viernes, 9 de diciembre de 2011

Lecturas Sábado 10 de Diciembre de 2011. NS de Loreto! Sábado es día de María. No hay mejor honra que la misa matutina.

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (17, 10-13)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los discípulos le preguntaron a Jesús:

"¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?"

El les respondió:

"Ciertamente Elías ha de venir y lo pondrá todo en orden. Es más, yo les aseguro a ustedes que Elías ha venido ya, pero no lo reconocieron e hicieron con él cuanto les vino en gana. Del mismo modo, el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos". Entonces entendieron los discípulos que les hablaba de Juan el Bautista.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/swf/l.swf?video_id=v82JVdXAUUs

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

Ven, Señor, a salvarnos

Fería de Adviento: sábado de la 2a. semana o memoria libre de santa Eulalia de Mérida, Virgen y mártir

Escúchanos, Pastor de Israel

Antífona de Entrada

Ven, Señor, muéstranos tu rostro, y nos salvaremos.

Oración Colecta

Oremos:

Concédenos, Padre todopoderoso, que Cristo, el resplandor de tu gloria, nazca en nuestros corazones, para que su venida disipe las tinieblas del pecado y ponga de manifiesto que somos hijos de la luz.

Por nuestro Señor Jesucristo...

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del libro del

Eclesiástico (Sirácide)

(48, 1-4. 9-11)

En aquel tiempo surgió Elías, un profeta de fuego; su palabra quemaba como una llama. El hizo caer sobre los israelitas el hambre y con celo los diezmó.

En el nombre del Señor cerró las compuertas del cielo e hizo que descendiera tres veces fuego de lo alto. ¡Qué glorioso eres, Elías, por tus prodigios! ¿Quién puede jactarse de ser igual a ti? En un torbellino de llamas fuiste arrebatado al cielo, sobre un carro tirado por caballos de fuego. Escrito está de ti que volverás, cargado de amenazas, en el tiempo señalado, para aplacar la cólera antes de que estalle, para hacer que el corazón de los padres se vuelva hacia los hijos y congregar a las tribus de Israel.

Dichosos los que te vieron y murieron gozando de tu amistad; pero más dichosos los que estén vivos cuando vuelvas.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 79

Ven, Señor, a salvarnos.

Escúchanos, pastor de Israel; tú que estás rodeado de querubines, manifiéstate, despierta tu poder y ven a salvarnos.

Ven, Señor, a salvarnos.

Señor, Dios de los ejércitos, vuelve tus ojos, mira tu viña y visítala; protege la cepa plantada por tu mano, el renuevo que tú mismo cultivaste.

Ven, Señor, a salvarnos.

Que tu diestra defienda al que elegiste, al hombre que has fortalecido. Ya no nos alejaremos de ti; consérvanos la vida y alabaremos tu poder.

Ven, Señor, a salvarnos.

 

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos, y todos los hombres verán al Salvador.

Aleluya.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (17, 10-13)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los discípulos le preguntaron a Jesús:

"¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?"

El les respondió:

"Ciertamente Elías ha de venir y lo pondrá todo en orden. Es más, yo les aseguro a ustedes que Elías ha venido ya, pero no lo reconocieron e hicieron con él cuanto les vino en gana. Del mismo modo, el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos". Entonces entendieron los discípulos que les hablaba de Juan el Bautista.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Te pedimos, Señor, que este sacrificio, signo de nuestra total entrega a ti, te sea ofrecido siempre para que realice la intención que tuviste al instituir este sacramento, y lleve a cabo plenamente en nosotros tu salvación.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

 

Prefacio de Adviento III

Cristo, Señor y juez de la historia

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias, es nuestro deber cantar en tu honor himnos de bendición y de alabanza, Padre todopoderoso, principio y fin de todo lo creado.

Tú nos has ocultado el día y la hora en que Cristo, tu Hijo, Señor y juez de la historia, aparecerá, revestido de poder y de gloria, sobre las nubes del cielo.

En aquel día terrible y glorioso pasará la figura de este mundo y nacerán los cielos nuevos y la tierra nueva.

El mismo Señor que se nos mostrará entonces lleno de gloria viene ahora a nuestro encuentro en cada hombre y en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la fe y por el amor demos testimonio de la espera dichosa de su reino.

Por eso, mientras aguardamos su última venida, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

 

Antífona de la Comunión

Pronto vendré y traeré conmigo la recompensa, dice el Señor, y daré a cada uno según sus obras.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Que esta Eucaristía nos purifique, Señor, de toda mancha y nos prepare así a celebrar dignamente la Navidad ya próxima.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

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Meditación diaria

 

Adviento. 2ª semana. Sábado

EL EXAMEN DE CONCIENCIA

— Los frutos del examen de conciencia diario.

— El examen, un encuentro anticipado con el Señor.

— Cómo hacerlo. Contrición y propósitos.

I. Mira, llego enseguida –dice el Señor–, y traigo conmigo mi salario, para pagar a cada uno su propio trabajo1.

En la Ley estaba dispuesto que se cumpliera el mandamiento del diezmo: se debía entregar la décima parte de los cereales, del mosto y del aceite para el sostenimiento del Templo y para el servicio del culto. Los fariseos, rigoristas sin amor, hacían pagar el diezmo de la hierbabuena, el eneldo y el comino, plantas que por sus propiedades aromáticas se cultivaban a veces en los jardines de las casas.

San Mateo recoge unas palabras del Señor de gran dureza, dirigidas a la hipocresía de los fariseos y a su falta de unidad de vida: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!, que pagáis el diezmo de la hierbabuena y del eneldo y del comino, y habéis abandonado las cosas más esenciales de la Ley: la justicia, la misericordia y la buena fe. Estas debierais observar, sin omitir aquellas. ¡Guías ciegos!, que coláis un mosquito y os tragáis un camello2.

En sus vidas podemos ver, por una parte, una minuciosidad agobiante; por otra, una gran laxitud en las cosas verdaderamente importantes: abandonan las cosas más esenciales de la Ley: la justicia, la misericordia y la buena fe. No supieron entender lo que realmente esperaba el Señor de ellos.

También nosotros, en estos días del Adviento, podemos mejorar el examen de conciencia, para no detenernos en cosas que en el fondo son accidentales, y dejar escapar lo verdaderamente importante. Si nos acostumbramos a un examen de conciencia diario –breve, pero profundo– no caeremos en la hipocresía y en la deformación de los fariseos. Veremos así con claridad los errores que alejan nuestro corazón de Dios y sabremos reaccionar a tiempo.

El examen es como un ojo capaz de ver los íntimos recovecos de nuestro corazón, sus desviaciones y apegamientos. "Por él veo, soy iluminado, evito los peligros, corrijo los defectos y enderezo los caminos. Por medio de él, y sirviéndome de antorcha, registro y veo claro todo mi interior, y de este modo no puedo permanecer en el mal, sino que me veo obligado a practicar la verdad, es decir, a adelantar en la piedad"3.

Si por pereza descuidáramos nuestro examen, es posible que los errores y las inclinaciones echen sus raíces en el alma y no sepamos ver la grandeza a la que hemos sido llamados, sino que, por el contrario, nos quedemos en el eneldo y en el comino, en pequeñeces que nada o poco importan al Señor.

En el examen descubriremos el origen oculto de nuestras faltas evidentes de caridad o de trabajo, la raíz íntima de la tristeza y del malhumor, o de la falta de piedad, que se repiten, quizá con alguna frecuencia, en nuestra vida; y sabremos ponerles remedio. "Examínate: despacio, con valentía. —¿No es cierto que tu mal humor y tu tristeza inmotivados –inmotivados, aparentemente– proceden de tu falta de decisión para romper los lazos sutiles, pero "concretos", que te tendió –arteramente, con paliativos– tu concupiscencia?"4.

El examen de conciencia diario es una imprescindible ayuda para seguir al Señor con sinceridad de vida.

II. Toda nuestra actividad –familiar, profesional, social– es ocasión de encuentro con Dios. También, a lo largo de nuestro día, tienen lugar muchos encuentros especiales con el Señor: en la Comunión, en este rato de oración..., también en el examen.

El examen diario de conciencia es un repaso a fondo de lo que hemos escrito en la página de cada día irrepetible. Muchas palabras torcidas se pueden enderezar mediante la contrición. Una página de horror puede convertirse en algo bueno, incluso muy bueno, mediante el arrepentimiento y el propósito para comenzar la nueva página en blanco que nos presentará nuestro Ángel Custodio de parte de Dios; página única e irrepetible, como cada día de nuestra vida. "Y estas páginas blancas que empezamos a garabatear cada día –escribe un autor de nuestros tiempos– a mí me gusta encabezarlas con una sola palabra: Serviam!, ¡serviré!, que es un deseo y una esperanza (...).

"Después de este comienzo –deseo y esperanza–, quiero trazar palabras y frases, componer párrafos y llenar la hoja con una escritura clara y nítida. Lo cual no es más que el trabajo, la oración, el apostolado; es decir, toda la actividad de mi jornada.

"Procuro atender mucho a la puntuación, que es el ejercicio de la presencia de Dios. Esas pausas, que son como comas, o como puntos y comas, o como dos puntos, cuando son más largas, representan el silencio del alma y las jaculatorias con las cuales me esfuerzo en dar significado y sentido sobrenatural a todo lo que escribo.

"Me agradan mucho los puntos, y más todavía los puntos y aparte con los cuales me parece que cada vez vuelvo a empezar a escribir: son como esbozos de gestos mediante los cuales rectifico mi intención y digo al Señor que vuelvo a empezar –nunc coepi!–, que vuelvo a empezar con la voluntad recta de servicio y de dedicarle mi vida, momento por momento, minuto por minuto.

"Pongo también mucha atención en los acentos, que son las pequeñas mortificaciones por medio de las cuales mi vida y mi trabajo adquieren un significado verdaderamente cristiano.

"Una palabra no acentuada es una ocasión en la que no supe vivir cristianamente la mortificación que el Señor me enviaba, la que Él me había preparado con amor, la que Él deseaba que yo encontrara y que abrazase a gusto.

"Me esfuerzo porque no haya tachaduras, equivocaciones, o manchas de tinta, ni espacios en blanco, pero... ¡cuántos hay! Son las infidelidades, las imperfecciones, los pecados... y las omisiones.

"Me duele mucho ver que no hay casi ninguna página en donde no haya dejado huella mi torpeza y mi falta de habilidad.

"Pero me consuelo y me tranquilizo pronto, pensando que soy un niño pequeño que todavía no sabe escribir y que tiene necesidad de una falsilla para no torcerse y de un maestro que le lleve la mano para que no escriba tonterías –¡qué buen Maestro es Dios nuestro Señor!–, ¡qué inmensa paciencia tiene conmigo!"5.

III. La finalidad del examen de conciencia es conocernos mejor a nosotros mismos, para que podamos ser más dóciles a las continuas gracias que derrama en nosotros el Espíritu Santo y nos asemejemos cada vez más a Cristo.

Quizá una de las primeras preguntas que pueden darnos abundante luz es: ¿Dónde está mi corazón? ¿Qué es lo que ocupa más espacio en él? ¿Es Cristo? "En el instante mismo en que me pregunto eso tengo la contestación dentro de mí. Esta pregunta me hace dirigir un golpe de vista rápido sobre el centro más íntimo de mí mismo, y enseguida veo el punto saliente; presto el oído al sonido que da mi alma, e inmediatamente recojo la nota dominante. Es un procedimiento intuitivo, instantáneo. Es un golpe de vista, in ictu oculi. Unas veces veré que la disposición que me domina es el ansia del aplauso o el deseo de alabanzas, el temor de una censura; otras veces, es el desabrimiento, nacido de una contrariedad, de una conversación o de un proceder que me ha mortificado, o bien el resentimiento procedente de una reprensión agria y dura; otras veces es la amargura producida por la suspicacia o el malestar mantenido por una antipatía, o tal vez la cobardía inspirada por la sensualidad, o el desaliento causado por una dificultad o un fracaso; otras veces, es la rutina, fruto de la indolencia, o la disipación, fruto de la curiosidad y de la alegría vana, etcétera; o, por el contrario, el amor a Dios, la sed de sacrificio, el fervor encendido por un toque señalado de la gracia, la plena sumisión a la voluntad de Dios, el gozo de la humildad, etcétera. Buena o mala, lo que urge averiguar es cuál será la disposición principal y dominante, porque hay que ver el bien lo mismo que el mal, pues lo que se trata de conocer es el estado del corazón: es preciso que yo vaya directamente a examinar el gran resorte que hace mover todas las piezas del reloj"6.

Podemos preguntarnos, al hacer el examen de nuestra conciencia, si ese día hemos cumplido la voluntad de Dios, lo que Él esperaba de nosotros, o si hemos ido más bien a lo nuestro. Y descender a detalles concretos acerca de nuestro trato con Dios, del cumplimiento de nuestros deberes para con Él en el plan de vida, del trabajo, de nuestras relaciones con los demás. Examinaremos con qué empeño luchamos contra la tendencia a la comodidad o a crearnos necesidades; qué esfuerzo ponemos, por ejemplo, para llevar una vida sobria y templada –también en las relaciones sociales– en la comida y bebida, y en el uso de los bienes de la tierra. Hemos de ver si ese día lo hemos llenado de amor de Dios, o si por desgracia lo hemos dejado vacío para la eternidad –cosa que no va a suceder si nos dejamos ayudar por la gracia–, o en pecado. Es como un pequeño juicio adelantado que nos hacemos a nosotros mismos.

Veremos algunas cosas que merecen ser tenidas en cuenta para la próxima Confesión. Terminaremos siempre nuestro examen con un acto de contrición, porque si no hay dolor, es inútil el examen. Haremos un pequeño propósito, que podemos renovar al iniciarse el nuevo día, en el ofrecimiento de obras, en la oración personal, o en la Santa Misa. Y al acabar, daremos gracias al Señor por todas las cosas buenas con las que hemos cerrado la jornada.

1 Antífona de la comunión. Apoc 22, 12. — 2 Mt 23, 23-24. — 3 J. Tissot, La vida interior, p. 44. — 4 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 237. — 5 S. Canals, Ascética Meditada, pp. 130-137. — 6 J. Tissot, o. c., p. 534.

 

 

10 de diciembre

NUESTRA SEÑORA DE LORETO*

Memoria

— La casa de Nazareth.

— El hogar de Nazareth, modelo que han de imitar los hogares cristianos.

— Hacer la vida amable a quienes conviven con nosotros.

I. El culto de la Santísima Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora de Loreto "está vinculado, según la antigua y viva tradición, a la casa de Nazareth; la casa en la que, como recuerda el Evangelio de la Misa de hoy, María habitó después de los desposorios con José; la casa de la Sagrada Familia"1, el hogar que con tanto cariño prepararía San José para recibir a Santa María. Esta morada fue en primer lugar la casa de María, pues "toda casa es, ante todo, santuario de la madre. Y ella lo crea de modo especial con su maternidad"2. Dios desea "que los hijos de la familia humana, al venir al mundo, tengan un techo sobre su cabeza, que tengan una casa. Sin embargo, la casa de Nazareth, como sabemos, no fue el lugar del nacimiento del Hijo de María e Hijo de Dios. Probablemente, todos los antepasados de Cristo, de los que habla la genealogía del Evangelio de hoy según San Mateo, venían al mundo bajo el techo de una casa. Esto no se le concedió a Él. Nació como un extraño en Belén, en un establo. Y no pudo volver a la casa de Nazareth, porque, obligado a huir desde Belén a Egipto por la crueldad de Herodes, solo después de morir el rey, José se atrevió a llevar a María con el Niño al hogar de Nazareth. Y desde entonces en adelante, esa casa fue el lugar de la vida cotidiana, el lugar de la vida oculta del Mesías; la casa de la Sagrada Familia. Fue el primer templo, la primera iglesia en la que la Madre de Dios irradió su luz con su maternidad. La irradió con su luz, procedente del gran misterio de la Encarnación; del misterio de su Hijo"3.

Sus muros fueron testigos del amor entrañable de los miembros de la Sagrada Familia, del trabajo escondido de los seres que Dios más amó en el mundo. Esta morada, llena de luz y de amor, limpia, alegre, de servicio gustoso, es el modelo de todos los hogares cristianos. En ella se reflejaría el alma de María; los modestos adornos, el orden, la limpieza, hacían que Jesús y José, después de una jornada de trabajo, encontraran el descanso junto a Nuestra Señora. El cuidado material de nuestros hogares, a veces rodeados de una gran pobreza, de unos muebles modestos, nunca es indiferente para esa convivencia en la que debemos encontrar a Dios. La Virgen María nos enseña hoy a que sean también muestra de caridad hacia los demás.

II. Ante el Cielo, aquella casa de Nazareth resplandecía de luz, porque allí se encontraba la Luz del mundo. A la vez, fue un hogar que sobresalía por su limpieza, por el buen gusto dentro de su pobreza, por el cuidado de las cosas... Nuestra Señora preparó la comida muchas veces, remendó la ropa y procuró que aquel hogar estuviera siempre acogedor. ¡Con qué amor serviría Santa María a Jesús y a José! ¡Cómo estaría pendiente de esos momentos del mediodía cuando hacían un parón en el trabajo, o al atardecer cuando daban por concluida su tarea! En el calor de intimidad de aquel hogar fue creciendo el Hijo de Dios, hasta que llegó el tiempo prefijado desde la eternidad para iniciar su predicación por ciudades y aldeas. Siempre tendría presentes aquellas paredes y aquel lugar pobre, pero ordenado y limpio, humanamente agradable. Cuando, en su ministerio público, Jesús volvió a Nazareth recordaría momentos inolvidables junto a su Madre y a San José. Entre las cosas que Santa María guardaba en su corazón4 estarían sin duda tantos pequeños sucesos corrientes de su Hijo, que fueron la alegría de su alma. "No olvidemos que la casi totalidad de los días que Nuestra Señora pasó en la tierra transcurrieron de una manera muy parecida a las jornadas de otros millones de mujeres, ocupadas en cuidar de su familia, en educar a sus hijos, en sacar adelante las tareas del hogar. María santifica lo más menudo, lo que muchos consideran erróneamente como intrascendente y sin valor: el trabajo de cada día, los detalles de atención hacia las personas queridas, las conversaciones y las visitas con motivo de parentesco o de amistad. ¡Bendita normalidad, que puede estar llena de tanto amor de Dios!"5.

Dios quiere que sus hijos nazcan, vivan y se formen en un hogar, que ha de ser imitación del de Nazareth. Aunque la mujer está llamada a desempeñar funciones capitales en otros trabajos en bien de la sociedad, la dedicación al cuidado de su hogar ocupará un lugar central en su vida, pues es allí donde principalmente, a través de múltiples detalles, ejerce esa maternidad sobre los suyos, el encargo más excelente que ha recibido del Señor. Y marido y mujer no deben olvidar "que el secreto de la felicidad conyugal está en lo cotidiano, no en ensueños. Está en encontrar la alegría escondida que da la llegada al hogar; en el trato cariñoso con los hijos; en el trabajo de todos los días, en el que colabora la familia entera; en el buen humor ante las dificultades, que hay que afrontar con deportividad; en el aprovechamiento también de todos los adelantos que nos proporciona la civilización, para hacer la casa agradable, la vida más sencilla, la formación más eficaz"6.

En la Sagrada Familia tenemos el modelo que hemos de mirar muchas veces. "Nazareth es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde se inicia el conocimiento de su Evangelio. Aquí aprendemos a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido profundo y misterioso de esta sencilla, humilde y encantadora manifestación del Hijo de Dios entre los hombres. Aquí se aprende incluso, quizá de una manera casi insensible, a imitar esta vida"7. ¡Cuántas veces en nuestra oración mental hemos entrado en aquella casa modesta de Nazareth y hemos contemplado a Jesús, a María y a José mientras trabajan, y en los muchos detalles que tendrían entre sí, en la convivencia diaria!

Examinemos hoy junto a la Sagrada Familia si nuestros hogares son un reflejo de aquel de Nazareth: si procuramos que Jesús ocupe el centro de los pensamientos y del amor de todos, si mantenemos despierto el espíritu de servicio, si nos desvivimos por hacer la vida amable a los demás; o si, por el contrario, se dan riñas frecuentes, si nos preocupamos excesivamente de lo nuestro, si por presiones del ambiente dejamos esas costumbres cristianas que tanto ayudan a tener presente a Dios: la bendición de la mesa, el rezo de alguna oración en común, el asistir juntos a la Misa del domingo o de alguna fiesta principal...

III. "¡Qué gran ejemplo de convivencia cotidiana! afirmaba León XIII, refiriéndose a la Sagrada Familia. ¡Qué perfecta imagen de un hogar! Allí se vive con sencillez de costumbres y calor humano; en constante armonía de sentimientos; sin desorden, con mutuo respeto; con amor sincero, sin fingimientos, plenamente operativo por la perseverancia en el cumplimiento del deber, que tanto atrae a los que lo contemplan"8. Es allí donde debemos mirar para reproducir en nuestras familias el ejemplo de Jesús, María y José.

El calor de hogar no solo depende de la madre aunque su función no es fácilmente sustituible, sino de la aportación personal de cada uno. Hemos de vivir pensando en los demás, usar de las cosas de tal manera que haya algo que ofrecer siempre a otros, cuidar de las tradiciones propias de cada familia... ¡Cuánta semejanza puede haber entre nuestra vida y la de Jesús, María y José en la casa de Nazareth! Todo transcurrió allí con la más completa normalidad, sin acontecimientos de extraordinario relieve externo. El Señor no nos pide sacrificios llamativos. Nos busca, sin embargo, en la propia familia, en mil pequeños detalles de entrega: una sonrisa para aquel que se encuentra más cansado, adelantarnos en los pequeños servicios que requiere toda convivencia, no manifestar desagrado por cosas de poca importancia, vencer el malhumor para no hacer daño a los demás, estar atentos al santo o cumpleaños de quienes conviven con nosotros, festejar en familia esos aniversarios y fiestas especialmente ligados a todos...

"Acepta, ¡oh Señora de Loreto! oraba el Papa Juan Pablo II en este Santuario, Madre de la casa de Nazareth, esta peregrinación mía y nuestra, que es una gran oración común por la casa del hombre de nuestra época: por la casa que prepara a los hijos de toda la tierra para la casa eterna del Padre en el Cielo"9. A Ella le pedimos que nos enseñe a cuidar del propio hogar, como del lugar querido por Dios para aprender y ejercitar las virtudes humanas y sobrenaturales y para restaurar las fuerzas perdidas en orden a una mayor eficacia en el servicio que prestamos a la sociedad con nuestro trabajo, y en el apostolado. Le pedimos que nuestras casas "constituyan esos hogares vivos del amor, en los cuales el hombre puede calentarse cada día"10, y que sean anticipo de la Casa del Cielo, un cielo aquí en la tierra.

1 Juan Pablo II, Homilía en Loreto, 8-IX-1979. — 2 Ibídem. — 3 Ibídem. — 4 Cfr. Lc 2, 51. — 5 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 148. — 6 Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer, n. 91. — 7 Pablo VI, Homilía en Nazareth, 5-I-1964. — 8 León XIII, Enc. Laetitiae sanctae, 8-IX-1893, 3. — 9 Juan Pablo II, loc cit. — 10 ídem, Exhort. Apost. Familiaris consortio, 22-IX-1981, 37.

* En el Santuario de Loreto, según antigua tradición, se conserva la Santa Casa, donde la Virgen nació y recibió el anuncio de su divina maternidad. El pequeño edificio, tal como aparece hoy, consiste en una pieza rectangular, construida con piedras arenosas de sillería unidas por argamasa de barro; la parte superior es de ladrillo. Las paredes no son visibles desde el exterior, habiendo sido incluidas en el siglo xvi en un monumental revestimiento marmóreo. La imagen de la Virgen es obra reciente, y sustituye a una procedente del siglo xvi que fue destruida en el incendio de 1921. Loreto fue, desde muy antiguo, centro de peregrinaciones y foco de piedad mariana.

 

Si desea adquirir los libros: http://www.palabra.es/buscar.asp?buscar=Hablar+con+Dios&tc=8501

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Santoral             (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

 

La Virgen de Loreto

Patrona de los aviadores.

Loreto significa: rodeado de árboles de laurel.

En el norte de Italia hay un santuario mariano sumamente famoso, visitado continuamente por millares de peregrinos. Se llama la Casita de Nazaret en Loreto.

A este santuario han ido en peregrinación famosos santos. Por ej. San Carlos Borromeo, San Luis Gonzaga, Santa Teresita, San José Cupettino, San Juan Bosco, los Pontífices Juan XXIII, Pablo VI, y Juan Pablo II, y muchos más. Es un templo muy amado por los católicos de Europa.

Empezó a existir este santuario cuando los Cruzados tomaron a Jerusalén y hacia el año 1200 empezaron a llevar a Italia materiales de la Tierra Santa para construir una réplica o imitación de lo que pudo ser la casita de Jesús, José y María de Nazaret.

Cuando después de muchos viajes portando materiales lograron hacer una edificación parecida a la que pudo habitar la Sagrada Familia, comenzaron a invitar a los devotos a visitar aquel lugar sagrado y a honrar en él a la Madre de Dios.

Y, como sucede en los santuarios de todo el mundo, comenzaron a obrarse allí admirables milagros. Los santuarios son precisamente lugares donde Dios, misteriosamente, sin saber por qué, concede impresionantes favores a los que van allí a pedirle su ayuda. Quizás porque la fe del peregrino es muy viva y se aumenta con el contagio del fervor de los demás orantes en ese lugar, en cada santuario se consiguen gracias que en otras partes no se habían logrado obtener. Y esto sucede en Loreto continuamente.

Algunos, para darle más poesía a la existencia de la Casa de Loreto, llegaron a afirmar que esa construcción había sido llevada por los ángeles, volando por los aires, desde Nazaret. Por eso la Virgen de Loreto es Patrona de los aviadores. Esa narración es sólo una bella leyenda, pero a la gente le gustó y algunos hasta la creyeron.

Nosotros al recordar hoy en esta fiesta la Vida de María, José y el Divino Niño en Nazaret, nos alegramos de ser amigos y devotos de tan santas y amables personas, y pedimos a Jesús, José y María que sigan bendiciendo cada día más y más a nuestras familias y a nuestras casas. Quiera Dios que cada uno de nuestros hogares sea una réplica o imitación fiel del santo Hogar de Nazaret.

Jesús, José y María: Bendecid nuestros hogares.

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Milciades (Melquiades), Santo Papa, 10 de diciembre  

Milciades (Melquiades), Santo

Diciembre 10
Papa

 

Etimológicamente significa "de tez roja". Viene de la lengua griega.

Dice marcos: "Se acercó un leproso a Jesús y le suplicó de rodillas: Si quieres, puedes limpiarme. Conmovido, Jesús extendió la mano al leproso, le tocó y le dijo: Quiero. Quedas limpio".

Fue Papa en el siglo IV.

Bajo su pontificado la Cruz llegó a ser signo de infamia hasta que se convirtió en signo de gloria y augurio de victoria.

Y no solamente en la Iglesia, sino incluso en los estandartes del emperador Constantino.

Sin que exista una buena razón, bajo su pontificado, la Cruz y el cristianismo cayeron bajo sospecha.

Era de origen africano. Debía encontrarse en Roma cuando se desencadenó la persecución de Diocleciano.

Cuando lo eligieron Papa, ocurrió algo importante.

Galerio escribió un edicto de tolerancia religiosa. Gracias a Dios, lo suscribieron después dos emperadores más, Licino y Constantino.

Macencio no lo había firmado y seguía con sus persecuciones, pero duró poco.

En seguida abandonó las persecuciones.

El Papa se valió de este cambio político para organizar la Iglesia..

Intentó recuperar todos los bienes que le había robado. Para ello envió a diáconos a recogerlos.

Tras la batalla de Milvio, entró Constantino y el signo de la Cruz.

Se inició la catedral de Roma, el Laterano.

Milcíades estuvo poco tiempo de pontificado.
Le sucedió san Silvestre.

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Fuente: Wikipédia
Gregori III, Santo Papa, 10 Diciembre  

Gregori III, Santo

XC Papa



Gregorio III, papa de la Iglesia Católica entre el 18 de marzo de 731 y su muerte, en noviembre de 741.

Nacido en Siria, fue elevado por el pueblo a la silla pontificia durante los funerales de Gregorio II.

Combatió a los lombardos e iconoclastas pero murió sin haber erradicado la herejía de estos últimos.

Ganó por su caridad el sobrenombre de Amigo de los pobres y no sólo excomulgó al emperador de Oriente, León III, como hereje iconoclasta, sino que le insultó en distintas cartas tratándolo de bárbaro e indigno de reinar.

Tuvo con el rey de Lombardía, Luitprando, trato doble: primero se hizo su amigo para que no se apoderase de Roma y para que le cediera los pueblos de su provincia, luego acogió a los duques de Spoleto y de Benevento, rebeldes, uniéndose a ellos contra su bienhechor.

Y como éste trató de vengarse, Gregorio reconociendo su debilidad, envió primeros, segundos y terceros embajadores a Carlos Martel, duque de Francia, para que le socorriera contra Luitprando.

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Fuente: Vatican.va
Marco Antonio Durando, Beato Presbítero y Fundador, 10 de diciembre  

Marco Antonio Durando, Beato

Presbítero
Fundador de la Congregación de las Hermanas de Jesús Nazareno

Martirologio Romano: En Turín, del Piamonte, en Italia, beato Marco Antonio Durando, presbítero de la Congregación de la Misión, que fundó la Congregación de las Hermanas de Jesús Nazareno, para cuidar enfermos y jóvenes abandonados (1880).

Etimológicamente: Marco = variante de Marco = Aquel que es varonil, masculino, es de oriten latino.

 

Marco Antonio nació el 22 de mayo de 1801, en Mondoví, en la ilustre familia de los Durando, cuya casa daba a la Plaza Mayor y estaba cerca de la catedral y de la iglesia de la Misión. Al revés que su madre, que era persona muy piadosa y que inspiró la religiosidad y la fe en el corazón de sus ocho hijos, el padre tenía ideas liberales y era de tendencia laica y agnóstica. Dos de los hijos, de manera especial, profesaron tales convicciones y se implicaron en los sucesos del Risorgimento italiano. Ocuparon puestos de relieve en la vida política y militar. Santiago fue ministro de asuntos exteriores en el gobierno Rattazzi, de 1862. Juan, general y jefe de las tropas pontificias, en 1848, desobedeció las órdenes de Pío IX llevando a las tropas pontificias más allá del Po para cerrar el paso a los austríacos. Una vez que regresó al ejército piamontés, participó con Carlos Alberto en la batalla de Novara, en la expedición de Crimea y en las guerras de independencia.

La pasión misionera.

Marco Antonio salió más a la madre. A los 15 años manifestó el deseo de marchar como misionero a China. Entró en la Congregación de la Misión, que por entonces se estaba reconstruyendo en Italia. A los 18 años emitió los votos perpetuos y el 12 de junio de 1824 fue ordenado sacerdote. Durante cinco años permaneció en Casale Monferrato y después, desde 1829 hasta su muerte, en la casa de Turín, de la que fue superior dos años después de llegar. En lugar de ir a China, su destino fueron las misiones populares, en las que expresó la pasión misionera del anuncio de Cristo. Sostuvo y difundió la recién nacida obra de la Propagación de la Fe, instituida en Lyon en 1822. En la plenitud de su responsabilidad como Visitador, en 1855, inauguró el colegio Brignole-Sale para las misiones extranjeras con el objetivo de formar sacerdotes para las misiones ad gentes.

En los años jóvenes de su primer sacerdocio, su dinamismo misionero fue absorbido por las misiones, que predicó en muchos pueblos del Piamonte. Huyendo de los extremismos, tanto del laxismo como del rigorismo jansenista, el padre Durando predicó la misericordia de Dios, atrayendo a las gentes a la conversión: "La gente —relata un cronista de la misión de Bra— se agolpaba para oírlo y estaba tan silenciosa y atenta oyéndolo como si fuese un único hombre". En estas misiones no se limitó a predicar, sino que allí donde encontraba situaciones graves de pobreza, de acuerdo con los cohermanos, actuaba de modo concreto. En Locana, por ejemplo, hizo "convertir todo el legado económico de la misión, que consistía en 700 liras, en harina de maíz para los pobres del pueblo", practicando así la enseñanza de San Vicente de actuar espiritual y corporalmente en favor de los pobres.

Amor a los pobres
y primer director de las Hijas de la Caridad en Italia


La preocupación por los pobres fue la otra cara de su pasión misionera. Poco después de haber sido elegido superior, intuyó la utilidad de introducir en Italia del norte a las Hijas de la Caridad, nacidas del carisma caritativo de san Vicente y de santa Luisa de Marillac. Éstas, tras haber sido dispersadas en la época de la revolución francesa, habían comenzado a reorganizarse. Las apariciones de la Medalla Milagrosa, en 1830, a santa Catalina Labouré, novicia de las Hijas de la Caridad, pueden considerarse como el origen del nuevo florecimiento que estaba experimentando esta comunidad. La inteligencia del padre Durando consistió en intuirlo. Las quiso en Piamonte. El rey Carlos Alberto, en 1833, las acogió y ellas comenzaron a tomar la responsabilidad de varios hospitales, tanto los militares de Turín y Génova, como los civiles de Carignano, Castellamonte y Turín. En 1855, tuvo el valor de enviarlas a la retaguardia de la guerra de Crimea para curar a los heridos. Al mismo tiempo difundió la asociación mariana de la Medalla Milagrosa entre las jóvenes y de ella nacieron nuevas vocaciones: en el breve espacio de diez años, surgieron 20 fundaciones e ingresaron 260 hermanas. El número de las vocaciones era tan desbordante que Carlos Alberto puso a su disposición, en 1837, el convento de san Salvario, en Turín. Gracias al crecimiento de las hermanas, el padre Durando dotó a la ciudad de Turin de una red de centros de caridad, llamados Misericordias, desde las que las hermanas, con las Damas de la Caridad, salían para prestar el servicio a domicilio y la ayuda a los pobres. Alrededor de las Misericordias surgieron diferentes obras, como las primeras guarderías para niños pobres, talleres para muchachas y orfanatos. Las Hijas de la Caridad han sido extraordinarias impulsoras del desarrollo del catolicismo social en Italia gracias a su obra de asistencia entre los enfermos y los pobres, a la vez que con la asunción de variadas obras educativas.

Hombre de gobierno y director de conciencias

En 1837, con apenas 36 años, fue nombrado visitador (o superior mayor) de la Provincia del norte de Italia de los misioneros vicencianos, cargo que ocupó durante 43 años ininterrumpidos, hasta su muerte. Por ello, tuvo que mermar su participación en las misiones. Su tiempo estuvo absorbido por la organización de la congregación de los misioneros vicencianos y la predicación de ejercicios espirituales a los sacerdotes y clérigos de la diócesis de Turín. La calidad de su dirección espiritual atrajo también la atención de las nuevas fundaciones que estaban surgiendo en Turín. El arzobispo, monseñor Fransoni, le confió la dirección de las hermanas de san José, llegadas a Italia recientemente. Contribuyó a la redacción de las reglas de las hermanas de santa Ana. Fue guía espiritual de las clarisas capuchinas del nuevo monasterio de santa Clara. La marquesa de Barolo, que había fundado un monasterio para la recuperación de las muchachas perdidas, las hermanas penitentes de santa Magdalena, deseó que fuese consejero en la redacción de las reglas y director de la obra. Sin embargo, la obra que lo caracteriza es la fundación de las hermanas Nazarenas.

En la escuela de Jesús crucificado, fundador de las Nazarenas

Como sucede con las obras de Dios, sin haberlo querido, el 21 de noviembre de 1865, fiesta de la Presentación de María, el padre Durando pudo confiar a la sierva de Dios, Luisa Borgiotti, las primeras postulantes de la nueva Compañía de la Pasión de Jesús Nazareno. Eran jóvenes que se habían dirigido a él, puesto que, deseosas de consagrarse a Dios, carecían de algunos requisitos canónicos para poder entrar en las comunidades religiosas. Él les encomendó la tarea de servir a los que sufren, como miembros dolientes de Cristo crucificado, yendo a asistirles a su domicilio, día y noche. La obra era hasta tal punto novedosa y original que un canónigo de la catedral exclamó: "Si el padre Durando viniese a confesarse conmigo, en conciencia no me sentiría en grado de absolverlo". Y sin embargo, gracias a la caridad de estas hermanas, que supieron estar junto a los moribundos con delicadeza, discreción y fe, porque contemplaban en los que sufrían el sufrimiento del Señor, se produjeron algunas conversiones significativas como las de Guido Gozzano, Felice Raccagni, Sofia Graf y Anni Vivanti.

Muerte y glorificación

El padre Durando murió el 10 de diciembre de 1880: tenía 79 años. Sus restos mortales, significativamente, están sepultados en aquel pequeño santuario de la Pasión, anejo a la Iglesia de la Visitación de Turín, donde la comunidad de las Nazarenas se había nutrido de la devoción a la pasión del Señor para introducirse de forma misionera en el servicio de los que sufren.

La causa de beatificación, iniciada en Turín en 1928 y continuada en Roma con el proceso apostólico en 1940, se ha concluido en el 2001 con el reconocimiento del milagro obtenido por su intercesión. La ceremonia de beatificación se llevó a cabo el 20 de octubre de 2002.

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Gonzalo Viñes Masip, Beato Mártir, 10 Diciembre  

Gonzalo Viñes Masip, Beato

Canónigo de la Colegiata de Xàtiva

Nació en Xàtiva, el 19 de Enero de 1883, murió en Vallés, un pequeño poblado de Valenci el 10 de Diciembre de1936.

Hizo el bachillerato en el Colegio Setabense y después ingresó en el Seminario de Valencia.

Ordenado en 1906 estuvo siempre en su ciudad. Estimado como poeta, historiador, investigador, periodista y escritor valenciano, fue miembro de asociacio­nes culturales y trabajó mucho con la juventud.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

 

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