miércoles, 20 de febrero de 2013

Jueves del Santísimo Sacramento. 21/02/2013. San Pedro Damián ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 7-12

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: 
"Pidan y Dios les dará, busquen y encontrarán, llamen y Dios les abrirá. Porque todo el que pide recibe, el que busca encuentra, y al que llama, Dios le abre.
¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan le da una piedra?; o si le pide un pez, ¿le da una serpiente? Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre del cielo dará cosas buenas a los que se las pidan!
Así pues, traten a los demás como quieran que ellos los traten, porque en esto consisten la ley y los profetas".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

jue 1a. Sem cuaresma

Antífona de Entrada

Señor, oye mis palabras, escucha mi lamento, haz caso de mi voz suplicante, Rey mío y Dios mío.

Oración Colecta

Oremos:
Puesto que sin ti nada podemos, concédenos, Señor, luz para distinguir el bien y valor para ponerlo en práctica, a fin que vivamos siempre según tu voluntad. 
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

No tengo otro defensor más que tú, Señor

Lectura del libro de Ester 14, 1.3-5.12-14

En aquellos días la reina Ester, angustiada porque la muerte se le venía encima, recurrió al Señor, y oró así al Señor de Israel:
"Señor mío, tú eres nuestro único rey, ayúdame, porque estoy sola, no tengo a más protector que a ti, y el peligro me amenaza. Desde niña he oído en mi familia que tú, Señor, elegiste a Israel entre todas las naciones, y a nuestros padres entre todos sus antepasados, como heredad perpetua, cumpliendo todas tus promesas. 
Acuérdate de nosotros, Señor, y hazte presente en medio de nuestra tribulación. Dame valor, Rey de los dioses y dominador de todo poder; inspírame palabras oportunas; cuando tenga que hablar al león, cambia su corazón; haz que aborrezca a nuestro adversario, para que muera con sus cómplices. Líbrame, Señor, con tu poder, y ayúdame a mí, que estoy sola, y no tengo a nadie más que a ti, Señor".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 137, 1-2a.2bc-3.7c-8

Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón; te cantaré en presencia de los dioses extranjeros, postrado hacia tu templo santo.
Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.

Doy gracias a tu nombre por tu amor y tu fidelidad. Cuando te invoqué, me escuchaste y fortaleciste mi ánimo.
Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.

Despliegas tu poder contra la saña de mis enemigos. El Señor completará lo que hace por mí: Señor, tu amor es eterno, no abandones la obra de tus manos.
Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús. 
Crea en mí, Señor, un corazón puro y devuélveme tu salvación que regocija.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Todo el que pide, recibe

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 7-12

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: 
"Pidan y Dios les dará, busquen y encontrarán, llamen y Dios les abrirá. Porque todo el que pide recibe, el que busca encuentra, y al que llama, Dios le abre.
¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan le da una piedra?; o si le pide un pez, ¿le da una serpiente? Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre del cielo dará cosas buenas a los que se las pidan!
Así pues, traten a los demás como quieran que ellos los traten, porque en esto consisten la ley y los profetas".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, en tu bondad las ofrendas y súplicas que te presentamos, y convierte hacia ti nuestros corazones. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Las privaciones voluntarias

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. 
Porque con nuestras privaciones voluntarias nos enseñas a reconocer y agradecer tus dones, a dominar nuestro afán de suficiencia y a repartir nuestros bienes con los necesitados, imitando así tu generosidad.
Por eso, 
con todos los ángeles, te glorificamos y te aclamamos diciendo:

Antífona de la Comunión

Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que toca se le abre.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Concédenos, Señor Dios nuestro, que el sacramento que nos has dado como ayuda para nuestra salvación, nos sirva de auxilio tanto para esta vida como para la futura. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Dia 21/02 San Pedro Damiani (obispo y doctor de la Iglesia, blanco)

Antífona de Entrada

Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento; y los que enseñaron a muchos la justicia, serán como estrellas eternas.

Oración Colecta

Oremos:
Te suplicamos, Dios nuestro, que quienes estamos reunidos aquí para celebrar la fiesta de san Pedro Damiani podamos, por su intercesión y a ejemplo suyo, ir profundizando cada día más en tu conocimiento y en tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Cumple tu trabajo de evangelizador y desempeña a la perfección tu ministerio

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo
4,1-5

Querido hermano: En presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos, te pido encarecidamente, por su advenimiento y por su Reino, que anuncies la palabra; insiste a tiempo y a destiempo; convence, reprende y exhorta con toda paciencia y sabiduría.
Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se rodearán de maestros que les halaguen el oído; se harán sordos a la verdad y sólo escucharán las fábulas.
Tú, en cambio, sé siempre prudente, soporta los sufrimientos, cumple tu trabajo de evangelizador y desempeña a la perfección tu ministerio.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 15

Tú, Señor, eres mi herencia.

Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos.
Tú, Señor, eres mi herencia.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado jamás tropezaré.
Tú, Señor, eres mi herencia.

Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti.
Tú, Señor, eres mi herencia.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Permanezcan en mi amor, dice el Señor; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.
Aleluya.

Evangelio

El que permanece en mi y yo en él, ése da fruto abundante

Ý Lectura del santo Evangelio según san Juan
15, 1-8

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto.
Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en mí se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde.
Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Que la participación en esta Eucaristía nos llene, Señor, de la luz de tu Espíritu que iluminó a san Pedro Damiani y lo hizo instrumento de tu gloria.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Los santos pastores siguen presentes en la Iglesia

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque permites que tu Iglesia se alegre hoy con la festividad de san Pedro Damiani: para animarnos con el ejemplo de su vida, instruirnos con su palabra y protegernos con su intercesión.
Por eso,
con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar:

Antífona de la Comunión

Nosotros proclamamos a Cristo crucificado: fuerza de Dios y sabiduría de Dios.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Alimentados con este sacramento te pedimos, Señor, que, fieles a las enseñanzas de san Pedro Damiani, te demos gracias sin cesar por los dones recibidos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

 

Cuaresma. 1ª semana. Jueves

LA ORACIÓN DE PETICIÓN

— Pedir y agradecer, dos formas de relacionarnos con Dios. Dos modos de oración muy gratos al Señor. Rectitud de intención al pedir.

— Humildad y perseverancia en la petición.

— El Señor siempre nos atiende. Buscar también la intercesión de la Virgen, nuestra Madre, y del Ángel Custodio.

I. Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá; porque todo el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y a quien llama se le abrirá1.

Pasamos una buena parte de nuestra vida pidiendo cosas a otras personas que tienen más, o que tienen unos conocimientos superiores a los nuestros. Pedimos, porque somos gente necesitada. Y es, en muchas ocasiones, la única posibilidad de relacionarnos con los demás. Si no pidiéramos nunca nada, terminaríamos en una especie de vacío y de falsa y empobrecida autosuficiencia. Pedir y dar; eso es la mayor parte de nuestra vida y de nuestro ser. Al pedir nos reconocemos necesitados. Al dar podemos ser conscientes de la riqueza sin término que Dios ha puesto en nuestro corazón.

Lo mismo nos ocurre con Dios. Gran parte de nuestras relaciones con Él están definidas por la petición; el resto, por el agradecimiento. Al pedir nos manifestamos en nuestra radical insuficiencia. Pedir nos hace humildes; además, damos a nuestro Dios la oportunidad de mostrarse como Padre. Conocemos así el amor que Dios nos tiene. Pues, ¿quién hay entre vosotros a quien si el hijo le pide pan le dé una piedra?... ¿Cuánto más vuestro Padre que está en los Cielos dará cosas buenas a quienes le pidan?2.

No pedimos con egoísmo, ni llenos de soberbia, ni con avaricia, ni por envidia. Si nuestra petición es, por ejemplo, la ayuda en unos exámenes, un favor material, sanar de una enfermedad, etc., debemos examinar en la presencia de Dios los verdaderos motivos de esa petición. Le preguntaremos en la intimidad de nuestra alma si eso que hemos solicitado nos ayudará a amarle más y a cumplir mejor su Voluntad. En muchas ocasiones nos daremos enseguida cuenta de la poca entidad de ese asunto que nos parecía de vida o muerte, y nos haremos cargo de que aquello que deseábamos desesperadamente no era tan importante. Sabremos enderezar nuestra voluntad con la Voluntad de Dios y, entonces, va mucho mejor encaminada nuestra petición.

Podemos pedir al Señor que nos sane pronto de una enfermedad; pero también debemos pedir juntamente que, si esto no sucede porque sus planes son otros –planes misteriosos y desconocidos para nosotros, pero que vienen de un Padre–, nos conceda entonces la gracia necesaria para llevar con paciencia esos dolores, y la sabiduría para sacar de esa enfermedad grandes frutos que benefician a nuestra alma y a toda la Iglesia.

La primera condición de toda petición eficaz es conformar primero nuestra voluntad a la Voluntad de Dios, que en ocasiones quiere o permite cosas y acontecimientos que nosotros no queremos ni entendemos, pero que terminarán siendo de grandísimo provecho para nosotros y para los demás. Cada vez que hacemos ese acto de identificación de nuestro querer con el de Dios, hemos dado un paso muy importante en la virtud de la humildad.

Existen innumerables bienes que el Señor espera que le pidamos para que se nos concedan. Bienes espirituales y materiales; ordenados todos a nuestra salvación y a la del prójimo. «¿No convendréis conmigo en que, si no alcanzamos lo que pedimos a Dios, es porque no oramos con fe, con el corazón bastante puro, con una confianza bastante grande, o porque no perseveramos en la oración como debiéramos? Jamás Dios ha denegado ni denegará nada a los que le piden sus gracias debidamente»3.

II. Siempre procuramos ir a la oración con la confianza de hijos. Y entonces buscamos identificar nuestra voluntad con la de nuestro Padre Dios: no se haga mi voluntad, sino la tuya4, podríamos añadir después de cada petición. Porque no queremos afirmar nuestro proyecto de vida sino, ante todo, cumplir la Voluntad de Dios. El Evangelio nos presenta muchos casos de esta oración filial, humilde y perseverante. San Mateo narra5 la petición de una mujer que puede servir de ejemplo para todos nosotros. Llegó Jesús a la región de Tiro y Sidón, tierra de gentiles. Debía ir buscando en esos lugares algún descanso para sus Apóstoles, ya que no lo pudo encontrar en la región desértica de Betsaida; quiere pasar unos días a solas con ellos.

Mientras caminaban, se les acercó una mujer, con una insistente petición. Y a pesar de su perseverancia en el ruego, Jesús guarda silencio: Pero Él no contestó palabra, dice el Evangelista.

Los discípulos le dicen que la atienda, para que se vaya. No hace más que molestar con su insistencia. Pero Jesús pensaba de otro modo. Después de un rato, sale de su silencio y, lleno de ternura al ver su humildad, la atiende. Le explica el plan divino de la salvación: No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Era el plan divino desde la eternidad. Él redimiría con su Vida y su Muerte en la Cruz a todos los hombres, pero la evangelización comenzará por Israel; luego los apóstoles de todos los tiempos la llevarán hasta el fin de la tierra6, a todos los hombres.

Pero esta mujer cananea, que acaso ni comprendió el plan divino, no se desanima ante su respuesta: Mas ella, acercándose, se postró ante Él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Sabe lo que quiere y sabe que puede conseguirlo de Jesús.

El Señor le explica de nuevo, con una parábola, lo mismo que acaba de decirle poco antes: No es bueno tomar el pan de los hijos y arrojarlo a los perrillos. Los «hijos» eran el pueblo de Israel7, al que ella no pertenece. Muy pronto llegará también la hora de los gentiles.

Pero la mujer no cede en su empeño. Su fe se acrecienta y se desborda. Y ella se introduce en la parábola, con gran humildad, como un personaje más: Verdad, Señor, pero también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.

Tanta fe, tanta humildad, tanta constancia, hacen exclamar al Señor:¡Oh mujer, grande es tu fe! Y, con un tono entre solemne y lleno de condescendencia, añade: Hágase conforme tú lo deseas.

El Evangelista tendrá buen cuidado en anotar: Y a la misma hora su hija quedó curada. Para este milagro excepcional fueron necesarias también una fe, una humildad y una constancia excepcionales.

Jesús nos oye siempre: también cuando parece que calla. Quizá es entonces cuando más atentamente nos escucha. Quizá está provocando –con este aparente silencio– que se den en nosotros las condiciones necesarias para que el milagro se realice: que le pidamos confiadamente, sin desánimo, con fe.

Cuántas veces nuestra oración, ante necesidades perentorias, será la misma: ¡Señor, socórreme! ¡Qué estupenda jaculatoria para tantas necesidades –sobre todo del alma– que nos son tan urgentes!

Pero no basta pedir; hay que hacerlo con perseverancia, como esa mujer, sin cansarnos, para que la constancia alcance lo que no pueden nuestros méritos. Mucho vale la oración perseverante del justo8. Dios ha previsto todas las gracias y ayudas que necesitamos, pero también ha previsto nuestra oración.

Pedid y se os dará... llamad y se os abrirá. Y recordamos ahora nuestras muchas necesidades personales y las de aquellas personas que viven cerca de nosotros. No nos abandona el Señor.

III. Si alguna vez no se nos concedió algo que pedimos confiadamente es que no nos convenía: «bien mira por ti quien no te da, cuando le pides lo que no te conviene»9. ¡Él sí que sabe lo que nos conviene! Esta oración que hicimos con tanta insistencia quizá, habría sido eficaz para otros bienes, o para otra ocasión más necesaria. ¡Nuestro Padre Dios la encaminó bien!: «Siempre da más de lo que le pedimos»10. Siempre.

Para que nuestra petición sea atendida con más prontitud, podemos solicitar las oraciones de otras personas cercanas a Dios, como hizo aquel Centurión de Cafarnaún: le envió algunos ancianos de los judíos a suplicarle que viniese a curar a su criado. Estos amigos cumplieron bien su cometido: fueron a Jesús, y rogaron con gran insistencia que condescendiese: Es un sujeto –le decían– que merece que le hagas este favor...11. El Señor atendió sus ruegos.

A la hora de pedir oraciones nos puede ser útil recordar que «después de la oración del Sacerdote y de las vírgenes consagradas, la oración más grata a Dios es la de los niños y la de los enfermos»12.

También pediremos a nuestro Ángel Custodio que interceda por nosotros y presente nuestra petición al Señor, pues «el ángel particular de cada cual, aun de los más insignificantes dentro de la Iglesia, por estar contemplando siempre el rostro de Dios que está en los cielos, viendo la divinidad de nuestro Creador, une su oración a la nuestra y colabora en cuanto le es posible en favor de lo que pedimos»13.

Tenemos además un camino, que la Iglesia nos ha enseñado desde siempre, para que nuestras peticiones lleguen con prontitud ante la presencia de Dios. Este camino es la mediación de María, Madre de Dios y Madre nuestra. A Ella acudimos ahora y siempre: «Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo...»14.

1 Evangelio de la Misa, Mt 7, 7-12. — 2 Mt 7, 9 y 11. — 3 Santo Cura de Ars,Sermón sobre la oración. — 4 Lc 22, 42. — 5 Mt 15, 21-28. — 6 Hech 1, 8. — 7 Cfr.Ex 4, 23; Is 1, 2; Jer 31, 20; Os 11, 1; etc.  8 Sant 5, 17. — 9 San Agustín, Sermón 126.  10 Santa Teresa, Camino de perfección, 37. — 11 Lc 7, 3-4. — 12 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 98. — 13 Orígenes, Trat. sobre la oración, 10. — 14Oración «Acordaos» de San Bernardo.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Pedro Damián
Cardenal, Obispo de Ostia

Doctor de la Iglesia (año 1072).

Damián significa: el que doma su cuerpo. Domador de sí mismo.

San Pedro Damián fue un hombre austero y rígido que Dios envió a la Iglesia Católica en un tiempo en el que la relajación de costumbres era muy grande y se necesitaban predicadores que tuvieran el valor de corregir los vicios con sus palabras y con sus buenos ejemplos. Nació en Ravena (Italia) el año 1007.

Quedó huérfano muy pequeñito y un hermano suyo lo humilló terriblemente y lo dedicó a cuidar cerdos y lo trataba como al más vil de los esclavos. Pero de pronto un sacerdote, el Padre Damián, se compadeció de él y se lo llevó a la ciudad y le costeó los estudios. En honor a su protector, en adelante nuestro santo se llamó siempre Pedro Damián.

El antiguo cuidador de cerdos resultó tener una inteligencia privilegiada y obtuvo las mejores calificaciones en los estudios y a los 25 años ya era profesor de universidad. Pero no se sentía satisfecho de vivir en un ambiente tan mundano y corrompido, y dispuso hacerse religioso.

Estaba meditando cómo entrarse a un convento, cuando recibió la visita de dos monjes benedictinos, de la comunidad fundada por el austero San Romualdo, y al oírles narrar lo seriamente que en su convento se vivía la vida religiosa, se fue con ellos. Y pronto resultó ser el más exacto cumplidor de los severísimos reglamentos de su convento.

Pedro, para lograr dominar sus pasiones sensuales, se colocó debajo de su camisa correas con espinas (cilicio, se llama esa penitencia) y se daba azotes, y se dedicó a ayunar a pan y agua. Pero sucedió que su cuerpo, que no estaba acostumbrado a tan duras penitencias, empezó a debilitarse y le llegó el insomnio, y pasaba las noches sin dormir, y le afectó una debilidad general que no le dejaba hacer nada. Entonces comprendió que las penitencias no deben ser tan exageradas, y que la mejor penitencia es tener paciencia con las penas que Dios permite que nos lleguen, y que una muy buena penitencia es dedicarse a cumplir exactamente los deberes de cada día y a estudiar y trabajar con todo empeño.

Esta experiencia personal le fue de gran utilidad después al dirigir espiritualmente a otros, pues a muchos les fue enseñando que en vez de hacer enfermar al cuerpo con penitencias exageradas, lo que hay que hacer es hacerlo trabajar fuertemente en favor del reino de Dios y de la salvación de las almas.

En sus años de monje, Pedro Damián aprovechó aquel ambiente de silencio y soledad para dedicarse a estudiar muy profundamente la Sagrada Biblia y los escritos de los santos antiguos. Esto le servirá después enormemente para redactar sus propios libros y sus cartas que se hicieron famosas por la gran sabiduría con la que fueron compuestas.

En los ratos en que no estaba rezando o estudiando, se dedicaba a labores de carpintería, y con los pequeños muebles que construía ayudaba a la economía del convento.

Al morir el superior del convento, los monjes nombraron como su abad a Pedro Damián. Este se oponía porque se creía indigno pero entre todos lo lograron convencer de que debía aceptar. Era el más humilde de todos, y pedía perdón en público por cualquier falta que cometía. Y su superiorato produjo tan buenos resultados que de su convento se formaron otros cinco conventos, y dos de sus dirigidos fueron declarados santos por el Sumo Pontífice (Santo Domingo Loricato y San Juan de Lodi. Este último escribió la vida de San Pedro Damián).

Muchísimas personas pedían la dirección espiritual de San Pedro Damián. A cuatro Sumos Pontífices les dirigió cartas muy serias recomendándoles que hicieran todo lo posible para que la relajación y las malas costumbres no se apoderaran de la Iglesia y de los sacerdotes. Criticaba fuertemente a los que son muy amigos de pasear mucho, pues decía que el que mucho pasea, muy difícilmente llega a la santidad.

A un obispo que en vez de dedicarse a enseñar catecismo y a preparar sermones pasaba las tardes jugando ajedrez, le puso como penitencia rezar tres veces todos los salmos de la Biblia (que son 150), lavarles los pies a doce pobres y regalarles a cada uno una moneda de oro. La penitencia era fuerte, pero el obispo se dio cuenta de que sí se la merecía, y la cumplió y se enmendó.

Los dos peores vicios de la Iglesia en aquellos años mil, eran la impureza y la simonía. Muchos sacerdotes eran descuidados en cumplir su celibato, o sea ese juramento solemne que han hecho de esforzarse por ser puros, y además la simonía era muy frecuente en todas partes. Y contra estos dos defectos se propuso luchar Pedro Damián.

Varios Sumos Pontífices, sabiendo la gran sabiduría y la admirable santidad del Padre Pedro Damián, le confiaron misiones delicadísimas. El Papa Esteban IX lo nombró Cardenal y Obispo de Ostia (que es el puerto de Roma). El humilde sacerdote no quería aceptar estos cargos, pero el Papa lo amenazó con graves castigos si no lo aceptaba. Y allí, con esos oficios, obró con admirable prudencia. Porque al que es obediente consigue victorias.

Resultó que el joven emperador Enrique IV quería divorciarse, y su arzobispo, por temor, se lo iba a permitir. Entonces el Papa envió a Pedro Damián a Alemania, el cual reunió a todos los obispos alemanes, y valientemente, delante de ellos le pidió al emperador que no fuera a dar ese mal ejemplo tan dañoso a todos sus súbditos, y Enrique desistió de su idea de divorciarse.

Sus sermones eran escuchados con mucha emoción y sabiduría, y sus libros eran leídos con gran provecho espiritual. Así, por ejemplo, uno que se llama "Libro Gomorriano", en contra de las costumbres de su tiempo. (Gomorriano, en recuerdo de Gomorra, una de las cinco ciudades que Dios destruyó con una lluvia de fuego porque allí se cometían muchos pecados de impureza). A los Pontífices y a muchos personajes les dirigió frecuentes cartas pidiéndoles que trataran de acabar con la Simonía, o sea con aquel vicio que consiste en llegar a los altos puestos de la Iglesia comprando el cargo con dinero (y no mereciéndolo con el buen comportamiento). Este vicio tomó el nombre de Simón el Mago, un tipo que le propuso a San Pedro apóstol que le vendiera el poder de hacer milagros. En aquel siglo del año mil era muy frecuente que un hombre nada santo llegara a ser sacerdote y hasta obispo, porque compraba su nombramiento dando mucho dinero a los que lo elegían para ese cargo. Y esto traía terribles males a la Iglesia Católica porque llegaban a altos puestos unos hombres totalmente indignos que no iban a hacer nada bien sino mucho mal. Afortunadamente, el Papa que fue nombrado al año siguiente de la muerte de San Pedro Damián, y que era su gran amigo, el Papa Gregorio VII, se propuso luchar fuertemente contra ese vicio y tratar de acabarlo.

La gente decía: el Padre Damián es fuerte en el hablar, pero es santo en el obrar, y eso hace que le hagamos caso con gusto a sus llamadas de atención.

Lo que más le agradaba era retirarse a la soledad a rezar y a meditar. Y sentía una santa envidia por los religiosos que tienen todo su tiempo para dedicarse a la oración y a la meditación. Otra labor que le agradaba muchísimo era el ayudar a los pobres. Todo el dinero que le llegaba lo repartía entre la gente más necesitada. Era mortificadísimo en comer y dormir, pero sumamente generosos en repartir limosnas y ayudas a cuantos más podía.

El Sumo Pontífice lo envió a Ravena a tratar de lograr que esa ciudad hiciera las paces con el Papa. Lo consiguió, y al volver de su importante misión, al llegar al convento sintió una gran fiebre y murió santamente. Era el 21 de febrero del año 1072. Inmediatamente la gente empezó a considerarlo como un gran santo y a conseguir favores de Dios por su intercesión.

El Papa lo canonizó y lo declaró Doctor de la Iglesia por los elocuentes sermones que compuso y por los libros tan sabios que escribió.

San Pedro Damián: consíguenos de Dios la gracia de que nuestros sacerdotes y obispos sean verdaderamente santos y sepan cumplir fielmente su celibato.

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Fuente: Oremosjuntos.com
Noël (Natal) Pinot, Beato Mártir, Febrero 21  

Noël (Natal) Pinot, Beato

Presbítero y Mártir

Martirologio Romamo: En Anjou, en Francia, beato Natal Pinot, presbítero y mártir, el cual, durante la Revolución Francesa, siendo párroco, mientras se preparaba para celebrar misa fue detenido y, revestido con los ornamentos litúrgicos a modo de burla, llevado al patíbulo como al altar del sacrificio (1794).

El último de 16 hijos, que había nacido en el hogar de piadosos padre en Angers (Francia Occidental) el 19 de diciembre de 1747, en vísperas de la Navidad, recibió en el bautismo un nombre que debiera recordar la Navidad: "Noël" (En latín sería "Natalis" y en italiano "Natale").

Este niño trajo no sólo alegría navideña a su numerosa familia, sino también a la Iglesia el honor de un nuevo mártir de la Santísima Eucaristía.

Con los oratorianos en Angers recibió el muchacho una buena educación; en diciembre de 1770 la ordenación sacerdotal hizo de él un devoto y bondadoso sacerdote diocesano que desarrolló en su lugar una preciosa labor.

Los primeros 10 años trabajó como capellán en Bousse (Sarthe) y en Corze. En junio de 1781 regresó a la ciudad obispal de Angers para terminar sus estudios de teología, que culminarían con un grado académico. Durante este lapso, Noel era capellán en el Hospital de los incurables en Angers. El 6 de febrero de 1788 recibió el título de "Magister Artium".

Poco después fue nombrado párroco de Saint - Aubin en Lauroux - Béconnais, una parroquia relativamente grande, que contaba con 3,000 almas. Aquí obro como buen pastor, pero solamente durante dos años, pues él entró pronto en la tormenta de la Revolución Francesa que apenas estalló. El 12 de julio de 1791 se acordó en París la Constitución civil. El padre Pinot se negó, con otros valientes sacerdotes, a prestar juramento a esta constitución anticlerical. En su sermón del 27 de febrero de 1791 la criticó fuertemente y de inmediato fue denunciado a las autoridades. El 5 de marzo se le tomó preso y llevado a Angers, donde siete días después recibió la prohibición de ejercer su profesión de sacerdote.

Bajo estas circunstancias no le quedaba otra posibilidad que esconderse. Primero en el Hospital de los incurables en Angers. Después de buscarle allá, llevó durante dos años la vida de un sacerdote perseguido, libre como pájaro y huyendo de un lugar a otro. Aunque siempre preparado para huir, seguía ofreciendo clandestinamente la Santa Misa y administrando los sacramentos.

Cuando los católicos de la Vendée se levantaron durante corto tiempo con éxito contra el régimen del terror, pudo el padre Pinot regresar a su parroquia; pero sólo por corto tiempo pudo gozar de su libertad, puesto que el levantamiento de los católicos fue derribado desde París. El padre tuvo que esconderse nuevamente, y no sólo esto: se ofreció una suma de dinero a quién lo entregara - vivo o muerto - a los tiranos de la revolución.

En la noche del 9 de febrero de 1794 el padre Pinot se preparaba en una lejana hacienda nombrada Milanderie para celebrar la Santa Misa. Ya estaban hechos todos los preparativos y el padre se iba a poner el alba cuando irrumpió la guardia y se dispuso a hacer una revisión exhaustiva del lugar. El padre Pinot se escondió lo más rápido posible en una caja, puesta todavía su alba; allí fue descubierto y llevado preso.

Su vocación sacerdotal, junto con el hecho de haber celebrado la Santa Misa, era suficiente para dictar sobre el padre Pinot la pena de muerte y ejecutarlo el mismo día.

El candidato a muerte fue irónicamente preguntado si quería morir con el alba puesta, proposición que aceptó con entusiasmo porque así pudo vivir todavía la más bella satisfacción: hasta el último momento ser sacerdote.

El suplicio sería como la celebración de su última Misa, su ofrenda final.

Así subió el padre Pinot al patíbulo, vestido con alba y casulla. Momentos antes de su decapitación tuvo que quitarse la casulla, pero los fieles le pusieron más tarde el ornamento después de la consumación del sacrificio.

El 21 de octubre de 1926, el Papa Pío XI beatificó a este valiente sacerdote diciendo: "Noel Pinot atestiguó, llevando hasta el momento de su ejecución la casulla, demostrando que la tarea primordial, más importante y más sagrada del sacerdote es la celebración de la Santa Eucaristía según el encargo del Señor: "Haced esto en memoria mía"".

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Fuente: Oremosjuntos.com
Eleonora o Leonor de Inglaterra Reina y religiosa, Febrero 21  

Eleonora o Leonor de Inglaterra

Etimológicamente: Leonor = Eleonor = Eleonor = Aquella que es audaz, es de origen gálico.

Nacida en el año 1222, muerta en Amesbury, el veinticinco de junio del año mil doscientos noventa y uno.

Esta joven vino al mundo en Francia. Sus padres eran Berengario IV, conde de Provenza y de Beatriz de Saboya.

La madre era una ferviente cristiana y muy dada a las letras.

En 1236 contrajo matrimonio en Canterbury con el rey Enrique III de Inglaterra. Con ella se marcharon muchos familiares y conocidos en busca de una mayor fortuna.

Muchos llegaron a ocupar puestos importantes en la administración pública. Sin embargo, el favoritismo de Eleonora suscitó en seguida las envidias y una impopularidad grande contra la reina.

La cosa se hizo tan tensa que tuvieron que encerrarla en la torre de Londres. La mala suerte no sólo caía sobre sus espaldas, sino que su marido fue hecho prisionero durante la de Lewes. El soplo de Dios atravesó su alma.

Por eso se fue a una abadía benedictina y se hizo religiosa en el 1276.

Su santidad creció a pasos agigantados. Su fama de santidad es enorme, aunque nunca haya sido canonizada oficialmente. Todo el mundo, sin embargo, le tributa el culto que merece.
Murió santamente en 1291.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Eustaquio (Eustacio) de Antioquía, Santo Obispo, Febrero 21  

Eustaquio (Eustacio) de Antioquía, Santo

Obispo

Martirologio Romano: Conmemoración de san Eustacio, obispo de Antioquía, el cual, célebre por su doctrina, fue desterrado a Trajanópolis, en Tracia, en tiempo del emperador arriano Constancio, a causa de su fe católica, y allí descansó en el Señor (c. 338).

San Eustaquio nació en Side, en Panfilia. Según afirma San Atanasio, confeso ante los perseguidores la fe de Cristo.

Era un hombre sabio, elocuente y virtuoso. Elegido obispo de Beroea, en Siria, atrajo sobre sí las miradas de la Iglesia. Más tarde, fue trasladado a la sede de Antioquía, que sólo cedía en dignidad a las de Roma y Alejandría y era la tercera del mundo. Poco después de ocuparla, asistió al Concilio de Nicea, donde fue acogido con grandes honores y se distinguió por su oposición al arrianismo.

En medio de sus trabajos por los otros, no olvidó que la verdadera caridad empieza por sí mismo y trabajó ante todo por su propia santificación.

Pero no por cuidar de su jardín guardaba para él toda el agua de la gracia, sino que la dejaba correr también por los huertos de sus prójimos a fin de que llevase la fecundidad por doquier.

En las diócesis que estaba encargado de gobernar, distribuyó hombres capaces de instruir y sostener a los fieles.

El santo se alarmó al enterarse de que Eusebio, el obispo de Cesárea, favorecía la nueva herejía (se trataba del Eusebio conocido como "el padre de la historia eclesiástica").

La desconfianza que mostró San Eustaquio por la doctrina de ése y otros obispos, así como su acusación en el sentido de que habían alterado el Credo de Nicea, provocaron contra él las iras de los arríanos, quienes consiguieron deponerlo hacia el año 330.

Antes de salir de Antioquía el pastor congregó a su grey y la exhortó a mantenerse fiel a la verdadera doctrina. La exhortación fue tan eficaz que se formó un grupo de "eustacianos" para preservar la pureza de la fe y negar el reconocimiento a todos los obispos que enviasen los arríanos. Desgraciadamente, esta lealtad degeneró más tarde en sectarismo contra los prelados ortodoxos.

San Eustaquio fue desterrado con algunos sacerdotes y diáconos a Trajanópolis de Tracia. No sabemos con exactitud el sitio ni la fecha de su muerte. La mayoría de sus copiosos escritos se perdió.

Entre las obras suyas que se conservan, la principal es una disquisición contra Orígenes, en la que critica los poderes de la pitonisa de Endor (1 Re. 28:7-23). Sozomeno recomienda las obras de San Eustaquio por su estilo y contenido. Pero nada muestra mejor la virtud del santo que la paciencia con que sobrellevó las acusaciones calumniosas que se le hicieron en cosas de importancia y, después, la deposición y el destierro.

San Eustaquio fue más grande en la desgracia de lo que había sido cuando sus virtudes brillaban pacíficamente en el gobierno de su sede.

Su nombre aparece en el canon de las misas siria y maronita.

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Fuente: Santopedia.com
María Enriqueta (Ana Catalina) Dominici, Beata Religiosa, Febrero 21  

María Enriqueta (Ana Catalina) Dominici, Beata

Religiosa

Martirologio Romano: En Turín, del Piamonte, beata María Enriqueta (Ana Catalina) Dominici, de las hermanas de Santa Ana y de la Providencia, que gobernó sabiamente y engrandeció su Instituto durante treinta años hasta su muerte (1894).

La Beata María Enriqueta Dominici nació el día diez de octubre de 1829 en Borgo Salsasio, Camagnola (Turín, Italia) ingreso a la Congregación de Religiosas Hermanas de Santa Ana, ya hechos sus votos perpetuos, murió en olor de santidad el día 21 de febrero del año de 1838 en la ciudad de Turín, en Italia.

Su proceso de beatificación fue iniciado el día 4 de abril de 1943, la Congregación para las Causas de los Santos, su Santidad el Papa Pablo VI aprobó la heroicidad de sus virtudes y la declaró digna de veneración -"Venerable"- el día 1 de febrero del año de 1975, finalmente, aprobó el milagro atribuido por su intercesión y la declaró beata el 7 de mayo de 1978.

Si se obtiene un favor o gracia especial atribuida por la intercesión de la Beata Hermana María Enriqueta Dominici, por favor hacer comunicar a su Causa de beatificación: Suore di Sant´Anna, Via degli Aldobrandeschi, 100, 00163 Roma, Italia.

Para tomar en cuenta: El fundador de la Congregación de las Religiosas Hermanas de Santa Ana fue Carlos Tancredo Falleti de Barolo, esposo de Julia Victorina Colbert Falleti de Barolo, ambos fundadores de la Congregación de las Hermanas Religiosas de Santa Ana.

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Roberto Southwell, Santo Mártir Jesuita, Febrero 21  

Roberto Southwell, Santo

Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: También en Londres, san Roberto Southwell, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, que durante varios años ejerció su ministerio en la ciudad y sus alrededores y compuso escritos espirituales. Detenido por ser sacerdote, por orden de la misma reina fue duramente torturado, terminando su martirio al ser colgado en Tyburn (1595).

Fue el menor de ocho hijos. Educado en Douai.Viajó a París donde estuvo bajo la tutela del jesuita Thomas Darbyshire. En 1580 se unió a la Compañía de Jesús después de dos años de estudios en el Noviciado de Tournee.Se trasladó a Roma, donde pese a su juventud fue Prefecto de estudios en el Colegio Inglés de Roma de los jesuitas.2 Se ordenó de sacerdote en 1584. Fue enviado a Inglaterra en 1586 como misionero junto a Henry Garnett pese a estar en vigencia el decreto de la Reina Isabel que prohibía a a los sacerdotes católicos permanecer más de 40 días en Inglaterra bajo pena de muerte. Hizo trabajo misionero clandestino, fue capellán de la Condesa de Arundel. Fue delatado en 1595 y acusado de traición, fue ejecutado el 20 de febrero de 1595 en Tyburn.

Su obra literaria está publicada. En 1872 se publicó la colección completa de "Poemas" por Reprint Services Corp y en 1970 en la colección "The Fuller Worthies Library" por AMS Press.

Beatificado en 1929 y canonizado por Pablo VI el 25 de octubre de 1970 junto con los
Cuarenta Mártires de Inglaterra y Gales.

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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando santoral de este día, Febrero 21  

Otros Santos y Beatos

San Germán, abad
En el monasterio de Granfeld, en la región de los helvecios, san Germán, abad, que al tratar de defender con pacíficas palabras a los vecinos del monasterio del asalto de un grupo de salteadores, fue desnudado y atravesado con lanzas, junto con el monje Randoaldo (c. 667).

Beato Tomás Portmort, presbítero y mártir
En Londres, en Inglaterra, beato Tomás Portmort, presbítero y mártir, que en tiempo de la reina Isabel I fue encarcelado por ser sacerdote y después colgado cerca de la catedral de San Pablo, consumando así su martirio (1592).

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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