domingo, 3 de mayo de 2015

Lunes por las almas del Purgatorio. 04/05/2015. Beato Juan Martín Moyë ¡ruega por nosotros!

JA

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 14, 21-26

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"El que acepta mis mandamientos y los pone en práctica, ése me ama de verdad; y el que me ama será amado por mi Padre. También yo lo amaré y me manifestaré a él".
Judas, no el Iscariote, sino el otro, le preguntó:
"Señor, ¿por qué te vas a manifestar sólo a nosotros, y no al mundo?"
Jesús le contestó:
"El que me ama, se mantendrá fiel a mis palabras. Mi Padre lo amará, y mi Padre y yo viviremos en él. Por el contrario, el que no pone en práctica mis palabras, es que no me ama. Y las palabras que escuchan no son mías, sino del Padre, que me envió.
Les he dicho todo esto mientras estoy con ustedes; pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, hará que recuerden lo que yo les he enseñado y les explicará todo".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

"El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?

Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?

Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).

 

 

Misal

 

lun 5a. Sem Pascua

Antífona de Entrada

Ha resucitado el Buen Pastor, que dio la vida por sus ovejas y se dignó morir para salvarnos. Aleluya.

 

Oración Colecta

Oremos:
Dios nuestro, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo; inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas, para que, en medio de las adversidades del mundo, nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Les predicamos el Evangelio para que dejando los falsos dioses, se conviertan al Dios vivo

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 14, 5-18

En aquellos días, los paganos y los judíos de Iconio idearon un plan para maltratar e incluso apedrear a Pablo y Bernabé; pero ellos se dieron cuenta y escaparon a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y a sus alrededores, donde también anunciaron la buena noticia.
Había en Listra un paralítico, cojo de nacimiento, que nunca había podido caminar. Un día, cuando estaba oyendo hablar a Pablo, éste se quedó mirándolo con atención y, viendo que tenía suficiente fe para ser sanado, le dijo con fuerte voz:
"Levántate y enderézate".
El se levantó de un salto y comenzó a caminar. La gente, entonces, al ver lo que había hecho Pablo, comenzó a gritar en dialecto licaonio:
"Son dioses que han tomado forma humana y han bajado hasta nosotros".
Y llamaban Zeus a Bernabé y Hermes a Pablo, porque él era quien hablaba. Por su parte, el sacerdote de Zeus, cuyo templo estaba a la entrada de la ciudad, hizo traer ante las puertas toros adornados con guirnaldas y, junto con toda la gente, pretendía ofrecer un sacrificio. Cuando los apóstoles Bernabé y Pablo se dieron cuenta de lo que pasaba, rasgaron sus vestidos y caminando hacia la multitud gritaban:
"Ciudadanos, ¿qué es lo que hacen? Nosotros somos de la misma condición que ustedes.
Somos hombres y les anunciamos la buena noticia para que, abandonando otros falsos dioses se conviertan al Dios vivo, que hizo al cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. En las generaciones pasadas, él permitió que cada pueblo siguiera su propio camino; aunque no dejó de darse a conocer por sus beneficios, enviándoles desde el cielo lluvias y temporadas fructíferas, y llenando de alimento y alegría sus corazones".
Con estas palabras lograron convencer a la gente para que no les ofrecieran sacrificios, pero no les fue fácil.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Sal 113b, 1-2.3-4.15-16

Que todos te alaben sólo a ti, Señor.

No a nosotros, Señor, no a nosotros, sólo a un nombre da gloria, por tu amor, por tu fidelidad. ¿Por qué han de preguntar las naciones: "Dónde está su Dios?"
Que todos te alaben sólo a ti, Señor.

Nuestro Dios está en los cielos, todo lo que quiere lo hace. Los ídolos de las naciones, en cambio, son de plata y oro, y han sido fabricados por manos humanas.
Que todos te alaben sólo a ti, Señor.

Que los bendiga el que hizo los cielos y la tierra. Los cielos son del Señor, la tierra se la dio a los hombres.
Que todos te alaben sólo a ti, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
El Espíritu Santo les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho, dice el Señor.
Aleluya.

Evangelio

El Espíritu Santo, que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 14, 21-26

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"El que acepta mis mandamientos y los pone en práctica, ése me ama de verdad; y el que me ama será amado por mi Padre. También yo lo amaré y me manifestaré a él".
Judas, no el Iscariote, sino el otro, le preguntó:
"Señor, ¿por qué te vas a manifestar sólo a nosotros, y no al mundo?"
Jesús le contestó:
"El que me ama, se mantendrá fiel a mis palabras. Mi Padre lo amará, y mi Padre y yo viviremos en él. Por el contrario, el que no pone en práctica mis palabras, es que no me ama. Y las palabras que escuchan no son mías, sino del Padre, que me envió.
Les he dicho todo esto mientras estoy con ustedes; pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, hará que recuerden lo que yo les he enseñado y les explicará todo".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Que nuestra oración, Señor, y nuestras ofrendas sean gratas en tu presencia, para que así, purificados por tu gracia, podamos participar más dignamente en los sacramentos de tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

El misterio pascual

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca en este tiempo en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo; muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró la vida.
Por eso,
con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

La paz les dejo, mi paz les doy; pero no se la doy como la da el mundo, dice el Señor. Aleluya.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que en Cristo resucitado nos has hecho renacer a la vida eterna; haz que este misterio pascual dé en nosotros abundantes frutos y que el alimento de salvación que acabamos de recibir fortalezca nuestras vidas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén


Meditación diaria

Pascua. 5ª semana. Lunes

SOMOS TEMPLOS DE DIOS

— La inhabitación de la Trinidad en el alma. Buscar a Dios en nosotros mismos.

— Necesidad del recogimiento interior para tratar a Dios. Mortificación.

— El trato con el Espíritu Santo.

I. El Evangelio nos muestra con frecuencia la confianza que tenían los Apóstoles con Jesús: le preguntan acerca de lo que no entienden y de aquellas cosas que les resultan oscuras. El Evangelio de la Misa de hoy recoge una de estas preguntas que, sobre todo al final de la vida del Señor, debieron de ser frecuentes.

El Señor les ha dicho: El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama. Y el que me ama será amado por mi Padre y yo le amaré y yo mismo me manifestaré a él1. En tiempos del Señor, era creencia común entre los judíos que cuando llegara el Mesías se manifestaría a todo el mundo como Rey y Salvador2. Los Apóstoles han entendido las palabras de Jesús como referidas a ellos, a los íntimos, a los que le aman. Judas Tadeo –que ha comprendido bien la enseñanza– le pregunta: Señor, ¿y qué ha pasado para que tú te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?

En el Antiguo Testamento Dios se había manifestado en diversas ocasiones y de diversos modos, y había prometido que habitaría en medio de su pueblo3. Pero aquí el Señor se refiere a una presencia muy distinta: es la presencia en cada persona que le ame, que esté en gracia. Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él4. ¡Es la presencia de la Trinidad en el alma que haya renacido por la gracia! Esta será una de las enseñanzas fundamentales para la vida cristiana, repetida por San Pablo: Porque vosotros sois templos de Dios vivo5, dice a los primeros cristianos de Corinto.

San Juan de la Cruz, citando este pasaje, comenta: "¿Qué más quieres, ¡oh alma!, y qué más buscas fuera de ti, pues dentro de ti tienes tus riquezas, tus deleites, tu satisfacción (...), tu Amado, a quien desea y busca tu alma? Gózate y alégrate en tu interior recogimiento con él, pues le tienes tan cerca"6.

Debemos aprender a tratar cada vez más y mejor a Dios, que mora en nosotros. Nuestra alma, por esa presencia divina, se convierte en un pequeño cielo. ¡Cuánto bien nos puede hacer esta consideración! En el momento del Bautismo vinieron a nuestra alma las tres Personas de la Beatísima Trinidad con el deseo de permanecer más unidas a nuestra existencia de lo que puede estar el más íntimo de los amigos. Esta presencia, del todo singular, solo se pierde por el pecado mortal; pero los cristianos no debemos contentarnos con no perder a Dios: debemos buscarle en nosotros mismos en medio de nuestras ocupaciones, cuando vamos por la calle..., para darle gracias, pedirle ayuda, desagraviarle por los pecados que cada día se cometen.

A veces pensamos que Dios está muy lejos, y está más cercano, más atento a nuestras cosas que el mejor de los amigos. San Agustín, al considerar esta inefable cercanía de Dios, exclamaba: "¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé!; he aquí que Tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba (...). Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Me tenían lejos de Ti las cosas que, si no estuviesen en Ti, no serían. Tú me llamaste claramente y rompiste mi sordera; brillaste, resplandeciste y curaste mi ceguedad"7.

Pero para hablar con Dios, presente realmente en el alma en gracia, es necesario el recogimiento de los sentidos, que tienden a desparramarse y quedarse apegados a las cosas; sabernos "templos de Dios" y actuar siempre en consecuencia; rodear de amor, de un silencio sonoro, esa presencia íntima de la Trinidad en nuestra alma.

II. La presencia de las tres Personas divinas en el alma en gracia es una presencia viva, abierta a nuestro trato, ordenada al conocimiento y al amor con que podemos corresponder. "¿Por qué andar corriendo por las alturas del firmamento y por los abismos de la tierra en busca de Aquel que mora en nosotros?"8, se pregunta San Agustín. "Ahora bien –enseña San Gregorio Magno–, mientras nuestra mente estuviere disipada en imágenes carnales, jamás será capaz de contemplar..., porque la ciegan tantos obstáculos cuantos son los pensamientos que la traen y la llevan. Por tanto, el primer escalón –para que el alma llegue a contemplar la naturaleza invisible de Dios– es recogerse en sí misma"9.

Para lograr este recogimiento, a algunos el Señor les pide que se retiren del mundo, pero Dios quiere que la mayoría de los cristianos (madres de familia, estudiantes, trabajadores...) le encontremos en medio de nuestros quehaceres. Mediante la mortificación habitual durante el día –con la que tan relacionado está el gozo interior– guardamos para Dios los sentidos. Mortificamos la imaginación, librándola de pensamientos inútiles; la memoria, echando a un lado recuerdos que no nos acercan al Señor; la voluntad, cumpliendo con el deber, quizá pequeño, que tenemos encomendado.

El trabajo intenso, si está dirigido a Dios, lejos de impedir nuestro diálogo con Él, lo facilita. Igual sucede con toda la actividad exterior: las relaciones sociales, la vida de familia, los viajes, el descanso... Toda la vida humana, si no está dominada por la frivolidad, tiene siempre una dimensión profunda, íntima, expresada en un cierto recogimiento que alcanza su pleno sentido en el trato con Dios. Recogerse es "juntar lo separado", restablecer el orden interior perdido, evitar la dispersión de los sentidos y potencias incluso en cosas en sí buenas o indiferentes, tener como centro a Dios en la intención de lo que hacemos y proyectamos.

Lo contrario del recogimiento interior es la disipación y la frivolidad. Los sentidos y potencias se quedan en cualquier charca del camino, y como consecuencia la persona anda sin fijeza, esparcida la atención, dormida la voluntad y despierta la concupiscencia10. Sin recogimiento no es posible el trato con Dios.

En la medida en que purificamos nuestro corazón y nuestra mirada, en la medida en que, con la ayuda del Señor, procuramos ese recogimiento, que es riqueza y plenitud interior, nuestra alma ansía el trato con Dios, como el ciervo las fuentes de las aguas11. "El corazón necesita, entonces, distinguir y adorar a cada una de las Personas divinas. De algún modo, es un descubrimiento, el que realiza el alma en la vida sobrenatural, como los de una criaturica que va abriendo los ojos a la existencia. Y se entretiene amorosamente con el Padre y con el Hijo y con el Espíritu Santo; y se somete fácilmente a la actividad del Paráclito vivificador, que se nos entrega sin merecerlo"12.

III. Aunque la inhabitación en el alma pertenece a las tres Personas de la Trinidad –al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo–, se atribuye de modo singular a la Tercera Persona, a quien la liturgia nos invita a tratar con más intimidad en este tiempo en que nos encaminamos hacia la fiesta de Pentecostés.

El Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho, dice el Señor en el Evangelio de hoy13. Es una promesa que el Señor hizo en diversas ocasiones14, como señalando la enorme trascendencia que tendría para toda la Iglesia, para el mundo, para cada uno de quienes le íbamos a seguir. No se trata de un don pasajero limitado al tiempo en que se reciben los sacramentos o a otro momento determinado, sino de un Don estable, permanente: "en los corazones (de los fieles) habita el Espíritu Santo como en un templo"15. Es el dulce Huésped del alma16, y cuanto más crece el cristiano en obras buenas, cuanto más se purifica, tanto más se complace el Espíritu Santo en habitar en él y en darle nuevas gracias para su santificación y para el apostolado.

El Espíritu Santo está en el alma del cristiano en gracia, para configurarlo con Cristo, para que cada vez se parezca más a Él, para moverlo al cumplimiento de la voluntad de Dios y ayudarle en esa tarea. El Espíritu Santo viene como remedio de nuestra flaqueza17, y haciendo suya nuestra causa aboga por nosotros con gemidos inenarrables18 ante el Padre. Cumple ahora su oficio de guiar, proteger y vivificar a la Iglesia, porque –comentaba Pablo VI– dos son los elementos que Cristo ha prometido y otorgado, aunque diversamente, para continuar su obra: "el apostolado y el Espíritu. El apostolado actúa externa y objetivamente; forma el cuerpo, por así decirlo, material de la Iglesia, le confiere sus estructuras visibles y sociales; mientras el Espíritu Santo actúa internamente, dentro de cada una de las personas, como también sobre la entera comunidad, animando, vivificando, santificando"19.

Pidamos a la Virgen que nos enseñe a comprender esta dichosísima realidad, pues nuestra vida sería entonces muy distinta. ¿Por qué sentirnos solos, si el Santo Espíritu nos acompaña? ¿Por qué vivir inseguros o angustiados, aunque sea un solo día de nuestra existencia, si el Paráclito está pendiente de nosotros y de nuestras cosas? ¿Por qué ir alocadamente detrás de la felicidad aparente, si no hay mayor gozo que el trato con este dulce Huésped que habita en nosotros? ¡Qué distinto sería nuestro porte en algunas circunstancias, la conversación, si fuéramos conscientes de que somos templos de Dios, templos del Espíritu Santo!

Al terminar nuestra oración, acudamos a la Virgen Nuestra Señora: "Dios te salve, María, templo y sagrario de la Santísima Trinidad, ayúdanos".

1 Jn 14, 21. — 2 Cfr. Sagrada Biblia, Santos Evangelios, EUNSA, Pamplona 1983, p. 1357. — 3 Cfr. Ex 29, 45; Ez 37, 26 27; etcétera. — 4 Jn 14, 23. — 5 Cfr. 2 Cor 6, 16. — 6 San Juan de la Cruz, Cántico espiritual, canción 1. — 7 San Agustín, Confesiones, 10, 27, 38. — 8 ídem, Tratado sobre la Trinidad, 8, 17. — 9 San Gregorio Magno, Homilías sobre el profeta Ezequiel, 2, 5. — 10 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, n. 375. — 11 Cfr. Sal 41, 2. — 12 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 306. — 13 Jn 14, 26. — 14 Cfr. Jn 14, 15-17; 15, 36; 16, 7-14; Mt 10, 20. — 15 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 9. — 16 Secuencia de la Misa de Pentecostés. — 17 Rom 8, 26. — 18 Ibídem. — 19 Pablo VI, Discurso de apertura de la 3ª Sesión del Concilio Vaticano II, 14-lX-1964.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Afra de Brescia, Santa Mártir, Mayo 4  

Afra de Brescia, Santa

Mártir

Una mártir de la que conocemos muy poco, que en algunas oportunidades es confundida con Santa Afra de Augusta.

La ´pasión´ escrita por autor desconocido, no da información precisa sobre la identidad de la santa, pero se señala que es esposa del noble Italico Brescia.

De acuerdo al relato, Afra estaba en el anfiteatro para ver como iban a ser torturados Faustino y Giovita, quienes, haciendo la señal de la cruz frenaron a cinco toros salvajes que docilmente se pusieron al pie de los santos.

Viendo tal portento, unos tres mil espectadores se convirtieron al cristianismo. Entre ellos estaba Afra, quien fue denunciada como cristiana al emperador Adriano y fue condenada al martirio luego de la decapitación de Faustino y Giovita.

Afra, Faustino y Giovita son los santos patrones de Brescia.

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Fuente: AmigosDeSantaBrigida.com
Ricardo Reynolds, Santo Mártir, Mayo 4  

Ricardo Reynolds, Santo

Mártir

Martirologio Romano: En Londres, en Inglaterra, santos Juan Houghton, Roberto Lawrence y Agustín Webster, presbíteros y mártires, priores respectivamente de las cartujas de Londres, Beauvalle y Axholme, y san Ricardo Reynolds, de la Orden de Santa Brígida, todos los cuales, durante el reinado de Enrique VIII, y después de haber profesado valerosamente la fe de los padres, fueron arrastrados vivos hasta el lugar de su suplicio en Tyburn, donde perecieron ahorcados juntamente con Juan Haile, presbítero, párroco de la cercana localidad de Isleworth (1535).

Etimológicamente: Ricardo = Aquel que es un caudillo o líder, es de origen germánico.

 

Nació hacia 1490 de la familia Reynolds de Pinhoe, en el condado de Devon (Inglaterra). Fue alumno destacado del Colegio de Cristo(Cambridge) y socio del Colegio Corpus Christi , se graduó como bachiller en Teología. En 1513 profesó en el Monasterio de Syon, de la Orden del Santísimo Salvador.

Conocedor eximio del hebreo y el griego, su fama de erudito en Sagradas Escrituras, su ortodoxia y santidad de vida le valieron la consideración de ser uno de los mejores teólogos de su tiempo en Inglaterra, siendo ponderado por el mismo Santo Tomás Moro, canciller del reino y mártir poco después de él.

Por defender el Primado de Pedro, y oponerse a la ley de Supremacía de Enrique VIII fue brutalmente martirizado en Tyburn (Londres) junto a tres monjes cartujos y al sacerdote secular Alejandro Hales el 4 de mayo de 1535. Canonizado el 25 de octubre de 1970 por Pablo VI, junto a otros
39 mártires de Inglaterra y Gales su fiesta se fijó el 4 de mayo.

ORACIÓN
Que San Ricardo interceda por nosotros, nos impulse a vivir el Evangelio en plenitud unidos a la Sede de Pedro, y mantenga valerosos en la defensa de esa misma fe.
AMÉN

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San Gregorio "El iluminador"

 

Fundador y santo patrón de la Iglesia Apostólica Armenia, llamado el segundo Iluminador de Armenia, tras los apóstoles Judas Tadeo y Bartolomé.

Martirologio Romano: En Armenia, san Gregorio, apellidado el Iluminador, obispo, que, después de sobrellevar muchos trabajos, se retiró a una cueva cerca de la confluencia del Éufrates ramificado y allí descansó en paz. Es considerado apóstol de los armenios (c. 326).

Pertenecía a la línea real de la Dinastía arsácida, siendo el hijo de un parto de nombre Anak, que asesinó a Chosrov I rey de Armenia, y por lo tanto, trajo la ruina sobre sí mismo y su familia. Su madre se llamaba Okohe, y los biógrafos armenios afirman que la primera influencia cristiana que recibió fue en el momento de su concepción, que tuvo lugar cerca del monumento elevado a la memoria del santo apóstol Tadeo.

Educado en Cesarea de Capadocia por un cristiano noble llamado Euthalius, Gregorio solicitó, al llegar a la mayoría de edad, ser el encargado de evangelizar en la doctrina cristiana su tierra natal. A los 22 años se casó con una cristiana de nombre Mariam, de cuyo matrimonio nacen dos hijos, Vartanés y Aristakés. Tras siete años de enlace, interrumpen su vida matrimonial de común acuerdo, siguiendo las enseñanzas de san Pablo. Gregorio se va de Cesarea y Mariam se retira a un convento, para llevar una vida retirada, pero sin ser religiosa.

En ese momento reina el Armenia Tiridates III, hijo del rey Chosroes. Influido en parte por el hecho de que Gregorio era el hijo del enemigo de su padre, capturó a Gregorio y le sometió a un cruel encarcelamiento de catorce años en un agujero en la llanura de Ararat. En ese mismo lugar se levanta hoy en día la iglesia de Khor Virap, cerca de la histórica ciudad de Artashat.

Las crónicas ortodoxas describen numerosas y variadas formas de tortura sufridas por el santo, hasta llegar a ser juzgado y condenado a muerte en doce ocasiones, penas a las que sobrevivió, ayudado, según la tradición, por una mujer creyente que le llevaba cada día un trozo de pan.

Tirídates cayó en profunda tristeza, rozando con la locura y durante un día de caza, comienza una vida errante en el bosque, padeciendo un síndrome similar a la licantropía, ante el que nadie podía acercársele ni llevarlo al palacio. La hermana del rey tiene, según la leyenda, una visión, en la cual Dios le revela que solamente Gregorio, que está en la mazmorra de Artashat, puede curar a su hermano. Gregorio fue requerido para restaurar la razón del rey, en base a su reconocida santidad. Una vez en la corte, predica la religión cristiana y hace oración a Dios para curar al rey Tirídates. Cuando éste sana, pide el bautismo y en 301, Armenia se convirtió en el primer país que adoptó el cristianismo como religión del estado.

La causa del cristianismo parecía garantizada: el Rey, los príncipes y el pueblo compitieron entre sí en la obediencia a Gregorio. Como resultado, se establecieron numerosos monasterios, iglesias y escuelas. En 302, Gregorio recibió su consagración como Patriarca de Armenia de parte de Leontius de Cesarea. En 318 Gregorio nombró a su hijo Aristaces como su sucesor.

Hacia el año 331 se retiró a una cueva y vivió como un ermitaño en el Monte Sebuh, en la provincia de Daranalia en la Alta Armenia, y allí falleció pocos años después sin que nadie le acompañase. Cuando se descubrió que había muerto, su cadáver fue trasladado a la aldea de Thodanum (o Tharotan). Los restos del santo fueron repartidos por varios países a modo de reliquias. Se cree que su cabeza se encuentra en Italia, su mano derecha en Echmiadzin, Armenia, y su izquierda en la Santa Sede de Cilicia, en Antelias, Líbano.

A su muerte la Iglesia armenia se convirtió en extremadamente rica, pues además de los antiguos templos que el rey había confiscado para los católicos, se le otorgaron grandes extensiones de tierra. La iglesia se convirtió en la dueña de aproximadamente 10000 explotaciones ganaderas, que fueron utilizadas igual por el clero que por los príncipes. Era tal la importancia económica de la institución que durante las épocas de guerras la iglesia estaba obligada a ayudar al rey con soldados e impuestos. Se sabe que la iglesia, en un caso de necesidad, se vio obligada a proporcionar al rey 5.000 caballeros y 4.000 soldados de infantería.

La fuente más autorizada de la vida de Gregorio es Agathangelos, secretario del rey, cuya Historia de Tiridates fue publicado por el Mekhitarists en 1835. También aparece ampliamente en la Historiae Armenicae de Moisés de Chorene y en la obra de Simeon Metaphrastes. en 1749 se publicó en Venecia una biogrfía de Gregorio compuesta por el Vartabed Mateo, publicado en armenio, obra se tradujo al inglés por el reverendo S.C. Malan en 1868.

Gregorio es venerado en la Iglesia Católica Apostólica Romana, Iglesia Católica Armenia, Iglesia Apostólica Armenia, Iglesia Ortodoxa, Antiguas Iglesias Orientales y por las Iglesias Orientales Católicas.

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Beato Juan Martín Moyë

 

Nació el 27 de enero de 1730 en Cutting, Francia. Fue el sexto de trece hermanos. Sus padres eran agricultores con ciertos recursos, personas sensibilizadas y comprometidas con la fe. Antes de nacer, su madre supo por un sueño que sería santo. La tendencia que mostró en su infancia así lo ratificaba. Era un niño en el que calaron hondamente las enseñanzas y el testimonio de su ejemplar familia. Junto a ella comenzó a experimentar una irresistible devoción por la Pasión, se enamoró de todo gesto caritativo, y se abrazó a la penitencia. Amaba la oración, rezaba piadosamente con los brazos en cruz, y tenía arte para conmover el corazón de otros chicos a los que narraba la vida de san Martín y les instruía explicando el catecismo encaramado en un peral. De su madre heredó la generosidad con los necesitados, y si veía a un pobre no dudaba en desprenderse de lo que tenía, incluidos sus zapatos. Fue alumno aventajado en la universidad de Pont-a-Mousson regida por los jesuitas. Estaba dotado para los idiomas, cualidad que le iba a servir, y mucho, en su labor misionera. Fue brillante en los estudios filosófico-teológicos, un gran especialista experto en la historia de la Iglesia.

Se ordenó en 1754 y dada su trayectoria académica pensaron que era idóneo para ocupar la cátedra de letras del seminario mayor. Pero él eligió la misión pastoral y fue designado coadjutor de la parroquia de san Víctor de Metz. Como era un hombre que amaba la virtud, se rodeó expresamente de buenas compañías, sacerdotes íntegros que sabía iban a ayudarle en el alto ideal que se había propuesto. Entre los santos, el de su mayor devoción fue san Francisco de Sales, a quien eligió como patrono. Siendo director espiritual del seminario mayor, halló entre los presbíteros un alma gemela, Luis Jobal, que moriría prematuramente, y del que fue su biógrafo. Ambos compartieron similares anhelos. Tuvieron como objetivo la infancia desamparada y falta de instrucción. Para Juan fue prioritario remediar tantas carencias detectadas en sus constantes incursiones por las calles, en las que veía a prostitutas, jóvenes vagabundos, ancianos y enfermos. Se propuso no dejar desasistidos a los niños que podían morir sin recibir el bautismo. Observó qué buena era cualquier manifestación popular de fe, como los desfiles procesionales, pero incapaces para erradicar problemas a los que conduce la falta de cultura. En cambio, una adecuada formación iría penetrando en el estrato social por influjo de la acción individualizada. El problema era que el acceso a ella estaba vedado para los pobres. Y en resolver este vacío puso sus miras. Luego verbalizó este sentimiento: «No hay nada más importante que la educación de la niñez y la juventud puesto que de ella depende toda la vida».

Había ejercido su ministerio en las parroquias de San Livier, de San Víctor y de Santa Cruz. Y cuando se hallaba en Dieuze se produjo una curación prodigiosa por su mediación en un niño moribundo que había sido víctima de un incendio. A la madre, que había acudido a él angustiada buscando su consuelo y a la que aseguró que el niño sanaría, le rogó que fuese prudente ante el hecho. Pero ella proclamó el milagro a los cuatro vientos, lo cual supuso para Juan un cúmulo de problemas e incomprensiones de gran alcance. Otro tanto sucedió cuando emprendió la tarea de instruir a las niñas indigentes de los pueblos a través de la Congregación de Hermanas de la Providencia, fundada por él. La creación de «miniescuelas» en barrios apartados, proyecto que había acariciado y para el que contó con la generosidad de Marguerite Lecomte, fue considerado un golpe bajo para los altos estamentos de la sociedad y suscitó recelos dentro del clero. El obispo vetó la apertura de nuevos centros, y Juan pasó por un trance espiritual doloroso. Luis Jobal le ayudó y compartió con él la convicción de que la obra era fruto de la providencia. El beato siguió confiando en Dios. Además, Marguerite ya había sembrado la semilla de la Congregación nacida bajo el sello de una fe inalterable en las previsiones divinas; no había vuelta atrás. Al tiempo, el prelado levantó la prohibición.

En 1772 recaló en Macao, China. Nunca se había apagado su deseo de ser misionero. «No me prometí convertir primero muchas almas sino hacer y sufrir en China lo que Dios quisiera», dijo después. Durante diez años se integró de tal modo en el país que hasta adoptó la forma externa de vestir de los ciudadanos chinos. Con astucia evangélica, en un lugar que prohibía la presencia de misioneros, recorrió montañas y ríos, ocultándose en los frondosos campos de maíz. Fue descubierto en distintas ocasiones y castigado: «A veces tenía tanto miedo que no sentía el dolor». Jamás dejó de animar, consolar y difundir la fe. Compuso oraciones en chino, lengua que llegó a dominar, bautizó a millares de niños, muchos en trance de morir, ayudó a las mujeres y a los jóvenes, proporcionó formación a los sacerdotes, auxilió a los pobres… Fue un apóstol valeroso y perseverante; un gran confesor que vivió amparado siempre en la oración. Regresó a Francia en 1783 y se dedicó a fortalecer la fe de sus hijas, algunas vacilantes y tendentes a una cierta relajación. Cuidando a soldados enfermos en Tréveris, Alemania, contrajo el tifus. Murió el 4 de mayo de 1793. Pío XII lo beatificó el 21 de noviembre de 1954.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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