viernes, 23 de diciembre de 2011

Lecturas Domingo 25 de Diciembre de 2011. ¡Feliz Nacimiento de Niño-Dios en el corazón, junto a José y María!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Juan (1, 1-18)

Gloria a ti, Señor.

En el principio ya existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Ya en el principio él estaba con Dios. Todas las cosas vinieron a la existencia por él y sin él nada empezó de cuanto existe. El era la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron.

Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era la luz, sino testigo de la luz.

Aquel que es la Palabra era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba; el mundo había sido hecho por él y, sin embargo, el mundo no lo conoció.

Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron; pero a todos los que lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre, los cuales no nacieron de la sangre, ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre, sino que nacieron de Dios.

Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, gloria que le corresponde como a Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan el Bautista dio testimonio de él, clamando: "A éste me refería cuando dije: 'El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo' ".

De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha revelado.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/swf/l.swf?video_id=v82JVdXAUUs

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

Solemnidad de la Natividad del Señor

Misa de media noche o del Gallo

Hoy nos ha nacido el Salvador

Regocíjese todo ante el Señor

Que todos los pueblos aclamen al Señor

Cantemos al Señor un canto nuevo

Antífona de Entrada

El Señor me dijo:

Tú eres mi Hijo, hoy te engendré yo. Se dice Gloria.

Oración Colecta

Oremos:

Dios nuestro, que hiciste resplandecer esta noche santísima con el nacimiento de Cristo, verdadera luz del mundo, concédenos que, iluminados en la tierra por la luz de este misterio, podamos también disfrutar de la gloria de tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del libro del profeta

Isaías (9, 1-3. 5-6)

El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció. Engrandeciste a tu pueblo e hiciste grande su alegría.

Se gozan en tu presencia como gozan al cosechar, como se alegran al repartirse el botín. Porque tú quebrantaste su pesado yugo, la barra que oprimía sus hombros y el cetro de su tirano, como en el día de Madián.

Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva sobre sus hombros el signo del imperio y su nombre será:

"Consejero admirable", "Dios poderoso", "Padre sempiterno", "Príncipe de la paz"; para extender el principado con una paz sin límites sobre el trono de David y sobre su reino; para establecerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho, desde ahora y para siempre. El celo del Señor lo realizará.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 95

Hoy nos ha nacido el Salvador.

Cantemos al Señor un canto nuevo, que le cante al Señor toda la tierra; cantemos al Señor y bendigámoslo.

Hoy nos ha nacido

el Salvador.

Proclamemos su amor día tras día, su grandeza anunciemos a los pueblos; de nación en nación, sus maravillas.

Hoy nos ha nacido

el Salvador.

Alégrense los cielos y la tierra, retumbe el mar y el mundo submarino. Salten de gozo el campo y cuanto encierra, manifiesten los bosques regocijo.

Hoy nos ha nacido

el Salvador.

Regocíjese todo ante el Señor, porque ya viene a gobernar el orbe. Justicia y rectitud serán las normas con las que rija a todas las naciones.

Hoy nos ha nacido el Salvador.

 

Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol

san Pablo a Tito (2, 11-14)

Querido hermano:

La gracia de Dios se ha manifestado para salvar a todos los hombres y nos ha enseñado a renunciar a la irreligiosidad y a los deseos mundanos, para que vivamos, ya desde ahora, de una manera sobria, justa y fiel a Dios, en espera de la gloriosa venida del gran Dios y salvador, Cristo Jesús, nuestra esperanza.

El se entregó por nosotros para redimirnos de todo pecado y purificarnos, a fin de convertirnos en pueblo suyo, fervorosamente entregado a practicar el bien.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

Les anuncio una gran alegría: Hoy nos ha nacido el Salvador, que es Cristo, el Señor.

Aleluya.

 

Evangelio

 

† Lectura del santo Evangelio

según san Lucas (2, 1-14)

Gloria a ti, Señor.

Por aquellos días, se promulgó un edicto de César Augusto, que ordenaba un censo de todo el imperio. Este primer censo se hizo cuando Quirino era gobernador de Siria. Todos iban a empadronarse, cada uno en su propia ciudad; así es que también José, perteneciente a la casa y familia de David, se dirigió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, llamada Belén, para empadronarse, juntamente con María, su esposa, que estaba encinta.

Mientras estaban ahí, le llegó a María el tiempo de dar a luz y tuvo a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no hubo lugar para ellos en la posada.

En aquella región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, vigilando por turno sus rebaños. Un ángel del Señor se les apareció y la gloria de Dios los envolvió con su luz y se llenaron de temor. El ángel les dijo: "No teman. Les traigo una buena noticia, que causará gran alegría a todo el pueblo:

hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un salvador, que es el Mesías, el Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre".

De pronto se le unió al ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: "¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!"

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Se dice Credo.

A las palabras:

Y por obra ... hay que arrodillarse.

 

Oración de los Fieles

Celebrante:

Presentemos hermanos, en esta noche luminosa, nuestras esperanzas y anhelos a Jesucristo, Palabra cumplida del Padre, el Dios con nosotros, y con espíritu de adoración, supliquémosle con confianza, diciendo:

Te rogamos, óyenos.

Para que la celebración del Misterio del Amor infinito de Dios, hecho cercanía en su Hijo que ha nacido, haga renacer a la Iglesia y a cada uno de sus Pastores al Evangelio vivido, proclamado y compartido con todos los hombres de buena voluntad: Roguemos al Señor, que no desdeña nuestra pobreza.

Te rogamos, óyenos.

Para que en esta noche de paz y de luz, Cristo transforme nuestras tinieblas en bondad, nuestros odios en perdón, y nuestras desesperanzas en posesión del único tesoro:

Roguemos al Señor, que se ha

hecho débil por amor.

Te rogamos, óyenos.

Para que Cristo hecho niño enseñe al mundo el poder de la paz, la fuerza de quienes aún creen en el hermano; y la alegría de sabernos amados y acogidos por Dios que viene hasta nosotros:

Roguemos al Señor,

que es nuestra esperanza.

Te rogamos, óyenos.

Para que aprendamos de la Virgen Madre a recibir a Jesús, para que sepamos entregarlo sin egoísmos, y para que lo hagamos nacer en otras vidas:

Roguemos al Señor,

hecho ternura.

Te rogamos, óyenos.

Para que el Señor cure las heridas del cuerpo y del alma a quienes sufren y recordamos en esta Noche santa.

Roguemos al

Señor, Bien nuestro.

Te rogamos, óyenos.

Para que, al acoger en nuestros corazones al que quiso asumir nuestra debilidad para transformarla en gracia, nos hagamos amor, alegría, comprensión y paz para cuantos nos rodean.

Roguemos al

Señor, nuestro hermano.

Te rogamos, óyenos.

 

Celebrante:

Señor, que has querido que tu Hijo se encarnara en nuestra carne para recapitular todas las cosas y salvarnos; atiende por su intercesión cuanto te hemos suplicado, y no dejes de acompañarnos mientras caminamos hacia la plenitud de nuestra historia, donde todos seremos uno en el amor.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

 

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, las ofrendas que te presentamos esta noche de Navidad, a fin de que, al recibirlas nosotros convertidas en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, nos transformes en él, en quien nuestra naturaleza está unida

a la tuya.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio de Navidad II

Restauración universal por la

encarnación

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.

El cual, en el misterio santo que hoy celebramos, se hizo presente entre nosotros sin dejar la gloria del Padre; siendo invisible en su naturaleza divina, se hizo visible al asumir la nuestra y, engendrado antes de todo tiempo, comenzó a existir en el tiempo para reintegrar en la unidad a la creación entera, reconstruyendo en su persona cuanto en el mundo yacía derrumbado y para llamar de nuevo al hombre caído al Reino de los cielos.

Por eso, unidos a los coros angélicos, te aclamamos, llenos de alegría:

Santo, Santo, Santo...

 

Antífona de la Comunión

El Verbo se hizo hombre y hemos visto su gloria.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Tú, Señor, que nos has concedido el gozo de celebrar esta noche el nacimiento de tu Hijo, ayúdanos a vivir según su ejemplo para llegar a compartir algún día con él la gloria de su Reino.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

 

Misa del día

 

Antífona de Entrada

Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. La insignia del poder está sobre sus hombros y se le llamará Ángel del Gran Consejo.

Se dice Gloria.

Oración Colecta

Oremos:

Dios nuestro, que de modo admirable creaste al hombre a tu imagen y semejanza, y de modo más admirable lo elevaste con el nacimiento de tu Hijo, concédenos participar de la vida divina de aquél que ha querido participar de nuestra humanidad.

Por nuestro Señor Jesucristo...

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del libro del profeta

Isaías (52, 7-10)

¡Qué hermoso es ver correr sobre los montes al mensajero que anuncia la paz, al mensajero que trae la buena nueva, que pregona la salvación, que dice a Sión: "Tu Dios es rey"!

Escucha: Tus centinelas alzan la voz y todos a una gritan alborozados, porque ven con sus propios ojos al Señor, que retorna a Sión.

Prorrumpan en gritos de alegría, ruinas de Jerusalén, porque el Señor rescata a su pueblo, consuela a Jerusalén. Descubre el Señor su santo brazo a la vista de todas las naciones. Verá la tierra entera la salvación que viene de nuestro Dios.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 97

Toda la tierra

ha visto al Salvador.

Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria.

Toda la tierra

ha visto al Salvador.

El Señor ha dado a conocer su victoria y ha revelado a las naciones su justicia. Una vez más ha demostrado Dios su amor y su lealtad hacia Israel.

Toda la tierra

ha visto al Salvador.

La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro Dios. Que todos los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor.

Toda la tierra

ha visto al Salvador.

Cantemos al Señor al son del arpa, suenen los instrumentos. Aclamemos al son de los clarines al Señor, nuestro rey.

Toda la tierra

ha visto al Salvador.

 

Segunda Lectura

Lectura de la carta a los

hebreos (1, 1-6)

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres, por boca de los profetas. Ahora, en estos tiempos, nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por medio del cual hizo el universo.

El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la imagen fiel de su ser y el sostén de todas las cosas con su palabra poderosa.

El mismo, después de efectuar la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la majestad de Dios, en las alturas, tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más excelso es el nombre que, como herencia, le corresponde.

Porque ¿a cuál de los ángeles le dijo Dios: Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy? ¿O de qué ángel dijo Dios: Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo? Además, en otro pasaje, cuando introduce en el mundo a su primogénito, dice: Adórenlo todos los ángeles de Dios.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

Un día sagrado ha brillado para nosotros. Vengan naciones, y adoren al Señor, porque hoy ha descendido una gran luz sobre la tierra.

Aleluya.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio según san Juan (1, 1-18)

Gloria a ti, Señor.

En el principio ya existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Ya en el principio él estaba con Dios. Todas las cosas vinieron a la existencia por él y sin él nada empezó de cuanto existe. El era la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron.

Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era la luz, sino testigo de la luz.

Aquel que es la Palabra era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba; el mundo había sido hecho por él y, sin embargo, el mundo no lo conoció.

Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron; pero a todos los que lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre, los cuales no nacieron de la sangre, ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre, sino que nacieron de Dios.

Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, gloria que le corresponde como a Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan el Bautista dio testimonio de él, clamando: "A éste me refería cuando dije: 'El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo' ".

De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha revelado.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Se dice Credo. A las palabras:

Y por obra ... hay que arrodillarse.

 

Oración de los Fieles

Celebrante:

Presentemos al Padre las necesidades y deseos de todos los hombres, y dejemos que Jesús, el niño de Belén, interceda por nosotros con gemidos humanos y divinos.

Digamos:

Te lo pedimos, Señor.

Para que la celebración gozosa de la Navidad aleje de todos los hombres el temor, la duda y la inseguridad, y les haga sabedores de la Buena Noticia de la Salvación de Dios.

Oremos.

Te lo pedimos, Señor.

Para que el Papa, los obispos, los sacerdotes, los consagrados y los fieles laicos, nos comprometamos con la humanidad promoviendo la justicia y la paz, y proclamando que Jesús es el Salvador esperado.

Oremos.

Te lo pedimos, Señor.

Para que cuantos sueñan con la libertad, esperan la unidad, buscan la paz y desean consuelo, lo encuentren en Jesús que viene a saciar sus carencias y a colmar sus anhelos.

Oremos.

Te lo pedimos, Señor.

Para que los agonizantes y cuantos han dejado este mundo, puedan contemplar cara a cara a Jesús, el Dios hecho hombre, el Dios con nosotros.

Oremos.

Te lo pedimos, Señor.

Para que, como María, la Virgen de la Navidad, engendremos en la fe a Jesús y lo demos en la vida a los hermanos.

Oremos.

Te lo pedimos, Señor.

Para que los anhelos de bondad que hoy han surgido en todos los rincones del universo, se traduzcan, por la virtud de la Eucaristía, en bendición, confianza y entusiasmo para todos los hombres y mujeres del mundo.

Oremos.

Te lo pedimos, Señor.

 

Celebrante:

Padre bueno, mira a tu pueblo que vuelve los ojos a Belén, y dale la paz que te suplica al adorar a tu Hijo; haz que en todos los corazones hoy se manifieste tu salvación, y atiende cuanto con fe te hemos suplicado.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

 

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, en la fiesta solemne de la Navidad, esta ofrenda que nos reconcilia contigo de un modo perfecto, y encierra en sí la plenitud del culto que los hombres podemos tributarte.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio de Navidad I

Cristo es luz

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Porque gracias al misterio de la Palabra hecha carne, la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor, para que, conociendo a Dios visiblemente, Él nos lleve al amor de lo invisible.

Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo…

 

Antífona de la Comunión

Sobre toda la superficie de la tierra se ha contemplado la salvación que viene de nuestro Dios.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Concédenos, Dios misericordioso, que el salvador del mundo, que hoy nos ha nacido para comunicarnos su vida divina, nos dé también el don de su inmortalidad. El cual vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

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Meditación diaria

 

Navidad. 25 de diciembre

MEDITACIóN DE NAVIDAD

— En Belén no quisieron recibir a Cristo. También hoy muchos hombres no quieren recibirlo.

— Nacimiento del Mesías. La "cátedra" de Belén.

— Adoración de los pastores. Humildad y sencillez para reconocer a Cristo en nuestras vidas.

I. En aquellos días se promulgó un edicto de César Augusto, para que se empadronase todo el mundo1.

Ahora nosotros podemos ver con claridad que fue una providencia de Dios aquel decreto del emperador romano. Por esta razón María y José fueron a Belén y allí nació Jesús, según había sido profetizado muchos siglos antes2.

La Virgen sabía que estaba ya próximo el nacimiento de Jesús, y emprendió aquel viaje con el pensamiento puesto en el Hijo que le iba a nacer en el pueblo de David.

Llegaron a Belén, con la alegría de estar ya en el lugar de sus antepasados, y también con el cansancio de un viaje por caminos en malas condiciones, durante cuatro o cinco jornadas. La Virgen, en su estado, debió llegar muy cansada. Y en Belén no encontraron dónde instalarse. No hubo para ellos lugar en la posada, dice San Lucas3, con frase escueta. Quizá José juzgara que la posada repleta de gente no era sitio adecuado para Nuestra Señora, especialmente en aquellas circunstancias. San José debió de llamar a muchas puertas antes de llevar a María a un establo, en las afueras. Nos imaginamos bien la escena: José explicando una y otra vez, con angustia creciente, la misma historia, "que venían de...", y María a pocos metros, viendo a José y oyendo las negativas. No dejaron entrar a Cristo. Le cerraron las puertas. María siente pena por José, y por aquellas gentes. ¡Qué frío es el mundo para con su Dios!

Quizá fue la Virgen quien propuso a José instalarse provisionalmente en alguna de aquellas cuevas, que hacían de establo a las afueras del pueblo. Probablemente le animó, diciéndole que no se preocupara, que ya se arreglarían... José se sintió confortado por las palabras y la sonrisa de María. De modo que allí se aposentaron con los enseres que habían podido traer desde Nazaret: los pañales, alguna ropa que ella misma había preparado con la ilusión que solo saben poner las madres en su primer hijo...

Y en aquel lugar sucedió el acontecimiento más grande de la humanidad, con la más absoluta sencillez: Y sucedió –nos dice San Lucas– que estando allí se le cumplió la hora del parto4. María envolvió a Jesús con inmenso amor en unos pañales y lo recostó en el pesebre.

La Virgen tenía la fe más perfecta que cualquier otra persona antes o después de Ella. Y todos sus gestos eran expresión de su fe y de su ternura. Le besaría los pies porque era su Señor, le besaría la cara porque era su hijo. Se quedaría mucho tiempo quieta contemplándolo.

Después, María puso al Niño en brazos de José, que sabe bien que es el Hijo del Altísimo, al que debe cuidar, proteger, enseñarle un oficio. Toda su vida está centrada en este Niño indefenso.

Jesús, recién nacido, no habla; pero es la Palabra eterna del Padre. Se ha dicho que el pesebre es una cátedra. Nosotros deberíamos hoy "entender las lecciones que nos da Jesús ya desde Niño, desde que está recién nacido, desde que sus ojos se abrieron a esta bendita tierra de los hombres"5.

Nace pobre, y nos enseña que la felicidad no se encuentra en la abundancia de bienes. Viene al mundo sin ostentación alguna, y nos anima a ser humildes y a no estar pendientes del aplauso de los hombres. "Dios se humilla para que podamos acercarnos a Él, para que podamos corresponder a su amor con nuestro amor, para que nuestra libertad se rinda no solo ante el espectáculo de su poder, sino ante la maravilla de su humildad"6.

Hacemos un propósito de desprendimiento y de humildad. Miramos a María y la vemos llena de alegría. Ella sabe que ha comenzado para la humanidad una nueva era: la del Mesías, su Hijo. Le pedimos no perder jamás la alegría de estar junto a Jesús.

II. Jesús, María y José estaban solos. Pero Dios buscó para acompañarles a gente sencilla, unos pastores, quizá porque, como eran humildes, no se asustarían al encontrar al Mesías en una cueva, envuelto en pañales.

Son los pastores de aquellos contornos a quienes se refería el profeta Isaías: el pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz7.

En esta primera noche solo en ellos se cumple la profecía. Ven una gran luz: la gloria del Señor los envolvió de claridad8. No temáis, les dice un ángel, pues vengo a anunciaros una gran alegría, que lo será para todo el pueblo; hoy, en la ciudad de David, os ha nacido el Salvador, que es el Cristo, el Señor9.

Esa noche son los primeros y los únicos en saberlo. "En cambio, hoy lo saben millones de hombres en todo el mundo. La luz de la noche de Belén ha llegado a muchos corazones, y, sin embargo, al mismo tiempo, permanece la oscuridad. A veces, incluso parece que más intensa (...). Los que aquella noche lo acogieron, encontraron una gran alegría. La alegría que brota de la luz. La oscuridad del mundo superada por la luz del nacimiento de Dios (...).

"No importa que, en esa primera noche, la noche del nacimiento de Dios, la alegría de este acontecimiento llegue solo a estos pocos corazones. No importa. Está destinada a todos los corazones humanos. ¡Es la alegría del género humano, alegría sobrehumana! ¿Acaso puede haber una alegría mayor que esta, puede haber una Nueva mejor que esta: el hombre ha sido aceptado por Dios para convertirse en hijo suyo en este Hijo de Dios, que se ha hecho hombre?"10.

Dios quiso que estos pastores fueran también los primeros mensajeros; ellos irán contando lo que han visto y oído. Y todos los que les escucharon se maravillaron de cuanto los pastores les habían dicho11. Igualmente a nosotros se nos revela Jesús en medio de la normalidad de nuestros días; y también son necesarias las mismas disposiciones de sencillez y de humildad para llegar hasta Él. Es posible que a lo largo de nuestra vida nos dé señales que, vistas con ojos humanos, nada digan. Hemos de estar atentos para descubrir a Jesús en la sencillez de lo ordinario, envuelto en pañales y reclinado en un pesebre, sin manifestaciones aparatosas. Y todo el que ve a Cristo se siente conmovido a darlo a conocer enseguida. No puede esperar.

Naturalmente que los pastores no se pondrían en camino sin regalos para el recién nacido. En el mundo oriental de entonces era inconcebible que alguien se presentase a una persona elevada sin algún regalo. Llevarían lo que tenían a su alcance: algún cordero, queso, manteca, leche, requesón...12. Sin duda que no es demasiado desacierto figurarse la escena tal como la representan los innumerables "belenes" de estos días y la pregonan los "villancicos" cantados con sencillez por el pueblo cristiano y con los que muchos de nosotros, quizá, hemos hecho nuestra oración.

María y José, sorprendidos y alegres, invitan a los tímidos pastores a que entren y vean al Niño, y lo besen y le canten, y le dejen cerca del pesebre sus presentes.

Nosotros tampoco podemos ir a la gruta de Belén sin nuestro regalo.

Quizá lo que nos agradecería la Virgen es un alma más entregada, más limpia, más alegre porque es consciente de su filiación divina, mejor dispuesta a través de una Confesión más contrita, para que el Señor habite con más plenitud en nosotros. Esa Confesión que tal vez Dios lleva esperando hace tiempo...

María y José nos están invitando a entrar. Y, una vez dentro, le decimos a Jesús con la Iglesia: Rey del universo a quien los pastores encontraron envuelto en pañales, ayúdanos a imitar siempre tu pobreza y tu sencillez13.

III. Alegrémonos todos en el Señor, porque nuestro Salvador ha nacido en el mundo. Hoy, desde el Cielo, ha descendido la paz sobre nosotros14. "Acabamos de oír un mensaje rebosante de alegría y digno de todo aprecio: Cristo Jesús, el Hijo de Dios, ha nacido en Belén de Judá. El anuncio me estremece, mi espíritu se enciende en mi interior y se apresura, como siempre, a comunicaros esta alegría y este júbilo", anuncia San Bernardo15. Y todos nos ponemos en camino para contemplar y adorar a Jesús, pues todos tenemos necesidad de Él; es de Él de lo único que tenemos verdadera necesidad. No hay tal andar como buscar a Cristo. // No hay tal andar como a Cristo buscar. // Que no hay tal andar, canta un villancico popular, diciéndonos que ningún camino que emprendamos vale la pena si no termina en el Niño Dios.

"Hoy ha nacido nuestro Salvador. No puede haber lugar para la tristeza, cuando acaba de nacer la vida; la misma que acaba con el temor de la mortalidad, y nos infunde la alegría de la eternidad prometida.

"Nadie tiene por qué sentirse alejado de la participación de semejante gozo, a todos es común el motivo para el júbilo: porque nuestro Señor, destructor del pecado y de la muerte, como no ha encontrado a nadie libre de culpa, ha venido a liberarnos a todos. Que se alegre el santo, puesto que se acerca a la victoria. Alégrese el gentil, ya que se le llama a la vida.

"Pues el Hijo, al cumplirse la plenitud de los tiempos (...) asumió la naturaleza del género humano para conciliarla con su Creador"16. De aquí nace para todos, como un río incontenible, la alegría de estas fiestas.

Cantamos con júbilo en estos días de Navidad porque el amor está entre nosotros hasta el fin de los tiempos. La presencia del Niño es el amor en medio de los hombres; y el mundo no es ya un lugar oscuro: quienes buscan amor saben donde encontrarlo. Y es de amor de lo que esencialmente anda necesitado cada hombre; también aquellos que pretenden estar satisfechos de todo.

Cuando en el día de hoy nos acerquemos a besar al Niño o contemplemos un Nacimiento, o meditemos en este gran misterio, que agradezcamos a Dios su deseo de abajarse hasta nosotros para hacerse entender y querer, y que nos decidamos a hacernos también como niños, para poder así entrar un día en el reino de los cielos. Terminamos nuestra oración diciéndole a Dios Nuestro Padre: concédenos compartir la vida divina de aquel que hoy se ha dignado compartir con el hombre la condición humana17.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros.

1 Lc 2, 1. — 2 Miq 5, 2 ss. — 3 Cfr. Lc 2, 7. — 4 Lc 2, 6. — 5 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 14. — 6 Ibídem. — 7 Is 9, 2. — 8 Lc 2, 9. 9 Lc 2, 10. — 10 Juan Pablo II, Homilía en la Misa de Nochebuena de 1980. — 11 Lc 2, 18. — 12 Cfr. F. M. Willian, Vida de María, p. 110. — 13 Laudes 5 de enero. Preces. — 14 Antífona de entrada. Misa de medianoche. — 15 San Bernardo, Sermón 6. Sobre el anuncio de la Navidad, 1. 16 San León Magno, Sermón en la Navidad del Señor, 1-3. 17 Oración colecta de Navidad.

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Santoral             (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 




El Nacimiento del Hijo de Dios

" Alegrémonos todos en el Señor, porque 
nuestro Salvador ha nacido en el mundo. Hoy, 
desde el cielo,  ha descendido la paz para nosotros. "  
(Antifona de Entrada )

La Iglesia en su misión de ir por todo el mundo llevando la Buena Nueva ha querido dedicar un tiempo a profundizar, contemplar y asimilar el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios; a este tiempo lo conocemos como Navidad. Cerca de la antigua fiesta judía de las luces y buscando dar un sentido cristiano a las celebraciones paganas del solsticio de invierno, la Iglesia aprovechó el momento para celebrar la Navidad. En este tiempo los cristianos, por medio del Adviento, se preparan para recibir a Cristo,"luz del mundo" (Jn 8, 12) en sus almas, rectificando sus vidas y renovando el compromiso de seguirlo. Durante el Tiempo de Navidad al igual que en el Triduo Pascual de la Semana Santa celebramos la redención del hombre gracias a la presencia y entrega de Dios; pero a diferencia del Triduo Pascual en el que recordamos la Pasión y muerte del Salvador, en la Navidad recordamos que Dios se hizo Hombre y habitó entre nosotros.

Así como el sol despeja las tinieblas durante el alba, la presencia de Cristo irrumpe en las tinieblas del pecado, el mundo, el demonio y de la carne para mostrarnos su camino a seguir. Con su luz nos muestra la verdad de nuestra existencia. Cristo mismo es la vida que renueva la naturaleza caída del hombre y de la naturaleza. La Navidad celebra esa presencia renovadora de Cristo que viene a salvar al mundo. 

La Iglesia en su papel de madre y maestra por medio de una serie de fiestas busca concientizar al hombre de este hecho tan importante para la salvación de sus hijos. Esta sección busca apoyar esta tarea de la Iglesia ofreciendo una serie de breves artículos en los que se muestra la riqueza de la vivencia real y profunda de la Navidad.

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Eugenia, Santa Mártir, 25 de diciembre  

Eugenia, Santa

Etimológicamente significa "bien nacida". Viene de la lengua griega.

Dios no quiere las guerras, ni los terremotos, ni el hambre, ni los accidentes. Dios no suscita ni la enfermedad, ni le miedo, ni la desgracia. Nunca viene Dios a atormentar la conciencia humana. En cambio, Cristo sufre con el inocente, con quien lo pasa mal.

No cabe la menor duda de que esta chica murió en Roma por defender su fe. Fue enterrada en el cementerio de Aproniano, en la Via Latina.

Pertenece esta mártir a los primeros siglos del cristianismo. En la "Pasión" o teatro que se escribió después, se narra su martirio.

Era la hija de Felipe, gobernador de Alejandría. A los 16 años ya se había leído los autores griegos y latinos, sabía todas las filosofías y era la joven más bella de la ciudad.

Cuando le forzaron a que se casara con un joven de ilustres antecesores, ella se opuso diciendo:"¿ Me caso con él o con los suyos?"

Se convirtió al cristianismo de una forma original. Al pasar delante de un convento, oyó a los monjes cantar:" Los dioses de los gentiles son demonios; el que nosotras adoramos es el verdadero Dios, creador del cielo y de la tierra".

Tuvo imaginación. Para poder entrar en seguida, se vistió de hombre, se puso el nombre de Eugenio. A tan alto grado llegó su perfección que los monjes le nombraron abad.

Sin embargo, pronto fue denunciado por una mujer ante el gobernador. Le dijo a la autoridad de que le había violado y tuvo un hijo de esta relación.

Su padre Felipe echó a todos los monjes y citó a Eugenio. Se quitó su falsa barba y sus vestidos.

Los jueces dijeron que era inocente. El gobernador, que había reconocida en él a su hija, la cogió con sus manos y aquel mismo día se bautizó.

El juez, padre de Eugenia, llegó a ser un santo obispo y, mientras cantaba misa, fue degollado por la fe de Jesucristo.

Además, la dama Claudia (madre de Eugenia) y todos sus hijos, se trasladaron a Roma para enseñar la doctrina.

Fueron muchas las gentes comunes convertidas por ellos, mientras que Eugenia conquistaba innumerables doncellas para el servicio de Dios.

La dicha Eugenia, ya en Roma, fue atormentada de muy diversas maneras y al fin, la espada consumó su martirio.
Así ofreció su propío cuerpo a Nuestro Señor Jesucristo,

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Jacopone de Todi, Beato Franciscano, 25 de diciembre  

Jacopone de Todi, Beato

Jacopone, a quien se bautizó con el nombre de Jacobo, nació en Todi, ciudad de Umbría, en el seno de una buena familia apellidada Benedetti.

Su nacimiento ocurrió alrededor del año 1230. Estudió leyes en Bolonia, donde pro bablemente hizo su doctorado para iniciar sus prácticas en su ciudad natal.

Al parecer, en aquellos años, no se destacó, ni por su virtud, ni por su mala vida, y ciertamente que no dio muestras del fervor religioso que le caracterizó más tarde.

Alrededor del 1267, se casó con Vanna di Guidone, una joven mujer muy hermosa en lo físico y de grandes cualidades morales que, durante el único año que vivió casada con él, antes de que la arrebatase la muerte, demostró ser el ángel bueno de Jacopone.

Vanna murió trágicamente durante una fiesta de bodas, al desplomarse un balcón donde se encontraba junto con otros invitados.

Ella fue la única que perdió la vida entre los que cayeron, y el golpe de aquella inesperada pérdida produjo un dolor tan profundo en Jacopone, que su vida cambió completamente.

Quizá la transformación se debió sobre todo a que, al morir Vanna, su marido cayó en la cuenta de lo virtuosa que era; se dice incluso, que él fue quien más se sorprendió al descubrirse en el cadáver de Vanna una camisa de cerdas que usaba, según se supone, para hacer penitencia por sus pecados.

A decir verdad, el golpe fue tan rudo que, durante algún tiempo, Jacopone estuvo decididamente trastornado.

De la noche a la mañan a abandonó su profesión, se vistió el hábito de los terciarios franciscanos- y se convirtió, como dicen los que le conocieron, en "una especie de Diógenes cristiano".

Sus excentricidades realizadas en público eran tan descabelladas, que los chiquillos en las calles de Todi le seguían por todas partes para divertirse gratuitamente con él, gritándole: ¡ Jacopone, Jacopone! En cierta ocasión, atravesó la plaza pública en cuatro patas y enjaezado con los arneses de un asno; en otra oportunidad, se presentó bañado en alquitrán y emplumado en la casa de su hermano donde se desarrollaba un suntuoso banquete.

Durante diez años llevó esa existencia de penitente público.

En 1278, vencidos algunos naturales escrúpulos por parte de los frailes, Jacopone fue admitido entre los franciscanos de San Fortunato, en Todi, como hermano lego.

Se afirma que eligió aquel estado por humildad. Tal vez haya sido así, pero no hay duda de que Jacopone se sentía inclinado a pertenecer al grupo más estricto de los franciscanos, el de los espirituales, quienes consideraban que San Francisco había deseado que sus frailes se ordenasen para el sacerdocio sólo por excepción.

Durante doce años, permaneció el hermano Jacopo ne en el convento de Todi y, a medida que recuperaba el equilibrio de sus facultades mentales, producía más y más poemas líricos y cantos, cada vez de mejor calidad, en el dialecto de Umbría.

Sus composiciones alcanzaron popularidad. Eran alabanzas de profundo contenido religioso y místico que lle garon a ser adoptadas por los "flagelantes" y otras cofradías penitenciales para cantarlas en público.

Las composiciones se prestaban para expresar jubilus franciscano, pero el hermano Jacopone era cándido y poco dado al exhibicionismo y a la hilaridad. Sin embargo, con frecuencia se veía envuelto en dificultades con sus hermanos en el convento de San Fortunato y, tal vez por eso, se convirtió en una figura cada vez más notable entre los espirituales.

Dos destacados miembros de esta rama, el Beato Conrado de Offida y el Beato de Alvernia, eran sus amigos personales. Jacopone se encontraba entre los frailes que, en 1294, solicitaron al Papa San Celestino V el permiso de vivir a parte de la comunidad, pero a las pocas semanas de recibida la petición, Celestino renunció y el cardenal Gaetani, opositor de los espirituales, fue el Pontífice Bonifacio VIII.

En 1297, se produjo la ruptura entre el Papa y los cardenales Colonna, y Jacopone fue uno de los tres franciscanos que colaboraron en la redacción del manifiesto donde se afirmaba que Bonifacio VIII había sido electo en forma ilegítima. Desde entonces, el hermano Jacopone se convirtió en el propagandista literario de los cardenales Colonna y escribió un famoso y rudo ataque al Papa.

Sin suscribimos a la opinión de que "ya el haber tenido a Bonifacio por adversario es de por sí un gran honor", podemos decir que Jaccopone se opuso al Papa con toda buena fe. Sin contar a los partidaristas, había gran número de gentes que participaban de la idea de que la abdicación de Celestino había ido contra los cánones. Cuando las fuerzas del Papa se adueñaron de Palestina, la fortaleza de los Colonna, el hermano Jacopone aprehendido y encarcelado en un horrible calabozo durante cinco años.

Ni si uiera en el año jubilar de 1300 se le concedió la libertad. Durante sus años de cárcel, compuso algunos de sus más hermosos poemas, así como varias de sus obras más agresivas, satíricas y agudas, en curioso contraste con la unción conmovedora de las primeras.

A J acopone se le conoce también mucho como el supuesto autor del famoso himno Stabat Mater dolorosa, pero no hay certidumbre de que él lo haya escrito. También se le acredita la composición de otro himno menos conocido, que algunos críticos califican de parodia, titulado Stabat Mater speciosa.

Se dice que el primero de los himnos se le adjudicó a Jacopone en un manuscrito del siglo catorce, y tanto uno como el otro aparecen en una edición de sus alaban zas, impresa en Brescia en 1495. La Speciosa fue rescatada del olvido por Fe derico Ozanam, quien la reimprimió por primera vez en su obra Poètes Franciscains en Italie, au XIIIeme siecle, en 1852. El himnologista inglés Meams, se inclina por el punto de vista de que Jacopone escribió la Speciosa, pero no la Dolorosa; sin embargo, no hay pruebas de que haya escrito poema latino alguno.

A la muerte de Bonifacio VIII, a fines de 1303, el hermano Jacopone quedó en libertad y se fue a vivir primero, como ermitaño, cerca de Orvieto y, después, a un convento de Clarisas Pobres, en Collazzone, entre Todi y Perugia. Ahí murió el día de la Navidad de 1306 (?). El Beato Juan de Au vernia le administró los últimos sacramentos, y se han hecho relatos conmo vedores pero contradictorios sobre sus últimos momentos. En 1433, se trasla daron sus reliquias a la iglesia de San Fortunato en Todi; la veneración en que se le tenía ahí, se deduce por la inscripción en su tumba: "Los huesos da Bendito Jacopone dei Benedetti de Todi, de la Orden de los Frailes Menorres Padeció la locura por la causa de Cristo y, al desilusionar al mundo con un nuevo artificio, tomó al cielo por asalto. Se durmió en el Señor el 25 de marzo A. D. 1296" (sic). El monumento de su tumba fue puesto por mandato de Angelo Cesi, obispo de Todi, en el año de 1596.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Anastasia de Sirmiun, Santa Mártir, 25 Diciembre  

Anastasia de Sirmiun, Santa

La Pasión de Santa Anastasia relata que era la hija de un noble romano llamado Pretextato y que tuvo a San Crisógono como consejero y director. Anastasia se casó con el pagano Publio y, durante la persecución de Diocleciano, atendió a los confesores de la fe que se hallaban en prisión, hasta que su marido le prohibió que saliese de casa.

Anastasia mantenía correspondencia con San Crisógono, quien se hallaba en Aquilea y, cuando Publio murió, en el curso de un viaje a Persia, su viuda se apresuró a trasladarse a Aquilea para socorrer a los cristianos de aquella ciudad. Después del martirio de Santa Agape, Cionía e Irene, también Anastasia fue detenida y trasladada a Sirmiun para comparecer ante el prefecto del Ilírico. Mientras estuvo en la prisión, se le apareció con frecuencia Santa Teódota para consolarla y alimentarla. Después fue embarcada en un navío, junto con otro cristiano y con numerosos criminales y delincuentes paganos, y abandonada a la deriva en alta mar. Pero de nuevo apareció Santa Teódota que condujo la nave a la costa sin contra tiempos, de suerte que todos los paganos se convirtieron.

Anastasia fue capturada de nuevo y se la envió a la isla de Palmira, donde se le dio muerte en la hoguera, después de haberla atado, boca arriba, en el suelo, a cuatro estacas. Al mismo tiempo, otros doscientos hombres y setenta mujeres fueron martirizados también.

A Santa Anastasia se le rindió culto en Roma desde fines del siglo quinto, cuando se inscribió su nombre en el canon de la misa, pero según los datos ciertos que se tienen, nunca tuvo nada que ver con esa ciudad. Su culto se originó en Sirmiun, en Panonia, donde tal vez fue martirizada durante la persecución de Diocleciano, aunque no han llegado hasta nosotros detalles ciertos de su vida y de su muerte. Mientras San Genadio fue patriarca de Constantinopla, durante la segunda mitad del siglo quinto, las reliquias de Santa Anastasia fueron trasladadas de Sirmiun a Constantinopla y ahí se rindió considerable culto a la santa. El aspecto histórico litúrgico más interesante de Santa Anastasia es la distinción de que se la conmemore en la segunda misa del día de Navidad.

En Roma, al pie de la colina del Palatino y cerca del Circo máximo, había una iglesia del titulus Anastasiae. Había sido construida en el siglo cuarto, se la llamaba de Santa Anastasia y tuvo considerable importancia, puesto que en esa iglesia cantaba el Papa la segunda misa del día de Navidad. Durante el siglo sexto y todavía después, aquella misa era propia de Santa Anastasia. La extraordinaria importancia litúrgica que se dio a aquella mártir, debida a las condiciones imperantes en Roma en los siglos quinto y sexto, ha quedado reducida a una simple conmemoración en la Misa de la Aurora. No existe, al parecer, ninguna tradición en la que se mencione que Santa Anastasia haya sido martirizada un 25 de diciembre. En la actualidad, los griegos celebran su fiesta el día 22, la veneran como una megalomártir y como abogada y remediadora de los que sufren los efectos de algún veneno.

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Fuente: Franciscanos.net
Bentivoglio de Bonis, Beato Franciscano, 25 Diciembre  

Bentivoglio de Bonis, Beato

Sacerdote de la Primera Orden (1188‑1232). Pío IX aprobó su culto el 30 de septiembre de 1852.

Bentivoglio de Bonis nació en 1188 en San Severino Marcas de Giraldo y Albasia. Después de haber escuchado una serie de predicaciones del fervoroso franciscano Pablo de Espoleto, Bentivoglio se dirigió a Asís, donde el mismo San Francisco lo admitió en la Orden de los Hermanos Menores.

Ordenado sacerdote llegó a ser un modelo de perfección cristiana y tuvo el don de los milagros. Maseo, párroco de San Severino, después de haber asistido a uno de sus éxtasis, decidió abandonar el mundo y entrar en la Orden Franciscana. Lo mismo hicieron sus dos hermanos. Fray Bentivoglio habitó un tiempo solo en un convento llamado "Trave Bonati", o "Ponte della Trave" para asistir y curar a un leproso. Un día recibió de sus superiores la orden de irse a otro convento, al parecer a Monte San Vinicio, cerca de Potenza Picena, distante unos veinte kilómetros; y para no dejar abandonado al pobre enfermo, por la gran caridad que lo animaba, se lo cargó a las espaldas y lo llevó a su nuevo destino con la admiración y el estupor de todos.

Bentivoglio abrazó con valor la vida de abnegación y de penitencia, de modo que vino a ser modelo de humildad, obediencia y caridad. Lleno de celo por la salvación de las almas, fue incansable en el ejercicio del ministerio apostólico, sea del púlpito como del confesionario, su palabra inflamaba las almas en santos ardores del amor divino. Un día mientras predicaba al pueblo, apareció sobre su frente una estrella luminosa que hizo brillar toda su persona. Con este prodigio Dios quería recompensar su trabajo por la evangelización de las almas.

Bentivoglio sentía gran compasión por los pobres, en los cuales su caridad le hacía ver la imagen de Cristo. Fue también favorecido de Dios con el don de los milagros. Con frecuencia fue visto en éxtasis y luego elevado en el aire y rodeado de luz. Con esto conmovió tanto, que muchos comenzaron una nueva vida.

Después de una vida rica en virtudes y buenas obras, el Beato Bentivoglio entregó su alma a Dios en el convento de San Severino, su patria, el día de Navidad de 1232. Tenía 44 años.

Fue sepultado en la iglesia del convento y los fieles se amontonaron alrededor de su tumba para rendir homenaje a este humilde hermano menor cuyos restos Dios glorificó con muchos milagros.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

 

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