viernes, 12 de abril de 2013

Domingo por la Santísima Trinidad. /04/2013. Excepto causa grave, no asistir a Misa dominical es pecado GRAVE. Precepto: Misa ENTERA. Desde Sábado 16:00 puede ser Domingo, según diócesis (Catecismo 2042, 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

JMJ

Pax

Lectura del santo Evangelio según san Juan 21, 1-19

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Gemelo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: 
"Voy a pescar". 
Ellos le respondieron: 
"También nosotros vamos contigo". 
Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada. Estaba ya amaneciendo cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les preguntó: 
"Muchachos, ¿han pescado algo?" 
Ellos contestaron: 
"No". 
Entonces él les dijo: 
"Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces". 
Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados. Entonces el discípulo preferido de Jesús le dijo a Pedro: 
"Es el Señor". 
Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de tierra más de cien metros. Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: 
"Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar". 
Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes: eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: 
"Vengan a desayunar".
Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, y también el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos.
Después de almorzar, le preguntó Jesús a Simón Pedro: 
"Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?" 
El le contestó: 
"Sí, Señor, tú sabes que te quiero"
Jesús le dijo: 
"Apacienta mis corderos". 
Por segunda vez le preguntó: 
"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" 
El le respondió: 
"Sí, Señor, Tú sabes que te quiero". 
Jesús le dijo: 
"Pastorea mis ovejas". 
Por tercera vez le preguntó: 
"Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?" 
Pedro se entristeció que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería, y le contestó:
"Señor, tú lo sabes todo; Tú bien sabes que te quiero".
Jesús le dijo: 
"Apacienta mis ovejas. Yo te aseguro: cuando eras joven tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras". 
Esto se lo dijo para indicarle con qué género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo: 
"Sígueme".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

3er. Dom. de Pascua Ciclo C

Antífona de Entrada

Aclamen al Señor, habitantes todos de la tierra, canten un himno a su nombre, denle gracias y alábenlo.

Aleluya. No se dice "Gloria".

Oración Colecta

Oremos:
Señor, tú que nos has renovado en el espíritu al devolvernos la dignidad de hijos tuyos, concédenos aguardar, llenos de júbilo y esperanza, el día glorioso de la resurrección. 
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Nosotros somos testigos de todo esto y también lo es el Espíritu Santo

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 5, 27-32.40-41

En aquellos días, el sumo sacerdote reprendió a los apóstoles y les dijo: 
"Les hemos prohibido enseñar en nombre de ese Jesús; sin embargo, ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas y quieren hacernos responsables de la sangre de ese hombre".
Pedro y los otros apóstoles replicaron: 
"Primero hay que obedecer a Dios y luego a los hombres. 
El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes dieron muerte colgándolo de la cruz. 
La mano de Dios lo exaltó y lo ha hecho Jefe y Salvador, para dar a Israel la gracia de la conversión y el perdón de los pecados. Nosotros somos testigos de todo esto y también lo es el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que le obedecen".
Los miembros del Sanedrín mandaron azotar a los apóstoles, les prohibieron hablar en nombre de Jesús y los soltaron. 
Ellos se retiraron del Sanedrín, felices de haber padecido aquellos ultrajes por causa de Jesús.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del Salmo 29

Te alabaré, Señor, eternamente. Aleluya.

Te alabaré, Señor, pues nos dejaste que se rieran mis enemigos. Tú, Señor, me salvaste de la muerte y a punto de morir, me reviviste.
Te alabaré, Señor, eternamente. Aleluya.

Alaben al Señor quienes lo aman, den gracias a su nombre, porque su ira dura un solo instante y su bondad, toda la vida. El llanto nos visita por la tarde; por la mañana, el júbilo.
Te alabaré, Señor, eternamente. Aleluya.

Escúchame, Señor, y compadécete, Señor, ven a mi ayuda. Convertiste mi duelo en alegría, te alabaré por eso eternamente.
Te alabaré, Señor, eternamente. Aleluya.

Segunda Lectura

Digno es el Cordero que fue inmolado de recibir el poder y la riqueza

Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 5, 11-14

Yo, Juan, tuve una visión en la cual oí alrededor del trono de los vivientes y los ancianos, la voz de millones y millones de ángeles que cantaban con voz potente:
"¡Digno es el Cordero que fue inmolado de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría y la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza!"
Oí a todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra, debajo de la tierra y en el mar, todo cuanto existe, que respondían:
"¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos!"
Y los cuatro vivientes decían: 
"Amén". 
Los ancianos se postraron en tierra, y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Ha resucitado Cristo, que creó todas las cosas y se compadeció de todos los hombres.
Aleluya.

Evangelio

Jesús tomó el pan y el pescado y se los dio a los discípulos

Lectura del santo Evangelio según san Juan 21, 1-19

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Gemelo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: 
"Voy a pescar". 
Ellos le respondieron: 
"También nosotros vamos contigo". 
Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada. Estaba ya amaneciendo cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les preguntó: 
"Muchachos, ¿han pescado algo?" 
Ellos contestaron: 
"No". 
Entonces él les dijo: 
"Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces". 
Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados. Entonces el discípulo preferido de Jesús le dijo a Pedro: 
"Es el Señor". 
Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de tierra más de cien metros. Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: 
"Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar". 
Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes: eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: 
"Vengan a desayunar".
Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, y también el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos.
Después de almorzar, le preguntó Jesús a Simón Pedro: 
"Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?" 
El le contestó: 
"Sí, Señor, tú sabes que te quiero"
Jesús le dijo: 
"Apacienta mis corderos". 
Por segunda vez le preguntó: 
"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" 
El le respondió: 
"Sí, Señor, Tú sabes que te quiero". 
Jesús le dijo: 
"Pastorea mis ovejas". 
Por tercera vez le preguntó: 
"Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?" 
Pedro se entristeció que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería, y le contestó:
"Señor, tú lo sabes todo; Tú bien sabes que te quiero".
Jesús le dijo: 
"Apacienta mis ovejas. Yo te aseguro: cuando eras joven tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras". 
Esto se lo dijo para indicarle con qué género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo: 
"Sígueme".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

No se dice "Credo".

Oración de los Fieles

Celebrante:
El Reino de los Cielos es una obra gratuita del Señor, pero también un compromiso solidario nuestro. Oremos para que todos los seres humanos, participen responsablemente en la causa de la salvación.

Respondemos: Venga a nosotros tu Reino, Señor.

Para que la comunidad cristiana custodie la fe pascual de sus padres, y dé testimonio de la renovación en el Espíritu con obras de justicia y de paz, roguemos al Señor. Venga a nosotros tu Reino, Señor. Para que todas las familias compartan los dones de verdad y gracia que han recibido, y en su uso de los bienes materiales den razón de la esperanza que resplandece en Cristo resucitado, roguemos al Señor.
Venga a nosotros tu Reino, Señor.

Para que todos los cristianos, que reconocen a Cristo en la Palabra y en la fracción del pan, sepan verlo por los caminos del mundo, lo socorran cuando esté herido y necesitado, y lo acojan cuando es pobre y forastero, roguemos al Señor.
Venga a nosotros tu Reino, Señor.

Para que todos los renacidos en el bautismo rechacen toda forma de violencia y de mentira, y se adhieran a la realeza de Cristo Señor en sus pensamientos y en sus obras, roguemos al Señor.
Venga a nosotros tu Reino, Señor.

Para que, al terminar la celebración litúrgica de la misa, toda nuestra vida anuncie al mundo la reconciliación y la paz, roguemos al Señor.
Venga a nosotros tu Reino, Señor.

Celebrante:
Dios, Padre nuestro, que en Cristo resucitado has comenzado la nueva creación, haz que los hijos de la Iglesia, con la gracia del Espíritu Santo, anuncien la perenne novedad del Evangelio. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, los dones que te presentamos llenos de júbilo por la resurrección de tu Hijo, y concédenos participar con él, un día, de la felicidad eterna. 
Por Jesucristo, nuestro Señor. 
Amén.

Prefacio

Cristo, sacerdote y víctima

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este tiempo en que Cristo, nuestra pascua, fue inmolado. 
Porque él, con la oblación de su cuerpo en la cruz, llevó a la plenitud los sacrificios de la antigua Ley; y al ofrecerse a ti por nuestra salvación quiso ser a un tiempo sacerdote, víctima y altar. 
Por eso, 
con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Era necesario que Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y que, en su nombre, se exhortara a todos los pueblos al arrepentimiento para el perdón de los pecados.

Aleluya.

Oración después de la Comunión

Oremos: 
Mira, Señor, con bondad, a estos hijos tuyos que has renovado por medio de los sacramentos y condúcelos al gozo eterno de la resurrección. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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Meditación diaria

 

Pascua. Tercer domingo

El día del Señor

— El domingo, día del Señor.

— Las fiestas cristianas. Sentido de las festividades. La Santa Misa, centro de la fiesta cristiana.

— El culto público a Dios. El descanso dominical y festivo.

I. "El día llamado del Sol se reúnen todos en un mismo lugar, quienes habitan en la ciudad y los que viven en el campo... Y nos reunimos todos en este día, en primer lugar, porque, en este día, que es el primero de la semana, Dios creó el mundo (...) y porque es el día en que Jesucristo nuestro Salvador resucitó de entre los muertos"1. El sábado judío dio paso al domingo cristiano desde los mismos comienzos de la Iglesia. Desde entonces, cada domingo celebramos la Resurrección de Cristo.

El sábado era en el Antiguo Testamento día dedicado a Yahvé. Dios mismo lo instituyó2 y mandó que el pueblo israelita se abstuviera de ciertos trabajos en esa jornada, para dedicarse a honrar a Dios3. También era el día en el que se congregaba la familia y se celebraba el fin de la cautividad en Egipto. Con el paso del tiempo, los rabinos complicaron el precepto divino, y en tiempos de Jesús existía una serie de minuciosas y agobiantes prescripciones que nada tenían que ver con lo que Dios había dispuesto sobre el sábado.

Los fariseos chocaron frecuentemente con Jesús por estas cuestiones. Sin embargo, el Señor no menospreció el sábado, no lo suprimió como día dedicado a Yahvé; por el contrario, parece ser su día predilecto: acude ese día a las sinagogas a predicar, y muchos de sus milagros fueron realizados en día de sábado.

La Sagrada Escritura, en innumerables pasajes, había dado siempre un concepto alto y noble del sábado. Era el día establecido por Dios para que su pueblo le diese un culto público, y la total dedicación de la jornada aparece como una obligación grave4. La importancia del precepto se deduce también de la repetición de ese mandato a lo largo de la Escritura. En ocasiones, los Profetas señalan como causa de los castigos de Dios sobre su pueblo el no haber guardado sus sábados.

El descanso sabático era de naturaleza estrictamente religiosa, y por eso culminaba y se manifestaba en la oblación de un sacrificio5.

Las fiestas de Israel, y particularmente el sábado, eran signo de la alianza divina y un modo de expresar el gozo de saberse propiedad del Señor y objeto de su elección y de su amor. Por eso cada fiesta estaba ligada a un acontecimiento de salvación.

Sin embargo, aquellas fiestas solo contenían la promesa de una realidad que aún no había tenido lugar. Con la Resurrección de Jesucristo, el sábado deja paso a la realidad que anunciaba, la fiesta cristiana. El mismo Jesús habla del reino de Dios como de una gran fiesta ofrecida por un rey con ocasión de las bodas de su hijo6, en quien somos invitados a participar de los bienes mesiánicos7. Con Cristo surge un culto nuevo y superior, porque tenemos también un nuevo Sacerdote, y se ofrece una nueva Víctima.

II. Después de la Resurrección, el primer día de la semana fue considerado por los Apóstoles como el día del Señor, dominica dies8, cuando Él nos alcanzó con su Resurrección la victoria sobre el pecado y la muerte. Por eso los primeros cristianos tenían las reuniones litúrgicas en domingo. Y esta ha sido la constante y universal tradición hasta nuestros días. "La Iglesia, por una tradición apostólica que trae su origen desde el mismo día de la Resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que es llamado con razón día del Señor o domingo"9.

Este precepto de santificar las fiestas regula un deber esencial del hombre con su Creador y Redentor. En este día dedicado a Dios le damos culto especialmente con la participación en el Sacrificio de la Misa. Ninguna otra celebración llenaría el sentido de este precepto.

Junto al domingo, la Iglesia determinó las fiestas que conmemoran los principales acontecimientos de nuestra salvación: Navidad, Pascua, Ascensión, Pentecostés, otras fiestas del Señor y las fiestas de la Virgen. Junto a estas, los cristianos celebraron desde el principio el die natalis o aniversario del martirio de los primeros cristianos. Las fiestas cristianas llegaron incluso a ordenar el mismo calendario civil. Siguiendo el calendario, la Iglesia "conmemora los misterios de la redención, abre las riquezas del poder santificador y de los méritos de su Señor, de tal manera que en cierto modo se hacen presentes en todo momento para que puedan los fieles ponerse en contacto con ellos y llenarse de la gracia de la salvación"10.

El centro y el origen de la alegría de la fiesta cristiana se encuentra en la presencia del Señor en su Iglesia, que es la prenda y el anticipo de una unión definitiva en la fiesta que no tendrá fin11. De ahí la alegría que inunda la celebración dominical, como aparece en la Oración sobre las ofrendas de la Misa de hoy: Recibe, Señor, las ofrendas de tu Iglesia exultante de gozo; y pues en la resurrección de tu Hijo nos diste motivo para tanta alegría, concédenos participar de este gozo eterno. Por eso nuestras fiestas no son un mero recuerdo de hechos pasados, como puede serlo el aniversario de un acontecimiento histórico, sino que son un signo que manifiesta y hace presente a Cristo entre nosotros.

La Santa Misa hace presente a Jesús en su Iglesia y es Sacrificio de valor infinito que se ofrece a Dios Padre en el Espíritu Santo. Todos los demás valores humanos, culturales y sociales de la fiesta deben ocupar un segundo lugar, cada uno en su orden, sin que en ningún momento oscurezcan o sustituyan lo que debe ser fundamental. Junto a la Santa Misa, tienen un lugar importante las manifestaciones de piedad litúrgica y popular, como el culto eucarístico, las procesiones, el canto, un mayor cuidado en el vestir, etc.

Hemos de procurar, mediante el ejemplo y el apostolado, que el domingo sea "el día del Señor, el día de la adoración y de la glorificación de Dios, del santo Sacrificio, de la oración, del descanso, del recogimiento, del alegre encontrarse en la intimidad de la familia"12.

III. Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria, leemos en la Antífona de entrada13.

El precepto de santificar las fiestas responde también a la necesidad de dar culto público a Dios, y no solo de modo privado. Algunos pretenden relegar el trato con Dios al ámbito de la conciencia, como si no debiera tener necesariamente manifestaciones externas. Sin embargo, el hombre tiene el deber y el derecho de rendir culto externo y público a Dios; sería una grave lesión que los cristianos se vieran obligados a ocultarse para poder practicar su fe y dar culto a Dios, que es su primer derecho y su primer deber.

El domingo y las fiestas determinadas por la Iglesia son, ante todo, días para Dios y días especialmente propicios para buscarle y para encontrarle. "Quaerite Dominum. Nunca podemos dejar de buscarlo: sin embargo, hay períodos que exigen hacerlo con más intensidad, porque en ellos el Señor está especialmente cercano, y por lo tanto es más fácil hallarlo y encontrarse con Él. Esta cercanía constituye la respuesta del Señor a la invocación de la Iglesia, que se expresa continuamente mediante la liturgia. Más aún, es precisamente la liturgia la que actualiza la cercanía del Señor"14.

Las fiestas tienen una gran importancia para ayudar a los cristianos a recibir mejor la acción de la gracia. En esos días se exige también que el creyente interrumpa el trabajo para poder dedicarse mejor al Señor. Pero no hay fiesta sin celebración, pues no basta dejar el trabajo para hacer fiesta; tampoco hay fiesta cristiana sin que los creyentes se reúnan para dar gracias, alabar al Señor, recordar sus obras, etcétera. Por eso indicaría poco sentido cristiano plantear el domingo, la fiesta, el fin de semana..., de manera que se hiciera imposible o muy difícil ese trato con Dios. A algunos cristianos tibios les sucede que acaban por pensar que no tienen tiempo para asistir a la Santa Misa, o lo hacen precipitadamente, como quien se libera de una enojosa obligación.

El descanso no es solo una oportunidad para recuperar fuerzas, sino que es también signo y anticipo del reposo definitivo en la fiesta del Cielo. Por eso la Iglesia quiere celebrar sus fiestas incluyendo el descanso laboral, al que por otra parte tienen derecho los fieles cristianos como ciudadanos iguales a los demás; derecho, que el Estado ha de garantizar y proteger.

El descanso festivo no debe interpretarse ni ser vivido como un simple no hacer nada –una pérdida de tiempo–, sino como la ocupación positiva y el enriquecimiento personal en otras tareas. Hay muchos modos de descansar, y no conviene quedarse en el más fácil, que muchas veces no es el que mejor nos descansa. Si sabemos limitar, por ejemplo, el uso de la televisión también los días de fiesta, no repetiremos tanto la falsa excusa de que "no tenemos tiempo". Al contrario, veremos que esos días podemos pasar más tiempo con la familia, atender a la educación de los hijos, cultivar el trato social y las amistades, hacer alguna visita a unas personas necesitadas, o que están solas o enfermas, etcétera. Es quizá la ocasión que estábamos buscando para poder conversar detenidamente con un amigo; o el momento para que el padre o la madre puedan hablar a solas, al hijo que más lo necesita y escuchar. En general, hay que "... saber tener todo el día cogido por un horario elástico, en el que no falte como tiempo principal –además de las normas diarias de piedad– el debido descanso, de tertulia familiar, la lectura, el rato dedicado a una afición de arte, de literatura o de otra distracción noble: llenando las horas con una tarea útil, haciendo las cosas lo mejor posible, viviendo los pequeños detalles de orden, de puntualidad, de buen humor"15.

1 Liturgia de las Horas. Segunda lectura. San Justino, Apología 1ª 67. — 2 Gen 2, 3. — 3 Ex 20, 8-11; 21, 13; Dt 5, 14. — 4 Cfr. Ex 31, 14-15. — 5 Cfr. Num 28, 9-10. — 6 Cfr. Mt 22, 2-13. — 7 Cfr. Is 25, 6-8. — 8 Apoc 1, 10. — 9 Conc. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, 106. — 10 Ibídem, 102. — 11 Cfr. Apoc 21, 1 ss; 2 Cor 1, 22. — 12 Pío XII, Aloc. 7-lX-1947. — 13 Sal 65, 1-2. — 14 Juan Pablo II, Homilía, 20-III-1980. — 15 Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer, 111.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Santa Liduvina
Paciente enferma crónica
Año 1433

 

Oración

Santa Liduvina: Alcánzanos de Dios la gracia de aceptar con paciencia nuestros sufrimientos como pago por nuestros pecados y para conseguir la conversión y salvación de muchos pecadores.

Historia

Esta santa es la Patrona de los enfermos crónicos. Ella nos enseña a aprovechar la enfermedad para pagar nuestros pecados, convertir pecadores y conseguir un gran premio en el cielo. El decreto de Roma al declararla santa dice: Santa Liduvina fue "un prodigio de sufrimiento humano y de paciencia heroica".

Liduvina nació en Schiedam, Holanda, en 1380. Su padre era muy pobre y tenía por oficio el de "celador" o cuidador de fincas. Hasta los 15 años Liduvina era una muchacha como las demás: alegre, simpática, buena y muy bonita. Pero en aquel año su vida cambió completamente. Un día, después de jugar con sus amigos iban a patinar y en el camino callo en el hielo partiéndose la columna vertebral.

La pobre muchacha empezó desde entonces un horroroso martirio. Continuos vómitos, jaquecas, fiebre intermitente y dolores por todo el cuerpo la martirizaban todo el día. En ninguna posición podía descansar. La altísima fiebre le producía una sed insaciable. Los médicos declararon que su enfermedad no tenía remedio.

Liduvina se desesperaba en esa cama inmóvil, y cuando oía a sus compañeras correr y reír, se ponía a llorar y a preguntar a Dios por qué le había permitido tan horrible martirio. Pero un día Dios le dio un gran regalo: nombraron de párroco de su pueblo a un verdadero santo, el Padre Pott. Este virtuoso sacerdote lo primero que hizo fue recordarle que "Dios al árbol que más lo quiere más lo poda, para que produzca mayor fruto y a los hijos que más ama más los hace sufrir". Le colocó en frente de la cama un crucifijo, pidiéndole que de vez en cuando mirara a Jesús crucificado y se comparara con El y pensara que si Cristo sufrió tanto, debe ser que el sufrimiento lleva a la santidad.

En adelante ya no volvió más a pedir a Dios que le quitara sus sufrimientos, sino que se dedicó a pedir a Nuestro Señor que le diera valor y amor para sufrir como Jesús por la conversión de los pecadores, y la salvación de las almas.

Santa Liduvina llegó a amar de tal manera sus sufrimientos que repetía: "Si bastara rezar una pequeña oración para que se me fueran mis dolores, no la rezaría". Descubrió que su "vocación" era ofrecer sus padecimientos por la conversión de los pecadores. Se dedicó a meditar fuertemente en la Pasión y Muerte de Jesús. Y en adelante sus sufrimientos se le convirtieron en una fuete de gozo espiritual y en su "arma" y su "red" para apartar pecadores del camino hacia el infierno y llevarlos hacia el cielo. Decía que la Sagrada Comunión y la meditación en la Pasión de Nuestro Señor eran las dos fuentes que le concedían valor, alegría y paz.

La enfermedad fue invadiendo todo su cuerpo. Una llaga le fue destrozando la piel. Perdió la vista por un ojo y el otro se le volvió tan sensible a la luz que no soportaba ni siquiera el reflejo de la llama de una vela. Estaba completamente paralizada y solamente podía mover un poco el brazo izquierdo. En los fríos terribles del invierno de Holanda quedaba a veces en tal estado de enfriamiento que sus lágrimas se le congelaban en la mejilla. En el hombro izquierdo se le formó un absceso dolorosísimo y la más aguda neuritis (o inflamación de los nervios) le producía dolores casi insoportables. Parecía que ya en vida estuviera descomponiéndose como un cadáver. Pero nadie la veía triste o desanimada, sino todo lo contrario: feliz por lograr sufrir por amor a Cristo y por la conversión de los pecadores. Y cosa rara: a pesar de que su enfermedad era tan destructora, se sentía a su alrededor un aroma agradable y que llenaba el alma de deseos de rezar y de meditar.

Cuentan las antiguas crónicas que recién paralizada una noche Liduvina soñó que Nuestro Señor le proponía: "Para pago de tus pecados y conversión de los pecadores, ¿qué prefieres, 38 años tullida en una cama o 38 horas en el purgatorio?". Y que ella respondió: "prefiero 38 horas en el purgatorio". Y sintió que moría que iba al purgatorio y empezaba a sufrir. Y pasaron 38 horas y 380 horas y 3,800 horas y su martirio no terminaba, y al fin preguntó a un ángel que pasaba por allí, "¿Por qué Nuestro Señor no me habrá cumplido el contrato que hicimos? Me dijo que me viniera 38 horas al purgatorio y ya llevo 3,800 horas". El ángel fue y averiguó y volvió con esta respuesta: "¿Qué cuántas horas cree que ha estado en el Purgatorio?" ¡Pues 3,800! ¿Sabe cuánto hace que Ud. se murió? No hace todavía cinco minutos que se murió. Su cadáver todavía está caliente y no se ha enfriado. Sus familiares todavía no saben que Ud. se ha muerto. ¿No han pasado cinco minutos y ya se imagina que van 3,800?". Al oír semejante respuesta, Liduvina se asustó y gritó: Dios mío, prefiero entonces estarme 38 años tullida en la tierra. Y despertó. Y en verdad estuvo 38 años paralizada y a quienes la compadecían les respondía: "Tengan cuidado porque la Justicia Divina en la otra vida es muy severa. No ofendan a Dios, porque el castigo que espera a los pecadores en la eternidad es algo terrible, que no podemos ni imaginar.

En 1421, o sea 12 años antes de su muerte, las autoridades civiles de Schiedam (su pueblo) publicaron un documento que decía: "Certificamos por las declaraciones de muchos testigos presenciales, que durante los últimos siete años, Liduvina no ha comido ni bebido nada, y que así lo hace actualmente. Vive únicamente de la Sagrada Comunión que recibe".

Santa Liduvina, paralizada y sufriendo espantosamente en su lecho de enferma, recibió de Dios los dones de anunciar el futuro a muchas personas y de curar a numerosos enfermos, orando por ellos. A los 12 años de estar enferma y sufriendo, empezó a tener éxtasis y visiones. Mientras el cuerpo quedaba como sin vida, en los éxtasis conversaba con Dios, con la Sma. Virgen y con su Angel de la Guarda. Unas veces recibía de Dios la gracia de poder presenciar los sufrimientos que Jesucristo padeció en su Santísima Pasión. Otras veces contemplaba los sufrimientos de las almas del purgatorio, y en algunas ocasiones le permitían ver algunos de los goces que nos esperan en el cielo.

Dicen los que escribieron su biografía que después de cada éxtasis se afirmaba más y más en su "vocación" de salvar almas por medio de su sufrimiento ofrecidos a Dios, y que al finalizar cada una de estas visiones aumentaban los dolores de sus enfermedades pero aumentaba también el amor con el que ofrecía todo por Nuestro Señor.

Cambiaron al santo párroco que tanto la ayudaba, por otro menos santo y menos comprensivo, quien empezó a decir que Liduvina era una mentirosa que inventaba lo que decía. El pueblo se levantó en revolución para defender a su santa y las autoridades para evitar problemas, nombraron una comisión investigadora compuesta por personalidades muy serias. Los investigadores declararon que ella decía toda la verdad y que su caso era algo extraordinario que no podía explicarse sin una intervención sobrenatural. Y así la fama de la santa creció y se propagó.

En los últimos siete meses Santa Liduvina no pudo dormir ni siquiera una hora a causa de sus tremendos dolores. Pero no cesaba de elevar su oración a Dios, uniendo sus sufrimientos a los padecimientos de Cristo en la Cruz.

Y el 14 de abril de 1433, día de Pascua de Resurrección poco antes de las tres de la tarde, pasó santamente a la eternidad. Pocos días antes contempló en una visión que en la eternidad le estaban tejiendo una hermosa corona de premios. Pero aun debía sufrir un poco. En esos días llegaron unos soldados y la insultaron y la maltrataron. Ella ofreció todo a Dios con mucha paciencia y luego oyó una voz que le decía: "con esos sufrimientos ha quedado completa tu corona. Puedes morir en paz".

La última petición que le hizo al médico antes de morir fue que su casa la convirtieran en hospital para pobres. Y así se hizo. Y su fama se extendió ya en vida por muchos sitios y después de muerta sus milagros la hicieron muy popular. Tiene un gran templo en Schiedam. Tuvo el honor de que su biografía la escribiera el escritor Tomás de Kempis, autor del famosísimo libro "La imitación de Cristo".

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Fuente: Multimedios.org
Valeriano, San Mártir, Abril 14  

Valeriano, San

Mártir

Etimológicamente significa "fuerte, robusto". Viene de la lengua latina.

Mártir romano, probablemente del tiempo de Juliano el Apóstol, esposo de la popular virgen Cecilia. Según las tradiciones fue convertido por ella el día mismo de la boda con medios sobrenaturales y milagrosos. Sobre su casa se edificó luego un templo, en el que reposan las reliquias de su santa consorte. — Fiesta 14 de abril.

Una de las imágenes más sugerentes y humanas con que la divina Palabra nos ha introducido en el misterio de la Redención la constituyen las llamadas -bodas del Cordero-.

Dios ha amado a la humanidad con amor de Esposo y en el banquete nupcial se entrega a sí mismo como víctima y como alimento. Es realmente un vínculo de sangre el que sella estas bodas sublimes, es la sangre del Cordero, del Hijo de Dios inmolado. Por ello se comprende y se admira el profundo sentido cristiano que guió a la piedad de nuestros antepasados, ya desde muchos siglos atrás, en tejer con minuciosos detalles en torno a unas nupcias, mitad terrenas y mitad espirituales, este bello poema de virginidad y de martirio, de amor y de sacrificio, el poema de Cecilia y Valeriano, el poema de Cristo presente en el amor transparente de los dos jóvenes.

Y el poema es cantado cada año por toda la Iglesia, en el oficio divino en honor de la santa esposa. Valeriano entra como segundo personaje, el convertido, el amante brioso, pero íntegro, que no duda en renunciar al goce sensible para unirse con ella en el amor supremo, el amor que salva y los une a los dos con Dios y en Dios.

La narración es suave e insinuante. Durante el banquete nupcial Cecilia, preparada anteriormente con larga oración y ayuno, sin dejar de participar en el bullicio y la alegría, entona su cántico de confianza: Que mi corazón permanezca inmaculado.

Luego viene el momento del encuentro con el esposo. Valeriano se acerca a Cecilia con toda la ilusión de su juventud, con toda la satisfacción del amor conquistado.

Cecilia pronuncia extrañas palabras. Un ángel guarda su virginidad; le invita a colaborar con el ángel, le promete ver también él al ángel si antes es lavado por un baño sagrado.

Valeriano, enamorado, no duda de Cecilia, se le confía, se convierte, y va en busca de la iglesia en su Cabeza, el Papa oculto. Éste le instruye en el misterio y, tras pedirlo insistente, le administra el santo bautismo.

Vuelve presuroso al tálamo nupcial, y descubre a su esposa en oración, con un ángel a su lado, más resplandeciente que el sol y ofreciendo a los dos una guirnalda de parte del Esposo de las vírgenes. Valeriano adora, cree, goza. Con la esposa.

Y no tarda en conseguir tiempo después la conversión de su hermano Tiburcio, que sigue su mismo camino. Así Cecilia puede presentar a los dos hermanos como sus más preciadas coronas del día de sus esponsales, como el fruto de su amor y de su sabiduría...

Pronto su esposo probará su espíritu y la profundidad con que siente su nueva vida. Primero dedicado intensamente a la caridad para con los pobres, compitiendo con Cecilia en su ya famoso desprendimiento.

Después será su valentía y decisión ante el prefecto Almaquio.

Los dos hermanos confiesan que son cristianos, y pretenden adoctrinar a los que asisten al juicio, en la verdadera religión. Son cruelmente apaleados, pero en pleno suplicio muestran sus rostros llenos de alegría por la gracia de poder dar su sangre por Jesucristo. Y de este modo, pasan delante de Cecilia, que pronto les seguirá en el camino del testimonio sangriento. Valeriano había amado de verdad y en el cielo, junto con su esposa, participa en el eterno banquete de gloria al Cordero. En la tierra, sus reliquias fueron conservadas, para gloria de Dios en sus santos, y se conservan en la iglesia dedicada a Santa Cecilia, en el Trastévere.

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Juan de Montemarano, Santo Obispo, Abril 14  

Juan de Montemarano, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Montemarano, de la Campania, san Juan, obispo, que se dedicó a ayudar a los pobres y a la santificación del clero (s. XI/XII).

Etimología: Juan = Dios es misericordia. Viene de la lengua hebrea.

Juan fue obispo de Montemarano, esta ciudad está rodeada de arboleda y es un centro agrícola de primer orden. Está en lo que fue la antigua Via Apia. Hoy pertenece a la diócesis de Nusco, Italia. Antes había sido sede episcopal.

El obispo electo para esta villa fue nombrado expresamente por el Papa Gregorio VII. Juan era monje.

Se entregó con tanto ardor a querer a la gente, sobre todo a la marginada y pobre en todos los sentidos, que llegó un momento en que los mismo obispos hicieron de él esta magnífica definición:"Padre de los pobres".

Pienso que no hay mayor timbre de gloria para un obispo que le llamen así.

Indica que había captado el Evangelio en su más bella y profunda radicalidad.

Pero fue algo más que eso. Se recuerda que, una vez consagrado obispo, se dedicó a la agricultura.

Trabajaba para los pobres. Igual que habían hecho anteriormente los monjes de Montevirgen.

Los habitantes le recuerdan todavía, y le han levantado una hermosa catedral para honrar su memoria.

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Fuente: ar.geocities.com/misatridentina01 || Archidiócesis de Madrid
Pedro González (San Telmo), Santo Dominico, Abril 14  

Pedro González (San Telmo), Santo

El bienaventurado y apostólico varón san Pedro González, llamado vulgarmente san Telmo, nació de padres nobles en la villa de Fromesta, a cinco leguas de la ciudad de Palencia.

Dióle el obispo, que era tío suyo, un canonicato, cuando aun no le sobraban los años, ni la gravedad y asiento que para aquel ministerio con venía, y procuró además que el Papa le diese el decanato.

Cuando Pedro González hubo de tomar la posesión, que fue el día de Pascua de Navidad, quiso el nuevo canónigo celebrar la fiesta, no como eclesiástico sin como lego y profano.

Vistióse para aquel día galana y profanamente, y salió con otros en un caballo brioso muy bien aderezado por toda la ciudad, desempedrando, como dicen, las calles a carreras, con gran desenvoltura y escándalo del pueblo. Pero para que se entiendan las maneras que Dios nuestro Señor toma para convertir las almas y atraerlas a sí, partiendo desaforadamente por la calle más principal de Palencia, cayó el caballo en medio de la carrera y dio con el canónigo en un lodo muy asqueroso, con harta risa de los que le vieron; porque cuando fueron a socorrerle, no había gala, ni vestido, ni rostro que diese muestra de lo que había sido.

Fue tan grande la vergüenza que causó a Pedro González aquella caída, que no podía levantar la cabeza, ni le parecía que podría ya vivir entre gente, hombre a quien tal desgracia había acontecido.

Alumbróle Dios al mismo tiempo el corazón; y hablando entre sí dijo: "Pues el mundo me ha tratado como quien es, yo haré que no se burle otra vez de mí".

Con esto, se va a un convento de santo Domingo, y con admiración de todos los que le conocían, tomó el hábito, y comenzó a vivir con tan grande perfección, que vino a ser un gran santo.

Predicaba después con obras y palabras, y como ángel del Señor; hablaba con tal fuerza de espíritu, que enternecía las piedras e inflamaba los corazones helados.

Despoblábanse los lugares en su seguimiento y muchas leguas iban caminando por oírle viejos y mozos, hombres y mujeres, ricos y pobres: y con este celo y espíritu anduvo por los reinos de España y estuvo en la corte del santo rey don Fernando, y se halló con él en el cerco de Sevilla y en otras guerras contra los moros.

Pero donde el santo más tiempo estuvo fue en Galicia, donde entre otras cosas hizo un puente sobre el río Miño, no lejos de Rivadavia, por los muchos peligros y muertes que sucedían en aquel paso.

Finalmente, después de haber ganado para Cristo innumerables almas y resplandecido con muchos milagros, en el domingo de Cuasimodo, dio en la ciudad de Tuy su bendita alma al Señor, el cual manifestó la gloria de su siervo con doscientos ocho milagros bien conocidos.

En el año 1254 el Papa Inocenci IV lo beatificó, y el 13 de diciembre de 1741 el Papa Benedicto XIV confirmó su culto.

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Es uno de los santos medievales más populares, cuya figura se agrandó por el juego de la fábula y cuyos milagros verdaderos o menos contribuyeron a meterlo en las entrañas del pueblo.

Su verdadero nombre de pila es Pedro y llevó como apellidos González Termo. Nació en una familia muy cristiana alrededor del año 1185, cuando es rey en León Fernando II y en Castilla Alfonso VIII; se bautizó en la iglesia románica de san Martín de Frómista, en Palencia.

Un tío suyo que es canónigo y llega a obispo se encarga de su educación. El joven Telmo entra en los Estudios Generales - centro, orgullo de los palentinos, recientemente establecido por Alfonso VIII, el vencedor de las Navas, antes aún que el de Salamanca, fundado en el siglo XIII por Alfonso IX-. Su inteligencia está mejor dotada que la de muchos; rinde más por los buenos maestros que por el esfuerzo que pone. No está Palencia para mucho intelectual esfuerzo ya que en la época no mandan los letrados teólogos sino los armados caballeros; es el tiempo del romance con juglares y trovadores que ganan su vida cantando batallas por el camino de Santiago bien cercano. A decir verdad, a Telmo le va la jarana, la bulla, la chanza y los torneos. Influye en la estudiantina y en el pueblo. Tiene éxito entre las mozas y es ¡sobrino mimado del obispo! Aunque las disposiciones son mínimas y parece que no habrá muchas promesas de buen clérigo, su tío lo hace canónigo y al poco tiempo lo eleva a deán con pingüe beneficio.

Telmo quiere tomar posesión el día de Navidad con cabalgata sonada. Así se disponen las cosas y nunca tuvo Palencia aire de mayor festejo. En bello alazán va el joven caballero, elegante, enjaretado, orgulloso y arrogante. El aplauso y los gritos van in crescendo, es el frenesí, el paroxismo del triunfo... pero en el cénit de la aclamación empieza Dios a prepararle un encuentro. Cabriolas del caballo y cuerpo en lodazal del ilustre caballero. Muestra vergüenza en la cara y siente vergüenza por dentro. Levantado entre las burlas, -es grande la chacota del pueblo y el ridículo que ha hecho- entra en casa. Es la ocasión de Dios. A lo Damasco hay conversión en un momento. Un fulminante cambio se da en Telmo. Está rezando, pide luz para ver el mejor modo de morir al mundo para siempre.

Rechaza el deanato, renuncia a la canongía y a sus prebendas. Llama a las puertas del convento de Dominicos que ha poco fundó en Palencia Domingo de Guzmán y donde se forman monjes que para la disputa con los albigenses. Allí se entrega a la oración, con disciplina y sacrificio, orden, obediencia, sacrificio, humildad, estudio, servicio a los demás y... ¡con alegría por dentro! Pasado un tiempo, con dotes de predicador innatas, explica la doctrina al pueblo, se producen conversiones, dedica tiempo a los pobres y visita a los enfermos.

Andalucía es promesa ahora que Fernando el Santo es rey de los dos reinos. Se ha pasado la línea de Sierra Morena y la arrebatar el sur a la Media Luna es el empeño de la cruzada. Los ejércitos están necesitados de ilusión, los soldados tienen alma que cuidar cuando los avances y retrocesos son vandálicos y las pasiones entran en juego. Allá está Telmo predicando, perdonando, alentando y encauzando a caballeros y mesnadas.

Un insólito hecho, provocado bien por la basteza de los descontentos o quizá por la zafiedad de los soldados, pone a prueba la solidez del santo que juzgaban "de cartón". Contratando una mujer ligera, experta en bajos oficios, han preparado la tentación. Telmo enciende un buen fuego y se arroja a las llamas solucionando el asunto ante el horror de la desgraciada y el asombro de los "listos".

De nuevo en Galicia, es Lugo quien se beneficia de su actividad apostólica. Las predicaciones son multitudinarias y con frecuencia son insuficientes los templos. Difunde ampliamente el Santo Rosario y tiene los primeros contactos con los marineros.

Córdoba es también, cuando la toman en el 1236, el lugar donde ejerce Telmo el ministerio y ahora es consejero y confesor del rey Fernando, además de atender a los ejércitos. Una preciosa tabla de la catedral de Tuy representa al rey arrodillado dentro de la real tienda con Telmo sentado impartiéndole perdón y consejo. Pero, como no es palaciego, terminado el encargo, vuelve a la Galicia de sus sueños.

Tuy se aprovechará de sus desvelos. Enseña lo que sabe, tiene cura de almas, resalta su oficio de padre de los pobres, dirige conciencias, socialmente influye -con la formación que da a los pescadores y marineros- poniendo los cimientos de lo que luego serán las cofradías y los gremios. Dicen que le vieron hacer milagros, mandar a las nubes, aplacar tormentas, atravesar a pie el Miño, conseguir milagrosamente comida y predecir el día y hora de su muerte conocidos por aviso del Cielo.

El obispo don Lucas -el autor del Chronicon Mundi- presidió sus funerales, mandó fabricar su mausoleo, conservar religiosamente sus reliquias y recoger información judicial para abrir su proceso.

Tantos portentos ha habido por medio del santo de tierra adentro que los marinos y pescadores aprenden a leer en el fenómeno eléctrico la presencia de san Telmo, y aún hoy no dejan de invocarle sin descanso cuando llega la tormenta y retumba el trueno.

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Fuente: Franciscanos.org
Isabel (Josefina) Calduch Rovira, Beata Virgen y Mártir, Abril 14  

Isabel (Josefina) Calduch Rovira, Beata

Mártir Clarisa Capuchina

Nació en Alcalá de Chivert (Castellón) el 9 de mayo de 1882, y fue martirizada en Cuevas de Vinromá (Castellón) el 14 de abril de 1937.

Profesó en el monasterio de Capuchinas de Castellón de la Plana el 28 de abril de 1901.

Fue maestra de novicias. Cerrado su monasterio por fuerza de las circunstancias, se refugió en casa de su hermano.

Fue arrestada el 13 de abril de 1937, vejada, maltratada y asesinada aquel mismo día junto al cementerio de Cuevas de Vinromá.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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