viernes, 16 de diciembre de 2011

Lecturas Domingo 18 de Diciembre de 2011

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (1, 26-38)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.

Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.

El ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin".

María le dijo entonces al ángel:

"¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?" El ángel le contestó: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios.

Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios". María contestó: "Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho". Y el ángel se retiró de su presencia.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/swf/l.swf?video_id=v82JVdXAUUs

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

Cuarto Domingo de Adviento

Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor

Tú eres mi padre, el Dios que me protege

Antífona de Entrada

Destilad, cielos, el rocío, y que las nubes lluevan al justo; que la tierra se abra y haga germinar al salvador.

No se dice Gloria.

Oración Colecta

Oremos:

Derrama, Señor tu gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el anuncio del ángel la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección.

Por nuestro señor Jesucristo…

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del segundo libro

de Samuel (7, 1-5. 8-12. 14. 16)

Tan pronto como el rey David se instaló en su palacio y el Señor le concedió descansar de todos los enemigos que lo rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: "¿Te has dado cuenta de que yo vivo en una mansión de cedro, mientras el arca de Dios sigue alojada en una tienda de campaña?" Natán le respondió:

"Anda y haz todo lo que te dicte el corazón, porque el Señor está contigo".

Aquella misma noche habló el Señor a Natán y le dijo: "Ve y dile a mi siervo David que el Señor le manda decir esto:

'¿Piensas que vas a ser tú el que me construya una casa para que yo habite en ella? Yo te saqué de los apriscos y de andar tras las ovejas, para que fueras el jefe de mi pueblo, Israel. Yo estaré contigo en todo lo que emprendas, acabaré con tus enemigos y te haré tan famoso como los hombres más famosos de la tierra.

Le asignaré un lugar a mi pueblo, Israel; lo plantaré allí para que habite en su propia tierra. Vivirá tranquilo y sus enemigos ya no lo oprimirán más, como lo han venido haciendo desde los tiempos en que establecí jueces para gobernar a mi pueblo, Israel. Y a ti, David, te haré descansar de todos tus enemigos.

Además, yo, el Señor, te hago saber que te daré una dinastía; y cuando tus días se hayan cumplido y descanses para siempre con tus padres, engrandeceré a tu hijo, sangre de tu sangre, y consolidaré su reino. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí, y tu trono será estable eternamente' ".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 88

Proclamaré sin cesar

la misericordia del Señor.

Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor y daré a conocer que su fidelidad es eterna, pues el Señor ha dicho: "Mi amor es para siempre y mi lealtad, más firme que los cielos.

Proclamaré sin cesar

la misericordia del Señor.

Un juramento hice a David, mi servidor, una alianza pacté con mi elegido: 'Consolidaré tu dinastía para siempre y afianzaré tu trono eternamente'.

Proclamaré sin cesar

la misericordia del Señor.

El me podrá decir: 'Tú eres mi padre, el Dios que me protege y que me salva'. Yo jamás le retiraré mi amor, ni violaré el juramento que le hice".

Proclamaré sin cesar

la misericordia del Señor.

 

Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol

san Pablo a los Romanos

(16, 25-27)

Hermanos: A aquel que puede darles fuerzas para cumplir el Evangelio que yo he proclamado, predicando a Cristo, conforme a la revelación del misterio, mantenido en secreto durante siglos, y que ahora, en cumplimiento del designio eterno de Dios, ha quedado manifestado por las Sagradas Escrituras, para atraer a todas las naciones a la obediencia de la fe, al Dios único, infinitamente sabio, démosle gloria, por Jesucristo,para siempre. Amén.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

Yo soy la esclava del Señor; que se cumpla en mí lo que me has dicho.

Aleluya.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (1, 26-38)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.

Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.

El ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin".

María le dijo entonces al ángel:

"¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?" El ángel le contestó: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios.

Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios". María contestó: "Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho". Y el ángel se retiró de su presencia.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Se dice Credo.

Oración de los Fieles

Celebrante:

Por intercesión de María, la Madre de Dios y nuestra Madre, oremos al Padre para que escuche la oración de su pueblo que busca la liberación y que espera al Mesías. Digámosle:

Mira a la Madre de tu Hijo y escúchanos.

Para que en este tiempo ya cercano a la Navidad, el Espíritu Santo cubra con su sombra a la Iglesia, y haga que su vida comprometida descubra en el mundo la gloria del que viene en nombre del Señor.

Oremos.

Mira a la Madre de tu Hijo y escúchanos.

Para que a todos los pueblos de la tierra, en este tiempo de espera del Mesías, se les manifieste su presencia salvadora y su oferta incondicional de liberación.

Oremos.

Mira a la Madre de tu Hijo y escúchanos.

Para que el Señor que viene, libere a los oprimidos, conceda pan a los hambrientos y cuide de los enfermos, huérfanos y abandonados.

Oremos.

Mira a la Madre de tu Hijo y escúchanos.

Para que la venida de Jesús a nuestra tierra, alcance la libertad a los que viven esclavos del pecado, y el consuelo a los que están tristes.

Oremos.

Mira a la Madre de tu Hijo y escúchanos.

Para que los difuntos gocen de la presencia bondadosa de Dios en la gloria.

Oremos.

Mira a la Madre de tu Hijo y escúchanos.

Para que Jesús renazca en nuestros corazones, y, como María, sepamos darlo a nuestros hermanos.

Oremos.

Mira a la Madre de tu Hijo y escúchanos.

 

Celebrante:

Oh Dios, que sales a salvar a tu pueblo y no dejas de bendecirlo con tu mano providente; escucha nuestras oraciones y prepara nuestro corazón, para que, siguiendo el ejemplo de María, acojamos a tu Hijo que viene a nuestra tierra.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

 

Oración sobre las Ofrendas

Que el mismo Espíritu que cubrió con su sombra y fecundó con su poder el seno de la Virgen María, santifique, Señor, estas ofrendas que hemos depositado sobre tu altar.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio de Adviento II

La doble espera de Cristo

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.

A quien todos los profetas anunciaron y la Virgen esperó con inefable amor de madre; Juan lo proclamó ya próximo y lo señaló después entre los hombres.

El es quien nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza.

Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo…

 

Antífona de la Comunión

He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel que quiere decir Dios-con-nosotros.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Tú que nos has dado en este sacramento la prenda de nuestra salvación, concédenos, Padre todopoderoso, prepararnos cada día con mayor fervor para celebrar dignamente el nacimiento de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

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Meditación diaria

 

Adviento. Cuarto domingo

ADVIENTO, TIEMPO DE ESPERANZA

— Santa María, Maestra de esperanza. Origen del desánimo y del desaliento. Jesucristo, el bien supremo.

— El objeto de nuestra esperanza.

— Confianza en el Señor. Nunca llega tarde para darnos la gracia y las ayudas necesarias.

I. El espíritu del Adviento consiste en buena parte en vivir cerca de la Virgen en este tiempo en el que Ella lleva en su seno a Jesús. La vida nuestra es también unadviento un poco más largo, una espera de ese momento definitivo en el que nos encontraremos por fin con el Señor para siempre. El cristiano sabe que este adviento ha de vivirlo junto a la Virgen todos los días de su vida si quiere acertar con seguridad en lo único verdaderamente importante de su existencia: encontrar a Cristo en esta vida, y después en la eternidad.

Y para preparar la Navidad, ya tan cercana, nada mejor que acompañar en estos días a Santa María, tratándola con más amor y más confianza.

Nuestra Señora fomenta en el alma la alegría, porque con su trato nos lleva a Cristo. Ella es «Maestra de esperanza. María proclama que la llamarán bienaventurada todas las generaciones (Lc 1, 48). Humanamente hablando, ¿en qué motivos se apoyaba esa esperanza? ¿Quién era Ella, para los hombres y mujeres de entonces? Las grandes heroínas del Viejo Testamento –Judit, Ester, Débora– consiguieron ya en la tierra una gloria humana (...). ¡Cómo contrasta la esperanza de Nuestra Señora con nuestra impaciencia! Con frecuencia reclamamos a Dios que nos pague enseguida el poco bien que hemos efectuado. Apenas aflora la primera dificultad, nos quejamos. Somos, muchas veces, incapaces de sostener el esfuerzo, de mantener la esperanza»1.

No cae en desaliento quien padece dificultades y dolor, sino el que no aspira a la santidad y a la vida eterna, y el que desespera de alcanzarlas. La primera postura viene determinada por la incredulidad, por el aburguesamiento, la tibieza y el excesivo apegamiento a los bienes de la tierra, a los que considera como los únicos verdaderos. El desaliento, si no se le pone remedio, paraliza los esfuerzos para hacer el bien y superar las dificultades. En ocasiones, el desánimo en la propia santidad está determinado por la debilidad del querer, por miedo al esfuerzo que comporta la lucha ascética y tener que renunciar a apegamientos y desórdenes de los sentidos. Tampoco los aparentes fracasos de nuestra lucha interior o de nuestro afán apostólico pueden desalentarnos: quien hace las cosas por amor a Dios y para su Gloria nofracasa nunca: «Convéncete de esta verdad: el éxito tuyo –ahora y en esto– era fracasar. –Da gracias al Señor y ¡a comenzar de nuevo!»2. «No has fracasado: has adquirido experiencia–. ¡Adelante!»3.

Dentro de pocos días veremos en el belén a Jesús en el pesebre, lo que es una prueba de la misericordia y del amor de Dios. Podremos decir: «En esta Nochebuena todo se para en mí. Estoy frente a Él: no hay nada más que Él, en la inmensidad blanca. No dice nada, pero está ahí... Él es Dios amándome»4. Y si Dios se hace hombre y me ama, ¿cómo no buscarle? ¿Cómo perder la esperanza de encontrarle si Él me busca a mí? Alejemos todo posible desaliento; ni las dificultades exteriores ni nuestra miseria personal pueden nada ante la alegría de la Navidad que ya se acerca.

II. La esperanza se manifiesta a lo largo del Antiguo Testamento como una de las características más esenciales del verdadero pueblo de Dios. Todos los ojos están puestos en la lejanía de los tiempos, por donde un día llegaría el Mesías: «los libros del Antiguo Testamento narran la historia de la Salvación, en la que, paso a paso, se prepara la venida de Cristo al mundo»5.

En el Génesis se habla ya de la victoria de la Mujersobre los poderes del mal, de un mundo nuevo6.

El profeta Oseas anuncia que Israel se convertirá y florecerá en el amor antiguo7. Isaías, en medio de las decepciones del reinado de Ezequiel, anuncia la venida del Mesías8, Miqueas señalará a Belén de Judá como el lugar de su nacimiento9.

Faltan pocos días para que veamos en el belén a Nuestro Señor, a quien todos los profetas anunciaron, la Virgen cuidó con inefable amor de Madre, Juan lo proclamó ya próximo y lo señaló después entre los hombres. El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su Nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza10.

Jesucristo proclama, desde el pesebre de Belén hasta el momento de su Ascensión a los cielos, un mensaje de esperanza. Jesús mismo es nuestra única esperanza11. Él es la garantía plena para alcanzar los bienes prometidos. Miramos hacia la gruta de Belén, «en vigilante espera», y comprendemos que solo con Él nos podemos acercar confiadamente a Dios Padre12.

El Señor mismo nos señala que el objeto principal de la esperanza cristiana no son los bienes de esta vida, que la herrumbre y la polilla corroen y los ladrones desentierran y roban13, sino los tesoros de la herencia incorruptible, y en primer lugar la felicidad suprema de la posesión eterna de Dios.

Esperamos confiadamente que un día nos conceda la eterna bienaventuranza y, ya ahora, el perdón de los pecados y su gracia. Como una consecuencia, la esperanza se extiende a todos los medios necesarios para alcanzar ese fin. Desde este aspecto particular, también los bienes terrenales pueden caer en el ámbito de la esperanza, pero solo en la medida y en la manera con que Dios los ordena a nuestra salvación.

Vamos a luchar, estos días y siempre, con todas nuestras fuerzas contra esas formas menores de desesperación que son el desánimo, el desaliento y el estar preocupados casi exclusivamente por los bienes materiales.

La esperanza lleva al abandono en Dios y a poner todos los medios a nuestro alcance, para una lucha ascética que nos impulsará a recomenzar muchas veces, a ser constantes en el apostolado y pacientes en la adversidad, a tener una visión más sobrenatural de la vida y de sus acontecimientos. «En la medida en que el mundo se canse de su esperanza cristiana, la alternativa que le queda es el materialismo, del tipo que ya conocemos; esto y nada más. Su experiencia del cristianismo ha sido como la experiencia de un gran amor, el amor de toda una vida... Ninguna voz nueva (...) tendrá ningún atractivo para nosotros si no nos devuelve a la gruta de Belén, para que allí podamos humillar nuestro orgullo, ensanchar nuestra caridad y aumentar nuestro sentimiento de reverencia con la visión de una pureza deslumbradora»14.

III. Escuchadme, los desanimados, que os creéis lejos de la victoria. Yo acerco mi victoria; no está lejos, mi salvación no tardará15.

Nuestra esperanza en el Señor ha de ser más grande cuanto menores sean los medios de que se dispone o mayores sean las dificultades. En cierta ocasión en que Jesús vuelve a Cafarnaúm, nos dice San Lucas16 que todos estaban esperándole. En medio de aquella multitud sobresale un personaje que el Evangelista destaca diciendo que era un jefe de sinagoga y pide a Jesús la curación de su hija: se postró a sus pies; no tiene reparo alguno en dar esta muestra pública de humildad y de fe en Él.

Inmediatamente, a una indicación del Señor, todos se ponen en movimiento en dirección a la casa de Jairo. La niña, de doce años, hija única, se estaba muriendo. Debe de estar ya agonizando. Precisamente entonces, cuando han recorrido una parte del camino, y al amparo de la multitud, una mujer que padece una enfermedad que la hace impura según la ley se acerca por detrás y toca el extremo del manto del Señor. Es también una mujer llena de una profunda humildad.

Jairo había mostrado su esperanza y su humildad postrándose delante de todos ante Jesús. Esta mujer pretende pasar inadvertida, no quería entretener al Maestro; pensaba que era demasiado poca cosa para que el Señor se fijara en ella. Le basta tocar su manto.

Ambos milagros se realizarán acabadamente. La mujer, en la que había fracasado la ciencia de tantos médicos, será curada para siempre, y la hija de Jairo vivirá plena de salud a pesar de que cuando llega la comitiva después del retraso sufrido en el trayecto, haya muerto.

Durante el suceso con la hemorroísa, ¿qué ocurre con Jairo? Parece que ha pasado a segundo plano, y no es difícil imaginarlo un tanto impaciente, pues su hija se le moría cuando la dejó para buscar al Maestro. Cristo, por el contrario, no aparenta tener prisa. Incluso parece no dar importancia a lo que ocurre en casa de Jairo.

Cuando Jesús llega, la niña ya había muerto. Ya no hay posibilidad de salvarla; parece que Jesús ha acudido tarde. Y precisamente ahora, cuando humanamente no queda nada por hacer, cuando todo invita al desaliento, ha llegado la hora de la esperanza sobrenatural.

Jesús no llega nunca tarde. Solo se precisa una fe mayor. Jesús ha esperado a que se hiciese «demasiado tarde», para enseñarnos que la esperanza sobrenatural también se apoya, como cimiento, en las ruinas del esperar humano y que solo es necesario una confianza sin límites en Él, que todo lo puede en todo momento.

Nos recuerda este pasaje nuestra propia vida, cuando parece que Jesús no viene al encuentro de nuestra necesidad, y luego nos concede una gracia mucho mayor. Nos recuerda tantos momentos junto al Sagrario en que nos ha parecido oír palabras muy semejantes a estas: No temas, ten solo fe. Esperar en Jesús es confiar en Él, dejarle hacer. Más confianza, cuanto menores sean los elementos en que humanamente nos podamos apoyar.

La devoción a la Virgen es la mayor garantía para alcanzar los medios necesarios y la felicidad eterna a la que hemos sido destinados. María es verdaderamente «puerto de los que naufragan, consuelo del mundo, rescate de los cautivos, alegría de los enfermos»17. Pidámosle que sepamos esperar, en estos días que preceden a la Navidad y siempre, llenos de fe, a su Hijo Jesucristo, el Mesías anunciado por los Profetas. «Ella precede con su luz al peregrinante Pueblo de Dios como signo de esperanza cierta y de consuelo, hasta que llegue el día del Señor (Cfr. 2 Pdr 3, 10)»18.

1 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 286. — 2 ídem, Camino, n. 404. — 3 Ibídem, n. 405. — 4 J. Leclerq, Siguiendo el año litúrgico, Madrid 1957, p. 78. — 5 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 55. —6 Cfr. Gen 8, 15. — 7 Os 2, 16-25. — 8 Is 7, 9-14. — 9 Cfr. Miq 5, 2-5. — 10 Prefacio II de Adviento. — 11 Cfr. 1 Tim 1, 1. — 12 1 Tim 3, 12. — 13 Mt 6, 19. — 14 R. A. Knox, Sermón sobre la Navidad, 29-XII-1953. — 15 Cfr. Is 46, 12-13. — 16 Lc 8, 40-56. — 17 San Alfonso de Ligorio, Visita al Stmo. Sacramento, 2.  18 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 68.

 

Si desea adquirir los libros: http://www.palabra.es/buscar.asp?buscar=Hablar+con+Dios&tc=8501

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Santoral             (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Modesto
Restaurador de Jerusalén
 Año 634

Modesto significa: "el que observa la justa medida, el que se mantiene en los límites de lo justo" (Medus: medida).

Este santo se hizo especialmente benemérito de la Iglesia Católica por haber restaurado los templos de los Santos Lugares de Jerusalén, después del terrible destrozo que hicieron allí los persas.

En el año 600 el rey persa Cosroes, pagano y enemigo de la religión católica invadió la Tierra Santa de Palestina, y ayudado por los judíos y samaritanos fue destruyendo y quemando sistemáticamente todo lo que encontró de católico por allí: templos, casas religiosas, altares, etc. Mandó matar a millares de cristianos en Jerusalén, a muchos otros los vendió como esclavos y al resto los fue desterrando sin piedad. Al Arzobispo de Jerusalén, San Zacarías lo envió al destierro también.

Y fue entonces cuando Dios suscitó a un hombre dotado de especialísimas cualidades para reconstruir los sitios sagrados que habían sido destruidos. Fue Modesto, superior de uno de los conventos de Tierra Santa.

Después de varios años en que los habitantes de Palestina tuvieron que portar el régimen del terror de los persas o iraníes, los excesos del ejército del rey Cosroes y los desmanes de los judíos, que aprovecharon la situación para destruir cuanto templo católico pudieron, de pronto se apareció el emperador Heráclito con su ejército y fue derrotando a los persas y alejándolos de esas tierras.

Y aprovechando esa situación ventajosa, Modesto se dedicó con todas sus fuerzas y ayudado por sus monjes a recoger ayudas de todas partes y a reconstruir los templos destruidos o quemados por los paganos. Lo primero que reconstruyó fue el templo del Santo Sepulcro, y luego el de Getsemaní o el Huerto de los Olivos y la Casa de la Última Cena, o Cenáculo, y muchos más. Pedía ayudas por todas partes y poco a poco iba reconstruyendo cada templo, pero teniendo cuidado de que se conservara la antigua forma que tenía antes de la destrucción de los persas.

Las gentes contribuían con mucha generosidad, y así el Arzobispo de Alejandría en Egipto le envió mil cargas de harina para los obreros, mil trabajadores, mil láminas de hierro y mil bestias de carga. Y algo parecido hicieron los otros.

Cuando el emperador Heráclito de Constantinopla logró derrotar a Cosroes y quitarle la santa cruz que el otro se había robado de Jerusalén, el mismo emperador quiso presidir la procesión que devolvía la cruz de Cristo a la ciudad santa pero al llegar a aquellas tierras se encontró con una destrucción tan total y terrible de todo lo que fuera sagrado, que Heráclito no pudo menos que echarse a llorar.

Y como el Arzobispo San Zacarías había muerto en el destierro, al emperador le pareció que el que mejor podía ejercer ese cargo era Modesto y lo nombró Patriarca Arzobispo de Jerusalén. Fue una elección muy oportuna, porque entonces sí tuvo facilidad nuestro santo para dedicarse a reconstruir los centenares de templos y capillas y demás lugares santos destruidos por los bárbaros.

Modesto continuó incansable su labor de reconstruir templos, recoger ayudas e inspeccionar los trabajos en los diversos sitios. Pero un 18 de diciembre, mientras llevaba un valioso cargamento de ayudas para la restauración de los santos lugares fue envenenado por unos perversos para poder robarle los tesoros que llevaba, y así murió víctima de su gran trabajo de reconstrucción.

Gracias buen Modesto por tu gran interés por reconstruir y hermosear los templos de nuestra santa religión.

 Mi casa es casa de oración – dice el Señor – no la convirtáis en cueva de ladrones.

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Autor: Archidiócesis de Madrid
La Expectación del Parto El gozo esperanzado que poseyó Santa María por el futuro próximo de su parto.  

La Expectación del Parto


Cuando se espera algún acontecimiento importante que trae consigo tristeza y pena la reacción espontánea de la persona normal es de temor acompañado a veces por la congoja y angustia que tiende a aumentarse por la fantasía ante la consideración de los males futuros previsibles. Cuando por el contrario se prevé la llegada de un bien que tiene una entidad considerable se vive en una espera atenta y presurosa que va desde el anhelo y la ansiedad hasta la euforia acompañada de una prisa impaciente. A mayor mal futuro, más miedo; a mejor bien futuro, más esperanza gozosa.

Algo de esto pasó al Pueblo de Israel que conocía su carácter de transitoriedad funcional, al menos en los círculos más creyentes o especializados en la espiritualidad premesiánica. El convencimiento de que la llegada del Mesías Salvador era inminente hizo que muchos judíos piadosos vivieran en una tensión de anhelo creciente —basta pensar en el anciano Simeón— hasta poder descubrir en Jesús al Mesías que se había prometido a la humanidad desde los primeros tiempos posteriores al Pecado. Era todo un Adviento.

Y como el Mesías llega por la Madre Virgen, es imposible preparar la Navidad prescindiendo de la contemplación del indecible gozo esperanzado que poseyó Santa María por el futuro próximo inmediato de su parto. Eso es lo que se quiere expresar con "La Expectación del Parto", o "El día de Santa María" como se le llamó también en otro tiempo, o "Nuestra Señora de la O" como popularmente también se le denomina hoy.

Fue en España, concretamente en Toledo, en el décimo concilio que se celebró en el año 656, siendo S. Eugenio III el obispo de aquella sede y que posteriormente un muy devoto de la Virgen María —San Ildefonso- se tomó bastante en serio propagar.

La intuición del pueblo denominando a la expectante Doncella joven "Virgen de la O" está basada en la directa contemplación de las obras pictóricas o esculturales que presentan piadosamente la natural redondez abultada de la Virgen grávida.

El origen del título es no obstante más espiritual, más fino, más litúrgico y menos somático. Tiene su origen en que las antífonas marianas del rezo de vísperas comienzan con la O: O Sapientia, O Adonai, O Enmanuel... veni!

Se me ocurre advertir una vez más que tienen un notable valor catequético las dignas representaciones de los misterios de la fe, y que, en ocasiones, enseñan al pueblo sencillo más que los libros y la misma liturgia. Es bueno tenerlo en cuenta a la hora de atender las peticiones de las modas iconoclastas que a temporadas van vienen por las iglesias.

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Rupo y Zosimo, Santos Mártires, 18 de diciembre  

Diciembre 18
Mártires


San Policarpo, en su famosa carta a los filipenses, escribió: "Os exhorto, pues, a todos a obedecer y a ejercitar su paciencia, la que vieron con sus propios ojos, no sólo en los beatos Ignacio, Rufo y Zósimo, sino también en otros ciudadanos suyos, en el mismo Pablo y en los otros apóstoles. Estén seguros que ninguno de ellos corrió en vano, sino en la fe y en la justicia, y que ellos están con el Señor, en el lugar que les correspondía por los sufrimientos que soportaron. Porque ellos no amaron el siglo presente, sino a quien murió por nosotros y que por nosotros fue resucitado por Dios"

Filipos era una famosa ciudad de Macedonia, en los límites con Tracia, y su nombre le venía de Filipo II, padre de Alejandro Magno. La composición étnica de la comunidad cristiana era prevalentemente de ex?paganos, mientras los provenientes del judaísmo eran minoría. El cristianismo les había sido llevado a los filipenses por el mismo San Pablo: era la primera comunidad fundada por él en tierra europea, y tal vez por esto él tenía un particular afecto a la comunidad de los filipenses, como lo demuestran varias expresiones de la carta que San Pablo les escribió desde su cautiverio romano, o más probablemente desde el cautiverio de Efeso.

Policarpo, al citar a San Pablo, estaba seguro de tocar el corazón de esos cristianos, como ya lo había hecho también al citar a ese otro campeón que fue San Ignacio de Antioquía, que se presentó a los filipenses encadenado durante su paso, camino hacia Roma, en donde –según su deseo—seria "trigo de Cristo triturado por los dientes de las fieras".

Precisamente en compañía de San Ignacio y de San Pablo son citados San Rufo y San Zósimo. De ellos el Martirologio Romano refiere, con un juicio que depende del historiador San Abdón, que ellos "fueron del número de esos discípulos que fundaron la primitiva Iglesia entre los judíos y los griegos". Pero la noticia no parece lo suficientemente confirmada. En una lista de discípulos del Señor festejados por la Iglesia bizantina se encuentra, efectivamente, un Rufo que tal vez se identifica con el personaje homónimo citado por el Evangelio de Marcos y por la carta de San Pablo a los Romanos, pero probablemente no se trata del santo de hoy; y en todo caso no se dice nada de Zósimo.

Fueron martirizados, según cuanto refiere San Policarpo, en Roma.

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Flabio, Santo Eremita, 18 de diciembre  

Flabio, Santo

Diciembre 18


Etimológicamente significa "amarillo". Viene de la lengua latina.

Nació en Lombardía y murió al final del siglo VI en san Flavy.

Nos encontramos en una época de guerras entre los Lombardos y los Francos.

Por lo visto, Flavio fue llevado como prisionero por los Francos a Italia. (553) o bien lo abandonaron los Lombardos en Champagne (568).

Dicen que lo compró como esclavo un señor por unas monedas, equivalentes al precio de un caballo.

Flavio se casó con una de sus esclavas y lo nombró capataz de sus territorios.

Como era un mozo guapo, la mujer de su dueño se enamoró de él y le hizo proposiciones.

Como era un cristiano lleno de virtud y de fe en Cristo, rechazó todas las malas intenciones de su dueña.

Esta, ofendida por su negativa, le dijo a su marido que Flavio había intentado violarla. El marido, que conocía la virtud del joven, lo que hizo fue vigilar a su mujer.

Otra mentira que le echó a su marido fue que el joven le robaba sus bienes. El dueño comprobó que el joven trabajaba mucho y de lo que le sobraba se lo daba a los pobres.

Viendo que eran tan buenos, el buen señor – para evitar males mayores – le indicó a Flavio que entrara en un monasterio y su mujer en otro.

Más que monasterios lo que buscaban eran lugares en los que vivir tranquilos. Y para esto, nada mejor que las emitas que estaban cerca de la propiedad del señor, lo que es hoy san Flavy, en el cantón de Macilly-le-Hayer.

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Miguel Syncelle, Santo Monje, 18 de diciembre  

Diciembre 18

 

Etimológicamente significa " ¿quién como Dios?".Viene de la lengua hebrea.

Pedro dice: " Buscad la constancia, el amor fraterno, la caridad. Estas cosas darán fruto en vosotros para comprender mejor a Nuestro Señor Jesucristo".

Era originario de Jerusalén.

Hizo sus estudios superiores, pero a los 25 años, se fue a un monasterio, al de san Sabas.

En él puso de manifiesto su gran caridad que le animaba por todos los costados de su vida a ser un monje ejemplar.

Su defensa de la caridad, de la verdad y de la penitencia lo convirtieron en una persona digna de atención para todo el que lo observaba noche y día.

Cundo se enteró el patriarca, lo llamó a su lado ara hacerlo su secretario.

Como consecuencia del proselitismo reinante entre os monjes que habían llegado de Jerusalén,, le enviaron a Roma con el fin de que mantuviera la unidad de la fe común tanto a Oriente como a Occidente, amenazada por el excesivo número de monjes latinos.

Se volvió a Constantinopla, pero esta vez fue arrestado por el emperador.

Era el emperador iconoclasta León I, el Armenio.

Lo tuvo encerrado durante siete años en un calabozo sin luz, con los pies atados. Fue liberado a la muerte del emperador. Cuando se sintió libre, se fue a su monasterio de Chora (actualmente Kahrié-Djami), en donde terminó sus días en el año 846.

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Fuente: Vatican.va
Julia Nemesia Valle, Beata Virgen y Formadora de Jóvenes, 18 de diciembre  

Julia Nemesia Valle, Beata

Formadora de la juventud

Martirologio Romano: En Borgari, cerca de Turín, en Italia, beata Nemesia (Julia) Valle, virgen del Instituto de las Hermanas de la Caridad, que se dedicó de modo extraordinario a la formación y dirección de los jóvenes según el Evangelio, corriendo por el camino de los mandamientos del Señor por amor al prójimo (1916).

 

Julia, es el nombre que sus padres, Anselmo Valle y María Cristina Dalbar, eligen para ella. Nació en Aosta el 26 de junio de 1847, en el mismo día es bautizada en la antigua iglesia de San Orso.

Los primeros años de su vida transcurren en la serenidad de una familia que se alegra por el nacimiento de un nuevo hijo, Vicente, y donde el trabajo de la mamá que administra un negocio de modista y del papá que desempeña una intensa actividad comercial, aseguran un cierto bienestar. Su mamá muere cuando Julia tiene, tan sólo, cuatro años. Los dos huérfanos son confiados al cuidado de los parientes paternos, primero en Aosta, después a sus parientes maternos en Donnas. Aquí encuentran un ambiente sereno, la escuela, el catecismo y la preparación a los sacramentos se hace en casa, bajo la guía de un sacerdote, amigo de la familia.

Cuando Julia tiene once años, para completar su instrucción, es enviada a Francia, a Besançon, a un pensionado perteneciente a las Hermanas de la Caridad. La separación de la familia es un nuevo dolor para ella, una nueva experiencia de soledad que la orienta hacia una profunda amistad con "el Señor que tiene a su lado a su mamá".

En Besançon aprende bien la lengua francesa, enriquece su cultura, llega a ser habilidosa en los trabajos femeninos, madura una delicada bondad que la hace amable y atenta hacia los otros.

Después de cinco años, Julia regresa a su tierra, pero no encuentra más su casa en Donnas. Su padre, se ha vuelto a casar, y se ha transferido a Pont Saint Martín. Encuentra una situación familiar tensa, donde la convivencia no es fácil. Su hermano Vicente no soporta: se va de la casa y no se sabrá nada más de él … Julia se queda y en su soledad nace el deseo de buscar aquello que la familia no le puede dar, a comprender aquellos que viven la misma experiencia de dolor, a encontrar gestos que expresen amistad, comprensión, bondad para todos.

En este periodo, en Pont Saint Martín se habían establecido las Hermanas de la Caridad. Julia encuentra allí su maestra de Besançon; las hijas de santa Juana Antida Thouret, la ayudan, la animan. Observa el estilo de vida donado a Dios y a los otros y decide ser una de ellas. Cuando su padre le presenta la propuesta de un buen matrimonio, Julia no vacila: ha decidido que su vida será toda donada a Dios: desea solamente ser Hermana de la Caridad.

El 8 de septiembre de 1866 su padre la acompaña a Vercelli, en el Monasterio de Santa Margarita donde las Hermanas de la Caridad tienen su noviciado.

Comienza una vida nueva en la paz, en la alegría, mas allá de las lagrimas por una separación no fácil. Se trata de entrar en una relación más profunda con Dios, de conocerse a sí misma y la misión de la comunidad, para ser disponible a andar donde Dios la llame. Julia entra con alegría en este camino de noviciado. Cada día descubre aquello que debe perder o conquistar: "Jesús despójame de mi misma y, revísteme de Vos. Jesús por ti vivo, por ti muero…" es la oración que la acompaña y la acompañará a lo largo de su vida.

Al fin del noviciado, con el habito religioso recibe un nombre nuevo: Hermana Nemesia. Es el nombre de una mártir de los primeros siglos. Está contenta y del nombre hace su programa de vida: testimoniar su amor a Jesús hasta las últimas consecuencias, a cualquier precio, para siempre.

Es enviada a Tortona, al Instituto de san Vicente. Encuentra una escuela primaria, cursos de cultura, un pensionado, un orfanato. Enseña en la escuela primaria y en los cursos superiores la lengua francesa. Es el terreno adapto para sembrar bondad. La Hermana Nemesia está presente donde hay un trabajo humilde para desarrollar, un sufrimiento para aliviar, donde un disgusto impide relaciones serenas, donde la fatiga, el dolor, la pobreza limitan la vida.

Muy pronto una voz se difunde dentro del instituto y en la ciudad: "¡Oh, qué corazón el de la Hermana Nemesia!"

Cada uno está convencido de tener un lugar particular en su corazón, que parece no tener limite: hermanas, huérfanos, alumnos, familias, pobres, sacerdotes del vecino seminario, soldados de la gran casa de Tortona recurren a ella, la buscan como si fuera la única hermana presente en la casa.

Cuando a los cuarenta años es nombrada superiora de la comunidad, la Hna.. Nemesia queda desconcertada, mas un pensamiento le da coraje: ser superiora significa "servir", por consiguiente podrá darse sin medida y, humildemente, enfrenta la subida. Las líneas de su programa son trazadas:

"Enfrentar el paso, sin volver atrás, fijando una única meta: ¡Sólo Dios! "A Él la gloria, a los otros la alegría, a mí el precio a pagar, sufrir mas jamás hacer sufrir. Seré severa conmigo misma y toda caridad con las hermanas: el amor que se dona es la única cosa que permanece."

Su caridad no tiene limites. En Tortona la llaman "nuestro ángel"

La mañana del 10 de mayo de 1903, las huérfanas y las pupilas encuentran un mensaje de la Hna.. Nemesia para ellas: "Me voy contenta, las confío a la Virgen…Las seguiré en cada momento del día." Parte a las 4 de la mañana, después de 36 años… En Borgaro, pequeño pueblito cerca de Turín, existe un grupo de jóvenes que espera ser acompañado por un nuevo camino, hacia la donación total a Dios en el servicio a los pobres… Son las novicias de la nueva provincia de las Hermanas de la Caridad… El método de formación usado por la Hna.. Nemesia es siempre el mismo: el de la bondad, de la comprensión que educa a la renuncia más por amor, de la paciencia que sabe esperar y encontrar el camino justo que conviene a cada una.

Sus novicias la recuerdan: "Nos conocía a cada una, comprendía nuestras necesidades, nos trataba según nuestra manera de ser, nos pedía aquello que conseguía hacernos amar…"

La superiora provincial que tenía un carácter "en perfecta antítesis con el suyo" disentía de este método. Ella aplicaba un método rígido, fuerte, inmediato. Esta forma de ver generaba relevantes contrastes que desembocaban en reproches y humillaciones. La Hna.. Nemesia acogía todo en silencio, sonriendo continuaba su camino, sin apuro, sin dejar sus responsabilidades: "De estación en estación, recorremos nuestro camino en el desierto…y si el desierto es sordo Aquel que te ha creado siempre escucha…"

A lo largo de su camino la Hna. Nemesia se acerca al final. Han pasado trece años de su llegada a Borgaro. Cerca de quinientas hermanas aprendieron con ella a caminar los senderos de Dios. Ha donado todo: ahora el Señor le pide también de "dejar" a otras "su noviciado".

La oración que ha hecho suya desde el inicio: "Jesús despójame de mi misma, revísteme de Vos" la acompaña a lo largo de toda la vida. Ahora puede decir "no soy más para ninguno". El despojo es total. Es la última ofrenda de una vida donada totalmente por amor.

El 18 diciembre de 1916 la Hna. Nemesia muere.

Fue beatificada por Juan Pablo II el 25 de abril de 2004.

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Malaquías, Santo Profeta Antiguo Testamento, 18 Diciembre  

Malaquías, Santo

Oriundo de Sofa, en Palestina, vivió en el siglo V antes de Cristo.

Perteneció a la tribu de Zabulón y fue el último de los doce profetas menores.

Desarrolló su actividad entre los años 450 y 455 antes de Cristo, después del destierro de Babilonia, anunció el gran día del Señor y su venida en el templo, y la oblación pura que siempre y en todo lugar se le ofrecería.

Los Padres de la Iglesia ven en las profesías de Malaquías el preanuncio del sacrificio de la misa y la llegada del precursor de Jesús: "He aquí que yo envío a mi mensajero para que prepare el camino delante de mí".

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

 

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