lunes, 20 de mayo de 2013

Lunes por las almas del Purgatorio. 20/05/2013. San Bernardino de Siena ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 9, 14-28

Gloria a Ti, Señor.

En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte y llegó al sitio donde estaban sus discípulos, vio que mucha gente los rodeaba y que algunos escribas discutían con ellos. Cuando la gente vio a Jesús, se impresionó mucho y corrió a saludarlo.
El les preguntó: 
"¿De qué están discutiendo?" 
De entre la gente, uno le contestó: "Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu que no lo deja hablar; cada vez que se apodera de él, lo tira al suelo y el muchacho echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. Les he pedido a tus discípulos que lo expulsen, pero no han podido".
Jesús les contestó: 
"¡Gente incrédula! 
¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho". 
Y se lo trajeron. 
En cuanto el espíritu vio a Jesús, se puso a retorcer al muchacho; lo derribó por tierra y lo revolcó, haciéndolo echar espumarajos. Jesús le preguntó al padre: "¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?" Contestó el padre: "Desde pequeño. 
Y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él. Por eso, si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos".
Jesús le replicó: 
"¿Qué quiere decir eso de 'si puedes'? Todo es posible para el que tiene fe". Entonces el padre del muchacho exclamó entre lágrimas: "Creo, Señor; pero dame Tú la fe que me falta".
Jesús, al ver que la gente acudía corriendo, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: 
"Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: sal de él y no vuelvas a entrar en él". Entre gritos y convulsiones violentas salió el espíritu. 
El muchacho se quedó como muerto, de modo que la mayoría decía que estaba muerto. 
Pero Jesús lo tomó de la mano, lo levantó y el muchacho se puso de pie.
Al entrar en una casa con sus discípulos, éstos le preguntaron a Jesús en privado: 
"¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?" El les respondió: "Esta clase de demonios no sale sino a fuerza de oración y de ayuno".
Palabra del Señor.
Gloria a Ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

lun 7a. Ord. año impar desp Pentecostés

Antífona de Entrada

Confío, Señor, en tu misericordia; alegra mi corazón con tu auxilio. Cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.

Oración Colecta

Oremos:
Concédenos, Señor, ser dóciles a las inspiraciones de tu Espíritu para que realicemos siempre en nuestra vida tu santa voluntad
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Antes que cualquier otra cosa fue creada la sabiduría

Lectura del libro del Eclesiástico 1, 1-10

Toda sabiduría proviene del Señor y está con Él eternamente. 
¿Quién puede contar las arenas de la playa, las gotas de la lluvia o los días de los siglos?¿Quién puede explorar la altura del cielo, la extensión de la tierra y la profundidad de los abismos?
Antes que cualquier otra cosa fue creada la sabiduría; y la luz de la inteligencia, desde la eternidad. ¿A quién se le ha revelado la fuente de la sabiduría?¿Quién ha conocido sus recursos inagotables? Uno solo es sabio, temible en extremo: el que está sentado en su trono, el Señor.
El creó la sabiduría, la contempló y la midió; la ha derramado sobre todas sus obras y sobre todos los hombres, según su generosidad; la ha derrochado entre aquellos que lo aman.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 92

Señor, Tú eres nuestro rey.

Tú eres, Señor, el rey de todos los reyes. Estás revestido de poder y majestad.
Señor, Tú eres nuestro rey.

Tú mantienes el orbe y no vacila. Eres eterno, y para siempre está firme tu trono.
Señor, Tú eres nuestro rey.

Muy dignas de confianza son tus leyes y desde hoy y para siempre, Señor, la santidad adorna tu templo.
Señor, Tú eres nuestro rey.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Jesucristo, nuestro salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio.
Aleluya.

Evangelio

Creo, Señor, pero dame Tú la fe que me falta

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 9, 14-28

Gloria a Ti, Señor.

En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte y llegó al sitio donde estaban sus discípulos, vio que mucha gente los rodeaba y que algunos escribas discutían con ellos. Cuando la gente vio a Jesús, se impresionó mucho y corrió a saludarlo.
El les preguntó: 
"¿De qué están discutiendo?" 
De entre la gente, uno le contestó: "Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu que no lo deja hablar; cada vez que se apodera de él, lo tira al suelo y el muchacho echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. Les he pedido a tus discípulos que lo expulsen, pero no han podido".
Jesús les contestó: 
"¡Gente incrédula! 
¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho". 
Y se lo trajeron. 
En cuanto el espíritu vio a Jesús, se puso a retorcer al muchacho; lo derribó por tierra y lo revolcó, haciéndolo echar espumarajos. Jesús le preguntó al padre: "¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?" Contestó el padre: "Desde pequeño. 
Y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él. Por eso, si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos".
Jesús le replicó: 
"¿Qué quiere decir eso de 'si puedes'? Todo es posible para el que tiene fe". Entonces el padre del muchacho exclamó entre lágrimas: "Creo, Señor; pero dame Tú la fe que me falta".
Jesús, al ver que la gente acudía corriendo, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: 
"Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: sal de él y no vuelvas a entrar en él". Entre gritos y convulsiones violentas salió el espíritu. 
El muchacho se quedó como muerto, de modo que la mayoría decía que estaba muerto. 
Pero Jesús lo tomó de la mano, lo levantó y el muchacho se puso de pie.
Al entrar en una casa con sus discípulos, éstos le preguntaron a Jesús en privado: 
"¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?" El les respondió: "Esta clase de demonios no sale sino a fuerza de oración y de ayuno".
Palabra del Señor.
Gloria a Ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Que este sacrificio de acción de gracias y de alabanza que vamos a ofrecerte, nos ayude, Señor, a conseguir nuestra salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

La alabanza, don de Dios

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Pues, aunque no necesitas de nuestra alabanza, es don tuyo el que seamos agradecidos; y aunque nuestras bendiciones no aumentan tu gloria, nos aprovechan para nuestra salvación, por Cristo, nuestro Señor.
Por eso, 
unidos a los ángeles, te aclamamos llenos de alegría:

Antífona de la Comunión

Proclamaré Señor, todas tus maravillas y me alegraré en ti y entonaré salmos a tu nombre,

Dios Altísimo.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que nos has dado, Señor, en este sacramento, sean para todos nosotros una prenda segura de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Dia 20/05 San Bernardino de Siena (presbítero, blanco)

Antífona de Entrada

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para vendar los corazones desgarrados.

Oración Colecta

Oremos:
Señor, luz de tu pueblo y pastor de los hombres, que, dentro de la Iglesia, has confiado a san Bernardino de Siena la misión de apacentar a tu pueblo con su predicación y de iluminarlo con su vida y su ejemplo; concédenos, por su intercesión, guardar íntegro el don de la fe que nos legó su palabra y seguir el camino que nos marcó su ejemplo.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

No existe ninguna otra persona a quien Dios haya constituido como salvador nuestro

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 4, 8-12

En aquellos días, Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo:
"Jefes del pueblo y ancianos: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, para saber cómo fue curado, sépanlo ustedes y sépalo todo el pueblo de Israel: este hombre ha que dado sano en el nombre de Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Este mismo Jesús es la piedra que ustedes, los constructores, han desechado y que ahora es la piedra angular. Ningún otro puede salvarnos, pues en la tierra no existe ninguna otra persona a quien Dios haya constituido con salvador nuestro".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 39

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Con una gran confianza esperé en el Señor; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. El me puso en la boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Sacrificios y ofrendas ya no quieres, en cambio me has dejado oír tu voz; no pides expiaciones ni holocaustos, así que dije: "Aquí estoy".
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

En el libro sagrado se me ordena cumplir lo que tú mandas. Me agrada hacer tu voluntad, Dios mío, pues tu ley es la entraña de mi entraña.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

He dado a conocer tu salvación ante todo tu pueblo; tú bien sabes, Señor, que no guardé silencio.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Yo soy la luz del mundo dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida.
Aleluya.

Evangelio

Te seguiré adondequiera que vayas

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 57-62

En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, alguien le dijo:

"Te seguiré adondequiera que vayas".
Jesús le respondió:
"Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en donde reclinar la cabeza".
A otro, Jesús le dijo:
"Sígueme".
Pero él le respondió:
"Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre".
Jesús le replicó:
"Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios".
Otro le dijo:
"Te seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia".
Jesús le contestó:
"El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Dios todopoderoso, humildemente imploramos tu divina Majestad para que estos dones, que ofrecemos en honor de tus santos y que testimonian tu poder y tu gloria, le alcancen a tu pueblo los frutos de la eterna salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Los santos pastores siguen presentes en la Iglesia

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque permites que tu Iglesia se alegre hoy con la festividad de San Bernardino de Siena, para animarnos con el ejemplo de su vida, instruirnos con su palabra y protegernos con su intercesión.
Por eso,
con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar:

Antífona de la Comunión

Sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo, dice el Señor.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Señor, que estos sacramentos que hemos recibido, nos hagan dignos de los gozos eternos que mereció san Bernardino de Siena, tu servidor bueno y fiel.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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Meditación diaria

 

7ª semana. Lunes

IMPLORAR MÁS FE

— La fe es un don de Dios.

— Necesidad de buenas disposiciones para creer.

— Fe y oración. Pedir la fe.

I. Llegó Jesús a un lugar donde le aguardaban sus discípulos. Allí se encontraban también un padre que había llevado a su hijo enfermo, un grupo de escribas y una gran muchedumbre. Al ver aparecer a Jesús se llenaron de alegría y fueron a su encuentro: todo el pueblo se quedó sorprendido, y acudían corriendo a saludarle1, como debemos acudir nosotros a la oración y al Sagrario. Todos le echaban de menos. El padre se adelanta entre la muchedumbre que rodea al Señor: Maestro -le dice-, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu inmundo (...). Pedí a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido.

Los discípulos, que ya habían realizado algunos otros milagros en nombre del Señor, intentaron curarle pero no lo lograron. Jesús les explicó luego, en casa, qué faltaba en ellos para que hubiesen podido realizar el prodigio. El padre tiene una fe deficiente; posee alguna, pues ha acudido en busca de la curación, pero no la fe plena, la confianza sin límites que Jesús pedía y pide. Y el Señor, como hace siempre, le mueve a dar un paso más. Al principio este hombre se dirige a Cristo con humildad, pero vacilante: Si algo puedes, ayúdanos, compadecido de nosotros. Y Jesús, "conociendo las perplejidades de aquella alma, le anticipa: si tú puedes creer, todo es posible para el que cree (Mc 9, 22). Todo es posible: ¡omnipotentes! Pero con fe. Aquel hombre siente que su fe vacila, teme que esa escasez de confianza impida que su hijo recobre la salud. Y llora. Que no nos dé vergüenza este llanto: es fruto del amor de Dios, de la oración contrita, de la humildad. Y el padre del muchacho, bañado en lágrimas, exclamó: ¡Oh Señor! yo creo: ayuda tú mi incredulidad (Mc 9, 23)"2, ¡Qué gran acto de fe para que nosotros lo repitamos muchas veces!: Jesús, ¡yo creo, pero imprime Tú más firmeza a mi fe! ¡Enséñame a acompañarla de obras, a llorar mis pecados, a confiar en tu poder y en tu misericordia!

La fe es un don divino; solo Dios la puede infundir más y más en el alma. Es Él quien abre el corazón del creyente para que reciba la luz sobrenatural, y por eso debemos implorarla; pero a la vez son necesarias unas disposiciones internas de humildad, de limpieza, de apertura..., de amor que se abre paso cada vez con más seguridad.

Si en alguna ocasión nuestra fe vacila ante el apostolado, las dificultades..., o se torna insegura la de nuestros amigos, hermanos, hijos..., imitemos a este buen padre. En primer lugar pide más fe, porque esta virtud es un don. Pero, a la vez crecer en ella depende de nosotros mismos. Abrir los ojos –comenta San Juan Crisóstomo– es cosa de Dios, escuchar atentamente es cosa propia; es a la vez obra divina y humana3. Debemos imitar a este hombre en su humildad: no tiene méritos propios que presentar, por eso acude a su misericordia: ayúdanos, ten compasión de nosotros. Este es el camino seguro que debe seguir toda petición: acudir a la compasión y misericordia divinas. Por nuestra parte, la humildad, la limpieza de alma y la apertura de corazón hacia la verdad nos dan la capacidad de recibir esos dones que Jesús nunca niega. Si la semilla de la gracia no prosperó se debió exclusivamente a que no encontró la tierra preparada. Señor, ¡auméntame la fe!, le pedimos en la intimidad de nuestra oración. ¡No permitas que jamás vacile mi confianza en Ti!

II. ¿Qué vieron en Jesús aquellos que con Él se cruzaron por caminos y aldeas? Vieron lo que sus disposiciones internas les permitían ver. ¡Si hubiéramos podido ver a Jesús a través de los ojos de su Madre! ¡Qué inmensidad tan grande! ¡Y qué pequeñez la de muchos fariseos, que andaban con aquellos enredos acerca de la ley...! ¡Ni siquiera en los mismos milagros supieron descubrir al Mesías!; al menos una buena parte de ellos permaneció ciega ante la Luz del mundo. Y su ciencia de las Escrituras Santas no les sirvió para percibir el cumplimiento de todo lo que se había predicho de Él. Muchos contemporáneos se negaron a creer en Jesús porque no eran de corazón bueno, porque sus obras eran torcidas, porque no amaban a Dios ni tenían una voluntad recta: Mi doctrina no es mía -dirá el Señor-, sino de Aquel que me ha enviado. Quien quisiere hacer la voluntad de Él conocerá si mi doctrina es de Dios o mía4. No tuvieron las disposiciones adecuadas, no buscaban el honor de Dios, sino el suyo propio5. Ni siquiera los milagros pueden sustituir a las necesarias disposiciones interiores. La razón honda del rechazo al Mesías tanto tiempo esperado, con tanto detalle anunciado, estriba en que no solo no poseían en su corazón a Dios como Padre, sino que tenían "al diablo por padre", porque sus obras no eran buenas, ni sus sentimientos, ni sus intenciones6.

"Dios se deja ver de quienes son capaces de verle, porque tienen abiertos los ojos de la mente. Porque todos tienen ojos, pero algunos los tienen cubiertos de tinieblas y no pueden ver la luz del sol. Y no deja de brillar la luz solar porque los ciegos no la vean, sino que se debe atribuir esta oscuridad a su falta de capacidad para ver"7. ¡Cómo habremos de cuidar la frecuente Confesión de nuestras faltas y pecados, si este sacramento nos limpia y nos dispone para ver con mayor claridad al Señor ya aquí en la tierra!

En el apostolado debemos tener en cuenta que, con frecuencia, el gran obstáculo para que muchos acepten la fe, la vocación o una vida cristiana coherente son los pecados personales no remitidos, los afectos desordenados y las faltas de correspondencia a la gracia. "El hombre, llevado de sus prejuicios, o instigado por sus pasiones y mala voluntad, no solo puede negar la evidencia, que tiene delante, de los signos externos, sino resistir y rechazar también las superiores inspiraciones que Dios infunde en su alma"8. Si falta el deseo de creer y de hacer la voluntad de Dios en todo, cueste lo que cueste, no se aceptará ni siquiera lo que es evidente. De ahí que quien vive encerrado en su egoísmo, quien no busca el bien sino la comodidad o el placer, tendrá muchas dificultades para creer o para entender un ideal noble; y, si se trata de alguien que ya ha respondido positivamente a una vocación de entrega a Dios, encontrará una resistencia creciente ante las concretas exigencias de su llamada.

La Confesión sincera y contrita, bien preparada, se presenta así como el gran medio para encontrar el camino de la fe, la claridad interior necesaria para ver lo que Dios pide. Cuando una persona purifica y limpia su corazón ha preparado el terreno para que la semilla de la fe y de la generosidad crezca en su alma y dé fruto. Hacemos un inmenso bien a las almas cuando les ayudamos para que se acerquen al sacramento del Perdón. Es de experiencia común que muchos problemas y dudas se terminan con una buena Confesión; el alma ve con mayor claridad cuanto más limpia está y cuanto mejores son las disposiciones de la voluntad.

III. Pesaba en el ánimo de los discípulos el fracaso de no haber logrado curar ellos al joven lunático, pues cuando entraron en casa, a solas, le preguntaron: ¿Por qué no hemos podido expulsarlo? Y el Señor les dio una respuesta de gran utilidad también para nosotros y para el apostolado. Les dijo: Esta raza (de demonios) no puede ser expulsada por ningún medio, sino con la oración.

Solo con la oración venceremos determinados obstáculos, conseguiremos superar tentaciones y ayudar a muchos amigos a llegar hasta Cristo. Comentando este pasaje del Evangelio, explica San Beda que al enseñar a los Apóstoles cómo debe ser expulsado este demonio tan maligno, nos indica a todos cómo hemos de vivir, y cómo la oración es el medio para superar incluso las mayores tentaciones. La oración no solo son las palabras con que invocamos la misericordia divina, sino también lo que ofrecemos en obsequio de nuestro Señor, movidos por la fe9. Todo nuestro trabajo y nuestras obras deben ser plegaria llena de frutos.

Acompañemos la oración con las buenas obras, con un trabajo bien realizado, con el empeño por hacer mejor aquello en que queremos la mejora del amigo. Esa actitud ante Dios abre también camino a un aumento de fe en el alma. "Es solamente en la oración, en la intimidad del diálogo inmediato y personal con Dios, que abre los corazones y las inteligencias (cfr. Hech 16, 14), donde el hombre de fe puede ahondar en la comprensión de la voluntad divina respecto a su propia vida"10, y a todo lo que a ella atañe.

Pidamos con frecuencia al Señor que nos aumente la fe: ante el apostolado cuando los frutos tardan en llegar, ante los defectos propios o de quienes nos rodean que no se superan, cuando nos vemos con escasas fuerzas para lo que Dios quiere de nosotros: ¡Señor, auméntanos la fe! Así pedían los Apóstoles cuando, a pesar de oír y ver al mismo Cristo, sentían flaquear su confianza. Jesús siempre ayuda. A lo largo del día de hoy, y todos los días, nos sentiremos necesitados de decir: ¡Señor! ¡No me dejes solo con mis fuerzas, que nada puedo! La petición de aquel buen padre nos anima hoy a dirigirnos a Jesús en demanda de mayor fe: "Se lo decimos con las mismas palabras nosotros ahora, al acabar este rato de meditación. ¡Señor, yo creo! Me he educado en tu fe, he decidido seguirte de cerca. Repetidamente, a lo largo de mi vida, he implorado tu misericordia. Y, repetidamente también, he visto como imposible que tú pudieras hacer tantas maravillas en el corazón de tus hijos. ¡Señor, creo! ¡Pero ayúdame, para creer más y mejor!

"Y dirigimos también esta plegaria a Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, Maestra de fe: ¡bienaventurada tú, que has creído!, porque se cumplirán las cosas que se te han anunciado de parte del Señor (Lc 1, 45)"11.

1 Mc 9, 13-28. — 2 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 204. — 3 Cfr. San Juan Crisóstomo, Homilías sobre los Hechos de los Apóstoles, 35. — 4 Jn 7, 16-17. — 5 Cfr. Jn 5, 41-44. — 6 Cfr. Jn 8, 42-44. — 7 Pío XII, Enc. Humani generis, 12-VIII-1950. — 8 San Teófilo de Antioquía, Libro I, 2, 7. — 9 Cfr. San Beda, Comentario al Evangelio de San Marcos, in loc. — 10 A. del Portillo, Escritos sobre el sacerdocio, pp. 92-93. — 11 San Josemaría Escrivá, loc. cit.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Bernardino de Siena,
Predicador

(Año 1444)

 San Bernardino de Siena:
Suplícale al buen Dios y pídele a la Virgen Santísima,
que nos envíe muchos y muy buenos predicadores, como tú.
Ay de mí si no propago el evangelio. (San Pablo)
.

San Bernardino fue el más famoso predicador del 1400 y sus sermones sirvieron de modelos de predicación para muchos oradores en los siglos siguientes.

Nació cerca de Siena en Italia en el año 1380. Su padre era gobernador. El niño quedó huérfano de padre y madre a los siete años. Dos tías se encargaron de su educación y lograron formarlo lo mejor posible en ciencias religiosas y darle una educación muy completa. Sus estudios de bachillerato los hizo con tal dedicación que obtuvo las mejores notas.

Era muy simpático en el trato y las gentes gozaban en su compañía. Pero cuando oía a alguien que empleaba un vocabulario grosero y atrevido le corregía con toda valentía, para que abandonara esa mala costumbre.

Era muy bien parecido y un día un compañero lo incitó a cometer una acción impura. Bernardino le respondió dándole una sonora bofetada. Otro día un estudiante invitó a los compañeros del curso a cometer impurezas y Bernardino los animó a todos contra el impuro y le lanzaron barro y basura por la cara hasta hacerlo salir huyendo. Pero en el resto de su vida Bernardino fue siempre un modelo de amabilidad y bondad.

De joven se afilió a una asociación piadosa llamada "Devotos de Nuestra Señora" que se dedicaba a hacer obras de caridad con los más necesitados. Y sucedió que en el año 1400 estalló en Siena la epidemia de tifo negro. Cada día morían centenares de personas y ya nadie se atrevía a atender los enfermos ni a sepultar a los muertos, por temor a contagiarse. Entonces Bernardino y sus compañeros de la asociación se dedicaron a atender a los apestados. Trabajaban de día y de noche. Bernardino preparaba muy bien a los que ya se iban a morir, para que murieran en paz con Dios y bien arrepentidos de sus pecados. Y como por milagro, este grupo de jóvenes se libró del contagio de la peste del tifo. Pero cuando pasó la enfermedad, Bernardino estaba tan débil y sin alientos, que estuvo por varios meses postrado en cama, con alta fiebre. Esto le disminuyó mucho las fuerzas de su cuerpo, pero le sirvió enormemente para aumentar la santidad de su alma.

Cuando ya recobró otra vez su salud, de vez en cuando se alejaba de casa y a quienes le preguntaba a dónde se dirigía les respondía: "Voy a visitar a una personita de la cual estoy enamorado". La gente creía que era que se iba a casar, pero un día sus tías le siguieron los pasos y se dieron cuenta de que se iba a una ermita donde había una estatua de la Virgen Santísima y allí le rezaba con gran fervor.

En el año 1402 entró de religioso franciscano. Lo recibieron en un convento cercano a su familia, pero como allí iban muchos amigos a visitarlo pidió que lo enviaran a otro más alejado y donde la disciplina era muy rígida, y así en el silencio, la oración y la mortificación se fue santificando.

Nuestro santo nació el día de la fiesta del nacimiento de la Santísima Virgen, el 8 de septiembre. Y en esa misma fecha recibió el bautismo. Y también un 8 de septiembre recibió el hábito de franciscano y en ese gran día de la Natividad de Nuestra Señora recibió la ordenación sacerdotal (en 1404). Fue pues siempre para él muy grata y muy significativa esta santa fecha.

Los primeros 12 años de sacerdocio los pasó Bernardino casi sin ser conocido de nadie. Vivía retirado, dedicado al estudio y la oración. Dios lo estaba preparando para su futura misión.

Ni la voz ni las cualidades oratorias le ayudaban a Bernardino para tener éxito en la predicación. Entonces se dedicó a pedir a Nuestro Señor y a la Sma. Virgen que lo capacitaran para dedicarse a evangelizar con éxito y de pronto Dios le envió a predicar. Y esto sucedió de un modo bien singular. Durante tres días seguidos, estando rezando todos los religiosos por la mañana, de pronto un joven novicio, sin poder contenerse, interrumpió la oración y le dijo: "Hermano Bernardino: no ocultes más las cualidades que Dios te ha dado. Vete a Milán a predicar". Iguales palabras le fueron dichas cada uno de los tres días. Todos consideraron que esto era una manifestación de la voluntad de Dios y le aconsejaron que se fuera a la gran ciudad a predicar la Cuaresma. Y los éxitos fueron impresionantes. Las multitudes empezaron a asistir en inmensas cantidades a sus sermones. Al principio le costaba mucho hacerse oír a lo lejos pero le pidió con toda fe a la Virgen Santísima y Ella le concedió una voz potente y muy sonora (en vez de la voz débil y desagradable que antes tenía).

Y desde 1418 hasta su muerte, por 26 años Bernardino recorre pueblos, ciudades y campos predicando de una manera que antes la gente no había escuchado. Se levantaba a las 4 de la mañana y durante horas y horas preparaba sus sermones. Y el efecto de cada predicación era un entusiasmarse todos por Jesucristo y una gran conversión de pecadores. Muchísimos terminaban llorando de arrepentimiento al escuchar sus palabras. Cuando su voz potentísima gritaba en medio de la silenciosa multitud: "Temblad tierra entera, al ver que la criatura se ha atrevido a ofender a su Creador", a las gentes les parecía que el piso se movía debajo de sus pies y empezaban a llorar con gran arrepentimiento. Casi siempre tenía que predicar en las plazas y campos porque en los templos no cabía la gente que deseaba escucharle.

Recorrió todo su país (Italia) a pie, predicando. Cada día predicaba bastantes horas y varios sermones. A todos y siempre les recomendaba que se arrepintieran de sus pecados y que hicieran penitencia por su vida mala pasada. Atacaba sin compasión los vicios y las malas costumbres e invitaba con gran vehemencia a tener un intenso amor a Jesucristo y la Virgen María.

Por todas partes llevaba y repartía un estandarte con estas tres letras: JHS (Jesús, Hombre, Salvador) e invitaba a sus oyentes a sentir un gran cariño por el nombre de Jesús. Donde quiera que San Bernardino predicaba, quedaban muchos estandartes en palacios y casas con sus tres letras: JHS.

En Polonia predicó contra los juegos de azar y las gentes quemaron todos los juegos de azar que tenían. Un fabricante de naipes se quejó con el santo diciéndole que lo había dejado en la ruina, y él aconsejó: "Ahora dedíquese a imprimir estampas de Jesús". Así lo hizo y consiguió más dinero que el que había logrado conseguir imprimiendo cartas de naipe.

Los envidiosos lo acusaron ante el Papa diciendo que Bernardino recomendaba supersticiones. El Papa le prohibió predicar, pero luego lo invitó a Roma y lo examinó delante de los cardenales y quedó tan conmovido el Sumo Pontífice al oírle sus predicaciones, que le dio orden para que pudiera predicar por todas partes.

Durante 80 días predicó en Roma e hizo allí 114 sermones con enorme éxito.

El Papa quiso nombrarlo arzobispo, pero el santo no se atrevió a aceptar. Entonces lo nombraron superior de los franciscanos, porque era el que más vocaciones había conseguido para esa comunidad.

Cuando Bernardino entró en la comunidad de franciscanos observantes, solamente había en Italia 300 de estos religiosos. Cuando él murió ya había más de 4,000.

Los grandes sacrificios que tenía que hacer para predicar tantas veces y en tan distintos sitios, y los muchos ayunos y penitencias que hacía, lo fueron debilitando notoriamente. En su rostro se notaba que era un verdadero penitente, pero esta misma apariencia de austero y mortificado, le atraía más la admiración de las gentes. El único lujo que aceptó en sus últimos años, fue el de un borriquillo, para no tener que hacer a pie todos sus largos viajes.

Era tal su deseo de progresar en el arte de la elocuencia y del buen predicar, que donde quiera que sabía que había un buen predicador, se iba a escucharlo y aún ya lleno de años, se sentaba como simple discípulo para escuchar las clases de los maestros afamados que enseñaban cómo hablar bien en público.

Y acompañaba sus predicaciones con admirables milagros y prodigios.

En su ciudad natal, Siena, había muchas divisiones y peleas. Se fue allá y predicó 45 sermones que devolvieron la paz a toda esa región. Uno de los oyentes logró copiar esos sermones y se conservan como una verdadera joya de la elocuencia sagrada, donde se combinan la teología con los consejos prácticos y la agradabilidad con la profundidad. Verdaderamente Bernardino era un gran maestro de oratoria.

En 1444, mientras viajaba por los pueblos predicando, con muy poca salud pero con un inmenso entusiasmo, se sintió muy débil y al llegar al convento de los franciscanos en Aquila, murió santamente el 20 de mayo.

En su sepulcro se obraron numerosos milagros y el Papa Nicolás V ante la petición de todo el pueblo, lo declaró santo en 1450 a los 6 años de haber muerto.

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Fuente: VidasEjemplares.org
Colomba (Paloma) de Riete, Beata Virgen, Mayo 20  

Colomba (Paloma) de Riete, Beata

Beata nacida en Rieti en el año 1467 y muerta en Perugia (ciudad de Italia Central y capital de la región de Umbría) en 1501.

Hija de Angelo Antonio Petrozzi y Vanna Guardagnoli, familia de modestos comerciantes, llegó a ser una mujer muy influyente en la sociedad italiana de su época. Cuenta su leyenda que Colomba nace el 2 de febrero de 1467, día de la Presentación del Señor. Sus padres decidieron bautizarla con el nombre de Angélica, pero en el momento del bautismo, apareció sobre ella una paloma blanca y decidieron cambiarlo por el de Colomba (Paloma en castellano).

Manifiesta muy pronto su vocación y su gran devoción por la Virgen. A los doce años comienza a tener visiones; en la primera de ellas, ve a Cristo acompañado por Santo Domingo y San Jerónimo, interpretado por ella como una llamada a su propia vocación. Decide así dedicar su vida a Dios y realiza planes para tener una vida solitaria.

Sin embargo su familia había decidido casarla con un joven de su misma ciudad, sin que ella lo supiera. Colomba en ese momento, y prevenida por otra visión de los planes que sus padres habían decidido para ella, se corta el pelo y se lo entrega al que iba a ser su prometido, negándose así a contraer matrimonio. Vista la oposición de los suyos, Colomba se consagra a Dios, y viste en su propia casa el hábito de la "Penitencia de Santo Domingo", siguiendo el ejemplo de Santa Catalina de Siena (1347-1380), santa por la que sentía gran devoción. Todo esto haría que su hermano, un joven arrogante y violento, tratara de asesinarla.

Colomba empieza a hacerse célebre en su ciudad por sus visiones y sus éxtasis, además de por sus múltiples milagros. Eran famosos sus grandes ayunos y sus austeras penitencias, en los que se alimentaba únicamente de agua y de la Eucaristía.

A los diecinueve años, ingresa en las Terciarias Dominicas de su ciudad natal, mientras aumenta entre sus conciudadanos su fama de santidad. Buscando alejarse de la presión de la gente, Colomba se traslada a Foligno y de aquí a Perugia en 1488, donde toma solemnemente los votos. Vive allí como priora del convento dedicada a las obras de misericordia, hasta su muerte el 20 de mayo de 1501, festividad de la Ascensión, a la edad de 34 años. Sus reliquias son todavía veneradas en esta ciudad.

Son famosos sus milagros y sus visiones fruto del éxtasis. De entre los milagros, caben destacar dos. El primero, cuenta que en 1494 una terrible plaga de peste asolaba Perugia, por lo que sus habitantes acuden a Colomba que se ofrece como víctima en lugar de la ciudad, erradicándose de inmediato. El segundo milagro consiste en que hizo revivir a un niño ya muerto.

Estando en Perugia entra en contacto con muchas personas que acuden a pedirle consejo, no sólo italianos, también españoles y franceses. Hay reyes como Fernando e Isabel, los Reyes Católicos, y miembros del alto clero, como el cardenal francés Raimondo Perauld, que siguen su ejemplo y mantienen una especial devoción por Colomba.

De sus visiones, caben destacar dos. Colomba siempre había anhelado visitar Tierra Santa. Sin embargo nunca le fue posible viajar, aunque sí lo hizo espiritualmente en un éxtasis que le duró cinco días, en los que fue conducida por todos los Santos Lugares, y que posteriormente describió con absoluta exactitud. La segunda de sus destacadas visiones, tiene que ver con el Papa Alejandro VI (1492-1503), con el que mantuvo serias discrepancias. Durante algún tiempo, fue tratada por la curia romana como una impostora y fue desposeída de su cargo. En 1495, mantiene un encuentro en Perugia con el Papa, en el que cae en éxtasis delante del mismo. En el transcurso de la visita, Colomba recrimina al Pontífice su vida de pecado, y la de sus hijos (parece ser que fue duramente contestada por la hija del Papa, Lucrecia Borgia), así como la impiedad e inmoralidad prevalecientes en la Iglesia durante esta época.

Su confesor Sebastiano Angeli escribe su biografía a principios del siglo XVI, y la diócesis de Perugia-Rieti, interpone un siglo más tarde la causa de canonización. Es nombrada beata el año 1713.

En el arte, se la representa junto a un ángel que le lleva la Eucaristía, o con una mano proveniente del cielo que le acerca la Ostia, además de con una guirnalda de rosas en la cabeza, una cruz, una azucena y un rosario, o con una paloma, un lirio y un libro.

Su experiencia mística, sus éxtasis y sus dotes proféticas, unidas a una no común vida penitencial, hacen de Colomba una figura de fuerte reclamo. El pueblo de Perugia y Rieti, la recuerda como la "santa viva".

Su labor por la paz, le dio el nombre popular de "Paloma (Columba) de la paz". Antes de morir llamó a los magistrados para recordarles: "Cuantos no aman a sus hermanos, no son dignos del Padre de todos; el odio provoca la cólera divina y las lágrimas de los oprimidos son la condena de los poderosos" Murió a los treinta y cinco años el 20 de mayo de 1501.

Sus reliquias se conservan en el monasterio de las dominicas de Perugia.

El Papa Urbano VIII, confirmó su culto el 25 de febrero de 1627.

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Lucífero de Cagliari, Santo Obispo, Mayo 20  

Lucífero de Cagliari, Santo

Obispo

Etimológicamente significa "portador de luz". Viene de la lengua latina.

La posibilidad de utilizar las grandes técnicas científicas para atentar contra la vida de una parte de la humanidad, acrecienta una violenta crisis de confianza: Hay pueblos que llegan a tener miedo unos de otros, y los responsables de los estados caen en este mismo miedo; la consecuencia es un replegarse sobre sí mismos, las capacidades creativas quedan paralizadas por el terror.

Fue un obispo del siglo IV. Cuando se recorre la hagiografía de los santos, uno caen en la cuenta de que éste –con nombre parecido al del demonio Lucifer-, es uno de los más admirados y queridos por el pueblo de Cerdeña.

Nunca se replegó sobre sí mismo, sino que, por el contrario, sembró la paz, la cultura entre su pueblo que, gracias a él, no se sentía atemorizado.

Uno de los frentes de batalla mas serios con los que tuvo que enfrentarse, fue precisamente el arrianismo.

Menos mal que tenía una honda preparación intelectual y una gran firmeza de espíritu.
Se le conoce como el gran combatiente contra el hereje Arrio. San Atanasio le escribía desde Alejandría. Le decía palabras como éstas: "Oh Lucífero, sigue haciendo honor a tu nombre y siembra la verdad en todos los lugares".

Fue legado del Papa en el concilio de Milán en el año 355.

Juntamente con san Eusebio y san Dionisio de Milán fueron los únicos en condenar la conducta del emperador Constante con Atanasio. Por eso serían exiliados los dos. Desde su destierro en Palestina escribió muchas cartas en defensa de la doctrina de la Iglesia. Juliano el Apóstata le permitió volver a Cagliari, en donde murió en el 370.

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Fuente: Mercaba.org
Lidiade Tiatira, Santa Comerciante, 20 de mayo  

Lidiade Tiatira, Santa

Comerciante

Martirologio Romano: Conmemoración de santa Lidia de Tiatira, vendedora de púrpura, que fue la primera que creyó en el Evangelio en Filipos, en Macedonia, cuando lo predicó el apóstol san Pablo (s. I).

 

Ser el primero en hacer algo es un modo seguro de hacer que tu nombre figure en el libro de los récords. La primera persona en dar la vuelta al globo. La primera persona en correr la milla en menos de tres minutos. La primera persona en llegar al Polo Sur. Lidia también fue una de las primeras. Su familia fue la primera en Europa en convertirse al cristianismo y ser bautizada.

Lidia era una comerciante de púrpuras. Eso podría no significar mucho para nosotros hoy en día, pero en el siglo primero eso significaba que era una mujer muy rica. Dado que el tinte de la púrpura se extraía con muchas dificultades de cierto molusco, sólo una elite podía permitirse tener telas teñidas de ese color. Una mercader que vendiera ese tinte tan extremadamente costoso era rica, se mirase como se mirase.

La riqueza se cita a menudo como uno de los principales obstáculos al crecimiento espiritual.

Se nos advierte que "es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de los Cielos". Eso no significa, sin embargo, que ser pobre te haga mejor automáticamente. Una persona pobre que acumula unas pocas posesiones no es mejor que una persona rica que acumula muchas. No hay indicaciones de que Lidia abandonara su negocio tras convertirse al cristianismo. Pero hay muchas pruebas de que utilizó su fortuna sabiamente.

Entendió que el valor real de la riqueza reside en el modo en que la usas, no en cuánto tienes.

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Fuente: Vatican.va
Arcángel Tadini, Santo Párroco, 20 de mayo  

Arcángel Tadini, Santo

Fundador de la Congregación de
las Hermanas Obreras de la Santa Casa de Nazaret

Nació en Verolanuova (Brescia, Italia), el 12 de octubre de 1846. Su padre, secretario del Ayuntamiento, se casó en primeras nupcias con Giulia Gadola, con quien tuvo siete hijos y de la que quedó viudo a los 39 años. Después se casó con su cuñada, Antonia Gadola, madre de Arcángel, el cual fue de salud delicada y precaria. Hizo los estudios primarios en su pueblo natal y luego en el instituto de Lovere, como sus hermanos. En 1864 ingresó en el seminario de Brescia, donde se encontraba también su hermano Julio. En aquel período sufrió un accidente que lo dejó cojo para toda la vida.

En 1870 recibió la ordenación sacerdotal. Eran tiempos duros a consecuencia de la lucha por la unificación de Italia y de las tensiones entre el Estado y la Iglesia, caracterizados por una gran pobreza del pueblo, los enfrentamientos políticos y las primeras tentativas de industrialización; pero, al mismo tiempo, había grandes manifestaciones de caridad cristiana y de una profunda religiosidad popular.

Durante su primer año de ministerio, la enfermedad lo obligó a permanecer con su familia. De 1871 a 1873 fue vicario cooperador en Lodrino, pequeña aldea de montaña, y luego capellán en el santuario de Santa María de la Nuez, barrio de Brescia. En ambos lugares fue, al mismo tiempo, maestro nacional. Su atención a las necesidades de la gente constituyó uno de los rasgos característicos de su ministerio sacerdotal, desde el comienzo: cuando, a causa de un aluvión, muchos de sus feligreses perdieron todos sus bienes, organizó en la casa parroquial un comedor para 300 personas y dio cobijo a los que se habían quedado sin casa. En 1885 fue enviado a Botticino Sera como coadjutor. A los 41 años de edad fue nombrado párroco arcipreste de aquella iglesia. Celebró allí sus 25 años de párroco, poco antes de fallecer.

Amaba a sus feligreses y no escatimaba ningún esfuerzo con tal de lograr que crecieran humana y espiritualmente. Formó un coro, una banda musical y varias hermandades; reestructuró la iglesia; daba la catequesis apropiada a cada persona; y cuidaba con esmero la liturgia. Prestaba atención especial a la celebración de los sacramentos. Preparaba las homilías teniendo presente la Palabra de Dios, la doctrina de la Iglesia y el camino espiritual de sus fieles.

Su atención pastoral, en tiempos de la primera revolución industrial, se centró, sobre todo, en la pobreza. Se dio cuenta de que la Iglesia era interpelada por los que sufrían en las fábricas, en las hilanderías y en los campos. Siguiendo el ejemplo de otros sacerdotes, fundó la Asociación obrera de mutuo socorro, que garantizaba a las obreras una ayuda en caso de enfermedad, accidente laboral, invalidez o vejez. Los trabajadores más explotados eran las jóvenes; por eso, a ellas dedicó la mayor parte de sus fuerzas. Impulsado por la encíclica Rerum novarum del Papa León xiii, e interpretando los signos de los tiempos, proyectó y construyó una fábrica de tejidos con su patrimonio familiar. En 1895 quedó concluida, con instalaciones y maquinaria de vanguardia. Tres años más tarde, adquirió con un préstamo la casa anexa con el fin de hacer una residencia para las obreras.

Para educarlas fundó, con muchas dificultades, la congregación de las religiosas Obreras de la Santa Casa de Nazaret. Estas religiosas entraban a trabajar en las industrias con las obreras para compartir sus fatigas y tensiones, ganándose el pan con el trabajo; se preocupan de las muchachas y las educan con el ejemplo.

A sus religiosas, y también a las familias, don Arcángel propuso como modelo la Sagrada Familia de Nazaret, en la que Jesús, José y María trabajaron y vivieron con humildad y sencillez. Nuestro Señor no sólo se sacrificó en la cruz, sino que antes, durante 30 años, no se avergonzó de utilizar los instrumentos de carpintero, ni de tener las manos encallecidas y la frente bañada de sudor. Les enseñaba a aceptar la fatiga y las dificultades, ya que nos permiten cooperar en la redención.

A pesar de su frágil salud, don Arcángel sacaba fuerzas de su íntima unión con el Señor, acompañada por la penitencia y la oración. Su confianza en la Providencia era ilimitada. Su humildad y obediencia a sus superiores brillaban en las dificultades.

Debido a sus iniciativas, don Tadini fue objeto de calumnias e incomprensiones, incluso en el ámbito de la Iglesia. En realidad, anticipó los tiempos: intuyó que la religiosa, obrera entre las obreras, podía facilitar una comprensión más positiva del mundo del trabajo, ya no considerado como un lugar contrario a la Iglesia, sino como un ambiente necesitado de fermento evangélico, un mundo con el cual encontrarse más que oponérsele.

Era consciente de que su obra era precursora, pero estaba firmemente convencido de que no era suya, sino de Dios: "Dios la ha querido, la guía, la perfecciona, la lleva a término". Don Tadini, hombre emprendedor, fue un sacerdote auténtico, supo conjugar sabiamente riesgo y fe, amor a los hombres y amor a Dios, austeridad y ternura.

La muerte lo sorprendió, el 20 de mayo de 1912, cuando el sueño de su vida aún no se había realizado, pero, como semilla caída en tierra fértil, dio abundantes frutos.

Fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 3 de octubre de 1999. Con su canonización, Benedicto XVI lo pone como ejemplo a los sacerdotes, lo indica como intercesor a las familias y lo presenta como protector a los trabajadores.

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Fuente: Vatican.va
Josefa Stenmanns, Beata Co-Fundadora, Mayo 20  

Josefa Stenmanns, Beata

Co-Fundadora de la Congregación
de Misioneras Siervas del Espíritu Santo

Nació el 28 de mayo de 1852 en Issum, en la Baja Renania (Alemania). Era la mayor de siete hermanos. Ya desde su infancia mostró gran preocupación por los pobres y por los que sufren, a quienes visitaba con su madre. También cuidaba con responsabilidad a sus hermanos menores. Cuando dejó la escuela, contribuyó a los ingresos familiares con su trabajo como tejedora de seda. Ya en su juventud comenzaron a manifestarse las cualidades que la caracterizarían: su naturaleza maternal y jovial, la amabilidad y la compasión. Siempre buscaba a los enfermos y necesitados, y la gente se dirigía a ella en busca de consejo para resolver sus problemas. Sin que ella misma lo supiera, Dios estaba preparando el carácter y los talentos que necesitaría para sus futuras tareas.

A los 19 años entró a formar parte de la Tercera Orden de San Francisco. En ese suelo fértil desarrolló una gran sencillez, tanto en la oración como en su trato con los demás, además de la confianza en Dios y su capacidad de entrega total. Su deseo de consagrarse a Dios fue creciendo en la medida en que absorbía el espíritu de san Francisco, pero la Kulturkampf ("lucha por la cultura"), que implicaba una serie de leyes anticatólicas y que por entonces reinaba en Alemania, hacía imposible la vida religiosa. A esto se sumó la promesa que hizo a su madre agonizante de ocuparse de sus hermanos menores. La idea de la vida religiosa parecía cada vez más imposible.

Algunos años más tarde, a través de un aprendiz de su padre, Hendrina encontró el camino que la llevaría a Steyl y a pedirle al fundador de la Sociedad del Verbo Divino, Arnoldo Janssen, que la aceptara en la Casa Misional como Ayudante de cocina. Su intención profunda era apoyar la causa misionera con su trabajo en la cocina. Cuando llegó a Steyl tenía casi 32 años de edad. La carta a Arnoldo Janssen era una expresión de su espiritualidad y de su profundo deseo dedicarse totalmente a la tarea misional. No tenía grandes planes. Simplemente llevaba a cabo lo que reconocía como la voluntad de Dios en cada momento.

Su decisión de vivir en la Casa Misional como ayudante de cocina implicaba para ella, al igual que para su compañera Elena, descender hasta el nivel más bajo de la escala social. Así comenzó una vida de duro trabajo y de renuncias que duraría cinco años, mientras esperaba el momento de la fundación femenina. El 8 de diciembre de 1889, ella y un pequeño grupo de compañeras comenzaron su postulantado. Era la piedra fundamental de la nueva congregación, las Siervas del Espíritu Santo. Luego siguió el noviciado y los primeros votos, emitidos en marzo de 1894, con los que Hendrina recibió el nombre de Josefa.

La ahora hermana Josefa era responsable de dirigir los aspectos prácticos de la casa. Más tarde se convertiría en maestra de postulantes. Se caracterizó por su gran comprensión de la naturaleza humana y mostró su capacidad para introducir a las jóvenes en la vida religiosa con sabiduría y empatía. Luego el convento se abriría para retiros de mujeres, un apostolado que implicaba trabajo extra para las hermanas. Pronto se agregarían el estudio de idiomas y un curso de capacitación docente.

A la hermana Josefa se la conocía sobre todo por su amor a la oración. En medio de sus múltiples tareas, progresaba cada vez más en el. silencio interior y la verdadera contemplación. El rosario y ciertas jaculatorias, como la invocación "¡Ven, Espíritu Santo!", la llevaban a la presencia interior de Dios en su corazón.

Cuando la hermana María Elena pasó a la rama de clausura, Siervas del Espíritu Santo de Adoración Perpetua, la hermana Josefa asumió la dirección de la comunidad de las hermanas misioneras. A pesar del peso de las tareas y las exigencias de una comunidad grande y joven, no se perdió en el activismo. En lo profundo de su corazón permanecía en unión con Dios y supo mantener la paz interior.

Los últimos meses de la vida de la hermana Josefa estuvieron marcados por una grave y dolorosa enfermedad. Ya en su lecho de muerte, en medio de un ataque de asma, entregó su testamento espiritual a las hermanas: cada respiro de una Sierva del Espíritu Santo debía decir "¡Ven, Espíritu Santo!".

Murió en Stevl el 20 de mayo de 1903.

Fue beatificada el 29 de Junio del 2008 en el pontificado de S.S. Benedicto XVI.

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Fuente: Vatican.va
Marta Wiecka, Beata Religiosa, Mayo 20  

Marta Wiecka, Beata

Hija de la Caridad

Nació el 12 de enero de 1874 en Nowy Wiec al noroeste de Polonia. Fue bautizada seis días después con los nombres de Marta Ana. Era la tercera de los 13 hijos de Marcelino y Paulina. Sus padres, dueños de un campo de cien hectáreas, vivían un ambiente de fe profunda. En la casa de Marta se rezaba el Rosario en familia todos los días, se leían las biografías de los santos u otros libros religiosos, y se compartía el contenido de la homilía dominical.

El Estado polaco había desaparecido del mapa de Europa en el año 1795 después de las tres reparticiones sucesivas de su territorio entre Austria, Prusia y Rusia. Nowy Wiec se hallaba en la región prusiana cuyas autoridades, aplicando métodos impositivos y a veces brutales, sometían a la población a una germanización forzosa. La familia Wiecka, juntamente con otras muchas, constituyeron la base de la oposición ante la invasión germánica.

A la edad de dos años Marta cayó tan gravemente enferma, que estuvo a las puertas de la muerte. La mejoría radical sucedió tras una insistente oración a la Virgen en su santuario de Piaseczno. La familia interpretó este hecho como milagro, e impulsó a Marta a mantener siempre una relación cercana y filial con la santísima Virgen. Toda su vida estuvo marcada por la devoción mariana. Ella misma afirmaba que recurría a la Virgen en todas sus necesidades y María jamás le había negado nada de lo que pedía.

Desde su infancia, Marta ayudaba en casa cuanto podía. Los vecinos testimoniaron que era una chica piadosa, amable y humilde de corazón, de carácter recto; sobre todo, irradiaba serenidad y alegría. Su familia y sus vecinos conocían también su honda devoción a san Juan Nepomuceno. Siendo niña encontró una estatua de este santo y organizó su restauración, tras la cual fue colocada frente a su casa. Muchas veces se la podía ver rezando ante ella; y durante toda la vida conservó la devoción a este santo.

El 3 de octubre de 1886, a los 12 años de edad, recibió la primera Comunión. A partir de esta fecha, su unión con Jesucristo Eucaristía se fortaleció y su vida de oración se centró totalmente en él. Cuando podía, se dirigía a la iglesia parroquial, a 12 kilómetros de Nowy Wiec, para participar en la Eucaristía. En su casa dedicaba frecuentemente su tiempo a la oración. Cuando su madre se enfermó, la reemplazó en algunos trabajos de la casa, sobre todo en el cuidado de los niños más pequeños.

A los dieciséis años pidió el ingreso en la Compañía de las Hijas de la Caridad. La visitadora la hizo esperar dos años, hasta alcanzar la edad exigida. En el año 1892, a los 18 años lo solicitó de nuevo con su amiga Mónica Gdaniec, pero no fue admitida en Chelmno porque había exceso de postulantes. Entonces el número de admisiones estaba restringido por las autoridades prusianas. Ambas amigas, viajaron a Cracovia, que estaba entonces bajo el dominio austriaco, y allí, el 26 de abril de 1892, fueron admitidas en el postulantado. Después de cuatro meses, el 12 de agosto, entraron en el noviciado. Allí, durante ocho meses de formación inicial, asimiló el ideal de las Hijas de la Caridad que iba a desarrollar en los años posteriores.

Después de la toma de hábito, el 21 de abril de 1893, sor Marta fue destinada al Hospital general de Lvov, que se hallaba en la parte austriaca, y pertenecía a la provincia de Cracovia. Muy pronto se ganó la estima de una hermana por su amor y servicio a los enfermos con gran entrega y abnegación. La estancia en Lvov duró año y medio. Luego fue trasladada al pequeño hospital de Podhajce, donde durante cinco años también dio testimonio de devoción y cariño en el cuidado de los pacientes. En este hospital emitió los primeros votos, el 15 de agosto de 1897, ratificando su entrega total a Dios para servirle en los más pobres.

En 1899 fue destinada al hospital de Bochnia, ciudad cercana a Cracovia. En ese tiempo sor Marta tuvo una visión de la cruz, desde la cual le habló el Señor animándola a soportar todas las contrariedades y le prometió llevarla pronto consigo. Este acontecimiento despertó en ella un celo todavía más intenso en su trabajo y una fuerte añoranza del cielo. La prueba anunciada no tardó en llegar. Un hombre desmoralizado, al salir del hospital, divulgó por la ciudad la falsa noticia de que sor Marta había quedado embarazada por su relación amorosa con un paciente joven, pariente del párroco. A partir de entonces cayó sobre ella una ola de afrentas maliciosas de parte de los habitantes de la ciudad. Ella no dejó de cumplir sus deberes con la servicialidad y cariño de siempre. A pesar de sufrir persecución moral, soportaba esta calumnia en silencio abandonándose en manos de Dios.

En el año 1902 fue destinada al hospital de Sniatyn (hoy en Ucrania). El párroco del lugar pronto se dio cuenta de la profundidad espiritual de sor Marta y de su don de discernimiento de las almas. Y empezó a enviarle personas que no necesitaban cuidados de enfermería sino consejo y dirección espiritual. Sor Marta no se limitaba sólo a esta tarea; socorría y servía con fervor a todos los necesitados.

Amaba mucho su vocación e irradiaba alegría y satisfacción en su entrega a los pobres. Siempre tenía una sonrisa sincera en su rostro. Sabía establecer empatía con sus pacientes cuyos sufrimientos físicos y morales aliviaba. De forma discreta y callada les ayudaba en la preparación para la confesión, les instruía sobre la doctrina de la fe, les ayudaba a resolver los problemas en coherencia con su visión cristiana de la vida. Para el rezo del vía crucis en la capilla la acompañaban habitualmente cerca de cuarenta enfermos.

Poseía un don singular para reconciliar las almas con Dios. En su departamento nadie moría sin confesarse e incluso, más de una vez, algunos pacientes judíos pidieron ser bautizados. Sor Marta trataba con la misma atención y caridad a todos los enfermos , fueran polacos, ucranios o judíos, greco-católicos, ortodoxos o católicos. La fuerza para servir con esta entrega radical le venía de la oración.

Tanto su vida como su muerte estuvieron selladas por el amor auténtico a Dios y al prójimo, fuente y centro de su existencia. En 1904, consciente del peligro que esto conllevaba, se ofreció a sustituir a un empleado del hospital en la desinfección de una habitación donde había muerto una enferma de tifus. Sor Marta realizó este trabajo de buen grado. Y lo hizo para que no se contagiase el operario que debía hacerlo, cuyo trabajo constituía el sustento de su mujer e hijo. Sor Marta sintió la fiebre enseguida, pero se empeñó en terminar todas sus actividades. Durante la última semana en el hospital se hizo todo lo posible para curarla. A estos esfuerzos les acompañaba una continua oración de pacientes y empleados del hospital y personas buenas de toda la ciudad. Los judíos encendían velas en la sinagoga por sus intenciones. Gran número de personas esperaba frente al hospital interesándose por su salud. Después de recibir el santo Viático, sor Marta realizó una oración intensa y profunda, considerada por los testigos como un verdadero éxtasis. Murió serenamente, en Sniatyn, el 30 de mayo de 1904.

Los fieles del lugar cuidaron y veneraron la tumba de sor Marta. Durante más de cien años ha estado continuamente cubierta de flores, velas y una especie de tapetes bordados, muy tradicionales en esa región. Aun en los años del régimen soviético acudían a ella, y así lo siguen haciendo en la actualidad los peregrinos y habitantes del lugar.

Fue beatificada por el Cardenal Bertone, en represetación de S.S. Benedicto XVI, el 24 de mayo de 2008.

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Fuente: Vatican.va
Luis Talamoni, Beato Sacerdote y Fundador, 20 de mayo  

Luis Talamoni, Beato

Sacerdote Fundador de la
Congregación de Hermanas de la Misericordia

Martirologio Romano: En Milán, Italia, beato Luis Talamoni, sacerdote, que, cultivando su vocación de educar a los jóvenes, ejerció su propio ministerio con mucha dedicación y activa participación a las dificultades de su tiempmo decidió fundar la Congregacion de Hermanas de la Misericordia (1926).

Etimológicamente: Luis = Aquel que es un guerrero ilustre, es de origen germánico.

 

Luis Talamoni nació en Monza el 2 de octubre de 1848, segundo de seis hijos de un modesto sombrerero. Frecuentó el oratorio del Carrobiolo, guiado por el barnabita Luis M. Villoresi, y fue uno de los primeros alumnos del instituto para los clérigos pobres fundado por el mismo padre.

Ordenado sacerdote el 4 de marzo de 1871 y licenciado en ciencias históricas y filosóficas, don Luis enseñó en el Colegio San Carlos de Milano, del 1875 hasta su muerte, en el Seminario de bachillerato de Monza.

Sus alumnos, entre los cuales el papa Pío XI, le miró como a un gran maestro, ejemplo de activa vida sacerdotal.

Su frecuente predicación fue siempre fructuosa, porque en su corazón tubo mucho amor por Dios y por los hombres.

En la catedral de Monza confesó por mucho tiempo, cada día, por 50 años; fue verdadero mártir del confesionario.

Siempre acogió con admirable paciencia a personas afligidas que pedían consejo, consuelo; sus bendiciones obtuvieron gracias del Señor.

Quiso mucho a los enfermos, especialmente a los más necesitados espiritualmente. Su caridad fue inmensa: era el hombre de todos.

La pública opinión siempre lo consideró como el mejor de los ciudadanos monzesi.

De 1893 a 1916 y aún en el 1923 don Talamoni participó en el Consejo municipal de Monza porque la población lo estimó y lo quiso; también los adversarios reconocieron su superioridad moral. A él estaba confiado el bien de los conciudadanos: fue realmente "Padre del pueblo".

Mons. Luis Talamoni vivió en tiempos muy difíciles por la situación de la Nación y por las luchas de pensamiento: fue clara y fuerte su fe, su comunión con el Papa y con el Arzobispo.

Fue incansable en procurar los intereses de las almas y los cuerpos de sus hermanos, Fruto de la caridad de este beato Sacerdote es la Congregación delle Suore Misericordine que continúan su obra de misericordia en la asistencia a los enfermos y privilegiar el hombre en situaciones de necesidad y malestar.

La vivísima, fama de santidad de Mons. Luis Talamoni, muerto el 31 de enero de 1926, ha llevado en el 1952 al inicio del proceso de canonización.

El día 11 de julio de 1992 el Santo Padre Juan Pablo II proclama oficialmente la Venerabilidad y el 12 de abril 2003 promulga el decreto de reconocimiento del milagro para la Beatificación.

Fue beatificado el 21 de marzo de 2004.

 

 

Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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