martes, 15 de noviembre de 2016

Fwd: Lunes por las almas del Purgatorio. 14/11/2016. San José Pignatelli ¡ruega por nosotros!

JA

JMJ

Pax

¿Qué quieres que haga por ti? Señor, que vea

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 18, 35-43

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego, que sentado a un lado del camino pidiendo limosna, oyó pasar gente y preguntó qué sucedía; le explicaron que pasaba Jesús Nazareno. Entonces comenzó a gritar:
"¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!"
Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba todavía más fuerte:
"¡Hijo de David, ten compasión de mí!"
Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo cerca, le preguntó:
"¿Qué quieres que haga por ti?"
El contestó:
"Señor, que recupere la vista".
Jesús le dijo:
"Recupérala; tu fe te ha curado".
En seguida recobró la vista y lo siguió bendiciendo a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk

El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc

Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?

Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?

Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).

 

 

Misal

 

lun 33a. Ordinario año Par

Antífona de Entrada

Eres justo, Señor, tus mandamientos son rectos. Muéstrate bondadoso conmigo y ayúdame a cumplir tu voluntad.

 

Oración Colecta

Oremos:
Señor, tú que te has dignado redimirnos y hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor de Padre y haz que cuantos creemos en Cristo obtengamos la verdadera libertad y la herencia eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Recuerda de dónde has caído y arrepiéntete

Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 1, 1-4; 2, 1-5a

Esta es la revelación que Dios confió a Jesucristo, para que mostrara a sus siervos lo que está a punto de suceder.
Se lo comunicó a Juan, su siervo, por medio del ángel que lo envió, y el mismo Juan testifica que todo lo que visto es palabra de Dios y testimonio de Jesucristo. ¡Dichoso aquel que lee y dichoso aquellos que escuchan este mensaje profético y cumplen lo que está escrito en él! Porque el momento decisivo está cerca.
Juan a las siete iglesias que están en la provincia de Asia: gracia y paz a ustedes de parte del que es, del que era y del que está a punto de llegar; de parte de los siete espíritus que están ante su trono.

Escribe al ángel de la iglesia de Efeso: Esto dice el que tiene en su mano derecha las siete estrellas y pasea en medio de los siete candelabros de oro: "Conozco tus obras, tu esfuerzo y tu perseverancia. Sé que no puedes soportar a los malvados, que pusiste a prueba a los que se llaman apóstoles sin serlo y los encontraste mentirosos. Eres perseverante y has sufrido por mi nombre sin desmayar. Pero debo reprocharte que dejaste enfriar el primer amor. Recuerda, pues, de donde has caído; cambia de actitud y compórtate como antes". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 1, 1-2.3.4 y 6

El Señor protege al justo.

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se entretiene en el camino de los pecadores, ni se sienta con los arrogantes, sino que pone su alegría en la ley del Señor, meditándola día y noche.
El Señor protege al justo.

Es como un árbol plantado junto al río: da fruto a su tiempo y sus hojas no se marchitan; todo lo que hace le sale bien.
El Señor protege al justo.

No sucede lo mismo con los malvados, pues son como paja que se lleva el viento; porque el Señor protege el camino de los justos; pero el camino de los malvados lleva a la perdición.
El Señor protege al justo.

Aclamación antes del evangelio

Aleluya, aleluya.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida.
Aleluya.

Evangelio

¿Qué quieres que haga por ti? Señor, que vea

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 18, 35-43

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego, que sentado a un lado del camino pidiendo limosna, oyó pasar gente y preguntó qué sucedía; le explicaron que pasaba Jesús Nazareno. Entonces comenzó a gritar:
"¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!"
Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba todavía más fuerte:
"¡Hijo de David, ten compasión de mí!"
Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo cerca, le preguntó:
"¿Qué quieres que haga por ti?"
El contestó:
"Señor, que recupere la vista".
Jesús le dijo:
"Recupérala; tu fe te ha curado".
En seguida recobró la vista y lo siguió bendiciendo a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Dios nuestro, fuente de la paz y del amor sincero, concédenos glorificarte por estas ofrendas y unirnos fielmente a ti por la
participación en esta Eucaristía.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

Cristo, huésped y peregrino en medio de nosotros

En verdad es justo darte gracias, Señor, Padre santo, Dios de la alianza y de la paz. Porque tú llamaste a Abrahán y le mandaste salir de su tierra, para constituirlo padre de todas las naciones. Tú suscitaste a Moisés para librar a tu pueblo y guiarlo a la tierra de promisión.
Tú, en la etapa final de la historia, has enviado a tu Hijo, como huésped y peregrino en medio de nosotros, para redimirnos del pecado y de la muerte; y has derramado el Espíritu, para hacer de todas las naciones un solo pueblo nuevo, que tiene como meta tu reino; como estado, la libertad de tus hijos; y como ley, el precepto del amor.
Por estos dones de tu benevolencia, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos con gozo el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Como el venado busca el agua de los ríos, así mi alma te busca a ti, Dios mío.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Tú que nos has instruido con tu palabra y alimentado con tu Eucaristía, concédenos, Señor, aprovechar estos dones para que vivamos aquí unidos a tu Hijo y podamos, después, participar de su vida inmortal.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

 

33ª semana. Lunes

EL SEÑOR NUNCA NIEGA SU GRACIA

— Aumentar el fervor de la oración en momentos de oscuridad.

— La dirección espiritual, camino normal por el que Dios actúa en el alma.

— Fe y sentido sobrenatural en este medio de crecimiento interior.

I. Ocurrió -leemos en el Evangelio de la Misa1- que al llegar a Jericó había un ciego sentado junto al camino mendigando.

Algunos Padres de la Iglesia señalan que este ciego a las puertas de Jericó es imagen "de quien desconoce la claridad de la luz eterna"2, pues en ocasiones el alma puede sufrir también momentos de ceguera y de oscuridad. El camino despejado que vislumbró un día se puede tornar desdibujado y menos claro, y lo que antes era luz y alegría ahora son tinieblas, y una cierta tristeza pesa sobre el corazón. Muchas veces esta situación está causada por pecados personales, cuyas consecuencias no han sido del todo zanjadas, o por la falta de correspondencia a la gracia: "quizá el polvo que levantamos al andar –nuestras miserias– forma una nube opaca, que impide el paso de la luz"3; en otras ocasiones, el Señor permite esa difícil situación para purificar el alma, para madurarla en la humildad y en la confianza en Él. En esa situación es lógico que todo cueste más, que se haga más difícil, y que el demonio intente hacer más honda la tristeza, o aprovecharse de ese momento de desconcierto interior.

Sea cual sea su origen, si alguna vez nos encontramos en ese estado, ¿qué haremos? El ciego de Jericó –Bartimeo, el hijo de Timeo4– nos lo enseña: dirigirnos al Señor, siempre cercano, hacer más intensa nuestra oración, para que tenga piedad y misericordia de nosotros. Él, aunque parece que sigue su camino y nosotros quedamos atrás, nos oye. No está lejos. Pero es posible que nos suceda lo que a Bartimeo: Y los que iban delante le reprendían para que se callara. El ciego encontraba cada vez más dificultades para dirigirse a Jesús, como nosotros "cuando queremos volver a Dios, esas mismas flaquezas en las que hemos incurrido, acuden al corazón, nublan el entendimiento, dejan confuso el ánimo y querrían apagar la voz de nuestras oraciones"5. Es el peso de la debilidad o del pecado, que se hace sentir.

Tomemos ejemplo del ciego: Pero él gritaba mucho más: Hijo de David, ten piedad de mí. "Ahí lo tenéis: aquel a quien la turba reprendía para que callase, levanta más y más la voz; así también nosotros (...), cuanto mayor sea el alboroto interior, cuanto mayores dificultades encontremos, con más fuerza ha de salir la oración de nuestro corazón"6.

Jesús se paró en el camino cuando daba la impresión de que seguía hacia Jerusalén y mandó que llamaran al ciego. Bartimeo se acercó y Jesús le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Ut videam, que vea, Señor. Y Jesús le dijo: Ve, tu fe te ha salvado. Y al instante vio, y le seguía, glorificando a Dios.

A veces será difícil conocer las causas por las que el alma pasa esa situación difícil en que todo parece costar más. No sabremos quizá su origen, pero sí el remedio siempre eficaz: la oración. "Cuando se está a oscuras, cegada e inquieta el alma, hemos de acudir, como Bartimeo, a la Luz. Repite, grita, insiste con más fuerza, "Domine, ut videam!" —¡Señor, que vea!... Y se hará el día para tus ojos, y podrás gozar con la luminaria que Él te concederá"7.

II. Jesús, Señor de todas las cosas, podía curar a los enfermos –podía obrar cualquier milagro– del modo que estimara oportuno. A algunos los curó con una sola frase, con un simple gesto, a distancia... A otros por etapas, como al ciego del que nos habla San Juan8... Hoy es muy frecuente que dé la luz a las almas a través de otros. Cuando los Magos se quedaron en tinieblas al desaparecer la estrella que les había guiado desde un lugar tan lejano, hacen lo que el sentido común les dicta: interrogar a quien debía saber dónde había nacido el rey de los judíos. Le preguntan a Herodes. "Pero los cristianos no tenemos necesidad de preguntar a Herodes o a los sabios de la tierra. Cristo ha dado a su Iglesia la seguridad de la doctrina, la corriente de gracia de los Sacramentos; y ha dispuesto que haya personas para orientar, para conducir, para traer a la memoria constantemente el camino (...). Por eso, si el Señor permite que nos quedemos a oscuras, incluso en cosas pequeñas; si sentimos que nuestra fe no es firme, acudamos al buen pastor (...), al que, dando su vida por los demás, quiere ser, en la palabra y en la conducta, un alma enamorada: un pecador quizá también, pero que confía siempre en el perdón y en la misericordia de Cristo"9.

Nadie, de ordinario, puede guiarse a sí mismo sin una ayuda extraordinaria de Dios. La falta de objetividad con que nos vemos a nosotros mismos, las pasiones... hacen difícil, quizá imposible, encontrar esos senderos, a veces pequeños, pero seguros, que nos llevan en la dirección justa. Por eso, desde muy antiguo, la Iglesia, siempre Madre, aconsejó ese gran medio de progreso interior que es la dirección espiritual. No esperemos gracias extraordinarias, en los días corrientes y en aquellos en que más necesitamos luz y claridad, si no quisiéramos utilizar aquellos medios que el Señor ha puesto a nuestro alcance. ¡Cuántas veces Jesús espera la sinceridad y la docilidad del alma para obrar el milagro! Nunca niega el Señor su gracia si acudimos a Él en la oración y en los medios por los cuales derrama sus gracias.

Santa Teresa, con la humildad de los santos, escribía: "Había de ser muy continua nuestra oración por estos que nos dan luz. ¿Qué seríamos sin ellos entre tan grandes tempestades como ahora tiene la Iglesia?"10. Y San Juan de la Cruz señalaba igualmente: "El que solo quiere estar, sin arrimo y guía, será como el árbol que está solo y sin dueño en el campo, que por más fruta que tenga, los viadores se la cogerán y no llegará a sazón.

"El árbol cultivado y guardado con los buenos cuidados de su dueño, da la fruta en el tiempo que de él se espera.

"El alma sola sin maestro, que tiene virtud, es como el carbón encendido que está solo; antes se irá enfriando que encendiendo"11.

No dejemos de acudir al Señor, con una oración más intensa cuanto mayores sean los obstáculos interiores o externos que tratan de impedir que nos dirijamos a Jesús que pasa a nuestro lado. No dejemos de acudir a esos medios normales, por los que Él obra milagros tan grandes.

III. Nuestra intención al acercarnos a la dirección espiritual es la de aprender a vivir según el querer divino. En el mismo San Pablo, a pesar del inicio extraordinario de su vocación, Dios quiso después seguir con él el camino normal, es decir, formarle y transmitirle su voluntad a través de otras personas. Ananías le impuso las manos y al instante cayeron de sus ojos una especie de escamas y recobró la vista12.

En quien nos ayuda vemos al mismo Cristo, que enseña, ilumina, cura y da alimento a nuestra alma para que siga su camino. Sin este sentido sobrenatural, sin esta fe, la dirección espiritual quedaría desvirtuada. Se transformaría en algo completamente distinto: un intercambio de opiniones, quizá. Este medio es una gran ayuda y presta mucha fortaleza cuando lo que realmente deseamos es averiguar la voluntad de Dios sobre nosotros e identificarnos con ella. No busquemos en la dirección espiritual a quien pueda resolver nuestros asuntos temporales; nos ayudará a santificarlos, nunca a organizarlos ni a resolverlos. No es esa su misión.

La conciencia de que, a través de aquella persona que cuenta con una gracia particular de Dios, nos acercamos al mismo Cristo, determinará nuestra confianza, la delicadeza, la sencillez y la sinceridad en este medio. Bartimeo se acercó a Jesús como quien camina hacia la Luz, a la Vida, a la Verdad, al Camino. Así nosotros, porque esa persona es un instrumento del Señor, a través de quien nos comunica gracias semejantes a las que habríamos obtenido si nos hubiéramos encontrado con Él en los caminos de Palestina. En la continuidad de la dirección espiritual se va forjando el alma; y, poco a poco, con derrotas y con victorias, vamos construyendo el edificio sobrenatural de la santidad: "¿Has visto cómo levantaron aquel edificio de grandeza imponente? —Un ladrillo, y otro. Miles, Pero, uno a uno. —Y sacos de cemento, uno a uno. Y sillares, que suponen poco, ante la mole del conjunto. —Y trozos de hierro. —Y obreros que trabajan, día a día, las mismas horas...

"¿Viste cómo alzaron aquel edificio de grandeza imponente?... —¡A fuerza de cosas pequeñas!"13. Un cuadro se pinta pincelada a pincelada, un libro se escribe página a página, con amor paciente, y una maroma capaz de aguantar grandes pesos está tejida por un sinfín de hebras finas.

Si llevamos bien este medio de dirección espiritual, nos sentiremos como Bartimeo, que seguía en el camino a Jesús glorificando a Dios, lleno de alegría.

1 Lc 18, 35-43. 2 Cfr. San Gregorio Magno, Homilías sobre los Evangelios, 1, 2, 2. — 3 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 34. — 4 Mc 10, 46-52. — 5 San Gregorio Magno, o. c., 1, 2, 3. — 6 Cfr. Ibídem, 1, 2, 4. — 7 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 862. — 8 Cfr. Jn 9, 1 ss. — 9 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 34. — 10 Santa Teresa, Vida, 13, 10. — 11 San Juan de la Cruz, Dichos de luz y de amor, Apostolado de la Prensa, Madrid 1966, pp. 958-964. — 12 Cfr. Hech 9, 17-18. — 13 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 823.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San José Pignatelli
Restaurador de los Jesuitas
Año 1811

El mérito especial de este santo fue el de conservar lo que quedaba de la Compañía de Jesús (que es la Comunidad religiosa más numerosa en la Iglesia Católica) y tratar de que los religiosos de esa comunidad pudieran sobrevivir, a pesar de una terrible persecución.

De familia italiana, nació en Zaragoza (España) en 1737. Se hizo jesuita y empezó a trabajar en los apostolados de su Comunidad, especialmente en enseñar catecismo a los niños y a los presos.

En 1767 la masonería mundial se puso de acuerdo para pedir a todos los gobernantes que expulsaran de sus países a los Padres Jesuitas. El rey Carlos III de España obedeció las órdenes masónicas y declaró que de España y de todos los territorios de América que dependían de ese país quedaban expulsados los jesuitas. Con este decreto injusto le hizo un inmenso mal a muchas naciones y a la Santa Iglesia Católica.

El Padre José Pignatelli y su hermano, que eran de familia de la alta clase social, recibieron la oferta de poder quedarse en España pero con la condición de que se salieran de la Compañía de Jesús. Ellos no aceptaron esto y prefirieron irse al destierro. Se fueron a la Isla de Córcega, pero luego los franceses invadieron esa isla y de allá también los expulsaron.

En 1774 Clemente XIV por petición de los reyes de ese tiempo dio un decreto suprimiendo la Compañía de Jesús. Como efecto de ese Decreto 23,000 jesuitas quedaron fuera de sus casas religiosas.

El Padre Pignatelli y sus demás compañeros, cuando oyeron leer el terrible decreto exclamaron: "Tenemos voto de obediencia al Papa. Obedecemos sin más, y de todo corazón".

Durante los 20 años siguientes la vida del Padre José y la de los demás jesuitas será de tremendos sufrimientos. Pasando por situaciones económicas sumamente difíciles (como los demás jesuitas dejados sin su comunidad), pero siempre sereno, prudente, espiritual, amable, fiel.

Se fue a la ciudad de Bolonia y allí estuvo dedicado a ayudar a otros sacerdotes en sus labores sacerdotales, y a coleccionar libros y manuscritos relacionados con la Compañía de Jesús y a suministrar ayuda a sus compañeros de religión. Muchos de ellos estaban en la miseria y si eran españoles no les dejaban ni siquiera ejercer el sacerdocio. Un día al pasar por frente a una obra del gobierno, alguien le dijo que aquello lo habían construido con lo que les habían quitado a los jesuitas, y Pignatelli respondió: "Entonces deberían ponerle por nombre "Haceldama", porque así se llamó el campo que compraron con el dinero que Judas consiguió al vender a Jesús.

Cuando los gobiernos de Europa se declaraban en contra de los jesuitas, la emperatriz de Rusia, Catalina, prohibió publicar en su país el decreto que mandaba acabar con la Compañía de Jesús, y recibió allá a varios religiosos de esa comunidad. El Padre Pignatelli con permiso del Papa Pío VI se afilió a los jesuitas que estaban en Rusia y con la ayuda de ellos empezó a organizar otra vez a los jesuitas en Italia. Conseguía vocaciones y mandaba los novicios a Rusia y allá eran recibidos en la comunidad. El jefe de los jesuitas de Rusia lo nombró provincial de la comunidad en Italia, y el Papa Pío VII aprobó ese nombramiento. Así la comunidad empezaba a renacer otra vez, aunque fuera bajo cuerda y en gran secreto.

El Padre Pignatelli oraba y trabajaba sin descanso por conseguir que su Comunidad volviera a renacer. En 1804 logró con gran alegría que en el reino de Nápoles fuera restablecida la Compañía de Jesús. Fue nombrado Provincial. Con las generosas ayudas que le enviaban sus familiares logró restablecer casas de Jesuitas en Roma, en Palermo, en Orvieto y en Cerdeña.

Ya estaba para conseguir que el Sumo Pontífice restableciera otra vez la Compañía de Jesús, cuando Napoleón se llevó preso a Pío VII al destierro.

El Padre Pignatelli murió en 1811 sin haber logrado que su amada Comunidad religiosa lograra volver a renacer plenamente, pero tres años después de su muerte, al quedar libre de su destierro el Papa Pío VII y volver libre a Roma, decretó que la Compañía de Jesús volvía a quedar instituida en todo el mundo, con razón Pío XI llamaba a San José Pignatelli "el anillo que unió la Compañía de Jesús que había existido antes, con la que empezó a existir nuevamente". Los Jesuitas lo recuerdan con inmensa gratitud, y nosotros le suplicamos a Dios que a esta comunidad y a todas las demás comunidades religiosas de la Iglesia Católica las conserve llenas de un gran fervor y de grandísima santidad.

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Fuente: E W T N
Lorenzo O´Toole, Santo Arzobispo de Dublín, 14 Noviembre  

Lorenzo O´Toole, Santo

San Lorenzo nació en Irlanda hacia el año 1128, de la familia O'Toole que era dueña de uno de los más importantes castillos de esa época.
Cuando el niño nació, su padre dispuso pedirle a un conde enemigo que quisiera ser padrino del recién nacido. El otro aceptó y desde entonces estos dos condes (ahora compadres) se hicieron amigos y no lucharon más el uno contra el otro.

Cuando lo llevaban a bautizar, apareció en el camino un poeta religioso y preguntó qué nombre le iban a poner al niño. Le dijeron un nombre en inglés, pero él les aconsejó: "Pónganle por nombre Lorenzo, porque este nombre significa: 'coronado de laureles por ser vencedor', y es que el niño va a ser un gran vencedor en la vida". A los papás les agradó la idea y le pusieron por nombre Lorenzo y en verdad que fue un gran vencedor en las luchas por la santidad.

Cuando el niño tenía diez años, un conde enemigo de su padre le exigió como condición para no hacerle la guerra que le dejara a Lorenzo como rehén. El Sr. O'Toole aceptó y el jovencito fue llevado al castillo de aquel guerrero. Pero allí fue tratado con crueldad y una de las personas que lo atendían fue a comunicar la triste noticia a su padre y este exigió que le devolvieran a su hijo. Como el tirano no aceptaba devolverlo, el Sr. O'Toole le secuestró doce capitanes al otro guerrero y puso como condición para entregarlos que le devolvieran a Lorenzo. El otro aceptó pero llevó al niño a un monasterio, para que apenas entregaran a los doce secuestrados, los monjes devolvieran a Lorenzo.

Y sucedió que al jovencito le agradó inmensamente la vida del monasterio y le pidió a su padre que lo dejara quedarse a vivir allí, porque en vez de la vida de guerras y batallas, a él le agradaba la vida de lectura, oración y meditación. El buen hombre aceptó y Lorenzó llegó a ser un excelente monje en ese monasterio.

Su comportamiento en la vida religiosa fue verdaderamente ejemplar. Dedicadísimo a los trabajos del campo y brillante en los estudios. Fervoroso en la oración y exacto en la obediencia. Fue ordenado sacerdote y al morir el superior del monasterio los monjes eligieron por unanimidad a Lorenzo como nuevo superior.

Por aquellos tiempos hubo una tremenda escasez de alimentos en Irlanda por causa de las malas cosechas y las gentes hambrientas recorrían pueblos y veredas robando y saqueando cuanto encontraban. El abad Lorenzo salió al encuentro de los revoltosos, con una cruz en alto y pidiendo que en vez de dedicarse a robar se dedicaran a pedir a Dios que les ayudara. Las gentes le hicieron caso y se calmaron y él, sacando todas las provisiones de su inmenso monasterio las repartió entre el pueblo hambriento. La caridad del santo hizo prodigios en aquella situación tan angustiada.

En el año 1161 falleció el arzobispo de Dublín (capital de Irlanda) y clero y pueblo estuvieron de acuerdo en que el más digno para ese cargo era el abad Lorenzo. Tuvo que aceptar y, como en todos los oficios que le encomendaban, en este cargo se dedicó con todas sus fuerzas a cumplir sus obligaciones del modo más exacto posible. Lo primero que hizo fue tratar de que los templos fueran lo más bellos y bien presentados posibles. Luego se esforzó porque cada sacerdote se esmerara en cumplir lo mejor que le fuera posible sus deberes sacerdotales. Y en seguida se dedicó a repartir limosnas con gran generosidad.

Cada día recibía 30, 40 o 60 menesterosos en su casa episcopal y él mismo les servía la comida. Todas las ganancias que obtenía como arzobispo las dedicaba a ayudar a los más necesitados.

En el año 1170 los ejércitos de Inglaterra invadieron a Irlanda llenando el país de muertes, de crueldad y de desolación. Los invasores saquearon los templos católicos, los conventos y llenaron de horrores todo el país. El arzobispo Lorenzo hizo todo lo que pudo para tratar de detener tanta maldad y salvar la vida y los bienes de los perseguidos. Se presentó al propio jefe de los invasores a pedirle que devolviera los bienes a la Iglesia y que detuviera el pillaje y el saqueo. El otro por única respuesta le dio una carcajada de desprecio. Pero pocos días después murió repentinamente. El sucesor tuvo temor y les hizo mucho más caso a las palabras y recomendaciones del santo.

El arzobispo trató de organizar la resistencia pero viendo que los enemigos eran muy superiores, desistió de la idea y se dedicó con sus monjes a reconstruir los templos y los pueblos y se fue a Inglaterra a suplicarle al rey invasor que no permitiera los malos tratos de sus ejércitos contra los irlandeses.

Estando en Londres de rodillas rezando en la tumba de Santo Tomás Becket (un obispo inglés que murió por defender la religión) un fanático le asestó terribilísima pedrada en la cabeza. Gravemente herido mandó traer un poco de agua. La bendijo e hizo que se la echaran en la herida de la cabeza, y apenas el agua llegó a la herida, cesó la hemorragia y obtuvo la curación.

El Papa Alejandro III nombró a Lorenzo como su delegado especial para toda Irlanda, y él, deseoso de conseguir la paz para su país se fue otra vez en busca del rey de Inglaterra a suplicarle que no tratara mal a sus paisanos. El rey no lo quiso atender y se fue para Normandía. Y hasta allá lo siguió el santo, para tratar de convencerlo, pero a causa del terribilísimo frío y del agotamiento producido por tantos trabajos, murió allí en Normandía en 1180 al llegar a un convento. Cuando el abad le aconsejó que hiciera un testamento, respondió: "Dios sabe que no tengo bienes ni dinero porque todo lo he repartido entre el pueblo. Ay, pueblo mío, víctima de tantas violencias ¿Quién logrará traer la paz?". Seguramente desde el cielo debe haber rezado mucho por su pueblo, porque Irlanda ha conservado la religión y la paz por muchos siglos. Estos son los verdaderos patriotas, los que como San Lorenzo de Irlanda emplean su vida toda por conseguir el bien y la paz para sus conciudadanos. Dios nos envíe muchos patriotas como él.

Dichosos los que buscan la paz porque serán llamados hijos de Dios.
(Jesucristo).

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Serapio de Algeria (Serapión), Santo Mártir, 14 de noviembre  

Serapio de Algeria (Serapión), Santo

Etimológicamente significa "perteneciente a la divinidad de Serapis" Viene de la lengua griega.

Nació en Inglaterra y murió en Argel (Algeria) en 1240. Desde su infancia soñaba con dar su sangre por amor a Cristo.

Tuvo la suerte de crecer en la corte del duque de Austria, en donde se respiraba, a pesar de todo el fausto de la corte, un profundo espíritu religioso auténtico.

Para él, su deseo más grande era venir a España para ayudarle al rey Alfonso VIII en la expulsión de los moros de nuestro país.

Se sintió apenado porque a su llegada, el rey y los moros habían firmado una tregua entre los beligerantes.

Se quedó aquí con la esperanza de que las hostilidades comenzaran de nuevo.

Durante este intervalo, encontró al hermano Berenguer, un miembro de la Orden Mercedaria que acaba de ser fundada por Pedro Nolasco con el único fin de rescatar a los cautivos cristianos en manos de los moros.

Y le decía el hermano:"Dios sabe cuánto durará esta tregua, señor Serapión. Vente conmigo, mientras esperamos. Nosotros también corremos peligro y nos llevamos a veces la palma del martirio"

San Pedro Nolasco los envió a los dos a Murcia.

Serapión tenía aún mucho dinero y, de hecho, consiguió rescatar a un centenar de soldados cristianos cautivos.

Luego se fueron a Argel y salvaron casi otros tantos. Cuando se quedó ya sin dinero, Berenguer tuvo que volver a España para buscar más dinero.

Serapión se quedó en Argel como rehén hasta que volviese su amigo.

Apenas se fue su amigo, el joven Serapión se echó a la calle increpando a Mahoma y predicando a Cristo. Hizo algunas conversiones. Pero el rey de Argel le condenó a muerte.

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Esteban Teodoro Cuenot, Santo Obispo y Mártir, 14 de noviembre  

Esteban Teodoro Cuenot, Santo

Noviembre 14
Mártir

 

Etimológicamente significa "coronado". Viene de la lengua griega.

Jesús dice: "El que quiera ser grande entre vosotros, que se haga vuestro servidor".

Fue mártir en el siglo XIX por intentar ayudar y servir a los demás.

En el mismo año en que Napoleón llegaba al poder en Francia, nacía el gran literato Víctor Hugo.
También, en este mismo año, en Bélgica, nacía el hijo de un agricultor que se convirtió en obispo de Indochina.

En su figura veía V. Hugo al hombre y obispo ideal.

Y en el obispo Esteban Teodoro Cuento – si lo hubiera tratado personalmente- habría podido adivinar la imaginación no literaria de un verdadero hijo del pueblo, ni una clase social, sino un obispo, que ya desde pequeño, dejó la escuela sin saber si podría continuar sus estudios.

La madre tuvo que hacer grandes esfuerzos y sacrificios para que estudiara teología.
Hasta vender su vestido para ayudarle a su hijo a llevar a cabo sus estudios.

Por eso, el primer gesto que hizo el neosacerdote, sin dudarlo, fue regalarle a su madre un vestido nuevo.

Fue relojero y catequista hasta que en la Rue du Bac, tomó contacto con los padres misioneros de san Vicente Paul.

En el año 1835 fue a Indochina en donde fue consagrado obispo para llevar a cabo muchas y diferentes misiones.

Logró con su apostolado intenso, buena conducta intachable, sus obras te caridad y su amor a los pobres el amor de cuantos le conocieron.
Murió a consecuencias de la persecución de Tu- Duc.

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Fuente: Franciscanos.net
Nicolás Tavelic y compañeros mártires, Santos Mártires Franciscanos, 14 de Noviembre  

Nicolás Tavelic y compañeros mártires, Santos

Santos Nicolás Tavelic,
Deodato de Rodez,
Pedro de Narbona y
Esteban de Cuneo


(† 1391) sacerdotes y mártires de la Primera Orden.


Canonizados por a Pablo VI el 21 de junio de 1970.

Nicolás Tavelic (1340-1391) es el primer croata canonizado. Su figura se destaca grandemente en el ambiente de su tiempo. Nació hacia 1340 en la ciudad dálmata de Sebenic. Siendo adolescente entró en la Orden de Hermanos Menores y ya sacerdote fue enviado como misionero a Bosnia, donde se prodigó por cerca de 12 años por la conversión de los Bogomiles, patarenos balcánicos, junto con Deodato de Rodez. Hacia 1384 ambos se dirigieron a Palestina, donde se juntaron con otros dos cohermanos, Pedro de Narbona y Esteban de Cuneo. Todos cuatro entregaron su vida como mártires de Cristo.

Nicolás y los tres cohermanos, permanecieron en Jerusalén en el convento de San Salvador, en estudio y oración. Después de larga meditación, Nicolás proyectó una empresa audaz. La empresa estaba en el espíritu de San Francisco, movido por el Espíritu Santo, por el celo de la fe y por el deseo del martirio. Se trataba de anunciar públicamente en Jerusalén ante los musulmanes principales la doctrina de Cristo.

Deodato († 1391) nació en una ciudad francesa que en los textos originales latinos de la mayor parte de los autores es llamada "Ruticinium", identificada con la actual ciudad de Rodez, sede episcopal. Todavía joven se hizo hermano menor y fue ordenado sacerdote en la Provincia franciscana de Aquitania.

En los años 1372‑1373, el vicario general Padre Bartolomé de la Verna había hecho un llamamiento para conseguir religiosos para una particular expedición misionera a Bosnia. Una bula de Gregorio XI del 22 de junio presentaba en aquel momento buenas perspectivas para el progreso en la verdadera fe de aquellas zonas devastadas por la herejía de los Bogomiles, una secta hereje de fuerte tinte maniqueo, que a los errores dogmáticos unía en sus principales representantes una rígida austeridad de vida.

A Deodato de Rodez lo encontramos en este campo de actividad, en compañía de Nicolás Tavelic. Fue a Bosnia para responder al deseo del Vicario general y del Papa Gregorio XI, en las mismas circunstancias en que fue Nicolás de Tavelic. De este encuentro entre los dos santos nace una fraternal e íntima amistad, que los sostiene por doce largos años en medio de dificultades y fatigas comparables a las de los grandes misioneros de la Iglesia. Una relación pormenorizada, la "Sibenicensis" describe esta venturosa expedición apostólica de Bosnia junto con la relación de su martirio.

Hacia 1384 ambos se trasladaron a Palestina, donde encontraron otros dos cohermanos: Pedro de Narbona y Esteban de Cuneo, con quienes compartieron las actividades apostólicas y la palma del martirio.

Pedro de Narbona, de la provincia de los Hermanos Menores de Provenza, por varios años adhirió a la reforma surgida para una mejor observancia de la regla de San Francisco, reforma iniciada en 1368 en Umbría por el Beato Paoluccio Trinci. En poco tiempo se difundió en la Umbría, las Marcas, tanto que en 1373 contaba con una decena de eremitorios. Era un movimiento de fervor que tendía a renovar la forma primitiva de la vida franciscana, especialmente en el ideal de la pobreza y en el ejercicio de la piedad. Que Pedro de Narbona haya llegado de Francia meridional a los eremitorios umbros, es indicio del fervor religioso de su espíritu y esto proyecta una luz singular sobre toda su vida precedente a su permanencia en Jerusalén.

Esteban nació en Cuneo en el Piamonte y se hizo Hermano Menor en Génova, en la provincia religiosa de la Liguria. Durante ocho años trabajó activamente en Córcega, como miembro de la vicaría franciscana corsa. Podemos decir que de este modo hizo un buen noviciado apostólico. Pasó luego como misionero a Tierra Santa, donde el 14 de noviembre de 1391 selló con el martirio la predicación evangélica. Junto con los tres compañeros, quería demostrar que el islamismo no es la verdadera religión. Cristo Hombre‑Dios, no Mahoma, era el enviado de Dios para salvar a la humanidad.


El 11 de noviembre de 1391 después de intensa preparación los cuatro misioneros realizaron su proyecto. Salieron juntos del convento llevando cada uno un papel o pliego escrito en latín y en árabe. Se dirigieron a la mezquita, pero mientras querían entrar fueron impedidos. Interrogados por los musulmanes qué querían, respondieron: "Queremos hablar con el Cadi para decirle cosas muy útiles y saludables para sus almas". Les respondieron: "La casa del cadi no es aquí, vengan con nosotros y se la mostraremos".

Cuando llegaron a su presencia, abrieron los papeles y los leyeron, explicándoselos y presentando con firmeza sus propias razones. Dijeron: "Señor cadi y todos ustedes aquí presentes, les pedimos que escuchen nuestras palabras y pongan mucha atención a las mismas, porque todo lo que les vamos a decir es muy provechoso para ustedes, es verdadero, justo, libre de todo engaño y muy útil para el alma de todos aquellos que quieran ponerlo en práctica". Luego hicieron una prolongada relación que ilustraba la verdad del mensaje evangélico de Cristo, el único en quien está la salvación y demostraron la falsedad de ley de Mahoma. Se reunió una enorme turba de mahometanos, primero asombrados, luego irritados, finalmente hostiles. Nunca se habían oído ante una turba de musulmanes semejantes afirmaciones contra el Corán y contra el islamismo. Al oír este discurso pronunciado con fervor de espíritu por los cuatro Hermanos, el Cadí y todos los presentes se airaron grandemente. Comenzaron a llegar innumerables musulmanes.

El Cadi entonces dirigió la palabra a los cuatro religiosos en estos términos: "¿Esto lo han dicho ustedes en pleno conocimiento y libertad, o en un momento de exaltación fanática, sin el control de la razón como tontos o locos? ¿Han sido enviados a hacer esto por el Papa de ustedes, o por algún rey cristiano?". A tal pregunta los religiosos respondieron: "Nosotros hemos venido aquí enviados por Dios. Por tanto si ustedes no creen en Jesucristo y no se bautizan, no tendrán la vida eterna". Fueron condenados a muerte y el 14 de noviembre de 1391 fueron asesinados, despedazados y quemados.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Juan Liccio (Licci), Beato Dominico, 14 de Noviembre  

Juan Liccio (Licci), Beato

Nació en 1400, en Cáccamo, Sicilia, en el seno de una familia de pobres labradores. Su madre murió en el alumbramiento. Desde entonces y durante sus 111 años de vida, estuvo plagada de hechos milagrosos.

Su padre tenía que trabajar en el campo, y se vio forzado a dejar al niño solo. Ante el llanto del pequeño, una vecina lo tomó y se lo llevó a su casa, poniéndolo en la misma habitación en donde yacía su marido paralítico, que fue instantáneamente curado. La mujer le contó al padre de Juan el milagro, pero éste, disgustado porque su vecina había tomado al niño sin su permiso, no le prestó atención, y se lo llevó a su casa. Apenas el niño dejó la casa de la vecina, le su marido se vio nuevamente atacado por la parálisis; cuando Juan retornó, el hombre recuperó el movimiento. Hasta el padre del niño tomó esto como una señal del cielo, y permitió que los vecinos lo cuidaran.

Antes de cumplirlos los diez años, Juan recitaba el Oficio Divino. A los 15, durante un viaje a Palermo, en la iglesia de Santa Zita Juan se confesó con el Beato Pedro Jeremías quien le sugirió que considerara entrar en la vida religiosa. Pese a no considerarse apto, Juan siguió su consejo, entrando en loa Orden Dominica en 1415, llevando el hábito durante 96 años, lapso de tiempo no superado hasta ahora por ningún otro miembro de la Orden.

Fundó el convento de Santa Zita en Caccamo. Faltando dinero para la construcción, mientras oraba pidiendo consejo, se le apareció un ángel que le dijo: "construye en los cimientos de lo que ya está construido". Al día siguiente, en el bosque cercano encontró la construcción abandonada de la iglesia Santa María de los Ángeles, presumiendo que ese era el lugar indicado por el Ángel, comenzó la construcción allí, durante la cual muchas dificultades fueron resueltas de forma milagrosa.

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Fuente: Vatican.va
María Luisa Merkert, Beata Cofundadora, 14 de noviembre  

María Luisa Merkert, Beata

Cofundadora de la Congregación
de Religiosas de Santa Isabel

Martirologio Romano: En Nysa, Polonia, beata María Luisa Merkert, cofundadora y primera superiora general de la Congregación de las Religiosas de Santa Isabel (1872).

 

Nació el 21 de septiembre de 1817 en Nysa, en Silesia de Opole (entonces diócesis de Breslavia), en el seno de una familia muy católica de la burguesía. Era la segunda hija de Carlos Antonio Merkert y María Bárbara Pfitzner. En el bautismo le pusieron los nombres de María Luisa. Sus padres y su hermana pertenecían a la Cofradía del Santo Sepulcro. Su padre murió cuando ella tenía un año. Su madre influyó mucho en la inclinación de sus dos hijas, María Luisa y Matilde, al servicio caritativo de los necesitados y a la vocación a la vida religiosa.

A la muerte de su madre, acaecida en 1842, decidió dedicarse totalmente a los pobres, a los enfermos y a los abandonados. Aconsejada por su confesor, junto con su hermana Matilde y con Francisca Werner, se unió a Clara Wolff, joven virtuosa y terciaria franciscana, que había decidido servir a los enfermos y a los pobres a domicilio. Comenzaron la actividad caritativa en Nysa el 27 de septiembre de 1842. Se prepararon para dar ese paso con la confesión, la comunión y un acto de consagración al Sacratísimo Corazón de Jesús. El presbítero Francisco Javier Fischer les dio la bendición. A partir de entonces, María cumplía diariamente los compromisos asumidos, asistiendo a los enfermos y a los pobres en sus casas y recogiendo limosnas para los necesitados. El 8 de mayo de 1846 murió su hermana Matilde, que se había contagiado de tifus mientras cuidaba a los enfermos.

María Merkert, con Clara Wolff, se dirigió a las Hermanas de la Misericordia de San Carlos Borromeo en Praga, para un período de noviciado, trabajando como enfermera en los hospitales de Podole, Litomierzyce y Nysa. Notando que estas religiosas consideraban secundaria la asistencia de los enfermos a domicilio, dejó su noviciado el 30 de junio de 1850, si bien la formación recibida en ese período le sirvió de mucho. No faltaron incomprensiones, pero María pudo dedicarse totalmente al proyecto original de la asistencia a domicilio de los enfermos, los pobres y los más necesitados.

El 19 de noviembre de 1850, fiesta de santa Isabel de Hungría, María Merkert y Francisca Werner, llenas de confianza en Dios, reemprendieron en Nysa la actividad caritativa-apostólica, escogiendo a santa Isabel, llena de amor a Dios y a los indigentes, por patrona de la comunidad naciente. Nueve años más tarde, el 4 de septiembre de 1859, la Asociación de santa Isabel recibió la aprobación por parte del obispo de Breslavia. El 15 de diciembre sucesivo se celebró el primer capítulo general, que eligió a María Merkert como superiora general. El 5 de mayo de 1860, María, junto con otras veinticinco religiosas hizo los votos de castidad, pobreza y obediencia, a los que añadieron un cuarto voto de servir a los enfermos y necesitados. En los años 1863-1865 construyó en Nysa la casa madre de la congregación; el instituto obtuvo el reconocimiento jurídico estatal en 1864. El 7 de junio de 1871, el Papa Pío IX le concedió el "Decretum laudis"; y León XIII le otorgó la aprobación definitiva en 1887.

El amor a Dios impulsaba a María al amor al prójimo, en favor del cual gastó todas sus energías hasta la muerte. La asistencia a los enfermos y abandonados en sus domicilios no distraía a la sierva de Dios de la vida de oración, pues en su relación íntima con el Señor y en la filial devoción al Sacratísimo Corazón de Jesús encontraba la fuerza para su obra caritativa; sentía también una gran devoción a la Virgen, a la que tenía como modelo de fe y mediadora.

Se preocupaba mucho por sus religiosas, a las que instruía intelectual y espiritualmente en un espíritu de humildad profunda. En sus veintidós años de gobierno, formó a casi quinientas hermanas y fundó noventa casas, distribuidas en nueve diócesis y en dos vicariatos apostólicos. La llamaban "la querida madre de todos" y "la samaritana de Silesia".

Murió con fama de santidad el 14 de noviembre de 1872 y esa fama fue aumentando después de su muerte. Juan Pablo II promulgó el decreto sobre sus virtudes heroicas el 20 de diciembre de 2004; y Benedicto XVI firmó el decreto sobre el milagro el 1 de junio de 2007.

Fue beatificada el 30 de septiembre de 2007.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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