JMJ
Pax
Sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Han oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen. Así serán dignos hijos de su Padre celestial, que hace salir el sol sobre buenos y malos, y manda la lluvia sobre justos e injustos.
Porque, si aman a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen también eso los que recaudan impuestos para Roma? Y si saludan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de más? ¿No hacen lo mismo los paganos? Ustedes sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Catecismo 2181: La Eucaristía del domingo fundamenta y confirma toda la práctica cristiana. Por eso los fieles están obligados a participar en la Eucaristía los días de precepto, a no ser que estén excusados por una razón seria (por ejemplo, enfermedad, el cuidado de niños pequeños) o dispensados por su pastor propio (cf CIC can. 1245). Los que deliberadamente faltan a esta obligación cometen un pecado grave."
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
sab 1a. Sem cuaresma
Antífona de Entrada
La ley del Señor es perfecta y reconforta el corazón; el precepto del Señor es veraz y vuelve sabios a los sencillos.
Oración Colecta
Oremos:
Señor y Padre eterno, haz que se conviertan a ti nuestros corazones, a fin de que, viviendo consagrados a tu servicio, te busquemos siempre a ti y nos dediquemos a la práctica de las obras de misericordia.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Serás un pueblo consagrado al Señor, tu Dios
Lectura del libro del Deuteronomio 26, 16-19
En aquel tiempo dijo Moisés al pueblo:
"Hoy te manda el Señor tu Dios poner en práctica estas leyes y preceptos. Obsérvalos y cúmplelos con todo tu corazón y con toda tu alma.
Hoy has aceptado lo que el Señor te propone: que él será tu Dios, y que tú seguirás sus caminos, cúmplirás sus leyes, sus mandamientos y sus preceptos, y escucharás su voz.
Y el Señor ha aceptado lo que tú le propones: que tú serás el pueblo de su propiedad, como te ha prometido, y que cumplirás todos sus mandamientos. El te encumbrará por encima de todas las naciones que él ha creado, dandote gloria, fama y honor, para que seas un pueblo consagrado al Señor tu Dios, como te ha prometido".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 118 1-2.4-5.7-8
Dichosos los que siguen la ley del Señor.
Dichosos los que con vida intachable siguen la ley del Señor. Dichosos los que cumplen sus preceptos y lo buscan sinceramente.
Dichosos los que siguen la ley del Señor.
Tú promulgaste tus decretos para que se observaran con esmero. ¡Ojalá me mantenga en la observancia de tus normas!
Dichosos los que siguen la ley del Señor.
Te daré gracias de corazón, cuando aprenda tus justas decisiones. Quiero observar tus normas, tú no me abandones.
Dichosos los que siguen la ley del Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Este es el tiempo favorable, éste es el día de la salvación.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
Sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Han oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen. Así serán dignos hijos de su Padre celestial, que hace salir el sol sobre buenos y malos, y manda la lluvia sobre justos e injustos.
Porque, si aman a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen también eso los que recaudan impuestos para Roma? Y si saludan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de más? ¿No hacen lo mismo los paganos? Ustedes sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Señor, que la celebración de este sacramento nos purifique de nuestras faltas y nos haga dignos de participar de tu Eucaristía.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
El camino del éxodo en el desierto cuaresmal
En verdad es justo bendecir tu nombre, Padre rico en misericordia, ahora que, en nuestro itinerario hacia la luz pascual, seguimos los pasos de Cristo, maestro y modelo de la humanidad reconciliada en el amor.
Tú abres a la Iglesia el camino de un nuevo éxodo a través del desierto cuaresmal, para que, llegados a la montaña santa, con el corazón contrito y humillado, reavivemos nuestra vocación de pueblo de la alianza, convocado para bendecir tu nombre, escuchar tu Palabra y experimentar con gozo tus maravillas.
Por estos signos de salvación, unidos a los ángeles, ministros de tu gloria, proclamamos el canto de tu alabanza:
Antífona de la Comunión
Sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto, dice el Señor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Asiste, Señor, con tu ayuda continua a los que alimentas con la Eucaristía; y a cuantos has iluminado con el don de tu palabra, acompáñales siempre con el consuelo de tu gracia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
Cuaresma. 1ª semana. Sábado
LLAMADOS A LA SANTIDAD
— El Señor llama a todos a la santidad, sin distinción de profesión, de edad, condición social, etcétera, en el lugar que cada uno ocupa en la sociedad.
— «Santificar el propio trabajo», «santificarse en el trabajo», «santificar a los demás con el trabajo». Necesidad de personas santas para transformar la sociedad.
— Santidad y apostolado en medio del mundo. Ejemplo de los primeros cristianos.
I. Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto1. Así termina el Evangelio de la Misa de hoy. De muchas maneras nos está recordando la Iglesia, en estos cuarenta días de preparación para la Pascua, que el Señor espera mucho más de nosotros: un empeño serio por la santidad.
Sed perfectos... Y el Señor no solo se dirige a los Apóstoles sino a todos los que quieran ser de verdad discípulos suyos. Se dice expresamente que cuando terminó Jesús estos discursos, las multitudes quedaron admiradas de su doctrina2. Esta gran cantidad de gente que le escucha estaría formada por madres de familia, pescadores, artesanos, doctores de la ley, jóvenes... Todos le entienden y quedan admirados, porque a todos se dirige el Señor. Para todos, cada uno según sus propias circunstancias, tiene el Señor grandes exigencias. El Maestro llama a la santidad sin distinción de edad, profesión, raza o condición social. No hay seguidores de Cristo sin vocación cristiana, sin una llamada personal a la santidad. Dios nos escogió para ser santos y sin mancha en su presencia3, repetirá San Pablo a los primeros cristianos de Éfeso; y para conseguir esta meta es necesario un esfuerzo que se prolonga a lo largo de nuestros días aquí en la tierra: el justo justifíquese todavía más y el santo más y más se santifique4.
Esta doctrina del llamamiento universal a la santidad, es, desde 1928, por inspiración divina, uno de los puntos centrales de la predicación de San Josemaría Escrivá, que ha vuelto a recordar en nuestro tiempo –de todas las maneras posibles– que el cristiano, por su Bautismo, está llamado a la plenitud de la vida cristiana, a la santidad.
El Concilio Vaticano II ha declarado para toda la Iglesia esta vieja doctrina evangélica: el cristiano es llamado a la santidad, desde el lugar que ocupa en la sociedad. «Todos los fieles, cualesquiera que sean su estado y condición, están llamados por Dios, cada uno en su camino, a la perfección de la santidad, por la que el mismo Padre es perfecto»5.Todos y cada uno de los fieles.
Llama el Señor a todos los cristianos que están en medio del mundo en plena ocupación profesional, para que allí le encuentren, realizando aquella tarea con perfección humana y, a la vez, con sentido sobrenatural: ofreciéndola a Dios, viviendo la caridad con las personas que tratan, la mortificación, la presencia de Dios...
Hoy podemos preguntarnos en nuestra oración con el Señor si le damos gracias frecuentemente por esta llamada a seguirle de cerca, si estamos correspondiendo a las gracias recibidas mediante una lucha ascética clara y vibrante por adquirir las virtudes, si estamos vigilantes para rechazar todo aburguesamiento, que mata los deseos de santidad y deja el alma sumida en la mediocridad espiritual y en la tibieza. No basta con querer ser buenos; hay que esforzarse decididamente en sersantos.
II. Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto. La santidad, amor creciente a Dios y a los demás por Dios, podemos y debemos adquirirla en las cosas de todos los días, que se repiten muchas veces, con aparente monotonía. «Para amar a Dios y servirle, no es necesario hacer cosas raras. A todos los hombres sin excepción, Cristo les pide que sean perfectos como su Padre celestial es perfecto (Mt 5, 48). Para la gran mayoría de los hombres, ser santo supone santificar el propio trabajo, santificarse en su trabajo, y santificar a los demás con el trabajo, y encontrar así a Dios en el camino de sus vidas»6.
Para que el trabajo, cualquier tarea recta, pueda convertirse en medio de santidad es necesario que esté humanamente bien hecho, ya que no podemos ofrecer a Dios nada defectuoso, pues no sería digno de Él7. El trabajo bien realizado supone tanto el cuidado de los pequeños deberes que toda profesión lleva consigo como el cumplimiento fidelísimo de la virtud de la justicia con otras personas y con la sociedad, el rectificar con prontitud si se ha cometido algún error con quienes o para quienes trabajamos, el afán constante por mejorar profesionalmente en nuestro quehacer. Esto vale igualmente para el empresario, para el obrero, o el estudiante. Para el médico o para la madre de familia que ha de dedicarse al cuidado de la casa sacando adelante los quehaceres corrientes del hogar.
Santificarnos en el trabajo nos llevará a convertirlo en ocasión y lugar de trato con Dios. Para esto, podemos ofrecer el trabajo al comenzarlo, y luego renovar ese ofrecimiento con frecuencia, aprovechando cualquier circunstancia. A lo largo de su realización se presentarán muchos momentos para ofrecer pequeñas mortificaciones que enriquecen la vida interior y el mismo trabajo que estamos haciendo; también, para el ejercicio de las virtudes humanas (la laboriosidad, la reciedumbre, la alegría...), y de las sobrenaturales (la fe, la esperanza, la caridad, la prudencia...).
El trabajo puede y debe ser el medio para dar a conocer a Cristo a muchas personas. Hay profesiones que tienen una repercusión inmediata en la vida social: la enseñanza, las que se relacionan con los medios de información, el ejercicio de las funciones públicas de un país... Pero no existen tareas que nada tengan que ver con la doctrina de Jesucristo. Aun en problemas muy técnicos de una empresa o en la manera como una madre de familia lleva su hogar, se darán soluciones distintas, en ocasiones radicalmente distintas, según se tenga una visión pagana o cristiana de la vida. Quien no tiene fe siempre tendrá una visión incompleta del mundo, y el modo de comportarse cristiano chocará a veces con la moda del momento, con los usos corrientes entre colegas de una misma profesión. Son circunstancias especialmente propicias para dar a conocer a Cristo, siendo ejemplares en la manera cristiana de actuar, llena de naturalidad y de firmeza.
El mundo está necesitado de Dios, más cuanto con mayor frecuencia repite que no tiene necesidad de Él. Los cristianos, esforzándonos en seguir a Cristo seriamente, lo daremos a conocer. «Un secreto. —Un secreto, a voces: estas crisis mundiales son crisis de santos.
»—Dios quiere un puñado de hombres "suyos" en cada actividad humana. —Después... "pax Christi in regno Christi" —la paz de Cristo en el reino de Cristo»8.
Santificar el trabajo. Santificarse en el trabajo. Santificar con el trabajo.
III. Los primeros cristianos vencieron muchos obstáculos con su empeño y con su amor a Cristo, y nos señalaron el camino: su firmeza en la doctrina del Señor pudo más que la atmósfera materialista, y frecuentemente hostil, que los circundaba. Metidos en la entraña misma de aquella sociedad, no buscaron en el aislamiento el remedio a un posible contagio y su propia supervivencia. Estaban plenamente convencidos de ser levadura de Dios, y su callada pero eficaz acción acabó por transformar aquella masa informe. «Supieron, sobre todo, estar serenamente presentes en el mundo, no despreciar sus valores ni desdeñar las realidades terrenas. Y esta presencia –"ya llenamos el mundo y todas vuestras cosas", proclamaba Tertuliano–, presencia extendida a todos los ambientes, interesada por todas las realidades honestas y valiosas, llegó a penetrarlas de un espíritu nuevo»9.
El cristiano, con la ayuda de Dios, procurará hacer noble y valioso lo vulgar y corriente, convertir cuanto toque, no ya en oro, como en la leyenda del rey Midas, sino en gracia y en gloria. La Iglesia nos recuerda la tarea urgente de estar presentes en medio del mundo, para reconducir a Dios todas las realidades terrenas. Esto solo será posible si nos mantenemos unidos a Cristo mediante la oración y los sacramentos. Como el sarmiento está unido a la vid10, así debemos estar nosotros cada día unidos al Señor.
«Se necesitan heraldos del Evangelio expertos en humanidad, que conozcan a fondo el corazón del hombre de hoy, participen de sus gozos y esperanzas, de sus angustias y tristezas, y al mismo tiempo sean contemplativos, enamorados de Dios. Para esto se necesitan nuevos santos. Debemos suplicar al Señor que aumente el espíritu de santidad en la Iglesia y nos mande santos para evangelizar el mundo de hoy»11. Y esta misma idea la expresaba el Sínodo Extraordinario de Obispos haciendo un balance global de la situación de la Iglesia: «Hoy día necesitamos fuertemente pedir a Dios, con asiduidad, santos»12.
El cristiano ha de ser «otro Cristo». Esta es la gran fuerza del testimonio cristiano. Y de Jesús se dijo, a modo de resumen de toda su vida, que pasó por la tierra haciendo el bien13, y eso debería decirse de cada uno de nosotros, si de verdad procuramos imitarle. «El divino Maestro y Modelo de toda perfección, predicó a todos y cada uno de sus discípulos, en cualquier circunstancia que viviere, la santidad de vida, de la cual Él es autor y consumador: Sed, pues, perfectos (...). Es completamente claro que todos los fieles de cualquier estado o condición de vida están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, santidad que, aun en la sociedad terrena, promueve un modo más humano de vivir»14.
1 Mt 5, 48. — 2 Mt 7, 28. — 3 Ef 1, 4. — 4 Apoc 22, 11. — 5 Conc. Vat. II, Const.Lumen gentium, 11. — 6 Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer, 55. — 7Cfr. Lev 22, 20. — 8 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 301. — 9 J. Orlandis, La vocación del hombre de hoy, Rialp, Madrid 1973, 3ª ed., p. 48. — 10 Cfr. Jn 15, 1-7. — 11 Juan Pablo II, Discurso, 11-X-1985. — 12 Sínodo Extraordinario de Obispos 1985. Relación final II, A n. 4. — 13 Hech 10, 38. — 14 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 40.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Fidel de Sigmaringa
Mártir
Año 1622
Fidel significa: el que es fiel. El que es digno de fe.
Nació en Sigmaringa, Alemania, en 1577.
Tenía una inteligencia muy vivaz y fue enviado a estudiar a la Universidad de Friburgo, donde obtuvo doctorado en ambos derechos, y luego llegó a ser profesor muy estimado de filosofía y letras. Durante seis años fue encargado de la educación de varios jóvenes de las familias principales de Suabia (Alemania), a los cuales llevó por varios países de Europa para que conocieran la cultura y el modo de ser de las diversas naciones. Sus alumnos se quedaban admirados del continuo buen ejemplo de su profesor en el cual no podían encontrar ni una palabra ni un acto que no fueran de buen ejemplo. Lo que los otros gastaban en cucherías él lo gastaba en dar limosnas.
Como abogado, Fidel se dedicó a defender gratuitamente a los pobres que no tenían con qué costearse un defensor. Su generosidad era tan grande que la gente lo llamaba "El abogado de los pobres". Ya desde muy joven renunciaba a conseguir y estrenar trajes nuevos y el dinero que con eso ahorraba lo repartía entre las gentes más necesitadas. Jamás en su vida de estudiante ni en sus años de profesional tomó licor, ni nadie lo vio en reuniones mundanas o que ofrecieran peligro para la virtud. Sus compañeros de abogacía se admiraban de que este sabio doctor nunca empleaba palabras ofensivas en los pleitos que sostenía (y sus contrarios sí las usaban y muy terribles).
Un día el abogado contrario a un pleito, le ofreció en secreto una gran cantidad de dinero, con tal de que arreglaran los dos en privado y se le diera la victoria al rico que había cometido la injusticia. Fidel se quedó aterrado al constatar lo fácil que es para un abogado el prestarse a trampas y vender su alma a Satanás por unas monedas como lo hizo Judas. Y dispuso dejar la abogacía y entrar de religioso capuchino. Tenía 35 años.
Dividió sus importantes riquezas en dos partes: la mitad la repartió a los pobres, y la otra mitad la dio al Sr. Obispo para que hiciera un fondo para costear los estudios a seminaristas pobres.
Con razón le pusieron después esta leyenda debajo de su retrato:
¡Santo es Fidel, y fue abogado!,
Obra del poder Divino.
Mucho le costó ser capuchino
y morir después martirizado.
Habiendo sido tan rico y tan lleno de comodidades se fue a vivir como el más humilde y pobre fraile capuchino. Le pedía constantemente a Dios que lo librara de la tibieza (ese vicio que lo hace a uno vivir sin fervor, ni frío ni caliente, descuidado en sus deberes religiosos y flojo para hacer obras buenas) y le suplicaba a Nuestro Señor que no lo dejara perder el tiempo en inutilidades y que lo empleara hasta lo máximo en propagar el Reino de Dios. Le gustaba repetir la famosa frase de San Bernardo: "Sería una vergüenza que habiendo sido coronado de espinas mi Capitán Jesucristo, en cambio yo que soy su soldado, viviera entre comodidades y sin hacer sacrificios".
En Friburgo consiguió la conversión de muchos protestantes. Y la gente se quedó admirada cuando llegó la peste del cólera, pues se dedicaba de día y de noche a asistir gratuitamente a todos los enfermos que podía. Su austeridad o dominio de sí mismo, era impresionante. Su fervor en la oración y en la Santa Misa conmovían a los que lo acompañaban. Las gentes veían en su persona a una superioridad interior que les impresionaba. Su predicación conseguía grandes frutos porque era sencilla, clara, fácil, práctica, suave y amable, pero acompañada por la unción o fuerza de conmover que proviene de quien antes de predicar reza mucho por sus oyentes y después de la predicación sigue orando por ellos. Era tal el atractivo de sus sermones que hasta los mismos herejes iban a escucharlo. Pero este atractivo fue el que llenó de envidia y rabia a sus opositores y los llevó a escogerlo a él, entre todos los compañeros de misión, para martirizarlo.
Hay algo que a los santos les falla de manera impresionante, es la "prudencia simplemente humana", ese andar haciendo cálculos para no excederse en desgastarse por el Reino de Dios. Los santos no se miden. Ellos se enamoran de Cristo y de su religión y no andan dedicándose a darse a cuenta gotas, sino que se entregan totalmente a la misión que Dios les ha confiado. Y esto le sucedió a Fidel. Cada poco le llegaban tarjetas como esta: "Recuerde que está predicando en tierras donde hay muchos protestantes, evangélicos, calvinistas y demás herejes. No hable tan claro en favor de la religión católica, si es que quiere seguir comiendo tranquilamente su sopa entre nosotros".
Pero él seguía incansable enseñando el Catecismo Católico y previniendo a sus oyentes contra el peligro de las sectas de evangélicos y demás protestantes. Tenía que prevenir a sus ovejas contra los lobos que acaban con las devociones católicas.
Al saber en Roma los grandes éxitos del padre Fidel que con sus predicaciones convertía a tantos protestantes, lo nombraron jefe de un grupo de misioneros que tenían que ir a predicar en Suiza, nido terrible de protestantes calvinistas. Lo enviaba la Sagrada Congregación para la Propagación de la fe.
En la ceremonia con la cual lo despedían solemnemente al empezar su viaje hacia Suiza, Fidel dijo en un sermón: "Presiento que voy a ser asesinado, pero si me matan, aceptaré con alegría la muerte por amor a Jesucristo y la consideraré como una enorme gracia y una preferencia de Nuestro Señor.
Pocos días antes de ser martirizado, al escribir una carta a su lejano superior, terminaba así su escrito: "Su amigo Fidel que muy pronto será pasto de gusanos".
Al llegar a Suiza empezó a oír rumores de que se planeaba asesinarlo porque los protestantes tenían gran temor de que muchos de sus adeptos se pasaran al catolicismo al oírlo predicar. Al escuchar estas noticias se preparó para la muerte pasando varias noches en oración ante el Santísimo Sacramento, y dedicando varias horas del día a orar, arrodillado ante un crucifijo. La santidad de su vida lo tenía ya bien preparado para ser martirizado.
El domingo 24 de abril, se levantó muy temprano, se confesó y después de rezar varios salmos se fue al templo de Seewis, donde un numeroso grupo de protestantes se había reunido con el pretexto de que querían escucharlo, pero con el fin de acabar con él. Al subir al sitio del predicador, encontró allí un papel que decía: "Este será su último sermón. Hoy predicará por última vez". Se armó de valor y empezó entusiasta su predicación. El tema de su sermón fue esta frase de San Pablo: "Una sola fe, un solo Señor, un solo bautismo" (EF. 4,5) y explicó brillantemente cómo la verdadera fe es la que enseñan los católicos, y el único Señor es Jesucristo y que no hay varios bautismos como enseñan los protestantes que mandan rebautizar a la gente. Aquellos herejes temblaban de furia en su interior, y uno de los oyentes le disparó un tiro, pero equivocó la puntería. Fidel bajó del sitio desde donde predicaba y sintiendo que le llegaba el fin, se arrodilló por unos momentos ante una imagen de la Sma. Virgen. Quedó como en éxtasis por unos minutos, y luego salió por una pequeña puerta por la sacristía detrás del templo.
Los herejes lo siguieron a través del pueblo gritándole: "Renuncie a lo que dijo hoy en el sermón o lo matamos". El les respondió valientemente: "He venido para predicar la verdadera fe, y no para aceptar falsas creencias. Jamás renunciaré a la fe de mis antepasados católicos." Aquel grupo de herejes, dirigidos por un pastor protestante, le gritaba: "O acepta nuestras ideas o lo matamos". El les contestó: "Ustedes verán lo que hacen. Yo me pongo en manos de Dios y bajo la protección de la Virgen Santísima. Pero piensen bien lo que van a hacer, no sea que después tengan que arrepentirse muy amargamente". Entonces lo atacaron con palos y machetes y lo derribaron por el suelo, entre un charco de sangre. Poco antes de morir alcanzó a decir: "Padre, perdónalos".
Era el 24 de abril del año 1622.
Dios demostró la santidad de su mártir, obrando maravillosos milagros junto a su sepulcro. Y el primer milagro fue que aquel pastor protestante que acompañaba a los asaltantes, se convirtió al catolicismo y dejó sus errores.
El Papa Benedicto XIV lo declaró santo en 1746.
San Fidel mártir: te encomendamos nuestros países tan plagados de ideas ajenas al Evangelio que le van quitando la devoción a nuestra gente y la van llevando al indiferentismo y a la herejía. Haz que a ejemplo tuyo se levanten por todas partes apóstoles Católicos valerosos y santos que prevengan al pueblo y no lo dejen caer en las garras de lobos que asaltan al verdadero rebaño del Señor.
Si el grano de trigo cae a tierra y muere, produce mucho fruto. (Jesucristo).
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María de Cleofás, Santa Discípula de Jesús, Abril 24
Discípula de Jesús Tía de Nuestro Señor Jesucristo Madre de Judas Tadeo, Santiago el Menor, Simón y José Martirologio Romano: En Jerusalén, conmemoración de las santas mujeres María de Cleofás y Salomé, que, junto con María Magdalena, muy de mañana del día de Pascua se dirigieron al sepulcro del Señor para ungir su cuerpo y recibieron el primer anuncio de la Resurrección (s. I).
Etimológicamente: María = Aquella señora bella que nos guía, es de origen hebreo.
En los grandiosos acontecimientos de la Redención, durante el dramático epílogo sobre el Calvario, un coro silencioso y triste de "piadosas mujeres" espera un poco lejos que todo se haya terminado: "Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y María de Magdala" dice el evangelista san Juan. Era el grupo de las que "lo seguían desde cuando estaba en Galilea para servirlo, y muchas otras que habían venido de Jerusalén junto con él".
Entre las espectadoras se encuentra, pues, la santa que hoy se venera, cuya continua y vigilante presencia cerca del Salvador le ha merecido un puesto particular en la devoción de los cristianos, más que su parentela con la Santísima Virgen y san José.
A María de Cleofás –así llamada por el marido Clopa o Cleofás— comunmente se le considera la madre de los "hermanos del Señor" Santiago el Menor, apóstol y obispo de Jerusalén, y José. El historiador palestino Hegesipo dice que Cleofás era hermano de san José y padre de Judas Tadeo y de Simón. Este último fue elegido para suceder a Santiago el Menor en la sede episcopal de Jerusalén.
La identificación de Alfeo con Cleofás llevó a algunos exegetas a considerar a María de Cleofás cuñada de la Virgen María, y madre de tres apóstoles. Cleofás (Alfeo)
es, además, uno de los discípulos que el día de la resurrección de Jesús, mientras iban hacia Emaús, fueron alcanzados por Jesús a quien reconocieron en la "fracción del pan". Mientras el esposo se alejaba de Jerusalén, con el corazón lleno de melancolía y desilusión, la esposa María de Cleofás, siguiendo el impulso de su corazón, iba de prisa a la tumba del Redentor para rendirle el extremo homenaje de la unción ritual con varios ungüentos. En efecto, el viernes por la tarde se había quedado atrás con María Magdalena para ver "en dónde lo dejaban". Dice el evangelista Marcos: "María la Magdalena y María, la madre de Santiago el menor y de José miraban dónde lo ponían".
Pasado el sábado, muy de mañana, mientras el marido regresaba a casa, María de Cleofás y las otras compañeras "compraron perfumes y fueron a hacerle las unciones"; pero el ángel les anunció: "No está aquí, ha resucitado". A las piadosas mujeres, que fueron al sepulcro con sus ungüentos y con su dolor, les correspondió el privilegio de conocer las primeras la noticia de la resurrección: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?". "Si Cristo no resucitó -dirá San Pablo- nuestra fe no vale nada y nosotros seríamos unos mentirosos… Pero Cristo resucitó y es la primicia de los otros que ahora duermen y resucitarán". Esta alegre noticia se la llevaron a los "Doce y a todos los otros" unas pocas mujeres, entre ellas María de Cleofás.
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Fuente: buonpastoreint.org
María de Santa Eufrasia Pelletier, Santa Virgen y Fundadora, Abril 24
Fundadora de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor Martirologio Romano: En Anjou, en Francia, santa María de Santa Eufrasia (Rosa Virginia) Pelletier, virgen, que fundó el Instituto de las Hermanas del Buen Pastor, para acoger piadosamente a las mujeres de vida ligera, llamadas Magdalenas (1868).
Etimológicamente: María = Aquella señora bella que nos guía, es de origen hebreo.
Etimológicamente: Rosa = Aquella que es bella y dulce como una rosa, es de origen latino.
Etimológicamente: Eufrasia = Aquella que tiene una existencia gozosa y sin problemas, es de origen griego.
Rosa Virginia Pelletier nació en 1796 en la isla de Noirmoutier, Francia. La futura fundadora quedó muy impactada por la profunda fe de sus padres en medio de la Revolución francesa. Estudiante en Tours, Francia, el corazón compasivo de Rosa Virginia se sensibilizó hacia las jóvenes y mujeres de las que se ocupaban las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad. A los 18 años de edad, Rosa Virginia entró al monasterio cercano al pensionado y recibió el nombre de Hermana María Eufrasia.
La Orden de Nuestra Señora de la Caridad fue fundada en Caen en 1641 por San Juan Eudes para ayudar a las jóvenes y mujeres en dificultad que querían dar otro rumbo a su vida. Cada monasterio era autónomo.
La Hermana María Eufrasia fue nombrada superiora del monasterio de Tours a los 29 años de edad. En 1829, bajo su mandato, respondió a la solicitud de fundar un monasterio en la ciudad de Angers. En 1831, al finalizar su servicio como superiora en Tours, fue a Angers para asumir el mismo cargo en el monasterio fundado en dicha ciudad. En este tiempo, la Hermana María Eufrasia fundó una comunidad contemplativa en ese mismo monasterio. Conocidas hoy como las Hermanas Contemplativas del Buen Pastor, su misión es la de orar por las personas con quienes las Hermanas Activas ejercen su servicio apostólico y por la salvación de las personas del mundo entero.
Las solicitudes de nuevas fundaciones de otros monasterios de Nuestra Señora de la Caridad seguían llegando a Angers. Al verse incapaz de responder a todas estas demandas con los recursos de un único monasterio, la Hermana María Eufrasia se sintió inspirada a pedir a Roma la fundación de un Generalato que uniera todos los monasterios e hiciera posible el intercambio de personal y de otros recursos. Roma aprobó su petición en enero de 1835. Con la aprobación del Generalato nació la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor. Todas las comunidades fundadas a partir del monasterio de Angers formaron parte de este nuevo Generalato, así como cualquier otro monasterio de la Orden de Nuestra Señora de la Caridad que quiso unirse.
La Congregación creció enormemente. Sin teléfono, ni fax, ni correo electrónico, sin poder viajar por avión, Hermana María Eufrasia fundó en el transcurso de su vida 110 casas en todos los continentes. Murió en Angers, el 24 abril de 1868. Fue beatificada en 1933 y canonizada en 1940. Hoy las Hermanas Activas del Buen Pastor y las Hermanas Contemplativas del Buen Pastor sirven en 65 países, abrazando el mundo con su celo por la salvación de todas las personas. |
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Ivo o Ives de Huntingdonshire, Santo Obispo, Abril 24
Obispo Según una leyenda medieval, san Ivo fue un obispo persa que gozaba con de gran honor y prestigio entre los suyos, y llevaba una fuerte vida de disciplina de cara a sí mismo. Juntamente con tres compañeros se fue a Inglaterra y se establecieron en ermitas lejanas para vivir en paz, penitencia y soledad.
Murieron en el siglo VII y con el tiempo se olvidó la gente de ellos.
Sin embargo, alrededor del año 1001 se llevaron a cabo unos descubrimientos interesantes: algunos huesos pertenecientes a san Ivo.
Goselin, en su Vida de san Ivo dice que el culto de Ivo se propagó durante un siglo.
Siguiendo las narraciones de los sueños de un campesino, sus huesos fueron identificados y pertenecían a san Ivo. Fueron trasladados a la abadía de Ramsey, en la que se hicieron muchos milagros.
Un siglo más tarde, apareció una luz sobre la abadía. Todos la interpretaron como un significado claro de que eran los huesos de san Ivo. Estos deberían ser llevados a Slepe en donde se fundaría una nueva abadía que daría a conocer mejor la reliquia de san Ivo.
En el arte aparece este santo como un sereno y prudente eremita persa al que se le concede el honor de ser obispo. Hoy es venerado en Huntingdonshire. |
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Fuente: Vatican.va
Benito Menni, Santo Fundador, Abril 24
Fundador de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús Martirologio Romano: En Dinan, en Francia, san Benito (Ángel) Menni, presbítero de la Orden de San Juan de Dios, fundador de la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús (1914).
Etimológicamente: Benito = Aquel a quien Dios bendice, es de origen latino.
Etimológicamente: Ángel = Aquel que es portador de un mensaje, es de origen griego.
Origen familiar y vocación hospitalaria
La ciudad de Milán fue su cuna, habiendo nacido y sido bautizado el mismo día 11 de marzo de 1841. Se le puso el nombre compuesto de Ángel-Hércules, que han sido como una premonición del espíritu y fuerza, que había de caracterizar su personalidad.
Era el quinto de quince hijos del matrimonio formado por Luis Menni y Luisa Figini. En su hogar cálido y acogedor halló el apoyo y estímulo para su desarrollo intelectual y personalidad.
La llamada de Dios la siguió pronto: fino de conciencia, dejó un buen trabajo en un banco y, altruista ante el que sufre, se ofreció a ayudar al traslado de los soldados heridos que llegaban de la batalla de Magenta, cerca de Milán.
Admirado de la entrega que entonces descubrió en los Hermanos de San Juan de Dios, a los 19 años pidió el ingreso en la Orden Hospitalaria.
Con el nombre de Benito inició la vida religiosa y se consagró a Dios y a la asistencia de los enfermos; con el mismo nombre le veneraremos como San Benito Menni.
Formación y misión hospitalaria
Durante sus estudios de enfermería y sacerdotales fue forjando su personalidad religioso-hospitalaria, que puso a disposición de los superiores, es decir de la causa en favor de la sociedad más necesitada, como eran tantos enfermos.
España, la cuna de la Orden Hospitalaria, vivía entre luchas políticas en declarada hostilidad hacia lo religioso, mientras la obra de Juan de Dios había quedado prácticamente extinguida; necesitaba un impulso renovador, y Benito Menni será la persona providencial para su realización.
Destinado a España en 1867, llevó a cabo sus dos grandes obras: la restauración de la Orden de San Juan de Dios y la fundación de la Congregación femenina, "Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús".
Su espíritu magnánimo, capacidad y disposición le ayudaron a superar muchas dificultades y tomar grandes iniciativas de especial consideración en pro de los enfermos y su asistencia integral.
Restaurador de la Orden Hospitalaria
Mandado por el entonces General de la Orden Juan M. Alfieri, que siempre fue su apoyo, y con la bendición del papa Pío IX antes de salir de Roma, Benito Menni manifiesta desde el primer momento su fuerte voluntad y espíritu decidido. A los pocos meses abre con éxito el primer hospital infantil de España en Barcelona (1867), que constituye el inicio de su extraordinaria obra restauradora, que dirigirá durante 36 años.
Desde el primer momento, gracias a su empeño vocacional, se le unirán numerosos y generosos seguidores, con los cuales a su vez podrá dar continuidad a las nuevas instituciones hospitalarias, que se multiplicarán por España, Portugal y México, continuando después por todo el nuevo mundo.
Fundador de las Hermanas Hospitalarias
Con la llegada a Granada (1878), Benito Menni entra en contacto con dos jóvenes, María Josefa Recio y María Angustias Giménez, las cuales serán en 1881 la semilla de una nueva Institución sanitaria, netamente femenina, con característica específica para la asistencia psiquiátrica.
En Ciempozuelos, Madrid, tiene su origen y se constituye la Casa Madre de la "Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús", la cual es aprobada por la Santa Sede en 1901.
Como signo de su identidad en el servicio hospitalario les transmite su lema en seis palabras: "rogar, trabajar, padecer, sufrir, amar a Dios y callar".
Muy pronto, sin embargo, la nueva fundación extiende sus alas de caridad misericordiosa y se establece por diversos países de Europa y América Latina, y más tarde por África y Asia. Actualmente, en que tiene lugar la canonización de Benito Menni, su fundador, se hallan presentes en 24 naciones con más de 100 Centros hospitalarios.
Benito Menni, en cuanto Fundador y Padre espiritual, les infundió su espíritu característico juandediano, continuando durante más de 30 años su dirección y formación ascético-hospitalaria.
Visitador y Superior general de la Orden
La magna obra que Benito Menni realizó como restaurador y fundador se extendió, llamado por la Santa Sede, en favor de toda la Orden siendo nombrado primero Visitador Apostólico de la misma (1909-1911) y a continuación como Superior General (1911), a cuyo cargo, sin embargo, tuvo que renunciar un año después por incomprensiones y por motivos de salud.
Sus dos últimos años los pasó en humildad y purificación, muriendo santamente, lleno de méritos, en Dinán, Francia, el 24 de abril de 1914.
Sus restos, trasladados por sus Hermanos de España a Ciempozuelos, hoy son venerados bajo el altar central de la "Capilla de los Fundadores" en la Casa Madre de sus Hijas Hospitalarias de Ciempozuelos.
En la Gloría de los santos
Abierto su proceso de santidad en la diócesis de Madrid, donde está enterrado, en los años 1945-1947, sus virtudes fueron reconocidas como heroicas por la Congregación para las Causas de los Santos el 11 de mayo de 1982, por lo que pasó a ser considerado " Venerable".
Reconocida como milagrosa la curación en favor de Dña. Asunción Cacho, fue proclamado "Beato" en la Basílica vaticana por el papa Juan Pablo II el 23 de junio de 1985.
Su mensaje en clave hospitalaria
Ante su entrega fecunda y rectitud santa y santificadora, con su vida ofrendada a Dios y a los enfermos con unción y generosidad total, el testimonio de Benito Menni hoy cobra actualidad con su canonización, siendo propuesto a la Iglesia universal como modelo y ejemplo, en especial dentro del campo de la salud y de la enfermedad.
La humanización y la evangelización son desafíos ante el nuevo milenio. San Benito Menni viene a recordar e iluminar las palabras de Cristo, "Estaba enfermo y habéis tenido cuidado de mi. Venid, benditos de mi Padre".
En el campo sanitario se utilizan los beneficios del progreso técnico, pero no pocas veces falta el corazón a la asistencia. Con frecuencia el interés sanitario está más orientado hacia la enfermedad que hacia el enfermo, considerado el mismo más como un número o un caso clínico, que como una persona o un hermano, imagen de Dios que sufre, a quien asistir.
Fue canonizado el 21 de noviembre de 1999 por S.S. Juan Pablo II. |
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Fuente: Vatican.va
María Isabel Hesselblad, Beata Religiosa Brigidina, Abril 24
Abadesa Martirologio Romano: En Roma, beata María Isabel Hesselblad, virgen, la cual, oriunda de Suecia, después de varios años de trabajar en un hospital restauró la Orden de Santa Brígida, notable por su solicitud hacia la contemplación, la caridad para con los necesitados y la unidad de los cristianos (1957)
Etimológicamente: María = Aquella señora bella que nos guía, es de origen hebreo.
Etimológicamente: Isabel = Aquella a quien Dios da la salud, es de origen hebreo.
La Beata nació en un pequeño pueblito de Fâglavik, en la provincia de Âlvsborg, Suecia, el 4 de junio de 1870.
Fueron sus padres el Sr. Augusto Roberto Hesselblad y la Sra. Cajsa Pettesdotter Dag, fue la quinta de trece hijos.
Recibió el bautismo en la Iglesia Luterana de su Parroquia de Hundene, Suecia y transcurrió su infancia por diversos lugares, siguiendo a su familia que por motivos económicos buscaban lugares de trabajo.
En el año de 1886, para ganarse el pan y contribuir al sostenimiento de su familia, se fue a trabajar en Kârlosborg y después en Estados Unidos de América donde frecuentó la escuela de enfermería en el Hospital Roosvelt en Nueva York.
Ahí se dedicó a asistir a los enfermos a domicilio, este trabajo fue muy duro para ella porque no se sentía bien de salud, sin embargo el contacto con los enfermos católicos y la sed que tenía por buscar la verdad contribuyeron a tener viva en su alma la búsqueda del redil de Cristo.
La oración, el estudio y la devoción filial por la Madre del Redentor la condujeron decididamente hacia la Iglesia Católica y el 15 de agosto de 1902, en el Convento de la Visitación en Washington, recibió el sacramento del bautismo "bajo condición" de las manos del P. Juan Hagen, S.I., que fue también su director espiritual.
En Roma recibió el sacramento de la Confirmación y vio claramente que debía dedicarse a la unidad de los cristianos. Visitó también el templo y la casa de Santa Brígida de Suecia (+ 1373), recibiendo una grande y profunda impresión a tal grado que mientras se encontraba en oración en ese lugar, escuchó una voz que le decía: "Es aquí donde deseo que te pongas a mi servicio".
Regresó a Estados Unidos sin embargo aunque no se encontraba bien de salud dejó todo y el 25 de marzo de 1904 se estableció en Roma en la casa de Santa Brígida, donde fue recibida cariñosamente por las monjas que vivían ahí.
En el silencio y en la oración conoció profundamente el amor de Cristo, cultivó y difundió la devoción de Santa Brígida y de Santa Catarina de Suecia, tuvo siempre una creciente preocupación espiritual por su país por la Iglesia.
En 1906 San Pío X le concedió llevar el hábito de la Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida y de profesar sus votos religiosos como hija espiritual de la santa de Suecia. Su sueño de dar vida en Roma a una comunidad Brigidina no se realizó, sin embargo, floreció una nueva rama del antiguo troneo Brigidino, y así, el 9 de septiembre de 1911 la Beata comenzando con 3 jóvenes postulantes inglesas, refundó la Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida con la misión de orar y trabajar especialmente por la unión de los cristianos de Escandinavia con la Iglesia Católica.
En 1931 tuvo la grande alegría de obtener perpetuamente por parte de la Santa Sede, la iglesia y la casa de Santa Brígida en Roma que llegaron a ser el centro de la Orden.
Durante y después de la segunda Guerra Mundial la Beata realizó una intensa Obra de caridad a favor de los pobres y de los perseguidos por leyes de racismo; promovió un movimiento por la paz con católicos y no católicos, trabajando fuertemente en el ecumenismo.
Desde el inicio de su Fundación atendió su preocupación la formación de sus hijas espirituales para las que fue madre y maestra. Les recomendaba la unión con Dios, la ardiente flama de asemejarse al Divino Salvador, el amor a la Iglesia y al Romano Pontífice y de hacer oración para que existiera un solo redil y un solo Pastor añadiendo: "Este es el fin primario de nuestra vocación".
La Beata fue fiel toda su vida al Señor, esto lo comprobamos en sus escritos de 1904 donde dice "Amado Señor, no te pido que me enseñes el sendero, te seguiré fuertemente de tu mano en la obscuridad, en los momentos de angustia y de miedo, cerraré los ojos para hacerte ver cuanta fe tengo en ti Esposo de mi alma".
La esperanza en Dios y en su providencia la sostuvo en cada momento de su vida, sobre todo en las horas de la prueba, de la preocupación y de la cruz. Puso siempre en primer lugar las cosas del cielo a las de la tierra, la voluntad de Dios a su voluntad y el bien del prójimo a la propia utilidad. Contemplando el amor infinito del Hijo de Dios que se inmoló por nuestra salvación, alimentó en su corazón la flama de la caridad que manifestó con la bondad de sus obras.
A sus hijas les decía continuamente: "Debemos nutrir un gran amor hacia Dios y hacia el prójimo, un amor fuerte, ardiente, que queme todas las imperfecciones, soporte fuertemente un acto de impaciencia, una palabra hiriente y con esto se presta a llegar con premura a un acto de caridad".
La Beata se asemejaba a un jardín en el cual el sol de la caridad hace florecer obras de misericordia espirituales y corporales. Siempre tuvo atenciones hacia sus hijas religiosas, se preocupó por lo pobres, por los enfermos, por los judíos perseguidos, por los sacerdotes, por los niños a los que les enseñaba la doctrina cristiana, por su familia de origen y por toda la gente de Suecia y de Roma.
Fue una mujer humilde y servicial con todos los que le pedían ayuda, siempre tuvo la alegría de condividir con los demás los dones que recibía del Señor. Fue prudente en las iniciativas por el Reino de Dios en el hablar, en el aconsejar y en el corregir.
Tuvo grande respeto por la libertad religiosa de los no cristianos y de los no católicos que recibió en su casa. Practicó la justicia hacia Dios y hacia el prójimo, la templanza, el dominio de sí, el alejarse de los honores de las cosas del mundo, la humildad, la castidad, la obediencia, la fortaleza en las tribulaciones, la perseverancia en la oración y en el servicio a Dios, la fidelidad en su consagración religiosa.
Caminó con Dios abrazando la cruz de Cristo que la acompañó desde su juventud. "Para mí, afirmaba la Beata, el camino de la cruz fue el más hermoso que he visto porque en él conocí a mi Señor y Salvador", junto a los sufrimientos morales padeció también interrumpidamente sufrimientos físicos. La cruz llegó a ser en manera particular dolorosa y pesada en los últimos años de su vida. Debido a su constancia en la oración vivió serenamente la voluntad de Dios y así se preparó al encuentro definitivo con el Esposo Divino que la llamó en las primeras horas del 24 de abril de 1957.
Vivió y murió en fama de santidad, esta fama ha crecido también después de su muerte, y por la misma se comenzó su causa a los altares.
Fue beatificada el 9 de abril de 2000 por S.S. Juan Pablo II. |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Wilfrido de York, Santo Obispo, Abril 24
Obispo Martirologio Romano: En York, en Northumbria, san Wilfrido, obispo, que, después de trabajar con todo esmero, fue obligado a abandonar su sede y murió entre los monjes de Ripon, de quienes fue abad durante un tiempo (709).
Etimológicamente: Wilfirdo = Aquel que sale victorioso, es de origen germánico.
San Wilfrido, obispo de York, se distinguió por su celo en defender en Inglaterra los usos romanos. Ofreció asilo al piadoso Dagoberto II, hijo de San Sigeberto, rey de Austrasia, destronado por el mayordomo de palacio Grimoaldo. Encargóse de la educación del joven príncipe; y éste, vuelto a su reino, recibió con grandes honores al santo obispo, obligado a su vez a abandonar su patria como consecuencia de las vejaciones del rey Egfrido. De allí, San Wilfrido fue a Roma a reclamar la protección del Papa, y volvió a Inglaterra, donde Egfrido lo hizo encarcelar. Recuperada la libertad, pero no pudiendo obtener la ejecución del juicio del Papa, se fue a Sussex a predicar el Evangelio. Fue puesto entonces en posesión de la diócesis de Hexham, retomó el gobierno de los monasterios que había fundado y murió visitándolos, en el año 709, a la edad de 75 años. |
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Gregorio de Elvira o de Illiberis Obispo, Abril 24
Obispo Martirologio Romano: En Illiberis (o Elvira, hoy Granada), en la Hispania Bética, san Gregorio, obispo, cuyo libro Sobre la Fe fue alabado por san Jerónimo (s. IV).
Etimológicamente: Gregorio = Aquel que esta siempre preparado, es de origen griego.
Padre de la Iglesia hispanorromano. Fue un prelado español del siglo IV. Este santo, llamado también Gregorio Bético, es citado con elogio por Eusebio Vercelense, san Jerónimo y otros, los cuales dicen que se había enfrentado a Osio por haber comunicado con Alsacio, Ursacio y Valente de lo cual se puede inferir que ya era obispo de Ilíberis antes del año 347.
Entre sus obras destacan un tratado sobre la fe, otro sobre el Cantar de los cantares, y sobre el arca de Noé. Usa un lenguaje sencillo, se esmera en preparar sus sermones, hallar un sentido espiritual. Predicar es un deber, un acto de caridad. Tiene una gran preocupación por preservar la fe del error. Casi todos los sermones explican textos del Antiguo Testamento, le dedica mayor atención porque presenta mayor dificultad. Otra razón es que en el Evangelio no aparece nada que no aparezca en el Antiguo Testamento, en la ley y en los profetas. La sombra no existe sin el cuerpo, tampoco Cristo sin la Ley, ni esta sin Cristo.
En "De doctrina cristiana" habla de los sentidos de la Escritura. En Sobre la catequesis de los principiantes sobre la enseñanza de la fe. La Sagrada Escritura a veces es oscura, hay que clarificarla en la exposición. Considera importante que el predicador viva lo que dice, sea orante antes que parlante. A la personalidad de San Agustín nos podemos acercar por sus sermones.
San Agustín dice que el efecto de la predicación sería nulo si Cristo no estuviese en el corazón de los oyentes. El que instruye es Cristo, su Espíritu. Debemos crear la posibilidad para que Cristo instruya, de ese crecimiento. El secreto del buen catequista es predicar con alegría. Es mejor hablar a Dios de ellos, que a ellos de Dios, en caso que no les entiendan. Dios ama al que da con alegría.
La santidad de Gregorio goza de una devoción antiquísima, ya que su nomnbre se ve en varios martirologios, honrándose su memoria en España desde el siglo VII como consta de San Isidoro, que le llama Santo. No se sabe con certeza el año de su muerte pero se cree que aún vivía en 392 y que llegó hasta la última senectud. |
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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Abril 24
San Alejandro, mártir En Lyon, en la Galia, san Alejandro, mártir, que tres días después de la pasión de san Epipodio fue sacado de la cárcel, azotado y clavado en una cruz hasta expirar (178).
San Antimo, obispo En Nicomedia, en Bitinia, san Antimo, obispo, y compañeros, mártires en la persecución bajo el emperador Diocleciano. Antimio, por confesar a Cristo, recibió la gloria del martirio al ser decapitado, y de la multitud de sus compañeros, unos fueron degollados, otros quemados vivos, otros abandonado en alta mar sobre naves, según dispuso el juez (303).
San Deodato, abad En las cercanías de Blois, en la Galia Lugdunense, san Deodato, diácono y abad, que después de llevar vida anacorética, reunió discípulos a los que presidió (s. VI).
San Melito, abad y obispo En Canterbury, en Inglaterra, san Melito, obispo, que, siendo abad, fue enviado por el papa san Gregorio I Magno a Inglaterra, donde fue ordenado obispo de los sajones orientales por san Agustín, y, después de sufrir muchas tribulaciones, accedió a la sede de Canterbury (624).
San Egberto, monje y presbítero En la isla de Iona, en Escocia, san Egberto, presbítero y monje, que se preocupó en la evangelización de varias zonas de Europa y convenció, ya anciano, a los monjes de Iona para que aceptasen el cómputo romano del día de Pascua, entrando a celebrar la eterna fiesta al término de la misa de la solemnidad pascual (729).
San Guillermo Firmato, eremita En Mortain, en Normandía, san Guillermo Firmato, eremita, que antes había sido canónigo y médico en Tours, pero después de una peregrinación a Jerusalén, se retiró a la soledad hasta su muerte (1103). |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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