J†A
JMJ
Pax
† Lectura del santo
Evangelio según san Juan 12, 1-11Gloria a ti, Señor.
Seis días antes de la fiesta judía de la pascua, llegó Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Ofrecieron allí una cena en honor de Jesús. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con él.
Entonces María se presentó con un frasco de perfume muy caro, casi medio litro de nardo puro y ungió con él los pies de Jesús; después los secó con sus cabellos. La casa se llenó con la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de los discípulos -el que lo iba a traicionar- protestó diciendo:
"¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para repartirlo entre los pobres?"
Si dijo esto, no fue porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero común, robaba de lo que echaban en ella.
Jesús le dijo:
"Déjala en paz. Esto que ha hecho anticipa el día de mi sepultura; además, a los pobres los tendrán siempre con ustedes; a mí, en cambio, no siempre me tendrán".
Un gran número de judíos se enteró de que Jesús estaba en Betania, y fueron allá, no sólo para ver a Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes tomaron entonces la decisión de eliminar también a Lázaro, porque, por su causa, muchos judíos se alejaban de ellos y creían en Jesús.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos
tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al
menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María,
llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las
mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es
igual: las “palabras de vida
eterna” (Jn 6,68; Hc
7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar
por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a
Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la
Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a
Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que
hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y
de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d)
pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del
mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una
película protestante, por eso falta LA MADRE.
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús
está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la
carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6,53;
1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera
"si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana".
Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión)
con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del
Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda
su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar
eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta
del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el
altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: “Te amo, pero no quiero
verte todos los días, y menos los de descanso”? ¿Le ama realmente?
Faltar a
Misa viola los principales mandamientos: el primero (“Amar a Dios sobre todas
las cosas”) y tercero (“Santificar las fiestas”). Por nuestro propio bien y
evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168
horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los “dioses” son el descanso,
entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al
oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías
para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! “Una misa vale más que todos los
tesoros del mundo”… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la
Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch
20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir “Padre Nuestro” si rechazamos
volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir “Santificado sea Tu Nombre”, “Venga a
nosotros Tu Reino”, “Hágase Tu Voluntad”, “Danos hoy nuestro pan supersubstancial
de cada día” y “no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo”, si
todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la
santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es
posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en
la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos
los pecados mortales: “quien come y bebe sin
discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor
11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no
confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al
menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los
métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho
a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación
natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por
iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a
reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo
importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende
la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo
1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales
objetivamente, pero subjetivamente,
pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que
lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
Lunes Santo
Antífona de Entrada
Combate, Señor, contra los que me
atacan, pelea contra los que me combaten; ponte la armadura, toma el escudo y
ven en mi ayuda.Tú eres mi fortaleza y salvación.No se dice "Gloria".
Oración Colecta
Oremos:
Concédenos, Señor, nueva fuerza para no sucumbir a nuestras humanas debilidades con la fuerza de la pasión de tu Hijo. Que vive y reina contigo...
Amén.
Primera Lectura
No gritará ni hará oír su voz en las
plazasLectura del libro del profeta Isaías 42, 1-7
Este es mi siervo a quien sostengo, mi elegido en quien me complazco. He puesto sobre él mi espíritu, para que manifieste el derecho a las naciones. No gritará, no voceará ni clamará por las calles; no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que apenas arde.
Manifestará firmemente el derecho, y no se debilitará ni se cansará hasta implantarlo en la tierra. Los pueblos lejanos anhelan su enseñanza.
Así dice el Señor Dios, que creó y desplegó el cielo, que extendió la tierra y su vegetación, que concede vida a sus habitantes, y aliento a los que se mueven en ella: Yo, el Señor, te llamé según mi plan salvador; te tomé de la mano, te formé y te hice mediador del pueblo y luz de las naciones, para abrir los ojos a los ciegos, para sacar prisioneros de la cárcel, y del calabozo a los que viven en tinieblas.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 26, 1.2.3.13-14El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es mi fortaleza, ¿quién me hará temblar?
El Señor es mi luz y mi salvación.
Cuando los malvados se lanzan contra mí para devorarme, son ellos, mis adversarios y enemigos, los que tropiezan y caen.
El Señor es mi luz y mi salvación.
Aunque un ejército acampara contra mí, no temo; aunque me hicieran la guerra, me sentiría seguro.
El Señor es mi luz y mi salvación.
Espero gozar los bienes del Señor en la tierra de los vivos. Espera en el Señor, sé fuerte, ten ánimo, espera en el Señor.
El Señor es mi luz y mi salvación.
Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Señor Jesús, rey nuestro, sólo tú has tenido compasión de nuestras faltas.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
Déjala, esto lo tenía guardado para el día de mi
sepultura† Lectura del santo Evangelio según san Juan 12, 1-11
Gloria a ti, Señor.
Seis días antes de la fiesta judía de la pascua, llegó Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Ofrecieron allí una cena en honor de Jesús. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con él.
Entonces María se presentó con un frasco de perfume muy caro, casi medio litro de nardo puro y ungió con él los pies de Jesús; después los secó con sus cabellos. La casa se llenó con la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de los discípulos -el que lo iba a traicionar- protestó diciendo:
"¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para repartirlo entre los pobres?"
Si dijo esto, no fue porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero común, robaba de lo que echaban en ella.
Jesús le dijo:
"Déjala en paz. Esto que ha hecho anticipa el día de mi sepultura; además, a los pobres los tendrán siempre con ustedes; a mí, en cambio, no siempre me tendrán".
Un gran número de judíos se enteró de que Jesús estaba en Betania, y fueron allá, no sólo para ver a Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes tomaron entonces la decisión de eliminar también a Lázaro, porque, por su causa, muchos judíos se alejaban de ellos y creían en Jesús.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
No se dice "Credo".
Oración de los Fieles
Celebrante:En estos días de la pasión del Señor, recordando a Cristo, que en los días de su vida mortal, con fuertes voces y lágrimas presentó oraciones y súplicas al Padre, oremos también nosotros por todos los hombres y mujeres:
(Respondemos a cada petición: Escúchanos, Señor).
Para que el Redentor del mundo, que se ofreció a la muerte por su rebaño, libre a la Iglesia de todo mal, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que el Redentor del mundo, que oró con fuertes voces y lágrimas en la cruz, interceda ante el Padre por todos los hombres y mujeres, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que el Redentor del mundo, que experimentó en la cruz la angustia y la tristeza, venga en auxilio de los que se sienten agobiados por las propias culpas y les infunda confianza en su perdón, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que el Redentor del mundo a nosotros, sus siervos, que recordamos con veneración su cruz, nos reanime con la fuerza de su resurrección, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Celebrante:
Que llegue a tu presencia, Padre, la oración de los que te invocan, y ya que, en la pasión de tu Hijo nos has manifestado tu amor, haz que también lo experimentemos al ver escuchadas nuestras oraciones.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Mira, Señor, con bondad, este sacrificio que tú
instituiste misericordiosamente para reparar el daño de nuestros pecados, y
hazlo producir en nosotros abundantes frutos de vida eterna.Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
La victoria de la pasiónEn verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque se acercan ya los días santos de su pasión salvadora y de su resurrección gloriosa; en ellos celebramos su triunfo sobre la soberbia del demonio y renovamos el misterio de nuestra redención.
Por eso,
los ángeles te cantan con júbilo eterno y nosotros nos unimos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:
Antífona de la
Comunión
No te me ocultes, Señor, el día de mi
desgracia. Escúchame con bondad, y siempre que te invoque, respóndeme en
seguida.
Oración después de la
Comunión
Oremos:Quédate, Señor, con nosotros, y protege con tu amor infatigable nuestros corazones santificados por esta Eucaristía, para que podamos conservar siempre las gracias que hemos recibido de tu misericordia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
Lunes Santo
Pasión de Nuestro Señor
Pasión de Nuestro Señor
LAS
NEGACIONES DE PEDRO
— San Pedro
niega conocer al Señor. Nuestras negaciones.
— La mirada
de Jesús y la contrición de Pedro.
— El
verdadero arrepentimiento. Acto de contrición.
I. Mientras
se desarrolla el proceso contra Jesús ante el Sanedrín tiene lugar la escena
más triste de la vida de Pedro. Él, que lo había dejado todo por seguir a
nuestro Señor, que ha visto tantos prodigios y ha recibido tantas muestras de
afecto, ahora le niega rotundamente. Se siente acorralado y niega hasta con juramento
conocer a Jesús.
Cuando Pedro
estaba abajo en el atrio, llega una de la criadas del Sumo Sacerdote y, al ver
a Pedro que se estaba calentando, fijándose en él, le dice: También tú estabas
con Jesús, ese Nazareno. Pero él lo negó diciendo: Ni le conozco, ni sé de qué
hablas. Y salió afuera, al vestíbulo de la casa, y cantó un gallo. Y al verlo
la criada empezó a decir otra vez a los que estaban alrededor: éste es de los
suyos. Pero él lo volvió a negar. Y un poco después, los que estaban allí
decían a Pedro: Desde luego eres de ellos, porque también tú eres galileo. Pero
él comenzó a decir imprecaciones y a jurar: No conozco a ese hombre del que
habláis1.
Ha negado conocer
a su Señor, y con eso niega también el sentido hondo de su existencia: ser
Apóstol, testigo de la vida de Cristo, confesar que Jesús es el Hijo de Dios
vivo. Su vida honrada, su vocación de Apóstol, las esperanzas que Dios había
depositado en él, su pasado, su futuro: todo se ha venido abajo. ¿Cómo es
posible que diga no conozco a ese hombre?
Unos años
antes, un milagro obrado por Jesús había tenido para él un significado especial
y profundo. Al ver la pesca milagrosa (la primera de ellas) Pedro lo comprendió
todo, se arrojó a los pies de Jesús y le dijo: Apártate de mí, Señor,
que soy un pobre pecador. Pues el asombro se había apoderado de él2. Parece como si en un momento lo hubiera visto todo claro: la santidad
de Cristo y su condición de hombre pecador. Lo negro se percibe en contraste
con lo blanco, la oscuridad con la luz, la suciedad con la limpieza, el pecado
con la santidad. Y entonces, mientras sus labios decían que por sus pecados se
siente indigno de estar junto al Señor, sus ojos y toda su actitud le pedían no
separarse jamás de Él. Aquel fue un día muy feliz. Allí comenzó realmente
todo: Entonces dijo Jesús a Simón: No temas; desde ahora serán hombres
los que has de pescar. Y ellos, sacando las barcas a tierra, dejadas todas las
cosas, le siguieron3. La vida de Pedro tendría desde entonces un formidable objetivo: amar a
Cristo yser pescador de hombres. Todo lo demás sería medio e instrumento
para este fin. Ahora, por fragilidad, por dejarse llevar del miedo y de los
respetos humanos, Pedro se ha derrumbado.
El pecado, la
infidelidad en mayor o menor grado, es siempre negación de Cristo y de lo más
noble que hay en nosotros mismos, de los mejores ideales que el Señor ha
sembrado en nosotros. El pecado es la gran ruina del hombre. Por eso hemos de
luchar con ahínco, ayudados por la gracia, para evitar todo pecado grave –los
de malicia, fragilidad o ignorancia culpable– y todo pecado venial deliberado.
Pero incluso
del pecado, si tuviéramos la desgracia de cometerlo, hemos de sacar frutos,
pues la contrición afianza más la amistad con el Señor. Nuestros errores no
deben desalentarnos jamás si nos comportamos con humildad. Un sincero
arrepentimiento es siempre la ocasión de un encuentro nuevo con el Señor, del
que se pueden derivar insospechadas consecuencias para nuestra vida interior.
Si pecamos, hemos de volver al Señor cuantas veces sea preciso, sin
angustiarnos pero sí con dolor. «Pedro invirtió una hora para caer, pero en un
minuto se levanta y subirá más alto de lo que estaba antes de su caída»4.
El Cielo está
lleno de grandes pecadores que supieron arrepentirse. Jesús nos recibe siempre
y se alegra cuando recomenzamos el camino que habíamos abandonado, quizá en
cosas pequeñas.
II. El Señor,
maltratado, es llevado por uno de aquellos atrios. Entonces, se volvió
y miró a Pedro5. «Sus miradas se cruzaron. Pedro hubiera querido bajar la cabeza, pero
no pudo apartar su mirada de Aquel que acababa de negar. Conoce muy bien las
miradas del Salvador. No pudo resistir a la autoridad y al encanto de esa
mirada que suscitó su vocación; esa mirada tan cariñosa del Maestro aquel día
en que, mirando a sus discípulos, afirmó: He aquí a mis hermanos,
hermanas y madre. Y aquella mirada que le hizo temblar cuando él, Simón,
quiso apartar la Cruz del camino del Señor. ¡Y la compasiva mirada con que
acogió al joven tan poco desprendido para seguirle! ¡Y la mirada anegada de
lágrimas ante el sepulcro de Lázaro...! Conoce las miradas del Salvador.
»Y, sin
embargo, nunca jamás contempló en el rostro del Señor la expresión que descubre
en Él en aquel momento, aquellos ojos impregnados de tristeza, pero sin
severidad; mirada de reconvención, sin duda, pero que al mismo tiempo quiere
ser suplicante y parece decirle: Simón, yo he rogado por ti.
»Su mirada
solo se detuvo un instante sobre él: Jesús fue empujado violentamente por los
soldados, pero Pedro la sigue viendo»6. Ve la mirada indulgente sobre la llaga profunda de su culpa.
Comprendió entonces la gravedad de su pecado, y el cumplimiento de la profecía
del Señor respecto a su traición. Y recordó Pedro las palabras del Señor:Antes
que el gallo cante hoy, me habrás negado tres veces. Salió fuera y lloró
amargamente7. El salir fuera «era confesar su culpa. Lloró amargamente porque sabía
amar, y bien pronto las dulzuras del amor reemplazaron en él a las amarguras
del dolor»8.
Saberse
mirado por el Señor impidió que Pedro llegara a la desesperanza. Fue una mirada
alentadora en la que Pedro se sintió comprendido y perdonado. ¡Cómo recordaría
entonces la parábola del Buen Pastor, del hijo pródigo, de la oveja perdida!
Pedro salió
fuera. Se separó
de aquella situación, en la que imprudentemente se había metido, para evitar
posibles recaídas. Comprendió que aquel no era su sitio. Se acordó de su
Señor, y lloró amargamente. En la vida de Pedro vemos nuestra
propia vida. «Dolor de Amor. —Porque Él es bueno. —Porque es tu Amigo, que dio
por ti su Vida. —Porque todo lo bueno que tienes es suyo. —Porque le has ofendido
tanto... Porque te ha perdonado... ¡Él!... ¡¡a ti!!
La contrición
da al alma una especial fortaleza, devuelve la esperanza, hace que el cristiano
se olvide de sí mismo y se acerque de nuevo a Dios en un acto de amor más
profundo. La contrición aquilata la calidad de la vida interior y atrae siempre
la misericordia divina. Mis miradas se posan sobre los humildes y sobre
los de corazón contrito10.
Cristo no
tendrá inconveniente en edificar su Iglesia sobre un hombre que puede caer y ha
caído. Dios cuenta también con los instrumentos débiles para realizar, si se
arrepienten, sus empresas grandes: la salvación de los hombres.
Muy
probablemente Pedro, después de las negaciones y de su arrepentimiento, iría a
buscar a la Virgen. También nosotros lo hacemos ahora que recordamos con más
viveza nuestras faltas y negaciones.
III. Además
de una gran fortaleza, la verdadera contrición da al alma una particular
alegría, y dispone para ser eficaces entre los demás. «El Maestro pasa, una y
otra vez, muy cerca de nosotros. Nos mira... Y si le miras, si le escuchas, si
no le rechazas, Él te enseñará cómo dar sentido sobrenatural a todas tus
acciones... Y entonces tú también sembrarás, donde te encuentres, consuelo y
paz y alegría»11.
Sobre Judas
también recayó la mirada del Señor, que le incita a cambiar cuando, en el
momento de su traición, se sintió llamado con el título de amigo. ¡Amigo!
¿A qué has venido aquí? No se arrepintió en ese momento, pero más
tarde sí: viendo a Jesús sentenciado, arrepentido de lo hecho,
restituyó las treinta monedas de plata12.
¡Qué
diferencia entre Pedro y Judas! Los dos traicionaron (de distinta manera) la
fidelidad a su Maestro. Los dos se arrepintieron. Pedro sería –a pesar de sus
negaciones– la roca sobre la que se asentará la Iglesia de Cristo hasta el
final de los tiempos. Judas fue y se ahorcó. El simple
arrepentimiento humano no basta; produce angustia, amargura y desesperación.
Junto a
Cristo el arrepentimiento se transforma en un dolor gozoso, porque se recobra
la amistad perdida. En unos instantes, Pedro se unió al Señor –a través del
dolor de sus negaciones– mucho más fuertemente de lo que había estado nunca. De
sus negaciones arranca una fidelidad que le llevará hasta el martirio.
Judas fue
todo lo contrario, se queda solo: A nosotros ¿qué nos importa?, allá tú,
le dicen los príncipes de los sacerdotes. Judas, en el aislamiento que produce
el pecado, no supo ir a Cristo; le faltó la esperanza.
Debemos
despertar con frecuencia en nuestro corazón el dolor de Amor por nuestros
pecados. Sobre todo al hacer el examen de conciencia al acabar el día, y al
preparar la Confesión.
«A ti que te
desmoralizas, te repetiré una cosa muy consoladora: al que hace lo que puede,
Dios no le niega su gracia. Nuestro Señor es Padre, y si un hijo le dice en la
quietud de su corazón: Padre mío del Cielo, aquí estoy yo, ayúdame... Si acude
a la Madre de Dios, que es Madre nuestra, sale adelante»13.
1 Mc 14,
66-67. — 2 Cfr. Lc 5,
8-9. — 3 Lc 5,
10-11. — 4 G.
Chevrot, Simón Pedro, p. 261. — 5 Lc 22,
61. — 6 G.
Chevrot, loc. cit., pp. 265-266. — 7 Lc 22,
61-62. — 8San
Agustín, Sermón 295. — 9 San
Josemaría Escrivá, Camino, n. 436. — 10 Is 66,
2. — 11 San
Josemaría Escrivá, Vía Crucis, VIII, 4. — 12 Cfr. Mt 27,
3-10. — 13 San
Josemaría Escrivá, Vía Crucis, X, 3.
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Los Mártires
Colombianos de la Comunidad de San Juan de Dios
(año 1936)
(año 1936)
Desde 1934 estalló en España una
horrorosa persecución contra los católicos, por parte de los comunistas y masones
y de la extrema izquierda. Por medio del fraude y de toda clase de trampas
fueron quitándoles a los católicos todos los puestos públicos. En las
elecciones, tuvo el partido católico medio millón de votos más que los de la
extrema izquierda, pero al contabilizar tramposamente los votos, se les
concedieron 152 curules menos a los católicos que a los izquierdistas.
La persecución anticatólica se fue
volviendo cada vez más feroz y terrorífica. En pocos meses de 1936 fueron
destruidos en España más de mil templos católicos y gravemente averiados más de
dos mil.Desde 1936 hasta 1939, los comunistas españoles asesinaron a 4,100 sacerdotes seculares; 2,300 religiosos; 283 religiosas y miles y miles de laicos. Todos por la sola razón de pertenecer a la Iglesia Católica.
Las comunidades que más mártires tuvieron fueron: Padres Claretianos: 270. Padres Franciscanos 226. Hermanos Maristas 176. Hermanos Cristianos 165. Padres Salesianos 100. Hermanos de San Juan de Dios 98.
En 1936 los católicos se levantaron en revolución al mando del General Francisco Franco y después de tres años de terribilísima guerra lograron echar del gobierno a los comunistas y anarquistas anticatólicos, pero estos antes de abandonar las armas y dejar el poder cometieron la más espantosa serie de asesinatos y crueldades que registra la historia. Y unas de sus víctimas fueron los siete jóvenes colombianos, hermanos de la Comunidad de San Juan de Dios, que estaban estudiando y trabajando en España.
Eran de origen campesino o de pueblos religiosos y piadosos. Muchachos que se habían propuesto desgastar su vida en favor de los que padecían enfermedades mentales, en la comunidad que San Juan de Dios fundó para atender a los enfermos más abandonados. La Comunidad los había enviado a España a perfeccionarse en el arte de la enfermería y ellos deseaban emplear el resto de su vida en ayudar de la mejor manera posible a que los enfermos recobraran su salud mental y física y sobre todo su salud espiritual por medio de la conversión y del progreso en virtud y santidad.
Sus nombres eran: Juan Bautista Velásquez, de Jardín (Antioquía) 27 años. Esteban Maya, de Pácora Caldas, 29 años. Melquiades Ramírez de Sonsón (Antioquía) 27 años. Eugenio Ramírez, de La Ceja (Antioquía) 23 años. Rubén de Jesús López, de Concepción (Antioquía) 28 años. Arturo Ayala, de Paipa (Boyacá) 27 años y Gaspar Páez Perdomo de Tello (Huila) 23 años.
Hacía pocos años que habían entrado en la Congregación y en España sólo llevaban dos años de permanencia. Hombre totalmente pacíficos que no buscaban sino hacer el bien a los más necesitados. No había ninguna causa para poderlos perseguir y matar, excepto el que eran seguidores de Cristo y de su Santa Religión. Y por esta causa los mataron.
Estos religiosos atenían una casa para enfermos mentales en Ciempozuelos cerca de Madrid, y de pronto llegaron unos enviados del gobierno comunista español (dirigido por los bolcheviques desde Moscú) y les ordenaron abandonar aquel plantel y dejarlo en manos de unos empleados marxistas que no sabían nada de medicina ni de dirección de hospitales pero que eran unas fieras en anticleralismo.
A los siete religiosos se los llevaron prisioneros a Madrid.
Cuando al embajador colombiano le contaron la noticia, pidió al gobierno que a estos compatriotas suyos por ser extranjeros los dejaran salir en paz del país, y les envió unos pasaportes y unos brazaletes tricolores para que los dejaran salir libremente. Y el Padre Capellán de las Hermanas Clarisas de Madrid les consiguió el dinero para que pagaran el transporte hacia Colombia, y así los envió en un tren a Barcelona avisándole al cónsul colombiano de esa ciudad que saliera a recibirlos. Pero en el tiquete de cada uno los guardas les pusieron una señal especial para que los apresaran.
El Dr. Ignacio Ortiz Lozano, Cónsul colombiano en Barcelona describió así en 1937 al periódico El Pueblo de San Sebastián cómo fueron aquellas jornadas trágicas: "Este horrible suceso es el recuerdo más doloroso de mi vida. Aquellos siete religiosos no se dedicaban sino al servicio de caridad con los más necesitados. Estaban a 30 kilómetros de Madrid, en Ciempozuelos, cuidando locos. El día 7 de agosto de 1936 me llamó el embajador en Madrid (Dr. Uribe Echeverry) para contarme que viajaban con un pasaporte suyo en un tren y para rogarme que fuera a la estación a recibirlos y que los tratara de la mejor manera posible. Yo tenía ya hasta 60 refugiados católicos en mi consulado, pero estaba resuelto a ayudarles todo lo mejor que fuera posible. Fui varias veces a la estación del tren pero nadie me daba razón de su llegada. Al fin un hombre me dijo: "¿Usted es el cónsul de Colombia? Pues en la cárcel hay siete paisanos suyos".
Me dirigí a la cárcel pero me dijeron que no podía verlos si no llevaba una recomendación de la FAI (Federación Anarquista Española). Me fui a conseguirla, pero luego me dijeron que no los podían soltar porque llevaban pasaportes falsos. Les dije que el embajador colombiano en persona les había dado los pasaportes. Luego añadieron que no podían ponerlos en libertad porque la cédula de alguno de ellos estaba muy borrosa (Excusas todas al cual más de injustas y mentirosas, para poder ejecutar su crimen. La única causa para matarlos era que pertenecían a la religión católica). Cada vez me decían "venga mañana". Al fin una mañana me dijeron: "Fueron llevados al Hospital Clínico". Comprendí entonces que los habían asesinado. Fue el 9 de agosto de 1936.
Aterrado, lleno de cólera y de dolor exigí entonces que me llevaran a la morgue o depósito de cadáveres, para identificar a mis compatriotas sacrificados.
En el sótano encontré más de 120 cadáveres, amontonados uno sobre otro en el estado más impresionante que se puede imaginar. Rostros trágicos. Manos crispadas. Vestidos deshechos. Era la macabra cosecha que los comunistas habían recogido ese día.
Me acerqué y con la ayuda de un empleado fui buscando a mis siete paisanos entre aquel montón de cadáveres. Es inimaginable lo horrible que es un oficio así. Pero con paciencia fui buscando papeles y documentos hasta que logré identificar cada uno de los siete muertos. No puedo decir la impresión de pavor e indignación que experimenté en presencia de este espectáculo. Los ojos estaban desorbitados. Los rostros sangrantes. Los cuerpos mutilados, desfigurados, impresionantes. Por un rato los contemplé en silencio y me puso a pensar hasta qué horrores de crueldad llega la fiera humana cuando pierde la fe y ataca a sus hermanos por el sólo hecho de que ellos pertenecen a la santa religión.
Redacté una carta de protesta y la envié a las autoridades civiles. Después el gobierno colombiano protestó también, pero tímidamente, por temor a disgustar aquel gobierno de extrema izquierda.
En aquellos primero días de agosto de 1936, Colombia y la Comunidad de San Juan de Dios perdieron para esta tierra a siete hermanos, pero todos los ganamos como intercesores en el cielo. En cada uno de ellos cumplió Jesús y seguirá cumpliendo, aquella promesa tan famosa: "Si alguno se declara a mi favor ante la gente de esta tierra, yo me declararé a su favor ante los ángeles del cielo".
Estos son los primeros siete beatos colombianos. Los beatificó el Papa Juan Pablo II en 1992. Y ojalá sean ellos los primeros de una larguísima e interminable serie de amigos de Cristo que lo aclamen con su vida, sus palabras y sus buenas obras en este mundo y vayan a hacerle compañía para siempre en el cielo.
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Fulberto de Chartres, Santo Obispo, Abril 10
Fulberto de Chartres
(St. Fulbert) (v. 960 - 1028) obispo de Chartres, amigo y discípulo de
Gerberto de Aurillac.
Sabio de renombre, docente en ciencias profanas, teólogo y científico, ha pasado a la historia por ser el maestro de obra de la reconstrucción de la espléndida catedral de Chartres, después del incendio en la noche del 7 de septiembre 1020. Se ignora su lugar de nacimiento exacto y la fecha del mismo pero se estima que podía ser originario de Picardía. Su nombre proviene del alemán "volk" - pueblo y "bert" - brillante, la traducción sería algo así como "brillante del pueblo". Al contrario que sus predecesores y de sus sucesores en el episcopado de Chartres, todos hijos de familias nobles, Fulberto provenía de familia humilde. Se educó en Reims, donde muy probablemente recibió parte de su formación de parte del arzobispo Gerberto d’Aurillac, futuro Papa de nombre Silvestre II, conocido por ser el "Papa del Año Mil". Está documentada su estancia en Reims a lo largo del año 984. Fue enviado luego a Chartres donde enseñó durante 20 años antes de ser nombrado obispo de esta ciudad a la edad de 50 años (en el año 1007). Allí fundó una escuela de gran fama y notoriedad, la Escuela de Chartres, de carácter neoplatónico y neopitagórico, que destacó principalmente en filosofía, matemáticas y astronomía, además de teología. Muere el 10 de abril 1028. Desde el 10 de abril 1861, la Iglesia celebra su festividad en esta fecha. Fue un afamado maestro en teología pero también enseñó gramática, retórica, dialéctica, aritmética y geometría. Fulberto fue calificado por sus contemporáneos como el “venerable Sócrates de la academia de Chartres”. Un punto destacado requiere su enseñanza acerca de astronomía y del manejo del astrolabio, aprendido probablemente en Reims a través del arzobispo Gerberto quien había residido en Gerona y viajado por la España musulmana tomando contacto con la astronomía árabe. Debido tanto a su cargo y posición como a su profunda y extensa formación Fulberto mantuvo contacto constante y directo con los hombres más poderosos de su época. En este dominio, su talento se hizo notar tras el lamentable incendio de su catedral en 1020. Su carisma le permitió obtener financiación no solamente de los particulares y gremios de la ciudad, sino también de los grandes de Europa, incluidos algunos soberanos paganos como Knut, rey sajón de Dinamarca. Fue preceptor de Roberto, hijo del rey Hugo Capeto quien más tarde, ya como rey Roberto II de Francia, conocido como "el piadoso" le nombraría obispo de Chartres, en 1007. Fue un obispo consciente de la necesidad de independencia de la Iglesia. Fue consejero de numerosos príncipes y reyes, entre otros de Inglaterra, Hungría y Dinamarca. |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Antonio Neyrot de Rivoli, Beato Mártir Dominico, Abril 10
Antonio Neyrot de Rivoli, Beato Mártir Dominico, Abril 10
(1420-1460)
Nació en Rívoli, Italia, alrededor del año 1423. Ingresó en los dominicos de Florencia y en esa época de su vida no destacó precisamente por su fervor. En un viaje de Sicilia a Nápoles fue apresado por unos corsarios y llevado a Túnez. Abrazó el Islam y contrajo matrimonio, pero ni su nueva religión ni su nuevo estado civil le hicieron feliz. Sabedor por mercaderes genoveses que su maestro san Antonino había muerto y hacía milagros, empezó a encomendarse a su intercesión y obtuvo la gracia de convertirse. Retomó su hábito de dominico, y se dispuso a recorrer la ciudad de Túnez, proclamando su fe cristiana. Mientras lloraba sus pecados de rodillas ante al verdugo, la multitud impaciente se abalanzó sobre él y lo mató. Después pasearon su cadáver por las calles. Antonio no tardó en ser venerado como mártir en Italia y Clemente XIII confirmó su culto en 1767. |
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Marco Fantuzzi de Bolonia, Beato Franciscano, Abril 10
Nacido en Bolonia
aproximadamente en el año 1405, cuando tenía 25 años, luego de una brillante
paso por la universidad en el área de las artes liberales1
ingresó a los Frailes Menores en el convento de San Pablo en Monte.
Infatigable siervo de la Palabra, realizó una famosa predicación Cuaresmal en San Petronio (1455), y se dedicó a la predicación popular inspirándose en grandes modelos de su tiempo, como por ejemplo San Bernardo de Siena, San Juan de Capistrano o Santiago de la Marca. Fue un heraldo de la Palabra en muchos lares de Italia, como Norcia, Mantova, Milán, Florence, Bolonia. Electo por tres ocasiones Vicario General de la Orden, trabajó con firmeza y caridad evangélica para salvaguardar el movimiento reformatorio franciscano visitando varios conventos en Europa, Oriente y Tierra Santa. En Bolonia promovió la fundación del Monastario de Corpus Christi y el nacimiento del Monte de Piedad. Murió en Piacenza, luego de su predicación cuaresmal, sus restos mortales se guardan en la iglesia de Santa María de Campagna. Su culto fue confirmado por S.S. Pío IX en 1868. 1Artes liberales: Término que designaba los estudios que tenían como propósito ofrecer conocimientos generales y destrezas intelectuales antes que destrezas profesionales u ocupacionales especializadas, eran: ° la gramática, lingua "la lengua"; ° la dialéctica, tropus "las figuras"; ° la retórica, ratio "la razón"; ° la aritmética, numerus "los números"; ° la geometría, angulus "los ángulos"; ° la astronomía, astra "los astros"; y ° la música, tonus "los cantos". |
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Fuente: Magnificat.ca
Miguel de los Santos, Santo Trinitario, Abril 10
Miguel de los Santos, Santo Trinitario, Abril 10
(1591-1624)
Nació San Miguel de los Santos en Vich, Cataluña, el 29 de Septiembre de 1501. Desde la edad de cinco años descubrió su piedad. Yendo con sus hermanos a una viña de su padre, se desnudó y tendió sobre unos espinos, por amor de Dios y por imitar a San Francisco. A los doce años pasó a Barcelona y fue recibido en el convento de la Santísima Trinidad. Habiendo sabido que en la Reforma Trinitaria se observaba la primitiva regla, partió a Pamplona, donde el San Juan Bautista de la Concepción, fundador, le dio el hábito descalzo, llamándose desde entonces Fray Miguel de los Santos. De Pamplona fue a Madrid, y por varios motivos hizo su profesión en Alcalá de Henares. Recibió el orden sacerdotal por obediencia. Ayunaba con rigor, y sólo los jueves y domingos comía pan y bebía agua una vez al día. Por obediencia aceptó el cargo de superior. En 1 de Abril de 1615 se sintió enfermo y, recibido el Santo Viático, expiró el día 10 del mismo mes, á los treinta y tres años de edad, en Valladolid, donde se venera hoy su cuerpo. |
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Magdalena de Canossa, Santa Fundadora, Abril 10
Virgen,
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San Ezequiel
Profeta (s. VII a.
C) Ezequiel, hijo de Buzi, linaje sacerdotal, fue llevado cautivo a
Babilonia junto con el rey Jeconías de Judá (597 a.C) e internado en Tel Abib,
a orillas del río Cobar. Cinco años después, a los treinta de su edad
(cfr.1,1), Dios lo llamó al cargo de Profeta, que ejerció entre los desterrados
durante 22 años, es decir, hasta el año 520 a.C. A pesar de las
calamidades del destierro, los cautivos no dejaban de abrigar falsas esperanzas,
creyendo que el cautiverio terminaría pronto y que Dios no permitiría la
destrucción de su templo y la Ciudad Santa (véase Jer. 7,4).
Había, además, falsos profetas que
engañaban al pueblo prometiéndole en un futuro cercano el retorno al país de
sus padres. Tanto mayor fue el desengaño de los infelices cuándo llegó la
noticia de la caídad de Jerusalén. No pocos perdieron la fe y se entregaron a
la desesperación. La misión del profeta Ezequiel consistió principalmente
en combatir la idolatría, la corrupción de las malas costumbres, y las ideas
erróneas acerca del pronto regreso a Jesuralén. Para consolarlos pinta el
profeta, con los mas vivos y bellos colores, las esperanzas de la salud
mesiánica.
Dividese el libro en un prólogo, que
relata el llamamiento del Profeta (cap. 1 a 3), y tres partes principales. La
primera (cap. 4 a 24) comprende las profecías a cerca de la ruina de Jerusalén;
la segunda (cap.25 a 32), el castigo de los pueblos enemigos de
Judá; la tercera (cap. 33 a 48), la restauración. " es notable la última
sección del profeta (40 a 48), en que nos describe en forma verdaderamente
geométrica la restauración de Israel después del cautiverio: el Templo, la
ciudad, sus arrabales y la tierra toda de Palestina repartida por igual entre
las doce tribus " (Nácar-Colunga).
Las profecias de Ezequiel descuellan por
las riquezas de alegorias, imágenes, y acciones simbólicas, de tal manera, que
San Jerónimo las llama " mar de la palabra divina" y " laberinto
de los secretos de Dios". Fue una época dificultosa
para el pueblo de Israel. En Jerusalén reina Joaquín, hijo del piadoso rey
Josías que murió en la batalla de Megiddo (609 a. C.). En un primer momento,
Joaquín intenta halagar al coloso babilónico, pero termina uniéndose en
coalición con pequeñas potencias contra Nabucodonosor. Jeremías ya
dio la voz de alerta, sugiriendo la sumisión, pero el orgullo de los elegidos
la hizo imposible.
En 598 los babilonios ponen cerco a
Jerusalén y capitula Judá. Su precio es la deportación de gran parte de la
población, entre ellos el rey Jeconías, hijo de Joaquín que murió durante el
asedio. Con los deportados va también el joven Ezequiel que será el profeta del
exilio. Dos etapas enmarcan su acción profética. La primera es
antes de la destrucción de Jerusalén por los caldeos (598 a. C.) Aquí el hombre
de Dios se encuentra con un pueblo ranciamente orgulloso y lleno de falso
optimismo, fruto de la presunción. Es verdad que siglo y medio antes había
permitido Dios la desaparición de Samaría, el Reino del Norte; pero Jerusalén
es otra cosa; Yahwéh habita en ella.
Pensaban que pasaría como en tiempos de
Senaquerib, un siglo antes, cuando tuvo que abandonar el asedio por una
intervención milagrosa; ahora Dios repetiría el prodigio. Ezequiel no piensa
como ellos. Afirma y predica que Jerusalén será destruida con el
Templo. Dice a todos que ha llegado la hora del castigo
divino para el pueblo israelita pecador; sólo queda aceptar con compunción y
humildad los designios punitivos de Yahwéh. A esta altura el profeta tiene una
misión ingrata porque es un agorero de males futuros y
próximos. La segunda se
desarrolla una vez consumada la catástrofe. Ahora ha de levantar los ánimos
oprimidos; debe dar esperanzas luminosas sobre un porvenir mejor. Creían sus
compatriotas deportados que Dios se había excedido en el castigo, o que les
había hecho cargar con los pecados de los antepasados.
Ezequiel se preocupará de hacerles ver
que Dios ha sido justo y que el castigo no tiene otra finalidad que la de
purificarlos antes de pasar a una nueva etapa gloriosa nacional.
Ezequiel empleando un estilo que no tiene nada que ver con el de los profetas
preexilios Amós, Oseas, Isaías y Jeremías; no goza de su sencillez y frescor.
Ezequiel pertenece a la clase sacerdotal, está cabalgando entre dos épocas y se
aproxima a la literatura apocalíptica del judaísmo tardío.
Fue la vida profética de Ezequiel un
período de veinte años (593-573) de amplia actividad para salvar las esperanzas
mesiánicas de sus compañeros de infortunio, al derrumbarse la monarquía
israelita. Bien puede estar el secreto en copiar la fidelidad de Ezequiel. El
Profeta Ezequiel, según tradición judía, murió mártir. La Iglesia celebra su
conmemoración el 10 de abril.
Oremos
Concédenos, Señor todopoderoso, que el
ejemplo del Profeta Ezequiel nos estimule a una vida más perfecta y que cuantos
celebramos su fiesta sepamos también imitar sus ejemplos. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo.
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Fuentes:
IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
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