sábado, 3 de octubre de 2015

Domingo por la Santísima Trinidad. 04/10/2015. Excepto causa grave, no asistir a Misa dominical es pecado GRAVE (CIC 2042, 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Precepto: Misa ENTERA. Víspera del Domingo comienza el Sábado después 1

JA

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (10, 2-16)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: "¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?" El les respondió: "¿Qué les prescribió Moisés?"

Ellos contestaron:

"Moisés nos permitió el divorcio mediante la entrega de un acta de divorcio a la esposa".

Jesús les dijo: "Moisés prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos una sola cosa. De modo que ya no son dos, sino una sola cosa. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre".

Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre el asunto. Jesús les dijo: "Si uno se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio".

Después de esto, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo. Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: "Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él".

Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

"El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?

Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?

Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).

 

 

Misal

 

Vigésimo Séptimo Domingo del Tiempo Ordinario

Día del Señor

Dichoso el que teme al Señor

Bueno es el Señor con los que en él confian

Antífona de Entrada

Todo depende de tu voluntad, Señor, y nadie puede resistirse a ella. Tú has hecho los cielos y la tierra y las maravillas que contienen. Tú eres el Señor del universo.

Se dice Gloria.

Oración Colecta

Oremos:

Padre lleno de amor, que nos concedes siempre más de lo que merecemos y deseamos, perdona misericordiosamente nuestras ofensas y otórganos aquellas gracias que no hemos sabido pedirte y tú sabes que necesitamos.

Por nuestro Señor Jesucristo...

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del libro del Génesis (2, 18-24)

En aquel día, dijo el Señor Dios: "No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle a alguien como él, para que lo ayude". Entonces el Señor Dios formó de la tierra todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y los llevó ante Adán para que les pusiera nombre y así todo ser viviente tuviera el nombre puesto por Adán.

Así, pues, Adán les puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no hubo ningún ser semejante a Adán para ayudarlo.

Entonces el Señor Dios hizo caer al hombre en un profundo sueño, y mientras dormía, le sacó una costilla y cerró la carne sobre el lugar vacío. Y de la costilla que le había sacado al hombre, Dios formó una mujer.

Se la llevó al hombre y éste exclamó: "Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque ha sido formada del hombre". Por eso el hombre abandonará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola cosa.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 127

Dichoso el que teme al Señor.

Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos: comerá del fruto de su trabajo, será dichoso, le irá bien.

Dichoso el que teme al Señor.

Su mujer, como vid fecunda, en medio de su casa; sus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de su mesa.

Dichoso el que teme al Señor.

Esta es la bendición del hombre que teme al Señor: "Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida".

Dichoso el que teme al Señor.

 

Segunda Lectura

Lectura de la carta a los hebreos (2, 8-11)

Hermanos: Es verdad que ahora todavía no vemos el universo entero sometido al hombre; pero sí vemos ya al que por un momento Dios hizo inferior a los ángeles, a Jesús, que por haber sufrido la muerte, está coronado de gloria y honor. Así, por la gracia de Dios, la muerte que él sufrió redunda en bien de todos.

En efecto, el creador y Señor de todas las cosas quiere que todos sus hijos tengan parte en su gloria. Por eso convenía que Dios consumara en la perfección, mediante el sufrimiento, a Jesucristo, autor y guía de nuestra salvación.

El santificador y los santificados tienen la misma condición humana. Por eso no se avergüenza de llamar hermanos a los hombres.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

Si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.

Aleluya.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (10, 2-16)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: "¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?" El les respondió: "¿Qué les prescribió Moisés?"

Ellos contestaron:

"Moisés nos permitió el divorcio mediante la entrega de un acta de divorcio a la esposa".

Jesús les dijo: "Moisés prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos una sola cosa. De modo que ya no son dos, sino una sola cosa. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre".

Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre el asunto. Jesús les dijo: "Si uno se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio".

Después de esto, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo. Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: "Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él".

Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.

Oración de los Fieles

Celebrante:

Jesús, nuestro Salvador, nos ha llamado hermanos y quiere que juntos llamemos a Dios Abba, Padre. Por eso oremos juntos, diciendo:

Padre, escúchano

Por la Iglesia: que viviendo en la unidad sea fiel al amor de Cristo.

Oremos al Señor.

Padre, escúchanos.

Por el Papa Benedicto XVI: que experimente la protección de Dios y sea testigo del Evangelio.

Oremos al Señor.

Padre, escúchanos.

Por todos los pueblos del tercer milenio: que se respete la dignidad de la persona, se garanticen los derechos de las familias y se defienda la vida desde su concepción.

Oremos al Señor.

Padre, escúchanos.

Por los matrimonios: que viviendo en fidelidad sean ejemplo para sus hijos y eduquen en la verdad y el amor.

Oremos al Señor.

Padre, escúchanos.

Por las familias divididas, los corazones en pecado, los pueblos enemistados: que brote en ellos la reconciliación y la gracia, el amor y la paz.

Oremos al Señor.

Padre, escúchanos.

Por nosotros y por todos los cristianos: que al celebrar la Eucaristía se avive nuestro deseo de participar en las bodas eternas de Jesucristo.

Oremos al Señor.

Padre, escúchanos.

Celebrante:

Señor, que has dado fuerza sacramental al matrimonio, escucha nuestras oraciones y permítenos vivir con fidelidad la alianza que Cristo selló con la humanidad.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

 

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, este sacrificio de alabanza que tu mismo instituiste, y realiza en nosotros la obra de santificación que con su muerte nos mereció tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

Prefacio Dominical VII

La salvación por la obediencia

de Cristo

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque tu amor al mundo fue tan misericordioso, que no sólo nos enviaste como redentor a tu propio Hijo, sino que lo quisiste en todo semejante a nosotros, menos en el pecado, para poder así amar en nosotros lo que en él amabas.

Y con su obediencia nos devolviste aquellos dones que por nuestra desobediencia habíamos perdido.

Por eso, ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y los santos, diciendo: Santo, Santo, Santo...

 

Antífona de la Comunión

Bueno es el Señor con los que en él confían, con aquellos que no cesan de buscarlo.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Que esta comunión, Señor, sacie nuestra hambre y nuestra sed de ti y nos transforme en tu Hijo, Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

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Meditación diaria

Vigésimo séptimo Domingo
ciclo b

LA SANTIDAD DEL MATRIMONIO

— Unidad e indisolubilidad original.

— Camino de santidad.

— La familia, escuela de virtudes.

I. Se encontraba Jesús en Judea, en la otra orilla del Jordán, rodeado de una gran multitud, que escuchaba atentamente sus enseñanzas1. Entonces –leemos en el Evangelio de la Misa2– se acercaron unos fariseos y para tentarle, para enfrentarlo con la Ley de Moisés, le preguntaron si es lícito al marido repudiar a su mujer. Moisés había permitido el divorcio condescendiendo con la dureza del antiguo pueblo. La condición de la mujer era entonces ignominiosa y prácticamente podía ser dejada a un lado por cualquier causa, siguiendo ligada al marido. Moisés estableció que el marido diera a la mujer despedida una carta de repudio, testificando que la despedía; así quedaba libre para casarse con quien quisiera3. Los Profetas ya censuraron el divorcio a la vuelta del exilio4.

Jesús declara en esta ocasión la indisolubilidad original del matrimonio, según lo instituyera Dios en el principio de la creación. Para ello, cita expresamente las palabras del Génesis que se leen en la Primera lectura5. Pero en el principio de la creación los hizo Dios varón y hembra; por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido no lo separe el hombre. De este modo, el Señor declara la unidad y la indisolubilidad del matrimonio tal y como había sido establecido en el principio. Resultó tan novedosa esta doctrina para los mismos discípulos que, una vez en casa, volvieron a preguntarle. Y el Maestro confirmó más expresamente lo que ya había enseñado. Y les dijo: Cualquiera que repudie a su mujer y se una con otra, comete adulterio contra aquella; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio. Difícilmente se puede hablar con más nitidez. Sus palabras están llenas de una claridad deslumbradora. ¿Cómo es posible que un cristiano pueda cuestionar estas propiedades naturales del matrimonio y siga proclamando que imita y acompaña a Cristo?

Siguiendo al Maestro, la Iglesia reafirma con seguridad y firmeza "la doctrina de la indisolubilidad del matrimonio; a cuantos, en nuestros días, consideran difícil o incluso imposible vincularse a una persona por toda la vida y a cuantos son arrastrados por una cultura que rechaza la indisolubilidad matrimonial y que se mofa abiertamente del compromiso de los esposos a la fidelidad, es necesario repetir el buen anuncio de la perennidad del amor conyugal que tiene en Cristo su fundamento y su fuerza (Ef 5, 25).

"Enraizada en la donación personal y total de los cónyuges y exigida por el bien de los hijos, la indisolubilidad del matrimonio halla su verdad última en el designio que Dios ha manifestado en su Revelación: Dios quiere y da la indisolubilidad del matrimonio como fruto, signo y exigencia del amor absolutamente fiel que Dios tiene al hombre y que el Señor Jesús vive hacia su Iglesia"6. Ese vínculo, que solo la muerte puede desatar, es imagen del que existe entre Cristo y su Cuerpo Místico.

La dignidad del matrimonio y su estabilidad, por su trascendencia en las familias, en los hijos, en la misma sociedad, es uno de los temas que más importa defender, y ayudar a que muchos lo comprendan. La salud moral de los pueblos –se ha repetido muchas veces– está ligada al buen estado del matrimonio. Cuando este se corrompe bien podemos afirmar que la sociedad está enferma, quizá gravemente enferma7. De aquí la urgencia que todos tenemos de rezar y velar por las familias. Los mismos escándalos que, desgraciadamente, se producen y se divulgan, pueden ser ocasión para dar buena doctrina y ahogar el mal en abundancia de bien8. "Hay dos puntos capitales en la vida de los pueblos: las leyes sobre el matrimonio y las leyes sobre la enseñanza; y ahí, los hijos de Dios tienen que estar firmes, luchar bien y con nobleza, por amor a todas las criaturas"9.

II. Al elevar Jesucristo el matrimonio a la dignidad de sacramento, introdujo en el mundo algo completamente nuevo. La transformación que obró en la institución meramente natural fue de tal importancia que la convirtió –como el agua en las bodas de Caná– en algo hasta ese momento insospechado. He aquí que hago todas las cosas nuevas10, dice el Señor. Desde entonces, desde el nacimiento del matrimonio cristiano, este sobrepasa el orden de las cosas naturales y se introduce en el orden de las cosas divinas. El matrimonio natural entre no cristianos está también lleno de grandeza y de dignidad, "pero el ideal propuesto por Cristo a los casados está infinitamente por encima de una meta de perfección humana y respecto del matrimonio natural se presenta como algo rigurosamente nuevo. Efectivamente: a través del matrimonio es la misma vida divina la que se comunica a los esposos, la que los sostiene en su obra de perfeccionamiento mutuo y la que tiene que animar, desde el momento del Bautismo, el alma de los hijos"11.

Quienes se casan inician juntos una vida nueva que han de andar en compañía de Dios. El Señor mismo los ha llamado para que vayan a Él por este camino, pues el matrimonio "es una auténtica vocación sobrenatural. Sacramento grande en Cristo y en la Iglesia, dice San Pablo (Ef 5, 32) (...), signo sagrado que santifica, acción de Jesús que invade el alma de los que se casan y les invita a seguirle, transformando toda la vida matrimonial en un andar divino en la tierra"12.

El Papa Juan Pablo I, hablando de la grandeza del matrimonio a un grupo de recién casados, les contaba una pequeña anécdota ocurrida en Francia. En el siglo pasado, un profesor insigne que enseñaba en la Sorbona, Federico Ozanam, era un hombre de prestigio y un buen católico. Lacordaire, su amigo, solía decir del profesor de la Sorbona: "¡Este hombre es tan bueno y tan estupendo que se ordenará como sacerdote, incluso llegará a ser un buen obispo!". Pero Ozanam contrajo matrimonio. Entonces, Lacordaire, algo molesto, exclamó: "¡Pobre Ozanam! ¡También él ha caído en la trampa!". Estas palabras llegaron hasta el Papa Pío IX, quien dijo con buen humor a Lacordaire cuando este le visitó unos años más tarde: "Yo siempre he oído decir que Jesús instituyó siete sacramentos: ahora viene usted, me revuelve las cartas en la mesa, y me dice que ha instituido seis sacramentos y una trampa. No, Padre, el matrimonio no es una trampa, ¡es un gran sacramento!"13. No olvidemos que lo primero que quiso santificar el Mesías fue un hogar. Y es precisamente en las familias alegres, generosas, que viven con sobriedad cristiana, donde nacen las vocaciones para la entrega plena a Dios en la virginidad o el celibato, que constituyen la corona de la Iglesia y la alegría de Dios en el mundo.

Estas vocaciones son un don que Dios otorga muchas veces a los padres que lo piden de corazón y con constancia: brillará en sus manos con un fulgor especial cuando un día se presenten ante Él y den cuenta de los bienes que les fueron dados para su custodia y administración.

III. Dios preparó cuidadosamente la familia en la que iba a nacer su Hijo: José, de la casa y familia de David14, que haría el oficio de padre en la tierra, al igual que María, su Madre virginal. Quiso el Señor reflejar en su propia familia el modo en que habrían de nacer y crecer sus hijos: en el seno de una familia establemente constituida y rodeados de su protección y cariño.

Toda familia, que es "la célula vital de la sociedad"15 y en cierto modo de la misma Iglesia16, tiene una entidad sagrada Y merece la veneración y solicitud de sus miembros, de la sociedad civil y de la Iglesia entera. Santo Tomás llega a comparar la misión de los padres a la de los sacerdotes, pues mientras estos contribuyen al crecimiento sobrenatural del Pueblo de Dios mediante la administración de los sacramentos, la familia cristiana provee a la vez a la vida corporal y a la espiritual, "lo que se realiza en el sacramento del matrimonio, en el que el hombre y la mujer se unen para engendrar la prole y educarla en el culto a Dios"17. Mediante la colaboración generosa de los padres, Dios mismo "aumenta y enriquece su propia familia"18 multiplicando los miembros de su Iglesia y la gloria que de Ella recibe.

La familia tal y como Dios la ha querido es el lugar idóneo para que, con el amor y el buen ejemplo de los padres, de los hermanos y de los demás componentes del ámbito familiar, sea una verdadera "escuela de virtudes"19 donde los hijos se formen para ser buenos ciudadanos y buenos hijos de Dios. Es en medio de la familia que vive de cara a Dios donde cada uno encontrará su propia vocación, a la que el Señor le llama. "Admira la bondad de nuestro Padre Dios: ¿no te llena de gozo la certeza de que tu hogar, tu familia, tu país, que amas con locura, son materia de santidad?"20.

1 Mc 10, 1. — 2 Mc 10, 2-16. — 3 Cfr. J. Dheilly, Diccionario bíblico, Herder, Barcelona 1970, voz Divorcio. — 4 Cfr. Mal 2, 13-16. — 5 Gen 2, 18-24. — 6 Juan Pablo II, Exhort. Apost. Familiaris consortio, 22-XI-1981, 20. — 7 Cfr. F. J. Sheed, Sociedad y sensatez, Herder, Barcelona 1963, p. 125. — 8 Cfr. Rom 12, 21. — 9 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 104. — 10 Apoc 21, 5. — 11 J. Mª Martínez Doral, La santidad de la vida conyugal, en Scripta Theologica, Pamplona, IX-XII 1989, pp. 869-870. — 12 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 23. — 13 Cfr. Juan Pablo I, Alocución 13-IX-1978. — 14 Lc 2, 4. — 15 Conc. Vat. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 11. — 16 Cfr. Juan Pablo II, Exhort. Apost. Familiaris consortio, 22-XI-1981, 3. — 17 Santo Tomás, Suma contra gentiles, IV, 58. — 18 Conc. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 50. — 19 Juan Pablo II, Discurso 28-X-1979. — 20 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 689.

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4 de octubre

SAN FRANCISCO DE ASÍS*

Memoria

— La pobreza de San Francisco. La pobreza en el cristiano corriente.

— Especial necesidad de esta virtud en nuestros días. Manifestaciones y modo de vivirla.

— Frutos de esta virtud.

I. En un momento en que eran grandes el brillo externo y el poder político y social de muchos eclesiásticos, el Señor llamó a San Francisco para que su vida pobre fuera como un fermento nuevo en aquella sociedad que, por su apegamiento a los bienes materiales, se alejaba más y más de Dios. Con él afirma Dante "nace un sol al mundo"1, un instrumento de Dios para enseñar a todos que la esperanza ha de estar puesta solo en Él.

Un día, orando en la Iglesia de San Damián, oyó estas palabras: Ve y repara mi casa en ruinas. Tomando al pie de la letra esta locución divina, empleó sus fuerzas en reparar aquella ruinosa capilla, y después se dedicó a restaurar otros templos. Pero enseguida comprendió que la pobreza como expresión de su vida entera habría de ser un gran bien para la Iglesia; la llamaba Señora2, al modo como los caballeros medievales llamaban a sus damas y los cristianos se dirigen a la Madre de Dios. La restauración de la Cristiandad habría de venir por el desprendimiento de los bienes materiales, pues la pobreza bien vivida, según el propio estado, permite poner nuestra esperanza en Dios y solo en Él. Un día de febrero de 1209, habiendo oído Francisco las palabras del Evangelio: No llevéis oro, ni plata, ni alforja... tuvo un gesto clamoroso para mostrar que nada es bueno si se prefiere a Dios, y se despojó de sus vestidos y del cinturón de cuero, tomó un basto sayal, se ciñó una soga y se puso en camino, confiado en la Providencia.

La pobreza es una virtud cristiana que el Señor pide a todos religiosos, sacerdotes, madres de familia, abogados, estudiantes..., pero es evidente que los cristianos en medio del mundo han de vivirla de un modo bien distinto a San Francisco y a los religiosos que, por su propia vocación, han de dar un testimonio en cierto modo público y oficial de su consagración a Dios. Igual ocurre con las demás virtudes cristianas la templanza, la obediencia, la humildad, la laboriosidad..., que, siendo virtudes que han de vivir todos aquellos que quieran seguir a Cristo, cada uno ha de aprender a vivirlas según la propia vocación a la que fue llamado.

La pobreza del cristiano corriente se hace "a base de desprendimiento, de confianza en Dios, de sobriedad y disposición a compartir con otros"3. El fiel laico ha de aprender como se aprende un camino, una ruta que se desea seguir a armonizar "dos aspectos que pueden a primera vista parecer contradictorios. Pobreza real, que se note y se toque hecha de cosas concretas, que sea una profesión de fe en Dios, una manifestación de que el corazón no se satisface con las cosas creadas, sino que aspira al Creador, que desea llenarse de amor de Dios, y dar luego a todos de ese mismo amor"4. A la vez, la condición secular, el estar en medio del mundo, exige al cristiano "ser uno más entre sus hermanos los hombres, de cuya vida participa, con quienes se alegra, con los que colabora, amando el mundo y todas las cosas buenas que hay en el mundo, utilizando todas las cosas creadas para resolver los problemas de la vida humana, y para establecer el ambiente espiritual y material que facilita el desarrollo de las personas y de las comunidades"5.

¿Se plasma esta virtud de la pobreza y desprendimiento en mi vida, en detalles concretos, reales? ¿La amo, la practico en mi propia condición? ¿Estoy plenamente convencido de que sin ella no podría seguir a Cristo? ¿Puedo decir "soy de verdad pobre de espíritu", por estar realmente desprendido de lo que uso?, ¿aunque posea bienes, de los que he de ser administrador que rendirá cuentas a Dios?

"Despégate de los bienes del mundo. Ama y practica la pobreza de espíritu: conténtate con lo que basta para pasar la vida sobria y templadamente.

-Si no, nunca serás apóstol"6.

II. El Señor hace resonar en todos los tiempos sus palabras: no podéis servir a Dios y a las riquezas7. Es imposible agradar a Dios, llevarle por todos los caminos de la tierra, si al mismo tiempo no estamos dispuestos a hacer renuncias a veces costosas en la posesión y disfrute de los bienes materiales. Particularmente importante en nuestros días resulta ese aviso del Señor, que a muchos puede parecer extraño, cuando un desmedido afán de comodidades alimenta a diario la codicia de las gentes. Son muchos los que aspiran a tener más, a gastar más, a conseguir el mayor número de placeres posibles, como si ese fuera el fin del hombre sobre la tierra.

En la práctica, esa pobreza real tiene muchas manifestaciones. En primer lugar, estar desprendidos de los bienes materiales, disfrutándolos como bondad creada de Dios que son, pero sin considerar necesarias para la salud, para el descanso... cosas de las que se puede prescindir con un poco de buena voluntad. "Hemos de exigirnos en la vida cotidiana, con el fin de no inventarnos falsos problemas, necesidades artificiosas, que en último término proceden del engreimiento, del antojo, de un espíritu comodón y perezoso. Debemos ir a Dios con paso rápido, sin pesos muertos ni impedimentos que dificulten la marcha"8. Esas necesidades artificiosas pueden referirse a instrumentos de trabajo, a artículos de deporte, prendas de vestir, etc.

San Agustín aconsejaba a los cristianos de su tiempo: "Buscad lo suficiente, buscad lo que basta. Lo demás es agobio, no alivio; apesadumbra, no levanta"9. ¡Qué bien conocía el corazón humano! Porque la verdadera pobreza cristiana es incompatible, no solo con los bienes superfluos, sino también con la inquieta solicitud de los necesarios. Si se diera esa apetencia desordenada..., indicaría que su vida espiritual se está deslizando hacia la tibieza, hacia el desamor.

La pobreza se manifiesta en cumplir acabadamente el propio quehacer profesional; en el cuidado de los instrumentos de trabajo, sean nuestros o no, de la ropa, del propio hogar...; en evitar gastos desproporcionados, aunque los pague la empresa en la que trabajamos; en "no considerar de verdad- cosa alguna como propia"10; en escoger para nosotros lo peor, si la elección pasa inadvertida11 (¡cuántas oportunidades en la vida familiar!); en aceptar con paz y alegría la escasez, la falta incluso de lo necesario; en evitar gastos personales motivados por el capricho, la vanidad, el deseo de lujo, la poltronería; en ser austeros con nosotros mismos comida, bebida... y generosos siempre con los demás.

Un día mandó San Francisco erigir en la iglesia del convento una gran cruz para sus frailes, y al colocarla les dijo: "Este debe ser vuestro libro de meditación". El Poverello de Asís había comprendido bien dónde estaban las verdaderas riquezas de la vida y el carácter relativo de todo lo terreno. Hoy, cuando es tan fuerte la presión externa de un ambiente impregnado de materialismo, hemos de amar los cristianos esta virtud con particular empeño.

III. De la pobreza se derivan muchos frutos. En primer lugar, el alma se dispone para los bienes sobrenaturales y el corazón se ensancha para ocuparse sinceramente de los demás. Pidamos hoy al Señor por intercesión de San Francisco la gracia de comprender con más hondura cómo la pobreza cristiana vivida hasta sus últimas consecuencias es un don que ya tiene su premio en esta vida. El Señor da al alma desprendida una especial alegría, incluso en medio de las privaciones de lo que parecía más necesario. "Muchos se sienten desgraciados, precisamente por tener demasiado de todo. –Los cristianos, si verdaderamente se conducen como hijos de Dios, pasarán incomodidad, calor, fatiga, frío... Pero no les faltará jamás la alegría, porque eso –¡todo!- lo dispone o lo permite Él, que es la fuente de la verdadera felicidad"12.

La pobreza verdadera nos permita disponer de nosotros mismos para entregarnos a Cristo, forma suprema de libertad que nos abre sin reservas ni restricciones a la amorosa Voluntad de Dios, como nos enseña el mismo Cristo. Para amarla –querer ser pobres, cuando todo parece inducir a querer ser ricos13– es necesario comprender bien que la pobreza como virtud –como toda virtud– es algo bueno y positivo para el hombre: le pone en condiciones de vivir según el querer divino, utilizando los bienes materiales para ganar el Cielo y ayudar a que el mundo sea más justo, más humano.

La virtud de la pobreza es consecuencia de la vida de la fe. En la Sagrada Escritura, la pobreza expresa la condición de quien se ha puesto, absolutamente, en manos de Dios, dejando en Él las riendas de la propia vida, sin buscar otra seguridad. Se trata de la rectitud de espíritu de quien no quiere depender de los bienes de la tierra, aunque se posean. Es el firme propósito de no tener más que un solo Señor, porque nadie puede servir a dos señores14. Cuando a quien se sirve es a la riqueza, al dinero, a los bienes terrenos sean cuales fueren, estos se convierten en un ídolo. Es esa idolatría de la que San Pablo advertía a los primeros cristianos que ni siquiera debía de nombrarse entre ellos.

Muchos cristianos se ven hoy tentados por esa idolatría moderna del consumo, que les hace olvidar la inmensa riqueza del amor a Dios, que es lo único que puede llenar su corazón. En esta sociedad en la que tanto abunda el afán por las riquezas, por la comodidad, por un desmedido bienestar, nuestra vida sobria y desprendida servirá de fermento para llevarla a Dios, como hizo San Francisco en su tiempo.

Al terminar nuestra oración, pedimos al Santo de Asís, con palabras del Papa Juan Pablo II, que sepamos ser levadura en medio del mundo. Así pedía el Pontífice su intercesión ante la tumba donde reposan los restos de San Francisco: "Tú, que acercaste tanto a Cristo a tu época, ayúdanos a acercar a Cristo a la nuestra, a nuestros tiempos difíciles y críticos. ¡Ayúdanos! Estos tiempos esperan con grandísima ansia, por más que muchos hombres de nuestra época no se den cuenta. Nos acercamos al año 2000 después de Cristo. ¿No serán tiempos que nos preparen a un renacimiento de Cristo, a un nuevo Adviento?"15. La Virgen Nuestra Señora nos enseñará, con una vida sobria y desprendida, a ser protagonistas de este nuevo renacer.

1 Dante Alighieri, La divina comedia, Paraíso, XI, 5, 54. — 2 Cfr. San Francisco de Asís, Testamento de Siena, 4, en Escritos, biografía, documentos de la época, BAC, Madrid 1985, p. 125. — 3 C. para la Doctrina de la Fe, Instr. Sobre la libertad cristiana y la liberación, 22-III-1986, 66. — 4 Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer, n. 110. — 5 Ibídem. — 6 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 631. — 7 Lc 16, 13. — 8 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 125. — 9 San Agustín, Sermón 85, 6. — 10 Cfr. San Josemaría Escrivá, Forja, n. 524. — 11 Cfr. ídem, Camino, n. 635. — 12 ídem, Surco, n. 82. — 13 Conferencia Episcopal Española, Instr. Past. La verdad os hará libres, 20-XI-1990, n. 18. — 14 Cfr. Mt 6, 24. — 15 Juan Pablo II, Homilía en Asís, 5-XI-1978.

* San Francisco nació en Asís (Italia), en el seno de una familia acomodada, en 1182. Vivió y predicó infatigablemente la pobreza y el amor de Dios a todos los hombres. Fundó la Orden religiosa de los Franciscanos; con Santa Clara, las Damas Pobres (Clarisas); y la Tercera Orden, para seglares. Murió el año 1226.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Francisco de Asís

 

Oh, Señor, haz de mí un instrumento de Tu Paz .
Donde hay odio, que lleve yo el Amor.
Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón.
Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.
Donde haya duda, que lleve yo la Fe.
Donde haya error, que lleve yo la Verdad.
Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría.
Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.
Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar;
Ser comprendido, sino comprender;
Ser amado, como amar.
Porque es dando, que se recibe;
Perdonando, que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la Vida Eterna.
Amén. su Vida

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FRANCISCO Y CLARA EN ESPANOL LATINO

 


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Francisco, juglar de Dios

casa francisclariana: Francisco, juglar de Dios … el Simple; Elogio del hermano fuego; Admirable cena con la hermana Clara;Francisco besa al leproso; Un almuerzo para quince días; Caridad de …


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Hermano sol hermana luna

 


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Francisco (1989)

TuAmigoEnCristo: Francisco (1989) … Pelicula de San Francisco : Francesco del año1989 con Mickey Rourke)

 


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Documental San Francisco de Asís

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San Francisco de Asís - Dibujos Animados

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San Francisco Predica a los Pajarillos

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De cómo San Francisco hizo dar vueltas al Hermano Maseo

Irapuato: De cómo San Francisco hizo dar vueltas al Hermano Maseo … Recreacion de las Florecillas de San Francisco, producida en PaxVox de Paxtv canal 17 UHF Lima-Perú. Texto

 

Dicen que a San Francisco lo declaró santo el pueblo, antes de que el Sumo Pontífice le concediera ese honor, y que si se hace una votación entre los cristianos (aún entre los protestantes) todos están de acuerdo en declarar que es un verdadero santo. Todos, aun los no católicos, lo quieren y lo estiman.

Nació en Asís (Italia) en 1182. Su madre se llamaba Pica y fue sumamente estimada por él durante toda su vida. Su padre era Pedro Bernardone, un hombre muy admirador y amigo de Francia, por la cual le puso el nombre de Francisco, que significa: "el pequeño francesito". Cuando joven a Francisco lo que le agradaba era asistir a fiestas, paseos y reuniones con mucha música. Su padre tenía uno de los mejores almacenes de ropa en la ciudad, y al muchacho le sobraba el dinero. Los negocios y el estudio no le llamaban la atención. Pero tenía la cualidad de no negar un favor o una ayuda a un pobre siempre que pudiera hacerlo. Tenía veinte años cuando hubo una guerra entre Asís y la ciudad de Perugia. Francisco salió a combatir por su ciudad, y cayó prisionero de los enemigos. La prisión duró un año, tiempo que él aprovechó para meditar y pensar seriamente en la vida. Al salir de la prisión se incorporó otra vez en el ejército de su ciudad, y se fue a combatir a los enemigos. Se compró una armadura sumamente elegante y el mejor caballo que encontró. Pero por el camino se le presentó un pobre militar que no tenía con qué comprar armadura ni caballería, y Francisco, conmovido, le regaló todo su lujoso equipo militar. Esa noche en sueños sintió que le presentaban en cambio de lo que él había obsequiado, unas armaduras mejores para enfrentarse a los enemigos del espíritu.

Francisco no llegó al campo de batalla porque se enfermó y en plena enfermedad oyó que una voz del cielo le decía: "¿Por qué dedicarse a servir a los jornaleros, en vez de consagrarse a servir al Jefe Supremo de todos?". Entonces se volvió a su ciudad, pero ya no a divertirse y parrandear sino a meditar en serio acerca de su futuro. La gente al verlo tan silencioso y meditabundo comentaba que Francisco probablemente estaba enamorado. Él comentaba: "Sí, estoy enamorado y es de la novia más fiel y más pura y santificadora que existe". Los demás no sabían de quién se trataba, pero él sí sabía muy bien que se estaba enamorando de la pobreza, o sea de una manera de vivir que fuera lo más parecida posible al modo totalmente pobre como vivió Jesús. Y se fue convenciendo de que debía vender todos sus bienes y darlos a los pobres. Paseando un día por el campo encontró a un leproso lleno de llagas y sintió un gran asco hacia él. Pero sintió también una inspiración divina que le decía que si no obramos contra nuestros instintos nunca seremos santos. Entonces se acercó al leproso, y venciendo la espantosa repugnancia que sentía, le besó las llagas. Desde que hizo ese acto heroico logró conseguir de Dios una gran fuerza para dominar sus instintos y poder sacrificarse siempre a favor de los demás. Desde aquel día empezó a visitar a los enfermos en los hospitales y a los pobres. Y les regalaba cuanto llevaba consigo.

Un día, rezando ante un crucifijo en la iglesia de San Damián, le pareció oír que Cristo le decía tres veces: "Francisco, tienes que reparar mi casa, porque está en ruinas". Él creyó que Jesús le mandaba arreglar las paredes de la iglesia de San Damián, que estaban muy deterioradas, y se fue a su casa y vendió su caballo y una buena cantidad de telas del almacén de su padre y le trajo dinero al Padre Capellán de San Damián, pidiéndole que lo dejara quedarse allí ayudándole a reparar esa construcción que estaba en ruinas. El sacerdote le dijo que le aceptaba el quedarse allí, pero que el dinero no se lo aceptaba (le tenía temor a la dura reacción que iba a tener su padre, Pedro Bernardone) Francisco dejó el dinero en una ventana, y al saber que su padre enfurecido venía a castigarlo, se escondió prudentemente. Pedro Bernardone demandó a su hijo Francisco ante el obispo declarando que lo desheredaba y que tenía que devolverle el dinero conseguido con las telas que había vendido. El prelado devolvió el dinero al airado papá, y Francisco, despojándose de su camisa, de su saco y de su manto, los entregó a su padre diciéndole: "Hasta ahora he sido el hijo de Pedro Bernardone. De hoy en adelante podré decir: Padrenuestro que estás en los cielos". El Sr. Obispo le regaló el vestido de uno de sus trabajadores del campo: una sencilla túnica, de tela ordinaria, amarrada en la cintura con un cordón. Francisco trazó una cruz con tiza, sobre su nueva túnica, y con ésta vestirá y pasará el resto de su vida. Ese será el hábito de sus religiosos después: el vestido de un campesino pobre, de un sencillo obrero.

Se fué por los campos orando y cantando. Unos guerrilleros lo encontraron y le dijeron: "¿Usted quién es? – Él respondió: - Yo soy el heraldo o mensajero del gran Rey". Los otros no entendieron qué les quería decir con esto y en cambio de su respuesta le dieron una paliza. Él siguió lo mismo de contento, cantando y rezando a Dios. Después volvió a Asís a dedicarse a levantar y reconstruir la iglesita de San Damián. Y para ello empezó a recorrer las calles pidiendo limosna. La gente que antes lo había visto rico y elegante y ahora lo encontraba pidiendo limosna y vestido tan pobremente, se burlaba de él. Pero consiguió con qué reconstruir el pequeño templo. La Porciúncula. Este nombre es queridísimo para los franciscanos de todo el mundo, porque en la capilla llamada así fue donde Fracisco empezó su comunidad. Porciúncula significa "pequeño terreno". Era una finquita chiquita con una capillita en ruinas. Estaba a 4 kilómetros de Asís. Los padres Benedictinos le dieron permiso de irse a vivir allá, y a nuestro santo le agradaba el sitio por lo pacífico y solitario y porque la capilla estaba dedicada a la Sma. Virgen

En la misa de la fiesta del apóstol San Matías, el cielo le mostró lo que esperaba de él. Y fue por medio del evangelio de ese día, que es el programa que Cristo dio a sus apóstoles cuando los envió a predicar. Dice así: "Vayan a proclamar que el Reino de los cielos está cerca. No lleven dinero ni sandalias, ni doble vestido para cambiarse. Gratis han recibido, den también gratuitamente". Francisco tomó esto a la letra y se propuso dedicarse al apostolado, pero en medio de la pobreza más estricta. Cuenta San Buenaventura que se encontró con el santo un hombre a quien un cáncer le había desfigurado horriblemente la cara. El otro intentó arrodillarse a sus pies, pero Francisco se lo impidió y le dio un beso en la cara, y el enfermo quedó instantáneamente curado. Y la gente decía: "No se sabe qué admirar más, si el beso o el milagro".

El primero que se le unió en su vida de apostolado fue Bernardo de Quintavalle, un rico comerciante de Asís, el cual invitaba con frecuencia a Francisco a su casa y por la noche se hacía el dormido y veía que el santo se levantaba y empleaba muchas horas dedicado a la oración repitiendo: "mi Dios y mi todo". Le pidió que lo admitiera como su discípulo, vendió todos sus bienes y los dio a los pobres y se fue a acompañarlo a la Porciúncula. El segundo compañero fue Pedro de Cattaneo, canónigo de la catedral de Asís. El tercero, fue Fray Gil, célebre por su sencillez. Cuando ya Francisco tenía 12 compañeros se fueron a Roma a pedirle al Papa que aprobara su comunidad. Viajaron a pie, cantando y rezando, llenos de felicidad, y viviendo de las limosnas que la gente les daba. En Roma no querían aprobar esta comunidad porque les parecía demasiado rígida en cuanto a pobreza, pero al fin un cardenal dijo: "No les podemos prohibir que vivan como lo mandó Cristo en el evangelio". Recibieron la aprobación, y se volvieron a Asís a vivir en pobreza, en oración, en santa alegría y gran fraternidad, junto a la iglesia de la Porciúncula. Dicen que Inocencio III vio en sueños que la Iglesia de Roma estaba a punto de derrumbarse y que aparecían dos hombres a ponerle el hombro e impedir que se derrumbara. El uno era San Francisco, fundador de los franciscanos, y el otro, Santo Domingo, fundador de los dominicos. Desde entonces el Papa se propuso aprobar estas comunidades.

A Francisco lo atacaban a veces terribles tentaciones impuras. Para vencer las pasiones de su cuerpo, tuvo alguna vez que revolcarse entre espinas. Él podía repetir lo del santo antiguo: "trato duramente a mi cuerpo, porque él trata muy duramente a mi alma".

Clara, una joven muy santa de Asís, se entusiasmó por esa vida de pobreza, oración y santa alegría que llevaban los seguidores de Francisco, y abandonando su familia huyó a hacerse moja según su sabia dirección. Con santa Clara fundó él las Damas Pobres o Clarisas, que tienen hoy conventos en todo el mundo.

Francisco tenía la rara cualidad de hacerse querer de los animales. Las golondrinas le seguían en bandadas y formaban una cruz, por encima de donde él predicaba. Cuando estaba solo en el monte una mirla venía a despertarlo con su canto cuando era la hora de la oración de la medianoche. Pero si el santo estaba enfermo, el animalillo no lo despertaba. Un conejito lo siguió por algún tiempo, con gran cariño. Dicen que un lobo feroz le obedeció cuando el santo le pidió que dejara de atacar a la gente.

Francisco se retiró por 40 días al Monte Alvernia a meditar, y tanto pensó en las heridas de Cristo, que a él también se le formaron las mismas heridas en las manos, en los pies y en el costado. Los seguidores de San Francisco llegaron a ser tan numerosos, que en el año 1219, en una reunión general llamado "El Capítulo de las esteras", se reunieron en Asís más de cinco mil franciscanos. Al santo le emocionaba mucho ver que en todas partes aparecían vocaciones y que de las más diversas regiones le pedían que les enviara sus discípulos tan fervorosos a que predicaran. Él les insistía en que amaran muchísimo a Jesucristo y a la Santa Iglesia Católica, y que vivieran con el mayor desprendimiento posible hacia los bienes materiales, y no se cansaba de recomendarles que cumplieran lo más exactamente posible todo lo que manda el santo evangelio.

Francisco recorría campos y pueblos invitando a la gente a amar más a Jesucristo, y repetía siempre: "El Amor no es amado". Las gentes le escuchaban con especial cariño y se admiraban de lo mucho que sus palabras influían en los corazones para entusiasmarlos por Cristo y su religión.

Dispuso ir a Egipto a evangelizar al sultán y a los mahometanos. Pero ni el jefe musulmán ni sus fanáticos seguidores quisieron aceptar sus mensajes. Entonces se fue a Tierra Santa a visitar en devota peregrinación los Santos Lugares donde Jesús nació, vivió y murió: Belén, Nazaret, Jerusalén, etc. En recuerdo de esta piadosa visita suya los franciscanos están encargados desde hace siglos de custodiar los Santos Lugares de Tierra Santa. Por no cuidarse bien de las clientísimas arenas del desierto de Egipto se enfermó de los ojos y cuando murió estaba casi completamente ciego. Un sufrimiento más que el Señor le permitía para que ganara más premios para el cielo.

San Francisco, que era un verdadero poeta y le encantaba recorrer los campos cantando bellas canciones, compuso un himno a las criaturas, en el cual alaba a Dios por el sol, y la luna, la tierra y las estrellas, el fuego y el viento, el agua y la vegetación. "Alabado sea mi Señor por el hermano sol y la madre tierra, y por los que saben perdonar", etc. Le agradaba mucho cantarlo y hacerlo aprender a los demás y poco antes de morir hizo que sus amigos lo cantaran en su presencia. Su saludo era "Paz y bien".

Cuando sólo tenía 44 años sintió que le llegaba la hora de partir a la eternidad. Dejaba fundada la comunidad de Franciscanos, y la de hermanas Clarisas. Con esto contribuyó enormemente a enfervorizar la Iglesia Católica y a extender la religión de Cristo por todos los países del mundo. Los seguidores de San Francisco (Franciscanos, Capuchinos, Clarisas, etc.) son el grupo religioso más numeroso que existe en la Iglesia Católica. El 3 de octubre de 1226, acostado en el duro suelo, cubierto con un hábito que le habían prestado de limosna, y pidiendo a sus seguidores que se amen siempre como Cristo los ha amado, murió como había vivido: lleno de alegría, de paz y de amor a Dios.

Cuando apenas habían transcurrido dos años después de su muerte, el Sumo Pontífice lo declaró santo y en todos los países de la tierra se venera y se admira a este hombre sencillo y bueno que pasó por el mundo enseñando a amar la naturaleza y a vivir desprendido de los bienes materiales y enamorados de nuestra buen Dios. Fue él quien popularizó la costumbre de hacer pesebres para Navidad.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Petronio de Bolonia, Santo Obispo, 4 de octubre  

Petronio de Bolonia, Santo

Octubre 4



Desde muy antiguo, se une el recuerdo de San Petronio a los fieles de Bolonia, quienes comúnmente se denominan "Petronianos", con lo que demuestran eficazmente el afecto que los une a su Santo.

Petronio fue el octavo Obispo de Bolonia y vivió alrededor de la mitad del siglo V. Un siglo doloroso en la historia de Italia, a causa de las guerras, luchas y revueltas ocasionadas por la invasión bárbara.

Justamente en ese tiempo se desarrolla la obra providencial y benéfica del Santo, como la de muchísimos otros Obispos, que en las ciudades, privadas de todo apoyo y presa de todos los depredadores, representaban la única autoridad aceptable y aceptada, en defensa de los bienes tanto espirituales como materiales de sus fieles.

También Petronio, como muchos otros Obispos de aquel tiempo, provenía de la administración pública, ya que fue funcionario e hijo de funcionario. Si dice que nació en España, de padre romano, y También en España fue Prefecto del pretorio. Luego decidió encaminarse hacia el sacerdocio y se radicó en la ciudad de Bolonia hacia el año 430; el Papa Celestino I lo convenció para que ocupara la Cátedra boloñesa.

Bolonia era era entonces diócesis sufragánea de Milán, y los Obispos milaneses eran de gran peso. Uno fue el gran San Ambrosio, que consagró varias iglesias entre las cuales estaba la de los Mártires Vital y Agrícola.

Siguiendo esa línea, el Obispo Petronio costruyó otros edificios sacros, dando nacimiento a ese sugestivo complejo de monumentos que en Bolonia se denomina "las siete iglesias". También hizo construir, alrededor de las "siete iglesias", un barrio entero a imagen de Jerusalén y de sus santuarios, para mejor incentivar en el pueblo el culto a los Santos y la devoción a los sagrados misterios.

Antes de empezar con las iglesias, San Petronio había reconstruido las casas de los boloñeses. Alrededor de las casas, alargó y reforzó los muros de la ciudad. Fue un típico ejemplo de sabiduría, solícito tanto de los bienes espirituales como de los materiales de los fieles, y de la seguridad militar.

Su vida fue espiritualmente intensa, cerca de una comunidad de monjes contemplativos.

Una fuente no comprobada, le adjudica la fundación de la famosa universidad de Bolonia, la primera de Occidente. En el año 1388 se decidió edificar la basílica que lleva su nombre, que se convirtió en una de las más grandes y más bellas de la cristiandad.

San Petronio es el Patrono de la ciudad de Bolonia y de la región de la Emilia. Es invocado por los arquitectos y constructores de los templos y edificios eclesiásticos. Es muy venerado en toda la región italiana de la Emilia-Romana y su basílica es muy visitada.

El nombre: Petronio significa: "Que proviene de la ciudad romana de Pietrosa".

A San Petronio se lo identifica teniendo en sus manos o cerca de él a la ciudad de Bolonia que, como hemos dicho, embelleció con magníficos templos. El Niño Jesús bendice la ciudad italiana, sostenida por los ángeles, desde los brazos de la Santísima Virgen en el Cielo abierto. Lleva los ornamentos propios de los obispos (capa pluvial, mitra y báculo).

Aurea (u Oriana) de París, Santa Abadesa, 4 de octubre  

Aurea (u Oriana) de París, Santa

Abadesa
Octubre 4

 

Etimológicamente significa " encantadora, de oro". Viene de la lengua griega.

El violinista Yehudi Menuhin escribió: "A partir del momento en que las palabras se cantan, éstas penetran hasta lo recóndito del alma. Estoy persuadido de que los jóvenes que hoy evitan las iglesias, vendrían en masa si encontraran el misterio que allí debe reinar".

Estamos en el siglo IV, año 361.

San Eloy había sido desterrado por las buenas por el rey Dagoberto porque no lo veía con buenos ojos.

El destierro no lo hundió, sino que le dio nuevas fuerzas para luchar, estando como estaba, penetrado del amor de Dios.

Cuando se encontraba en París, fundó un convento para religiosas dedicadas completamente a la obra de Jesús.

Había nada menos que 300. Era necesario nombrar a una abadesa, Y todas, mirando a Aurea, pensaron que era la hermana idónea para dirigirlas.

Ella, a pesar de ser hija de Mauricio y de Quiria, había dejado todo para entregarse más directamente a Dios.

Llevó adelante el convento durante 33 años. San Eloy, que había sido elevado a la sede de Noyón como obispo, la asistía y le daba orientaciones y buenos consejos.

Cuando llegaron sus últimos momentos, Dios se los hizo ver.

El propio san Eloy le avisó también del día de su muerte. El la preparó lo mejor posible.

Sus restos fueron trasladados a la iglesia de san Marcial.
Se le invoca a Aurea contra las calamidades públicas.

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Fuente: Sanantoniocolegio.com
Alfredo Pellicer Muñoz, Beato Mártir, 4 Octubre  

Alfredo Pellicer Muñoz, Beato

Nació en Bellreguart, provincia Valencia, el 10 de abril de 1914, y lo bautizaron el día 14, imponiéndole el nombre de Jaime. Aprendió las primeras letras en las escuelas nacionales de su pueblo, hasta que, a los once años, ingresó en el Seminario menor franciscano de Benissa (Alicante), donde cursó los estudios del bachillerato.

A los 16 años marchó al monasterio de Santo Espíritu del Monte (Gilet-Valencia), donde tomó el hábito franciscano el 25 de agosto de 1930, cambiando el nombre de pila por el de Alfredo. Pasó luego al convento-colegio de Onteniente, también casa de formación franciscana, y allí estudió la filosofía y un curso de teología, haciendo la Profesión solemne en la fecha ya crítica del 5 de julio de 1936.

Dada su corta edad (22 años en el momento de dar la vida) y su condición de estudiante, fray Alfredo no pudo ser conocido sino por sus familiares y sus hermanos en religión, particularmente sus condiscípulos. Estos testigos recuerdan que era de carácter alegre, simpático, cordial y festivo, optimista y buen compañero, respetuoso con los demás. Se distinguió por la firmeza en la fe y en su vocación franciscana.

Cuando estalló la guerra civil española y se agravó la persecución religiosa el 18 de julio de 1936, fray Alfredo Pellicer se encontraba en el convento-colegio de Onteniente. Tres días después los religiosos de esta comunidad se vieron forzados a dispersarse. Fray Alfredo, estudiante de teología, que acababa de hacer la profesión solemne, se refugió en casa de sus padres en Bellreguart, donde vivió algún tiempo con relativa tranquilidad. Los suyos le propusieron estudiar magisterio, pero Fr. Alfredo rechazó esta propuesta, porque deseaba perseverar en su vocación franciscana.

El día 4 de octubre de ese año de 1936 fue detenido y asesinado. Fue conducido, después de la detención, al Comité; allí le hicieron halagüeñas proposiciones si renegaba de la fe, lo que fray Alfredo rechazó siempre con firmeza.

La consumación del martirio tuvo lugar el mismo día 4 de octubre de 1936, hacia las tres de la tarde, en el lugar llamado "La Pedrera", a unos tres kilómetros de Gandía, en dirección a Valencia, cuando tenía 22 años de edad, 6 de hábito franciscano y tan sólo tres meses de profesión solemne.

Es uno de los 232 mártires de españa beatificados por Su Santidad Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001.

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Fuente: Fratefrancesco.org
Tomás de Celano, Beato Compañero y biógrafo de San Francisco de Asís, 4 Octubre  

Tomás de Celano, Beato

Fray Tomás, hijo de los condes de Marsi o de Celano Berardo y Margarita Gualtieri, nació por el año 1190. Recibió una excelente formación humanista con el estudio de las letras clásicas, de la Escritura y de los Padre de la Iglesia. En 1215, sintiéndose llamado por el Señor, profesó en manos de Francisco la Regla de los Hermanos Menores, aprobada oralmente por Inocencio III seis años antes. En su primera Vida del santo recuerda su experiencia: "Loado sea el buen Dios, que tuvo a bien, por su sola benignidad, acordarse de mí y de otros muchos: y es que, una vez que entró en España, se enfrentó con él, y, para evitar que continuara adelante, le mandó una enfermedad que le hizo retroceder en su camino. Volvióse a la iglesia de Santa María de la Porciúncula, y al poco tiempo se le unieron, muy gozosos, algunos letrados y algunos nobles..." (1Cel 56-57).

Después del fracaso de las expediciones misioneras por Europa, en 1221, durante el capítulo general "de las esteras", fray Tomás fue uno de los 90 religiosos que se ofrecieron a fray Elías, vicario general de la Orden por enfermedad de Francisco, para ser enviado a Alemania, y uno de los 25 elegidos para fundar dicha provincia, con Cesáreo de Spira al frente de ellos. Gracias a la Crónica de uno de ellos, fray Jordán de Giano, sabemos que , en marzo de 1223, fr. Tomás fue elegido Custodio de los conventos de Maguncia, Worms, Spira y Colonia. Al final del mismo año, el ministro provincial fr. Cesáreo regresó a Italia para entrevistarse con Francisco, dejando a fr. Tomás en su lugar como vicario.

El capítulo general de 1224 eligió como nuevo ministro de Alemania a fr. Alberto de Pisa y éste, tras consultar a fr. Tomás y a otros religiosos prudentes y sabios, convocó y celebró capítulo provincial el 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de la Virgen.

Al parecer, fr. Tomás regresó en 1226 a Asís, a la Porciúncula, donde fue testigo de la muerte de san Francisco, como él mismo afirma y como lo demuestra su forma de relatar los últimos días del "Poverello". Dos años después, será también testigo excepcional de la canonización de Francisco y de la fundación de una basílica en su honor, por obra de Gregorio IX (16-17 de julio de 1228).

A principios de 1230, después de haber escrito la primera biografía de san Francisco, fray Tomás fue enviado a fundar el convento de Tagliacozzo en la región del Abruzzo, no muy lejos de Celano, pero su permanencia allí debió de ser muy breve.
Hacia el año 1256, después de haber redactado la segunda Vida y el Tratado de los Milagros, a petición de las clarisas se trasladó a Val de Varri, en calidad de director espiritual, y allí permaneció hasta su muerte en el 1260. Su cuerpo reposa en una urna en la iglesia de San Francisco de Tagliacozzo.

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Fuente: Redentoristas.org
Francisco Xavier Seelos, Beato Redentorista, misionero en Estados Unidos, 4 Octubre  

Francisco Xavier Seelos, Beato

Francisco Xavier Seelos nace el 11 de enero de 1819 en Füssen, en la católica región de Baviera (Alemania). Es bautizado el mismo día en la iglesia parroquial de san Mang. El deseo de ser sacerdote es muy temprano en él, admirado por las cosas del Evangelio. En 1842, tras concluir sus estudios de filosofía entra en el seminario diocesano.

Después de encontrarse con los misioneros Redentoristas, decide ingresar en esta congregación y ponerse al servicio de los inmigrantes de lengua alemana en Estados Unidos. Es recibido en la Congregación de los Misioneros Redentoristas el 22 de noviembre de 1848. Al año siguiente zarpará hacia Estados Unidos desde Le Havre, Francia, para llegar a New York el 20 de abril de 1843.

El 22 de diciembre de 1844, terminado el noviciado y completados sus estudios de teología, Seelos es ordenado sacerdote en la iglesia redentorista de St. James en Baltimore, Maryland, USA. Tras su ordenación, trabaja durante nueve años en la parroquia de Santa Filomena en Pittsburgh, Pennsylvania, primero en calidad de vicepárroco con san Juan N. Neumann (el primer santo de los Estados Unidos de América), superior de la comunidad religiosa redentorista, y, más tarde, durante otros tres años, como párroco siendo ya él mismo Superior de la comunidad. Durante este tiempo, ocupa también el cargo de Maestro de Novicios. Con san Juan Neumann su principal ocupación era predicar misiones en diferentes poblaciones. Seelos comenta así su relación con Neumann: "Me ha introducido en la vida activa", y "me ha dirigido como director espiritual y confesor". Su disponibilidad e innata amabilidad, su atención a las necesidades de los fieles hacen pronto de él una figura bien conocida como confesor experto y director espiritual hasta el punto de que vienen a él también de otras ciudades cercanas.

Fiel al carisma redentorista, lleva un estilo de vida modesto y se expresa con palabras sencillas. La temática de sus predicaciones y homilías, ricas en contenido bíblico, es fácil de entender incluso por la gente más sencilla. Una constante de su pastoral es su empeño por dedicarse a la formación de la fe de los pequeños. No solamente apoya este ministerio, sino que lo cree fundamental para el crecimiento interior de la comunidad cristiana de la parroquia.

En 1854 es trasladado de Pittsburgh a Baltimore y, más tarde, en 1857, a Cumberland. En 1862 lo vemos ya en Annapolis, siempre ocupado en el servicio parroquial y entregado a la formación de los futuros Redentoristas en calidad de Prefecto de Estudiantes Teólogos Redentoristas. También aquí, es fiel a su imagen y continúa siendo pastor, amable y alegre, siempre atento a las necesidades de sus estudiantes y atento también a su formación académica. Se dedica sobre todo a infundir en estos futuros misioneros redentoristas el entusiasmo, el espíritu de sacrificio y el celo apostólico por el bien espiritual y temporal de la gente.

En 1860 es presentado como candidato a Obispo de Pittsburgh. Para el Padre Seelos no era una buena noticia, y pide a Dios y a quien puede que se le libere de esa candidatura. El Papa Pío IX lo dispensa de esta pesada responsabilidad. El Padre Seelos se dedicará del 1863 al 1866 a la vida de misionero itinerante predicando en inglés y en alemán en los estados de Connecticut, Illinois, Michigan, Missouri, New Jersey, New York, Ohio, Pennsylvania, Rhode Island y Wisconsin.

Tras un breve período de ministerio parroquial en Detroit, Michigan, en 1866 es destinado a la comunidad redentorista de New Orleans, Louisiana. También aquí ejerce de párroco de la iglesia de la Asunción de Santa Maria. Es para los fieles un párroco alegre, disponible y singularmente sensible a las necesidades de los más pobres y de los más abandonados. Pero en los planes de Dios este ministerio en New Orleans está llamado a durar poco. En el mes de septiembre, exhausto tras haber visitado y cuidado a las víctimas de una epidemia de fiebre amarilla, contrae la terrible enfermedad. Tras varias semanas de enfermedad, que padece con santa resignación, pasa a la vida eterna el 4 de octubre de 1867 a la edad de 48 años y 9 meses.

Su Santidad el Papa Juan Pablo II proclamó al Padre Seelos Beato en la Plaza de San Pedro, el 9 abril del Solemne Año Jubilar 2000.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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