J†A
JMJ
Pax
No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 18, 21-35
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó:
"Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?"
Jesús le contestó:
"No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete".
Y les propuso esta parábola:
"El Reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que le debía mucho dinero. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo:
"Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo".
El rey tuvo lástima de aquel empleado, lo soltó y hasta le perdonó la deuda. Pero, al salir, aquel servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba mientras le decía:
"Págame lo que me debes".
El compañero se le arrodilló y le rogaba:
"Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo".
Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda.
Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contar al rey lo sucedido. Entonces el rey lo llamó y le dijo:
"Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?"
Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía.
Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes, si cada cual no perdona de corazón a su hermano".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
24a. Dom Ord Ciclo A
A los que esperan en ti, Señor, concédeles tu paz y cumple así las palabras de tus profetas; escúchame, Señor, y atiende a las plegarias de tu pueblo.
Se dice "Gloria".
Oración Colecta
Oremos:
Míranos, Señor, con ojos de misericordia y haz que
experimentemos vivamente tu amor, para que podamos servirte con todas nuestras fuerzas.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Perdona la ofensa a tu prójimo, para obtener el perdón
Lectura del libro del Eclesiástico 27, 30; 28, 1-7
Cosas abominables son el rencor y la cólera; sin embargo, el pecador se aferra a ellas. El Señor se vengará del vengativo y llevará rigurosa cuenta de sus pecados.
Perdona la ofensa a tu prójimo, y así, cuando pidas perdón, se te perdonarán tus pecados. El que le guarda rencor a otro, ¿le puede acaso pedir la salud al Señor?
El que no tiene compasión de su semejante, ¿cómo pide perdón de sus pecados? Cuando el hombre que guarda rencor pide a Dios el perdón de sus pecados, ¿hallará quién interceda por él?
Piensa en tu fin y deja de odiar, piensa en la corrupción del sepulcro y guarda los mandamientos.
Ten presente los mandamientos y no guardes rencor a tu prójimo. Recuerda la alianza del Altísimo y pasa por alto las ofensas.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 102
El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice al Señor, alma mía; que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al señor alma mía, y no te olvides de sus beneficios.
El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor, perdona tus pecados y cura tus enfermedades; él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y ternura.
El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor no nos condena para siempre, ni nos guarda rencor perpetuo. No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados.
El Señor es compasivo y misericordioso.
Como desde la tierra hasta el cielo, así es grande su misericordia; como un padre es compasivo con sus hijos, así es compasivo el Señor con quien lo ama.
El Señor es compasivo y misericordioso.
En la vida y en la muerte somos del Señor
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 14, 7-9
Hermanos: Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos; si morimos, para el Señor morimos. Por lo tanto, ya sea que estemos vivos o que hayamos muerto, somos del Señor. Para esto murió y resucitó Cristo, para ser Señor de vivos y muertos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aleluya, aleluya.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado.
Aleluya.
No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 18, 21-35
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó:
"Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?"
Jesús le contestó:
"No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete".
Y les propuso esta parábola:
"El Reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que le debía mucho dinero. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo:
"Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo".
El rey tuvo lástima de aquel empleado, lo soltó y hasta le perdonó la deuda. Pero, al salir, aquel servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba mientras le decía:
"Págame lo que me debes".
El compañero se le arrodilló y le rogaba:
"Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo".
Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda.
Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contar al rey lo sucedido. Entonces el rey lo llamó y le dijo:
"Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?"
Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía.
Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes, si cada cual no perdona de corazón a su hermano".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice "Credo".
Oración de los Fieles
Celebrante:
Imploremos, hermanos y hermanas, la misericordia de Dios y pidámosle que escuche las oraciones de los que hemos puesto nuestra confianza en él:
A cada petición respondemos: Te rogamos, Señor, óyenos.
Pidamos al Señor, para los obispos, los presbíteros y los diáconos una vida santa, tal como corresponde a su ministerio, y el premio abundante de su trabajo, roguemos al Señor.
Te rogamos, Señor, óyenos.
Pidamos al Señor, para los que gobiernan las naciones y tienen bajo su poder el destino de los pueblos, el don de la prudencia y el espíritu de justicia, roguemos al Señor.
Te rogamos, Señor, óyenos.
Pidamos al Señor, para los enfermos e impedidos, la fortaleza necesaria a fin de que no se desanimen ante las dificultades y vivan alegres en la esperanza de los bienes eternos, roguemos al Señor.
Te rogamos, Señor, óyenos.
Pidamos al Señor, para nosotros mismos, para nuestros familiares, amigos y bienhechores, que nos conserve y aumente los bienes que con tanta generosidad nos ha concedido, roguemos al Señor.
Te rogamos, Señor, óyenos.
Celebrante:
Señor, Dios compasivo y misericordioso, que siempre perdonas a los que perdonan a sus hermanos; escucha nuestras oraciones y crea en nosotros un corazón nuevo, que, como reflejo del de Cristo, olvide las ofensas recibidas y recuerde a los demás hasta qué punto tú nos amas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Acepta, Señor, con bondad, los dones y plegarias de tu pueblo y haz que lo que cada uno ofrece en tu honor, ayude a la salvación de todos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prendas de la Pascua eterna
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
En ti vivimos, nos movemos y existimos; y, todavía peregrinos en este mundo, no sólo
experimentamos las pruebas cotidianas de tu amor, sino que poseemos ya en prenda la vida futura, pues esperamos gozar de la Pascua eterna, porque tenemos las primicias del Espíritu por el que resucitaste a Jesús de entre los muertos.
Por eso, Señor,
te damos gracias y proclamamos tu grandeza cantando con los ángeles:
Señor Dios, qué valioso es tu amor. Por eso los humanos se acogen a la sombra de tus alas.
Oremos:
Que la gracia de esta comunión nos transforme, Señor, tan plenamente que no sea ya nuestro egoísmo, sino tu amor, el que impulse, de ahora en adelante, nuestra vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
Vigésimo cuarto Domingo
ciclo a
EL PERDÓN ILIMITADO
— Perdonar siempre con prontitud y de corazón,
— Si aprendemos a querer a todos y a disculpar, ni siquiera tendremos que perdonar, porque no nos sentiremos ofendidos.
— El Sacramento del perdón nos mueve a ser misericordiosos con los demás.
I. Dios concede su perdón a quien perdona. La indulgencia que empleemos con los demás es la que tendrán con nosotros. Esta es la medida. Y este, el sentido de los textos de la Misa de hoy. La Primera lectura1 nos dice: Del vengativo se vengará el Señor y llevará estrecha cuenta de sus culpas. Perdona la ofensa a tu prójimo, y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas. ¿Cómo puede un hombre guardar rencor y pedir la salud al Señor?
El Señor perfecciona esta ley extendiéndola a todo hombre y a cualquier ofensa, porque con su Muerte en la Cruz nos ha hecho a todos los hombres hermanos y ha saldado el pecado de todos. Por eso, cuando Pedro –convencido de que proponía algo desproporcionado– le pregunta a Jesús si debe perdonar hasta siete veces a su hermano que le ofende, el Señor le responde: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete2, es decir, siempre. La caridad de Cristo no es setenta veces superior al comportamiento más esmerado de los mejores cumplidores de la Ley, sino que es de otra naturaleza, infinitamente más alta. Es otro su origen y su fin. Nos enseña Jesús que el mal, los resentimientos, el rencor, el deseo de venganza, han de ser vencidos por esa caridad ilimitada que se manifiesta en el perdón incansable de las ofensas. Él nos alentó a pedir en el Padrenuestro de esta manera: Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Por eso, como recuerda hoy la Liturgia de las Horas3, cuando rezamos el Padrenuestro hemos de estar unidos entre nosotros y con Jesucristo, y dispuestos a perdonarnos siempre unos a otros. Solo así atraeremos sobre nosotros la misericordia infinita de Dios.
Para perdonar de corazón, con total olvido de la injuria recibida, hace falta en ocasiones una gran fe que alimente la caridad. Por eso las almas que han estado muy cerca de Cristo ni siquiera han tenido necesidad de perdonar porque, por grandes que hayan sido las injurias, las calumnias..., no se sintieron personalmente ofendidas, pues sabían que el único mal es el mal moral, el pecado; los demás agravios no llegaban a herirles.
Examinemos hoy si guardamos en el corazón algún agravio, algo de rencor por una injuria real o imaginada. Pensemos si nuestro perdón es rápido, sincero, de corazón, y si pedimos al Señor por aquellas personas que, quizá sin darse cuenta, nos hicieron algún daño o nos ofendieron. "Cincuenta mil enojos que te hagan, tantos has de perdonar (...). Más adelante ha de ir tu paciencia que su malicia; antes se ha de cansar el otro de hacerte mal que tú de sufrirlo"4.
II. A veces son cosas pequeñas las que nos pueden herir: un favor que no nos agradecen, una recompensa que esperábamos y nos es negada, una palabra que nos llega en un momento malo o de cansancio... Otras, pueden ser más graves: calumnias sobre lo que más queremos en este mundo, interpretaciones torcidas de aquello que hemos procurado hacer con rectitud de intención... Sea lo que fuere, para perdonar con rapidez, sin que nada quede en el alma, necesitamos desprendimiento y un corazón grande orientado hacia Dios. Esa grandeza de alma nos llevará a pedir por las personas que, de una forma u otra, nos ocasionaron algún perjuicio. "¿No suelen ser amados más tiernamente los enfermos que los sanos?", se pregunta un clásico castellano. Y a continuación aconseja: "Sé médico de tus enemigos y los bienes que les hagas serán brasas que pongas sobre sus cabezas y les enciendan en el amor (Col 3, 13). Piensa en los medios de perfección que te suministra el que te persigue... Más aprovechó Herodes a los niños (Mt 2, 16) con su odio que el amor de sus propios padres, pues los hizo mártires"5. La actitud del perdón cristiano y, cuando sea necesario, la defensa justa y serena de los propios derechos o los de aquellos que nos están encomendados, servirán para acercar a Dios a quienes hayan podido cometer injusticias. Así lo hicieron los primeros cristianos cuando hubieron de soportar calumnias y persecuciones. "Permitidles –aconsejaba San Ignacio de Antioquía a los primeros fieles, mientras él se encaminaba al martirio– que, al menos por vuestras obras, reciban instrucción de vosotros. A sus arrebatos de ira responded con vuestra mansedumbre. Oponed a sus blasfemias vuestras oraciones; a su extravío, vuestra firmeza en la fe; a su fiereza, vuestra dulzura, y no pongáis empeño alguno en comportaros como ellos. Mostrémonos hermanos suyos por nuestra amabilidad; en cuanto a imitar, solo hemos de esforzarnos en imitar al Señor"6. Él está dispuesto a perdonarlo todo de todos. San Pablo, siguiendo al Maestro, exhortaba así a los cristianos de Tesalónica: Estad atentos para que nadie devuelva mal por mal, al contrario, procurad siempre el bien Mutuo7. Y a los de Colosas les apremiaba: Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga queja contra otro; como el Señor os ha perdonado, hacedlo también vosotros8. Si aprendemos a disculpar ni siquiera tendremos que perdonar, porque no nos sentiremos ofendidos. Mal viviríamos nuestro camino de discípulos de Cristo si al menor roce –en el hogar, en la oficina, en el tráfico...– se enfriase nuestra caridad y nos sintiéramos ofendidos y separados. A veces –en materias más graves, donde se hace más difícil la disculpa– haremos nuestra la oración de Jesús: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen9. Otras veces bastará con sonreír, devolver el saludo, tener un detalle amable para restablecer la amistad o la paz perdida. Las pequeñeces diarias no pueden ser motivo para que –casi siempre por soberbia, por susceptibilidad– perdamos la alegría, que debe ser algo habitual y profundo en nuestra vida.
III. El Señor, después de responder a Pedro sobre la capacidad ilimitada de perdón que hemos de tener, expuso la parábola de los dos deudores para enseñarnos el fundamento de esta manifestación de la caridad. Debemos perdonar siempre y todo, porque es mucho –sin medida– lo que Dios nos perdona, ante lo cual lo que debemos tolerar a los demás apenas tiene importancia: cien denarios (un talento equivalía a unos seis mil denarios). De ahí que solo sepan perdonar las almas humildes, conscientes de lo mucho que se les ha remitido. "Del mismo modo que el Señor está siempre dispuesto a perdonarnos, también nosotros debemos estar prontamente dispuestos a perdonarnos mutuamente. Y ¡qué grande es la necesidad de perdón y reconciliación en nuestro mundo de hoy, en nuestras comunidades y familias, en nuestro mismo corazón! Por esto el sacramento específico de la Iglesia para perdonar, el sacramento de la penitencia, es un don sumamente preciado.
"En el sacramento de la penitencia, el Señor nos concede su perdón de modo muy personal. Por medio del ministerio del sacerdote, vamos a nuestro Salvador con el peso de nuestros pecados. Manifestamos nuestro dolor y pedimos perdón al Señor. Entonces, a través del sacerdote, oímos a Cristo que nos dice: Tus pecados quedan perdonados (Mc 2, 5): Anda y en adelante no peques más (Jn 8, 11). ¿No podemos oír también que nos dice al llenarnos de su gracia salvífica: "Derrama sobre los otros setenta veces siete este mismo perdón y misericordia"?"10. ¡Qué gran escuela de amor y de generosidad es la Confesión! ¡Cómo agranda el corazón para comprender los defectos y errores de los demás! Del confesonario debemos salir con capacidad de querer, con más capacidad de perdonar11. La tarea de la Iglesia y de cada cristiano en todos los tiempos, aunque ahora en nuestros días parece más urgente, es "profesar y proclamar la misericordia en toda su verdad"12, derramar sobre todos los que cada día encontramos en los diversos caminos la misericordia ilimitada que hemos recibido de Cristo.
Pidamos a Nuestra Señora un corazón grande, como el suyo, para no detenernos demasiado en aquello que nos puede herir, y para aumentar nuestro espíritu de desagravio y de reparación por las ofensas al Corazón misericordioso de Jesús.
1 Eclo 27, 33; 28, 1-9. — 2 Cfr. Evangelio de la Misa. Mt 18, 21-35. — 3 Liturgia de las Horas, Preces de las II Vísperas. — 4 San Juan de Ávila, Sermón 25, para el Domingo XXV después de Pentecostés, en Obras Completas, BAC, Madrid 1970, vol. II, p. 352. — 5 F. de Osuna, Ley del amor santo, 40-43, en Místicos franciscanos, BAC, vol. I, pp. 580-610. — 6 San Ignacio de Antioquía, Carta a los Efesios, X, 1-3. — 7 1 Tes 5, 15. — 8 Col 3, 13. — 9 Lc 23, 34. — 10 Juan Pablo II, Ángelus 16-IX-1984. — 11 Cfr. F. Sopeña, La Confesión, Rialp, Madrid 1957, p. 132. — 12 Juan Pablo II. Enc. Dives in misericordia, 30-XI-1980, 13.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Roberto Belarmino, Cardenal, defensor de la Iglesia, Año 1621
San Roberto Belarmino: Pídele a Dios que nos envíe sabios defensores de la Iglesia, que nos ayuden a librarnos de los ataques y errores de los protestantes.
Roberto significa: "el que brilla por su buena fama". (Ro: buena fama. Bert: brillar).
Belarmino quiere decir: "guerrero bien armado". (Bel: guerrero. Armin: armado).
Este santo ha sido uno de los más valientes defensores de la Iglesia Católica contra los errores de los protestantes. Sus libros son tan sabios y llenos de argumentos convencedores, que uno de los más famosos jefes protestantes exclamó al leer uno de ellos: "Con escritores como éste, estamos perdidos. No hay cómo responderle".
San Roberto nació en Monteluciano, Toscana (Italia), en 1542. Su madre era hermana del Papa Marcelo II. Desde niño dio muestras de poseer una inteligencia superior a la de sus compañeros y una memoria prodigiosa. Recitaba de memoria muchas páginas en latín, del poeta Virgilio, como si las estuviera leyendo. En las academias y discusiones públicas dejaba admirados a todos los que lo escuchaban. El rector del colegio de los jesuitas en Montepulciano dejó escrito: "Es el más inteligente de todos nuestros alumnos. Da esperanza de grandes éxitos para el futuro".
Por ser sobrino de un Pontífice podía esperar obtener muy altos puestos y a ello aspiraba, pero su santa madre lo fue convenciendo de que el orgullo y la vanidad son defectos sumamente peligrosos y cuenta él en sus memorias: "De pronto, cuando más deseoso estaba de conseguir cargos honoríficos, me vino de repente a la memoria lo muy rápidamente que se pasan los honores de este mundo y la cuenta que todos vamos a tener que darle a Dios, y me propuse entrar de religioso, pero en una comunidad donde no fuera posible ser elegido obispo ni cardenal. Y esa comunidad era la de los padres jesuitas". Y así lo hizo. Fue recibido de jesuita en Roma en 1560, y detalles de los misterios de Dios: él entraba a esa comunidad para no ser elegido ni obispo ni cardenal (porque los reglamentos de los jesuitas les prohibían aceptar esos cargos) y fue el único obispo y cardenal de los Jesuitas en ese tiempo.
Uno de los peores sufrimientos de San Roberto durante toda la vida fue su mala salud. En él se cumplía lo que deseaba San Bernardo cuando decía: "Ojalá que los superiores tengan una salud muy deficiente, para que logren comprender a los débiles y enfermos". Cada par de meses tenían que enviar a Roberto a las montañas a descansar, porque sus condiciones de salud eran muy defectuosas. Pero no por eso dejaba de estudiar y de prepararse.
Ya de joven seminarista y profesor, y luego como sacerdote, Roberto Belarmino atraía multitudes con sus conferencias, por su pasmosa sabiduría y por la facilidad de palabra que tenía y sus cualidades para convencer a los oyentes. Sus sermones fueron extraordinariamente populares desde el primer día. Los oyentes decían que su rostro brillaba mientras predicaba y que sus palabras parecían inspiradas desde lo alto.
Belarmino era un verdadero ídolo para sus numerosos oyentes. Un superior enviado desde Roma para que le oyera los sermones que predicaba en Lovaina, escribía luego: "Nunca en mi vida había oído hablar a un hombre tan extraordinariamente bien, como habla el padre Roberto".
Era el predicador preferido por los universitarios en Lovaina, París y Roma. Profesores y estudiantes se apretujaban con horas de anticipación junto al sitio donde él iba a predicar. Los templos se llenaban totalmente cuando se anunciaba que era el Padre Belarmino el que iba a predicar. Hasta se subían a las columnas para lograr verlo y escucharlo.
Al principio los sermones de Roberto estaban llenos de frases de autores famosos, y de adornos literarios, para aparecer como muy sabio y literato. Pero de pronto un día lo enviaron a hacer un sermón, sin haberle anunciado con anticipación, y él sin tiempo para prepararse ni leer, se propuso hacer esa predicación únicamente con frases de la S. Biblia (la cual prácticamente se sabía de memoria) y el éxito fue fulminante. Aquel día consiguió más conversiones con su sencillo sermoncito bíblico, que las que había obtenido antes con todos sus sermones literarios. Desde ese día cambió totalmente su modo de predicar: de ahora en adelante solamente predicará con argumentos tomados de la S. Biblia, no buscando aparecer como sabio, sino transformar a los oyentes. Y su éxito fue asombroso.
Después de haber sido profesor de la Universidad de Lovaina y en varias ciudades más, fue llamado a Roma, para enseñar allá y para ser rector del colegio mayor que los Padres Jesuitas tenían en esa capital. Y el Sumo Pontífice le pidió que escribiera un pequeño catecismo, para hacerlo aprender a la gente sencilla. Escribió entonces el Catecismo Resumido, el cual ha sido traducido a 55 idiomas, y ha tenido 300 ediciones en 300 años (una por año) éxito únicamente superado por la S. Biblia y por la Imitación de Cristo. Luego redactó el Catecismo Explicado, y pronto este su nuevo catecismo estuvo en las manos de sacerdotes y catequistas en todos los países del mundo. Durante su vida logró ver veinte ediciones seguidas de sus preciosos catecismos.
Se llama controversia a una discusión larga y repetida, en la cual cada contendor va presentando los argumentos que tiene contra el otro y los argumentos que defienden lo que él dice.
Los protestantes (evangélicos, luteranos, anglicanos, etc.) habían sacado una serie de libros contra los católicos y estos no hallaban cómo defenderse. Entonces el Sumo Pontífice encomendó a San Roberto que se encargara en Roma de preparar a los sacerdotes para saber enfrentarse a los enemigos de la religión. El fundó una clase que se llamaba "Las controversias", para enseñar a sus alumnos a discutir con los adversarios. Y pronto publicó su primer tomo titulado así: "Controversias". En ese libro con admirable sabiduría, pulverizaba lo que decían los evangélicos y calvinistas. El éxito fue rotundo. Enseguida aparecieron el segundo y tercer tomo, hasta el octavo, y los sacerdotes y catequistas de todas las naciones encontraban en ellos los argumentos que necesitaban para convencer a los protestantes de lo equivocados que están los que atacan nuestra religión. San Francisco de Sales cuando iba a discutir con un protestante llevaba siempre dos libros: La S. Biblia y un tomo de las Controversias de Belarmino. En 30 años tuvieron 20 ediciones estos sus famosos libros. Un librero de Londres exclamaba: "Este libro me sacó de pobre. Son tantos los que he vendido, que ya se me arregló mi situación económica".
Los protestantes, admirados de encontrar tanta sabiduría en esas publicaciones, decían que eso no lo había escrito Belarmino solo, sino que era obra de un equipo de muchos sabios que le ayudaban. Pero cada libro lo redactaba él únicamente, de su propio cerebro.
El Santo Padre, el Papa, lo nombró obispo y cardenal y puso como razón para ello lo siguiente: "Este es el sacerdote más sabio de la actualidad".
Belarmino se negaba a aceptar tan alto cargo, diciendo que los reglamentos de la Compañía de Jesús prohiben aceptar títulos elevados en la Iglesia. El Papa le respondió que él tenía poder para dispensarlo de ese reglamento, y al fin le mandó, bajo pena de pecado mortal, aceptar el cardenalato. Tuvo que aceptarlo, pero siguió viviendo tan sencillamente y sin ostentación como lo había venido haciendo cuando era un simple sacerdote.
Al llegar a las habitaciones de Cardenal en el Vaticano, quitó las cortinas lujosas que había en las paredes y las mandó repartir entre las gentes pobres, diciendo: "Las paredes no sufren de frío".
Los superiores Jesuitas le encomendaron que se encargara de la dirección espiritual de los jóvenes seminaristas, y San Roberto tuvo la suerte de contar entre sus dirigidos, a San Luis Gonzaga. Después cuando Belarmino se muera dejará como petición que lo entierren junto a la tumba de San Luis, diciendo: "Es que fue mi discípulo".
En los últimos años pedía permiso al Sumo Pontífice y se iba a pasar semanas y semanas al noviciado de los Jesuitas, y allá se dedicaba a rezar y a obedecer tan humildemente como si fuera un sencillo novicio.
En la elección del nuevo Sumo Pontífice, el cardenal Belarmino tuvo 14 votos, la mitad de los votantes. Quizá no le eligieron por ser Jesuita (pues estos padres tenían muchos enemigos). El rezaba y fervorosamente a Dios para que lo librara de semejante cargo tan difícil, y fue escuchado.
Poco antes de morir escribió en su testamento que lo poco que tenía se repartiera entre los pobres (lo que dejó no alcanzó sino para costear los gastos de su entierro). Que sus funerales fueran de noche (para que no hubiera tanta gente) y se hicieran sin solemnidad. Pero a pesar de que se le obedeció haciéndole los funerales de noche, el gentío fue inmenso y todos estaban convencidos de que estaban asistiendo al entierro de un santo.
Murió el 17 de septiembre de 1621. Su canonización se demoró mucho porque había una escuela teológica contraria a él, que no lo dejaba canonizar. Pero el Sumo Pontífice Pío XI lo declaró santo en 1930, y Doctor de la Iglesia en 1931.
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Fuente: Enciclopedia Católica | ACI Prensa
Hildegarda de Bingen, Santa Abadesa, Septiembre 17
| Hildegarda de Bingen, Santa | Abadesa Martirologio Romano: En el monasterio de monte San Ruperto (hoy Rupertsberg), cerca de Bingen, en Hesse, santa Hildegardis, virgen, que expuso y describió piadosamente en libros sus conocimientos experimentales, tanto sobre ciencias naturales, médicas y musicales, como de contemplación mística (1179) Etimología : Hildegarda = guerrera vigilante. Viene de la lengua alemana. Nacida en Böckelheim sobre el Nahe en el año 1098; muerta en Rupertsberg cerca a Bingen en el 1179; su fiesta se celebra el 17 de septiembre. Es desconocido el apellido de la familia de esta gran vidente y profetiza, llamada la Sibila del Rin. Los primeros biógrafos dan a sus padres los nombres de Hildeberto y Matilde (o Matilda), hablan de su nobleza y opulencia, pero no dan ningún detalle de sus vidas. Escritores posteriores la llaman Santa Hildegarda de Böckelheim, de Rupertsberg, o de Bingen. Las leyendas la harían una Condesa de Spanheim. J. May (Katholik. XXXVII, 143) muestra mediante cartas y otros documentos que ella probablemente pertenecía a la familia ilustre de Stein cuyos descendientes son los actuales Príncipes de Salm. Su padre era un soldado al servicio de Meginhard, Conde de Spanheim. Hildegarda fue una niña débil y enfermiza, y en consecuencia no recibió más que una poca educación en su hogar. Sus padres, a pesar de estar muy comprometidos en ocupaciones del mundo, tenían una inclinación religiosa y habían prometido a la niña para el servicio de Dios. A la edad de ocho años fue puesta bajo el cuidado de Juta, hermana del Conde Meginhard, que vivía como monja en el Disenberg (o Disibodenberg, la Montaña de San Disibod) en la Diócesis de Speyer. Tampoco aquí le fue dada a Hildegarda más que una mínima instrucción dado que era muy afligida por la enfermedad, estando con frecuencia escasamente capaz de caminar y a menudo privada incluso del uso de sus ojos. Se le enseño a leer y a cantar los salmos en Latín, lo suficiente para el canto del Oficio Divino, pero nunca aprendió a escribir. Más adelante fue investida con el hábito de San Benito e hizo su profesión religiosa. Juta murió en el año 1136, e Hildegarda fue designada superiora. Numerosas aspirantes se unieron a la comunidad y ella decidió irse a otra localidad, impelida además, como ella dice, por un mandato Divino. Escogió Rupertsberg cerca de Bingen en la orilla izquierda del Rin, aproximadamente a quince millas (unos 24 kilómetros) de Disenberg. Tras superar muchas dificultades y obtener el permiso del señor del lugar, el Conde Bernardo de Hildesheim, se estableció en su nuevo hogar con dieciocho hermanas en el 1147 o 1148 (1149 o 1150 según Delehaye). Probablemente en el 1165 fundó otro convento en Eibingen en el lado derecho del Rin dónde una comunidad ya había sido establecida en 1148, el cual, sin embargo, no tuvo éxito. La vida de Hildegarda como niña, religiosa, y superiora fue extraordinaria. Pasando mucho tiempo sola a causa de su frágil salud, desarrollo una vida interior, intentando hacer uso de todo para su propia santificación. Desde sus primeros años fue favorecida con visiones. Ella dice de sí misma: Hasta mi decimoquinto año vi mucho, y relaté algunas de las cosas vistas a otros, quienes inquirían con asombro, de donde podrían venir tales cosas. Yo también me preguntaba y durante mi enfermedad le pregunté a una de mis enfermeras si también veía cosas similares. Cuando contestó que no, un gran temor me poseyó. Frecuentemente, en mi conversación, relataba cosas del futuro, las cuales yo veía como si fueran del presente, pero, notando el asombro de mis oyentes, me volví más reservada. Esta situación continuó hasta el fin de su vida. Juta había notado sus dones y se los había hecho conocidos a un monje de la abadía vecina, pero, al parecer, no se hizo nada en el momento. Cuando tenía aproximadamente cuarenta años de edad, Hildegarda recibió un mandato de divulgar al mundo lo que ella veía y oía. Ella dudó, temerosa de lo qué las personas podrían pensar o decir, a pesar de que estaba plenamente convencida del carácter Divino de las revelaciones. Pero, continuamente urgida, reprendida, y amenazada por la voz interior, manifestó todo a su director espiritual, y a través de él al abad bajo cuya jurisdicción estaba puesta su comunidad. Entonces se le ordeno a un monje que pusiera por escrito cualquier cosa que ella relatara; algunas de sus monjas también la ayudaban con frecuencia. Los escritos fueron sometidos al obispo (Enrique, 1145-53) y al clero de Mainz (Maguncia) que los declaro como provenientes de Dios. La cuestión fue llevada también a conocimiento de Eugenio II (1145-53) quién estaba en Trier (Tréveris) en el 1147. Albero de Cluny, Obispo de Verdun, fue comisionado para investigar e hizo un informe favorable. Hildegarda continuó sus escritos. Muchedumbres de personas se congregaron en torno a ella, provenientes de los alrededores y de todas partes de Alemania y la Galia, para escuchar palabras de sabiduría de sus labios, y para recibir consejo y ayuda en las dolencias corporales y espirituales. Estos no provenían solo de entre la gente vulgar sino que también hombres y mujeres notables de la Iglesia y del Estado eran llevados por las noticias de su sabiduría y santidad. Así por ejemplo, leemos que el Arzobispo Enrique de Mainz (Maguncia), el Arzobispo Eberhard de Salzburgo y el Abad Luis de San Eucario en Trier (Tréveris), le hicieron visitas. Santa Isabel de Schönau era amiga íntima suya y frecuente visitante. Tritemio en su "Crónica" habla de una visita de San Bernardo de Claraval, pero esto probablemente no sea correcto. No sólo en su casa da consejo, sino también en el extranjero. Muchas personas de todos los estados de vida le escribían y recibían respuesta, por lo que su correspondencia es bastante extensa. Su gran amor por la Iglesia y sus intereses la llevo a hacer muchas jornadas; visitaba a intervalos las casas de Disenberg y Eibingen; por una invitación vino a Ingelheim a ver al Emperador Federico; viajó a Würzburg, Bamberg, y la vecindad de Ulm, Cologne (Colonia), Werden, Trier (Tréveris), y Metz. No es verdad, sin embargo, que halla visto París o la tumba de San Martín en Tours. En el último año de su vida Hildegarda tuvo que atravesar una prueba muy dura. En el cementerio adyacente a su convento fue enterrado un joven que había estado una vez bajo excomunión. Las autoridades eclesiásticas de Mainz (Maguncia) exigieron que hiciera sacar el cuerpo. Ella no se consideró obligada a obedecer dado que el joven había recibido los santos oleos y se supone que estaba por consiguiente reconciliado con la Iglesia. Una sentencia de entredicho fue puesta sobre su convento por el capítulo de (Mainz) Maguncia, la sentencia fue confirmada por el obispo Christian (V) Buch que en ese momento se encontraba en Italia. Tras mucha preocupación y correspondencia logro que el entredicho fuera levantado. Murió de santa muerte y fue enterrada en la iglesia de Rupertsberg. Hildegarda fue grandemente venerada en vida y después de su muerte. Su biógrafo, Teodorico, la llama santa, y de muchos milagros se dice haber sido hechos a través de su intercesión. Gregorio IX (1227-41) e Inocencio IV (1243-54) ordenaron un proceso de investigación el cual fue repetido por Clemente V (1305-14) y por Juan XXII (1316-34). Ninguna canonización formal ha tenido lugar , pero su nombre está en el Martirologio Romano y su fiesta es famosa en las Diócesis de Speyer, Mainz (Maguncia), Trier (Tréveris), y Limburg, también en la Abadía de Solesmes dónde un oficio propio es cantado (Brev. Monast. Tornac., 18 Sept.). Cuando el convento de Rupertsberg fue destruido en 1632 las reliquias de la santa fueron llevadas a Colonia y más tarde a Eibingen. En la secularización de este convento, fueron colocadas en la iglesia parroquial del lugar. En 1857 un reconocimiento oficial fue hecho por el Obispo de Limburg y las reliquias fueron puestas en un altar especialmente construido. En esta ocasión el pueblo de Eibingen la escogió como patrona. El 2 de julio del 1900, fue puesta aquí la piedra angular para el nuevo convento de Santa Hildegarda. El trabajo fue comenzado y completado a través de la munificencia del Príncipe Karl de Löwenstein, y las monjas Benedictinas de San Gabriel en Praga entraron a la nueva casa (17 Sept., 1904). Todos los manuscritos encontrados en el convento en Eibingen fueron transferidos en 1814 a la biblioteca estatal en Wiesbaden. De esta colección el primero y mayor trabajo de Santa Hildegarda es el "Scivias" (Scire o vias Domini, o vias lucis), parte del cual había sido presentado al Arzobispo de Mainz (Maguncia). Ella lo comenzó en 1141 y trabajó en él durante diez años. Es una producción extraordinaria y difícil de entender, todo el profético y admonitorio al estilo de Ezequiel y el Apocalipsis. En la introducción ella habla de sí misma y describe la naturaleza de sus visiones. Siguen tres libros, el primero contiene seis visiones; el segundo da siete visiones y tiene alrededor del doble el tamaño del primero; el tercero, igual en tamaño a los otros dos juntos, tiene trece visiones. El "Scivias" representa a Dios en Su Santa Montaña con la humanidad en la base; narra la condición original del hombre, su caída y redención, el alma humana y sus luchas, el Santo Sacrificio de la Misa, los tiempos por venir, el hijo de perdición y el fin del mundo. Las visiones se entremezclan con admoniciones saludables a vivir en el temor del Señor. Los manuscritos del "Scivias" están también en Cues y en Oxford. Fue impreso por primera vez en París (1513) en un libro que contiene además los escritos de varias otras personas. Fue impreso de nuevo en Colonia en 1628, y fue reproducido por Migne, PL 197. El "Liber vitae meritorum" escrito entre 1158 y 1163, es una descripción pintoresca de la vida de un Cristiano virtuoso y de su contrario. Fue impreso por primera vez por Pitra, "Analecta Sacra", VIII (Monte Cassino, 1882). El "Liber divinorum operum" (1163-70) es una contemplación de toda la naturaleza a la luz de fe. El sol, la luna, y las estrellas, los planetas, los vientos, los animales, y el hombre, son en sus visiones expresión de algo sobrenatural y espiritual, y como ellos vienen de Dios deben conducir a Él (Migne, el loc. cit.). Mansi, en "Baluzii Missell". (Lucca, 1761), II, 337, lo toma de un manuscrito perdido desde entonces. Su "Carta a los Prelados de Mainz (Maguncia)" con respecto al entredicho puesto sobre su convento es colocada aquí entre sus trabajos por el manuscrito de Wiesbaden; en otros manuscritos está ubicado entre sus cartas. El manuscrito de Wiesbaden le anexa nueve pequeños ensayos: Sobre la Creación y la caída del hombre; el trato de Dios a los renegados; sobre el sacerdocio y la Santa Eucaristía; sobre la unión entre Cristo y la Iglesia; sobre la Creación y la Redención; sobre los deberes de los jueces seculares; sobre las alabanzas a Dios con oraciones entremezcladas. "Liber Epistolarum et Orationum"; el manuscrito de Wiesbaden contiene las cartas de y para Eugenio III, Anastasio V, Adrian IV, y Alejandro III, El Rey Conrad III, el Emperador Federico, San Bernardo, diez arzobispos, nueve obispos, cuarenta y nueve abades y prebostes de monasterios o capítulos, veintitrés abadesas, muchos sacerdotes, maestros, monjes, monjas, y comunidades religiosas (P. L., loc. cit.). Pitra pone muchas adiciones; L. Clarus las editó en una traducción alemana (Ratisbon, 1854). "Vita S. Disibodi" y "Vita S. Ruperti"; éstos "Vitae", los cuales además Hildegarda declara ser revelaciones, fueron probablemente producto de las tradiciones locales y siendo, sobre todo la de San Ruperto, de fuentes muy exiguas; tienen sólo valor de legenda. "Expositio Evangeliorum" cincuenta homilías en alegoría (Pitra, el loc. cit.). "Lingua Ignota"; el manuscrito, en once folios con una lista de novecientas palabras de un idioma desconocido, principalmente sustantivos y sólo unos pocos adjetivos, una explicación en latín, y en algunos casos en alemán, junto con un alfabeto desconocido de veintitrés letras impreso por Pitra. Una colección de setenta himnos y sus melodías. Un manuscrito de esto está también en Afflighem, impreso por Roth (Wiesbaden, 1880) y por Pitra. No sólo en este trabajo, sino en otros lugares Hildegarda exhibe elevados dotes poéticos, transfigurados por su persuasión íntima de una misión Divina. "Liber Simplicis Medicinae" y "Liber Compositae Medicinae"; el primero fue editado en 1533 por Schott en Strasburgo como "Physica S Hildegardis", El Dr. Jessen (1858) encontró un manuscrito de este en la biblioteca de Wolfenbuttel. Consiste de nueve libros que tratan de las plantas, de los elementos, de los árboles, de las piedras, de los peces, de los pájaros, de los cuadrúpedos, de los reptiles, de los metales, impresos por Migne como "Subtilitatum Diversarum Naturarum Libri Novem." En I859, Jessen logró obtener de Copenhague un manuscrito titulado "Hildegardis Curae et Causae", y examinándolo comprobó satisfecho que era el segundo trabajo médico de la santa. Consiste en cinco libros y tratados de las divisiones generales de las cosas creadas, del cuerpo humano y de sus dolencias, de las causas, síntomas, y tratamiento de enfermedades. "38 Solutiones Quaestionum" son las respuestas a preguntas propuestas por los monjes de Villars a través de Gilberto de Gembloux sobre varios textos de la Escritura (P. L., loc. el cit.). "Explanatio Regulae S. Benedicti", también declarado revelación, exhibe la regla tal como la entendía y aplicaba en esos días por un superior inteligente y moderado. "Explanatio Symboli S. Athanasii", una exhortación dirigida a sus hermanas en religión. El "Revelatio Hildegardis de Fratribus Quatuor Ordinum Mendicantium", y las otras profecías contra los Mendicantes, etc., son falsificaciones. El "Speculum futurorum temporum" es una adaptación libre de textos escogidos de sus escritos hecha por Gebeno, prior de Eberbach (Pentachronicon, 1220). Algunos impugnarán la autenticidad de sus escritos, entre otros Preger en su "Gesch. der deutchen Mystik", 1874, pero sin razones suficientes. (Ver Hauck en "Kirchengesch. Deutschl", IV,398 sqq). Su correspondencia es para ser leída con cautela; tres cartas de papas han sido probadas falsas por Von Winterfeld en "Neue Archiv", XXVII, 297. La primera biografía de Santa Hildegarda fue escrita por los monjes contemporáneos Godofredo y Teodorico. Guilberto de Gembloux comenzó otra. |
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Sátiro, Santo Obispo, Septiembre 17
| Sátiro, Santo | Hermano de San Ambrosio Martirologio Romano: En Milán, de la Liguria, sepultura de san Sátiro, cuyos insignes méritos relata su hermano san Ambrosio. Cuando aún no estaba iniciado en los misterios cristianos, sufrió un naufragio sin temor a la muerte, pero, salvado de las aguas, entró en la Iglesia de Dios para no morir con las manos vacías. Unido en íntima y mutua fraternidad a su hermano Ambrosio, fue enterrado por el obispo de Milán junto al mártir san Víctor (377). Etimología: Sátiro = risueño, satírico. Viene de la lengua latina. Sátiro vivió en el siglo IV. Su nombre se quedó eclipsado ante la figura estelar de la Iglesia en aquellos tiempo, san Ambrosio. Era su hermano. Se querían mucho los dos, y ambos emprendieron la carrera que les condujo directamente a la meta de la santidad. Pasaron sus pruebas pero la fe les sostuvo en todo instante. Para que te des cuenta de su valor, Ambrosio escribió estas palabras acerca de él:" Qué haré ahora sin mi hermano tan dulce, tan bueno, mi ayuda, mi consuelo. No sé si llorar o reírme. De los tres hermanos fue san Sátiro el más inteligente e ingenioso". Hizo la carrera de abogado y de administrativo. Su fama le distinguió en Roma porque, sin duda, fue quien hizo las defensas más brillantes entre sus compañeros de Derecho. Le nombraron gobernador de una provincia. Siendo rico, vivía como un pobre. Todo lo que le quedaba del sueldo de un día, lo entregaba alegremente a los pobres. Tardó tiempo en abrazar la fe. Se pasó años de catecúmeno o de preparación para dar el salto a la vida cristiana en profundidad. Al bautizarse, el pueblo lo eligió en seguida obispo. Viajó por Africa y otros lugares predicando y escribiendo sobre el catecismo. Al volver del continente africano, se encontró con sus hermanos y hermanas. Poco tiempo después, murió en el año 379. |
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Fuente: aciprensa.com
Francisco María de Camporosso, Santo Religioso Capuchino, Septiembre 17
| Francisco María de Camporosso, Santo | Religioso Capuchino Martirologio Romano: En Génova, de la región de la Liguria, san Francisco María de Camporosso, religioso de la Orden de Hermanos Menores Capuchinos, que fue eximio por su caridad para con los pobres y por su entrega al bien y salvación de sus vecinos enfermos, haciéndose ofrenda como víctima de la peste arrasadora (1866). En 1804 en Camporoso, una localidad que se encuentra apenas se cruza la frontera francesa-italiana, nació en el seno de una familia humilde un niño a quien pusieron por nombre Juan, quien al igual que sus hermanos, recibió una educación religiosa muy simple, pero eso si, sin descuidar nunca a la Misa y la oración. Como hacia falta manos para el trabajo en campo, apenas tuvo edad para hacer faenas, el padre lo puso a guardar el ganado. A los 18 años el santo conoció a un hermano del convento de los monjes menores, y despertó en él el deseo de consagrarse al servicio de Dios. Fue admitido como terciario en el convento franciscano de Sestri Ponente y queriendo tener una vida de mayor austeridad, solicitó su ingreso entre los frailes menores capuchinos. Al año siguiente hizo su profesión en Génova, cambiando su nombre a Francisco María, y se le envió a trabajar en la enfermería para el cargo de gestor, cuyo oficio consistía en pedir limosna de puerta en puerta. En numerosas ocasiones, San Francisco recibió rotundas negativas por parte de los genoveses que no estaban muy dispuestos a ayudar a los religiosos, pero preservó con inagotable paciencia durante 10 años y llegó ser el mejor limosnero conocido en la ciudad donde ninguno de sus habitantes lo trataba mal o le negaba algo. Se le atribuyeron numerosos milagros y curaciones de enfermos, y toda Génova lo llamaba Padre Santo pues él era un verdadero padre para todos los pobres y afligidos que acudían a él. Una terrible epidemia de cólera devastó la ciudad, y San Francisco, abatido y casi inmovilizado por una dolorosa operación, ofreció al Padre Celestial su vida a cambio del cese de la epidemia. El 15 de setiembre fue atacado por la enfermedad y dos días después falleció, disminuyendo la fuerza de la epidemia hasta que cesó completamente. El Papa Juan XXIII lo canonizó el 9 de diciembre de 1962. |
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Fuente: Osanet.org
Querubin Testa de Avigliana, Beato Sacerdote Agustino, 17 de septiembre
| Querubin Testa de Avigliana, Beato | Perteneciente a la noble familia Prueba, Querubín nació en Avigliana, provincia de Turín (Italia), el año 1451. Abrazó en edad temprana la vida religiosa y vistió el hábito de los Ermitaños de S. Agustín en el convento local de la Orden, fundado por el beato Adriano Berzetti de Buronzo. Allí llevó, hasta al final de su breve existencia, una austera vida de mortificación y santidad, marcada siempre por un profundo espíritu de obediencia y una inmensa piedad. Se distinguió, además, por su pureza y por una particular profunda devoción a la Pasión de Cristo, hasta el extremo de pasar gran parte del día llorando, en extática contemplación de Jesús crucificado. Querubín murió, con sólo veintinueve años, el 17 de septiembre de 1479, en el convento de Avigliana. Se cuenta que, en el momento mismo en que exhaló el último aliento, las campanas del lugar comenzaron a tocar por sí solas, como para anunciar a los cuatro vientos el feliz tránsito de su alma al paraíso. En una pintura existente tiempo atrás en el claustro del antiguo convento agustino de Tolentino, en las Marcas, el beato Querubín estaba representado con la aureola del santo, una azucena florecida sobre el corazón y un crucifijo en la mano derecha. Bajo la imagen se podía leer la siguiente inscripción: Beatus Cherubinus de Aviliana, conventus S. Augustini Avilianae magnus splendor. La razón por la que fue representado con la azucena floreciente que salía del corazón, es explicada por algunos antiguos escritores agustinos, como, por ejemplo, Torelli y Elsen, con el hecho de que advirtiendo algunos religiosos que surgía una suave fragancia de su sepulcro cada vez que pasaban delante del mismo para ir al coro, se decidió exhumar el cuerpo del beato para trasladarlo a una sepultura más digna; y al abrir el sepulcro todos pudieron ver que una azucena perfumada había brotado milagrosamente del corazón de Querubín. Tales prodigios, ocurridos después de su muerte, favorecieron la inmediata afirmación del culto en su honor, conservado siempre vivo, e hicieron posible conseguir la solemne confirmación por parte de Pío IX, el 21 de septiembre de 1865 |
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Columba de Córdoba, Santa Mártir, Septiembre 17
| Columba de Córdoba, Santa | Mártir Martirologio Romano: En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santa Columba, virgen y mártir, que en la persecución desencadenada por los árabes confesó espontáneamente su fe ante el juez y demás magistrados, por lo que fue degollada frente a las puertas del palacio (853). Etimología: Columba = paloma, viene del latín Vivió en Córdoba bajo el dominio musulmán durante el siglo IX. Santa Columba de Córdoba fue decapitada por los musulmanes en el monasterio de Tabanos en 853, y su cuerpo arrojada al Guadalquivir mutilado. Sin embargo, cuando encontraron sus restos Columba estaba intacta. |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Lamberto de Maastricht, Santo Obispo y Mártir, Septiembre 17
| Lamberto de Maastricht, Santo | Obispo y Mártir Martirologio Romano: En Lieja, de Austrasia (hoy Bélgica), pasión de san Lamberto, obispo de Maastricht y mártir, que, desterrado, se retiró al monasterio de Stavelot y tiempo después, restituido a la sede, mientras desempeñaba brillantemente la función pastoral, siendo inocente fue asesinado por los enemigos de la Iglesia (c. 705). San Lamberto Nació en Maastrich, Holanda, y llegó a brillar en los campos de batalla, pero luego siguió la vocación que el Señor le inspiró y se ordenó sacerdote. Más tarde fue obispo de su ciudad natal. Gozó de estrecha amistad con el rey Childerico II, rey de Austrasia; pero, asesinado este monarca en 673, San Lamberto fue depuesto y expulsado de la sede por su sucesor, quien puso en el obispado a un hombre malvado e ignorante, Faramondo. Se retiró entonces a la abadía de Stavelot, en Bélgica. Allí vivió durante siete años tan humilde, obediente y fervoroso como un joven novicio. A la muerte de Ebronio Pepino de Heristal le fue a buscar para volverle a su sede. Este príncipe débil se amancebó con Alpayda y el obispo le reprendió su pecado. La depravada hembra se deshizo del santo valiéndose de Dodón, que asesinó al obispo de Maestricht en 696. En el lugar de su martirio se construyó una iglesia, y Leija, que no era más que una aldea, se convirtió en una ciudad importante por el influjo de peregrinos. Hoy día, ciento cuarenta iglesias belgas llevan su nombre. |
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Fuente: Vatican.va
Segismundo Félix Felinski, Santo Obispo y Fundador, 17 de septiembre
| Segismundo Félix Felinski, Santo | Obispo y Fundador Martirologio Romano: En Cracovia, ciudad de Polonia, beato Segismundo Félix Felinski, obispo de Varsovia, que en medio de grandes dificultades trabajó por la libertad y la instauración de la Iglesia, y, para atender a las necesidades del pueblo, fundó el Instituto de las Hermanas Franciscanas de la Familia de María (1895). Etimológicamente: Segismundo = Aquel que defiende la victoria Segismundo Félix Felinski (1822-1895) arzobispo de Varsovia y fundador de las Hermanas Franciscanas de la Familia de María, nació el 1 de noviembre de 1822 del matrimonio formado por Gerard Felinski y Eva Wendorff, en Wojutyn en Volinia (actualmente Ucrania), en lo que entonces era territorio ruso. Fue arzobispo de Varsovia por 16 meses, pasó 20 años en el exilio en Siberia, pasó 12 años en el semiexilio como tit. Arzobispo de Tarso y párroco en el país. Murió en Cracovia que entonces pertenecía a Austria, el 17 de septiembre de 1895. De hecho, pasó 58 de sus 73 años en un territorio que pertenecía al imperio ruso. Figura nacional y espiritual Él es venerado como Pastor en el exilio, un apóstol de la armonía nacional y la unidad en el espíritu del Evangelio, un modelo de dedicación sacerdotal. Como arzobispo de Varsovia y fundador de una congregación religiosa, ejerció sus funciones y obligaciones como un "Buen Pastor" con gran fortaleza, amor y coraje, manteniendo siempre una cuidadosa vigilancia sobre sí mismo. Escribió: "estoy convencido de que al mantener mi corazón incontaminado, que vive en la fe y de amor fraterno hacia mi prójimo, no estoy fuera del camino. Tan sólo ese es mi tesoro y él no tiene precio". Familia El tercero de seis hijos, dos de los cuales murieron a temprana edad, fue criado con la fe y la confianza en la Divina Providencia, el amor a la Iglesia y a la cultura polaca. Cuando Segismundo tenía 11 años su padre murió. Cinco años más tarde, en 1838, su madre fue detenida por los rusos y enviada al exilio en Siberia por su participación en actividades patrióticas. Aquella actividad patriótica consistía en trabajos para mejorar las condiciones sociales y económicas de los agricultores. Educación y antecedentes Segismundo tuvo una buena educación. Después de completar la escuela secundaria, estudió matemáticas en la Universidad de Moscú de 1840-1844. En 1847 se trasladó a París, donde estudió Literatura Francesa en la Sorbona y el Collège de France. Conocía a todas las figuras importantes de la emigración polaca, por ejemplo: Adam Mickiewicz. Fue amigo del poeta nacionalista Juliusz Slowacki quien murió después de la revuelta de Poznan. En 1848, participó en la revuelta de Poznan, misma que fracasó. Desde 1848-50 fue tutor de los hijos de Eliza y Zenon Brzozowski en Munich y París. En 1851 regresó a Polonia y entró en el seminario diocesano de Zytomierz. Estudió en la Academia Católica de San Petersburgo. El 8 de septiembre de 1855 el Arzobispo Ignacy Holowinski, Arzobispo de Mohilev lo ordenado. Fue asignado a la Parroquia de los Padres Dominicos de Santa Catalina de Siena en San Petersburgo hasta 1857, año en el que el obispo lo nombró director espiritual y profesor de filosofía de la Ecclesiastical Academy. En 1856 fundó la organización benéfica llamada "Rescate de los Pobres" y en 1857 fundó la Congregación de las Hermanas Franciscanas de la Familia de María. Arzobispo de Varsovia El 6 de enero de 1862, el Papa Pius IX designó a Segismundo Felinski Arzobispo de Varsovia. El 26 de enero de 1862 el Arzobispo Zylínski lo consagró en San Petersburgo. El 31 de enero partió hacia Varsovia ciudad a la que llegó el 9 de febrero de 1862. Los rusos, aniquilaron brutalmente el levantamiento Polaco contra Rusia que tuvo lugar en Varsovia el año 1861, dando lugar a un estado de sitio. Como respuesta a las bruscas medidas de los rusos, las autoridades eclesiásticas cerraron todas las iglesias durante cuatro meses. El 13 de febrero de 1862, el nuevo Arzobispo consagró nuevamente la catedral de Varsovia; el Ejército ruso lo había profanado el 15 de octubre de 1861. El 16 de febrero ordeno que se abrieran nuevamente todas las iglesias de la ciudad con la celebración solemne de la Exposición de Cuarenta Horas del Santísimo Sacramento. Segismundo Felinski fue Arzobispo de Varsovia durante 16 meses, del 9 de febrero de 1862 al 14 de junio de 1863. Fueron tiempos difíciles dado los enfrentamientos diarios entre los usurpadores rusos que tenían el poder y el Partido Nacionalista. Desafortunadamente, él encontró una atmósfera de desconfianza de parte de algunos ciudadanos e incluso de una parte del clero, todo debido a que el gobierno ruso, mediante engaños, les hizo pensar que el Arzobispo Felinski colaboraba secretamente con el gobierno. El Arzobispo siempre dejó en claro que tan sólo estaba al servicio de la Iglesia. También trabajó por la supresión sistemática de toda interferencia gubernamental en los asuntos internos de la iglesia. Reformó la diócesis para lo cual hacía visitas regulares a las parroquias y a las organizaciones caritativas dentro de la diócesis de modo de poder entender y conocer sus necesidades. Modificó los programas de estudio de la Ecclesiastical Academy de Varsovia y de los seminarios diocesanos, dando un nuevo ímpetu al desarrollo espiritual e intelectual del clero. Hizo todos los esfuerzos posibles para liberar a los sacerdotes encarcelados. Los animó a proclamar el Evangelio abiertamente, a catequizar a sus feligreses, a iniciar escuelas parroquiales para así lograr que las nuevas generaciones sean más serias, devotas y honestas. Cuidó de los pobres y huérfanos, comenzando un orfanato en Varsovia que confió a las Hermanas de la Familia de María. En la gestión política trató de impedir que su nación se lanzase precipitadamente en una visión imprudente y desconsiderada. Como una muestra de su protesta contra la sangrienta represión ejecutada por los rusos a la "Rebelión de enero" de 1863, el Arzobispo Felinski dimitió al Consejo de Estado y el 15 de marzo de 1863 escribió una carta al Emperador Alexander II, impulsándolo a acabar con la violencia. De la misma manera protestó contra el ahorcamiento del frayle capuchino Agrypin Konarski, "capellán de los rebeldes". Su intrepidez e intervenciones rápidamente ocasionaron que Alexander II lo enviara al exilio. Exiliado a Siberia durante 20 años De hecho, el 14 de junio de 1863, él fue deportado de Varsovia a Jaroslavl, en Siberia, donde él pasó, por ordenes directas del Zar, los siguientes 20 años totalmente incomunicado de Varsovia. Encontró un modo de organizar los trabajos de caridad para ayudar a sus compañeros de prisión y sobre todo a los sacerdotes. A pesar de las restricciones de la policía rusa, logró recaudar fondos para construir una Iglesia católica que más tarde se convirtió en parroquia. La gente se sorprendía de su actitud espiritual y tarde o temprano comenzaron a llamarle "el santo obispo polaco". Semiexilio en la región de Cracovia En 1883, después de negociaciones entre la Santa Sede y Rusia, el Arzobispo Felinski fue liberado y el 15 de marzo de 1883, el Papa Leo XIII lo transfirió de la Sede de Varsovia a ser Arsobispo titular en Tarso. Como clérigo de la capilla pública de la casa señorial de los Condes Keszycki y Koziebrodzki, proyectó una intensa actividad pastoral. De su propio peculio, estableció en el pueblo la primera escuela y un jardín de infancia. Construyó una iglesia y el convento para las Hermanas Franciscanas de la Familia de María. Murió en Cracovia el 17 de septiembre de 1895 y donde fue enterrado el 20 de septiembre. Más tarde sus restos fueron trasladados a Dzwiniacza (el 10 de octubre de 1895). Finalmente en 1920 sus restos fueron llevados a Varsovia donde, el 14 de abril de 1921, fueron solemnemente enterrados en la cripta de la Catedral de San Juan donde actualmente son venerados. Su Santidad Juan Pablo II lo beatificó el 18 de agosto de 2002. Fue canonizado el 11 de octubre de 2009. |
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Fuente: Vatican.va
Estanislao de Jesús y María (Juan Papczynski), Beato Presbítero y Funador, 17 de septiembre
| Estanislao de Jesús y María (Juan Papczynski), Beato | Sacerdote y Fundador de los Clérigos Marianos de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María Martirologio Romano: En Gora Kalwaria, Polonia, beato Estanislao de Jesús y María Papczynski, presbítero y fundador de los Clérigos Marianos de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María Etimológicamente: Estanislao = Aquel que es gloria y honor de su pueblo, es de origen polaco y eslavo. Estanislao de Jesús y María (nombre de pila Juan) Papczynski, sacerdote y fundador de los Clérigos Marianos de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María, primera congregación masculina polaca, fue beatificado el domingo 16 de septiembre en Polonia, en el santuario mariano de Lichen, por el secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, s.d.b. El crecimiento en las virtudes y en la educación "Son dos los adornos que dan mucho brillo a las santas instituciones religiosas: la virtud y la educación", así escribía el padre Papczynski en el ocaso de su vida (1690), en una de sus cartas, mencionando asimismo los atributos que caracterizaron también su propia vida. Nació en Podegrodzie, en el seno de una familia numerosa, cerca de Stary Sacz, el 18 de mayo de 1631. Corrían los tiempos en que Polonia, uno de los mayores Estados de Europa, con un territorio de casi un millón de kilómetros cuadrados, gozaba con orgullo de su poderío y esplendor. En aquellos días no se prestaba gran atención a los acontecimientos que hoy consideramos signos que auguraban las tragedias nacionales, cuyas tristes consecuencias, en corto tiempo, también el padre Papczynski tendría que sufrir. Su padre, Tomás, que era un sencillo y apreciado herrero, durante algunos años fue alcalde y encargado de la iglesia en Podegrodzie. Su madre era una mujer piadosa y diligente. Eran relativamente pudientes por la posición social que tenían, y no ahorraron esfuerzos ni medios para la sólida educación y formación de su hijo, quien, no sin considerables dificultades, estudió en colegios de escolapios y jesuitas. Tuvo que interrumpir en varias ocasiones sus estudios, al principio a causa de dificultades en el aprendizaje, y más tarde como resultado de las guerras y epidemias que se difundían por el país. Así, en 1648, como consecuencia de la epidemia que se extendía en Lvov, enfermó gravemente; con la ayuda de personas desconocidas, se salvó de forma verdaderamente milagrosa. En 1650 interrumpió sus estudios en Podoliniec (hoy Eslovaquia) porque la epidemia que se aproximaba del lado de Hungría obligó a las autoridades a cerrar el colegio escolapio. Más tarde, en 1651, tuvo que escapar de Lvov, junto con otros estudiantes del colegio jesuita, porque después de la derrota de los ejércitos reales se aproximaba a la ciudad el ejército cosaco. De igual manera, tuvo que interrumpir sus estudios teológicos cuando, en mayo de 1656, a causa de la guerra con Suecia, estalló un combate por la ocupación de la ciudad. Durante estos intervalos en sus estudios realizaba trabajos físicos en el campo. Más adelante, en Secreta conscientiae, confesaría: "Le doy gracias a Dios porque, por voluntad suya, fui entonces obligado por mis padres a apacentar rebaños, porque (me atrevo a declararlo con conciencia tranquila), al pasar el tiempo en los pastizales, en medio de los rebaños, conservé una conciencia pura y santa. ¡Señor mío! Lo que te suplico humildemente es que este género de providencia de tu majestad —el cual espero para el futuro y en el cual creo— me conduzca hasta el final de mi vida, para que tú seas glorificado en todos mis actos, pensamientos y palabras". Las dificultades en la consecución de su propia educación y su solicitud personal por ser fiel a Dios, le exigieron magnanimidad y firmeza de espíritu. Su valoración del estudio y la educación fue el fruto de aquellas virtudes; el padre Estanislao llegó a ser un buen maestro y educador de la juventud. Primera vocación Después de terminar la retórica y el curso de dos años de filosofía en el colegio jesuita en Rawa Mazowiecka, a la edad de 23 años, ingresó en la Orden de las Escuelas Pías (escolapios), oponiéndose a los insistentes esfuerzos de su madre y de su familia por casarlo. Los escolapios habían iniciado su actividad en Polonia en 1642 y gozaban ya de un considerable reconocimiento. Juan los conocía, con anterioridad a su ingreso, porque en los años 1649-1650 había estudiado en sus colegios de Podoliniec. La decisión había sido discernida con detenimiento y brotaba de la fe. No se excluye que esta decisión haya sido fortalecida, además, por la necesidad de oponerse a sus parientes, que veían su futuro de modo diferente. Después de muchos años confesaba: "Es muy difícil expresar lo mucho que aprecié mi vocación, la cual era promovida sólo por Dios mismo". Esperó algunos años para poder ingresar, ya que en 1646 los escolapios fueron reconocidos como congregación, pero sin derecho a la profesión de votos, y este estado se prolongó hasta el año 1656. Como Orden de carácter mariano, le parecía muy adecuada para él por su amor a María, en el que se había formado desde la infancia. Además, su dedicación a la formación de la juventud descuidada y pobre de origen campesino, y la idea de "suprema pobreza" contenida en aquella espiritualidad, hicieron que Juan se identificara con esta comunidad y se adhiriese a ella de corazón. Llamaba a su Orden: "La más santa congregación", "más valiosa que la vida", "la más amada". En el noviciado recibió el nombre religioso de Estanislao de Jesús y María. En el primer año del noviciado hizo tales progresos en la vida religiosa, que al inicio del segundo año fue enviado a realizar estudios teológicos en Varsovia. Allí, el 22 de julio de 1656, profesó los tres votos simples de castidad, pobreza y obediencia e hizo el juramento de permanecer en la Orden hasta el final de su vida. Al recibir las órdenes menores y el subdiaconado algunos días después, tuvo que abandonar el claustro junto con otros escolapios, porque cerca de los muros de Varsovia se desencadenó una batalla contra los ejércitos suecos. Los religiosos huyeron a Rzeszów y después se refugiaron en Podoliniec, donde, a comienzos de 1658, le fue encomendada al hermano Estanislao la enseñanza de retórica en el colegio local. El 12 de marzo de 1661 recibió la ordenación sacerdotal de manos del obispo de Przemysl, Estanislao Sarnowski. Después de tres años de trabajo como profesor de retórica en Rzeszów, fue trasladado a Varsovia. En búsqueda de la perfección evangélica Con todo el celo y la pasión propios de su carácter, el padre Estanislao se involucra en el trabajo pastoral. Había comenzado a enseñar retórica ya desde antes de su ordenación. Con el tiempo, para las necesidades de sus estudiantes, elaboró y entregó a la imprenta el Prodromus reginae artium, un manual de retórica que después sería varias veces renovado. Consideraba la enseñanza, que lo ponía en contacto con la juventud, como el medio perfecto para formar una nueva generación de ciudadanos de Polonia. Procuraba transmitir no sólo la manera de "pronunciar bellas palabras", sino también consejos "para una buena y noble vida", para que los alumnos "con el paso de los años, mediante la adquisición de sabiduría y todo género de virtudes, se convirtieran en la verdadera gloria de su familia, en la verdadera gloria de Polonia". Tenía consciencia de la trágica situación de su país: guerras incesantes y agotadoras que abarcaban todo el territorio, el ahondamiento de la miseria social, el vaciamiento del tesoro real, el descuido en el área de la fe y la moral, los irreprimibles privilegios de la nobleza, las luchas de partidos, la parálisis del parlamento. Por lo tanto, incluyó en su enseñanza elementos de crítica a la desigualdad y a las degeneraciones sociales, y publicó sus opiniones en dos manuales impresos. El padre Papczynski, ya desde 1663, se había hecho famoso en Varsovia no sólo como profesor de retórica, sino también como maestro de vida espiritual, predicador y confesor. Imprimió algunos de sus sermones, entre otros, Orator crucifixus (1670), que contiene consideraciones sobre las últimas siete palabras de Cristo. Fue también un incansable propagador del culto a la Inmaculada Concepción de María, dirigiendo, entre otras obras, la cofradía establecida en su honor en la iglesia de los escolapios en Varsovia. En la Orden, se le encomendó la tarea de prefecto del colegio, el encargo de recolectar las cartas de solicitud en el proceso de beatificación del padre José de Calasanz, y fue también elegido como delegado para el capítulo provincial. Sin embargo, al mismo tiempo, las controversias aumentaban. El padre Estanislao, inspirado por el espíritu del fundador, defendió celosamente la observancia primitiva de la Orden de las Escuelas Pías y el derecho de elección de los superiores provinciales en las provincias. Sin embargo, comenzaron a aparecer contra él, por parte de otros hermanos, acusaciones de instigación y rebeldía. A este período de su vida lo denominó "martirio de larga duración". Buscó fuerza y apoyo en la cruz de Cristo. De estas experiencias nació el libro Christus patiens, que contiene consideraciones acerca de la pasión del Señor basadas en fragmentos del Evangelio. Finalmente, movido por un verdadero amor, y deseando el restablecimiento de la paz en la provincia dividida a causa de las controversias, solicitó en 1669 el permiso de abandonar la Orden de las Escuelas Pías y lo obtuvo mediante un breve apostólico del día 11 de diciembre de 1670. Fundador de los Clérigos Marianos Mientras aguardaba que llegara la autorización para su partida, en la residencia escolapia de Kazimierz, cerca de Cracovia, el padre Estanislao, de manera inesperada, y ante todos los allí congregados, leyó su Oblatio, un acto —previamente preparado— de consagración total a Dios uno y trino y a la Madre de Dios María Inmaculada, y anunció su propósito de fundar la "Asociación de sacerdotes marianos de la Inmaculada Concepción". Al mismo tiempo, confesó su fe en la Inmaculada Concepción y profesó el llamado "voto de sangre", es decir, la disposición de defender esta verdad incluso hasta dar la vida por ella. En los planes de la Providencia divina, la Orden de los Escolapios fue para el padre Estanislao una escuela de vida religiosa, un lugar de preparación para entrar en una nueva vocación. Más tarde confesó que aquel acto de consagración lo hizo por inspiración divina, y que la "visión" de la nueva congregación fue formada en su mente por el Espíritu Santo. Inmediatamente después de abandonar la Orden de los Escolapios, comenzó a buscar formas de realización de esos propósitos y, por esa razón, no aceptó las invitaciones de otras congregaciones que le ofrecieron el ingreso en sus comunidades. También rechazó varios beneficios que le fueron ofrecidos por algunos obispos. Con el apoyo del obispo de Poznan, Esteban Wierzbowski, se instaló en un terreno de su diócesis, y en 1671 vistió allí un hábito blanco para honrar a la Inmaculada Concepción. Entre tanto, preparó para la futura congregación una nueva regla y la llamó Norma vitae. Para dar inicio a su instituto se encaminó a una pequeña comunidad de ermitaños en Puszcza Korabiewska (hoy Puszcza Marianska) y les expuso su visión de la vida religiosa. Los "Ermitaños Marianos" obtuvieron la aprobación eclesial el 24 de octubre de 1673 mediante el decreto del obispo Estanislao Swiecicki. En 1677, el obispo Esteban Wierzbowski donó a los marianos la iglesia de la Última Cena en Nowa Jerozolima (hoy Gora Kalwaria), junto a la cual surgió la nueva casa religiosa. El 21 de abril de 1679, ese mismo obispo erigió canónicamente la congregación de los Marianos en el territorio de su diócesis. El padre Estanislao no cesó en sus esfuerzos por conferirle una forma de vida que no fuera ermitaña —con la que había surgido la primera casa religiosa—, sino apostólica, según el modelo escolapio que conocía y apreciaba en gran manera. El carisma y desarrollo de la Congregación Antes que Estanislao Papczynski fundara la Orden de los Marianos, cuyo primer objetivo era la difusión del culto a la Inmaculada Concepción de la santísima Virgen María, la espiritualidad mariana había impregnado ya completamente medio siglo XVII. Esta espiritualidad estaba vinculada a variadas y bastante originales formas de piedad, entre las cuales la más significativa era la esclavitud mariana. Elaborada teológicamente y siendo bastante popular entre la sociedad, con seguridad tuvo influencia en los votos del rey Jan Kazimierz y la consagración de Polonia como esclava de María. Aunque la espiritualidad de la congregación de los Marianos refleja, de algún modo, la espiritualidad y la mentalidad de la Iglesia en Polonia, al mismo tiempo se puede advertir que su fundador no quería ser un simple continuador de esa devoción mariana. Concentró su atención, sobre todo, en el misterio de la Inmaculada Concepción, hallando en él, de alguna manera, el corazón del cristianismo: el don gratuito del infinito amor de Dios por los hombres, obtenido por Cristo, es acogido por María como la primera entre los creyentes, en total amor y docilidad a Dios, durante toda su vida. También, por esa razón puso en este misterio una gran esperanza de alcanzar los bienes celestiales, orando con frecuencia: "Que la Inmaculada Concepción de la Virgen María sea nuestra salvación y protección". Vio en la imitación evangélica de la vida de María la forma fundamental del culto a la Inmaculada Concepción. Su sensibilidad a la actuación del Espíritu Santo y a los signos de los tiempos, en especial a las vicisitudes de los más pobres, hicieron que en 1676 añadiera al objetivo original de la Congregación la oración por los difuntos, sobre todo por los soldados caídos y por las víctimas de las epidemias. Los primeros biógrafos del padre Estanislao citan que él mismo frecuentaba los campos de batalla, curaba las heridas de los soldados, enterraba a los muertos y oraba por ellos. Son aquí significativas las reminiscencias de su servicio durante la batalla contra los turcos en territorio ucraniano, en los años 1675-1676. El padre Estanislao tuvo muchas experiencias místicas vinculadas con el purgatorio, durante las cuales hubo de experimentar los sufrimientos de los difuntos sometidos a la purificación. Además de orar más por ellos en forma personal y de asumir diferentes actos de penitencia por esa intención, exhortó a sus hermanos a hacer lo mismo. El fundador de los Marianos también deseaba ayudar a los párrocos en su trabajo pastoral y se dedicó con celo a esta actividad apostólica. La crisis de Polonia, sentida por todos en aquel tiempo, afectó también a la Iglesia y se manifestó no sólo en la falta de formación religiosa —en especial entre las capas sociales más bajas— sino también, en la carencia de sacerdotes. En su celo por la santificación del pueblo, el padre Estanislao escribió y editó en 1675, en Cracovia, el libro titulado Templum Dei mysticum. En él expone a los fieles laicos la manera de aspirar a la santidad, apoyándose en las palabras de san Pablo referentes a que el cristiano es "templo de Dios" (1 Co 3, 16). El padre Estanislao también se dedicó con celo a las obras de misericordia, tanto espirituales como materiales. Con el objeto de obtener la aprobación pontificia, en 1690 se dirigió a Roma, pero desafortunadamente se encontró con la muerte del Papa Alejandro VII. Mientras esperaba la elección del nuevo Papa, cayó enfermo y tuvo que regresar a su país. Solamente alcanzó a obtener el consentimiento de los franciscanos observantes para poner bajo su cuidado la congregación de los Marianos. Esta anexión a los franciscanos había sido solicitada por él en 1691 a fin de asegurar un desarrollo estable para la nueva comunidad. Después de regresar a Polonia, convencido de la proximidad de su muerte, escribió su testamento. No obstante, recobró la salud y continuó dirigiendo el desarrollo de la comunidad. En la primavera de 1698, como no se sentía con suficientes fuerzas para hacerlo él mismo, envió a Roma al procurador general Kozlowski con la tarea de obtener la aprobación pontificia, y en el otoño de ese mismo año emprendió la fundación en Gozlin, Mazovia. Kozlowski obtuvo la aprobación pontificia para los Marianos en el año de 1699, después de recibir la Regula decem beneplacitorum. El 24 de noviembre de 1699, Inocencio XII aprobó canónicamente a los Marianos, la última Orden de clero regular en la historia de la Iglesia. El Papa encomendó al nuncio de Varsovia que recibiera la profesión de votos solemnes de los religiosos Marianos. Estanislao Papczynski fue superior general hasta el final de su vida. Murió el 17 de septiembre de 1701 en la casa religiosa de Gora Kalwaria, pronunciando las palabras: "En tus manos Señor, encomiendo mi espíritu", bendiciendo antes a quienes lo acompañaban, animándolos a conservar la Regla y las Constituciones, y expresando su ardiente deseo de unirse a Cristo. La Orden fundada por él fue desarrollándose, aunque no sin considerables dificultades. Al poco tiempo de la muerte de su fundador, atravesó una crisis que por poco no acabó con su existencia. Después de superar las dificultades, la comunidad salió fortalecida y comenzó el dinámico desarrollo de los Marianos en Polonia, en Portugal y en Roma. El siglo XIX trajo un tiempo de encarnizadas persecuciones por parte de las autoridades seculares y la clausura de las casas religiosas en todos los países en los que se encontraba la Orden de los Marianos. A comienzos del siglo XX, quedaba un solo sacerdote Mariano, en Mariámpole, Lituania. No obstante, Dios salvó su obra sirviéndose del beato Jorge Matulaitis Matulewicz quien, con el consentimiento de la Santa Sede y en cooperación con el superior general, ingresó en secreto en la Orden y, a escondidas de las autoridades seculares, llevó a cabo una reforma. El rápido desarrollo que siguió a la reforma hizo que los Marianos emprendieran sucesivas obras en nuevos países. Al presente, la Congregación cuenta con más de 500 miembros en 18 países, en todos los continentes. Historia del proceso de beatificación Estanislao Papczynski murió en olor de santidad. Esta fama de santidad era conocida ya durante su vida terrena. Sin embargo, como resultado de las dificultades que atravesó la Orden de los Marianos después de su muerte, no se emprendieron entonces las gestiones para su beatificación. La actividad intensa en esa dirección fue iniciada por el siervo de Dios Kazimierz Wyszynski, sacerdote Mariano, a mediados del siglo XVIII. El proceso informativo, iniciado en la diócesis de Poznan, duró desde 1767 a 1769. A principios del siglo XX, inmediatamente después del renacimiento de la Congregación, durante el capítulo general presidido por el beato Jorge Matulaitis Matulewicz en 1923, se tomó la decisión de reanudar las gestiones del proceso de beatificación. Sin embargo, el proceso sólo se inició formalmente en 1953. La Congregación para las causas de los santos emitió en 1992 el decreto sobre la heroicidad de las virtudes del padre Estanislao, y el 16 de diciembre del 2006, emitió el decreto que reconocía el milagro realizado por su intercesión. Mensaje para el siglo XXI Podría parecer que las circunstancias de la vida de Estanislao Papczynski, quien vivió hace más de 300 años, no tienen mucho que decirle al hombre contemporáneo. Sin embargo, la divina Providencia, en la que él confió toda su vida sin límites y con perseverancia, quiere que los ojos del hombre de hoy se vuelvan hacia la persona de un religioso que persiguió un fin: que el hombre, redimido por la sangre de Cristo, acoja plenamente la verdad del Evangelio y la gracia de Dios, y que responda a ella con la totalidad de su vida. Con estos objetivos fundó la Congregación; esta es la verdad que procuró llevar a los hombres. Encontró la inspiración para sus convicciones en el misterio de la Inmaculada Concepción, en el que descubrió la inmensidad del amor de Dios por cada hombre, desde el inicio de su existencia y sin mérito alguno de su parte. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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