lunes, 23 de marzo de 2015

Martes por los ángeles custodios. 24/03/2015. Santa Catalina de Suecia ¡ruega por nosotros!

JA

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 8, 21-30

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos:
"Yo me voy. Me buscarán, pero morirán en su pecado. Ustedes no pueden venir adonde yo voy".
Los judíos comentaban entre sí:
"¿Pensará suicidarse y por eso dice: "Ustedes no pueden venir a donde yo voy?""
Entonces Jesús declaró:
"Ustedes proceden de abajo; yo, en cambio, vengo de arriba. Ustedes pertenecen a este
mundo; yo no. Por eso les dije que morirían en sus pecados; porque si no creen que yo soy, morirán en sus pecados".
Los judíos le preguntaron:
"Pero, ¿quién eres tú?"
Jesús les respondió:
"Precisamente es lo que les estoy diciendo desde el principio. Tengo muchas cosas que decir y condenar de ustedes. Pero lo que yo digo al mundo es lo que oí al que me envió, y él dice la verdad".
Ellos, sin embargo, no cayeron en la cuenta de que les estaba hablando del Padre. Por eso Jesús añadió:
"Cuando levanten en alto al Hijo del hombre, entonces reconocerán que yo soy. Yo no hago nada por mi propia cuenta; solamente enseño lo que aprendí del Padre. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada".
Al oírle hablar así, muchos creyeron en él.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

"El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?

Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?

Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

 

Misal

 

mar 5a. Sem cuaresma

Antífona de Entrada

Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.

 

Oración Colecta

Oremos:
Concédenos, Señor, la gracia de perseverar en el fiel cumplimiento de tu voluntad, para que tu pueblo santo aumente en numero y crezca en santidad.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Si alguien es mordido y mira la serpiente de bronce, quedará curado

Lectura del libro de los Números 21, 4-9

Por aquellos días, los israelitas partieron de la montaña de Hor camino del mar Rojo, rodeando el territorio de Edom. En el camino, el pueblo comenzó a impacientarse y a murmurar contra el Señor y contra Moisés, diciendo:
"¿Por qué nos han sacado de Egipto para hacernos morir en este desierto? No hay pan ni agua y estamos ya hartos de este pan sin consistencia".
El Señor envió entonces contra el pueblo serpientes muy venenosas que los mordían. Murió mucha gente de Israel, y el pueblo fue a decir a Moisés:
"Hemos pecado al murmurar contra el Señor y contra ti. Pide al Señor que aleje de nosotros las serpientes".
Moisés intercedió por el pueblo, y el Señor le respondió:
"Fabrica una serpiente de bronce, ponla en un asta, y todos los que hayan sido mordidos y la miren quedarán curados".
Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Cuando alguno era mordido por una serpiente, miraba a la
serpiente de bronce y quedaba curado.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 101, 2-3.16-18.19-21

Señor, atiende mi oración.

Señor, atiende mi oración, llegue hasta ti mi súplica; no me ocultes tu rostro cuando estoy angustiado, escúchame cuando te invoco, respóndeme en seguida.
Señor, atiende mi oración.

Los paganos honrarán tu nombre, Señor, y todos los reyes de la tierra te engrandecerán, porque tú, Señor, reconstruirás Sión y manifestarás así tu gloria, atenderás la súplica del desamparado y no rechazarás su oración.
Señor, atiende mi oración.

Que se escriba todo esto para las generaciones futuras, para que el pueblo que va a ser creado alabe al Señor; pues el Señor miró desde su alto templo, desde los cielos se fijó en la tierra, para atender los lamentos de los cautivos y liberar a los condenados a muerte.
Señor, atiende mi oración.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo el que lo encuentra vivirá para siempre.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces sabrán que yo soy

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 8, 21-30

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos:
"Yo me voy. Me buscarán, pero morirán en su pecado. Ustedes no pueden venir adonde yo voy".
Los judíos comentaban entre sí:
"¿Pensará suicidarse y por eso dice: "Ustedes no pueden venir a donde yo voy?""
Entonces Jesús declaró:
"Ustedes proceden de abajo; yo, en cambio, vengo de arriba. Ustedes pertenecen a este
mundo; yo no. Por eso les dije que morirían en sus pecados; porque si no creen que yo soy, morirán en sus pecados".
Los judíos le preguntaron:
"Pero, ¿quién eres tú?"
Jesús les respondió:
"Precisamente es lo que les estoy diciendo desde el principio. Tengo muchas cosas que decir y condenar de ustedes. Pero lo que yo digo al mundo es lo que oí al que me envió, y él dice la verdad".
Ellos, sin embargo, no cayeron en la cuenta de que les estaba hablando del Padre. Por eso Jesús añadió:
"Cuando levanten en alto al Hijo del hombre, entonces reconocerán que yo soy. Yo no hago nada por mi propia cuenta; solamente enseño lo que aprendí del Padre. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada".
Al oírle hablar así, muchos creyeron en él.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, este sacrificio de reconciliación, perdona nuestros pecados y orienta hacia ti nuestros corazones.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

La fuerza de la cruz

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque en la pasión salvadora de tu Hijo el universo aprende a proclamar tu grandeza y, por la fuerza de la cruz, el mundo es juzgado como reo y el Crucificado exaltado como juez poderoso.
Por eso,
ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y los santos diciendo:

Antífona de la Comunión

Cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí, dice el Señor.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Concédenos, Dios todopoderoso, que la continua participación en tus sacramentos nos acerque cada vez más a ti, que eres el único bien verdadero.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

Cuaresma. 5ª semana. Martes

MIRAR A CRISTO. VIDA DE PIEDAD

— Los enemigos de la gracia. El remedio: mirar a Cristo.

— Tener presente al Señor en la entraña del mundo. «Industrias humanas».

— Vida de piedad. Jaculatorias.

I. Cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí –dice el Señor–1.

La Primera lectura de la Misa nos trae un pasaje del Libro de los Números2 en el que se narra cómo el pueblo de Israel comenzó a murmurar contra el Señor y contra Moisés, porque, aunque habían sido liberados y sacados de Egipto, estaban cansados de caminar hacia la tierra prometida. El Señor, como castigo, envió serpientes venenosas que los mordían, y murieron muchos israelitas. Entonces, el pueblo acudió a Moisés reconociendo su pecado, y Moisés intercedió ante Dios para que les librara de las serpientes. El Señor le dijo: Haz una serpiente y colócala en un estandarte: los mordidos de serpiente quedarán sanos al mirarla. Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un palo; cuando una serpiente mordía a uno, miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.

Este pasaje del Antiguo Testamento, además de ser un relato histórico, es figura e imagen de lo que había de tener lugar más tarde con la llegada del Hijo de Dios. En la íntima conversación de Jesús con Nicodemo, hace el Señor una referencia directa a ese relato: Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es preciso que sea levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga vida eterna en él3. Cristo en la Cruz es la salvación del género humano, el remedio para nuestros males. Fue voluntariamente al Calvario para queel que crea tenga vida eterna, para atraer todo hacia Él.

Las serpientes y el veneno que atacan en todas las épocas al pueblo de Dios, peregrino hacia la Tierra Prometida, el Cielo, son muy parecidos: egoísmo, sensualidad, confusión y errores en la doctrina, pereza, envidias, murmuraciones, calumnias... La gracia recibida en el Bautismo, llamada a su pleno desarrollo, está amenazada por los mismos enemigos de siempre. En todas las épocas se dejan notar las heridas del pecado de origen y de los pecados personales.

Los cristianos debemos buscar el remedio y el antídoto –como los israelitas mordidos por las serpientes del desierto– en el único lugar donde se encuentra: en Jesucristo y en su doctrina salvadora. No podemos dejar de mirarlo elevado sobre la tierra en la Cruz, si deseamos de verdad llegar a la Tierra Prometida, que está al final de este corto camino que es la vida. Y como no queremos llegar solos, procuraremos que otros muchos miren a Jesús, en quien está la salvación. Mirar a Jesús: poniendo ante nuestros ojos su Humanidad Santísima, contemplándole en los Misterios del Santo Rosario, en el Vía Crucis, en las escenas que nos narra el Evangelio, o en el Sagrario. Solo con una gran piedad seremos fuertes ante el acoso de un mundo que parece querer separarse más y más de Dios, arrastrando consigo a quien no se encuentre en tierra firme y segura.

No podemos apartar la vista del Señor, porque vemos los estragos que cada día hace el enemigo a nuestro alrededor. Y nadie está inmune por sí mismo. Vultum tuum, Domine, requiram: Buscaré tu rostro, Señor, deseo verte4. Debemos buscar la fortaleza en el trato de amistad con Jesús, a través de la oración, de la presencia de Dios a lo largo de nuestra jornada y en la visita al Santísimo Sacramento. Además el Señor, Jesús, no es solo el remedio ante nuestra debilidad, sino que es también nuestro Amor.

II. El Señor quiere a los cristianos corrientes metidos en la entraña de la sociedad, laboriosos en sus tareas, en un trabajo que de ordinario ocupará de la mañana a la noche. Jesús espera de nosotros que, además de mirarle y tratarle en los ratos dedicados expresamente a la oración, no nos olvidemos de Él mientras trabajamos, de la misma manera que no nos olvidamos de las personas que queremos ni de las cosas importantes de nuestra vida. Jesucristo es lo más importante de nuestro día. Por eso, cada uno de nosotros debe ser «alma de oración ¡siempre!, en cualquier ocasión y en las circunstancias más dispares, porque Dios no nos abandona nunca. No es cristiano pensar en la amistad divina exclusivamente como en un recurso extremo. ¿Nos puede parecer normal ignorar o despreciar a las personas que amamos? Evidentemente, no. A los que amamos van constantemente las palabras, los deseos, los pensamientos: hay como una continua presencia. Pues así con Dios»5.

Con frecuencia, para tener a Jesús presente durante el día necesitaremos echar mano de esas «"industrias humanas": jaculatorias, actos de amor y desagravio, comuniones espirituales, "miradas" a la imagen de Nuestra Señora»6, y algunos medios humanos que nos recuerden que ya ha pasado un tiempo (demasiado para el amor) en el que no hemos acudido a Nuestro Señor, a la Virgen, al Ángel Custodio...: siempre son cosas sencillas, pero de una eficacia grande. A todos no ocurre que cuando queremos acordarnos de algo durante el día ponemos los medios para que aquello no se nos olvide. Si ponemos el mismo interés en acordarnos del Señor, nuestro día se llenará de pequeños recordatorios, de pequeñas ideas que nos llevarán a tenerle presente.

El padre o la madre de familia lleva en el coche una fotografía de la familia para acordarse de ella mientras viaja. ¿Cómo no vamos a llevar una imagen de Nuestra Señora en la cartera o en el bolso, para que al mirarla le digamos: ¡Madre!, ¡Madre mía!? ¿Por qué no tener muy a mano un crucifijo que nos ayude a reparar, a besarlo discretamente, a mirarlo cuando el estudio o el trabajo se haga más costoso?

Esos recordatorios, los recursos para tener presencia de Dios, son innumerables, porque el amor es ingenioso; serán diversos para el médico que va a comenzar una operación, que para la madre de familia que a la misma hora, quizá, comienza a poner en orden la casa. Un día en el Cielo cada uno verá cómo el haber acudido al Ángel Custodio fue una gran ayuda en sus tareas. El conductor de un autobús tendrá sus «industrias humanas» (sabrá muy bien cuándo está más próximo a Jesús porque divisa ya los muros de aquella iglesia), y la costurera, prácticamente en el mismo sitio durante todo el día, tendrá las suyas. Todo hecho con espíritu deportivo y alegre, sin agobios, pero con amor: «Las jaculatorias no entorpecen la labor, como el latir del corazón no estorba el movimiento del cuerpo»7.

Poco a poco, si perseveramos, llegaremos a estar en la presencia de Dios como algo normal y natural. Aunque siempre tendremos que poner lucha y empeño.

III. Muchas veces el Señor se retira a orar, quizá durante horas: por la mañana, muy de madrugada, salió fuera, a un lugar solitario, y allí hacía oración8; pero otras veces se dirigía a su Padre Dios con la oración corta, amorosa, como una jaculatoria: Yo te glorifico Padre, Señor del cielo y de la tierra...9; Padre, gracias te doy porque me has oído...10.

En otros momentos, el Evangelista nos muestra cómo Jesús se conmueve ante las peticiones de los que se le acercan. Son oraciones que también nos pueden servir a nosotros como jaculatorias: el leproso que dice: Señor, si quieres, puedes limpiarme...11; y el ciego de Jericó:Jesús, hijo de David, ten piedad de mí...12; y el buen ladrón: Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu reino...13. Jesús, conmovido por estas oraciones llenas de fe, no hace esperar.

En alguna ocasión, estas expresiones nos servirán para pedir perdón, como hizo el publicano que se marchó a su casa justificado:Ten piedad de mí, Señor, que soy un pecador14; o repetiremos con San Pedro, después de las negaciones: Señor, tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo15, a pesar de mis fallos. Otras, nos ayudarán a pedir más fe: Creo, Señor, pero ayuda mi incredulidad16, fortalece mi fe;¡Señor mío y Dios mío!17, le dice Tomás, cuando Jesús se le aparece resucitado: es un acto formidable de fe y de entrega, que quizá nos enseñaron a repetir en el momento de hacer la genuflexión ante el Sagrario. Existen muchas jaculatorias y oraciones breves que podemos decir desde el fondo de nuestra alma, y que responden a necesidades o situaciones concretas por las que estamos pasando.

En muchos momentos, ni siquiera hace falta pronunciarlas. A veces basta una mirada, o una sola palabra, o un pensamiento un tanto deshilvanado, pero lleno de amor o de desagravio..., una petición que no aflora, pero que el Señor capta enseguida. Para un alma muy unida a Dios, las jaculatorias, los actos de amor, brotan, naturales, casi espontáneos, como un respirar sobrenatural que alimenta su unión con Dios. Y esto en medio de las ocupaciones más absorbentes, porque de todos espera esta vida de oración y de unión con Él.

Santa Teresa recuerda la huella que dejó en su vida una jaculatoria: «Acaecíanos estar muchos ratos tratando de esto y gustábamos de decir muchas veces: ¡Para siempre, siempre, siempre! En pronunciar esto mucho rato era el Señor servido me quedase, en esta niñez, impreso el camino de la verdad»18.

Siempre hay ocasión para decir una jaculatoria. La lectura del santo Evangelio, la oración misma, será en muchas ocasiones una fuente de jaculatorias que servirán de cauce para mostrar nuestro amor por Jesús y su Madre Santísima.

Al terminar nuestra oración le decimos, como los discípulos de Emaús: Mane nobiscum, Domine, quoniam advesperascit19. Quédate con nosotros, Señor, porque cuando Tú no estás presente se nos hace de noche. Todo es oscuridad cuando Tú no estás. Y acudimos a la Virgen, a quien también sabemos dirigir esas jaculatorias y actos de amor: Dios te salve, María... bendita tú entre todas las mujeres.

1 Antífona de la comunión. Jn 12, 32. — 2 Primera lectura. Num 21, 4-9. — 3 Jn 3, 14-15. — 4 Sal 26. — 5 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 247. — 6 ídem, Cfr.Camino, n. 272. — 7 ídem, Surco, n. 516. — 8 Mc 1, 35. — 9 Mt 11, 25. — 10 Mt 11, 25. — 11 Mt 8, 2-3. — 12 Lc 18, 38-39. — 13 Lc 23, 42-43. — 14 Cfr. Lc 18, 13. — 15Jn 21, 17. — 16 Mc 9, 23. — 17 Jn 20, 28. — 18 Santa Teresa, Vida, 1, 4. — 19 Lc24, 29.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Fuente: Archidiócesis de Madrid
Catalina de Suecia, Santa Virgen, Marzo 24  

Catalina de Suecia, Santa

Virgen

Martirologio Romano: En Vástena, en Suecia, santa Catalina, virgen, hija de santa Brígida, que casada contra su voluntad, con consentimiento de su cónyuge conservó la virginidad y, al enviudar, se entregó a la vida piadosa. Peregrina en Roma y en Tierra Santa, trasladó los restos de su madre a Suecia y los depositó en el monasterio de Vástena, donde ella misma tomó el hábito monástico (1381).

Etimológicamente: Catalina = Aquella que es pura y casta, es de origen griego.

 

A Catalina de Suecia o de Vadstena nació alrededor del año 1331 del matrimonio formado por el príncipe Ulf Gudmarsson y Brigitta Birgesdotter; fue la cuarta de ocho hermanos. La educaron, como era frecuente en la época, al calor del monasterio; en este caso lo hicieron las monjas de Riseberga.

Contrajo matrimonio con el buen conde Egar Lyderson van Kyren con quien acordó vivir su matrimonio en castidad; ambos influyeron muy positivamente en los ambientes nobles plagados de costumbres frívolas y profanas.

Brígida, su madre, ha tenido la revelación de fundar la Orden del Santísimo Salvador que tenga como fin alabar al Señor y a la Santísima Virgen según la liturgia de la Iglesia, reparar por las ofensas que recibe de los hombres, propagar la oración contemplativa -preferentemente de la Pasión- para la salvación de las almas.

Madre e hija se encuentran juntas en Roma. Cuando Catalina tiene planes de regresar a su casa junto al esposo, Brígida comunica a su hija otra revelación sobrenatural de Dios: ha muerto su yerno. Esto va a determinar el rumbo de la vida de Catalina desde entonces. Ante el lógico dolor y la depresión anímica que sufre, es sacada de la situación por la Virgen. Es en estas circunstancias cuando muestra ante su madre la firme disposición interna a pasar toda suerte

Catalina de Suecia, Santa

de penalidades y sufrimientos por Jesucristo. Las dos juntas y emprenden una época de oración intensa, de mortificación y pobreza extrema; sus cuerpos no conocen sino el suelo duro para dormir; visitan iglesias y hacen caridad. La joven viuda rechaza proposiciones matrimoniales que surgen frecuentes, llegando algunas hasta la impertinencia y el acoso. Peregrinan a los santuarios famosos y organizan una visita a Tierra Santa para empaparse de amor a Dios en los lugares donde padeció y murió el Redentor.

En el año 1373 han regresado, muere en Roma Brígida y Catalina da sepultura provisional en la Ciudad Eterna al cadáver de su madre en la iglesia de san Lorenzo. El traslado del cuerpo en cortejo fúnebre hasta Suecia es una continua actividad misionera por donde pasa. Catalina habla de la misericordia de Dios que espera siempre la conversión de los pecadores; va contando las revelaciones y predicciones que Dios hizo a su santa madre.

Söderkoping es el lugar patrio que recibe la procesión en 1374 como si fuera un acto triunfal. Se relatan conversiones y milagros que se suceden hasta depositar los restos en el monasterio de Vadstena, donde entra y se queda Catalina, practicando la regla que vivió durante veinticinco años con su madre.

Un segundo viaje a Roma durará cinco años; tendrá como meta la puesta en marcha del proceso de canonización de la futura santa Brígida y la aprobación de la Orden del Santísimo Salvador. A su regreso a Vadstena, muere el 24 de marzo de 1381.

Aparte de las revelaciones que tuvo y de las predicciones sobrenaturales que hizo la santa, se cuenta de ella la finura de alma que le llevó a la confesión diaria durante veinticinco años -no por ser escrupulosa- y que consiguió la confesión arrepentida de impenitentes a punto de morir. También se habla de luces que rodean el cuerpo inerte después de su muerte, de una estrella que pudo verse por un tiempo señalando el lugar del reposo y de luminosidades que refulgían junto al sarcófago. No es extraño que la leyenda haya querido dejar su huella intentando hacer que los sentidos descubran la magnanimidad de su alma que sólo es perceptible por lo externo. Por eso dijeron que nunca mamó la leche de la nodriza mundana mientras buscaba el pecho de su madre santa y de otras mujeres honestas. Igualmente contaron que libró a Roma de inundación entrando sus pies en el Tiber y hablaron de la liberación de una posesa.

De todos modos, los santos de ayer y de hoy, siempre han sido puntos de inflexión de la gracia para el bien de todos los hombres.

Su culto fue confirmado por el Papa Inocencio VIII el año 1784.

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Fuente: Franciscanos.org
Diego José de Cadiz, Beato Sacerdote Capuchino, Marzo 24  

Diego José de Cadiz, Beato

Presbítero Capuchino

Martirologio Romano: En Ronda, en Andalucía, región de España, beato Diego José de Cádiz (Francisco José) López-Caamaño, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, predicador insigne y propugnador intrépido de la libertad de la Iglesia (1801).

Etimológicamente: Diego = Aquel que es instruido, es de origen griego.

 

Treinta años de activísima vida misionera no caben en unas páginas. No es posible reducir a tan breve síntesis la labor de este apóstol capuchino, que, siempre a pie, recorrió innumerables veces Andalucía entera en todas direcciones; que se dirigió después a Aranjuez y Madrid, sin dejar de misionar a su paso por los pueblos de la Mancha y de Toledo; que emprendió más tarde un largo viaje desde Roma hasta Barcelona, predicando a la ida por Castilla la Nueva y Aragón, y a la vuelta por todo Levante; que salió, aunque ya enfermo, de Sevilla y, atravesando Extremadura y Portugal, llegó hasta Galicia y Asturias, regresando por León y Salamanca.

Pero hay que recordar, además, que en sus misiones hablaba varias horas al día a muchedumbres de cuarenta y aun de sesenta mil almas (y al aire libre, porque nuestras más gigantescas catedrales eran insuficientes para cobijar a tantos millares de personas, que anhelaban oírle como a un "enviado de Dios"); que tuvo por oyentes de su apostólica palabra, avalada siempre por la santidad de su vida, a los príncipes y cortesanos por un lado y a los humildes campesinos por otro, a los intelectuales y universitarios y a las clases más populares, al clero en todas sus categorías y a los ejércitos de mar y tierra, a los ayuntamientos y cabildos eclesiásticos y a los simples comerciantes e industriales y aun a los reclusos de las cárceles; que intervino con su consejo personal y con su palabra escrita, bien por dictámenes más o menos públicos, bien por su casi infinita correspondencia epistolar, en los principales asuntos de su época y en la dirección de muchas conciencias; que escribió tal cantidad de sermones, de obras ascéticas y devocionales, que, reunidas, formarían un buen número de volúmenes; que caminaba siempre a pie, con el cuerpo cubierto por áspero cilicio, pero alimentando su alma con varias horas de oración mental al día; y que, si le seguía un cortejo de milagros y de conversiones ruidosas, también supo de otro cortejo doloroso de ingratitudes, de incomprensiones y aun de persecuciones, hasta morir envuelto en un denigrante proceso inquisitorial.

¿Cómo describir, siquiera someramente, tan inmensa labor? La amplitud portentosa de aquella vida, tan extraordinariamente rica de historia y de fecundidad espiritual, durante los últimos treinta años del siglo XVIII, a lo largo y ancho de la geografía peninsular, se resiste a toda síntesis. Sólo de la Virgen Santísima, a la que especialmente veneraba bajo los títulos de Pastora de las almas y de la paz, predicó más de cinco mil sermones. Y seguramente pasaron de veinte mil los que predicó en su vida de misiones, las cuales duraban diez, quince y aun veinte días en cada ciudad.

La misión concreta de su vida y el porqué de su existencia podría resumirse en esta sola frase: fue el enviado de Dios a la España oficial de fines de aquel siglo y el auténtico misionero del pueblo español en el atardecer de nuestro Imperio.

Nuestros intelectuales de entonces y las clases directoras, con el consentimiento y aun con el apoyo de los gobernantes, abrían las puertas del alma española a la revolución que nos venía de allende el Pirineo, disfrazada de "ilustración", de maneras galantes, de teorías realistas. Todo ello producía, arriba, la "pérdida de Dios" en las inteligencias. Luego vendría la "pérdida de Dios" en las costumbres del pueblo. Aquella invasión de ideas sería precursora de la invasión de armas napoleónicas que vendría después.

No todos vieron a dónde iban a parar aquellas tendencias ni cuáles serían sus funestos resultados. Pero fray Diego los vio con intuición penetrante –y mejor diríamos profética–, ya desde sus primeros años de sacerdocio. Por eso escribía: "¡Qué ansias de ser santo, para con la oración aplacar a Dios y sostener a la Iglesia santa! ¡Qué deseo de salir al público, para, a cara descubierta, hacer frente a los libertinos!... ¡Qué ardor para derramar mi sangre en defensa de lo que hasta ahora hemos creído!"

Dios le había escogido para hacerle el nuevo apóstol de España, y su director espiritual se lo inculcaba repetidas veces: "Fray Diego misionero es un legítimo enviado de Dios a España". Y convencido de ello, el santo capuchino se dirige a las clases rectoras y a las masas populares. Entre la España tradicional que se derrumba y la España revolucionaria que pronto va a nacer, él toma sus posiciones, que son: ponerse al servicio de la fe y de la patria y presentar la batalla a la "ilustración". Había que evitar esa "pérdida de Dios" en las inteligencias y fortalecer la austeridad de costumbres en la masa popular. Y cuando vio rechazada su misión por la España oficial (¡cuánta parte tuvieron en ello Floridablanca, Campomanes y Godoy...!), se dirigió únicamente al auténtico pueblo español, con el fin de prepararle para los días difíciles que se avecinaban.

En su misión de Aranjuez y Madrid (1783) el Beato se dirigió a la corte. Pero los ministros del rey impidieron solapadamente que la corte oyera la llamada de Dios. Intentó también fray Diego traer al buen camino a la vanidosa María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV. Pero, convencido más tarde de que nada podía esperar, sobre todo cuando Godoy llegó a privado insustituible de Palacio, el santo misionero rompió definitivamente con la corte, llegando a escribir, más tarde, con motivo de un viaje de los reyes a Sevilla: "No quiero que los reyes se acuerden de mí".

Para cumplir fielmente su misión, el Beato recibió de Dios carismas extraordinarios, que podríamos recapitular en estos tres epígrafes: comunicaciones místicas que lo sostuvieran en su empresa, don de profecía y multiplicación continua de visibles milagros.

Pero Dios no se lo dio todo hecho. Hay quienes, conociéndole sólo superficialmente, no ven en él más que al misionero del pueblo que predica con celo de apóstol, acentos de profeta y milagros de santo. Pero junto al orador, al santo, al profeta y al apóstol, aparece también a cada momento el hombre. También él siente las acometidas de la tentación carnal; también él se apoca y sufre cuando se le presenta la contradicción; también él experimenta dificultades y desganas para cumplir su misión; y aun sólo "a costa de estudio y de trabajo" –dice él– logra escribir lo que escribe. Y a pesar de todo, nada de "tremendismo" en su predicación, como no fuera en contados momentos, cuando el impulso divino le arrebata a ello. Y así, mientras otros piden a Dios el remedio de los pueblos por medio de un castigo misericordioso, "yo lo pido –escribe– por medio de una misericordia sin castigo". Y no se olvide que vivió en los peores tiempos del rigorismo. ¿Y cómo no iba a ser así, si él fue siempre, como buen franciscano y neto andaluz, santamente humano y alegre, ameno en sus conversaciones y gracioso hasta en los milagros que hacía?

Pero el celo de la gloria de Dios y el bien de las almas le dominaron de suerte que ello solo explica aquel perfecto dominio de sus debilidades humanas, aquella actividad pasmosa, lo mismo predicando que escribiendo, y aquel idear disparates: como el deseo de no morir, para seguir siempre misionando; o el de misionar entre los bienaventurados del cielo o los condenados del infierno; o el de marcharse a Francia, cuando tuvo noticias de los sucesos de París en 1793, para reducir a buen camino a los libertinos y forajidos de la Revolución Francesa.

Dícese de Napoleón que, desterrado ya en Santa Elena, exclamaba recordando sus victorias y su derrota definitiva: "La desgraciada guerra de España es la que me ha derribado". Pero esta guerra no la vencieron nuestros reyes ni nuestros intelectuales; la venció aquel pueblo que había recibido con sumisión y fidelidad las enseñanzas del "enviado de Dios". Este pueblo, fiel a la misión de fray Diego, no traicionó a su fe ni a su patria; los intelectuales y gobernantes, que habían rechazado esa misión, traicionaron a su patria, porque ya habían traicionado a su fe.

Sólo Dios puede medir y valorar –como sólo Él los puede premiar– los frutos que produjo la constante y difícil, fecunda y apostólica actividad misionera del Beato Diego José de Cádiz. Describiendo él su vocación religiosa decía: "Todo mi afán era ser capuchino, para ser misionero y santo". Y lo fue. Realizó a maravilla este triple ideal. Su vida fue un don que Dios concedió a España a fines del XVIII. Por la gracia de Dios y sus propios méritos, fray Diego fue capuchino, misionero y santo.

Fue beatificado por el Papa León XIII el 22 de abril de 1894.

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Fuente: Vatican.va
María Karlowska, Beata Fundadora, Marzo 24  

María Karlowska, Beata

Fundadora de la Congregación
de Hermanas Pastorcitas de la Divina Providencia

Martirologio Romano: En el lugar de Pniewite, junto a Gdansk, en Polonia, beata María Karlowska, virgen, que instituyó la Congregación de Hermanas del Divino Pastor de la Divina Providencia, cuya finalidad era que recuperasen la dignidad de hijas de Dios las jóvenes y mujeres pobres caídas en la corrupción de costumbres (1935).

Etimológicamente: María = eminencia, excelsa. Es de origen hebreo.

 

Nació el 4 de Septiembre de 1865 en Karlawo, Polonia.

Desempeñó una actividad de auténtica samaritana entre las mujeres que sufrían una gran miseria material y moral.

Su santo celo atrajo en seguida a un grupo de discípulas de Cristo, con quienes fundó la Congregación de las religiosas Pastorcitas de la Divina Providencia.

Estableció para ella y para sus religiosas la siguiente finalidad: "Debemos anunciar el Corazón de Jesús, es decir, vivir de él y en él y para él, de modo que lleguemos a ser semejantes a él y que él sea más visible en nuestra vida que nosotras mismas".

Su entrega al Sagrado Corazón del Salvador dio como fruto un gran amor a los hombres. Sentía una insaciable hambre de amor. Según la beata María Karłowska, un amor de este tipo nunca dirá basta, nunca se detendrá en el camino. Era precisamente esto lo que le sucedía, porque estaba impulsada por la corriente del amor del divino Paráclito. Gracias a ese amor, devolvió a muchas almas la luz de Cristo y les ayudó a recuperar la dignidad perdida.

Murió el 24 de Marzo de 1935 en Pniewita, Polonia.

Fue beatificada por Su Santidad Juan Pablo II el 6 de Junio de 1997 en misa solemne efectuada en Zakapane, Polonia.

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Fuente: Santiebeati.it
Juan del Báculo, Beato Monje y Presbítero, Marzo 24  

Juan del Báculo, Beato

Presbítero y Monje

Martirologio Romano: En Fabriano, del Piceno, en Italia, beato Juan del Báculo, presbítero y monje, compañero de san Silvestre, abad (1290).

Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, es de origen hebreo.

 

En el pequeño ayuntamiento de Paterno, a las faldas del Montefano en el comuna de Fabriano (AN), vivió a los principios del 1200, una familia de acomodados campesinos, los Bottegoni. La familia estaba compuesta por el padre Bonello y del madre Supercla y por los hijos Giunta, Nicolás, Bienvenido, Buonora y Juan.

Juan nació probablemente 24 de marzo a comienzo de los años 1200, desde joven demostró una profunda atracción por las cosas de Dios y una gran pasión por el estudio, estas dotes hicieron intuir a los padres una clara vocación y decidieron, de común acuerdo, de mandarlo a Bolonia para seguir los estudios literarios. Una repentina enfermedad en una de sus piernas no le permitirá a Juan permanecer en Bolonia y por lo tanto poder continuar los estudios ya emprendidos. La enfermedad se agravará al punto de entorpecer su desplazamientos y obligado a valerse de un bastón, del que tomará el apodo de Juan del Báculo.

No habiendo podido continuar los estudios, pero habiendo conseguido un cierto grado de cultura, Juan decidió trasladarse a Fabriano y de abrir una escuela que le asegurará un alguna autonomía económica. Alrededor del año 1230, Juan, no se sabe bien por cual motivo, decide seguir la vida eremítica de Silvestre de Osimo, cuya fama de santidad empezó a difundirse en la zona. El estilo de vida del grupo de Montefano era austero y pobre, el objetivo fue de reducir a lo mínimo las necesidades materiales para dedicarse completamente a las cosas de Dios. La regla, que los seguidores de San Silvestre asumieron, fue la de los monasterios benedictinos. La pequeña comunidad de ermitaños tomó el nombre de orden de San Benito de Montefano, cuando en 1248 fue reconocida por Inocencio IV.

Juan, por deseo de San Silvestre, fue presentado al obispo para la ordenación sacerdotal. La vida monástica de Juan llevaba el escudo de la oración, de la penitencia y del recogimiento y todo con el objetivo de seguir los peldaños de la virtud. Por sesenta años Juan llevó un estilo de vida aparentemente sin historia. A la edad de noventa años, la enfermedad a la pierna que lo golpeó en juventud se agudizó y el 24 de marzo de 1290, recibidos los sacramentos, Juan durmió en Dios. Desconcertante fue la discrepancia entre la vida retirada que llevó Juan por tanto tiempo y el impacto inmediato de su muerte sobre la gente. Apenas hubo exhalado su última respiración se inició una romería interminable para visitar su cadáver.

Después de la muerte, muchos fueron los prodigios que se lograron por intercesión del Beato, señal evidente de su santidad. El obispo de Camerino (MC), Rambotto, nombró una comisión para recoger y analizar los testimonios para verificar la autenticidad de los milagros. El Beato Juan vino enterrado en la iglesia de San Benito de Fabriano. Fue proclamado santo por voluntad del pueblo, sin ningún procedimiento canónico. Recién en el 1772, bajo el pontificado de Clemente XIV, llegó a su conclusión el proceso de beatificación regular, pero por diversos motivos no se llegó a la última etapa, aquella de la canonización. En el calendario propio de la congregación silvestriana el beato es recordado el 24 de marzo.

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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando santoral de este día, Marzo 24  

Otros Santos y Beatos

Santos Timolao, Dionisio, Páusides, Rómulo, Alejandro y otro Alejandro, mártires
En Cesarea de Palestina, santos mártires Timolao, Dionisio, Páusides, Rómulo, Alejandro y otro Alejandro, que en la persecución bajo el emperador Diocleciano fueron conducidos maniatados ante el prefecto Urbano, donde confesaron que eran cristianos, por lo cual, pocos días después, con los compañeros Agapio y otro Dionisio, fueron decapitados, mereciendo las coronas de la vida eterna (303).

San Secúndulo, mártir
En Mauritania, san Secúndulo, que padeció por la fe de Cristo (s. inc.).

San Mac Cairthind (Maccartemio), obispo
En Clogher, en Hibernia (hoy Irlanda), san Mac Cairthind, obispo, a quien se le tiene por discípulo de san Patricio (s. V).

San Severo, obispo
En Catania, de Sicilia, san Severo, obispo (814).

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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