domingo, 23 de febrero de 2014

Lunes por las almas del Purgatorio. 24/02/2014. Beato Tomás María ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (9, 14-29)

Gloria a ti, Señor

En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte y llegó al sitio donde estaban sus discípulos, vio que mucha gente los rodeaba y que algunos escribas discutían con ellos. Cuando la gente vio a Jesús, se impresionó mucho y corrió a saludarlo.

El les preguntó:

"¿De qué están discutiendo?" De entre la gente, uno le contestó: "Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu que no lo deja hablar; cada vez que se apodera de él, lo tira al suelo y el muchacho echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. Les he pedido a tus discípulos que lo expulsen, pero no han podido".

Jesús les contestó:

"¡Gente incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho". Y se lo trajeron. En cuanto el espíritu vio a Jesús, se puso a retorcer al muchacho; lo derribó por tierra y lo revolcó, haciéndolo echar espumarajos. Jesús le preguntó al padre: "¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?" Contestó el padre: "Desde pequeño.

Y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él. Por eso, si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos".

Jesús le replicó:

"¿Qué quiere decir eso de 'si puedes'? Todo es posible para el que tiene fe". Entonces el padre del muchacho exclamó entre lágrimas: "Creo, Señor; pero dame tú la fe que me falta". Jesús, al ver que la gente acudía corriendo, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: "Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Sal de él y no vuelvas a entrar en él".

Entre gritos y convulsiones violentas salió el espíritu. El muchacho se quedó como muerto, de modo que la mayoría decía que estaba muerto. Pero Jesús lo tomó de la mano, lo levantó y el muchacho se puso de pie.

Al entrar en una casa con sus discípulos, éstos le preguntaron a Jesús en privado:

"¿Porqué nosotros no pudimos expulsarlo?"

El les respondió:

"Esta clase de demonios no sale sino a fuerza de oración y de ayuno".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna

Lunes. Feria de la 7a. semana del Tiempo Ordinario

Todo es posible para el que tiene fe

Antífona de Entrada

Podrías hacer recaer sobre nosotros, Señor, todo el rigor de tu justicia, porque hemos pecado contra ti y hemos desobedecido tus mandatos; pero, haz honor a tu nombre y trátanos conforme a tu inmensa misericordia.

Oración Colecta

Oremos:

Dios nuestro, que con tu perdón y tu misericordia, nos das la prueba más delicada de tu omnipotencia, apiádate de nosotros, pecadores, para que no desfallezcamos en la lucha por obtener el cielo que nos has prometido.

Por nuestro Señor Jesucristo…

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura de la carta del apóstol Santiago (3, 13-18)

Hermanos míos:

¿Hay alguno entre ustedes con sabiduría y experiencia? Si es así, que lo demuestre con su buena conducta y con la amabilidad propia de la sabiduría. Pero si ustedes tienen el corazón amargado por envidias y rivalidades, dejen de presumir y engañar a costa de la verdad.

Esa no es la sabiduría que viene de lo alto; ésa es terrenal, irracional, diabólica; pues donde hay envidias y rivalidades, ahí hay desorden y toda clase de obras

malas.

Pero los que tienen la sabiduría que viene de Dios son puros, ante todo. Además, son amantes de la paz, comprensivos, dóciles, están llenos de misericordia y buenos frutos, son imparciales y sinceros. Los pacíficos siembran la paz y cosechan frutos de justicia.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 18

Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.

La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo.

Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.

En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón; son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino.

Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.

La voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.

Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.

Que te sean gratas las palabras de mi boca y los anhelos de mi corazón. Haz, Señor, que siempre te busque pues eres mi refugio y salvación.

Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.

Aclamación antes de Evangelio

Aleluya, aleluya.

Jesucristo, nuestro salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio.

Aleluya.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (9, 14-29)

Gloria a ti, Señor

En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte y llegó al sitio donde estaban sus discípulos, vio que mucha gente los rodeaba y que algunos escribas discutían con ellos. Cuando la gente vio a Jesús, se impresionó mucho y corrió a saludarlo.

El les preguntó:

"¿De qué están discutiendo?" De entre la gente, uno le contestó: "Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu que no lo deja hablar; cada vez que se apodera de él, lo tira al suelo y el muchacho echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. Les he pedido a tus discípulos que lo expulsen, pero no han podido".

Jesús les contestó:

"¡Gente incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho". Y se lo trajeron. En cuanto el espíritu vio a Jesús, se puso a retorcer al muchacho; lo derribó por tierra y lo revolcó, haciéndolo echar espumarajos. Jesús le preguntó al padre: "¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?" Contestó el padre: "Desde pequeño.

Y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él. Por eso, si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos".

Jesús le replicó:

"¿Qué quiere decir eso de 'si puedes'? Todo es posible para el que tiene fe". Entonces el padre del muchacho exclamó entre lágrimas: "Creo, Señor; pero dame tú la fe que me falta". Jesús, al ver que la gente acudía corriendo, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: "Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Sal de él y no vuelvas a entrar en él".

Entre gritos y convulsiones violentas salió el espíritu. El muchacho se quedó como muerto, de modo que la mayoría decía que estaba muerto. Pero Jesús lo tomó de la mano, lo levantó y el muchacho se puso de pie.

Al entrar en una casa con sus discípulos, éstos le preguntaron a Jesús en privado:

"¿Porqué nosotros no pudimos expulsarlo?"

El les respondió:

"Esta clase de demonios no sale sino a fuerza de oración y de ayuno".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Padre misericordioso, nuestros dones y conviértelos en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, fuente de toda bendición para tu Iglesia.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio Común III

Alabanza a Dios por la creación y la redención del hombre

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Pues por medio de tu amado Hijo, eres el creador del género humano, y también el autor bondadoso de la nueva creación.

Por eso, con razón te sirven todas las criaturas, con justicia te alaban todos los redimidos, y unánimes te bendicen tus santos. Con ellos, también nosotros, a una con los ángeles, cantamos tu gloria gozosos diciendo:

Santo, Santo, Santo…

 

Antífona de la Comunión

Recuerda, Señor, la promesa que le hiciste a tu siervo; en ella he puesto toda mi esperanza y ha sido ella mi consuelo en la aflicción.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Que esta Eucaristía renueve, Señor, nuestro cuerpo y nuestro espíritu a fin de que podamos participar de la herencia gloriosa de tu Hijo, cuya muerte hemos anunciado y compartido.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

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Meditación diaria

7ª semana. Lunes

IMPLORAR MÁS FE

— La fe es un don de Dios.

— Necesidad de buenas disposiciones para creer.

— Fe y oración. Pedir la fe.

I. Llegó Jesús a un lugar donde le aguardaban sus discípulos. Allí se encontraban también un padre que había llevado a su hijo enfermo, un grupo de escribas y una gran muchedumbre. Al ver aparecer a Jesús se llenaron de alegría y fueron a su encuentro: todo el pueblo se quedó sorprendido, y acudían corriendo a saludarle1, como debemos acudir nosotros a la oración y al Sagrario. Todos le echaban de menos. El padre se adelanta entre la muchedumbre que rodea al Señor: Maestro -le dice-, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu inmundo (...). Pedí a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido.

Los discípulos, que ya habían realizado algunos otros milagros en nombre del Señor, intentaron curarle pero no lo lograron. Jesús les explicó luego, en casa, qué faltaba en ellos para que hubiesen podido realizar el prodigio. El padre tiene una fe deficiente; posee alguna, pues ha acudido en busca de la curación, pero no la fe plena, la confianza sin límites que Jesús pedía y pide. Y el Señor, como hace siempre, le mueve a dar un paso más. Al principio este hombre se dirige a Cristo con humildad, pero vacilante: Si algo puedes, ayúdanos, compadecido de nosotros. Y Jesús, "conociendo las perplejidades de aquella alma, le anticipa: si tú puedes creer, todo es posible para el que cree (Mc 9, 22). Todo es posible: ¡omnipotentes! Pero con fe. Aquel hombre siente que su fe vacila, teme que esa escasez de confianza impida que su hijo recobre la salud. Y llora. Que no nos dé vergüenza este llanto: es fruto del amor de Dios, de la oración contrita, de la humildad. Y el padre del muchacho, bañado en lágrimas, exclamó: ¡Oh Señor! yo creo: ayuda tú mi incredulidad (Mc 9, 23)"2, ¡Qué gran acto de fe para que nosotros lo repitamos muchas veces!: Jesús, ¡yo creo, pero imprime Tú más firmeza a mi fe! ¡Enséñame a acompañarla de obras, a llorar mis pecados, a confiar en tu poder y en tu misericordia!

La fe es un don divino; solo Dios la puede infundir más y más en el alma. Es Él quien abre el corazón del creyente para que reciba la luz sobrenatural, y por eso debemos implorarla; pero a la vez son necesarias unas disposiciones internas de humildad, de limpieza, de apertura..., de amor que se abre paso cada vez con más seguridad.

Si en alguna ocasión nuestra fe vacila ante el apostolado, las dificultades..., o se torna insegura la de nuestros amigos, hermanos, hijos..., imitemos a este buen padre. En primer lugar pide más fe, porque esta virtud es un don. Pero, a la vez crecer en ella depende de nosotros mismos. Abrir los ojos –comenta San Juan Crisóstomo– es cosa de Dios, escuchar atentamente es cosa propia; es a la vez obra divina y humana3. Debemos imitar a este hombre en su humildad: no tiene méritos propios que presentar, por eso acude a su misericordia: ayúdanos, ten compasión de nosotros. Este es el camino seguro que debe seguir toda petición: acudir a la compasión y misericordia divinas. Por nuestra parte, la humildad, la limpieza de alma y la apertura de corazón hacia la verdad nos dan la capacidad de recibir esos dones que Jesús nunca niega. Si la semilla de la gracia no prosperó se debió exclusivamente a que no encontró la tierra preparada. Señor, ¡auméntame la fe!, le pedimos en la intimidad de nuestra oración. ¡No permitas que jamás vacile mi confianza en Ti!

II. ¿Qué vieron en Jesús aquellos que con Él se cruzaron por caminos y aldeas? Vieron lo que sus disposiciones internas les permitían ver. ¡Si hubiéramos podido ver a Jesús a través de los ojos de su Madre! ¡Qué inmensidad tan grande! ¡Y qué pequeñez la de muchos fariseos, que andaban con aquellos enredos acerca de la ley...! ¡Ni siquiera en los mismos milagros supieron descubrir al Mesías!; al menos una buena parte de ellos permaneció ciega ante la Luz del mundo. Y su ciencia de las Escrituras Santas no les sirvió para percibir el cumplimiento de todo lo que se había predicho de Él. Muchos contemporáneos se negaron a creer en Jesús porque no eran de corazón bueno, porque sus obras eran torcidas, porque no amaban a Dios ni tenían una voluntad recta: Mi doctrina no es mía -dirá el Señor-, sino de Aquel que me ha enviado. Quien quisiere hacer la voluntad de Él conocerá si mi doctrina es de Dios o mía4. No tuvieron las disposiciones adecuadas, no buscaban el honor de Dios, sino el suyo propio5. Ni siquiera los milagros pueden sustituir a las necesarias disposiciones interiores. La razón honda del rechazo al Mesías tanto tiempo esperado, con tanto detalle anunciado, estriba en que no solo no poseían en su corazón a Dios como Padre, sino que tenían "al diablo por padre", porque sus obras no eran buenas, ni sus sentimientos, ni sus intenciones6.

"Dios se deja ver de quienes son capaces de verle, porque tienen abiertos los ojos de la mente. Porque todos tienen ojos, pero algunos los tienen cubiertos de tinieblas y no pueden ver la luz del sol. Y no deja de brillar la luz solar porque los ciegos no la vean, sino que se debe atribuir esta oscuridad a su falta de capacidad para ver"7. ¡Cómo habremos de cuidar la frecuente Confesión de nuestras faltas y pecados, si este sacramento nos limpia y nos dispone para ver con mayor claridad al Señor ya aquí en la tierra!

En el apostolado debemos tener en cuenta que, con frecuencia, el gran obstáculo para que muchos acepten la fe, la vocación o una vida cristiana coherente son los pecados personales no remitidos, los afectos desordenados y las faltas de correspondencia a la gracia. "El hombre, llevado de sus prejuicios, o instigado por sus pasiones y mala voluntad, no solo puede negar la evidencia, que tiene delante, de los signos externos, sino resistir y rechazar también las superiores inspiraciones que Dios infunde en su alma"8. Si falta el deseo de creer y de hacer la voluntad de Dios en todo, cueste lo que cueste, no se aceptará ni siquiera lo que es evidente. De ahí que quien vive encerrado en su egoísmo, quien no busca el bien sino la comodidad o el placer, tendrá muchas dificultades para creer o para entender un ideal noble; y, si se trata de alguien que ya ha respondido positivamente a una vocación de entrega a Dios, encontrará una resistencia creciente ante las concretas exigencias de su llamada.

La Confesión sincera y contrita, bien preparada, se presenta así como el gran medio para encontrar el camino de la fe, la claridad interior necesaria para ver lo que Dios pide. Cuando una persona purifica y limpia su corazón ha preparado el terreno para que la semilla de la fe y de la generosidad crezca en su alma y dé fruto. Hacemos un inmenso bien a las almas cuando les ayudamos para que se acerquen al sacramento del Perdón. Es de experiencia común que muchos problemas y dudas se terminan con una buena Confesión; el alma ve con mayor claridad cuanto más limpia está y cuanto mejores son las disposiciones de la voluntad.

III. Pesaba en el ánimo de los discípulos el fracaso de no haber logrado curar ellos al joven lunático, pues cuando entraron en casa, a solas, le preguntaron: ¿Por qué no hemos podido expulsarlo? Y el Señor les dio una respuesta de gran utilidad también para nosotros y para el apostolado. Les dijo: Esta raza (de demonios) no puede ser expulsada por ningún medio, sino con la oración.

Solo con la oración venceremos determinados obstáculos, conseguiremos superar tentaciones y ayudar a muchos amigos a llegar hasta Cristo. Comentando este pasaje del Evangelio, explica San Beda que al enseñar a los Apóstoles cómo debe ser expulsado este demonio tan maligno, nos indica a todos cómo hemos de vivir, y cómo la oración es el medio para superar incluso las mayores tentaciones. La oración no solo son las palabras con que invocamos la misericordia divina, sino también lo que ofrecemos en obsequio de nuestro Señor, movidos por la fe9. Todo nuestro trabajo y nuestras obras deben ser plegaria llena de frutos.

Acompañemos la oración con las buenas obras, con un trabajo bien realizado, con el empeño por hacer mejor aquello en que queremos la mejora del amigo. Esa actitud ante Dios abre también camino a un aumento de fe en el alma. "Es solamente en la oración, en la intimidad del diálogo inmediato y personal con Dios, que abre los corazones y las inteligencias (cfr. Hech 16, 14), donde el hombre de fe puede ahondar en la comprensión de la voluntad divina respecto a su propia vida"10, y a todo lo que a ella atañe.

Pidamos con frecuencia al Señor que nos aumente la fe: ante el apostolado cuando los frutos tardan en llegar, ante los defectos propios o de quienes nos rodean que no se superan, cuando nos vemos con escasas fuerzas para lo que Dios quiere de nosotros: ¡Señor, auméntanos la fe! Así pedían los Apóstoles cuando, a pesar de oír y ver al mismo Cristo, sentían flaquear su confianza. Jesús siempre ayuda. A lo largo del día de hoy, y todos los días, nos sentiremos necesitados de decir: ¡Señor! ¡No me dejes solo con mis fuerzas, que nada puedo! La petición de aquel buen padre nos anima hoy a dirigirnos a Jesús en demanda de mayor fe: "Se lo decimos con las mismas palabras nosotros ahora, al acabar este rato de meditación. ¡Señor, yo creo! Me he educado en tu fe, he decidido seguirte de cerca. Repetidamente, a lo largo de mi vida, he implorado tu misericordia. Y, repetidamente también, he visto como imposible que tú pudieras hacer tantas maravillas en el corazón de tus hijos. ¡Señor, creo! ¡Pero ayúdame, para creer más y mejor!

"Y dirigimos también esta plegaria a Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, Maestra de fe: ¡bienaventurada tú, que has creído!, porque se cumplirán las cosas que se te han anunciado de parte del Señor (Lc 1, 45)"11.

1 Mc 9, 13-28. — 2 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 204. — 3 Cfr. San Juan Crisóstomo, Homilías sobre los Hechos de los Apóstoles, 35. — 4 Jn 7, 16-17. — 5 Cfr. Jn 5, 41-44. — 6 Cfr. Jn 8, 42-44. — 7 Pío XII, Enc. Humani generis, 12-VIII-1950. — 8 San Teófilo de Antioquía, Libro I, 2, 7. — 9 Cfr. San Beda, Comentario al Evangelio de San Marcos, in loc. — 10 A. del Portillo, Escritos sobre el sacerdocio, pp. 92-93. — 11 San Josemaría Escrivá, loc. cit.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

 

San Moisés
Profeta del Antiguo Testamento

Moisés y Abraham son los dos personajes más famosos del Antiguo Testamento. Los dos más grandes amigos de Dios en la antigüedad.

Moisés fue libertador del pueblo de Israel.

La historia de Moisés se encuentra en el segundo libro de la S. Biblia, el Libro del Exodo, uno de los libros más hermosos y emocionantes de toda la literatura universal. Ningún buen cristiano debería quedarse sin leer el Exodo no sólo una vez sino muchas veces. Su lectura le hará un gran provecho a su alma.

Cuenta el libro del Exodo que empezó a gobernar a Egipto un faraón que no quería a los israelitas y dio una ley mandando que todo niño varón que naciera había que matarlo. Y un día nació una bellísimo niño de la tribu de Leví. Sus padres lo escondieron para que no lo fueran a matar los soldados del faraón, pero como el niño lloraba y podían oírlo desde la calle, dispuso entonces la madre echarlo entre un canasto, que ella había forrado con brea por fuera, y dejarlo flotando sobre las aguas del río Nilo.

Y sucedió que fue la hija del faraón a bañarse al río Nilo y al ver el canasto sobre el agua mandó un nadador a que lo sacara. Y allí encontró el hermoso niño que lloraba. Se compadeció de él y en ese momento llegó la hermanita del niño, que estaba escondido entre los matorrales de la orilla observando, y le propuso que ella lo podía conseguir una señora para que criara al niño. La hija del rey aceptó y fue llamada la mamá a quien la princesa le pagó para que criara al pequeñín, al cual le puso por nombre Moisés, que significa: salvado de las aguas.

La hija del faraón adoptó a Moisés como príncipe y lo hizo educar en el palacio del rey donde se educaban los que iban a ser gobernantes de la nación. Esta educación tan esmerada le sirvió mucho después para saber gobernar muy bien al pueblo de Israel.

Cuando Moisés fue mayor, un día vio que un egipcio atormentaba a un israelita y por defender al israelita hirió gravemente al egipcio. Lo supo el rey y lo iba a mandar matar, y entonces Moisés salió huyendo hacia el desierto.

En el desierto encontró a unas pastoras que no podían dar de beber a sus rebaños porque unos pastores muy matones se lo impedían. Como él era un buen luchador las defendió y les permitió dar de beber a sus ovejas. Las muchachas le contaron esto a su padre y el buen hombre mandó llamar a Moisés y lo encargó de cuidar sus rebaños en el desierto. Allí estuvo por siete años, dedicado a la meditación y a la oración, y ese tiempo le fue muy útil porque pudo conocer muy bien el desierto por donde más tarde iba a conducir al pueblo de Israel.

Moisés se casó con Séfora, la hija del dueño de las ovejas, y de ella tuvo dos hijos: Eliécer y Gerson.

Un día mientras cuidaba las ovejas en el desierto vio Moisés que un montón de espinas ardían entre llamaradas pero no se quemaban. Lleno de curiosidad se acercó para ver qué era lo que pasaba y una voz le dijo: "Moisés, Moisés, quítate las zandalias porque el sitio que estás pisando es sagrado".

Le preguntó: ¿Quién eres Tú Señor?

La voz le respondió: Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. He oído las lamentaciones de mi pueblo de Israel y he dispuesto bajar a ayudarlos. He dispuesto liberarlos de la esclavitud de Egipto y llevarlos a una tierra que mana leche y miel. Yo te enviaré al faraón para que los deje salir en libertad.

Moisés preguntó: ¿Señor, y si me preguntan cuál es tu nombre, qué les diré?

El Señor le respondió: Yo soy Yahvé. Yo soy el que soy. Irás a los israelitas y les dirás: "Yahvé, que es el Dios de Abraham, Isaac y Jacob me envía a vosotros". Luego reunirás a los ancianos de Israel, y con ellos irás al faraón a pedirle que deje salir libre al pueblo. El faraón se negará pero yo haré toda clase de prodigios para que los dejen salir".

Moisés dijo al Señor: ¿Y qué demostración les voy a hacer para que sepan que sí voy de parte de Dios?

El Señor le respondió: Echa al suelo tu vara de pastor. Moisés lanzó al suelo su vara o bastón que se convirtió en serpiente.

Dios le dijo: Toma la serpiente por la cola.

La agarró y se volvió otra vez bastón.

Dios le dijo: esta será una de las señales con las cuales yo te voy a apoyar para que te crean.

Moisés le dijo a Nuestro Señor: "Yo tengo dificultad para hablar. ¿Por qué no mandas a otro?". El Señor le dijo: "Tu hermano Aarón, que sí tiene facilidad para hablar, te ayudará".

Moisés se volvió a Egipto y junto con su hermano Aarón reunió a los ancianos de Israel y les contó lo que le había mandado el Señor Dios. Y convirtió el bastón en serpiente para demostrarles que sí venía de parte de Dios.

Se fueron donde el faraón a pedirle que dejara salir en libertad al pueblo de Israel pero el faraón no quiso acepar sino que más bien esclavizó más a los israelitas y les puso trabajos más pesados, haciendo ladrillos. El pueblo clamó a Dios y Dios los escuchó y mandó las terribles diez plagas de Egipto.

La primera plaga consistió en que las aguas del Nilo se convirtieron en sangre, al ser tocadas por el bastón de Moisés. La segunda plaga fue una espantosa invasión de ranas por todas las casas. El faraón se asustó, pero apenas Moisés obtuvo que se acabara la plaga, ya no dejó salir al pueblo. La tercera, una nube inmensa de mosquitos que molestaban a todo el mundo. La cuarta, unos tábanos o abejones que picaban muy duro. La quinta plaga, una peste que mató el ganado. La sexta, úlceras por todo el cuerpo en la gente. La séptima plaga, una terrible granizada que destruyó los cultivos. La octava, las langostas que llegaron por millones y arrasaron con todo. La novena, tres días de tinieblas. Y la décima y más terrible, la muerte de todos los hijos mayores o primogénitos de las familias de Egipto. Ante esta calamidad, el faraón se asustó y dejó salir al pueblo de Israel.

Cuando el faraón asustado dio la orden de que los israelitas podían salir de Egipto donde estaban como esclavos, todos ellos se apresuraron a abandonar el país con sus animales y cuanto tenían dirigidos por Moisés. Pero al llegar al Mar Rojo vieron que el ejército egipcio venía a perseguirlos. Asustados clamaron a Dios y entonces el Señor mandó a Moisés que tocara con su bastón el mar. Inmediatamente se abrieron las aguas en dos grandes murallas y el pueblo pasó a pie por terreno seco hasta la otra orilla. El ejército del faraón quiso pasar también, pero por orden de Dios, Moisés tocó otra vez con su bastón las aguas y estas se cerraron y ahogaron a todo el ejército perseguidor. En ese día el pueblo aumentó su fe en Dios y creyó en Moisés su profeta.

En el desierto faltó el agua y el pueblo se moría de sed. Moisés, por orden del Señor, golpeó con su bastón una roca y de ella brotó una fuente de agua en la cual bebió todo el pueblo y bebieron sus ganados.

La gente empezó a sufrir hambre y a protestar. Entonces Dios hizo llover del cielo un pan blanco y agradable. La gente al verlo decía: ¿Maná? (que en su idioma significa ¿Qué es esto?). Dios le dijo a Moisés: "Este es el pan con el cual los voy a alimentar mientras se encuentran en el desierto". Y así durante 40 años el maná fue el alimento prodigioso que los libró de morirse de hambre.

Moisés subió al Monte Sinaí y allí Dios le dio los diez mandamiento, escritos en dos tablas de piedra. Y prometió que quien los cumpla tendrá siempre sus bendiciones y su ayuda.

Moisés tuvo que sufrir mucho porque el pueblo era rebelde y muy inclinado al mal, pero Dios se le aparecía y hablaba con él como un amigo de mucha confianza. Inspirado por Nuestro Señor dio Moisés al pueblo unas leyes sumamente sabias que fueron después muy útiles para conservarlos en las buenas costumbres y preservarlos en la fe.

Cuando el pueblo pecaba y Dios se proponía castigarlo, Moisés oraba por el pueblo pecador y Dios los perdonaba. Cuando los enemigos venían a atacarlos, Moisés se iba al monte a rezar. Mientras él rezaba con las manos levantadas triunfaba el ejército de Israel. Pero cuando Moisés dejaba de rezar, era derrotado el pueblo de Dios. Por eso entre dos hombre le tenían los brazos levantados para que no dejara de orar mientras duraba la batalla. Es que por ser tan amigo de Dios, conseguía de El cuanto le pedía en la oración.

Dios lo hizo subir a un Monte desde donde pudo ver la Tierra Prometida. Y allí murió y lo enterraron los ángeles. Nunca más hubo otro hombre que hablara con Dios de tú a tú, como Moisés y que hiciera tantos milagros y prodigios. Hasta que llegó Nuestro Señor Jesucristo, nuevo Moisés, pero muchísimo más poderoso y santo que él, porque Jesús es a la vez Dios y hombre.

La Biblia dice que en la antigüedad no hubo un hombre tan humilde y tan manso como Moisés. Que este gran amigo de Dios nos consiga de Nuestro Señor la gracia de ser mansos y humildes, y de permanecer siempre amigos de Dios hasta el último momento de nuestra vida y después para siempre en el cielo. Amen.

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Fuente: Archidicesis de Madrid
Modesto, Santo Obispo, 24 de febrero  

Modesto, Santo

Obispo
Febrero 24

 

Su apelativo bien pronunciado indica al poseedor de una virtud altamente costosa de conseguir y dice mucho con relación a la templanza que ayuda al perfecto dominio de sí. Buen servicio hizo esta virtud al santo que la llevó en su nombre.

El pastor de Tréveris trabaja y se desvive por los fieles de Jesucristo, allá por el siglo V. Lo presentan los escritos narradores de su vida adornado con todas las virtudes que debe llevar consigo un obispo.

Al leer el relato, uno va comprobando que, con modalidades diversas, el hombre continúa siendo el mismo a lo largo de la historia. No cambia en su esencia, no son distintos sus vicios y ni siquiera se puede decir que no sea un indigente de los mismos remedios ayer que hoy. Precisamente en el orden de la sobrenatural, las necesidades corren parejas por el mismo sendero, las virtudes a adquirir son siempre las mismas y los medios disponibles son idénticos. Fueron inventados hace mucho tiempo y el hombre ha cambiado poco y siempre por fuera.

Modesto es un buen obispo que se encuentra con un pueblo invadido y su población asolada por los reyes francos Merboco y Quildeberto. A su gente le pasa lo que suele suceder como consecuencia del desastre de las guerras. Soportan todas las consecuencias del desorden, del desaliento, del dolor de los muertos y de la indigencia. Están descaminados los usos y costumbres de los cristianos; abunda el vicio, el desarreglo y libertinaje. Para colmo de males, si la comunidad cristiana está deshecha, el estado en que se encuentra el clero es aún más deplorable. En su mayor parte, están desviados, sumidos en el error y algunos nadan en la corrupción.

El obispo está al borde del desaliento; lleno de dolor y con el alma encogida por lo que ve y oye. Es muy difícil poner de nuevo en tal desierto la semilla del Evangelio. Humanamente la tarea se presenta con dificultades que parecen insuperables.

Reacciona haciendo cada día más suyo el camino que bien sabía habían tomado con éxito los santos. Se refugia en la oración; allí gime en la presencia de Dios, pidiendo y suplicando que aplaque su ira. Apoya el ruego con generosa penitencia; llora los pecados de su pueblo y ayuna. Sí, son muchas las horas pasadas con el Señor como confidente y recordándole que, al fin y al cabo, las almas son suyas.

No deja otros medios que están a su alcance y que forman parte del ministerio. También predica. Va poco a poco en una labor lenta; comienza a visitar las casas y a conocer en directo a su gente. Sobre todo, los pobres se benefician primeramente de su generosidad. En esas conversaciones de hogar instruye, anima, da ejemplo y empuja en el caminar.

Lo que parecía imposible se realiza. Hay un cambio entre los fieles que supo ganar con paciencia y amabilidad. Ahora es el pueblo quien busca a su obispo porque quiere gustar más de los misterios de la fe. Ya estuvieron sobrado tiempo siendo rudos, ignorantes y groseros.

Murió -y la gente decía que era un santo el que se iba- el 24 de febrero del año 486.

El relato reafirma juntamente la pequeñez del hombre -el de ayer y el de hoy- y su grandeza.

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Marco de Marconi, San Ermitaño, 24 de febrero  

Ermitaño
Febrero 24

 

Etimológicamente significa "nacido en marzo, consagrado al dios Marte". Viene de la lengua latina.

El creyente no se compara con los demás, ni con su capacidad. ¿Por qué agotarte lamentando tus imposibilidades? ¿Has olvidado a Dios? Vuélvete a él. Pase lo que pase, atrévete a comenzar otra vez.

Este joven, nacido en Mántua en 1480, sintió pronto la vocación de ermitaño, como la vocación mejor para lograr lo que sentía en su corazón: la santidad.

En realidad, aunque todavía tenía 15 años, ya se ponía a ocultas el hábito de ermitaño, hacía mucha oración y se entregaba a duras penitencias.
No fue raro, por tanto, que muriera a los 30 años tal día como hoy del año 1510.

De su vida se conoce muy poco. Ahora bien, tras su muerte se escribieron páginas y páginas por todo cuanto hizo en bien de sus pueblo.

En primer lugar, su tumba se convirtió en lugar de muchas peregrinaciones. Máxime, cuando después de varios años, descubrieron que su cuerpo estaba intacto.

Su culto se propagó rápidamente por todos sitios. Las gracias y los favores que hacía cuando se pedía algo por su intercesión, eran lluvias suaves que iban calando en la gente.
En segundo lugar, durante la guerra del emperador de Austria y el duque de Mántua hubo muchas destrucciones de edificios e iglesias.

El cuerpo del santo lo escondieron para ponerlo después en una iglesia nueva.

En tercer lugar, al final del siglo XVIII, Napoleón suprimió los conventos y destruyó la iglesia. Fue de una parte para otra hasta que, por fin, ya lo dejaron en la catedral.

El propio san Pío X confirmó su culto en 1909 y estableció que su fiesta fuera el 24 de febrero.

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Fuente: Vatican.va
Ascensión del Corazón de Jesús (Florentina Nicol), Beata Cofundadora, 24 de febrero  

Ascensión del Corazón de Jesús (Florentina Nicol), Beata

Cofundadora de las
Misioneras Dominicas del Santísimo Rosario

Nació en Tafalla (Navarra, España), el 14 de marzo de 1868, última hija del matrimonio de Juan Nicol y Águeda Goñi. Su padre era comerciante de calzado y aperos de labranza. Fue bautizada y se le impuso el nombre de Florentina, por la memoria de la santa que se celebra en esa fecha. Recibió la educación propia de las niñas de su estrato social, y luego fue a Huesca, al centro que las religiosas Dominicas de la Tercera Orden tenían y que se conocía como el Beaterio de Santa María Magdalena y Santa Rosa. Allí descubrió su vocación religiosa.

Cuando tenía 17 años, el 22 de octubre de 1885, fue admitida en la comunidad de religiosas de Santa Rosa de Huesca. Tuvo un noviciado feliz, se sentía llena de fervor y desbordante generosidad; todo le parecía poco para lo que ella anhelaba entregar a Dios; además, lo hacía con alegría y espontaneidad. Profesó al año siguiente y recibió el nombre de Ascensión del Sagrado Corazón.

Encontró ciertas dificultades cuando, en 1907, fue nombrada directora del Externado, pues su carácter jovial y alegre le atraía las muestras de afecto de las niñas; las superioras consideraron desmedida la familiaridad amistosa hacia la joven religiosa directora. Para corregirla, la trasladaron a otros trabajos comunitarios, donde no tenía necesidad de tratar a las pequeñas. Pasada esta prueba, regresó a la enseñanza, fortalecida por la práctica de la virtud de la obediencia.

En 1912 el Gobierno clausuró la Escuela normal de Santa Rosa de Huesca. Las religiosas se hallaron de pronto sin su trabajo apostólico de preparación de docentes y sin su fuente de recursos económicos. Aquí se sitúa el primer encuentro de la madre Ascensión con el padre dominico fray Ramón Zubieta, que llegó hasta Huesca a buscar religiosas que quisieran integrarse en el trabajo de la misión de Urubamba y Madre de Dios en Perú.

Como la orden ya tenía intención de enviar a América, en particular a Perú, a las religiosas a las que el Gobierno había privado de su Escuela normal, el proyecto pasó al Consejo de la Casa, mientras el padre Zubieta recibía en Roma la ordenación como obispo de Aráa (15 de agosto de 1913). Se formalizó el proyecto misionero y cinco hermanas del Beaterio de Santa María Magdalena y Santa Rosa de las Religiosas Dominicas de la Tercera Orden partieron el 17 de noviembre de 1913; llegaron a Lima el 30 de diciembre, después de hacer escala en Río de Janeiro. El viaje en barco proporcionó a monseñor Zubieta la oportunidad de conocer más a fondo a las religiosas, y en particular a la madre Ascensión, a quien iba a profesar un profundo y afectuoso respeto, evidente en todas sus cartas.

El Beaterio de Nuestra Señora del Patrocinio de Lima fue escogido para recibir a las madres de Santa Rosa de Huesca, a las misioneras que se iban a dedicar al apostolado en su prefectura apostólica de Santo Domingo del Urubamba y Madre de Dios en Perú. El Beaterio sufría entonces de relajación y falta de vida regular. El obispo dispuso que todas se sometieran a las reglas y constituciones de las madres de Huesca y, el 2 de febrero, nombró a la madre Ascensión superiora responsable; pero la reacción de las hermanas peruanas fue muy enérgica y se procedió a organizar la elección: el 1 de abril fue elegida para el cargo de priora por la comunidad del Patrocinio por una mayoría de votos muy grande.

El espinoso proceso de integración de las dos comunidades de Lima reclamó la presencia de la madre Ascensión en el Beaterio del Patrocinio, donde había sido elegida priora. Las adversidades la condujeron a un desprendimiento mayor y a buscar sólo en Dios su consuelo, aun en medio de soledades y aridez espiritual.

A finales de abril de 1918, pasó por Lima el padre Theissling, maestro de la Orden de Predicadores, en visita canónica; aprobó la obra y les encomendó la fundación de acuerdo al nuevo Derecho canónico de 1917, pues ya tenían diez religiosas españolas y veinte peruanas, y contaban ya con cuatro casas.

El padre Osende, o.p., trabajó en las Constituciones y aceleró el proceso jurídico. Así nació la Congregación de las "Misioneras Dominicas del Santísimo Rosario". El 27 de septiembre fueron aprobadas las primeras Constituciones. Y el 5 de octubre se erigió en Lima la congregación; la madre Ascensión fue nombrada superiora general. Se decidió que el noviciado se hiciera en Pamplona (España).

Con ocasión de la visita ad limina de mons. Zubieta al Papa Benedicto XV, la madre Ascensión y la madre Visitación pudieron también tener la entrevista con el Papa, y le trataron un número importante de problemas que sólo podían ser resueltos por la Santa Sede. El 25 de marzo de ese mismo año la Congregación fue agregada a la Orden de Predicadores.

La desmedida actividad y la falta de descanso habían agotado a monseñor Zubieta; su salud cedió y finalmente, el 19 de noviembre de 1921, murió santamente, a los 57 años de edad.

La madre Ascensión siempre se negó a que la llamaran fundadora. Para ella el fundador era mons. Zubieta, pero, al morir este, recayó sobre ella toda la responsabilidad de la naciente fundación, así como la interpretación del carisma de la Congregación, a la vez misionero y educativo.

La inauguración del colegio de Sonsonete, en El Salvador, en 1924, marcó el momento de la autonomía de la Congregación. La madre Ascensión desplegaba una prudencia audaz, unida a su exquisita misericordia, durante los aciagos tiempos de la guerra civil española, la segunda guerra mundial y la revolución comunista en China; un gobierno lúcido y firme al servicio de las religiosas que, con indecibles obstáculos, se consagraban a la difusión del Evangelio en las misiones y en las escuelas.

Habían pasado los seis años reglamentarios desde la fundación de la Congregación y la celebración del primer consejo general; se convocó el primer capítulo general, donde la madre Ascensión fue elegida priora general. La Congregación fue tomando forma de institución internacional.

En 1926, a pesar de las reticencias de la madre Ascensión debido a las necesidades locales, ante la insistencia del obispo del lugar, la Congregación se hace cargo del Colegio nacional de Cuzco. Se fundó una comunidad para atender la Escuela de educandas y, por tanto, la Congregación se abrió a la educación civil, además de la educación propiamente religiosa. Más tarde se harán cargo también del Colegio nacional de Arequipa, en 1928, y luego de otro más en Puno.

La Congregación recibió la aprobación de Roma ad experimentum por siete años. La llamada misionera a China se hacía cada vez más apremiante; en septiembre de 1932, ese proyecto tan deseado podía iniciarse; al frente de la expedición de China iba la madre Ascensión.

El segundo capítulo general, celebrado en Pamplona, reeligió por segunda vez a la madre Ascensión; y se dirigió a China por segunda vez. Otro Beaterio, Santa Rosa de Zaragoza, se incorporó a la Congregación. Ese año, el 22 de diciembre, Roma permitió a la Congregación su división en provincias.

El tercer capítulo general volvió a reelegir a la madre Ascensión. Esta vez su salud ya no tendría los recursos para soportar el peso de tantas responsabilidades y exigencias. El 6 de enero del año siguiente se le declaró la enfermedad que la llevaría a la muerte. El 22 de enero recibió el viático y la extrema unción, en medio de sufrimientos muy agudos, que sobrellevó con virtud; murió con fama de santidad el 24 de febrero en la ciudad de Pamplona.

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Fuente: Escuelacima.com
Tomás María Fusco, Beato Presbítero y Fundador, 24 de febrero  

Tomás María Fusco, Beato

Presbítero Fundador
del Instituto de la Hijas de la Caridad de la Preciosísima Sangre

Martirologio Romano: En Nocera dei Pagani, de la Campania, en Italia, beato Tomás María Fusco, presbítero, quien manifestó un amor extraordinario hacia los pobres y los enfermos, y fundó el instituto de la Hijas de la Caridad de la Preciosísima Sangre, para trabajar sobre todo entre los jóvenes y los enfermos (1891).

 

Hijo de Doctor Antonio Fusco, farmacéutico, y Stella Giordano, una noble italiana; fue el séptimo de ocho niños de la piadosa familia. Nació el 1 de diciembre de 1831 en Pagani, Salerno, parroquia de San Félix y el Cuerpo de Cristo, diócesis de Nocera-Sarno, Italia. Su madre murió de cólera en 1837 cuando Tomás tenía seis años. En 1841, cuando tenía diez años, falleció su padre y él fue educado por su tío Giuseppe, sacerdote y profesor de la escuela.

Ingresó al seminario en Nocera, (Salerno, Italia), en 1847, ese mismo año su tío Giuseppe murió. Recibió la Ordenación Sacerdotal el 22 de diciembre de 1855.

Abrió una escuela para muchachos en su propia casa, y organizó grupos de oración nocturnos en su parroquia. Se unió a la Congregación de Misioneros de Nocera en 1857, e hizo un viaje misionero al sur de Italia. En 1860 fue capellán y director espiritual del Santuario de Nuestra Señora del Carmelo en Pagani, Italia. Abrió una escuela de teología moral en su casa en 1862, y preparaba a los sacerdotes en el ministerio de Confesión.

Fundó la Sociedad Sacerdotal de Apostolado Católico para apoyar las misiones, congregación que recibió la aprobación de Papa Pío IX Bendito en 1874. También fundó el Instituto de la Hijas de la Caridad de la Preciosísima Sangre el 6 de enero de 1873, una congregación dedicada al cuidado de huérfanos.

Nombrado párroco de la parroquia de San Félix y el Cuerpo de Cristo en Pagani a partir de 1874, cargo que ejerció hasta1887, además era el confesor de las monjas de claustro en Pagani y Nocera. Escribió artículos sobre diversos temas, incluyendo teología moral; sus trabajos siempre expresaban su devoción a la Preciosísima Sangre.

Tarde en su vida fue víctima de la difamación, cuando un sacerdote, celoso de los buenas obras de Tomás y la fama que aquellas daban como consecuencia. Pero el Padre Fusco oró poniendo todo el asunto en manos del Señor, y siguió trabajando, y al final fue reivindicado.

Murió el 24 de febrero de 1891 de una crónica enfermedad hepática.

El 7 de octubre de 2001 fue beatificado por S.S. Juan Pablo II.

Si usted tiene información relevante para la canonización del beato Tomás, contacte a:
Figlie della Carità del Preziosissimo Sangue
Via S. Francesco, 107
84016 Pagani (SA), ITALIA
- o -
Figlie della Carità del Preziosissimo Sangue
Via Vigna Fabbri, 45
00179 Roma, ITALIA

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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