viernes, 28 de octubre de 2011

Lecturas Sábado 29 de Octubre de 2011. Si quieres a María, cada sábado, ofrece la Misa en Su día.

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 14, 1. 7-11

Gloria a ti, Señor.

Un sábado entró Jesús en casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, y ellos estaban
espiándolo. Mirando que los convidados escogían los primeros lugares, les dijo esta parábola:
"Cuando te inviten a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar principal, no sea que
haya otro invitado más importante que tú; y el que los invitó a los dos venga a decirte: "Déjale
el lugar a éste", y entonces tengas que ir todo avergonzado a ocupar el último asiento.
Por el contrario, cuando te inviten, siéntate en el último puesto; así, cuando venga el que te
invitó, te diga: "Amigo, acércate a la cabecera".
Entonces te verás honrado ante todos los convidados.
Porque todo el que se engrandece será humillado, y el que se humilla será engrandecido".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/swf/l.swf?video_id=v82JVdXAUUs

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

sab 30a. Ordinario año impar

Antífona de Entrada

Sálvanos, Señor y Dios nuestro; reúnenos de entre las naciones, para que podamos agradecer tu poder santo y sea nuestra gloria alabarte.

[Misa]

Oración Colecta

Concédenos, Señor, Dios nuestro, amarte con todo el corazón y, con el mismo amor, amar a
nuestros prójimos.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

[Misa]

Primera Lectura

Si la caída de los judíos ha sido riqueza para el mundo, ¿qué no será su reintegración, sino resurrección de entre los muertos?

Lectura de la carta del apóstol según Pablo a los Romanos 11, 1-2. 11-12. 25-29

Hermanos: Yo les pregunto: ¿Acaso Dios ha rechazado a su pueblo? De ninguna manera. Pues
yo también soy israelita, descendiente de Abrahán y de la tribu de Benjamín. Dios no ha
rechazado a su pueblo, pues él mismo lo eligió.
Y vuelvo a preguntarles: ¿Acaso los judíos han tropezado para no volver a levantarse? De
ninguna manera, puesto que su caída ha tenido como consecuencia que la salvación llegue a los
paganos y esto provoque la emulación de los judíos. Ahora bien, si su caída ha sido riqueza para
el mundo y su empobrecimiento ha sido riqueza para los paganos, ¿cuánto más lo será la plena
aceptación de la fe por parte de todos los judíos?
No quiero que ignoren, hermanos, el designio de Dios que se oculta en todo esto, para que no
anden presumiendo. La ceguera de una parte del pueblo de Israel, durará hasta que todos los
paganos hayan aceptado la fe, y entonces todo el pueblo de Israel se salvará, conforme a lo que
dice la Escritura: Vendrá de Sión el libertador, para alejar de Israel toda maldad y estableceré mi
alianza con ellos, cuando haya borrado sus pecados.
De manera que, por lo que toca al Evangelio, los judíos son enemigos, para el bien de ustedes;
pero, por lo que toca a la elección de Dios, son muy amados de él, en atención a los patriarcas,
porque Dios no se arrepiente de sus dones ni de su elección.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 93

El Señor jamás rechazará a su pueblo.

Señor, dichoso aquel a quien tú educas y enseñas a cumplir tus mandamientos; cuando lleguen las horas de desgracia, no perderá el sosiego.
El Señor jamás rechazará a su pueblo.

Jamás rechazará Dios a su pueblo ni dejará a los suyos sin amparo. Hará justicia al justo y dará un porvenir al hombre honrado.
El Señor jamás rechazará a su pueblo.

Si el Señor no me hubiera ayudado, ya estaría yo habitando en el silencio. Cuando me hallaba al borde del sepulcro, tu amor, Señor, me conservó la vida.
El Señor jamás rechazará a su pueblo.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Tomen mi yugo sobre ustedes, dice el Señor, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de
corazón.
Aleluya.

Evangelio

El que se engrandece a sí mismo será humillado; y el que se humilla será engrandecido

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 14, 1. 7-11

Gloria a ti, Señor.

Un sábado entró Jesús en casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, y ellos estaban
espiándolo. Mirando que los convidados escogían los primeros lugares, les dijo esta parábola:
"Cuando te inviten a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar principal, no sea que
haya otro invitado más importante que tú; y el que los invitó a los dos venga a decirte: "Déjale
el lugar a éste", y entonces tengas que ir todo avergonzado a ocupar el último asiento.
Por el contrario, cuando te inviten, siéntate en el último puesto; así, cuando venga el que te
invitó, te diga: "Amigo, acércate a la cabecera".
Entonces te verás honrado ante todos los convidados.
Porque todo el que se engrandece será humillado, y el que se humilla será engrandecido".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

[Misa]

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, estos dones que te presentamos en señal de sumisión a Ti, y conviértelos en el
sacramento de nuestra redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

[Misa]

Prefacio Común IV

La alabanza, don de Dios

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo
lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Pues, aunque no necesitas de nuestra alabanza, es don tuyo el que seamos agradecidos; y
aunque nuestras bendiciones no aumentan tu gloria, nos aprovechan para nuestra salvación,por
Cristo, nuestro Señor.
Por eso,
unidos a los ángeles, te aclamamos llenos de alegría:
[Misa]

Antífona de la Comunión

Ven, Señor, en ayuda de tu siervo y sálvame por tu misericordia. Que no me arrepienta nunca de

haber invocado.

[Misa]

Oración después de la Comunión

Que el sacramento del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo que acabamos de recibir , nos ayude,
Señor, a vivir más profundamente nuestra fe.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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Meditación diaria

 

30ª semana. Sábado

EL MEJOR PUESTO

Los primeros puestos.

— Humildad de María.

— Frutos de la humildad.

I. Todos los días son buenos para hacer un rato de oración junto a la Virgen, pero en este, el sábado, son muchos los cristianos de todas las regiones de la tierra que procuran que la jornada transcurra muy cerca de María. Nos acercamos hoy a Ella para que nos enseñe a progresar en esa virtud fundamento de todas las demás, que es la humildad, pues ella «es la puerta por la que pasan las gracias que Dios nos otorga; es la que sazona todos nuestros actos, comunicándoles tanto valor, y haciendo que resulten y sean agradables a Dios. Finalmente, Ella nos constituye dueños del corazón de Dios, hasta hacer de Él, por decirlo así, nuestro servidor; pues nunca ha podido Dios resistir un corazón humilde»1. Es tan necesaria para la salvación que Jesús aprovecha cualquier circunstancia para ensalzarla.

El Evangelio de la Misa2 nos refiere que Jesús fue invitado a un banquete. En la mesa, como también ocurre frecuentemente en nuestros días, había lugares de mayor honor. Los invitados, quizá un tanto atropelladamente, se dirigían a estos puestos más considerados. Jesús lo observaba. Quizá cuando ya estaba terminando la comida, en los momentos en los que la conversación se hace más reposada, el Señor les dice: Cuando seas invitado a una boda, no te sientes en el primer puesto... Al contrario..., ve a sentarte en el último lugar, para que cuando llegue el que te invitó te diga: amigo, sube más arriba. Entonces quedarás muy honrado ante todos los comensales. Porque todo el que se ensalza será humillado; y el que se humilla será ensalzado.

Jesús se situaría probablemente en un lugar discreto o donde le indicó el que le había invitado. Él sabe estar, y a la vez se da cuenta de aquella actitud poco elegante, también desde el punto de vista humano, que adoptan los comensales. Estos, por otra parte, se equivocaron radicalmente porque no supieron darse cuenta de que el mejor puesto se encuentra siempre al lado de Jesús. Por llegar hasta allí, junto al Señor, es por lo que debieron porfiar. En la vida de los hombres se observa no pocas veces una actitud parecida a la de aquellos comensales: ¡cuánto esfuerzo para ser considerados y admirados, y qué poco para estar cerca de Dios! Nosotros pedimos hoy a Santa María, en este rato de oración y a lo largo del día, que nos enseñe a ser humildes, que es el único modo de crecer en amor a su Hijo, de estar cerca de Él. La humildad conquista el Corazón de Dios. «"Quia respexit humilitatem ancillae suae" —porque vio la bajeza de su esclava...

»—¡Cada día me persuado más de que la humildad auténtica es la base sobrenatural de todas las virtudes!

»Habla con Nuestra Señora, para que Ella nos adiestre a caminar por esa senda»3.

II. La Virgen nos enseña el camino de la humildad. Esta virtud no consiste esencialmente en reprimir los impulsos de la soberbia, de la ambición, del egoísmo, de la vanidad..., pues Nuestra Señora no tuvo jamás ninguno de estos movimientos y fue adornada por Dios en grado eminente con esta virtud. El nombre de humildad viene del latín humus, tierra, y significa, según su etimología, inclinarse hacia la tierra. La virtud de la humildad consiste esencialmente en inclinarse ante Dios y ante todo lo que hay de Dios en las criaturas4, reconocer nuestra pequeñez e indigencia ante la grandeza del Señor. Las almas santas «sienten una alegría muy grande en anonadarse delante de Dios, y reconocer prácticamente que Él solo es grande, y que en comparación de la suya, todas las grandezas humanas están vacías de verdad, y no son sino mentira»5. Este anonadamiento no empequeñece, no acorta las verdaderas aspiraciones de la criatura, sino que las ennoblece y les da nuevas alas, les abre horizontes más amplios. Cuando Nuestra Señora es elegida para ser Madre de Dios, se proclama enseguida su esclava6. Y en el momento en que escucha la alabanza de que es bendita entre todas las mujeres7 se dispone a servir a su prima Isabel. Es la llena de gracia8, pero guarda en su intimidad la grandeza que le ha sido revelada. Ni siquiera a José le desvela el misterio; deja que la Providencia lo haga en el momento oportuno. Llena de una inmensa alegría canta las maravillas que le han sucedido, pero las atribuye al Todopoderoso. Ella, de su parte, solo ha ofrecido su pequeñez y su querer9. «Se ignoraba a sí misma. Por eso, a sus propios ojos no contaba. No vivió pendiente de sí misma, sino pendiente de Dios, de su voluntad. Por eso podía medir el alcance de su propia bajeza, de su, a la vez, desamparada y segura condición de criatura, sintiéndose incapaz de todo, pero sostenida por Dios. La consecuencia fue el entregarse, el vivir para Dios»10. Nunca buscó su propia gloria, ni aparentar, ni primeros puestos en los banquetes, ni ser considerada, ni recibir halagos por ser la Madre de Jesús. Ella solo buscó la gloria de Dios.

La humildad se funda en la verdad, en la realidad; sobre todo en esta certeza: es infinita la distancia que existe entre la criatura y su Creador. Cuanto más se comprende esta distancia y el acercamiento de Dios con sus dones a la criatura, el alma, con la ayuda de la gracia, se hace más humilde y agradecida. Cuanto más elevada está una criatura más comprende este abismo; por eso la Virgen fue tan humilde. Ella, la Esclava del Señor, es hoy la reina del Universo. En Ella se cumplieron de modo eminente las palabras de Jesús al final de la parábola: el que se humilla, el que ocupa su lugar ante Dios y ante los hombres, será ensalzado. El que es humilde oye siempre a Jesús que le dice: amigo, sube más arriba. «Que sepamos ponernos al servicio de Dios sin condiciones y seremos elevados a una altura increíble; participaremos en la vida íntima de Dios, ¡seremos como dioses!, pero por el camino reglamentario: el de la humildad y la docilidad al querer de nuestro Dios y Señor»11.

III. La humildad nos hará descubrir que todo lo bueno que existe en nosotros viene de Dios, tanto en el orden de la naturaleza como en el de la gracia: Mi sustancia es como nada delante de Ti, Señor12, exclama el Salmista. Lo específicamente nuestro es la flaqueza y el error. A la vez, nada tiene que ver esta virtud con la timidez, con la pusilanimidad o la mediocridad. Lejos de apocarse, el alma humilde se pone en las manos de Dios, y se llena de alegría y de agradecimiento cuando Dios quiere hacer cosas grandes a través de ella. Los santos han sido hombres magnánimos, capaces de grandes empresas para la gloria de Dios. El humilde es audaz porque cuenta con la gracia del Señor, que todo lo puede; acude con frecuencia a la oración –es muy pedigüeño–, porque está convencido de la absoluta necesidad de la ayuda divina; es agradecido, con Dios y con sus semejantes, porque es consciente de las muchas ayudas que recibe; tiene especial facilidad para la amistad y, por tanto, para el apostolado... Y aunque la humildad es el fundamento de todas las virtudes, lo es de modo muy particular de la caridad: en la medida en que nos olvidamos de nosotros mismos, podemos preocuparnos de los demás y atender sus necesidades. Alrededor de estas dos virtudes se encuentran todas las demás. «Humildad y caridad son las virtudes madres –afirma San Francisco de Sales–; las otras las siguen como polluelos a su clueca»13. La soberbia, por el contrario, es la «raíz y madre» de todos los pecados, incluso de los capitales14, y el mayor obstáculo que el hombre puede poner a la gracia.

La soberbia y la tristeza andan con frecuencia de la mano15, mientras que la alegría es patrimonio del alma humilde. «Mirad a María. Jamás criatura alguna se ha entregado con más humildad a los designios de Dios. La humildad de la ancilla Domini (Lc 1, 38), de la esclava del Señor, es el motivo de que la invoquemos como causa nostrae laetitiae, causa de nuestra alegría. Eva, después de pecar queriendo en su locura igualarse a Dios, se escondía del Señor y se avergonzaba: estaba triste. María, al confesarse esclava del Señor, es hecha Madre del Verbo divino, y se llena de gozo. Que este júbilo suyo, de Madre buena, se nos pegue a todos nosotros: que salgamos en esto a Ella –a Santa María–, y así nos pareceremos más a Cristo»16.

1 Santo Cura de Ars, Sermón para el Domingo décimo después de Pentecostés. — 2 Lc 14, 1; 7-11. — 3 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 289. — 4 Cfr. R. Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior, vol. II, p. 670. — 5 Ibídem. — 6 Cfr. Lc 1, 38. — 7 Lc 1, 42. — 8 Lc 1, 28. — 9 Cfr. Lc 1, 47-49. — 10 F. Suárez, La Virgen Nuestra Señora, pp. 138-139. — 11 A. Orozco, Mirar a María, Rialp, Madrid 1981, p. 238. — 12 Sal 38, 6. — 13 San Francisco de Sales, Epistolario, fragm. 17, en Obras selectas de..., BAC, Madrid 1953, p. 651. — 14 Santo Tomás, Suma Teológica, 2-2, q. 162, aa. 7-8. — 15 Cfr. Casiano, Colaciones, 16. — 16 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 109.

 

Si desea adquirir los libros: http://www.palabra.es/buscar.asp?buscar=Hablar+con+Dios&tc=8501

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Santoral             (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Fuente: Archidiócesis de Madrid
Narciso de Jerusalén, Santo Obispo, 29 octubre  

Narciso de Jerusalén, Santo

Octubre 29

 

La envidia es mala. Son temibles para los padres los "celos" que muestran algunos pequeños cuando viene al hogar un nuevo hermano. Llenan la casa de disensiones y discordias entre los niños, ante el cuidado normal que los padres dan a sus otros hermanos. Esta situación llega a ser, en ocasiones, mortificante para los padres cuando se dan en una casa. Lo bueno del asunto es que de ordinario pasa pronto, basta con adquirir un mayor grado de madurez natural. Lo malo del caso es no cuidar las pequeñas envidiejas y permitir que se asienten en el hombre tomando el cariz de pecado.

Narciso nació a finales del siglo I en Jerusalén y se formó en el cristianismo bebiendo en las mismas fuentes de la nueva religión. Debieron ser sus catequistas aquellos que el mismo Salvador había formado o los que escucharon a los Apóstoles.

Era ya presbítero modelo con Valente o con el Obispo Dulciano. Fue consagrado obispo, trigésimo de la sede de Jerusalén, en el 180, cuando era de avanzada edad, pero con el ánimo y dinamismo de un joven. En el año 195 asiste y preside el concilio de Cesarea para unificar con Roma el día de la celebración de la Pascua.

Permitió Dios que le visitara la calumnia. Tres de sus clérigos —también de la segunda o tercera generación de cristianos- no pudieron resistir el ejemplo de su vida, ni sus reprensiones, ni su éxito. Se conjuraron para acusarle, sin que sepamos el contenido, de un crimen atroz. ¡Parece fábula que esto pueda pasar entre cristianos!

Viene el perdón del santo a sus envidiosos difamadores y toma la decisión de abandonar el gobierno de la grey, viendo con humildad en el acontecimiento la mano de Dios. Secretamente se retira a un lugar desconocido en donde permanece ocho años.

Dios, que tiene toda la eternidad para premiar o castigar, algunas veces lo hace también en esta vida, como en el presente caso. Uno de los maldicientes hace penitencia y confiesa en público su infamia. Regresa Narciso de su autodestierro y permanece ya acompañando a sus fieles hasta bien pasados los cien años. En este último tramo de vida le ayuda Alejandro, obispo de Flaviada en la Capadocia, que le sucede.

El vicio capital de la envidia presenta un cuadro de tristeza permanente ante la contemplación de los bienes materiales o morales que otros poseen. En lo moral, es pecado porque la caridad es amar y, cuando se ama, hay alegría con los bienes del amado. Cuando hay envidia no hay amor, hay egoísmo, desorden, pecado.

El envidioso vive acongojado -casi sin vida- por el bien que advierte en el otro y que él anhela tener. En ocasiones extremas puede llegar a convertirse en una anomalía psíquica peligrosa ya que lleva a la ceguera y desesperación cuyas consecuencias van de la maledicencia al crimen, pasando por la calumnia y la traición: el envidioso se considera incapaz de alcanzar las cualidades ajenas; la estimación que los demás disfrutan es considerada como un robo del cariño que él merece; en la eficacia del trabajo ajeno, acompañado de éxito y merecidos triunfos, el envidioso ve intriga y apaño.

Ayer y hoy hubo y hay envidiosos. A los prójimos toca sufrir pacientemente las consecuencias. Sin olvidar que la envidia fue la causa humana que llevó al Señor al Calvario.

¡Gracias, San Narciso, porque me das ejemplo de paciencia ante la cruz!

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Fuente: ACI Prensa
Cayetano (Gaetano) Errico, Santo Sacerdote y Fundador, 29 de octubre  

Cayetano (Gaetano) Errico, Santo

Presbítero y Fundador
de la Congregación de los Misioneros de los Sagrados Corazones

Martirologio Romano: En Secondigliano, cerca de Nápoles, en la Campania, san Cayetano Errico, presbítero, que fomentó los retiros espirituales y la devoción a la Eucaristía, para ganar almas para Cristo, fundando también la Congregación de los Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y de María.

Etimología: Cayetano = Aquel que es nacido en Caieta, puerto de Campania, actualmente Gaeta; es de origen latino

Nació en Secondigliano (Nápoles), el 19 octubre de 1791. Era impedido por la ley de su tiempo, de ingresar a un Instituto Religioso, pero se adhirió al Clero de Nápoles, frecuentando así el Seminario Arquidiocesano de Esterno, siendo ordenado sacerdote el 23 de septiembre de 1815.

Se dedicó mucho al trabajo sobre la promoción social con los más pobres y abandonas, luego, más adelante, sin dejar de lado esta labor, se dedicó con gran fervor a la evangelización y con bastante particularidad al ejercicio del Sacramento de la Reconciliación.

Su acción apostólica fue muchas veces obstaculizada y combatida, dado que luchaba por abolir los residuos que quedaban del jansenismo y marginar toda acción anti-cristiana de las sectas. Fue fuertemente apaleado, fue atentado y amenazado de estar preso y de muerte.

En 1833 funda una Congregación misionera, dedicada a la "consagración de las acciones, estudios, experiencias y la vida toda, para así poder hacer conocer a todos los pueblos el ardiente amor del Sagrado Corazón hacia ellos y encender en sus corazones el fuego del divino amor".

Esta Congregación es aprobada definitivamente por el Papa Pío IX en 1846. Fue el gran Apóstol de la devoción al Santísimo Corazón de Jesús y de María al sur de Italia, propagando tal devoción ante mediante la "Pía Unión de los Santísimos Corazones" y el "Culto Perpetuo al Santísimo Corazón" instituidos por él. Constantemente se dedicaba a la oración, pasando frecuentemente la noche en adoración al Santísimo Sacramento.

Dotado de dones sobrenaturales (bilocación, éxtasis y escrutinio del corazón) fue aclamado y amado por el pueblo, consultado y estimado por Cardenales y Pontífices. El Cardenal Riario Sforza, Arzobispo de Nápoles, al enterarse de su muerte, el 29 de octubre de 1860, exclamó: "Se ha partido la columna más fuerte de mi diócesis". El 4 de octubre de 1974 se le fueron reconocidas su Virtudes en Grado Heroico, por el Papa Pablo VI.

Su hijos espirituales trabajan anunciando el Evangelio en Italia, América del Sur, América del Norte y en la India.

El Padre Gaetano Errico fue beatificado el 14 de abril de 2002 por S.S. Juan Pablo II, y canonizado el 12 de octubre de 2008 por S.S. Benedicto XVI.

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Honorato de Vercelli, Santo Obispo, 29 Octubre  

Honorato de Vercelli, Santo

El Obispo Honorato de Vercelli tiene unido su nombre al de su contemporaneo San Ambrosio.

En muchas pinturas se lo representa dando la comunión al moribundo obispo general de Milán, señal de una fuerte unión episcopal.

Vivió a finales del siglo III e inicio del siglo IV, era dificil con la comunidad dividida por cismas y herejías.

En Vercelli luego de la muerte del obispo Limenio, la elección de Honorato como obispo tuvo mucha oposición. San Ambrosio tuvo que usar toda su autoridad para consagrarlo personalmente.

Los hechos demostraron que su confianza estaba bien fundada, como lo recuerda una placa en la Catedral de Vercelli.

Honorato fue un digno discipulo de Eusebio y un predicador incansable de la doctrina católica en contra las influencias arianas.

Su labor episcopal duró aproximadamente dos decadas.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

 

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