JMJ
Pax
¿Para quién serán todos tus bienes?
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 13-21
En aquel tiempo, hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre le dijo:
"Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia".
Pero Jesús le contestó:
"Amigo, ¿quién me ha puesto como juez en la distribución de herencias?"
Y dirigiéndose a la multitud, dijo:
"Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea".
Después les propuso esta parábola:
"Un hombre rico obtuvo una gran cosecha y se puso a pensar: "¿Qué haré, porque no teno ya en dónde almacenar la cosecha? Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes para guardar allí mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podré decirme: Ya tienes los bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date a la buena vida". Pero Dios le dijo:
"¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?" Lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
18o. Dom Ord Ciclo C
Acuérdate, Señor, de tu alianza; no olvides por más tiempo la suerte de tus pobres. Levántate, Señor, a defender tu causa; no olvides las voces de los que te buscan.
Oración Colecta
Oremos:
Dios eterno y todopoderoso, a quien confiadamente podemos llamar ya Padre nuestro, haz crecer en nuestros corazones el espíritu de hijos adoptivos tuyos, para que podamos gozar, después de esta vida, de la herencia que nos has prometido.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
¿Qué provecho saca el hombre de todos sus trabajos
Lectura del libro del Eclesiastés. 1, 2; 2, 21-23
Todas las cosas, absolutamente todas, son vana ilusión. Hay quien se agota trabajando y pone en ello todo su talento, su ciencia y su habilidad, y tiene que dejárselo todo a otro que no lo trabajó. Esto es vana ilusión y gran desventura, En efecto, ¿qué provecho saca el hombre de todos sus trabajos y afanes bajo el sol? De día dolores, penas y fatigas; de noche no descansa. ¿No es también eso vana ilusión?
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor.
Del salmo 89
Señor, ten compasión de nosotros.
Tú hacer volver al polvo a los humanos, diciendo a los mortales que retornen. Mil años son para ti como un día, que ya pasó; como una breve noche. Señor; ten compasión de nosotros. Nuestra vida es tan breve como un sueño; semejante a la hierba, que despunta y florece en la mañana y por la tarde se marchita y se seca.
Señor, ten compasión de nosotros.
Enséñanos a ver lo que es la vida y seremos sensatos. ¿Hasta cuándo, Señor, vas a tener compasión de tus siervos? ¿Hasta cuándo?
Señor, ten compasión de nosotros.
Llénanos de tu amor por la mañana y júbilo será la vida toda. Que el Señor bondadoso nos ayude y dé prosperidad a nuestras obras.
Señor, ten compasión de nosotros.
Busquen los bienes del cielo, donde está Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 1-5.9-11
Hermanos: Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifiesta Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos juntamente con él.
Den muerte, pues, a todo lo malo que hay en ustedes: la fornicación, la impureza, las pasiones desordenadas, los malos deseos y la avaricia, que es una forma de idolatría. No sigan engañándose unos a otros; despójense del modo de actuar del viejo yo y revístanse del nuevo yo, el que se va renovando conforme va adquiriendo el conocimiento de Dios, que lo creó a su propia imagen.
En este orden nuevo ya no hay distinción entre judíos y no judíos, israelitas y paganos, bárbaros y extranjeros, esclavos y libres, sino que Cristo es todo en todos.
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Aleluya.
¿Para quién serán todos tus bienes?
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 13-21
En aquel tiempo, hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre le dijo:
"Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia".
Pero Jesús le contestó:
"Amigo, ¿quién me ha puesto como juez en la distribución de herencias?"
Y dirigiéndose a la multitud, dijo:
"Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea".
Después les propuso esta parábola:
"Un hombre rico obtuvo una gran cosecha y se puso a pensar: "¿Qué haré, porque no teno ya en dónde almacenar la cosecha? Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes para guardar allí mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podré decirme: Ya tienes los bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date a la buena vida". Pero Dios le dijo:
"¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?" Lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Invoquemos, hermanos, a Dios Padre, pidámosle que escuche nuestras oraciones y roguémosle con fe que venga en auxilio de nuestras necesidades:
Respondemos a cada petición:
Te rogamos Señor, Escúchanos
Oremos por el Papa por nuestro obispo por todos los obispos y sacerdotes, para que el Señor los haga santos y les conceda el espíritu de sabiduría a fin de que proclamen con rectitud la verdadera palabra.
Te rogamos Señor, Escúchanos
Oremos por los que están lejos de sus hogares, por los viajeros, por los que se encuentran en peligro, para que el Señor les conceda un ángel que los proteja y los aleje de todo mal.
Te rogamos Señor, Escúchanos
Oremos por los hombres de todos los pueblos y de todas las religiones, para que el Señor les revele su bondad y dirija su camino hacia el conocimiento de la verdad plena.
Te rogamos Señor, Escúchanos
Oremos por nuestros hermanos que han muerto en el Señor; que Dios perdone sus pecados, acoja sus almas junto a él y los conduzca al lugar del descanso, de la luz y de la paz.
Te rogamos Señor, Escúchanos
Celebrante:
Dios nuestro, principio y fin de todas las cosas, que en Cristo, tu Hijo, nos has llamado a la posesión de tu reino, escucha nuestras oraciones y no permitas que, mientras nos esforzamos por someter la tierra, nos dejemos cautivar por el deseo de poseer los bienes terrenales, y nos olvidemos de buscar siempre y por encima de todo aquello que nos hace ricos a tus ojos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Acepta, Señor, con bondad, estos dones que has puesto en manos de tu Iglesia, y con tu poder conviértelos en el sacramento de nuestra salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
La salvación por la obediencia de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque tu amor al mundo fue tan misericordioso, que no sólo nos enviaste como redentor a tu propio Hijo, sino que lo quisiste en todo semejante a nosotros, menos en el pecado, para poder así amar en nosotros lo que en él amabas. Y con su obediencia nos devolviste aquellos dones que por nuestra desobediencia habíamos perdido.
Por eso, ahora nosotros, llenos de alelaría, te aclamamos con los ángeles y los santos, diciendo:
Alaba, Jerusalén, al Señor, porque te alimenta con lo mejor de su trigo.
Oración después de la comunión
Oremos:
Que la recepción de esta Eucaristía nos confirme, Señor, en tu amor y nos ayude a conseguir la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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Dia 31/07 San Ignacio de Loyola (presbítero, blanco)
Antífona de Entrada
Al nombre de Jesús, toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, Dios nuestro, que has suscitado en tu Iglesia a san Ignacio de Loyola para extender la gloria de tu nombre; concédenos que, después de combatir en la tierra bajo su protección y siguiendo su ejemplo, merezcamos compartir con él la gloria del cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Háganlo todo para gloria de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 10, 31-33; 11,1
Hermanos: Todo lo que hagan ustedes, sea comer o beber o cualquier otra cosa, háganlo todo para gloria de Dios. No den motivo de escándalo ni a los judíos ni a los paganos ni a la comunidad cristiana. Por mi parte, yo procuro dar gusto a todos en todo, sin buscar mi propio interés, sino el de los demás, para que se salven. Sean, pues, imitadores míos, como yo lo soy de Cristo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Del salmo 33
Bendigamos al Señor a todas horas.
Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor; que se alegre su pueblo al escucharlo.
Bendigamos al Señor a todas horas.
Proclamemos qué grande es el Señor y alabemos su nombre. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores.
Bendigamos al Señor a todas horas.
Vuélvanse a él y quedarán radiantes, jamás se sentirán decepcionados. El Señor siempre escucha al afligido, de su tribulación lo pone a salvo.
Bendigamos al Señor a todas horas.
A quien teme al Señor, el ángel del Señor lo salva y cuida. ¡Prueben! Verán qué bueno es el Señor; dichoso quien en él confía.
Bendigamos al Señor a todas horas.
Que amen al Señor todos sus fieles, pues nada faltará a quienes lo aman. El rico empobrece y pasa hambre; a quien busca al Señor nada le falta.
Bendigamos al Señor a todas horas.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de Espíritu, por de ellos es el Reino de los cielos.
Aleluya.
Evangelio
El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser mi discípulo
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 14, 25-33
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, caminaba con Jesús una gran muchedumbre y él, volviéndose a sus discípulos, les dijo:
"Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
Porque, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: "Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar"".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta complacido, Señor, las ofrendas que te presentamos en la fiesta de san Ignacio de Loyola; y concédenos que estos sagrados misterios, fuente de toda santificación, nos santifiquen también en la verdad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
La gloria de los santos
En verdad es justo darte gracias y deber nuestro glorificarte, Padre santo, porque tu gloria resplandece en cada uno de los santos, y, al coronar sus méritos, coronas tus propios dones.
Tú nos ofreces el ejemplo de su vida, la ayuda de su intercesión y la participación en su destino, para que, animados por su presencia alentadora, luchemos sin
desfallecer en la carrera y alcancemos, como ellos, la corona de gloria que no se marchita, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles, y con la multitud de los santos, te cantamos un himno de alabanza diciendo sin cesar:
Antífona de la Comunión
He venido a prender fuego en el mundo, dice el Señor. ¡Y ojalá estuviera ya ardiendo!
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, el sacrificio de alabanza que te hemos ofrecido para darte gracias en la memoria de san Ignacio de Loyola, nos lleve a glorificar tu inmensa gloria por toda la eternidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
Décimo octavo Domingo
ciclo c
SER RICOS EN DIOS
— Solo el Señor puede llenar nuestro corazón.
— Nuestra vida es corta y bien limitada en el tiempo: aprovechar las cosas nobles de la tierra para ganarnos el Cielo.
— Aprovechar el tiempo de cara a Dios. Desprendimiento.
I. Hermanos: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra1, nos exhorta San Pablo en la Segunda lectura de la Misa. Porque los bienes de aquí abajo duran poco y no llenan el corazón humano por muy abundantes que sean.
Breve es la vida del hombre sobre la tierra2, y la mayor parte de ella se pasa entre dolor y fatigas; todo se disipa como el viento y apenas deja rastro detrás de sí3; en el mejor de los casos se puede reunir una gran fortuna, que se dejará pronto a otros. ¿A qué se reducen tantos esfuerzos y fatigas, si no se lleva consigo lo que se obtiene? Vaciedad sin sentido; todo es vaciedad, nos recuerda otra de las lecturas de la Misa4.
Frente a este vacío y a esta falta de sentido, frente a lo inconsistente, Dios es la Roca: Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias...5. Dios da sentido a la vida, al trabajo, al dolor.
Sin embargo, el corazón del hombre tiene gran facilidad para buscar las cosas de aquí abajo sin otra dimensión trascendente, tiende a apegarse a ellas como lo único y principal y a olvidarse de lo que realmente importa. En el Evangelio de la Misa6, el Señor toma motivo de una cuestión de reparto de herencias que le proponen, para enseñarnos cuál es la verdadera realidad de las cosas a la luz del final terreno. La consideración de la muerte, de la nuestra propia, hacia la que nos encaminamos con rapidez, arroja mucha luz sobre el sentido de la vida y de los bienes. Dice el Señor: Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: ¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha. Y se dijo: ... derribaré los graneros y construiré otros más grandes... Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe y date buena vida...
Nos enseña el Señor que poner el corazón, hecho para lo eterno, en el afán de riqueza y bienestar material es una necedad, porque ni la felicidad ni la misma vida verdaderamente humana se fundamentan en ellos: no depende la vida del hombre de la abundancia de los bienes que posee7. El rico labrador de la parábola revela su ideal de vida en el diálogo que entabla consigo mismo. Se le ve seguro de sí porque tiene bienes, y en ellos basa su estabilidad y felicidad. Vivir es, para él, como para tantas personas, disfrutar lo más posible: hacer poco, comer, beber, darse buena vida, disponer de bienes de repuesto para muchos años. Este es su ideal; en él no hay ninguna referencia a Dios y tampoco a los demás. Nada que le lleve a ver la necesidad de compartir con otros los bienes recibidos.
¿Y cómo asegurar este sentido puramente material de sus días?: Almacenaré... Sin embargo, todo lo que no se construya sobre Dios está edificado en falso. La seguridad que dan los bienes materiales es frágil, y también insuficiente, porque nuestra vida no se llena sino con Dios.
Podemos preguntarnos nosotros hoy, en nuestra oración, en qué tenemos puesto el corazón. Sabiendo que nuestro destino definitivo es el Cielo, tenemos que hacer positivos y concretos actos de desprendimiento de lo que poseemos y usamos, y ver el modo de que otras personas más necesitadas compartan lo nuestro, y ayudar con bienes y tiempo en tareas apostólicas.
II. En el diálogo que sostiene el rico labrador consigo mismo interviene otro personaje –Dios– que no había sido tenido en cuenta, y que con sus palabras revela que este hombre se ha equivocado radicalmente a la hora de programar su modo de vivir: Necio, le dice, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será? Todo ha sido inútil. Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.
Nuestro paso por la tierra es un tiempo para merecer; el mismo Señor nos lo ha dado. San Pablo recuerda que no tenemos aquí ciudad permanente, vamos en busca de lo que está por llegar8. El Señor vendrá a llamarnos, a pedirnos cuenta de los bienes que nos dejó en depósito para que los administrásemos bien: la inteligencia, la salud, los bienes materiales, la capacidad de amistad, la posibilidad de hacer felices a quienes nos rodean... El Señor llegará una sola vez, quizá cuando menos lo esperábamos, como el ladrón en la noche9, como relámpago en el cielo10, y nos ha de encontrar bien dispuestos. Aferrarse a lo de aquí abajo, olvidar que nuestro fin es el Cielo, nos llevaría a desenfocar nuestra vida, a vivir en la más completa necedad. Necio es la palabra que dirige Dios a este hombre que había vivido solo para lo material. Hemos de caminar con los pies en la tierra, con afanes, ilusiones e ideales humanos, sabiendo prever el futuro para uno mismo y para aquellos que dependen de nosotros, como un buen padre y una buena madre de familia, pero sin olvidar que somos peregrinos, y solamente «actores en escena. Nadie se crea rey ni rico, porque al final del acto nos encontraremos todos pobres»11. Los bienes son meros medios para alcanzar la meta que el Señor nos ha señalado. Nunca deben ser el fin de nuestros días aquí en la tierra.
Nuestra vida es corta y bien limitada en el tiempo: esta misma noche han de exigirte la entrega de tu alma. Así es de escaso el tiempo: esta misma noche, y quizá nosotros pensamos en muchísimos años, como si nuestro paso por la tierra hubiera de durar siempre. Nuestros días están numerados y contados; estamos en las manos de Dios. Dentro de un tiempo –quizá no largo– nos encontraremos cara a cara con Él.
La meditación de nuestro final terreno nos ayuda a santificar el trabajo –redimentes tempus, recuperando el tiempo perdido12– y nos facilita el aprovechar todas las circunstancias de esta vida para merecer y reparar por los pecados, y para un desprendimiento efectivo de lo que tenemos y usamos. Un día cualquiera será nuestro último día. Hoy han muerto –o morirán– miles de personas en circunstancias diversísimas; jamás imaginaron que ya no tendrían más días para desagraviar y para llenar un poco más su alforja de cara a la eternidad. Unas han muerto con el corazón puesto en asuntos de poca o nula importancia en relación a su existencia definitiva más allá de la muerte; otras tenían la vista y el corazón quizá en las mismas cosas humanas, pero dirigidas a Dios. Estas se encontrarán con el tesoro maravilloso que no pueden destruir ni el orín, ni la polilla13.
III. En el momento de la muerte, el estado del alma queda fijado para siempre. Después no hay cambio posible: el destino que nos espera en la eternidad es consecuencia de la actitud que hayamos tomado en nuestro paso por la tierra: Si un árbol cae al mediodía o al norte permanece en el lugar que ha caído14. De aquí las advertencias frecuentes del Señor para estar siempre en vigilia15, pues la muerte no es el término de la existencia, sino el comienzo de una nueva vida. El cristiano no puede despreciar la existencia temporal ni minusvalorarla, pues toda ella debe servir como preparación para su existencia definitiva con Dios en el Cielo. Solo quien se hace rico ante Dios mediante la santificación de lo ordinario y el buen uso de los bienes materiales, quien acumula tesoros que Dios reconoce como tales, saca provecho cierto de estos días terrenos. Todo lo demás es vivir de engaños: Se mueve el hombre como un fantasma, se afana solamente por un soplo; amontona sin saber para quién16.
Si los bienes que tenemos y utilizamos están enderezados a la gloria de Dios, sabremos utilizarlos con desprendimiento, y no nos quejaremos si alguna vez llegan a faltar. Su carencia –cuando el Señor lo quiere o lo permite así– no nos quitará la alegría. Sabremos ser felices en la abundancia y en la escasez, porque los bienes no serán nunca el objeto supremo de la vida; y lo mucho o lo poco que poseamos sabremos compartirlo con quienes carecen de ello: creando empleo si está en nuestras manos, ayudando a promocionar obras de cultura y de formación, contribuyendo con generosidad al sostenimiento de obras buenas y de la Iglesia.
La consideración de la muerte nos enseña también a aprovechar bien los días, pues el tiempo que tenemos por delante no es muy largo. «Este mundo, mis hijos, se nos va de las manos. No podemos perder el tiempo, que es corto (...). Entiendo muy bien aquella exclamación que San Pablo escribe a los de Corinto: tempus breve est!, ¡qué breve es la duración de nuestro paso por la tierra! Estas palabras, para un cristiano coherente, suenan en lo más íntimo de su corazón como un reproche ante la falta de generosidad, y como una invitación constante para ser leal. Verdaderamente es corto nuestro tiempo para amar, para dar, para desagraviar»17. ¿Y vamos a desaprovecharlo dejando que el corazón quede apegado a cuatro baratijas de la tierra, que nada valen?
La meditación de las verdades eternas es un buen antídoto contra el pecado y una ayuda eficaz para darle a nuestra vida su verdadero sentido. Nos facilita el cuidar con esmero el trabajo de cada día, la convivencia con los demás, los deberes de caridad, especialmente con los más necesitados, pues esta será nuestra principal credencial ante Dios.
1 Segunda lectura. Col 3, 1-5; 9-11. — 2 Sab 2, 1. — 3 Sal 89, 10. — 4 Ecl 1, 2. — 5 Salmo responsorial. Sal 94. — 6 Lc 12, 13-21. — 7 Lc 12, 15. — 8 Heb 13, 14. — 9 Mt 25, 43. — 10 Mt 24, 27. — 11 San Juan Crisóstomo, Homilía sobre Lázaro, 2, 3. — 12 Ef 5, 16. — 13 Mt 6, 20. — 14 Ecl 11, 3. — 15 Cfr. Mt 24, 42-44; Mc 13, 32-37. — 16 Sal 39, 7. — 17 San Josemaría Escrivá, Hoja informativa sobre el proceso de beatificación de este Siervo de Dios, n. 1. p. 4.
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31 de julio
SAN IGNACIO DE LOYOLA*
Memoria
— La influencia de la lectura en la conversión de San Ignacio.
— Importancia de la lectura espiritual.
— Cuidar lo que se lee. Modo de hacer la lectura espiritual.
I. Según cuenta en su Autobiografía Ignacio de Loyola "hasta los veintiséis años de su edad fue hombre dado a las vanidades del mundo, y principalmente se deleitaba en ejercicio de armas, con un grande y vano deseo de ganar honra"1. Después de haber sido herido en una pierna en la defensa de la ciudad de Pamplona fue llevado en una litera a su tierra, donde estuvo al borde de la muerte; después de una larga convalecencia recuperó la salud. En este tiempo, "y porque era muy dado a leer libros mundanos y falsos, que suelen llamar de caballerías, sintiéndose bueno, pidió que le diesen algunos dellos para pasar el tiempo: mas en aquella casa no se halló ninguno de los que él solía leer, y así le dieron un Vita Christi y un libro de la vida de los santos en romances"2. Se aficionó a estas lecturas, reflexionó en ellas en el largo tiempo que hubo de guardar cama, y "leyendo la vida de Nuestro Señor y de los santos, se paraba a pensar, razonando consigo: ¿Qué seria, sí yo hiciese esto que hizo San Francisco, y esto que hizo Santo Domingo?. Y así discurría por muchas cosas que hallaba buenas ..."3.
Se alegraba cuando se determinaba a seguir la vida de los santos y se entristecía cuando abandonaba estos pensamientos. "Y cobrada no poca lumbre de aquesta lección, comenzó a pensar más de veras en su vida pasada, y en cuánta necesidad tenía de hacer penitencia de ella"4. Así, poco a poco, Dios se fue metiendo en su alma, y de caballero valeroso de un señor terreno pasó "a heroico caballero del Rey Eterno, Jesucristo. La herida que sufriera en Pamplona, la larga convalecencia en Loyola, las lecturas, la reflexión y la meditación bajo el influjo de la gracia, los diversos estados de ánimo por los que pasaba su espíritu, obraron en él una conversión radical: de los sueños de una vida mundana a una plena consagración a Cristo, que aconteció a los pies de Nuestra Señora de Montserrat y maduró en el retiro de Manresa"5.
El Señor se valió de la lectura para la conversión de San Ignacio. Y así ha sido en muchos otros: Dios ha penetrado en muchas almas a través de un buen libro. Verdaderamente, "la lectura ha hecho muchos santos"6. En ella encontramos una gran ayuda para nuestra formación, y también para nuestra conversación diaria con Dios. "En la lectura me escribes formo el depósito de combustible. Parece un montón inerte, pero es de allí de donde muchas veces mi memoria saca espontáneamente material, que llena de vida mi oración y enciende mi hacimiento de gracias después de comulgar"7. Un buen libro para lectura espiritual es un gran amigo, del que nos cuesta separarnos porque nos enseña el camino que conduce a Dios, y nos alienta y ayuda a recorrerlo.
II. La lectura espiritual cobra particular importancia en nuestros días, pues de ordinario será uno de los medios más importantes para alcanzar esa buena doctrina que ha de servirnos para alimentar nuestra piedad y para dar a conocer la fe a un mundo lleno de una profunda ignorancia. No es raro que en nuestra conversación normal de todos los días con amigos, parientes, conocidos... nos encontremos con que desconocen las nociones más elementales de la fe y los criterios más fundamentales para enjuiciar los problemas del mundo. Desgraciadamente, sigue siendo actual lo que en los primeros siglos del cristianismo escribía San Juan Crisóstomo, lamentándose de la ignorancia religiosa de muchos cristianos de su ¿poca: "a veces ocurre escribe el Santo que consagramos todo nuestro esfuerzo a cosas, no solo superfluas, sino incluso inútiles o perjudiciales, mientras se abandona y desprecia el estudio de la Escritura. Aquellos que en las competiciones hípicas se excitan hasta el colmo, pueden referir con rapidez el nombre, la yeguada, la raza, la nación, el entrenamiento de los caballos, los años de su vida, la velocidad de su carrera, y quién con quién, si galoparan unidos, conseguirían la victoria; y qué caballo, entre estos o aquellos, si toma parte en la carrera y si fuera montado por tal jinete, vencería la prueba... Si, por el contrario, nos preguntamos cuántas son las epístolas de San Pablo, ni siquiera su número sabemos expresar"8. El Señor nos urge para que iluminemos con la doctrina católica la oscuridad y la cerrazón de tantos que ignoran las verdades fundamentales de la fe y de la moral.
Cuando son tantas las publicaciones, las imágenes que cada día nos llegan, que por sí mismas no acercan a Dios y muchas veces tienden a separar de Él, se hacen urgentes unos momentos de reflexión al hilo de esa lectura adecuada que nos recuerde nuestro fin último, el sentido de la vida y de los acontecimientos a la luz de las enseñanzas de la Iglesia9. Un buen libro puede llegar a ser un excelente amigo "que nos pone delante los ejemplos de los santos, condena nuestra indiferencia, nos recuerda los juicios de Dios, nos habla de la eternidad, disipa las ilusiones del mundo, responde a los falsos pretextos del amor propio, nos proporciona los medios para resistir a nuestras pasiones desordenadas. Es un monitor discreto que nos avisa en secreto, un amigo que jamás nos engaña..."10. A la lectura se le pueden aplicar las palabras que la Escritura reserva a una buena amistad: podemos decir que cuando encontramos un buen libro hemos hallado un tesoro11. En muchos casos, una buena lectura espiritual puede ser decisiva en la vida de una persona, como lo fue en la vida de San Ignacio de Loyola y en la de tantos cristianos. Aconsejar buenos libros es también una forma excelente de apostolado, de enriquecer espiritualmente a nuestros amigos.
III. He venido a traer fuego a la tierra dice el Señor ¡Y ojalá estuviera ya ardiendo!12.
Para extender ese amor a Dios por el mundo entero necesitamos tenerlo en el corazón, como lo tuvo San Ignacio. Y la lectura espiritual da luces en la vida interior, propone ejemplos vivos de virtud, enciende en deseos de amor a Dios y es una gran ayuda para la oración, además de ser un excelente medio para una buena formación doctrinal. En los Santos Padres se encuentran frecuentes y concretas enseñanzas sobre la lectura espiritual. San Jerónimo, por ejemplo, aconseja que se lean cada día unos versículos de la Sagrada Escritura, y "escritos espirituales de hombres doctos, cuidando, sin embargo, de que sean autores de fe segura, porque no se puede buscar el oro en medio del fango"13. La lectura espiritual ha de hacerse con libros cuidadosamente escogidos, de modo que constituya con seguridad el alimento que necesita nuestra alma según las personales circunstancias. En estas, como en tantas otras ocasiones, la ayuda que recibimos en la dirección espiritual puede ser inestimable. En general, más que obras que intenten presentar nuevos problemas teológicos (que probablemente solo interesarán a especialistas de la ciencia teológica) hay que elegir libros que ilustren los fundamentos de la doctrina común, que expongan claramente el contenido de la fe, que nos ayuden a contemplar la vida de Jesucristo.
Para hacer con provecho la lectura espiritual a veces bastará que le dediquemos, por ejemplo, quince minutos diarios, incluyendo algunos versículos del Nuevo Testamento será necesario leer despacio, con atención y recogimiento, "parándote a considerar, rumiar, pensar y saborear las verdades que te tocan más de cerca, para grabarlas más hondamente en tu alma, y sacar de ella actos y afectos"14 que lleven a amar más a Dios. San Pedro de Alcántara solía dar un consejo parecido: la lectura "no ha de ser apresurada ni corrida, sino atenta y sosegada; aplicando a ella no solo el entendimiento para entender lo que se lee, sino mucho más la voluntad para gustar lo que se entiende. Y cuando hallare algún paso devoto, deténgase algo más en él para mejor sentirlo"15.
Ayuda mucho hacerla con continuidad, con el mismo libro, y podrá ser útil llevarlo con nosotros cuando nos ausentamos en fines de semana, viajes profesionales, etc., como hacemos con otros enseres, quizá más voluminosos y menos útiles. En determinadas épocas nos será también de gran provecho "volver a leer las obras que años atrás hicieron bien a nuestras almas. La vida es corta; por eso nos hemos de contentar con leer y releer aquellos escritos que verdaderamente llevan impresa la huella de Dios, y no perder el tiempo en lecturas de cosas sin vida y sin valor"16.
A San Ignacio le pedimos que nos ayude desde el Cielo a sacar abundante provecho de nuestra lectura espiritual y que convierta nuestro corazón para un mayor servicio de Dios.
Señor, Dios nuestro, que has suscitado en tu Iglesia a San Ignacio de Loyola para extender la gloria de tu nombre, concédenos que después de combatir en la tierra, bajo su protección y siguiendo su ejemplo, merezcamos compartir con él la gloria del Cielo17.
1 San Ignacio de Loyola, Autobiografía, en Obras completas, BAC, Madrid 1963, I, 1. — 2 Ibídem, 1, 5. — 3 Ibídem, 1, 7. — 4 Ibídem, I, 9. — 5 Juan Pablo II, Mensaje para el Año Ignaciano, 31-VII-1990. — 6 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, n. 116. — 7 Ibídem, n. 117. — 8 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre algunos pasajes del Nuevo Testamento, 1, 1. — 9 Cfr. E. Boylan. El amor supremo, Rialp, 3.ª ed., Madrid 1963, vol. I, pp. 181 ss. — 10 Berthier, cit. por A. Royo Marín en Teología de la perfección cristiana, 4.ª ed., BAC, Madrid 1962, p. 737. — 11 Cfr. Ecl 6, 14. — 12 Antífona de comunión, Lc 12, 49. — 13 San Jerónimo, Epístola 54, 10. — 14 San Juan Eudes, Royaume de Jésus, II. 15, 196. — 15 San Pedro de Alcántara, Tratado de la oración y meditación, I, 7. — 16 R. Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior, Palabra, 4.ª ed., Madrid 1982, vol. I, p. 291. — 17 Oración colecta de la Misa.
* Nació el año 1491 en Loyola; siguió la carrera de las armas. Fue herido en la defensa de Pamplona; trasladado a su tierra natal, se convirtió durante la convalecencia a través de la lectura de una vida del Señor y vidas de algunos santos. Marchó a París para estudiar teología y allí reunió a los primeros seguidores, con los que más tarde, en Roma, fundaría la Compañía de Jesús. Murió en esta ciudad el año 1556.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Ignacio de Loyola
31 de Julio
Año 1556
San Ignacio: ruégale a Dios por todos los que como tí
deseamos extender el Reino de Cristo,
y hacer amar más a nuestro Divino Salvador.
"Todo para mayor Gloria de Dios" (San Ignacio)
San Ignacio nació en 1491 en el castillo de Loyola, en Guipúzcoa, norte de España, cerca de los montes Pirineos que están en el límite con Francia.
Su padre Bertrán De Loyola y su madre Marina Sáenz, de familias muy distinguidas, tuvieron once hijos: ocho varones y tres mujeres. El más joven de todos fue Ignacio.
El nombre que le pusieron en el bautismo fue Iñigo.
Entró a la carrera militar, pero en 1521, a la edad de 30 años, siendo ya capitán, fue gravemente herido mientras defendía el Castillo de Pamplona. Al ser herido su jefe, la guarnición del castillo capituló ante el ejército francés.
Los vencedores lo enviaron a su Castillo de Loyola a que fuera tratado de su herida. Le hicieron tres operaciones en la rodilla, dolorosísimas, y sin anestesia; pero no permitió que lo atasen ni que nadie lo sostuviera. Durante las operaciones no prorrumpió ni una queja. Los médicos se admiraban. Para que la pierna operada no le quedara más corta le amarraron unas pesas al pie y así estuvo por semanas con el pie en alto, soportando semejante peso. Sin embargo quedó cojo para toda la vida.
A pesar de esto Ignacio tuvo durante toda su vida un modo muy elegante y fino para tratar a toda clase de personas. Lo había aprendido en la Corte en su niñez.
Mientras estaba en convalecencia pidió que le llevaran novelas de caballería, llenas de narraciones inventadas e imaginarias. Pero su hermana le dijo que no tenía más libros que "La vida de Cristo" y el "Año Cristiano", o sea la historia del santo de cada día.
Y le sucedió un caso muy especial. Antes, mientras leía novelas y narraciones inventadas, en el momento sentía satisfacción pero después quedaba con un sentimiento horrible de tristeza y frustración . En cambio ahora al leer la vida de Cristo y las Vidas de los santos sentía una alegría inmensa que le duraba por días y días. Esto lo fue impresionando profundamente.
Y mientras leía las historias de los grandes santos pensaba: "¿Y por qué no tratar de imitarlos? Si ellos pudieron llegar a ese grado de espiritualidad, ¿por qué no lo voy a lograr yo? ¿Por qué no tratar de ser como San Francisco, Santo Domingo, etc.? Estos hombres estaban hechos del mismo barro que yo. ¿Por qué no esforzarme por llegar al grado que ellos alcanzaron?". Y después se iba a cumplir en él aquello que decía Jesús: "Dichosos los que tienen un gran deseo de ser santos, porque su deseo se cumplirá" (Mt. 5,6), y aquella sentencia de los psicólogos: "Cuidado con lo que deseas, porque lo conseguirás".
Mientras se proponía seriamente convertirse, una noche se le apareció Nuestra Señora con su Hijo Santísimo. La visión lo consoló inmensamente. Desde entonces se propuso no dedicarse a servir a gobernantes de la tierra sino al Rey del cielo.
Apenas terminó su convalecencia se fue en peregrinación al famoso Santuario de la Virgen de Monserrat. Allí tomó el serio propósito de dedicarse a hacer penitencia por sus pecados. Cambió sus lujosos vestidos por los de un pordiosero, se consagró a la Virgen Santísima e hizo confesión general de toda su vida.
Y se fue a un pueblecito llamado Manresa, a 15 kilómetros de Monserrat a orar y hacer penitencia, allí estuvo un año. Cerca de Manresa había una cueva y en ella se encerraba a dedicarse a la oración y a la meditación. Allá se le ocurrió la idea de los Ejercicios Espiritales, que tanto bien iban a hacer a la humanidad.
Después de unos días en los cuales sentía mucho gozo y consuelo en la oración, empezó a sentir aburrimiento y cansancio por todo lo que fuera espiritual. A esta crisis de desgano la llaman los sabios "la noche oscura del alma". Es un estado dificultoso que cada uno tiene que pasar para que se convenza de que los consuelos que siente en la oración no se los merece, sino que son un regalo gratuito de Dios.
Luego le llegó otra enfermedad espiritual muy fastidiosa: los escrúpulos. O sea el imaginarse que todo es pecado. Esto casi lo lleva a la desesperación.
Pero iba anotando lo que le sucedía y lo que sentía y estos datos le proporcionaron después mucha habildad para poder dirigir espiritualmente a otros convertidos y según sus propias experiencias poderles enseñar el camino de la santidad. Allí orando en Manresa adquirió lo que se llama "Discreción de espíritus", que consiste en saber determinar qué es lo que le sucede a cada alma y cuáles son los consejos que más necesita, y saber distinguir lo bueno de lo malo. A un amigo suyo le decía después: "En una hora de oración en Manresa aprendí más a dirigir almas, que todo lo que hubiera podido aprender asistiendo a universidades".
En 1523 se fue en peregrinación a Jerusalén, pidiendo limosna por el camino. Todavía era muy impulsivo y un día casi ataca a espada a uno que hablaba mal de la religión. Por eso le aconsejaron que no se quedara en Tierra Santa donde había muchos enemigos del catolicismo. Después fue adquiriendo gran bondad y paciencia.
A los 33 años empezó como estudiante de colegio en Barcelona, España. Sus compañeros de estudio eran mucho más jóvenes que él y se burlaban mucho. El toleraba todo con admirable paciencia. De todo lo que estudiaba tomaba pretexto para elevar su alma a Dios y adorarlo.
Después pasó a la Universidad de Alcalá. Vestía muy pobremente y vivía de limosna. Reunía niños para enseñarles religión; hacía reuniones de gente sencilla para tratar temas de espiritualidad, y convertía pecadores hablandoles amablemente de lo importante que es salvar el alma.
Lo acusaron injustamente ante la autoridad religiosa y estuvo dos meses en la cárcel. Después lo declararon inocente, pero había gente que lo perseguía. El consideraba todos estos sufrimientos como un medio que Dios le proporcionaba para que fuera pagando sus pecados. Y exclamaba: "No hay en la ciudad tantas cárceles ni tantos tormentos como los que yo deseo sufrir por amor a Jesucristo".
Se fue a Paris a estudiar en su famosa Universidad de La Sorbona. Allá formó un grupo con seis compañeros que se han hecho famosos porque con ellos fundó la Compañía de Jesús. Ellos son: Pedro Fabro, Francisco Javier, Laínez, Salnerón, Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla. Recibieron doctorado en aquella universidad y daban muy buen ejemplo a todos.
Los siete hicieron votos o juramentos de ser puros, obedientes y pobres, el día 15 de Agosto de 1534, fiesta de la Asunción de María. Se comprometieron a estar siempre a las órdenes del Sumo Pontífice para que él los emplease en lo que mejor le pareciera para la gloria de Dios.
Se fueron a Roma y el Papa Pablo III les recibió muy bien y les dio permiso de ser ordenados sacerdotes. Ignacio, que se había cambiado por ese nombre su nombre antiguo de Íñigo, esperó un año desde el día de su ordenación hasta el día de la celebración de su primera misa, para prepararse lo mejor posible a celebrarla con todo fervor.
San Ignacio se dedicó en Roma a predicar Ejercicios Espirituales y a catequizar al pueblo. Sus compañeros se dedicaron a dictar clases en universidades y colegios y a dar conferencias espirituales a toda clase de personas.
Se propusieron como principal oficio enseñar la religión a la gente.
En 1540 el Papa Pablo III aprobó su comunidad llamada "Compañía de Jesús" o "Jesuitas". El Superior General de la nueva comunidad fue San Ignacio hasta su muerte.
En Roma pasó todo el resto de su vida.
Era tanto el deseo que tenía de salvar almas que exclamaba: "Estaría dispuesto a perder todo lo que tengo, y hasta que se acabara mi comunidad, con tal de salvar el alma de un pecador".
Fundó casas de su congregación en España y Portugal. Envió a San Francisco Javier a evangelizar el Asia. De los jesuitas que envió a Inglaterra, 22 murieron martirizados por los protestantes. Sus dos grandes amigos Laínez y Salmerón fueron famosos sabios que dirigieron el Concilio de Trento. A San Pedro Canisio lo envió a Alemania y este santo llegó a ser el más célebre catequista de aquél país. Recibió como religioso jesuita a San Francisco de Borja que era rico político, gobernador, en España. San Ignacio escribió más de 6 mil cartas dando consejos espirituales.
El Colegio que San Ignacio fundó en Roma llegó a ser modelo en el cual se inspiraron muchísimos colegios más y ahora se ha convertido en la célebre Universidad Gregoriana.
Los jesuitas fundados por San Ignacio llegaron a ser los más sabios adversarios de los protestantes y combatieron y detuvieron en todas partes al protestantismo. Les recomendaba que tuvieran mansedumbre y gran respeto hacia el adversario pero que se presentaran muy instruidos para combatirlos. El deseaba que el apóstol católico fuera muy instruido.
El libro más famoso de San Ignacio se titula: "Ejercicios Espirituales" y es lo mejor que se ha escrito acerca de como hacer bien los santos ejercicios. En todo el mundo es leído y practicado este maravilloso libro. Duró 15 años escribiéndolo.
Su lema era: "Todo para mayor gloria de Dios". Y a ello dirigía todas sus acciones, palabras y pensamientos: A que Dios fuera más conocido, más amado y mejor obedecido.
En los 15 años que San Ignacio dirigió a la Compañía de Jesús, esta pasó de siete socios a más de mil. A todos y cada uno trataba de formarlos muy bien espiritualmente.
Como casi cada año se enfermaba y después volvía a obtener la curación, cuando le vino la última enfermedad nadie se imaginó que se iba a morir, y murió subitamente el 31 de julio de 1556 a la edad de 65 años.
En 1622 el Papa lo declaró Santo y después Pío XI lo declaró Patrono de los Ejercicios Espirituales en todo el mundo. Su comunidad de Jesuitas es la más numerosa en la Iglesia Católica.
Película: http://www.gloria.tv/?media=81588
Oración escrita por San Ignacio, con indulgencia parcial (ideal para los 10 minutos de acción de gracias luego de comulgar):
Alma de Cristo
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén.
Con música
http://www.youtube.com/watch?v=f7bbrbSnjhI
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Fuente: Enciclopedia Católica || ACI Prensa
Elena (Elin) de Skövde, Santa Viuda, 31 de julio
Viuda Martirologio Romano En Skövde, en Suecia, santa Elena, viuda, a quien se considera mártir por haber sido injustamente asesinada (c. 1160). |
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Fabio el Portaestandarte, Santo Mártir, 31 de julio
Mártir Martirologio Romano: En Cesarea de Mauritania, san Fabio, mártir, que, por haberse negado a llevar la bandera del gobernador en una junta de la provincia, fue encarcelado y, como permaneciese fiel en la confesión de Cristo, condenado a muerte por el juez (303/304). |
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Fuente: www.secretariadojmv.org
Justino de Jacobis, Santo Obispo, 31 de julio
Obispo y Confesor Martirologio Romano: En el valle Alighede, en Etiopía, san Justino de Jacobis, obispo, de la Congregación de la Misión, manso y lleno de caridad, que se entregó al apostolado y a la formación del clero indígena, teniendo que sufrir pronto hambre, sed, tribulaciones y la cárcel (1860). |
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Juan Colombini, Beato Fundador, 31 de julio
Fundador de la Congregación de Martirologio Romano: En Acquapendente, de la Toscana, tránsito del beato Juan Colombini, rico comerciante que, dejándolo todo, abrazó la pobreza. Con los que le siguieron fundó la Orden de los Jesuatos, a quienes quiso pobres de Cristo y desposados con la dama Pobreza (1307). |
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Fuente: Legión de María , Hermosillo
Germán de Auxerre, Santo Obispo, 31 de julio
Obispo Martirologio Romano: En Ravena, en la vía Flaminia, tránsito de san Germán, obispo de Auxerre, defensor de la fe de los británicos contra la herejía pelagiana, que habiendo acudido a Ravena para obtener la paz de la región de la Armórica, fue recibido triunfalmente por los emperadores Valentiniano y Gala Placidia, y, estando allí, subió al reino celestial (448). |
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Fuente: Vatican.va
Sidonia (Zdenka) Cecilia Schelingová, Beata Virgen y Mártir, 31 de julio
Mártir Martirologio Romano: En la ciudad de Trnava, en Eslovaquia, beata Sidonia (Cecilia) Schelingová, virgen de la Congregación de las Hermanas de la Caridad de la Santa Cruz y mártir, que en tiempos difíciles para la Iglesia de su país, con motivo de proteger a un sacerdote, sufrió mucho de cuerpo y alma, y, contraida una enfermedad, se mostró testigo alegre y constante de Cristo (1955). |
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Fuente: Franciscanos.org
Dionisio Vicente Ramos y Francisco Remón Játiva, Beatos Mártires, 31 de julio
Mártires Franciscanos Martirologio Romano: En la ciudad de Granollers, cercana a Barcelona, en España, beatos mártires Dionisio Vicente Ramos, presbítero, y Francisco Remón Játiva, religioso, ambos de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, que en la persecución desencadenada contra la fe siguieron, con su martirio, los pasos de Cristo (1936). |
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Francisco Stryjas, Beato Padre de Familia, 31 de julio
Mártir Martirologio Romano: En Kalisz, en Polonia, beato Francisco Stryjas, mártir, que durante la persecución a la fe en Polonia por un régimen político contrario a la religión, pasando por terribles tormentos, voló triunfador al encuentro del Señor (1944). |
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Miguel Ozieblowski, Beato Sacerdote y Mártir, 31 de julio
Sacerdote y Mártir Martirologio Romano Cerca de Munich, ciudad de Baviera, en Alemania, en el campo de concentración de Dachau, beato Miguel Ozieblowski, presbítero y mártir, el cual, ocupada Polonia, su patria, por un régimen político contrario a la religión, fue expatriado y encarcelado por su fe, y en prisión, donde fue torturado, alcanzó el martirio (1942). |
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Jaime Buch Canals, Beato Mártir, 31 de julio
Mártir Martirologio Romano: En Valencia, en España, beato Jaime Buch Canals, religioso de la Sociedad Salesiana y mártir, que murió durante la persecución desencadenada contra la fe, confesando a Cristo (1936).
Nació en Bescanó (Gerona), España, el 9 de abril de 1889. Cuando tuvo catorce años entró de los salesianos de Gerona. Hizo la profesión como salesiano adjutor en Sarriá, Barcelona, en 1908. En Valencia fue muy estimado de los ex alumnos y los chicos del oratorio. En Alicante dio un gran impulso a la devoción a María Auxiliadora; fue el alma de aquella casa, hasta que fue incendiada durante la República. De Alicante fue trasladado a Valencia, dónde lo sorprende el principio de la guerra civil. Salió de la cárcel e intentó ampararse en muchos lugares, pero en cierto momento alguien lo reconoció y fue detenido. Fue asesinado en uno de aquellos así llamados "paseos" el 30 de julio. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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