J†A
JMJ
Pax
Cuando hayan levantado
al Hijo del hombre, entonces sabrán que yo soy† Lectura del santo Evangelio según san Juan 8, 21-30
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos:
"Yo me voy. Me buscarán, pero morirán en su pecado. Ustedes no pueden venir adonde yo voy".
Los judíos comentaban entre sí:
"¿Pensará suicidarse y por eso dice: "Ustedes no pueden venir a donde yo voy?""
Entonces Jesús declaró:
"Ustedes proceden de abajo; yo, en cambio, vengo de arriba. Ustedes pertenecen a este
mundo; yo no. Por eso les dije que morirían en sus pecados; porque si no creen que yo soy, morirán en sus pecados".
Los judíos le preguntaron:
"Pero, ¿quién eres tú?"
Jesús les respondió:
"Precisamente es lo que les estoy diciendo desde el principio. Tengo muchas cosas que decir y condenar de ustedes. Pero lo que yo digo al mundo es lo que oí al que me envió, y él dice la verdad".
Ellos, sin embargo, no cayeron en la cuenta de que les estaba hablando del Padre. Por eso Jesús añadió:
"Cuando levanten en alto al Hijo del hombre, entonces reconocerán que yo soy. Yo no hago nada por mi propia cuenta; solamente enseño lo que aprendí del Padre. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada".
Al oírle hablar así, muchos creyeron en él.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos
tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al
menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María,
llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las
mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es
igual: las “palabras de vida
eterna” (Jn 6,68; Hc
7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar
por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a
Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la
Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a
Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que
hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y
de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d)
pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del
mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una
película protestante, por eso falta LA MADRE.
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús
está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la
carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6,53;
1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera
"si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana".
Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)
con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del
Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda
su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar
eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta
del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el
altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: “Te amo, pero no quiero
verte todos los días, y menos los de descanso”? ¿Le ama realmente?
Faltar a
Misa viola los principales mandamientos: el primero (“Amar a Dios sobre todas
las cosas”) y tercero (“Santificar las fiestas”). Por nuestro propio bien y
evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168
horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los “dioses” son el descanso,
entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al
oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías
para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! “Una misa vale más que todos los
tesoros del mundo”… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la
Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch
20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir “Padre Nuestro” si rechazamos
volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir “Santificado sea Tu Nombre”, “Venga a
nosotros Tu Reino”, “Hágase Tu Voluntad”, “Danos hoy nuestro pan
supersubstancial de cada día” y “no nos dejes caer en la tentación más líbranos
del malo”, si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la
santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es
posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en
la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos
los pecados mortales: “quien come y bebe sin
discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor
11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no
confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al
menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los
métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho
a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación
natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por
iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a
reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo
importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende
la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo
1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales
objetivamente, pero subjetivamente,
pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que
lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
mar 5a. Sem cuaresma
Antífona de Entrada
Espera en el Señor, sé valiente, ten
ánimo, espera en el Señor.
Oración Colecta
Oremos:Concédenos, Señor, la gracia de perseverar en el fiel cumplimiento de tu voluntad, para que tu pueblo santo aumente en numero y crezca en santidad.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Si alguien es mordido y mira la
serpiente de bronce, quedará curadoLectura del libro de los Números 21, 4-9
Por aquellos días, los israelitas partieron de la montaña de Hor camino del mar Rojo, rodeando el territorio de Edom. En el camino, el pueblo comenzó a impacientarse y a murmurar contra el Señor y contra Moisés, diciendo:
"¿Por qué nos han sacado de Egipto para hacernos morir en este desierto? No hay pan ni agua y estamos ya hartos de este pan sin consistencia".
El Señor envió entonces contra el pueblo serpientes muy venenosas que los mordían. Murió mucha gente de Israel, y el pueblo fue a decir a Moisés:
"Hemos pecado al murmurar contra el Señor y contra ti. Pide al Señor que aleje de nosotros las serpientes".
Moisés intercedió por el pueblo, y el Señor le respondió:
"Fabrica una serpiente de bronce, ponla en un asta, y todos los que hayan sido mordidos y la miren quedarán curados".
Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Cuando alguno era mordido por una serpiente, miraba a la
serpiente de bronce y quedaba curado.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 101, 2-3.16-18.19-21Señor, atiende mi oración.
Señor, atiende mi oración, llegue hasta ti mi súplica; no me ocultes tu rostro cuando estoy angustiado, escúchame cuando te invoco, respóndeme en seguida.
Señor, atiende mi oración.
Los paganos honrarán tu nombre, Señor, y todos los reyes de la tierra te engrandecerán, porque tú, Señor, reconstruirás Sión y manifestarás así tu gloria, atenderás la súplica del desamparado y no rechazarás su oración.
Señor, atiende mi oración.
Que se escriba todo esto para las generaciones futuras, para que el pueblo que va a ser creado alabe al Señor; pues el Señor miró desde su alto templo, desde los cielos se fijó en la tierra, para atender los lamentos de los cautivos y liberar a los condenados a muerte.
Señor, atiende mi oración.
Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti, Señor Jesús. La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo el que lo encuentra vivirá para siempre.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces
sabrán que yo soy† Lectura del santo Evangelio según san Juan 8, 21-30
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos:
"Yo me voy. Me buscarán, pero morirán en su pecado. Ustedes no pueden venir adonde yo voy".
Los judíos comentaban entre sí:
"¿Pensará suicidarse y por eso dice: "Ustedes no pueden venir a donde yo voy?""
Entonces Jesús declaró:
"Ustedes proceden de abajo; yo, en cambio, vengo de arriba. Ustedes pertenecen a este
mundo; yo no. Por eso les dije que morirían en sus pecados; porque si no creen que yo soy, morirán en sus pecados".
Los judíos le preguntaron:
"Pero, ¿quién eres tú?"
Jesús les respondió:
"Precisamente es lo que les estoy diciendo desde el principio. Tengo muchas cosas que decir y condenar de ustedes. Pero lo que yo digo al mundo es lo que oí al que me envió, y él dice la verdad".
Ellos, sin embargo, no cayeron en la cuenta de que les estaba hablando del Padre. Por eso Jesús añadió:
"Cuando levanten en alto al Hijo del hombre, entonces reconocerán que yo soy. Yo no hago nada por mi propia cuenta; solamente enseño lo que aprendí del Padre. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada".
Al oírle hablar así, muchos creyeron en él.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, este sacrificio de reconciliación,
perdona nuestros pecados y orienta hacia ti nuestros corazones. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
La fuerza de la cruzEn verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque en la pasión salvadora de tu Hijo el universo aprende a proclamar tu grandeza y, por la fuerza de la cruz, el mundo es juzgado como reo y el Crucificado exaltado como juez poderoso.
Por eso,
ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y los santos diciendo:
Antífona de la
Comunión
Cuando yo sea elevado sobre la tierra
atraeré a todos hacia mí, dice el Señor.
Oración después de la
Comunión
Oremos:Concédenos, Dios todopoderoso, que la continua participación en tus sacramentos nos acerque cada vez más a ti, que eres el único bien verdadero.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
Cuaresma. 5ª
semana. Martes
MIRAR A
CRISTO. VIDA DE PIEDAD
— Los
enemigos de la gracia. El remedio: mirar a Cristo.
— Tener
presente al Señor en la entraña del mundo. «Industrias humanas».
— Vida de
piedad. Jaculatorias.
La Primera
lectura de la Misa nos trae un pasaje del Libro de los Números2 en el que se narra cómo el pueblo de Israel comenzó a murmurar
contra el Señor y contra Moisés, porque, aunque habían sido liberados y sacados
de Egipto, estaban cansados de caminar hacia la tierra prometida. El Señor,
como castigo, envió serpientes venenosas que los mordían, y murieron
muchos israelitas. Entonces, el pueblo acudió a Moisés reconociendo su
pecado, y Moisés intercedió ante Dios para que les librara de las serpientes.
El Señor le dijo: Haz una serpiente y colócala en un estandarte: los
mordidos de serpiente quedarán sanos al mirarla. Moisés hizo una serpiente de
bronce y la colocó en un palo; cuando una serpiente mordía a uno, miraba a la
serpiente de bronce y quedaba curado.
Este pasaje
del Antiguo Testamento, además de ser un relato histórico, es figura e imagen
de lo que había de tener lugar más tarde con la llegada del Hijo de Dios. En la
íntima conversación de Jesús con Nicodemo, hace el Señor una referencia directa
a ese relato: Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es
preciso que sea levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga
vida eterna en él3. Cristo en la Cruz es la salvación del género humano, el remedio para
nuestros males. Fue voluntariamente al Calvario para queel que crea tenga
vida eterna, para atraer todo hacia Él.
Las
serpientes y el veneno que atacan en todas las épocas al pueblo de Dios,
peregrino hacia la Tierra Prometida, el Cielo, son muy parecidos: egoísmo,
sensualidad, confusión y errores en la doctrina, pereza, envidias,
murmuraciones, calumnias... La gracia recibida en el Bautismo, llamada a su
pleno desarrollo, está amenazada por los mismos enemigos de siempre. En todas
las épocas se dejan notar las heridas del pecado de origen y de los pecados
personales.
Los
cristianos debemos buscar el remedio y el antídoto –como los israelitas
mordidos por las serpientes del desierto– en el único lugar donde se encuentra:
en Jesucristo y en su doctrina salvadora. No podemos dejar de mirarlo elevado
sobre la tierra en la Cruz, si deseamos de verdad llegar a la Tierra Prometida,
que está al final de este corto camino que es la vida. Y como no queremos
llegar solos, procuraremos que otros muchos miren a Jesús, en quien está la salvación.
Mirar a Jesús: poniendo ante nuestros ojos su Humanidad Santísima, contemplándole
en los Misterios del Santo Rosario, en el Vía Crucis, en las
escenas que nos narra el Evangelio, o en el Sagrario. Solo con una gran piedad
seremos fuertes ante el acoso de un mundo que parece querer separarse más y más
de Dios, arrastrando consigo a quien no se encuentre en tierra firme y segura.
No podemos
apartar la vista del Señor, porque vemos los estragos que cada día hace el
enemigo a nuestro alrededor. Y nadie está inmune por sí mismo. Vultum
tuum, Domine, requiram: Buscaré tu rostro, Señor, deseo verte4. Debemos buscar la fortaleza en el trato de amistad con Jesús, a través
de la oración, de la presencia de Dios a lo largo de nuestra jornada y en la
visita al Santísimo Sacramento. Además el Señor, Jesús, no es solo el remedio
ante nuestra debilidad, sino que es también nuestro Amor.
II. El Señor
quiere a los cristianos corrientes metidos en la entraña de la sociedad,
laboriosos en sus tareas, en un trabajo que de ordinario ocupará de la mañana a
la noche. Jesús espera de nosotros que, además de mirarle y tratarle en los
ratos dedicados expresamente a la oración, no nos olvidemos de Él mientras
trabajamos, de la misma manera que no nos olvidamos de las personas que
queremos ni de las cosas importantes de nuestra vida. Jesucristo es lo más
importante de nuestro día. Por eso, cada uno de nosotros debe ser «alma de
oración ¡siempre!, en cualquier ocasión y en las circunstancias más dispares,
porque Dios no nos abandona nunca. No es cristiano pensar en la amistad divina
exclusivamente como en un recurso extremo. ¿Nos puede parecer normal ignorar o
despreciar a las personas que amamos? Evidentemente, no. A los que amamos van
constantemente las palabras, los deseos, los pensamientos: hay como una
continua presencia. Pues así con Dios»5.
Con
frecuencia, para tener a Jesús presente durante el día necesitaremos echar mano
de esas «“industrias humanas”: jaculatorias, actos de amor y desagravio,
comuniones espirituales, “miradas” a la imagen de Nuestra Señora»6, y algunos medios humanos que nos recuerden que ya ha pasado un tiempo
(demasiado para el amor) en el que no hemos acudido a Nuestro Señor, a la
Virgen, al Ángel Custodio...: siempre son cosas sencillas, pero de una eficacia
grande. A todos no ocurre que cuando queremos acordarnos de algo durante el día
ponemos los medios para que aquello no se nos olvide. Si ponemos el mismo
interés en acordarnos del Señor, nuestro día se llenará de pequeños
recordatorios, de pequeñas ideas que nos llevarán a tenerle presente.
El padre o la
madre de familia lleva en el coche una fotografía de la familia para acordarse
de ella mientras viaja. ¿Cómo no vamos a llevar una imagen de Nuestra Señora en
la cartera o en el bolso, para que al mirarla le digamos: ¡Madre!, ¡Madre mía!?
¿Por qué no tener muy a mano un crucifijo que nos ayude a reparar, a besarlo discretamente,
a mirarlo cuando el estudio o el trabajo se haga más costoso?
Esos recordatorios,
los recursos para tener presencia de Dios, son innumerables, porque el amor es
ingenioso; serán diversos para el médico que va a comenzar una operación, que
para la madre de familia que a la misma hora, quizá, comienza a poner en orden
la casa. Un día en el Cielo cada uno verá cómo el haber acudido al Ángel
Custodio fue una gran ayuda en sus tareas. El conductor de un autobús tendrá
sus «industrias humanas» (sabrá muy bien cuándo está más próximo a Jesús porque
divisa ya los muros de aquella iglesia), y la costurera, prácticamente en el
mismo sitio durante todo el día, tendrá las suyas. Todo hecho con espíritu
deportivo y alegre, sin agobios, pero con amor: «Las jaculatorias no entorpecen
la labor, como el latir del corazón no estorba el movimiento del cuerpo»7.
Poco a poco,
si perseveramos, llegaremos a estar en la presencia de Dios como algo normal y
natural. Aunque siempre tendremos que poner lucha y empeño.
III. Muchas
veces el Señor se retira a orar, quizá durante horas: por la mañana,
muy de madrugada, salió fuera, a un lugar solitario, y allí hacía oración8; pero otras veces se dirigía a su Padre Dios con la oración corta, amorosa,
como una jaculatoria: Yo te glorifico Padre, Señor del cielo y de la
tierra...9; Padre, gracias te doy porque me has oído...10.
En otros
momentos, el Evangelista nos muestra cómo Jesús se conmueve ante las peticiones
de los que se le acercan. Son oraciones que también nos pueden servir a
nosotros como jaculatorias: el leproso que dice: Señor, si quieres,
puedes limpiarme...11; y el ciego de Jericó:Jesús, hijo de David, ten piedad de mí...12; y el buen ladrón: Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu
reino...13. Jesús, conmovido por estas oraciones llenas de fe, no hace esperar.
En alguna
ocasión, estas expresiones nos servirán para pedir perdón, como hizo el
publicano que se marchó a su casa justificado:Ten piedad de mí, Señor, que
soy un pecador14; o repetiremos con San Pedro, después de las negaciones: Señor,
tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo15, a pesar de mis fallos. Otras, nos ayudarán a pedir más fe: Creo,
Señor, pero ayuda mi incredulidad16, fortalece mi fe;¡Señor mío y Dios mío!17, le dice Tomás, cuando Jesús se le aparece resucitado: es un acto
formidable de fe y de entrega, que quizá nos enseñaron a repetir en el momento
de hacer la genuflexión ante el Sagrario. Existen muchas jaculatorias y
oraciones breves que podemos decir desde el fondo de nuestra alma, y que
responden a necesidades o situaciones concretas por las que estamos pasando.
En muchos
momentos, ni siquiera hace falta pronunciarlas. A veces basta una mirada, o una
sola palabra, o un pensamiento un tanto deshilvanado, pero lleno de amor o de
desagravio..., una petición que no aflora, pero que el Señor capta enseguida.
Para un alma muy unida a Dios, las jaculatorias, los actos de amor, brotan,
naturales, casi espontáneos, como un respirar sobrenatural que alimenta su
unión con Dios. Y esto en medio de las ocupaciones más absorbentes, porque
de todos espera esta vida de oración y de unión con Él.
Santa Teresa
recuerda la huella que dejó en su vida una jaculatoria: «Acaecíanos estar
muchos ratos tratando de esto y gustábamos de decir muchas veces: ¡Para
siempre, siempre, siempre! En pronunciar esto mucho rato era el Señor servido
me quedase, en esta niñez, impreso el camino de la verdad»18.
Siempre hay
ocasión para decir una jaculatoria. La lectura del santo Evangelio, la oración
misma, será en muchas ocasiones una fuente de jaculatorias que servirán de
cauce para mostrar nuestro amor por Jesús y su Madre Santísima.
Al terminar
nuestra oración le decimos, como los discípulos de Emaús: Mane
nobiscum, Domine, quoniam advesperascit19. Quédate con nosotros, Señor, porque cuando Tú no estás presente se nos
hace de noche. Todo es oscuridad cuando Tú no estás. Y acudimos a la Virgen, a
quien también sabemos dirigir esas jaculatorias y actos de amor: Dios
te salve, María... bendita tú entre todas las mujeres.
1 Antífona
de la comunión. Jn 12, 32. — 2 Primera
lectura. Num 21, 4-9. — 3 Jn 3,
14-15. — 4 Sal 26.
— 5 San
Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 247. — 6 ídem,
Cfr.Camino, n. 272. — 7 ídem, Surco,
n. 516. — 8 Mc 1,
35. — 9 Mt 11,
25. — 10 Mt 11,
25. — 11 Mt 8,
2-3. — 12 Lc 18,
38-39. — 13 Lc 23,
42-43. — 14 Cfr. Lc 18,
13. — 15Jn 21, 17.
— 16 Mc 9,
23. — 17 Jn 20,
28. — 18 Santa
Teresa, Vida, 1, 4. — 19 Lc24,
29.
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Fuente: Mercaba.org
José Benito Dusmet, Beato Obispo, Abril 4
José Benito Dusmet, Beato Obispo, Abril 4
Obispo de Catania
Nació en Palermo, Sicilia,
Italia el 15 de agosto de 1818, en una familia aristocrática.
Fue monje y abad benedictino, y muchos acudían a él para pedirle consejo y para su dirección espiritual. Su caridad para con los pobres fue extraordinaria y acudía presuroso donde quiera que hubiera una calamidad. Fue preconizado obispo de Catania y se entregó plenamente a todos, pero de modo especial a los más necesitados. Tuvo un cuidado y esmero especial para los sacerdotes, y promovió la vida parroquial con gran intensidad. A pesar de su oposición, fue nombrado cardenal por el papa León XIII, pero no duró mucho en su cargo, pues su salud se deterioró rápidamente y murió dos años después el 4 de abril de 1894. Los que lo amortajaron no encontraron en el ropero ni una sola pieza para cambiarle de ropa. Todo lo había dado para los pobres, hasta su propio pectoral y anillo.. Su pueblo lo lloró como a un padre bueno y lo veneró como a un santo. Fue beatificado por el papa Juan Pablo II, el 25 de septiembre de 1988. El Martirologio Romano lo festeja el 4 de Abril, pero en Catania se lo recuerda el 25 de Septiembre. |
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Fuente: Franciscanos.org
Benito Moro, Santo Religioso Franciscano, Abril 4
Benito Moro, Santo Religioso Franciscano, Abril 4
Religioso
A este San Benito se le llama de
Palermo, por la ciudad en que murió, o de San Fratello o San Filadelfo por el
lugar en que nació, o también el Moro o el Negro por el color de su piel y su
ascendencia africana. De joven abrazó la vida eremítica, pero más tarde pasó
a la Orden franciscana. No tenía estudios, pero sus dotes naturales y espirituales
de consejo y prudencia atraían a multitud de gente. Aunque hermano lego, fue,
no sólo cocinero, sino también guardián de su convento y maestro de novicios.
San Benito el Moro nació en 1526 en San Fratello, antes llamado San Filadelfo, provincia de Mesina (Sicilia), de padres cristianos, Cristóbal Manassari y Diana Larcari, descendientes de esclavos negros. De adolescente Benito cuidaba el rebaño del patrón y desde entonces, por sus virtudes, fue llamado el “santo moro”. A los veintiún años entró en una comunidad de ermitaños, fundada en su región natal por Jerónimo Lanza, que vivía bajo la Regla de San Francisco. Cuando los ermitaños se trasladaron al Monte Pellegrino para vivir en mayor soledad, Benito los siguió, y a la muerte de Lanza, fue elegido superior por sus compañeros. En 1562 Pío IV retiró la aprobación que Julio II había dado a aquel instituto e invitó a los religiosos a entrar en una Orden que ellos mismos escogieran. Benito escogió la Orden de los Hermanos Menores, y entró en el convento de Santa María de Jesús, en Palermo, fundado por el Beato Mateo de Agrigento. Luego fue enviado al convento de Santa Ana Giuliana, donde permaneció sólo tres años. Trasladado nuevamente a Palermo, vivió allí veinticuatro años. Al principio ejerció el oficio de cocinero con gran espíritu de sacrificio y de caridad sobrenatural. Se le atribuyeron muchos milagros. Se le tenía en tal aprecio que en 1578, siendo religioso no sacerdote, fue nombrado superior del convento. Por tres años guió a su comunidad con sabiduría, prudencia y gran caridad. Con ocasión del Capítulo provincial se trasladó a Agrigento, donde, por la fama de su santidad, que se había difundido rápidamente, fue acogido con calurosas manifestaciones del pueblo. Nombrado maestro de novicios, atendió a este delicado oficio de la formación de los jóvenes con tanta santidad, que se creyó que tenía el don de escrutar los corazones. Finalmente volvió a su primitivo oficio de cocinero. Un gran número de devotos iba a él a consultarlo, entre los cuales también sacerdotes y teólogos, y finalmente el Virrey de Sicilia. Para todos tenía una palabra sabia, iluminadora, que animaba siempre al bien. Humilde y devoto, redoblaba las penitencias, ayunando y flagelándose hasta derramar sangre. Realizó numerosas curaciones. Cuando salía del convento la gente lo rodeaba para besarle la mano, tocarle el hábito, encomendarse a sus oraciones. Dócil instrumento de la bondad divina, hacía inmenso bien a favor de las almas. En 1589 enfermó gravemente y por revelación conoció el día y hora de su muerte. Recibió los últimos sacramentos, y el 4 de abril de 1589 expiró dulcemente a la edad de 63 años, pronunciando las palabras de Jesús moribundo: “En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu”. Su culto se difundió ampliamente y vino a ser el protector de los pueblos negros. Fue canonizado por Pío VII el 24 de mayo de 1807. |
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Platón, Santo Abad, Abril 4
Abad de Bitinia
Etimológicamente significa “ancho
de hombros”. Viene de la lengua griega.
Elegir a Cristo Jesús supone no seguir más que uno. ¿Elegirás tú a Cristo? Tú comienza. Dale tu confianza. No esperes a que tu corazón haya cambiado: día tras día Cristo lo cambiará Este confesor, muerto en el año 814, eligió a Cristo. No tuvo la menor duda. En abandonar muchos bienes y el porvenir halagüeño que le aguardaba para hacerse monje. Primero estuvo en Bitinia, y a continuación pasó como abad al monasterio de Sakkoudion en Constantinopla. Y aquí le vino el primer lío. Resulta que el emperador Constantino IV repudió a su mujer con el fin de casarse con una prima de san Platón. Hubo algunos que vieron muy mal esta actitud del emperador. Sin embargo, el abad lo condenó con palabras duras. ¡Menudo atrevimiento! Cristo actuaba en él. La verdad hace al hombre libre. A él le costó decirla 14 años de cárcel y sentirse perseguido siempre. Una vez que fue librado, no se lo pensó dos veces. Se fue al monasterio de Studion durante algún tiempo. Poco después, el patriarca Nicéforo lo llevó encarcelado a la isla de Oxeia, en el archipiélago de los Príncipes. La razón de este destierro fue porque Platón no aceptaba su rápida elevación al trono patriarcal. Vuelto al monasterio de Studion por orden del emperador Miguel I, murió tres años más tarde cantando el himno: ”Yo soy la Resurrección y la Vida”. Murió en el año 814. Cuando se hace una elección por Cristo, se hace de forma definitiva. |
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Fuente: ACI Prensa
Francisco Marto, Beato Vidente de Fátima, Abril 4
Francisco Marto, Beato Vidente de Fátima, Abril 4
“Me gustó mucho ver al ángel,
pero me gustó mucho más Nuestra Señora. Lo que más me gustó fue ver a Nuestro
Señor en aquella Luz que Nuestra Señora nos metió en el pecho. ¡Me gusta
tanto Dios!” (IV, 4)
Francisco
Nació en Aljustrel, Fátima, el
11 de Junio de 1908. Fue bautizado el 20 de Junio de 1908.
Cayó victima de la neumonía en Diciembre de 1918 y falleció en Aljustrel a las 22 horas del día 4 de Abril de 1919. Sus restos mortales quedaron sepultados en el cementerio parroquial de Fátima hasta el día 13 de marzo de 1952, fecha en que fueron trasladados para la Basílica de Cova da Iria (lado derecho según se entra). Su gran preocupación era la de “consolar a Nuestro Señor”. El Espíritu de amor y reparación para con Dios ofendido, fueron notables en su vida tan corta. Pasaba horas “pensando en Dios”. Según su historia, el pequeño Francisco pasaba largas horas "pensando en Dios", por lo que siempre fue considerado como un contemplativo. Su precoz vocación de eremita fue reconocida en el decreto de heroicidad de virtudes, según el que después de las apariciones "se escondía detrás de los árboles para rezar solo; otras veces subía a los lugares más elevados y solitarios y ahí se entregaba a la oración tan intensamente que no oía las voces de los que lo llamaban". Hoy festejamos de nacimiento de Francisco al Reino de Dios; Francisco junto a su hermana Jacinta son festejados el 20 de febrero. |
Para contactarse con la postuladora de
la causa de canonización:
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Fuente: Vatican.va
Cayetano Catanoso, Santo Fundador, Abril 4
Cayetano Catanoso, Santo Fundador, Abril 4
Fundador de las Religiosas
Verónicas de la Santa Faz
Nació en Chorio di San Lorenzo,
archidiócesis de Reggio Calabria, en una familia de agricultores
profundamente cristianos, el 14 de febrero de 1879. Ese mismo día fue
bautizado. En 1882 recibió el sacramento de la Confirmación.
A los diez años sintió la vocación al sacerdocio y entró en el seminario arzobispal de Reggio. Fue ordenado sacerdote el 20 de septiembre de 1902. Durante dos años fue prefecto de disciplina en el seminario. Luego, en 1904, fue nombrado párroco en una aldea, donde reinaba la pobreza, el analfabetismo, la ignorancia religiosa. Allí compartió las privaciones y sufrimientos de la gente. Fue celoso en el anuncio de la palabra de Dios y en la enseñanza de la doctrina cristiana, edificante en la celebración de los misterios divinos, asiduo en el ministerio de la Confesión, generoso con las familias necesitadas, y solícito con los enfermos. Para los jóvenes que no podían frecuentar las escuelas públicas abrió una escuela vespertina gratuita, en la que él era el maestro. Colaboraba con los párrocos de las aldeas vecinas en la predicación y en la administración del sacramento de la Penitencia. Era muy devoto de la santa faz de Cristo y difundió con celo esa devoción entre el pueblo, implicando a sacerdotes y laicos en el apostolado de la reparación por los pecados, especialmente de la blasfemia y la profanación de las fiestas religiosas. Con feliz intuición, unió esta devoción a la piedad eucarística: el rostro real de Cristo lo encontramos en la Eucaristía, donde se oculta bajo el blanco velo de la Hostia. En 1918 fundó la Pía unión de la Santa Faz. Para ayudar a los jóvenes que querían ser sacerdotes pero no tenían recursos, instituyó la "Obra de los clérigos pobres". Desde 1921 hasta 1940 fue párroco, en la ciudad de Reggio, de la iglesia de Santa María de la Purificación. Allí desempeñó una actividad aún más intensa y más amplia. Se dedicaba en especial a la catequesis, las misiones populares, el ministerio de la Confesión, la asistencia a los pobres, a los enfermos y a los perseguidos por asociaciones criminales. Fomentaba con empeño el culto a la Eucaristía y promovía las vocaciones sacerdotales. Además, fue director espiritual en el seminario arzobispal, capellán de hospitales, confesor en casas religiosas y en cárceles, y canónigo penitenciario de la catedral. En 1934 fundó las religiosas Verónicas de la Santa Faz, para propagar la devoción que constituía el fulcro de su espiritualidad y para ayudar a los sacerdotes más necesitados en las parroquias más perdidas y abandonadas. En 1953 la congregación recibió la aprobación canónica. La misa, celebrada diariamente, y la adoración frecuente del santísimo Sacramento fueron el alma de su sacerdocio y el apoyo de su apostolado. Cultivó una devoción filial a la Virgen María, que irradió a sus religiosas y al pueblo fiel. Desde niño aprendió a rezar el rosario todos los días y lo siguió haciendo hasta su muerte. Practicó el sacrificio, la mortificación y la penitencia. Aceptó con paciencia las enfermedades y la ceguera que lo afligió en la última etapa de su vida. En 1929 se había ofrecido como víctima al Corazón de Cristo, anhelando completar en su carne lo que faltaba a los padecimientos de Cristo en favor de su cuerpo, que es la Iglesia. Se preparó con gran serenidad al encuentro definitivo con el Señor, que tuvo lugar el 4 de abril de 1963, en Reggio, en la casa madre de la congregación que había fundado. Fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 4 de mayo de 1987 y canonizado por S.S. Benedicto XVI el 25 de Octubre de 2005. |
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26 de Abril
(4 de abril en Perú)
(4 de abril en Perú)
San Isidoro
Doctor de la Iglesia, Arzobispo de Sevilla
(año 636)
Doctor de la Iglesia, Arzobispo de Sevilla
(año 636)
Isidoro significa: "Regalo de la
divinidad (Isis: divinidad. Doro: regalo).
Nació en Sevilla en el año 556. Era el
menor de cuatro hermanos, todos los cuales fueron santos y tres de ellos
obispos. San Leandro, San Fulgencio y Santa Florentina se llamaron sus
hermanos.
Su hermano mayor, San Leandro, que era
obispo de Sevilla, se encargó de su educación obteniendo que Isidoro adquiriera
el hábito o costumbre de dedicar mucho tiempo a estudiar y leer, lo cual le fue
de gran provecho para toda la vida.
Al morir Leandro, lo reemplazó Isidoro
como obispo de Sevilla, y duró 38 años ejerciendo aquel cargo, con gran brillo
y notables éxitos.
Isidoro fue el obispo más sabio de su
tiempo en España. Poseía la mejor biblioteca de la nación. Escribió varios
libros que se hicieron famosos y fueron muy leídos por varios siglos como por
ej. Las Etimologías, que se pueden llamar el Primer Diccionario que se hizo en
Europa. También escribió La Historia de los Visigodos y biografías de hombres
ilustres.
San Isidoro es como un puente entre la
Edad Antigua que se acababa y la Edad Media que empezaba. Su influencia fue muy
grande en toda Europa y especialísimamente en España, y su ejemplo llevó a
muchos a dedicar sus tiempos libres al estudio y a las buenas lecturas.
Fue la figura principal en el Concilio
de Toledo (año 633) del cual salieron leyes importantísimas para toda la
Iglesia de España y que contribuyeron muy fuertemente a mantener firme la
religiosidad en el país.
Se preocupaba mucho porque el clero
fuera muy bien instruido y para eso se esforzó porque en cada diócesis hubiera
un colegio para preparar a los futuros sacerdotes, lo cual fue como una
preparación a los seminarios que siglos más tarde se iban a fundar en todas
partes.
Dice San Ildefonso que "la
facilidad de palabra era tan admirable en San Isidoro, que las multitudes
acudían de todas partes a escucharle y todos quedaban maravillados de su
sabiduría y del gran bien que se obtenía al oír sus enseñanzas".
Su amor a los pobres era inmenso, y como
sus limosnas eran tan generosas, su palacio se veía continuamente visitado por
gentes necesitadas que llegaban a pedir y recibir ayudas. De todas las ciencias
la que más le agradaba y más recomendaba era el estudio de la Sagrada Biblia, y
escribió unos comentarios acerca de cada uno de los libros de la S. Biblia.
Cuando sintió que iba a morir, pidió perdón públicamente por todas las faltas
de su vida pasada y suplicó al pueblo que rogara por él a Dios. A los 80 años
de edad murió, el 4 de abril del año 636.
La Santa Sede de Roma lo declaró
"Doctor de la Iglesia".
Benedicto XVI:
Queridos hermanos y hermanas: Hoy
quisiera hablar de san Isidoro de Sevilla: era hermano menor de Leandro, obispo
de Sevilla, y gran amigo del Papa Gregorio Magno. Esta observación es
importante, pues constituye un elemento cultural y espiritual indispensable
para comprender la personalidad de Isidoro. En efecto, le debe mucho a Leandro,
persona muy exigente, estudiosa y austera, que había creado en torno a su
hermano menor un contexto familiar caracterizado por las exigencias ascéticas
propias de un monje y por los ritmos de trabajo exigidos por una seria entrega
al estudio.
Además, Leandro se había preocupado por
disponer lo necesario para afrontar la situación político-social del momento:
en aquellas décadas los visigodos, bárbaros y arianos, habían invadido la
península ibérica y se habían adueñado de los territorios que pertenecían al
Imperio Romano.
Era necesario conquistarlos a la
romanidad y al catolicismo. La casa de Leandro y de Isidoro contaba con una biblioteca
sumamente rica de obras clásicas, paganas y cristianas. Isidoro, que sentía la
atracción tanto de unas como de otras, aprendió bajo la responsabilidad de su
hermano mayor una disciplina férrea para dedicarse a su estudio, con
discernimiento. En la sede episcopal
de Sevilla se vivía, por tanto, en un clima sereno y abierto.
Lo podemos deducir a partir de los
intereses culturales y espirituales de Isidoro, tal y como emergen de sus
mismas obras, que comprenden un conocimiento enciclopédico de la cultura
clásica pagana y un conocimiento profundo de la cultura cristiana. De este modo
se explica el eclecticismo que caracteriza la producción literaria de Isidoro,
el cual pasa con suma facilidad de Marcial a Agustín, de Cicerón a Gregorio
Magno.
La lucha interior que tuvo que afrontar
el joven Isidoro, que se convirtió en sucesor del hermano Leandro en la cátedra
episcopal de Sevilla, en el año 599, no fue ni mucho menos fácil. Quizá se debe
a esta lucha constante consigo mismo la impresión de un exceso de voluntarismo
que se percibe leyendo las obras de este gran autor, considerado como el último
de los padres cristianos de la antigüedad.
Pocos años después de su muerte, que
tuvo lugar en el año 636, el Concilio de Toledo (653) le definió: "Ilustre
maestro de nuestra época, y gloria de la Iglesia católica". Isidoro fue, sin duda, un hombre de
contraposiciones dialécticas acentuadas. E incluso, en su vida personal,
experimentó un conflicto interior permanente, sumamente parecido al que ya
habían vivido san Gregorio Magno y san Agustín, entre el deseo de soledad, para
dedicarse únicamente a la meditación de la Palabra de Dios, y las exigencias de
la caridad hacia los hermanos de cuya salvación se sentía encargado, como
obispo.
Por ejemplo, sobre los responsables de
la Iglesia escribe: "El responsable de una Iglesia (vir ecclesiasticus)
por una parte tiene que dejarse crucificar al mundo con la mortificación de la
carne, y por otra, tiene que aceptar la decisión del orden eclesiástico, cuando
procede de la voluntad de Dios, de dedicarse al gobierno con humildad, aunque
no quisiera hacerlo" (Libro de las Sentencias III, 33, 1: PL 83, col. 705
B).
Y añade un párrafo después: "Los
hombres de Dios (sancti viri) no desean ni mucho menos dedicarse a las cosas
seculares y gimen cuando, por un misterioso designio divino, se les encargan
ciertas responsabilidades... Hacen todo lo posible para evitarlas, pero aceptan
aquello que no quisieran y hacen lo que habrían querido evitar. Entran así en
el secreto del corazón y allí, adentro, tratan de comprender qué es lo que les
pide la misteriosa voluntad de Dios.
Y cuando se dan cuenta de que tienen que
someterse a los designios de Dios, agachan la cabeza del corazón bajo el yugo
de la decisión divina" (Libro de las Sentencias III, 33, 3: PL 83, col.
705-706). Para comprender mejor a
Isidoro es necesario recordar, ante todo, la complejidad de las situaciones
políticas de su tiempo, que antes mencionaba: durante los años de la niñez
había tenido que experimentar la amargura del exilio.
A pesar de ello, estaba lleno de
entusiasmo: experimentaba la pasión de contribuir a la formación de un pueblo
que encontraba finalmente su unidad, tanto a nivel político como religioso, con
la conversión providencial del heredero al trono, el visigodo Ermenegildo, del
arrianismo a la fe católica. Sin embargo,
no hay que minusvalorar la enorme dificultad que supone afrontar de manera
adecuada los problemas sumamente graves, como los de las relaciones con los
herejes y con los judíos.
Toda una serie de problemas que resultan
también hoy muy concretos, si pensamos en lo que sucede en algunas regiones
donde parecen replantearse situaciones muy parecidas a las de la península
ibérica del siglo VI. La riqueza de
los conocimientos culturales de que disponía Isidoro le permitía confrontar
continuamente la novedad cristiana con la herencia clásica grecorromana. Más
que el don precioso de la síntesis, parece que tenía el de la collatio, es
decir, la recopilación, que se expresaba en una extraordinaria erudición
personal, no siempre tan ordenada como se hubiera podido desear. En todo caso, hay que admirar su
preocupación por no dejar de lado nada de lo que la experiencia humana produjo
en la historia de su patria y del mundo. No hubiera querido perder nada de lo
que el ser humano aprendió en las épocas antiguas, ya fueran éstas paganas,
judías o cristianas.
Por tanto, no debe sorprender el que, al
perseguir este objetivo, no lograra transmitir adecuadamente, como él hubiera
querido, los conocimientos que poseía, a través de las aguas purificadoras de
la fe cristiana. Sin embargo, según las intenciones de Isidoro, las propuestas
que presenta siempre están en sintonía con la fe católica, defendida por él con
firmeza. Percibe la complejidad en la
discusión de los problemas teológicos y propone a menudo, con agudeza,
soluciones que recogen y expresan la verdad cristiana completa. Esto ha
permitido a creyentes a través de los siglos hasta nuestros días servirse con
gratitud de sus definiciones. Un ejemplo
significativo en este sentido es la enseñanza de Isidoro sobre las relaciones
entre vida activa y vida contemplativa.
Escribe: "Quienes tratan de lograr
el descanso de la contemplación tienen que entrenarse antes en el estadio de la
vida activa; de este modo, liberados de los residuos del pecado, serán capaces
de presentar ese corazón puro que permite ver a Dios" (Diferencias II, 34,
133: PL 83, col 91A). El realismo de
auténtico pastor le convence del riesgo que corren los fieles de vivir una vida
reducida a una sola dimensión. Por este motivo, añade: "El camino
intermedio, compuesto por una y otra forma de vida, resulta normalmente el más
útil para resolver esas cuestiones, que con frecuencia se agudizan con la
opción por un sólo tipo de vida; sin embargo, son mejor moderadas por una
alternancia de las dos formas" (o.c., 134: ivi, col 91B). Isidoro busca la confirmación definitiva de
una orientación adecuada de vida en el ejemplo de Cristo y dice: "El
Salvador Jesús nos ofreció el ejemplo de la vida activa, cuando durante el día
se dedicaba a ofrecer signos y milagros en la ciudad, pero mostró la vida contemplativa
cuando se retiraba a la montaña y pasaba la noche dedicado a la oración"
(o.c. 134: ivi).
A la luz de este ejemplo del divino
Maestro, Isidoro ofrece esta precisa enseñanza moral: "Por este motivo, el
siervo de Dios, imitando a Cristo, debe dedicarse a la contemplación, sin
negarse a la vida activa. Comportarse de otra manera no sería justo. De hecho,
así como hay que amar a Dios con la contemplación, también hay que amar al
prójimo con la acción. Es imposible, por tanto, vivir sin una ni otra forma de
vida, ni es posible amar si no se hace la experiencia tanto de una como de
otra" (o.c., 135: ivi, col 91C).
Considero que esta es la síntesis de una vida que busca la contemplación
de Dios, el diálogo con Dios en la oración y en la lectura de la Sagrada
Escritura, así como la acción al servicio de la comunidad humana y del prójimo.
Esta síntesis es la lección que nos deja el gran obispo de Sevilla a los
cristianos de hoy, llamados a testimoniar a Cristo al inicio del nuevo milenio.
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Fuentes:
IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
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