viernes, 8 de febrero de 2013

Domingo por la Santísima Trinidad. 10/02/2013. Excepto causa grave, no asistir a Misa dominical es pecado GRAVE. Precepto: Misa ENTERA. Desde Sábado 16:00 puede ser Domingo, según diócesis (Catecismo 2042, 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 5, 1-11

Gloria a ti, Señor.

Estaba Jesús en cierta ocasión a orillas del lago de Genesaret, y de repente se juntó un gentío para oír la palabra de Dios. Vio entonces dos barcas a la orilla del lago; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que la separara un poco de tierra. Se sentó y enseñaba a la gente desde la barca. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: 
"Rema hacia dentro del lago y echen las redes para pescar". 
Simón respondió: 
"Maestro, estuvimos toda la noche intentando pescar, sin conseguir nada; pero, sólo porque tú lo dices, echaré las redes". 
Lo hicieron y capturaron una gran cantidad de peces. Como las redes se rompían, hicieron señas a sus compañeros de la otra barca para que vinieran a ayudarlos. Vinieron y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se postró a los pies de Jesús diciendo:
"Apártate de mí, Señor, que soy un pecador". 
Pues tanto Pedro como los que estaban con él quedaron asombrados por la cantidad de peces que habían pescado; e igualmente Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Entonces Jesús dijo a Simón: 
"No temas, desde ahora serás pescador de hombres". 
Y después de arrimar las barcas a tierra, dejaron todo y lo siguieron.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

5o. Dom Ord Ciclo C

Antífona de Entrada

Entremos y adoremos de rodillas al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios.

Se dice "Gloria".

Oración Colecta

Oremos:
Vela, Señor, con amor continuo sobre tu familia; protégela y defiéndela siempre, ya que sólo en ti ha puesto su esperanza.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Aquí estoy, Señor, envíame

Lectura del libro del profeta Isaías 6, 1-2a. 3-8

El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado en un trono alto y excelso. El borde de su manto llenaba el templo. De pie, junto a él, había unos seres de fuego con seis alas cada uno. Y se gritaban el uno al otro:
"¡Santo, santo, santo es el Señor todopoderoso, toda la tierra está llena de su gloria!"
Los marcos de las puertas temblaban a su voz, y el templo estaba lleno de humo. Yo dije:
"¡Ay de mí, estoy perdido! Soy un hombre de labios impuros, que habito en un pueblo de labios impuros, y he visto con mis propios ojos al Rey y Señor todopoderoso".
Uno de los seres de fuego voló hacia mí, trayendo un carbón encendido que había tomado del altar con las tenazas; tocó con él mi boca, y me dijo: 
"Al tocar esto tus labios, desaparece tu culpa y se perdona tu pecado".
Entonces oí la voz del Señor, que decía: 
"¿A quien enviaré?, ¿quién irá por nosotros?" 
Respondí: 
"Aquí estoy yo, envíame".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 137, 1-2a.2bc-3.4-5.7c-8

Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón, te cantaré en presencia de dioses extranjeros, postrado hacia tu santo templo.
Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.

Doy gracias a tu nombre por tu amor y fidelidad. Cuando te invoqué, me escuchaste y fortaleciste mi ánimo.
Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.

Que te den gracias, Señor, todos los reyes de la tierra al oír las palabras de tu boca; que proclamen las hazañas del Señor, porque la gloria del Señor es grande.
Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.

Me pones a salvo con fuerza protectora. El Señor completará lo que hace por mí. Señor, tu amor es eterno, no abandones la obra de tus manos.
Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.

Segunda Lectura

Esto es lo que hemos predicado y lo que ustedes han creído

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 1-11

Hermanos: Les recuerdo el Evangelio que les anuncié, que recibieron y en el que han perseverado. Es el Evangelio que los está salvando, si lo conservan tal y como lo anuncié; de no ser así habrían creído en vano.
Porque yo les transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, y que fue sepultado; que resucito al tercer día según las Escrituras, y que se apareció a Pedro y luego a los Doce. Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los que la mayor parte viven todavía, aunque algunos ya han muerto. Luego se apareció a Santiago, y más tarde a todos los apóstoles. Y después de todos se me apareció a mí, como si se tratara de un hijo nacido fuera de tiempo. Yo, que soy el menor de los apóstoles, indigno de llamarme apóstol por haber perseguido a la Iglesia de Dios.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí. Al contrario, he trabajado más que todos los demás; bueno, no yo, sino la gracia de Dios conmigo. En cualquier caso, tanto ellos, como yo, esto es lo que anunciamos y esto es lo que ustedes han creído.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Síganme, dice el Señor, y yo los haré pescadores de hombres.
Aleluya.

Evangelio

Dejándolo todo, lo siguieron

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 5, 1-11

Gloria a ti, Señor.

Estaba Jesús en cierta ocasión a orillas del lago de Genesaret, y de repente se juntó un gentío para oír la palabra de Dios. Vio entonces dos barcas a la orilla del lago; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que la separara un poco de tierra. Se sentó y enseñaba a la gente desde la barca. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: 
"Rema hacia dentro del lago y echen las redes para pescar". 
Simón respondió: 
"Maestro, estuvimos toda la noche intentando pescar, sin conseguir nada; pero, sólo porque tú lo dices, echaré las redes". 
Lo hicieron y capturaron una gran cantidad de peces. Como las redes se rompían, hicieron señas a sus compañeros de la otra barca para que vinieran a ayudarlos. Vinieron y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se postró a los pies de Jesús diciendo:
"Apártate de mí, Señor, que soy un pecador". 
Pues tanto Pedro como los que estaban con él quedaron asombrados por la cantidad de peces que habían pescado; e igualmente Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Entonces Jesús dijo a Simón: 
"No temas, desde ahora serás pescador de hombres". 
Y después de arrimar las barcas a tierra, dejaron todo y lo siguieron.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice "Credo".

Oración de los Fieles

Celebrante:
Oremos, hermanos y hermanas, al Padre del Unigénito, al Hijo del Dios eterno y al Espíritu, fuente de todo bien:
(Respondemos a cada petición: Escúchanos, Señor).

Para la Iglesia inmaculada del Dios verdadero, extendida por todo el mundo, pidamos la plena riqueza del amor de Dios, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Para los que gobiernan los pueblos y tienen en su mano el destino de los hombres, pidamos el espíritu de justicia y el deseo de servir con dedicación a sus súbditos, roguemos al Señor. 
Escúchanos, Señor.

Por los débiles que se ven oprimidos y por los justos que sufren persecución, oremos a Jesús, el Salvador, roguemos al Señor. 
Escúchanos, Señor.

Para nosotros mismos, pidamos al Señor un temor filial, un amor ferviente, una vida feliz y una santa muerte, roguemos al Señor. 
Escúchanos, Señor.

Celebrante:
Dios nuestro de grandeza infinita, que has confiado a nuestros labios impuros y a nuestras fuerzas débiles la misión de proclamar el Evangelio; escucha las oraciones de tu familia y susténtanos con tu Espíritu, para que tu palabra sea acogida por los seres humanos con corazón generoso y abierto y dé fruto abundante en todo el mundo. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Oración sobre las Ofrendas

Señor, Dios nuestro, que nos has dado este pan y este vino para reparar nuestras fuerzas, conviértelos para nosotros en sacramento de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

La Iglesia unificada en el vínculo de la Trinidad

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. 
Porque has querido reunir de nuevo, por la sangre de tu Hijo y la acción del Espíritu, a los hijos dispersos por el pecado; y de este modo tu Iglesia, unificada por virtud y a imagen de la Trinidad, aparece ante el mundo como cuerpo de Cristo y templo del Espíritu, para alabanza de tu infinita sabiduría. 
Por eso, 
unidos a los coros angélicos, te aclamamos llenos de alegría:

Antífona de la Comunión

Demos gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace por su pueblo. Porque da de beber a los sedientos y a los hambrientos los colma de bienes.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Señor todopoderoso, que has querido hacernos participar de un mismo pan y de un mismo cáliz; concédenos vivir tan unidos en Cristo que nuestro trabajo sea eficaz para la salvación del mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

 

Quinto Domingo
ciclo c

MAR ADENTRO: FE Y OBEDIENCIA EN EL APOSTOLADO

— La fe y la obediencia son indispensables en el apostolado.

— A todos nos llama el Señor para seguirle de cerca y para ser apóstoles en medio del mundo. La eficacia apostólica depende de la unión con Cristo.

— Prontitud de los Apóstoles en seguir al Señor. También Él nos llama; nos dará las ayudas necesarias y purificará nuestra vida y nuestro corazón para que seamos buenos instrumentos.

I. Narra San Lucas1 que estaba Jesús junto al lago de Genesaret, donde tuvieron lugar tantos prodigios y tantas gracias fueron derramadas por el Hijo de Dios. La multitud se apiñaba en torno a Jesús de tal manera que le faltaba espacio para predicar. Subió entonces a una barca y mandó que la separaran un poco para hablar a la muchedumbre que permanecía en la orilla.

La barca desde la que predica el Señor es la de Pedro, que ya conocía a Jesús y le había acompañado en alguno de sus viajes. Cristo intencionadamente se mete en su barca, se va introduciendo progresivamente en su vida y prepara su entrega definitiva como Apóstol. Como en cualquier vocación, como en cualquier alma en la que Dios decide meterse hondamente. Muchas gracias definitivas han tenido una larga historia, una profunda preparación por parte de Dios; preparación tan discreta y amorosa que, a veces, podemos confundirla con sucesos naturales, con acontecimientos normales2.

Ha terminado la predicación; quizá Pedro se siente satisfecho de haber prestado su barca al Maestro. Podemos pensarlo así. Y entonces, cuando Jesús acaba de hablar a la multitud, le dice a Pedro que prepare los remos y que bogue mar adentro.

Aquel día no había sido bueno. Jesús los había encontrado lavando las redes, después de una noche de trabajo inútil. Debían de encontrarse cansados, pues el trabajo era duro. Las redes (de 400 a 500 metros cuadrados), formadas por un sistema que constituía como una cortina de tres mallas de tres redes más pequeñas, han de arrojarse al fondo del lago; el trabajo requería por lo menos cuatro hombres para faenar con cada red.

Pedro dice al Señor que han estado trabajando toda la noche y que no han logrado nada. "La contestación parece razonable. Pescaban, ordinariamente, en esas horas; y, precisamente en aquella ocasión, la noche había sido infructuosa. ¿Cómo pescar de día? Pero Pedro tiene fe: no obstante, sobre tu palabra echaré la red (Lc 5, 5). Decide proceder como Cristo le ha sugerido; se compromete a trabajar fiado en la Palabra del Señor"3. A pesar del cansancio, a pesar de que no es un hombre de mar el que da la orden de pescar, y a unos pescadores conocedores de la inoportunidad de la hora para esa tarea y de la ausencia de peces, echarán manos a las redes. Ahora por pura fe, por pura confianza en el Maestro; los elementos que hacían o no aconsejable la pesca han quedado atrás. El motivo de iniciar de nuevo el trabajo es la fe de Pedro en su Maestro. Simón confía y obedece sin más.

En el apostolado, la fe y la obediencia son indispensables. De nada sirven el esfuerzo, los medios humanos, las noches en vela, la misma mortificación si pudiera separarse de su sentido sobrenatural...; sin obediencia todo es inútil ante Dios. De nada serviría trabajar con tesón en una obra humana si no contáramos con el Señor. Hasta lo más valioso de nuestras obras quedaría sin fruto si prescindiéramos del deseo de cumplir la voluntad de Dios: "Dios no necesita de nuestro trabajo, sino de nuestra obediencia"4, enseña con rotunda expresión San Juan Crisóstomo.

II. Pedro llevó a cabo lo que el Señor le había mandado, y recogieron tan gran cantidad de peces, que la red se rompía. El fruto de la tarea que se hace guiados por la fe es abundantísimo. Pocas veces –quizá ninguna– Pedro había pescado tanto como en aquella ocasión, cuando todos los indicios humanos señalaban la inutilidad de la empresa.

Este milagro encierra una enseñanza profunda: solo cuando se reconoce la propia inutilidad y se confía en el Señor, utilizando a la vez todos los medios humanos disponibles, el apostolado es eficaz y los frutos numerosos, pues "toda fecundidad en el apostolado depende de la unión vital con Cristo"5.

Jesús contempla en aquellos peces una pesca más copiosa a través de los siglos. Cada discípulo suyo será un nuevo pescador que allegará almas al Reino de Dios. "Y en esa nueva pesca, tampoco fallará toda la eficacia divina: instrumentos de grandes prodigios son los apóstoles, a pesar de sus personales miserias"6.

Pedro está asombrado ante el milagro. En un momento lo ha visto todo claro: la omnipotencia y sabiduría de Cristo, su llamada y su propia indignidad. Se echó a los pies de Jesús en cuanto atracaron, y le dijo: Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador. Reconoce la dignidad suma de Cristo, y sus propias miserias, su incapacidad para llevar a cabo la misión que ya presiente; pero, a la vez, le ruega que le tome con Él para siempre: sus defectos y poca valía no le separan de su misión. Sabe ya que con Cristo lo puede todo. El Señor le quita entonces todo temor y le desvela con entera claridad el nuevo sentido de su vida: no temas, de hoy en adelante serán hombres los que has de pescar. Se vale Jesús de la imagen de su oficio, donde ha ido a buscarlo, para descubrirle su misión de Apóstol. "La experiencia de la santidad de Dios y de nuestra condición de pecadores no aleja al hombre de Dios, sino que lo acerca a Él. Es más, el hombre convertido se transforma en confesor y apóstol. Las intenciones de Dios le resultan cercanas y amables. Y su vida asume el sentido y valor más pleno"7.

A todos nos llama el Señor para ser apóstoles en medio del mundo: delante de un ordenador o empuñando un arado, en la gran ciudad o en la pequeña villa, con cinco talentos o con tres; no quiere Jesús seguidores suyos de segunda categoría. A todos nos llama para que, con santidad de vida y ejemplaridad humana, seamos instrumentos suyos en un mundo que parece huir de Él. "Todos los fieles, cualesquiera que sean su estado y condición, están llamados por Dios, cada uno en su camino, a la perfección de la santidad, por la que el mismo Padre es perfecto"8. Y a los laicos pertenece, "por propia vocación, buscar el reino de Dios, tratando y ordenando según Dios los asuntos temporales"9. Llama el Señor a los cristianos y a la mayoría los deja en una ocupación profesional, para que allí le encuentren, realizando aquella tarea con perfección humana y, a la vez, con sentido sobrenatural: ofreciéndola a Dios, viviendo la caridad con todos, aprovechando las pequeñas mortificaciones que se presentan, buscando la presencia de Dios...

III. La llamada de Dios –y a todos nos llama– es en primer lugar iniciativa divina, pero exige correspondencia humana: No me habéis elegido vosotros a Mí; sino que Yo os elegí a vosotros10. Y quizá nos encontremos con que no somos dignos de estar tan cerca de Cristo, o nos faltan condiciones para ser instrumentos de la gracia. Es la situación de cada hombre que halla, en lo más profundo de su alma, una fuerte e imperiosa llamada de Dios. Así, el Profeta Isaías –como nos presenta la Primera lectura de la Misa11–, al experimentar la cercanía de la majestad de Dios, exclama: ¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los Ejércitos. Pero Dios sabe de nuestra poquedad y, como purificó a Isaías y a tantos hombres y mujeres que ha llamado a su servicio, limpiará nuestros labios y nuestro corazón. Y voló hacia mí uno de los serafines, con un ascua en la mano... y la aplicó a mi boca y me dijo: Mira: esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado. A nosotros nos perdona en la Confesión, y nos purificamos principalmente a través de la penitencia.

Y ellos -sigue narrando el Evangelio-, sacando las barcas a tierra, dejadas todas las cosas, le siguieron. Después de haber contemplado a Cristo, no tenían ya mucho que pensar. Ordinariamente, las firmes decisiones que transforman una vida no son fruto de muchos cálculos. La vida de Pedro tendría desde entonces un formidable objetivo: amar a Cristo y ser pescador de hombres. Todo lo demás en su existencia sería medio e instrumento para ese fin. "También a nosotros, si luchamos diariamente por alcanzar la santidad cada uno en su propio estado dentro del mundo y en el ejercicio de la propia profesión, en nuestra vida ordinaria, me atrevo a asegurar que el Señor nos hará instrumentos capaces de obrar milagros y, si fuera preciso, de los más extraordinarios"12.

El Señor se dirige también a cada uno para que nos sintamos urgidos a seguirle de cerca como discípulos fieles en medio de nuestras tareas, y a realizar en el propio ambiente una audaz labor apostólica, llena de fe en la palabra de Jesús: ""Duc in altum". —¡Mar adentro! —Rechaza el pesimismo que te hace cobarde. "Et laxate retia vestra in capturam" —y echa tus redes para pescar.

"¿No ves que puedes decir, como Pedro: "in nomine tuo, laxabo rete" —Jesús, en tu nombre, buscaré almas?"13.

Contemplando la figura de Pedro, le podemos decir a Jesús nosotros también: Apártate de mí, Señor, que soy un pobre pecador. Y a la vez le rogamos que jamás nos separemos de Él, que nos ayude a meternos, hondamente, mar adentro, en su amistad, en la santidad, en un apostolado abierto, sin respetos humanos, lleno de fe, porque en nuestra oración personal sabemos oír la voz del Señor, que nos anima y nos urge a llevarle almas. "Y, sin que tú encuentres motivos, por tu pobre miseria, los que te rodean vendrán a ti, y con una conversación natural, sencilla –a la salida del trabajo, en una reunión de familia, en el autobús, en un paseo, en cualquier parte– charlaréis de inquietudes que están en el alma de todos, aunque a veces algunos no quieran darse cuenta: las irán entendiendo más, cuando comiencen a buscar de verdad a Dios.

"Pídele a María, Regina apostolorum, que te decidas a ser partícipe de esos deseos de siembra y de pesca, que laten en el Corazón de su Hijo. Te aseguro que, si empiezas, verás, como los pescadores de Galilea, repleta la barca. Y a Cristo en la orilla, que te espera. Porque la pesca es suya"14.

1 Lc 5, 1-11. 2 Cfr. F. Fernández-Carvajal, El Evangelio de San Lucas, Palabra, 5ª ed., Madrid 1981, pp. 81-85. — 3 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 261. — 4 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre San Mateo, 56, 5. — 5 Conc. Vat. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 4. — 6 San Josemaría Escrivá, loc. cit. — 7 Juan Pablo II, Homilía 6-II-1983. — 8 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 11. 9 Ibídem, 31. — 10 Jn 15, 16. — 11 Is 6, 1-8. — 12 San Josemaría Escrivá, o. c., 262. —13 ídem, Camino, n. 792. — 14 ídem , Amigos de Dios, 273.

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2º domingo de san josé

LAS VIRTUDES DE SAN JOSÉ

— Humildad del Santo Patriarca.

— Fe, esperanza y amor.

— Sus virtudes humanas.

I. En este segundo domingo dedicado a San José podemos contemplar las virtudes por las cuales el Santo Patriarca es modelo para nosotros, que, como él, llevamos una vida corriente de trabajo. San Mateo, al presentar al Santo Patriarca, escribe: José, su esposo, como era justo...1. Esta es la alabanza y la definición que el Evangelio hace de San José: hombre justo. Esta justicia no es solo la virtud que consiste en dar a cada uno lo que se le debe: es también santidad, práctica habitual de la virtud, cumplimiento de la voluntad de Dios. El concepto de justo en el Antiguo Testamento es el mismo que el Evangelio expresa con el término santo. Justo es el que tiene un corazón puro y es recto en sus intenciones, es el que en su conducta observa todo lo prescrito con relación a Dios, al prójimo y a sí Mismo...2. José fue justo en todas las acepciones de la palabra; en él se dieron en plenitud todas las virtudes, en una vida sencilla, sin relieve humano especial.

Al considerar las virtudes del Santo Patriarca, ocultas en ocasiones a los ojos de los hombres pero resplandecientes siempre a los ojos de Dios, hemos de tener en cuenta que estas cualidades a veces no son valoradas por aquellos que solo viven en la superficie de las cosas y de los acontecimientos. Es un hábito frecuente entre los hombres "darse enteramente a lo de fuera y descuidar lo interior; trabajar contra reloj; aceptar la apariencia y despreciar lo efectivo y lo sólido; preocuparse demasiado por lo que parecen y no pensar qué es lo que deben ser. De aquí que las virtudes que se estimen sean las que entran en juego en los negocios y en el comercio de los hombres; muy al contrario, las virtudes interiores y ocultas en las que el público no toma parte, en donde todo pasa entre Dios y el hombre, no solo no se siguen, sino que incluso no se comprenden. Y sin embargo, en este secreto radica todo el misterio de la virtud verdadera (...). José, hombre sencillo, buscó a Dios; José, hombre desprendido, encontró a Dios; José, hombre retirado, gozó de Dios"3. Nuestra vida, como la del Santo Patriarca, consiste en buscar a Dios en el quehacer diario, encontrarle, amarle y alegrarnos en su amor.

La primera virtud que se manifiesta en la vida de San José es la humildad, al descubrir la grandeza de su vocación y la propia poquedad. Alguna vez, al terminar la tarea o en medio de ella, mientras miraba a Jesús cerca de él, se preguntaría: ¿por qué me eligió Dios a mí y no a otro?, ¿qué tengo yo para haber recibido este encargo divino? Y no encontraría respuesta, porque la elección para una misión divina es siempre asunto del Señor. Él es el que llama y da gracia abundante para que los instrumentos sean idóneos. Hemos de tener en cuenta que "el nombre de José significa, en hebreo, Dios añadirá. Dios añade, a la vida santa de los que cumplen su voluntad, dimensiones insospechadas: lo importante, lo que da su valor a todo, lo divino. Dios, a la vida humilde y santa de José, añadió –si se me permite hablar así– la vida de la Virgen María y la de Jesús, Señor Nuestro. Dios no se deja nunca ganar en generosidad. José podía hacer suyas las palabras que pronunció Santa María, su Esposa: Quia fecit mihi magna qui potens est, ha hecho en mí cosas grandes Aquel que es todopoderoso, quia respexit humilitatem, porque se fijó en mi pequeñez (Lc 1, 48-49).

"José era efectivamente un hombre corriente, en el que Dios se confió para obrar cosas grandes"4.

El conocimiento de su llamada, la enormidad de la gracia recibida y su gratuidad confirmaron la humildad de José. Su vida estuvo siempre llena de agradecimiento a Dios y de admiración ante el encargo recibido. Eso mismo espera el Señor de nosotros: mirar los acontecimientos a la luz de la propia vocación, vivida en su más plena radicalidad5, admirarnos una y otra vez ante tanto don de Dios y agradecer la bondad del Señor que nos llama a trabajar en su viña.

II. No le hizo vacilar la incredulidad ante la promesa de Dios, sino que, fortalecido por la fe, dio gloria a Dios6.

La fe de José, a pesar de la oscuridad del misterio, se mantuvo siempre firme, precisamente porque fue humilde. La palabra de Dios transmitida por el Ángel le esclarece la concepción virginal del Salvador, y José creyó con sencillez de corazón. Pero la oscuridad no debió de tardar en reaparecer: José era pobre, dependía de su trabajo ya cuando recibe la revelación sobre el misterio de la Maternidad divina de María; y resulta aún más pobre cuando viene Jesús al mundo, No puede ofrecer un lugar digno para el nacimiento del Hijo del Altísimo, pues no los reciben en ninguna de las casas ni en la posada de Belén; y José sabe que aquel Niño es el Señor, Creador de cielos y tierra. Después, la fe de José se pondría de nuevo a prueba en la huida precipitada a Egipto... El Dios fuerte huye de Herodes. ¡Cuántas veces nuestra fe habrá de reafirmarse ante acontecimientos en los que se pone de manifiesto que la lógica de Dios es, en tantas ocasiones, distinta de la lógica de los hombres! San José supo ver a Dios en cada acontecimiento, y para esto fue precisa una gran santidad, resultado de la continua correspondencia a las gracias que recibía.

La esperanza se puso de manifiesto en su anhelo creciente ante la llegada del Redentor, que había de estar a su cuidado. Más tarde esta virtud se ejercitó desde los primeros días de Jesús Niño, cuando le vio crecer a su lado, y se preguntaría muchas veces cuándo se manifestaría como Mesías al mundo. Su amor a Jesús y a María, alimentado por la fe y la esperanza, creció de día en día. Nadie les quiso tanto como él. Y este amor se manifestaba en su vida diaria: en la manera de trabajar, en el trato con los vecinos y clientes...

III. ... como era justo...

La gracia hace que cada hombre llegue a su plenitud, según el plan previsto por Dios; y no solo sana las heridas de la naturaleza humana, sino que la perfecciona. Los innumerables dones que recibió San José para cumplir la misión recibida de Dios y su perfecta correspondencia hicieron del Santo Patriarca un hombre lleno de virtudes humanas y sobrenaturales. "De las narraciones evangélicas se desprende la gran personalidad humana de José (...). Yo me lo imagino -decía San Josemaría Escrivá joven, fuerte, quizá con algunos años más que Nuestra Señora, pero en la plenitud de la edad y de la energía humana"7.

Su justicia, su santidad delante de Dios se traslucía en su hombría de bien delante de los hombres. San José era un hombre bueno, en toda la plenitud de esta palabra: un hombre del que los demás se podían fiar; leal con los amigos, con los clientes; honrado, cobrando lo justo, realizando a conciencia los encargos que recibía. Dios se fió de él hasta el punto de encomendarle a su Madre y a su Hijo. Y no quedó defraudado.

La vida de San José estuvo llena de trabajo, primero en Nazareth, luego quizá en Belén, en Egipto y después de nuevo en Nazareth. Todos le conocieron por su laboriosidad y espíritu de servicio, que debió tener una extraordinaria importancia en la formación de un carácter recio, como se comprueba en las diversas circunstancias en las que aparece en el Evangelio. No podía ser de otra manera quien en todo secundó con tanta prontitud los planes de Dios y se vio sometido a pruebas difíciles, según nos relata el Evangelio de San Mateo.

Su oficio en aquella época requería destreza y habilidad. En Palestina, un "carpintero" era un hombre hábil, singularmente hábil y muy estimado8. Construía objetos tan diversos, y tan necesarios y útiles, como vigas, arcas donde guardar la ropa, mesas, sillas, las tablas donde se amasaba la harina antes de llevarla al horno, yugos, artesas... Y utilizaba instrumentos tan distintos como la sierra, el cepillo, la garlopa, el escoplo, la lima, el formón, la azuela, el martillo... Sabía encolar, ensamblar... Conocía bien las diferentes maderas: su calidad, su dureza, para qué era más apropiada cada una...

Según aparece en el Evangelio, las virtudes humanas y sobrenaturales de San José se pueden resumir en pocas palabras: fue un hombre justo. Justo ante Dios y justo ante los hombres. Eso se debería decir de cada uno de nosotros. Eso es lo que Dios espera de todos.

Su justicia se manifestaba en un corazón puro e irreprochable, en un oído dispuesto para captar el querer divino y llevarlo a cabo. Era una persona agradable y cordial en el trato, atento a las necesidades de sus amigos y vecinos, amable con todos, alegre. Aunque el Evangelio no ha conservado ninguna palabra suya, sí nos ha descrito sus obras: acciones sencillas, cotidianas, en las que se reflejaban su santidad y su amor, y que deben ser el espejo donde frecuentemente nos miremos nosotros, que hemos de santificar una vida normal, como la del Santo Patriarca. "Se trata, en definitiva, de la santificación de la vida cotidiana, que cada uno debe alcanzar según el propio estado y que puede ser fomentada según un modelo accesible a todos: "San José es el modelo de los humildes, que el cristianismo eleva a grandes destinos; San José es la prueba de que para ser buenos y auténticos seguidores de Cristo no se necesitan grandes cosas, sino que se requieren solamente las virtudes comunes, humanas, sencillas, pero verdaderas y auténticas" (Pablo VI, Alocución, 19-III-1969)"9.

1 Cfr. Mt 1, 18. — 2 Cfr. J. Dheilly, Diccionario bíblico, Herder, Barcelona 1970, voz Justicia, p. 694 ss. — 3 Bossuet, Segundo panegírico de San José, exordio. — 4 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 40. — 5 Cfr. Juan Pablo II, Exhor. Apost. Christifideles laici, 30-XII-1988, 2. — 6 Liturgia de las Horas. Solemnidad de San José, Responsorio de la Primera lectura. — 7 San Josemaría Escrivá, o. c., 40. — 8 Cfr. H. Daniel-Rops, Vida cotidiana en Palestina, Hachette, París 1961, p, 295. — 9 Juan Pablo II, Exhor. Apost, Redemptoris custos, 15-VIII-1989, 24.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Santa Escolástica
Religiosa (año 543)

Era hermana gemela de San Benito, el santo que fundó la primera comunidad religiosa de occidente. Nació el año 480, en Nursia, Italia.

Desde muy joven se dedicó también ella a la vida religiosa y fue superiora de un convento de monjas. Su hermano dirigía un gran convento para hombres en el Monte Casino, y Escolástica fundó un convento para mujeres a los pies de ese mismo monte.

Aunque eran hermanos y se amaban mucho, sin embargo San Benito no iba a visitar a Escolástica sino una vez cada año, pues él era muy mortificado en hacer visitas. El día de la visita lo pasaban los dos hablando de temas espirituales.

Pocos días antes de la muerte de la santa fue su hermano a visitarla y después de haber pasado el día entero en charlas religiosas, el santo se despidió y se dispuso a volver al monasterio. Era el primer jueves de Cuaresma del año 547.

Escolástica le pidió a San Benito que se quedara aquella noche charlando con ella acerca del cielo y de Dios. Pero el santo le respondió: ¿Cómo se te ocurre hermana semejante petición? ¿No sabes que nuestros reglamentos nos prohiben pasar la noche fuera del convento? Entonces ella juntó sus manos y se quedó con la cabeza inclinada, orando a Dios. Y en seguida se desató una tormenta tan espantosa y un aguacero tan violento, que San Benito y los dos monjes que lo acompañaban no pudieron ni siquiera intentar volver aquella noche a su convento. Y la santa le dijo emocionada: "¿Ves hermano? Te rogué a ti y no quisiste hacerme caso. Le rogué a Dios, y El sí atendió mi petición".

Y pasaron toda aquella noche rezando y hablando de Dios y de la Vida Eterna.

Benito volvió a su convento de Monte Casino y a los tres días, al asomarse a la ventana de su celda vio una blanquísima paloma que volaba hacia el cielo. Entonces por inspiración divina supo que era el alma de su hermana que viajaba hacia la eternidad feliz. Envió a unos de sus monjes a que trajeran su cadáver, y lo hizo enterrar en la tumba que se había preparado para él mismo. Pocos días después murió también el santo. Así estos dos hermanos que vivieron toda la vida tan unidos espiritualmente, quedaron juntos en la tumba, mientras sus almas cantan eternamente las alabanzas a Dios en el cielo.

El trabajo ofrecido por Dios es una gran oración (San Benito).

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Fuente: Franciscanos.net
Clara de Rimini, Beata Viuda, Febrero 10  

Clara de Rimini, Beata

Viuda

Martirologio Romano: En Rimini, en la Romagna, beata Clara, viuda, la cual, por medio de la penitencia, mortificación y ayunos expió la vida disoluta que había llevado antes y, después de reunir un grupo de compañeras en un monasterio, sirvió a Dios con humildad de espíritu (entre 1324 y 1329).

Etimología: Clara = Aquella que esta limpia de pecado, es de origen latino.

Clara nació en Rímini, hacia 1260, por mucho tiempo no hizo mucho honor a la Santa de Asís. El ambiente mundano y soberbio de su tiempo y de su familia la absorbió por largo tiempo. Su padre, al enviudar, casó con una viuda rica, y para afianzar la unión de las dos familias, casó a Clara con el hijo de dicha viuda. Pronto ella enviudó, y poco después murió su padre. Estos dos lutos tampoco hicieron gran mella en Clara. Todavía era joven y bella, rica y admirada. Contrajo nuevas nupcias con un rico heredero de una de las principales familias de Rímini, no tuvo hijos, por lo cual se sintió enteramente libre y siguió su conducta disipada hasta los 34 años. Luego tuvo un cambio inesperado. Se dice que un día, al entrar en una iglesia franciscana, oyó una voz que la invitaba a recitar con atención un Padre nuestro y un Avemaría. Clara obedeció, mientras recitaba devotamente estas oraciones (hacía tanto tiempo que no oraba), se sintió penetrada por un dolor vivísimo de los pecados cometidos y fue inundada de un gozo hasta entonces desconocido y de una serenidad interior que nunca había sentido. Quedó conmovida. Abandonó decididamente la vida disipada, las compañías y los placeres de antes.

Habló a su esposo con una seriedad que nadie habría sospechado en ella. Pidió el permiso de retirarse del mundo, de dedicarse a una vida de penitencia y de soledad. El marido comprendió el fuego de amor divino que ardía en ella, hasta entonces entregada a las pasiones humanas, y le concedió el permiso solicitado. Nació entonces la nueva Clara. Fue penitente severísima y humildísima, sobre todo después de la muerte de su segundo marido, acaecida dos años más tarde. Vestida de gris, con cilicios y argollas de hierro en su carne, dormía sobre una tabla, se alimentaba de sobras. Su verdadero alimento era la oración y la Eucaristía. Tuvo éxtasis y revelaciones. Las desgracias políticas siguieron persiguiéndola. Debió retirarse a Urbino, donde se había refugiado un hermano gravemente enfermo. En Urbino fue ángel de misericordia para los enfermos, los pobres y los encarcelados. Volvió a Rímini con doce compañeras y fundó un convento donde vistió el hábito y profesó la regla de las Clarisas. Era el año 1306. Allí murió a los 66 años de edad, después de innumerables pruebas, ciega y casi ausente, en 1326. Se extinguió serena como un niño, y de inmediato fue venerada como santa.

Su culto fue confirmado por el Papa Pío VI el 22 de diciembre de 1784.

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Fuente: Vatican.va
Eusebia Palomino, Beata Religiosa Salesiana, Febrero 10  

Eusebia Palomino, Beata

Religiosa Salesiana

Martirologio Romano: En Valverde del Camino, cerca de Huelva, en la región española de Andalucía, beata Eusebia Palomino Yenes, virgen del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, que, dando un egregio ejemplo de humildad y evitando toda ostentación, mostró su espíritu de abnegación en las tareas más sencillas, mereciendo los dones de la gracia (1935).

Etimología: Eusebia = Aquel de carácter piadoso, es de origen griego.

Eusebia Palomino Yenes vio la luz en el crepúsculo del siglo XIX – el 15 de diciembre de 1899 – en Cantalpino, pequeño pueblo de la provincia de Salamanca (España) en una familia tan rica de fe como escasa de medios económicos. Agustín, el padre, que todos recuerdan por su aspecto humilde, hombre de gran bondad y dulzura, trabaja como bracero temporal al servicio de los propietarios terratenientes de los alrededores y su madre Juana Yenes atiende la casa con los cuatro hijos.

Cuando en el invierno el campo reposa y el trabajo falta, el pan escasea. Entonces el padre se ve obligado a pedir ayuda a la caridad de otros pobres en los pueblos de la zona. Algunas veces lo acompaña la pequeña Eusebia de apenas siete años, que ignorante de lo que cuestan algunas humillaciones, disfruta con aquellas caminatas por los senderos del campo y alegremente corretea y salta junto a su padre que le hace admirar la belleza de la creación, y la luminosidad del paisaje de Castilla dándole algunas catequesis que le encantan. Cuando llegan a los pueblos, sonríe a las personas buenas que lo acogen y pide "un poco de pan por amor de Dios".

El primer encuentro con Jesús Eucaristía a la edad de ocho años da a la niña una sorprendente percepción del significado de pertenecer y de ofrecerse totalmente al Señor como don.

Muy pronto tiene que dejar la escuela para ayudar a la familia y después de haber dado prueba de una madurez precoz en cuidar - aún siendo niña – a niños de algunas familias del pueblo mientras los padres van a trabajar. A los doce años va a Salamanca con su hermana mayor y se pone a servir como niñera.

Los domingos por la tarde va al oratorio festivo de las Hijas de Maria Auxiliadora, allí conoce a las hermanas, que deciden pedirle su colaboración para ayudar a la comunidad. Eusebia acepta con mucho gusto y enseguida se pone manos a la obra: ayuda en la cocina, acarrea la leña, ayuda en la limpieza de la casa, tiende la ropa en el patio grande, va a acompañar al grupo de las estudiantes a la escuela estatal y hace los mandados en la ciudad.

El deseo secreto de Eusebia, de consagrarse por entero al Señor, enciende y nutre cada vez más sus actos y su oración. Dice: "Si cumplo con diligencia mis deberes tendré contenta a la Virgen Maria y podré un día ser su hija en el Instituto". No se atreve a pedirlo, por su pobreza y falta de instrucción, no se cree digna de tal gracia: porque piensa, ¡es una congregación tan grande!.

La Superiora visitadora, con la que ella se confía, la acoge con bondad materna y le asegura: "No te preocupes de nada" y con gusto decide admitirla en nombre de la Madre General.

El 5 de Agosto empieza el Noviciado en preparación a la profesión. Se alternan horas de estudio de oración y de trabajo que constituye la jornada de Eusebia que la hacen plenamente feliz. Después de dos años – 1924 – se consagra totalmente al Señor con los votos religiosos que la vinculan mucho más a él.

Es destinada a la casa de Valverde del Camino una pequeña ciudad que en aquella época cuenta con 9.000 habitantes, está situada al extremo sudoeste de España, en la zona minera de Andalucía en los confines con Portugal. Las niñas del colegio y del oratorio, en el primer encuentro se quedan mas bien desilusionadas, la Hermana nueva tiene un aspectos más bien insignificante, pequeña y pálida, no es bonita, con las manos gruesas y además un nombre feo.

A la mañana siguiente, la pequeña Hermana está ya en su lugar de trabajo: un trabajo variado que la ocupa en la cocina, en la portería, en la ropería, en el cuidado del pequeño huerto y en la asistencia a las niñas del oratorio festivo. Es feliz de "estar en la casa del Señor por todos los días de su vida". Es esta la situación "real", por la que se siente honrado su espíritu, que habita las esferas más altas del amor.

Las pequeñas se sienten pronto atraídas por las narraciones de hechos misioneros, vidas de santos, episodios de la devoción mariana, o anécdotas de Don Bosco, que recuerda gracias a una feliz memoria y sabe hacerlas atractivas por su convencimiento y su fe sencilla.

Todo en Sor Eusebia, refleja el amor de Dios y el fuerte deseo de hacerlo amar. Sus jornadas de trabajo son una transparencia continua y lo confirman sus temas predilectos de conversación: el amor de Jesús a todos los hombres que ha salvado con su Pasión. Las Llagas santas de Jesús son el libro que Sor Eusebia lee todos los días y del cual saca apuntes de didascalia a través de un sencillo "rosario" que aconseja a todos, también lo hace a través de las cartas, se hace apóstol de la devoción al Amor misericordioso según las revelaciones de Jesús a la religiosa lituana – hoy santa – Faustyna Kowalska, divulgadas en España por el Padre dominico Juan Arintero.

El otro "polo" de la piedad vivida y de la catequesis de Sor Eusebia es la "verdadera devoción mariana" de San Luis Maria Grignion de Montfort. Esta será el alma y el arma del apostolado de Sor Eusebia durante su breve existencia: los destinatarios serán las niñas, los jóvenes, las madres de familia, los seminaristas los sacerdotes. "Quizá no haya párroco en toda España – se dice en los procesos – que no haya recibido una carta de Sor Eusebia a propósito de la esclavitud mariana"

Cuando, a principio de los años 30, España se está preparando a la revolución por la rabia de los sin-Dios votados para el exterminio de la religión, Sor Eusebia no duda en llevar hasta el extremo aquel principio de "disponibilidad", pronta literalmente, a despojarse de todo. Se ofrece al Señor como víctima para la salvación de España, para la libertad de la religión.

Dios acepta la víctima. En agosto de 1932 un mal improviso es el primer aviso. Después el asma que en diversos momentos ya la había molestado, ahora llega a niveles extremos de intolerancia, se agrava con otros males que van apareciendo y atentan contra su vida.

En este tiempo, visiones de sangre afligen a Sor Eusebia aún más que los dolores físicos. El 4 de octubre de 1934, mientras algunas hermanas rezaban con ella en el lugar del sacrificio, interrumpe y empalidece diciendo: "rezad mucho por Cataluña". Es el principio de la sublevación operaria de Asturias y de la catalana en Barcelona (4-15 octubre 1934) que se llamarán "anticipo revelador". Visión de sangre también para su querida directora Sor Carmen Moreno Benítez, que será fusilada con otra hermana el 6 de septiembre de 1936: actualmente ha sido declarada beata, después del reconocimiento del martirio.

En tanto la enfermedad de Sor Eusebia se agrava: el médico que la asiste admite de no saber definir la enfermedad que, unida al asma le acartona todos los miembros convirtiéndola en un ovillo. Quien la visita siente la fuerza moral y la luz de santidad que irradian aquellos pobres miembros doloridos, dejando absolutamente intacta la lucidez del pensamiento, la delicadeza de los sentimientos y la gentileza del trato. A las hermanas que la asisten les promete: "Daré mis vueltecitas".

En el corazón de la noche entre el 9 y el 10 de febrero de 1935 Sor Eusebia parece dormir serenamente. Durante todo el día los restos mortales adornados con muchísimas flores, son visitados por toda la población de Valverde.

Todos repiten la misma expresión: "Ha muerto una santa"

Fue beatificada el 25 de abril de 2004 por el Papa Juan Pablo II.

Si usted tiene alguna información relevante para la canonización de la Beata Eusebia, contacte a:
Hijas de María Auxiliadora
C/ María Auxiliadora, 8
21600 Valverde del Camino (Huelva), ESPAÑA

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Guillermo el Grande, Santo Monje ermitaño, Febrero 10  

Guillermo el Grande, Santo

Monje Ermitaño

Martirologio Romano: En la cueva de Stabulum Rhodis, cerca de Grossetto, en la Toscana, san Guillermo, eremita de Malavalle, cuya vida inspiró y dio origen a numerosas congregaciones de eremitas (1157).

Etimología: Guillermo = Aquel que es un protector decidido, viene del germánico

Guillermo era un joven francés pagano. No obstante, abierto a la novedad que anunciaban los predicadores, se convirtió al cristianismo.

Sumido en sus principios, intentó vivirlos de la manera que a él le gustaba, es decir, como monje ermitaño.

Sus ermitas estaban por la Toscana. Murió en el año 1157

¿Cuál es la característica principal de su vida?

La contemplación. Ante la naturaleza veía las huellas del Creador. El mismo Juan Pablo II decía el miércoles cinco de junio en la audiencia general:" Se invita a la humanidad a reconocer y dar gracias al Creador por el don fundamental del universo, que le circunda y permite respirar, la alimenta y la sostiene".

El se pasaba la vida yendo de un lugar para otro haciendo oración, penitencia, ayuno, silencio.
Esta vivencia la transmitió Guillermo a sus discípulos. Estos dieron lugar a la Orden de san Guillermo, que en el año 1256, se unió a la Orden de san Agustín.

Después de unos años, algunos de sus miembros se separaron y volvieron a ser lo que eran.

El culto a san Guillermo data del siglo XIII.

Cuando murió, comentan los biógrafos, sus reliquias comenzaron a ser veneradas por los peregrinos que iban desde diferentes lugares de Italia. El Papa Alejandro III aprobó su culto en 1174 y lo confirmó más tarde Inocencio III en 1202.

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Fuente: Clairval.com
Luis (Alojzije Viktor) Stepinac, Beato Arzobispo y Mártir, Febrero 10  

Luis (Alojzije Viktor) Stepinac, Beato

Cardenal, Arzobispo y Mártir

Martirologio Romano: En la aldea de Krasic, cerca de Zagreb, en Croacia, beato Luis Stepinac, obispo de Zagreb, que rechazó con firmeza las doctrinas que se oponían a la fe y a la dignidad humana y, por su fidelidad a la Iglesia, después de prolongada prisión, víctima de la enfermedad y la miseria, terminó egregiamente su episcopado (1960).

Alois Stepinac nació en Krasic, en el noroeste de Croacia, el 8 de mayo de 1898. Era el quinto de los hijos de una familia de agricultores acomodados, y creció en un ambiente profundamente cristiano, donde reinaban el amor y el respeto mutuo, así como la caridad hacia los más desfavorecidos. Su madre, una mujer sencilla y piadosa, era especialmente devota de la Santísima Virgen María, un rasgo que distinguirá también a su hijo.

Durante su etapa de estudios en un colegio de Zagreb, Alois demuestra una férrea voluntad, a pesar de poseer un temperamento discreto y reservado. En 1917, es movilizado en el ejército austro-húngaro. De regreso a su país en junio de 1919, tras un breve cautiverio en Italia, aquel joven padece una crisis interna. Hastiado por la inmoralidad que había frecuentado en su etapa militar, emprende estudios de agricultura, pero los abandona enseguida. Tampoco tiene éxito un proyecto de matrimonio. En marzo de 1924, un sacerdote que le conoce bien publica en una revista un artículo sobre San Clemente María Hofbauer, enviándoselo junto a una extensa carta. Afectado por el ejemplo de aquel santo, el joven decide consagrar su vida a Dios, ingresando en el seminario "Germanicum" de Roma. Uno de sus condiscípulos dirá de él lo siguiente: "Ardía en amor por la Iglesia y estaba imbuido de fidelidad hacia el Santo Padre".

Alois Stepinac se doctora en filosofía, y luego en teología, en la Universidad Gregoriana de Roma, y recibe la ordenación sacerdotal el 26 de octubre de 1930. De regreso a Croacia, su país se le presenta destruido y explotado por Serbia. Aunque su deseo es convertirse en párroco rural, el arzobispo de Zagreb prefiere conservarlo como encargado de la liturgia, y luego como notario de la curia del arzobispado. Él acepta el cargo diciendo: "No sé si permaneceré aquí o no. No importa, pues todos los caminos que están al servicio de Dios llevan al Cielo". Le son confiadas importantes misiones, como apaciguar algunos conflictos acontecidos en algunas parroquias. También impulsa obras de caridad en los barrios pobres de Zagreb y organiza comidas para el pueblo.

En 1934, el arzobispo, Monseñor Bauer, cae gravemente enfermo y solicita de la Santa Sede un coadjutor, proponiendo a Alois Stepinac, quien intenta en vano eludir el cargo, tanto por su edad (36 años) como por su corta experiencia sacerdotal. Pero el 29 de mayo es nombrado coadjutor, desplazándose a continuación a pie al santuario mariano de Marija Bistrica, a 36 km de Zagreb, para confiar a María ese difícil ministerio. De hecho, los obispos croatas se ven en la necesidad de defender continuamente que se reconozcan los derechos de la Iglesia Católica (libertad de enseñanza, libertad de asociación, autoridad de la Iglesia sobre los matrimonios católicos, etc.).

El 7 de diciembre de 1937 fallece Monseñor Bauer, sucediéndole Mons. Stepinac como arzobispo de Zagreb. El nuevo prelado recomienda a sus sacerdotes que consagren lo mejor de sí mismos a su vida interior. Entre sus decisiones de gobierno de antes de la guerra, publica una carta abierta a todos los médicos para denunciar la "peste blanca": el desarrollo de la anticoncepción y del aborto. Por otra parte, llega a fundar un periódico católico con el fin de luchar contra la prensa antirreligiosa.

El arzobispo estima profundamente la vida religiosa y considera que su desarrollo resulta indispensable. Los monasterios deben convertirse en "fortalezas de Cristo", y deben proteger a la diócesis con las armas espirituales de la oración, de la renuncia y del sacrificio.

"El fruto de un inmenso egoísmo"

Monseñor Stepinac había anunciado la Segunda guerra mundial en estos términos: "Las parejas casadas ya no respetan los valores del matrimonio; se practica el adulterio y se abandona a los hijos; en una palabra: se hace todo lo posible para borrar el nombre de Dios de la faz de la tierra. Se están destruyendo todos los valores morales, por lo que no es extraño que Dios se dirija ahora a las multitudes a través del único lenguaje que son capaces de entender... y es el caos sobre la tierra, el horror de la guerra, la destrucción de todas las cosas. Es el fruto de un inmenso egoísmo... Si queremos vislumbrar días mejores, la primera regla consiste en devolverle a Dios el respeto debido, con humildad; es la única vía para la paz". ¡Es una enseñanza que sigue estando de actualidad!

El 10 de abril de 1941, después de la invasión de Yugoslavia por parte del ejército alemán, los nacionalistas croatas (también llamados ustachis) proclaman un Estado independiente en Zagreb. Junto a hechos positivos (plena libertad para la Iglesia Católica, protección de las buenas costumbres, etc.), el nuevo régimen queda deshonrado a causa de discriminaciones contra los ciudadanos de religión ortodoxa, los judíos y los gitanos. Sin condenar por completo al Estado croata, reconocido "de facto" por la Santa Sede, Monseñor Stepinac mantiene sus reservas. Se convierte en el portavoz de todos los oprimidos y perseguidos, denuncia los abusos de los ustachis y condena los postulados racistas, así como las persecuciones contra las minorías judía y serbia.

Además, el gobierno croata incita a los ortodoxos a pasarse a la religión católica. Monseñor Stepinac dirige una nota confidencial a sus clérigos: "Cuando acudan a vosotros personas de confesión judía u ortodoxa que se hallen en peligro de muerte, y por esa causa quieran convertirse al catolicismo, recibidlos (Esa "recepción" no era más que una simple acogida por parte de la Iglesia, sin ningún compromiso religioso) para que salven la vida. No les pidáis ningún conocimiento religioso especial, pues los ortodoxos son cristianos como nosotros, y la fe judía es la raíz del cristianismo. El papel y el deber de los cristianos debe consistir ante todo en salvar a la gente. Y cuando esta época de demencia y de salvajismo llegue a su término, los que se hayan convertido por convicción podrán permanecer en nuestra Iglesia, y los demás, una vez pasado el peligro, podrán regresar a la suya". La Iglesia enseña, en efecto, la libertad del acto de fe: "Es uno de los puntos principales de la doctrina católica que el hombre al creer tiene que dar una respuesta voluntaria a Dios, y que por tanto a nadie se puede forzar a abrazar la fe contra su voluntad" (Vaticano II, Dignitatis humanæ, 10).

A lo largo de toda la guerra, el arzobispo de Zagreb prodiga los favores de su caridad a los desdichados, cualesquiera que sean, distribuyendo vagones enteros de alimentos a los refugiados, cuidando personalmente de los huérfanos cuyos padres están encarcelados o han huido a las montañas, y salva del hambre y de la muerte a 6.700 niños, la mayor parte de padres ortodoxos.

El presidente de la comunidad judía de los Estados Unidos, Louis Breier, dirá de él lo siguiente el 13 de octubre de 1946: "Esa gran autoridad de la Iglesia ha sido acusada de colaborar con los nazis. Nosotros los judíos lo negamos. Sabemos, por la conducta que siguió desde 1934, que ha sido siempre un verdadero amigo de los judíos, que, en aquellos años, sufrían las persecuciones de Hitler y de sus adeptos. Alois Stepinac es uno de esos pocos hombres en Europa que se levantaron contra la tiranía nazi, justamente en los momentos en que resultaba más peligroso hacerlo... La ley sobre el "brazalete amarillo" se anuló gracias a él... Después de Su Santidad el Papa Pío XII, el arzobispo Stepinac fue el mayor de los defensores de los judíos perseguidos en Europa".

Cuando callan las campanas

Con ocasión de la retirada de las tropas alemanas durante el fin de la guerra, el arzobispo consigue evitar la destrucción total de Zagreb, pero ve con dolor cómo los partisanos de Josip Tito toman el poder, emprenden una sangrienta depuración e instauran leyes antirreligiosas. Nada impresionado por los rumores que le tachan de criminal de guerra, Monseñor Stepinac está firmemente decidido a permanecer en medio de su pueblo.

El 17 de mayo de 1945, el arzobispo es encarcelado por sorpresa. El 3 de junio, los obispos croatas exigen su liberación como medida previa a toda negociación. Todas las campanas de Zagreb se callan y la procesión del Corpus Christi queda anulada. Ante aquel inesperado movimiento de resistencia, Tito da su brazo a torcer y manda liberar a Monseñor Stepinac. El 24 de junio, en una circular dirigida a todos los sacerdotes, el prelado recuerda a los padres su deber sagrado de reclamar la educación religiosa en las escuelas. Sus exhortaciones a todos los fieles van dirigidas a que hagan uso de la oración, en especial en esos tiempos difíciles, y muy concretamente a que recen el Rosario.

Sin embargo, la dictadura se instaura sin tomar en consideración la solemne declaración del gobierno federal de Yugoslavia según la cual se respetarían la libertad de conciencia y de confesión religiosa, así como la propiedad privada. En una carta pastoral fechada el 20 de septiembre de 1945, los obispos católicos de Yugoslavia advierten que 243 sacerdotes han sido asesinados desde el final de la guerra y que 258 han sido encarcelados o han desaparecido. A continuación, constatando la parálisis de los seminarios, los estragos ejercidos en la juventud por parte de la propaganda atea y la inmoralidad amparada por el Estado, condenan solemnemente "el espíritu materialista e impío que se extiende por nuestro país".

En octubre de 1945, con motivo de una visita pastoral, el automóvil de Monseñor Stepinac es asaltado por los comunistas y los cristales son rotos a pedradas. La víspera del atentado, la milicia había amenazado al prelado con represalias si llevaba a cabo aquella visita. "De todas formas, señala el arzobispo, solamente se muere una vez; pueden hacer lo que quieran, pero nunca dejaré de predicar la verdad; no temo a nadie más que a Dios, y mi deber sigue siendo el mismo: salvar almas".

"Tengo la conciencia limpia y en paz"

Desde noviembre de 1945, Monseñor Stepinac deja instrucciones para administrar la Iglesia en el caso de que sea encarcelado. El 17 de diciembre, en un mensaje al clero, se defiende de todas las acusaciones que se le atribuyen mediante las siguientes frases, que son un resumen de su vida y que explican la fortaleza de su alma: "Tengo la conciencia limpia y en paz ante Dios, que es el más fidedigno de los testigos y el único juez de nuestros actos, ante la Santa Sede, ante los católicos de este Estado y ante el pueblo croata". Más tarde añadirá: "Estoy dispuesto a morir en cualquier momento".

El 18 de septiembre de 1946, a las 5 de la madrugada, la milicia irrumpe en el arzobispado y se precipita hacia la capilla donde está rezando el prelado. Conminado a seguir a los policías, responde: "Si estáis sedientos de mi sangre, aquí me tenéis". El 30 de septiembre, comienza un proceso que el Papa Pío XII calificará de "tristissimo" (lamentable). Gracias a la fortaleza propia de una conciencia recta y pura, Monseñor Stepinac no desfallece ante los jueces. En medio de una gran tranquilidad, y seguro de la protección de "la abogada de Croacia, la más fiel de las madres", la Santísima Virgen María, el 11 de octubre escucha la injusta sentencia que se pronuncia contra él, que le condena a prisión y a trabajos forzados durante dieciséis años "por crímenes contra el pueblo y el Estado". "Las razones de la persecución que padeció y del simulacro de juicio que se organizó contra él, dirá el Papa Juan Pablo II el 7 de octubre de 1998, fueron su rechazo a las insistencias del régimen para que se separara del Papa y de la Sede Apostólica, y para que encabezara una "Iglesia nacional croata". Él prefirió seguir siendo fiel al sucesor de Pedro, y por eso fue calumniado y luego condenado".

Durante su encarcelamiento en Lepoglava, Monseñor Stepinac comparte la miserable suerte de cientos de miles de prisioneros políticos. Son numerosos los guardianes que lo humillan, entrando en cualquier momento en su celda e insultándole continuamente. Los paquetes de alimentos que recibe son expuestos durante varios días al calor o estropeados para que resulten incomestibles. El arzobispo guarda silencio, transformando la celda de la prisión en una celda monacal de oración, de trabajo y de santa penitencia. Se lo han quitado todo, "excepto una cosa: la posibilidad de alzar las manos al cielo, como Moisés" (cf. Ex 17, 11). Pero tiene la suerte de poder celebrar la Misa en un altar improvisado. En la última página de su agenda de 1946 escribe lo que sigue: "Todo sea para la mayor gloria de Dios; también la cárcel".

"Sufrir y trabajar por la Iglesia"

El 5 de diciembre de 1951, cediendo a las presiones internacionales, el gobierno yugoslavo consiente en trasladar al arzobispo a Krasic, su ciudad natal, bajo libertad vigilada. Allí ejerce funciones de vicario, pasando buena parte del tiempo en la iglesia parroquial, donde confiesa durante horas enteras y, cuando le instan a que economice sus ya débiles fuerzas, responde que confesar es uno de sus mayores descansos. En el transcurso de sus primeros días en Krasic, un periodista extranjero le hace la siguiente pregunta: "¿Cómo se encuentra? – Tanto aquí como en Lepoglava, no hago más que cumplir con mi deber. – ¿Y cuál es su deber? – Sufrir y trabajar por la Iglesia".

A unos visitantes desanimados por los perjuicios del comunismo, Monseñor Stepinac les responde: "No hay que desesperar, pues aunque el comunismo deje huellas en nuestro pueblo, y aunque nos encontremos con las manos atadas por esa pérfida ideología y aunque algunos flaqueen, estamos mejor que los pueblos del oeste, saturados de bienes materiales pero asfixiados en la inmoralidad y en el ateísmo práctico. Gracias a Dios mi pueblo ha permanecido fiel al Señor y al respeto hacia la Virgen".

Mientras tanto, el gobierno yugoslavo intenta a cualquier precio provocar una ruptura de los católicos croatas con Roma y fundar una iglesia nacional cismática, con objeto de incorporar a los croatas a la Iglesia ortodoxa serbia. A tal efecto, se llega a crear una "asociación de los santos Cirilo y Metodio" que agrupa a "sacerdotes patriotas" y devotos del régimen. El año 1953 destaca por las agresiones procedentes del gobierno. El recluido arzobispo da ánimos a los sacerdotes y a los fieles mediante una copiosa correspondencia, exhortando a los indecisos y recuperando a las ovejas descarriadas. Más de un sacerdote llega a confesar que "Si no hubiera estado allí, quién sabe lo que nos habría pasado". Uno de los principales peleles de Tito, Milovan Djilas, confesará más tarde: "Si Stepinac hubiera querido ceder y proclamar una Iglesia croata independiente de Roma, como nosotros queríamos, lo habríamos colmado de honores".

"Vencerá el espíritu, y no la materia..."

El 12 de enero de 1953, el Papa Pío XII eleva a Monseñor Stepinac a la dignidad cardenalicia. Pero el arzobispo no ha podido desplazarse a Roma, por miedo a que el gobierno de Tito le impida regresar a su país. En una entrevista con un periodista extranjero, el nuevo cardenal anuncia proféticamente: "En la lucha que se desarrolla (en Yugoslavia) entre la Iglesia y el Estado, vencerá el espíritu, y no la materia. Durante la historia de la humanidad nunca ha podido mantenerse definitivamente el materialismo".

La generosidad del cardenal con respecto a los que son más pobres que él no tiene límites: "No posee más que lo estrictamente necesario para vestirse, explica el párroco de Krasic; todo lo da. Incluso acaba de dar a los pobres dos pares de zapatos". En su humildad, Monseñor Stepinac lamenta la publicidad que se ha montado alrededor de su persona. Al enterarse un día que una revista extranjera acaba de publicar una declaración del Papa en la que dice que "El cardenal de Croacia es el mayor prelado de la Iglesia Católica", él baja la vista murmurando: "¡Solamente Dios es grande!".

A finales de 1952 debe ser operado de una pierna y, al año siguiente, se le declara una grave enfermedad de la sangre, cuya causa se debe, según los médicos, a los malos tratos padecidos. Se le dispensan muchos cuidados médicos, pero él se niega a ser tratado en el extranjero, como habría sido necesario; como buen pastor, decide quedarse junto a su rebaño. Pero los métodos del régimen comunista no se flexibilizan. En noviembre de 1952, Tito decide romper las relaciones diplomáticas con el Vaticano, dando simultáneamente la orden a su policía de impedir cualquier visita a Krasic. Los guardianes del prelado (que eran más de treinta en 1954) le insultan y se burlan de él de todas las maneras posibles. El largo proceso seguido para su beatificación llegará a la conclusión, en 1994, de que su muerte fue la consecuencia de los catorce años de aislamiento injusto, de presiones físicas y morales constantes y de sufrimientos de todo tipo. Por eso "queda confiado en adelante a la memoria de sus compatriotas con las notorias divisas del martirio" (Juan Pablo II, 3 de octubre de 1998).

Vencer el mal con el bien

Durante todos aquellos años de reclusión forzosa, el cardenal Stepinac adopta la actitud espiritual que ordenó Nuestro Señor Jesucristo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan (Mt 5, 44). Persevera hasta el final en su resolución de perdonar, y se le oye rezar por sus perseguidores y repetir en voz baja: "No debemos odiar; también ellos son criaturas de Dios". En su "testamento espiritual" escribe lo siguiente: "Pido sinceramente a cualquier persona a la que hubiera podido hacer daño que me perdone, y perdono de todo corazón a todos los que me han hecho daño... Queridísimos hijos, amad también a vuestros enemigos, pues así nos lo ha mandado Dios. Seréis entonces hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace que el sol salga para los buenos y para los malos, y que hace que llueva tanto para los que hacen el bien como para los que hacen el mal. Que la conducta de vuestros enemigos no os aleje del amor hacia ellos, pues el hombre es una cosa pero la maldad es otra bien distinta".

"Perdonar y reconciliarse, dirá el Papa Juan Pablo II con motivo de la beatificación del cardenal Stepinac, significa purificar la memoria del odio, de los rencores, del deseo de venganza; significa reconocer que quien nos ha hecho daño es también hermano nuestro; significa no dejarse vencer por el mal, antes bien vencer al mal con el bien (cf. Rm 12, 21)".

En 1958, los sufrimientos del cardenal se hacen casi intolerables, pero lo más penoso para él es carecer de fuerzas para poder celebrar la Misa. El 10 de febrero de 1960, expira en Krasic, pronunciando estas palabras: "Fiat voluntas tua" (¡Hágase tu voluntad!).

In te Domine speravi (En ti he esperado, Señor). Tal era su divisa. En uno de sus sermones nos confiaba el secreto de su esperanza: "Alguien podría preguntarse: "Y nuestra esperanza, ¿en qué se basa?". Y yo le respondo que en la fidelidad a Dios, pues Dios no miente; en la omnisciencia divina, para quien nada pasa desapercibido; en la omnipotencia de Dios, que es siempre dueño de todo".

El 3 de octubre de 1998, el Papa Juan Pablo II dejaba constancia del triunfo de esa invencible esperanza: "En la beatificación del cardenal Stepinac reconocemos la victoria del Evangelio de Jesucristo sobre las ideologías totalitarias; la victoria de los derechos de Dios y de la conciencia sobre la violencia y las vejaciones; la victoria del perdón y de la reconciliación sobre el odio y la venganza". A la vez que nos sentimos colmados de un profundo agradecimiento hacia el Santo Padre por esa beatificación, le damos gracias sobre todo al Señor por haber hecho brillar ante nuestros ojos semejante luz y por habernos dado como ejemplo al beato Alois Stepinac.

Puedes encontrar más información en el siguiente artículo:
Cardenal Luis Stepinac

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Austreberta, Santa Abadesa, 10 de febrero  

Austreberta, Santa

Abadesa

Martirologio Romano: En la región de Rouen, en Neustria, hoy en Francia, santa Austreberta, virgen y abadesa, que rigió el monasterio de Pavilly, fundado piadosamente por el obispo san Audeno (704).

Santa Austreberta o Eustreberta fue hija de uno de los principales cortesanos del rey Dagoberto, el conde Palatino Badefrido y de Santa Framechidis. Nació cerca de Thérouanne, en Artois, y fue una niña seria y piadosa, con la mente fija en iglesias y convenios. Un día, mientras contemplaba su imagen reflejada en el agua, vio un velo sobre su cabeza; aquella extraña experiencia le produjo una impresión permanente. Al cumplir los doce años, su padre le anunció que ya tenía proyectado su matrimonio y la idea resultó tan desagradable para Austreberta, que huyó de la casa, acompañada por su hermano menor. Se refugió en un monasterio, donde el abad le dio asilo y le prometió imponerle el velo. Sin embargo, al saber quién era ella y pensando en lo preocupados que estarían sus padres por su ausencia, la persuadió para que regresara con él a su hogar. Omer explicó el asunto a sus padres, que terminaron por acceder a que la joven entrara al convento, después de vivir con ellos algún tiempo. Aquel fue un período de prueba para Austreberta que se sentía atormentada por los escrúpulos de no haber respondido al llamado de Dios. Tanto importunó a los suyos para que la dejasen partir, que por fin su padre la llevó al monasterio de Port (después Abbeville), en el Somme, donde tomó el hábito ella misma.

Muy pronto se ganó lodos los corazones con su piedad y humildad. Ella misma estaba feliz en aquella comunidad tan devota y observante. Se cuenta que un día cuando Austreberta horneaba el pan para la casa, ocurrió un suceso extraordinario. En el horno caliente ya se habían extinguido las llamas. Los panes estaban listos y sólo faltaba sacar las brasas. Austreberta metió la escoba, que se incendió de pronto y llenó el horno con fuego. Austreberta, temiendo que el pan se quemara, cerró primero la puerta de la cocina y después, inclinándose entre las llamas, que no le hicieron ningún daño, limpió el interior del horno con sus manos y sacó el pan. A la asombrada muchacha que había presenciado la escena le encargó que no dijera nada a nadie y después siguió con su larca tranquilamente, sin ninguna quemadura en sus carnes ni en sus ropas. Sólo a su confesor reveló Austreberta lo sucedido y, aunque éste quedó lleno de admiración, le advirtió: "Hija, no vuelvas a ser tan temeraria, no sea que la próxima vez tientes a Satanás y recibas algún daño."

En aquel tiempo vivía un hombre piadoso llamado
Audeno que había fundado en Pavilly el monasterio en el que profesó su hija Aurea. Por consejo de San Filiberto, Audeno nombró superiora de su convento a Austreberta, quien ya desde hacía tiempo era abadesa de Port.

La santa se resistió a separarse de sus amadas hijas para ir a enfrentarse con muchas dificultades en otro monasterio, pero ante la insistencia de San Filiberto acabó por aceptar. En su nueva casa encontró una completa falta de disciplina y se impuso la tarea de urgir a sus monjas el estrícto cumplimiento de las reglas; pero las religiosas no se conformaron con aquella severidad y acudieron a protestar ante Audeno, y acusaron a la santa de varias ofensas graves. El fundador dio crédito a las calumnias y después de injuriar a la superiora, llegó al grado de amenazarla con su espada, pero Austreberta no se inmutó y ciñéndose el velo alrededor del cuello, inclinó la cabeza esperando el golpe mortal. Su valor hizo que Audeno recuperara la cordura y desde entonces la dejó que gobernara a sus monjas del modo que creyera conveniente.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Calarampo, Profirio, Daucto y compañeras, Santos Mártires, Febrero 10  

Calarampo, Profirio, Daucto y compañeras, Santos

Mártires

Martirologio Romano: En Magnesia, en la provincia de Asia, santos Calarampo, Profirio y Daucto, que junto con tres mujeres sufrieron el martirio en tiempo de Septimio Severo (s. III).

En un resumen de los martirologios griegos se dice que, bajo el reinado de Séptimo Severo, el prefecto Luciano, que gobernaba en Magnesia, mandó detener a un sacerdote llamado Caralampio, porque éste despreciaba los edictos imperiales que prohibían predicar el Evangelio. Con el propósito de vencer la constancia del sacerdote, Luciano mandó que le torturaran y él mismo se unió a los verdugos para desgarrar las carnes del confesor con garfios de hierro. Se dice que en aquel momento, por justo juicio de Dios, las manos del pefecto Luciano quedaron paralizadas y adheridas al cuerpo del mártir, sin que su dueño pudiese retirarlas.

Pero Caralampio elevó a Dios una plegaria, pidiendo el perdón para el inhumano verdugo y las manos de Luciano recuperaron el movimiento. Ante un prodigio tan evidente, los dos lictores, Porfirio y Bato, que también desempeñaban el oficio de verdugos, abjuraron del culto de los ídolos y se declararon cristianos; tres mujeres que presenciaban el suplicio, siguieron su ejemplo. Pero el prefecto persistió en su incredulidad y mandó que todos fuesen decapitados al instante.

Debe hacerse notar que este resumen no menciona al emperador ni habla de Antioquía de Pisidia. Las "actas," que por oirá parte son poco dignas de confianza, se detienen en diversos detalles, pero no dicen nada sobre los compañeros del mártir. La fiesta de San Caralampio figura el 10 de febrero en los agregados al martirologio de Usuardo y parece que su culto se extendía hasta las regiones de Hainaut.

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Fuente: ACI Prensa
José Sánchez del Río, Beato Mártir, Febrero 10  

José Sánchez del Río, Beato

Mártir con catorce años. Así se resume la vida de José Luis Sánchez del Río, quien según ha anunciado el cardenal Juan Sandoval Iñiguez, arzobispo de Guadalajara, beatificado junto a otros doce mártires en esa ciudad el 20 de noviembre por disposición del Papa Benedicto XVI.

Nacido en Sahuayo, Michoacán, el 28 de marzo de 1913, hijo de Macario Sánchez y de María del Río, José Luis fue asesinado el 10 de febrero de 1928, durante la persecución religiosa de México por pertenecer a "los cristeros", grupo numeroso de católicos mexicanos levantados en contra la opresión del régimen de Plutarco Elías Calles.

Un año antes de su martirio, José Luis se había unido a las fuerzas "cristeras" del general Prudencio Mendoza, enclavadas en el pueblo de Cotija, Michoacán.

El martirio fue presenciado por dos niños, uno de siete años y el otro de nueve años, que después se convertirían en fundadores de congregaciones religiosas. Uno de ellos es el padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, nacido en Cotija, quien en el libro entrevista "Mi Vida es Cristo" revela el papel decisivo que tendría para su vocación el testimonio de José Luis, de quien era amigo.

"Fue capturado por las fuerzas del gobierno, que quisieron dar a la población civil que apoyaba a los cristeros un castigo ejemplar", recuerda el fundador que entonces tenía siete años. "Le pidieron que renegara de su fe en Cristo, so pena de muerte. José no aceptó la apostasía. Su madre estaba traspasada por la pena y la angustia, pero animaba a su hijo", añade.

"Entonces le cortaron la piel de las plantas de los pies y le obligaron a caminar por el pueblo, rumbo al cementerio --recuerda--. Él lloraba y gemía de dolor, pero no cedía. De vez en cuando se detenían y decían: "Si gritas ´Muera Cristo Rey´" te perdonamos la vida. "Di ´Muera Cristo Rey´". Pero él respondía: "Viva Cristo Rey"".

"Ya en el cementerio, antes de disparar sobre él, le pidieron por última vez si quería renegar de su fe. No lo hizo y lo mataron ahí mismo. Murió gritando como muchos otros mártires mexicanos "¡Viva Cristo Rey!"".

"Estas son imágenes imborrables de mi memoria y de la memoria del pueblo mexicano, aunque no se hable muchas veces de ellas en la historia oficial", concluye el padre Maciel.

Otro testigo de los hechos fue el niño de nueve años Enrique Amezcua Medina, fundador de la Confraternidad Sacerdotal de los Operarios del Reino de Cristo, con casas de formación tanto en México como en España y presencia en varios países del mundo.

En la biografía de la Confraternidad que él mismo fundara, el padre Amezcua narra su encuentro --que siempre consideró providencial-- con José Luis.

Según comenta en ese testimonial, haberse cruzado con el niño mártir de Sahuayo --a quien le pidió seguirlo en su camino, pero que, viéndolo tan pequeño le dijo: "Tú harás cosas que yo no podré llegar a hacer"--, determinó su entrada al sacerdocio.

Más tarde, al seminario de formación de los Operarios en Salvatierra, Guanajuato lo bautizó como Seminario de Cristo Rey y su internado se llamó "José Luis", en honor a la memoria de este futuro beato mexicano.

Los restos mortales de José Luis descansan en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en su pueblo natal.

Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005 en el pontificado de S.S. Benedicto XVI.

Artículos relacionados:
José Sánchez del Río, Mártir de Cristo Rey
El niño cristero

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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Febrero 10  

Otros Santos y Beatos

Santos Zótico y Amancio, mártires
En Roma, en el décimo miliario de la vía Labicana, santos Zótico y Amancio, mártires (s. II/IV).

San Silvano, obispo
Cerca de Terracina, en la Campania, san Silvano, obispo (s. IV).

San Troyano, obispo
En la ciudad de Santonas (hoy Saintes), en Aquitania, san Troyano, obispo (c. 550).

San Protadio,, obispo
En Vesoncio (hoy Besançon), en Burgundia, san Protadio, obispo (c. 624).

Beato Hugo, abad
En el monasterio premonstratense de Fosses, cerca de Namur, en Lotaringia, beato Hugo, abad, a quien su maestro san Norberto, al ser elegido arzobispo de Magdeburgo, le encomendó la organización de la nueva Orden, que rigió prudentemente durante treinta y cinco años (c. 1163).

Beatos Pedro Fremond y cinco compañeras, mártires
En Preuilly, en el Anjou, en Francia, beatos Pedro Fremond junto con cinco compañeras, mártires, que durante la Revolución Francesa fueron fusilados por su fidelidad a la Iglesia católica (1794). Sus nombres son: beatas Catalina y María Luisa du Verdier de la Sorinière, hermanas; Luisa Bessay de la Voûte; María Ana Hacher du Bois; y Luisa Poirier, esposa.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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