JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una joven desposada con un hombre llamado José, de la descendencia de David; el nombre de la joven era María. El ángel entró donde estaba María y le dijo:
"Dios te salve, llena de gracia, el Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué significaba tal saludo. El ángel le dijo:
"No temas, María, pues Dios te ha concedido su favor. Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. El será grande, será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la descendencia de Jacob por siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al ángel:
"¿Cómo será esto, pues no tengo relaciones con ningún hombre?"
El ángel le contestó:
"El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que va a nacer de ti será santo y se llamará Hijo de Dios. Mira, tu pariente Isabel también ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que todos tenían por estéril; porque para Dios nada hay imposible".
María dijo:
"Aquí está la esclava del Señor, que me suceda como tú dices".
Y el ángel la dejó.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
Anunciación del Señor (25 de mar; si cae domingo se anticipa al sábado).
Antífona de Entrada
Cuando Jesús entró en el mundo dijo: Padre mío, he venido para cumplir tu voluntad.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, tú has querido que la Palabra se encarnase en el seno de la Virgen María; concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor, como Dios y hombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a él en su naturaleza divina.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Yo quiero misericordia y no sacrificios
Lectura del libro del profeta Isaías 7, 10-14
En aquellos días dijo el Señor a Ajaz:
"Pide al Señor tu Dios una señal, en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo".
Respondió Ajaz:
"No la pido, pues no quiero poner a prueba al Señor".
Isaías dijo:
"Escucha, heredero de David, ¿les parece poco cansar a los hombres, que quieren también cansar a mi Dios? Pues el Señor mismo les dará una señal. Miren, la joven está encinta y dará a luz un hijo, a quien le pondrá el nombre de Enmanuel".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 39, 7-8a.8b-9.10.11
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero hiciste que te escuchara; no pides holocaustos ni víctimas. Entonces yo digo: "Aquí estoy".
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Para hacer lo que está escrito en el libro acerca de mí. Amo tu voluntad, Dios mío, llevo tu ley en mi interior.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
He proclamado tu fidelidad en la gran asamblea; tú sabes, Señor, que no me he callado.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
No he ocultado tu fidelidad en el fondo de mi corazón, proclamé tu lealtad y tu salvación, no oculté tu amor y tu lealtad en la gran asamblea.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Segunda Lectura
"Aquí vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad"
Lectura de la carta a los Hebreos 10, 4-10
Hermanos: Es imposible que la sangre de los toros y de los chivos quite los pecados. Por eso, al entrar en este mundo, dice Cristo:
No has querido sacrificio ni ofrenda, pero me has formado un cuerpo; no has aceptado holocausto ni sacrificio por el pecado. Entonces yo dije: Aquí vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad. Así está escrito de mí en un capítulo del libro.
En primer lugar dice: No has querido ni has aceptado los sacrificios, ofrendas, holocaustos ni víctimas por el pecado, que se ofrecen según la ley. Después añade: Aquí vengo para hacer tu voluntad. De este modo anula la primera disposición y establece la segunda. Por haber cumplido la voluntad de Dios, y gracias a la ofrenda que Jesucristo ha hecho de su cuerpo una vez para siempre, nosotros hemos quedado consagrados a Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
El publicano regresó a su casa justificado, el fariseo no
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una joven desposada con un hombre llamado José, de la descendencia de David; el nombre de la joven era María. El ángel entró donde estaba María y le dijo:
"Dios te salve, llena de gracia, el Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué significaba tal saludo. El ángel le dijo:
"No temas, María, pues Dios te ha concedido su favor. Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. El será grande, será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la descendencia de Jacob por siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al ángel:
"¿Cómo será esto, pues no tengo relaciones con ningún hombre?"
El ángel le contestó:
"El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que va a nacer de ti será santo y se llamará Hijo de Dios. Mira, tu pariente Isabel también ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que todos tenían por estéril; porque para Dios nada hay imposible".
María dijo:
"Aquí está la esclava del Señor, que me suceda como tú dices".
Y el ángel la dejó.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Al celebrar hoy el inicio de la salvación del linaje humano, oremos, hermanos y hermanas, a Dios Padre todopoderoso:
Respondemos: Escúchanos, Señor).
Para que el Hijo de Dios, que se hizo hombre en el seno de una virgen humilde y obediente, conceda a los fieles imitar a aquélla que complació con su humildad al Señor y a nosotros nos ayudó con su obediencia, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que el Verbo de Dios, que al hacerse hombre en el seno de María cumplió las antiguas profecías, realice también, con su encarnación, los anhelos y esperanzas de los pueblos que aún ignoran la presencia de Dios en el mundo, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que el que enaltece a los humildes y colma de bienes a los hambrientos dé fuerza a los decaídos, consuele a los tristes y conceda su ayuda a los que sufren, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que el que miró la humillación de María, su sierva, ponga también sus ojos en nuestra debilidad y haga obras grandes en nosotros, roguemos al Señor. Para la Salvación, oremos hermanos.
Escúchanos, Señor.
Celebrante:
Dios nuestro, que escogiste a santa María Virgen como Madre del Salvador, escucha las oraciones de tu Iglesia; y haz que, siguiendo el ejemplo de santa María y poniendo en ti toda nuestra esperanza, obtengamos en abundancia los bienes que te hemos pedido.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, con bondad, los dones de tu Iglesia, que reconoce haber tenido su origen en la encarnación de tu Hijo, y concédele celebrar llena de gozo este memorial de tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
El misterio de la Encarnación
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque la Virgen creyó el anuncio del ángel: que Cristo, por obra del Espíritu Santo, iba a hacerse hombre por salvar a los hombres. Así Dios cumplió sus promesas al pueblo de Israel y colmó de manera insospechada la esperanza de otros pueblos.
Por eso,
los ángeles te cantan con júbilo eterno y nosotros nos unimos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:
[Misa]
Antífona de la Comunión
Miren: la Virgen está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Dios con nosotros.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Confirma, Señor, en nosotros la verdadera fe mediante los sacramentos que hemos recibido; para que cuantos confesamos al Hijo de la Virgen, como Dios y como hombre verdadero, podamos llegar a las alegrías del Reino por el poder de su santa resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
25 de marzo
ANUNCIACIóN DEL SEÑOR*
Solemnidad
— Verdadero Dios y perfecto hombre.
— La culminación del amor divino.
— Consecuencias de la Encarnación en nuestra vida.
I. Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo nacido de mujer1.
Como culmen del amor por nosotros, envió Dios a su Unigénito, que se hizo hombre, para salvarnos y darnos la incomparable dignidad de hijos. Con su venida podemos afirmar que llegó la plenitud de los tiempos. San Pablo dice literalmente que fue hecho de mujer2. Jesús no apareció en la tierra como una visión fulgurante, sino que se hizo realmente hombre, como nosotros, tomando la naturaleza humana en las entrañas purísimas de la Virgen María. La fiesta de hoy es propiamente de Jesús y de su Madre. Por eso, "ante todas las cosas –señala fray Luis de Granada– es razón poner los ojos en la pureza y santidad de esta Señora que Dios ab aeterno escogió para tomar carne de ella.
"Porque así como, cuando determinó criar al primer hombre, le aparejó primero la casa en que le había de aposentar, que fue el Paraíso terrenal, así cuando quiso enviar al mundo el segundo, que fue Cristo, primero le aparejó lugar para lo hospedar: que fue el cuerpo y alma de la Sacratísima Virgen"3. Dios preparó la morada de su Hijo, Santa María, con la mayor dignidad creada, con todos los dones posibles y llena de gracia.
En esta Solemnidad aparece Jesús más unido que nunca a María. Cuando Nuestra Señora dio su consentimiento, "el Verbo divino asumió la naturaleza humana: el alma racional y el cuerpo formado en el seno purísimo de María. La naturaleza divina y la humana se unían en una única Persona: Jesucristo, verdadero Dios y, desde entonces, verdadero Hombre; Unigénito eterno del Padre y, a partir de aquel momento, como Hombre, hijo verdadero de María: por eso Nuestra Señora es Madre del Verbo encarnado, de la segunda Persona de la Santísima Trinidad que ha unido a sí para siempre -sin confusión la naturaleza humana. Podemos decir bien alto a la Virgen Santa, como la mejor alabanza, esas palabras que expresan su más alta dignidad: Madre de Dios"4. ¡Tantas veces le hemos repetido: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros...! ¡Tantas veces las hemos meditado al considerar el primer misterio gozoso del Santo Rosario!
II. Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros...5.
A lo largo de los siglos, santos y teólogos, para comprender mejor, buscaron las razones que podrían haber movido a Dios a un hecho tan extraordinario. De ninguna manera era preciso que el Hijo de Dios se hiciera hombre, ni siquiera para redimirlo, pues Dios –como afirma Santo Tomás de Aquino– "pudo restaurar la naturaleza humana de múltiples maneras"6. La Encarnación es la manifestación suprema del amor divino por el hombre, y solo la inmensidad de este amor puede explicarla: Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito...7, al objeto único de su Amor. Con este abajamiento, Dios ha hecho más fácil el diálogo del hombre con Él. Es más, toda la historia de la salvación es la búsqueda de este encuentro; la fe católica es una revelación de la bondad, de la misericordia, del amor de Dios por nosotros.
Desde el principio, Dios fue enseñando a los hombres su gratuito acercamiento. La Encarnación es la plenitud de esta cercanía. El Emmanuel, el Dios con nosotros, tiene su máxima expresión en el acontecimiento que hoy nos llena de alegría. El Hijo Unigénito de Dios se hace hombre, como nosotros, y así permanece para siempre, encarnado en una naturaleza humana: de ningún modo la asunción de un cuerpo en las purísimas entrañas de María fue algo precario y provisional. El Verbo encarnado, Jesucristo, permanece para siempre Dios perfecto y hombre verdadero. Este es el gran misterio que nos sobrecoge: Dios, en su amor, ha querido tomar en serio al hombre y, aun siendo obra de puro amor, ha querido una respuesta en la que la criatura se comprometa ante Cristo, que es de su misma raza. "Al recordar que el Verbo se hizo carne, es decir, que el Hijo de Dios se hizo hombre, debemos tomar conciencia de lo grande que se hace todo hombre a través de este misterio; es decir, ¡a través de la Encarnación del Hijo de Dios! Cristo, efectivamente, fue concebido en el seno de María y se hizo hombre para revelar el eterno amor del Creador y Padre, así como para manifestar la dignidad de cada uno de nosotros"8.
La Iglesia, al exponer durante siglos la verdadera realidad de la Encarnación, tenía conciencia de que estaba defendiendo no solo la Persona de Cristo, sino a ella misma, al hombre y al mundo. "Él, que es imagen de Dios invisible (Col 1, 15), es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado. En Él la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido en cierto modo con todo el hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros excepto en el pecado"9. ¡Qué valor debe tener la criatura humana ante Dios, "si ha merecido tener tan grande Redentor"!10. Demos hoy gracias a lo largo del día por tan inmenso bien a través de Santa María, pues Ella "ha sido el instrumento de la unión de Jesús con toda la humanidad"11.
III. La Encarnación debe tener muchas consecuencias en la vida del cristiano. Es, en realidad, el hecho que decide su presente y su futuro. Sin Cristo, la vida carece de sentido. Solo Él "revela plenamente al hombre el mismo hombre"12. Solo en Cristo conocemos nuestro ser más profundo y aquello que más nos afecta: el sentido del dolor y del trabajo bien acabado, la alegría y la paz verdaderas, que están por encima de los estados de ánimo y de los diversos acontecimientos de la vida, la serenidad, incluso el gozo ante el pensamiento del más allá, pues Jesús, a quien ahora procuramos servir, nos espera... Es Cristo quien "ha devuelto definitivamente al hombre la dignidad y el sentido de su existencia en el mundo, sentido que había perdido en gran medida a causa del pecado"13.
La asunción de todo lo humano noble por el Hijo de Dios (el trabajo, la amistad, la familia, el dolor, la alegría...) nos indica que todas estas realidades han de ser amadas y elevadas. Lo humano se convierte en camino para la unión con Dios. La lucha interior tiene entonces un carácter marcadamente positivo, pues no se trata de aniquilar al hombre para que resplandezca lo divino, ni de huir de las realidades corrientes para llevar una vida santa. No es lo humano lo que choca con lo divino, sino el pecado y las huellas que dejaron en el alma el pecado original y el personal. El empeño por asemejarnos a Cristo lleva consigo la lucha contra todo aquello que nos hace menos humanos o infrahumanos: los egoísmos, las envidias, la sensualidad, la pequeñez de espíritu... El verdadero empeño del cristiano por la santidad lleva consigo el desarrollo de la propia personalidad en todos los sentidos: prestigio profesional, virtudes humanas, virtudes de convivencia, amor a todo lo verdaderamente humano...
De la misma forma que en Cristo lo humano no deja de serlo por su unión con lo divino, por la Encarnación lo terrestre no dejó de serlo, pero desde entonces todo puede ser orientado por el hombre hacia Él. Et ego, si exaltatus fuero a terra, omnia traham ad meipsum14. Y Yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré todo hacia Mí. "Cristo con su Encarnación, con su vida de trabajo en Nazareth, con su predicación y milagros por las tierras de Judea y de Galilea, con su muerte en la Cruz, con su Resurrección, es el centro de la creación, Primogénito y Señor de toda criatura.
"(...) Quiere el Señor a los suyos en todas las encrucijadas de la tierra. A algunos los llama al desierto, a desentenderse de los avatares de la sociedad de los hombres, para hacer que esos mismos hombres recuerden a los demás, con su testimonio, que existe Dios. A otros, les encomienda el ministerio sacerdotal. A la gran mayoría, los quiere en medio del mundo, en las ocupaciones terrenas. Por lo tanto, deben estos cristianos llevar a Cristo a todos los ámbitos donde se desarrollan las tareas humanas: a la fábrica, al laboratorio, al trabajo de la tierra, al taller del artesano, a las calles de las grandes ciudades y a los senderos de montaña"15. Ese es nuestro cometido.
Terminamos nuestra oración acudiendo a la Madre de Jesús, nuestra Madre. "¡Oh María!, hoy tu tierra nos ha germinado al Salvador... ¡Oh María! Bendita seas entre todas las mujeres por todos los siglos... Hoy la Deidad se ha unido y amasado con nuestra humanidad tan fuertemente que jamás se pudo separar ya esta unión ni por la muerte ni por nuestra ingratitud"16. ¡Bendita seas!
1 Liturgia de las Horas, Antífona 1 del Oficio de lectura. Cfr. Gal 4, 4-5. — 2 Cfr. Sagrada Biblia, Vol. VI, Epístolas de San Pablo a los Romanos y a los Gálatas, EUNSA, Pamplona 1984, nota a Gal 4, 4. — 3 Fray Luis de Granada, Vida de Jesucristo, 1. — 4 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 274. — 5 Jn 1, 14. — 6 Santo Tomás, Suma Teológica, 3, q. 1, a. 2. — 7 Jn 3, 16. — 8 Juan Pablo II, Ángelus en el Santuario de Jasna Gora, 5-VI-1979. — 9 Conc. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 22. — 10 Misal Romano, Himno Exsultet de la Vigilia pascual. — 11 Juan Pablo II, Audiencia general 28-I-1987. — 12 ídem, Enc. Redemptor hominis, 4-III-1979, 11. — 13 Ibídem. — 14 Jn 12, 32. — 15 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 105. — 16 Santa Catalina de Siena, Elevaciones, 15.
* La Iglesia celebra hoy el misterio de la Encarnación del Verbo de Dios y, al mismo tiempo, la vocación de Nuestra Señora, que conoce a través del Ángel la voluntad de Dios sobre Ella. Con su correspondencia -su fiat comienza la Redención.
Esta Solemnidad, tanto en los calendarios más antiguos como en el actual, es una fiesta del Señor. Sin embargo, los textos hacen referencia especialmente a la Virgen, y durante muchos siglos fue considerada como una fiesta mariana. La Tradición de la Iglesia reconoce un estrecho paralelismo entre Eva, madre de todos los vivientes, por quien con su desobediencia entró el pecado en el mundo, y María -nueva Eva-, Madre de la humanidad redimida, por la que vino la Vida del mundo: Jesucristo nuestro Señor.
La fijación en el día de hoy, 25 de marzo, está relacionada con la Navidad; además, según una antigua tradición, en el equinoccio de primavera debían coincidir la creación del mundo, el inicio y el fin de la Redención: la Encarnación y la Muerte y Resurrección de Cristo.
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25 de marzo
LA VOCACIóN DE SANTA MARÍA
— El ejemplo de Nuestra Señora.
— Corresponder a la propia vocación.
— El sí que nos pide el Señor.
I. Al entrar al mundo dijo el Señor: Vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad1.
La Anunciación y Encarnación del Hijo de Dios es el hecho más maravilloso y extraordinario, el misterio más entrañable de las relaciones de Dios con los hombres y el más trascendental de la historia de la humanidad: ¡Dios se hace hombre y para siempre! Y sin embargo este acontecimiento tuvo lugar en un pueblo pequeño de un país prácticamente desconocido en su tiempo. En Nazareth, "el que es Dios verdadero nace como hombre verdadero, sin que falte nada a la integridad de su naturaleza humana, conservando la totalidad de la esencia que le es propia y asumiendo la totalidad de nuestra esencia humana... para restaurarla"2.
San Lucas nos narra con suma sencillez este supremo acontecimiento: En el sexto mes fue enviado un ángel a una ciudad de Galilea, llamada Nazareth, a una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David, y el nombre de la virgen era María3. La piedad popular ha representado desde antiguo a Santa María recogida en oración cuando recibe la embajada del ángel: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo. Nuestra Madre quedó turbada ante estas palabras, pero con una turbación que no la deja paralizada. Ella conocía bien la Escritura por la instrucción que todo judío recibía desde los primeros años y, sobre todo, por la claridad y penetración que le daban su fe incomparable, su profundo amor y los dones del Espíritu Santo. Por eso entendió el mensaje de aquel enviado de Dios. Su alma está completamente abierta a lo que Dios le va a pedir. El ángel se apresura a tranquilizarla y le descubre el designio del Señor sobre ella, su vocación: has hallado gracia delante de Dios –le dice–: concebirás en tu seno y darás a luz a un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor le dará el trono de David, su padre, reinará eternamente sobre la casa de Jacob, y su Reino no tendrá fin.
"El mensajero saluda, en efecto, a María como llena de gracia: la llama así como si este fuera su verdadero nombre. No llama a su interlocutora con el nombre que le es propio en el registro civil, Miryam (María), sino con este nombre nuevo: llena de gracia. ¿Qué significa este nombre? ¿Por qué el arcángel llama así a la Virgen de Nazareth?
"En el lenguaje de la Biblia, gracia significa un don especial que, según el Nuevo Testamento, tiene la propia fuente en la vida trinitaria de Dios mismo, de Dios que es amor (cfr. 1 Jn 4, 8)"4. María es llamada llena de gracia porque este nombre designa su verdadero ser. Cuando Dios cambia un nombre a alguien o le da un sobrenombre, le destina a algo nuevo o le descubre su verdadera misión en la historia de la salvación. María es llamada llena de gracia, agraciadísima, en razón de su Maternidad divina.
El anuncio del ángel descubre a María su propio quehacer en el mundo, la clave de toda su existencia. La Anunciación fue para Ella una iluminación perfectísima que alcanzó su vida entera y la hizo plenamente consciente de su papel excepcional en la historia de la humanidad. "María es introducida definitivamente en el misterio de Cristo a través de este acontecimiento"5.
Cada día –en el Ángelus–, muchos cristianos en todo el mundo recordamos a Nuestra Madre este momento inefable para Ella y para toda la humanidad; también cuando contemplamos el primer misterio de gozo del Santo Rosario. Procuremos meternos en esa escena y contemplar a Santa María que abraza con amorosa piedad la santa voluntad de Dios. "Cómo enamora la escena de la Anunciación. –María –¡cuántas veces lo hemos meditado! está recogida en oración..., pone sus cinco sentidos y todas sus potencias al habla con Dios. En la oración conoce la Voluntad divina; y con la oración la hace vida de su vida: ¡no olvides el ejemplo de la Virgen!"6.
II. Aquí estoy para hacer tu voluntad7.
La Trinidad Santísima había trazado un plan para Nuestra Señora, un destino único y absolutamente excepcional: ser Madre del Dios encarnado. Pero Dios pide a María su libre aceptación. No dudó Ella de las palabras del ángel, como había hecho Zacarías; manifiesta, sin embargo, la incompatibilidad entre su decisión de vivir siempre la virginidad, que el mismo Dios había puesto en su corazón, y la concepción de un hijo. Es entonces cuando el ángel le anuncia en términos claros y sublimes que iba a ser madre sin perder su virginidad: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que nacerá será llamado Santo, Hijo de Dios.
María escucha y pondera en su corazón estas palabras. Ninguna resistencia en su inteligencia y su corazón: todo está abierto a la voluntad divina, sin restricción ni limitación alguna. Este abandono en Dios es lo que hace al alma de María ser buena tierra capaz de recibir la semilla divina8. Ecce ancilla Domini... he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. Nuestra Señora acepta con inmensa alegría no tener otra voluntad y otro querer que el de su Amo y Señor, que desde aquel momento es también Hijo suyo, hecho hombre en sus purísimas entrañas. Se entrega sin limitación alguna, sin poner condiciones, con júbilo y libremente. "Así María, hija de Adán, al aceptar el mensaje divino, se convirtió en Madre de Jesús y, al abrazar de todo corazón y sin entorpecimiento de pecado alguno la voluntad de Dios, se consagró totalmente como esclava del Señor a la Persona y a la obra de su Hijo, sirviendo con diligencia al misterio de la redención con Él y bajo Él, con la gracia de Dios omnipotente. Con razón, pues, piensan los Santos Padres que María no fue un instrumento puramente pasivo en las manos de Dios, sino que cooperó a la salvación de los hombres con fe y obediencia libres"9.
La vocación de Santa María es el ejemplo perfecto de toda vocación. Entendemos la vida nuestra y los acontecimientos que la rodean a la luz de la propia llamada. Es en el empeño por llevar a cabo ese designio divino donde encontramos el camino del Cielo y la propia plenitud humana y sobrenatural.
La vocación no es tanto la elección que nosotros hacemos, como aquella que Dios ha hecho de nosotros a través de mil circunstancias que es necesario saber interpretar con fe y con un corazón limpio y recto. No me habéis elegido vosotros a Mí, sino que Yo os elegí a vosotros10. "Toda vocación, toda existencia, es por sí misma una gracia que encierra en sí otras muchas. Una gracia, esto es, un don, algo que se nos da, que se nos regala sin derecho alguno de nuestra parte, sin mérito propio que lo motive o -menos aún justifique. No es preciso que la vocación, el llamamiento a cumplir el designio de Dios, la misión asignada, sea grande o brillante: basta que Dios haya querido utilizarnos, servirse de nosotros, basta el hecho de que confíe en nuestra colaboración. Es esto ya, en sí mismo, tan inaudito, tan grandioso, que toda una vida dedicada al agradecimiento no bastaría para corresponder"11.
Hoy le será muy grato a Dios que le demos gracias por las incontables luces que han ido señalando el itinerario de nuestra llamada, y que lo hagamos a través de su Madre Santísima que tan fidelísimamente correspondió a lo que el Señor quiso de Ella.
III. Ne timeas...
"No temas. Aquí radica el elemento constitutivo de la vocación. El hombre, de hecho, teme. Teme no solamente ser llamado al sacerdocio, sino también ser llamado a la vida, a sus obligaciones, a una profesión, al matrimonio. Este temor muestra un sentido de responsabilidad inmadura. Hay que superar el temor para acceder a una responsabilidad madura: hay que aceptar la llamada, escucharla, asumirla, ponderarla según nuestras luces, y responder: sí, sí. No temas, no temas, pues has hallado la gracia, no temas a la vida, no temas tu maternidad, no temas tu matrimonio, no temas tu sacerdocio, pues has hallado la gracia. Esta certidumbre, esta conciencia nos ayuda de igual forma que ayudó a María. En efecto, "la tierra y el paraíso esperan tu sí, oh Virgen Purísima". Son palabras de San Bernardo, famosas y hermosísimas palabras. Espera tu sí, María. Espera tu sí, madre que vas a tener un hijo; espera tu sí, hombre que debes asumir una responsabilidad personal, familiar y social...
"Esta es la respuesta de María, la respuesta de una madre, la respuesta de un joven: un sí para toda la vida"12, que nos compromete gozosamente.
La respuesta de María –fiat– es aún más definitiva que un simple sí. Es la entrega total de la voluntad a lo que el Señor quería de Ella en aquel momento y a lo largo de toda su vida. Este fiat tendrá su culminación en el Calvario cuando, junto a la Cruz, se ofrezca juntamente con su Hijo.
El sí que nos pide el Señor, a cada uno en su propio camino, se prolonga a lo largo de toda la vida, en acontecimientos pequeños unas veces, mayores otras, en las sucesivas llamadas, de las cuales unas son preparación para las siguientes. El sí a Jesús nos lleva a no pensar demasiado en nosotros mismos y a estar atentos, con el corazón vigilante, hacia donde viene la voz del Señor que nos señala el camino que Él traza a los suyos. En esta correspondencia amorosa se van entrelazando, en perfecta armonía, la propia libertad y la voluntad divina,
Pidamos hoy a Nuestra Señora el deseo sincero y grande de conocer con más hondura la propia vocación, y luz para corresponder a las sucesivas llamadas que el Señor nos hace. Pidámosle que sepamos darle una respuesta pronta y firme en cada circunstancia, pues solo la vocación es lo que llena una vida y le da sentido.
1 Heb 10, 5-7. — 2 Liturgia de las Horas, Segunda lectura. San León Magno, Carta 28, a Flaviano, 3 — 3 Lc 1, 26-37. — 4 Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, 25-III-1987, 8. — 5 Juan Pablo II, loc. cit. — 6 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 481. — 7 Salmo responsorial. Sal 39, 7. — 8 Cfr. M. D. Philippe, Misterio de María, Rialp, Madrid 1986, p. 108. — 9 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 56. — 10 Jn 15, 16. — 11 F. Suárez, La Virgen Nuestra Señora, Rialp, 17ª ed., Madrid 1984, pp. 35-36. — 12 Juan Pablo II, Alocución 25-III-1982.
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Lunes Santo
Pasión de Nuestro Señor
LAS NEGACIONES DE PEDRO
— San Pedro niega conocer al Señor. Nuestras negaciones.
— La mirada de Jesús y la contrición de Pedro.
— El verdadero arrepentimiento. Acto de contrición.
I. Mientras se desarrolla el proceso contra Jesús ante el Sanedrín tiene lugar la escena más triste de la vida de Pedro. Él, que lo había dejado todo por seguir a nuestro Señor, que ha visto tantos prodigios y ha recibido tantas muestras de afecto, ahora le niega rotundamente. Se siente acorralado y niega hasta con juramento conocer a Jesús.
Cuando Pedro estaba abajo en el atrio, llega una de la criadas del Sumo Sacerdote y, al ver a Pedro que se estaba calentando, fijándose en él, le dice: También tú estabas con Jesús, ese Nazareno. Pero él lo negó diciendo: Ni le conozco, ni sé de qué hablas. Y salió afuera, al vestíbulo de la casa, y cantó un gallo. Y al verlo la criada empezó a decir otra vez a los que estaban alrededor: éste es de los suyos. Pero él lo volvió a negar. Y un poco después, los que estaban allí decían a Pedro: Desde luego eres de ellos, porque también tú eres galileo. Pero él comenzó a decir imprecaciones y a jurar: No conozco a ese hombre del que habláis1.
Ha negado conocer a su Señor, y con eso niega también el sentido hondo de su existencia: ser Apóstol, testigo de la vida de Cristo, confesar que Jesús es el Hijo de Dios vivo. Su vida honrada, su vocación de Apóstol, las esperanzas que Dios había depositado en él, su pasado, su futuro: todo se ha venido abajo. ¿Cómo es posible que diga no conozco a ese hombre?
Unos años antes, un milagro obrado por Jesús había tenido para él un significado especial y profundo. Al ver la pesca milagrosa (la primera de ellas) Pedro lo comprendió todo, se arrojó a los pies de Jesús y le dijo: Apártate de mí, Señor, que soy un pobre pecador. Pues el asombro se había apoderado de él2. Parece como si en un momento lo hubiera visto todo claro: la santidad de Cristo y su condición de hombre pecador. Lo negro se percibe en contraste con lo blanco, la oscuridad con la luz, la suciedad con la limpieza, el pecado con la santidad. Y entonces, mientras sus labios decían que por sus pecados se siente indigno de estar junto al Señor, sus ojos y toda su actitud le pedían no separarse jamás de Él. Aquel fue un día muy feliz. Allí comenzó realmente todo: Entonces dijo Jesús a Simón: No temas; desde ahora serán hombres los que has de pescar. Y ellos, sacando las barcas a tierra, dejadas todas las cosas, le siguieron3. La vida de Pedro tendría desde entonces un formidable objetivo: amar a Cristo yser pescador de hombres. Todo lo demás sería medio e instrumento para este fin. Ahora, por fragilidad, por dejarse llevar del miedo y de los respetos humanos, Pedro se ha derrumbado.
El pecado, la infidelidad en mayor o menor grado, es siempre negación de Cristo y de lo más noble que hay en nosotros mismos, de los mejores ideales que el Señor ha sembrado en nosotros. El pecado es la gran ruina del hombre. Por eso hemos de luchar con ahínco, ayudados por la gracia, para evitar todo pecado grave –los de malicia, fragilidad o ignorancia culpable– y todo pecado venial deliberado.
Pero incluso del pecado, si tuviéramos la desgracia de cometerlo, hemos de sacar frutos, pues la contrición afianza más la amistad con el Señor. Nuestros errores no deben desalentarnos jamás si nos comportamos con humildad. Un sincero arrepentimiento es siempre la ocasión de un encuentro nuevo con el Señor, del que se pueden derivar insospechadas consecuencias para nuestra vida interior. Si pecamos, hemos de volver al Señor cuantas veces sea preciso, sin angustiarnos pero sí con dolor. «Pedro invirtió una hora para caer, pero en un minuto se levanta y subirá más alto de lo que estaba antes de su caída»4.
El Cielo está lleno de grandes pecadores que supieron arrepentirse. Jesús nos recibe siempre y se alegra cuando recomenzamos el camino que habíamos abandonado, quizá en cosas pequeñas.
II. El Señor, maltratado, es llevado por uno de aquellos atrios. Entonces, se volvió y miró a Pedro5. «Sus miradas se cruzaron. Pedro hubiera querido bajar la cabeza, pero no pudo apartar su mirada de Aquel que acababa de negar. Conoce muy bien las miradas del Salvador. No pudo resistir a la autoridad y al encanto de esa mirada que suscitó su vocación; esa mirada tan cariñosa del Maestro aquel día en que, mirando a sus discípulos, afirmó: He aquí a mis hermanos, hermanas y madre. Y aquella mirada que le hizo temblar cuando él, Simón, quiso apartar la Cruz del camino del Señor. ¡Y la compasiva mirada con que acogió al joven tan poco desprendido para seguirle! ¡Y la mirada anegada de lágrimas ante el sepulcro de Lázaro...! Conoce las miradas del Salvador.
»Y, sin embargo, nunca jamás contempló en el rostro del Señor la expresión que descubre en Él en aquel momento, aquellos ojos impregnados de tristeza, pero sin severidad; mirada de reconvención, sin duda, pero que al mismo tiempo quiere ser suplicante y parece decirle: Simón, yo he rogado por ti.
»Su mirada solo se detuvo un instante sobre él: Jesús fue empujado violentamente por los soldados, pero Pedro la sigue viendo»6. Ve la mirada indulgente sobre la llaga profunda de su culpa. Comprendió entonces la gravedad de su pecado, y el cumplimiento de la profecía del Señor respecto a su traición. Y recordó Pedro las palabras del Señor:Antes que el gallo cante hoy, me habrás negado tres veces. Salió fuera y lloró amargamente7. El salir fuera «era confesar su culpa. Lloró amargamente porque sabía amar, y bien pronto las dulzuras del amor reemplazaron en él a las amarguras del dolor»8.
Saberse mirado por el Señor impidió que Pedro llegara a la desesperanza. Fue una mirada alentadora en la que Pedro se sintió comprendido y perdonado. ¡Cómo recordaría entonces la parábola del Buen Pastor, del hijo pródigo, de la oveja perdida!
Pedro salió fuera. Se separó de aquella situación, en la que imprudentemente se había metido, para evitar posibles recaídas. Comprendió que aquel no era su sitio. Se acordó de su Señor, y lloró amargamente. En la vida de Pedro vemos nuestra propia vida. «Dolor de Amor. —Porque Él es bueno. —Porque es tu Amigo, que dio por ti su Vida. —Porque todo lo bueno que tienes es suyo. —Porque le has ofendido tanto... Porque te ha perdonado... ¡Él!... ¡¡a ti!!
»—Llora, hijo mío, de dolor de Amor»9.
La contrición da al alma una especial fortaleza, devuelve la esperanza, hace que el cristiano se olvide de sí mismo y se acerque de nuevo a Dios en un acto de amor más profundo. La contrición aquilata la calidad de la vida interior y atrae siempre la misericordia divina. Mis miradas se posan sobre los humildes y sobre los de corazón contrito10.
Cristo no tendrá inconveniente en edificar su Iglesia sobre un hombre que puede caer y ha caído. Dios cuenta también con los instrumentos débiles para realizar, si se arrepienten, sus empresas grandes: la salvación de los hombres.
Muy probablemente Pedro, después de las negaciones y de su arrepentimiento, iría a buscar a la Virgen. También nosotros lo hacemos ahora que recordamos con más viveza nuestras faltas y negaciones.
III. Además de una gran fortaleza, la verdadera contrición da al alma una particular alegría, y dispone para ser eficaces entre los demás. «El Maestro pasa, una y otra vez, muy cerca de nosotros. Nos mira... Y si le miras, si le escuchas, si no le rechazas, Él te enseñará cómo dar sentido sobrenatural a todas tus acciones... Y entonces tú también sembrarás, donde te encuentres, consuelo y paz y alegría»11.
Sobre Judas también recayó la mirada del Señor, que le incita a cambiar cuando, en el momento de su traición, se sintió llamado con el título de amigo. ¡Amigo! ¿A qué has venido aquí? No se arrepintió en ese momento, pero más tarde sí: viendo a Jesús sentenciado, arrepentido de lo hecho, restituyó las treinta monedas de plata12.
¡Qué diferencia entre Pedro y Judas! Los dos traicionaron (de distinta manera) la fidelidad a su Maestro. Los dos se arrepintieron. Pedro sería –a pesar de sus negaciones– la roca sobre la que se asentará la Iglesia de Cristo hasta el final de los tiempos. Judas fue y se ahorcó. El simple arrepentimiento humano no basta; produce angustia, amargura y desesperación.
Junto a Cristo el arrepentimiento se transforma en un dolor gozoso, porque se recobra la amistad perdida. En unos instantes, Pedro se unió al Señor –a través del dolor de sus negaciones– mucho más fuertemente de lo que había estado nunca. De sus negaciones arranca una fidelidad que le llevará hasta el martirio.
Judas fue todo lo contrario, se queda solo: A nosotros ¿qué nos importa?, allá tú, le dicen los príncipes de los sacerdotes. Judas, en el aislamiento que produce el pecado, no supo ir a Cristo; le faltó la esperanza.
Debemos despertar con frecuencia en nuestro corazón el dolor de Amor por nuestros pecados. Sobre todo al hacer el examen de conciencia al acabar el día, y al preparar la Confesión.
«A ti que te desmoralizas, te repetiré una cosa muy consoladora: al que hace lo que puede, Dios no le niega su gracia. Nuestro Señor es Padre, y si un hijo le dice en la quietud de su corazón: Padre mío del Cielo, aquí estoy yo, ayúdame... Si acude a la Madre de Dios, que es Madre nuestra, sale adelante»13.
1 Mc 14, 66-67. — 2 Cfr. Lc 5, 8-9. — 3 Lc 5, 10-11. — 4 G. Chevrot, Simón Pedro, p. 261. — 5 Lc 22, 61. — 6 G. Chevrot, loc. cit., pp. 265-266. — 7 Lc 22, 61-62. — 8San Agustín, Sermón 295. — 9 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 436. — 10 Is 66, 2. — 11 San Josemaría Escrivá, Vía Crucis, VIII, 4. — 12 Cfr. Mt 27, 3-10. — 13 San Josemaría Escrivá, Vía Crucis, X, 3.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Margarita Clitherow, Santa Mártir, Marzo 25
Mártir Martirologio Romano: En York, en Inglaterra, santa Margarita Clitherow, mártir, la cual, con la anuencia de su marido, abrazó la fe católica, en la que educó también a sus hijos, y se preocupó de ocultar en su casa a sacerdotes que eran perseguidos, por cuyo motivo fue detenida varias veces durante el reinado de Isabel I, y finalmente, rehusando que su causa fuese llevada ante el tribunal para que los ánimos de los consejeros del juez no cargasen con la responsabilidad de su sentencia a muerte, la condenaron, por su fe en Cristo, a ser asfixiada hasta la muerte bajo un gran peso (1586). Tenemos la fortuna de poseer amplia información acerca de Margarita Clitherow, gracias a la biografía escrita por su confesor, padre John Mush, completada en sus detalles con otros documentos contemporáneos. En York todavía podemos ver la casa del ayuntamiento donde fue juzgada, el castillo en que estuvo encarcelada, la casa vecina al matadero, que se cree haber sido su hogar durante su vida matrimonial y la habitación con la buhardilla en la posada del Cisne Negro, que la tradición señala como el lugar que ella alquiló para que se celebrara la misa, cuando se consideró insegura su propia capilla. |
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Vatican.va
Emiliano (Omeljan) Kovc, Beato Sacerdote y Mártir, Marzo 25
Sacerdote de la archieparquía de Lvov de los ucranios Martirologio Romano: En la ciudad de Majdanek, cerca de Lublín, en Polonia, beato Emiliano Kovc, presbítero y mártir, que en tiempo de guerra fue deportado a un campo de concentración, donde, por el combate de la fe, alcanzó la vida eterna (1944). Cuando el Papa Juan Pablo II hizo su viaje pastoral a Ucrania, entre los muchos actos que llevó a cabo en tan poco tiempo, uno de los más importantes fue, sin duda, la beatificación de varios ucranianos y ucranianas. |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Lucia Filippini, Santa Fundadora, Marzo 25
Fundadora del Instituto |
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Agapito de Sínada, San Obispo de Sínada, Marzo 25
Obispo de Sínada Esta santo que recordamos hoy, murió en el siglo III. Nació en Roma en el seno de la familia Anicia. |
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Fuente: Vatican.va
Josafata (Michaelina) Hordashevska, Beata Co-Fundadora, Marzo 25
Cofundadora de la congregación de las Esclavas de María Inmaculada Martirologio Romano: En el lugar de Chervonohrad, junto a Lwiw, en Ucrania, beata Josafata (Miguelina) Hordáshevska, virgen, que fundó el Instituto de Hermanas Esclavas de María Inmaculada, dedicándose a hacer el bien donde fuese mayor la necesidad (1919).
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Everardo (Everado) de Nellenburg, Beato Monje Benedictino, Marzo 25
Monje Benedictino Martirologio Romano: En Schaffhausen, en Suabia, beato Everado, que, siendo conde de Nellenburg, abrazó la vida monástica en el cenobio de Todos los Santos (Allerheiligen), construido con su esfuerzo (1078). Llevado por los impulsos hacia la santidad, pensó que su camino estaba centrado en la vida benedictina. |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Tomás de Costacciaro, Beato Eremita Camaldulense, Marzo 25
Eremita Martirologio Romano: Junto a Costacciaro, en la Umbría, beato Tomás, ermitaño, que pasó sesenta y cinco años en vida eremítica y la enseñó a otros a vivirla (1337). El Beato Tomás nació en el pequeño pueblo de Costacciaro, distante alrededor de once kilómetros de Gubbio, en Umbría. |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Hermelando, Santo Abad, Marzo 25
Abad Martirologio Romano: En la isla de Antrum (hoy Aindre), cerca de Nantes, en Francia, san Hermelando, el cual, después de servir en la corte real, se hizo monje del monasterio de Fontenelle y finalmente fue designado primer abad del lugar (c. 720). San Hermelando nació en la diócesis de Noyon y desde su más temprana juventud aspiró a la vida religiosa. Sus padres, sin embargo, tenían mundanas ambiciones respecto a él y lo enviaron a la corte del rey Clotario III, donde fue nombrado escanciador. |
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Fuente: ACI Prensa
Dimas, Santo El buen ladrón, Marzo 25
"HOY estarás conmigo en el Paraíso" Martirologio Romano: Conmemoración del santo ladrón, que en la cruz reconoció a Cristo, y de Él mereció oír: Hoy estarás conmigo en el Paraíso (s. I). Sólo poseemos noticias ciertas acerca de su muerte y de su solemne canonización -por parte del mismo Jesucristo-, no repetida en la historia de la Santidad. - Fiesta: 25 de marzo. |
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Fuente: OCarm.org
Hilario (Pawel) Januszewski, Beato Mártir Carmelita, Marzo 25
Presbítero y Mártir Martirologio Romano: En el campo de concentración de Dachau, cercano a Munich, de Baviera, en Alemania, beato Hilario Januszewski, presbítero de la Orden de los Carmelitas Descalzos y mártir, que en tiempo de guerra, por confesar a Cristo fue deportado desde Polonia a esta cárcel, y habiéndose contagiado del tifus por asistir a los enfermos, falleció dejando un hermoso testimonio de fe y caridad (1945). El P. Hilario Januszewski nació el 11 de junio de 1907 en Krajenki (Polonia) y se le dio el nombre de Pawel. Fue educado cristianamente por sus padres Martin y Marianne. Después de frecuentar el colegio de Greblin ( donde su familia residía desde 1915), continuó sus estudios en el Instituto de Suchary que abandonó más tarde por problemas económicos familiares. Después de un tiempo la familia se trasladó a Cracovia, donde pudo hacer algunos estudios y entró luego en el 1927 en la Orden Carmelita. |
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Fuente: ACI Prensa
Isaac, Santo Patriarca, Marzo 25
Hijo de Abraham y Sara. Los incidentes de su vida están contenidos en Génesis 15-35, en una narrativa que ha sido estudiada por muchos académicos, basados en varios documentos (J,E,P) utilizados en la composición del Libro de Génesis (véase ABRAHAM). |
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Fuente: Vatican.va
María Rosa (Margarita) Flesch, Beata Fundadora, Marzo 25
Fundadora del Instituto de Religiosas Franciscanas Nació el 24 de febrero de 1826 en Shönstat, localidad situada cerca de Vallander, a orillas del río Rhin, donde sus padres, Jorge Flesch e Inés Breitbach, vivían de la modesta producción de un molino. En el bautismo recibió el nombre de Margarita. |
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Fuente: Santiebeati.it
Procopio de Sázava, Santo Abad, Marzo 25
Abad Martirologio Romano: En Sázava, en Bohemia, san Procopio, que, dejando mujer e hijo, abrazó la vida eremítica y después presidió el monasterio fundado allí por él mismo, celebrando las divinas alabanzas en rito griego y en lengua eslava (1053). Es uno de los santos Patrones del Bohemia (actual República Checa), su representación es abundante en el País, en especial el episodio legendario, según el cual San Procopio logró atar el demonio a un arado, haciéndoselo tirar de él. |
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Fuente: Zenit.org
Maria Alfonsina Danil Ghattas, Beata Fundadora, 25 de marzo
Co-fundadora de la Congregación de |
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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Marzo 25
San Dula, mártir |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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