JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (2, 1-12)
Gloria a ti, Señor.
Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes.
Unos magos de Oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo".
Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: "En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel".
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: "Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño, y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo".
Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). ¿Qué pensaríamos de un cónyuge que le dice a su pareja: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
Epifanía del Señor (en algunos lugares)
Solemnidad
Florecerá en sus días la justicia y reinará la paz
Manifiéstate en nuestros corazones, Señor
Antífona de Entrada
Mirad que ya viene el Señor de los ejércitos; en su mano están el reino y la potestad y el imperio.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, Dios nuestro, que por medio de una estrella, diste a conocer en este día, a todos los pueblos el nacimiento de tu Hijo, concede a los que ya te conocemos por la fe, llegar a contemplar, cara a cara, la hermosura de tu inmensa gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Isaías (60, 1-6)
Levántate y resplandece, Jerusalén, porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor alborea sobre ti. Mira: las tinieblas cubren la tierra y espesa niebla envuelve a los pueblos; pero sobre ti resplandece el Señor y en ti se manifiesta su gloria.
Caminarán los pueblos a tu luz y los reyes, al resplandor de tu aurora.
Levanta los ojos y mira alrededor: todos se reúnen y vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces verás esto radiante de alegría; tu corazón se alegrará, y se ensanchará, cuando se vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos.
Te inundará una multitud de camellos y dromedarios, procedentes de Madián y de Efá. Vendrán todos los de Sabá trayendo incienso y oro y proclamando las alabanzas del Señor.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 71
Que te adoren, Señor, todos los pueblos.
Comunica, Señor, al rey tu juicio y tu justicia, al que es hijo de reyes; así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres y regirá a tu pueblo justamente.
Que te adoren, Señor, todos los pueblos.
Florecerá en sus días la justicia y reinará la paz, era tras era. De mar a mar se extenderá su reino y de un extremo al otro de la tierra.
Que te adoren, Señor, todos los pueblos.
Los reyes de occidente y de las islas le ofrecerán sus dones. Ante él se postrarán todos los reyes y todas las naciones.
Que te adoren, Señor, todos los pueblos.
Al débil librará del poderoso y ayudará al que se encuentra sin amparo; se apiadará del desvalido y pobre y salvará la vida al desdichado.
Que te adoren, Señor, todos los pueblos.
Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (3, 2-3. 5-6)
Hermanos: Han oído hablar de la distribución de la gracia de Dios, que se me ha confiado en favor de ustedes. Por revelación se me dio a conocer este misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, pero que ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: es decir, que por el Evangelio, también los paganos son coherederos de la misma herencia, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Jesucristo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Hemos visto su estrella en el oriente y hemos venido a adorar al Señor.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (2, 1-12)
Gloria a ti, Señor.
Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes.
Unos magos de Oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo".
Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: "En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel".
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: "Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño, y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo".
Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Hermanos, sigamos la estrella que nos conduce a Belén y vayamos al encuentro del Señor, sabiendo que Él es el Dios con nosotros, el Dios nuestro. Digamos con fe: Manifiéstate en nuestros corazones, Señor.
Para que Dios destierre de la Iglesia todo afán de poder, de dominio y de privilegio. Oremos.
Manifiéstate en nuestros corazones, Señor.
Para que la vida de la Iglesia ilumine el camino de los hombres y les manifieste el amor que Dios tiene a sus criaturas.
Oremos.
Manifiéstate en nuestros corazones, Señor.
Para que todos los hombres vivamos en continua adoración a Dios que salva a la humanidad y que no hace acepción de personas.
Oremos.
Manifiéstate en nuestros corazones, Señor.
Para que seamos agradecidos al Señor por el don de la fe, la vivamos con audacia y la comuniquemos con alegría.
Oremos.
Manifiéstate en nuestros corazones, Señor.
Para que el Señor se manifieste a los que reciben el anuncio de la salvación en tierras de misión.
Oremos.
Manifiéstate en nuestros corazones, Señor.
Para que los niños de nuestras familias acojan a Jesús, como el mejor regalo del Padre y sean solidarios con los niños que sufren la pobreza o la enfermedad.
Oremos.
Manifiéstate en nuestros corazones, Señor.
Celebrante:
Señor, escucha nuestras súplicas filiales, manifiéstanos tu verdad, háblanos al corazón, y haz que nuestra vida sea un anuncio gozoso de tu salvación universal.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Mira, Señor, con bondad los dones de tu Iglesia, que no consisten ya en oro, incienso y mirra, sino en tu mismo Hijo, Jesucristo, que, bajo las apariencias de pan y de vino, va a ofrecerse en sacrificio y a dársenos en alimento y que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Prefacio de la Epifanía
Cristo, luz de las naciones
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque hoy has revelado en Cristo, para luz de todos los pueblos, el misterio de nuestra salvación; pues al manifestarse tu Hijo en nuestra carne mortal, nos hiciste partícipes de la gloria de su inmortalidad.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
Hemos visto su estrella en el Oriente y venimos con regalos a adorar al Señor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que tu luz, Señor, nos guíe y nos acompañe siempre para que comprendamos cada día más este sacramento en el que hemos participado y podamos recibirlo con mayor amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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Segundo Domingo después de Navidad
Libro de Eclesiástico 24,1-2.8-12.
La sabiduría hace el elogio de sí misma
y se gloría en medio de su pueblo,
abre la boca en la asamblea del Altísimo
y se gloría delante de su Poder.
«El Creador de todas las cosas me dio una orden,
el que me creó me hizo instalar mi carpa.
Él me dijo: "Levanta tu carpa en Jacob
y fija tu herencia en Israel".
El me creó antes de los siglos, desde el principio,
y por todos los siglos no dejaré de existir.
Ante Él, ejercí el ministerio en la Morada santa,
y así me he establecido en Sión;
Él me hizo reposar asimismo en la Ciudad predilecta,
y en Jerusalén se ejerce mi autoridad.
Yo eché raíces en un Pueblo glorioso,
en la porción del Señor, en su herencia».
Salmo 147,12-13.14-15.19-20.
¡Glorifica al Señor, Jerusalén,
alaba a tu Dios, Sión!
El reforzó los cerrojos de tus puertas
y bendijo a tus hijos dentro de ti.
El asegura la paz en tus fronteras
y te sacia con lo mejor del trigo.
Envía su mensaje a la tierra,
su palabra corre velozmente.
Revela su palabra a Jacob,
sus preceptos y mandatos a Israel:
a ningún otro pueblo trató así
ni le dio a conocer sus mandamientos.
Carta de San Pablo a los Efesios 1,3-6.15-18.
Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo,
y nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor.
El nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad,
para alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido.
Por eso, habiéndome enterado de la fe que ustedes tienen en el Señor Jesús y del amor que demuestran por todos los hermanos,
doy gracias sin cesar por ustedes recordándolos siempre en mis oraciones
Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente.
Que él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos,
Evangelio según San Juan 1,1-18.
Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo".
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.
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† Meditación diaria
Tiempo de Navidad
4 de enero
NATURALIDAD Y SENCILLEZ
— Sencillez y naturalidad de la Sagrada Familia. La sencillez, manifestación externa de la humildad.
— Sencillez y rectitud de intención. Consecuencias de la «infancia espiritual». Sencillos en el trato con Dios, y en el trato con los demás y en la dirección espiritual.
— Lo que se opone a la sencillez. Frutos de esta virtud. Medios para alcanzarla.
I. El Mesías llegó al Templo en brazos de su Madre. Nadie debió reparar en aquel matrimonio joven que llevaba a un niño pequeño para presentarlo al Señor.
Las madres tenían que esperar al sacerdote en la puerta oriental. Allá se fue María, junto con otras mujeres, y aguardó a que le llegara el turno para que el sacerdote tomara en sus brazos al Hijo. A su lado estaba José, dispuesto para pagar el rescate. La ceremonia de la purificación de María y del rescate del Niño del servicio del Templo en nada se diferenciaron exteriormente de lo que solía ocurrir en estas ocasiones.
Toda la vida de María está penetrada de una profunda sencillez. Su vocación de Madre del Redentor se realizó siempre con naturalidad. Aparece en casa de su prima Isabel para ayudarla, para servirla durante aquellos meses; prepara para su Hijo los pañales y la ropa; vive treinta años junto a Jesús, sin cansarse de mirarlo, con un trato amabilísimo, pero con toda sencillez. Cuando en Caná alcanza de su Hijo el primer milagro, lo hace con tal naturalidad que ni siquiera los novios se dan cuenta del hecho portentoso. En ningún momento alardea de especiales privilegios: «María Santísima, Madre de Dios, pasa inadvertida, como una más entre las mujeres de su pueblo.
»—Aprende de Ella a vivir con "naturalidad"»1. La sencillez y la naturalidad hicieron de la Virgen, en lo humano, una mujer especialmente atrayente y acogedora. Su Hijo, Jesús, es el modelo de la sencillez perfecta, durante treinta años de la vida oculta y en todo momento: cuando comienza a predicar la Buena Nueva no despliega una actividad ruidosa, llamativa, espectacular. Jesús es la misma sencillez cuando nace o es presentado en el Templo, o cuando manifiesta su divinidad por medio de milagros que solo Dios puede hacer.
El Salvador huye del espectáculo y de la vanagloria, de los gestos falsos y teatrales; se hace asequible a todos: a los enfermos desahuciados y a los más desamparados, que acuden confiadamente a Él para implorarle el remedio de sus dolencias; a los Apóstoles que le preguntan sobre el sentido de las parábolas; a niños que le abrazan con confianza.
La sencillez es una manifestación de la humildad. Se opone radicalmente a todo lo que es postizo, artificial, engañoso. Y es una virtud especialmente necesaria para el trato con Dios, para la dirección espiritual, para el apostolado y la convivencia con las personas con las que cada día hemos de relacionarnos.
«Naturalidad. —Que vuestra vida de caballeros cristianos, de mujeres cristianas –vuestra sal y vuestra luz– fluya espontáneamente, sin rarezas ni ñoñerías: llevad siempre con vosotros nuestro espíritu de sencillez»2.
II. Si tu ojo fuera sencillo, todo tu cuerpo estará iluminado3. La sencillez exige claridad, transparencia y rectitud de intención, que nos preserva de tener una doble vida, de servir a dos señores: a Dios, y a uno mismo. La sencillez, además, requiere una voluntad fuerte, que nos lleve a escoger el bien, y que se imponga a las tendencias desordenadas de una vida exclusivamente sensitiva, y domine lo turbio y complicado que hay en todo hombre. El alma sencilla juzga de las cosas, de las personas y de los acontecimientos según un juicio recto iluminado por la fe, y no por las impresiones del momento4.
La sencillez es una consecuencia y una característica de la llamada «infancia espiritual», a la que nos invita el Señor especialmente en estos días en que estamos contemplando su Nacimiento y su vida oculta: En verdad os digo que si no os volvéis y hacéis semejantes a los niños –en la sencillez y en la inocencia– no entraréis en el Reino de los Cielos5. Nos dirigimos al Señor como niños, sin actitudes rebuscadas ni ficticias, porque sabemos que Él no se fija tanto en la apariencia externa, sino que mira el corazón6. Sentimos sobre nosotros la mirada amable del Señor, que es una invitación a la autenticidad, a comportarnos con sencillez en su presencia, a tratarle en una oración personal, directa, confiada. Por eso hemos de huir de cualquier formalismo en el trato con Dios, aunque hay una «urbanidad de la piedad»7, que nos lleva a mostrarnos delicados, especialmente en el culto, en la liturgia; pero el respeto no es convenciona-lismo ni pura actitud externa, sino que hunde sus raíces en una auténtica piedad del corazón.
En la lucha ascética hemos de reconocernos como en realidad somos y aceptar las propias limitaciones, comprender que Dios las abarca con su mirada y cuenta con ellas. Y esto, lejos de inquietarnos, nos llevará a confiar más en Él, a pedirle su ayuda para vencer los defectos y para alcanzar las metas que vemos necesarias en nuestra vida interior en este momento, aquellos puntos que más estamos siguiendo en nuestro examen particular y en nuestro examen general de conciencia.
Si somos sencillos con Dios sabremos serlo con quienes tratamos cada día, con nuestros parientes, amigos y compañeros. Y es sencillo quien actúa y habla en íntima armonía con lo que piensa y desea; quien se muestra a los demás tal como es, sin aparentar lo que no es o lo que no posee. Produce siempre una gran alegría encontrar un alma llana, sin pliegues ni recovecos, en quien se puede confiar, como Natanael, que mereció el elogio del Señor: he aquí un verdadero israelita, en quien no hay doblez ni engaño8. Por el contrario, en otro lugar el Señor nos pone en guardia contra los falsos profetas que van a vosotros disfrazados9, contra los que piensan de un modo y actúan de otro.
En la convivencia diaria, toda complicación pone obstáculos entre nosotros y los demás, y nos aleja de Dios: «Ese énfasis y ese engolamiento te sientan mal: se ve que son postizos. —Prueba, al menos, a no emplearlos ni con tu Dios, ni con tu director, ni con tus hermanos: y habrá, entre ellos y tú, una barrera menos»10.
De modo especial, hemos de mostrarnos con una sencillez plena en la oración, en la dirección espiritual y en la Confesión, hablando con claridad y transparencia, con el deseo de que nos conozcan bien, huyendo de las generalidades, de los circunloquios y medias verdades, sin ocultar nada. El Señor quiere que manifestemos con llaneza lo que nos pasa, las alegrías y las preocupaciones, los motivos de nuestra conducta.
III. La sencillez y la naturalidad son virtudes extraordinariamente atrayentes: para comprenderlo, basta mirar a Jesús, a María y a José. Pero hemos de saber que son virtudes difíciles, a causa de la soberbia, que nos lleva a tener una idea desmesurada sobre nosotros mismos, y a querer aparentar ante los demás por encima de lo que somos o tenemos. Nos sentimos humillados tantas veces por desear ser el centro de la atención y de la estima de quienes nos rodean; por no reconocer que, en ocasiones, actuamos mal; por no conformarnos con hacer y desaparecer, sin buscar la recompensa de una palabra de alabanza o de gratitud. Muchas veces nos complicamos la vida por no aceptar las propias limitaciones, por tomarnos demasiado en serio. La soberbia puede inducirnos a hablar demasiado sobre nosotros mismos, a pensar casi exclusivamente en nuestros problemas personales, o a procurar llamar la atención por caminos a veces complejos y enrevesados: hasta puede hacernos simular enfermedades inexistentes, o alegrías y tristezas que no se corresponden con nuestro estado de ánimo.
La pedantería, la afectación, la jactancia, la hipocresía y la mentira se oponen a la sencillez y, por tanto, a la amistad; también dificultan una convivencia amable. Son un verdadero obstáculo para la vida de familia.
Pero la sencillez que nos enseña el Señor no es ingenuidad: Mirad, nos dice, que os envío como ovejas en medio de lobos. Por tanto, habéis de ser prudentes como serpientes, y sencillos como palomas11. Los cristianos hemos de ir por el mundo con estas dos virtudes –la sencillez y la prudencia–, que se perfeccionan mutuamente.
Para ser sencillos es preciso cuidar la rectitud de intención en nuestras acciones, que deben estar dirigidas a Dios. Solo así podrán prevalecer sobre nuestros complejos sentimientos, sobre las impresiones del momento o la confusa vida de los sentidos. Y junto a la rectitud de intención, la sinceridad clara, escueta –ruda, si fuese necesario– para exponer nuestras propias flaquezas, sin tratar de disimularlas o negarlas: «Mira: los apóstoles, con todas sus miserias patentes e innegables, eran sinceros, sencillos..., transparentes.
»Tú también tienes miserias patentes e innegables. —Ojalá no te falte sencillez»12.
Para aprender a ser sencillos contemplemos a Jesús, a María y a José en todas las escenas de la infancia del Señor, en medio de su vida corriente. Pidámosles que nos hagan como niños delante de Dios, para tratarle personalmente, sin anonimato, sin miedo.
1 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 499. — 2 Ibídem, n. 379. — 3 Mt 6, 22. — 4 Cfr. I. Celaya, voz Sencillez, en Gran Enciclopedia Rialp, Madrid 1971, vol. 21 pp. 173-174. — 5 Mt 18, 2-3. — 6 1 Sam 16, 7. — 7 Cfr. San Josemaría Escrivá, o. c., n. 541. — 8 Jn 1, 47. — 9 Mt 7, 15. — 10 San Josemaría Escrivá, o. c., n. 47. — 11 Mt 10, 16. — 12 San Josemaría Escrivá, o. c., n. 932.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Fuente: Vatican.va
Manuel González García, Beato Obispo y Fundador, 4 Enero
FUNDADOR DE LAS MISIONERAS EUCARÍSTICAS DE NAZARET
Uno de los mejores libros que Ud. habrá leído en su vida:
«El Maestro está ahí y te llama» (Jn 11,28). «Estar [Jesús] en el Sagrario significa venir del cielo todo un Dios, hacer el milagro más estupendo de sabiduría, poder y amor para poder llegar hasta la ruindad del hombre, quedarse quieto, callado y hasta gustoso, lo traten bien o lo traten mal, lo pongan en casa rica o miserable, lo busquen o lo desprecien, lo alaben o lo maldigan, lo adoren como a Dios o lo desechen como mueble viejo... Y repetir eso mañana, y pasado mañana, y el mes que viene, y un año, y un siglo, y hasta el fin los siglos... Y repetirlo en este Sagrario y en el templo vecino y en el de todos los pueblos... Y repetir eso entre almas buenas, finas y agradecidas, y entre almas tibias, olvidadizas, inconstantes y almas frías, duras, pérfidas, sacrílegas... Eso es estar el Corazón de Jesús en el Sagrario. «¡Está aquí! ¡Santa, deliciosa, arreba-tadora palabra, que dice a mi fe más que todas las maravillas de la tierra y todos los milagros del Evangelio, que da a mi esperanza la posesión anticipada de todas las promesas, y que pone estremecimientos de placer divino en el amor de mi alma! «¡Está aquí! Sabedlo, demonios que queréis perderme, enfermedades que ponéis tristeza en mi vida, contrariedades, desengaños, que arrancáis lágrimas a mis ojos, pecados que me atormentáis con vuestros remordimientos, cosas malas que me asediáis, sabedlo, que el Fuerte, el Grande, el Magnífico, el Suave, el Vencedor, el Buenísimo Corazón de Jesús está aquí, ¡aquí, en el Sagrario mío! «Padre eterno, ¡bendita sea la hora en que los labios de vuestro Hijo unigénito se abrieron en la tierra para dejar salir estas palabras: "Sabed que yo estoy todo los días con vosotros hasta la consumación de los siglos"! «Padre, Hijo y Espíritu Santo, benditos seáis por cada uno de los segundos que está con nosotros el Corazón de Jesús en cada uno de los Sagrarios de la tierra. |
Fuente: Vatican.va
Manuel González García, Beato Obispo y Fundador, 4 Enero
FUNDADOR DE LAS MISIONERAS EUCARÍSTICAS DE NAZARET
Uno de los mejores libros que Ud. habrá leído en su vida:
«El Maestro está ahí y te llama» (Jn 11,28). «Estar [Jesús] en el Sagrario significa venir del cielo todo un Dios, hacer el milagro más estupendo de sabiduría, poder y amor para poder llegar hasta la ruindad del hombre, quedarse quieto, callado y hasta gustoso, lo traten bien o lo traten mal, lo pongan en casa rica o miserable, lo busquen o lo desprecien, lo alaben o lo maldigan, lo adoren como a Dios o lo desechen como mueble viejo... Y repetir eso mañana, y pasado mañana, y el mes que viene, y un año, y un siglo, y hasta el fin los siglos... Y repetirlo en este Sagrario y en el templo vecino y en el de todos los pueblos... Y repetir eso entre almas buenas, finas y agradecidas, y entre almas tibias, olvidadizas, inconstantes y almas frías, duras, pérfidas, sacrílegas... Eso es estar el Corazón de Jesús en el Sagrario. «¡Está aquí! ¡Santa, deliciosa, arreba-tadora palabra, que dice a mi fe más que todas las maravillas de la tierra y todos los milagros del Evangelio, que da a mi esperanza la posesión anticipada de todas las promesas, y que pone estremecimientos de placer divino en el amor de mi alma! «¡Está aquí! Sabedlo, demonios que queréis perderme, enfermedades que ponéis tristeza en mi vida, contrariedades, desengaños, que arrancáis lágrimas a mis ojos, pecados que me atormentáis con vuestros remordimientos, cosas malas que me asediáis, sabedlo, que el Fuerte, el Grande, el Magnífico, el Suave, el Vencedor, el Buenísimo Corazón de Jesús está aquí, ¡aquí, en el Sagrario mío! «Padre eterno, ¡bendita sea la hora en que los labios de vuestro Hijo unigénito se abrieron en la tierra para dejar salir estas palabras: "Sabed que yo estoy todo los días con vosotros hasta la consumación de los siglos"! «Padre, Hijo y Espíritu Santo, benditos seáis por cada uno de los segundos que está con nosotros el Corazón de Jesús en cada uno de los Sagrarios de la tierra. |
Fuente: www.jmarti.ciberia.es
José Manuel González García, Beato Vivencias de alguien que lo conoció, Enero 4
MIS RECUERDOS DE DON MANUEL |
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Santa Angela de Foligno
Señor: Tu que le dijiste en una visión a Santa Angela:
"el mejor camino para llegar a la santidad es estudiar la vida de
Cristo en el Evangelio y tratar de imitarlo".
Haz que nosotros estudiemos la vida de
Jesús y la imitemos siempre. Amen
Murió el 4 de enero de 1309 en Foligno, Italia, donde había nacido en 1248. Iglesia Es una de las místicas más famosas que ha tenido la Católica (se llama mística a la persona que se dedica a la vida de contemplación y de comunicación con Dios). En los primeros años de su vida fue una pecadora: orgullosa, vanidosa, poco piadosa y dedicada a la vida mundana. Se casó muy joven y tuvo varios hijos. Poseía riquezas, castillos, lujos, joyas y fincas, pero nada de esto la hacía feliz. En 1283, cuando ella tenía 35 años de edad, mueren sucesivamente su madre, su esposo y sus hijos. En medio de la inmensa pena, Angela va al templo y oye predicar a un franciscano, el Padre Arnoldo, y durante el sermón se da cuenta de lo equivocadamente que ha vivido. Hace una confesión general de toda su vida. Se hace terciaria franciscana. Va en peregrinación a Asís, y San Francisco en una visión le dice que es necesario hacer dos cosas muy importantes: vender todo lo que tiene, darlo a los pobres, y… dedicarse a meditar en la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Así lo hace. Lo vende todo, menos un castillo o palacio que estima muchísimo. Hasta que en una visión oye decir a Cristo crucificado: "¿Y por amor a tu Redentor no serás capaz de sacrificar también tu palacio preferido?". Lo vende también y todo el dinero recogido lo distribuye entre los pobres. Vende todas sus joyas y lujos, reparte el dinero entre los más necesitados, y se dedica a la vida de contemplación y meditación en la Vida, Pasión y Muerte del Señor. Ha sido llamada la Mística de la Pasión de Cristo. Y fue tan grande el amor que adquirió hacia la Pasión y Muerte del Señor, que le bastaba mirar una imagen de Jesús doliente u oír hablar de su Santísima Pasión para que se enrojeciera su rostro y quedara como en éxtasis. En visiones se la puede comparar a Santa Teresa y a Santa Catalina. Al Padre Arnoldo le dictó su Autobiografía. En ella dice lo siguiente: "Yo, Angela de Foligno, tuve que atravesar muchas etapas en el camino de la penitencia o conversión. La primera fue convencerme de lo grave y dañoso que es el pecado. La segunda el sentir arrepentimiento y vergüenza de haber ofendido al buen Dios. La tercera hacer confesión de todos mis pecados. La cuarta convencerme de la gran misericordia que Dios tiene para con el pecador que quiere ser perdonado. La quinta el ir adquiriendo un gran amor y estimación por todo lo que Cristo sufrió por nosotros. La sexta adquirir un amor por Jesús Eucaristía. La séptima aprender a orar, especialmente recitar con amor y atención el Padrenuestro. La octava tratar de vivir en continua y afectuosa comunicación con Dios". En la Santa Misa veía muchas veces a Jesucristo en la Santa Hostia. A su alrededor se reunía frecuentemente un selecto grupo de hombres y mujeres, terciarios franciscanos, a los cuales fue bendiciendo uno por uno como una madre cariñosa, la tarde del 4 de enero de 1309, y luego santamente y en gran paz, su alma voló a la eternidad. Sobre su sepulcro se han obrado innumerables milagros. |
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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Dafrosa de Roma, Santa Viuda y Mártir, 4 Enero
Viuda y Mártir
- también se afirma que sus hijas Demetria y Bibiana murieron mártires en Roma, en el 362- cuya fuente impulsora es la madre, firme, fuerte y muy capaz. |
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Fuente: ACI Prensa
Isabel Ana Bayley, Santa Fundadora, 4 Enero
Nace Isabel Ana en Nueva York el 28 de agosto de 1774. Crece en el seno de la iglesia episcopaliana. |
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Fuente: Osanet.org
Cristina de Santa Croce (Oringa Menabuoi), Beata Agustina, 4 Enero
Oringa Menabuoi, de humilde familia, nació en Santa Croce sull'Arno (Pistoya, Italia) entre 1237 y 1240. Amante de la pureza ya desde la infancia, trató de conservar mente y corazón siempre limpios, y darse a la práctica de pequeñas obras de misericordia. La oración mantenía a la pastorcita distante del mundo, sobre todo cuando sola en el campo, mientras cuidaba el ganado, sentía en torno a sí "el hálito de Dios". Huérfana de madre aún niña, fue incomprendida y maltratada por sus hermanos, quienes, llegada la edad del matrimonio, querían obligarla a casarse. Para terminar con esta situación no vio otro remedio que el de abandonar la casa paterna y trasladarse a la vecina ciudad de Lucca, donde durante siete años se procuró lo necesario para vivir trabajando como empleada doméstica. Allí, recogida frecuentemente en oración en la oscura soledad del desván en que habitaba, cada día más enamorada de Cristo, transcurrieron los mejores momentos de su juventud. |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina02
Faraildis (Farailda) de Gante, Santa Viuda, 4 Enero
Hay muchos detalles extremadamente confusos e improbables en los relatos que han llegado hasta nosotros de la vida de esta santa belga, y es difícil determinar hasta qué punto la leyenda se basa en hechos históricos. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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