JMJ
Pax
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando a su presencia, dijo:
"Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres".
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:
"No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará. hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin".
Y María dijo al ángel:
"¿Cómo será eso, pues no conozco varón?"
El ángel le contestó:
"El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaba la estéril, porque para Dios nada hay imposible".
María contestó:
"Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra".
Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
Bienaventurada Virgen María, Reina del cielo y Madre de misericordia - Memoria litúrgica obligatoria
Dia 22/08 Santa María Reina (blanco)
Antífona de Entrada
María, nuestra Reina, está de pie, a la derecha de Cristo, enjoyada de oro, vestida de perlas y brocado.
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso, que nos has dado como madre y como Reina Madre de tu Unigénito; concédenos que, protegidos pos u intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el Reino de los cielos.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Un hijo se nos ha dado
Lectura del profeta Isaías 9, 2-4. 6-7
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban en tierras de sombras, y una luz les brilló. Acreciste la alegría, aumentaste el gozo: se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín. Porque la vara del opresor, el yugo de su carga, el bastón de su hombro, los quebrantaste como el día de Madián.
Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva al hombro el principado, y es su nombre: Maravilla de consejero, Dios guerrero, Padre perpetuo, Príncipe de paz. Para dilatar el principado con una paz sin límites, sobre el trono de David y sobre su reino. Para sostenerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho, desde ahora y por siempre. El celo del Señor lo realizará.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Del Salmo 112
Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre.
Alaben, siervos del Señor, alaben el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre.
Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre.
Da la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre el cielo.
Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre.
¿Quién como el Señor Dios nuestro, que se eleva en su trono, y se abaja para mirar al cielo y a la tierra?
Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre.
Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con lo príncipes, los príncipes de su pueblo.
Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Alégrate, María llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.
Aleluya.
Evangelio
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando a su presencia, dijo:
"Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres".
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:
"No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará. hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin".
Y María dijo al ángel:
"¿Cómo será eso, pues no conozco varón?"
El ángel le contestó:
"El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaba la estéril, porque para Dios nada hay imposible".
María contestó:
"Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra".
Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre la Ofrendas
Te presentamos, Señor, nuestra ofrendas en conmemoración de la Virgen María, y te suplicamos la protección de Jesucristo, tu Hijo, que se ofreció a ti en la cruz como historia inmaculada.
Por Jesucristo, Señor nuestro.
Amén.
Prefacio
La Iglesia alaba a Dios con las palabras de María
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias y proclamar que eres admirable en la perfección de todos tus santos, y de un modo singular en la perfección de la Virgen María.
Por eso, al celebrarla hoy, queremos exaltar tu generosidad inspirados en su propio cántico, pues en verdad, has hecho maravillas por toda la tierra, y prologaste tu misericordia de generación en generación, cuando, complacido en en la humildad de tu sierva, nos diste por su medio al autor de la vida, Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.
Por él,
los ángeles y los arcángeles te adoran eternamente, gozosos en tu presencia. Permítenos unirnos a sus voces cantando tu alabanza:
Antífona de la Comunión
¡Dichosa tú, que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Después de recibir este sacramento celestial, te suplicamos, Señor, que cuanto hemos celebrado la memoria de la Santísima Virgen María lleguemos a participar en el banquete del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
22 de agosto
SANTA MARÍA VIRGEN REINA*
Memoria
— Santa María, Reina de cielos y tierra.
— Títulos de la realeza de Nuestra Señora.
— El reinado de María se ejerce en el Cielo, en la tierra y en el Purgatorio.
I. "La Madre de Cristo es glorificada como Reina universal. La que en la anunciación se definió como esclava del Señor fue durante toda su vida terrena fiel a lo que este nombre expresa, confirmando así que era una verdadera "discípula" de Cristo, el cual subrayaba intensamente el carácter de servicio de su propia misión: el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos (Mt 20, 28). Por esto María ha sido la primera entre aquellos que, "sirviendo a Cristo también en los demás, conducen en humildad y paciencia a sus hermanos al Rey, cuyo servicio equivale a reinar" (Const. Lumen gentium, 36), y ha conseguido plenamente aquel "estado de libertad real", propio de los discípulos de Cristo: ¡servir quiere decir reinar! (...). La gloria de servir no cesa de ser su exaltación real; asunta a los cielos, ella no termina aquel servicio suyo salvífico..."1.
El dogma de la Asunción, que celebramos la pasada semana, nos lleva de modo natural a la fiesta que hoy celebramos, la Realeza de María. Nuestra Señora subió al Cielo en cuerpo y alma para ser coronada por la Santísima Trinidad como Reina y Señora de la Creación: "terminado el decurso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria y fue ensalzada por el Señor como Reina universal con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores (cfr. Apoc 19, 16) y vencedor del pecado y de la muerte"2. Esta verdad ha sido afirmada desde tiempos antiquísimos por la piedad de los fieles y enseñada por el Magisterio de la Iglesia3. San Efrén pone en labios de María estas bellísimas palabras: "El Cielo me sostenga con sus brazos, porque soy más honrada que él mismo. Pues el Cielo fue tan solo tu trono, no tu madre. Ahora bien, ¡cuánto más digna de honor y veneración es la Madre del rey que no su trono!"4.
Fue muy frecuente expresar este título de María mediante la costumbre de coronar las imágenes de la Santísima Virgen de forma canónica, por concesión expresa de los Papas5. El arte cristiano, desde los primeros siglos, ha venido representando a María como Reina y Emperatriz, sentada en trono real, con las insignias de la realeza y rodeada de ángeles. En ocasiones se la representa en el momento de ser coronada por su Hijo. Y los fieles han recurrido a Ella con esas oraciones: Salve Regina, Ave Regina caelorum, Regina coeli laetare..., tantas veces repetidas.
En muchas ocasiones hemos acudido a Ella recordándole este hermoso título de su realeza, y lo hemos considerado en el quinto misterio glorioso del Santo Rosario. Hoy, en nuestra oración y a lo largo del día, lo hacemos de una manera especial. "Eres toda hermosa, y no hay en ti mancha. Huerto cerrado eres, hermana mía, Esposa, huerto cerrado, fuente sellada. Veni: coronaberis. Ven: serás coronada (Cant 4, 7, 12 y 8).
"Si tú y yo hubiéramos tenido poder, la hubiéramos hecho también Reina y Señora de todo lo creado.
"Una gran señal apareció en el cielo: una mujer con corona de doce estrellas sobre su cabeza. Vestido de sol. La luna a sus pies (Apoc 12, 1) (...). El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo la coronan como Emperatriz que es del Universo.
"Y le rinden pleitesía de vasallos los Ángeles..., y los patriarcas y los profetas y los Apóstoles..., y los mártires y los confesores y las vírgenes y todos los santos... y todos los pecadores y tú y yo"6.
II. Concebirás en tu seno y darás a luz a un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará eternamente sobre la casa de Jacob, y su Reino no tendrá fin7, leemos en el Evangelio de la Misa.
La realeza de María está íntimamente relacionada con la de su Hijo. Jesucristo es Rey porque le compete una plena y completa potestad, tanto en el orden natural como en el sobrenatural; esta realeza, además de ser plena, es propia y absoluta. La realeza de María es plena y participada de la de su Hijo. Los términos Reina y Señora aplicados a la Virgen no son una metáfora; con ellos designamos una verdadera preeminencia y una auténtica dignidad y potestad en los cielos y en la tierra. María, por ser Madre del Rey, es verdadera y propiamente Reina, encontrándose en la cima de la creación y siendo efectivamente la primera persona humana del universo. Ella, "bellísima y perfectísima, tiene tal plenitud de inocencia y santidad que no se puede concebir otra mayor después de Dios, y que fuera de Dios nadie podrá jamás comprender"8.
Los títulos de la realeza de María son su unión con Cristo como Madre como le fue anunciado por el Ángel y la asociación con su Hijo Rey en la obra redentora del mundo. Por el primer título, María es Madre Reina de un Rey que es Dios, lo cual la enaltece sobre las demás criaturas humanas; por el segundo, María Reina es dispensadora de los tesoros y bienes del Reino de Dios, en razón de su corredención.
En la institución de esta fiesta, Pío XII invitaba a todos los cristianos a acercarse a este "trono de gracia y de misericordia de nuestra Reina y Madre para pedirle socorro en las adversidades, luz en las tinieblas, alivio en los dolores y penas", y alentaba a todos a pedir gracias al Espíritu Santo y a esforzarse por aborrecer el pecado, a librarse de su esclavitud, "para poder rendir un vasallaje constante, perfumado con la devoción de hijos", a quien es Reina y tan gran Madre9. Adeamus ergo cum fiducia ad thronum gratiae, ut misericordiam consequamur... Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de la gracia, a fin de que alcancemos misericordia y encontremos la gracia que nos ayude en el momento oportuno10. Este trono, símbolo de la autoridad, es el de Cristo, pero ha querido que sea en su Madre trono de gracia donde más fácilmente alcanzamos la misericordia, pues nos fue dada "como abogada de la gracia y Reina del universo"11.
En el día de hoy contemplamos la gran fiesta del Cielo en la que la Trinidad Beatísima sale al encuentro de Nuestra Madre, asunta ya a los Cielos por toda la eternidad. "Es justo que el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo coronen a la Virgen como Reina y Señora de todo lo creado.
"-¡Aprovéchate de ese poder! y, con atrevimiento filial, únete a esa fiesta del Cielo. -Yo, a la Madre de Dios y Madre mía, la corono con mis miserias purificadas, porque no tengo piedras preciosas ni virtudes.
"-¡Anímate!"12. Ella nos espera; quiere que nos unamos a la alegría de los santos y de los ángeles. Y tenemos derecho a participar en una fiesta tan grande, pues es nuestra Madre.
III. Apareció en el cielo una señal grande, una mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies y sobre su cabeza una corona de doce estrellas...13. Esta mujer, además de representar a la Iglesia, simboliza a María14, la Madre de Jesús, quien en el Calvario la confió a Juan, a la que él cuidó con tanto esmero y contempló tantas veces. Cuando, ya anciano, escribía estas visiones, María ejercía su realeza desde el Cielo. Los tres rasgos con que el Apocalipsis describe a María son símbolo de esta dignidad: vestida de sol, resplandeciente de gracia por ser Madre de Dios; la luna bajo sus pies indica la soberanía sobre todo lo creado; la corona de doce estrellas es la expresión de su corona real, de su reinado sobre los ángeles y los santos todos15. En las letanías del Santo Rosario recordamos cada día que es reina de los ángeles, de los patriarcas, de los profetas, de los apóstoles, de los mártires, de las vírgenes, de todos los santos... Es también nuestra Reina y Señora.
El reinado de María se ejerce diariamente en toda la tierra, distribuyendo a manos llenas la gracia y la misericordia del Señor. A Ella acudimos en cada jornada, pidiendo su protección; muchos cristianos los sábados, y cuando visitan alguno de sus innumerables santuarios, le cantan o le rezan con devoción esa antiquísima oración: Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura, esperanza nuestra... Este reinado se ejerce en el Cielo sobre los ángeles y sobre todos los bienaventurados, quienes aumentan su gloria accidental "por las luces que María les comunica, por la alegría que experimentan ante su presencia, por todo cuanto hace por la salvación de las almas. Manifiesta a los santos y a los ángeles la voluntad de Cristo en orden a la extensión de su Reino"16.
El reinado de María se ejerce también en el Purgatorio. "Salve Regina, cantaban las almas que vi sentadas sobre el verde y entre las flores que desde fuera del valle no se veían", declara el poeta italiano17. Nuestra Madre nos induce constantemente a pedir y a ofrecer sufragios por quienes todavía se purifican y esperan para entrar en el Cielo; presenta a Dios nuestras oraciones, lo que hace que aumenten su valor. Aplica en el nombre de su Hijo a estas almas el fruto de los méritos que Él nos alcanzó y el de sus propios méritos. Nuestra Madre es una buena aliada para ayudar a las almas del Purgatorio y, si la tratamos mucho, Ella nos moverá a purificar nuestras faltas y pecados ya en esta vida y nos concederá poderla contemplar inmediatamente después de nuestra muerte, sin tener que pasar por ese lugar de espera y de purificación, porque ya habremos limpiado aquí nuestra alma de sus errores y flaquezas.
Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el reino de los cielos18.
1 Juan Pablo II, Redemptoris Mater, 25-III-1987, n. 41. — 2 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 59. — 3 Cfr Pío XII, Enc. Ad caeli Reginam, 11-X-1954. — 4 San Efrén, Himno sobre la Bienaventurada Virgen María. — 5 J. Ibáñez-F. Mendoza, La Madre del Redentor, Palabra, 2.ª ed., Madrid 1988, p. 293. — 6 San Josemaría Escrivá, Santo Rosario, quinto misterio de gloria. — 7 Lc 1, 31-33. — 8 Pío IX, Bula Ineffabilis Deus, 8-XII-1854. — 9 Pío XII, loc. cit. — 10 Heb 4, 16. — 11 Misal Romano, Prefacio de la Misa de esta fiesta. — 12 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 285. — 13 Apoc 12, 1. — 14 San Pío X, Enc. Ad diem ilum, 2-II-1904. — 15 Cfr. L. Castán, Las Bienaventuranzas de María, BAC, Madrid 1971, p. 320 — 16 R. Garrigou-Lagrange, La Madre del Salvador, Rialp, Madrid 1976, p. 323. — 17 Dante Alighieri, La divina comedia, "El purgatorio", 7, 82-84. — 18 Misal Romano, Oración colecta de la Misa.
* Esta fiesta de la Virgen fue instituida por Pío XII en 1954, respondiendo a la creencia unánime de toda la Tradición que ha reconocido desde siempre su dignidad de Reina, por ser Madre del Rey de reyes y Señor de señores. Santa María es una Reina sumamente accesible, pues todas las gracias nos vienen a través de su mediación maternal. La coronación de María como Reina de todo lo creado que contemplamos en el quinto misterio glorioso del Santo Rosario está íntimamente unida a su Asunción al Cielo en cuerpo y alma.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Santa María Virgen, Reina
"La Virgen Inmaculada ... asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial
fue ensalzada por el Señor como Reina universal, con el fin de que
se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores
y vencedor del pecado y de la muerte".
(Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.59).
El pueblo cristiano, movido de un certero instinto sobrenatural, siempre reconoció la regia dignidad de la Madre del "Rey de reyes y Señor de señores". Padre y Doctores, Papas y teólogos se hicieron eco de ese reconocimiento y la misma halla sublime expresión en los esplendores del arte y en la elocuente catequesis de la liturgia.
Al ser Madre de Dios, María vióse adornada por Él con todas las gracias, prescas y títulos más nobles. Fue constituida Reina y Señora de todo lo creado, de los hombres y aún de los ángeles. Es tan Reina poderosa como Madre cariñosa, asociada como se halla en la obra redentora y a la consiguiente mediación y distribución de las gracias.
Quiere la Iglesia que oigamos la voz de María pregonando agradecida a Dios los singulares privilegios de que la colmó. El Evangelio anuncia el Reino de Cristo, de donde fluye también el reinado universal de María.
Esta fiesta litúrgica fue instituida por Pío XII, y se celebra ahora en la octava de la Asunción, para manifestar claramente la conexión que existe entre la realeza de María y su asunción a los cielos. La piedad del medievo fue la que comenzó en Occidente a saludar con el título de Reina a la Santísima Virgen Madre de Dios, invocándola con las palabras: Salve, Reina caelorum; Reina caeli, laetare. Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Tí llamamos los desterrados hijos de Eva; a Tí suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro múestranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor
Jesuscristo. Amén.
Himno Reina y Madre, Virgen pura,
que sol y cielo pisáis,
a vos sola no alcanzó
la triste herencia de Adán.
¿Cómo en vos, Reina de todos,
si llena de gracia estáis,
pudo caber igual parte
de la culpa original?
De toda mancha estáis libre:
¿y quién pudo imaginar
que vino a faltar la gracia
en donde la gracia está?
Si los hijos de sus padres
Toman el fuero en que están,
¿cómo pudo ser cautiva
quien dio a luz la libertad? Amén.
ORACIÓN
Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el reino de los cielos.
Reina dignísima del mundo, María Virgen perpetua, intercede por nuestra paz y salud, tú que engendraste a Cristo Señor, Salvador de todos.
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
22 de agosto
María, Reina del Universo
Catequesis de S.S. Juan Pablo II
Audiencia General de los Miércoles,
23 de julio de 1997
1. La devoción popular invoca a María como Reina. El Concilio, después de recordar la asunción de la Virgen "en cuerpo y alma a la gloria del cielo", explica que fue "elevada (...) por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores (cf. Ap 19, 16) y vencedor del pecado y de la muerte" (Lumen gentium, 59).
En efecto, a partir del siglo V, casi en el mismo período en que el concilio de Éfeso la proclama "Madre de Dios", se empieza a atribuir a María el título de Reina. El pueblo cristiano, con este reconocimiento ulterior de su excelsa dignidad, quiere ponerla por encima de todas las criaturas, exaltando su función y su importancia en la vida de cada persona y de todo el mundo.
Pero ya en un fragmento de una homilía, atribuido a Orígenes, aparece este comentario a las palabras pronunciadas por Isabel en la Visitación: "Soy yo quien debería haber ido a ti, puesto que eres bendita por encima de todas las mujeres tú, la madre de mi Señor, tú mi Señora" (Fragmenta: PG 13, 1.902 D). En este texto se pasa espontáneamente de la expresión "la madre de mi Señor" al apelativo "mi Señora", anticipando lo que declarará más tarde san Juan Damasceno, que atribuye a María el título de "Soberana": "Cuando se convirtió en madre del Creador, llegó a ser verdaderamente la soberana de todas las criaturas" (De fide orthodoxa, 4, 14: PG 94 1.157).
2. Mi venerado predecesor Pío XII en la encíclica Ad coeli Reginam, a la que se refiere el texto de la constitución Lumen gentium, indica como fundamento de la realeza de María, además de su maternidad, su cooperación en la obra de la redención. La encíclica recuerda el texto litúrgico: "Santa María, Reina del cielo y Soberana del mundo, sufría junto a la cruz de nuestro Señor Jesucristo" (MS 46 [1954] 634). Establece, además, una analogía entre María y Cristo, que nos ayuda a comprender el significado de la realeza de la Virgen. Cristo es rey no sólo porque es Hijo de Dios, sino también porque es Redentor. María es reina no sólo porque es Madre de Dios, sino también porque, asociada como nueva Eva al nuevo Adán, cooperó en la obra de la redención del género humano (MS 46 [1954] 635).
En el evangelio según san Marcos leemos que el día de la Ascensión el Señor Jesús "fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios" (Mc 16, 19). En el lenguaje bíblico, "sentarse a la diestra de Dios" significa compartir su poder soberano. Sentándose "a la diestra del Padre", él instaura su reino, el reino de Dios. Elevada al cielo, María es asociada al poder de su Hijo y se dedica a la extensión del Reino, participando en la difusión de la gracia divina en el mundo.
Observando la analogía entre la Ascensión de Cristo y la Asunción de María, podemos concluir que, subordinada a Cristo, María es la reina que posee y ejerce sobre el universo una soberanía que le fue otorgada por su Hijo mismo.
3. El título de Reina no sustituye, ciertamente, el de Madre: su realeza es un corolario de su peculiar misión materna, y expresa simplemente el poder que le fue conferido para cumplir dicha misión.
Citando la bula Ineffabilis Deus, de Pío IX, el Sumo Pontífice Pío XII pone de relieve esta dimensión materna de la realeza de la Virgen: "Teniendo hacia nosotros un afecto materno e interesándose por nuestra salvación ella extiende a todo el género humano su solicitud. Establecida por el Señor como Reina del cielo y de la tierra, elevada por encima de todos los coros de los ángeles y de toda la jerarquía celestial de los santos, sentada a la diestra de su Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, obtiene con gran certeza lo que pide con sus súplicas maternal; lo que busca, lo encuentra, y no le puede faltar" (MS 46 [1954] 636-637).
4. Así pues, los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto no sólo no disminuye, sino que, por el contrario, exalta su abandono filial en aquella que es madre en el orden de la gracia.
Más aún, la solicitud de María Reina por los hombres puede ser plenamente eficaz precisamente en virtud del estado glorioso posterior a la Asunción. Esto lo destaca muy bien san Germán de Constantinopla, que piensa que ese estado asegura la íntima relación de María con su Hijo, y hace posible su intercesión en nuestro favor. Dirigiéndose a María, añade: Cristo quiso "tener, por decirlo así, la cercanía de tus labios y de tu corazón; de este modo, cumple todos los deseos que le expresas, cuando sufres por tus hijos, y él hace, con su poder divino, todo lo que le pides" (Hom 1: PG 98, 348).
5. Se puede concluir que la Asunción no sólo favorece la plena comunión de María con Cristo, sino también con cada uno de nosotros: está junto a nosotros, porque su estado glorioso le permite seguirnos en nuestro itinerario terreno diario. También leemos en san Germán: "Tú moras espiritualmente con nosotros, y la grandeza de tu desvelo por nosotros manifiesta tu comunión de vida con nosotros" (Hom 1: PG 98, 344).
Por tanto, en vez de crear distancia entre nosotros y ella, el estado glorioso de María suscita una cercanía continua y solícita. Ella conoce todo lo que sucede en nuestra existencia, y nos sostiene con amor materno en las pruebas de la vida.
Elevada a la gloria celestial, María se dedica totalmente a la obra de la salvación para comunicar a todo hombre la felicidad que le fue concedida. Es una Reina que da todo lo que posee compartiendo, sobre todo, la vida y el amor de Cristo.
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Sinforiano de Autun, Santo Mártir, Agosto 22
Mártir Martirologio Romano: En Autun, en la Galia Lugdubense, san Simfoniano, mártir, que, mientras era llevado al suplicio, su madre, desde la muralla de la ciudad, le exhortaba con estas palabras: "Hijo, hijo, Simforiano, pon tu pensamiento en Dios vivo. Hoy no se te quita la vida, sino que se te cambia por una mejor" (s. III/IV). |
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Fuente: http://www.franciscanos.org
Bernardo de Ofida, Beato Capuchino del siglo XVII, Agosto 22
Capuchino del siglo XVII Martirologio Romano: En Ofida, en el Piceno, de Italia, beato Bernardo (Domingo) Peroni, religioso de la orden de los Hermanos Menores Capuchinos, célebre por su sencillez de corazón, inocencia de vida y su admirable caridad para con los pobres (1694). |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Santiago (Giacomo) Bianconi de Bevagna, Beato Dominico, Agosto 22
Dominico Martirologio Romano: En Mevania (hoy Bevagna), en la Umbría (Italia), beato Giacomo Bianconi, presbítero de la Orden de Predicadores, que fundó allí un convento y rebatió los errores de los nicolaítas (1301). |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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