domingo, 14 de junio de 2015

Lunes por las almas del Purgatorio. 15/06/2015. Beata Albertina Berkenbrock ¡ruega por nosotros!

JA

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (5, 38-42)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente; pero yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo. Si alguno te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda; al que te quiera demandar en juicio para quitarte la túnica, cédele también el manto. Si alguno te obliga a caminar mil pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

"El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?

Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?

Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).

 

 

Misal

 

Pues bien, ahora es el tiempo favorable

Feria de la 11a. semana del Tiempo Ordinario

 

Antífona de Entrada

Firmeza es el Señor para su pueblo, defensa y salvación para sus fieles. Sálvanos, Señor, vela sobre nosotros y guíanos siempre.

Oración Colecta

Oración:

Padre misericordioso, que nunca dejas de tu mano a quienes has hecho arraigar en tu amistad, concédenos vivir siempre movidos por tu amor y un filial temor de ofenderte.

Por nuestro Señor Jesucristo...

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios (6, 1-10)

Hermanos: Como colaboradores que somos de Dios, los exhortamos a no echar su gracia en saco roto.

Porque el Señor dice: En el tiempo favorable te escuché y en el día de la salvación te socorrí. Pues bien, ahora es el tiempo favorable; ahora, es el día de la salvación.

A nadie damos motivo de escándalo, para que no se burlen de nuestro ministerio; al contrario, continuamente damos pruebas de que somos servidores de Dios con todo lo que soportamos: sufrimientos, necesidades y angustias; golpes, cárceles y motines; cansancio, noches de no dormir y días de no comer. Procedemos con pureza, sabiduría, paciencia y amabilidad; con la fuerza del Espíritu Santo y amor sincero, con palabras de verdad y con el poder de Dios.

Luchamos con las armas de la justicia, tanto para atacar como para defendernos, en medio de la honra y de la deshonra, de la buena y de la mala fama. Somos los "impostores" que dicen la verdad; los "desconocidos" de sobra conocidos; los "moribundos" que están bien vivos; los "condenados" nunca ajusticiados; los "afligidos" siempre alegres; los "pobres" que a muchos enriquecen; los "necesitados" que todo lo poseen.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 97

Aclamemos con júbilo al Señor.

Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria.

Aclamemos con júbilo al Señor.

El Señor ha dado a conocer su victoria y ha revelado a las naciones su justicia.

Una vez más ha demostrado Dios su amor y su lealtad hacia Israel.

Aclamemos con júbilo al Señor.

La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro Dios. Que todos los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor.

Aclamemos con júbilo al Señor.

 

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

Tus palabras, Señor, son una antorcha para mis pasos y una luz en mi sendero.

Aleluya.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (5, 38-42)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente; pero yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo. Si alguno te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda; al que te quiera demandar en juicio para quitarte la túnica, cédele también el manto. Si alguno te obliga a caminar mil pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, este sacrificio de reconciliación y alabanza que vamos a ofrecerte, a fin de que purifique nuestros corazones y podamos corresponder a tu amor con nuestro amor.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

 

Prefacio Común IX

La gloria de Dios es el hombre viviente.

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Tú eres el Dios vivo y verdadero; el universo está lleno de tu presencia, pero sobre todo has dejado la huella de tu gloria en el hombre, creado a tu imagen.

Tú lo llamas a cooperar con el trabajo cotidiano en el proyecto de la creación y le das tu Espíritu para que sea artífice de justicia y de paz, en Cristo, el hombre nuevo.

Por eso, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos con alegría el himno de tu alabanza:

Santo, Santo, Santo...

 

Antífona de la Comunión

Los ojos de todos los hombres te miran, Señor, llenos de esperanza, y tú das a cada uno su alimento.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:

Señor, tú que nos has renovado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, concédenos que la participación en esta Eucaristía nos ayude a obtener la plenitud de la redención.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.


Meditación diaria

11ª semana. Lunes

LA VIDA DE LA GRACIA

— Una vida nueva. Dignidad del cristiano.

— La gracia santificante, participación en la naturaleza divina.

— La gracia nos lleva a la identificación con Cristo: docilidad, vida de oración, amor a la Cruz.

I. Los cristianos, desde el momento en que se nos infunde la gracia santificante en el Bautismo, tenemos una nueva vida sobrenatural, distinta de la existencia común de los hombres; es una vida particular y exclusiva de quienes creen en Cristo, de aquellos que nacen no de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de querer de hombre, sino que nacen de Dios1. En el Bautismo, el cristiano comienza a vivir la misma vida de Cristo2. Entre Él y nosotros se ha establecido una comunión de vida distinta, superior y más fuerte e íntima que la de los miembros de la sociedad humana. La unión con el Señor es tan profunda que transforma radicalmente la existencia del cristiano, y hace posible que la vida de Dios se desarrolle como algo propio en el interior del alma. Nuestro Señor habla de la vid y los sarmientos3, San Pablo la compara a la unión entre el cuerpo y la cabeza4, pues una misma savia y una misma sangre recorren la cabeza y los miembros.

La primera consecuencia de esta realidad es la dicha incomparable de hacernos hijos de Dios; la filiación divina no es un mero título. Cuando alguien adopta a otro como hijo le da su apellido y sus bienes, le ofrece su cariño, pero no es capaz de comunicarle algo de su propia naturaleza ni de su propia vida. La adopción humana es algo externo: no cambia a la persona ni le añade perfecciones o cualidades que no sean meramente externas (mejores vestidos, más medios para aumentar su cultura...). En la adopción divina es distinto: se trata de un nuevo nacimiento, que produce una admirable mejora de la naturaleza de quien es adoptado. Carísimos -escribe San Juan-, nosotros somos ya ahora hijos de Dios5. No es una ficción, no es otorgar un título honorífico, porque el mismo Espíritu de Dios está dando testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios6. Es una realidad tan grande y tan alegre que le hace escribir a San Pablo: no sois extraños ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios7.

¡Cuánto bien hará a nuestra alma considerar a menudo que Cristo es la fuente de la que mana a raudales esta nueva vida que se nos ha dado! Por Él -escribe San Pedro- Dios nos ha dado las grandes y preciosas gracias que había prometido, para hacernos partícipes por medio de estas mismas gracias de la naturaleza divina8.

Ante tal dignidad, la cabeza y el corazón se inclinan para dar continuas gracias al Señor, que ha querido poner en nosotros tanta riqueza, y nos decidimos a vivir conscientes de las joyas preciosas que hemos recibido. Los ángeles miran al alma en gracia llenos de respeto y de admiración. Y nosotros, ¿cómo vemos a nuestros hermanos los hombres, que han recibido o están llamados a recibir esa misma dignidad? ¿Cómo nos comportamos, llevando un tesoro de tan altísimo valor? ¿Sabemos de verdad lo que vale nuestra alma, y lo manifestamos en la conducta, en la delicadeza con que evitamos aun lo más pequeño que desdiga de la dignidad de nuestra condición de cristianos?

II. Al principio, después de la primera creación, la criatura era nueva, perfecta, según la había hecho Dios. Pero el pecado la envejeció y causó en ellas grandes estragos. Por eso, Dios hizo otra nueva creación9: la gracia santificante, una participación limitada de la naturaleza divina, por la que el hombre, sin dejar de ser criatura, es semejante a Dios, participa íntimamente en la vida divina.

Es una realidad interior que produce "una especie de resplandor y luz que limpia todas las manchas de nuestras almas y las torna hermosísimas y muy brillantes"10. Esta gracia es la que une nuestra alma con Dios en un estrechísimo lazo de amor11. ¡Cómo deberemos protegerla, convencidos de que es el mayor bien que tenemos! La Sagrada Escritura la compara a una prenda que Dios pone en los corazones de los fieles12, a una semilla que echa sus raíces en el interior del hombre13, a un manantial de aguas que manará sin cesar hasta la vida eterna14.

La gracia santificante no es un don pasajero y transitorio, como ocurre con esos impulsos y mociones para realizar u omitir alguna acción, a los que llamamos gracias actuales; es "un principio permanente de vida sobrenatural"15, una disposición estable radicada en la misma esencia del alma. Porque determina un modo de ser estable y permanente –aunque se puede perder por el pecado mortal–, se la llama también gracia habitual.

La gracia no violenta el orden natural, sino que lo supone, lo eleva y perfecciona, y ambos órdenes se prestan mutua ayuda, porque uno y otro de Dios proceden16. Por eso, el cristiano, lejos de renunciar a las obras de la vida terrena –al trabajo, a la familia...–, las desarrolla y las perfecciona, coordinándolas con la vida sobrenatural, hasta el punto de ennoblecer la misma vida natural17.

Con esta dignidad hemos de vivir y de comportarnos en todas nuestras acciones; en ningún momento del día debemos olvidar los dones con que hemos sido favorecidos. Nuestra existencia será bien diferente si en medio de los quehaceres diarios tenemos presente el honor que nos ha hecho nuestro Padre Dios: que –por la gracia– nos llamemos hijos suyos, y que de verdad lo seamos18.

III. La gracia santificante diviniza al cristiano y le convierte en hijo de Dios y en templo de la Trinidad Santísima. Esta semejanza en el ser debe reflejarse necesariamente en nuestro obrar: en pensamientos, acciones y deseos –a medida que progresamos en la lucha ascética–, de modo que la vida puramente humana vaya dejando paso a la vida de Cristo. Se ha de cumplir en nuestras almas aquel proceso interior que indican las palabras del Bautista: conviene que él crezca y yo mengüe19. Hemos de pedir al Señor que se haga cada vez más firme en nosotros esta aspiración: tener en el corazón los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo en el suyo20; y desterrar el egoísmo, el pensar excesivamente en nosotros mismos, cualquier síntoma de aburguesamiento... Por esto, quienes se ufanan de llevar el nombre de cristianos, no solo han de contemplar al Maestro como un perfectísimo Modelo de todas las virtudes, sino que han de reproducir de tal manera en sus costumbres la doctrina y la vida de Jesucristo que sean semejantes a Él21, en el modo de tratar a los demás, en la compasión por el dolor ajeno, en la perfección del trabajo profesional, imitando los treinta años de vida oculta en Nazaret...

Así se repetirá la vida de Jesús en la nuestra, en una configuración creciente con Él que realiza de modo admirable el Espíritu Santo, y que tiene como término la plena semejanza y unión, que se consumará en el Cielo. Pero, considerémoslo serenamente en nuestra oración, para llegar a esa identificación con Cristo se precisa una orientación muy clara de toda nuestra vida: colaborar con el Señor en la tarea de la propia santificación, quitando obstáculos a la acción del Paráclito y procurando hacer en todo lo que más agrada a Dios, de tal manera que podamos decir, como Jesús: Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y dar cumplimiento a su obra22. Esta correspondencia a la gracia –que se ha de hacer realidad día tras día, minuto a minuto– se podría resumir en tres puntos principales: ser dóciles a las inspiraciones del Espíritu Santo, mantener en toda circunstancia la vida de oración, a través de las prácticas de devoción que hemos concretado en la dirección espiritual, y cultivar un constante espíritu de penitencia.

Docilidad, porque el Espíritu Santo "es quien nos empuja a adherirnos a la doctrina de Cristo y a asimilarla con profundidad, quien nos da luz para tomar conciencia de nuestra vocación personal y fuerza para realizar todo lo que Dios espera"23 en nuestro personal crecimiento interior y en el abundante apostolado que hemos de ejercer entre nuestros amigos, parientes y colegas.

Vida de oración, "porque la entrega, la obediencia, la mansedumbre del cristiano nacen del amor y al amor se encaminan. Y el amor lleva al trato, a la conversación, a la amistad. La vida cristiana requiere un diálogo constante con Dios Uno y Trino, y es a esa intimidad a donde nos conduce el Espíritu Santo"24.

Unión con la Cruz, "porque en la vida de Cristo el Calvario precedió a la Resurrección y a la Pentecostés, y ese mismo proceso debe reproducirse en la vida de cada cristiano"25, aceptando en primer lugar las contradicciones, grandes o pequeñas, que nos llegan, y ofreciendo al Señor cada día otras muchas pequeñas mortificaciones a través de las cuales nos unimos a la Cruz con sentido de corredención, purificamos nuestra vida y nos disponemos para un diálogo íntimo y profundo con Dios.

Examinemos hoy, al terminar nuestra oración, cómo es nuestra correspondencia a la gracia en estos tres puntos, porque de ella depende el desarrollo de la vida de la gracia en nosotros. Le decimos al Señor que no queremos contentarnos con el nivel alcanzado en la oración, en la presencia de Dios, en el sacrificio...; que, con su gracia y con la protección de Santa María, no nos detendremos hasta llegar a la meta que da sentido a nuestra vida: la plena identificación con Jesucristo.

1 Jn 1, 13. — 2 Cfr. Gal 3, 27. — 3 Jn 15, 1-6. — 4 1 Cor 12, 27. 5 1 Jn 3, 2. — 6 Rom 8, 16. — 7 Ef 2, 19. — 8 2 Pdr 1, 4. — 9 Cfr. Santo Tomás, Comentario a la Segunda Carta a los Corintios, IV, 192. — 10 Catecismo Romano, II, 2, n. 50. — 11 Cfr. ibídem, I, 9, n. 8. 12 Cfr. 2 Cor 5, 5. 13 Cfr. 1 Jn 3, 9. — 14 Jn 4, 14. — 15 Pío XI, Enc. Casti connubii, 31-XII-1930. — 16 Cfr. ídem, Enc. Divini illius Magistri, 31-XII-1929. — 17 Cfr. ibídem; cfr. Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 40. — 18 Cfr. 1 Jn 3, 1. — 19 Jn 3, 30. — 20 Flp 2, 5. — 21 Cfr. Pío XII, Enc. Mystici Corporis, 29-VI-1943. — 22 Jn 4, 24. — 23 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 135. — 24 Ibídem, 136. — 25 Ibídem, 137.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Amós, Santo Profeta del A.T., Junio 15  

Amós, Santo

Profeta

Martirologio Romano: Conmemoración de san Amós, profeta, que siendo pastor de Tecoa y cuidador de sicómoros, fue enviado por Dios a los hijos de Israel para defender su justicia y santidad contra sus prevaricaciones (s. X a.C.).

Etimológicamente: Amós = Aquel que es fuerte, es de origen hebreo.

 

Amós es el primer profeta escritor y sus vaticinios, que constituyen para nosotros el primer documento del profetismo, son también una preciosa fuente de noticias sobre su vida y sobre las costumbres de su pueblo, siete siglos y medio antes de Cristo. Predicó entre el 762 y el 750 a.C., después de una precisa vocación divina que lo sacó de su pueblo, Téqoa, cerca de Belén, y de su oficio de criador de rebaños y cortador de sicómoros.

Jeroboam II, aprovechando el desinterés de Egipto y de Asia, había ampliado los límites de Israel; pero las fáciles victorias habían suscitado una situación social desordenada: había pocos ricos, ávidos de riqueza, y muchos pobres, marginados y explotados inhumanamente por los comerciantes, magistrados y funcionarios deshonestos; además, el ocio, la pereza y el deseo de placeres habían frenado el antiguo impulso religioso del pueblo de Dios. El sentimiento religioso de la antigua Alianza había sido reemplazado por la exaltación presuntuosa del hombre y por su poder.

Contra esta mentalidad laica y el cumplimiento puramente formal de la Ley, Amós levanta su voz para anunciar el inminente castigo de Dios, que destruirá a Israel, castigará a los ricos y hará desaparecer ese vacío culto idólatra de la riqueza: "Porque oprimís al pobre y le imponéis tributo del grano; casas de piedras labradas habéis construido, pero no las habitaréis; habéis plantado viñas deliciosas, pero no beberéis su vino. Porque sé que son numerosos vuestros crímenes y que son grandes vuestros pecados... Buscad el bien y no el mal, a fin de que viváis y así el Señor Dios estará con vosotros como decís... Odiad el mal y amad el bien, restableced el juicio en la puerta, y quizá Yahvé se apiade del resto de Jesé".

El peor mal está en la presunción de haber cumplido los propios deberes religiosos con el ofrecimiento de sacrificios pingües y generosos, es decir, con un culto exterior que oculta una vida desordenada moral y socialmente. La justicia divina lanza por boca del profeta el último llamamiento antes del desastre.

Amós propone elegir entre una vida con Dios y una vida sin Dios. Pero esta prueba extrema será también un llamamiento providencial a vivir la alianza hecha con su pueblo, "elegido entre todas las familias de la tierra", esa alianza que llegará a su perfección en el eterno reino del Mesías. Terminada su misión profética, Amós regresó a su pueblo, en donde, según una tradición que cuenta Epifanio y que se encuentra en el Martirologio Romano fue muerto con un golpe en la cabeza por el hijo del sacerdote Amasías, para hacer callar esa voz incómoda, particularmente severa contra la hipocresía de los sacerdotes.

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Pedro Crisci de Foligno, Santo Sacristán, Junio 15  

Pedro Crisci de Foligno, Santo

Sacristán

Etimológicamente significa "roca, piedra". Viene de la lengua hebrea.

Nada aproxima más a la misteriosa presencia del Resucitado, Cristo de comunión, que está plenamente en este misterio de comunión que es su Cuerpo, la Iglesia.

Pedro. Fue un confesor del siglo XIV. Era frecuente en la Edad que se tratara de locos a las personas que inspiraban deseos de santidad. No te olvides de que era una sociedad – tanto como ahora – utilitaria y práctica.

Esto le pasó al santo de hoy. Nació en Foligno entre el año 1200 y 1300, esto es, en uno de los períodos más fervorosos en Italia.

Recuerda que fue la edad de Dante, Giotto, Bonifacio VII y de Arnolfo.

Pero la autoridad y los mismos ciudadanos no veían con buenos a ojos a Pedro.

Su conducta significaba para muchos de ellos perplejidad.

De joven tuvo una vida normal, hasta tumultuosa. Pero, cuando cumplió los 30, se convirtió de veras.

Lo veían mal porque era un inconformista como le ocurrió a san Francisco de Asís y a tantos otros santos.

Lo dejó todo para hacer entrega de sus bienes a los pobres. Es posible que se metiera a terciario franciscano.

Rezaba mirando al sol, símbolo de Cristo.
Su casa era la catedral de la ciudad. En ella trabajaba todo el día. Su estilo de vida atrajo la atención de la Inquisición.

Lo examinaron e interrogaron varias veces. Su fe había sido siempre ortodoxa.
Murió en el año 1323.

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Fuente: ENCICLOPEDIA CATÓLICA || ACI Prensa
Bernardo de Menthon, Santo Ayudante de los alpinistas, Junio 15  

Bernardo de Menthon, Santo

Ayudante de los viajeros

Nació en el año 923, probablemente en el castillo Menthon, cerca de Annecy, en Savoya; murió en Novara, en 1008. Fue descendiente de una rica familia aristocrática, y recibió una esmerada educación. Rechazó contraer un matrimonio honorífico propuesto por su padre y de-cidió consagrarse al servicio de la Iglesia. Poniéndose bajo la dirección de Pedro, Archidiácono de Aosta, bajo cuya dirección progresó rápidamente, Bernardo fue ordenado sacerdote y considerando su sabiduría y virtud fue ordenado Archidiácono de Aosta (en 966), haciéndose cargo del gobierno de la diócesis, secundando al obispo. Viendo la ignorancia e idolatría que todavía imperaban entre los pueblos de los Alpes, resolvió consagrarse a su convertirlo. Por cuarenta y dos años se dedicó a predicar el Evangelio a esos pueblos y llevó la luz de la fe incluso a algunos cantones de Lombardía, ocasionando numerosas conversiones y obrando varios milagros.

Por otra razón, sin embargo, el nombre de Bernardo será célebre por siempre. Desde los mas antiguos tiempos hubo un camino a través de los Alpes Peninos, desde el valle de Aosta hasta el cantón suizo de Valais, en el que está ahora el paso del Gran San Bernardo. Este paso está cubierto por nieves permanentes de siete a ocho pies (de 2 a 2,4 metros, N. del T.) de profundidad, y sus movimientos a veces acumula hasta cuarenta pies (un metro) de altura. Aunque el paso era en extremo peligroso, especialmente en primavera a raíz de las avalanchas, no obstante era utilizado por peregrinos franceses y germanos camino a Roma. Para comodidad y protección de los viajeros San Bernardo fundó un monasterio y hospedaje en el punto más alto del paso, a 8.000 pies (2.400 metros, aproximadamente, N. del T.) sobre el nivel del mar, en el año 962.

Algunos años más tarde estableció otro hospedaje en el Pequeño San Bernardo, un monte de los Grandes Alpes, de 7.076 pies (2.160 metros, N. del T.) sobre el nivel del mar. Ambos fueron puestos a cargo de monjes agustinos, luego de conseguir la aprobación pontificia en una visita a Roma.

Estos hospedajes son famosos por su generosa hospitalidad extendida a todos los viajeros que pasan por el Gran y el Pequeño San Bernardo, así llamados en honor al fundador de estas instituciones de caridad. En todas las estaciones del año, pero especialmente durante las duras tormentas de nieve, los heroicos monjes acompañados por sus bien entrenados perros, salen en busca de víctimas que podrían sucumbir a la dureza del clima. Les ofrecen comida, ropa, y refugio a los desafortunados viajeros que corren peligro de muerte.

Los monjes dependen de donaciones y colectas para sustentarse. Actualmente, la Orden cons-ta de unos cuarenta miembros, la mayoría de lo cuales vive en los hospedajes mientras algunos viven con vecinos del lugar.
La última obra en la vida de San Bernardo fue la reconciliación de dos nobles cuyo antagonismo amenazó en convertirse en una situación fatal. San Bernardo fue sepultado en el convento de Saint Lawrence. Venerado como santo desde el S. XII en varios lugares del Piemonte (Aosta, Novara, Brescia), no fue canonizado sino hasta 1681, por Inocencio XI.

Su fiesta es celebrada en algunos santorales el 15 de junio y en otros el 28 de mayo.

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Fuente: Santopedia.com | ACI Prensa
Vito de Lucania, Santo Adolescente Mártir, Junio 15  

Vito de Lucania, Santo

Adolescente Mártir

Hijo de un pagano siciliano, tuvo como preceptores a los cristianos Santa Crescencia y San Modesto, que le bautizaron a escondidas de su padre. Intentó, sin éxito, convertir al hijo del gobernador Valeriano. Estuvo encarcelado durante siete años a causa de su fe cristiana.

Murió martirizado en 303 junto a Santa Crescencia y San Modesto durante las persecuciones de Diocleciano. Su cuerpo se conserva en la Iglesia Colegiata de Omegna, guardado en una urna es sacado en una procesión solemne el último sábado de agosto

El culto a estos tres santos se remonta a tiempos muy antiguos; sus nombres aparecen en el llamado martirologio de San Jerónimo o Hieronymianum. Dieron su vida por la fe en la provincia romana de Lucania, en el sur de Italia.

La veneración a San Vito se extendió tanto por Alemania, que su nombre se incluyó entre los Catorce Santos Protectores y se le consideró como patrono especial de los epilépticos y de los afectados por esa enfermedad nerviosa llamada 'Baile de San Vito' (el nombre actual de esta enfermedad es corea de Sydenham), tal vez por eso se le tiene también por protector de los bailarines y actores. Asimismo, se le invocaba contra el peligro de las tormentas, contra el exceso de sueño, mordeduras de serpientes y contra todo daño que las bestias pueden hacer a los hombres. A menudo se le representa acompañado de alguna fiera. San Vito, Modesto y Crescencia, a los que se le atribuían poderes sobrenaturales, murieron por negarse rotundamente a rendir sacrificio a los dioses. Fueron sometidos a diversas torturas de las que salieron ilesos. Los mártires murieron en Lucania, agotados por sus sufrimientos.

La catedral de Praga está dedicada a este santo.

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Fuente: Mercaba.org
Germana Cousin, Santa Pastoricita, Junio 15  

Germana Cousin, Santa

El pueblo de Pibrac, a unos kilómetros de Toulouse, se levanta en las vertientes de una colina por cuya falda corre un arroyo llamado el Courbet. No muy lejos, en la llanura que domina este arroyo, en medio de un paisaje muy descubierto cuya vista se extiende hasta los Pirineos al sur, se encuentra una casa rústica de ladrillos y adobes donde nació Germana Cousin en 1579. Su llegada al mundo pareció señalar el fin tan deseado de las guerras de religión, que habían ensangrentado durante años el reino, y especialmente el Languedoc.

Maitre Laurent, el padre de Germana, honrado labrador, gozaba en el pueblo de cierta consideración, puesto que llegó a ser cónsul, o sea alcalde, en 1573 y 1574. Era modesta su alquería, pero la explotación de varias fincas le proporcionaba una renta decente. Entre los años 1575 y 78 casó en terceras nupcias con la que iba a ser madre de nuestra Santita, con Marie Laroche. Nació Germana enclenque, escrofulosa e impedida de la mano derecha; desde los años más tiernos quedó huérfana. Hugo, su hermanastro, nacido de la primera mujer, quedaba por amo de la casa. Le llevaba a Germana unos treinta años, Su mujer, Armanda Rajols, despiadada, mandona, regentaba sus cosas con dura mano; trataba reciamente a la pobre tullida, que no valía para las labores de casa y sólo podía prestar insignificantes servicios, como hilar el copo o guardar las ovejas; la mantenía arrinconada como pestífera con el fin de evitar que a nadie se le pegara su repugnante escrófula. Hacía con Germana las veces de madre una pobre sirvienta llamada Juana Aubian, quien descubría sus llagas, las lavaba y curaba, llevando a la chiquilla a su lado al amor de la lumbre, partiendo con ella la comida y la cama hasta que la juzgaron bastante crecida para que se echara a dormir sola debajo de las escaleras del establo contiguo a las habitaciones de la casa. La bondadosa Juana Aubian era una mujer profundamente caritativa: no sabía leer ni escribir, pero poseía esa intuición de las cosas sobrenaturales que el Señor deposita en las almas sencillas y puras. Ella fue quien instruyó a Germana en las verdades de la fe y abrió su corazón al amor de Dios, hablándole de las maravillas que el Salvador obra en favor de los desventurados.

Puesto que no valía para ser empleada en las faenas del campo, Germana fue arrinconada como pastora, sin que los suyos pudieran sospechar que, al igual de los patriarcas, de Genoveva, la pastora de Nanterre, o de Juana de Arco, la pastora de Domrémy, este título iba a ser mas adelante su gloria y la característica de su santidad, aunque la suya debía de realizarse dentro de los estrictos límites de una vida del todo oculta en Dios. Los vecinos de Pibrac sólo sabían de ella que era tullida y atormentada por los duros tratos de su madrastra: probaba ser sonriente y bondadosa, y tan dedicada a la oración y frecuentación de la iglesia, que le habían puesto el apodo de la beata. En el campo, mientras vigilaba su rebaño se la veía postrarse de rodillas tan pronto como se oía el tañido del Angelus; a veces dejaba pacer a su rebaño y echaba a correr hasta la iglesia: no se le desmandaban sus ovejas, que seguían paciendo la hierba alrededor del huso, que quedaba clavado en la tierra todo el tiempo que duraba su ausencia. Fue notorio el hecho de que nunca se las atacaron los lobos, a pesar de que la selva de Bouconne cercana era la guarida de fuertes bandas, que solían encarnizarse contra rebaños, niños y hasta labradores. Una secreta virtud parecía salir de su huso y tenerlos a raya.

Esta era la vida de Germana durante todo el año: en los fuertes calores del verano como en las recias heladas del invierno, cuidadosa y silenciosa, vigilaba su rebaño. Cuando cerraba la noche se recogía con él y se pasaba las noches durmiendo debajo de las escaleras del establo, junto a sus ovejas, tan cerca del Niño Dios en el aprisco de Belén como los pastores de Navidad. Por la mañana, cuando salía a los pastos, se llevaba en el delantal una ración de pan, no el mejor de casa por cierto: se le reservaban los mendrugos, y ella misma los iba a recoger en el arca, pan de la humillación voluntaria de la pequeña Cenicienta, que no aspiraba a más que al último lugar en casa. Este pan que se le consentía, como las migajas caídas de la mesa de los ricos, Germana lo compartía con los más pobres. En aquel entonces se viajaba a pie; ¡cuántos vagabundos, peregrinos y menesterosos en busca de pan iban y venían por los caminos pidiendo delante de las puertas y a la entrada de los pueblos! Germana los veía acercarse desde lejos, se iba hacia ellos y, abriendo su delantal, compartía con ellos el consuelo del pan y de su sonrisa. Quiso El Señor manifestar con un prodigio notorio cuán agradable era delante de Él la caridad de Germana.

Se aproximaba el término de su vida. Armanda, que tenía barruntos de la prodigalidad de la joven para con la gentuza, viéndola cierto día marcharse de casa con una provisión que abultaba más que acostumbraba, resolvió seguirla con un garrote en la mano, con ánimo de confundirla delante de testigos presenciales de su fechoría, hizo que parara delante de unos vecinos, tirándola bruscamente del delantal. y ocurrió el milagro: a los pies de la joven, desparramadas en el suelo, se le caían como llovidas del cielo unas flores silvestres. Los testigos contemporáneos tuvieron cuidado de añadir: "Y no era la estación de las flores". Armanda, aterrorizada por el prodigio celeste, quería volver a mejores sentimientos. "Vuelve con nosotros, te acomodaremos una buena habitación, comerás con nosotros". pero Germana rechazaba con suavidad sus propuestas. Tenía afición a su camaranchón: ¿acaso no era el mísero alojamiento en el que Jesucristo Nuestro Señor le había comunicado su consuelo y su alegría?

Tan estupendo milagro ocurrió algunos años antes de su muerte; pero ya había sido glorificada por Dios delante de los vecinos del lugar. El párroco de Pibrac, don Guillermo Carné, se hacía lenguas de la santidad de la joven, tan devota a los oficios y tan caritativa con todos. Sabedor de las luces que Dios le deparaba en los misterios de la fe, le dio permiso para que diera la doctrina a los niños. Fue Germana una maravillosa catequista; acudían a ella las criaturas en los campos para oírla hablar de Dios, valiéndose de las cosas visibles para poner al alcance de sus oyentes los altos secretos de la realidad invisible, no de otra manera que Nuestro Señor cuando enseñaba a los corazones puros y sencillos en un maravilloso lenguaje de parábolas. A todos les inculcaba su ardiente amor a la Eucaristía, puesto que solía comulgar cada domingo, sin faltar en ninguna de las fiestas de la iglesia. Un día, pues, dirigiéndose a la parroquia cuando se preparaba a vadear el arroyo, se encontró con que las aguas salidas de madre le impedían el paso. Las gentes se reían de la beata. Pero Germana, con santo atrevimiento, se prepara a cruzar las aguas como solía. Y ocurrió el milagro: las aguas arremolinadas y sucias se apartan, dejándola pasar a pie enjuto. Volvió a reproducirse el prodigio después de la misa. La noticia se difunde en la comarca y cunde la voz de que la pequeña pastora del tío Lorenzo es una santa. En una canción popular muy divulgada aparece Germana: se la llama la violeta de Pibrac. Pero la Santa no hace caso de lo que dicen de ella; sigue con su vida oculta, aguantando con admirable paciencia sus miserias y trabajos, fiel a su condición humilde, de secreto martirio, hasta su muerte.

Un sacerdote de la diócesis de Auch, al hacer de noche el viaje a Toulouse, y dos religiosos que habían encontrado asilo en las ruinas de un antiguo castillo cercano a Pibrac, afirmaron que en medio de la noche habían visto doce formas blancas dirigirse hacia la llanura y levantarse después hacia el cielo haciendo escolta a una joven vestida de blanco y coronada de flores silvestres. Al entrar de madrugada en el pueblo, se enteraron de que había muerto en la noche una joven tullida tenida en fama por sus virtudes. Había muerto Germana Cousin en aquella noche de junio de 1601, sin ruido, sola, tal como había vivido, debajo de las escaleras del establo.

Fue enterrada en la iglesia de Pibrac, frente al púlpito, en la concesión que poseía su familia. En 1644, al enterrar una allegada de Germana, el sepulturero Guillermo Cassé descubre aterrorizado un cuerpo en perfecto estado de conservación casi a ras del suelo. Era el cuerpo de una joven que parecía haber sido enterrada el día anterior. La noticia se difunde en el pueblo. Los ancianos reconocen a Germana Cousin: su cuello lleva todavía las señales de sus lamparones, la mano derecha no se parece a la otra. Entonces vuélvense a contar los milagros ocurridos en vida de Germana; queda expuesto su cuerpo en la iglesia y se produce el primer milagro póstumo: la señora del castillo de Beauregard fue curada de un absceso del seno que ponía en peligro la vida de su recién nacido. En testimonio de gratitud hizo donación de un ataúd de plomo, en el que quedó depositada la preciosa reliquia del cuerpo de la Santa.

Iba a empezar una serie de milagros tan manifiestos, tan frecuentes y sonados, que hacen de Santa Germana una de las más grandes taumaturgas de todos los tiempos: paralíticos y ciegos, personas atacadas de abscesos infecciosos o de incurables llagas purulentas, enfermos y tullidos que se acercaban al sepulcro de Germana, se encontraban súbitamente curados durante la santa misa. Los expedientes en los que constan los primeros milagros fueron consultados en 1661 por don Jean Dufour, arcediano de la catedral de Toulouse, y más tarde, en 1700, por el párroco de la Dalbade; no obstante, tardaba el proceso de beatificación a pesar de las curaciones milagrosas, que no cesaban. Un legajo de documentos fue confiado en 1739 a un misionero apostólico en Mesopotamia para que lo entregase, a su paso por Roma, a la Sagrada Congregación de Ritos; dichos documentos debieron de extraviarse, puesto que nunca fueron remitidos a Roma. En 1793, en pleno período revolucionario, los miembros del Comité de Salvación Pública, queriendo llevar a cabo un designio sacrílego de sustraer los "cadáveres" a la devoción de las muchedumbres, se encarnizaron sobre el cuerpo de Germana, arrojándole en un foso de cal viva, mientras se mandaba el ataúd de plomo a Toulouse para que sirviera para la fabricación de balas. Pasada la oleada revolucionaria, se descubrió por segunda vez el cuerpo: apareció casi intacto, a pesar de haber permanecido durante años bajo la acción de la cal viva, Entonces se volvió a tratar del proceso de beatificación.

En enero de 1845 el expediente era entregado, por fin, a la Sagrada Congregación de Ritos. Gregorio XVI dio su firma dos días antes de morir para aprobar los trabajos de la Comisión apostólica. Fue Pío IX quien tuvo la alegría de proclamar Beata a Germana en 1854, y Santa en 1867. Al terminar el siglo no se contaban menos de cuatrocientos milagros realizados por la intercesión de la Santa. Para el proceso de beatificación sólo se retuvieron los cuatro más conocidos: en 1845 la casa de las religiosas del Buen Pastor, de Bourges, a quienes faltaba hasta el pan, debe a su intervención dos multiplicaciones milagrosas de pan y harina; en 1828 Jacquette Cathala, niña de siete años, fue instantáneamente curada de un raquitismo incurable; Felipe Lucas, niño de doce años, igualmente de una fístula en la cadera. Entre los numerosos milagros realizados por la intercesión de la Santa de Pibrac mentaremos el de que fue favorecida María Teresa de España en febrero de 1845. La esposa de don Carlos, que vivía exilada en Bourges, padecía de un hipo tan alarmante con congestión de la garganta, que los médicos habían abandonado toda esperanza de salvarla. Doña María Teresa se puso al cuello una medalla de la Santa, se durmió y despertó al día siguiente totalmente curada.

Las fiestas de la canonización se celebraron con un esplendor incomparable tanto en la capilla Sixtina como en la ciudad de Toulouse, en medio de un alborozo general, que destaca la gran popularidad que disfruta la Santa de Pibrac. Hoy en día la aldea de Santa Germana sigue siendo un centro de peregrinación donde acuden los fieles todos los domingos. Cuando se celebra la gran peregrinación anual el 16 de junio, la muchedumbre no cabe en la pequeña parroquia. Una basílica empezada a levantar a principios de siglo está todavía sin acabar. El actual párroco, superior de la Congregación de los Misioneros de los Campos, confía en que su terminación ha de ser obra de la devoción a la Santa, cuyo resplandor sigue iluminando las tierras de Languedoc, a las que tanto ha amado. Todo resulta maravilloso en la historia de Santa Germana. Dios ha revestido a la flor de los campos y el lirio de los valles de la gloria de los santos para manifestar una vez más al mundo cómo se complace en revelar a los humildes sus secretos misterios, ocultos en su seno desde los orígenes de la creación.

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Fuente: Vatican.va
Albertina Berkenbrock, Beata Virgen y Mártir, Junio 15  

Albertina Berkenbrock, Beata

Albertina Berkenbrock nació el 11 de abril de 1919 en Saõ Luís, municipio de Imaruí, al norte de Brasil, y fue bautizada el 25 de mayo sucesivo. Recibió la Confirmación el 9 de marzo de 1925 y la primera Comunión el 16 de agosto de 1928. Su familia, profundamente católica, provenía de Westfalia (Alemania). Frecuentaban regularmente la iglesia y rezaban todos los días en el hogar. La sierva de Dios vivió en este ambiente propicio, donde sus padres pusieron los cimientos de su fe sencilla y pura. Su formación religiosa prosiguió con la catequesis de preparación para los sacramentos.

Su madre recordaba que Albertina fue siempre muy obediente, dócil y piadosa. Ayudaba mucho en los quehaceres del hogar así como en las labores del campo; en la escuela era amada tanto por sus maestros como por sus compañeros. Fue siempre muy sencilla, modesta en el vestir, serena y delicada. De su sentido cristiano de la vida nacía su inclinación a la bondad, a la piedad y a la virtud, en la medida en que una niña de 12 años podía comprenderlas y vivirlas.

La sierva de Dios tenía dos puntos de referencia espirituales: la Virgen Madre de Dios y san Luis Gonzaga. Su ambiente familiar, su sensibilidad de niña, su formación religiosa y su profunda devoción a san Luis constituyen los presupuestos para identificar en el alma de la sierva de Dios no sólo una honestidad natural, sino también la plena conciencia del sentido de pecado y de la custodia de su pureza.

Tres palabras son particularmente recurrentes en los testimonios de quienes conocieron a Albertina: "delicada", "modesta" y "reservada". Otro elemento que emerge con fuerza de los testimonios es su gran sentido de caridad, que manifestaba acompañando a las niñas más pobres, jugando y compartiendo con ellas su pan. Lo hacía, en particular, con los hijos de Idanlício, su asesino, que trabajaba para su familia; esto tenía un mérito especial porque eran de raza negra y en esa región, de colonización germánica e italiana, existía un fuerte sentimiento racista.

Idanlício Cipriano Martins tenía 33 años y vivía con su mujer y sus hijos cerca de la casa de los Berkenbrock. El 15 de junio de 1931, hacia las cuatro de la tarde, Albertina estaba apacentando el ganado de su familia cuando el padre le pidió que fuera a buscar un buey que se había alejado. En el camino encontró a Idanlício, que se ofreció a ayudarle. Con engaño, la condujo a un bosque cercano pidiéndole tener una relación sexual. Albertina se opuso con firmeza para salvaguardar su pureza, e Idanlício intentó violarla. Al no lograrlo, el hombre extrajo una navaja y le cortó la garganta, causándole la muerte en el acto. Albertina tenía doce años y medio.

Dos días después se celebró su funeral. Los habitantes de Saõ Luís y de muchas aldeas vecinas participaron con gran conmoción, no sólo por el modo trágico como había muerto, sino sobre todo por el heroísmo con el que había defendido su pureza. En el lugar del martirio se construyó posteriormente una capilla dedicada a santa Inés —otra virgen mártir de los primeros siglos del cristianismo—, a la que acudían sin cesar multitudes de peregrinos para pedir gracias a través de la sierva de Dios.

En 1952, en la misma capilla en la que Albertina había recibido la primera Comunión, se reunió el tribunal eclesiástico de la archidiócesis de Florianópolis para incoar el proceso de beatificación y canonización. Con la división de la archidiócesis y la creación de la diócesis de Tubarão, los pastores de esta nueva circunscripción eclesiástica se encargaron de promover la causa. El 16 de diciembre de 2006 Su Santidad Benedicto XVI firmó el decreto sobre el martirio de la sierva de Dios Albertina Berkenbrock y el 20 de octubre de 2007 la beatificó.

Si usted tiene información relevante para la canonización de la Beata Albertina, contacte a:
Vicepostulação da Causa A. Berkenbrock
C.P. 341
88701-970 Tubarão, BRAZIL

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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