JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (6, 7-15)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando ustedes hagan oración no hablen mucho, como los paganos, que se imaginan que a fuerza de mucho hablar, serán escuchados. No los imiten, porque el Padre sabe lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes, pues, oren así:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.
Si ustedes perdonan las faltas a los hombres, también a ustedes los perdonará el Padre celestial. Pero si ustedes no perdonan a los hombres, tampoco el Padre les perdonará a ustedes sus faltas".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
"El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
El Señor libra al justo de todas sus angustias
Feria de la 1a. semana de Cuaresma
Confía en el Señor y saltarás de gusto
Antífona de Entrada
Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación. Desde siempre y por siempre tú eres Dios.
Oración Colecta
Oremos:
Mira, Señor, con misericordia a tu pueblo que en estos días de Cuaresma usa con moderación de los bienes del cuerpo y aviva en su espíritu el deseo de poseerte.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Isaías (55, 10-11)
Esto dice el Señor: "Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, a fin de que dé semilla para sembrar y pan para comer, así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 33
El Señor libra al justo de todas sus angustias.
Proclamemos la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores.
El Señor libra al justo de todas sus angustias.
Confía en el Señor y saltarás de gusto, jamás te sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias.
El Señor libra al justo de todas sus angustias.
Los ojos del Señor cuidan al justo y a su clamor están atentos sus oídos. Contra el malvado, en cambio, está el Señor, para borrar de la tierra su recuerdo.
El Señor libra al justo de todas sus angustias.
Escucha el Señor al hombre justo y lo libra de todas sus congojas. El Señor no está lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas.
El Señor libra al justo de todas sus angustias.
Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti,
Señor Jesús.
No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Honor y gloria a ti,
Señor Jesús.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (6, 7-15)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando ustedes hagan oración no hablen mucho, como los paganos, que se imaginan que a fuerza de mucho hablar, serán escuchados. No los imiten, porque el Padre sabe lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes, pues, oren así:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.
Si ustedes perdonan las faltas a los hombres, también a ustedes los perdonará el Padre celestial. Pero si ustedes no perdonan a los hombres, tampoco el Padre les perdonará a ustedes sus faltas".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor y creador todopoderoso, los dones que hemos recibido de tu generosidad y convierte el pan y el vino que nos has dado para nuestra vida cotidiana en sacramento de salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Cuaresma V
El camino del éxodo en el
desierto cuaresmal
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo bendecir tu nombre, Padre rico en misericordia, ahora que, en nuestro itinerario hacia la luz pascual, seguimos los pasos de Cristo, maestro y modelo de la humanidad reconciliada en el amor.
Tú abres a la Iglesia el camino de un nuevo éxodo a través del desierto cuaresmal, para que, llegados a la montaña santa, con el corazón contrito y humillado, reavivemos nuestra vocación de pueblo de la alianza, convocado para bendecir tu nombre, escuchar tu palabra, y experimentar con gozo tus maravillas.
Por estos signos de salvación, unidos a los ángeles, ministros de tu gloria, proclamamos el canto de tu alabanza:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
Tú, Dios, defensor mío, que me escuchaste cuando te invoqué y me consolaste en la tribulación, ten piedad de mí y escucha mi plegaria.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que esta Eucaristía nos ayude, Señor, a moderar las pasiones y los deseos terrenos y a buscar tu justicia y tu Reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
† Meditación diaria
Cuaresma. 1ª semana. Martes
LA AYUDA DE LOS ÁNGELES CUSTODIOS
— Existencia de los ángeles custodios. Devoción de los primeros cristianos.
— Ayudas que pueden prestarnos.
— Amistad y devoción a los ángeles custodios.
I. San Mateo termina la narración de las tentaciones de Nuestro Señor con este versículo: Entonces lo dejó el diablo, y los ángeles vinieron y le servían1.
"Contemplemos un poco esta intervención de los ángeles en la vida de Jesús, porque así entenderemos mejor su papel –la misión angélica– en toda vida humana. La tradición cristiana describe a los Ángeles Custodios como a unos grandes amigos, puestos por Dios al lado de cada hombre, para que le acompañen en sus caminos. Y por eso nos invita a tratarlos, a acudir a ellos.
"La Iglesia, al hacernos meditar estos pasajes de la vida de Cristo, nos recuerda que, en el tiempo de Cuaresma, en el que nos reconocemos pecadores, llenos de miserias, necesitados de purificación, también cabe la alegría. Porque la Cuaresma es simultáneamente tiempo de fortaleza y de gozo: hemos de llenarnos de aliento ya que la gracia del Señor no nos faltará, porque Dios estará a nuestro lado y enviará a sus Ángeles, para que sean nuestros compañeros de viaje, nuestros prudentes consejeros a lo largo del camino, nuestros colaboradores en todas nuestras empresas"2.
"La Sagrada Escritura y la Tradición llaman propiamente ángeles a aquellos espíritus puros que en la prueba fundamental de libertad han elegido a Dios, su gloria y su reino"3. A ellos les está encomendada la tutela de los hombres. ¿Por ventura –se lee en la Epístola a los Hebreos– no son todos ellos unos espíritus que hacen el oficio de servidores o ministros en favor de aquellos que deben ser los herederos de la salud?4.
Es doctrina común que todos y cada uno de los hombres, bautizados o no, tienen su Ángel Custodio. Su misión comienza en el momento de la concepción del hombre y se prolonga hasta el momento de su muerte. San Juan Crisóstomo afirma que todos los ángeles custodios concurrirán al juicio universal para "dar testimonio ellos mismos del ministerio que ejercieron por orden de Dios para la salvación de cada hombre"5.
En los Hechos de los Apóstoles encontramos numerosos pasajes en que se manifiesta la intervención de estos santos ángeles, y también la confianza con que eran tratados por los primeros cristianos6.
Esta veneración y confianza en los ángeles por parte de nuestros primeros hermanos en la fe, se pone especialmente de relieve en la liberación de San Pedro de la cárcel: Un ángel del Señor se presentó en el calabozo de Pedro, que quedó iluminado; y golpeando a Pedro en el costado, le despertó diciendo: "Levántate pronto"; y se cayeron las cadenas de sus manos. El ángel añadió: "Cíñete y cálzate las sandalias". Hízolo así. Y agregó: "Envuélvete en tu manto y sígueme"7.
Y Pedro, libre ya, se encaminó a casa de María, madre de Marcos, donde muchos estaban congregados en oración.
Golpeó la puerta del vestíbulo y salió una sierva llamada Rode, que, luego que conoció la voz de Pedro, fuera de sí de alegría, sin abrir la puerta, corrió a anunciar que Pedro estaba en el vestíbulo. Ellos dijeron: "Estás loca". Insistía ella en que era así: y entonces dijeron: "será su ángel"8. Este relato nos muestra el gran cariño que sentían por Pedro y la naturalidad de la fe en los ángeles custodios que tenían los primeros fieles. "Mira con qué confianza trataban a sus Custodios los primeros cristianos.
"—¿Y tú?"9.
Nosotros hemos de tratarles también con naturalidad y confianza, y nos asombraremos muchas veces del auxilio que nos prestan, para vencer en las luchas contra el maligno. "Estamos bien ayudados por los ángeles buenos, mensajeros del amor de Dios, a los cuales, enseñados por la tradición de la Iglesia, dirigimos nuestra oración: "Ángel de Dios, que eres mi custodio, ilumíname, custódiame, rígeme y gobiérname, ya que he sido confiado a tu piedad celeste. Amén""10.
II. "... Y los ángeles vinieron y le servían". Los ángeles custodios tienen la misión de ayudar a cada hombre a alcanzar su fin sobrenatural. Yo mandaré a un ángel delante de ti -dice el Señor a Moisés- para que te defienda en el camino y te haga llegar al lugar que te he dispuesto11. Y el Catecismo Romano comenta: "Porque así como los padres, cuando los hijos precisan viajar por caminos malos y peligrosos, hacen que les acompañen personas que les cuiden y defiendan de los peligros, de igual manera nuestro celestial Padre, en este viaje que emprendemos para la celeste Patria, a cada uno de nosotros nos da ángeles para que, fortificados con su poder y auxilio, nos libremos de los lazos furtivamente preparados por nuestros enemigos y rechacemos las terribles acometidas que nos hacen; y para que con tales guías sigamos por el camino recto, sin que ningún error interpuesto por el enemigo sea capaz de separarnos del camino que conduce al cielo"12.
Misión de los ángeles custodios, por tanto, es auxiliar al hombre contra todas las tentaciones y peligros, y traer a su corazón buenas inspiraciones. Son nuestros intercesores, nuestros custodios, y nos prestan su ayuda cuando los invocamos. "Los Santos interceden por los hombres, mientras los Ángeles Custodios no solo ruegan por los hombres, sino que actúan alrededor de ellos. Si por parte de los bienaventurados se da una intercesión, por parte de los ángeles hay una intercesión y una intervención directa: son al mismo tiempo abogados de los hombres cerca de Dios y ministros de Dios cerca de los hombres"13.
El Ángel Custodio nos puede prestar también ayudas materiales, si son convenientes para nuestro fin sobrenatural o para el de los demás. No tengamos reparos en pedirle su favor en las pequeñas cosas materiales que necesitamos cada día: encontrar aparcamiento para el coche, no perder el autobús, ayuda en un examen que hemos estudiado, etc. Especialmente pueden colaborar con nosotros en el apostolado, en la lucha contra las tentaciones y contra el demonio, y en la oración. "Los ángeles, además de llevar a Dios nuestras noticias, traen los auxilios de Dios a nuestras almas y las apacientan como buenos pastores, con comunicaciones dulces e inspiraciones divinas. Los ángeles nos defienden de los lobos, que son los demonios, y nos amparan"14.
Al Ángel Custodio hemos de tratarle como a un entrañable amigo. Él está siempre en vela, constantemente dispuesto a prestarnos su concurso, si se lo pedimos. Es una gran pena cuando, por olvido, por tibieza o por ignorancia, no nos sentimos acompañados por tan fiel compañero, o no le pedimos ayuda en tantas ocasiones en que la necesitamos. Nunca estamos solos en la tentación o en la dificultad, nuestro Ángel nos asiste; estará a nuestro lado hasta el mismo momento en que abandonemos este mundo.
Al final de la vida, el Ángel Custodio nos acompañará ante el tribunal de Dios, como manifiesta la liturgia de la Iglesia en las oraciones para la recomendación del alma en el momento de la muerte.
III. "Ten confianza con tu Ángel Custodio. —Trátalo como un entrañable amigo –lo es– y él sabrá hacerte mil servicios en los asuntos ordinarios de cada día"15.
Para que el Ángel Custodio nos preste su ayuda es necesario darle a conocer, de alguna manera, nuestras intenciones y nuestros deseos. A pesar de la gran perfección de su naturaleza, los ángeles no tienen el poder de Dios ni su sabiduría infinita, de modo que no pueden leer el interior de las conciencias. Basta con que le hablemos mentalmente para que nos entienda, e incluso para que llegue a deducir de nuestro interior más de lo que nosotros mismos somos capaces de expresar. Por eso es tan importante tener un trato de amistad con el Ángel de la Guarda.
Además de nuestra amistad, al Ángel Custodio le debemos veneración, como a quien está siempre en la presencia de Dios, contemplándole cara a cara, y, a la vez, junto a nosotros.
La devoción a nuestro Ángel Custodio será una eficaz ayuda en nuestras relaciones con Dios en el trabajo, en el trato con las personas que nos rodean, en los pequeños y en los grandes conflictos que se pueden presentar a lo largo de nuestros días. En este tiempo de Cuaresma podemos tener especialmente presente, y nos debe conmover, la escena en el Huerto de Getsemaní, en que la Humanidad Santísima del Señor es confortada por un Ángel del Cielo.
"Hay que saber tratar a los Ángeles. Acudir a ellos ahora, decir a tu Ángel Custodio que estas aguas sobrenaturales de la Cuaresma no han resbalado sobre tu alma, sino que han penetrado hasta lo hondo, porque tienes el corazón contrito. Pídeles que lleven al Señor esa buena voluntad, que la gracia ha hecho germinar de nuestra miseria, como un lirio nacido en el estercolero. Sancti Angeli, Custodes nostri: defendite nos in proelio, ut non pereamus in tremendo iudicio. Santos Ángeles Custodios: defendednos en la batalla, para que no perezcamos en el tremendo juicio"16. A la Virgen, Regina Angelorum, le rogamos que nos enseñe a tratar a los Ángeles, particularmente en esta Cuaresma.
1 Mt 4, 11. — 2 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 63 — 3 Juan Pablo II, Audiencia general, 6-VIII-1986. — 4 Heb 1, 14. — 5 San Juan Crisóstomo, en Catena Aurea, vol. III, p. 238. — 6 Cfr. Hech 5, 19-20; 8, 26; 10, 3-6. — 7 Hech 12, 7-11. — 8 Hech 12, 13-17. — 9 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, n. 570. — 10 Juan Pablo II, Audiencia general, 20-VIII-1986. — 11 Ex 23, 20. — 12 Catecismo Romano, p. 4, cap. IX, n. 4. — 13 G. Huber, Mi ángel marchará delante de ti, Ed. Palabra, Madrid 1980, 6ª ed., p. 43. — 14 San Juan de la Cruz, Cántico espiritual, 2, 3. — 15 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 562. — 16 ídem, Es Cristo que pasa, 63.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Moisés
Profeta del Antiguo Testamento
Moisés y Abraham son los dos personajes más famosos del Antiguo Testamento. Los dos más grandes amigos de Dios en la antigüedad.
Moisés fue libertador del pueblo de Israel.
La historia de Moisés se encuentra en el segundo libro de la S. Biblia, el Libro del Exodo, uno de los libros más hermosos y emocionantes de toda la literatura universal. Ningún buen cristiano debería quedarse sin leer el Exodo no sólo una vez sino muchas veces. Su lectura le hará un gran provecho a su alma.
Cuenta el libro del Exodo que empezó a gobernar a Egipto un faraón que no quería a los israelitas y dio una ley mandando que todo niño varón que naciera había que matarlo. Y un día nació una bellísimo niño de la tribu de Leví. Sus padres lo escondieron para que no lo fueran a matar los soldados del faraón, pero como el niño lloraba y podían oírlo desde la calle, dispuso entonces la madre echarlo entre un canasto, que ella había forrado con brea por fuera, y dejarlo flotando sobre las aguas del río Nilo.
Y sucedió que fue la hija del faraón a bañarse al río Nilo y al ver el canasto sobre el agua mandó un nadador a que lo sacara. Y allí encontró el hermoso niño que lloraba. Se compadeció de él y en ese momento llegó la hermanita del niño, que estaba escondido entre los matorrales de la orilla observando, y le propuso que ella lo podía conseguir una señora para que criara al niño. La hija del rey aceptó y fue llamada la mamá a quien la princesa le pagó para que criara al pequeñín, al cual le puso por nombre Moisés, que significa: salvado de las aguas.
La hija del faraón adoptó a Moisés como príncipe y lo hizo educar en el palacio del rey donde se educaban los que iban a ser gobernantes de la nación. Esta educación tan esmerada le sirvió mucho después para saber gobernar muy bien al pueblo de Israel.
Cuando Moisés fue mayor, un día vio que un egipcio atormentaba a un israelita y por defender al israelita hirió gravemente al egipcio. Lo supo el rey y lo iba a mandar matar, y entonces Moisés salió huyendo hacia el desierto.
En el desierto encontró a unas pastoras que no podían dar de beber a sus rebaños porque unos pastores muy matones se lo impedían. Como él era un buen luchador las defendió y les permitió dar de beber a sus ovejas. Las muchachas le contaron esto a su padre y el buen hombre mandó llamar a Moisés y lo encargó de cuidar sus rebaños en el desierto. Allí estuvo por siete años, dedicado a la meditación y a la oración, y ese tiempo le fue muy útil porque pudo conocer muy bien el desierto por donde más tarde iba a conducir al pueblo de Israel.
Moisés se casó con Séfora, la hija del dueño de las ovejas, y de ella tuvo dos hijos: Eliécer y Gerson.
Un día mientras cuidaba las ovejas en el desierto vio Moisés que un montón de espinas ardían entre llamaradas pero no se quemaban. Lleno de curiosidad se acercó para ver qué era lo que pasaba y una voz le dijo: "Moisés, Moisés, quítate las zandalias porque el sitio que estás pisando es sagrado".
Le preguntó: ¿Quién eres Tú Señor?
La voz le respondió: Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. He oído las lamentaciones de mi pueblo de Israel y he dispuesto bajar a ayudarlos. He dispuesto liberarlos de la esclavitud de Egipto y llevarlos a una tierra que mana leche y miel. Yo te enviaré al faraón para que los deje salir en libertad.
Moisés preguntó: ¿Señor, y si me preguntan cuál es tu nombre, qué les diré?
El Señor le respondió: Yo soy Yahvé. Yo soy el que soy. Irás a los israelitas y les dirás: "Yahvé, que es el Dios de Abraham, Isaac y Jacob me envía a vosotros". Luego reunirás a los ancianos de Israel, y con ellos irás al faraón a pedirle que deje salir libre al pueblo. El faraón se negará pero yo haré toda clase de prodigios para que los dejen salir".
Moisés dijo al Señor: ¿Y qué demostración les voy a hacer para que sepan que sí voy de parte de Dios?
El Señor le respondió: Echa al suelo tu vara de pastor. Moisés lanzó al suelo su vara o bastón que se convirtió en serpiente.
Dios le dijo: Toma la serpiente por la cola.
La agarró y se volvió otra vez bastón.
Dios le dijo: esta será una de las señales con las cuales yo te voy a apoyar para que te crean.
Moisés le dijo a Nuestro Señor: "Yo tengo dificultad para hablar. ¿Por qué no mandas a otro?". El Señor le dijo: "Tu hermano Aarón, que sí tiene facilidad para hablar, te ayudará".
Moisés se volvió a Egipto y junto con su hermano Aarón reunió a los ancianos de Israel y les contó lo que le había mandado el Señor Dios. Y convirtió el bastón en serpiente para demostrarles que sí venía de parte de Dios.
Se fueron donde el faraón a pedirle que dejara salir en libertad al pueblo de Israel pero el faraón no quiso acepar sino que más bien esclavizó más a los israelitas y les puso trabajos más pesados, haciendo ladrillos. El pueblo clamó a Dios y Dios los escuchó y mandó las terribles diez plagas de Egipto.
La primera plaga consistió en que las aguas del Nilo se convirtieron en sangre, al ser tocadas por el bastón de Moisés. La segunda plaga fue una espantosa invasión de ranas por todas las casas. El faraón se asustó, pero apenas Moisés obtuvo que se acabara la plaga, ya no dejó salir al pueblo. La tercera, una nube inmensa de mosquitos que molestaban a todo el mundo. La cuarta, unos tábanos o abejones que picaban muy duro. La quinta plaga, una peste que mató el ganado. La sexta, úlceras por todo el cuerpo en la gente. La séptima plaga, una terrible granizada que destruyó los cultivos. La octava, las langostas que llegaron por millones y arrasaron con todo. La novena, tres días de tinieblas. Y la décima y más terrible, la muerte de todos los hijos mayores o primogénitos de las familias de Egipto. Ante esta calamidad, el faraón se asustó y dejó salir al pueblo de Israel.
Cuando el faraón asustado dio la orden de que los israelitas podían salir de Egipto donde estaban como esclavos, todos ellos se apresuraron a abandonar el país con sus animales y cuanto tenían dirigidos por Moisés. Pero al llegar al Mar Rojo vieron que el ejército egipcio venía a perseguirlos. Asustados clamaron a Dios y entonces el Señor mandó a Moisés que tocara con su bastón el mar. Inmediatamente se abrieron las aguas en dos grandes murallas y el pueblo pasó a pie por terreno seco hasta la otra orilla. El ejército del faraón quiso pasar también, pero por orden de Dios, Moisés tocó otra vez con su bastón las aguas y estas se cerraron y ahogaron a todo el ejército perseguidor. En ese día el pueblo aumentó su fe en Dios y creyó en Moisés su profeta.
En el desierto faltó el agua y el pueblo se moría de sed. Moisés, por orden del Señor, golpeó con su bastón una roca y de ella brotó una fuente de agua en la cual bebió todo el pueblo y bebieron sus ganados.
La gente empezó a sufrir hambre y a protestar. Entonces Dios hizo llover del cielo un pan blanco y agradable. La gente al verlo decía: ¿Maná? (que en su idioma significa ¿Qué es esto?). Dios le dijo a Moisés: "Este es el pan con el cual los voy a alimentar mientras se encuentran en el desierto". Y así durante 40 años el maná fue el alimento prodigioso que los libró de morirse de hambre.
Moisés subió al Monte Sinaí y allí Dios le dio los diez mandamiento, escritos en dos tablas de piedra. Y prometió que quien los cumpla tendrá siempre sus bendiciones y su ayuda.
Moisés tuvo que sufrir mucho porque el pueblo era rebelde y muy inclinado al mal, pero Dios se le aparecía y hablaba con él como un amigo de mucha confianza. Inspirado por Nuestro Señor dio Moisés al pueblo unas leyes sumamente sabias que fueron después muy útiles para conservarlos en las buenas costumbres y preservarlos en la fe.
Cuando el pueblo pecaba y Dios se proponía castigarlo, Moisés oraba por el pueblo pecador y Dios los perdonaba. Cuando los enemigos venían a atacarlos, Moisés se iba al monte a rezar. Mientras él rezaba con las manos levantadas triunfaba el ejército de Israel. Pero cuando Moisés dejaba de rezar, era derrotado el pueblo de Dios. Por eso entre dos hombre le tenían los brazos levantados para que no dejara de orar mientras duraba la batalla. Es que por ser tan amigo de Dios, conseguía de El cuanto le pedía en la oración.
Dios lo hizo subir a un Monte desde donde pudo ver la Tierra Prometida. Y allí murió y lo enterraron los ángeles. Nunca más hubo otro hombre que hablara con Dios de tú a tú, como Moisés y que hiciera tantos milagros y prodigios. Hasta que llegó Nuestro Señor Jesucristo, nuevo Moisés, pero muchísimo más poderoso y santo que él, porque Jesús es a la vez Dios y hombre.
La Biblia dice que en la antigüedad no hubo un hombre tan humilde y tan manso como Moisés. Que este gran amigo de Dios nos consiga de Nuestro Señor la gracia de ser mansos y humildes, y de permanecer siempre amigos de Dios hasta el último momento de nuestra vida y después para siempre en el cielo. Amen.
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Fuente: Archidicesis de Madrid
Modesto, Santo Obispo, 24 de febrero
Obispo
Su apelativo bien pronunciado indica al poseedor de una virtud altamente costosa de conseguir y dice mucho con relación a la templanza que ayuda al perfecto dominio de sí. Buen servicio hizo esta virtud al santo que la llevó en su nombre. |
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Marco de Marconi, San Ermitaño, 24 de febrero
Ermitaño
Etimológicamente significa "nacido en marzo, consagrado al dios Marte". Viene de la lengua latina. |
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Fuente: Vatican.va
Ascensión del Corazón de Jesús (Florentina Nicol), Beata Cofundadora, 24 de febrero
Cofundadora de las Nació en Tafalla (Navarra, España), el 14 de marzo de 1868, última hija del matrimonio de Juan Nicol y Águeda Goñi. Su padre era comerciante de calzado y aperos de labranza. Fue bautizada y se le impuso el nombre de Florentina, por la memoria de la santa que se celebra en esa fecha. Recibió la educación propia de las niñas de su estrato social, y luego fue a Huesca, al centro que las religiosas Dominicas de la Tercera Orden tenían y que se conocía como el Beaterio de Santa María Magdalena y Santa Rosa. Allí descubrió su vocación religiosa. |
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Fuente: Escuelacima.com
Tomás María Fusco, Beato Presbítero y Fundador, 24 de febrero
Presbítero Fundador Martirologio Romano: En Nocera dei Pagani, de la Campania, en Italia, beato Tomás María Fusco, presbítero, quien manifestó un amor extraordinario hacia los pobres y los enfermos, y fundó el instituto de la Hijas de la Caridad de la Preciosísima Sangre, para trabajar sobre todo entre los jóvenes y los enfermos (1891).
Hijo de Doctor Antonio Fusco, farmacéutico, y Stella Giordano, una noble italiana; fue el séptimo de ocho niños de la piadosa familia. Nació el 1 de diciembre de 1831 en Pagani, Salerno, parroquia de San Félix y el Cuerpo de Cristo, diócesis de Nocera-Sarno, Italia. Su madre murió de cólera en 1837 cuando Tomás tenía seis años. En 1841, cuando tenía diez años, falleció su padre y él fue educado por su tío Giuseppe, sacerdote y profesor de la escuela. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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