JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (10, 21-24)
Gloria a ti, Señor.
En aquella misma hora Jesús se llenó de júbilo en el Espíritu Santo y exclamó: "¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla!
¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien! Todo me lo ha entregado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".
Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: "Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/swf/l.swf?video_id=v82JVdXAUUs
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
Ven, Señor, rey de paz y de justicia
Feria de Adviento: martes de la 1a. semana
Florecerá en sus días la justicia y reinará la paz
Antífona de Entrada
Vendrá el Señor, mi Dios, y con él, todos sus santos; y brillará en aquel día una gran luz.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, Dios nuestro acoge favorablemente nuestras súplicas y concédenos tu ayuda en las tribulaciones para que, reanimados con la venida de tu Hijo, ya cercana, no volvamos a mancharnos con el pecado.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Isaías (11, 1-10)
En aquel día brotará un renuevo del tronco de Jesé, un vástago florecerá de su raíz. Sobre él se posará el espíritu del Señor, espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de piedad y temor de Dios.
No juzgará por apariencias, ni sentenciará de oídas; defenderá con justicia al desamparado y con equidad dará sentencia al pobre; herirá al violento con el látigo de su boca, con el soplo de sus labios matará al impío. Será la justicia su ceñidor, la fidelidad apretará su cintura.
Habitará el lobo con el cordero, la pantera se echará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos y un muchachito los apacentará. La vaca pastará con la osa y sus crías vivirán juntas. El león comerá paja con el buey.
El niño jugará sobre el agujero de la víbora; la creatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi monte santo, porque así como las aguas colman el mar, así está lleno el país de la ciencia del Señor.
Aquel día la raíz de Jesé se alzará como bandera de los pueblos, la buscarán todas las naciones y será gloriosa su morada.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 71
Ven, Señor, rey de paz
y de justicia.
Comunica, Señor, al rey tu juicio y tu justicia, al que es hijo de reyes; así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres y regirá a tu pueblo justamente.
Ven, Señor, rey de paz
y de justicia.
Florecerá en sus días la justicia y reinará la paz, era tras era. De mar a mar se extenderá su reino y de un extremo al otro de la tierra.
Ven, Señor, rey de paz
y de justicia.
Al débil librará del poderoso y ayudará al que se encuentra sin amparo; se apiadará del desvalido y pobre y salvará la vida al desdichado.
Ven, Señor, rey de paz
y de justicia.
Que bendigan al Señor eternamente y tanto como el sol, viva su nombre. Que sea la bendición del mundo entero y lo aclamen dichoso las naciones.
Ven, Señor, rey de paz
y de justicia.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Ya viene el Señor, nuestro Dios, con todo su poder para iluminar los ojos de sus hijos.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (10, 21-24)
Gloria a ti, Señor.
En aquella misma hora Jesús se llenó de júbilo en el Espíritu Santo y exclamó: "¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla!
¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien! Todo me lo ha entregado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".
Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: "Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Que te sean agradables, Señor, nuestras humildes ofrendas y oraciones y que tu misericordia supla la extrema pobreza de nuestros méritos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Adviento I
Las dos venidas de Cristo
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
El cual, al venir por vez primera en la humildad de nuestra carne, realizó el plan de redención trazado desde antiguo y nos abrió el camino de la salvación, para que cuando venga de nuevo, en la majestad de su gloria, revelando así la plenitud de su obra, podamos recibir los bienes prometidos que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
El Señor, justo juez, dará la corona merecida, a todos los que esperan con amor su venida gloriosa.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Como fruto de nuestra participación en este sacramento de vida eterna, enséñanos, Señor, a no sobrevalorar las cosas terrenales y a estimar las del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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† Meditación diaria
Adviento. 1ª semana. Martes
EL MESÍAS, "PRÍNCIPE DE LA PAZ"
— La paz, don de Dios. Se pierde por el pecado, la soberbia y la insinceridad.
— Dar alegría y serenidad a quienes carecen de ellas.
— La filiación divina, fundamento de nuestra paz y de nuestra alegría.
I. La paz es uno de los grandes bienes constantemente implorados en el Antiguo Testamento. Se promete este don al pueblo de Israel como recompensa a su fidelidad1, y aparece como una obra de Dios2 de la que se siguen incontables beneficios. Pero la verdadera paz llegará a la tierra con la venida del Mesías. Por eso los ángeles anuncian cantando: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad3. El Adviento y la Navidad son tiempos especialmente oportunos para aumentar la paz en nuestros corazones; son tiempos también para pedir la paz de este mundo lleno de conflictos y de insatisfacciones.
Mirad: Nuestro Señor llega con fuerza. Para visitar a su pueblo con la paz y darle la vida eterna4. Isaías nos recuerda en la Primera lectura de la Misa que en la era mesiánica habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos5. Con el Mesías se renuevan la paz y la armonía del comienzo de la Creación y se inaugura un orden nuevo.
El Señor es el Príncipe de la paz6, y desde el mismo momento en que nace nos trae un mensaje de paz y de alegría, de la única paz verdadera y de la única alegría cierta. Después las irá sembrando a su paso por todos los caminos: La paz sea con vosotros; soy yo, no temáis7. La presencia de Cristo en nuestras vidas es, en toda circunstancia, la fuente de una paz serena e inalterable: Soy yo, no temáis, nos dice.
Las enseñanzas del Señor constituyen la buena nueva de la paz8. Y este es también el tesoro que nos ha dejado en herencia a sus discípulos de todos los tiempos; la paz os dejo, mi paz os doy, no os la doy como la da el mundo9. "La paz sobre la tierra, nacida del amor al prójimo, es imagen y efecto de la paz de Cristo, que procede de Dios Padre. En efecto, el propio Hijo encarnado, Príncipe de la paz, ha reconciliado con Dios a todos los hombres por medio de su cruz (...), ha dado muerte al odio en su propia carne y, después del triunfo de su resurrección, ha infundido el Espíritu de amor en el corazón de los hombres"10. La paz del Señor trasciende por completo la paz del mundo, que puede ser superficial y aparente, quizá resultado del egoísmo y compatible con la injusticia.
Cristo es nuestra paz11 y nuestra alegría; el pecado, por el contrario, siembra soledad, inquietud y tristeza en el alma. La paz del cristiano, tan necesaria para el apostolado y para la convivencia, es orden interior, conocimiento de las propias miserias y virtudes, respeto a los demás y una plena confianza en el Señor, que nunca nos deja. Es consecuencia de la humildad, de la filiación divina y de la lucha contra las propias pasiones, siempre dispuestas al desorden.
Se pierde la paz por el pecado, y por la soberbia y la falta de sinceridad con uno mismo y con Dios. También se pierde la paz por la impaciencia: cuando no se sabe ver la mano de Dios providente en las dificultades y contrariedades.
La confesión sincera de nuestros pecados es uno de los principales medios puestos por Dios para recuperar la paz perdida por el pecado o por la falta de correspondencia a la gracia. "Paz con Dios, efecto de la justificación y alejamiento del pecado; la paz con el prójimo, fruto de la caridad difundida por el Espíritu Santo; y la paz con nosotros mismos, la paz de la conciencia, proveniente de la victoria sobre las pasiones y sobre el mal"12. Recuperar la paz, si la hubiésemos perdido, es una de las mejores muestras de caridad para quienes están a nuestro alrededor, y también la primera tarea para preparar en nuestro corazón la llegada del Niño Dios.
II. En la bienaventuranza en la que se enuncia el don de la paz "no se contenta el Señor con eliminar toda discusión y enemistad de unos con otros, sino que nos pide algo más: que tratemos de poner paz en quienes están enemistados"13.
El cristiano es un hombre abierto a la paz y su presencia debe dar serenidad y alegría. Pero se trata de la verdadera paz, no de sus sucedáneos. Somos bienaventurados cuando sabemos llevar la paz a quienes están afligidos, cuando servimos como instrumentos de unión en la familia, entre nuestros compañeros de trabajo, con todas las personas en medio de los sucesos de la vida de cada día. Para poder realizar este cometido importantísimo hemos de ser humildes y afables, pues la soberbia solo ocasiona disensiones14. El hombre que tiene paz en su corazón la sabe comunicar casi sin proponérselo, y en él buscan apoyo y serenidad los demás: es una gran ayuda en el apostolado. Los cristianos hemos de difundir la paz interior de nuestro corazón allí donde nos encontremos. Por el contrario, el amargado, el inquieto y el pesimista, que carecen de paz en su corazón, destruyen lo que encuentran a su paso.
Serán bendecidos especialmente por el Señor quienes velan por la paz entre las naciones y trabajan por ella con intención recta; y, sobre todo, los que oran y se sacrifican para poner a los hombres en paz con Dios. Este es el primer quehacer de cualquier actividad apostólica. El apostolado de la Confesión, que nos mueve a llevar a nuestros amigos a este sacramento debe tener un especial premio en el Cielo, pues este sacramento es verdaderamente la mayor fuente de paz y de alegría en el mundo. "No hablan de la severidad de Dios los confesonarios esparcidos por el mundo, en los cuales los hombres manifiestan los propios pecados, sino más bien de su bondad misericordiosa. Y cuantos se acercan al confesonario, a veces después de muchos años y con el peso de pecados graves, en el momento de alejarse de él, encuentran el alivio deseado, encuentran la alegría y la serenidad de la conciencia, que fuera de la Confesión no podrán encontrar en otra parte"15.
Quienes tienen la paz del Señor y la promueven a su alrededor se llamarán hijos de Dios16. Y San Juan Crisóstomo explica la razón: "A la verdad, esta fue la obra del Unigénito: unir a los que estaban alejados y reconciliar a los que estaban en guerra"17. En nuestra propia familia, en el lugar de trabajo, entre nuestros amigos, ¿no podríamos también nosotros fomentar en este tiempo de Adviento una mayor unión con Dios de las personas que nos rodean y una convivencia más amable todavía y más alegre?
III. "Cuando el hombre olvida su destino eterno y el horizonte de su vida se limita a la existencia terrena, se contenta con una paz ficticia, con una tranquilidad solo exterior a la que pide la salvaguardia del máximo bienestar material que puede alcanzarse con el mínimo esfuerzo. De este modo construye una paz imperfecta e inestable, pues no está radicada en la dignidad de la persona humana, hecha a imagen y semejanza de Dios y llamada a la filiación divina. Vosotros jamás tenéis que contentaros con estos sucedáneos de paz; sería un grave error, cuyo fruto produciría la más amarga de las desilusiones. Ya lo anunció Jesucristo poco antes de la Ascensión al cielo cuando dijo a sus discípulos: La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da os la doy yo" (Jn 14, 27).
"Existen, por tanto, dos tipos de paz: la que los hombres son capaces de construir por sí solos, y la que es don de Dios; (...) la que viene impuesta por el poder de las armas y la que nace del corazón. La primera es frágil e insegura, podría llamarse una mera apariencia de paz porque se funda en el miedo y en la desconfianza. La segunda, por el contrario, es una paz fuerte y duradera porque, al fundarse en la justicia y en el amor, penetra en el corazón; es un don que Dios concede a quienes aman su ley (Cfr. Sal 119, 165)"18.
Si somos hombres y mujeres que tienen la verdadera paz en su corazón estaremos mejor capacitados para vivir como hijos de Dios y viviremos mejor la fraternidad con los demás. También, en la medida en que nos sintamos hijos de Dios, seremos personas de una paz inalterable.
La filiación divina es el fundamento de la paz y de la alegría del cristiano. En ella encontramos la protección que necesitamos, el calor paternal y la confianza ante el futuro. Vivimos confiados en que detrás de todos los azares de la vida hay siempre una razón de bien: todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios19, decía San Pablo a los primeros cristianos de Roma.
La consideración de nuestra filiación divina nos ayudará a ser fuertes ante las dificultades. "No os asustéis, ni temáis ningún daño, aunque las circunstancias en que trabajéis sean tremendas (...). Las manos de Dios son igualmente poderosas y, si fuera necesario, harían maravillas"20. Estamos bien protegidos.
Intentemos, pues, en estos días de Adviento, fomentar la paz y la alegría, superando los obstáculos; aprendamos a encontrar al Señor en todas las cosas, también en los momentos difíciles. "Buscad el rostro de Aquel que habita siempre, con presencia real y corporal, en su Iglesia. Haced, al menos, lo que hicieron los discípulos. Tenían solo una fe débil, no poseían gran confianza ni paz, pero al menos no se separan de Cristo (...). No os defendáis de Él, antes bien, cuando estéis en un apuro acudid a Él, día tras día, pidiéndole fervorosamente y con perseverancia aquello que solo Él puede otorgar (...). Así, aunque observe tanta falta de firmeza en vosotros, que no debía existir, se dignará increpar a los vientos y al mar, y dirá: Calma, estad tranquilos. Y habrá una gran paz"21.
Santa María, Reina de la paz, nos ayudará a tener paz en nuestros corazones, a recuperarla si la hubiéramos perdido, y a comunicarla a quienes nos rodean. Como ya se acerca la festividad de la Inmaculada, nos esforzaremos por acudir a Ella durante todo el día, teniéndola más presente en nuestro trabajo y ofreciéndole alguna muestra especial de cariño.
1 Lev 26, 6. — 2 Is 26, 12. — 3 Lc 2, 14. — 4 Antífona en la Liturgia de las horas. — 5 Cfr. Is 11, 1-10. — 6 Is 9, 6. — 7 Lc 24, 36. — 8 Hech 10, 36. — 9 Jn 14, 27. — 10 Conc. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 78. — 11 Ef 2, 14. — 12 Juan Pablo II, Discurso al UNIV-86, Roma 24-III-1986. — 13 San Juan Crisóstomo, Homilía sobre San Mateo, 15, 4. — 14 Prov 13, 10. — 15 Juan Pablo II, Hom. Parroquia de S. Ignacio de A., Roma 16-III-1980. — 16 Cfr. Mt 5, 9. — 17 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre San Mateo, 15, 4. — 18 Juan Pablo II, Discurso al UNIV-86, Roma 24-III-1986. — 19 Rom 8, 28. — 20 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 105. — 21 J. H. Newman, Sermón para el domingo IV de Epifanía, 1848.
Si desea adquirir los libros: http://www.palabra.es/buscar.asp?buscar=Hablar+con+Dios&tc=8501
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Fuente: Vatican.va
María Magdalena de la Encarnación, Beata Fundadora, Noviembre 29
Fundadora de la Orden de |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Redento de la Cruz (Tomás Rodríguez), Beato Mártir Carmelita, 29 Noviembre
El Beato Redento, en el siglo. Tomas Rodríguez, había nacido en Portugal el 1598. Su pueblo era Paredes. De muy joven se embarco hacia las Indias Orientales y allí vistió el hábito de religioso carmelita como Hermano. Estuvo en varios conventos. En Goa, muchos años de sacristán. Allí conoció al P. Dionisio. Al vestir el habito carmelita se puso el nombre de Redento de la Cruz. De veras que amó siempre tiernamente la Cruz de Jesucristo y sus propias cruces. |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Dionisio de la Natividad (Pedro Berthelot), Beato Mártir Carmelita, 29 Noviembre
Dionisio se llamó en el siglo Pedro Berthelot y nació en Honfleur-Calvados (Francia) el 12 de diciembre de 1600. A1 vestir el hábito de religioso carmelita cambió su nombre por el de Dionisio de la Natividad con el que ahora se le conoce. |
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Alvaro Pelagio, Santo Obispo de Corone, 29 de noviembre
Noviembre 29 |
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Alfredo Simón Colomina, Beato Mártir Jesuita, 29 Noviembre
Nacido en Valencia el 18 de marzo 1877. |
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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Saturnino de Tolosa, Santo Obispo y Mártir, 29 de noviembre
Obispo y Mártir |
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San Gregorio
Taumaturgo
Año 268
Señor: Aumenta nuestra fe.
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: www.iesvs.org
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