenos, de predicar en público la fe en Cristo, consumó su martirio clavado en una cruz, después de que se le amputasen lengua, manos y pies (713).

Santos Gumersindo, presbítero, y Servideo, monje, mártires

En Córdoba, ciudad de la región hispánica de Andalucía, santos mártires Gumersindo, presbítero, y Servideo, monje, los cuales, reconociéndose como cristianos ante los príncipes y jueces musulmanes, perdieron su vida por la fe en Cristo (852).

Santa Juta o Iveta, reclusa

Cerca de Huy, en la región de Lieja, en Bélgica, santa Juta o Iveta, la cual, habiendo quedado viuda, se dedicó a curar leprosos y, más tarde, se recluyó en una celda cerca de ellos (1228).

Santos Domingo Pham Trong (An) Kham, Lucas (Cai) Thin, su hijo, y José Pham Trong (Cai) Tá, mártires

En la ciudad de Nam Dinh, en Tonquín (hoy Vietnam del Norte), santos mártires Domingo Pham Trong (An) Kham, Lucas (Cai) Thin, su hijo, y José Pham Trong (Cai) Tá, todos los cuales, en tiempo del emperador Tu Duc, prefirieron los tormentos y la muerte antes que pisotear la cruz (1859).

Beato Emilio Szramek, presbítero y mártir


En el campo de concentración de Dachau, cercano a Munich, de Baviera, en Alemania, beato Emilio Szramek, presbítero y mártir, que siendo oriundo de Polonia, durante la guerra fue enviado a este lugar por defender la fe en Cristo, y allí falleció después de haber sido atormentado de diversas maneras (1942).

Santos Hermilio y Estratonico, mártires


En Singidón, en Mesia (hoy Rumanía), santos mártires Hermilio y Estratonico, que, después de crueles tormentos, fueron precipitados en el río Ister (hoy Danubio), en tiempo del emperador Licinio (c. 310).

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: www.iesvs.org

 

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