jueves, 10 de noviembre de 2011

Lecturas Viernes 11 de Noviembre de 2011. San Martín de Tours ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 17, 26-37

Gloria a ti, Señor.

En aquellos días, Jesús dijo a sus discípulos:
"Lo que sucedió en el tiempo de Noé también sucederá en el tiempo del Hijo del hombre:
comían y bebían, se casaban hombres y mujeres, hasta el día en que Noé entró en el arca;
entonces vino el diluvio y los hizo perecer a todos.
Lo mismo sucedió en el tiempo de Lot: comían y bebían, compraban y vendían, sembraban y
construían; pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y los hizo
perecer a todos. Pues lo mismo sucederá el día en que el Hijo del hombre se manifieste.
Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, que no baje a recogerlas; y el
que esté en el campo, que no mire hacia atrás. Acuérdense de la mujer de Lot. Quien intente
conservar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará.
Yo les digo: aquella noche habrá dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro abandonado;
habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra abandonada".
Entonces, los discípulos le preguntaron:
"¿Dónde sucederá eso, Señor?"
Y él les respondió:
"Donde hay un cadáver, allí se juntan los buitres".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/swf/l.swf?video_id=v82JVdXAUUs

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

vie 32a. Ordinario año impar

Antífona de Entrada

Que se postre ante ti, Señor, la tierra entera; que todos canten himnos en tu honor y alabanzas a tu nombre.

 

Oración Colecta

Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que con amor gobiernas los cielos y la tierra; escucha
paternalmente las súplicas de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida transcurran en tu paz.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Si pudieron investigar el universo, ¿cómo no descubrieron a su creador?

Lectura del libro de la Sabiduría 13, 1-9

Insensatos han sido todos los hombres que no han conocido a Dios y no han sido capaces de
descubrir, a través de las cosas buenas que se ven a "Aquél-que-es"; que no han reconocido al
artífice, fijándose en sus obras, sino que han considerado como dioses al fuego, al viento, al aire
sutil, al cielo estrellado, al agua impetuosa o al sol y a la luna, que rigen el mundo.
Si fascinados por la belleza de las cosas, pensaron que éstos eran dioses, sepan cuánto los
aventaja el Señor de todas ellas, pues fue el autor mismo de la belleza quien las creó.Y si fue su
poder y actividad lo que los impresionó, deduzcan de ahí cuánto más poderoso es Aquél que las
hizo; pues reflexionando sobre la grandeza y hermosura de las criaturas, se puede llegar a
contemplar a su creador.
Sin embargo, no son estos hombres tan dignos de reprensión, pues tal vez andan desorientados,
buscando y queriendo encontrar a Dios. Como viven entre sus obras, se esfuerzan por
conocerlas y se dejan fascinar por la belleza de las cosas que ven. Pero no por eso tienen
excusa, pues si llegaron a ser tan sabios para investigar el universo, ¿cómo no llegaron a
descubrir fácilmente a su creador?
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 18

Los cielos proclaman la gloria de Dios.

Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día comunica su mensaje al otro día y una noche se lo trasmite a la otra noche.
Los cielos proclaman la gloria de Dios.

Sin que pronuncien una palabra, sin que resuene su voz, a toda la tierra llega su sonido y su mensaje hasta el fin del mundo.
Los cielos proclaman la gloria de Dios.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Estén atentos y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación, dice el Señor.
Aleluya.

Evangelio

Lo mismo sucederá el día en que el Hijo del hombre se manifieste

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 17, 26-37

Gloria a ti, Señor.

En aquellos días, Jesús dijo a sus discípulos:
"Lo que sucedió en el tiempo de Noé también sucederá en el tiempo del Hijo del hombre:
comían y bebían, se casaban hombres y mujeres, hasta el día en que Noé entró en el arca;
entonces vino el diluvio y los hizo perecer a todos.
Lo mismo sucedió en el tiempo de Lot: comían y bebían, compraban y vendían, sembraban y
construían; pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y los hizo
perecer a todos. Pues lo mismo sucederá el día en que el Hijo del hombre se manifieste.
Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, que no baje a recogerlas; y el
que esté en el campo, que no mire hacia atrás. Acuérdense de la mujer de Lot. Quien intente
conservar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará.
Yo les digo: aquella noche habrá dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro abandonado;
habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra abandonada".
Entonces, los discípulos le preguntaron:
"¿Dónde sucederá eso, Señor?"
Y él les respondió:
"Donde hay un cadáver, allí se juntan los buitres".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Concédenos, Señor, participar dignamente en esta Eucaristía, porque cada vez que celebramos
el memorial del sacrificio de tu Hijo, se lleva a cabo la obra de nuestra redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

Alabanza a Dios por la creación y redención del género humano

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo
lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Pues por medio de tu amado Hijo, eres el
creador del género humano, y también el autor bondadoso de la nueva creación.
Por eso,
con razón te sirven todas las criaturas, con justicia te alaban todos los redimidos y unánimes te
bendicen tus santos. Con ellos, también nosotros, a una con los ángeles, cantamos tu gloria
gozosos diciendo:

Antífona de la Comunión

Para mí, Señor, has preparado la mesa y has llenado la copa hasta los bordes.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Infúndenos, Señor, el espíritu de tu caridad para que, alimentados del mismo pan del cielo,
permanezcamos siempre unidos por el mismo amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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Dia 11/11 San Martin de Tours (obispo, blanco)

Antífona de Entrada

Yo elegiré para mi pueblo un sacerdote fiel que obre según mi corazón y mis deseos, dice el Señor.

 

Oración Colecta

Oremos:
Dios nuestro, que hiciste resplandecer tu gloria en la vida y en la muerte de san Martín, obispo de Tours, renueva en nuestros corazones la fuerza de tu amor, para que ni la muerte ni la vida puedan separarnos de ti.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

El Señor me ha ungido y me ha enviado a anunciar la buena nueva a los pobres

Lectura del libro del profeta Isaías
61,1-3

El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres, a curar a los de corazón quebrantado, a proclamar el perdón a los cautivos, y la libertad a los prisioneros; a pregonar el año de gracia del Señor, el día de la venganza de nuestro Dios.
El Señor me ha enviado a consolar a los afligidos, los afligidos de Sión, a cambiar su ceniza en diadema, sus lágrimas en aceite perfumado de alegría y su abatimiento, en cánticos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 88

Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.

Cantaré eternamente del Señor las bondades y anunciará mi boca tu lealtad por todas las edades. Pues el Señor ha dicho: "Mi amor es un amor eterno y mi fidelidad, más firme que los cielos".
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.

Una alianza pacté con mi elegido, a mi siervo David, yo le he jurado: "Perpetuaré tu descendencia y afirmaré para siempre tu reinado".
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.

Hallé a David, mi siervo, y lo he ungido con óleo sagrado a fin de que mi mano lo sostenga y lo revista de valor, mi brazo.
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.

Su poder en mi nombre crecerá, mi amor y mi lealtad serán su escolta. El me podrá decir: "Tú eres mi Padre, mi Dios, mi roca salvadora".
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado.
Aleluya.

Evangelio

Cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo
25, 3140

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Cuando venga el Hijo del hombre rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
"Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento, y me dieron de comer; sediento, y me dieron de beber; era forastero, y me hospedaron; estuve desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; encarcelado, y fueron a verme.
"Los justos le contestarán entonces:
"Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero, y te hospedamos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado, y te fuimos a ver?"
Y el rey les dirá:
"Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron"".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Santifica, Señor, los dones que te presentamos en esta festividad del obispo san Martín y concédenos que esta Eucaristía nos conduzca siempre hacia ti, a través de las alegrías y las penas de esta vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

Los santos pastores siguen presentes en la Iglesia

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, nuestro Señor.
Porque permites que tu Iglesia se alegre hoy con la festividad de san Martin de Tours, para animarnos con el ejemplo de su vida, instruirnos con su palabra y protegernos con su intercesión.
Por eso,
con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar:

Antífona de la Comunión

Yo les aseguro que todo lo que hagan a uno de estos hermanos míos insignificantes, a mí mismo me lo hacen, dice el Señor.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Tú que nos has renovado con el sacramento de la unidad, ayúdanos, Señor, a cumplir tu voluntad en todo lo que hacemos, para que, a ejemplo de san Martín, disfrutemos la alegría de ser verdaderamente tuyos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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Meditación diaria

 

32ª semana. Viernes

EL SENTIDO CRISTIANO DE LA MUERTE

— No podemos vivir de espaldas a ese momento supremo. Nos preparamos día a día.

— La muerte adquiere un sentido nuevo con la Muerte y Resurrección de Cristo.

— Lecciones para la vida que nos da la muerte.

I. El Evangelio de la Misa1 nos habla de la segunda venida de Cristo a la tierra, que será inesperada. Pues como el relámpago fulgurante brilla de un extremo al otro del cielo, así será en su momento el día del Hijo del hombre. En este discurso del Señor se interponen diversos planos de sucesos, y en todos ellos se hace hincapié en la repentina llegada de Jesús glorioso al fin de los tiempos.

Los discípulos, llevados por una curiosidad natural, preguntan dónde y cuándo tendrán lugar los acontecimientos que acaban de oír. El Señor les responde con un proverbio conocido ya seguramente por ellos: Donde quiera que esté el cuerpo, allí se reunirán las águilas. Quiere poner de manifiesto Jesús que, con la misma rapidez con que las aves de rapiña se dirigen a su presa, así será el encuentro del Hijo de Dios con el mundo al fin de los tiempos y con cada hombre al fin de sus días. Porque vosotros sabéis muy bien -escribe San Pablo a los primeros cristianos de Tesalónica- que como el ladrón en la noche, así vendrá el día del Señor2. Es una llamada, una vez más, a la vigilancia, a no vivir de espaldas a esa jornada definitiva –el día del Señor– en la que por fin veremos cara a cara a Dios. San Agustín, comentando este Evangelio, enseña que la razón por la que estas cosas permanecen ocultas es para que estemos siempre preparados3.

En algunos ambientes no es fácil hoy hablar de la muerte; solo el hecho de mencionarla parece un asunto desagradable, de mal gusto. Sin embargo, es el acontecimiento que ilumina la vida, y la Iglesia nos invita a meditarlo; precisamente para que no nos encuentre desprevenidos ese momento supremo. El modo pagano de pensar y de vivir de muchos –incluso de algunos que externamente se dicen cristianos– les lleva a vivir de espaldas a esta realidad y a borrar, en lo posible, las señales indicadoras de que caminamos deprisa a un fin. Y toman esta actitud porque ignoran el sentido verdadero de la muerte. En vez de considerarla como una "amiga" o incluso como una "hermana"4, se la ve como una catástrofe, la gran catástrofe que un día ha de llegar y que echa por tierra los planes y las ilusiones en los que se ha puesto todo el sentido del vivir; por tanto –piensan–, es preciso ignorarla, como si no hubiera de afectarnos personalmente. En lugar de verla como lo que en realidad es, la llave de la felicidad plena, se la ve como el fin del bienestar que tanto cuesta amasar aquí abajo. Ignoran, en su falta de fe operativa y práctica, que el hombre seguirá existiendo, aunque haya de "cambiar de casa"5. Como nos recuerda frecuentemente la liturgia, vita mutatur, non tollitur6, la vida se cambia, pero no se pierde. Para el cristiano, la muerte es el final de una corta peregrinación y la llegada a la meta definitiva, para la que nos hemos preparado día a día7, poniendo el alma en las tareas cotidianas. Con ellas, y a través de ellas, nos hemos de ganar el Cielo. Por eso, para él ese momento no llegará como el ladrón en la noche, porque cuenta, serenamente, con ese encuentro definitivo con su Señor. Sabe bien que la muerte "es un paso y traslado a la eternidad, después de correr en esta carrera temporal"8.

Con todo, "si alguna vez te intranquiliza el pensamiento de nuestra hermana la muerte, porque ¡te ves tan poca cosa!, anímate y considera: ¿qué será ese Cielo que nos espera, cuando toda la hermosura y la grandeza, toda la felicidad y el Amor infinitos de Dios se viertan en el pobre vaso de barro que es la criatura humana, y la sacien eternamente, siempre con la novedad de una dicha nueva?"9.

II. La Sagrada Escritura nos enseña expresamente que Dios no hizo la muerte, ni se alegra en la perdición de los seres vivos10. Antes del pecado original no había muerte, tal y como hoy la conocemos, con ese sentido doloroso y difícil con que tantas veces la hemos visto, quizá de cerca, La rebelión del primer hombre trajo consigo la pérdida de dones extraordinarios que Dios le había concedido al crearlo. Y así, ahora, para llegar a la casa del Padre, nuestra definitiva morada, hemos de atravesar esa puerta: es el tránsito de este mundo al Padre11. La desobediencia de Adán llevó consigo, junto a la pérdida de la amistad con Dios, la pérdida del don gratuito de la inmortalidad.

Pero Jesucristo destruyó la muerte e iluminó la vida12, le quitó su maldad esencial, el aguijón, el veneno; y, gracias a Él, adquiere un sentido nuevo; se convierte en el paso a una Vida nueva. Su victoria se transmite a todos los que creen en Él y participan de su Vida. Yo soy –afirmó el Maestro– la resurrección y la Vida; el que cree en Mí, aun cuando hubiere muerto, vivirá, y todo el que vive y cree en Mí, no morirá para siempre13. Aunque la muerte es el enemigo del hombre en su vida natural, en Cristo se convierte en "amiga" y "hermana". Aunque el hombre sea derrotado por ese enemigo, sale al fin vencedor porque mediante ella, mediante la muerte, adquiere la plenitud de la Vida. Se entiende bien que para una sociedad que tiene como fin casi exclusivo, o exclusivo, los bienes materiales, la muerte siga siendo el fracaso total, el último enemigo que acaba de golpe con todo lo que dio sentido a su vivir: placer, gloria humana, goce de los sentidos, ansias desordenadas de bienestar material... Quienes tienen el alma pagana siguen viviendo como si Cristo no hubiera realizado la Redención, transformando completamente el sentido del dolor, del fracaso y de la muerte.

La muerte de los pecadores es pésima14, afirma la Sagrada Escritura; en cambio, es preciosa, en la presencia de Dios, la muerte de los santos15. En este mismo sentido, la Iglesia celebró desde los primeros tiempos el día de la muerte de los mártires y de los santos como un día de alegría; era el dies natalis, el día del nacimiento a la nueva Vida, a la felicidad sin término, el día en que contemplaron, radiantes, el rostro de Jesús. Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor, nos recuerda el Apocalipsis. Sí, dice el Espíritu, que descansen de sus trabajos, pues sus obras los acompañan16. No solamente serán premiados por su fidelidad a Cristo, hasta en lo más pequeño –hasta un vaso de agua dado por Cristo recibirá su recompensa17–, sino que, como enseña la Iglesia, permanecerán con ellos, de algún modo, "los bienes de la dignidad humana, la unión fraterna y la libertad, en una palabra, los frutos excelentes de la naturaleza y de nuestro esfuerzo, después de haberlos propagado por la tierra con el Espíritu del Señor y de acuerdo con su mandato, volveremos a encontrarlos limpios de toda mancha, iluminados y transfigurados, cuando Cristo entregue al Padre el reino eterno y universal..."18. Todo lo demás se perderá: volverá a la tierra y al olvido... Sus buenas obras le acompañan.

III. La muerte nos da grandes lecciones para la vida. Nos enseña a vivir con lo necesario, desprendidos de los bienes que hemos de usar, pero que dentro de un tiempo, siempre corto, habremos de dejar; llevaremos, para siempre, el mérito de nuestras buenas obras.

La muerte nos enseña a aprovechar bien cada día: carpe diem19, goza del presente, decían los antiguos; y nosotros, con sentido cristiano, podemos darle un sentido nuevo: aprovechemos gozosamente cada día como si fuera el único, sabiendo que ya no se repetirá jamás. Hoy, a la hora del examen de conciencia, nos dará gran alegría pensar en las jaculatorias, actos de amor al Señor, trato con el Ángel Custodio, favores a los demás, pequeños servicios, vencimientos en el cumplimiento del deber, paciencia quizá..., que el Señor ha convertido en joyas preciosas para la eternidad. Con la muerte termina la posibilidad de merecer para la vida eterna20. No dejemos escapar estos días, numerados y contados, que faltan para llegar al final del camino.

La incertidumbre del momento de nuestro encuentro definitivo con Dios nos impulsa a estar vigilantes, como quien aguarda la llegada de su Señor21, cuidando con esmero el examen de conciencia, con contrición verdadera por las flaquezas de esa jornada; aprovechando bien la Confesión frecuente para limpiar el alma aun de pecados veniales y de las faltas de amor. El recuerdo de la muerte nos ayuda a trabajar con más empeño en la tarea de la propia santificación, viviendo no como necios, sino como prudentes, redimiendo el tiempo22, recuperando tantos días y tantas oportunidades perdidas; a veces puede ocurrir lo que escribió el clásico: "No es que tengamos poco tiempo, es que hemos perdido mucho"23. Aprovechemos el que nos queda.

Hemos de desear vivir largo tiempo, para rendir mayores servicios a Dios, para presentarnos delante del Señor con las manos más llenas..., y porque amamos la vida, que es un regalo de Dios. Y cuando llegue nuestro encuentro con el Señor, hasta esos últimos instantes nos han de servir para purificar nuestra vida y ofrecernos con un acto de amor a Dios Padre. Para ese trance escribió San Ignacio de Loyola: "Como en la vida toda, así también en la muerte, y mucho más, debe cada uno (...) esforzarse y procurar que Dios nuestro Señor sea en ella glorificado y servido, y los prójimos edificados, a lo menos del ejemplo de su paciencia y fortaleza, con fe viva, esperanza y amor de los bienes eternos..."24. El último instante aquí en la tierra debe ser también para la gloria de Dios. ¡Qué alegría nos dará entonces todo lo que nos afanamos en llevar a cabo en la vida por el Señor!: el trabajo ofrecido, las personas que procuramos acercar al sacramento de la Confesión, los mil pequeños detalles de servicio a quien trabajó tantas horas con nosotros, la alegría que llevamos a la familia y a todos, las intemperancias que procuramos disculpar y olvidar...

Después de haber dejado aquí frutos que perdurarán hasta la vida eterna, partiremos. Entonces podremos decir con el poeta:

"—Dejó mi amor la orilla
y en la corriente canta.
—No volvió a la ribera
que su amor era el agua"25.

1 Lc 17, 26-37. — 2 1 Tes 5, 2. — 3 Cfr. San Agustín, Comentario al Salmo 120, 3. — 4 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, nn. 735 y 739, — 5 Cfr. Ibídem, n. 744. — 6 Misal Romano, Prefacio de difuntos. — 7 Cfr. C. Pozo, Teología del más allá, BAC, Madrid 1980, pp. 468 ss. — 8 San Cipriano, Tratado sobre la mortalidad, 22. — 9 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 891. — 10 Sab 1, 13. — 11 Jn 13, 1. — 12 2 Tim 1, 10. — 13 Jn 11, 25. — 14 Sal 33, 22. — 15 Sal 15, 15. — 16 Apoc 14, 13. — 17 Mt 10, 42. — 18 Conc Vat. II, Const. Gaudium et spes, 39. — 19 Horacio, Odas, 1, 11, 7. — 20 Cfr. León X, Bula Exsurge Domine, 15-VI-1520, prop. 38. — 21 Cfr. Lc 12, 35-42. — 22 Ef 5, 15-16. — 23 Séneca, De brevitate vitae, 1, 3. — 24 San Ignacio de Loyola, Constituciones S. I., p. 6ª. c, 4, n. 1. — 25 B. Llorens, Secreta fuente, Rialp, Madrid 1948, p. 86.

 

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Santoral             (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Martín de Tours
Obispo 
Año 397

Que el simpático San Martín nos obtenga de Dios la gracia 
de recordar siempre que todo favor que hacemos al prójimo 
lo recibe y lo paga Jesucristo, como si se lo hubiéramos 
hecho a Él en persona.

Si tenéis fe, nada será imposible 
para vosotros (Jesucristo.
Mt. 17,20).

Martín significa: "el batallador". (De Mart = batalla).

San Martín es un gran santo queridísimo para los franceses, y muy popular en todo el mundo.

Nació en Hungría, pero sus padres se fueron a vivir a Italia. Era hijo de un veterano del ejército y a los 15 años ya vestía el uniforme militar.

Durante más de 15 siglos ha sido recordado nuestro santo por el hecho que le sucedió siendo joven y estando de militar en Amiens (Francia). Un día de invierno muy frío se encontró por el camino con un pobre hombre que estaba tiritando de frío y a medio vestir. Martín, como no llevaba nada más para regalarle, sacó la espada y dividió en dos partes su manto, y le dio la mitad al pobre. Esa noche vio en sueños que Jesucristo se le presentaba vestido con el medio manto que él había regalado al pobre y oyó que le decía: "Martín, hoy me cubriste con tu manto".

Sulpicio Severo, discípulo y biógrafo del santo, cuenta que tan pronto Martín tuvo esta visión se hizo bautizar (era catecúmeno, o sea estaba preparándose para el bautismo). Luego se presentó a su general que estaba repartiendo regalos a los militares y le dijo: "Hasta ahora te he servido como soldado. Déjame de ahora en adelante servir a Jesucristo propagando su santa religión". El general quiso darle varios premios pero él le dijo: "Estos regalos repártelos entre los que van a seguir luchando en tu ejército. Yo me voy a luchar en el ejército de Jesucristo, y mis premios serán espirituales".

En seguida se fue a Poitiers donde era obispo el gran sabio San Hilario, el cual lo recibió como discípulo y se encargó de instruirlo.

Como Martín sentía un gran deseo de dedicarse a la oración y a la meditación, San Hilario le cedió unas tierras en sitio solitario y allá fue con varios amigos, y fundó el primer convento o monasterio que hubo en Francia. En esa soledad estuvo diez años dedicado a orar, a hacer sacrificios y a estudiar las Sagradas Escrituras. Los habitantes de los alrededores consiguieron por sus oraciones y bendiciones, muchas curaciones y varios prodigios. Cuando después le preguntaban qué profesiones había ejercido respondía: "fui soldado por obligación y por deber, y monje por inclinación y para salvar mi alma".

Un día en el año 371 fue invitado a Tours con el pretexto de que lo necesitaba un enfermo grave, pero era que el pueblo quería elegirlo obispo. Apenas estuvo en la catedral toda la multitud lo aclamó como obispo de Tours, y por más que él se declarara indigno de recibir ese cargo, lo obligaron a aceptar.

En Tours fundó otro convento y pronto tenía ya 80 mojes. Y los milagros, la predicación, y la piedad del nuevo obispo hicieron desaparecer prontamente el paganismo de esa región, y las conversiones al cristianismo eran de todos los días. A los primeros que convirtió fue a su madre y a sus hermanos que eran paganos.

Un día un antiguo compañero de armas lo criticó diciéndole que era un cobarde por haberse retirado del ejército. Él le contestó: "Con la espada podía vencer a los enemigos materiales. Con la cruz estoy derrotando a los enemigos espirituales".

Recorrió todo el territorio de su diócesis dejando en cada pueblo un sacerdote. Él fue fundador de las parroquias rurales en Francia.

Dice su biógrafo y discípulo, que la gente se admiraba al ver a Martín siempre de buen genio, alegre y amable. Que en su trato empleaba la más exquisita bondad con todos.

Un día en un banquete San Martín tuvo que ofrecer una copa de vino, y la pasó primero a un sacerdote y después sí al emperador, que estaba allí a su lado. Y explicó el por qué: "Es que el emperador tiene potestad sobre lo material, pero al sacerdote Dios le concedió la potestad sobre lo espiritual". Al emperador le agradó aquella explicación.

En los 27 años que fue obispo se ganó el cariño de todo su pueblo, y su caridad era inagotable con los necesitados. Los únicos que no lo querían eran ciertos tipos que querían vivir en paz con sus vicios, pero el santo no los dejaba. De uno de ellos, que inventaba toda clase de cuentos contra San Martín, porque éste le criticaba sus malas costumbres, dijo el santo cuando le aconsejaron que lo debía hacer castigar: "Si Cristo soportó a Judas, ¿por qué no he de soportar yo a este que me traiciona?".

Con varios empleados oficiales tuvo fuertes discusiones, porque en ese tiempo se acostumbraba torturar a los prisioneros para que declararan sus delitos. Nuestro santo se oponía totalmente a esto, y aunque por ello se ganó la enemistad de altos funcionarios, no permitía la tortura.

Supo por revelación cuándo le iba a llegar la muerte y comunicó la noticia a sus numerosos discípulos. Estos se reunieron junto a su lecho de enfermo y le suplicaban llorando: "¿Te alejas padre de nosotros, y nos dejas huérfanos y solos y desamparados?". El santo respondió con una frase que se ha hecho famosa: "Señor, si en algo puedo ser útil todavía, no rehuso ni rechazo cualquier trabajo y ocupación que me quieras mandar".

Pero Dios vio que ya había trabajado y sufrido bastante y se lo llevó a que recibiera en el cielo el premio por sus grandes labores en la tierra.

El medio manto de San Martín (el que cortó con la espada para dar al pobre) fue guardado en una urna y se le construyó un pequeño santuario para guardar esa reliquia. Como en latín para decir "medio manto" se dice "capilla", la gente decía: "Vamos a orar donde está la capilla". Y de ahí viene el nombre de capilla, que se da a los pequeños salones que se hacen para orar.

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Bartolome el Joven de Rossano, Santo Abad, 11 Noviembre  

Bartolome el Joven de Rossano, Santo

Nos encontramos hoy con el Bartolomé, nacido en Rossano (Calabria, Italia) en el año 980 y muerto en 1055.

Provenía de una familia de Constantinopla. Le pusieron por nombre Basilio.

Desde pequeño tuvo una inclinación muy marcada por el estado religioso. Le encomendaron su educación a los monjes d un monasterio. Al poco tiempo de hacer sus votos, lo enviaron a Monte Casino. El abad de entonces era Nilo.

Los dos juntos se fueron a Roma para ver a Papa Gregorio V, y ver la forma de solucionar los enfrentamientos a que dio lugar el autoproclamado papa Juan XVI.

Al poco tiempo murió Nilo. Le sucedió Bartolomé. En seguida mandó construir una iglesia a la Virgen; estuvo en el concilio lateranense del 1044, en el que demostró sus dotes diplomáticas aplacando las rencillas entre el duque Adenolfo y el príncipe de Salerno.

Entabló una gran amistad con los Papas Benedicto VIII y IX, logrando que Benedicto IX abdicara y se fuera al monasterio.

Bartolomé murió en el año 1055.

Fue una persona muy inteligente. Escribió un excelente libro titulado "Tipicón", que es un código litúrgico-disciplinar para regir los monasterios. Y junto a esta obra hay que citar también la magnífica biografía de su amigo san Nilo.

Pío XII, en el noveno centenario de su muerte, lo llamó "luminaria de la Iglesia y ornamento de la sede apostólica".

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Verano, Santo Obispo, 11 de noviembre  

Obispo
Noviembre 11

 

Etimológicamente significa "estío". Viene de la lengua latina.

El Señor dice: "Aunque vuestros pecados fueran como la grana, blanquearán como la nieve; aunque fuesen rojos como el carmesí, como la lana quedarán".

Te parecerá raro este nombre entre los miles y miles de nombres de santos que hay en los calendarios.
Fue un obispo del siglo V.

Existe en Roma el Campo del Verano, esto es, el Campo de l Primavera.

Hoy está junto a la basílica de san Lorenzo, el cementerio más visitado por los romanos.

San Verano fue obispo de Francia, un siglo después de otro gran obispo, el más querido y famoso en Francia, san Martín de Tours.

Fue obispo de la Provenza, hoy y siempre tan predilecta para los pintores a causa de sus tonos y de su luminosidad.

El lugar en el que ejerció su apostolado episcopal se llama Vence.

Era hijo de Euquerio, obispo de Lyon, y tenía un hermano que se llamaba Solonio.

El padre ayudó incansablemente con su entrega y su buen ejemplo a que sus hijos fueran santos en el episcopado.

Para prepararlos bien, los envió al monasterio mejor de aquellos contornos, el de Lérins.

Con el tiempo, y dada su buena preparación intelectual y religiosa, fueron nombrados respectivamente obispo de Vence y de Ginebra.
Los Papas los aprecian mucho, sobre todo León I e Hilario.

Verano les escribía a menudo. En una de sus cartas, les decía:"Yo, Verano, le escribe al Papa, al que represento en el apostolado; le escribo a su beatitud y le ruego que rece por mí".

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Teodoro el Estudita, Santo Abad, 11 Noviembre  

Teodoro el Estudita, Santo

San Platón, Abad del monasterio de Simbóleon en el Monte Olimpo, en Bitinia, tenía un cuñado cuyos tres hijos fueron a establecerse en sus posesiones de Sakkoudion, cerca del Monte Olimpo, para llevar ahí vida eremítica.

El más fervoroso de los tres hermanos era el mayor de ellos, Teodoro, quien iba cumplir veintidós años. Los jóvenes persuadieron a San Platón para que renunciase al gobierno de su abadía y se encargase de gobernar a los ermitaños de Sakkoudion. Más tarde, San Teodoro fue enviado a Constantinopla para recibir la ordenación sacerdotal. El joven hizo tales progresos en la virtud y el saber, que su tío Platón le confió la dirección de la comunidad con el consentimiento unánime.

El joven emperador Constantino IV se divorció de su esposa y se casó Teódota, que era pariente de San Platón y San Teodoro. Ambos protestaron contra ese abuso. Constantino, que deseaba ganarse a Teodoro, le hizo promesas y trató especialmente bien a sus parientes. Como no obtuvo ningún resultado, Constantino fue entonces a los baños de Brusa, cerca Sakkoudion, con la esperanza de que San Teodoro fuese a hacerle una visita de cumplimiento; pero ni el abad, ni ninguno de sus monjes se presentaron a recibirle.

El emperador regresó furioso a su palacio e inmediatamente envió pelotón de soldados con órdenes de desterrar a Teodoro y a sus demás seguidores. Todos fueron desterrados a Tesalónica, donde se publicó un edicto que prohibía a los habitantes darles asilo y ayudarlos, de suerte que ni los monjes de la región se atrevieron a tenderles la mano.

San Platón, ya muy anciano, fue encerrado en una celda en Constantinopla. San Teodoro le escribió desde Tesalónica un relato del viaje, en el que le contaba las vicisitudes por las que habían atravesado él y sus compañeros y expresaba su admiración por su antiguo maestro.

El exilio sólo duró algunos meses. La forma en que terminó, es un ejemplo característico de la ambición brutal que reinaba ahí en aquélla época. En efecto, el año 797, Irene, la madre del emperador, destronó a su hijo y mandó sacarle los ojos. Irene, que reinó seis años, llamó del destierro a Teodoro y sus compañeros.

El santo regresó a Sakkoudion y reorganizó el monasterio, pero el año 799, como el monasterio era una presa fácil para los árabes, los monjes se refugiaron dentro las murallas de la ciudad.

Entonces, se confió a San Teodoro la dirección del célebre monasterio de Studios, que el cónsul Studius había construido el año 463, en un viaje que hizo de Roma a Constantinopla. Constantino Coprónimo había expulsado a los monjes, de suerte que cuando llegó San Teodoro apenas había una docena.

Bajo su gobierno, el monasterio llegó a tener un millar de habitantes, entre monjes y criados. En materia de legislación monástica, Teodoro fue quien más contribuyó a desarrollar la tradición procedente San Basilio. San Atanasio el Lauriota aplicó la legislación de San Teodoro en el Monte Athos y de ahí se extendió a Rusia, Bulgaria y Servia, donde todavía es la base de la vida monástica.

San Teodoro fomentó los estudios y las artes; la escuela de caligrafía que fundó fue famosa durante largo tiempo. Los escritos del santo constituyen una serie de sermones, instrucciones, himnos litúrgicos y tratados de ascética monástica, en los que se muestra muy moderado, si se le compara con otros orientales.

El santo dijo en cierta ocasión a un ermitaño: "No practiquéis la austeridad para satisfacer vuestro amor propio. Comed pan, bebed alguna vez, usad zapatos en invierno y comed carne cuanto os haga falta." Teodoro gobernó apaciblemente el monasterio durante ocho años, en medio del remolino de la política imperial, hasta que la cuestión del adulterio de Constantino volvió a surgir.

El emperador Nicéforo I eligió al futuro San Nicéforo, que era entonces laico, para ocupar la sede patriarcal de Constantinopla. Como San Nicéforo no había recibido las órdenes, San Teodoro, San Platón y otros monjes se opusieron al nombramiento. El emperador los tuvo presos durante veinticuatro días, al cabo de los cuales, a instancias de Nicéforo y de un reducido grupo de obispos, restituyó la jurisdicción al sacerdote José, que había sido degrado por haber bendecido el matrimonio de Constantino IV con Teódota. San Teodoro y otros se negaron a mantener la comunión con José y a aceptar la decisión de que el matrimonio había sido válido. Así pues, San Teodoro, San Platón y José (que era hermano de San Teodoro y arzobispo de Tesalónica) , fueron aprisionados en la Isla de la Princesa. Teodoro explicó el asunto por carta al Papa, y San León III le, contestó alabando su prudencia y su constancia. Los enemigos de Teodoro habían hecho correr en Roma el rumor de que este había caído en la herejía y estaba despechado por no haber sido nombrado patriarca, de suerte que San León III prefirió abstenerse de un juicio definitivo. Los monjes estuditas fueron dispersados en diferentes monasterios y muy matratados. El destierro de San Teodoro y sus compañeros duró dos años, hasta la muerte del emperador Nicéforo, ocurrida el año 811

Teodoro y el patriarca Nicéforo se reconciliaron, ya que su actitud en el doloroso problema de la veneración de las imágenes era idéntica. En nuestro artículo sobre San Nicéforo (13 de marzo) hemos dado ya ciertos detalles sobre la segunda persecución iconoclastaque tuvo lugar durante el reinado de Leo V, el Armenio. San Teodoro negó abiertamente que el emperador tuviera derecho a inmiscuirse en los asuntos eclesiásticos y, el Domingo de Ramos cuando San Nicéforo había sido ya expulsado, ordenó a sus monjes que saliesen a la calle en solemne Procesión con las sagradas imágenes, cantando un himno que comienza así: "Reverenciamos tu sagrada imagen, bendito santo." Desde ese momento, San Teodoro se convirtió en el jefe del movimiento ortodoxo. Como continuase en la defensa del culto a las imágenes, el emperador le desterró a Misia, desde donde continuó exhortando a los fieles por cartas de las que se conservan algunas. Cuando se descubrió su correspondencia, el emperador le desterró a Bonita, en la Anatolia, y mandó decir al carcelero, Nicetas, que flagelase a su víctima. Aquél vio conmovido la alegría con que San Teodoro se despojaba de su túnica y ofrecía al látigo su cuerpo consumido por los ayunos y, lleno de compasión, hizo salir de la mazmorra a todos los presentes, colocó una zalea de borrego sobre el lecho del santo y descargó sobre ella los golpes para que los oyesen los que se hallaban afuera. Finalmente, Nicetas se rasguñó los brazos para manchar con su sangre el látigo y salió a mostrarlo a los otros. San Teodoro pudo escribir más cartas a los fieles, a los patriarcas y una al Papa Pascual, a quien decía: "Escucha, obispo apostólico, pastor que Dios ha puesto para guiar el rebaño de Jesucristo: tú has recibido las llaves del Reino de los Cielos, tú eres la piedra sobre la que ha sido edificada la Iglesia, tú eres Pedro, puesto que ocupas su sede. Ven en ayuda nuestra". El Pontifice escribió a Constantinopla algunas cartas, que resultaron infructuosas.

Entonces, San Teodoro le escribió para agradecerle con estas palabras: "Tú has sido desde el principio la fuente pura de la ortodoxia, tú eres el puerto seguro de la Iglesia universal, su amparo contra las acometidas de los herejes y la ciudad de refugio que Dios nos ha dado".

San Teodoro y su fiel discípulo Nicolás, estuvieron presos en Bonita du :rante tres años. Sus sufrimientos eran indecibles: en el invierno, el frío era muy intenso; en el verano, se ahogaban de calor y padecían hambre y sed, pues los guardias sólo les echaban por una claraboya un trozo de pan cada tercer día. San Teodoro afirma que muchas veces creyó morir de hambre y añade: Pero Dios es todavía demasiado misericordioso con nosotros." Probablemente hubiesen muerto de hambre, si un oficial de la corte que visitó la cárcel por casualidad, no hubiese ordenado que se les diese bien de comer. El emperador interceptó una carta en la que el santo exhortaba a los fieles a desafiar a la infame secta de los iconoclastas, ordenó al prefecto del oriente que castigase al autor. El prefecto no se dejó ganar por la compasión, como el carcelero Nicetas y mandó azotar al monje Nicolás, a quien Teodoro había dictado la carta, y a éste le condenó a sufrir cien azotes. Después de la tortura, los verdugos dejaron al santo tirado en el suelo durante largo tiempo, expuesto a los rigores del frío de febrero. San Teodoro no pudo comer ni dormir durante muchos días y, si escapó con vida, fue gracias a Nicolás que olvidó sus propios sufrimientos, le alimentó gota a gota con una cucharita y le vendó sus heridas, no sin antes cortarle los trozos de carne infectada en las llagas. San Teodoro sufrió lo indecible durante tres meses. Antes de que estuviese totalmente restablecido, se presentó un oficial imperial con el encargado de conducirle a Esmirna, junto con Nicolás. Durante el día caminaban a marchas forzadas y, por la noche, se los encadenaba.

El arzobispo de Esmirna, que era un iconoclasta furibundo, mandó vigilar estrechamente al santo y llegó a decirle que iba a pedir que el emperador le mandase decapitar o, por lo menos, cortarle la lengua. Pero la persecución terminó el año 820 con el asesinato de quien la había provocado. El sucesor de Leo, Miguel el Tartamudo, fingió al principio suma moderación y levantó las sentencias de destierro. San Teodoro el Estudita regresó al cabo de siete años de prisión y escribió una carta de agradecimiento al emperador, exhortándole permanecer unido a Roma -la primera de las Iglesias- y a permitir el culto de las imágenes. Pero Miguel se negó a permitir el culto de las imágenes y a devolver sus cargos al patriarca, al abad de Studios y a todos los prelados ortodoxos que no estuviesen de acuerdo con esa medida. San Teodoro, después de hacer vanos intentos por convencer al emperador, partió de Constantinopla (en realidad era una forma de destierro) e hizo un recorrido por los monasterios de Bitinia para alentar y reconfortar a sus partidarios, "El invierno ha pasado ya -les decía-, pero aún no ha llegado la primavera. El cielo se despeja hay buenas esperanzas. El fuego está ya apagado, pero las cenizas humean todavía." La influencia de San Teodoro llegó a ser tan grande, que los monjes en general y los estuditas en particular se convirtieron en el baluarte de la ortodoxia. Algunos de los discípulos del santo fueron a reunirse con él en monasterio de la península de Akrita. A principios de noviembre de 826, San Teodoro enfermó ahí. Al cuarto día de su enfermedad, pudo ir hasta la iglesia a celebrar el santo sacrificio, pero el mal fue en aumento, y el santo dictó a su secretario sus últimas instrucciones. Dios le llamó a Sí el siguiente domingo 11 de noviembre. Sus restos fueron transportados al monasterio de Studios dieciocho años más tarde.

En el oriente hay gran veneración por San Teodoro el Estudita. El Matirologio Romano dice que es "famoso en toda la Iglesia". El santo merece elogio como legislador monástico, como defensor de la suprema autoridad Roma y como valiente propugnador del culto de las imágenes, por el que sufrió. San Teodoro hizo la guerra a los iconoclastas por motivos teológicos no porque considerara las imágenes como un adorno esencial de las iglesias, ya que desaprobaba absolutamente la representación pictórica de los vicios, de las virtudes y otros "excesos injustificados de la fantasía religiosa". Por otra parite, no creía que la devoción a las imágenes fuese absolutamente necesaria (él mismo parece haberla practicado muy poco), sino sólo una ayuda para los "hermanos más débiles". En sus instrucciones sobre la oración habla de la unión de mente y el corazón con Dios sin la ayuda exterior de las imágenes. Pero comprendía claramente que negar la validez del culto a las imágenes, equivalía negar la validez de ciertos principios teológicos esenciales. Se conservan muchos escritos de San Teodoro, entre los que hay cartas, tratados sobre la vida monástica y el culto de las imágenes, sermones y cierto número de himnos. Dichos escritos reflejan su integridad y despego del mundo, que rayan en ese puritanismo que caracterizó a muchos de sus discípulos y que en algunos de sus sucesores llegó a extremos que turbaron la paz de la Iglesia.

En PG., vol. XCIX, hay dos biografías de San Teodoro y otros documentos relerentes a él, así como sus escritos. Su vida estuvo tan íntimamente relacionada con las controversias de la época que, para comprenderla, hay que referirse a las obras de historia general de Iglesia.
Véase Pargoire, L´Eglise Byzantine de 527 a 874 (1923); Hefele-Leclercq, Histoire des Concites, particularmente lib. 18, vol. III, pte. 2; Mons. Mann, Lives of the Popes vol. II, pp. 795-858; y Bréhier, La Querelle des lmages (1904). Entre las obras más directamente relacionadas con San Teodoro, mencionaremos a J. Hausherr, St Théodore.,. d´apres ses catécheses (1926), en la colección Orientalia Christiana, n. 22; Alice Gardner Teodore of Studium (1905); H. Martin, St Théodore (1906); Dobschütz, Methodius una Studiten, en Byzantinische Zeitschrilt, vol. XVIII (1909), pp. 41-105; y G. A. Schn´ Der hl. Theodor van Studion (1900). En Analecta Bollandiana hay varios artículos San Teodoro. El P. C. Van de Vorst publicó por primera vez el elogio del santo Teófanes (vol. XXXI, 1912) y otro texto griego sobre la traslación de sus reliquias ( XXXII), así como un estudio de sus relaciones con Roma y otro sobre el "catecismo breve de San Teodoro (vol. XXXIlI). Véase también en DAR., el artículo sobre la actitud del santo en la controversia iconoclasta (vol. VII, cc. 272-284). El príncipe Max de Sajonia publicó una excelente semblanza de tipo popular, titulada Der hl. Theodor (1929); y cf. N. H. Baynes y C. L. B. Moss, Brzantium (1948).

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Fuente: Acoantioquena.com
Menas de Egipto, Santo Mártir, 11 Noviembre  

Menas de Egipto, Santo

El Gran Mártir Menas, era egipcio de nacimiento, funcionario militar y sirvió en la región de Konya de Frigia bajo el centurión Firmiliano durante el reinado de los emperadores Diocleciano (284-305) y Maximiano (305-311). Cuando los emperadores empezaron la persecución más atroz contra cristianos en la historia, el santo se negó a servir a estos perseguidores. Menas se quitó el cinturón del uniforme (una señal de línea del ejército) y se retiró a una montaña dónde vivió una vida ascética de ayuno y oración.

Cierta vez él bajo a la ciudad durante una fiesta pagana. En medio del auge de los juegos el santo levantó su voz, predicando la fe en Cristo, el Salvador del mundo. Fu llevado entonces ante el prefecto Pirrus, ante quien el santo valientemente confesó su fe, diciendo que él había venido a denunciar la impiedad. El prefecto se llenó de ira, y Menas fue arrestado.

Pirrus ofreció devolverle el rango que tenía en el ejército si Menas ofrecía el sacrificio a los dioses paganos. Cuando éste se negó, lo sometió a crueles torturas, y luego fue decapitado. Esto ocurrió en el año 304.

Algunos cristianos recogieron las reliquias del mártir de noche y las escondieron hasta el fin de la persecución. Después, lo llevaron a Egipto y las colocaron en una Iglesia dedicada al Santo Menas, al sudoeste de Alejandría.

El santo recibió la gracia de Dios de realizar milagros, y ayudar a quienes padecen necesidad: Sanar enfermedades, librar a las personas poseídas por demonios. Y es solicitado como protector, sobre todo durante tiempos de guerra.

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Fuente: Vatican.va
Marina Omura, Santa Virgen y Mártir, 11 Noviembre  

Marina Omura, Santa

japonesa. En 1626 ingresa en la Tercera Orden Dominicana, siendo de gran ayuda para los misioneros.

Arrestada en 1634, es sometida a vergonzosas humillaciones y finalmente conducida a la hoguera, dando un sublime ejemplo de "mujer fuerte".

Son muy escasos los datos que se conocen sobre el na­cimiento, bautismo y familia de esta insigne mártir de Ja­pón. Sus biógrafos nos dicen de ella que "era ejemplo para todos los cristianos de Omura".

Se dice también de ella que su caridad era tal, que su casa era el refugio tanto de los misioneros como de los cristianos persegui­dos. Allí acudían cuantos se hallaban en el trance de la prueba para recobrar el áni­mo y las fuerzas perdidas.

Para ver más sobre sus 15 compañeros mártires en Japón haz "click"
AQUI

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Fuente: virgenperegrinalosangeles.blogspot.com
Vicenta María (Luisa) Poloni, Beata Fundadora, 11 de noviembre  

Vicenta María (Luisa) Poloni, Beata

Martirologio Romano: En Verona, Italia, beata Vicenta María Poloni, fundadora del Instituto de las Hermanas de la Misericordia de Verona. (1855)

Etimológicamente: Vicenta = Aquella que es vencedora, es de origen latino.

Etimológicamente: María = Aquella señora bella que nos guía, es de origen hebreo.

 

El 21 de septiembre de 2008 fue beatificada Vicenta María Poloni

Vicenta María Poloni, fundadora del Instituto Hermanas de la Misericordia de Verona, nacida en Verona el 26 de enero de 1802 y muerta el 11 de noviembre de 1855.

La casa donde nació Luisa (Luigia) Poloni se encuentra en el número 8 de la "Piazza delle Erbe", donde los padres atienden un negocio de comestibles y herboristería. Su familia, sustentada por profundos principios cristianos y tocada por muchos acontecimientos dolorosos, es para Luigia el lugar más rico de estímulos y de formación. Su inteligencia práctica y concreta, su actitud reservada y amable, cualidades que la caracterizan, facilitan su disposición al servicio serio y gratuito. Desde muy joven, se entrega a los hermanos en grave necesidad y a los numerosos sobrinos que la ven como a una mamá. Tras la muerte del padre, graves problemas económicos desequilibran a la familia. Luigia entonces desarrolla y practica cualidades de manager, en la conducción y en lo administrativo de la familia, sin descuidar la asistencia como voluntaria, en la Institución del Asilo de ancianos de la ciudad. El sacerdote
Carlos Steeb, su director espiritual, que la aprecia mucho y confía en sus cualidades, le dice: "Hija mía, el Señor la quiere Fundadora de un Instituto de Hermanas de la Misericordia, ninguna dificultad la atemorice o la detenga, para Dios nada es imposible". Luigia, segura de que su camino, ya marcado por una caridad insomne, va hacia un designio que solo Dios conoce, con sencillez y confianza filial en el Padre misericordioso, contesta: "Yo soy la más incapaz de todos pero el Señor se sirve, a veces, de los instrumentos más débiles para llevar a cabo sus designios: que se cumpla su voluntad".

El 2 de noviembre de 1840, Luigia Poloni, avalada y acompañada por el padre Carlos Steeb, inicia el Instituto de Hermanas de la Misericordia. Su servicio humilde y precioso a las personas ancianas y a los huérfanos abandonados, encuentra su más alta expresión en el servicio de Madre y Maestra de numerosas jóvenes que, imitando su ejemplo, aprenden a donar en la humildad, sencillez y caridad su vida a Dios como hermanas de la Misericordia. Luigia Poloni, que al emitir los votos religiosos toma el nombre de hermana Vicenta María, muere el 11 de noviembre de 1855, dejando como último testamento de su afecto hacia sus hermanas una sola cosa: La caridad.

Instituto Hermanas de la Misericordia de Verona, fundado el 2 de noviembre de 1840 en Verona, Italia, por el beato Carlos Steeb (su conmemoración el 15 de diciembre), y la beata Madre Vicenta María Poloni, el Instituto Hermanas de la Misericordia de Verona tiene como carisma honrar a Nuestro Señor Jesucristo, sirviéndolo corporal y espiritualmente en las personas de los pobres, niños, jóvenes, ancianos, enfermos, encarcelados y abandonados, mediante sus actividades y obras en escuelas, parroquias, hospitales, asilos para ancianos, salas de primeros auxilios en barrios necesitados, cárceles.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

 

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