miércoles, 25 de enero de 2012

Lecturas Jueves 26 de Enero de 2012. Santos Timoteo y Tito ¡rueguen por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (10,1-9)

Gloria a ti, Señor.

"La mies es abundante y los obreros pocos"

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Miras que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, por que el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed los que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios.""

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te quiero, pero no te quiero ver todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

San Timoteo y san Tito, obispos

Memoria

Cuidaré de mis ovejas, dice el Señor

Antífona de Entrada

Cuidaré de mis ovejas, dice el Señor, y les buscaré un pastor que las apaciente, y yo, el Señor, seré su Dios.

Oración Colecta

Oremos:

Dios nuestro, que hiciste dignos seguidores de san Pablo a tus santos obispos Timoteo y Tito, concédenos, por su intercesión, amarte y servirte en nuestros prójimos para que podamos llegar al cielo, nuestra patria.

Por nuestro Señor Jesucristo…

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura de la segunda carta

del apóstol san Pablo a

Timoteo (1, 1-8)

Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, conforme a la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido. Te deseo la gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro.

Cuando de noche y de día te recuerdo en mis oraciones, le doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia pura, como lo aprendí de mis antepasados. No puedo olvidar tus lágrimas al despedirnos y anhelo volver a verte para llenarme de alegría, pues recuerdo tu fe sincera, esa fe que tuvieron tu abuela Loida y tu madre Eunice, y que estoy seguro que también tienes tú.

Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos. Porque el Señor no nos ha dado un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de moderación. No te avergüences, pues, de dar testimonio de nuestro Señor, ni te avergüences de mí, que estoy preso por su causa. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos por la predicación del Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 95

Cantemos la grandeza

del Señor.

Cantemos al Señor un canto nuevo, que le cante al Señor toda la tierra; cantemos al Señor y bendigámoslo.

Cantemos la grandeza

del Señor.

Proclamemos su amor día tras día, su grandeza anunciemos a los pueblos; de nación en nación, sus maravillas.

Cantemos la grandeza

del Señor.

Alaben al Señor, pueblos del orbe, reconozcan su gloria y su poder y tribútenle honores a su nombre.

Cantemos la grandeza

del Señor.

"Reina el Señor", digamos a los pueblos. El afianzó con su poder el orbe, gobierna a las naciones con justicia.

Cantemos la grandeza

del Señor.

 

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

Tus palabras, Señor, son una antorcha para mis pasos y una luz en mi sendero.

Aleluya.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (10,1-9)

Gloria a ti, Señor.

"La mies es abundante y los obreros pocos"

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Miras que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, por que el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed los que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios.""

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Mira, Señor, con bondad las ofrendas que te presentamos, en la fiesta de los obispos san Timoteo y san Tito, para que nos obtengan tu perdón y glorifiquen así tu santo nombre.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio de los santos

Pastores

Los santos pastores siguen

presentes en la Iglesia

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. Porque permites que tu Iglesia se alegre hoy con la festividad de san Timoteo y san Tito, para animarnos con el ejemplo de su vida, instruirnos con su palabra y protegernos con su intercesión.

Por eso, con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de

alabanza, diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión

No sois vosotros los que me habéis elegido, dice el Señor, soy yo quien os ha elegido, para que vayáis y deis fruto y ese fruto perdure.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Reanimados por este sacramento, te pedimos, Señor que, a ejemplo de san Timoteo y san Tito, nos esforcemos en dar testimonio de la fe que ellos tuvieron y en llevar a la práctica sus enseñanzas.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

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Meditación diaria

 

3ª semana. Jueves

crecer en vida interior

— La vida interior está destinada a crecer. Corresponder a las gracias recibidas.

— La fidelidad en lo pequeño y el espíritu de sacrificio.

— La contrición y el crecimiento interior.

I. Jesús llama unas veces la atención de los Apóstoles para que escuchen su doctrina; otras, los convoca para explicarles de nuevo, a solas, una parábola o para que no dejen de observar algún suceso del que deben retener una enseñanza, pues reciben un tesoro para toda la Iglesia del que luego deberán dar cuenta. Prestad atención..., les dice en cierta ocasión. Y les da esta enseñanza: Al que tiene se le dará; y al que no tiene, incluso lo que parece tener se le quitará1. Y comenta San Juan Crisóstomo: "Al que es diligente y fervoroso, se le dará toda la ayuda que depende de Dios: pero al que no tiene amor ni fervor ni hace lo que de él depende, tampoco se le dará lo de Dios. Porque aun lo que parece tener -dice el Señor- lo perderá; no porque Dios se lo quite, sino porque se incapacita para nuevas gracias"2.

Al que tiene se le dará... Es una enseñanza fundamental para la vida interior de cada cristiano. A quien corresponde a la gracia se le dará más gracia todavía y tendrá aún más; pero el que no hace fructificar las inspiraciones, mociones y ayudas del Espíritu Santo, quedará cada vez más empobrecido. Aquellos que negociaron con los talentos en depósito, recibieron una fortuna más cuantiosa; pero el que enterró el suyo, lo perdió3. La vida interior, como el amor, está destinada a crecer: "Si dices: basta, ya has muerto"4; exige siempre un progreso, corresponder, estar abierto a nuevas gracias. Cuando no se avanza, se retrocede.

El Señor nos ha prometido que tendremos siempre las ayudas necesarias. En cada instante podremos decir con el Salmista: el Señor anda solícito por mí5. Las dificultades, las tentaciones, los obstáculos internos o externos son motivo para crecer; cuanto más fuerte es la dificultad, mayor es la gracia; y si fueran muy grandes las tentaciones o las contradicciones, más serían las ayudas del Señor para convertir lo que parecía entorpecer o imposibilitar la santidad en motivo de progreso espiritual y de eficacia en el apostolado. Solo el desamor, la tibieza, hace enfermar o morir la vida del alma. Solo la mala voluntad, la falta de generosidad con Dios, retrasa o impide la unión con Él. "Según la capacidad que el vaso de la fe lleve a la fuente, así es lo que recibe"6. Jesucristo es una fuente inagotable de ayuda, de amor, de comprensión: ¿con qué capacidad –con qué deseos– nos acercamos a Él? ¡Señor, le decimos en nuestra oración, danos más y más sed de Ti, que te desee con más intensidad que el pobre que anda perdido en el desierto, a punto de morir por falta de agua!

II. Las causas que llevan a no progresar en la vida interior y, por tanto, a retroceder y a dar cabida al desaliento, pueden ser muy diversas, pero en muchas ocasiones se reducen a unas pocas: el descuido, la dejadez en las cosas pequeñas que miran al servicio y amistad con Dios, y el retroceder ante los sacrificios que nos pide7. Todo lo que poseemos cada día para ofrecer al Señor son pequeños actos de fe y de amor, peticiones, acciones de gracias en la Santa Misa, la Visita al Santísimo sabiendo que vamos a encontrar al mismo Jesucristo que nos espera..., las oraciones acostumbradas a lo largo de la jornada; y vencimientos en el trabajo, amabilidad en las contestaciones, afabilidad al pedir... Muchas cosas pequeñas hechas con amor y por amor constituyen nuestro tesoro de ese día, que llevaremos a la eternidad. La vida interior se alimenta normalmente de lo pequeño realizado con atención, con amor. Pretender otra cosa sería equivocar el camino, no encontrar nada o muy poco para ofrecer al Señor. "Viene bien recordar –nos señala San Josemaría Escrivá– la historia de aquel personaje imaginado por un escritor francés, que pretendía cazar leones en los pasillos de su casa, y, naturalmente, no los encontraba. Nuestra vida es común y corriente; pretender servir al Señor en cosas grandes sería como intentar ir a la caza de leones en los pasillos. Igual que el cazador del cuento, acabaríamos con las manos vacías"8, sin nada que ofrecer. Tenemos lo normal de todos los días.

Como las gotas de agua sumadas unas a otras fecundan la tierra sedienta, así nuestras pequeñas obras: una "mirada" a una imagen de la Virgen, una palabra de aliento a un amigo, una genuflexión reverente ante el Sagrario, el rechazo de una distracción en la oración, un vencimiento en el trabajo evitando la pereza... crean los buenos hábitos, las virtudes, que hacen progresar la vida del alma y la conservan. Si somos fieles en estos pequeños actos, si actualizamos muchas veces el deseo de agradar al Señor, cuando llegue algo más importante que ofrecer –una enfermedad costosa de llevar, un fracaso profesional...– entonces también sabremos sacar fruto de eso que el Señor ha querido o permitido. Se cumplirán así las palabras de Jesús: El que es fiel en lo poco, también lo es en lo mucho9.

Otra causa de retroceso en la vida del alma es "negarse a aceptar los sacrificios que pide el Señor"10. Son las negaciones al propio egoísmo que todo amor necesita, el empeño por buscar a Cristo durante el día en lugar de buscarnos a nosotros mismos.

El amor a Dios "se adquiere en la fatiga espiritual"11, en el empeño, en el interés que nace de lo más profundo del alma, con la ayuda de la gracia. No existe amor, ni humano ni divino, sin este sacrificio gustoso. "El amor crece en nosotros y se desarrolla también entre las contradicciones, entre las resistencias que se le oponen desde el interior de cada uno de nosotros, y a la vez "desde fuera", esto es, entre las múltiples fuerzas que le son extrañas e incluso hostiles"12. Como el Señor nos ha prometido que no nos faltará la ayuda de la gracia, solo depende de nuestra correspondencia, de nuestro empeño, del recomenzar una y otra vez, sin desánimos. Cuanto más fieles seamos a la gracia, más ayudas nos da Él, más facilidad para recorrer el camino...; también más exigencia y finura de alma se nos pedirá. El amor reclama siempre más amor.

III. La vida interior tiene una particular oportunidad de crecer cuando se presentan situaciones adversas. Y para el alma no existe obstáculo mayor que el creado por las propias miserias y por las dejaciones y faltas de amor. Pero el Espíritu Santo nos enseña y nos impulsa en esas circunstancias a reaccionar de modo sobrenatural, con un acto de contrición: Ten piedad de mí, Señor, que soy un pecador13. Enseña San Francisco de Sales que debemos sentirnos fuertes con tales jaculatorias, hechas con actos de amor y de dolor, con deseos de una viva reconciliación a fin de que, por medio de ellas, nos confiemos a su Corazón misericordioso14. Los actos de contrición son un medio eficaz de progreso espiritual.

Pedir perdón es amar, es contemplar a Cristo cada vez más dispuesto a la comprensión y a la misericordia. Y como somos pecadores15, nuestro camino estará lleno de actos de dolor, de amor, que llenan el alma de esperanza y de nuevos deseos de reemprender el camino de la santidad. Es necesario volver al Señor una y otra vez, sin desánimos y sin angustiarse, aunque hayan sido muchas las veces en que no se ha respondido al Amor. La misericordia divina es infinita, y anima a volver con nuevo empeño, con esperanza renovada. Debemos hacer como el hijo pródigo, que, en lugar de quedarse allí, lejos, en un país extraño, avergonzado, malviviendo, volviendo en sí, dijo: ... Me levantaré e iré a mi padre16. "La vida humana es, en cierto modo, un constante volver hacia la casa de nuestro Padre. Volver mediante la contrición (...).

"Dios nos espera, como el padre de la parábola, extendidos los brazos, aunque no lo merezcamos. No importa nuestra deuda. Como en el caso del hijo pródigo, hace falta solo que abramos el corazón, que tengamos añoranza del hogar de nuestro Padre, que nos maravillemos y nos alegremos ante el don que Dios nos hace de podernos llamar y de ser, a pesar de tanta falta de correspondencia por nuestra parte, verdaderamente hijos suyos"17. Nunca nos abandona el Señor. Siempre nos acoge, nos reconforta y mueve a comenzar una vez más, con más amor, con más humildad.

Nuestras flaquezas nos ayudan a buscar la misericordia divina, a ser humildes. Y crecer en esta virtud es dar muchos pasos en la vida interior. Todas las virtudes se benefician cuando somos más humildes. Si alguna vez nos encontramos faltos de correspondencia ante tantas gracias recibidas, si no hemos sido tan fieles al Señor como Él esperaba, debemos acudir confiadamente a Él con corazón contrito: crea en mí, ¡oh Dios!, un corazón puro; renueva dentro de mí un espíritu recto18.

Muchas veces debemos pensar nosotros en aquellas cosas que, aunque sean pequeñas, nos separan de Dios. Y nos moveremos al dolor y a la contrición, que nos acercan más a Él. Así la vida interior sale enriquecida no solo de los obstáculos sino también de las flaquezas, de los errores, de los pecados. Y si nos resultara más costoso el recomenzar, acudiremos a María, que hace fácil el camino que conduce a su Hijo. Pidámosle que nos ayude en el día de hoy a realizar muchos actos de contrición. Quizá nos puede servir la misma oración del publicano: Ten piedad de mí, Señor, que soy un pobre pecador. O la oración del rey David: Cor contritum et humiliatum, Deus, non despicies: No despreciarás, oh Dios, un corazón contrito y humillado19. De modo particular nos ayudará el repetir jaculatorias cuando divisemos los muros de una iglesia, sabiendo que allí, en persona, está Jesús Sacramentado, la Fuente de toda misericordia.

La Virgen, que es Madre de gracia, de misericordia, de perdón, avivará siempre en nosotros la esperanza de alcanzar la ambiciosa meta de ser santos; pongamos en sus manos el fruto de este rato de oración personal, convencidos de que a quien corresponde a la gracia, se le dará más gracia todavía.

1 Mc 4, 24-25. — 2 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de San Mateo, 45, 1. — 3 Cfr. Mt 25, 14-30. — 4 San Agustín, Sermón 51, 3. 5 Sal 39, 18. — 6 San Agustín, Tratado sobre el Evangelio de San Juan, 17. — 7 Cfr. R. Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior, Palabra, 10ª ed., Madrid 2003, vol. I, p. 531 ss. — 8 San Josemaría Escrivá, Carta 24-III-1930. — 9 Cfr. Lc 16, 10. — 10 R. Garrigou-Lagrange, loc. cit, p. 533. — 11 Juan Pablo II, Homilía 3-II-1980. — 12 Ibídem. — 13 Lc 18, 13. — 14 Cfr. San Francisco de Sales, Tratado del amor de Dios, 2, 20. — 15 Cfr. 1 Jn 1, 8-9. — 16 Lc 15, 17-18. — 17 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 64. — 18 Sal 50, 12. — 19 Sal 50, 19.

 

 

26 de enero

SANTOS TITO Y TIMOTEO*
Obispos

Memoria

— Conservar la buena doctrina.

— Conocer con profundidad las verdades de la fe.

— Difundir la Buena Nueva custodiada por la Iglesia.

I. Tito y Timoteo fueron discípulos y colaboradores de San Pablo. Timoteo acompañó al Apóstol en muchas de sus tareas misionales como un hijo a su padre1. San Pablo le tuvo siempre un especial afecto. En su último viaje por Asia Menor le encargó el gobierno de la Iglesia de Éfeso, mientras que a Tito le confió la de Creta. Desde la prisión de Roma les escribe a ambos encareciéndoles el cuidado de la grey a ellos confiada, el encargo de mantener la doctrina recibida y de estimular la vida cristiana de los fieles, amenazada por el ambiente pagano que les rodeaba y por las doctrinas heréticas de algunos falsos maestros. En primer lugar, han de conservar intacto el depósito de la fe2 que les ha sido confiado y dedicarse con esmero a la enseñanza de la doctrina3, conscientes de que la Iglesia es columna y fundamento de la verdad4; por esto, deben rechazar con firmeza los errores y refutar a quienes los propagan5.

Desde los comienzos, la Iglesia ha procurado que la formación doctrinal de sus hijos se dirija a los contenidos fundamentales, expuestos con claridad, evitando pérdidas de tiempo y posibles confusiones que podrían seguirse de enseñar teorías poco probadas o marginales a la fe. Ya te encarecí –escribe el Apóstol a Timoteo– al marcharme a Macedonia, que permanecieras en Éfeso para que mandases a algunos que no enseñaran doctrinas diferentes, ni prestaran atención a mitos y genealogías interminables, que más bien fomentan discusiones que de nada sirven al plan salvífico de Dios en la fe6. El Papa Juan Pablo II, comentando este pasaje de la Escritura, indica a todos aquellos que se dedican a la formación de otros que "se abstengan de turbar el espíritu de los niños y de los jóvenes en esta etapa de su catequesis, con teorías extrañas, problemas inútiles o discusiones estériles..."7.

Quienes se presentan como maestros, pero no enseñan las verdades de la fe sino sus teorías personales, que siembran dudas o confusión, son un peligro grande para los fieles. A veces, con la intención de adaptar los contenidos de la fe al "mundo moderno" para hacerla más comprensible, no solo cambian el modo de explicarla sino su esencia misma, de tal manera que ya no enseñan la verdad revelada.

Hoy, también hay en medio del trigo una abundante siembra de cizaña, de mala doctrina. La radio, televisión, literatura, conferencias..., son medios poderosos de difusión y comunicación social, para el bien y el mal: junto con mensajes buenos, difunden errores que afectan de modo más o menos directo a la doctrina católica sobre la fe y las costumbres. Los cristianos no nos podemos considerar inmunes al contagio de esta enorme epidemia que sufrimos. Los maestros del error han aumentado en relación a aquella primera época en la que San Pablo escribe estas fuertes recomendaciones. Y sus advertencias, a pesar del tiempo transcurrido, son de plena actualidad. Pablo VI hablaba de "un terremoto brutal y universal"8: terremoto, porque subvierte; brutal, porque va a los fundamentos; universal, porque lo encontramos por todas partes9.

Conocedores de que la fe es un inmenso tesoro, hemos de poner los medios necesarios para conservarla en nosotros y en los demás, y para enseñarla con especial responsabilidad a aquellos que de alguna manera tenemos a nuestro cargo. La humildad de saber que también podemos sufrir el contagio nos moverá a ser prudentes, a no comprar o leer un libro de moda por el solo hecho de estar de moda, a pedir información y consejo sobre espectáculos, programas de televisión, lecturas, etc. La fe vale más que todo.

II. Guarda el precioso depósito por medio del Espíritu Santo que habita en nosotros10.

En el Derecho romano el depósito eran aquellos bienes que se entregaban a una persona con la obligación de custodiarlos para devolverlos íntegros cuando el que los había depositado lo requería11. San Pablo aplica el mismo término al contenido de la Revelación, y así ha pasado a la tradición católica. Este conjunto de verdades que es entregado a cada generación, que a su vez los transmite a la siguiente, no es fruto –como hemos meditado muchas veces del ingenio y de la reflexión humanos, sino que procede de Dios. Por eso, a quienes no son fieles a su enseñanza se podrían dirigir las palabras que el Profeta Jeremías pone en labios de Yahvé: Dos pecados ha cometido mi pueblo: me ha abandonado a Mí, fuente de las aguas vivas, para excavarse aljibes agrietados que no pueden retener las aguas12. Quienes dejan a un lado el Magisterio de la Iglesia, solo pueden enseñar doctrinas de hombres, que resultan no solo vanas y vacías, sino también dañinas –a veces demoledoras para la fe y la salvación. El verdadero evangelizador es aquel que, "aun a costa de renuncias y sacrificios, busca siempre la verdad que debe transmitir a los demás. No vende ni disimula jamás la verdad por el deseo de agradar a los hombres, de causar asombro, ni por originalidad o deseo de aparentar"13.

Dentro de las verdades que componen el depósito de la fe, la Iglesia ha señalado con todo cuidado las definiciones dogmáticas. Muchas de ellas fueron formuladas y precisadas ante ataques de los enemigos de la fe, en épocas de oscuridad, o para acrecentar la piedad de los fieles. En unas charlas a los universitarios católicos de Oxford, R. Knox explicaba que estas verdades venían a ser para nosotros, que recorremos el camino de la vida, lo que para los navegantes las boyas puestas a la desembocadura de un río. Señalan los límites entre los cuales se puede navegar con seguridad y sin miedo; fuera de ellos, siempre existe el peligro de tropezar con algún banco de arena y encallar. Mientras se discurre dentro del camino señalado, tan cuidadosamente marcado, en aquellas materias que se refieren a la fe y a la moral, se puede avanzar tranquilo y a buena marcha. Salirse de él equivale a naufragar. Cuando nos encontramos con estas verdades, nuestro pensamiento, lejos de sentirse coartado, discurre más seguro, porque la verdad se ha hecho más nítida14.

Desde muy antiguo, la Iglesia, maternalmente, ha procurado resumir las verdades de la fe en pequeños Catecismos, en los que de una manera clara y sin ambigüedad ha hecho asequible el tesoro de la Revelación divina –explicado por el Magisterio a lo largo de los siglos–, al alcance de todos. La catequesis, obra de misericordia cada vez más necesaria, es uno de los principales cometidos de la Iglesia, y en ella, en la medida de nuestras posibilidades, hemos de participar todos. A nosotros mismos, cuando ya han pasado los años de la infancia y quizá de la adolescencia, nos puede ser de gran ayuda el repaso de las verdades contenidas y explicitadas de modo sencillo en el Catecismo. Pero no basta con recordar estas ideas fundamentales que un día aprendimos: "poco a poco -señala Juan Pablo II se crece en años y en cultura, se asoman a la conciencia problemas nuevos y exigencias nuevas de claridad y certeza. Es necesario, pues, buscar responsablemente las motivaciones de la propia fe cristiana. Si no se llega a ser personalmente conscientes y no se tiene una comprensión adecuada de lo que se debe creer y de los motivos de la fe, en cualquier momento todo puede hundirse fatalmente..."15. Sin fidelidad a la doctrina no se puede ser fiel al Maestro, y en la medida en que penetramos más y más en el conocimiento de Dios se hace más fácil la piedad y el trato con Cristo.

III. Attende tibi et doctrinae... Cuida de ti mismo –aconseja San Pablo a Timoteo– y de la enseñanza; persevera en esta disposición, pues actuando así te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan16. Debemos aprovechar con empeño los medios de formación que tenemos a nuestro alcance: estudio de obras de la Sagrada Teología que nos recomiende quien sabe y nos conoce bien, aprovechamiento de los retiros, de la lectura espiritual... Se trata de adquirir una buena formación doctrinal según nuestras peculiares circunstancias, para conocer mejor a Dios, para darlo a conocer, para evitar el contagio de tantas falsas doctrinas como cada día, por un medio u otro, nos llegan.

La doctrina nos da luz para la vida, y la vida cristiana dispone el corazón para penetrar en el conocimiento de Dios. Él nos pide constantemente una respuesta de la inteligencia a todas aquellas verdades que, en su amor eterno, nos ha revelado. Este no es un conocimiento teórico: debe desplegarse en la totalidad de la existencia, para permitirnos actuar, hasta en lo más pequeño, de acuerdo con el querer del Señor. Hemos de vivir con arreglo a la fe que profesamos: sabiéndonos hijos de Dios en todas las situaciones, contando con un Ángel Custodio que el Señor ha querido que nos ampare, animados siempre con la ayuda sobrenatural que nos prestan todos los demás cristianos... Con esta vida de fe, casi sin darnos cuenta, daremos a conocer a otros muchos el espíritu de Cristo.

1 Flp 2, 22. — 2 1 Tim 6, 20. — 3 1 Tim 6, 16. — 4 1 Tim 3, 15. — 5 1 Tim 1, 13. — 6 1 Tim 1, 3-4. — 7 Juan Pablo II, Catechesi tradendae, 16-X-1979, 61. — 8 Cfr. Pablo VI, Exhor. Apost. Petrum et Paulum, 22-II-1967. — 9 Cfr. P. Rodríguez, Fe y vida de fe, EUNSA, Pamplona 1974, p. 151. — 10 2 Tim 1, 14. — 11 Cfr. Sagrada Biblia, vol IX, Epístolas a los Tesalonicenses. Epístolas pastorales. EUNSA, Pamplona 1989, nota a 1 Tim 6, 20. — 12 Jer 2, 13. — 13 Pablo VI, Exhor. Apost. Evangelii nuntiandi. 8-XII-1975, 78. — 14 Cfr. R. A. Knox, El torrente oculto, Rialp, Madrid 1956, p. 262 ss. — 15 Juan Pablo II, Alocución 24-III-1979. — 16 1 Tim 4, 16.

* Discípulos y colaboradores de San Pablo, fueron Obispos de Éfeso y Creta, respectivamente. Son los destinatarios de las Cartas llamadas "pastorales" del Apóstol.

Timoteo nació en Listra, en Asia Menor, de madre judía y padre gentil, y se convirtió en el primer viaje de San Pablo a aquella ciudad. Destaca en él la fidelidad con que siguió al Apóstol; debía de ser muy joven cuando San Pablo ruega a los cristianos de Corinto que le traten con respeto, y aún no tenía muchos años cuando fue nombrado Obispo de Éfeso. La tradición nos ha transmitido que murió mártir en esta ciudad.

Tito fue uno de los discípulos más apreciados por San Pablo. Hijo de padres paganos, fue convertido seguramente por el mismo Apóstol. Asistió con él y con Bernabé al Concilio de Jerusalén. En las Cartas de San Pablo aparece como un hombre lleno de fortaleza ante los falsos maestros y las erróneas doctrinas que ya comenzaban a aparecer. Murió, casi centenario, hacia el año 105.

 

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Santoral             (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

 

San Timoteo y San Tito

 

San Timoteo, obispo y mártir. Año 97.

Timoteo significa: tengo un gran respeto a Dios.

San Timoteo fue un discípulo muy amado de san Pablo. Era de Listra. Los Hechos de los Apóstoles dicen: Había en Listra un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente y de padre griego. Los creyentes de la ciudad y de los alrededores daban de él muy buenos testimonios. Pablo quiso que se fuera con él.

San Pablo le impuso las manos y le confió el misterio de la predicación, y en adelante lo consideró siempre como un hijo suyo y un discípulo muy amado. En la carta a los Corintios, el apóstol lo llama "Timoteo: mi hijo amado" (1 Cor. 4,7) y de la misma manera lo llama en las dos cartas que le escribió a él.

Timoteo acompañó a San Pablo en su segundo y tercer viajes misioneros. El apóstol al escribirle más tarde le recordará lo buena que fue su familia: "Quiero refrescar el recuerdo de la gran fe que había en tu familia: en tu abuela Loida y en tu madre Eunice. Que esa fe se conserve en ti, ya que desde tu más tierna infancia te hicieron leer y meditar las Sagradas Escrituras" (1 Tim. 1,5;4,14)

La familia de Timoteo progresó mucho en santidad cuando San Pablo y San Bernabé estuvieron hospedados en su casa en Listra. Y allí aquella ciudad les sucedió a los dos apóstoles un hecho muy singular.

Las gentes al ver cómo Pablo curó instantáneamente a un tullido, bendiciéndolo en nombre de Jesucristo, se imaginaron que estos predicadores eran dos dioses disfrazados de homjbres.

Que Bernabé, por alto y elegante, era Júpiter, y que Pablo, por lo bien que hablaba, era Mercurio, el mensajero de los dioses y patrono de los oradores. Y corrieron a llamar a los sacerdotes del Templo de Júpiter, los cuales llegaron trayendo un toro para ofrecérselo en sacrificio a los dos dioses. San Pablo se dio cuenta del engaño en que estaban, y rasgándose la camisa les gritó: "Hombres, nosotros no somos dioses, somos pobres criaturas como todos ustedes."

Y entonces la situación cambió por completo. Los judíos incitaron al populacho contra los predicadores y los apedrearon dejándolos medio muertos. Fueron llevados a casa de Timoteo y allí les hicieron las curaciones más necesarias y en la madrugada salieron de la ciudad. Seguramente que a Timoteo le debió impresionar muy profundamente el modo tan extraordinariamente heroico y alegre que tenía San Pablo para ofrecer sus padecimientos por amor a Dios y por la salvación de las almas, y esto lo movió más y más a dedicarse a seguirlo en sus trabajos de apostolado.

Después de viajar con él en sus correrías de predicación por varios países, Timoteo acompañó a San Pablo en la prisión que tuvo que sufrir en Roma, pues en las cartas que desde Roma escribió el gran apóstol anuncia que lo está acompañando Timoteo, su fiel discípulo.

Muy famosas son las dos cartas de San Pablo a Timoteo. En ellas le recomienda: "Que nadie te desprecie por tu juventud. Muéstrate en todo un modelo para los creyentes, por la palabra, la conducta, la caridad, la pureza y la fe"(1 Tim. 4,12) y hasta desciende a detalles prácticos: "Timoteo: no tomes sólo agua. Mézclale de vez en cuando un poco de vino, por tus continuos males de estómago" (1 Tim. 5,23).

El historiador Eusebio dice que San Pablo nombró a Timoteo como obispo de Efeso, y San Juan Crisóstomo afirma que fue nombrado presidente de los obispos de esa región. Se cuenta también que en tiempos del emperador Domiciano, hacia el año 97, Timotio fue martirizado, apaleado y apedreado por haber tratado de impedir una fiesta muy corrompida en aquella ciudad.

San Juan Crisóstomo y San Jerónimo narran que junto a los restos o reliquias de San Timoteo, los cristianos obtenían muy grandes favores de Dios (y ojalá los obtengamos también hoy nosotros al recordarlo con cariño).

Lo que más simpatía le atrae a San Timoteo es haber sido discípulo siempre fiel y muy preferido del gran San Pablo. (Que bueno que él nos prendiera un poquito de su aprecio por las palabras de tan gran apóstol).

San Tito, obispo (Siglo I).

Tito fue discípulo y secretario de San Pablo. Acompañó al apóstol en muchos de sus viajes. En las dos cartas a los Corintios San Pablo declara que él confía plenamente en su discípulo Tito, y a él lo envía a tratar de que los cristianos cumplan lo que les ha dicho en sus cartas. Y después dice que ha quedado muy satisfecho por las noticias que Tito le ha traído.

San Pablo lo nombró obispo de la isla de Creta y le escribió una bella carta, señalándole las cualidades que deben tener los sacerdotes.
Parece que murió muy anciano y venerado. Tito significa: defensor. Que él sea nuestro defensor contra los errores que atacan a nuestra religión.

______________________________________________________________Miguel Kozal, Beato Obispo y Mártir, Enero 26  

Miguel Kozal, Beato

Obispo y Mártir

Martirologio Romano: Cerca de la ciudad de Munich, en Alemania, beato Miguel Kozal, obispo auxiliar de Wloclawek, en Polonia, y mártir, que bajo el régimen nazi, por defender la fe y la libertad de la Iglesia, pasó con gran paciencia tres años en el campo de concentración de Dachau, hasta consumar su martirio (1943).

Etimología: Miguel = Dios es justo, es de origen hebreo

El Beato Miguel Kozal es uno de los muchos hijos de Polonia, que testimoniaron con su fe fuerte, su identidad de católicos, muriendo por millares en los tristemente celebres campamentos alemanes de concentración y de exterminio. El Papa Juan Pablo II lo beatificó en Varsovia el 14 de junio de 1987, durante una de sus primeras peregrinaciones a su patria: Polonia.

Michael Kozal nació el 25 de septiembre de 1893 en un pequeño pueblo llamado Nowy Folwark, de la parroquia de Krotoszyn, en la arquidiócesis de Poznan en Polonia. Sus padres fueron John Kozal y Marianna Placzek.

Creció y fue educado en una familia numerosa que era pobre pero muy religiosa. Fue un alumno ejemplar en la escuela elemental, demostrando una afición innata para todo aquello que era sagrado. El 27 de abril de 1905 entró al gimnasio Krotoszyn al que asistió por nueve años, siendo siempre el primero de la clase.

En este período conoció la organización católica clandestina denominada "Asociación Tomás Zen", misma que se oponía a la política de "alemanización" de la educación en las escuelas y de la que en los últimos años de estudió llegó a ser su presidente.

Después de su graduación en 1914, Michael Kozal ingresó al seminario Leonium de Poznan, sus estudios fueron afectado por el estallido de la Primera Guerra Mundial, por lo que los terminó en Gniezno, siendo entonces ordenado como presbítero el 23 de febrero de 1918 en ceremonia realizada en la catedral.

En los años siguientes él tuvo varias asignaciones pastorales en algunos pueblos, cuyos nombres son muy difíciles de pronunciar y leer para nosotros, siendo muy reconocido por el celo y dedicación con que efectuaba su labor, todo mientras completaba sus estudios teológicos con excelentes resultados.

El Cardenal Edmundo Dalbor arzobispo de Gniezno, el 29 de septiembre de 1922 lo nombró prefecto de la escuela católica femenina de humanidades de Bydgoszcz, y en 1927 nombró el director espiritual del Seminario Mayor de Gniezno.

Su obra sacerdotal y su guía espiritual, tuvo tanto éxito que el 25 de septiembre de 1929 fue nombrado rector del seminario, a pesar del hecho que entre todos los maestros él era el único que no tenía un título académico.

Habían transcurrido casi diez años, marcados por una dirección prudente y ejemplar a los estudiantes, cuando el 12 de junio de 1939 el Papa Pío XII lo nombró obispo auxiliar de Wloclawek con el título de obispo titular de Lappa, fue consagrado en la Catedral de la ciudad el 13 de agosto de 1939.

Unos días después, el 1 de septiembre, las tropas nazis invadieron Polonia y estalló la Segunda Guerra Mundial, que tantos horrores y devastación trajo al mundo entero. El Obispo Kozal se volvió un punto de referencia y de esperanza para las asustadas personas de Wloclawek, y pese a la insistente invitación de las autoridades a que se marcharse, él decidió permanecer junto a los feligreses y administrar la diócesis, dado que el 6 de septiembre Monseñor Radonski, obispo titular, abandonara la ciudad.

Su servicio pastoral duró apenas 22 meses; los alemanes entraron en la ciudad el 14 de septiembre, e inmediatamente iniciaron un sistemático desmantelamiento de la actividad eclesial, las publicaciones católicas fueron suprimidas, se confiscaron edificios que pertenecían a iglesias e instituciones religiosas, y se arrestó al clero arrestó.

Enfrentando al terror liberado por los nazis, el obispo Kozal presentó a las autoridades invasoras una vigorosa protesta por el abuso contra la Iglesia, misma que cayó en oídos sordos. Esto trajo como consecuencia una orden para presentarse ante la Gestapo. En esta reunión le indicaron, entre otras cosas, que sus homilías debían ser en alemán, y dado que él no estuvo de acuerdo se ordenó de arresto.

De hecho, el 7 de noviembre de 1939, fue arrestado junto a otros sacerdotes, y llevado a la cárcel de la ciudad donde fue torturado y aislado. El 16 de enero de 1940, junto a otros sacerdotes y seminaristas del instituto Salesiano, fue transferido a Lad bajo arresto domiciliario, donde él podrá secretamente contactar con la diócesis y podrá reorganizar el seminario.

Desde su ventana, él podía ver pasar a multitud de deportistas, pero no se hacía ilusiones sobre su destino, incluso decidió ofrecerle su vida a Dios para la salvación de la Iglesia y de su querida Polonia.

Otros clérigos eran deportados a varios campos de concentración, pero Monseñor Miguel Kozal, junto con siete sacerdotes y un diácono, permanecía todavía en Lad, hasta que, pese a los esfuerzos de la Santa Sede por salvarlos, el 3 de abril de 1941, fueron llevados al campo de concentración de Inowroclaw, donde el obispo reportó lesiones a sus piernas y toda la oreja izquierda, por la tortura infligida por los nazis.

El 25 de abril de 1941, ellos fueron transferidos al famoso campo de Dacha en la que el obispo Kozal recibió el número 24544; allí las torturas eran una constante periódica, especialmente para los sacerdotes católicos, además hubo una epidemia de tifo que cayo sobre gran parte de los deportados.

Mons. Kozal fue golpeado por la enfermedad en forma severa, 25 de enero de 1943, junto con un primo de su padre Ceslao Kozal, fue transferido a una cabaña llamada "Revier", al día siguiente fue visitado por un grupo de doctores, su líder le aplicó una inyección en el brazo derecho y a los pocos minutos Mons. Kozal expiró. El testimonio de su pariente sería crucial, ya que este alcanzó a oír que alguien del grupo de médicos decía: "Así será más fácil el camino a la eternidad". Se desconoce el veneno que le fue inyectado, su cuerpo fue incinerado en el crematorio de Dacha el 30 de enero de 1943.

En la catedral de Wloclawek fue colocada en 1954 una lápida monumental que conmemora el martirio de Obispo Miguel Kozal y otros 220 sacerdotes de la diócesis que se murieron en Dachau. El día de la celebración litúrgica del Beato Miguel Kozal es el 26 de enero.

Si usted tiene alguna información relevante para la cononización del Beato Miguel, contacte a:
Kuria Diecezjalna
ul.
Gdanska 2, 87-800
Wloclawek, POLAND

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Fuente: www.corazones.org
Paula, Santa Patrona de las Viudas, Enero 26  

Paula, Santa

Patrona de las Viudas

Martirologio Romano: En Belén, de Judea, dormición de santa Paula, viuda, la cual pertenecía a una noble familia senatorial y, renunciando a todo, distribuyó sus bienes entre los pobres, retirándose con su hija, la beata virgen Eustochio, junto al pesebre del Señor (404).

Santa Paula nació el 5 de mayo de 347. Por parte de su madre, tenía parentesco con los Escipiones, con los Gracos y Paulo Emilio. Su padre pretendía ser descendiente de Agamenón. Paula tuvo un hijo, llamado Toxocio como su marido y cuatro hijas: Blesila, Paulina, Eustochio y Rufina.

Paula era muy virtuosa como mujer casada y con su marido edificaron a Roma con su ejemplo. Sin embargo ella tenía sus defectos, particularmente el de cierto amor a la vida mundana, lo cual era difícil de evitar por su alta posición social. Al principio Paula no se daba cuenta de esta secreta tendencia de su corazón, pero la muerte de su esposo, ocurrida cuando ella tenía 33 años, le abrió los ojos. Su pena fue inmoderada hasta el momento en que su amiga Santa Marcela, una viuda romana que asombraba con sus penitencias, la persuadió de que se entregara totalmente a Dios. A partir de entonces, Paula vivió en la mayor austeridad.

Su comida era muy sencilla, y no bebía vino; dormía en el suelo, sobre un saco; renunció por completo a las diversiones y a la vida social; y repartió entre los pobres todo aquello que le pertenecía y evitó lo que pudiera distraerla de sus buenas obras.

En una ocasión ofreció hospitalidad a San Epifanio de Salamis y a San Paulino de Antioquía, cuando fueron a roma. Ellos le presentaron a San Jerónimo, con quien la santa estuvo estrechamente asociada en el servicio de Dios mientras vivió en Roma, bajo el Papa San Dámaso.

Santa Blesila, la hija mayor de Santa Paula, murió súbitamente, cosa que hizo sufrir mucho a la piadosa viuda. San Jerónimo, que acababa de volver de Belén, le escribió una carta de consuelo, en la que no dejaba de reprenderla por la pena excesiva que manifestaba sin pensar que su hija había ido a recibir el premio celestial. Paulina, su segunda hija, estaba casada con San Pamaquio, y murió siete años antes que su madre. Santa Eustoquio, su tercera hija, fue su inseparable compañera. Rufina murió siendo todavía joven.

Cuanto mas progresaba Santa Paula en el gusto de las cosas divinas, mas insoportable se le hacía la tumultuosa vida de la ciudad. La santa suspiraba por el desierto, y deseaba vivir en una ermita, sin tener otra cosa en que ocuparse más que en pensar en Dios. Determinó, pues, dejar su casa, su familia y sus amigos y partir de Roma. Aunque era la más amante de las madres, las lágrimas de Toxocio y Rufina no lograron desviarla de su propósito. Santa Paula se embarcó con su hija Eustoquio, el año 385; visitó a San Epifanio en Chipre, y se reunió con San Jerónimo y otros peregrinos en Antioquía. Los peregrinos visitaron los Santos Lugares de Palestina y fueron a Egipto a ver a los monjes y anacoretas del desierto. Un año más tarde llegaron a Belén, donde Santa Paula y Santa Eustoquio se quedaron bajo la dirección de San Jerónimo.

Las dos santas vivieron en una choza, hasta que se acabó de construir el monasterio para hombres y los tres monasterios para mujeres. Estos últimos constituían propiamente una sola casa, ya que las tres comunidades se reunían noche y día en la capilla para el oficio divino, y los domingos en la Iglesia próxima. La alimentación era escasa y mala, los ayunos frecuentes
y severos.

Todas las religiosas ejercían algún oficio y tejían vestidos para sí y para los demás. Todos vestían un hábito idéntico. Ningún hombre podía entrar en el recinto de los monasterios. Paula gobernaba con gran caridad y discreción. Era la primera en cumplir las reglas, y participaba, como Eustoquio, en los trabajos de la casa. Si alguna religiosa se mostraba locuaz o airada, su penitencia consistía en aislarse de la comunidad, colocarse la última en las filas, orar fuera de las puertas y comer aparte, durante algún tiempo. Paula quería que el amor a la pobreza se manifestase también en los edificios e iglesias, que eran construcciones bajas y sin ningún adorno costoso. Según la santa, era preferible repartir el dinero entre los pobres, miembros vivos de Cristo.

Paladio afirma que Santa Paula se ocupaba de atender a San Jerónimo, y le fue a éste de gran utilidad en sus trabajos bíblicos, pues su padre le había enseñado el griego y en Palestina había aprendido suficiente hebreo para cantar los salmos en la lengua original. Además, San jerónimo la había iniciado en las cuestiones exegéticas lo bastante para que Paula pudiese seguir con interés su desagradable discusión con el obispo Juan de Jerusalén sobre el origenismo. Los últimos años de la santa se vieron ensombrecidos por esta disputa y por las preocupaciones económicas que su generosidad había producido. Toxocio, el hijo de Santa Paula, se casó con Leta, la hija de un sacerdote pagano, que era cristiana. Ambos fueron fieles imitadores de la vida de su madre y enviaron a su hija Paula a educarse en Jerusalén al cuidado de su abuela. Paula, la joven, sucedió a Santa Paula en el gobierno de los monasterios. San Jerónimo envió a Leta algunos consejos para la educación de su hija, que todos los padres deberían leer. Dios llamó a sí a Santa Paula a los 56 años de edad. Durante su última enfermedad, la santa repetía incansablemente los versos de los salmos que expresaban el deseo del alma de ver la Jerusalén celestial y de unirse con Dios.

Cuando perdió el habla, Santa Paula hacía la señal de la cruz sobre sus labios. Murió en la paz del señor, el 26 de enero del año 404.

Santa Paula, ruega por nosotros.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Alberico, Santo Abad, Enero 26  

Alberico, Santo

Abad

Martirologio Romano: En el monasterio de Cister, en Borgoña (hoy Francia), san Alberico, abad, que, siendo monje en Molesmes, fue uno de los primeros religiosos que fundaron el nuevo monasterio y, habiendo sido elegido abad, dirigió el cenobio sobresaliendo por su celo en procurar la formación de sus monjes, como verdadero amante de la Regla y de los hermanos (1109).

Los esfuerzos de San Alberico por encontrar un instituto religioso que correspondiese a sus aspiraciones de gran perfección arrojan una luz que nos hace temblar, sobre el temperamento de acero de los monjes del siglo XII. No sabemos nada de la niñez de Alberico. Cuando oímos hablar de él por primera vez, formaba parte de un grupo de siete ermitaños que vivían en el bosque de Collan, no lejos de Chatillon-sur-Seine. Ahí habitaba cierto abad Roberto, hombre de buena familia y muy reputado por su virtud. A pesar de que había fracasado anteriormente en el gobierno de una comunidad de monjes revoltosos, los ermitaños lograron con cierta dificultad que Roberto aceptase ser su superior, y en 1075, emigraron a las cercanías de Molesmes, donde construyeron un monasterio. Roberto era el abad y Alberico el prior. Pronto empezaron a llover regalos al monasterio; la comunidad aumentó, pero el fervor decayó. Durante cierta época, un grupo de monjes se rebeló contra la disciplina religiosa. Roberto, desalentado, se retiró del monasterio. Alberico ocupó su lugar e intentó restablecer el orden; pero los monjes le golpearon y le encerraron finalmente. Alberico y un inglés llamado
Esteban Harding, no pudiendo ya soportar tal estado de cosas, abandonaron también el monasterio. Probablemente cuando el pueblo se enteró de la rebelión, las limosnas empezaron a escasear y entonces los rebeldes prometieron enmienda. Roberto, Alberico y Esteban re tornaron al monasterio. Pero pronto reaparecieron los síntomas de la relajación, y Alberico parece haber lanzado la idea de partir con un grupo de los más fervorosos a fundar aparte una comunidad más observante.


Así se hizo y, en 1098, veintiún monjes se establecieron en Cister, un poco al sur de Dijón, a unos cien kilómetros de Molesmes. Tales fueron los principios de la gran Orden Cisterciense. Roberto, Alberico y Esteban fueron elegidos abad, prior, y subprior, respectivamente. Pero poco después, San Roberto retornó a la comunidad de Molesmes, y Alberico le sucedió en el cargo de abad, de manera que a él deben atribuirse con toda probabilidad, algunas de las principales características de la reforma cisterciense. Se trataba de una restauración de la primitiva observancia benedictina, pero con mucho más austeridad. Una de las manifestaciones externas del cambio fue la adopción del hábito blanco, con escapulario negro y capucha, para los monjes de coro. Según la leyenda, este cambio se debió a un deseo que comunicó la Santísima Virgen a San A1berico en una aparición. Una modificación más profunda fue la institución de una clase especial de "fratres conversi" o hermanos legos, a los que se confió el trabajo casero y, sobre todo, la explotación de las granjas distantes del convento. Sin embargo, todos los monjes estaban obligados en alguna forma al trabajo manual. El coro fue simplificado y abreviado; y se dejó más tiempo para la oración privada.

Alberico no gobernó durante mucho tiempo, y probablemente muchos de los rasgos característicos en la organización definitiva del Cister se deben a su sucesor, San Esteban. Fue él quien nos dejó la noticia más personal sobre San Alberico, en una exhortación que pronunció con motivo de la muerte de éste, ocurrida el 26 de enero de 1109: "A todos nos afecta igualmente esta gran pérdida -dijo-, y difícilmente podré consolaros yo, que necesito de consuelo tanto como vosotros. Vosotros habéis perdido a un padre y a un director de vuestras almas; yo no sólo he perdido a un padre y un guía, sino también a un amigo, a un compañero de armas, a un valiente soldado del Señor, a quien nuestro venerable padre Roberto había educado con ciencia y piedad admirables, desde los primeros días de nuestro instituto monástico... Ha quedado entre nosotros el cuerpo de nuestro amado padre como una forma de su presencia, y él nos ha llevado consigo al cielo en su corazón... El guerrero ha triunfado, el atleta ha recibido el premio merecido, el vencedor ha ganado su corona; dueño ya del triunfo, pide que también a nosotros no sea concedida la palma de los vencedores... No lloremos por el soldado que descansa ya; lloremos más bien por nosotros que seguimos en el frente de batalla, y transformemos en oraciones nuestras palabras de tristeza, rogando a nuestro padre triunfante que no permita que el león rugiente y el feroz enemigo nos derroten".

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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Complentando el santoral de este día, Enero 26  

Otros Santos y Beatos

Santos Jenofonte y María, Juan y Arcadio, monjes
En Jerusalén, santos Jenofonte y María, con sus hijos Juan y Arcadio, los cuales, renunciando a la dignidad senatorial y a todas las posesiones, abrazaron la vida monástica en la Ciudad Santa con gran devoción (s. VI).


San Teógenes, mártir
En la ciudad de Hipona, en Numidia (hoy Argelia), san Teógenes, mártir, acerca del cual san Agustín predicó un sermón (c. 257).


San Agustín (Eystein) Erlandsön, obispo
En la ciudad de Nidaros (Trondheim), en Noruega, san Agustín (Eystein) Erlandsön, obispo, que rigió la Iglesia que le había sido encomendada como primer obispo, procurando su crecimiento y defendiéndola ante los príncipes (1188).



Beata María de la Dive, mártir
En la región de Anjou, en Francia, beata María de la Dive, mártir, que, siendo viuda, fue degollada por su fidelidad a la Iglesia durante la Revolución Francesa (1794).

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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