JMJ
Pax
Todo el que pide, recibe
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 7-12
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Pidan y Dios les dará, busquen y encontrarán, llamen y Dios les abrirá. Porque todo el que pide recibe, el que busca encuentra, y al que llama, Dios le abre.
¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan le da una piedra?; o si le pide un pez, ¿le da una serpiente? Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre del cielo dará cosas buenas a los que se las pidan!
Así pues, traten a los demás como quieran que ellos los traten, porque en esto consisten la ley y los profetas".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
jue 1a. Sem cuaresma
Antífona de Entrada
Señor, oye mis palabras, escucha mi lamento, haz caso de mi voz suplicante, Rey mío y Dios mío.
Oración Colecta
Oremos:
Puesto que sin ti nada podemos, concédenos, Señor, luz para distinguir el bien y valor para ponerlo en práctica, a fin que vivamos siempre según tu voluntad.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
No tengo otro defensor más que tú, Señor
Lectura del libro de Ester 14, 1.3-5.12-14
En aquellos días la reina Ester, angustiada porque la muerte se le venía encima, recurrió al Señor, y oró así al Señor de Israel:
"Señor mío, tú eres nuestro único rey, ayúdame, porque estoy sola, no tengo a más protector que a ti, y el peligro me amenaza. Desde niña he oído en mi familia que tú, Señor, elegiste a Israel entre todas las naciones, y a nuestros padres entre todos sus antepasados, como heredad perpetua, cumpliendo todas tus promesas.
Acuérdate de nosotros, Señor, y hazte presente en medio de nuestra tribulación. Dame valor, Rey de los dioses y dominador de todo poder; inspírame palabras oportunas; cuando tenga que hablar al león, cambia su corazón; haz que aborrezca a nuestro adversario, para que muera con sus cómplices. Líbrame, Señor, con tu poder, y ayúdame a mí, que estoy sola, y no tengo a nadie más que a ti, Señor".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 137, 1-2a.2bc-3.7c-8
Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón; te cantaré en presencia de los dioses extranjeros, postrado hacia tu templo santo.
Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.
Doy gracias a tu nombre por tu amor y tu fidelidad. Cuando te invoqué, me escuchaste y fortaleciste mi ánimo.
Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.
Despliegas tu poder contra la saña de mis enemigos. El Señor completará lo que hace por mí: Señor, tu amor es eterno, no abandones la obra de tus manos.
Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.
Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Crea en mí, Señor, un corazón puro y devuélveme tu salvación que regocija.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
Todo el que pide, recibe
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 7-12
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Pidan y Dios les dará, busquen y encontrarán, llamen y Dios les abrirá. Porque todo el que pide recibe, el que busca encuentra, y al que llama, Dios le abre.
¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan le da una piedra?; o si le pide un pez, ¿le da una serpiente? Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre del cielo dará cosas buenas a los que se las pidan!
Así pues, traten a los demás como quieran que ellos los traten, porque en esto consisten la ley y los profetas".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, en tu bondad las ofrendas y súplicas que te presentamos, y convierte hacia ti nuestros corazones.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Las privaciones voluntarias
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque con nuestras privaciones voluntarias nos enseñas a reconocer y agradecer tus dones, a dominar nuestro afán de suficiencia y a repartir nuestros bienes con los necesitados, imitando así tu generosidad.
Por eso, con todos los ángeles, te glorificamos y te aclamamos diciendo:
Antífona de la Comunión
Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que toca se le abre.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Concédenos, Señor Dios nuestro, que el sacramento que nos has dado como ayuda para nuestra salvación, nos sirva de auxilio tanto para esta vida como para la futura.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
Cuaresma. 1ª semana. Jueves
LA ORACIÓN DE PETICIÓN
— Pedir y agradecer, dos formas de relacionarnos con Dios. Dos modos de oración muy gratos al Señor. Rectitud de intención al pedir.
— Humildad y perseverancia en la petición.
— El Señor siempre nos atiende. Buscar también la intercesión de la Virgen, nuestra Madre, y del Ángel Custodio.
I. Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá; porque todo el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y a quien llama se le abrirá1.
Pasamos una buena parte de nuestra vida pidiendo cosas a otras personas que tienen más, o que tienen unos conocimientos superiores a los nuestros. Pedimos, porque somos gente necesitada. Y es, en muchas ocasiones, la única posibilidad de relacionarnos con los demás. Si no pidiéramos nunca nada, terminaríamos en una especie de vacío y de falsa y empobrecida autosuficiencia. Pedir y dar; eso es la mayor parte de nuestra vida y de nuestro ser. Al pedir nos reconocemos necesitados. Al dar podemos ser conscientes de la riqueza sin término que Dios ha puesto en nuestro corazón.
Lo mismo nos ocurre con Dios. Gran parte de nuestras relaciones con Él están definidas por la petición; el resto, por el agradecimiento. Al pedir nos manifestamos en nuestra radical insuficiencia. Pedir nos hace humildes; además, damos a nuestro Dios la oportunidad de mostrarse como Padre. Conocemos así el amor que Dios nos tiene. Pues, ¿quién hay entre vosotros a quien si el hijo le pide pan le dé una piedra?... ¿Cuánto más vuestro Padre que está en los Cielos dará cosas buenas a quienes le pidan?2.
No pedimos con egoísmo, ni llenos de soberbia, ni con avaricia, ni por envidia. Si nuestra petición es, por ejemplo, la ayuda en unos exámenes, un favor material, sanar de una enfermedad, etc., debemos examinar en la presencia de Dios los verdaderos motivos de esa petición. Le preguntaremos en la intimidad de nuestra alma si eso que hemos solicitado nos ayudará a amarle más y a cumplir mejor su Voluntad. En muchas ocasiones nos daremos enseguida cuenta de la poca entidad de ese asunto que nos parecía de vida o muerte, y nos haremos cargo de que aquello que deseábamos desesperadamente no era tan importante. Sabremos enderezar nuestra voluntad con la Voluntad de Dios y, entonces, va mucho mejor encaminada nuestra petición.
Podemos pedir al Señor que nos sane pronto de una enfermedad; pero también debemos pedir juntamente que, si esto no sucede porque sus planes son otros –planes misteriosos y desconocidos para nosotros, pero que vienen de un Padre–, nos conceda entonces la gracia necesaria para llevar con paciencia esos dolores, y la sabiduría para sacar de esa enfermedad grandes frutos que benefician a nuestra alma y a toda la Iglesia.
La primera condición de toda petición eficaz es conformar primero nuestra voluntad a la Voluntad de Dios, que en ocasiones quiere o permite cosas y acontecimientos que nosotros no queremos ni entendemos, pero que terminarán siendo de grandísimo provecho para nosotros y para los demás. Cada vez que hacemos ese acto de identificación de nuestro querer con el de Dios, hemos dado un paso muy importante en la virtud de la humildad.
Existen innumerables bienes que el Señor espera que le pidamos para que se nos concedan. Bienes espirituales y materiales; ordenados todos a nuestra salvación y a la del prójimo. "¿No convendréis conmigo en que, si no alcanzamos lo que pedimos a Dios, es porque no oramos con fe, con el corazón bastante puro, con una confianza bastante grande, o porque no perseveramos en la oración como debiéramos? Jamás Dios ha denegado ni denegará nada a los que le piden sus gracias debidamente"3.
II. Siempre procuramos ir a la oración con la confianza de hijos. Y entonces buscamos identificar nuestra voluntad con la de nuestro Padre Dios: no se haga mi voluntad, sino la tuya4, podríamos añadir después de cada petición. Porque no queremos afirmar nuestro proyecto de vida sino, ante todo, cumplir la Voluntad de Dios. El Evangelio nos presenta muchos casos de esta oración filial, humilde y perseverante. San Mateo narra5 la petición de una mujer que puede servir de ejemplo para todos nosotros. Llegó Jesús a la región de Tiro y Sidón, tierra de gentiles. Debía ir buscando en esos lugares algún descanso para sus Apóstoles, ya que no lo pudo encontrar en la región desértica de Betsaida; quiere pasar unos días a solas con ellos.
Mientras caminaban, se les acercó una mujer, con una insistente petición. Y a pesar de su perseverancia en el ruego, Jesús guarda silencio: Pero Él no contestó palabra, dice el Evangelista.
Los discípulos le dicen que la atienda, para que se vaya. No hace más que molestar con su insistencia. Pero Jesús pensaba de otro modo. Después de un rato, sale de su silencio y, lleno de ternura al ver su humildad, la atiende. Le explica el plan divino de la salvación: No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Era el plan divino desde la eternidad. Él redimiría con su Vida y su Muerte en la Cruz a todos los hombres, pero la evangelización comenzará por Israel; luego los apóstoles de todos los tiempos la llevarán hasta el fin de la tierra6, a todos los hombres.
Pero esta mujer cananea, que acaso ni comprendió el plan divino, no se desanima ante su respuesta: Mas ella, acercándose, se postró ante Él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Sabe lo que quiere y sabe que puede conseguirlo de Jesús.
El Señor le explica de nuevo, con una parábola, lo mismo que acaba de decirle poco antes: No es bueno tomar el pan de los hijos y arrojarlo a los perrillos. Los "hijos" eran el pueblo de Israel7, al que ella no pertenece. Muy pronto llegará también la hora de los gentiles.
Pero la mujer no cede en su empeño. Su fe se acrecienta y se desborda. Y ella se introduce en la parábola, con gran humildad, como un personaje más: Verdad, Señor, pero también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.
Tanta fe, tanta humildad, tanta constancia, hacen exclamar al Señor: ¡Oh mujer, grande es tu fe! Y, con un tono entre solemne y lleno de condescendencia, añade: Hágase conforme tú lo deseas.
El Evangelista tendrá buen cuidado en anotar: Y a la misma hora su hija quedó curada. Para este milagro excepcional fueron necesarias también una fe, una humildad y una constancia excepcionales.
Jesús nos oye siempre: también cuando parece que calla. Quizá es entonces cuando más atentamente nos escucha. Quizá está provocando –con este aparente silencio– que se den en nosotros las condiciones necesarias para que el milagro se realice: que le pidamos confiadamente, sin desánimo, con fe.
Cuántas veces nuestra oración, ante necesidades perentorias, será la misma: ¡Señor, socórreme! ¡Qué estupenda jaculatoria para tantas necesidades –sobre todo del alma– que nos son tan urgentes!
Pero no basta pedir; hay que hacerlo con perseverancia, como esa mujer, sin cansarnos, para que la constancia alcance lo que no pueden nuestros méritos. Mucho vale la oración perseverante del justo8. Dios ha previsto todas las gracias y ayudas que necesitamos, pero también ha previsto nuestra oración.
Pedid y se os dará... llamad y se os abrirá. Y recordamos ahora nuestras muchas necesidades personales y las de aquellas personas que viven cerca de nosotros. No nos abandona el Señor.
III. Si alguna vez no se nos concedió algo que pedimos confiadamente es que no nos convenía: "bien mira por ti quien no te da, cuando le pides lo que no te conviene"9. ¡Él sí que sabe lo que nos conviene! Esta oración que hicimos con tanta insistencia quizá, habría sido eficaz para otros bienes, o para otra ocasión más necesaria. ¡Nuestro Padre Dios la encaminó bien!: "Siempre da más de lo que le pedimos"10. Siempre.
Para que nuestra petición sea atendida con más prontitud, podemos solicitar las oraciones de otras personas cercanas a Dios, como hizo aquel Centurión de Cafarnaún: le envió algunos ancianos de los judíos a suplicarle que viniese a curar a su criado. Estos amigos cumplieron bien su cometido: fueron a Jesús, y rogaron con gran insistencia que condescendiese: Es un sujeto –le decían– que merece que le hagas este favor...11. El Señor atendió sus ruegos.
A la hora de pedir oraciones nos puede ser útil recordar que "después de la oración del Sacerdote y de las vírgenes consagradas, la oración más grata a Dios es la de los niños y la de los enfermos"12.
También pediremos a nuestro Ángel Custodio que interceda por nosotros y presente nuestra petición al Señor, pues "el ángel particular de cada cual, aun de los más insignificantes dentro de la Iglesia, por estar contemplando siempre el rostro de Dios que está en los cielos, viendo la divinidad de nuestro Creador, une su oración a la nuestra y colabora en cuanto le es posible en favor de lo que pedimos"13.
Tenemos además un camino, que la Iglesia nos ha enseñado desde siempre, para que nuestras peticiones lleguen con prontitud ante la presencia de Dios. Este camino es la mediación de María, Madre de Dios y Madre nuestra. A Ella acudimos ahora y siempre: "Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo..."14.
1 Evangelio de la Misa, Mt 7, 7-12. — 2 Mt 7, 9 y 11. — 3 Santo Cura de Ars, Sermón sobre la oración. — 4 Lc 22, 42. — 5 Mt 15, 21-28. — 6 Hech 1, 8. — 7 Cfr. Ex 4, 23; Is 1, 2; Jer 31, 20; Os 11, 1; etc. — 8 Sant 5, 17. — 9 San Agustín, Sermón 126. — 10 Santa Teresa, Camino de perfección, 37. — 11 Lc 7, 3-4. — 12 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 98. — 13 Orígenes, Trat. sobre la oración, 10. — 14 Oración "Acordaos" de San Bernardo.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Domingo Savio, Santo Adolescente Santo, Marzo 9
Adolescente Santo Martirologio Romano: En Mondonio, en el Piamonte, santo Domingo Savio, que, dulce y jovial desde la infancia, todavía adolescente consumó con paso ligero el camino de la perfección cristiana. Veamos los rasgos de su santidad Perfil de su niñez: ¿Por qué este adolescente es Patrono de las mamás embarazadas? Estando Domingo en el Oratorio en Turín, un día le pide a Don Bosco que le deje ir a ver a su mamá porque está enferma. Don Bosco no sabe explicarse, pues nadie se lo había dicho, ni él mismo lo sabía; pero ante la insistencia de Domingo se lo permite. Al llegar cerca de la casa los familiares le quieren impedir que entre a ver a su mamá, pues está luchando por dar a luz a un nuevo hijo y corre grave peligro de morir en el intento. Domingo no hace caso y entra, se arroja sobre la mamá, la abraza, la besa y disimuladamente deja sobre el pecho de ella un escapulario de la Virgen María. Regresa después al oratorio y se presenta a Don Bosco para agradecerle el permiso y para decirle que su madre está perfectamente bien. Efectivamente la mamá pudo dar a luz sin ningún problema a su hijito. Todos vieron que esto fue un milagro. La mamá conservó este escapulario. Y lo prestaba a las vecinas y a las mismas hermanas de Domingo cuando tenían dificultades en el embarazo. Los médicos, enterados, lo recomendaban a sus pacientes. Fueron muchas las gracias conseguidas con aquel milagroso escapulario. ORACIÓN DE LA MADRE EN LA ESPERA DE UN HIJO |
Dibujos animados:
https://www.youtube.com/watch?v=o6gDbg4J8cc
Historieta:
http://www.gloria.tv/?media=131449
http://www.gloria.tv/?media=160109
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Santa Francisca Romana
(año 1440)
Esposa, madre, viuda y apóstol seglar.
Francisca nació en Roma en el año 1384. Y en cada año, el 9 de marzo, llegan cantidades de peregrinos a visitar su tumba en el Templo que a ella se le ha consagrado en Roma y a visitar el convento que ella fundó allí mismo y que se llama "Torre de los Espejos".
Sus padres eran sumamente ricos y muy creyentes (quedarán después en la miseria en una guerra por defender al Sumo Pontífice) y la niña creció en medio de todas las comodidades, pero muy bien instruida en la religión. Desde muy pequeñita su mayor deseo fue ser religiosa, pero los papás no aceptaron esa vocación sino que le consiguieron un novio de una familia muy rica y con él la hicieron casar.
Francisca, aunque amaba inmensamente a su esposo, sentía la nostalgia de no poder dedicar su vida a la oración y a la contemplación, en la vida religiosa. Un día su cuñada, llamada Vannossa, la vio llorando y le preguntó la razón de su tristeza. Francisca le contó que ella sentía una inmensa inclinación hacia la vida religiosa pero que sus padres la habían obligado a formar un hogar. Entonces la cuñada le dijo que a ella le sucedía lo mismo, y le propuso que se dedicaran a las dos vocaciones: ser unas excelentes madres de familia, y a la vez, dedicar todos los ratos libres a ayudar a los pobre y enfermos, como si fueran dos religiosas. Y así lo hicieron. Con el consentimiento de sus esposos, Francisca y Vannossa se dedicaron a visitar hospitales y a instruir gente ignorante y a socorrer pobres. La suegra quería oponerse a todo esto, pero los dos maridos al ver que ellas en el hogar eran tan cuidadosas y tan cariñosas, les permitieron seguir en esta caritativa acción. Pronto Francisca empezó a ganarse la simpatía de las gentes de Roma por su gran caridad para con los enfermos y los pobres. Ella tuvo siempre la cualidad especialísima de hacerse querer por la gente. Fue un don que le concedió el Espíritu Santo.
En más de 30 años que Francisca vivió con su esposo, observó una conducta verdaderamente edificante. Tuvo tres hijos a los cuales se esmeró por educar muy religiosamente. Dos de ellos murieron muy jóvenes, y al tercero lo guió siempre, aun después de que él se casó, por el camino de todas las virtudes.
A Francisca le agradaba mucho dedicarse a la oración, pero le sucedió muchas veces que estando orando la llamó su marido para que la ayudara en algún oficio, y ella suspendía inmediatamente su oración y se iba a colaborar en lo que era necesario. Veces hubo que tuvo que suspender cinco veces seguidas una oración, y lo hizo prontamente. Ella repetía: "Muy buena es la oración, pero la mujer casada tiene que concederles enorme importancia a sus deberes caseros".
Dios permitió que a esta santa mujer le llegaran las más desesperantes tentaciones. Y a todas resistió dedicándose a la oración y a la mortificación y a las buenas lecturas, y a estar siempre muy ocupada. Su familia, que había sido sumamente rica, se vio despojada su sus bienes en una terrible guerra civil. Como su esposo era partidario y defensor del Sumo Pontífice, y en la guerra ganaron los enemigos del Papa, su familia fue despojada de sus fincas y palacios. Francisca tuvo que irse a vivir a una casona vieja, y dedicarse a pedir limosna de puerta en puerta para ayudar a los enfermos de su hospital. Y además de todo esto le llegaron muy dolorosas enfermedades que le hicieron padecer por años y años. Ella sabía muy bien que estaba cosechando premios para el cielo.
Su hijo se casó con una muchacha muy bonita pero terriblemente malgeniada y criticona. Esta mujer se dedicó a atormentarle la vida a Francisca y a burlarse de todo lo que la santa hacía y decía. Ella soportaba todo en silencio y con gran paciencia. Pero de pronto la nuera cayó gravemente enferma y entonces Francisca se dedicó a asistirla con una caridad impresionantemente exquisita. La joven se curó de la enfermedad del cuerpo y quedó curada también de la antipatía que sentía hacia su suegra. En adelante fue su gran amiga y admiradora.
Francisca obtenía admirables milagros de Dios con sus oraciones. Curaba enfermos, alejaba malos espíritus, pero sobre todo conseguía poner paz entre gentes que estaban peleadas y lograba que muchos que antes se odiaban, empezaran a amarse como buenos amigos. Por toda Roma se hablaba de los admirables efectos que esta santa mujer conseguía con sus palabras y oraciones. Muchísimas veces veía a su ángel de la guarda y dialogaba con él.
Francisca fundó una comunidad de religiosas seglares dedicadas a atender a los más necesitados. Les puso por nombre "Oblatas de María", y su casa principal, que existe todavía en Roma, fue un edificio que se llamaba "Torre de los Espejos". Sus religiosas vestían como señoras respetables. No tenían hábito especial.
Nombró como superiora a una mujer de toda su confianza, pero cuando Francisca quedó viuda entró también ella de religiosa, y por unanimidad las religiosas la eligieron superiora general. En la comunidad tomó por nombre "Francisca Romana".
Había recibido de Dios la eficacia de la palabra y por eso acudían a ella numerosas personas para pedirle que les ayudara a solucionar los problemas de sus familias. El Espíritu Santo le concedió el don de consejo, por el cual sus palabras guiaban fácilmente a las personas a conseguir la solución de sus dificultades.
Cuando llegaban las epidemias, ella misma llevaba a los enfermos al hospital, lo atendía, les lavaba la ropa y la remendaba, y como en tiempo de contagio era muy difícil conseguir confesores, ella pagaba un sueldo especial a varios sacerdotes para que se dedicaran a atender espiritualmente a los enfermos.
Francisca ayunaba a pan y agua muchos días. Dedicaba horas y horas a la oración y a la meditación, y Dios empezó a concederle éxtasis y visiones. Consultaba todas las dudas de su alma con un director espiritual, y llegó a tal grado de amabilidad en su trato, que bastaba tratar con ella una sola vez para quedar ya amigos para siempre. A las personas que sabía que hablaban mal de ella, les prodigaba mayor amabilidad.
Estaba gravemente enferma, y el 9 de marzo de 1440 su rostro empezó a brillar con una luz admirable. Entonces pronunció sus últimas palabras: "El ángel del Señor me manda que lo siga hacia las alturas". Luego quedó muerta, pero parecía alegremente dormida.
Tan pronto se supo la noticia de su muerte, corrió hacia el convento una inmensa multitud. Muchísimos pobres iban a demostrar su agradecimiento por los innumerables favores que les había hecho. Muchos llevaban enfermos para que les permitieran acercarlos al cadáver de la santa, y así pedir la curación por su intercesión. Los historiadores dicen que "toda la ciudad de Roma se movilizó", para asistir a los funerales de Francisca.
Fue sepultada en la iglesia parroquial, y al conocerse la noticia de que junto a su cadáver se estaban obrando milagros, aumentó mucho más la concurrencia a sus funerales. Luego su tumba se volvió tan famosa que aquel templo empezó a llamarse y se le llama aún ahora: La Iglesia de Santa Francisca Romana.
Cada 9 de marzo llegan numerosos peregrinos a pedirle a Santa Francisca unas gracias que nosotros también nos conviene pedir siempre: que nos dediquemos con todas nuestras fuerzas a cumplir cada día los deberes que tenemos en nuestro hogar, y que nos consagremos con toda la generosidad posible a ayudar a los pobres y necesitados y a ser extraordinariamente amables con todos. Santa Francisca: ruégale al buen Dios que así sea.
He aquí la descripción de una mujer admirable. "Que las gentes comenten sus muchas buenas obras" (S. Biblia. Proverbios 31).
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Catalina Vigri de Bolonia, Santa Virgen, 9 Marzo
Religiosa
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Paciano (Pacià) de Barcelona, Santo Obispo, 9 Marzo
Obispo
Etimológicamente significa "pacífico". Viene de la lengua latina. |
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Bosa de York, Santo Monje y Obispo, 9 de marzo
Monje y Obispo
Etimológicamente significa "día lunar del Suna de los indios Muiscas". |
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Fuente: Enciclopedia Católica | ACI Prensa
Bruno Bonifacio de Querfurt, Santo Obispo y mártir, Marzo 9
Obispo Camaldulense y mártir Martirologio Romano: En Moravia oriental, san Bruno, obispo de Querfurt y mártir, el cual, cuando acompañaba a Italia al emperador Otón III, movido por la autoridad de san Romualdo abrazó la disciplina monástica, recibiendo el nombre de Bonifacio. Vuelto a Alemania y creado obispo por el papa Juan X, durante una expedición apostólica fue despedazado, junto con dieciocho compañeros, por unos idólatras (1009). |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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