JMJ
Pax
El debía resucitar de entre los muertos
† Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 1-9
Gloria a ti, Señor.
El domingo por la mañana, muy temprano, antes de salir el sol, María Magdalena vino al sepulcro. Cuando vio que habían retirado la piedra que tapaba la entrada, regresó corriendo a la ciudad para contárselo a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús tanto quería. Les dijo:
"Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto"
Pedro y el otro discípulo fueron rápidamente al sepulcro. Salieron corriendo los dos juntos, pero el otro discípulo se adelantó a Pedro y llegó antes que él. Al asomarse al interior comprobó que las vendas estaban allí; pero no entró. Siguiéndole los pasos llegó Simón Pedro que entró en el sepulcro, y observó que las vendas estaban allí. Estaba también el lienzo que habían colocado sobre la cabeza de Jesús, pero no estaba con las vendas, sino doblado y colocado aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro. Vio y creyó. Y es que hasta entonces, los discípulos no habían entendido la Escritura, según la cual Jesús tenía que resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Catecismo 2181: La Eucaristía del domingo fundamenta y confirma toda la práctica cristiana. Por eso los fieles están obligados a participar en la Eucaristía los días de precepto, a no ser que estén excusados por una razón seria (por ejemplo, enfermedad, el cuidado de niños pequeños) o dispensados por su pastor propio (cf CIC can. 1245). Los que deliberadamente faltan a esta obligación cometen un pecado grave."
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
Dom de Pascua B
El Señor ha resucitado.
Aleluya. A él la gloria y el poder por toda la eternidad, aleluya.
Se dice "Gloria".
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que por medio de tu Hijo venciste a la muerte y nos has abierto las puertas de la vida eterna; concede a quienes celebramos hoy la Pascua de Resurrección, resucitar también a una nueva vida, renovados por la gracia del Espíritu Santo.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Hemos comido y bebido con Cristo resucitado
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles
10, 34a.37-43
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
"Ustedes están enterados de lo que ha ocurrido en el país de los judíos, comenzando por Galilea, después del bautismo predicado por Juan: Me refiero a Jesús de Nazaret, a quien Dios ungió con el poder del Espíritu Santo. El pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en en el país de los judíos y en Jerusalén. A él, a quien mataron colgándolo de un madero, Dios lo resucitó al tercer día y le concedió que se manifestara, no a todo el pueblo, sino a los testigos elegidos de antemano por Dios, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de entre los muertos.
El nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. De él dan testimonio todos los profetas, afirmando que todo el que cree en él recibe el perdón de los pecados, por medio de su nombre".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Sal 117, 1-2.16ab-17.22-23
Este es el día del triunfo del Señor, aleluya.
Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su amor. Diga el pueblo de Israel: es eterno su amor.
Este es el día del triunfo del Señor, aleluya.
El brazo del Señor es sublime, el brazo del Señor hace prodigios. No he de morir, viviré y contaré las hazañas del Señor.
Este es el día del triunfo del Señor, aleluya.
La piedra que rechazaron los constructores se ha convertido en la piedra fundamental. Esto es obra del Señor y es realmente admirable.
Este es el día del triunfo del Señor, aleluya.
Busquen los bienes del cielo, donde está Cristo
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los Colosenses
3, 1-4
Hermanos: Puesto que han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Aspiren a los bienes del cielo, no a los de la tierra. Porque han muerto, y su vida está
escondida con Cristo en Dios.
Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también ustedes aparecerán gloriosos con él.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Secuencia
(Sólo el día de hoy es obligatoria; durante la Octava es opcional).
Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza, a gloria de la Víctima propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte en singular batalla y, muerto el que es Vida, triunfante se levanta.
¿Qué has visto de camino, María, en la mañana? "A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja. ¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!"
Vengan a Galilea, allí el Señor aguarda; allí verán los suyos la gloria de la Pascua.
Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa.
Amén. Aleluya.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Ha sido inmolada nuestra Víctima pascual: Cristo. Así, pues, celebremos la Pascua.
Aleluya, aleluya.
El debía resucitar de entre los muertos
† Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 1-9
Gloria a ti, Señor.
El domingo por la mañana, muy temprano, antes de salir el sol, María Magdalena vino al sepulcro. Cuando vio que habían retirado la piedra que tapaba la entrada, regresó corriendo a la ciudad para contárselo a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús tanto quería. Les dijo:
"Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto"
Pedro y el otro discípulo fueron rápidamente al sepulcro. Salieron corriendo los dos juntos, pero el otro discípulo se adelantó a Pedro y llegó antes que él. Al asomarse al interior comprobó que las vendas estaban allí; pero no entró. Siguiéndole los pasos llegó Simón Pedro que entró en el sepulcro, y observó que las vendas estaban allí. Estaba también el lienzo que habían colocado sobre la cabeza de Jesús, pero no estaba con las vendas, sino doblado y colocado aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro. Vio y creyó. Y es que hasta entonces, los discípulos no habían entendido la Escritura, según la cual Jesús tenía que resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Llenos de gozo por la santa resurrección del Señor, purificados nuestros sentimientos y renovado nuestro espíritu, supliquemos con insistencia al Señor, diciendo:
Rey vencedor, escúchanos.
A Cristo que, con su gloriosa resurrección ha vencido la muerte y ha destruido el pecado: pidámosle que todos los cristianos sean siempre fieles a las promesas del bautismo que renovaron en la noche santa de Pascua, roguemos al Señor.
Rey vencedor, escúchanos.
A Cristo que, con su santa resurrección ha hecho renacer a los nuevos hijos de la Iglesia, engendrándolos por el agua y el Espíritu Santo: pidámosle que afirme en ellos los dones que les ha concedido en esta Pascua, roguemos al Señor.
Rey vencedor, escúchanos.
A Cristo que, con su gloriosa resurrección ha abierto las puertas de su reino a los que gemían en el abismo y ha otorgado la vida al humano mortal: pidámosle por todos los que sufren, roguemos al Señor.
Rey vencedor, escúchanos.
A Cristo que, con su gloriosa resurrección anunció la alegría a las mujeres, y por medio de las mujeres a los apóstoles, y por medio de los apóstoles al mundo entero: pidámosle por los que nos hemos reunido para celebrar su triunfo, roguemos al Señor.
Rey vencedor, escúchanos.
Celebrante:
Señor Jesucristo, que en el cielo eres glorificado por los ángeles y los santos, y en la tierra eres enaltecido y adorado por tu Iglesia; dígnate compadecerte de este pueblo que tiene puesta toda su esperanza en tu resurrección.
Tú, que vives y reinas, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos.
Amén.
Regocijados con la alegría de la Pascua te ofrecemos, Señor, esta eucaristía, mediante la cual tu Iglesia se renueva y alimenta de un modo admirable.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
El misterio Pascual
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca en este día en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo; muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró la vida.
Por eso,
con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Cristo, nuestro Cordero Pascual, ha sido inmolado: celebremos, pues, la Pascua con una vida de rectitud y santidad. Aleluya.
Oración después de la Comunión
Señor, protege siempre a tu Iglesia con amor paternal, para que, renovada ya por los sacramentos pascuales, llegue a la gloria de la resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
Domingo de Resurrección
RESUCITÓ DE ENTRE LOS MUERTOS
— La Resurrección del Señor, fundamento de nuestra fe. Jesucristo vive: esta es la gran alegría de todos los cristianos.
— La luz de Cristo. La Resurrección, una fuerte llamada al apostolado.
— Apariciones de Jesús: el encuentro con su Madre, a quien se aparece en primer lugar. Vivir este tiempo litúrgico muy cerca de la Virgen.
I. En verdad ha resucitado el Señor, aleluya. A él la gloria y el poder por toda la eternidad1.
"Al caer la tarde del sábado, María Magdalena y María, madre de Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar el cuerpo muerto de Jesús. —Muy de mañana, al otro día, llegan al sepulcro, salido ya el sol (Mc 16, 1-2). Y entrando, se quedan consternadas porque no hallan el cuerpo del Señor. —Un mancebo, cubierto de vestidura blanca, les dice: No temáis: sé que buscáis a Jesús Nazareno: non est hic, surrexit enim sicut dixit, —no está aquí, porque ha resucitado, según predijo (Mt 28, 5).
"¡Ha resucitado! —Jesús ha resucitado. No está en el sepulcro. —La Vida pudo más que la muerte"2.
La Resurrección gloriosa del Señor es la clave para interpretar toda su vida, y el fundamento de nuestra fe. Sin esa victoria sobre la muerte, dice San Pablo, toda predicación sería inútil y nuestra fe vacía de contenido3. Además, en la Resurrección de Cristo se apoya nuestra futura resurrección. Porque Dios, rico en misericordia, movido del gran amor con que nos amó, aunque estábamos muertos por el pecado, nos dio vida juntamente con Cristo... y nos resucitó con Él4. La Pascua es la fiesta de nuestra redención y, por tanto, fiesta de acción de gracias y de alegría.
La Resurrección del Señor es una realidad central de la fe católica, y como tal fue predicada desde los comienzos del Cristianismo. La importancia de este milagro es tan grande, que los Apóstoles son, ante todo, testigos de la Resurrección de Jesús5. Anuncian que Cristo vive, y este es el núcleo de toda su predicación. Esto es lo que, después de veinte siglos, nosotros anunciamos al mundo: ¡Cristo vive! La Resurrección es el argumento supremo de la divinidad de Nuestro Señor.
Después de resucitar por su propia virtud, Jesús glorioso fue visto por los discípulos, que pudieron cerciorarse de que era Él mismo: pudieron hablar con Él, le vieron comer, comprobaron las huellas de los clavos y de la lanza... Los Apóstoles declaran que se manifestó con numerosas pruebas6, y muchos de estos hombres murieron testificando esta verdad.
Jesucristo vive. Y esto nos colma de alegría el corazón. "Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe. Jesús, que murió en la cruz, ha resucitado, ha triunfado de la muerte, del poder de las tinieblas, del dolor y de la angustia (...): en Él, lo encontramos todo; fuera de Él, nuestra vida queda vacía"7.
"Se apareció a su Madre Santísima. —Se apareció a María de Magdala, que está loca de amor. —Y a Pedro y a los demás Apóstoles. —Y a ti y a mí, que somos sus discípulos y más locos que la Magdalena: ¡qué cosas le hemos dicho!
"Que nunca muramos por el pecado; que sea eterna nuestra resurrección espiritual. —Y (...) has besado tú las llagas de sus pies..., y yo más atrevido –por más niño– he puesto mis labios sobre su costado abierto"8.
II. Dice bellamente San León Magno9 que Jesús se apresuró a resucitar cuanto antes porque tenía prisa en consolar a su Madre y a los discípulos: estuvo en el sepulcro el tiempo estrictamente necesario para cumplir los tres días profetizados. Resucitó al tercer día, pero lo antes que pudo, al amanecer, cuando aún estaba oscuro10, anticipando el amanecer con su propia luz.
El mundo había quedado a oscuras. Solo la Virgen María era un faro en medio de tantas tinieblas. La Resurrección es la gran luz para todo el mundo: Yo soy la luz11, había dicho Jesús; luz para el mundo, para cada época de la historia, para cada sociedad, para cada hombre.
Ayer noche, mientras participábamos –si nos fue posible– en la liturgia de la Vigilia pascual, vimos cómo al principio reinaba en el templo una oscuridad total, imagen de las tinieblas en las que se debate la humanidad sin Cristo, sin la revelación de Dios. En un instante el celebrante proclamó la conmovedora y feliz noticia: La luz de Cristo, que resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu12. Y de la luz del cirio pascual, que simboliza a Cristo, todos los fieles recibieron la luz: el templo quedó iluminado con la luz del cirio pascual y de todos los fieles. Es la luz que la Iglesia derrama sobre toda la tierra sumida en tinieblas.
La Resurrección de Cristo es una fuerte llamada al apostolado: ser luz y llevar la luz a otros. Para eso hemos de estar unidos a Cristo. "Instaurare omnia in Christo, da como lema San Pablo a los cristianos de Éfeso (Ef 1, 10); informar el mundo entero con el espíritu de Jesús, colocar a Cristo en la entraña de todas las cosas. Si exaltatus fuero a terra, omnia traham ad meipsum (Jn 12, 32), cuando sea levantado en alto sobre la tierra, todo lo atraeré hacia mí. Cristo con su Encarnación, con su vida de trabajo en Nazareth, con su predicación y milagros por las tierras de Judea y de Galilea, con su muerte en la Cruz, con su Resurrección, es el centro de la creación, Primogénito y Señor de toda criatura.
"Nuestra misión de cristianos es proclamar esa Realeza de Cristo, anunciarla con nuestra palabra y con nuestras obras. Quiere el Señor a los suyos en todas las encrucijadas de la tierra. A algunos los llama al desierto, a desentenderse de los avatares de la sociedad de los hombres, para hacer que esos mismos hombres recuerden a los demás, con su testimonio, que existe Dios. A otros, les encomienda el ministerio sacerdotal. A la gran mayoría, los quiere en medio del mundo, en las ocupaciones terrenas. Por lo tanto, deben estos cristianos llevar a Cristo a todos los ámbitos donde se desarrollan las tareas humanas: a la fábrica, al laboratorio, al trabajo de la tierra, al taller del artesano, a las calles de las grandes ciudades y a los senderos de montaña"13.
III. La Virgen, que estuvo acompañada por las santas mujeres en las horas tremendas de la crucifixión de su Hijo, no acompañó a estas en el piadoso intento de terminar de embalsamar el Cuerpo muerto de Jesús. María Magdalena y las demás mujeres que le habían seguido desde Galilea han olvidado las palabras del Señor acerca de su Resurrección al tercer día. La Virgen Santísima sabe que resucitará. En un clima de oración, que nosotros no podemos describir, Ella espera a su Hijo glorificado.
"Los evangelios no nos hablan de una aparición de Jesús resucitado a María. De todos modos, como Ella estuvo de manera especialmente cercana a la cruz del Hijo, hubo de tener también una experiencia privilegiada de su resurrección"14. Una tradición antiquísima de la Iglesia nos transmite que Jesús se apareció en primer lugar y a solas a su Madre. En primer término, porque Ella es la primera y principal corredentora del género humano, en perfecta unión con su Hijo. A solas, puesto que esta aparición tenía una razón de ser muy diferente de las demás apariciones a las mujeres y a los discípulos. A estos había que reconfortarlos y ganarlos definitivamente para la fe. La Virgen, que ya había sido constituida Madre del género humano reconciliado con Dios, no dejó en ningún momento de estar en perfecta unión con la Trinidad Beatísima. Toda la esperanza en la Resurrección de Jesús que quedaba sobre la tierra se había cobijado en su corazón.
No sabemos de qué manera tuvo lugar la aparición de Jesús a su Madre. A María Magdalena se le apareció de forma que ella no le reconoció en un primer momento. A los dos discípulos de Emaús se les unió como un hombre que iba de viaje. A los Apóstoles reunidos en el Cenáculo se les apareció con las puertas cerradas... A su Madre, en una intimidad que podemos imaginar, se le mostró en tal forma que Ella conociera, en todo caso, su estado glorioso y que ya no continuaría la misma vida de antes sobre la tierra15. La Virgen, después de tanto dolor, se llenó de una inmensa alegría. "No sale tan hermoso el lucero de la mañana –dice fray Luis de Granada–, como resplandeció en los ojos de la Madre aquella cara llena de gracias y aquel espejo sin mancilla de la gloria divina. Ve el cuerpo del Hijo resucitado y glorioso, despedidas ya todas las fealdades pasadas, vuelta la gracia de aquellos ojos divinos y resucitada y acrecentada su primera hermosura. Las aberturas de las llagas, que eran para la Madre como cuchillos de dolor, verlas hechas fuentes de amor; al que vio penar entre ladrones, verle acompañado de ángeles y santos; al que la encomendaba desde la cruz al discípulo ve cómo ahora extiende sus amorosos brazos y le da dulce paz en el rostro; al que tuvo muerto en sus brazos, verle ahora resucitado ante sus ojos. Tiénele, no le deja; abrázale y pídele que no se le vaya; entonces, enmudecida de dolor, no sabía qué decir; ahora, enmudecida de alegría, no puede hablar"16. Nosotros nos unimos a esta inmensa alegría.
Se cuenta que Santo Tomás de Aquino, cada año en esta fiesta, aconsejaba a sus oyentes que no dejaran de felicitar a la Virgen por la Resurrección de su Hijo17. Es lo que hacemos nosotros, comenzando hoy a rezar el Regina Coeli, que ocupará el lugar del Ángelus durante el tiempo Pascual: Alégrate, Reina del cielo, ¡aleluya!, porque Aquel a quien mereciste llevar dentro de ti ha resucitado, según predijo... Y le pedimos que nosotros resucitemos en íntima unión con Jesucristo. Hagamos el propósito de vivir este tiempo pascual muy cerca de Santa María.
1 Antífona de entrada de la Misa. Cfr. Lc 24, 34; Cfr. Apoc 1, 6. — 2 San Josemaría Escrivá, Santo Rosario, primer misterio glorioso. — 3 Cfr. 1 Cor 15, 14-17. — 4 Ef 2, 4-6. — 5 Cfr Hech 1, 22; 2, 32; 3, 15; etc. — 6 Hech 1, 3. — 7 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 102. — 8 ídem, Santo Rosario, primer misterio glorioso. — 9 San León Magno, Sermón 71, 2. — 10 Jn 20, 1. — 11 Jn 8, 12. — 12 Misal Romano, Vigilia pascual. — 13 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 105. — 14 Juan Pablo II, Discurso en el santuario de Nª Sª de la Alborada, Guayaquil, 31-I-1985. — 15 Cfr. F. M. Willam, Vida de María, Herder, Barcelona 1974, p. 330. — 16 Fray Luis de Granada, Libro de la oración y meditación, Palabra, 2ª ed., Madrid 1979, 26, 4, 16. — 17 Cfr. Fr. J. F. P., Vida y misericordia de la Santísima Virgen, según los textos de Santo Tomás de Aquino, Segovia 1935, pp. 181-182.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Hugo, Obispo y gran orador (año 1132)
Hugo significa "el inteligente".
Hay 16 santos o beatos que llevan el nombre de Hugo. Los dos más famosos son San Hugo, Abad de Cluny (1109), y San Hugo, obispo de quien vamos a hablar hoy.
San Hugo nació en Francia en el año 1052. Su padre Odilón, que se había casado dos veces, al quedar viudo por segunda vez se hizo monje cartujo y murió en el convento a la edad de cien años, teniendo el consuelo de que su hijo que ya era obispo, le aplicara los últimos sacramentos y le ayudara a bien morir.
A los 28 años nuestro santo ya era instruido en ciencias eclesiásticas y tan agradable en su trato y de tan excelente conducta que su obispo lo llevó como secretario a una reunión de obispos que se celebraba en Avignon en el año 1080 para tratar de poner remedio a los desórdenes que había en la diócesis de Grenoble. Allá en esa reunión o Sínodo, los obispos opinaron que el más adaptado para poner orden en Grenoble era el joven Hugo y le propusieron que se hiciera ordenar de sacerdote porque era un laico. El se oponía porque era muy tímido y porque se creía indigno, pero el Delegado del Sumo Pontífice logró convencerlo y le confirió la ordenación sacerdotal. Luego se lo llevó a Roma para que el Papa Gregorio VII lo ordenara de obispo.
En Roma el Pontífice lo recibió muy amablemente. Hugo le consultó acerca de las dos cosas que más le preocupaban: su timidez y convicción de que no era digno de ser obispo, y las tentaciones terribles de malos pensamientos que lo asaltaban muchas veces. El Pontífice lo animó diciéndole que "cuando Dios da un cargo o una responsabilidad, se compromete a darle a la persona las gracias o ayudas que necesita para lograr cumplir bien con esa obligación", y que los pensamientos aunque lleguen por montones a la cabeza, con tal de que no se consientan ni se dejen estar con gusto en nuestro cerebro, no son pecado ni quitan la amistad con Dios.
Gregorio VII ordenó de obispo al joven Hugo que sólo tenía 28 años, y lo envió a dirigir la diócesis de Grenoble, en Francia. Allá estará de obispo por 50 años, aunque renunciará el cargo ante 5 Pontífices, pero ninguno le aceptará la renuncia.
Al llegar a Grenoble encontró que la situación de su diócesis era desastrosa y quedó aterrado ante los desórdenes que allí se cometían. Los cargos eclesiásticos se concedían a quien pagaba más dinero (Simonía se llama este pecado). Los sacerdotes no se preocupaban por cumplir buen su celibato. Los laicos se habían apoderado de los bienes de la Iglesia. En el obispado no había ni siquiera con qué pagar a los empleados. Al pueblo no se le instruía casi en religión y la ignorancia era total.
Por varios años se dedicó a combatir valientemente todos estos abusos. Y aunque se echó en contra la enemistad de muchos que deseaban seguir por el camino de la maldad, sin embargo la mayoría acepto sus recomendaciones y el cambio fue total y admirable. El dedicaba largas horas a la oración y a la meditación y recorría su diócesis de parroquia en parroquia corrigiendo abusos y enseñando cómo obrar el bien.
Todos veían con admiración los cambios tan importantes en la ciudad, en los pueblos y en los campos desde que Hugo era obispo. El único que parecía no darse cuenta de todos estos éxitos era él mismo. Por eso, creyéndose un inepto y un inútil para este cargo, se fue a un convento a rezar y a hacer penitencia. Pero el Sumo Pontífice Gregorio VII, que lo necesitaba muchísimo para que le ayudara a volver más fervorosa a la gente, lo llamó paternalmente y lo hizo retornar otra vez a su diócesis a seguir siendo obispo. Al volver del convento parecía como Moisés cuando volvió del Monte Sinaí que llegaba lleno de resplandores. Las gentes notaron que ahora llegaba más santo, más elocuente predicador y más fervoroso en todo.
Un día llegó San Bruno con 6 amigos a pedirle a San Hugo que les concediera un sitio donde fundar un convento de gran rigidez, para los que quisieran hacerse santos a base de oración, silencio, ayunos, estudio y meditación. El santo obispo les dio un sitio llamado Cartuja, y allí en esas tierras desiertas y apartadas fue fundada la Orden de los Cartujos, donde el silencio es perpetuo (hablan el domingo de Pascua) y donde el ayuno, la mortificación y la oración llevan a sus religiosos a una gran santidad.
Se dice que al construir la casa para los Cartujos no se encontraba agua por ninguna parte. Y que San Hugo con una gran fe, recordando que cuando Moisés golpeó la roca, de ella brotó agua en abundancia, se dedicó a cavar el suelo con mucha fe y oración y obtuvo que brotara una fuente de agua que abasteció a todo el gran convento.
En adelante San Bruno fue el director espiritual del obispo Hugo, hasta el final de su vida. Y se cumplió lo que dice el Libro de los Proverbios: "Triunfa quien pide consejo a los sabios y acepta sus correcciones". A veces se retiraba de su diócesis para dedicarse en el convento a orar, a meditar y a hacer penitencia en medio de aquel gran silencio, donde según sus propias palabras "Nadie habla si no es para cosas extremadamente graves, y lo demás se lo comunican por señas, con una seriedad y un respeto tan grandes, que mueven a admiración". Para San Hugo sus días en la Cartuja eran como un oasis en medio del desierto de este mundo corrompido y corruptor, pero cuando ya llevaba varios días allí, su director San Bruno le avisaba que Dios lo quería al frente de su diócesis, y tenía que volverse otra vez a su ciudad.
Los sacerdotes más fervorosos y el pueblo humilde aceptaban con muy buena voluntad las órdenes y consejos del Santo obispo. Pero los relajados, y sobre todo muchos altos empleados del gobierno que sentían que con este Monseñor no tenían toda la libertad para pecar, se le opusieron fuertemente y se esforzaron por hacerlo sufrir todo lo que pudieron. El callaba y soportaba todo con paciencia por amor a Dios. Y a los sufrimientos que le proporcionaban los enemigos de la santidad se le unían las enfermedades. Trastornos gástricos que le producían dolores y le impedían digerir los alimentos. Un dolor de cabeza continuo por más de 40 años (que no lo sabían sino su médico y su director espiritual y que nadie podía sospechar porque su semblante era siempre alegre y de buen humor). Y el martirio de los malos pensamientos que como moscas inoportunas lo rodearon toda su vida haciéndolo sufrir muchísimo, pero sin lograr que los consintiera o los admitiera con gusto en su cerebro.
Varias veces fue a Roma a visitar al Papa y a rogarle que le quitara aquel oficio de obispo porque no se creía digno. Pero ni Gregorio VII, ni Urbano II, ni Pascual II, ni Inocencio II, quisieron aceptarle su renuncia porque sabían que era un gran apóstol y que si se creía indigno, ello se debía más a su humildad, que a que en realidad no estuviera cumpliendo bien sus oficios de obispo. Cuando ya muy anciano le pidió al Papa Honorio II que lo librara de aquel cargo porque estaba muy viejo, débil y enfermo, el Sumo Pontífice le respondió: "Prefiero de obispo a Hugo, viejo, débil y enfermo, antes que a otro que esté lleno de juventud y de salud".
Era un gran orador, y como rezaba mucho antes de predicar, sus sermones conmovían profundamente a sus oyentes. Era muy frecuente que en medio de sus sermones, grandes pecadores empezaran a llorar a grito entero y a suplicar a grandes voces que el Señor Dios les perdonara sus pecados. Sus sermones obtenían numerosas conversiones.
Tenía gran horror a la calumnia y a la murmuración. Cuando escuchaba hablar contra otros exclamaba asustado: "Yo creo que eso no es así". Y no aceptaba quejas contra nadie si no estaban muy bien comprobadas.
Una vez, cuando por un larguísimo verano hubo una enorme carestía y gran escasez de alimentos, vendió el cáliz de oro que tenía y todos los objetos de especial valor que había en su casa y con ese dinero compró alimentos para los pobres. Y muchos ricos siguieron su ejemplo y vendieron sus joyas y así lograron conseguir comida para la gente que se moría de hambre.
Al final de su vida la artritis le producía dolores inmensos y continuos pero nadie se daba cuenta de que estaba sufriendo, porque sabía colocar una muralla de sonrisas para que nadie supiera los dolores que estaba padeciendo por amor a Dios y salvación de las almas.
Un día al verlo llorar por sus pecados le dijo un hombre: "- Padre, ¿por qué llora, si jamás ha cometido un pecado deliberado y plenamente aceptado?- ". Y él le respondió: "El Señor Dios encuentra manchas hasta en sus propios ángeles. Y yo quiero decirle con el salmista: "Señor, perdóname aun de aquellos pecados de los cuales yo no me he dado cuenta y no recuerdo".
Poco antes de su muerte perdió la memoria y lo único que recordaba eran los Salmos y el Padrenuestro. Y pasaba sus días repitiendo salmos y rezando padresnuestros…
Murió cuando estaba para cumplir los 80 años, el 1 de abril de 1132. El Papa Inocencio II lo declaró santo, dos años después de su muerte.
San Hugo: te encomendamos nuestros obispos. Pídele a Dios que tengamos muchos obispos santos que nos lleven a todos a la santidad.
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Beato José Girotti, presbítero y mártir
En el campo de concentración de Dachau, en Alemania, beato José Girotti, sacerdote profeso de la Orden de Predicadores y mártir.
José Girotti nació en Alba (Cuneo), cuna de tantas figuras venerables y fundadores, el 19 de julio de 1905, de una humilde y estimada familia. A los 13 años entró en el seminario dominico de Chieri (Turín), para realizar su vocación religiosa, y en 1930 fue ordenado sacerdote. Al año siguiente se licenció en Teología en Turín.
Hizo la especialidad en la célebre «Ecole Biblique» de Jerusalén, y luego se dedicó a la enseñanza de la Sagrada Escritura en el seminario teológico dominico de Santa María de las Rosas, de Turín, y al mismo tiempo en el Colegio de Misioneros de la Consolata.
En 1937 -continuando el Comentario a la Sagrada Biblia iniciado por el padre Marco Sales, OP, muerto en 1936- publicó el VI volumen del Antiguo Testamento, dedicado a los libros de Sabiduría. En 1942 publicó el VII volumen sobre el libro de Isaías. En los dos volúmenes volcó toda la profundidad de sus estudios, expuestos con apreciada claridad.
Estimado por su vasta cultura, amaba ejercitar el ministerio sacerdotal también entre los pobres, especialmente en el Hospicio de «Viejos Pobres», vecino a su convento.
Extendió su práctica de la caridad cristiana a los judíos, durante la persecución antisemita de la Segunda Guerra Mundial. En el campo religioso y político era un rebelde, fue incluso alcanzado por la suspensión del permiso de enseñanza, y supervisado por el régimen fascista.
Por sus obras a favor de los judíos, el 29 de agosto de 1944 fue capturado y deportado a Alemania al campo de concentración de Dachau, después de estar detenido en los centros «Le Nuove», de Turín, «S. Vittore», de Milán, y en Bolonia. En aquel campo, en la periferia de Munich, estuvo seis meses, sometido a los malostratos típicos de esos campos, soportados con humildad, paciencia y mansedumbre, vivificados por la oración y por el estudio de la Palabra de Dios.
Por esto fue admirado por otros religiosos, y por ministros de otras confesiones religiosas, prisioneros como él; las penurias y violencia padecidas le llevaron a la muerte a los casi 40 años, en el propio campo de Dachau, el día 1 de abril de 1945, día de Pascua, entre los lamentos y la veneración de todos los deportados, que lo consideraron inmediatamente santo.
En 1988 la curia de Turín comenzó el proceso indagatario sobre el martirio. Este proceso culminó con la beatificación el 26 de abril de 2014, en la Catedral de San Lorenzo, en Alba, Cuneo, en una ceremonia presidida por el Cardenal Severino Poletti.
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Fuente: ACI Prensa
Celso de Armagh, Santo Arzobispo, Abril 1
Arzobispo de Armagh Martirologio Romano: En el lugar llamado Ardpatrick, en la región de Munster, en Irlanda, san Celso, obispo de Armagh, que trabajó en favor de la instauración de la Iglesia (1129).
Como sus ocho predecesores, Celso era laico, al asumir la sede en 1105, a los veintiséis años de edad. |
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Fuente: EWTN
María Egipciaca, Santa Eremita Penitente, Abril 1
Eremita Penitente Martirologio Romano: En Palestina, santa María Egipcíaca, célebre pecadora de Alejandría, que por la intercesión de la Bienaventurada Virgen se convirtió a Dios en la Ciudad Santa, y llevó una vida penitente y solitaria a la otra orilla del Jordán (s. V).
Una hermosa tradición muy antigua cuenta que en el siglo V un santo sacerdote llamado Zózimo después de haber pasado muchos años de monje en un convento de Palestina dispuso irse a terminar sus días en el desierto de Judá, junto al río Jordán. Y que un día vio por allí una figura humana, que más parecía un esqueleto que una persona robusta. Se le acercó y le preguntó si era un monje y recibió esta respuesta: "Yo soy una mujer que he venido al desierto a hacer penitencia de mis pecados".
alimentaba de dátiles, de raíces, de langostas y a veces bajaba a tomar agua al río. En el verano el terrible calor la hacía sufrir muchísimo y la sed la atormentaba. En invierno el frío era su martirio. |
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José Anacleto González Flores y 8 compañeros, Beato |
San Anacleto, mártir laico
Etimológicamente: Anacleto = Aquel que es requerido o llamado, es de origen griego.
José Anacleto González Flores nació en Tepatitlán, Jalisco, el 13 de julio de 1888, en un ambiente de extrema pobreza.
En 1908 ingresó al seminario auxiliar de San Juan de los Lagos; pronto alcanzó grandes adelantos en las ciencias y hasta pudo suplir con creces las ausencias del catedrático, ganándose el apodo de toda su vida: "Maistro Cleto". Cuando comprendió que su vocación no era el sacerdocio ministerial ingresó en la Escuela libre de leyes. Notable pedagogo, orador, catequista y líder social cristiano, se convirtió en paladín laico de los católicos de Guadalajara.
Poseedor de vasta cultura, escribió algunos libros llenos de espíritu cristiano, así como centenares de artículos periodísticos. En octubre de 1922 contrajo matrimonio con María Concepción Guerrero, quien no asimiló el amor al apostolado de su marido; con todo fue esposo modelo y padre responsable de sus dos hijos.
Muy fiel a su prelado, el siervo de Dios Francisco Orozco y Jiménez, propuso a los católicos la resistencia pacífica y civilizada a los ataques del Estado contra la Iglesia; constituyó por ese tiempo la obra cumbre de su vida, la Unión Popular, que llegó a contar con decenas de miles de afiliados.
Al finalizar el año 1926, después de haber agotado todos los recursos legales y cívicos habidos, y ante la inminente organización de la resistencia activa de los católicos, apoyó con su prestigio, su verbo y su
José Anacleto González Flores y 8 compañeros, Beato |
vida, los proyectos de la Liga nacional defensora de la libertad religiosa.
Alimentado con la oración y la comunión diaria, fortaleció su espíritu para dar su voto con sangre por la libertad de la Iglesia católica. La madrugada del 1 de abril de 1927 fue aprehendido en el domicilio particular de la familia Vargas González; se le trasladó al cuartel Colorado, donde se le aplicaron tormentos muy crueles; le exigían, entre otras cosas, revelar el paradero del arzobispo de Guadalajara: "No lo sé, y si lo supiera, no se lo diría", respondió. Los verdugos, bajo las órdenes del general de división Jesús María Ferreira, jefe de operaciones militares de Jalisco, descoyuntaron sus extremidades, le levantaron las plantas de los pies y, a golpes, le desencajaron un brazo.
Antes de morir, dijo a Ferreira: "Perdono a usted de corazón, muy pronto nos veremos ante el tribunal divino, el mismo juez que me va a juzgar, será su juez, entonces tendrá usted, en mi, un intercesor con Dios". El militar ordenó que lo traspasaran con el filo de una bayoneta calada. Su muerte hundió en luto a los tapatíos.
El grupo de los 9 mártires beatificados por Benedicto XVI el 20 de Noviembre de 2005, es completado por:
Anacleto Gonzalez Flores, Laico, 1 abril
José Dionisio Luis Padilla Gómez, Laico, 1 abril
Jorge Ramon Vargas González, Laico, 1 abril
Ramón Vicente Vargas González, Laico, 1 abril
José Luciano Ezequiel Huerta Gutiérrez, Laico, 3 abril
José Salvador Huerta Gutiérrez, Laico, 3 abril
Miguel Gómez Loza, Laico, 21 marzo
Luis Magaña Servin, Laico, 9 febrero
José Sanchez Del Rio, Laico, 10 febrero
Ese mismo día también fueron beatificados los mártires:
Andrés Sola Molist, Sacerdote, 25 abril
José Trinitad Rangel Montano, Sacerdote, 25 abril
Leonardo Pérez Larios, Laico, 25 abril
Dario Acosta Zurita, Sacerdote, 25 julio
(las fechas indicadas corresponden a la de sus mártirios).
Reproducido con autorización de Vatican.va
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Fuente: Vatican.va
Ludovico Pavoni, Beato Sacerdote y Fundador, Abril 1
Presbítero y Fundador de la Martirologio Romano: En Brescia, de Lombardía, en Italia, beato Ludovico Pavoni, presbítero, que se entregó con ánimo decidido a la formación de los jóvenes pobres, interesándose sobre todo en su educación religiosa y artesana, fundando para ello la Congregación de los Hijos de María Inmaculada (1848).
Ludovico Pavoni nace en Brescia el 11 de septiembre de 1784, el primero de cinco hermanos, del matrimonio Alejandro y Lelia Poncarali. |
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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando santoral de este día, Abril 1
Santos Venancio, obispo, y compañeros de Dalmacia y de Istria, Anastasio, Mauro, Pauliniano, Telio, Asterio, Septimio, Antioquiano y Gayano, mártires |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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