JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (2, 1-12)
Gloria a ti, Señor.
Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de Oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo".
Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: "En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel".
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: "Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño, y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo".
Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño.
Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron.
Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
Epifanía del Señor
Solemnidad
Florecerá en sus días la justicia y reinará la paz
Manifiéstate en nuestros corazones, Señor
Antífona de Entrada
Mirad que ya viene el Señor de los ejércitos; en su mano están el reino y la potestad
y el imperio.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, Dios nuestro, que por medio de una estrella, diste a conocer en este día, a todos los pueblos el nacimiento de tu Hijo, concede a los que ya te conocemos por la fe, llegar a contemplar, cara a cara, la hermosura de tu inmensa gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del
profeta Isaías (60, 1-6)
Levántate y resplandece, Jerusalén, porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor alborea sobre ti. Mira: las tinieblas cubren la tierra y espesa niebla envuelve a los pueblos; pero sobre ti resplandece el Señor y en ti se manifiesta su gloria. Caminarán los pueblos a tu luz y los reyes, al resplandor de tu aurora.
Levanta los ojos y mira alrededor: todos se reúnen y vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces verás esto radiante de alegría; tu corazón se alegrará, y se ensanchará, cuando se vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos.
Te inundará una multitud de camellos y dromedarios, procedentes de Madián y de Efá. Vendrán todos los de Sabá trayendo incienso y oro y proclamando las alabanzas del Señor.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 71
Que te adoren, Señor,
todos los pueblos.
Comunica, Señor, al rey tu juicio y tu justicia, al que es hijo de reyes; así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres y regirá a tu pueblo justamente.
Que te adoren, Señor,
todos los pueblos.
Florecerá en sus días la justicia y reinará la paz, era tras era. De mar a mar se extenderá su reino y de un extremo al otro de la tierra.
Que te adoren, Señor,
todos los pueblos.
Los reyes de occidente y de las islas le ofrecerán sus dones. Ante él se postrarán todos los reyes y todas las naciones.
Que te adoren, Señor,
todos los pueblos.
Al débil librará del poderoso y ayudará al que se encuentra sin amparo; se apiadará del desvalido y pobre y salvará la vida al desdichado.
Que te adoren, Señor,
todos los pueblos.
Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los Efesios
(3, 2-3. 5-6)
Hermanos:
Han oído hablar de la distribución de la gracia de Dios, que se me ha confiado en favor de ustedes.
Por revelación se me dio a conocer este misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, pero que ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: es decir, que por el Evangelio, también los paganos son coherederos de la misma herencia, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Jesucristo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Hemos visto su estrella en el oriente y hemos venido a adorar al Señor.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (2, 1-12)
Gloria a ti, Señor.
Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de Oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo".
Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: "En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel".
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: "Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño, y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo".
Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño.
Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron.
Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Hermanos, sigamos la estrella que nos conduce a Belén y vayamos al encuentro del Señor, sabiendo que Él es el Dios con nosotros, el Dios
nuestro. Digamos con fe:
Manifiéstate
en nuestros corazones, Señor.
Para que Dios destierre de la Iglesia todo afán de poder, de dominio y de privilegio.
Oremos.
Manifiéstate
en nuestros corazones, Señor.
Para que la vida de la Iglesia ilumine el camino de los hombres y les manifieste el amor que Dios tiene a sus
criaturas.
Oremos.
Manifiéstate
en nuestros corazones, Señor.
Para que todos los hombres vivamos en continua adoración a Dios que salva a la humanidad y que no hace acepción de personas.
Oremos.
Manifiéstate
en nuestros corazones, Señor.
Para que seamos agradecidos al Señor por el don de la fe, la vivamos con audacia y la comuniquemos con alegría.
Oremos.
Manifiéstate
en nuestros corazones, Señor.
Para que el Señor se manifieste a los que reciben el anuncio de la salvación en tierras de misión.
Oremos.
Manifiéstate
en nuestros corazones, Señor.
Para que los niños de nuestras familias acojan a Jesús, como el mejor regalo del Padre y sean solidarios con los niños que sufren la pobreza o la enfermedad.
Oremos.
Manifiéstate
en nuestros corazones, Señor.
Celebrante:
Señor, escucha nuestras súplicas filiales, manifiéstanos tu verdad, háblanos al corazón, y haz que nuestra vida sea un anuncio gozoso de tu salvación universal.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Mira, Señor, con bondad los dones de tu Iglesia, que no consisten ya en oro, incienso y mirra, sino en tu mismo Hijo, Jesucristo, que, bajo las apariencias de pan y de vino, va a ofrecerse en sacrificio y a dársenos en alimento y que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Prefacio de la Epifanía
Cristo, luz de las naciones
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque hoy has revelado en Cristo, para luz de todos los pueblos, el misterio de nuestra salvación; pues al manifestarse tu Hijo en nuestra carne mortal, nos hiciste partícipes de la gloria de su inmortalidad.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
Hemos visto su estrella en el Oriente y venimos con regalos a adorar al Señor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que tu luz, Señor, nos guíe y nos acompañe siempre para que comprendamos cada día más este sacramento en el que hemos participado y podamos recibirlo con mayor amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
___________________________________________________________________________________________
† Meditación diaria
Después de Epifanía
8 de enero
LA VIDA EN NAZARET. TRABAJO
— El Señor, que trabajó en el taller de San José, es nuestro modelo en el trabajo, para santificar nuestra tarea diaria.
— Cómo fue el trabajo de Jesús. Cómo debe ser el nuestro.
— Con el trabajo habitual hemos de ganarnos el Cielo. Mortificaciones, detalles de caridad, competencia profesional en nuestra tarea.
I. Cuando meditamos la vida de Jesús, nos damos cuenta de que la mayor parte de su existencia la pasó en la oscuridad de un pueblo, apenas conocido dentro de su misma patria. Comprendemos que algunos de sus vecinos le dijeran: Sal de aquí para que vean las obras que haces, pues nadie hace las cosas en secreto si pretende darse a conocer1. El valor de las obras del Señor fue siempre infinito, y daba a su Padre la misma gloria cuando aserraba la madera, cuando resucitaba a un muerto y cuando le seguían las multitudes alabando a Dios.
Muchos acontecimientos tuvieron lugar en el mundo durante aquellos treinta años de Jesús en Nazaret. La paz de Augusto había terminado y las legiones romanas se disponían a contener el empuje de los invasores bárbaros... En Judea, Arquelao era desterrado por sus innumerables desórdenes... En Roma, el Senado había divinizado a Octavio Augusto... Pero el Hijo de Dios se hallaba entonces en un pequeño pueblo, a 40 kilómetros de Jerusalén. Vivía en una casa modesta, quizá hecha de adobes como las demás, con su Madre, María, pues José debió fallecer ya en ese tiempo. ¿Qué hacía allí Dios Hombre? Trabajaba, como los demás hombres del pueblo. En nada llamativo se diferenciaba de ellos, pues también era uno de ellos. Era perfecto Dios y hombre perfecto. Y nosotros no podemos olvidar que, tanto su vida oculta, como su vida apostólica, son la existencia temporal del Hijo de Dios.
Cuando Jesús vuelve más tarde a Nazaret, sus paisanos se extrañan de su sabiduría y de los hechos prodigiosos que de Él se cuentan; le conocen por su oficio y por ser el Hijo de María: ¿Qué sabiduría es la que se le ha dado?... ¿No es éste el artesano, el hijo de María?...2. San Mateo nos dirá también, en otro lugar, lo que opinan de Cristo en su tierra: ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama María su madre?...3. Durante muchos años le vieron trabajar, día a día. Por eso sacan a relucir su oficio.
Además, en la predicación del Señor se puede notar que conoce bien el mundo del trabajo; lo conoce como alguien que lo ha tocado muy de cerca, y por eso puso muchos ejemplos de gente que trabaja.
Jesús, en estos años de vida oculta en Nazaret, nos está enseñando el valor de la vida ordinaria como medio de santificación. "Porque no es la vida corriente y ordinaria, lo que vivimos entre los demás conciudadanos, nuestros iguales, algo chato y sin relieve. Es, precisamente en esas circunstancias, donde el Señor quiere que se santifique la inmensa mayoría de sus hijos"4.
Nuestros días pueden quedar santificados si se asemejan a los de Jesús en esos años de vida oculta y sencilla en Nazaret: si trabajamos a conciencia y mantenemos la presencia de Dios en la tarea, si vivimos la caridad con quienes están a nuestro alrededor, si sabemos aceptar las contradicciones evitando la queja, si las relaciones profesionales y sociales son motivo para ayudar a los demás y para acercarlos a Dios.
II. Si contemplamos la vida de Jesús durante estos años sin relieve externo lo veremos trabajar bien, sin chapuzas, llenando las horas de trabajo intenso. Nos imaginamos al Señor recogiendo los instrumentos de trabajo, dejando las cosas ordenadas, recibiendo afablemente al vecino que va a encargarle alguna cosa..., también al menos simpático, y al de conversación poco amena. Tendría Jesús el prestigio de hacer las cosas bien, pues todo lo hizo bien: Mc 7, 37, también las cosas materiales.
Y todos los que le trataron se sintieron movidos a ser mejores, y recibieron los beneficios de la oración callada de Cristo.
El oficio del Señor no fue brillante; tampoco cómodo, ni de grandes perspectivas humanas. Pero Jesús amó su labor diaria, y nos enseñó a amar la nuestra, sin lo cual es imposible santificarla, "pues cuando no se ama el trabajo es imposible encontrar en él ninguna clase de satisfacción, por muchas veces que se cambie de tarea"5.
El Señor conoció también el cansancio y la fatiga de la faena diaria, y experimentó la monotonía de los días sin relieve y sin historia aparente. Esta consideración es también un gran beneficio para nosotros, pues "el sudor y la fatiga, que el trabajo necesariamente lleva en la condición actual de la humanidad, ofrecen al cristiano y a cada hombre, que ha sido llamado a seguir a Cristo, la posibilidad de participar en el amor a la obra que Cristo ha venido a realizar. Esta obra de salvación se ha realizado precisamente a través del sufrimiento y de la muerte en la cruz. Soportando la fatiga del trabajo en unión con Cristo crucificado por nosotros, el hombre colabora en cierto modo con el Hijo de Dios en la redención de la humanidad. Se muestra verdadero discípulo de Jesús, llevando a su vez la cruz de cada día en la actividad que ha sido llamado a realizar"6.
Jesús, durante estos treinta años de vida oculta, es el modelo que debemos imitar en nuestra vida de hombres corrientes que trabajan cada día. Contemplando la figura del Señor comprendemos con mayor hondura la obligación que tenemos de trabajar bien: no podemos pretender santificar un trabajo mal hecho. Hemos de aprender a encontrar a Dios en nuestras ocupaciones humanas, a ayudar a nuestros conciudadanos y a contribuir a elevar el nivel de la sociedad entera y de la creación7. Un mal profesional, un estudiante que no estudia, un mal zapatero... si no cambia y mejora no puede alcanzar la santidad en medio del mundo.
III. Con el trabajo habitual tenemos que ganarnos el Cielo. Para eso debemos tratar de imitar a Jesús, "quien dio al trabajo una dignidad sobreeminente, trabajando con sus propias manos"8.
Para santificar nuestras tareas hemos de tener presente que "todo trabajo humano honesto, intelectual o manual, debe ser realizado por el cristiano con la mayor perfección posible: con perfección humana (competencia profesional) y con perfección cristiana (por amor a la voluntad de Dios y en servicio de los hombres). Porque hecho así, ese trabajo humano, por humilde e insignificante que parezca la tarea, contribuye a ordenar cristianamente las realidades temporales –a manifestar su dimensión divina– y es asumido e integrado en la obra prodigiosa de la Creación y de la Redención del mundo: se eleva así el trabajo al orden de la gracia, se santifica, se convierte en obra de Dios..."9.
En el trabajo santificado –como el de Jesús– encontraremos un campo abundante de pequeñas mortificaciones que se traducen en la atención en lo que estamos haciendo, en el cuidado y en el orden de los instrumentos que manejamos, en la puntualidad, en la manera como tratamos a los demás, en el cansancio ofrecido, en las contrariedades que, sin quejas estériles, procuramos llevar de la mejor manera posible.
En nuestros deberes profesionales encontraremos muchas ocasiones de rectificar la intención para que realmente sea una obra ofrecida a Dios y no una ocasión más de buscarnos a nosotros mismos. De esta manera, ni los fracasos nos llenarán de pesimismo, ni los éxitos nos separarán de Dios. La rectitud de intención –el trabajar de cara a Dios– nos dará esa estabilidad de ánimo propia de las personas que están habitualmente cerca del Señor.
Nos podemos preguntar hoy en nuestra oración personal si tratamos de imitar en nuestro trabajo los años de vida oculta de Jesús: ¿Tengo prestigio profesional y soy competente entre los de mi profesión? ¿Ejercito las virtudes humanas y las sobrenaturales en mi tarea diaria? ¿Sirve mi trabajo para que mis amigos se acerquen más a Dios? ¿Les hablo de la doctrina de la Iglesia en aquellas verdades sobre las que existe más ignorancia o más confusión en el momento actual? ¿Cumplo acabadamente mis deberes profesionales?
Miramos el trabajo de Jesús a la vez que examinamos el nuestro. Y le pedimos: "Señor, concédenos tu gracia. Ábrenos la puerta del taller de Nazaret, con el fin de que aprendamos a contemplarte a Ti, con tu Madre Santa María, y con el Santo Patriarca José (...), dedicados los tres a una vida de trabajo santo. Se removerán nuestros pobres corazones, te buscaremos y te encontraremos en la labor diaria, que Tú deseas que convirtamos en obra de Dios, obra de Amor"10.
1 Jn 7, 8-4. — 2 Cfr. Mc 6, 2-3. — 3 Mt 13, 55. — 4 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 110. — 5 F. Suárez, José, esposo de María, Rialp, Madrid 1982, p. 268. — 6 Juan Pablo II, Enc. Laborem exercens, 14-IX-1981, 27. — 7 Cfr. Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 41. — 8 ídem, Const. Gaudium et spes, 67. — 9 Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, 10. — 10 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 72.
___________________________________________________________________________________________
† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Severino,
predicador
Murió el 9 de enero del año 482, pronunciado la última frase del último salmo de la S. Biblia (el 150): "Todo ser que tiene vida, alabe al Señor".
Había nacido probablemente en Roma el año 410. Es patrono de Viena (Austria) y de Baviera (Alemania).
Su biografía la escribió su discípulo Eugipio.
A nadie decía que era de Roma (la capital del mundo en ese entonces) ni que provenía de una familia noble y rica, pero su perfecto modo de hablar el latín y sus exquisitos modales y su trato finísmo lo decían.
San Severino tenía el don de profecía (anunciar el futuro) y el don de consejo, dos preciosos dones que el Espíritu Santo regala a quienes le rezan con mucha fe.
Se fue a misionar en las orillas del río Danubio en Austria y anunció a las gentes de la ciudad de Astura que si no dejaban sus vicios y no se dedicaban a rezar más y a hacer sacrificios, iban a sufrir un gran castigo. Nadie le hizo caso, y entonces él, declarando que no se hacía responsable de la mala voluntad de esas cabezas tan duras, se fue a la ciudad de Cumana. Pocos días después llegaron los terribles "Hunos", bárbaros de Hungría, y destruyeron totalmente la ciudad de Astura, y mataron a casi todos sus habitantes.
En Cumana, el santo anunció que esa ciudad también iba a recibir castigos si la gente no se convertía. Al principio nadie le hacía caso, pero luego llegó un prófugo que había logrado huir de Astura y les dijo: "Nada de lo terrible que nos sucedió en mi ciudad habría sucedido si le hubiéramos hecho caso a los consejos de este santo. El quiso liberarnos, pero nosotros no quisimos dejarnos ayudar". Entonces las gentes se fueron a los templos a orar y se cerraron las cantinas, y empezaron a portarse mejor y a hacer pequeños sacrificios, y cuando ya los bárbaros estaban llegando, un tremendo terremoto los hizo salir huyendo. Y no entraron a destruir la ciudad.
En Faviana, una ciudad que quedaba junto al Danubio, había mucha carestía porque la nieve no dejaba llegar barcos con comestibles. San Severino amenazó con castigos del cielo a los que habían guardado alimentos en gran cantidad, si no los repartían. Ellos le hicieron caso y los repartieron. Entonces el santo, acompañado de mucho pueblo, se puso a orar y el hielo del río Danubio se derritió y llegaron barcos con provisiones.
Su discípulo preferido, Bonoso, sufría mucho de un mal de ojos. San Severino curaba milagrosamente a muchos enfermos, pero a su discípulo no lo quiso curar, porque le decía: "Enfermo puedes llegar a ser santo. Pero si estás muy sano te vas a perder." Y por 40 años sufrió Bonoso su enfermedad, pero llegó a buen grado de santidad.
El santo iba repitiendo por todas partes aquella frase de la S. Biblia: "Para los que hacen el bien, habrá gloria, honor y paz. Pero para los que hacen el mal, la tristeza y castigos vendrán" (Romanos 2). Y anunciaba que no es cierto lo que se imaginan muchos pecadores: "He pecado y nada malo me ha pasado". Pues todo pecado trae castigos del cielo. Y esto detenía a muchos y les impedía seguir por el camino del vicio y del mal.
San Severino era muy inclinado por temperamento a vivir retirado rezando y por eso durante 30 años fue fundando monasterios, pero las inspiraciones del cielo le mandaban irse a las multitudes a predicar penitencia y conversión. Buscando pecadores para convertir recorría aquellas inmensas llanuras de Austria y Alemania, siempre descalzo, aunque estuviera andando sobre las más heladas nieves, sin comer nada jamás antes de que se ocultara el sol cada día; reuniendo multitudes para predicarles la penitencia y la necesidad de ayudar al pobre y sanando enfermos, despertando en sus oyentes una gran confianza en Dios y un serio temor a ofenderle; vistiendo siempre una túnica desgastada y vieja, pero venerado y respetado por cristianos y bárbaros, y por pobres y ricos, pues todos lo consideraban un verdadero santo.
Se encontró con Odoacro, un pequeño reyezuelo, y le dijo proféticamente: "Hoy te vistes simplemente con una piel sobre el hombro. Pronto repartirás entre los tuyos los lujos de la capital del mundo". Y así sucedió. Odoacro con sus Hérulos conquistó Roma, y por cariño a San Severino respetó el cristianismo y lo apoyó.
Cuando Odoacro desde Roma le mandó ofrecer toda clase de regalos y de honores, el santo lo único que le pidió fue que respetara la religión y que a un pobre hombre que habían desterrado injustamente, le concediera la gracia de poder volver a su patria y a su familia. Así se hizo.
Giboldo, rey de los bárbaros alamanos, pensaba destruir la ciudad de Batavia, San Severino le rogó por la ciudad y el rey bárbaro le perdonó por el extraordinario aprecio que le tenía a la santidad de este hombre.
En otra ciudad predicó la necesidad de hacer penitencia. La gente dijo que en vez de enseñarles a hacer penitencia les ayudara a comerciar con otras ciudades. El les respondió: "¿Para qué comerciar, si esta ciudad se va a convertir en un desierto a causa de la maldad de sus habitantes?". Y se alejó de la ciudad. Poco después llegaron los bárbaros y destruyeron la ciudad y mataron a mucha gente.
En Tulnman llegó una terrible plaga que destruía todos los cultivos. La gente acudió a San Severino, el cual les dijo: "El remedio es rezar, dar limosnas a los pobres y hacer penitencia". Toda la gente se fue al templo a rezar con él. Menos un hacendado que se quedó en su campo por pereza de ir a rezar. A los tres días la plaga se había ido de todas las demás fincas, menos de la inca del haciendo perezoso, el cual vio devorada por plagas toda su cosecha de ese año.
En Kuntzing, ciudad a las orillas del Danubio, este río hacía grandes destrozos en sus inundaciones, y le hacía mucho daño al templo católico que estaba construido a la orilla de las aguas. San Severino llegó, colocó una gran cruz en la puerta de la Iglesia y dijo al Danubio: "No te dejará mi Señor Jesucristo que pases del sitio donde está su santa cruz". El río obedeció siempre y ya nunca pasaron sus crecientes del lugar donde estaba la cruz puesta por el santo.
El 6 de enero del año 482, fiesta de la Epifanía, sintió que se iba a morir, llamó entonces a las autoridades civiles de la ciudad y les dijo: "Si quieren tener la bendición de Dios respeten mucho los derechos de los demás. Ayuden a los necesitados y esmérense por ayudar todo lo más posible a los monasterios y a los templos". Y entonando el salmo 150 se murió, el 8 de enero.
A los seis años fueron a sacar sus restos y lo encontraron incorrupto, como si estuviera recién enterrado. Al levantarle los párpados vieron que sus bellos ojos azules brillaban como si apenas estuviera dormido.
Sus restos han sido venerados por muchos siglos, en Nápoles.
En Austria todavía se conserva en uno de los conventos fundados por él, la celda donde el santo pasaba horas y horas rezando por la conversión de los pecadores y la paz del mundo.
Señor Jesús: que no nos suceda nunca ser castigados por la justicia Divina como aquellos pueblos que no quisieron escuchar la invitación de San Severino a convertirse. Recuérdanos la frase del libro santo: "Hoy si escucháis la voz de Dios no endurezcáis vuestro corazón" (Salmo 94). Que escuchemos siempre a los profetas que nos llaman a la conversión, y que dejando nuestra mala vida pasada, salvemos nuestra alma. Amén.
___________________________________________________________________________________________
Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Gúdula, Santa Patrona de Bruselas, 8 Enero
Todos los visitantes de Bruselas conocen su catedral, dedicada a esta virgen que es también patrona de la ciudad, pero fuera de Bélgica es muy poco conocida, y a muchos su nombre les sonará a extraño y bárbaro, como la oscura y lejana época en que vivió. |
___________________________________________________________________________________________
Fuente: Vatican.va
Eurosia Fabris, Beata Esposa, 8 Enero
Nació en Quinto Vicentino, pequeña localidad situada cerca de la ciudad de Vicenza (Italia), el 27 de septiembre de 1866; sus padres eran campesinos. |
___________________________________________________________________________________________
Fuente: ACIprensa.com
Lorenzo Justiniano, Santo Patriarca de Venecia, Enero 8
Obispo Martirologio Romano: En la ciudad de Venecia (hoy Italia), san Lorenzo Giustiniani, obispo, que ilustró a esta Iglesia con su doctrina de sabiduría eterna (1456). |
___________________________________________________________________________________________
Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: www.iesvs.org
Biblioteca Gratis: http://groups.google.com/group/evangelio/files
¿Email con poca capacidad? Reciba gratis de 6 Gb. con la opción de absorber los mensajes de todas sus demás casillas, y de consultar por outlook o web, escriba a: email arroba iesvs.org
Si no desea el evangelio, santoral y meditación diaria y sólo artículos interesantes censurados por la prensa (la mayoría), unos 4 por semana escriba a: ave-maria-purisima+subscribe@googlegroups.com (responder el mensaje de confirmación).
Para de-suscribirse escribir desde su casilla de email a:
Evangelio+unsubscribe@googlegroups.com
NO debe colocarlo en CC sino en "Para/To"
Si no se desuscribe es porque recibe el mensaje en su otro email que le reenvía al actual: debe escribir desde ese otro email.
Todos los emails que lleguen a IESVS serán automáticamente incorporados para recibir el Evangelio. Si Ud. no desea esto, favor de aclarar en cada envío.