viernes, 16 de enero de 2015

Domingo por la Santísima Trinidad. 18/01/2015. Excepto causa grave, no asistir a Misa dominical es pecado GRAVE (CIC 2042, 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Precepto: Misa ENTERA. Víspera del Domingo comienza el Sábado a las 15

JA

JMJ

Pax

† Lectura del Santo Evangelio según san Juan 1, 35-42

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos y, fijando los ojos en Jesús que pasaba, dijo:
"Este es el cordero de Dios".
Los dos discípulos lo oyeron decir esto y siguieron a Jesús. El se volvió hacia ellos y, viendo que lo seguían, les preguntó:
"¿Qué buscan?"
Ellos contestaron:
"¿Maestro, donde vives?".
El les dijo:
"Vengan lo verán".
Se fueron con él, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; eran como las cuatro de la tarde.
Uno de los dos que siguieron a Jesús por el testimonio de Juan era Andrés, el hermano de Simón Pedro. El primero a quien encontró Andrés fue a su hermano Simón, y le dijo:
"Hemos encontrado al Mesías" (que quiere decir Cristo).
Y lo llevó a Jesús y éste, fijando en él la mirada, le dijo:
"Tú eres Simón, hijo de Juan; en adelante te llamarás Cefas" (es decir Pedro).
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). ¿Qué pensaríamos de un cónyuge que le dice a su pareja: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

2o. Dom Ord Ciclo B

Antífona de Entrada

Que se postre ante ti, Señor, la tierra entera; que todos canten himnos en tu honor y alabanzas a tu nombre.

 

Se dice "Gloria".

Oración Colecta

Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que con amor gobiernas los cielos y la tierra; escucha paternalmente las súplicas de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida transcurran en tu paz.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Habla, Señor, tu siervo te escucha

Lectura del primer libro de Samuel 3, 3b-10.19

En aquellos días, Samuel estaba durmiendo en el santuario del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel:
"Samuel, Samuel".
El respondió:
"Aquí estoy".
Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo:
"Aquí estoy, porque me has llamado".
Respondió Elí:
"No te he llamado, vuelve a acostarte".
Y Samuel fue a acostarse. Pero el Señor lo llamó otra vez:
"Samuel".
Samuel se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo:
"Aquí estoy, porque me has llamado.
Respondió Elí:
"No te he llamado, hijo mío, acuéstate de nuevo".
Samuel no conocía todavía al Señor, pues no se le había revelado la palabra del Señor.
Por tercera vez llamó el Señor a Samuel; éste se levantó, fue donde estaba Elí y le dijo:
"Aquí estoy, porque me has llamado".
Comprendió entonces Elí que era el Señor quien llamaba al joven, y le aconsejó:
"Ve a acostarte, y si te llaman, respondes: Habla, Señor, que tu siervo escucha".
Samuel fue y se acostó en su sitio. Vino el Señor, se acercó y lo llamó como las otras veces:
"Samuel, Samuel".
Samuel respondió:
"Habla, Señor, que tu siervo escucha".
Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 39, 2.4ab.7-8.8b-9.10

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Puse toda mi esperanza en el Señor; él se inclinó hacia mí y escuchó mi grito; puso en mi boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero hiciste que te escuchara; no pides holocaustos ni víctimas; entonces yo digo: "Aquí estoy", para hacer lo que está escrito en el libro acerca de mí.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Amo tu voluntad, Dios mío, llevo tu ley en mi interior. He proclamado tu fidelidad en la gran asamblea; tú sabes, Señor, que no me he callado.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Segunda Lectura

Sus cuerpos son miembros de Cristo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 6, 13c-15a.17-20

Hermanos: El cuerpo no es para la lujuria, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Dios, por su parte, que resucitó al Señor, también nos resucitará a nosotros con su poder.
¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo? En cambio, el que se une al Señor se hace un solo espíritu con él.
Eviten la lujuria. Cualquier otro pecado cometido por el hombre queda fuera del cuerpo; pero el lujurioso peca contra su propio cuerpo. ¿O es que no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que han recibido de Dios y que habita en ustedes? No son ustedes sus propios dueños, porque han sido comprados ¡y a qué precio!; den, pues, gloria a Dios con su cuerpo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Hemos encontrado a Cristo, el Mesías. La gracia y la verdad nos han llegado por él.
Aleluya.

Evangelio

Vieron dónde vivía y se quedaron con él

† Lectura del Santo Evangelio según san Juan 1, 35-42

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos y, fijando los ojos en Jesús que pasaba, dijo:
"Este es el cordero de Dios".
Los dos discípulos lo oyeron decir esto y siguieron a Jesús. El se volvió hacia ellos y, viendo que lo seguían, les preguntó:
"¿Qué buscan?"
Ellos contestaron:
"¿Maestro, donde vives?".
El les dijo:
"Vengan lo verán".
Se fueron con él, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; eran como las cuatro de la tarde.
Uno de los dos que siguieron a Jesús por el testimonio de Juan era Andrés, el hermano de Simón Pedro. El primero a quien encontró Andrés fue a su hermano Simón, y le dijo:
"Hemos encontrado al Mesías" (que quiere decir Cristo).
Y lo llevó a Jesús y éste, fijando en él la mirada, le dijo:
"Tú eres Simón, hijo de Juan; en adelante te llamarás Cefas" (es decir Pedro).
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Se dice "Credo".

Oración de los Fieles

Celebrante:
Pidamos, hermanos y hermanas, a Dios nuestro Padre, en cuyas manos están los destinos del universo, que escuche las oraciones de su pueblo.
(Respondemos a cada petición: Escúchanos, Señor).

Por la santa Iglesia de Dios, para que Dios, nuestro Señor, le conceda la paz y la unidad y la proteja en todo el mundo, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Por los gobernantes de nuestra patria y de todas las naciones, para que Dios, nuestro Señor, dirija sus pensamientos y decisiones hacia una paz verdadera, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Por los que están en camino de conversión y por los que se preparan a recibir el bautismo, para que Dios, nuestro Señor, les abra la puerta de su misericordia y les dé parte en la vida nueva de Cristo Jesús, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Por nuestros familiares y amigos que no están ahora aquí con nosotros, para que Dios, nuestro Señor, escuche sus oraciones y lleve a realidad sus deseos, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Celebrante:
Dios nuestro, que muestras los signos de tu presencia en la Iglesia, en nuestra asamblea y en todos los hermanos; escucha las oraciones de esta familia tuya y no permitas que nunca dejemos de estar atentos a ninguno de los signos que nos ofreces para manifestar tu plan de salvación, a fin de que nos convirtamos en apóstoles y profetas de tu Reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Oración sobre las Ofrendas

Concédenos, Señor, participar dignamente en esta Eucaristía, porque cada vez que celebramos el memorial del sacrificio de tu Hijo, se lleva a cabo la obra de nuestra redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

El misterio pascual y el pueblo de Dios

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Quien, por su misterio pascual, realizó la obra maravillosa de llamarnos del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de su propiedad, para que, trasladados de las tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el mundo tus maravillas.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Para mí, Señor, has preparado la mesa y has llenado la copa hasta los bordes.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Infúndenos, Señor, el espíritu de tu caridad, para que, alimentados del mismo pan del cielo, permanezcamos siempre unidos por el mismo amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén


Meditación diaria

Segundo Domingo
ciclo b

PUREZA Y VIDA CRISTIANA

— La santa pureza, condición indispensable para amar a Dios y para el apostolado.

— Necesidad de una buena formación para vivir esta virtud. Diversos campos en los que crece la castidad.

— Medios para vencer.

I. Pasadas las fiestas de Navidad, en las que hemos considerado principalmente los misterios de la vida oculta del Señor, vamos a contemplar en este tiempo, de la mano de la liturgia, los años de su vida pública. Desde el comienzo de su misión vemos a Jesús buscando a sus discípulos y llamándolos a su servicio, como hizo Yahvé en épocas anteriores, según nos muestra la Primera lectura de la Misa, en la que se nos narra la vocación de Samuel1. El Evangelio nos señala cómo el Señor se hace encontradizo con aquellos tres primeros discípulos, que serían más tarde fundamento de su Iglesia2: Pedro, Juan y Santiago.

Seguir a Cristo, entonces y ahora, significa entregar el corazón, lo más íntimo y profundo de nuestro ser, y nuestra misma vida. Se entiende bien que para seguir al Señor sea necesario guardar la santa pureza y purificar el corazón. Nos lo dice San Pablo en la Segunda lectura3: Huid de la fornicación... ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis? Habéis sido comprados mediante un gran precio. Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro cuerpo. Nadie como la Iglesia ha enseñado jamás la dignidad del cuerpo. "La pureza es gloria del cuerpo humano ante Dios. Es la gloria de Dios en el cuerpo humano"4.

La castidad, fuera o dentro del matrimonio, según el estado y la peculiar vocación recibida, es absolutamente necesaria para seguir a Cristo y exige, junto a la gracia de Dios, la lucha y el esfuerzo personal. Las heridas del pecado original (en la inteligencia, en la voluntad, en las pasiones y afectos) no desaparecieron con él cuando fuimos bautizados; por el contrario, introducen un principio de desorden en la naturaleza: el alma, en formas muy diversas, tiende a rebelarse contra Dios, y el cuerpo contra la sujeción al alma; los pecados personales remueven el mal fondo que dejó el pecado de origen y abren las heridas que causó en el alma.

La santa pureza, parte de la virtud de la templanza, nos inclina prontamente y con alegría a moderar el uso de la facultad generativa, según la luz de la razón ayudada por la fe5. Lo contrario es la lujuria, que destruye la dignidad del hombre, debilita la voluntad hacia el bien y entorpece el entendimiento para conocer y amar a Dios, y también para las cosas humanas rectas. Frecuentemente, la impureza lleva consigo una fuerte carga de egoísmo, y sitúa a la persona en posiciones cercanas a la violencia y a la crueldad; si no se le pone remedio, hace perder el sentido de lo divino y trascendente, pues un corazón impuro no ve a Cristo que pasa y llama; queda ciego para lo que realmente importa.

Los actos de renuncia ("no mirar", "no hacer", "no desear", "no imaginar"), aunque sean imprescindibles, no lo son todo en la castidad; la esencia de la castidad es el amor: es delicadeza y ternura con Dios, y respeto hacia las personas, a quienes se ve como hijos de Dios. La impureza destruye el amor, también el humano, mientras que la castidad "mantiene la juventud del amor en cualquier estado de vida"6.

La pureza es requisito indispensable para amar. Aunque no es la primera ni la más importante de las virtudes, ni la vida cristiana se puede reducir a ella, sin embargo, sin castidad no hay caridad, y es esta la primera virtud y la que da su perfección y el fundamento a todas las demás7.

Los primeros cristianos, a quienes San Pablo dice que han de glorificar a Dios en su cuerpo, estaban rodeados de un clima de corrupción, y muchos de ellos provenían de ese ambiente. No os engañéis -les decía el Apóstol-. Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros... heredarán el reino de Dios. Y eso fuisteis alguno de vosotros...8. A estos les señala San Pablo que han de vivir con esmero esta virtud poco valorada, incluso despreciada en aquellos momentos y en aquella cultura. Cada uno de ellos ha de ser un ejemplo vivo de la fe en Cristo que llevan en el corazón y de la riqueza espiritual de la que son portadores. Lo mismo nosotros.

II. Debemos tener la convicción firme de que la santa pureza se puede vivir siempre, aunque sea muy fuerte la presión contraria, si se ponen los medios que nos da Dios para vencer y se evitan las ocasiones de peligro.

Para vivirla, es indispensable tener una buena formación, tratando esta materia con finura y sentido sobrenatural, pero con claridad y sin ambigüedades, en la dirección espiritual, para completar o rectificar de este modo las ideas poco exactas que se puedan tener. A veces, problemas mal calificados de escrúpulos están motivados porque no se terminó de hablar a fondo de ellos, y se resuelven cuando se refieren con claridad los hechos objetivos en la dirección espiritual y en la Confesión.

El cristiano que de verdad quiere seguir a Cristo ha de unir la pureza de alma a la pureza del cuerpo: tener ordenados los afectos, de tal manera que Dios ocupe en todo momento el centro del alma. Por eso, la lucha por vivir esta virtud y por crecer en ella se ha de extender también al campo de los afectos, a la "guarda del corazón", y a todas aquellas materias que indirectamente puedan facilitarla o dificultarla: mortificación de la vista, de la comodidad, de la imaginación, de los recuerdos.

Para luchar con eficacia en adquirir y perfeccionar esta virtud debemos, en primer lugar, estar hondamente convencidos de su valor, de su absoluta necesidad y de los incontables frutos que produce en la vida interior y en el apostolado. Esta gracia es necesario pedírsela al Señor, porque no todos lo entienden9. Otra condición que fundamenta la eficacia de esta lucha es la humildad: tiene auténtica conciencia de su propia debilidad quien se aparta decididamente de las ocasiones peligrosas; quien reconoce con contrición y sinceridad sus descuidos concretos; quien pide la ayuda necesaria; quien reconoce con agradecimiento el valor de su cuerpo y de su alma.

Quizá, según épocas o circunstancias, una persona deberá luchar con más intensidad en un campo, y a veces en otro bien diverso: la sensibilidad que, sin mortificación, podría estar más viva por no haberse evitado causas voluntarias más o menos remotas; lecturas que, aunque no sean claramente impuras, pueden dejar en el alma un clima de sensualidad; falta de cuidado en la guarda de la vista...

Otros campos relacionados con esta virtud de la santa pureza, y que es preciso cuidar y guardar, son: los sentidos internos (imaginación, memoria), que, aunque no se detuvieran directamente en pensamientos contra el noveno mandamiento, son con frecuencia ocasiones de tentaciones, y supone muy poca generosidad con el Señor no evitarlos; la guarda del corazón, que está hecho para amar, y al que debemos darle un amor limpio según la propia vocación, y en el que siempre debe estar Dios ocupando el primer lugar. No podemos ir con el corazón en la mano, como ofreciendo una mercancía10. Relacionadas con la guarda del corazón están la vanidad, la tendencia a llamar la atención, a ser el centro; el afán desmedido de encontrar siempre respuestas afectivas por parte de los demás; las preferencias y predilecciones menos ordenadas...

III. Para seguir a Cristo con un corazón limpio y para ser apóstol en medio de las circunstancias que a cada uno le han tocado vivir es necesario ejercitar una serie de virtudes humanas y otras sobrenaturales, apoyados en la gracia, que nunca nos faltará si ponemos lo que está de nuestra parte y la pedimos con humildad.

Entre las virtudes humanas que ayudan a vivir la santa pureza está la laboriosidad, el trabajo constante, intenso. Muchas veces los problemas de pureza son de ocio o de pereza. También son necesarias la valentía y la fortaleza para huir de la tentación, sin caer en la ingenuidad de pensar que aquello no hace daño, sin falsos pretextos de edad o de experiencia. La sinceridad plena, contando toda la verdad, con claridad, estando prevenidos contra el "demonio mudo"11, que tiende a engañarnos, quitando entidad al pecado o a la tentación, o agrandándolo para hacernos caer en la tentación de la "vergüenza de hablar". La sinceridad es completamente necesaria para vencer, pues sin ella el alma se queda sin una ayuda imprescindible.

Ningún medio sería suficiente si no acudiéramos al trato con el Señor en la oración y en la Sagrada Eucaristía. Allí encontramos siempre la ayuda necesaria, las fuerzas que hacen firme la propia flaqueza, el amor que llena el corazón, siempre insatisfecho con todo lo de este mundo porque fue creado para lo eterno. En el sacramento de la Penitencia purificamos nuestra conciencia, recibimos gracias específicas del sacramento para vencer en aquello, quizá pequeño, en lo que fuimos vencidos, y también la fortaleza que da siempre una verdadera dirección espiritual.

Si queremos entender el amor a Jesucristo como lo entendieron los Apóstoles, los primeros cristianos y los santos de todos los tiempos, es necesario vivir esta virtud de la santa pureza; si no, nos pegamos a la tierra y no entendemos nada.

Acudimos a Santa María, Mater Pulchrae Dilectionis12, Madre del Amor Hermoso, porque Ella crea en el alma del cristiano la delicadeza y la ternura filial donde puede crecer esta virtud. Y nos concederá la recia virtud de la pureza si acudimos con amor y confianza.

1 Cfr. 1 Sam 3, 3-10; 19. — 2 Cfr. Jn 1, 35-42. — 3 Cfr. 1 Cor 6, 13-15; 17-20. — 4 Juan Pablo II, Audiencia general 18-III-1981. — 5 Cfr. Santo Tomás, Suma Teológica 2-2, q. 151 a. 2, ad 1. — 6 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 25. — 7 Cfr. J. L. Soria, Amar y vivir la castidad, Palabra, Madrid 1976, p. 45. — 8 Cfr. 1 Cor 6, 9-10. — 9 Mt 19, 11. — 10 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, n. 146. — 11 Cfr. ibídem, n. 236. — 12 Eclo 24, 24.


octavario por la unión de los cristianos
18 de enero. 1er Día del Octavario

JESUCRISTO FUNDÓ UNA SOLA IGLESIA*

— Voluntad de Cristo de fundar una sola Iglesia.

— La oración de Jesús por la unidad.

— La unidad, don de Dios. Convivencia amable con todos los hombres.

I. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica1. ¡Cuántas veces a lo largo de nuestra vida hemos hecho esta profesión de fe, saboreando cada una de estas notas: una, santa, católica y apostólica! Pero en estos días en que la Iglesia nos propone una Semana para rezar con más fervor por la unidad de los cristianos, estaremos unidos en la oración al Papa, a los Obispos, a los católicos de todo el mundo y a nuestros hermanos separados. Estos, aunque no tienen la plenitud de fe, de sacramentos o de régimen, tienden a ella, impulsados por el mismo Cristo, que quiere ut omnes unum sint2, que todos, y de modo particular los cristianos, lleguen a la unidad en una sola Iglesia, la que Cristo fundó, aquella que permanecerá en el mundo hasta el fin de los tiempos.

Creo en la Iglesia, que es una... La unidad es nota característica de la Iglesia de Cristo y forma parte de su misterio3. El Señor no fundó muchas iglesias, sino una sola Iglesia, "que en el Símbolo confesamos como una, santa, católica y apostólica, y que nuestro Salvador, después de su Resurrección, encomendó a Pedro para que la apacentara (cfr. Jn 21, 17), confiándole a él y a los demás Apóstoles su difusión y gobierno (cfr. Mt 28, 18 ss.), y la erigió perpetuamente en columna y fundamento de la verdad (cfr. 1 Tim 3, 15). Esta Iglesia, establecida y organizada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él, si bien fuera de su estructura se encuentran muchos elementos de santidad y verdad que, como bienes propios de la Iglesia de Cristo, impelen hacia la unidad de Cristo"4. En ocasiones se ha comparado la Iglesia a la túnica de Cristo, inconsútil, de una sola pieza, sin costuras, tejida de arriba abajo5: no tiene costuras para que no se rompa6, afirma San Agustín.

El Señor manifestó de muchas maneras su propósito de fundar una sola Iglesia. Nos habla de un solo rebaño y un solo pastor7, nos advierte de la ruina de un reino dividido en facciones contrapuestas -omne regnum divisum contra se, desolabitur8 de una ciudad cuyas llaves se entregan a Pedro9 y de un solo edificio construido sobre el cimiento de Pedro10...

Hoy, en la Comunión de los Santos, en la que de forma diversa participamos, nos unimos a tantos y tantos en todo el mundo que, con pureza de intención, piden: ut omnes unum sint, que todos seamos uno, en un solo rebaño bajo un solo Pastor, que no se desgaje nunca más una rama del árbol frondoso de la Iglesia. ¡Qué dolor cuando algún sarmiento se separa de la vid verdadera!

II. La solicitud constante de Jesús por la unidad de los suyos se manifestó de una manera particular en la oración de la Última Cena, que es, a la vez, como el testamento que nos deja a los discípulos: Padre santo, guarda en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros... No solo ruego por ellos, sino también por los que creerán en Mí por las palabras de ellos, para que todos sean uno, como Tú, Padre, en Mí y Yo en Ti, que ellos también sean uno en nosotros para que el mundo crea que Tú me has enviado11.

Ut omnes unum sint... La unión con Cristo es causa y condición de la unidad de los cristianos entre sí. Esta unidad es uno de los mayores bienes para toda la humanidad, pues, siendo la Iglesia una y única, aparece como signo ante las naciones para invitar a todos a creer en Jesucristo, el Salvador único de todos los hombres; Ella continúa en el mundo esa misión salvadora de Jesús. El Concilio Vaticano II, haciendo referencia a los fundamentos del ecumenismo, relaciona la unidad de la Iglesia con su universalidad y con esta misión salvadora12.

La unidad de fe y de costumbres es la que motiva la celebración del llamado primer Concilio de Jerusalén13, en los comienzos de la Iglesia. Y una buena parte de las Cartas de San Pablo son un llamamiento a la unidad. El cuidado de este bien tan grande es el principal encargo que San Pablo hace a los presbíteros14, a sus más íntimos colaboradores, y a quienes le habían de suceder en el pastoreo y sostenimiento de aquellas comunidades15. Esta preocupación está siempre presente en todos los Apóstoles16.

La doctrina de los Padres de la Iglesia lleva siempre a defender esta unidad querida por Cristo, y consideran la separación del tronco común como el peor de los males17. En nuestros días, ante la pretensión de un falso ecumenismo de algunos que consideran todas las confesiones cristianas como igualmente válidas, rechazando la existencia de una Iglesia visible heredera de los Apóstoles y, por tanto, en la que se realiza la voluntad de Cristo, el Concilio Vaticano II declaró para nuestra enseñanza que "una sola es la Iglesia fundada por Cristo Señor; muchas son, sin embargo, las Comuniones cristianas que a sí mismas se presentan ante los hombres como la verdadera herencia de Jesucristo; todos se confiesan discípulos del Señor, pero sienten de modo distinto y siguen caminos diferentes, como si Cristo mismo estuviera dividido. Esta división contradice abiertamente a la voluntad de Cristo, es un escándalo para el mundo y daña a la causa santísima de la predicación del Evangelio a todos los hombres"18.

Porque amamos apasionadamente a la Iglesia nos duele en lo más íntimo del alma este "escándalo para el mundo" que constituyen las divisiones y sus causas. Por eso hemos de pedir y de ofrecer sacrificios, pequeñas mortificaciones en medio del trabajo diario, para atraer la misericordia de Dios, de manera que –superando muchas dificultades– sea cada vez mayor la realidad de esta unión en la única Iglesia de Cristo. En lo que esté de nuestra parte, quitaremos lo que pueda ser obstáculo, aquello que, por no vivir personalmente las exigencias de la vocación cristiana, pudiera ser motivo para que otros se alejen o no se acerquen a la Iglesia; resaltaremos lo que tenemos en común, dado que quizá a lo largo de la historia se ha puesto más de relieve lo que separa que aquello que puede ser motivo de unión. Esta es la intención y la doctrina del Magisterio, pues "la Iglesia se reconoce unida por muchas razones con quienes, estando bautizados, se honran con el nombre de cristianos, pero no profesan la fe en su totalidad o no guardan la unidad de comunión bajo el sucesor de Pedro"19. Aunque no están en plena comunión con la Iglesia, hay algunos que tienen la Sagrada Escritura como norma de fe y vida, manifiestan un verdadero celo apostólico, han sido bautizados y han recibido otros sacramentos. Algunos poseen el episcopado, celebran la Sagrada Eucaristía y fomentan la piedad hacia la Virgen María. Participan en cierto modo en la Comunión de los Santos y reciben su influjo, y son impulsados por el Espíritu Santo a una vida ejemplar20.

El deseo de unión, la oración por todos, nos lleva a ser ejemplares en la caridad. También de nosotros se ha de decir, como de los primeros cristianos: mirad cómo se aman21.

III. La unidad es un don de Dios y por eso está estrechamente ligada a la oración y a la continua conversión del corazón, a la lucha ascética personal por ser mejores, por estar más unidos al Señor. Poco podremos hacer por la unidad de los cristianos "si no hemos logrado esta intimidad estrecha con el Señor Jesús: si realmente no estamos con Él y como Él santificados en la verdad; si no guardamos su palabra en nosotros, tratando de descubrir cada día su riqueza escondida; si el amor mismo de Dios por su Cristo no está profundamente arraigado en nosotros"22.

El amor a Dios nos ha de llevar a pedir, de modo particular en estos días, por esos hermanos nuestros que mantienen aún muchos vínculos con la Iglesia. Contribuiremos eficazmente a la edificación de esa unión en la medida en que nos afanemos por buscar la santidad personal en lo corriente de todos los días y aumentemos nuestro espíritu apostólico. El fiel católico ha de tener siempre un corazón grande y debe saber servir generosamente a sus hermanos los hombres –a los demás católicos y a quienes tienen la fe en Cristo sin pertenecer a la Iglesia o profesan otras religiones o ninguna y mostrarse abierto y siempre dispuesto a convivir con todos. Hemos de amar a los hombres para llevarlos a la plenitud de Cristo, y así hacerlos felices. Señor –le pedimos con la liturgia de la Misa infunde en nosotros tu Espíritu de caridad y... haz que cuantos creemos en Ti vivamos unidos en un mismo amor23.

1 Símbolo Nicenoconstantinopolitano. Denz 86 (150). — 2 Jn 17, 21. — 3 Cfr. Pablo VI, Alocución 19-I-1977. — 4 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 8. — 5 Cfr. Jn 19, 23. — 6 Cfr. San Agustín, Tratado sobre el Evangelio de San Juan, 118, 4. — 7 Jn 10, 16. — 8 Mt 12, 25. — 9 Mt 16, 19. — 10 Mt 16, 18. — 11 Jn 17, 11, 20-21. — 12 Cfr, Conc. Vat. II, Decr. Unitatis redintegratio, 1. — 13 Hech 15, 1-30. — 14 Hech 20, 28-35. — 15 Cfr. 1 Tim 4, 1-16; 6, 3-6; Tit 1, 5-16; etc. — 16 Cfr. 1 Pdr 2, 1-9; 2 Pdr 1, 12-15; Jn 2, 1-25; Sant 4, 11-12; etc. — 17 San Agustín, Contra los parmenianos, 2, 2. — 18 Conc. Vat. II, Decr. Unitatis redintegratio. — 19 ídem, Const. Lumen gentium, 15. — 20 Cfr. ibídem. — 21 Tertuliano, Apologético, 39. — 22 Juan Pablo II, Alocución por la Unión de los Cristianos, 23-I-1981. — 23 Misal Romano, Misa por la unidad de los cristianos, 3. Ciclo B. Oración después de la Comunión.

* Cada año, del 18 al 25 de enero, fiesta de la Conversión de San Pablo, la Iglesia dedica ocho días a pedir especialmente para que todos aquellos que creen en Jesucristo lleguen a formar parte de la única Iglesia fundada por Él.

León XIII, en 1897, en la Encíclica Satis cognitum, dispuso ya que fueran consagrados a esta intención los nueve días que median entre Ascensión y Pentecostés. En el año 1910, San Pío X trasladó la celebración a los días 18 al 25 de enero de cada año (entre las fiestas de la Cátedra de San Pedro, que se celebraba entonces el día 18 de este mes, y la Conversión de San Pablo).

El Concilio Vaticano II, en el Decreto sobre ecumenismo, instaba a esta oración, "conscientes de que este santo propósito de reconciliar a todos los cristianos en la unidad de una sola y única Iglesia de Cristo excede las fuerzas y la capacidad humana" (Decr. Unitatis redintegratio, 24).

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Juan de Rivera
Arzobispo de Valencia

San Juan de Rivera: ruega por los universitarios,
por los colegiales, por los sacerdotes y los obispos
para que se vuelvan santos y salgan vencedores
de los ataques de los enemigos de la salvación.

 

Nació en la ciudad de Sevilla, España. Su padre era virrey de Nápoles. Creció sin el amor materno, porque la madre murió cuando él era todavía muy niño. Pero en sus familiares aprendió los más admirables ejemplos de santidad. En su casa se repartían grandes limosnas a los pobres y se ayudaba a muchísimos enfermos muy abandonados. A una familiar suya, Teresa Enríquez. La llamaban "la loca por el Santísimo Sacramento", porque buscaba las mejores uvas de la región para fabricar el vino de la Santa Misa y escogía los mejores trigos para hacer las hostias, y trataba de entusiasmar a todos por la Eucaristía.

Juan de Rivera estudió en la mejor universidad que existía en ese entonces en España, la Universidad de Salamanca, y allá tuvo de profesores a muy famosos doctores, como el Padre Vitoria. El Arzobispo de Granada escribió después: "Cuando don Juan de Rivera fue a Salamanca a estudiar yo era también estudiante allí pero en un curso superior y de mayor edad que él. Y pude constar que era un estudiante santo y que no se dejó contaminar con las malas costumbres de los malos estudiantes".

Cuando tenía unos pocos años de ser sacerdote y contaba solamente con 30 años de edad, el Papa Pío IV lo nombró obispo de Badajoz. Allí se dedicó con toda su alma a librar a los católicos de las malas enseñanzas de los protestantes. Organizó pequeños grupos de jóvenes catequistas que iban de barrio en barrio enseñando las verdades de nuestra religión y previniendo a las gentes contra los errores que enseñan los enemigos de la religión católica. San Juan de Avila escribió: "Estoy contento porque Monseñor Rivera está enviando catequistas y predicadores a defender al pueblo de los errores de los protestantes, y él mismo les costea generosamente todos los gastos".

El joven obispo confesaba en las iglesias por horas y horas como un humilde párroco; cuando le pedían llevaba la comunión a los enfermos, y atendía cariñosamente a cuantos venían a su despacho. Pero sobre todo predicaba con gran entusiasmo. Los campesinos y obreros decían: "Vayamos a oír al santo apóstol".

En dos ocasiones vendió el mobiliario de su casa y toda la loza de su comedor para comprar alimentos y repartirlos entre la gente más pobre, en años de gran carestía.

El día en que partió de su diócesis en Badajoz para irse de obispo a otra ciudad, repartió entre los pobre todo el dinero que tenía y todos los regalos que le habían dado, y el mobiliario que su familia le había regalado.

Arzobispo de Valencia.

Cuando lo nombraron Arzobispo de esa ciudad, llegó allá sin un solo centavo. Muchas veces en la vida le sucedió quedarse sin ningún dinero, por repartirlo todo entre los pobres. Pero Dios nunca le permitió que le faltar lo necesario.

Su horario. Como Arzobispo se levantaba a las cuatro de la madrugada. Dedicaba dos horas a leer la Sagrada Escritura y otros libros religiosos. Otras dos horas las dedicaba a la celebración de la Santa Misa y rezar los Salmos. Luego durante dos o tres horas preparaba sus sermones. Desde mediodía hasta la noche atendía a las gentes. Todo el que quisiera hablar con él, hallaba siempre abierta la puerta de la casa Arzobispal.

Visitó once veces las 290 parroquias rurales de su arzobispado. Hasta los sitios más alejados y de más peligrosos caminos, allá llegaba a evangelizar y a visitar sus fieles católicos y a administrar el Sacramento de la Confirmación. Después de emplear todo el día en predicar, en confirmar y en atender a la gente, los párrocos notaban que en cada parroquia se quedaba hasta altas horas de la noche estudiando libros religiosos. Desde 1569 hasta 1610 hizo 2,715 visitas pastorales a las parroquias y los resultados de esas visitas los dejó en 91 volúmenes con 91,000 páginas.

Celebró siente Sínodos, o reuniones con todos los párrocos para estudiar los modos de evangelizar con mayor éxito a las gentes. Los decretos de cada Sínodo eran poquitos y bien prácticos para que no se les olvidaran o se quedaran sin cumplir. Todos estos sínodos tenían por objeto principal obtener que los sacerdotes se hicieran más santos.

Su trato con los sacerdotes.

Trataba a todos y cada uno de los sacerdotes con la más exquisita cortesía y amabilidad. Cada uno de ellos podía exclamar: "Lo aprecio porque tuvo tiempo para mí". Cada año les hacía dedicar unos diez días en silencio para hacer Retiros Espirituales. Siempre les advertía francamente los errores que debían corregir, pero las correcciones las hacía en privado y lejos de los demás. A un joven sacerdote que iba a comenzar a confesar y a dar dirección espiritual le dijo: "Mire hijo que usted es muy mozo, y su oficio es peligroso". Y es que él mismo recién ordenado de sacerdote tuvo sus peligros. Un día una joven penitente, con pretexto de que se iba a confesar, le declaró que estaba enamorada de él. Y Juan rechazó valientemente aquella trampa y después logró que aquella pobre pecadora se convirtiera.

En el colegio, en la Universidad y ahora como obispo, lo que lo libró siempre de caer en las trampas de la impureza fue practicar mucho la mortificación y el dedicar bastante tiempo a la oración. Se cumplía en su vida lo que dijo Jesús: "Ciertos malos espíritus sólo se alejan con la oración y la mortificación".

Le agradaba mucho dar clases de catecismo a los niños. El en persona los preparaba a la Primera Comunión. La gente veía con agrado al Arzobispo sentado en un taburete en la mitad del patio, rodeado de muchos niños, ensañándoles el catecismo. Les repartía dulces, monedas y otros regalitos a los que respondían mejor las preguntas del catecismo, y a los más pobres les regalaba el vestido de la Primera Comunión.

Para los jóvenes que tenían nobles ideas puso un colegio en su propia casa arzobispal, y allí los iba formando con todo esmero y muy buena disciplina. Del colegio de San Juan de Rivera salieron un cardenal, un Arzobispo, doce obispos, numerosos religiosos y muchos líderes católicos.

El rey lo nombró Virrey de Valencia, y así llegó a ser al mismo tiempo jefe religioso y jefe civil. Y la tranquilidad que en mucho tiempo no reinaba en aquella región, llegó como por encanto. El personalmente se preocupaba porque se administrara justicia con toda seriedad.

Una vez vino alguien a decirle que un juez le estaba haciendo injusticia en un pleito. El Sr. Arzobispo se fue donde el juez y le pidió que revisara todo el expediente. Y el inocente fue absuelto. Después el juez contaba: "un rico me había ofrecido dinero para que fallara en contra del inocente. Pero vino el Sr. Arzobispo y me convenció y me obligó a hacer justicia y logré que mi conciencia quedara en paz".

La Santa Misa la celebraba con tal devoción que al acólito le decía que después de la elevación podía retirarse, pues él duraba hasta dos horas en éxtasis allí ante Jesús Sacramentado, después de elevar la Santa Hostia.

Cansado de ver que la gente era muy indiferente para la religión le pidió al Papa que le quitara de aquel cargo, pero el Sumo Pontífice le pareció que él era el más indicado para ese arzobispado y le rogó que hiciera el sacrificio de seguir en ese sagrado oficio. Y así por 42 año estuvo de Arzobispo de Valencia obteniendo enormes frutos espirituales.

Murió en enero de 1611. Cuando se supo la noticia de su muerte, los niños recorrían las calles cantando: "El señor Arzobispo está en la gloria obteniendo el premio de sus victorias".

Durante los funerales, en el momento de la elevación de la Santa Hostia en la misa, los que estaban junto al cadáver vieron que abría los ojos y que el rostro se le volvía sonrosado por unos momentos, como adorando al Santísimo Sacramento.

El Papa San Pío Quinto lo llamaba "La lumbrera de todos los obispos españoles". Hizo muchos milagros. Fue beatificado en 1796 y fue declarado Santo por el Papa Juan XXIII en 1960.

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Prisca o Priscila, Santa Mártir, 18 enero  

Prisca o Priscila, Santa

Mártir
Enero 18

Etimológicamente significa "antigua". Viene de la lengua latina.

Pertenece al primer siglo de nuestra era cristiana. También se le llama santa Priscila. Desde muy antiguo se le tributó culto en Roma a esta joven romana.

En el siglo IX, mediante las excavaciones arqueológicas, se descubrió e identificó que estaba enterrada en Aventine con el nombre de Priscila, mujer de Aquila, un judío cristiano.

Esto consta en los Hechos de los Apóstoles y en la carta de san Pablo a los Romanos: " Saludad a Prisca y a Aquila, mis cooperadores en Cristo Jesús, los cuales para salvar mi vida expusieron su cabeza".

Existe en Roma la bella iglesia de santa Prisca que, a su vez, se construyó sobre el santuario de Mitra, dios pagano.

Según las Actas, escritas en el siglo X, cuando hablan de ella, dicen que era una chica adolescente que la llevaron al anfiteatro para la diversión de la gente.

Se lanzó sobre ella un león y, en lugar de hacerla pedazos, se echó sus pies. En vistas de esta situación, la devolvieron de nuevo a la cárcel.
Se dice que un águila velaba, cuando la mataron, su cuerpo hasta que la enterraron en las Catacumbas de Priscila, en donde hay en la actualidad una iglesia dedicada a su nombre desde el siglo IV.

En lo que respecta al arte, los pintores la plasmaron en sus cuadros como una joven mártir con un león o dos, una espada y un águila cerca de ella. Pintores como Farmer, Roeder y Tabor.

El león domado o domesticado a sus pies simboliza la caída del paganismo.

Sus restos se veneran en Roma. Un ejemplo claro de sacrificio por la fe en Cristo.

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Fuente: Osanet.org
María Teresa Fasce, Beata Abadesa, 18 de enero  

María Teresa Fasce, Beata

Abadesa

Martirologio Romano: En la ciudad de Cassia, en Italia, beata María Teresa (María Juana) Fasce, abadesa del monasterio de la Orden de San Agustín, que supo unir la ascesis y la contemplación junto con obras de caridad hacia los peregrinos e indigentes (1947).

Fecha de beatificación: 12 de octubre de 1997 por el Papa Juan Pablo II.

 

María Teresa nació en Torriglia (Génova). De carácter fuerte y voluntarioso, amante del recogimiento y la oración, era también dinámica y vivaz, comprensiva y dispuesta a ayudar en cualquier momento que se presentase la oportunidad de hacer el bien. El ideal monástico le llegó pronto al corazón, pero debió orar mucho, debió esperar y sufrir, antes de poder obtener el consentimiento de entrar en el oasis al que Dios la llamaba.

El Monasterio de Santa Rita, en Casia, la recibió corno postulante a los veinticinco años en 1906. En la noche de Navidad ofreció al Señor su juventud, vistiendo el hábito agustiniano y, al año siguiente, en la misma solemnidad, selló su inmolación con los votos religiosos. Ella misma, en una carta a su hermana, le comentó: "Ahora no me resta sino comenzar una vida verdaderamente religiosa, en la que no tenga que recibir un día algún reproche de los ángeles o de los hombres".

Desde 1914, las jóvenes novicias la tuvieron corno maestra de ejemplo y de palabra. De 1917 a 1920, Dios la llamó a ocupar la grave responsabilidad de Vicaria. De 1920 hasta su muerte, con voto unánime y de trienio en trienio, las hermanas la eligieron abadesa, convirtiéndose en "la Madre" por antonomasia.

Testimonios claros, vivos y espléndidos de su actividad corno superiora, fueron y siguen siendo las obras que ella ideó y supo llevar a cabo, superando grandes dificultades, con ánimo indomable y serena sabiduría, destacando entre todas el templo de Santa Rita y la divulgación de su culto por el mundo entero. La pequeña capilla que guardaba el cuerpo de la Santa Taumaturga cuando ella llegó al Monasterio era casi desconocida. Hoy la basílica es meta de cientos de miles de peregrinos que siguen su vida por medio del boletín Dalle api alle rose, por ella misma ideado en el lejano 1923, y que por medio de Santa Rita se acercan a Dios. Éste era precisamente el sueño de la Madre, quien en una carta de 1943, auspiciando el final del conflicto bélico, presagiaba: "Esperemos que pronto el Señor nos conceda la gracia de un final pacífico, y entonces Casia verá un número infinito de personas deudoras de favores recibidos".

Al amparo del templo, fueron acogidas por su gran corazón las huerfanitas, que ahora, en gran número, viven en la moderna "colmena Santa Rita". En torno al monasterio, reflejo de su vida, surgen otras obras importantes, como el seminario agustiniano, el hospital Santa Rita, y la casa de ejercicios. El amor y los sufrimientos de Madre Teresa fueron y son su savia vital.

La fragilidad de su cuerpo fue para Teresa un lento, duro y larguísimo calvario. El espíritu la sostuvo hasta el último día. "Me voy de este mundo - escribía - con fe, esperanza y amor. Espero veros pronto allá arriba,... allá donde reina Dios y donde viviremos para siempre bendiciendo las pruebas tenidas en el destierro". Volvió al Padre el 18 de enero de 1947. Sus restos descansan en la cripta, junto a la Santa que tan entrañablemente amó, y espera en paz la hora de la gloria.

Si usted tiene información relevante para la canonización de la Beata María Teresa, contacte a:
Monache Agostiniane
06043 Cascia (PG), ITALIA

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Regina Protmann, Beata Fundadora, 18 de enero  

Regina Protmann, Beata

Fundadora de la Congregación de
las Hermanas de Santa Catalina de Alejandría

Martirologio Romano: En la ciudad de Braunsberg (actual Braniewo), en Prusia, beata Regina Protmann, virgen, que, llena de amor por los pobres, se entregó generosamente al servicio de los indigentes, fundando la Congregación de las Hermanas de Santa Catalina (1613).

Fecha de beatificación: 13 de junio de 1999 por el Papa Juan Pablo II.

 

La beata Regina Protmann nació en el seno de una familia católica burgueza, en Braunsberg – Ermeland (actualmente Braniewo, Polonia) el año 1552.

A 19 años dejó las comodidades de la casa paternal para apartarse junto a tres compañeras, en una casita vieja y ruinosa, para iniciar así una vida de comunidad, dedicada a Dios, en la pobreza absoluta y al servicio del prójimo. Fue en esas circunstancias, que inspirada por el Espíritu Santo y con la ayuda de sacerdotes jesuitas, teniendo como objetivo el brindar asistencia a los enfermos y necesitados, fundó una congregación de tipo contemplativa - activa, cosa que en aquel tiempo era toda una innovación, porque tan sólo existían los conventos de clausura.

La Congregación recibió la aprobación papal en 1662, propagándose en Polonia y en Lituania y, luego también en Finlandia, Rusia, Inglaterra, Brasil, Alemania, Italia y Togo.

Dedicó especial atención a la pastoral a la mujer. La beata Regina, olvidándose de sí misma, abarcaba, con una mirada clarividente, las necesidades del pueblo y de la Iglesia. Las palabras "como Dios quiera" se convirtieron en lema de su vida. Su ardiente amor la impulsaba a cumplir la voluntad del Padre celestial, a ejemplo del Hijo de Dios. No temía aceptar la cruz del servicio diario, dando testimonio de Cristo resucitado.

Murió el 18 de enero de 1613, luego de un período de larga y dolorosa enfermedad. En la actualidad su obra cuenta con unas 120 casas, repartidas por todo el mundo.

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Fuente: Osanet.org
Cristina Ciccarelli de L´Aquila, Beata Virgen Agustina, 18 de enero  

Cristina Ciccarelli de L´Aquila, Beata

Virgen

Martirologio Romano: En la ciudad de L'Aquila, en el Abruzo (Italia), beata Cristina (Matías) Ciccarelli, virgen, de la Orden de San Agustín (1543).

Fecha de canonización: Su culto fue confirmado por el Papa Gregorio XVI en 1841.

 

Mattia Ciccarelli, fruto del matrimonio formado por Domingo y María de Perícolo, nació en Colle di Lucoli, provincia de L'Aquila (Italia), el 24 de febrero de 1480. Fue la última de seis hermanos. Ya desde la más temprana edad se distinguió por las virtudes de la obediencia, la humildad y la modestia. Su amor por la oración la llevaba a retirarse en el rincón más escondido de la casa y postrarse devotamente ante una imagen de la Virgen de la Piedad. A las oraciones unió constantemente mortificaciones y rigurosos ayunos, flagelando su cuerpo para borrar de él todo signo de belleza e impedir así ser admirada. A los once años conoció al beato Vicente de L'Aquila, que sería su director espiritual y al que confió su íntimo deseo de consagrarse por completo a Dios abrazando la vida religiosa. En junio de 1505 entró en el monasterio de Santa Lucía de las Agustinas observantes en L'Aquila, donde tomó el velo y cambió su nombre por el de Cristina.

La gran piedad, la sumisión más completa y la absoluta humildad de que dio cotidianamente claras pruebas, le alcanzaron en breve la veneración de todas las hermanas de hábito que no tardaron en elegirla abadesa, cargo para el que, muy a pesar suyo, fue reelegida repetidas veces.

Conocida por su santidad, por sus visiones y los milagros realizados, Cristina fue visitada continuamente por una gran muchedumbre de personas, desde las más modestas a las más distinguidas. Entre los diversos éxtasis con que Dios quiso favorecerla, dos resultan verdaderamente admirables: el tenido en una solemnidad de la fiesta del Corpus, cuando se la encontró levantada sobre tierra más de cinco palmos, mientras sobre su pecho resplandecía la hostia santa dentro de un ostensorio de oro (expresión con la que suele representarse a la beata), y el acaecido en un viernes y sábado santos, en los que, según su propia confesión, llegó a sentir en su carne gran parte de los dolores de la pasión de nuestro Señor.

De salud precaria y afligida por distintas enfermedades, Cristina murió el 18 de enero de 1543.

Suprimido el monasterio de agustinas de Santa Lucía el 12 de octubre de 1908, los restos mortales de la beata fueron trasladadas al monasterio de san Amico. El culto público comenzado inmediatamente después de su muerte fue confirmado por Gregorio XVI en 1841.

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Fuente: AcademiaHumanidades.cl
Andrés Grego de Peschiera, Beato Sacerdote Dominico, 18 de enero  

Andrés Grego de Peschiera, Beato

Sacerdote

Martirologio Romano: En el convento de Morbegno, en los Alpes italianos, beato Andrés Grego de Peschiera, presbítero de la Orden de Predicadores, que andando a pie visitó repetidas veces aquella región, donde vivía austeramente junto a los pobres y trataba de conciliar fraternalmente a todos (1485).

Fecha de beatificación: Pío VII confirmó su culto el 26 de septiembre de 1820.

 

Andrés Grego, nació en Peschiera (Italia) el año 1400 de piadosos padres, originarios de Lago de Garda. Recibió el hábito en Brescia dentro de la congregación lombarda en el momento de mayor esplendor de la disciplina regular promovida por el B. Antonio della Chiesa, llevando a cabo sus estudios en el convento de San Marcos de Florencia.

Terminado el período de formación y ordenado presbítero se dedicó toda su vida a la predicación, especialmente en Valtellina, región abrupta y fría al norte de Italia, que santo Domingo evangelizó en los últimos años de su vida, prodigándose incansablemente en favor de aquella pobre gente durante cuarenta y cinco años de durísimo ministerio, que le valió el título de apóstol de "Valtellina". Recorrió a pie toda la región, viviendo pobremente, pasando la noche con los pobres, siempre acostados sobre los sarmientos y conciliándose de este modo el cariño e todo por este celo de caridad apostólica que nacía el ejercicio heroico de la penitencia, humildad y obediencia. "Un religioso obediente, decía con frecuencia, es un religioso santo".

Murió el 19 de enero de 1485 en el convento de Morbengo (Sondrio), cuya fundación (1457) había promovido, y su cuerpo reposa en su iglesia parroquial.

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Fuente: Santiebeati.it
Facio de Cremona, Beato Laico, 18 de enero  

Facio de Cremona, Beato

Laico

Martirologio Romano: En la ciudad de Cremona, en la Lombardía, beato Facio (Fazzio), que, orfebre de profesión, dejo su ciudad natal de Verona y se trasladó a este lugar, llevando una vida penitente y dedicándose a ayudar a peregrinos y enfermos (1272).

Fecha de beatificación: El beato Papa Pío IX confirmó el culto en 1873.

 

En esa extraordinaria y monumental joya que es la catedral de Cremona, a poca distancia de la urna que contiene las reliquias de san Homobono, patrono de los sastres, está sepultado otro laico santo, auténtico ejemplo de cómo deben ser vividas cotidianamente los preceptos evangélicos. Facio, llamado también Fazzio, nació en Verona en el año 1200, en el seno de una familia muy religiosa. Todavía joven, fue confiado a un maestro orfebre para que aprendiese esa profesión bajo su tutela. Su gran laboriosidad, su buen carácter y su juventud lograron, que con tan sólo 26 años, lograra la fama en toda la ciudad. Eso le trajo como consecuencia la envidia de los otros orfebres, y los ataques recibidos fueron tantos que Facio decidió mudarse a Cremona. Tiempo después volvió a su ciudad natal con la intención de reconciliarse con sus enemigos, pero el ambiente no había mejorado, y algunos de ellos lograron, con mentiras, que él sea encarcelado. En tiempos de una guerra, y por petición de los cremonenses, que lo consideraban su coterráneo, fue liberado y retornó a la ciudad lombarda. En un clima finalmente tranquilo, la orfebrería cedió su puesto al apostolado. Su corazón generoso lo llevaba a ayudar a cuantos estuvieran necesitados, y para ello fundó la fraternidad laical del Espíritu Santo, abriendo en su propia casa un centro de salud, que con los años se convertiría en el Hospital Mayor de la ciudad.

El obispo, que lo estimaba mucho, lo nombró visitador general de los monasterios de la diócesis, hecho excepcional para un no consagrado. Ejerció el encargo con el máximo empeño hasta su muerte. En 1240 el beato fundó un hospital en Soncino, a cuyo costado se fundó la iglesia del Espíritu Santo, que inicialmente fue dedicada a su nombre (hoy lleva el título de San Antonio Abad).

Murió, aclamado como santo por todos, el 18 de enero de 1272. En el obituario del capítulo de la Catedral, Facio es llamado "Hermano", además hay una narración muy detallada sobre su muerte. Pocos años después un sacerdote de nombre Juan escribió una "Vida" en latín, aportando además una larga lista, con muchos testimonios, de los milagros que el pueblo de Cremona obtenía gracias a su intercesión. La primera biografía impresa fue escrita en 1606 por Leonardo Gregorio.

Las reliquias, que muchas veces han sido objeto de reconocimiento, fueron primero veneradas en la iglesia a él dedicada, ahora están en la cripta de la catedral, que además cuenta entre sus tesoros algunas preciosas piezas de orfebrería hechas a mano por el beato.

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Fuente: Dominicos.org
Margarita de Hungría, Santa Virgen Dominica, 18 de enero  

Margarita de Hungría, Santa

Virgen

Martirologio Romano: En Buda, ciudad de Hungría, santa Margarita, virgen, hija del rey Bela IV, a la cual sus padres dedicaron a Dios para obtener la liberación de los tártaros y, niña aún, entró en el monasterio de monjas de la Orden de Predicadores e hizo profesión a los doce años y se entregó totalmente a Dios, dedicándose a imitar generosamente a Cristo crucificado (1270).

Fecha de canonización: 19 de noviembre de 1943 por el Papa Pío XII.

 

Los reyes Bela IV y su mujer María de Lascaris, padres de Margarita, antes de nacer su hija en 1242, la habían ofrecido a Dios por la liberación de Hungría de los tártaros, prometiendo dedicar a su divino servicio en un monasterio a la primera hija que les naciera. El rey Bela, confiando en el Señor, juntó el mayor ejercito que le fue posible y, al frente de él, salió contra aquellos enemigos, muy superiores en número y envalentonados con anteriores victorias. Al primer encuentro, los dejó vencidos y huyendo a su tierra. La calma volvió a sus dominios.

Poco tiempo después nació una niña a la que pusieron el nombre de Margarita. Con dolor, pero movidos por el amor de Dios, sus padres cumplen la promesa y confían su hija de cuatro años a las dominicas del monasterio de Veszprem, recientemente fundado. La niña, a medida que crece, va adquiriendo los hábitos de la contemplación.

En 1254, a sus doce años, Margarita hace profesión solemne en manos de Fray Humberto de Romanis, Maestro de la Orden, que volvía del capítulo general celebrado en Buda, ciudad principal de aquel reino.

Los reyes, sus padres, contentos de ver a su hija tan feliz en el monasterio, edificaron para ella otro convento en una isla formada por el gran río Danubio y lo dotaron como convenía. Veinte años tenía Margarita cuando, con otras insignes religiosas que la acompañaron, se trasladó al nuevo convento, implantando una vida de rígida observancia.

Al rey su padre, que la amaba tiernamente, le suplicaba que favoreciese a las iglesias, que amparase a viudas y a huérfanos, que hiciese limosnas a los pobres y los defendiese. Y así lo hacía el buen rey.

Como esta caridad, asimismo era grande su pureza. Por costumbres cortesanas, la pretendieron por esposa el Duque de Polonia, y los reyes de Bohemia y de Sicilia, haciéndole ver que obtendría la dispensa de los votos y que su enlace con dichos príncipes sería como un pacto de paz y de alianza entre los reinos. De negarse, sobrevendrían discordias y guerras. Ella se negó rotundamente: Se había consagrado al Señor como esposa y con nueva consagración y bendición se había velado en manos del Arzobispo de Estrogenia un día de Pascua del Espíritu Santo.

Murió el 18 de enero de 1270 estando presentes muchos religiosos de la Orden. Recibió los sacramentos y rezando el salmo In te, Domine, speravi, al llegar al versículo In manus tuas, su alma voló al cielo a la edad de 30 años.

Pío XII la invocaba en su canonización el 19 de noviembre de 1943 como mediadora de la tranquilidad y de la paz fundadas en la justicia y la caridad de Cristo, no sólo para su patria, sino para el mundo entero.

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Beatriz de Este de Ferrara, Beata Monja Benedictina, 18 de enero  

Beatriz de Este de Ferrara, Beata

Monja Benedictina

Martirologio Romano: En la ciudad de Ferrara, en la Emilia (hoy Italia), beata Beatriz de Este (Estensis), monja, que al morir su esposo, y renunciando a las obligaciones seculares, se consagró a Dios bajo la Regla de san Benito, en el monasterio que ella misma había fundado (1262).

Fecha de beatificación: En 1774 por el Papa Clemente XIV.

 

Esta religiosa era sobrina de la beata Beatriz De Este de Gemmola, cuya fiesta se celebra el 10 de mayo.

Ella era de una familia de los Duques Normandos de Apulia y era hija del Duque de Ferrara, Azzon IX. Estaba prometida en casamiento con el príncipe Galeazzo Manfredi de Veneza. Cuando se dirigía a Milán para casarse, recibió la triste noticia de su muerte provocada por los graves heridas de la batalla del día anterior. Beatriz no volvió a su casa y decidió dedicarse solo al servicio de Dios bajo la Regla de San Benito, en San Lazzaro, en la periferia de Ferrara. Luego fundó el monasterio benedictino de San Antonio de Ferrara y allí se encerró con otras siete doncellas que quisieron acompañarla.

Beatriz vivió y murió (en 1262) con fama de gran santidad. En el siglo XVII se decía que de la tumba de mármol en la que descansaban sus reliquias brotaba un aceite que obraba sorprendentes curaciones.

Bibliografía: Vida de Santos de Alban Butler
SantaBeatriz.VidaConsagrada.net

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

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