JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 27-28
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la multitud, una mujer del pueblo gritando, le dijo:
"¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron!"
Pero Jesús le respondió:
"Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/swf/l.swf?video_id=v82JVdXAUUs
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
sab 27a. Ordinario año impar
Antífona de Entrada
Sírveme de defensa, Dios mío, de roca y fortaleza salvadoras; y pues eres mi baluarte y mi refugio, acompáñame y guíame.
Oración colecta
Señor nuestro, que prometiste venir y hacer tu morada en los corazones rectos y sinceros, concédenos la rectitud y sinceridad de vida que nos hagan dignos de esa presencia tuya.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Empuñen los hoces, porque ya la mies está madura
Lectura del libro del profeta Joel 4, 12-21
"Que se levanten las naciones y acudan al valle de Josafat; allí me sentaré a juzgar a las naciones vecinas. Empuñen las hoces, porque ya la mies está madura, vengan a pisar las uvas, porque ya está lleno el lagar, ya las cubas están rebosantes de sus maldades. ¡Multitudes y multitudes se reúnen en el valle del Juicio, porque está cerca el día del Señor! El sol y la luna se oscurecen, las estrellas retiran su resplandor. El Señor ruge desde Sión, desde Jerusalén levanta su voz; tiemblan los cielos y la tierra.
Pero el Señor protege a su pueblo, auxilia a los hijos de Israel. Entonces sabrán que yo soy el Señor, su Dios, que habito en Sión, mi monte santo. Jerusalén será santa, y ya no pasarán por ella los extranjeros. Aquel día los montes destilarán vino y de las colinas manará leche. Los ríos de Judá irán llenos de agua y brotará un manantial del templo del Señor que regará el valle de las Acacias.
Egipto se volverá un desierto y Edom una árida llanura, porque oprimieron a los hijos de Judá y derramaron sangre inocente en su país.
En cambio, Judá estará habitada para siempre, y Jerusalén por todos los siglos. Vengaré sus sangre, no quedarán impunes los que la derramaron, y yo, el Señor, habitaré en Sión".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 96
Alegrémonos todos con el Señor.
Reina el Señor, alégrese la tierra, cante de regocijo el mundo entero. Tinieblas y nubes rodean el trono del Señor, que se asienta en la justicia y el derecho.
Alegrémonos todos con el Señor.
Los montes se derriten como cera ante el Señor de toda la tierra. Los cielos pregonan su justicia, su inmensa gloria ven todos los pueblos.
Alegrémonos todos con el Señor.
Amanece la luz para el justo y la alegría para los rectos de corazón. Alégrense, justos, con el Señor, y bendigan su santo nombre.
Alegrémonos todos con el Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica, dice el Señor.
Aleluya.
Evangelio
Dichosa la mujer que te llevó en su seno
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 27-28
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la multitud, una mujer del pueblo gritando, le dijo:
"¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron!"
Pero Jesús le respondió:
"Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las ofrendas
Que este sacrificio, Señor, que vamos a ofrecerte, nos purifique y no renueve y nos ayude a obtener la recompensa eterna, prometida a quienes cumplen tu voluntad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
La salvación por Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Pues por amor creaste al hombre, y, aunque condenado justamente, lo redimiste por tu misericordia, por Cristo nuestro Señor.
Por Él, los ángeles y arcángeles, y todos los coros celestiales celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza:
Antífona de la Comunión
El Señor colmó el deseo de su pueblo: comieron y quedaron satisfechos.
Oración después de la comunión
Señor, aviva cada vez más en nosotros el deseo de recibir este pan eucarístico, por medio del cual nos comunicas tú a vida verdadera.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
27ª semana. Sábado
ORACIONES A LA MADRE DE JESÚS
— La Virgen nos conduce siempre a su Hijo.
— El Santo Rosario, la oración preferida de la Virgen.
— Frutos de la devoción a Santa María.
I. Estaba Jesús hablando a la multitud como en tantas ocasiones. Y una mujer del pueblo alzó la voz y gritó: Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron1. Jesús se acordaría en aquellos momentos de su Madre y le llegaría muy dentro del Corazón la alabanza de la mujer desconocida. El Señor la debió de mirar complacido y con agradecimiento. "Emocionada en lo más profundo del corazón ante las enseñanzas de Jesús, ante su figura amable, aquella mujer no puede contener su admiración. En sus palabras reconocemos una muestra genuina de la religiosidad popular siempre viva entre los cristianos a lo largo de la historia"2. Aquel día comenzó a cumplirse el Magnificat: ...me llamarán bienaventurada todas las generaciones. Una mujer, con la frescura del pueblo, había comenzado lo que no terminará hasta el fin de los tiempos.
Jesús, recogiendo la alabanza, hace aún más profundo el elogio a su Madre: Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan. María es bienaventurada, ciertamente, por haber llevado en su seno purísimo al Hijo de Dios y por haberlo alimentado y cuidado, pero lo es aún más por haber acogido con extrema fidelidad la palabra de Dios. "A lo largo de la predicación de Jesús, recogió (María) las palabras con las que su Hijo, situando el Reino más allá de las consideraciones de la carne y de la sangre, proclamó bienaventurados a quienes escuchaban y guardaban la palabra de Dios, como Ella misma lo hacía con fidelidad (cfr. Lc 2, 19; 5 l)"3.
Este pasaje del Evangelio4 que se lee en la Misa de hoy nos enseña una excelente forma de alabar y de honrar al Hijo de Dios: venerar y enaltecer a su Madre. A Jesús le llegan muy gratamente los elogios a María. Por eso nos dirigimos muchas veces a Ella con tantas jaculatorias y devociones, con el rezo del Santo Rosario. "Del mismo modo que aquella mujer del Evangelio –señalaba el Papa Juan Pablo II– lanzó un grito de bienaventuranza y de admiración hacia Jesús y su Madre, así también vosotros, en vuestro afecto y en vuestra devoción, soléis unir siempre a María con Jesús. Comprendéis que la Virgen María nos conduce a su divino Hijo, y que Él escucha siempre las súplicas que se le dirigen a su Madre"5. La Virgen es la senda más corta para llegar a Cristo y, por Él, a la Trinidad Beatísima. Honrando a María, siendo de verdad hijos suyos, imitaremos a Cristo y seremos semejantes a Él. "Porque María, habiendo entrado íntimamente en la Historia de la Salvación, une en sí y, en cierta manera, refleja las más grandes exigencias de la fe; mientras es predicada y honrada atrae a los creyentes hacia su Hijo y su sacrificio, y hacia el amor del Padre"6. Con Ella vamos bien seguros.
II. Nosotros nos unimos a ese largo desfile de gentes tan diversas que a través de los siglos se han acercado a honrar a María. Nuestra voz se une a ese clamor que no cesará jamás. También nosotros hemos aprendido a ir a Jesús a través de María, y en este mes, siguiendo la costumbre de la Iglesia, lo hacemos cuidando con más empeño el rezo del Santo Rosario, "que es fuente de vida cristiana. Procurad rezarlo a diario, solos o en familia, repitiendo con gran fe esas oraciones fundamentales del cristiano, que son el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria –exhortaba el Romano Pontífice–. Meditad esas escenas de la vida de Jesús y de María, que nos recuerdan los misterios de gozo, dolor y gloria. Aprenderéis así en los misterios gozosos a pensar en Jesús que se hizo pobre y pequeño: ¡un niño!, por nosotros, para servirnos; y os sentiréis impulsados a servir al prójimo en sus necesidades. En los misterios dolorosos os daréis cuenta de que aceptar con docilidad y amor los sufrimientos de esta vida –como Cristo en su Pasión–, lleva a la felicidad y a la alegría, que se expresa en los misterios gloriosos de Cristo y de María a la espera de la vida eterna"7.
El Rosario es la oración preferida de Nuestra Señora8, plegaria que llega siempre a su Corazón de Madre y nos dispensa incontables gracias y bienes. Se ha comparado esta devoción a una escalera, que subimos escalón a escalón, acercándonos "al encuentro con la Señora, que quiere decir al encuentro con Cristo. Porque esta es una de las características del Rosario, la más importante y la más hermosa de todas: una devoción que a través de la Virgen nos lleva a Cristo. Cristo es el término de esta larga y repetida invocación a María. Se habla a María para llegar a Cristo"9.
¡Qué paz nos debe dar repetir despacio el Avemaría, deteniéndonos quizá en alguna de sus partes!: Dios te salve, María... y el saludo, aunque lo hayamos repetido millones de veces, nos suena siempre nuevo. Santa María... ¡Madre de Dios!... ruega por nosotros... ¡ahora! Y Ella nos mira y sentimos su protección maternal. "La piedad –lo mismo que el amor– no se cansa de repetir con frecuencia las mismas palabras, porque el fuego de la caridad que las inflama hace que siempre contengan algo nuevo"10.
III. La devoción a la Virgen no es de ninguna manera "un sentimiento estéril y pasajero, o vana credulidad"11, propio de personas de corta edad o de escasa formación. Por el contrario –sigue afirmando el Concilio Vaticano II–, procede "de la verdadera fe, por la que somos inclinados a reconocer la preeminencia de la Madre de Dios y somos impulsados a un amor filiar hacia Nuestra Señora y a la imitación de sus virtudes"12. El amor a la Virgen nos impulsa a imitarla y, por tanto, al cumplimiento fiel de nuestros deberes, a llevar la alegría allí donde vamos. Ella nos mueve a rechazar todo pecado, hasta el más leve, y nos anima a luchar con empeño contra nuestros defectos. Contemplar su docilidad a la acción del Espíritu Santo en su alma es estímulo para cumplir la voluntad de Dios en todo tiempo, también cuando nos cuesta. El amor que nace en nuestro corazón al tratarla es el mejor remedio contra la tibieza y contra las tentaciones de orgullo y sensualidad.
Cuando hacemos una romería o visitamos algún santuario dedicado a Nuestra Madre del Cielo, hacemos una buena provisión de esperanza. ¡Ella misma –Spes nostra– es nuestra esperanza! Siempre que rezamos con atención el Santo Rosario y nos detenemos para meditar unos instantes cada uno de los misterios que en él se nos proponen, nos encontramos con más fuerzas para luchar, con más alegría y deseos de ser mejores. "No se trata tanto de repetir fórmulas, cuanto de hablar como personas vivas con una persona viva, que, si no la veis con los ojos del cuerpo, podéis sin embargo verla con los ojos de la fe. La Virgen, de hecho, y su Hijo Jesús, viven en el Cielo una vida mucho más "viva" que esta nuestra –mortal– que vivimos aquí abajo.
"El Rosario es un coloquio confidencial con María, una conversación llena de confianza y abandono. Es confiarle nuestras penas, manifestarle nuestras esperanzas, abrirle nuestro corazón. Declararnos a su disposición para todo aquello que Ella, en nombre de su Hijo, nos pida. Prometerle fidelidad en toda circunstancia, incluso la más dolorosa y difícil, seguros de su protección, seguros de que, si lo pedimos, Ella nos obtendrá siempre de su Hijo todas las gracias necesarias para nuestra salvación"13.
Hagamos el propósito en este sábado mariano de ofrecerle con más amor esa corona de rosas que, según su etimología, significa el Rosario. No rosas marchitas o ajadas por el desamor y el descuido. "Santo rosario. —Los gozos, los dolores y las glorias de la vida de la Virgen tejen una corona de alabanzas, que repiten ininterrumpidamente los Ángeles y los Santos del Cielo..., y quienes aman a nuestra Madre aquí en la tierra.
"—Practica a diario esta devoción santa, y difúndela"14.
A través de esta devoción, Nuestra Madre del Cielo nos devolverá la esperanza si alguna vez, al considerar tantas flaquezas, sentimos en el alma la sombra del desaliento. ""Virgen Inmaculada, bien sé que soy un pobre miserable, que no hago más que aumentar todos los días el número de mis pecados...". Me has dicho que así hablabas con Nuestra Madre, el otro día.
"Y te aconsejé, seguro, que rezaras el Santo Rosario: ¡bendita monotonía de avemarías que purifica la monotonía de tus pecados!"15.
1 Lc 11, 27-28. — 2 Juan Pablo II, Alocución 5-IV-1987. — 3 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 58. — 4 Lc 11, 27-28. — 5 Juan Pablo II, loc. cit. — 6 Conc. Vat., II, loc. cit., 65. — 7 Juan Pablo II, loc. cit. — 8 Pablo VI, Enc. Mense maio, 29-IV-1965. — 9 ídem, Alocución 10-V-1964. — 10 Pío XI, Enc. Ingravescentibus malis, 29-IX-1937. — 11 Conc. Vat. II, loc. cit., 67. — 12 Ibídem. — 13 Juan Pablo II, Alocución 25-IV-1987. — 14 San Josemaría Escrivá, Forja. n. 621. — 15 ídem, Surco, n. 475.
Si desea adquirir los libros: http://www.palabra.es/buscar.asp?buscar=Hablar+con+Dios&tc=8501
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Pelagia (+ 468), penitente
La antigüedad cristiana se alimentó con el encanto de estas dos historias que de algún modo llevan al corazón cristiano la añoranza de la inocencia perdida y animan a la vuelta. Es un consuelo encontrar en la tierra los rastros de quienes, habiendo sido presa del desarreglo, de la mala vida que por algún tiempo juzgaron como buena, del desorden y la lejanía de Dios, pues, mira... resulta que han sido gente que se salva. Sí, son una gran luz en la oscuridad que alienta la esperanza de los que somos más, de los pecadores. Estas actitudes están personificadas en Pelagia y Tais.
Pelagia.
Se la presenta como una de las más insignes pecadoras del mundo, allá por la segunda mitad del siglo V. En Antioquía -este era el escenario de sus danzas sensuales y altaneras- se la llamaba "Margarita" que es la traducción de "gema", quizá porque, en ocasiones, lo único que cubría las carnes de la extrahermosa eran collares de perlas.
Tuvo, en el marco de la Providencia, la suerte de toparse, en el año 453, con Nono, anacoreta de Tabenas, sacado de allí para hacerlo obispo de Edesa y trasladado a Heliópolis de Siria, que por el momento participaba en un concilio provincial convocado por Máximo. Bastó oírlo para que Dios la moviera a sincera conversión, pidiera el bautismo y cambiara sus danzas, sus máscaras y abalorios por la penitencia. Termina el relato de su historia diciendo que murió penitente en Jerusalén, en el Monte de los Olivos, en el año 468, disimulando con un máscara su condición de mujer, habiéndose hecho llamar Pelagio.
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Felix de Como, Santo Obispo, 8 de octubre
Obispo Etimológicamente significa "feliz". Viene de la lengua latina. |
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Hugo de Génova, Santo Religioso, Octubre 8
Religioso Martirologio Romano: En Génova, de la provincia de Liguria, san Hugo, religioso, que, después de haber luchado largo tiempo en Tierra Santa, fue designado para regir la Encomienda de la Orden de San Juan de Jerusalén en esta ciudad, y se distinguió por su bondad y su caridad hacia los pobres (c. 1233). |
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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de éste día, Octubre 8
Santa Reparada, virgen y mártir |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: www.iesvs.org
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