†
JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 1-10
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos:
"Les aseguro que quien no entra por la puerta al corral de las ovejas, sino por otra parte, es ladrón y bandido. El pastor de las ovejas entra por la puerta. A éste le abre el guardián y las ovejas escuchan su voz; él las llama por su nombre y las saca fuera del corral. Cuando han salido todas las suyas, se pone al frente de ellas, y las ovejas lo siguen, pues conocen su voz. En cambio, nunca siguen a un extraño, sino que huyen de él, porque su voz les resulta desconocida".
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no comprendieron su significado. Entonces añadió Jesús:
"Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que vinieron antes que yo, eran
ladrones y bandidos, por eso las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta. Todo el que entre en el corral de las ovejas por esta puerta, estará a salvo, y sus esfuerzos por buscar el alimento no serán en vano. El ladrón va al rebaño únicamente para robar, matar y destruir. Yo he venido para dar vida a los hombres y para que la tengan en plenitud".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
lun 4a. Sem Pascua
Antífona de Entrada
El agricultor aguarda paciente el fruto valioso de la tierra, mientras recibe la lluvia temprana y tardía. Aleluya.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, Dios nuestro, que en la humildad y sencillez de san Isidro labrador nos dejaste un ejemplo de vida escondida en ti con Cristo; concédenos que el trabajo de cada día humanice nuestro mundo y sea al mismo tiempo plegaria de alabanza a tu nombre.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
También a los paganos les ha concedido Dios la conversión que lleva a la vida
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 11, 1-18
En aquellos días, los apóstoles y los hermanos que vivían en Judea se enteraron de que también los paganos habían recibido la palabra de Dios. Y cuando Pedro fue a Jerusalén, los partidarios de la circuncisión le reprochaban:
"Entraste en casa de incircuncisos y comiste con ellos".
Entonces Pedro comenzó a darles una explicación punto por punto:
"Yo estaba en Jafa orando, cuando caí en éxtasis y tuve una visión. Una especie de lienzo grande, colgado por las cuatro puntas, descendía desde el cielo, y vino hasta mí. Yo lo miraba con atención y vi que estaba lleno de animales: cuadrúpedos, bestias, reptiles y aves. Entonces oí una voz que me decía:
"Pedro, levántate, mata y come".
Yo respondí:
"De ninguna manera, Señor; jamás ha entrado en mi boca nada profano o impuro".
Pero la voz me habló por segunda vez desde el cielo y me dijo:
"Lo que Dios ha hecho puro, no lo consideres tú impuro".
Esto se repitió tres veces, y después todo fue retirado de nuevo al cielo. En ese mismo momento, se presentaron en la casa donde estábamos tres hombres que habían enviado desde Cesarea para buscarme. Y el Espíritu me dijo que fuera con ellos sin dudar. Vinieron conmigo también estos seis hermanos, y entramos en la casa de aquel hombre. El nos contó cómo había visto un ángel que se presentó en su casa y le dijo:
"Manda que vayan a Jafa en busca de Simón, llamado Pedro; sus palabras te traerán la salvación a ti y a todos los de tu casa".
Apenas había yo comenzado a hablar, cuando el Espíritu Santo descendió sobre ellos, como sucedió con nosotros al principio. Entonces recordé aquello que había dicho el Señor:
"Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo".
Por tanto, si Dios les había dado a ellos el mismo don que a nosotros por creer en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para oponerme a Dios?
Al oír esto, se calmaron y alabaron a Dios diciendo:
"¡También a los paganos les ha concedido Dios la conversión que lleva a la vida!"".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 41, 2-3; 42, 3.4
Tengo sed de Dios, del Dios vivo.
Como busca el venado corrientes de agua, así, Dios mío, te busca todo mi ser. Tengo sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Tengo sed de Dios, del Dios vivo.
Envíame tu luz y tu verdad, que ellas me guíen, y me lleven a tu santo monte, hasta tu morada.
Tengo sed de Dios, del Dios vivo.
Y me acercaré al altar de Dios, al Dios de mi alegría, y te daré gracias con el arpa, Dios, Dios mío.
Tengo sed de Dios, del Dios vivo.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo soy el buen pastor, dice el Señor; yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen.
Aleluya.
Evangelio
El buen pastor da la vida por sus ovejas
† Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 1-10
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos:
"Les aseguro que quien no entra por la puerta al corral de las ovejas, sino por otra parte, es ladrón y bandido. El pastor de las ovejas entra por la puerta. A éste le abre el guardián y las ovejas escuchan su voz; él las llama por su nombre y las saca fuera del corral. Cuando han salido todas las suyas, se pone al frente de ellas, y las ovejas lo siguen, pues conocen su voz. En cambio, nunca siguen a un extraño, sino que huyen de él, porque su voz les resulta desconocida".
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no comprendieron su significado. Entonces añadió Jesús:
"Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que vinieron antes que yo, eran
ladrones y bandidos, por eso las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta. Todo el que entre en el corral de las ovejas por esta puerta, estará a salvo, y sus esfuerzos por buscar el alimento no serán en vano. El ladrón va al rebaño únicamente para robar, matar y destruir. Yo he venido para dar vida a los hombres y para que la tengan en plenitud".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta y santifica, Señor, estos dones de pan y de vino, fruto de la tierra que cultivó san Isidro labrador regándola con el sudor de su frente.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
La gloria de los santos
En verdad es justo darte gracias y deber nuestro glorificarte, Padre santo, porque manifiestas tu gloria en la asamblea de los santos, y, al coronar sus méritos, coronas tu propia obra.
Tú nos ofreces el ejemplo de su vida, la ayuda de su intercesión y la participación en su destino, para que, animados por su presencia alentadora, luchemos sin desfallecer en la carrera y alcancemos, como ellos, la corona de gloria que no se marchita, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles y con la multitud de los santos, te cantamos sin cesar el himno de alabanza:
Antífona de la Comunión
Oró y el cielo derramó lluvia y la tierra produjo sus frutos. Aleluya.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Te pedimos, Señor, que el alimento santo que hemos recibido sea en nosotros siembra prometedora de cosecha abundante de caridad, para que, a imitación de san Isidro, cuya memoria hemos celebrado,
sepamos compartir nuestro pan de cada día con nuestros hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
Pascua. 4ª semana. Lunes
DESEOS DE SANTIDAD
— Querer ser santos es el primer paso necesario para recorrer el camino hasta el final. Deseos sinceros y eficaces.
— El aburguesamiento y la tibieza matan los deseos de santidad. Estar vigilantes.
— Contar con la gracia de Dios y con el tiempo. Evitar el desánimo en la lucha por mejorar.
I. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. Como el ciervo desea las fuentes de las aguas, así te desea mi alma, oh Dios... ¿Cuándo vendré y apareceré ante la cara de Dios?1. Así rezamos en la liturgia de la Misa. El ciervo que busca saciar su sed en la fuente es la figura que emplea el salmista para descubrir el deseo de Dios que anida en el corazón de un hombre recto: ¡sed de Dios, ansias de Dios! He aquí la aspiración de quien no se conforma con los éxitos que el mundo ofrece para satisfacer las ilusiones humanas. ¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si luego pierde su alma?2. Esta pregunta de Jesús nos sitúa de un modo radical ante el grandioso horizonte de nuestra vida, de una vida cuya razón última está en Dios. ¡Mi alma tiene sed de Dios! Los santos fueron hombres y mujeres que tuvieron un gran deseo de saciarse de Dios, aun contando con sus defectos. Cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿tengo verdaderamente ganas de ser santo? Es más, ¿me gustaría ser santo? La respuesta sería afirmativa, sin duda: sí. Pero debemos procurar que no sea una respuesta teórica, porque la santidad para algunos puede ser «un ideal inasequible, un tópico de la ascética, pero no un fin concreto, una realidad viva»3. Nosotros queremos hacerla realidad con la gracia del Señor.
Así te desea mi alma, oh Dios. Hemos de comenzar por fomentar en nuestra alma el deseo de ser santos, diciendo al Señor: «quiero ser santo»; o, al menos, si me encuentro flojo y débil, «quiero tener deseos de ser santo». Y para que se disipe la duda, para que la santidad no se quede en sonido vacío, volvamos nuestra mirada a Cristo: «El divino Maestro y Modelo de toda perfección, el Señor Jesús, predicó a todos y cada uno de sus discípulos, cualquiera que fuese su condición, la santidad de vida, de la que Él es iniciador y consumador: Sed, pues, perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto (Mt 5, 48)»4.
Él es el iniciador. Si no fuera así, nunca se nos habría ocurrido la posibilidad de aspirar a la santidad. Pero Jesús la plantea como un mandato: sed perfectos, y por eso no es extraño que la Iglesia haga sonar con fuerza esas palabras en los oídos de sus hijos: «Quedan, pues, invitados y aun obligados todos los fieles cristianos a buscar insistentemente la santidad y la perfección dentro de su estado»5.
Como consecuencia, ¡qué clara ha de ser nuestra ansia de santidad! En la Sagrada Escritura, el profeta Daniel es llamado vir desideriorum, «varón de deseos»6. ¡Ojalá cada uno mereciese ese apelativo! Porque tener deseos, querer ser santos, es el paso necesario para tomar la decisión de emprender un camino con el firme propósito de recorrerlo hasta el final: «... aunque me canse, aunque no pueda, aunque reviente, aunque me muera»7.
«Deja que se consuma tu alma en deseos... Deseos de amor, de olvido, de santidad, de Cielo... No te detengas a pensar si llegarás alguna vez a verlos realizados –como te sugerirá algún sesudo consejero–: avívalos cada vez más, porque el Espíritu Santo dice que le agradan los "varones de deseos".
»Deseos operativos, que has de poner en práctica en la tarea cotidiana»8.
Por tanto, es preciso que examinemos si nuestros deseos de santidad son sinceros y eficaces; más aún, si los tomamos como una «obligación» –como hemos visto que dice el Concilio Vaticano II– de fiel cristiano, que responde a los requerimientos divinos. En ese examen quizá encontremos la explicación de tanta debilidad, de tanta desgana en la lucha interior. «Me dices que sí, que quieres. —Bien, pero ¿quieres como un avaro quiere su oro, como una madre quiere a su hijo, como un ambicioso quiere los honores o como un pobrecito sensual su placer?
»—¿No? —Entonces no quieres»9.
Alimentemos esos deseos con la virtud de la esperanza: solo se puede querer eficazmente algo cuando hay esperanza de conseguirlo. Si se considera imposible, si pensamos que una meta no es para nosotros, tampoco la desearemos realmente; y nuestra esperanza teologal se fundamenta en Dios.
II. La conversión del centurión Cornelio, que se lee en la Primera lectura de la Misa, demuestra que Dios no hace acepción de personas. San Pedro explica a los demás lo que ha sucedido: el Espíritu Santo descendió sobre ellos, así como sobre nosotros al principio10.
La fuerza del Espíritu Santo no conoce límites ni barreras. Tampoco –como en el caso de Cornelio, que no pertenecía a la raza ni al pueblo judío– en nuestra vida personal. Por una parte, hemos de desear ser santos; por otra, si Dios no construye la casa, en vano trabajan los que la edifican11. La humildad nos llevará a contar siempre y ante todo con la gracia de Dios. Luego vendrá nuestro esfuerzo por adquirir virtudes y por vivirlas continuamente; junto a ese empeño, nuestro afán apostólico, pues no podemos pensar en una santidad personal que ignora a los demás, que no se preocupa de la caridad, porque eso es un contrasentido; y, por último, nuestro deseo de estar con Cristo en la Cruz, es decir, de ser mortificados, de no rehuir el sacrificio ni en lo pequeño, ni en lo grande si es preciso.
Hemos de estar prevenidos para no acercarnos a Dios con regateos, sin renuncias, tratando de hacer compatible el amor a Dios con lo que no le agrada. Debemos vigilar para alimentar continuamente en la oración nuestros deseos de santidad, pidiendo a Dios que sepamos luchar todos los días, que sepamos descubrir en el examen de conciencia en qué puntos se está apagando nuestro amor. Los deseos de santidad se harán realidad en el cumplimiento delicado de nuestros actos de piedad, sin abandonarlos ni retrasarlos por cualquier motivo, sin dejarnos llevar por el estado de ánimo ni por los sentimientos, pues «el alma que ama a Dios de veras no deja por pereza de hacer lo que pueda para encontrar al Hijo de Dios, su Amado. Y después que ha hecho todo lo que puede, no se queda satisfecha, pues piensa que no ha hecho nada»12.
La humildad es la virtud que no nos dejará satisfacernos ingenuamente en lo que hemos hecho ni quedarnos solo en deseos teóricos, pues siempre nos hará ver que podemos hacer más para traducir en obras de amor nuestros deseos, impidiendo que la realidad de nuestros pecados, ofensas y negligencias dé por tierra con nuestras ilusiones. La humildad, pues, no corta las alas a los deseos, sino al contrario: nos hace comprender la necesidad de recurrir a Dios para convertirlos en realidades. Con la gracia divina haremos todo lo posible para que las virtudes se desarrollen en nuestra alma, quitando obstáculos, alejándonos de las ocasiones de pecar y resistiendo con valentía a las tentaciones.
III. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. ¿Es compatible esa sed con la experiencia de nuestros defectos e incluso de nuestras caídas? Sí, porque santos son, no los que no han pecado nunca, sinolos que se han levantado siempre. Renunciar a la santidad porque nos vemos llenos de defectos es un modo encubierto de soberbia y una evidente cobardía, que acabará ahogando nuestras ansias de Dios. «Es propio de un alma cobarde y que no tiene la virtud vigorosa de confiar en las promesas del Señor, el abatirse demasiado y sucumbir ante las adversidades»13.
Dejar a Dios, abandonar la lucha porque tenemos defectos o porque existen adversidades es un grave error, una tentación muy sutil y muy peligrosa, que nos puede llevar a una manifestación de soberbia, que es la pusilanimidad, falta de ánimo y valor para tolerar las desgracias o para intentar cosas grandes. Quizá no necesitemos hacernos falsas ilusiones, porque quisiéramos ser santos en un día, y eso no es posible, salvo que Dios decidiera hacer un milagro, que no tiene por qué hacer, ya que nos da continua y progresivamente –por conductos ordinarios– las gracias que necesitamos.
El deseo de ser santos, cuando es eficaz, es el impulso consciente y decidido que nos lleva a poner los medios necesarios para alcanzar la santidad. Sin deseos, no hay nada que hacer; ni siquiera se intenta. Con deseos solo, no basta. «Hay pues, que tener paciencia, y no pretender desterrar en un solo día tantos malos hábitos como hemos adquirido, por el poco cuidado que tuvimos de nuestra salud espiritual»14.
Dios cuenta con el tiempo y tiene paciencia con cada uno de nosotros. Si nos desanimamos ante la lentitud de nuestro adelanto espiritual, hemos de recordar lo pésimo que es apartarse del bien, detenerse ante la dificultad y descorazonarse por nuestros defectos. Precisamente Dios puede concedernos más luz para ver mejor nuestra conciencia y para que emprendamos con más ánimo la lucha en nuevos frentes de batalla, recordando que los santos se han considerado siempre grandes pecadores, de ahí que procurasen esforzadamente acercarse más a Dios por medio de la oración y de la mortificación, confiados en la misericordia divina: «Esperemos con paciencia que vamos a mejorar y, en vez de inquietarnos por haber hecho poca cosa en el pasado, procuremos con diligencia hacer más en el futuro»15.
Como el ciervo desea las fuentes de las aguas, así te desea mi alma, oh Dios. Mantengamos vivo el deseo de Dios; encendamos cada día la hoguera de nuestra fe y de nuestra esperanza con el fuego del amor a Dios, que aviva nuestras virtudes y quema nuestra miseria, y saciaremos nuestra sed de santidad con el agua que salta hasta la vida eterna16.
1 Sal. 41. Salmo responsorial. — 2 Mt 16, 26. — 3 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 96. — 4 Conc. Vat. II, Lumen gentium, 40. — 5 Ibídem, 42. — 6 Dan 9, 23. — 7 Santa Teresa, Camino de perfección, 21, 2. — 8 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 628. — 9 ídem, Camino, n. 316. — 10 Hech 11, 15-17. — 11 Sal 126, 1. — 12 San Juan de la Cruz, Cántico espiritual, 3, 1. — 13 San Basilio, Homilía sobre la alegría, en F. Fernández Carvajal, Antología de textos, n. 1781. — 14 J. Tissot, El arte de aprovechar nuestras faltas, Palabra, 11ª ed., Madrid 1986, p. 14. — 15 Ibídem, pp. 24-25. — 16 Cfr. Jn 4, 14.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Sotero, Santo XII Papa, Abril 22
Fuente: Archidiócisis de Madrid
XII Papa Martirologio Romano: En Roma, san Sotero, papa, del que san Dionisio de Corinto alaba su egregia caridad hacia los hermanos y a los extranjeros necesitados y oprimidos por la necesidad o condenados a las minas (175). Pocas cosas se conocen con certeza sobre su vida lejanísima en el tiempo. Las fuentes que nos hablan de él son el Liber Pontificalis y la Historia Eclesiástica de Eusebio. Sabemos que ejerció su pontificado entre los años 166 y 175, entre los papas Aniceto y Eleuterio, y siendo emperador Marco Aurelio. Fue una época de relativa paz y tranquilidad, aunque no faltaron chispazos de persecución como los que quitaron la vida al apologeta san Justino, a los mártires de Lyon, a los de Vienne, al obispo san Potino, a los diáconos Santo y Atalo, a la esclava Blandina, al niño Pontico y a otros más, y muy probablemente al mismo papa Sotero. También conocemos que era originario de Fondi, en la Campania y que su padre se llamaba Concordio. |
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Oportuna, Santa Abadesa, Abril 22
Abadesa Martirologio Romano: En la región de Séez, en Neustria, santa Oportuna, abadesa, célebre por su abstinencia y austeridad (c. 770). Nació cerca de Ayesmes, Normandía y murió en Almenèches, Francia, en el año 770. |
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Fuente: Franciscanos.net
Francisco de Fabriano, Beato Presbítero Franciscano, Abril 22
Presbítero Franciscano Martirologio Romano: En Fabriano, del Piceno, en Italia, beato Francisco Venimbeni, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, eximio predicador de la Palabra de Dios (1322). Etimológicamente significa "franco, libre". Viene de la lengua alemana. |
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Fuente: Enciclopedia Católica || ACI Prensa
Agapito I, Santo LVII Papa, Abril 22
LVII Papa Martirologio Romano: En Constantinopla, nacimiento para el cielo de san Agapito I, papa, que trabajó enérgicamente para que los obispos fuesen elegidos libremente por el clero de la ciudad y se respetase la dignidad de la Iglesia. Enviado a Constantinopla por Teodorico, rey de los ostrogodos, ante el emperador Justiniano confesó la fe ortodoxa, ordenó a Menas como obispo de aquella ciudad y descansó en paz (536).
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Cayo, Santo XXVIII Papa, Abril 22
XXVIII Papa Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, sepultura de san Cayo, papa, que, escapando de la persecución del emperador Diocleciano, murió como confesor de la fe (296). No conocemos su fecha de nacimiento, tan sólo que fue en Salona (Dalmacia). |
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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Abril 22
Santos Epipodio y compañeros, mártires |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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