JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Juan (19, 31-37)
Gloria a ti, Señor.
Como era el día de la preparación de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, los judíos pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz.
Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con Jesús. Pero al llegar a él, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua.
El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dice la Escritura:
No le quebrarán ningún hueso; y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
"El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús
El Señor es mi Dios y mi Salvador
El amor sobrepasa todo conocimiento humano
Antífona de Entrada
Los proyectos de su corazón subsisten de edad en edad, para librar de la muerte la vida de sus fieles y reanimarlos en tiempo de hambre.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Al celebrarse hoy la solemnidad del Corazón de Jesús, en la que recordamos el inmenso amor de tu Hijo hacia nosotros, te suplicamos, Padre todopoderoso, que nos concedas alcanzar de esa fuente inagotable la abundancia de tu gracia.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Oseas (11, 1. 3-4. 8-9)
"Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo, dice el Señor. Yo fui quien enseñó a andar a Efraín; yo, quien lo llevaba en brazos; pero no comprendieron que yo cuidaba de ellos. Yo los atraía hacia mí con los lazos del cariño, con las cadenas del amor. Yo fui para ellos como un padre que estrecha a su creatura y se inclina hacia ella para darle de comer.
Mi corazón se conmueve dentro de mí y se inflama toda mi compasión. No cederé al ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín, pues yo soy Dios y no hombre, santo en medio de ti y no enemigo a la puerta".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Isaías 12
El Señor es mi Dios y mi salvador.
El Señor es mi Dios y salvador, con él estoy seguro y nada temo. El Señor es mi protección y mi fuerza, y ha sido mi salvación. Sacarán agua con gozo de la fuente de la salvación.
El Señor es mi Dios y mi salvador.
Den gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los pueblos sus hazañas, proclamen que su nombre es sublime.
El Señor es mi Dios y mi salvador.
Alaben al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la tierra. Griten jubilosos, habitantes de Sión, porque el Dios de Israel ha sido grande con ustedes.
El Señor es mi Dios y mi salvador.
Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los efesios (3, 8-12. 14-19)
Hermanos: A mí, el más insignificante de todos los fieles, se me ha dado la gracia de anunciar a los paganos la incalculable riqueza que hay en Cristo, y dar a conocer a todos cómo va cumpliéndose este designio de salvación, oculto desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo.
El lo dispuso así, para que la multiforme sabiduría de Dios, sea dada a conocer ahora, por medio de la Iglesia, a los espíritus celestiales, según el designio eterno realizado en Cristo Jesús, nuestro Señor, por quien podemos acercarnos libre y confiadamente a Dios, por medio de la fe en Cristo.
Me arrodillo ante el Padre, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra, para que, conforme a los tesoros de su bondad, les conceda que su Espíritu los fortalezca interiormente y que Cristo habite por la fe en sus corazones.
Así, arraigados y cimentados en el amor, podrán comprender con todo el pueblo de Dios, la anchura y la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo, y experimentar ese amor que sobrepasa todo conocimiento humano, para que así queden ustedes colmados con la plenitud misma de Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Tomen mi yugo sobre ustedes, dice el Señor, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Juan (19, 31-37)
Gloria a ti, Señor.
Como era el día de la preparación de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, los judíos pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz.
Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con Jesús. Pero al llegar a él, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua.
El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dice la Escritura:
No le quebrarán ningún hueso; y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Al celebrar la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, oremos a Dios que es nuestro Padre y que cuida de cada uno de nosotros con amor y digámosle:
Te lo pedimos, Señor.
Por la Iglesia: que el amor mutuo de los cristianos atraiga al redil del Buen Pastor a los hombres y mujeres de buena voluntad.
Oremos.
Te lo pedimos, Señor.
Por el Papa, por nuestro Obispo y por los sacerdotes: que con cercanía cordial enseñen el mandamiento del amor y sean signo de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Oremos.
Te lo pedimos, Señor.
Por los que anuncian el Evangelio en situaciones difíciles de violencia, indiferencia o falta de fe: que experimenten a Jesús que habita en sus corazones.
Oremos.
Te lo pedimos, Señor.
Por todos los hombres: que purificados por la Sangre de Cristo lleguen al conocimiento de la verdad y a la vivencia del amor puro y desinteresado.
Oremos.
Te lo pedimos, Señor.
Por los difuntos: que gocen de la bondad infinita de Dios.
Oremos.
Te lo pedimos, Señor.
Por nosotros y los que celebran su fe en la Eucaristía: que la entrega de Jesús nos anime a dar la vida por amor.
Oremos.
Te lo pedimos, Señor.
Celebrante:
Señor, mira nuestras oraciones, danos tu gracia y ayúdanos a vivir el mandamiento del amor.
Por el mismo Jesucristo
nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Ten en cuenta, Señor, el inefable amor del corazón de tu Hijo, para que este don que te ofrecemos, sea agradable a tus ojos y sirva como expiación de nuestros pecados.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio propio
Inmenso amor de Cristo.
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. El cual, con inmenso amor, se entregó por nosotros en la cruz e hizo salir sangre y agua de su costado herido, de donde habrían de brotar los sacramentos de la Iglesia, para que todos, atraídos hacia el corazón abierto del salvador, pudieran beber siempre, con gozo, de la fuente de la salvación.
Por eso, con los ángeles y con todos lo santos te alabamos, diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
Dice el Señor: Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba. De aquel que cree en mí, brotarán ríos de agua viva.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, que este sacramento de caridad nos haga arder en un santo amor que, atrayéndonos siempre hacia tu Hijo, nos enseñe a reconocerlo en cada uno de nuestros hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
Viernes posterior al 2º domingo después de Pentecostés
EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS*
Solemnidad
— Origen y sentido de la fiesta.
— El amor de Jesús por cada uno de nosotros.
— Amor reparador.
I. Los proyectos del corazón del Señor subsisten de edad en edad, para librar las almas de sus fieles de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre1, leemos en el comienzo de la Misa.
El carácter de la Solemnidad que hoy celebramos es doble: de acción de gracias por las maravillas del amor que Dios nos tiene y de reparación, porque frecuentemente este amor es mal o poco correspondido2, incluso por quienes tenemos tantos motivos para amar y agradecer. Desde siempre fue fundamento de la piedad cristiana la consideración del amor de Jesús por todos los hombres; por eso, el culto al Sagrado Corazón de Jesús "nace de las fuentes mismas del dogma católico"3. Este culto recibió un especial impulso por la devoción y piedad de numerosos santos a quienes el Señor mostró los secretos de su Corazón amantísimo, y les movió a difundir la devoción al Sagrado Corazón y a fomentar el espíritu de reparación.
El viernes de la octava de la festividad del Corpus Christi, el Señor pidió a Santa Margarita María de Alacoque que promoviera el amor a la comunión frecuente..., sobre todo los primeros viernes de cada mes, con sentido de reparación, y le prometió hacerle partícipe, todas las noches de este jueves al viernes, de su pena en el Huerto de los Olivos. Un año más tarde, se le apareció Nuestro Señor y, descubriéndole su Corazón Sacratísimo, le dirigió estas palabras, que han alimentado la piedad de muchas almas: Mira este Corazón que ha amado tanto a los hombres y que no ha omitido nada hasta agotarse y consumirse para manifestarles su amor; y en reconocimiento, Yo no recibo de la mayor parte sino ingratitudes por sus irreverencias y sacrilegios y por las frialdades y desprecios que tienen hacia Mí en este sacramento de amor. Pero lo que me es más sensible todavía es que sean corazones que me están consagrados los que así me traten. Por eso, te pido Yo que el primer viernes después de la octava del Santísimo Sacramento sea dedicado a una fiesta particular para honrar mi Corazón, comulgando ese día y reparando con algún acto de desagravio...
En muchos lugares de la Iglesia existe la costumbre privada de reparar los primeros viernes de mes con algún acto eucarístico o el rezo de las letanías del Sagrado Corazón. Además, "el mes de junio está dedicado de modo especial a la veneración del Corazón divino. No solo un día, la fiesta litúrgica que, de ordinario, cae en junio, sino todos los días"4.
El Corazón de Jesús es fuente y expresión de su infinito amor por cada hombre, sean cuales sean las condiciones en las que se encuentra. Él nos busca a cada uno: Yo mismo -dice un bellísimo texto mesiánico del Profeta Ezequiel- buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como un pastor sigue el rastro de su rebaño cuando se encuentra las ovejas dispersas, así seguiré yo el rastro de mis ovejas: y las libraré, sacándolas de todos los lugares donde se desperdigaron el día de los nubarrones y de la oscuridad5. Cada uno es una criatura que el Padre ha confiado al Hijo para que no perezca, aunque se haya marchado lejos.
Jesús, Dios y Hombre verdadero, ama al mundo con "corazón de hombre"6, un Corazón que sirve de cauce al amor infinito de Dios. Nadie nos ha amado más que Jesús, nadie nos amará más. Me amó -decía San Pablo- y se entregó por mí7, y cada uno de nosotros puede repetirlo. Su Corazón está lleno de amor del Padre: lleno al modo divino y al mismo tiempo humano.
II. El Corazón de Jesús amó como ningún otro, experimentó alegría y tristeza, compasión y pena. Los Evangelistas advierten con mucha frecuencia: tenía compasión del pueblo8, tenía compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor9. El pequeño éxito de los Apóstoles en su primera salida evangelizadora le hizo sentirse como nosotros cuando recibimos una buena noticia: se llenó de alegría, dice San Lucas10; y llora, cuando la muerte le arrebata a un amigo11.
Tampoco nos ocultó sus desilusiones: Jerusalén, que matas a los profetas (...). Cuántas veces he querido reunir a tus hijos...12. ¡Cuántas veces! Jesús ve la historia del Antiguo Testamento y de la Humanidad toda: una parte del pueblo judío y de los gentiles de todos los tiempos rechazará el amor y la misericordia divina. De alguna manera podemos decir que aquí está llorando Dios con ojos humanos por la pena contenida en su corazón de hombre. Y este es el significado real de la devoción al Sagrado Corazón: traducir para nosotros la naturaleza divina en términos humanos. A Jesús no le era indiferente –no lo es ahora en nuestro trato diario con Él– el que unos leprosos no volvieran a darle las gracias después de haber sido curados, o las delicadezas y muestras de hospitalidad que se tienen con un invitado, como le dirá a Simón el fariseo. Él experimentó en muchas ocasiones la inmensa alegría de ver que alguno se arrepentía de sus pecados y le seguía, o la generosidad de quienes lo dejaban todo para ir con Él, y se contagiaba del gozo de los ciegos que comenzaban a ver, quizá por vez primera.
Ya antes de celebrar la Última Cena, al pensar que se quedaría siempre con nosotros mediante la institución de la Eucaristía, manifestó a sus íntimos: Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer13; emoción que debió de ser mucho más honda cuando tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: Esto es mi Cuerpo...14. ¿Y quién podrá explicar los sentimientos de su Corazón amantísimo cuando en el Calvario nos dio a su Madre como Madre nuestra?
Cuando ya había entregado su vida al Padre, uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante brotó sangre y agua15. Esa herida abierta nos recuerda hoy el amor inmenso que nos tiene Jesús, pues nos dio voluntariamente hasta la última gota de su preciosa Sangre, como si estuviéramos solos en el mundo. ¿Cómo no nos vamos a acercar con confianza a Cristo? ¿Qué miserias pueden impedir nuestro amor, si tenemos el corazón grande para pedir perdón?
III. Después de la Ascensión al Cielo con su Cuerpo glorificado, no cesa de amarnos, de llamarnos para que vivamos siempre muy cerca de su Corazón amantísimo. "Aun en la gloria del Cielo lleva en las heridas de sus manos, de sus pies y de su costado los resplandecientes trofeos de su triple victoria: sobre el demonio, sobre el pecado y sobre la muerte; lleva además, en su Corazón, como en arca preciosísima, aquellos inmensos tesoros de sus méritos, frutos de su triple victoria, que ahora distribuye con largueza al género humano ya redimido"16.
Nosotros hoy, en esta Solemnidad, adoramos el Corazón Sacratísimo de Jesús "como participación y símbolo natural, el más expresivo, de aquel amor inexhausto que nuestro Divino Redentor siente aun hoy hacia el género humano. Ya no está sometido a las perturbaciones de esta vida mortal; sin embargo, vive y palpita y está unido de modo indisoluble a la Persona del Verbo divino, y, en ella y por ella, a su divina voluntad. Y porque el Corazón de Cristo se desborda en amor divino y humano, y porque está lleno de los tesoros de todas las gracias que nuestro Redentor adquirió por los méritos de su vida, padecimientos y muerte, es, sin duda, la fuente perenne de aquel amor que su Espíritu comunica a todos los miembros de su Cuerpo místico"17.
El meditar hoy en el amor que Cristo nos tiene, nos impulsará a agradecer mucho tanto don, tanta misericordia inmerecida. Y al contemplar cómo muchos viven de espaldas a Dios, al comprobar que muchas veces no somos del todo fieles, que son muchas las flaquezas personales, iremos a su Corazón amantísimo y allí encontraremos la paz. Muchas veces tendremos que recurrir a su amor misericordioso buscando esa paz, que es fruto del Espíritu Santo: Cor Iesu sacratissimum et misericors, dona nobis pacem, Corazón sacratísimo y misericordioso de Jesús, danos la paz.
Y al ver a Jesús tan cercano a nuestras inquietudes, a nuestros problemas, a nuestros ideales, le decimos: "¡Gracias, Jesús mío!, porque has querido hacerte perfecto Hombre, con un Corazón amante y amabilísimo, que ama hasta la muerte y sufre; que se llena de gozo y de dolor; que se entusiasma con los caminos de los hombres, y nos muestra el que lleva al Cielo; que se sujeta heroicamente al deber, y se conduce por la misericordia; que vela por los pobres y por los ricos, que cuida de los pecadores y de los justos...
"-¡Gracias, Jesús mío, y danos un corazón a la medida del Tuyo!"18.
Muy cerca de Jesús encontramos siempre a su Madre. A Ella acudimos al terminar nuestra oración, y le pedimos que haga firme y seguro el camino que nos lleva hasta su Hijo.
1 Antífona de entrada, Sal 32, 11; 19. — 2 Cfr. A. G. Martimort, La Iglesia en oración, p. 997. — 3 Pío XII, Enc. Haurietis aquas, 15-V-1956, 27. — 4 Juan Pablo II, Ángelus, 27-VI-1982. — 5 Primera lectura. Ciclo C. Ez 34, 11-16. — 6 Conc. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 22. — 7 Gal 2, 20. — 8 Mt 8, 2. — 9 Mc 6, 34. — 10 Lc 10, 21. — 11 Cfr. Jn 11, 35. — 12 Mt 23, 37. — 13 Lc 22, 15. — 14 Cfr. Lc 22, 19-20. — 15 Jn 19, 34. — 16 Pío XII, loc. cit., 22. — 17 Ibídem, 24. — 18 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 813.
* Ya existía como devoción particular en la Edad Media; como fiesta litúrgica aparece en 1675, a raíz de las apariciones del Señor a Santa Margarita María de Alacoque. En estas revelaciones conoció la Santa con particular hondura la necesidad de reparar por los pecados personales y de todo el mundo, y de corresponder al amor de Cristo. Le pidió el Señor que se extendiera la práctica de la comunión frecuente, especialmente los primeros viernes de cada mes, con sentido reparador, y que "el primer viernes después de la octava del Santísimo Sacramento" fuera dedicada "una fiesta particular para glorificar su Corazón". La fiesta se celebró por vez primera el 21 de junio de 1686. Pío IX la extendió a toda la Iglesia. Pío XI, en 1928, le dio el esplendor que hoy tiene.
Bajo el símbolo del Corazón humano de Jesús se considera ante todo el Amor infinito de Cristo por cada hombre; por eso, el culto al Sagrado Corazón "nace de las fuentes mismas del dogma católico", como el Papa Juan Pablo II ha expuesto en su abundante catequesis sobre este misterio tan consolador.
Viernes posterior al 2º domingo después de Pentecostés, Sagrado Corazón de Jesús
EL AMOR DE JESÚS
— Amor único y personal por cada criatura.
— Desagravio y reparación.
— Un horno ardiente de caridad.
I. Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene. Dios es amor, y el que permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él, se lee en una lectura de la Misa1.
La plenitud de la misericordia divina hacia los hombres se expresa en el envío de la Persona de su Hijo Unigénito. No solo hemos conocido que Dios nos ama por ser esta la continua enseñanza de Jesús, sino que su presencia entre nosotros es la prueba máxima de este amor: Él mismo es la plena revelación de Dios y de su amor a los hombres2. Enseña San Agustín que la fuente de todas las gracias es el amor que Dios nos tiene y que nos ha revelado no solo con palabras, sino también con obras. El hecho supremo de este amor tuvo lugar cuando su Hijo Unigénito asumió carne mortal y se hizo hombre como nosotros, excepto en el pecado3.
Hoy hemos de pedir nuevas luces para, de un modo más hondo, entender el amor de Dios a todos los hombres, a cada uno. Debemos suplicar al Espíritu Santo que, con su gracia y nuestra correspondencia, cada día podamos decir personalmente y con más hondura: he conocido el amor que Dios me tiene. A esa sabiduría –la que verdaderamente importa– llegaremos, con la ayuda de la gracia, meditando muchas veces la Humanidad Santísima de Jesús: su vida, sus hechos, lo que padeció por redimirnos de la esclavitud en la que nos encontrábamos y elevarnos a una amistad con Él, que durará por toda la eternidad. El Corazón de Jesús, un corazón con sentimientos humanos, fue el instrumento unido a la Divinidad para expresarnos su amor indecible; el Corazón de Jesús es el corazón de una Persona divina, es decir, del Verbo Encarnado, y, "por consiguiente, representa y pone ante los ojos todo el amor que Él nos ha tenido y nos tiene ahora. Y aquí está la razón de por qué el culto al Sagrado Corazón se considera, en la práctica, como la más completa profesión de la fe cristiana. Verdaderamente, la religión de Jesucristo se funda toda en el Hombre-Dios Mediador; de manera que no se puede llegar al Corazón de Dios sino pasando por el Corazón de Cristo, conforme a lo que Él mismo afirmó: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie viene al Padre sino por Mí (Jn 14, 6)"4.
No hubo un solo acto del alma de Cristo o de su voluntad que no estuviera dirigido a nuestra redención, a conseguirnos todas las ayudas para que no nos separemos jamás de Él, o para volver si nos hubiéramos extraviado. No hubo una parte de su cuerpo que no padeciera por nuestro amor. Toda clase de penas, injurias y oprobios las aceptó gustoso por nuestra salvación. No quedó una sola gota de su Sangre preciosísima que no fuese derramada por nosotros.
Dios me ama. Esta es la verdad más consoladora de todas y la que debe tener más resonancias prácticas en mi vida. ¿Quién podrá comprender el hondo abismo de la bondad de Jesús manifestada en la llamada que hemos recibido a compartir con Él su misma Vida, su amistad...? Una Vida y una amistad que ni la muerte logrará romper; por el contrario, la volverá más fuerte y más segura.
"Dios me ama... y el Apóstol Juan escribe: "amemos, pues, a Dios, ya que Dios nos amó primero". -Por si fuera poco, Jesús se dirige a cada uno de nosotros, a pesar de nuestras innegables miserias, para preguntarnos como a Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?"...
"-Es la hora de responder: "¡Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo!", añadiendo con humildad: ¡ayúdame a amarte más, auméntame el amor!"5.
II. En la Misa de esta Solemnidad rezamos: Oh, Dios, que en el Corazón de tu Hijo, herido por nuestros pecados, has depositado infinitos tesoros de caridad; te pedimos que, al rendirle el homenaje de nuestro amor, le ofrezcamos una amplia reparación6.
De este rato de oración hemos de sacar la alegría inmensa de considerar, una vez más, el amor vivo y actual de Jesús por cada uno. ¡Un Dios con corazón de carne, como el nuestro! Jesús de Nazareth sigue pasando por nuestras calles y plazas haciendo el bien7 como cuando estaba en carne mortal entre los hombres: ayudando, curando, consolando, perdonando, otorgando la vida eterna a través de sus sacramentos... Son los infinitos tesoros de su Corazón, que sigue derramando a manos llenas. San Pablo enseña que, al subir a lo alto, llevó cautiva a la cautividad, y derramó sus dones sobre los hombres8. Cada día son inconmensurables las gracias, las inspiraciones, las ayudas, espirituales y materiales, que recibimos del Corazón amante de Jesús. Sin embargo, Él "no se impone dominando: mendiga un poco de amor, mostrándonos, en silencio, sus manos llagadas"9. ¡Con cuánta frecuencia se lo hemos negado! ¡Cuántas veces ha esperado más amor, más fervor, en esa Visita al Santísimo, en aquella Comunión... !
Mucho debemos reparar y desagraviar al Corazón Sacratísimo de Jesús, Por nuestra vida pasada, por tanto tiempo perdido, por tanta tosquedad en el trato con Él, por tanto desamor... "Te pido –le decimos con palabras que dejó escritas San Bernardo– que acojas la ofrenda del resto de mis años. No desprecies, Dios mío, este corazón contrito y humillado, por todos los años que malgasté de mala manera"10. Dame, Señor, el don de la contrición por tanta torpeza actual en mi trato y amor hacia Ti, aumenta la aversión a todo pecado venial deliberado, enséñame a ofrecerte como expiación las contrariedades físicas y morales de cada día, el cansancio en el trabajo, el esfuerzo para dejar las labores terminadas, como Tú quieres.
Ante tantos que parecen huir de la gracia, no podemos quedar indiferentes. "No pidas a Jesús perdón tan solo de tus culpas: no le ames con tu corazón solamente...
"Desagráviale por todas las ofensas que le han hecho, le hacen y le harán..., ámale con toda la fuerza de todos los corazones de todos los hombres que más le hayan querido.
"Sé audaz: dile que estás más loco por Él que María Magdalena, más que Teresa y Teresita..., más chiflado que Agustín y Domingo y Francisco, más que Ignacio y Javier"11.
III. Aquellos dos discípulos a quienes acompaña Jesús camino de Emaús le reconocen por fin al partir el pan, después de unas horas de viaje. Y se dijeron uno a otro: ¿No es verdad que ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?12. Sus corazones, que poco antes estaban apagados, desalentados y tristes, ahora están llenos de fervor y de alegría. Esto hubiera sido motivo suficiente para reconocer que Cristo los acompañaba, pues este es el efecto que Jesús produce en aquellos que están cercanos a su Corazón amabilísimo. Ocurrió entonces y tiene lugar cada día.
En esta "arca preciosísima" del Corazón de Jesús se encuentra la plenitud de toda caridad. Esta, don por excelencia "del Corazón de Cristo y de su Espíritu, es la que dio a los Apóstoles y a los mártires la fortaleza para predicar la verdad evangélica y testimoniarla hasta derramar por ella su sangre"13. De ahí sacamos nosotros la firmeza necesaria para dar a conocer a Cristo. Es en el trato con Jesús donde se enciende el verdadero celo apostólico, el que es capaz de perdurar por encima de los aparentes fracasos, de los obstáculos de un ambiente que en ocasiones parece que huye de Jesús.
El amigo hace llegar al amigo lo mejor que tiene. Nosotros nada poseemos que se pueda comparar al hecho de haber conocido a Jesús. Por eso, a nuestros parientes, a los amigos, a los compañeros de profesión hemos de darles a conocer a Cristo.
En el Corazón de Jesús hemos de encender nuestro celo apostólico por las almas. En Él encontramos un horno ardiente de caridad por las almas, como rezamos en las Letanías del Sagrado Corazón. "El horno arde –comentaba el Papa Juan Pablo II–. Al arder, quema todo lo material, sea leña u otra sustancia fácilmente combustible.
"El Corazón de Jesús, el Corazón humano de Jesús, quema con el amor que lo colma. Y este es el amor al Eterno Padre y el amor a los hombres: a las hijas y los hijos adoptivos.
"El horno, quemando, poco a poco se apaga. El Corazón de Jesús, en cambio, es horno inextinguible. En esto se parece a la zarza ardiente del libro del Éxodo, en la que Dios se reveló a Moisés. La zarza que ardía con el fuego, pero... no se consumía (Ex 3, 2).
"Efectivamente, el amor que arde en el Corazón de Jesús es sobre todo el Espíritu Santo, en el que Dios-Hijo se une eternamente al Padre. El Corazón de Jesús, el Corazón humano de Dios-Hombre, está abrasado por la llama viva del Amor trinitario, que jamás se extingue.
"Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad. El horno, mientras arde, ilumina las tinieblas de la noche y calienta los cuerpos de los viandantes ateridos.
"Hoy queremos rogar a la Madre del Verbo Eterno, para que en el horizonte de la vida de cada una y de cada uno de nosotros no cese nunca de arder el Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad. Para que Él nos revele el Amor que no se extingue ni se deteriora jamás, el Amor que es eterno. Para que ilumine las tinieblas de la noche terrena y caliente los corazones.
"Dándole las gracias por el único amor capaz de transformar el mundo y la vida humana, nos dirigimos con la Virgen Inmaculada, en el momento de la Anunciación, al Corazón Divino que no cesa de ser horno ardiente de caridad. Ardiente: como la zarza que Moisés vio al pie del monte Horeb"14.
1 Segunda lectura. Ciclo A. 1 Jn 4, 16. — 2 Cfr. Jn 1, 18; Heb 1, 1. — 3 Cfr. San Agustín, Tratado sobre la Trinidad, 9, 10. — 4 Pío XII, Enc. Haurietis aquas. 15-V-1956. — 5 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 497. — 6 Misal Romano, Oración colecta. — 7 Cfr. Hech 10, 38. — 8 Ef 4, 8. — 9 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 179. — 10 San Bernardo, Sermón 20, 1. — 11 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 402. — 12 Lc 24, 32. — 13 Pío XII, loc. cit. — 14 Juan Pablo II, Ángelus 23-VI-1985.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Juan de Sahagún
Predicador
Sahagún es una cuidad de España, y allá nació nuestro santo en el año 1430.
Sus padres no tenían hijos y dispusieron hacer una novena de ayunos, oraciones y limosnas en honor de la Santísima Virgen y obtuvieron el nacimiento de este que iba a ser su honor y alegría.
Educado con los monjes benedictinos, demostró muy buena inclinación hacia el sacerdocio y el señor obispo lo hizo seguir los estudios sacerdotales y después de ordenado sacerdote lo nombró secretario y canónigo de la catedral. Pero estos cargos honoríficos no le agradaban, y pidió entonces ser nombrado para una pobre parroquia de arrabal.
Después de varios años de sacerdocio, sintió el deseo de especializarse en teología y se matriculó como un estudiante ordinario en la Universidad de Salamanca. Allí estuvo cuatro años hasta completar todos sus estudios teológicos. Al principio era bastante desconocido pero un día fue invitado a hacer el sermón en honor de San Sebastián, patrono de uno de los colegios, y su predicación agradó tanto que empezó a ser muy popular entre la gente de la ciudad.
Y sucedió que le sobrevino una gravísima enfermedad con serio peligro de muerte y no había más remedio que hacerle una difícil operación quirúrgica (y con los métodos tan primarios de ese tiempo). Fue entonces cuando prometió a Dios que si le devolvía la salud mejoraría totalmente sus comportamientos y entraría de religioso. Dios le concedió la salud y Juan entró de religioso agustino.
En el noviciado lo pusieron a lavar platos y barrer corredores y desyerbar campos, y siendo todo un doctor, lo hacía todo con gran humildad y total esmero. Después lo pusieron a servir el vino a la comunidad, y todavía se conserva la vasija con la cual hizo el milagro de que con un poco de vino sirvió a muchos comensales y le sobró vino. En cumplimiento de sus deberes, en penitencias, en obediencia y en humildad, no le ganaba ninguno de los otros religiosos.
El convento de los padres Agustinos en Salamanca tenía fama de gran santidad, pero desde que Juan de Sahagún llegó allí, esa buena fama creció enormemente. Era un predicador muy elocuente y sus sermones empezaron a transformar a las gentes. En la ciudad había dos partidos que se atacaban sin misericordia y el santo trabajó incansablemente hasta que logró que los cabecillas de los partidos se amistaran y firmaran un pacto de paz, y se acabaron la violencia y los insultos.
Los biógrafos dicen que Fray Juan era un hombre de una gran amabilidad con todos, devotísimo del Santísimo Sacramento y muy amigo de dedicar largos ratos a la oración. Las gentes cuando lo veían rezar decían: "parece un ángel". El estudio que más le agradaba era el de la Sagrada Biblia, para lograr comprender y amar más la palabra de Dios. A veces gastaba todo el día visitando enfermos, tratando de poner paz en familias desunidas y ayudando a gentes pobres y hasta se olvidaba de ir a comer.
Algunos lo criticaban porque en la confesión era muy rígido con los que no querían enmendarse y se confesaban sólo para comulgar, sin tener propósito de volverse mejores. Pero su rigidez transformó a muchos que estaban como adormilados en sus vicios y malas costumbres. Confesarse con él era empezar a enmendarse.
Otro defecto que le criticaban sus superiores era que tardaba mucho tiempo en celebrar la Santa Misa. Pero para ello había una explicación: y es que nuestro santo veía a Jesucristo en la Sagrada Eucaristía y al verlo se quedaba como en éxtasis y ya no era capaz por mucho rato de proseguir la celebración. Pero las gentes gustaban de asistir a sus misas porque les parecían más fervorosas que las de otros sacerdotes.
San Juan de Sahagún predicaba muy fuerte contra los ricos que explotan a los pobres. Y una vez un rico, amargado por estas predicaciones, pagó a dos delincuentes para que atalayaran al santo y le dieran una paliza. Pero cuando llegaron junto a él sintieron tan grande terror que no fueron capaces de mover las manos. Luego confesaron muy arrepentidos que los había invadido un temor reverencial y que no habían sido capaces de golpearlo.
En un pueblo habló muy fuerte contra los terratenientes que no pagaban lo debido a los campesinos y desde entonces aquellos ricachones no le permitieron volver a predicar en ese pueblo.
Sus preferidos eran los huérfanos, los enfermos, los más pobres y los ancianos. Para ellos recogía limosnas y buscaba albergues o asilos. A las muchachas en peligro les conseguía familias dignas que les dieran sanas ocupaciones y las protegieran.
Hizo frecuentes milagros, y obtuvo con sus oraciones que a Salamanca la librara Dios, durante la vida del santo, de la peste del tifo negro, que azotaba a otras regiones cercanas. Un joven se cayó a un hondo pozo. Fray Juan le alargó su correa y, sin saber cómo, salió el joven desde el abismo, prendido de la tal correa. La gente se puso a gritar "¡Milagro! ¡Milagro!", pero él se escondió para no recibir felicitaciones.
Salamanca sufría un terrible verano. El les anunció que con su muerte llegarían lluvias abundantes. Y así sucedió: apenas murió, enseguida llegaron muy copiosas y provechosas lluvias.
Y sucedió que un hombre que tenía una amistad de adulterio con una mala mujer, al escuchar los sermones de Fray Juan, se apartó totalmente de tan dañosa amistad. Entonces aquella pérfida y malvada exclamó: "Ya verá el tal predicador que no termina con vida este año". Y mandó echar un veneno en un alimento que el santo iba a tomar. Desde entonces Fray Juan empezó a enflaquecerse y a secarse, y en aquel mismo año de 1479, el santo predicador murió de sólo 49 años.
A su muerte, dejaba la ciudad de Salamanca completamente transformada, y la vida espiritual de sus oyentes renovada de manera admirable.
Que Dios nos mande muchos valientes predicadores como San Juan de Sahagún.
Dijo Jesús: El que pierda su vida por mi en este mundo, la salvará para la vida eterna (Jn. 12, 25).
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Fuente: Franciscanos.net
Guido (Guy) de Cortona, Beato Franciscano, 12 de junio
Sacerdote de la Primera Orden Franciscana Su culto y misa fueron concedidos por Gregorio XIII en 1583. |
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Fuente: Enciclopedia Católica | ACI Prensa
León III, Santo XCVI Papa, Junio 12
XCVI Papa Fecha de nacimiento desconocida; murió en 816. Fue elegido el mismo día que fue enterrado su predecesor (26 de diciembre de 795), y consagrado al día siguiente. |
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Fuente: ACIprensa.com
María Cándida de la Eucaristía, Beata Carmelita, 12 de junio
Carmelita Descalza María Barba nació el 16 de enero de 1884 en Catanzaro (Italia), a donde la familia, oriunda de Palermo, se había trasladado momentáneamente por motivos de trabajo del padre, Pedro Barba, consejero del Tribunal Superior.
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Fuente: www.mercedesdejesus.com
Mercedes de Jesús Molina y Ayala, Beata La Rosa del Guayas, Junio 12
La Rosa del Guayas Nació en Baba, población perteneciente en esa época parte del Departamento de Guayaquil, provincia del Guayas (luego de una división administrativa Baba queda hoy en día en la provincia de Los Ríos), el 24 de septiembre de 1828, hija de don Miguel Molina y Arbeláez y de doña Rosa Ayala y Aguilar. |
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Fuente: www.passiochristi.org
Lorenzo Salvi, Beato Pasionista, Junio 12
El Misionero del Niño Jesús Lorenzo Salvi es un hombre que ha gastado su vida al servicio de Dios y no se detuvo nunca por lo que mereció como apelativo "movimiento perpetuo". Otras de sus características fueron la mansedumbre y la humildad que aprendió en la escuela de Jesús a niño y de la familia de Nazareth. |
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Gaspar Luis Bertoni, Santo Fundador, Junio 12
Fundador de la Congrecación GASPAR BERTONI nació en Verona, en la República de Venecia, el 9 de octubre de 1777, hijo de Francis Bertoni y Brunora Ravelli de Sirmione. Fue bautizado al día siguiente por su tío abuelo, Fr. James Bertoni, en la iglesia de la parroquia de San Pablo, en el Campo Marzo de la sección de Verona. |
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Fuente: Franciscanos.org
Florida Cevoli, Beata Clarisa, Junio 12
Clarisa Capuchina Florida Cevoli, en el siglo Lucrecia Elena, hija del conde Curzio Cevoli y de la condesa Laura della Seta, nació en Pisa (Italia) el 11 de noviembre de 1685. Educada en la fe en el seno de su familia, afinó su espíritu bajo la guía de las clarisas del monasterio de San Martín, de Pisa, adonde la llevaron a los 13 años y donde vivió como educanda durante cinco años. Aquel clima de silencio que se respiraba allí suscitó en ella un gran deseo de la vida religiosa. |
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Autor: Archidiócesis de Madrid
Onofre, Santo Ermitaño, Junio 12
Ermitaño Si no lo hubiera encontrado el abad san Panufcio, ya moribundo, y no hubiera escrito su vida es seguro que no conoceríamos a este personaje originalísimo. Es un ermitaño, morador de una cueva del desierto egipcio de la Tebaida. |
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Fuente: ACI Prensa
108 mártires de Polonia durante la segunda guerra, Beatos Mártires, 12 de junio
El 13 de junio de 1999, el papa Juan Pablo II beatificó, en Varsovia, a 108 mártires de la última Guerra Mundial en Polonia, y estableció que su fiesta se celebre el 12 de junio. Entre ellos hay 3 obispos, 52 sacerdotes diocesanos, 26 sacerdotes religiosos, 3 clérigos, 7 religiosos no sacerdotes, 8 religiosas y 9 personas laicas. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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