JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 39-42
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo propuso Jesús a sus discípulos este ejemplo:
"¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es superior a su maestro, pero, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame sacarte la paja que llevas en el ojo", cuando no adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
"El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
vie 23a. Ordinario año impar
Antífona de Entrada
Dios mío, ven en mi ayuda; Señor, date prisa en socorrerme. Tú eres mi auxilio y mi salvación: Señor, no tardes.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, tú que eres nuestro creador y quien amorosamente, dispone toda nuestra vida; renuévanos conforme a la imagen de tu Hijo y transforma toda nuestra vida en una continua ofrenda.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Antes fui blasfemo, pero Dios tuvo misericordia de mí
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 1-2.12-14
Yo, Pablo, apóstol de Jesucristo por disposición de Dios, nuestro salvador, y de Cristo Jesús, nuestra esperanza, te deseo a ti, Timoteo, mi verdadero hijo en la fe, la gracia, la misericordia y la paz, de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro.
Doy gracias a aquel que me ha fortalecido, a nuestro Señor Jesucristo, por haberme considerado digno de confianza al ponerme a su servicio, a mí, que antes fui blasfemo y perseguí a la Iglesia con violencia; pero Dios tuvo misericordia de mí, porque en mi incredulidad obré por ignorancia, y la gracia de nuestro Señor se desbordó sobre mí, al darme la fe y el amor que provienen de Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 15
Nuestra vida está en manos del Señor.
Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos.
Nuestra vida está en manos del Señor.
Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado jamás tropezaré.
Nuestra vida está en manos del Señor.
Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti.
Nuestra vida está en manos del Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Tu palabra, Señor, es la verdad; santifícanos en la verdad.
Aleluya.
Evangelio
¿Puede un ciego guiar a otro ciego?
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 39-42
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo propuso Jesús a sus discípulos este ejemplo:
"¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es superior a su maestro, pero, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame sacarte la paja que llevas en el ojo", cuando no adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Santifica, Señor, estos dones; y por medio del sacrificio de tu Hijo, transforma toda nuestra vida en una continua ofrenda.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Restauración universal en Cristo
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos.
El cual, siendo Dios, se anonadó a sí mismo, y por su sangre derramada en la cruz puso en paz todas las cosas; y así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en él.
Por eso,
con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
Nos has enviado, Señor, un pan del cielo,
que encierra en sí toda delicia y satisface todos los gustos.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Protege, Señor, continuamente a quienes renuevas y fortaleces con esta Eucaristía, y hazlos dignos de alcanzar la salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
23ª semana. Viernes
FILIACIÓN DIVINA
— Generosidad de Dios, que ha querido hacernos hijos suyos.
— Consecuencias de la filiación divina: abandono en el Señor.
— "Portarnos como hijos de Dios con los hijos de Dios": fraternidad.
I. Escribe San Pablo a Timoteo y, abriéndole confiadamente su corazón, le cuenta cómo el Señor se fió de él y le hizo Apóstol, a pesar de haber sido blasfemo y perseguidor de los cristianos. Dios –le dice– derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor cristiano1. Cada uno de nosotros puede afirmar también que Dios ha derramado abundantemente su gracia sobre él. Dios nos creó, y luego ha querido darnos gratuitamente la dignidad más grande: ser hijos suyos, alcanzar la felicidad de ser domestici Dei, de su propia familia2.
La filiación divina natural se da en Dios Hijo: "Jesucristo, Hijo unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos..., engendrado, no hecho; consustancial al Padre"3. Pero Dios quiso, a través de una nueva creación, hacernos hijos adoptivos, partícipes de la filiación del Unigénito: Ved qué amor nos ha mostrado el Padre, que nos llamemos hijos de Dios y lo seamos4; ha querido que el cristiano reciba la gracia, de modo que goce de una participación de la naturaleza divina: Divinae consortes naturae, dice San Pedro en una de sus Epístolas5. La vida que reciben los hijos en la generación humana ya no es de los padres; en cambio, por la gracia santificante, la vida de Dios se da a los hombres. Sin destruir ni forzar nuestra naturaleza humana, somos admitidos en la intimidad de la Trinidad Beatísima por la vía de la filiación, que en Dios se da a través del Unigénito del Padre. Toda la vida queda afectada por el hecho de la filiación divina: nuestro ser y nuestro actuar6. Y esto tiene múltiples consecuencias prácticas, por ejemplo: la oración será ya la de un hijo pequeño que se dirige a su padre, pues descubrimos que Dios, además de ser el Ser Supremo, Creador y Todopoderoso, es verdaderamente Padre Amoroso de cada uno; la vida interior no es ya una lucha solitaria contra los defectos o para "autoperfeccionarse", sino abandono en los brazos fuertes del Padre... y deseo vivo –que se traduce en obras– de dar alegrías a nuestro Padre Dios, de quien nos sabemos muy queridos.
Todos los cristianos podemos decir verdaderamente: Dios derrochó su gracia en mí; nos engendró a una nueva vida en Cristo Jesús7; por ella nos hacemos semejantes a Cristo, y en esa medida somos hijos del Padre. Y es precisamente el Paráclito el que nos enseña –incluso sin que nos demos cuenta– esta grandiosa realidad, haciendo que reconozcamos a Jesús como Hijo de Dios y que también nos reconozcamos a nosotros, no como extraños, sino como hijos, y que obremos en consecuencia. Santo Tomás de Aquino resume esta dichosa relación con la Trinidad Santísima, con estas breves palabras: "la adopción, aunque pertenezca a toda la Trinidad, se adscribe al Padre como a su autor, al Hijo como a su ejemplo, al Espíritu Santo como a quien imprime en nosotros la semejanza a ese ejemplo"8.
Esta realidad da a la vida una especial firmeza y un modo peculiar de enfrentarnos a todo lo que lleva consigo. "Descansa en la filiación divina. Dios es un Padre –¡tu Padre!– lleno de ternura, de infinito amor.
"—Llámale Padre muchas veces, y dile –a solas– que le quieres, ¡que le quieres muchísimo!: que sientes el orgullo y la fuerza de ser hijo suyo"9. Dios es nuestro descanso y la fuerza que necesitarnos.
II. Y si hacerse hijos de Dios significa identificarse con el Hijo, significa también ver los acontecimientos y juzgarlos con los ojos del Hijo, obedecer como Cristo, que se hizo obediente hasta la muerte10, amar y perdonar como Él, comportarse siempre como los hijos que se saben en presencia de su Padre Dios11, confiados y serenos, comprendidos, perdonados, alentados siempre a seguir adelante...
Quien se sabe hijo de Dios no debe tener temor alguno en su vida. Dios conoce mejor nuestras necesidades reales, es más fuerte que nosotros Y es nuestro Padre12. Debemos hacer como aquel niño que en medio de una tempestad permanecía en sus juegos, mientras los marineros temían por sus vidas; era el hijo del patrón del barco. Cuando al desembarcar le preguntaron cómo pudo estar tan tranquilo en medio de aquel mar embravecido, mientras ellos estaban espantados, respondió: "¿Temer? ¡Pero si el timón estaba en manos de mi padre!". Cuando tratamos de identificar nuestra voluntad con la de Dios, el timón de la vida lo lleva Él, que conoce bien el rumbo que conduce al puerto seguro, Está en buenas manos, en la calma y en la tempestad.
Porque Dios lo permita, puede ocurrir a un alma que lucha seriamente por la santidad que, en medio de las dificultades, se sienta como perdida, inepta, desconcertada; que no entienda, a pesar de su deseo de ser toda de Dios, lo que ocurre a su alrededor. "En esos momentos en que ni siquiera se sabe cuál es la Voluntad de Dios, y uno protesta: ¡Señor, cómo puedes querer esto, que es malo, que es abominable ab intrínseco! -como la Humanidad de Cristo se quejaba en el Huerto de los Olivos-, cuando parece que la cabeza enloquece y el corazón se rompe... Si alguna vez sentís este caer en el vacío, os aconsejo aquella oración que yo repetí muchas veces junto a la tumba de una persona amada: Fiat, adimpleatur, laudetur atque in aeternum superexaltetur iustissima atque amabilissima..."13. "Hágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada la justísima y amabilísima Voluntad de Dios, sobre todas las cosas. –Amén. –Amén"14.
Es el momento de ser muy fieles a la Voluntad de Dios, y de dejarnos exigir y ayudar en la dirección espiritual personal con docilidad total -aunque no entendamos Si Él, que es nuestro Padre, permite esa situación y ese estado de oscuridad interior, también nos otorgará las gracias y ayudas necesarias. Ese abandono, sin poner límite alguno, en las manos de Dios, nos dará una paz inquebrantable, y en medio del vacío más completo sentiremos poderoso y suave el brazo de Dios que nos sostiene. También nosotros repetiremos entonces, despacio, con un dulce paladeo, esa confiada oración: Hágase, cúmplase, sea alabada...
III. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha15, proclama el Salmista. Y no existe alegría más profunda –también en medio de la necesidad y del vacío, cuando el Señor lo permite–, que la del hijo de Dios que se abandona en manos de su Padre, porque ningún bien puede compararse a la infinita riqueza de ser familiares de Dios, hijos de Dios; esta alegría sobrenatural, tan relacionada con la Cruz, es el "gigantesco secreto del cristiano"16. Quien se siente hijo de Dios no pierde la paz, ni siquiera en los momentos más duros; la conciencia de su filiación divina le libera de sus tensiones interiores y cuando, por su debilidad, se descamina, si verdaderamente se siente hijo, vuelve arrepentido y confiado a la casa del Padre.
"La filiación divina es también fundamento de la fraternidad cristiana, que está muy por encima del vínculo de solidaridad que une a los hombres entre sí"17. Los cristianos nos sentimos, sobre todo, hermanos, porque somos hijos del único Padre, que ha querido establecer con nosotros el vínculo sobrenatural de la caridad. Las manifestaciones que esta fraternidad debe tener en la vida corriente son innumerables: respeto mutuo, delicadeza en el trato, espíritu de servicio y ayuda en el camino que nos lleva a Dios... En el Evangelio de la Misa el Señor pide a los suyos una mirada limpia para ver a sus hermanos. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? (...) Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano18. El Maestro nos invita a ver a los demás sin los prejuicios que forjamos con las propias faltas y con la soberbia, en definitiva, por la que tendemos a aumentar las flaquezas ajenas y a empequeñecer las propias; nos exhorta el Señor "a mirar a los demás desde más dentro, con mirada nueva (...), hace falta quitar la viga de nuestro propio ojo. Estamos a veces ocupados en la tarea superficial de querer siempre quitar a todo el mundo la mota de su ojo. Y lo que hace falta es renovar nuestra forma de contemplar a los demás"19, mirarles como a hermanos, a quienes Dios tiene un amor particular. "Piensa en los demás –antes que nada, en los que están a tu lado– como en lo que son: hijos de Dios, con toda la dignidad de ese título maravilloso.
"Hemos de portarnos como hijos de Dios con los hijos de Dios: el nuestro ha de ser un amor sacrificado, diario, hecho de mil detalles de comprensión, de sacrificio silencioso, de entrega que no se nota. Este es el bonus odor Christi, el que hacía decir a los que vivían entre nuestros primeros hermanos en la fe: ¡Mirad cómo se aman!"20.
Portarnos como hijos de Dios con los hijos de Dios, ver a las gentes como Cristo las veía, con amor y comprensión; a quienes están cerca y a quienes parece que se alejan, pues la fraternidad se extiende a todos los hombres, porque todos son hijos de Dios –criaturas suyas– y también todos están llamados a la intimidad de la casa del Padre. Esta misma fraternidad nos impulsará al apostolado, no dejando de poner ningún medio para acercar las almas a Dios.
Siguiendo ese camino ancho de la filiación divina, pasaremos por la vida con serenidad y paz, haciendo el bien21 como Jesucristo, el Modelo en el que hemos de mirarnos continuamente, en quien aprendemos a ser hijos de Dios Padre y a comportarnos como tales. Si acudimos a Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, nos enseñará a abandonarnos en el Señor, como hijos pequeños que andan tan necesitados. Nunca dejará de atendernos.
1 Primera lectura. Año 1. 1 Tim, 1, 12-14. — 2 Ef 2, 19. — 3 Conc. de Nicea, a. 325. Denz-Sch, 125. — 4 1 Jn 3, 1. — 5 2 Pdr 1, 4. — 6 Cfr. F. Ocáriz, El sentido de la filiación divina, Pamplona 1982, p. 178. — 7 Gal 3, 28. — 8 Santo Tomás, Suma Teológica, 3, q, 23, a. 2, ad 3. — 9 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 331. — 10 Cfr. Flp 2, 8. — 11 Cfr. Mª. C. Calzona, Filiación divina y vida cristiana en medio del mundo, en La misión del laico en la Iglesia y en el mundo, EUNSA, Pamplona 1987, p. 304. — 12 Cfr. V. Lehodey, El santo abandono, Católica Casals, Barcelona 1951, II, 3. — 13 Postulación de la Causa de Beatificación y Canonización del Siervo de Dios, Josemaría Escrivá de Balaguer, Sacerdote, Fundador del Opus Dei, Artículos del Postulador, Roma 1979, n. 452. — 14 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 691 — 15 Salmo responsorial. Año I. Sal 15, 11. — 16 Cfr. G. K. Chesterton, Ortodoxia, Madrid 1917, pp. 308-309. — 17 Mª. C. Calzona, o. c., p. 303. — 18 Lc 6, 41-42. — 19 A. Mª. Gª. Dorronsoro, Dios y la gente, Rialp, Madrid 1974, pp. 134-135. — 20 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 36. — 21 Cfr. Hech 10, 38.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
El Señor de los Milagros de Buga
Antigua tradición narrada por el Franciscano Fray Francisco G. Rodríguez, en la novena que publicó en 1819.
"Allá por el año 1580 Buga era un pequeño caserío, en el valle del Cauca, Colombia. El río de Buga corría en aquel entonces por el sitio donde ahora está el templo del Señor de los Milagros. Al lado izquierdo del río había un ranchito de paja donde vivía una india anciana cuyo oficio era lavar ropa. Esta mujer era muy piadosa y estaba ahorrando y reuniendo dinero para comprarse un Santo Cristo y poder rezarle todos los días. Reunió 70 reales que era lo que necesitaba para comprarlo y traerlo desde Quito".
Precisamente el día en que la piadosa lavandera iba a llevar su dinero al señor Cura párroco para que le consiguiera la imagen, pasó por allí llorando un honrado padre de familia a quién iban a echar a la cárcel porque debía 70 reales y no tenía con qué pagarlos. La buena mujer se conmovió por esta tristeza de su vecino e inspirada por un pensamiento caritativo se propuso dejar para más tarde el conseguir su crucifijo, y le dio al pobre necesitado los 70 reales que tenía ahorrados. Aquel hombre lleno de alegría y de agradecimiento le deseó que Dios la bendijera y le ayudara mucho.
Unos días después, la anciana estaba lavando ropa en el río, cuando una ola colocó delante de ella un pequeño crucifijo de madera, que resultó para ella una joya más valiosa que todo el oro y la plata y las esmeraldas que le pudieran ofrecer. El crucifijo hallado de esta manera no podía haber pertenecido por allí cerca a ninguna otra persona, pues hacia arriba, a las orillas del río no vivía nadie. La feliz lavandera, llena de gozo y perfectamente tranquila en su conciencia, respecto a su posesión, se dirigió a su choza e improvisó allí un altarcito, sobre el cual colocó el santo Cristo que le había llegado de manera tan misteriosa, guardándolo cuidadosamente en una cajita de madera.
Una noche la anciana oyó golpecitos en el sitio donde guardaba la imagen y averiguando lo que pasaba se llevó una gran sorpresa al darse cuenta que el Santo Cristo y la cajita habían crecido notablemente, pero se imaginó que eso sería ilusión de sus ojos ya muy debilitados por la edad. Pero pocos días después advirtió que la imagen tenía ya ceca de un metro de estatura. Sorprendida por este milagro les avisó al Sr. Cura Párroco y a los señores más importantes del pueblo, los cuales visitaron enseguida la habitación de la anciana y comprobaron por sus propios ojos la verdad de lo que ella les había contado, y que esta pobre mujer poseía un crucifijo de un tamaño muy difícil de conseguir por aquellos alrededores, y que ella no tenía ni dinero ni amistades para conseguir semejante imagen, y que por lo tanto la existencia de aquel crucifijo allí no se podía explicar naturalmente y que tenía que ser un milagro.
Y resultó que la sagrada imagen se fue deformando porque los devotos le quitaban pedacitos de madera para llevarlos como reliquia y porque todos la tocaban con sus manos sudorosas, y se fue poniendo tan fea que ya a los muy amigos del arte, más que devoción les causaba repulsión. Entonces un visitador especial llegado de Popayán mandó que la dicha imagen fuera quemada y destruida por el fuego. Los devotos se estremecieron de sentimiento al conocer esta orden, pero era necesario obedecer.
Pero lo maravilloso fue que la imagen al ser echada a las llamas empezó a sudar y a sudar tan copiosamente que los vecinos empapaban algodones con aquel sudor para llevarlos como reliquias y obtener curaciones. Este milagro fue comprobado y atestiguado con la gravedad de juramento por numerosas personas. Y al terminar el sudor, la Sagrada imagen se había vuelto mucho más hermosa de lo que estaba antes, y se le fue lo que anteriormente tenía de desagradable.
La señora Luisa Sánchez que vivió en aquellos tiempos declaró con juramento: "El sudor duró dos días. Todos los vecinos de los alrededores venían con algodones a recoger sudor y llevarlo como reliquias, y yo también recogí allí de aquel sudor en algodones y todavía lo guardo. Y desde aquel milagro la gente le empezó a tener gran devoción a esta santa imagen y a considerarla como de hechura milagrosa y comenzaron a obtener favores de Dios que consideraron sobrenaturales y milagrosos. Y no sólo en esta ciudad sino en muchas otras ciudades y regiones de donde se han visto llegar muchos romeros y peregrinos a visitar la sagrada imagen. A muchos de ellos les hemos oído contar que se sanaron prodigiosamente de graves enfermedades. Otros narran que se libraron de gravísimos peligros al invocar al Señor de los Milagros". (Firmado y apoyado con juramento).
Sigue diciendo la crónica de 1819. "Después de estos sucesos extraordinarios el ranchito de la anciana se convirtió en sitio de oraciones y peregrinaciones. A los anteriores milagros siguieron muchos más y fue tal la cantidad que la gente le dio a esta imagen el nombre con el cual se le conoce desde hace siglos: El Señor de los Milagros".
Después de muerta la ancianita se pensó cual era el mejor lugar para colocar el Cristo. Su ranchito quedaba frente a las aguas y he aquí que el río creció muchísimo y cambió de cauce y se desvió hacia el sur, desde unas tres cuadras más arriba del punto de la aparición, y dejó así el sitio libre para construirle el templo al Santo Cristo, templo que al principio era un edificio pequeño y se le llamaba la ermita.
Apenas se fueron difundiendo las noticias de los maravillosos milagros que se conseguían junto al Cristo de Buga se desató una corriente de peregrinaciones y devociones (recordemos que quién hace los milagros no es la imagen que es de madera o yeso, y que no puede hacerle milagros a nadie. El que hace los milagros en Nuestro Señor Jesucristo cuya santísima Pasión y Muerte recordamos cuando veneramos la imagen del Santo Cristo).
En 1907 tuvo lugar la construcción y consagración de un nuevo templo construido con las donaciones de sus devotos agradecidos y se hizo una solemnísima traslación de la milagrosa imagen hacia su nuevo altar.
En 1937 el Papa Pío XII por medio de su secretario el Cardenal Pacelli (futuro Papa Pío XII) expidió un decreto por el cual decretaba que al templo del Señor de los Milagros de Buga se le concedía el título de Basílica.
Te adoramos oh Cristo y te bendecimos que por tu santa redimiste al mundo.
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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Pafnucio, Santo Obispo de Tebaida, 11 de septiembre
Obispo de Tebaida Martirologio Romano: Conmemoración de san Pafnucio, obispo en Egipto, que fue uno de aquellos confesores que, en tiempo del emperador Galerio Maximino, habiéndoles sacado el ojo derecho y desjarretado la pantorrilla izquierda, fueron condenados a las minas, y después, asistiendo al Concilio de Nicea, luchó denodadamente por la fe católica contra el arrianismo (s. IV).
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Fuente: Clairval.com
Juan Gabriel Perboyre, Santo Presbítero y Mártir, 11 de septiembre
Presbítero y Mártir Martirologio Romano: En la ciudad de Wuchang, de la provincia Hubei, en China, san Juan Gabriel Perboyre, presbítero de la Congregación de la Misión y mártir, que, dedicado a la predicación del Evangelio según costumbre del lugar, durante una persecución sufrió prolongada cárcel, siendo atormentado y, al fin, colgado en una cruz y estrangulado (1840).
La misión divina de la Iglesia se hace extensiva a toda la tierra y en todos los tiempos, según la frase de Jesús: Id, pues, y enseñad a todas las naciones. "Nuestra religión debe enseñarse en todas las naciones y propagarse incluso entre los chinos, a fin de que conozcan al verdadero Dios y posean la felicidad en el cielo", afirmaba con valentía San Juan Gabriel Perboyre, misionero en la China, ante un mandarín encargado de interrogarlo. Y este último agregó: "¿Qué puedes ganar adorando a tu Dios? - La salvación de mi alma, el cielo al que espero subir después de haber muerto". |
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Fuente: Zenit.org
Francesco Giovanni Bonifacio, Beato Presbítero y Mártir, 11 de septiembre
Presbítero y Mártir
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Fuente: Franciscanos.org
Buenaventura de Barcelona (Miguel Butista Gran), Beato Religioso Franciscano, 11 de septiembre
Religioso Franciscano Martirologio Romano: En Roma, beato Buenaventura de Barcelona (Miguel) Gran, religioso de la Orden de Hermanos Menores, que, amante de la observancia regular, instituyó conventos para retiros espirituales en muchos lugares del territorio romano, mostrando siempre máxima austeridad de vida y caridad para con los pobres (1648).
El Beato Buenaventura Gran vino al mundo en Riudoms, pueblecito de Cataluña cercano a Tarragona, el 24 de noviembre de 1620. Sus padres eran labradores pobres, pero muy temerosos de Dios. Lo llamaron Miguel Bautista, nombre que mudó más adelante en el convento por el de Buenaventura. Al paso que crecía en edad, sus padres le enseñaban las grandes verdades de nuestra fe, y excitaban en su corazón vivos sentimientos de amor a Dios, al par que una tierna y filial devoción a la Virgen María. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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