domingo, 12 de mayo de 2013

Lunes por las almas del Purgatorio. 7ma semana de Pascua. 13/05/2013. Nuestra Señora de Fátima ¡ruega por nosotros y los musulmanes!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 16, 29-33

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijeron los discípulos a Jesús:
"Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora estamos seguros de que lo sabes todo y que no es necesario que nadie te pregunte; por eso creemos que saliste de Dios".
Jesús les contestó:
"¿Ahora creen? Pues miren, se acerca la hora, mejor dicho, ha llegado ya, en la que cada uno de ustedes se irá a lo suyo y a mí me dejarán solo. Aunque yo no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Les he dicho todo esto, para que puedan encontrar la paz en su unión conmigo. En el mundo encontrarán dificultades y tendrán que sufrir, pero tengan ánimo: yo he vencido al mundo".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

lun 7a. Sem Pascua

Antífona de Entrada

Cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes, recibirán fuerza para ser mis testigos hasta los lugares más remotos del mundo. Aleluya.

Oración Colecta

Oremos:
Infunde, Señor, sobre nosotros la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos cumplir fielmente tu voluntad y demos testimonio de ti con nuestras obras.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

¿Han recibido al Espíritu Santo, cuando abrazaron la fe?

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 19, 1-8

En aquellos días, mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo llegó a Efeso, después de haber recorrido las regiones montañosas. 
Encontró allí a algunos discípulos, a quienes preguntó: 
"¿Han recibido el Espíritu Santo al aceptar la fe?" 
Ellos respondieron: 
"Ni siquiera hemos oído que exista un Espíritu Santo". 
Pablo replicó: 
"Pues ¿qué bautismo han recibido?" 
Ellos respondieron: 
"El bautismo de Juan".
Pablo les dijo:
"Juan bautizaba para que se convirtieran, diciendo al pueblo que creyeran en el que iba a venir 
después de él, es decir, en Jesús".
Cuando oyeron esto se bautizaron en el nombre del Señor Jesús. Entonces Pablo les impuso las manos, el Espíritu Santo vino sobre ellos y comenzaron a hablar en lenguas y a profetizar. Eran unos doce hombres en total.
Durante tres meses Pablo estuvo asistiendo a la sinagoga; allí hablaba del reino de Dios con gran valentía convenciendo a los que discutían con él.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 67, 2-3.4-5ac.6-7ab

Cantemos a Dios un canto de alabanza.

Se levanta Dios y sus enemigos se dispersan, huyen de su presencia quienes lo odian, desaparecen como desaparece el humo; como se derrite la cera ante el fuego, así perecen los malvados ante Dios. Cantemos a Dios un canto de alabanza. En cambio los justos se alegran en la presencia de Dios, saltan de gozo y se llenan de alegría. Canten a Dios, celebren su nombre, su nombre es el Señor, alégrense en su presencia.
Cantemos a Dios un canto de alabanza.

Padre de los huérfanos y defensor de las viudas, ése es Dios en su morada santa. Dios procura un hogar a los indefensos; libera a los cautivos dándoles prosperidad.
Cantemos a Dios un canto de alabanza.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Si han resucitado con Cristo, busquen las cosas del cielo, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios.
Aleluya.

Evangelio

Tengan valor, porque yo he vencido al mundo

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 16, 29-33

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijeron los discípulos a Jesús:
"Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora estamos seguros de que lo sabes todo y que no es necesario que nadie te pregunte; por eso creemos que saliste de Dios".
Jesús les contestó:
"¿Ahora creen? Pues miren, se acerca la hora, mejor dicho, ha llegado ya, en la que cada uno de ustedes se irá a lo suyo y a mí me dejarán solo. Aunque yo no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Les he dicho todo esto, para que puedan encontrar la paz en su unión conmigo. En el mundo encontrarán dificultades y tendrán que sufrir, pero tengan ánimo: yo he vencido al mundo".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Que este santo sacrificio nos purifique, Señor, y llene nuestras almas con la fuerza divina de tu gracia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

En la espera de la venida del Espíritu Santo

En verdad es justo y necesario que todas las criaturas, en el cielo y en la tierra, se unan en tu alabanza, Dios todopoderoso y eterno, por Jesucristo, tu Hijo, Señor del universo.
El cual, habiendo entrado una vez para siempre en el santuario del cielo, ahora intercede por nosotros, como mediador que asegura la perenne efusión del Espíritu. 
Pastor y obispo de nuestras almas, nos invita a la plegaria unánime, a ejemplo de María y los apóstoles, en la espera de un nuevo Pentecostés.
Por este misterio de santificación y de amor, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

No los dejaré huérfanos, dice el Señor; vendré de nuevo a ustedes y se alegrarán sus corazones. Aleluya.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Ven, Señor, en ayuda de tu pueblo, y, ya que nos has iniciado en los misterios de tu Reino, haz que abandonemos nuestra antigua vida de pecado y vivamos, ya desde ahora, la novedad de la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

 

Pascua. 7ª semana. Lunes
Decenario al Espíritu Santo

EL DON DE CONSEJO

— El don de consejo y la virtud de la prudencia.

— El don de consejo es una gran ayuda para mantener una conciencia recta.

— Los consejos de la dirección espiritual. Medios que facilitan la actividad de este don.

I. Son muchas las ocasiones de desviarnos del camino que conduce a Dios, muchos son los senderos equivocados que a menudo se presentan. Pero el Señor nos ha asegurado: Yo te haré saber y te enseñaré el camino que debes seguir; seré tu consejero y estarán mis ojos sobre ti1. El Espíritu Santo es nuestro mejor Consejero, el más sabio Maestro, el mejor Guía. Cuando os entreguen –prometía el Señor a los Apóstoles refiriéndose a situaciones extremas en las que se encontrarían– no os preocupéis de cómo o qué hablaréis, porque se os dará en aquella hora lo que debéis decir. No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre será el que hable por vosotros2. Tendrían una especial asistencia del Paráclito, como la han tenido los cristianos fieles a lo largo de los siglos en circunstancias similares.

La conducta de tantos mártires cristianos prueba cómo se ha cumplido en la vida de los fieles aquella promesa que les hizo Jesús. Conmueve el comprobar la serenidad y la sabiduría de personas a veces de escasa cultura, incluso de niños, según ha quedado constancia en numerosos documentos. El Espíritu Santo, que nos asiste aun en las circunstancias de menos relieve, lo hará de una manera singular cuando debamos confesar nuestra fe en situaciones difíciles.

El Espíritu Santo, mediante el don de consejo, perfecciona los actos de la virtud de la prudencia, que se refiere a los medios que se deben emplear en cada situación. Con mucha frecuencia debemos tomar decisiones; unas veces en asuntos importantes, otras, en materias de escasa entidad. En todas ellas, de alguna manera, tenemos comprometida nuestra santidad. Dios concede el don de consejo a las almas dóciles a la acción del Espíritu Santo, para decidir con rectitud y rapidez. Es como un instinto divino para acertar en el camino que más conviene para la gloria de Dios. De la misma manera que la prudencia abarca todo el campo de nuestro actuar, el Espíritu Santo, por el don de consejo, es Luz y Principio permanente de nuestras acciones. El Paráclito inspira la elección de los medios para llevar a cabo la voluntad de Dios en todos nuestros quehaceres. Nos lleva por los caminos de la caridad, de la paz, de la alegría, del sacrificio, del cumplimiento del deber, de la fidelidad en lo pequeño. Nos insinúa el camino en cada circunstancia.

La vida interior de cada uno es el primer campo donde este don ejerce su acción. Ahí, en el alma en gracia, actúa el Paráclito de una manera callada, suave y fuerte a la vez. «Es tan hábil para enseñar este sapientísimo Maestro, que es lo más admirable ver su modo de enseñar. Todo es dulzura, todo es cariño, todo bondad, todo prudencia, todo discreción»3. De estas «enseñanzas» y de esta luz en el alma vienen esos impulsos, las llamadas a ser mejores, a corresponder más y mejor. De aquí vienen esas resoluciones firmes, como instintivas, que cambian una vida o son el origen de una mejora eficaz en las relaciones con Dios, en el trabajo, en el actuar concreto de cada día.

Para dejarnos aconsejar y dirigir por el Paráclito debemos desear ser por entero de Dios, sin poner conscientemente límites a la acción de la gracia; buscar a Dios por ser Quien es, infinitamente digno de ser amado, sin esperar otras compensaciones, tanto en los momentos en que todo se presenta más fácil como en situaciones de aridez. «A Dios hay que buscarle, servirle y amarle desinteresadamente; ni por ser virtuoso, ni por adquirir la santidad, ni por la gracia, ni por el Cielo, ni por la dicha de poseerle, sino solo por amarle; y cuando nos ofrece gracias y dones, decirle que no, que no queremos más que amor para amarle; y si nos llega a decir pídeme cuanto quieras, nada, nada le debemos pedir; solo amor y más amor, para amarle y más amarle»4. Y con el amor a Dios llega todo lo que puede saciar el corazón del hombre.

II. El don de consejo supone haber puesto los demás medios para actuar con prudencia: recabar los datos necesarios, prever las posibles consecuencias de nuestras acciones, echar mano de la experiencia en casos análogos, pedir consejo oportuno cuando el asunto lo requiera... Es la prudencia natural, que resulta esclarecida por la gracia. Sobre ella actúa este don; es el que hace más rápida y segura la elección de los medios, la respuesta oportuna, el camino que debemos seguir. Existen casos en los que no es posible aplazar la decisión, porque las circunstancias requieren una respuesta segura e inmediata, como la que dio el Señor a los fariseos que le preguntaban con mala fe si era lícito o no pagar el tributo al César. El Señor pidió una moneda con que se pagaba el tributo, y les preguntó: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Le respondieron: del César. Entonces les dijo: Dad, pues, al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Al oírlo se quedaron admirados y dejándole se marcharon5.

El don de consejo es de gran ayuda para mantener una conciencia recta, sin deformaciones, pues, si somos dóciles a esas luces y consejos con que el Espíritu Santo ilumina nuestra conciencia, el alma no se evade ni autojustifica ante las faltas y los pecados, sino que reacciona con la contrición, con un mayor dolor por haber ofendido a Dios. Este don ilumina con claridad el alma fiel a Dios para no aplicar equivocadamente las normas morales, para no dejarse llevar por los respetos humanos, por criterios del ambiente o de la moda, sino según el querer de Dios. El Paráclito advierte, por sí o por otros, acerca de la senda recta y señala los caminos a seguir, quizá distintos de los que sugiere el «espíritu del mundo». Quien deja de aplicar las normas morales, importantes o menos importantes, a su conducta concreta es porque prefiere hacer su antojo antes que cumplir la voluntad de Dios.

Ser dóciles a las luces y mociones interiores que el Espíritu Santo inspira en nuestro corazón de ningún modo excluye «el que se consulte a los demás, ni el que se escuchen humildemente las directrices de la Iglesia. Al contrario, los santos se han mostrado siempre presurosos a someterse a sus superiores, con el convencimiento de que la obediencia es el camino real, el más rápido y seguro, hacia la santidad más alta. El Espíritu Santo inspira Él mismo esta filial sumisión a los legítimos representantes de la Iglesia de Cristo: Quien a vosotros oye, a mí me oye, y el que a vosotros desecha a mí me desecha (Lc 10, 16)»6.

III. Este don de consejo es particularmente necesario a quienes tienen la misión de orientar y guiar a otras almas. Santo Tomás enseña que «todo buen consejo acerca de la salvación de los hombres viene del Espíritu Santo»7. Los consejos de la dirección espiritual –por los que tantas veces y de modo tan claro nos habla el Espíritu Santo– debemos recibirlos con la alegría de quien descubre una vez más el camino, con agradecimiento a Dios y a quien hace sus veces, y con el propósito eficaz de llevarlos a la práctica. En ocasiones estos consejos tienen particulares resonancias en el alma de quien las recibe, promovidas directamente por el Espíritu Santo.

El don de consejo es necesario para la vida diaria, tanto para los propios asuntos como para aconsejar a nuestros amigos en su vida espiritual y humana. Este don corresponde a la bienaventuranza de los misericordiosos8, pues «hay que ser misericordiosos para saber dar discretamente un consejo saludable a quienes de él tienen necesidad; un consejo provechoso, que lejos de desalentarles les anime con fuerza y suavidad al mismo tiempo»9.

Hoy pedimos al Espíritu Santo que nos conceda ser dóciles a sus inspiraciones, pues el mayor obstáculo para que el don de consejo arraigue en nuestra alma es el apegamiento al juicio propio, el no saber ceder, la falta de humildad y la precipitación en el obrar. Facilitaremos la acción de este don, si nos acostumbramos a llevar a la oración las decisiones importantes de nuestra vida: «no tomes una decisión sin detenerte a considerar el asunto delante de Dios»10; si procuramos despegarnos del propio criterio: «no desaproveches la ocasión de rendir tu propio juicio», aconseja San Josemaría Escrivá11; si somos completamente sinceros a la hora de pedir un consejo en la dirección espiritual, o a la hora de hacer una consulta moral en algún asunto que nos afecta muy directamente: de ética profesional, o para valorar si Dios pide más generosidad para formar una familia numerosa... Si somos humildes, si reconocemos nuestras limitaciones, sentiremos la necesidad, en determinadas circunstancias, de acudir a un consejero. Entonces no acudiremos a uno cualquiera, «sino a uno capacitado y animado por nuestros mismos deseos sinceros de amar a Dios, de seguirle fielmente. No basta solicitar un parecer; hemos de dirigirnos a quien pueda dárnoslo desinteresado y recto (...). En nuestra vida encontramos compañeros ponderados, que son objetivos, que no se apasionan inclinando la balanza hacia el lado que les conviene. De esas personas, casi instintivamente, nos fiamos; porque, sin presunción y sin ruidos de alharacas, proceden siempre bien, con rectitud»12.

El que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida13. Si procuramos seguir al Señor cada día de nuestra vida, no nos faltará la luz del Espíritu Santo en todas las circunstancias. Si tenemos rectitud de intención, no permitirá Él que caigamos en el error. Nuestra Madre del Buen Consejo nos conseguirá las gracias necesarias, si acudimos a Ella con la humildad del que sabe que por sí solo tropezará y tomará frecuentemente sendas equivocadas.

1 Sal 32, 8. — 2 Mt 10, 19-20. — 3 Francisca Javiera del Valle, Decenario al Espíritu Santo, Rialp, 4ª ed., Madrid 1974, p. 96. — 4 ídem, loc. cit. — 5 Mt 22, 20-22. — 6 M. M. Philipon, Los dones del Espíritu Santo, Palabra, Madrid 1983, pp. 273-274. — 7Santo Tomás, Sobre el Padrenuestro, en Escritos de Catequesis, Rialp, Madrid 1975, p. 153. — 8 ídem, Suma Teológica, 2-2, q. 52, a. 4. — 9 R. Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior, Palabra, 9ª ed., Madrid 2003, vol. II, p. 637. — 10 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 266. — 11 Ibídem, n. 177. — 12 ídem, Amigos de Dios, 86 y 88. — 13 Jn 8, 12.

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13 de mayo

VIRGEN DE FÁTIMA*

Memoria

— Las apariciones de Nuestra Señora.

— La Virgen pide penitencia por los pecados de los hombres.

— Consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María.

I. El 13 de mayo de 1917, hacia el mediodía, se apareció Nuestra Señora por vez primera a tres pastorcillos –Lucía, Jacinta y Francisco–, que habían llevado sus ovejas a pastar a una hondonada cubierta de carrascas y de olivos que los lugareños conocían con el nombre deCova de Iría1. La Virgen pidió a los niños que acudieran a aquel mismo lugar el día trece de cada mes, durante seis meses consecutivos. El mensaje que les irá desgranando la Señora es un mensaje depenitencia por los pecados que cada día se cometen, el rezo del Santo Rosario por esta misma intención y la consagración del mundo a su Inmaculado Corazón. En cada aparición, la dulce Señora insiste en el rezo diario del Rosario, y les enseña una oración para que la repitan muchas veces, ofreciendo sus obras y en especial pequeñas mortificaciones y sacrificios: ¡Oh Jesús!..., por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de las ofensas hechas al Inmaculado Corazón de María.

En agosto, la Virgen prometió un signo público, visible por todos, como prueba de la veracidad de estos mensajes. En cada aparición, la Virgen alentaba a los niños a que rezaran por la conversión de los pecadores, ofreciendo sacrificios y rezando el Santo Rosario. El 13 de octubre, tuvo lugar el llamado prodigio del sol. Decenas de miles de personas, presentes en Cova de Iría, fueron testigos de este hecho extraordinario; incluso fue visto por quienes estaban a muchos kilómetros del lugar de las apariciones. Nuestra Señora declaró entonces a los niños que era la Virgen del Rosario. También les dijo: «Es preciso que los hombres se enmienden, que pidan perdón de sus pecados... Que no ofendan más a Nuestro Señor, que ya es demasiado ofendido».

El Papa Juan Pablo II, recordando su peregrinación a Fátima, donde acudió «con el rosario en la mano, el nombre de María en los labios y el canto de la misericordia en el corazón», para dar gracias a Nuestra Señora por haber salido con vida del atentado sufrido el año anterior, señalaba que «las apariciones de Fátima, comprobadas por signos extraordinarios, en 1917, forman como un punto de referencia y de irradiación para nuestro siglo. María, Nuestra Madre celestial, vino para sacudir las conciencias, para iluminar el auténtico significado de la vida, para estimular a la conversión del pecado y al fervor espiritual, para inflamar las almas de amor a Dios y de caridad hacia el prójimo. María vino a socorrernos, porque muchos, por desgracia, no quieren acoger la invitación del Hijo de Dios para volver a la casa del Padre.

»Desde su santuario de Fátima, María renueva todavía hoy su materna y apremiante petición: la conversión a la Verdad y a la Gracia; la vida de los sacramentos, especialmente la Penitencia y la Eucaristía, y la devoción a su Corazón Inmaculado, acompañado por el espíritu de penitencia»2.

Hoy podemos preguntarnos cómo va nuestra correspondencia a las frecuentes inspiraciones del Espíritu Santo para que purifiquemos el alma, especialmente en la Confesión sacramental, cómo reparamos por los pecados personales pasados y por los de todos los hombres, cómo rezamos el Santo Rosario –especialmente en este mes de mayo–, poniendo «intenciones ambiciosas», pidiendo que muchos amigos y compañeros se acerquen de nuevo a Cristo, recorriendo con humildad el camino de vuelta del hijo pródigo.

II. «El mensaje de Fátima es, en su núcleo fundamental, una llamada a la conversión y a la penitencia, como en el Evangelio (...). La Señora del mensaje parecía leer con una perspicacia especial los signos de los tiempos, los signos de nuestro tiempo.

»La llamada a la penitencia es una llamada maternal; y, a la vez, es enérgica y hecha con decisión»3. Hoy, en nuestra oración, nos llega esta voz a la vez dulce y fuerte de la Virgen, que apremia, como dirigida personalmente a cada uno de nosotros.

A lo largo de todo el Evangelio resuenan las palabras arrepentíos y haced penitencia4. Jesús comenzará su misión pidiendo penitencia:haced penitencia, porque está cerca el Reino de los Cielos5. Esta palabra significa la conversión del pecador, y designa todo un conjunto de actos interiores y exteriores dirigidos a reparar el pecado cometido6.

La Virgen nos recuerda que sin penitencia no se recibe el Reino de su Hijo; sin penitencia se está en el reino del pecado. Sin penitencia,todos igualmente pereceréis7, había anunciado el Señor. Por eso, en el mensaje que difunden los Apóstoles, recién nacida la Iglesia, la predicación de esta virtud ocupará un lugar esencial8. Todo el tiempo de la Iglesia peregrina, en el que nos encontramos, aparece comospatium verae poenitentiae, un tiempo de verdadera penitencia concedido por el Señor para que nadie perezca9. Es necesaria la penitencia porque existe el pecado y nosotros no somos ajenos a él, porque es necesario reparar por tantas faltas y debilidades propias y de nuestros hermanos los hombres, y porque nadie, sin un privilegio especial y extraordinario, está confirmado en gracia. «La finalidad última de la penitencia –enseña el Papa Juan Pablo II– consiste en lograr que amemos intensamente a Dios y nos consagremos a Él»10. El Santo Cura de Ars solía afirmar que nos es tan necesaria para el alma como el respirar para la vida del cuerpo11.

La primera muestra de esta virtud se manifiesta en el amor a la Confesión frecuente de nuestras culpas actuales y pasadas, que nos lleva a desearla, a cuidarla con esmero, con contrición verdadera, y a llevar a cabo un eficaz apostolado entre nuestros parientes y amigos para acercarles a este sacramento de la misericordia y de la alegría. La virtud de la penitencia ha de estar presente, de alguna manera, en las acciones corrientes de todos los días: en «el cumplimiento exacto del horario que te has fijado, aunque el cuerpo se resista o la mente pretenda evadirse con ensueños quiméricos. Penitencia es levantarse a la hora. Y también, no dejar para más tarde, sin un motivo justificado, esa tarea que te resulta más difícil o costosa.

»La penitencia está en saber compaginar tus obligaciones con Dios, con los demás y contigo mismo, exigiéndote de modo que logres encontrar el tiempo que cada cosa necesita. Eres penitente cuando te sujetas amorosamente a tu plan de oración, a pesar de que estés rendido, desganado o frío.

»Penitencia es tratar siempre con la máxima caridad a los otros, empezando por los tuyos. Es atender con la mayor delicadeza a los que sufren, a los enfermos, a los que padecen. Es contestar con paciencia a los cargantes e inoportunos. Es interrumpir o modificar nuestros programas, cuando las circunstancias –los intereses buenos y justos de los demás, sobre todo– así lo requieran.

»La penitencia consiste en soportar con buen humor las mil pequeñas contrariedades de la jornada; en no abandonar la ocupación, aunque de momento se te haya pasado la ilusión con que la comenzaste; en comer con agradecimiento lo que nos sirven, sin importunar con caprichos.

»Penitencia, para los padres y, en general, para los que tienen una misión de gobierno o educativa, es corregir cuando hay que hacerlo, de acuerdo con la naturaleza del error y con las condiciones del que necesita esa ayuda, por encima de subjetivismos necios y sentimentales.

»El espíritu de penitencia lleva a no apegarse desordenadamente a ese boceto monumental de los proyectos futuros, en el que ya hemos previsto cuáles serán nuestros trazos y pinceladas maestras. ¡Qué alegría damos a Dios cuando sabemos renunciar a nuestros garabatos y brochazos de maestrillo, y permitimos que sea Él quien añada los rasgos y colores que más le plazcan!»12. ¡Qué buena obra maestra aparece entonces!

III. Una parte del mensaje de Fátima era el deseo de la Virgen de que se consagrara el mundo a su Inmaculado Corazón. ¿Dónde iba a estar más seguro el mundo? ¿Dónde vamos a estar nosotros mejor defendidos y amparados? Esta Consagración «significa acercarnos, por intercesión de la Madre, a la misma fuente de la Vida, que brotó en el Gólgota. Este manantial corre ininterrumpidamente, brotando de él la Redención y la gracia. Se realiza continuamente en él la reparación por los pecados del mundo. Este manantial es fuente incesante de vida nueva y de santidad»13.

Pío XII (cuya ordenación episcopal había tenido lugar precisamente el 13 de mayo de 1917, el día de la primera aparición) consagró al Inmaculado Corazón de María el género humano y, especialmente, los pueblos de Rusia14. Juan Pablo II ha querido renovarla, y a ella nos podemos unir nosotros: «¡Oh Madre de los hombres y de los pueblos!, tú que conoces todos sus sufrimientos y esperanzas, tú que sientes maternalmente todas las luchas entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas que invaden el mundo contemporáneo, acoge nuestro grito que, como movidos por el Espíritu Santo, elevamos directamente a tu corazón, y abraza con el amor de la Madre y de la Sierva este nuestro mundo, que ponemos bajo tu confianza y te consagramos, llenos de inquietud por la suerte terrena y eterna de los hombres y de los pueblos.

»De manera especial ponemos bajo tu confianza y te consagramos aquellos hombres y naciones que necesitan especialmente esta consagración. "¡Bajo tu protección nos acogemos, Santa Madre de Dios!". "¡No deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades!".

»¡No deseches!

»¡Acoge nuestra humilde confianza y entrega!»15.

Santa María, siempre atenta a lo que le pedimos, nos dejará que encontremos refugio y amparo en su Purísimo Corazón.

1 C. Barthas, La Virgen de Fátima, Rialp. Madrid 1963, p. 86 ss. — 2 Juan Pablo II,Ángelus, 26-VII- 1987. — 3 ídem, Homilía en Fátima, 13-V-1982. — 4 Cfr. Mc 1, 15. —5 Mt 4, 17. — 6 Cfr. L. Boyer, Diccionario de Teología, Herder, Barcelona 1983, voz Penitencia.  7 Lc 13, 3. — 8 Cfr. Hech 2, 38. — 9 Cfr. 2 Pdr 3, 9. — 10 Juan Pablo II, Homilía en Fátima, cit. — 11 Santo Cura de Ars, Sermón sobre la penitencia. —12 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 138. — 13 Juan Pablo II, Homilía en Fátima, cit. — 14 Pío XII, Radiomensaje Benedicite Deum, 31-X-1942. — 15 Juan Pablo II, Consagración a la Virgen de Fátima, 13-V-1982.

* Desde el 13 de mayo al 13 de octubre de 1917, la Virgen se apareció en Fátima (Portugal) a tres niños: Lucía, Francisco y Jacinta. Estas apariciones fueron precedidas por tres apariciones de un Ángel en la primavera de 1916. La Virgen les recomendó, en cada ocasión, el rezo del Santo Rosario y la reparación por las ofensas que recibe su Inmaculado Corazón. El 13 de octubre tuvo lugar un prodigio, que fue observado por miles de personas, anunciado por Nuestra Señora para que el mundo comprendiera la veracidad de estas apariciones: el sol, como un disco luminoso, comenzó a girar sobre sí mismo, asemejándose a una rueda de fuego. El fenómeno duró unos diez minutos.

La Virgen pidió que fuera consagrado el mundo a su Inmaculado Corazón, Esta Consagración, a petición del Episcopado portugués, fue realizada solemnemente por Pío XII el 31 de octubre de 1942. Fue renovada por Juan Pablo II.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Virgen de Fátima 

(1917)

Desde el 13 de mayo de 1917 la Sma. Virgen María se apareció por seis veces en Fátima (Portugal) a tres pastorcitos: Lucía, Francisco y Jacinta. En un hermoso libro titulado "Memorias de Lucía" (cuya lectura recomendamos) la que vio a la Virgen cuenta todos los detalles de esas apariciones.

El 13 de mayo se produjo el siguiente diálogo:

- ¿De dónde es su merced?

- Mi patria es el cielo.

- ¿Y qué desea de nosotros?

- Vengo a pedirles que vengan el 13 de cada mes a esta hora (mediodía). En octubre les diré quién soy y qué es lo que quiero.

- ¿Y nosotros también iremos al cielo?

- Lucía y Jacinta sí.

- ¿Y Francisco?

Los ojos de la aparición se vuelven hacia el jovencito y lo miran con expresión de bondad y de maternal reproche mientras va diciendo:

- El también irá al cielo, pero antes tendrá que rezar muchos rosarios.

Y la Sma. continuó diciéndoles:

- ¿Quieren ofrecerse al Señor y estar prontos para aceptar con generosidad los sufrimientos que Dios permita que les lleguen y ofreciéndolo todo en desagravio por las ofensas que se hacen a Nuestro Señor?

- Sí, Señora, queremos y aceptamos.

Con un gesto de amable alegría, al ver su generosidad, les dijo:

- Tendrán ocasión de padecer y sufrir, pero la gracia de Dios los fortalecerá y asistirá.

Segunda aparición: 13 de Junio de 1917.

La Sma. Virgen le dice a los tres niños: "Es necesario que recen el rosario y aprendan a leer".

Lucía le pide la curación de un enfermo y la Virgen le dice: "Que se convierta y el año entrante recuperará la salud".

Lucía le suplica: "Señora: ¿quiere llevarnos a los tres al cielo?".

- Sí a Jacinta y a Francisco los llevaré muy pronto, pero tú debes quedarte aquí abajo, porque Jesús quiere valerse de ti para hacerme amar y conocer. El desea propagar por el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María.

- ¿Y voy a quedarme solita en este mundo?

- ¡No hijita! ¿Sufres mucho? Pero no te desanimes, que yo no te abandonaré. Mi corazón inmaculado será tu refugio y yo seré el camino que te conduzca a Dios.

Tercera aparición: 13 de julio de 1917.

Ya hay 4,000 personas. Nuestra Señora les dice a los videntes: "Es necesario rezar el rosario para que se termine la guerra. Con la oración a la Virgen se puede obtener la paz. Cuando sufran algo digan: 'Oh Jesús, es por tu amor y por la conversión de los pecadores'".

La Virgen abrió sus manos y un haz de luz penetró en la tierra y apareció un enorme horno lleno de fuego, y en él muchísimas personas semejantes a brasas encendidas, que levantadas hacia lo alto por las llamas volvían a caer gritando entre lamentos de dolor. Lucía dio un grito de susto. Los niños levantaron los ojos hacia la Virgen como pidiendo socorro y Ella les dijo:

- ¿Han visto el infierno donde van a caer tantos pecadores? Para salvarlos, el Señor quiere establecer en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado de María. Si se reza y se hace penitencia, muchas almas se salvarán y vendrá la paz. Pero si no se reza y no se deja de pecar tanto, vendrá otra guerra peor que las anteriores, y el castigo del mundo por sus pecados será la guerra, la escasez de alimentos y la persecución a la Santa Iglesia y al Santo Padre. Vengo a pedir la Consagración del mundo al Corazón de María y la Comunión de los Primeros Sábados, en desagravio y reparación por tantos pecados. Si se acepta lo que yo pido, Rusia se convertirá y vendrá la paz. Pero si no una propaganda impía difundirá por el mundo sus errores y habrá guerras y persecuciones a la Iglesia. Muchos buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá que sufrir mucho. Varias naciones quedarán aniquiladas. Pero al fin mi Inmaculado Corazón triunfará.

Y añadió Nuestra Señora: Cuando recen el Rosario, después de cada misterio digan: "Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia".

Cuarta aparición: Agosto 1917.

La 4ª. Aparición no fue posible el 13 de agosto, porque en este día el alcalde tenía prisioneros a los 3 niños para tratar de hacerlos decir que ellos no habían visto a la Virgen. Aunque no lo logró. La aparición sucedió unos días después.

La Sma. Virgen les dijo en la 4ª. Aparición: "Recen, recen mucho y hagan sacrificios por los pecadores. Tienen que recordar que muchas almas se condenan porque no hay quién rece y haga sacrificios por ellas". (El Papa Pío XII decía que esta frase era la que más le impresionaba del mensaje de Fátima y exclamaba: "Misterio tremendo: que la salvación de muchas almas dependa de las oraciones y sacrificios que se hagan por los pecadores).

Desde esta aparición los tres niños se dedicaron a ofrecer todos los sacrificios posibles por la conversión de los pecadores y a rezar con más fervor el Rosario.

Quinto aparición: 13 de Septiembre 1917.

Ya hay unas 12,000 personas. Nuestra Señora les recomienda a los videntes que sigan rezando el Rosario y anuncia el fin de la guerra. Lucía le pide por varios enfermos. La Virgen le responde que algunos sí curarán, pero que otros no, porque Dios no se confía de ellos, y porque para la santificación de algunas personas es más conveniente la enfermedad que la buena salud. E invita a todos a presenciar un gran milagro el próximo 13 de octubre.

Sexta y última aparición. 13 de octubre de 1917.

En este día hay 70,000 personas. La aparición dice a los tres niños: "Yo soy la Virgen del Rosario. Deseo que en este sitio me construyan un templo y que recen todos los días el Santo Rosario".

Lucía les dice los nombres de bastantes personas que quieren conseguir salud y otros favores muy importantes. Nuestra Señora le responde que algunos de esos favores serán concedidos y otros serán reemplazados por favores mejores. Y añade: "Pero es muy importante que se enmienden y que pidan perdón por sus pecados".

Y tomando un aire de tristeza la Sma. Virgen dijo estas sus últimas palabras de las apariciones: QUE NO OFENDAN MAS A DIOS QUE YA ESTA MUY OFENDIDO (Lucía afirma que de todas las frases oídas en Fátima, esta fue la que más le impresionó).

La Sma. Virgen antes de despedirse señaló con sus manos hacia el sol y entonces los 70,000 espectadores presenciaron un milagro conmovedor, un espectáculo maravilloso, nunca visto: la lluvia cesó instantáneamente (había llovido desde el amanecer y era mediodía) las nubes se alejaron y el sol apareció como un inmenso globo de plata o de nieve, que empezó a dar vueltas a gran velocidad, esparciendo hacia todas partes luces amarillas, rojas, verdes, azules y moradas, y coloreando de una manera hermosísima las lejanas nubes, los árboles, las rocas y los rostros de la muchedumbre que allí estaba presente. De pronto el sol se detiene y empieza a girar hacia la izquierda despidiendo luces tan bellas que parece una explosión de juegos pirotécnicos, y luego la multitud ve algo que la llena de terror y espanto.

Ven que el sol se viene hacia abajo, como si fuera a caer encima de todos ellos y a carbonizarlos, y un grito inmenso de terror se desprende de todas las gargantas. "Perdón, Señor, perdón", fue un acto de contricción dicho por muchos miles de pecadores. Este fenómeno natural se repitió tres veces y duró diez minutos. No fue registrado por ningún observatorio astronómico porque era un milagro absolutamente sobrenatural.

Luego el sol volvió a su sitio y los miles de peregrinos que tenían sus ropas totalmente empapadas por tanta lluvia, quedaron con sus vestidos instantáneamente secos. Y aquel día se produjeron maravillosos milagros de sanaciones y conversiones.

Y nosotros queremos recordar y obedecer los mensajes de la Sma. Virgen en Fátima: "Rezar el Rosario. Hacer oración y sacrificios por la conversión de los pecadores y NO ofender más a Dios, que ya esta muy ofendido".

SITIO ESPECIAL SOBRE LA VIRGEN DE FATIMA

Películas

1951 La Señora de Fátima

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1997

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2000? El 13avo día

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El milagro

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Los pastorcillos

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EWTN

2005 Mensajes

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Dibujos animados para niños

El día que el sol danzó

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Documentales

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Fuente: OSAmont.org
Magdalena Albrici, Beata Abadesa, Mayo 13  

Magdalena Albrici, Beata

Abadesa

Martirologio Romano: En Como, de Lombardía, beata Magdalena Albrici, abadesa de la Orden de San Agustín, que reavivó extraordinariamente el fervor de sus hermanas en religión (1834).

Etimológicamente: Magdalena = Torre de Dios, es de origen hebreo. También se relaciona con el lugar de origen de María de Magdala (María Magdalena).

 

Nació en Como (Italia), hacia 1415.

Con un amor muy grande a Jesús, entró en una casa religiosa que, fuera de los muros de la ciudad, había sido instituida bajo la Regla de S. Agustín, en un lugar llamado Brunate. Habiendo crecido la comunidad paulatinamente con el ingreso de varias jóvenes, se convirtió la casa en monasterio con el título de S. Andrés y bajo la misma Regla. En 1455, la comunidad fue acogida en la Congregación Agustiniana de Lombardía, lo cual fue definitivamente aprobado por el Papa Pío II el 16 de julio de 1459.

Consideraba como una de sus mayores satisfacciones pertenecer a la Orden Agustiniana y estar bajo su jurisdicción. Enamorada de la espiritualidad agustiniana, fue una admirable propagadora de la vida agustiniana. Unió a muchas consagradas, que hacían vida común, a la Orden. Así se acrecentó la familia agustiniana con un considerable número de monasterios.

A las hermanas que estaban a su cargo las incitaba a una mayor perfección en las virtudes, prefiriendo siempre obedecer que mandar, ser súbdita que superiora. También se le atribuye la fundación de una fraternidad de agustinos seculares en Como.

Sobresaliendo en la pureza de vida y en la caridad con todos, murió en mayo de 1465.

S. Pío X confirmó su culto en 1907. Sus restos se conservan en la catedral de Como.

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Fuente: EWTN
Roberto Belarmino, Santo Doctor de la Iglesia, Mayo 13  

Roberto Belarmino, Santo

Obispo y Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: San Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia, miembro de la Compañía de Jesús, que intervino de modo preclaro, con modos sutiles y peculiares, en las disputas teológicas de su tiempo. Fue cardenal, y durante algún tiempo también obispo entregado al ministerio pastoral de la diócesis de Capua, en Italia, desempeñando finalmente en la Curia romana múltiples actividades en defensa doctrinal de la fe (1621).

Etimológicamente: Roberto = Aquel que brilla por su fama, es de origen germánico.

Etimológicamente: Belarmino = Aquel querrero que tiene todas las armas,es de origen germánico.

 

Este santo ha sido uno de los más valientes defensores de la Iglesia Católica contra los errores de los protestantes. Sus libros son tan sabios y llenos de argumentos convencedores, que uno de los más famosos jefes protestantes exclamó al leer uno de ellos: "Con escritores como éste, estamos perdidos. No hay cómo responderle".

San Roberto nació en Monteluciano, Toscana (Italia), en 1542. Su madre era hermana del Papa Marcelo II. Desde niño dio muestras de poseer una inteligencia superior a la de sus compañeros y una memoria prodigiosa. Recitaba de memoria muchas páginas en latín, del poeta Virgilio, como si las estuviera leyendo. En las academias y discusiones públicas dejaba admirados a todos los que lo escuchaban. El rector del colegio de los jesuitas en Montepulciano dejó escrito: "Es el más inteligente de todos nuestros alumnos. Da esperanza de grandes éxitos para el futuro".

Por ser sobrino de un Pontífice podía esperar obtener muy altos puestos y a ello aspiraba, pero su santa madre lo fue convenciendo de que el orgullo y la vanidad son defectos sumamente peligrosos y cuenta él en sus memorias: "De pronto, cuando más deseoso estaba de conseguir cargos honoríficos, me vino de repente a la memoria lo muy rápidamente que se pasan los honores de este mundo y la cuenta que todos vamos a tener que darle a Dios, y me propuse entrar de religioso, pero en una comunidad donde no fuera posible ser elegido obispo ni cardenal. Y esa comunidad era la de los padres jesuitas". Y así lo hizo. Fue recibido de jesuita en Roma en 1560, y detalles de los misterios de Dios: él entraba a esa comunidad para no ser elegido ni obispo ni cardenal (porque los reglamentos de los jesuitas les prohibían aceptar esos cargos) y fue el único obispo y cardenal de los Jesuitas en ese tiempo.

Uno de los peores sufrimientos de San Roberto durante toda la vida fue su mala salud. En él se cumplía lo que deseaba San Bernardo cuando decía: "Ojalá que los superiores tengan una salud muy deficiente, para que logren comprender a los débiles y enfermos". Cada par de meses tenían que enviar a Roberto a las montañas a descansar, porque sus condiciones de salud eran muy defectuosas. Pero no por eso dejaba de estudiar y de prepararse.

Ya de joven seminarista y profesor, y luego como sacerdote, Roberto Belarmino atraía multitudes con sus conferencias, por su pasmosa sabiduría y por la facilidad de palabra que tenía y sus cualidades para convencer a los oyentes. Sus sermones fueron extraordinariamente populares desde el primer día. Los oyentes decían que su rostro brillaba mientras predicaba y que sus palabras parecían inspiradas desde lo alto.

Belarmino era un verdadero ídolo para sus numerosos oyentes. Un superior enviado desde Roma para que le oyera los sermones que predicaba en Lovaina, escribía luego: "Nunca en mi vida había oído hablar a un hombre tan extraordinariamente bien, como habla el padre Roberto".

Era el predicador preferido por los universitarios en Lovaina, París y Roma. Profesores y estudiantes se apretujaban con horas de anticipación junto al sitio donde él iba a predicar. Los templos se llenaban totalmente cuando se anunciaba que era el Padre Belarmino el que iba a predicar. Hasta se subían a las columnas para lograr verlo y escucharlo.

Al principio los sermones de Roberto estaban llenos de frases de autores famosos, y de adornos literarios, para aparecer como muy sabio y literato. Pero de pronto un día lo enviaron a hacer un sermón, sin haberle anunciado con anticipación, y él sin tiempo para prepararse ni leer, se propuso hacer esa predicación únicamente con frases de la S. Biblia (la cual prácticamente se sabía de memoria) y el éxito fue fulminante. Aquel día consiguió más conversiones con su sencillo sermoncito bíblico, que las que había obtenido antes con todos sus sermones literarios. Desde ese día cambió totalmente su modo de predicar: de ahora en adelante solamente predicará con argumentos tomados de la S. Biblia, no buscando aparecer como sabio, sino transformar a los oyentes. Y su éxito fue asombroso.

Después de haber sido profesor de la Universidad de Lovaina y en varias ciudades más, fue llamado a Roma, para enseñar allá y para ser rector del colegio mayor que los Padres Jesuitas tenían en esa capital. Y el Sumo Pontífice le pidió que escribiera un pequeño catecismo, para hacerlo aprender a la gente sencilla. Escribió entonces el Catecismo Resumido, el cual ha sido traducido a 55 idiomas, y ha tenido 300 ediciones en 300 años (una por año) éxito únicamente superado por la S. Biblia y por la Imitación de Cristo. Luego redactó el Catecismo Explicado, y pronto este su nuevo catecismo estuvo en las manos de sacerdotes y catequistas en todos los países del mundo. Durante su vida logró ver veinte ediciones seguidas de sus preciosos catecismos.

Se llama controversia a una discusión larga y repetida, en la cual cada contendor va presentando los argumentos que tiene contra el otro y los argumentos que defienden lo que él dice.

Los protestantes (evangélicos, luteranos, anglicanos, etc.) habían sacado una serie de libros contra los católicos y estos no hallaban cómo defenderse. Entonces el Sumo Pontífice encomendó a San Roberto que se encargara en Roma de preparar a los sacerdotes para saber enfrentarse a los enemigos de la religión. El fundó una clase que se llamaba "Las controversias", para enseñar a sus alumnos a discutir con los adversarios. Y pronto publicó su primer tomo titulado así: "Controversias". En ese libro con admirable sabiduría, pulverizaba lo que decían los evangélicos y calvinistas. El éxito fue rotundo. Enseguida aparecieron el segundo y tercer tomo, hasta el octavo, y los sacerdotes y catequistas de todas las naciones encontraban en ellos los argumentos que necesitaban para convencer a los protestantes de lo equivocados que están los que atacan nuestra religión. San Francisco de Sales cuando iba a discutir con un protestante llevaba siempre dos libros: La S. Biblia y un tomo de las Controversias de Belarmino. En 30 años tuvieron 20 ediciones estos sus famosos libros. Un librero de Londres exclamaba: "Este libro me sacó de pobre. Son tantos los que he vendido, que ya se me arregló mi situación económica".

Los protestantes, admirados de encontrar tanta sabiduría en esas publicaciones, decían que eso no lo había escrito Belarmino solo, sino que era obra de un equipo de muchos sabios que le ayudaban. Pero cada libro lo redactaba él únicamente, de su propio cerebro.

El Santo Padre, el Papa, lo nombró obispo y cardenal y puso como razón para ello lo siguiente: "Este es el sacerdote más sabio de la actualidad".

Belarmino se negaba a aceptar tan alto cargo, diciendo que los reglamentos de la Compañía de Jesús prohiben aceptar títulos elevados en la Iglesia. El Papa le respondió que él tenía poder para dispensarlo de ese reglamento, y al fin le mandó, bajo pena de pecado mortal, aceptar el cardenalato. Tuvo que aceptarlo, pero siguió viviendo tan sencillamente y sin ostentación como lo había venido haciendo cuando era un simple sacerdote.

Al llegar a las habitaciones de Cardenal en el Vaticano, quitó las cortinas lujosas que había en las paredes y las mandó repartir entre las gentes pobres, diciendo: "Las paredes no sufren de frío".

Los superiores Jesuitas le encomendaron que se encargara de la dirección espiritual de los jóvenes seminaristas, y San Roberto tuvo la suerte de contar entre sus dirigidos, a San Luis Gonzaga. Después cuando Belarmino se muera dejará como petición que lo entierren junto a la tumba de San Luis, diciendo: "Es que fue mi discípulo".

En los últimos años pedía permiso al Sumo Pontífice y se iba a pasar semanas y semanas al noviciado de los Jesuitas, y allá se dedicaba a rezar y a obedecer tan humildemente como si fuera un sencillo novicio.

En la elección del nuevo Sumo Pontífice, el cardenal Belarmino tuvo 14 votos, la mitad de los votantes. Quizá no le eligieron por ser Jesuita (pues estos padres tenían muchos enemigos). El rezaba y fervorosamente a Dios para que lo librara de semejante cargo tan difícil, y fue escuchado.

Poco antes de morir escribió en su testamento que lo poco que tenía se repartiera entre los pobres (lo que dejó no alcanzó sino para costear los gastos de su entierro). Que sus funerales fueran de noche (para que no hubiera tanta gente) y se hicieran sin solemnidad. Pero a pesar de que se le obedeció haciéndole los funerales de noche, el gentío fue inmenso y todos estaban convencidos de que estaban asistiendo al entierro de un santo.

Murió el 17 de septiembre de 1621. Su canonización se demoró mucho porque había una escuela teológica contraria a él, que no lo dejaba canonizar. Pero el Sumo Pontífice Pío XI lo declaró santo en 1930, y Doctor de la Iglesia en 1931.

Antiguamente se lo festejaba el 13 de mayo, en la actualidad su fiesta es el 17 de septiembre, día de su nacimiento al Reino de Dios.

ORACIÓN
Señor Dios,
tú que, para defender la fe de la Iglesia
y promover su renovación espiritual,
diste a San Roberto Belarmino
una ciencia y una fortaleza admirables,
concédenos,
por la intercesión de este insigne
doctor de la Iglesia,
conservar y vivir siempre
en toda su integridad el mensaje evangélico
al que él consagró toda su vida.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Amén.

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Fuente: EWTN
Andrés Fournet, Santo Fundador, Mayo 13  

Andrés Fournet, Santo

Fundador de la Comunidad de Hermanas de la Santa Cruz

Martirologio Romano: En La Puye, de la comarca de Poitiers, en Francia, san Andrés Huberto Fournet, presbítero, quien ejerció como párroco durante la Revolución Francesa y, no obstante su condición de sacerdote proscrito, fortaleció la fe de sus feligreses, y al restablecerse la paz para la Iglesia, fundó, junto con santa Isabel Bichier des Ages, la Congregación de Hijas de la Cruz (1834).

Etimológicamente: Andrés = Aquel que es un Hombre viril, es de origen griego.

 

Este fue el muchacho que cuando era estudiante firmaba sus libros con esta frase: "Andrés, que nunca será ni religioso ni sacerdote". Y Dios le hizo la jugada de hacerlo sacerdote y fundador de una orden de religiosas. Nació cerca de Poitiers (Francia) en 1752.

En sus primeros años era rebelde y molestón y la única que medio lo podía soportar era su propia madre. Pero esta santa mujer se propuso hacer de esa fierecilla un buen pastor, que salvara otras almas que estuvieran en dificultades.

Su mamá era supremamente generosa con los pobres. Andrés la criticaba porque le parecía que ella daba demasiado, y le decía que a los pobres había que darles las sobras únicamente. Ella le dijo un día: "Mira, vas a la mesa, echas en una bandeja las mejores frutas, los panes más grandes y los traes y los regalas al pobre que está en la puerta pidiendo. Recuerda que lo que se dé al necesitado se le da a Nuestro Señor, y que para el Señor siempre se da lo mejor". En el momento el muchacho no entendió la lección, pero más tarde hará de este consejo de su madre una ley para toda su vida.

Los papás lo enviaron a un colegio a estudiar interno, pero Andrés era el promotor de todos los desórdenes. Parecía que tuviera cien pulgas debajo de la camisa. No era capaz de estarse quieto. Al fin el rector, como castigo, lo hizo encerrar en un cuarto oscuro. Pero el inquieto estudiante se fugó de allí y se fue para la casa. Cuando su padre ya le iba a dar por ello un tremendo castigo, la mamá intercedió por él y obtuvo que le perdonara el castigo con tal de que volviera al colegio y se portara bien. Así lo prometió y así lo cumplió. En adelante su conducta fue excelente.

Al empezar sus estudios de filosofía en Poitiers, perdió el poco fervor que tenía y se dedicó a una vida mundana y de continuos paseos y fiestas y bailes. Pero todo esto le dejaba un vacío inmenso en el alma y una insatisfacción completa y horrible.

Sin consultar a ninguno de su familia se entró de militar. Pero cuando quiso visitar a sus familiares, ninguno lo quiso aceptar. Y tuvo la mamá que ir al ejército y pagar una fuerte multa para que lo licenciaran y lo dejaran retirarse. Quiso buscar puesto como empleado público, pero tenía una letra tan enredada que en todas las oficinas donde pidió empleo fue rechazado.

Fue entonces cuando le recomendaron que se fuera a pasar unas semanas con un tío sacerdote, párroco, que tenía fama de santo. Y allí en compañía de este hombre de Dios, le llegó a Andrés el cambio total en su comportamiento y en su modo de pensar, y se dedicó a los estudios eclesiásticos, y a la oración y la meditación.

Fue ordenado sacerdote y enviado como ayudante de su tío el párroco.

Empezó a predicar y lo hacía con palabras muy elegantes y rebuscadas. Un día al empezar el sermón se le olvidó todo y tuvo que suspender su sermón. Su tío, el anciano párroco, le dijo: "Es que lo que buscas es lucirte y aparecer bien ante los demás, y eso no le gusta a Dios. Debes predicar con más sencillez". Cambió entonces de método y en adelante la gente comentaba: "Antes el padrecito aparecía como muy sabio, pero nadie le entendía nada. Ahora habla como nosotros, y su predicación nos vuelve mejores".

Cuando ya lo nombraron párroco, Andrés se dedicó a vivir muy elegantemente con lujosas comodidades en su casa cural. Más le interesaba aparecer como un señor muy importante que como un santo sacerdote. Su madre seguía rezando mucho por él. Y un día que había preparado un gran almuerzo para los más ricos de la parroquia llegó un pordiosero a pedirle limosna y entró hasta el comedor. El Padre le dijo que no tenía nada para darle, y el otro observando esas mesas tan bien servidas le dijo: "¿Y todo esto qué es?". Y mirándolo fijamente le dijo: "Padre Andrés, usted vive más como un rico que como un pobre, como lo manda Cristo". Esta frase le impresionó inmensamente al joven párroco. Esa noche se fue a la iglesia y le pidió perdón a Nuestro Señor y desde el día siguiente quitó todos los lujos de su casa parroquial, y se dedicó por completo a ayudar a los pobres. En adelante en vez de invitar a los ricos se iba a visitar a los más abandonados. Desde que dejó su vida de lujos y de comilonas y se dedicó a gastar todo lo que recibía a favor de los pobres, la santidad de Andrés empezó a crecer notablemente.

En 1789 estalló la terrible Revolución Francesa que asesinó a miles de católicos y persiguió sin compasión a todos los sacerdotes. El Padre Andrés tuvo que esconderse y los guardias de la revolución lo buscaban por todas partes. Un día cuando estaba escondido en un armario en una familia, al oír que los perseguidores amenazaban a los demás de la casa, salió y se les presentó a los militares, y estos quedaron tan impresionados ante su venerable presencia, que se fueron y no se lo llevaron preso.

El Padre Andrés se disfrazó de labrador y se fue a vivir en la finca de una señora muy católica. Pero un día llegaron allá los enviados del gobierno en busca de él para llevárselo y matarlo. La señora y Andrés estaban charlando junto a la chimenea cuando de repente llegaron los gendarmes preguntando por el sacerdote. La dama sin más ni más le dio una cachetada al padre diciéndole: "Váyase inmediatamente a hacer sus oficios y deje de estar por aquí sin hacer nada". Los militares creyeron que era un servicial de la casa y no lo siguieron, y así él pudo salir huyendo. Después decía por burla: "Fue lo mejor que usted podía hacer. Si no, me habrían descubierto".

Después tuvo que salir huyendo hacia España y allá estuvo cinco años. Cuando suavizó la persecución, volvió a su querida parroquia de Maillé y se dedicó a reavivar el fervor de sus parroquianos predicándoles misiones y dedicando muchas horas a confesar. Todos lo querían.

Tuvo la suerte de encontrar una mujer con grandes cualidades para la vida religiosa, Santa Isabel Bichier, y con ella fundó la Comunidad de Hermanas de la Santa Cruz, que se llaman también, hermanas de San Andrés. Él fue hasta su muerte el director espiritual de esa comunidad. Un día en que las religiosas no tenían casi harina para hacer pan para sus muchos niños pobres, el santo le dio la bendición a un poco de harina, y con ella pudieron hacer pan para todos.

Muchos laicos y sacerdotes lo buscaban para que les diera dirección espiritual porque tenía el don de saber aconsejar muy bien.

El 13 de mayo de 1834 pasó a gozar de la paz del Señor

Para nosotros la vida de San Andrés Fournet es un ejemplo de cómo aunque en nuestros primeros años no hayamos sido muy fervorosos, si tenemos buena voluntad y deseo de tener contento a Dios, podremos ir avanzando notablemente hacia la santidad.

Fue canonizado el 4 de junio de 1933 por S.S. Pío XI.

 

 

Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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