JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (7, 19-23)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús: "¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?" Cuando llegaron a donde estaba Jesús, le dijeron: "Juan el Bautista nos ha mandado a preguntarte si eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro".
En aquel momento, Jesús curó a muchos de varias enfermedades y dolencias y de espíritus malignos, y a muchos ciegos les concedió la vista. Después contestó a los enviados: "Vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso el que no se escandalice de mí".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/swf/l.swf?video_id=v82JVdXAUUs
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
San Juan de la Cruz, presbítero y doctor de la Iglesia
Memoria
Escucharé las palabras del Señor
Antífona de Entrada
No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual, el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que inspiraste a san Juan de la Cruz un espíritu de total abnegación por amor a Cristo crucificado, concédenos, por su intercesión, el valor de renunciar a nuestro egoísmo, para compartir la gloria de tu Hijo, que vive y reina contigo.
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Isaías (45, 6-8. 18. 21-25)
"Yo soy el Señor y no hay otro.
Yo soy el artífice de la luz y el creador de las tinieblas, el autor de la felicidad y el hacedor de la desgracia; yo, el Señor, hago todo esto. Dejen, cielos, caer su rocío y que las nubes lluevan al justo; que la tierra se abra y haga germinar al salvador y que brote juntamente la justicia.Yo,el Señor, he creado todo esto".
Esto dice el Señor, el que creó los cielos, el mismo Dios que plasmó y consolidó la tierra; él no la hizo para que quedara vacía, sino para que fuera habitada: "Yo soy el Señor y no hay otro. ¿Quién fue el que anunció esto desde antiguo? ¿Quién lo predijo entonces? ¿No fui yo, el Señor? Fuera de mí no hay otro Dios. Soy un Dios justo y salvador y no hay otro fuera de mí.
Vuélvanse a mí y serán salvados, pueblos todos de la tierra, porque yo soy Dios y no hay otro. Lo juro por mí mismo, de mi boca sale la verdad, las palabras irrevocables: ante mí se doblará toda rodilla y por mí jurará toda lengua, diciendo:
'Sólo el Señor es justo y poderoso'.
A él se volverán avergonzados todos los que lo combatían con rabia. Gracias al Señor, triunfarán gloriosamente todos los descendientes de Israel".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 84
¡Dejen, cielos, caer su rocío
y que las nubes lluevan al justo!
Escucharé las palabras del Señor, palabras de paz para su pueblo santo. Está ya cerca nuestra salvación y la gloria del Señor habitará en la tierra.
¡Dejen, cielos, caer su rocío
y que las nubes lluevan al justo!
La misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron, la fidelidad brotó en la tierra y la justicia vino del cielo.
¡Dejen, cielos, caer su rocío
y que las nubes lluevan al justo!
Cuando el Señor nos muestre su bondad, nuestra tierra producirá su fruto. La justicia le abrirá camino al Señor e irá siguiendo sus pisadas.
¡Dejen, cielos, caer su rocío
y que las nubes lluevan al justo!
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Levanta tu voz para anunciar la buena nueva: ya viene el Señor, nuestro Dios, con todo su poder.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (7, 19-23)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús: "¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?" Cuando llegaron a donde estaba Jesús, le dijeron: "Juan el Bautista nos ha mandado a preguntarte si eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro".
En aquel momento, Jesús curó a muchos de varias enfermedades y dolencias y de espíritus malignos, y a muchos ciegos les concedió la vista. Después contestó a los enviados: "Vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso el que no se escandalice de mí".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Oremos:
Acepta, Señor, con bondad, los dones que te presentamos en esta festividad de san Juan de la Cruz, y concede a quienes celebramos hoy el memorial de la pasión de Cristo, aprender a sacrificarnos por nuestros hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de los Santos
Pastores
Los santos pastores siguen
presentes en la Iglesia
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
Porque permites que tu Iglesia se alegre hoy con la festividad de san Juan de la Cruz, para animarnos con el ejemplo de su vida, instruirnos con su palabra y protegernos con su intercesión. Por eso, con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza, diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
Si alguno quiere venir en pos de mí, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y que me siga, dice el Señor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, tú que ayudaste a san Juan de la Cruz a vivir el misterio de la pasión de tu Hijo, concédenos que este sacrificio que hemos celebrado nos impulse a seguir con fidelidad a Cristo y a trabajar en la Iglesia por la salvación de todos los hombres.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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† Meditación diaria
Adviento. 3ª semana. Miércoles
LAS SEÑALES
— El Señor se nos da a conocer con señales suficientemente claras. Necesidad de las buenas disposiciones interiores.
— Visión sobrenatural para entender los sucesos y acontecimientos de nuestra vida y de nuestro alrededor. Humildad. Corazón limpio. Presencia de Dios.
— Conversión del alma para encontrar a Jesús en nuestros quehaceres.
I. El Evangelio de la Misa1 nos presenta a dos discípulos del Bautista, que preguntan a Jesús: ¿Eres Tú el Mesías que ha de venir, o tenemos que esperar a otro? Alguna duda importante debía rondar por sus almas.
Y en aquella ocasión Jesús curó a muchos de sus enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista. Después contestó a los enviados: Id a anunciar a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan... No hay otro a quien esperar: Yo soy el Señor y no hay otro2, nos declara también en la Primera lectura. Él nos trae la felicidad que esperamos; Él satisface todas las aspiraciones del alma. "El que halla a Jesús halla un buen tesoro... Y el que pierde a Jesús pierde muy mucho y más que todo el mundo. Paupérrimo el que vive sin Jesús y riquísimo el que está con Jesús"3. Ya no hay nada más alto que buscar. Y viene como tesoro escondido4, como perla preciosa5, que es necesario apreciar en lo que vale.
Oculto a los ojos de los hombres, que le esperan, nacerá en una cueva, y unos pastores de alma sencilla serán sus primeros adoradores. La sencillez de aquellos hombres les permitirá ver al Niño que les han anunciado, y rendirse ante Él, y adorarle. También le encuentran los Reyes Magos, y el anciano Simeón, que esperaba la consolación de Israel, y la profetisa Ana. Y el propio Juan, que le señala: Este es el cordero de Dios..., y un buen número de sus discípulos, y tantos a lo largo de los siglos que han hecho de Él el eje y centro de su ser y de su obra. Muchos han dado su vida por Él. También nosotros le hemos encontrado, y es lo más extraordinario de nuestra pobre existencia. Sin el Señor nada valdría nuestra vida. Se nos da a conocer con señales claras. No necesitamos más pruebas para verle.
Dios da siempre suficientes señales para descubrirle. Pero hacen falta buenas disposiciones interiores para ver al Señor que pasa a nuestro lado. Sin humildad y pureza de corazón es imposible reconocerle, aunque esté muy cerca.
Le pedimos ahora a Jesús, en nuestra oración personal, buenas disposiciones interiores y visión sobrenatural para encontrarle en lo que nos rodea: en la naturaleza misma, en el dolor, en el trabajo, en un aparente fracaso... Nuestra propia historia personal está llena de señales para que no equivoquemos el camino. También nosotros podremos decir a nuestros hermanos, a nuestros amigos: ¡Hemos encontrado al Mesías!, con la misma seguridad y convencimiento con que se lo dijo Andrés a su hermano Simón.
II. Tener visión sobrenatural es ver las cosas como Dios las ve, aprender a interpretar y juzgar los acontecimientos desde el ángulo de la fe. Solo así entenderemos nuestra vida y el mundo en el que estamos.
A veces se oye decir: "Si Dios obrara un milagro, entonces creería, entonces me tomaría a Dios en serio". O bien: "Si el Señor me diera pruebas más contundentes de mi vocación, me entregaría a Él sin reservas".
El Señor nos da la suficiente luz para seguir el camino. Luz en el alma, y luz a través de las personas que ha puesto a nuestro lado. Pero la voluntad, si no es humilde, tiende a pedir nuevas señales, que ella misma querría también juzgar si son suficientes. En ocasiones, tras ese deseo aparentemente sincero de nuevas pruebas para tomar una decisión ante una entrega más plena, se podría esconder una forma de pereza o de falta de correspondencia a la gracia.
Al principio de la fe (o de la vocación), ordinariamente, Dios enciende una pequeña luz que ilumina solo los primeros pasos que hemos de dar. Más allá de estos primeros pasos está la oscuridad. Pero en la medida en que correspondemos con obras, la luz y la seguridad se van haciendo más grandes. Y siempre, ante un alma sincera y humilde que busca la verdad, el Señor se manifiesta con toda claridad: Id a anunciar a Juan lo que habéis visto...
El Señor ha de encontrarnos con esa disposición humilde y llena de autenticidad, que excluye los prejuicios y permite saber escuchar, porque el lenguaje de Dios, aunque acomodado a nuestro modo de ser, puede hacerse en ocasiones difícil de aceptar, porque contraríe nuestros proyectos o nuestros caprichos, o porque sus palabras no sean precisamente las que nosotros esperábamos o desearíamos escuchar... A veces, el ambiente materialista que nos rodea puede también presentarnos falsas razones contrarias al lenguaje con que Dios se manifiesta. Escuchamos entonces como dos idiomas distintos: el de Dios y el del mundo, este último con razones aparentemente "más humanas". Por eso la Iglesia nos invita a rezar: Señor todopoderoso, rico en misericordia, cuando salimos animosos al encuentro de tu Hijo, no permitas que lo impidan los afanes de este mundo; guíanos hasta él con sabiduría divina, para que podamos participar plenamente del esplendor de su gloria6.
III. No hay otro a quien esperar. Jesucristo está entre nosotros y nos llama. "Él ha dejado sobre este mundo las huellas limpias de sus pasos, señales indelebles que ni el desgaste de los años ni la perfidia del enemigo han logrado borrar. Iesus Christus heri, et hodie, ipse et in saecula (Heb 13, 8). ¡Cuánto me gusta recordarlo!: Jesucristo, el mismo que fue ayer para los Apóstoles y las gentes que le buscaban, vive hoy para nosotros, y vivirá por los siglos. Somos los hombres los que a veces no alcanzamos a descubrir su rostro, perennemente actual, porque miramos con ojos cansados o turbios"7.
Con esa mirada turbia y falta de fe miraron a Jesús sus paisanos la primera vez que vuelve a Nazaret. Aquellos judíos solo vieron en Jesús al hijo de José8, y terminaron echándole de mala manera, no supieron ver más. No descubrieron al Mesías que les visitaba.
Nosotros queremos ver al Señor, tratarle, amarle y servirle, como objetivo primordial de nuestra vida. No tenemos ningún objetivo por encima de este. ¡Qué error tan grande si anduviéramos con pequeñeces, faltos de generosidad, en las cosas que a Dios se refieren! "¡Abrid de par en par las puertas a Cristo! –nos anima Su Vicario aquí en la tierra–. Tened confianza en Él. Arriesgaos a seguirle. Eso exige evidentemente que salgáis de vosotros mismos, de vuestros razonamientos, de vuestra prudencia, de vuestra indiferencia, de vuestra suficiencia, de costumbres no cristianas que habéis quizá adquirido. Sí; esto pide renuncias, una conversión, que primeramente debéis atreveros a desear, pedirla en la oración y comenzar a practicar. Dejad que Cristo sea para vosotros el camino, la verdad y la vida. Dejad que sea vuestra salvación y vuestra felicidad. Dejad que ocupe toda vuestra vida para alcanzar con Él todas sus dimensiones, para que todas vuestras relaciones, actividades, sentimientos, pensamientos, sean integrados en Él o, por decirlo así, sean "cristificados". Yo os deseo –decía el Papa– que con Cristo reconozcáis a Dios como principio y fin de vuestra existencia"9.
Debemos desear, una vez más, una conversión, esa vuelta al Señor para contemplarle, ya cercana la Navidad, con una mirada más limpia, y nunca "con ojos cansados o turbios". Por eso imploramos con la Iglesia: Concédenos, Señor Dios Nuestro, permanecer alerta a la venida de tu Hijo para que cuando llegue y llame a la puerta nos encuentre velando en oración y cantando su alabanza10.
La Virgen nos ayudará en la pelea contra todo lo que nos aparta de Dios, y podremos preparar nuestra alma en estas fiestas que vamos a celebrar y guardar mejor los sentidos, que son como las puertas del alma. Nunc coepi!: ahora, Señor, vuelvo a empezar; con la ayuda de tu Madre. Acudimos a Ella "porque Dios no quiso que tuviéramos nada sin que pasara por manos de María"11.
Como propósito de este rato de oración, podemos ofrecer al Señor nuestro deseo de cumplir con fidelidad el plan de vida que hayamos acordado con nuestro director espiritual, aunque quizá por alguna circunstancia pueda parecer difícil. La fortaleza de nuestra Madre la Virgen ayudará nuestra debilidad, y nos hará comprobar que para Dios nada es imposible12.
1 Lc 7, 19-23. — 2 Is 45, 7. — 3 T. Kempis, Imitación de Cristo, 11. — 4 Mt 13, 44. — 5 Mt 13, 45-46. — 6 Oración del 2º Domingo de Adviento. — 7 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 127. — 8 Lc 4, 22. — 9 Juan Pablo II, En Montmartre, 1-VI-1980. — 10 Oración del Lunes de la 1ª Semana de Adviento. — 11 San Bernardo, Sermón 3, en la Vigilia de Navidad, 10. — 12 Lc 1, 37.
Si desea adquirir los libros: http://www.palabra.es/buscar.asp?buscar=Hablar+con+Dios&tc=8501
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Juan de la Cruz
Escritor
Año 1591
San Juan de la Cruz: pídele al Señor que también a nosotros
nos conceda un gran valor para ofrecer por amor de Dios
todos los sufrimientos que Él permita que nos sucedan.
Quien regale aunque sea un vaso de agua,
a un discípulo de Cristo,
no quedará sin recibir su recompensa.
Es este el más famoso místico español.
Nació de familia muy humilde en Fontiveros, España, en 1542. Su nombre era Juan Yepes.
A la muerte de su padre, la familia quedó en la miseria, y el niño era muy pequeño todavía. La mamá trabajaba en oficios domésticos en un convento. La familia se trasladó a Medina del Campo, y allí Juan empezó a aprender el oficio de tejedor, pero como no tenía aptitudes para los trabajos manuales, entró a trabajar como mandadero y enfermero del hospital, y así duró siete años.
Mientras hacía sus estudios en el colegio de los jesuitas, practicaba fuertes mortificaciones corporales.
A los 21 años fue recibido como religioso en la comunidad de Padres Carmelitas, y obtuvo el permiso de observar los reglamentos con toda la exactitud posible sin buscar excepciones en nada.
Al ser ordenado sacerdote en 1567, pidió a Dios como especial regalo que lo conservara siempre en gracia y sin pecado y que pudiera sufrir con todo valor y con mucha paciencia toda clase de dolores, penas y enfermedades.
Santa Teresa había fundado la comunidad de las Hermanas Carmelitas Descalzas y deseaba fundar también una comunidad de Padres Carmelitas que se dedicara a observar los reglamentos con la mayor exactitud posible. Mientras tanto nuestro santo le pedía a Dios que le iluminara un modo de vivir tan fervoroso que lo llevara pronto a la santidad. Y he aquí que al encontrarse los dos santos, descubrió Santa Teresa que este frailecito pequeñito, flaco y debilucho era el hombre indicado para empezar su nueva comunidad (ella lo llamaba con humor: "mi medio fraile"). En adelante la amistad entre santa Teresa y nuestro santo los hará crecer mucho en santidad y en ciencias religiosas a los dos.
Con Fray Juan (que en adelante añadirá a su nombre el apellido "De la Cruz") y con otros dos frailes fundó santa Teresa su nueva comunidad de Carmelitas descalzos y los envió a vivir a un convento muy pobre, llamado Duruelo. Allá nace y empieza a extenderse la nueva comunidad, que tantos favores iba a traer a la humanidad. Pronto hubo varios conventos más, y al fundar su nuevo convento en Salamanca, fue nombrado como rector Fray Juan de la Cruz, el cual se dedicó con todas sus fuerzas al apostolado.
La S. Biblia dice que Dios a quien más ama, más le hace sufrir, para que gane mayores premios en el cielo. Y así lo hizo con San Juan de la Cruz. Él mismo cuenta lo que sucedió entonces: "De pronto se alejó la devoción sensible. No sentía ningún gusto al rezar y meditar, sino más bien antipatía y rechazo por todo lo que fuera devoción y oración. Llegaron los escrúpulos que hacían ver como pecado lo que no lo era. Y mientras el demonio atacaba con violentas tentaciones, la gente perseguía con calumnias". Todo esto lo describió él en su libro titulado Noche Oscura del Alma (nombre que desde entonces se ha hecho famoso para indicar el estado especial del alma en crisis). A esto sucedió un período todavía más penoso de sequedad espiritual, y tentaciones, de manera que el alma se veía como abandonada por Dios...". Pero luego vino una inundación de luces espirituales y de santas alegrías y consolaciones, que sirvieron de premio a la paciencia con la cual había soportado todo lo anterior.
En 1571, santa Teresa lo eligió como director espiritual de ella y de las monjitas en su convento en Ávila, y escribió acerca de él: "Está obrando maravillas. El pueblo lo tiene por santo. Y es mi opinión que lo es y que lo ha sido siempre". Sus dirigidas espirituales hacían grandes progresos en santidad, al recibir sus consejos.
Pero los que no aceptaban esa nueva fundación de Padres Carmelitas descalzos, dispusieron alejarlo para que la comunidad fracasara. Y una noche llegaron por sorpresa a su habitación y se lo llevaron preso a Toledo. Allá lo tuvieron encerrado durante nueve meses en la más inhumana de las prisiones. Una piezucha oscura, cuya única ventana era altísima; sin ropa para cambiarse, sin permitirle celebrar misa, con espantosos calores en verano y tremendos fríos en invierno. Con piojos y demás insectos. Allí sufrió San Juan de la Cruz lo que santa Teresa dice que les sucede a los santos cuando llegan a la "Sexta Morada" en santidad: insultos, calumnias, dolores físicos, hambre, sed, angustias espirituales, tentaciones de renunciar a todo su plan de santidad, etc. Más tarde cuando otros le pregunten de dónde ha sacado tanto valor para sufrir toda clase de males, responderá: "Cuando estuve preso en Toledo aprendí a sufrir".
El santo aprovechó aquellos meses de espantosa soledad e inactividad para componer alguna de sus más famosas poesías que lo han hecho célebre en todo el mundo. (En una de ella dice a Dios: "A dónde te escondiste amado – y me dejaste con gemido – Como el siervo huiste – habiéndome herido – Salí tras de Ti clamando y ya eras ido").
En la noche de la fiesta de la Asunción, la Sma. Virgen se le apareció en sueños y le dijo: "Ten paciencia, que pronto terminará este tormento". Y señalándole una alta ventana del convento que daba al río Tajo le añadió: "Por ahí saldrás y yo te ayudaré". Y sucedió que al cumplir nueve meses de estar preso, le concedieron al santo el poder salir cada mediodía unos pocos minutos a la azotea a asolearse y a hacer un poco de ejercicio físico. Y por allí vio la ventana que le había indicado la Virgen. Con un pequeño hierro fue aflojando por dentro las cerraduras de su prisión y luego rasgando sábanas y ropas, logró fabricarse un largo lazo para descolgarse hacia el precipicio por donde pasaba el tormentoso río.
Por la noche quitó las cerraduras, y salió hacia la ventana. Amarró su cuerda, y sin que los guardianes se dieran cuenta, se descolgó por el muro. Pero había calculado mal la distancia y quedó colgando a varios metros más arriba de la muralla que rodea al río. Si se dejaba descolgar sin mucha precisión, podía caer entre las aguas y se ahogaría. Se soltó y logró caer en la muralla, pero en un sitio que no tenía salida hacia la calle y donde podía ser descubierto. Entonces se encomendó a la Sma. Virgen y de un momento a otro se sintió colocado en la parte exterior que llevaba hacia la calle. Todo parecía como un milagro. Al amanecer corrió donde las hermanas carmelitas. Ellas lo escondieron muy bien y por más que lo buscaron luego los enviados a apresarlo no lo encontraron. Más tarde lo enviaron a un hospital lejano y así se salvó de la prisión. Estos terribles meses le dañaron su salud ya para toda la vida: pero lo hicieron crecer mucho en santidad.
Dios le había concedido una cualidad especial: la de saber enseñar el método para llegar a la santidad. Y eso que enseñaba de palabra a personas que dirigía, lo fue escribiendo y resultaron unos libros tan importantes que le han conseguido que el Sumo Pontífice lo haya declarado Doctor de la Iglesia. Algunos de sus libros más famosos son: "La subida del Monte Carmelo", y "La noche oscura del alma". Como poeta ha sido admirado por siglos a causa de la musicalidad de sus poesías y de la belleza de sus versos. Es muy popular su "Cántico Espiritual".
A San Juan de la Cruz le costaba mucho dedicarse a las labores materiales, porque su pensamiento vivía ocupado en Dios y en lo espiritual. Después de celebrar la santa misa, el rostro le brillaba de una manera especial. Su corazón ardía de tal manera en amor a Dios que hasta en su piel se sentía su inmenso calor. Las horas que pasaba en oración le parecían minutos. La gente decía que cuando daba consejos espirituales parecía estar recibiendo mensajes directamente del Espíritu Santo.
Nuestro Señor le dijo un día: ¿Juan qué regalo me pides, por lo que has escrito de mí?". Y él le respondió: "Que me concedas valor para padecer por tu amor todos los sufrimientos que quieras permitir que me sucedan". Y en verdad que le fueron llegando, en gran cantidad. Hubo hombres que se dedicaron a inventarle toda clase de calumnias y hasta querían hacerlo echar de su comunidad religiosa, su salud, después de la prisión era muy deficiente, y llegaron a destituirlo de todos sus cargos y decretaron que debía irse a un convento lejano.
La flebitis y la erisipela le atormentaban una pierna, y el único modo que le permitía descansar un poco era amarrar la pierna a un lazo, y echar este sobre una alta viga y colgar así la pierna. Los superiores le propusieron dos conventos para ir a pasar sus últimos días, el de Beaza, donde estaba de superior uno que lo amaba mucho, y el de Ubeda donde el superior le tenía una tremenda antipatía. Y él escogió el de Ubeda para poder sufrir más. Y allá fue enviado. El superior le echaba en cara hasta la comida y los remedios que le daban. Le quitó un enfermero que era muy atento y puso a que lo cuidara otro que lo trataba mal. No dejaba que le llegaran visitas, y lo humillaba sin cesar. Esto lo hacía crecer cada día más y más en santidad. Todo lo soportaba en silencio con la más admirable paciencia.
Después de tres meses de sufrimientos muy agudos, el santo murió el 14 de diciembre del año 1591. Apenas tenía 49 años. Antes de morir quiso que le leyeran unos salmos de la S. Biblia. Murió diciendo: "En tus manos Señor, encomiendo mi espíritu".
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Venancio Fortunato, Santo Obispo de Poitiers, 14 Diciembre
Obispo de Poitiers
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Fuente: Vatican.va
Nimatullah Al- Hardini, Santo Sacerdote religioso de la Orden Libanesa Maronita, 14 de diciembre
Sacerdote religioso de la Orden Libanesa Maronita |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Espiridión de Tremitunte, Santo Obispo y Confesor, 14 Diciembre
El santo obispo y confesor de Cristo san Espiridión nació en la isla de Chipre, en la segunda mitad del siglo III, y fue hijo de padres cristianos. |
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Fuente: FrateFrancesco.org
Francisca Schervier, Beata Fundadora, 14 Diciembre
FundadodoraHermanas de los Pobres |
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Fuente: ServiDiMaria.org
Buenaventura de Pistoya, Beato Siervo de María, 14 Diciembre
Buenaventura nació en Pistoya hacia el año de 1250. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: www.iesvs.org
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