JMJ
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1,14-20
Gloria a ti, Señor.
Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía:
"Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio".
Caminaba Jesús por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano, Andrés, echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: "Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres".
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en una barca, remendando sus redes. Los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre con los trabajadores, se fueron con Jesús.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Pax
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
"El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
lun 1a. Ordinario año impar
Antífona de Entrada
Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él me libra de todo peligro. Mírame, Dios mío, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.
Oración Colecta
Oremos:
Acepta, Señor, los dones que te presentamos para esta Eucaristía a fin de que, a cambio de ofrecerte lo que tú nos has dado, podamos recibir de ti tu misma vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Primera Lectura
Dios nos ha hablado por su Hijo
Lectura de la carta a los Hebreos 1, 1-6
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros antepasados por medio de los profetas. Ahora, en este momento final, nos ha hablado por medio del Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por quien hizo también el universo.
El es reflejo de su gloria, imagen perfecta de su ser. El sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de Dios en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más excelente es el título que ha heredado.
En efecto, ¿a qué ángel dijo Dios alguna vez:
"Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy?"
Y también:
"¿Yo seré para él un padre y él será
para mí un hijo?"
Y en otro pasaje, al introducir en el mundo a su Hijo primogénito, dice:
"Adórenlo todos los ángeles de Dios".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del Salmo 96
Angeles del Señor, adórenlo.
Reina el Señor, alégrese la tierra; cante de regocijo el mundo entero. El trono del Señor está asentado sobre la justicia y el derecho.
Angeles del Señor, adórenlo.
Los cielos pregonan su justicia, su inmensa gloria ven todos los pueblos. Que caigan ante Dios todos los dioses.
Angeles del Señor, adórenlo.
Tú, Señor altísimo, estás muy por encima de la tierra y mucho más en alto que los dioses.
Angeles del Señor, adórenlo.
Aclamación antes del evangelio
Aleluya, aleluya.
El Reino de Dios está cerca, dice el Señor; arrepiéntanse y crean en el Evangelio.
Aleluya
Evangelio
Arrepiéntanse y crean en el Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1,14-20
Gloria a ti, Señor.
Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía:
"Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio".
Caminaba Jesús por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano, Andrés, echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: "Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres".
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en una barca, remendando sus redes. Los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre con los trabajadores, se fueron con Jesús.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te presentamos para esta Eucaristía a fin de que, a cambio de ofrecerte lo que tú nos has dado, podamos recibir de ti tu misma vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
Prefacio
El misterio de nuestra salvación en Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.
El, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria diciendo:
Antífona de la Comunión
Mi alma espera al Señor con más ansia que los centinelas el amanecer, porque con el Señor viene la misericordia y la abundancia de su gracia.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Tú que nos has hecho partícipes de la vida de Cristo en este sacramento, transfórmanos, Señor, a imagen de tu Hijo, para que participemos también de su gloria en el cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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Dia 11/01 San Martín de León (religioso, blanco)
Antífona de Entrada
El Señor es la parte que me ha tocado en herencia; la parte que he recibido es la más hermosa. El mismo Señor es mi recompensa.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, tú que otorgaste a san Martín de León, la gracia de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde; ayúdanos a vivir fielmente nuestra vocación cristiana para que reproduzcamos cada día mejor, en nosotros, la imagen de tu Hijo, que vive y reina contigo...
Amén.
Primera Lectura
El Señor es su heredad
Lectura del libro del Deuteronomio 10, 8-9
Moisés habló al pueblo y dijo:
"El Señor apartó a la tribu de Leví para que llevara el arca de la alianza del Señor, estuviera en presencia del Señor, a su servicio, y bendijera en su nombre, y así hacen todavía hoy. Por eso el levita no recibe parte en la heredad de sus hermanos, sino que el Señor es su heredad, como le dijo el Señor tu Dios".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 14
El justo habitará en tu monte santo, Señor.
El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua.
El justo habitará en tu monte santo, Señor.
El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor.
El justo habitará en tu monte santo, Señor.
El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente.
El justo habitará en tu monte santo, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados.
Aleluya.
Evangelio
Ustedes son la luz del mundo
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 13-16.
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Ustedes son la luz del mundo.
No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una vela para meterla debajo de una olla, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así la luz de ustedes a los hombres, para que vean sus buenas obras y den gloria a su Padre que está en el cielo".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Dios misericordioso, que transformaste a san Martín de León, para hacer de él un hombre nuevo a imagen de Cristo, renuévanos también a nosotros mediante este sacrificio de reconciliación que vamos a ofrecerte.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Acción de los santos en la Iglesia
En verdad es justo y necesario, nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque con la vida de tus santos, enriqueces a tu Iglesia con formas siempre nuevas de admirable santidad, y nos das pruebas indudables de tu amor por nosotros; y también, porque su ejemplo nos impulsa y su intercesión nos ayuda a colaborar en el misterio de la salvación.
Por eso,
ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y santos diciendo:
Antífona de la Comunión
Yo les aseguro, dice el Señor, que los que han dejado todo para seguirme, recibirán cien veces más y alcanzarán la vida eterna.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, con la luz y la fuerza de este sacramento que hemos recibido, condúcenos siempre por el camino de tu amor, a fin de que la obra de salvación que has iniciado en nosotros, se vea coronada el día de la venida gloriosa de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
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† Meditación diaria
1ª Semana. Lunes
LLAMADA DE LOS PRIMEROS DISCÍPULOS
— El Señor llama a los discípulos en medio de su trabajo. A nosotros nos llama también en nuestros quehaceres, y nos deja en ellos para que los santifiquemos y le demos a conocer.
— La santificación del trabajo. El ejemplo de Cristo.
— Trabajo y oración.
I. Después del Bautismo, con el que inaugura su ministerio público, Jesús busca a aquellos a quienes hará partícipes de su misión salvífica. Y los encuentra en su trabajo profesional. Son hombres habituados al esfuerzo, recios, sencillos de costumbres. Al pasar junto al mar de Galilea -se lee en el Evangelio de la Misa1-, vio a Simón y a Andrés, que echaban las redes en el mar, pues eran pescadores. Y les dijo Jesús: Seguidme, y os haré pescadores de hombres. Y cambia la vida de estos hombres.
Los Apóstoles fueron generosos ante la llamada de Dios. Estos cuatro discípulos –Pedro, Andrés, Juan y Santiago– conocían ya al Señor2, pero es este el momento preciso en el que, respondiendo a la llamada divina, deciden seguirle del todo, sin condiciones, sin cálculos, sin reservas. Así la siguen hoy muchos en medio del mundo, con entrega total en un celibato apostólico. Desde ahora, Cristo será el centro de sus vidas, y ejercerá en sus almas una indescriptible atracción. Jesucristo los busca en medio de su tarea ordinaria, como hizo Dios con los Magos –según hemos contemplado hace pocos días–: por aquello que les podía ser más familiar, el brillo de una estrella; como llamó el Ángel a los pastores de Belén, mientras cumplen con su deber de guardar el ganado, para que fueran a adorar al Niño Dios y acompañaran aquella noche a María y a José...
En medio de nuestro trabajo, de nuestros quehaceres, nos invita Jesús a seguirle, para ponerle en el centro de la propia existencia, para servirle en la tarea de evangelizar el mundo. "Dios nos saca de las tinieblas de nuestra ignorancia, de nuestro caminar incierto entre las incidencias de la historia, y nos llama con voz fuerte, como un día lo hizo con Pedro y con Andrés: Venite post me, et faciam vos fieri piscatores hominum (Mt 4, 19), seguidme y yo os haré pescadores de hombres, cualquiera que sea el puesto que en el mundo ocupemos"3. Nos elige y nos deja –a la mayor parte de los cristianos, los laicos– allí donde estamos: en la familia, en el mismo trabajo, en la asociación cultural o deportiva a la que pertenecemos... para que en ese lugar y en ese ambiente le amemos y le demos a conocer a través de los vínculos familiares, o de las relaciones de trabajo, de amistad...
Desde el momento en que nos decidimos a poner a Cristo como centro de nuestra vida, todo cuanto hacemos queda afectado por esa decisión. Debemos preguntarnos si somos consecuentes ante lo que significa que el trabajo se convierta en el lugar para crecer en esa amistad con Jesucristo, mediante el desarrollo de las virtudes humanas y de las sobrenaturales.
II. El Señor nos busca y nos envía a nuestro ambiente y a nuestra profesión. Pero quiere que ese trabajo sea ya diferente. "Me escribes en la cocina, junto al fogón. Está comenzando la tarde. Hace frío. A tu lado, tu hermana pequeña –la última que ha descubierto la locura divina de vivir a fondo su vocación cristiana– pela patatas. Aparentemente –piensas– su labor es igual que antes. Sin embargo, ¡hay tanta diferencia!
"—Es verdad: antes "solo" pelaba patatas; ahora, se está santificando pelando patatas"4.
Para santificarnos con los quehaceres del hogar, con las gasas y las pinzas del hospital (¡con esa sonrisa habitual ante los enfermos!), en la oficina, en la cátedra, conduciendo un tractor o delante de las mulas, limpiando la casa o pelando patatas..., nuestro trabajo debe asemejarse al de Cristo, a quien hemos contemplado en el taller de José hace unos días, y al trabajo de los apóstoles, a quienes hoy, en el Evangelio de la Misa, vemos pescando. Debemos fijar nuestra atención en el Hijo de Dios hecho Hombre mientras trabaja, y preguntarnos muchas veces: ¿qué haría Jesús en mi lugar?, ¿cómo realizaría mi tarea? El Evangelio nos dice que todo lo hizo bien5, con perfección humana, sin chapuzas; y eso significa hacer el trabajo con espíritu de servicio a sus vecinos, con orden, con serenidad, con intensidad; entregaría los encargos en el plazo convenido, remataría su trabajo artesano con amor, pensando en la alegría de los clientes al recibir un trabajo sencillo, pero perfecto; se fatigaría... También realizó Jesús su quehacer con plena eficacia sobrenatural, pues a la vez, con ese mismo trabajo, estaba realizando la redención de la humanidad, unido a su Padre con amor y por amor, unido a los hombres también por amor a ellos6, y lo que se hace por amor, compromete.
Ningún cristiano puede pensar que, aunque su trabajo sea aparentemente de poca importancia –o así lo juzguen con ligereza algunos, con sus comentarios superficiales–, puede realizarlo de cualquier modo, con dejadez, sin cuidado y sin perfección. Ese trabajo lo ve Dios y tiene una importancia que nosotros no podemos sospechar. "Me has preguntado qué puedes ofrecer al Señor. —No necesito pensar mi respuesta: lo mismo de siempre, pero mejor acabado, con un remate de amor, que te lleve a pensar más en Él y menos en ti"7.
III. Para un cristiano que vive cara a Dios, el trabajo debe ser oración –pues sería una gran pena que "solo" pele patatas, en vez de santificarse mientras las pela bien–, una forma de estar a lo largo del día con el Señor, y una gran oportunidad de ejercitarse en las virtudes, sin las cuales no podría alcanzar la santidad a la que ha sido llamado; es, a la vez, un eficaz medio de apostolado.
Oración es conversar con el Señor, elevar el alma y el corazón hasta Él para alabarle, darle gracias, desagraviarle, pedirle nuevas ayudas. Esto se puede llevar a cabo por medio de pensamientos, de palabras, de afectos: es la llamada oración mental y la oración vocal; pero también se puede hacer por medio de acciones capaces de transmitir a Dios lo mucho que queremos amarle y lo mucho que lo necesitamos. Así pues, oración es también todo trabajo bien acabado y realizado con visión sobrenatural8, es decir, con la conciencia de estar colaborando con Dios en la perfección de las cosas creadas y de estar impregnando todas ellas con el amor de Cristo, completando así su obra redentora, cumplida no solo en el Calvario, sino también en el taller de Nazaret.
El cristiano que está unido a Cristo por la gracia convierte sus obras rectas en oración; por eso es tan importante la devoción del ofrecimiento de obras por las mañanas, al levantarnos, en la que, con pocas palabras, le decimos al Señor que toda la jornada es para Él; renovarlo luego algunas veces durante el día, y principalmente en la Santa Misa, es de gran importancia para la vida interior. Pero el valor de esta oración que es el trabajo del cristiano dependerá del amor que se ponga al realizarlo, de la rectitud de intención, del ejercicio de la caridad, del esfuerzo para acabarlo con competencia profesional. Cuanto más actualicemos la intención de convertirlo en instrumento de redención, mejor lo realizaremos humanamente, y más ayuda estaremos prestando a toda la Iglesia. Por la naturaleza de algunos trabajos, que exijan una gran concentración de la atención, no será fácil tener la mente con frecuencia en Dios; pero, si nos hemos acostumbrado a tratarle, buscándole de modo esforzado, Él estará como "una música de fondo" de todo lo que hacemos. Desempeñando así nuestras tareas, trabajo y vida interior no se interrumpirán, "como el latir del corazón no interrumpe la atención a nuestras actividades de cualquier tipo que sean"9. Por el contrario, trabajo y oración se complementan, como se enlazan con armonía las voces y los instrumentos. El trabajo no solo no entorpece la vida de oración, sino que se convierte en su vehículo. Se cumple entonces lo que le pedimos en esa hermosa oración10 al Señor: Actiones nostras, quaesumus, Domine, aspirando praeveni et adiuvando prosequere: ut cuncta nostra oratio et operatio a te semper incipiat, et per te coepta finiatur: que todo nuestro día, nuestra oración y nuestro trabajo, tomen su fuerza y empiecen siempre en Ti, Señor, y que todo lo que hemos comenzado por Ti llegue a su fin11.
Si Jesucristo, a quien hemos constituido en centro de nuestra existencia, está en el trasfondo de todo lo que realizamos, nos resultará cada vez más natural aprovechar las pausas que hay en toda labor para que esa "música de fondo" se transforme en auténtica canción. Al cambiar de actividad, al permanecer con el coche parado ante la luz roja de un semáforo, al acabar un tema de estudio, mientras se consigue una comunicación telefónica, al colocar las herramientas en su sitio..., vendrá esa jaculatoria, esa mirada a una imagen de Nuestra Señora o al Crucifijo, una petición sin palabras al Ángel Custodio, que nos reconfortan por dentro y nos ayudan a seguir en nuestro quehacer.
Como el amor sabe encontrar recursos, es ingenioso, sabremos poner algunas "industrias humanas", algunos recordatorios, que nos ayuden a no olvidarnos de que a través de lo humano hemos de ir a Dios. "Pon en tu mesa de trabajo, en la habitación, en tu cartera..., una imagen de Nuestra Señora, y dirígele la mirada al comenzar tu tarea, mientras la realizas y al terminarla. Ella te alcanzará –¡te lo aseguro!– la fuerza para hacer, de tu ocupación, un diálogo amoroso con Dios"12.
1 Mc 1, 14-20. — 2 Cfr. Jn 1, 35-42. — 3 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, Rialp, 1ª ed., Madrid 1973, 45. — 4 ídem, Surco, Rialp, 3ª ed., Madrid 1986, n. 498. — 5 Mc 7, 37. — 6 Cfr. J. L. Illanes, La santificación del trabajo, Palabra, 5ª ed., Madrid 1974, p. 77 ss. — 7 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 495. — 8 Cfr. R. Gómez Pérez, La fe y los días, Palabra, 3ª ed., Madrid 1973, pp. 107-110. — 9 San Josemaría Escrivá, Carta 15-X-1948. — 10 Enchiridion Indulgentiarum, Políglota Vaticana, Roma 1968, n. 1. — 11 Cfr. S. Canals, Ascética meditada, Rialp, 15ª ed., Madrid 1981, p. 142. — 12 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 531.
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Después de Epifanía
11 de enero
LA OBEDIENCIA DE JESÚS. NUESTRA OBEDIENCIA
— Jesús, modelo de obediencia.
— Frutos de la obediencia.
— Obediencia y libertad. Obediencia por amor.
I. Después del encuentro en el Templo, Jesús regresó a Galilea con María y José. Y bajó con ellos, y vino a Nazaret, y les estaba sujeto1. El Espíritu Santo ha querido dejar consignado este hecho en el Evangelio. La fuente solo puede provenir de María, que vio una y otra vez la obediencia callada de su Hijo. Es una de las pocas noticias que nos han llegado de estos años de vida oculta: que Jesús les obedecía. «Cristo, a quien el universo está sujeto –comenta San Agustín–, estaba sujeto a los suyos»2. Por obediencia al Padre, se sometió Jesús a quienes en su vida terrena encontró investidos de autoridad; en primer lugar, a sus padres.
Nuestra Señora debió de reflexionar en muchas ocasiones acerca de la obediencia de Jesús, que fue extremadamente delicada y a la vez sencilla y llena de naturalidad. San Lucas nos dice inmediatamente que su madre guardaba todas estas cosas en su corazón3.
Toda la vida de Jesús fue un acto de obediencia a la voluntad del Padre: Yo hago siempre lo que es de su agrado4, nos afirmará más tarde. Y en otra ocasión dijo claramente a sus discípulos: Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra5.
El alimento es lo que da energías para vivir. Y Jesús nos dice que la obediencia a la voluntad de Dios –manifestada de formas tan diversas– deberá ser lo que alimente y dé sentido a nuestras vidas. Sin obediencia no hay crecimiento en la vida interior, ni verdadero desarrollo de la persona humana; la obediencia, «lejos de menoscabar la dignidad humana, la lleva por la más amplia libertad de los hijos de Dios, a la madurez»6.
No hay ninguna situación en nuestra vida que sea indiferente para Dios. En cada momento espera de nosotros una respuesta: la que coincide con su gloria y con nuestra personal felicidad. Somos felices cuando obedecemos, porque hacemos lo que el Señor quiere para nosotros, que es lo que nos conviene, aunque en alguna ocasión nos cueste.
La voluntad de Dios se nos manifiesta a través de los mandamientos de su Iglesia, de acontecimientos que suceden, y también de personas a quienes debemos obediencia.
II. La obediencia es una virtud que nos hace muy gratos al Señor.
En la Sagrada Escritura se nos narra la desobediencia de Saúl a un mandato que había recibido de Yahvé. Y a pesar de su victoria sobre los amalecitas y de los sacrificios que después ofreció el propio rey, el Señor se arrepintió de haberlo hecho rey, y, por boca del profeta Samuel, le dijo: Mejor es la obediencia que las víctimas7. Y comenta San Gregorio: «Con razón se antepone la obediencia a las víctimas; porque mediante la obediencia se inmola la propia voluntad»8. En la obediencia manifestamos nuestra entrega al Señor.
En el Evangelio vemos cómo obedece nuestra Madre Santa María, que se llama a sí misma la esclava del Señor9, manifestando que no tiene otra voluntad que la de su Dios. Obedece San José, y siempre con presteza, las cosas que se le ordenan de parte del Señor10. Es la prontitud en hacer lo mandado, una de las cualidades de la verdadera obediencia.
Los Apóstoles, a pesar de sus limitaciones, saben obedecer. Y porque confían en el Señor echan la red a la derecha de la barca11, donde les ha dicho Jesús, y obtienen una pesca abundante, a pesar de no ser la hora oportuna y de tener experiencia de que aquel día parecía no haber un solo pez en todo el lago. La obediencia y la fe en la palabra del Señor hacen milagros.
Muchas gracias y frutos van unidos a la obediencia. Los diez leprosos son curados por la obediencia a las palabras del Señor: Id y mostraos a los sacerdotes. Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios12. Y lo mismo le ocurrió a aquel ciego a quien el Señor le puso lodo en los ojos, y le dijo: anda, y lávate en la piscina de Siloé, que significa el Enviado. Fue, pues, el ciego y se lavó allí, y volvió con vista13. «¡Qué ejemplo de fe segura nos ofrece este ciego! Una fe viva, operativa. ¿Te conduces tú así con los mandatos de Dios, cuando muchas veces estás ciego, cuando en las preocupaciones de tu alma se oculta la luz? ¿Qué poder encerraba el agua, para que al humedecer los ojos fueran curados? Hubiera sido más apropiado un misterioso colirio, una preciosa medicina preparada en el laboratorio de un sabio alquimista. Pero aquel hombre cree, pone por obra el mandato de Dios y vuelve con los ojos llenos de claridad»14. ¡Cuántas veces vamos a encontrar la luz nosotros también en esa persona puesta por Dios para que nos guíe y nos cure si somos dóciles en la obediencia! Dios Padre otorga el Espíritu Santo a los que obedecen15, se lee en los Hechos de los Apóstoles.
El Evangelio nos muestra muchos ejemplos de personas que supieron obedecer: los sirvientes de Caná de Galilea16, los pastores de Belén17, los Magos18... Todos recibieron abundantes gracias de Dios.
«La obediencia hace meritorios nuestros actos y sufrimientos de tal modo que, de inútiles que estos últimos pudieran parecer, pueden llegar a ser muy fecundos. Una de las maravillas realizadas por nuestro Señor es haber hecho que fuera provechosa la cosa más inútil, como es el dolor. Él lo ha glorificado mediante la obediencia y el amor. La obediencia es grande y heroica cuando por cumplirla está uno dispuesto a la muerte y a la ignominia»19.
III. «Jesucristo, en cumplimiento de la voluntad del Padre, inauguró en la tierra el Reino de los cielos, nos reveló su misterio y realizó la redención con su obediencia»20. Y San Pablo nos dice que se humilló, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz21. En Getsemaní, la obediencia de Jesús alcanza su punto culminante, cuando renuncia completamente a su voluntad para aceptar la carga de todos los pecados del mundo y así redimirnos: Padre, dice (...), no se haga lo que yo quiero sino lo que quieres tú22. No nos extrañe si al abrazar la obediencia nos encontramos con la cruz. La obediencia exige, por amor a Dios, la renuncia a nuestro yo, a nuestra más íntima voluntad. Sin embargo, Jesús ayuda y facilita el camino, si somos humildes. «Díjome una vez (el Señor) –cuenta Santa Teresa–, que no era obedecer sino estar determinada a padecer, que pusiese los ojos en lo que Él había padecido y todo se me haría fácil»23.
Cristo obedece por amor, ese es el sentido de la obediencia cristiana: la que se debe a Dios y a sus mandamientos, la que se debe a la Iglesia, a los padres –a sus mandatos y a la doctrina del Magisterio–, y la que afecta a aquellas cosas más íntimas de nuestra alma. En todos los casos, de forma más o menos directa, estamos obedeciendo a Dios a través de las autoridades. Y no quiere el Señor servidores de mala gana, sino hijos que desean cumplir su voluntad.
La obediencia, que siempre supone sujeción y entrega, no es falta de libertad ni de madurez. Hay vínculos que esclavizan y otros que liberan. La cuerda que une al alpinista con sus compañeros de escalada no es atadura que perturbe, sino vínculo que da seguridad y evita la caída al abismo. Y los ligamentos que unen las partes del cuerpo no son ataduras que impiden los movimientos, sino garantía de que estos se realicen con soltura, armonía y firmeza.
Por el contrario, la verdadera libertad se ve amenazada por la sensualidad desordenada, la estrechez de pensamiento originada en el egoísmo y en la voluntad individualista. Estos obstáculos son superados por la obediencia que eleva y ensancha la propia personalidad.
La obediencia, lleva también consigo la educación verdadera del carácter y una gran paz en el alma, frutos del sacrificio y de la entrega de la propia voluntad por un bien más alto. Sirviendo a Dios, a través de la obediencia, se adquiere la verdadera libertad: Deo servire, regnare est. Servir a Dios es reinar... Te pedimos, Señor, que quienes nos gloriamos de obedecer los mandatos de Cristo, Rey del Universo, vivamos eternamente con Él en el reino de los Cielos24.
Si nos ponemos muy cerca de la Virgen aprenderemos con facilidad a obedecer con prontitud, alegría y eficacia. «Tratemos de aprender, siguiendo su ejemplo en la obediencia a Dios, en esa delicada combinación de esclavitud y de señorío. En María no hay nada de aquella actitud de las vírgenes necias, que obedecen, pero alocadamente. Nuestra Señora oye con atención lo que Dios quiere, pondera lo que no entiende, pregunta lo que no sabe. Luego, se entrega toda al cumplimiento de la voluntad divina: he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra (Lc 1, 38)»25.
1 Lc 2, 51. — 2 San Agustín, Sermón 51, 19. — 3 Lc 2, 51. — 4 Jn 8, 29. — 5 Jn 4, 34. — 6 Conc. Vat. II, Decr. Perfectae caritatis, 14. — 7 1 Sam 15, 22. — 8 San Gregorio Magno, Moralia, 14. — 9 Lc 1, 38. — 10 Cfr. Mt 2, 13-15. — 11 Jn 21, 6. —12 Lc 17, 14. — 13 Jn 9, 6-7. — 14 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 193. —15 Hech 5, 32. — 16 Cfr. Jn 2, 3 ss. — 17 Cfr. Lc 2, 18. — 18 Cfr. Mt 2, 1-12. — 19R. Garrigou Lagrange, Las tres edades de la vida interior, vol. II, p. 683. — 20 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 3. — 21 Flp 2, 8. — 22 Mc 14, 36. — 23 Santa Teresa,Vida, 26. — 24 Oración después de la Comunión. — 25 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 173.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Teodosio
Señor Dios: gracias por darnos ejemplos tan maravillosos en tus santos.
Te suplicamos que a imitación de San Teodosio vivamos de
manera tan santa cada día, que a cualquier hora que vengas
a llamarnos a la eternidad nos puedas decir
aquellas palabras del evangelio:
"Bien siervo bueno y prudente: has sido fiel en lo poco,
ahora te constituiré sobre lo mucho". Amen.
Su nombre significa: "Regalo de Dios".
Nació en Turquía en el año de 423.
Sus padres lo acostumbraban desde jovencito a leer cada día con atención una página de la Sagrada Escritura, lo cual le sirvió muchísimo para llegar a la santidad.
Al leer en el Génesis que Abraham agradó a Dios al dejar su patria y su familia para irse a la Tierra Santa a servir al verdadero Dios, dispuso hacer él otro tanto, y dejando sus grandes riquezas y su familia, se fue a Jerusalén.
Antes que todo se fue a visitar al famoso San Simeón el Estilita, el cual le anunció muchas de las cosas que le iban a suceder durante su vida y le dio consejos muy prácticos para saber comportarse bien.
Después de visitar en peregrinación a Jerusalén, Belén y Nazaret, se propuso dedicarse a vivir como un religioso solitario. Pero luego, el temor de tener que vivir sin un director espiritual y por lo tanto quedar expuesto a graves equivocaciones, lo hizo quedarse cerca de Belén, donde vivía el más sabio director de religiosos de esas regiones, el abad Longinos.
Después de ser ordenado sacerdote, recibió de Longinos la orden de encargarse del culto de una iglesia que estaba en el camino entre Jerusalén y Belén. Después de los actos de culto en la iglesia se iba a una cueva solitaria a meditar y rezar.
Pronto vinieron muchos jóvenes a pedirle ser admitidos como religiosos. El recibía a todos aquellos que demostraban estar dispuestos sinceramente a hacer penitencia y convertirse. A uno de sus discípulos, el que después fue obispo de Petra, le debemos los datos que vamos a narrar en seguida.
A sus jóvenes religiosos les hacía cavar ellos mismos su propia sepultura (una pala cada noche cada uno, antes de acostarse diciendo: "Yo he de morir, yo no sé cuándo; yo he de morir, yo no sé dónde; yo he de morir, yo so sé cómo; pero lo que sí sé de cierto es que si muero en pecado mortal me condenaré para siempre"). Esto para que recordaran que somos polvo y en polvo nos hemos de convertir y que "a la hora menos pensada vendrá el Hijo de Dios a tomarnos cuentas y que hay que estar preparados, porque no sabemos ni el día ni la hora".
Cuando terminaron de cavar la primera sepultura, el abad Teodosio, les dijo: "La sepultura ya está lista; ¿quién desea ocuparla?". Un sacerdote llamado Basilio se adelantó y dijo: "Padre, si al buen Dios le parece bien así, yo acepto ser el primero en morir. Pero rezad por mí y dadme la bendición". Teodosio mandó que rezaran por Basilio las oraciones por los moribundos. A los cuatro días el sacerdote cayó muerto de repente, sin haber estado enfermo antes. Pero estaba bien preparado para la muerte.
Un día de pascua no había nada con qué almorzar. Los monjes empezaron a murmurar pero Teodosio les recomendó que tuvieran fe en la Divina Providencia. A medio día llegó una recua de mulas cargadas con alimentos. Nadie supo de dónde llegaron ni quién las envió.
Como la fama de santidad de Teodosio atraía muchos jóvenes que venían a vivir como religiosos, tuvo que hacer tres conventos: uno para los que hablaban griego, otro para los que hablaban idiomas eslavos y el tercero para los de idiomas orientales como hebreo, árabe y persa. Todos cerca de Belén. Los salmos los rezaba cada convento en su propio idioma, pero la Eucaristía la celebraban todos juntos en el templo.
También construyó Teodosio cerca de Belén tres hospitales: uno con ancianato, otro para los que sufrían toda clase de enfermedades, y el tercero para los que padecían enfermedades mentales. Esta idea era muy nueva en esos tiempos y poco frecuente en el mundo.
Eran tantos los enfermos que venían a ser atendidos, que los historiadores de ese tiempo cuentan que hubo días en que llegaron cien enfermos a ser curados. Cuando no había alimentos o medicinas, Teodosio ponía a sus monjes a rezar con toda fe y las ayudas llegaban de las maneras más inesperadas.
Los monasterios dirigidos por San Teodosio eran como una ciudad de santos en el desierto. Todo se hacía a su tiempo y con exactitud, oración, trabajo, descanso, etc. Cada uno se esmeraba por tratar a los demás como deseaba ser tratado por ellos. El silencio era perfecto. Todos estaban obligados a dedicar varias horas del día a trabajos manuales para conseguir lo necesario para alimentar a tanta gente. El Arzobispo de Jerusalén quedó tan admirado de aquel orden y seriedad, que nombró a Teodosio "Superior de todos los religiosos que vivían en Tierra Santa".
El emperador de Constantinopla apoyaba una herejía que le negaba algunas cualidades de Jesucristo, y para que Teodosio lo apoyara le envió una gran cantidad de dinero. Teodosio recibió el dinero y lo repartió entre los pobres pero recorrió toda Palestina diciéndole a la gente cristiana: "El que enseñe algo acerca de Jesucristo, contrario a lo que enseña la Santa Iglesia Católica, sea maldito". Y los sermones de este santo producían efectos maravillosos en los oyentes.
También obtenía milagros de Dios. Una vez una mujer que tenía un tumor maligno incurable, tocó con fe el manto de Teodosio y quedó curada instantáneamente.
El emperador se disgustó porque el abad no apoyaba sus herejías y lo desterró. Pero enseguida murió el emperador, y él que lo reemplazó mandó a nuestro santo que volviera inmediatamente a sus conventos de Belén.
Teodosio enfermó de una afección dolorosísima. Como el había curado a tantos enfermos con su oración, un discípulo le aconsejó que le pidiera a Dios que le quitara la enfermedad. El santo le respondió: "Eso sería falta de paciencia; eso sería no aceptar la santa voluntad del Señor". ¿No sabes que "Todo redunda en bien de los que aman a Dios?".
Cuando sintió que se iba a morir mandó reunir junto a su lecho a sus religiosos y les recomendó vivir de tal manera bien que cada día estuvieran prontos para presentarse ante el Juicio de Dios. Y anunció varios hechos que sucedieron después.
Murió a los 105 años, en el año 529. Era admirable su vigor en la ancianidad, a pesar de que ayunaba y empleaba muchas noches en la oración. De él se pudo decir lo que la S. Biblia afirma de Moisés: "Conservó su robustez y vigor hasta la más avanzada ancianidad".
El Arzobispo de Jerusalén y muchísimos cristianos de esa Ciudad Santa asistieron a su entierro y durante sus funerales se obraron varios milagros.
Lo sepultaron en la cueva en la cual escamparon los Reyes Magos cuando viajaban de Jerusalén a Belén.
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Autor: Archidiócesis de Madrid
Tomás de Cori, Santo Franciscano Menor, 11 Enero
Nacido en Cori (Latina) el 4 de junio de 1655, Tomás tuvo una infancia marcada por la pérdida prematura de su madre primero y de su padre después, quedando sólo, a los catorce años, al cuidado de la hermana más pequeña. Hará de pastor, aprendiendo la sabiduría de las cosas simples. Casadas las hermanas, queda libre para seguir la inspiración que desde algún año guardaba en el silencio del corazón: pertenecer completamente a Dios en la vida religiosa franciscana. Había conocido a los Frailes Menores en su misma ciudad en el Convento de S. Francisco. Casadas las dos hermanas y libre de toda preocupación, fue acogido en la Orden y enviado a Orvieto para hacer el año de noviciado. Profesada la Regla de S. Francisco y finalizados los estudios de teología, se ordena sacerdote en 1683. Fue nombrado inmediatamente vice maestro de novicios en el convento de la SS. Trinidad de Orvieto; sus superiores reconocieron desde muy pronto sus dotes. |
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Fuente: Corazones.org
Higinio Santo IX Papa, 11 Enero
IX Papa
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Fuente: Vatican.va
Francisca de Sales (Leonia Aviat), Santa Fundadora, 11 Enero
Fundadora de la Congregación de Oblatas de San Francisco de Sales |
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Fuente: usuarios.lycos.es/DOMINICOS
Bernardo Scammacca, Beato Dominico, 11 Enero
Bernardo, antes Antonio, nace en Catania (Sicilia) de familia noble el año 1430. |
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Francisco Rogaczewski, Beato Mártir, 11 Enero
Nació en Lipanki en 1892 y fue martirizado durante la ocupación nazi. |
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Vital de Gaza, Santo Emitaño, Enero 11
Etimológicamente significa " vitalista, lleno de vida". Viene de la lengua latina. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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