JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (1, 29-39)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y enseguida le avisaron a Jesús. El se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles.
Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que los demonios hablaran, porque sabían quién era él.
De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron:
"Todos te andan buscando".
El les dijo: "Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido". Y recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
Antífona de Entrada
Entremos y adoremos de rodillas al Señor, creador nuestro, porque él es nuestro Dios.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, que tu amor incansable cuide y proteja siempre a estos hijos tuyos, que han puesto en tu gracia toda su esperanza.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura del primer libro de Samuel (3, 1-10. 19-20)
En los tiempos en que el joven Samuel servía al Señor a las órdenes de Elí, la palabra de Dios se dejaba oír raras veces y no eran frecuentes las visiones.
Los ojos de Elí se habían debilitado y ya casi no podía ver. Una noche, cuando aún no se había apagado la lámpara del Señor, estando Elí acostado en su habitación y Samuel en la suya, dentro del santuario donde se encontraba el arca de Dios, el Señor llamó a Samuel y éste respondió: "Aquí estoy".
Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: "Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?" Respondió Elí: "Yo no te he llamado. Vuelve a acostarte". Samuel se fue a acostar. Volvió el Señor a llamarlo y él se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo:
"Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?"
Respondió Elí:
"No te he llamado, hijo mío. Vuelve a acostarte".
Aún no conocía Samuel al Señor, pues la palabra del Señor no le había sido revelada. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel; éste se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo:
"Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?"
Entonces comprendió Elí que era el Señor quien llamaba al joven y dijo a Samuel:
"Ve a acostarte, y si te llama alguien, responde: 'Habla, Señor; tu siervo te escucha' ".
Y Samuel se fue a acostar.
De nuevo el Señor se presentó y lo llamó como antes: "Samuel, Samuel".
Este respondió: "Habla, Señor; tu siervo te escucha".
Samuel creció y el Señor estaba con él. Y todo lo que el Señor le decía, se cumplía. Todo Israel, desde la ciudad de Dan hasta la de Bersebá, supo que Samuel estaba acreditado como profeta del Señor.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 39
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Esperé en el Señor con gran confianza; él se inclinó hacia mí y escuchó mis plegarias. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor y no acude a los idólatras, que se extravían con engaños.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Sacrificios y ofrendas no quisiste, abriste, en cambio, mis oídos a tu voz. No exigiste holocaustos por la culpa, así que dije: "Aquí estoy".
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es, Señor, lo que deseo: tu ley en medio de mi corazón.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
He anunciado tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios, tú lo sabes, Señor.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (1, 29-39)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y enseguida le avisaron a Jesús. El se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles.
Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que los demonios hablaran, porque sabían quién era él.
De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron:
"Todos te andan buscando".
El les dijo: "Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido". Y recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Señor, Dios nuestro, tú que nos has dado este pan y este vino para reparar nuestras fuerzas, conviértelos para nosotros en sacramento de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Común VIII
Jesús, buen samaritano
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, en todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y en la enfermedad, en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro Redentor.
Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal.
También hoy, como buen samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.
Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y resucitado.
Por eso, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
Demos gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace por su pueblo; porque da de beber al que tiene sed y les da de comer a los hambrientos.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, tú que has querido hacernos participar de un mismo pan y de un mismo cáliz, concédenos vivir de tal manera unidos en Cristo, que nuestro trabajo sea eficaz para la salvación del mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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† Meditación diaria
1ª semana. Miércoles
ORACIÓN Y APOSTOLADO
— El corazón del hombre está hecho para amar a Dios. Y el Señor desea y busca el encuentro personal con cada uno.
— No desaprovechar las ocasiones de apostolado. Mantener firme la esperanza apostólica.
— Oración y apostolado.
I. Cierto día, después de haber pasado la tarde anterior curando enfermos, predicando y atendiendo a las gentes que acudían a Él, Jesús se levantó de madrugada, cuando era todavía muy oscuro, salió de la casa de Simón y se fue a un lugar solitario, y allí oraba. Fueron a buscarle Simón y los que estaban con él; y cuando le encontraron, le dijeron: Todos te buscan. Lo relata San Marcos en el Evangelio de la Misa1.
Todos te buscan. También ahora las muchedumbres tienen «hambre» de Dios. Continúan siendo actuales aquellas palabras de San Agustín al comienzo de sus Confesiones: «Nos has creado, Señor, para ti y nuestro corazón no halla sosiego hasta que descansa en ti»2. El corazón de la persona humana está hecho para buscar y amar a Dios. Y el Señor facilita ese encuentro, pues Él busca también a cada persona, a través de gracias sin cuento, de cuidados llenos de delicadeza y de amor. Cuando vemos a alguien a nuestro lado, o nos llega una noticia de alguna persona por medio de la prensa, de la radio o de la televisión, podemos pensar, sin temor a equivocarnos: a esta persona la llama Cristo, tiene para ella gracias eficaces. «Fíjate bien: hay muchos hombres y mujeres en el mundo, y ni a uno solo de ellos deja de llamar el Maestro.
»Les llama a una vida cristiana, a una vida de santidad, a una vida de elección, a una vida eterna»3. En esto reside nuestra esperanza apostólica: a todos, de una manera u otra, anda buscando Cristo. Nuestra misión –por encargo de Dios– es facilitar estos encuentros de la gracia.
San Agustín, comentando este pasaje del Evangelio, escribe: «El género humano yace enfermo; no de enfermedad corporal, sino por sus pecados. Yace como un gran enfermo en todo el orbe de la tierra, de Oriente a Occidente. Para sanar a este moribundo descendió el médico omnipotente. Se humilló hasta tomar carne mortal, es decir, hasta acercarse al lecho del enfermo»4. Han pasado pocas semanas desde que hemos contemplado a Jesús en la gruta de Belén, pobre e indefenso, habiendo tomado nuestra naturaleza humana para estar muy cerca de los hombres y salvarnos. Hemos meditado después su vida oculta en Nazaret, trabajando como uno más, para enseñarnos a buscarle en la vida corriente, para hacerse asequible a todos y, mediante su Santa Humanidad, poder llegar a la Trinidad Beatísima. Nosotros, como Pedro, también vamos a su encuentro en la oración –en nuestro diálogo personal con Él–, y le decimos: Todo el mundo te busca, ayúdanos, Señor, a facilitar el encuentro contigo de nuestros parientes, de nuestros amigos, de los colegas y de toda alma que se cruce en nuestro camino. Tú, Señor, eres lo que necesitan; enséñanos a darte a conocer con el ejemplo de una vida alegre, a través del trabajo bien realizado, con una palabra que mueva los corazones.
II. Un pueblecito alemán, que quedó prácticamente destruido durante la Segunda Guerra Mundial, tenía en una iglesia un crucifijo, muy antiguo, del que las gentes del lugar eran muy devotas. Cuando iniciaron la reconstrucción de la iglesia, los campesinos encontraron esa magnífica talla, sin brazos, entre los escombros. No sabían muy bien qué hacer: unos eran partidarios de colocar el mismo crucifijo –era muy antiguo y de gran valor– restaurado, con unos brazos nuevos; a otros les parecía mejor encargar una réplica del antiguo. Por fin, después de muchas deliberaciones, decidieron colocar la talla que siempre había presidido el retablo, tal como había sido hallada, pero con la siguiente inscripción: Mis brazos sois vosotros... Así se puede contemplar hoy sobre el altar5. Somos los brazos de Dios en el mundo, pues Él ha querido tener necesidad de los hombres. El Señor nos envía para acercarse a este mundo enfermo que no sabe muchas veces encontrar al Médico que le podría sanar. Hablamos de Dios a las gentes con la esperanza cierta de que Cristo conoce a todos, y que solo en Él encuentran la salvación y palabras de vida eterna. Por eso, no debemos dejar pasar –por pereza, comodidad, cansancio, respetos humanos– ni una sola ocasión: acontecimientos normales de todos los días, el comentario sobre una noticia aparecida en el periódico, un pequeño servicio que prestamos o que nos prestan..., y también los sucesos extraordinarios: una enfermedad, la muerte de un familiar... «Quienes viajan por motivo de obras internacionales, de negocios o de descanso, no olviden que son en todas partes heraldos itinerantes de Cristo y que deben portarse como tales con sinceridad»6. El Papa Juan Pablo I, en su primer mensaje a los fieles, exhortaba a que se estudiaran todos los caminos, todas las posibilidades, y se procurasen todos los medios para anunciar, oportuna e inoportunamente7, la salvación a todas las gentes. «Si todos los hijos de la Iglesia –decía el Romano Pontífice– fueran misioneros incansables del Evangelio, brotaría una nueva floración de santidad y de renovación en este mundo sediento de amor y de verdad»8.
Mantengamos con firmeza la esperanza en el apostolado, aunque el ambiente se presente difícil. Los caminos de la gracia son, efectivamente, inescrutables. Pero Dios ha querido contar con nosotros para salvar a las almas. ¡Qué pena si, por omisión de los cristianos, muchos hombres quedan sin acercarse al Señor! Por eso debemos sentir la responsabilidad personal de que ningún amigo, compañero o vecino, con quienes tuvimos algún trato, pueda decir al Señor: hominem non habeo9: no encontré quien me hablara de Ti, nadie me enseñó el camino. En ocasiones, nuestro trato solo será el comienzo de ese camino que lleva a Cristo: un comentario oportuno, un libro para reafirmar la fe, un consejo certero, una palabra de aliento... y siempre el aprecio y el ejemplo de una vida recta.
«El cristianismo posee el gran don de enjugar y curar la única herida profunda de la naturaleza humana, y esto vale más para su éxito que toda una enciclopedia de conocimientos científicos y toda una biblioteca de controversias; por eso el cristianismo ha de durar mientras dure la naturaleza humana»10. Preguntémonos hoy: ¿a cuántas personas he ayudado a vivir cristianamente el tiempo de Navidad que acabamos de celebrar? Encomendemos a los amigos a quienes estamos ayudando para que se acerquen a la Confesión o a algún medio que facilite su formación y su conocimiento de la doctrina del Señor.
III. El Señor nos quiere como instrumentos suyos para hacer presente su obra redentora en medio de las tareas seculares, en la vida corriente. Pero, ¿cómo podríamos ser buenos instrumentos de Dios sin cuidar con esmero la vida de piedad, sin un trato verdaderamente personal con Cristo en la oración? ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?, ¿no caerán los dos en el precipicio?11. El apostolado es fruto del amor a Cristo. Él es la Luz con la que iluminamos, la Verdad que debemos enseñar, la Vida que comunicamos. Y esto solo será posible si somos hombres y mujeres unidos a Dios por la oración. Conmueve contemplar cómo el Señor, entre tanta actividad apostólica, se levanta muy de madrugada, cuando aún era oscuro, para dialogar con su Padre Dios y confiarle la nueva jornada que comienza, llena también de atención a las almas.
Nosotros debemos imitarle: es en la oración, en el trato con Jesús, donde aprendemos a comprender, a mantener la alegría, a atender y apreciar a las personas que el Señor pone en nuestra senda. Sin oración, el cristiano sería como una planta sin raíces: acaba seca, sin posibilidad de dar frutos, en poco tiempo. En nuestro día podemos y debemos dirigirnos al Señor muchas veces. Él no está lejos: está cerca, a nuestro lado, y nos oye siempre, pero particularmente en los ratos –como ahora– que dedicamos expresamente a hablar, sin anonimatos, de tú a tú, con Dios. En la medida en que nos abrimos a los requerimientos divinos, la jornada será divinamente eficaz y tendremos más facilidad para no interrumpir el diálogo con Jesús. En verdad, nuestra vida de apóstoles vale lo que valga nuestra oración12.
La oración siempre da sus frutos, es capaz de sostener toda una vida. De ella sacaremos la fortaleza para afrontar las dificultades con el garbo de los hijos de Dios. Y para la perseverancia –la constancia en el trato con nuestros amigos– que requiere todo apostolado. Por eso nuestra amistad con Cristo ha de ser día a día más honda y sincera. Para esto debemos empeñarnos seriamente en evitar todo pecado deliberado, guardar el corazón para Dios, procurar rechazar los pensamientos inútiles, que frecuentemente dan lugar a faltas y pecados, rectificar muchas veces la intención, dirigiendo al Señor nuestro ser y nuestras obras... Hemos de luchar contra el desaliento –si llegara alguna vez– que puede producirse al pensar que no mejoramos en la oración personal, pues entonces es fácil que el demonio insinúe la tentación de abandonarla. No debemos dejarla jamás, aunque estemos cansados y no podamos centrar del todo la atención, aunque no tengamos ningún afecto, aunque –sin desearlo– lleguen muchas distracciones. La oración es el soporte de nuestra vida y la condición de todo apostolado.
Acudimos, al terminar este rato de oración, a la intercesión poderosa de San José, maestro de la vida interior. A él, que durante tantos años vivió junto a Jesús, le pedimos que nos enseñe a amarle y a dirigirnos a Él con confianza todos los días de nuestra vida; también aquellos que parecen más apretados de trabajos y en los que nos sentimos con más dificultades para dedicarle ese rato de oración que acostumbramos. Nuestra Madre Santa María intercederá, junto al Santo Patriarca, por nosotros.
1 Mc 1, 29-39. — 2 San Agustín, Confesiones, 1, 1, 1. — 3 San Josemaría Escrivá, Forja, Rialp, 1ª ed., Madrid 1987, n. 13. — 4 San Agustín, Sermón 87, 13. — 5 Cfr. F. Fernández-Carvajal, La tibieza, Palabra, 6ª ed., Madrid 1986, p. 149. —6 Conc. Vat. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 14. — 7 2 Tim 4, 2. — 8 Juan Pablo I, Alocución 27-VIII-1978. — 9 Jn 5, 7. — 10 Card. J. H. Newman, El sentido religioso, p. 417. — 11 Lc 6, 39. — 12 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, Rialp, 30ª ed., Madrid 1976, n. 108.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Teodosio
Señor Dios: gracias por darnos ejemplos tan maravillosos en tus santos.
Te suplicamos que a imitación de San Teodosio vivamos de
manera tan santa cada día, que a cualquier hora que vengas
a llamarnos a la eternidad nos puedas decir
aquellas palabras del evangelio:
"Bien siervo bueno y prudente: has sido fiel en lo poco,
ahora te constituiré sobre lo mucho". Amen.
Su nombre significa: "Regalo de Dios".
Nació en Turquía en el año de 423.
Sus padres lo acostumbraban desde jovencito a leer cada día con atención una página de la Sagrada Escritura, lo cual le sirvió muchísimo para llegar a la santidad.
Al leer en el Génesis que Abraham agradó a Dios al dejar su patria y su familia para irse a la Tierra Santa a servir al verdadero Dios, dispuso hacer él otro tanto, y dejando sus grandes riquezas y su familia, se fue a Jerusalén.
Antes que todo se fue a visitar al famoso San Simeón el Estilita, el cual le anunció muchas de las cosas que le iban a suceder durante su vida y le dio consejos muy prácticos para saber comportarse bien.
Después de visitar en peregrinación a Jerusalén, Belén y Nazaret, se propuso dedicarse a vivir como un religioso solitario. Pero luego, el temor de tener que vivir sin un director espiritual y por lo tanto quedar expuesto a graves equivocaciones, lo hizo quedarse cerca de Belén, donde vivía el más sabio director de religiosos de esas regiones, el abad Longinos.
Después de ser ordenado sacerdote, recibió de Longinos la orden de encargarse del culto de una iglesia que estaba en el camino entre Jerusalén y Belén. Después de los actos de culto en la iglesia se iba a una cueva solitaria a meditar y rezar.
Pronto vinieron muchos jóvenes a pedirle ser admitidos como religiosos. El recibía a todos aquellos que demostraban estar dispuestos sinceramente a hacer penitencia y convertirse. A uno de sus discípulos, el que después fue obispo de Petra, le debemos los datos que vamos a narrar en seguida.
A sus jóvenes religiosos les hacía cavar ellos mismos su propia sepultura (una pala cada noche cada uno, antes de acostarse diciendo: "Yo he de morir, yo no sé cuándo; yo he de morir, yo no sé dónde; yo he de morir, yo so sé cómo; pero lo que sí sé de cierto es que si muero en pecado mortal me condenaré para siempre"). Esto para que recordaran que somos polvo y en polvo nos hemos de convertir y que "a la hora menos pensada vendrá el Hijo de Dios a tomarnos cuentas y que hay que estar preparados, porque no sabemos ni el día ni la hora".
Cuando terminaron de cavar la primera sepultura, el abad Teodosio, les dijo: "La sepultura ya está lista; ¿quién desea ocuparla?". Un sacerdote llamado Basilio se adelantó y dijo: "Padre, si al buen Dios le parece bien así, yo acepto ser el primero en morir. Pero rezad por mí y dadme la bendición". Teodosio mandó que rezaran por Basilio las oraciones por los moribundos. A los cuatro días el sacerdote cayó muerto de repente, sin haber estado enfermo antes. Pero estaba bien preparado para la muerte.
Un día de pascua no había nada con qué almorzar. Los monjes empezaron a murmurar pero Teodosio les recomendó que tuvieran fe en la Divina Providencia. A medio día llegó una recua de mulas cargadas con alimentos. Nadie supo de dónde llegaron ni quién las envió.
Como la fama de santidad de Teodosio atraía muchos jóvenes que venían a vivir como religiosos, tuvo que hacer tres conventos: uno para los que hablaban griego, otro para los que hablaban idiomas eslavos y el tercero para los de idiomas orientales como hebreo, árabe y persa. Todos cerca de Belén. Los salmos los rezaba cada convento en su propio idioma, pero la Eucaristía la celebraban todos juntos en el templo.
También construyó Teodosio cerca de Belén tres hospitales: uno con ancianato, otro para los que sufrían toda clase de enfermedades, y el tercero para los que padecían enfermedades mentales. Esta idea era muy nueva en esos tiempos y poco frecuente en el mundo.
Eran tantos los enfermos que venían a ser atendidos, que los historiadores de ese tiempo cuentan que hubo días en que llegaron cien enfermos a ser curados. Cuando no había alimentos o medicinas, Teodosio ponía a sus monjes a rezar con toda fe y las ayudas llegaban de las maneras más inesperadas.
Los monasterios dirigidos por San Teodosio eran como una ciudad de santos en el desierto. Todo se hacía a su tiempo y con exactitud, oración, trabajo, descanso, etc. Cada uno se esmeraba por tratar a los demás como deseaba ser tratado por ellos. El silencio era perfecto. Todos estaban obligados a dedicar varias horas del día a trabajos manuales para conseguir lo necesario para alimentar a tanta gente. El Arzobispo de Jerusalén quedó tan admirado de aquel orden y seriedad, que nombró a Teodosio "Superior de todos los religiosos que vivían en Tierra Santa".
El emperador de Constantinopla apoyaba una herejía que le negaba algunas cualidades de Jesucristo, y para que Teodosio lo apoyara le envió una gran cantidad de dinero. Teodosio recibió el dinero y lo repartió entre los pobres pero recorrió toda Palestina diciéndole a la gente cristiana: "El que enseñe algo acerca de Jesucristo, contrario a lo que enseña la Santa Iglesia Católica, sea maldito". Y los sermones de este santo producían efectos maravillosos en los oyentes.
También obtenía milagros de Dios. Una vez una mujer que tenía un tumor maligno incurable, tocó con fe el manto de Teodosio y quedó curada instantáneamente.
El emperador se disgustó porque el abad no apoyaba sus herejías y lo desterró. Pero enseguida murió el emperador, y él que lo reemplazó mandó a nuestro santo que volviera inmediatamente a sus conventos de Belén.
Teodosio enfermó de una afección dolorosísima. Como el había curado a tantos enfermos con su oración, un discípulo le aconsejó que le pidiera a Dios que le quitara la enfermedad. El santo le respondió: "Eso sería falta de paciencia; eso sería no aceptar la santa voluntad del Señor". ¿No sabes que "Todo redunda en bien de los que aman a Dios?".
Cuando sintió que se iba a morir mandó reunir junto a su lecho a sus religiosos y les recomendó vivir de tal manera bien que cada día estuvieran prontos para presentarse ante el Juicio de Dios. Y anunció varios hechos que sucedieron después.
Murió a los 105 años, en el año 529. Era admirable su vigor en la ancianidad, a pesar de que ayunaba y empleaba muchas noches en la oración. De él se pudo decir lo que la S. Biblia afirma de Moisés: "Conservó su robustez y vigor hasta la más avanzada ancianidad".
El Arzobispo de Jerusalén y muchísimos cristianos de esa Ciudad Santa asistieron a su entierro y durante sus funerales se obraron varios milagros.
Lo sepultaron en la cueva en la cual escamparon los Reyes Magos cuando viajaban de Jerusalén a Belén.
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Autor: Archidiócesis de Madrid
Tomás de Cori, Santo Franciscano Menor, 11 Enero
Nacido en Cori (Latina) el 4 de junio de 1655, Tomás tuvo una infancia marcada por la pérdida prematura de su madre primero y de su padre después, quedando sólo, a los catorce años, al cuidado de la hermana más pequeña. Hará de pastor, aprendiendo la sabiduría de las cosas simples. Casadas las hermanas, queda libre para seguir la inspiración que desde algún año guardaba en el silencio del corazón: pertenecer completamente a Dios en la vida religiosa franciscana. Había conocido a los Frailes Menores en su misma ciudad en el Convento de S. Francisco. Casadas las dos hermanas y libre de toda preocupación, fue acogido en la Orden y enviado a Orvieto para hacer el año de noviciado. Profesada la Regla de S. Francisco y finalizados los estudios de teología, se ordena sacerdote en 1683. Fue nombrado inmediatamente vice maestro de novicios en el convento de la SS. Trinidad de Orvieto; sus superiores reconocieron desde muy pronto sus dotes. |
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Fuente: Corazones.org
Higinio Santo IX Papa, 11 Enero
IX Papa
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Fuente: Vatican.va
Francisca de Sales (Leonia Aviat), Santa Fundadora, 11 Enero
Fundadora de la Congregación de Oblatas de San Francisco de Sales |
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Fuente: usuarios.lycos.es/DOMINICOS
Bernardo Scammacca, Beato Dominico, 11 Enero
Bernardo, antes Antonio, nace en Catania (Sicilia) de familia noble el año 1430. |
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Francisco Rogaczewski, Beato Mártir, 11 Enero
Nació en Lipanki en 1892 y fue martirizado durante la ocupación nazi. |
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Vital de Gaza, Santo Emitaño, Enero 11
Etimológicamente significa " vitalista, lleno de vida". Viene de la lengua latina. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: www.iesvs.org
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