JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 22, 34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba:
-Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?
El les dijo:
"Amarás al Señor tu Dios como todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser". Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los Profetas.
Palabra de Dios.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/swf/l.swf?video_id=v82JVdXAUUs
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
30a. Dom Ord Ciclo A
Antífona de Entrada
Que se alegren los que buscan al Señor, recurran al Señor y a su poder, busquen continuamente su rostro.
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, aumenta nuestra fe, esperanza y caridad; y, para conseguir tus promesas, concédenos amar tus preceptos.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Si explotan a las viudas y a los huérfanos, se encenderá mi ira contra ustedes
Lectura del libro del Éxodo 22, 21-27
Esto dice el Señor:
-No oprimirás ni viajarás al forastero, porque forasteros fueron ustedes en Egipto. No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque si los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé. Se encenderá mi ira y los haré morir a espada, dejando a nuestras mujeres viudas y a nuestros hijos huérfanos.
Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero cargándole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo.
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor.
Salmo Responsorial
Del Salmo 17
Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza, Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoco al Señor de mi alabanza, y quedo libre de mis enemigos.
Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.
Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador. Tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu ungido.
Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.
Segunda Lectura
Abandonaste los índoles para servir a Dios y esperar la vuelta de su Hijo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 1, 5c-10
Hermanos: Saben cual fue nuestra actuación entre ustedes para nuestro bien. Y ustedes seguiste nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la Palabra entre tanta lucha con alegría del Espíritu Santo. Así llegaste a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya. Desde nuestra comunidad, la palabra del Señor del Señor ha resonado no sólo en Macedonia y en Acaya, sino en todas partes; nuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la visita que los hicimos: cómo abandonando los ídolos, les devolviste a Dios para servir al Dios vivo y verdadero y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que los libra del castigo futuro.
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada, dice el Señor.
Aleluya.
Evangelio
Amarás al Señor tu Dios y a tu prójimo como a ti mismo
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 22, 34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba:
-Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?
El les dijo:
"Amarás al Señor tu Dios como todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser". Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los Profetas.
Palabra de Dios.
Gloria a ti, Señor Jesús. Se dice "Credo".
Oración de los Fieles
Celebrante:
Confiados en que la oración de los pobres llega hasta el Señor, elevemos con humildad nuestras peticiones a Dios:
A cada petición respondemos: Te rogamos, Señor, óyenos.
Para que el Señor conceda el espíritu de consejo, fortaleza, ciencia y piedad a nuestro obispo N. y a todos los pastores de la Iglesia, roguemos al Señor.
Te rogamos, Señor, óyenos.
Para que los gobiernos de las naciones edifiquen sus comunidades en la paz, equilibrando toda desigualdad injusta, roguemos al Señor.
Te rogamos, Señor, óyenos.
Para que el Señor alivie los dolores de los que sufren en el cuerpo o en el espíritu y les dé fuerza para no desfallecer ante la tribulación, roguemos al Señor.
Te rogamos, Señor, óyenos.
Para que mantenga a nuestras familias firmes en la concordia y seguras en su gracia y amistad, roguemos al Señor.
Te rogamos, Señor, óyenos.
Celebrante:
Dios nuestro, refugio en las adversidades, escucha nuestras oraciones y haz que, llenos de tu Espíritu, abandonemos los ídolos, nos volvamos sinceramente a ti y cumplamos plenamente el mandamiento de amarte a ti con todo el corazón y al prójimo como a nosotros mismos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
oración sobre las ofrendas
Vuelve tu mirada, Señor, sobre las ofrendas que te presentamos, para que nuestra celebración sea para tu gloria y tu alabanza.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
El misterio de la salvación
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. El cual, compadecido del extravío de los hombres, quiso nacer de la Virgen; sufriendo en la cruz, nos libró de eterna muerte y, resucitando, nos dio vida eterna. Por eso con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona de Comunión
Que podamos celebrar tu victoria y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Lleva a su término en nosotros, Señor, lo que significan estos sacramentos, para que un día poseamos plenamente cuanto celebramos ahora en estos ritos sagrados.
Por Jesucristo, Señor nuestro.
Amén
___________________________________________________________________________________________
† Meditación diaria
Trigésimo Domingo
ciclo a
CREADOS PARA LA ALEGRÍA
— El Señor quiere discípulos alegres. Lo necesario para conseguir la felicidad "no es una vida cómoda, sino un corazón enamorado".
— El primer mandamiento y la alegría.
— Llevar la alegría a quienes Dios ha puesto cerca de nuestra vida.
I. La Antífona de entrada de la Misa1 nos invita a la alegría y nos señala el camino para encontrarla: Que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. Cuando no buscamos a Dios es imposible estar contentos. La tristeza nace del egoísmo, del afán de compensaciones, del descuido de las cosas de Dios y de las de nuestros hermanos los hombres..., de estar pendientes de nosotros mismos, en definitiva. Sin embargo, el Señor nos ha creado para la alegría. Nos quiere más alegres cuanto más cerca de Sí nos llama. Ya en el Antiguo Testamento se anuncia: No temas, tierra; alégrate y gózate porque son muy grandes las cosas que hace el Señor... Alegraos y gozaos, hijos de Sión, en el Señor, vuestro Dios, que os dará la lluvia a su tiempo y hará descender sobre vosotros la temprana y la tardía de otras veces2.
Para nosotros los cristianos, la alegría es una verdadera necesidad. Cuando el alma está alegre se vierte hacia fuera y tiene alas para volar hacia Dios y para excederse en el servicio a los demás; un corazón alegre está más cerca de Dios, se dispone para llevar a cabo empresas grandes y es estímulo para sus hermanos. La tristeza paraliza los mejores propósitos de santidad y de apostolado, y oscurece el ambiente. Es un gran mal. Por eso, San Pablo repetía una y otra vez a los primeros cristianos: Alegraos siempre en el Señor; de nuevo os digo: alegraos3. Por otra parte, en medio de las fuertes contradicciones que estaban padeciendo, la alegría era su fortaleza y el mejor medio para atraer a otros a la fe.
La tristeza no se origina por dificultades o sufrimientos más o menos graves, sino por dejar de mirar a Jesús. Enseña Santo Tomás que este mal del alma es un verdadero vicio causado por el desordenado amor de sí mismo, y es causa de otros muchos males4. Es como una raíz enferma que solo produce frutos amargos. La tristeza origina muchas faltas de caridad, despierta el afán de compensaciones y permite, con frecuencia, que el alma no luche con prontitud en las tentaciones que provienen de la sensualidad.
"Lo que se necesita para conseguir la felicidad, no es una vida cómoda, sino un corazón enamorado"5, pues la alegría es el primer efecto del amor, y la tristeza el fruto estéril del egoísmo, de la pereza..., del desamor, en definitiva. "La tristeza mueve a la ira y al enojo; y así experimentamos que, cuando estamos tristes, fácilmente nos enfadamos y nos airamos por cualquier cosa; y más, hace al hombre sospechoso y malicioso, y algunas veces turba de tal modo que parece que quita el sentido y saca fuera de sí"6. El alma entristecida cae con facilidad en el pecado y se queda sin fuerzas para el bien; es camino cierto para la derrota. Como la polilla al vestido, y la carcoma a la madera, así la tristeza daña el corazón del hombre7.
Si alguna vez sentimos que nos ronda esta mala enfermedad del alma, o que ya se ha introducido dentro, examinemos dónde tenemos puesto el corazón. ""Laetetur cor quaerentium dominum". —Alégrese el corazón de los que buscan al Señor.
"—Luz, para que investigues en los motivos de tu tristeza"8. ¡Qué difícil es estar triste –aun en medio del dolor, de la pobreza, de la enfermedad...– cuando de verdad andamos con la mirada puesta en el Señor, y somos generosos en lo que nos está pidiendo en esa situación, quizá humanamente difícil! Como San Pablo, podremos decir siempre: estoy lleno de consuelo, reboso de gozo en medio de las tribulaciones9. Si buscamos realmente al Señor en nuestra vida, nada podrá quitarnos la paz y la alegría. El dolor purificará el alma, y las mismas penas se transformarán en gozo.
II. Laetetur cor quaerentium Dominum... que se alegren los corazones que buscan al Señor.
El Evangelio de la Misa de este domingo10 invita a la alegría, porque es una llamada al amor. El mandamiento del amor es a la vez el de la alegría, pues esta virtud "no es distinta de la caridad, sino cierto acto y efecto suyo"11. De aquí que el índice de nuestra unión con Dios venga señalado por la alegría y el buen humor que ponemos en el cumplimiento del deber, en el trato con los demás, en el modo como llevamos el dolor y las contradicciones.
Cuando los fariseos se acercaron a Jesús para preguntarle por el mandamiento principal de la ley, Jesús les respondió: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. El segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Esto es lo que necesitamos: dirigirnos a Dios con todo lo que tenemos y somos, servir al prójimo, abrirnos a él, y olvidarnos de nosotros mismos, huir de la preocupación por estar más cómodos, dejar nuestra vanidad y el orgullo a un lado, poner la mirada lejos de nosotros..., amar.
Muchos piensan que van a ser más felices cuando posean más cosas, cuando sean más admirados..., y se olvidan de que solo necesitamos "un corazón enamorado". Y ningún amor puede llenar nuestro corazón, que fue hecho por Dios para alcanzar su plenitud en los bienes eternos, sin el Amor. Los demás amores limpios –los otros no son amores– adquieren su verdadero sentido cuando buscamos al Señor sobre todas las cosas. Por el contrario, ni el egoísta, ni el envidioso, ni quien tiene puesta su alma en los bienes de la tierra... gustarán de aquella alegría que prometió Jesús a los suyos12, porque no sabrá querer, en el sentido más profundo y noble de la palabra. "Mas esta fuerza tiene el amor, si es perfecto: que olvidamos nuestro contento por contentar a quien amamos. Y verdaderamente es así, que, aunque sean grandísimos trabajos, entendiendo contentamos a Dios. se nos hacen dulces"13. Todas las dificultades y tribulaciones son llevaderas de la mano del Señor.
III. Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte... Yo te amo, Señor, Tú eres mi fortaleza14, rezamos al Señor con las palabras del Salmo responsorial.
En Él encontramos la seguridad y todo lo que necesitamos, también la alegría y la paz en cualquier situación por la que estemos pasando. Por eso, no dejaremos nunca de tratarlo personalmente, con intimidad, cada día. Mucho nos va en ello.
La alegría y la paz que bebemos en esa fuente inagotable que es Cristo, hemos de llevarlas a quienes Dios ha puesto más cerca de nosotros, a nuestros hogares, que no han de ser en ningún momento tristes, ni oscuros, ni tensos por las incomprensiones y los egoísmos, sino "luminosos y alegres"15, como fue aquel donde vivió Jesús con María y José. Cuando en el lenguaje habitual se dice "esa casa parece un infierno", enseguida se nos viene a la mente un hogar sin amor, sin alegría, sin Cristo. Un hogar cristiano debe ser alegre porque en él está el Señor que lo preside, y porque ser discípulos suyos significa, entre otras cosas, vivir esas, virtudes humanas y sobrenaturales a las que tan íntimamente está unida la alegría: generosidad, cordialidad, espíritu de sacrificio, simpatía, empeño por hacer la vida más amable a quienes están cerca...
Hemos de llevar esta alegría serena, resultado de tratar diariamente al Señor, a nuestro lugar de trabajo, a la calle, a las relaciones con los clientes, a quien nos pregunta por una dirección en una ciudad que le es desconocida... Muchos se encuentran tristes e inquietos y necesitan, ante todo, ver la alegría que el Señor nos ha dejado para ponerse ellos también en camino. ¡Cuántos han descubierto el sendero que lleva a Dios a través de la alegría cristiana, hecha vida en un compañero de trabajo, en un amigo...!
Este gozo cristiano es también el estado de ánimo necesario para el cumplimiento de las obligaciones propias. Y cuanto más elevadas sean estas, tanto más habrá de elevarse nuestra alegría16. Cuanto mayor sea nuestra responsabilidad (padres, sacerdotes, superiores, maestros...), mayor también la obligación de tener esa alegría para comunicarla. El rostro del Señor debía resplandecer de alegría, y su paz se manifestó incluso en su Pasión y Muerte. También en esos momentos quiso darnos ejemplo para que le imitáramos si el camino de la vida se nos hiciera cuesta arriba.
El recurso a Nuestra Madre Santa María –Causa nostrae laetitiae, Causa de nuestra alegría– nos permitirá encontrar fácilmente el camino de la paz y del gozo verdadero, si alguna vez lo perdemos. Enseguida comprenderemos que esa senda que conduce a la alegría es la misma que lleva a Dios.
1 Antífona de entrada. Sal 104, 34. — 2 Ioel 2, 21-23. — 3 Flp 4, 4 . — 4 Cfr. Santo Tomás, Suma Teológica, 2-2, q. 28, a. 4, — 5 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 795. — 6 San Gregorio Magno, Moralia, 1, 31, 31. — 7 Prov 25, 20. — 8 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 666. — 9 2 Cor 7, 4. — 10 Mt 22, 34-40. — 11 Santo Tomás, o. c. 2-2, q. 28, a. 3. — 12 Cfr. Jn 16, 22. — 13 Santa Teresa, Fundaciones, 5, 10. — 14 Salmo responsorial. Sal 17, 2-4; 47; 51. — 15 Cfr. San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 22. — 16 Cfr. P. A. Reggio, Espíritu sobrenatural y buen humor, p. 24.
Si desea adquirir los libros: http://www.palabra.es/buscar.asp?buscar=Hablar+con+Dios&tc=8501
___________________________________________________________________________________________
† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Juan de Capistrano
Religioso, predicador
Año 1456
Gran apóstol: alcánzanos de Dios entusiasmo y valor para
defender siempre nuestra amada religión católica.
Orad y trabajad por la nación donde estáis viviendo,
porque su bien será vuestro bien (S. Biblia. Jeremías 29).
Es este uno de los predicadores más famosos que ha tenido la Iglesia Católica.
Nació en un pueblecito llamado Capistrano, en la región montañosa de Italia, en 1386. Fue un estudiante sumamente consagrado a sus deberes y llegó a ser abogado y juez, y gobernador de Perugia. Pero en una guerra contra otra ciudad cayó prisionero, y en la cárcel se puso a meditar y se dio cuenta de que en vez de dedicarse a conseguir dinero, honores y dignidades en el mundo, era mejor dedicarse a conseguir la santidad y la salvación en una comunidad de religiosos, y entró de franciscano.
Como era muy vanidoso y le gustaba mucho aparecer, dispuso vencer su orgullo recorriendo la ciudad cabalgando en un pobre burro, pero montado al revés, mirando hacia atrás, y con un sombrero de papel en el cual había escrito en grandes letras: "Soy un miserable pecador". La gente le silbó y le lanzaron piedras y basura. Así llegó hasta el convento de los franciscanos a pedir que lo recibieran de religioso.
El Padre maestro de novicios dispuso ponerle pruebas muy duras para ver si en verdad este hombre de 30 años era capaz de ser religioso humilde y sacrificado. Lo humillaba sin compasión y lo dedicaba a los oficios más cansones y humildes, pero Juan en vez de disgustarse le conservó una profunda gratitud por toda su vida, pues le supo formar un verdadero carácter, y lo preparó para enfrentarse valientemente a las dificultades de la vida. Él recordaba muy bien aquellas palabras de Jesús: "Si el grano de trigo no cae en tierra y no muere, se queda sin producir fruto, pero si muere producirá mucho fruto"(Jn. 12,24).
A los 33 años fue ordenado de sacerdote y luego, durante 40 años recorrió toda Europa predicando con enormes éxitos espirituales. Tuvo por maestro de predicación y por guía espiritual al gran San Bernardino de Siena, y formando grupos de seis y ocho religiosos se distribuyeron primero por toda Italia, y después por los demás países de Europa predicando la conversión y la penitencia.
Juan tenía que predicar en los campos y en las plazas porque el gentío tan enorme no cabía en las iglesias.
Su presencia de predicador era impresionante. Flaco, pálido, penitente, con voz sonora y penetrante; un semblante luminoso, y unos ojos brillantes que parecían traspasar el alma, conmovía hasta a los más indiferentes. La gente lo llamaba "El padre piadoso", "el santo predicador". Vibraba en la predicación de las verdades eternas. La gente al verlo y oírlo recordaba la figura austera de San Juan Bautista predicando conversión en las orillas del río Jordán. Y les repetía las palabras del Bautista: "Raza de víboras: tienen que producir frutos de conversión. Porque ya está el hacha de la justicia divina junto a la vida de cada uno, y árbol que no produce frutos de obras buenas será cortado y echado al fuego" (Lc. 3,7).
Muchos pedían a gritos la confesión, prometiendo cambiar de vida y estallaban en llanto de arrepentimiento. Las gentes traían sus objetos e superstición y los libros de brujería y otros juegos y los quemaban en públicas hogueras en la mitad de las plazas.
Muchos jóvenes al oírlo predicar se proponían irse de religiosos. En Alemania consiguió 120 jóvenes para las comunidades religiosas y en Polonia 130.
Sus sermones eran de dos y tres horas, pero a los oyentes se les pasaba el tiempo sin darse cuenta. Atacaba sin miedo a los vicios y malas costumbres, y muchísimos, después de escucharle, dejaban sus malas amistades y las borracheras.
Después de predicar se iba a visitar enfermos, y con sus oraciones y su bendición sacerdotal obtenía innumerables curaciones.
Juan convertía pecadores no sólo por su predicación tan elocuente y fuerte, sino por su gran espíritu de penitencia. Dormía pocas horas cada noche. Vestía siempre trajes sumamente pobres. Comía muy poco, y siempre alimentos burdos y nunca comidas finas ni especiales. Una artritis muy dolorosa lo hacía cojear y dolores muy fuertes de estómago lo hacían retorcerse, pero su rostro era siempre alegre y jovial. En su cuerpo era débil pero en su espíritu era un gigante.
Después de muerto reunieron los apuntes de los estudios que hizo para preparar sus sermones y suman 17 gruesos volúmenes.
La Comunidad Franciscana lo eligió por dos veces como Vicario Genera, y aprovechó este altísimo cargo para tratar de reformar la vida religiosa de los franciscanos, llegando a conseguir que en toda Europa esta Orden religiosa llegara a un gran fervor.
Muchos se le oponían a sus ideas de reformar y de volver más fervorosos a los religiosos. Y lo que más lo hacía sufrir era que la oposición venía de sus mismos colegas en el apostolado. Se cumplía en él lo que dice el Salmo: "Aquél que comía conmigo el pan en la misma mesa, se ha declarado en contra de mí". Pero esas incomprensiones le sirvieron para no dedicarse a buscar las alabanzas de las gentes, sino las felicitaciones de Dios. Él repetía la frase de San Pablo: "Si lo que busco es agradar a la gente, ya no seré siervo de Cristo".
Juan tenía unas dotes nada comunes para la diplomacia. Era sabio, era prudente, y medía muy bien sus juicios y sus palabras. Había sido juez y gobernador y sabía tratar muy bien a las personas. Por eso cuatro Pontífices (Martín V, Eugenio IV, Nicolás V y Calixto III) lo emplearon como embajador en muchas y muy delicadas misiones diplomáticas y con muy buenos resultados. Tres veces le ofrecieron los Sumos Pontífices nombrarlo obispo de importantes ciudades, pero prefirió seguir siendo humilde predicador, pobre y sin títulos honoríficos.
40 años llevaba Juan predicando de ciudad en ciudad y de nación en nación, con enormes frutos espirituales, cuando a la edad de 70 años lo llamó Dios a que le colaborara en la liberación de sus católicos en Hungría. Y fue de la siguiente manera.
En 1453 los turcos musulmanes se habían apoderado de Constantinopla, y se propusieron invadir a Europa para acabar con el cristianismo. Y se dirigieron a Hungría.
Las noticias que llegaban de Serbia, nación invadida por los turcos, eran impresionantes. Crueldades salvajes contra los que no quisieran renegar de la fe en Cristo, y destrucción de todo lo que fuera cristiano católico.
Entonces Juan se fue a Hungría y recorrió toda la nación predicando al pueblo, incitándolo a salir entusiasta en defensa de su santa religión. Las multitudes respondieron a su llamado, y pronto se formó un buen ejército de creyentes.
Los musulmanes llegaron cerca de Belgrado con 200 cañones, una gran flota de barcos de guerra por el río Danubio, y 50,000 terribles jenízaros de a caballo, armados hasta los dientes. Los jefes católicos pensaron en retirarse porque eran muy inferiores en número. Pero fue aquí cuando intervino Juan de Capistrano.
El gran misionero salvó a la ciudad de Bucarest de tres modos. El primero, convenciendo al jefe católico Hunyades a que atacara la flota turca que era mucho más numerosa. Atacaron y salieron vencedores los católicos. El segundo, fue cuando ya los católicos estaban dispuestos a abandonar la fortaleza de la ciudad y salir huyendo. Entonces Juan se dedicó a animarlos, llevando en sus manos una bandera con una cruz y gritando sin cesar: Jesús, Jesús, Jesús. Los combatientes cristianos se llenaron de valor y resistieron heroicamente. Y el tercer modo, fue cuando ya Hunyades y sus generales estaban dispuestos a abandonar la ciudad, juzgando la situación insostenible, ante la tremenda desproporción entre las fuerzas católicas y las enemigas, Juan recorrió todos los batallones gritando entusiasmado: "Creyentes valientes, todos a defender nuestra santa religión". Entonces los católicos dieron el asalto final y derrotaron totalmente a los enemigos que tuvieron que abandonar aquella región.
Jamás empleó armas materiales. Sus armas eran la oración, la penitencia y la fuerza irresistible de su predicación.
Las gentes decían que aquellos cuarteles de guerreros más parecían casas de religiosos que campamentos militares, porque allí se rezaba y se vivía una vida llena de virtudes. Todos los capellanes celebraban cada día la santa misa y predicaban. Muchísimos soldados se confesaban y comulgaban. Y los militares repetían en sus batallones: "Tenemos un capellán santo. Hay que portarse de manera digna de este gran sacerdote que nos dirige. Si nos portamos mal no vamos a conseguir victorias sino derrotas". Y los oficiales afirmaban: "Este padrecito tiene más autoridad sobre nuestros soldados, que el mismo jefe de la nación".
Mientras los católicos luchaban con las armas en Hungría, el Sumo Pontífice hacía rezar en todo el mundo el Angelus (o tres Avemarías diarias) por los guerreros católicos y la Sma. Virgen consiguió de su Hijo una gran victoria. Con razón en Budapest le levantaron una gran estatua a San Juan de Capistrano, porque salvó la ciudad de caer en manos de los más crueles enemigos de nuestra santa religión.
Y sucedió que la cantidad de muertos en aquella descomunal batalla fue tan grande, que los cadáveres dispersados por los campos llenaron el aire de putrefacción y se desató una furiosa epidemia de tifo. San Juan de Capistrano había ofrecido a Dios su vida con tal de conseguir la victoria contra los enemigos del catolicismo, y Dios le aceptó su oferta. El santo se contagió de tifo, y como estaba tan débil a causa de tantos trabajos y de tantas penitencias, murió el 23 de octubre de 1456.
___________________________________________________________________________________________
Fuente: Misa Tridentina
Severino Boecio, Santo Mártir, 23 Octubre
Anicio Manlio Severino Boecio, nació hacia el año 480. Pertenecía a una de las más ilustres familias romanas, la "gens Anicia", de la que también descendía probablemente el Papa San Gregorio Magno. Severino, que perdió muy |
___________________________________________________________________________________________
Servando y Germán Santos Biografía, 23 de octubre
Octubre 23 Etimológicamente significa " el que guarda y lancero, guerrero". Vienen de la lengua latina y alemana. |
___________________________________________________________________________________________
Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Alucio, Santo Patrono de Pescia, 23 Octubre
San Alucio, patrono de Pescia de Toscana, era pastor. |
___________________________________________________________________________________________
Fuente: LaSalle.org
Arnoldo Rèche, Beato Hermano Cristiano de La Salle, 23 Octubre
Julio Nicolás Rèche nace en una familia pobre de Landroff en Lorraine. |
___________________________________________________________________________________________
Fuente: Servidimaria.org
Juan Ángel Porro, Beato Religioso Servita, 23 Octubre
Juan Ángel Porro nació en el ducado de Milán el año 1451. |
___________________________________________________________________________________________
Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Juan Buono, Beato Religioso, 23 Octubre
Nace en Mántua en 1168. |
___________________________________________________________________________________________
Fuente: Aceasesores.es/sagradafamilia/
Leonardo Olivera Buera, Beato Mártir, 23 Octubre
Es en brevedad la vida de un hombre que vivió siempre al servicio de los demás. Sacerdote ejemplar, dedicado íntegramente a su ministerio, pasó por esta vida haciendo el bien y esto lo atestigua uno de sus beneficiarios, yo, hijo de una hermana suya, que al quedar huérfano de padre, nos acogió en su casa a mi madre y a mi. A los cuatro años fallece mi madre, al poco tiempo mi abuela materna que vivía con nosotros y quedé solo con él. |
___________________________________________________________________________________________
Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: www.iesvs.org
Biblioteca Gratis: http://groups.google.com/group/evangelio/files
¿Email con poca capacidad? Reciba gratis de 6 Gb. con la opción de absorber los mensajes de todas sus demás casillas, y de consultar por outlook o web, escriba a: email arroba iesvs.org
Si no desea el evangelio, santoral y meditación diaria y sólo artículos interesantes censurados por la prensa (la mayoría), unos 4 por semana escriba a: ave-maria-purisima+subscribe@googlegroups.com (responder el mensaje de confirmación).
Para de-suscribirse escribir desde su casilla de email a:
Evangelio+unsubscribe@googlegroups.com
NO debe colocarlo en CC sino en "Para/To"
Si no se desuscribe es porque recibe el mensaje en su otro email que le reenvía al actual: debe escribir desde ese otro email.
Todos los emails que lleguen a IESVS serán automáticamente incorporados para recibir el Evangelio. Si Ud. no desea esto, favor de aclarar en cada envío.