JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 16, 15-18
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo se apareció Jesús a los Once, y les dijo:
"Vayan por todo el mundo y proclamen la buena noticia a toda criatura. El que crea y se bautice, se salvará, pero el que no crea, se condenará. A los que crean, les acompañarán estas señales: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán en lenguas nuevas, cogerán serpientes con sus manos, y, aunque beban un veneno, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos sanarán".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
Conversión de San Pablo (25 de ene)
Antífona de Entrada
Sé de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para asegurar hasta el último día, en que vendrá como juez justo, el encargo que me dio.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, Dios nuestro: tú que has instruido a todos los pueblos con la predicación del apóstol san Pablo, concede a cuantos celebramos su conversión caminar hacia ti, siguiendo su ejemplo, y ser ante el mundo testigos de tu verdad.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Levántate, recibe el bautismo que por la invocación del nombre de Jesús lavará tus pecados
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 22, 3-16
En aquellos días, Pablo dijo al pueblo:
"Yo soy judío, nací en Tarso de Cilicia, pero me eduqué en esta ciudad. Mi maestro fue Gamaliel; él me instruyó en la fiel observancia de la ley de nuestros antepasados; siempre he defendido con pasión las cosas de Dios, como ustedes hoy.
Yo perseguí a muerte el camino cristiano, encadenando y encarcelando a hombres y mujeres.
Y de ello pueden dar testimonio el sumo sacerdote y todos los miembros del
Consejo. Después de recibir de ellos mismos cartas de presentación para los hermanos, me dirigía a Damasco, con ánimo de traer encadenados a Jerusalén a los creyentes que allí hubiera, para que fueran castigados.
Iba, pues, camino de Damasco, y cuando ya estaba cerca de la ciudad, hacia el mediodía, de repente brilló a mi alrededor una luz cegadora venida del cielo; caí al suelo, y oí una voz que me decía:
"Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?"
Yo respondí:
"¿Quién eres, Señor?"
Me contestó:
"Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues".
Los que venían conmigo vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba.
Yo pregunté:
"¿Qué debo hacer, Señor?"
El Señor me respondió:
"Levántate y vete a Damasco; allí te dirán lo que debes hacer".
Como no veía nada, debido al resplandor de aquella luz, entré en Damasco de la mano de mis compañeros. Un cierto Ananías, varón piadoso según la ley y muy respetado por todos los judíos que allí vivían, vino a verme y me dijo:
"Hermano, Saulo, recobra la vista".
Y en aquel mismo instante recobré la vista y vi a Ananías. El añadió:
"El Dios de nuestros antepasados te ha elegido para que conozcas su voluntad, para que veas al Justo y oigas su voz. Porque serás testigo suyo ante todos los hombres de lo que has visto y oído. No pierdas tiempo, ahora; levántate, recibe el bautismo, y purifícate de tus pecados invocando su nombre".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Sal 116, 1.2
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Que alaben al Señor todos los pueblos, que todas las naciones lo festejen.
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre.
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo los he elegido del mundo, dice el Señor, para que vayan y den fruto y su fruto permanezca.
Aleluya.
Evangelio
Vayan al mundo y proclamen el Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 16, 15-18
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo se apareció Jesús a los Once, y les dijo:
"Vayan por todo el mundo y proclamen la buena noticia a toda criatura. El que crea y se bautice, se salvará, pero el que no crea, se condenará. A los que crean, les acompañarán estas señales: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán en lenguas nuevas, cogerán serpientes con sus manos, y, aunque beban un veneno, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos sanarán".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Oremos, hermanos y hermanas, a Dios, Padre misericordioso, que ha querido que fuéramos edificados en la solidez de la fe por medio de la enseñanza del apóstol san Pablo:
(Respondemos a cada petición: Te lo pedimos, Señor).
Para que la Iglesia conserve sin alterar en todo el mundo la enseñanza que en sus orígenes recibió por medio de la predicación apostólica y la transmita con fidelidad de generación en generación, roguemos al Señor.
Te lo pedimos, Señor.
Para que no dejen de nacer por todo el mundo Iglesias, que, como rebrote legítimo de las primeras comunidades fundadas por san Pablo, se alimenten de la Palabra que él quiso anunciar en nuestro suelo, roguemos al Señor.
Te lo pedimos, Señor.
Para que quienes hoy, a ejemplo de san Pablo, sufren persecución por causa del nombre de Cristo, sean semilla de una nueva primavera de vida cristiana en nuestros días, roguemos al Señor.
Te lo pedimos, Señor.
Para que nuestros obispos, sacerdotes y cuantos se dedican al servicio de la Iglesia, den testimonio con su vida del Evangelio proclamado por san Pablo, roguemos al Señor.
Te lo pedimos, Señor.
Celebrante:
Señor, que con tu poder confirmaste el valiente testimonio de san Pablo, escucha la oración de tu Iglesia y llénala de la fuerza y la sabiduría del Espíritu, para que sea, también hoy, mensajera de tu Evangelio en el mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Al celebrar, Señor, este santo sacrificio, haz que nos ilumine el Espíritu Santo con la luz de la fe que impulsó siempre al apóstol san Pablo a la propagación de tu Evangelio.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Los apóstoles, pastores del pueblo de Dios
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso, Pastor eterno.
Porque no abandonas nunca a tu rebaño, sino que lo cuidas continuamente por medio de los santos apóstoles, para que sea gobernado por aquellos mismos pastores que le diste como vicarios de tu Hijo.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
Vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Te pedimos, Señor, Dios nuestro, que los sacramentos que hemos recibido nos enciendan en el fuego de amor que abrasaba el corazón de san Pablo y le impulsaba al servicio de todas las iglesias.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
3ª semana. Lunes
JUSTICIA EN LAS PALABRAS Y EN LOS JUICIOS
— Los "pecados de la lengua". Callar cuando no se puede alabar.
— No formar juicios precipitados. El amor a la verdad nos llevará a buscar una información veraz y a contribuir con los medios a nuestro alcance a la veracidad en los medios de comunicación.
— El respeto a la intimidad.
I. Las gentes de corazón sencillo se quedan pasmadas ante los milagros y la predicación del Señor. Otros, ante los hechos más prodigiosos, no quieren creer en la divinidad de Jesús. El Señor acaba de arrojar un demonio –nos dice San Marcos en el Evangelio de la Misa1– y, mientras que la gente se quedó admirada2, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: Tiene a Beelzebul y en virtud del príncipe de los demonios arroja a los demonios. Por falta de buenas disposiciones las obras del Señor son interpretadas como obras del demonio. ¡Todo puede ser confundido si falta rectitud en la conciencia! En el colmo de su obcecación, llegan a decir de Jesús que tenía un espíritu inmundo3. ¡Él que era la misma santidad!
Por amor a Dios y al prójimo, por amor a la justicia, el cristiano debe ser justo también en el decir, en un mundo en que tanto se maltrata con las palabras. "Al hombre se le debe el buen nombre, el respeto, la consideración, la fama que ha merecido. Cuanto más conocemos al hombre, tanto más se nos revela su personalidad, su carácter, su inteligencia y su corazón. Y tanto más nos damos cuenta (...) del criterio con que debemos "medirlo", y qué quiere decir ser justos con él"4. Con frecuencia, el poco dominio de la lengua, "la ligereza en el obrar y en el decir", son manifestaciones de "atolondramiento y de frivolidad"5, de falta de contenido interior y de presencia de Dios. ¡Y cuántas injusticias se pueden cometer al emitir juicios irresponsables sobre el comportamiento de quienes conviven, trabajan o se relacionan con nosotros! El Apóstol Santiago nos dejó escrito que la lengua puede llegar a ser un mundo de iniquidad6.
Toda persona tiene derecho a conservar su buen nombre, mientras no haya demostrado con hechos indignos, públicos y notorios, que no le corresponde. La calumnia, la maledicencia, la murmuración... constituyen grandes faltas de justicia con el prójimo, pues el buen nombre es preferible a las grandes riquezas7, ya que, con su pérdida, el hombre queda incapacitado para realizar una buena parte del bien que podía haber llevado a cabo8. El origen más frecuente de la difamación, de la crítica negativa, de la murmuración, es la envidia, que no sufre las buenas cualidades del prójimo, el prestigio o el éxito de una persona o de una institución.
Murmuran también quienes cooperan a su propagación de palabra, a través de la prensa o de cualquier medio de comunicación, haciendo eco y dando publicidad a hechos o dichos calumniosos comentados al oído; o bien mediante el silencio, por ejemplo cuando se omite la defensa de la persona injuriada, pues el silencio –muchas veces– equivale a una aprobación de lo que se oye; también se puede difamar "alabando", si se rebaja injustamente el bien realizado. En otras ocasiones, comentar rumores infundados es una verdadera injusticia contra la buena fama del prójimo. Cuando la difamación se realiza a través de revistas, periódicos, radio, televisión, etc., aumenta la difusión y, por tanto, la gravedad. Y no solo las personas tienen derecho a su honor y a su fama, sino también las instituciones. La difamación contra estas tiene la misma gravedad que la que se comete contra las personas, y a veces aumenta esta gravedad por las consecuencias que puede tener el desprestigio público de las instituciones desacreditadas9.
Podemos preguntarnos hoy en nuestra oración si en los ambientes en los que se desarrolla nuestra vida (familia, trabajo, amigos...) se nos conoce por ser personas que jamás hablan mal del prójimo, si realmente vivimos en toda ocasión aquel sabio consejo: "cuando no puedas alabar, cállate"10.
II. Debemos pedirle al Señor que nos enseñe a decir lo que conviene, a no pronunciar palabras vanas, a conocer el momento y la medida en el hablar, y saber decir lo necesario y dar la respuesta oportuna; "a no conversar tumultuosamente y a no dejar caer como una granizada, por la impetuosidad en el hablar, las palabras que nos salen al paso"11. Cosa por desgracia frecuente en muchos ambientes.
Nosotros viviremos ejemplarmente este aspecto de la caridad y de la justicia si, con la ayuda de la gracia, mantenemos un clima interior de presencia de Dios a lo largo de nuestra jornada, si evitamos con prontitud los juicios negativos. La justicia y la caridad son virtudes que hemos de vivir, en primer lugar, en nuestro corazón, pues de la abundancia del corazón habla la boca12. Ahí, en nuestro interior, es donde habitualmente debemos tener un clima de comprensión hacia el prójimo, evitando el juicio estrecho y la medida pequeña, pues "muchos, también gentes que se tienen por cristianas (...), imaginan, antes que nada, el mal. Sin prueba alguna, lo presuponen; y no solo lo piensan, sino que se atreven a expresarlo en un juicio aventurado, delante de la muchedumbre"13.
El amor a la justicia ha de llevarnos a no formar juicios precipitados sobre personas y acontecimientos, basados en una información superficial. Es necesario mantener un sano espíritu crítico ante informaciones que pueden ser tendenciosas o simplemente incompletas. Con frecuencia, los hechos objetivos vienen envueltos en opiniones personales; y cuando se trata de noticias sobre la Fe, la Iglesia, el Papa, los Obispos, etcétera, estas noticias, si están dadas por personas sin fe o sectarias, con gran facilidad llegan deformadas en su más íntima realidad.
El amor a la verdad debe defendernos de un cómodo conformismo, y nos llevará a discernir, a huir de las simplificaciones parciales, a dejar a un lado los canales informativos sectarios, a desechar el "se dice", a buscar siempre la verdad y a contribuir positivamente a la buena información de los demás: enviando cartas aclaratorias a la prensa, aprovechando una información parcial o sectaria para hablar con veracidad y sentido positivo de ese tema dentro del círculo de personas en el que se desenvuelve nuestro vivir diario..., y, por supuesto, no colaborando –ni con una sola moneda– al sostenimiento de ese periódico, de esa revista, de ese boletín. Si todos los cristianos actuásemos así, cambiaríamos muy pronto la confusa situación de atropello a la dignidad de las personas que se produce en muchos países.
Comencemos nosotros por ser justos en nuestros juicios, en nuestras palabras, y procuremos que esa virtud se viva a nuestro alrededor, sin permitir la calumnia, la difamación, la maledicencia, por ningún motivo. Una manifestación clara de ser justos y de amor a la verdad es rectificar la opinión –si es necesario, también públicamente– cuando advertimos que, a pesar de nuestra buena intención, nos hemos equivocado o tenemos un nuevo dato que obliga a replantear un juicio anterior.
III. Es un hecho que quien tiene deformada la vista ve deformados los objetos; y quien tiene enfermos los ojos del alma verá intenciones torcidas y oscuras donde solo hay deseos de servir a Dios, o bien verá defectos que en realidad son propios. Ya aconsejaba San Agustín: "procurad adquirir las virtudes que creáis que faltan en vuestros hermanos, y ya no veréis sus defectos, porque no los tendréis vosotros"14. Pidamos mucho al Señor ver siempre, y en primer lugar, lo bueno, que es mucho, de quienes están con nosotros. Así sabremos disculpar sus errores y ayudarles a superarlos.
Vivir la justicia en las palabras y en los juicios es, también, respetar la intimidad de las personas, protegerla de curiosidades extrañas, no exponer en público lo que debe permanecer en privado, en el ámbito de la familia o de la amistad. Es un derecho elemental que vemos frecuentemente dañado y maltratado. "No costaría trabajo alguno señalar, en esta época, casos de esa curiosidad agresiva que conduce a indagar morbosamente en la vida privada de los demás. Un mínimo sentido de la justicia exige que, incluso en la investigación de un presunto delito, se proceda con cautela y moderación, sin tomar por cierto lo que solo es una posibilidad. Se comprende claramente hasta qué punto la curiosidad malsana por destripar lo que no solo no es un delito, sino que puede ser una acción honrosa, deba calificarse como perversión.
"Frente a los negociadores de la sospecha, que dan la impresión de organizar una trata de la intimidad, es preciso defender la dignidad de cada persona, su derecho al silencio. En esta defensa suelen coincidir todos los hombres honrados, sean o no cristianos, porque se ventila un valor común: la legítima decisión a ser uno mismo, a no exhibirse, a conservar en justa y pudorosa reserva sus alegrías, sus penas y dolores de familia"15.
""Sancta Maria, Sedes Sapientiae" —Santa María, Asiento de la Sabiduría. —Invoca con frecuencia de este modo a Nuestra Madre, para que Ella llene a sus hijos, en su estudio, en su trabajo, en su convivencia, de la Verdad que Cristo nos ha traído"16.
1 Mc 3, 22-30. — 2 Cfr. Lc 11, 14. — 3 Mc 3, 30. — 4 Juan Pablo II, Alocución 8-XI-1978. — 5 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, n. 17. — 6 Sant 3, 6. — 7 Prov 22, 1. — 8 Cfr. Santo Tomás, Suma Teológica, 2-2, q. 73, a. 2. — 9 F. Fernández Carvajal, Antología de textos, voz Difamación. — 10 San Josemaría Escrivá, o. c., n. 443. — 11 San Gregorio de Nisa, Homilía I, sobre los pobres que han de ser amados. — 12 Mt 12, 34. — 13 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 67. — 14 San Agustín, Comentario al Salmo 30. — 15 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 69. — 16 ídem, Surco, n. 607.
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25 de enero
LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO*
Fiesta
— En el camino de Damasco.
— La figura de San Pablo, ejemplo de esperanza. Correspondencia a la gracia.
— Afán de almas.
I. Sé de quién me he fiado, y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para asegurar hasta el último día, en que vendrá como juez justo, el encargo que me dio1.
Pablo, gran defensor de la Ley de Moisés, consideraba a los cristianos como el mayor peligro para el judaísmo; por eso, dedicaba todas sus energías al exterminio de la naciente Iglesia. La primera vez que aparece en los Hechos de los Apóstoles, verdadera historia de la primitiva cristiandad, lo vemos presenciando el martirio de San Esteban, el protomártir cristiano2. San Agustín hace notar la eficacia de la oración de Esteban sobre el joven perseguidor3. Más tarde, Pablo se dirige hacia Damasco, con poderes para llevar detenidos a Jerusalén a quienes encontrara, hombres y mujeres, seguidores del Camino4. El cristianismo se había extendido rápidamente, gracias a la acción fecunda del Espíritu Santo y al intenso proselitismo que ejercían los nuevos fieles, aun en las condiciones más adversas: los que se habían dispersado iban de un lugar a otro anunciando la palabra del Evangelio5.
Pablo iba camino de Damasco, respirando amenazas y muerte contra los discípulos del Señor; pero Dios tenía otros planes para aquel hombre de gran corazón. Y estando ya cerca de la ciudad, hacia el mediodía, de repente le envolvió de resplandor una luz del cielo. Y cayendo en tierra oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Respondió: ¿Quién eres tú, Señor? Y Él: Yo soy Jesús, a quien tú persigues6. Y enseguida la pregunta fundamental de Saulo, que es ya fruto de su conversión, de su fe, y que marca el camino de la entrega: ¿Señor, qué quieres que haga?7. Pablo ya es otro hombre. En un momento lo ha visto todo claro, y la fe, la conversión, le lleva a la entrega, a la disponibilidad absoluta en las manos de Dios. ¿Qué tengo que hacer de ahora en adelante?, ¿qué esperas de mí?
Muchas veces, quizá cuando más lejos estábamos, el Señor ha querido meterse de nuevo hondamente en nuestra vida y nos ha manifestado esos planes grandes y maravillosos que tiene sobre cada hombre, sobre cada mujer. "¡Dios sea bendito!, te decías después de acabar tu Confesión sacramental. Y pensabas: es como si volviera a nacer.
"Luego, proseguiste con serenidad: "Domine, quid me vis facere?" -Señor, ¿qué quieres que haga?
"-Y tú mismo te diste la respuesta: con tu gracia, por encima de todo y de todos, cumpliré tu Santísima Voluntad: "serviam!" -¡te serviré sin condiciones!"8. También ahora se lo repetimos una vez más. ¡Tantas veces se lo hemos dicho ya, en tonos tan diversos! Serviam! Con tu ayuda, te serviré siempre, Señor.
II. Vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí9.
Siempre recordaremos esos instantes en que Jesús, quizá inesperadamente, nos detuvo en nuestro camino para decirnos que se quiere meter de lleno en nuestro corazón. Nunca olvidó San Pablo aquel momento único, cuando tuvo lugar el encuentro personal con Cristo resucitado: en el camino de Damasco..., indica a veces, como si dijera: allí comenzó todo. En otras ocasiones señala que aquel fue el instante decisivo de su existencia. Y en último lugar, como a un abortivo, se me apareció a mí también...10.
La vida de San Pablo es una llamada a la esperanza, pues "¿quién dirá, cargado con el peso de sus faltas, "Yo no puedo superarme", cuando (...) el perseguidor de los creyentes se transforma en propagador de su doctrina?"11. Esta misma eficacia sigue operando hoy en los corazones. Pero la voluntad del Señor de sanarnos y convertirnos en apóstoles en el lugar donde trabajamos y donde vivimos necesita nuestra correspondencia; la gracia de Dios es suficiente, pero es necesaria la colaboración del hombre, como en el caso de Pablo, porque el Señor quiere contar con nuestra libertad. Comentando las palabras del Apóstol -no yo, sino la gracia de Dios en mí señala San Agustín: "Es decir, no solo yo, sino Dios conmigo; y por ello, ni la gracia de Dios sola, ni él solo, sino la gracia de Dios con él"12.
Contar siempre con la gracia nos llevará a no desanimarnos jamás, a pesar de que una y otra vez experimentemos la inclinación al pecado, los defectos que no acaban de desaparecer, las flaquezas e incluso las caídas. El Señor nos llama continuamente a una nueva conversión y hemos de pedir con constancia la gracia de estar siempre comenzando, actitud que lleva a recorrer con paz y alegría el camino que conduce a Dios –afianzados en la filiación divina y que mantiene siempre la juventud del corazón. Pero es necesario corresponder en esos momentos bien precisos en los que, como San Pablo, le diremos a Jesús: Señor, ¿qué quieres que haga?, ¿en qué debo luchar más?, ¿qué cosas debo cambiar? Jesús se nos hace encontradizo muchas veces; entonces, "es menester sacar fuerzas de nuevo para servir –escribe Santa Teresa y procurar no ser ingratos, porque en esa condición las da el Señor; que si no usamos bien del tesoro y del gran estado en que nos pone, nos los tornará a tomar y quedarnos hemos muy más pobres, y dará su Majestad las joyas a quien luzca y aproveche con ellas a sí y a otros"13.
Señor, ¿qué quieres que haga? Si se lo decimos de corazón -como una jaculatoria muchas veces a lo largo del día, Jesús nos dará luces y nos manifestará esos puntos en los que nuestro amor se ha detenido o no avanza como Dios desea.
III. Sé en quién he creído...
Estas palabras explican toda la vida posterior de Pablo. Ha conocido a Cristo, y desde ese momento todo lo demás es como una sombra, en comparación a esta inefable realidad. Nada tiene ya valor si no es en Cristo y por Cristo. "La única cosa que él temía era ofender a Dios; lo demás le tenía sin cuidado. Por esto mismo, lo único que deseaba era ser fiel a su Señor y darlo a conocer a todas las gentes"14. Lo que deseamos nosotros; lo único que queremos.
Desde el momento de su encuentro con Jesús, Pablo se convirtió a Dios de todo corazón. El mismo afán que le llevaba antes a perseguir a los cristianos lo pone ahora, aumentado y fortalecido por la gracia, en el servicio del ideal grandioso que acaba de descubrir. Hará suyo el mensaje que recibieron los demás Apóstoles y que recoge el Evangelio de la Misa: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación15. Pablo aceptó este compromiso e hizo de él, desde ese momento, la razón de su vida. "Su conversión consiste precisamente en esto: en haber aceptado que Cristo, al que encontró por el camino de Damasco, entrará en su existencia y la orientará hacia un único fin: el anuncio del Evangelio. Me debo tanto a los griegos como a los bárbaros, tanto a los sabios como a los ignorantes... Yo no me avergüenzo del Evangelio: es fuerza de salvación para todos los que creen en él (Rom 1, 13-16)"16.
Sé en quién he creído... Por Cristo afrontará riesgos y peligros sin cuento, se sobrepondrá continuamente a la fatiga, al cansancio, a los aparentes fracasos de su misión, a los miedos, con tal de ganar almas para Dios. Cinco veces recibí cuarenta azotes menos uno; tres veces fui azotado con varas; una vez fui lapidado; tres veces naufragué; un día y una noche pasé náufrago en alta mar; en mis frecuentes viajes sufrí peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi raza, peligros de los gentiles, peligros en ciudades, peligros en despoblado, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; trabajos y fatigas, frecuentes vigilias, con hambre y sed, en frecuentes ayunos, con frío y desnudez; y además de otras cosas, mi responsabilidad diaria: la solicitud por todas las iglesias. ¿Quién desfallece sin que yo desfallezca? ¿Quién tiene un tropiezo sin que yo me abrase de dolor?17.
Pablo centró su vida en el Señor. Por eso, a pesar de todo lo que padeció por Cristo, podrá decir al final de su vida, cuando se encuentra casi solo y un tanto abandonado: Abundo y sobreabundo de gozo en todas mis tribulaciones... La felicidad de Pablo, como la nuestra, no estuvo en la ausencia de dificultades sino en haber encontrado a Jesús y en haberle servido con todo el corazón y todas las fuerzas.
Terminamos esta meditación con una oración de la liturgia de la Misa: Señor, Dios nuestro, Tú que has instruido a todos los pueblos con la predicación del apóstol San Pablo, concédenos a cuantos celebramos su conversión caminar hacia Ti, siguiendo su ejemplo, y ser ante el mundo testigos de tu verdad18. A nuestra Madre Santa María le pedimos que no dejemos pasar esas gracias bien concretas que nos da el Señor para que, a lo largo de la vida, volvamos una y otra vez a recomenzar.
1 Antífona de entrada. 2 Tim 1, 12; 4, 8. — 2 Cfr. Hech 7, 60. — 3 Cfr. San Agustín, Sermón 315. — 4 Hech 9, 2. — 5 Hech 8, 4. — 6 Hech 9, 3-5. — 7 Hech 22, 10. — 8 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 238. — 9 Antífona de comunión. Gal 2, 20. — 10 1 Cor 15, 8-10. — 11 San Bernardo, Sermón 1º en la Conversión de San Pablo, 1. — 12 San Agustín, Sobre la gracia y el libre albedrío, 5, 12. — 13 Santa Teresa, Vida, 10. — 14 Liturgia de las Horas, Segunda lectura; San Juan Crisóstomo, Homilía 2 sobre las alabanzas de San Pablo. — 15 Mc 16, 15. — 16 Juan Pablo II, Homilía 25-I-1987. — 17 2 Cor 11, 24-29. — 18 Misal Romano, Oración colecta de la Misa.
* Termina hoy el Octavario por la unidad de los cristianos conmemorando la conversión del Apóstol de las gentes. La gracia de Dios convierte a San Pablo de perseguidor de los cristianos en mensajero de Cristo. Este hecho nos enseña que la fe tiene su origen en la gracia y se apoya en la libre correspondencia humana, y que el mejor modo de acelerar la unidad de los cristianos consiste en fomentar cada día la conversión personal.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
La Conversión de San Pablo
La Sagrada Biblia, en el capítulo 9 de los Hechos de los Apóstoles, narra así La Conversión de San Pablo:
"Saulo, respirando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote y le pidió cartas de recomendación para las sinagogas de los judíos de Damasco, para que si encontraba algunos seguidores de Cristo, los pudiera llevar presos y encadenados a Jerusalén.
Y sucedió que yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo; cayó en tierra y oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?". El respondió: ¿Quién eres tú Señor? Y oyó que le decían: "Yo soy Jesús a quien tú persigues. Pero ahora levántate; entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que tendrás que hacer".
Los hombres que iban con él se habían detenido mudos de espanto, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y aunque tenía los ojos abiertos no veía nada. Lo llevaron de la mano y lo hicieron entrar en Damasco. Pasó tres días sin comer y sin beber.
Había en Damasco un discípulo llamado Ananías. El Señor le dijo en una visión: ¡Ananías! El respondió: "Aquí estoy Señor" y el Señor le dijo: "Levántate. Vete a la calle Recta y pregunta en la casa de Judas por uno de Tarso que se llama Saulo; mira: él está en oración y está viendo que un hombre llamado Ananías entra y le coloca las manos sobre la cabeza y le devuelve la vista.
Respondió Ananías y dijo: "Señor, he oído a muchos hablar de ese hombre y de los males que ha causado a tus seguidores en Jerusalén, y que ha venido aquí con poderes de los Sumos Sacerdotes para llevar presos a todos los que creen en tu nombre".
El Señor le respondió: "Vete, pues a éste lo he elegido como un instrumento para que lleve mi nombre ante los que no conocen la verdadera religión y ante los gobernantes y ante los hijos de Israel. Yo le mostraré todo lo que tendrá que padecer por mi nombre".
Fue Ananías. Entró en la casa. Le colocó sus manos sobre la cabeza y le dijo: "Hermano Saulo: me ha enviado a ti el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías. Y me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo". Al instante se le cayeron de los ojos unas como escamas y recobró la vista. Se levantó y fue bautizado. Tomó alimento y recobró las fuerzas.
Estuvo algunos días con los discípulos de Damasco y enseguida se puso a predicar en favor de Jesús, en las sinagogas o casas de oración, y decía que Jesús es el Hijo de Dios. Todos los que lo escuchaban quedaban admirados y decían: ¿No es éste el que en Jerusalén perseguía tan violentamente a los que invocaban el nombre de Jesús? Y ¿No lo habían enviado los Sumos Sacerdotes con cartas de recomendación para que se llevara presos y encadenados a los que siguen esa religión? "Pero Saulo seguía predicando y demostraba a muchos que Jesús es el Mesías, el salvador del mundo".
Saulo se cambió el nombre por el de Pablo. Y en la carta a los Gálatas dice: "Cuando Aquél que me llamó por su gracia me envió a que lo anunciara entre los que no conocían la verdadera religión, me fui a Arabia, luego volví a Damasco y después de tres años subí a Jerusalén para conocer a Pedro y a Santiago". Las Iglesias de Judea no me conocían pero decían: "El que antes nos perseguía, ahora anuncia la buena noticia de la fe, que antes quería destruir". Y glorificaban a Dios a causa de mí.
Apóstol San Pablo: que tu conversión sea como un ideal para todos y cada uno de nosotros. Que también en el camino de nuestra vida nos llame Cristo y nosotros le hagamos caso y dejemos nuestra antigua vida de pecado y empecemos una vida dedicada a la santidad, a las buenas obras y al apostolado.
Si lo que busco es agradar a la gente, no seré siervo de Cristo.
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Fuente: Santopedia.com
Enrique Suso, Beato Dominico, Enero 25
Martirologio Romano: En Ulm, ciudad de Suabia (hoy Alemania), beato Enrique Suso, presbítero de la Orden de Predicadores, que soportó pacientemente muchos contratiempos y enfermedades, compuso un tratado sobre la sabiduría eterna y predicó a menudo sobre el Nombre de Jesús (1366). |
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Elvira, Santa Abadesa, 25 de enero
Abadesa
Etimológicamente significa "prudente consejera", Viene de la lengua alemana. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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