viernes, 4 de julio de 2014

Domingo por la Santísima Trinidad. /07/2014. Excepto causa grave, no asistir a Misa dominical es pecado GRAVE (Catecismo 2042, 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Precepto: Misa ENTERA. Víspera del Domingo comienza el Sábado a las 15 o 16:00 hs según diócesis

JMJ

Pax

Lectura del santo Evangelio según san Mateo (11, 25-30)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús exclamó: "¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.

El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos.

Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Vengan a , todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de , que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

Decimocuarto Domingo del Tiempo Ordinario Día del Señor

Acuérdate, Señor, de tu misericordia

El Señor es siempre fiel a sus palabras  

 

Antífona de Entrada

Recordaremos, Señor, los dones de tu amor, en medio de tu templo. Que todos los hombres de la tierra te conozcan y alaben, porque es infinita tu justicia.

Se dice Gloria.

 

Oración Colecta

Oremos: Dios nuestro, que por medio de la muerte de tu Hijo has redimido al mundo de la esclavitud del pecado, concédenos participar ahora de una santa alegría y, después en el cielo, de la felicidad eterna.

Por nuestro Señor Jesucristo

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del libro del profeta Zacarías (9, 9-10)

Esto dice el Señor: "Alégrate sobremanera, hija de Sión; da gritos de júbilo, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti, justo y victorioso, humilde y montado en un burrito.

El hará desaparecer de la tierra de Efraín los carros de guerra y de Jerusalén, los caballos de combate. Romperá el arco del guerrero y anunciará la paz a las naciones. Su poder se extenderá de mar a mar y desde el gran río hasta los últimos rincones de la tierra".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial

Salmo 144

Acuérdate, Señor, de tu misericordia.

Dios y rey mío, yo te alabaré, bendeciré tu nombre siempre y para siempre.

Un día tras otro bendeciré tu nombre y no cesará mi boca de alabarte.

Acuérdate, Señor, de tu misericordia.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus creaturas.

Acuérdate, Señor, de tu misericordia.

El Señor es siempre fiel a sus palabras, y lleno de bondad en sus acciones. Da su apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia.

Acuérdate, Señor, de tu misericordia.

Que te alaben, Señor, todas tus obras, y que todos tus fieles te bendigan.

Que proclamen la gloria de tu reino y den a conocer tus maravillas.

Acuérdate, Señor, de tu misericordia.

 

Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos (8, 9. 11-13)

Hermanos: Ustedes no viven conforme al desorden egoísta del hombre, sino conforme al Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios habita verdaderamente en ustedes. Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Si el Espíritu del Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes, entonces el Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales, por obra de su Espíritu, que habita en ustedes.

Por lo tanto, hermanos, no estamos sujetos al desorden egoísta del hombre, para hacer de ese desorden nuestra regla de conducta. Pues si ustedes viven de ese modo, ciertamente serán destruidos. Por el contrario, si con la ayuda del Espíritu destruyen sus malas acciones, entonces vivirán.

Palabra de Dios.

Te alabamos Señor.

 

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla.

Aleluya.

 

Evangelio

Lectura del santo Evangelio según san Mateo (11, 25-30)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús exclamó: "¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.

El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos.

Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Vengan a , todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de , que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Se dice Credo.

 

Oración de los Fieles

Celebrante: Al Señor, que es clemente y misericordioso, elevemos nuestras oraciones por la Iglesia y por el mundo entero.

Digamos con fe: Te rogamos, óyenos.

Para que el Espíritu de Dios que habita en nosotros vigorice la presencia de Cristo en el mundo.

Oremos al Señor.

Te rogamos, óyenos.

Para que el Espíritu de Cristo resucitado vivifique el ministerio de los obispos y sacerdotes.

Oremos al Señor.

Te rogamos, óyenos.

Para que el Espíritu de justicia mueva el corazón de nuestros gobernantes a la promoción de la paz y del bien común.

Oremos al Señor.

Te rogamos, óyenos.

Para que con mansedumbre y humildad de corazón los cristianos del tercer milenio ayudemos a los que están cansados y agobiados.

Oremos al Señor.

Te rogamos, óyenos.

Para que el espíritu misericordioso de Dios se manifieste a los que viven esclavos de sus pasiones y los libere.

Oremos al Señor.

Te rogamos, óyenos.

Para que con gratitud aceptemos el don de Dios que se nos manifiesta en Jesucristo.

Oremos al Señor.

Te rogamos, óyenos.

Celebrante: Señor, que el pueblo que te suplica no se vea defraudado y que movido por tu Espíritu te alabe como Señor del cielo y de la tierra.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

 

Oración sobre las Ofrendas

Que el sacrificio que vamos a ofrecerte nos purifique, Señor, y nos ayude a conformar cada día más nuestra vida con los ejemplos de tu Hijo Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

 

Prefacio Dominical IV

Historia de la salvación

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.

Porque naciendo, restauró nuestra naturaleza caída; con su muerte destruyó nuestros pecados; al resucitar nos dio nueva vida; y ascendiendo hasta ti, Padre, nos abrió las puertas del Reino de los cielos.

Por eso, unidos a los coros angélicos, te aclamamos, llenos de alegría: Santo, Santo, Santo… Antífona de la Comunión Probad y ved qué bueno es el Señor; dichoso el que se acoge a él.

 

Oración después de la Comunión

Oremos: Dios omnipotente y eterno, que nos has alimentado con el sacramento de tu amor, concédenos vivir siempre en tu amistad y agradecer continuamente tu misericordia.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.


Meditación diaria

DECIMOCUARTO DOMINGO CICLO A

ALIVIAR A LOS DEMAS DE SUS CARGAS

- El ejemplo de Cristo.

- Ser compasivos y misericordiosos. La carga del pecado y de la ignorancia.

- Acudir a Cristo cuando nos resulte más costoso el peso de la vida. Aprender de Santa María a olvidarnos de nosotros mismos.

I. De manera bien diferente a como muchos fariseos se comportaban con el pueblo, Jesús viene a librar a los hombres de sus cargas más pesadas, echándolas sobre Sí mismo. Venid a Mí todos los fatigados y agobiados -dice Jesús a los hombres de todos los tiempos-, y Yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas: porque mi yugo es suave y mi carga ligera (1).

Junto a Cristo se vuelven amables todas las fatigas, todo lo que podría ser más costoso en el cumplimiento de la voluntad de Dios. El sacrificio junto a Cristo no es áspero y rebelde, sino gustoso. Él llevó nuestros dolores y nuestras cargas más pesadas. El Evangelio es una continua muestra de su preocupación por todos: en todas partes ha dejado ejemplos de su misericordia (2), escribe San Gregorio Magno. Resucita a los muertos, cura a los ciegos, a los leprosos, a los sordomudos, libera a los endemoniados... Alguna vez ni siquiera espera a que le traigan al enfermo, sino que dice: Yo iré y le curaré (3). Aun en el momento de la muerte se preocupa por los que le rodean. Y allí se entrega con amor, como víctima de propiciación por nuestros pecados; y no sólo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo (4).

Nosotros debemos imitar al Señor: no sólo no echando preocupaciones innecesarias sobre los demás, sino ayudando a sobrellevar las que tienen. Siempre que nos sea posible, asistiremos a otros en su tarea humana, en las cargas que la misma vida impone: ¡Cuando hayas terminado tu trabajo, haz el de tu hermano, ayudándole, por Cristo, con tal delicadeza y naturalidad que ni el favorecido se dé cuenta de que estás haciendo más de lo que en justicia debes.

- ¡Esto sí que es fina virtud de hijo de Dios! (5).

Nunca deberá parecernos excesiva cualquier renuncia, cualquier sacrificio en bien de otro. La caridad ha de estimularnos a mostrar nuestro aprecio con hechos muy concretos, buscando la ocasión de ser útiles, de aligerar a los demás de algún peso, de proporcionar alegrías a tantas personas que pueden recibir nuestra colaboración, sabiendo que nunca nos excederemos suficientemente.

Liberar a los demás de lo que les pesa, como haría Cristo en nuestro lugar. A veces consistirá en prestar un pequeño servicio, en dar una palabra de ánimo y de aliento, en ayudar a que esa persona mire al Maestro y adquiera un sentido más positivo de su situación, en la que quizá se encuentre agobiada por hallarse sola. Al mismo tiempo, podemos pensar en esos aspectos en los que de algún modo, a veces sin querer, hacemos un poco más onerosa la vida de los demás: los caprichos, los juicios precipitados, la crítica negativa, la falta de consideración, la palabra que hiere.

II. El amor descubre en los demás la imagen divina, a cuya semejanza hemos sido hechos; en todos reconocemos el precio sin medida que ha costado su rescate: la misma Sangre de Cristo (6). Cuanto más intensa es la caridad, en mayor estima se tiene al prójimo y, en consecuencia, crece la solicitud ante sus necesidades y penas. No sólo vemos a quien sufre o pasa un apuro, sino también a Cristo, que se ha identificado con todos los hombres: en verdad os digo, cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a Mí lo hicisteis (7). Cristo se hace presente en nosotros en la caridad. Él actúa constantemente en el mundo a través de los miembros de su Cuerpo Místico. Por eso, la unión vital con Jesús nos permite también a nosotros decir: venid a Mí todos los fatigados y agobiados, y Yo os aliviaré. La caridad es la realización del Reino de Dios en el mundo.

Para ser fieles discípulos del Señor hemos de pedir incesantemente que nos dé un corazón semejante al suyo, capaz de compadecerse de tantos males como arrastra la humanidad, principalmente el mal del pecado, que es, sobre todos los males, el que más fuertemente agobia y deforma al hombre. La compasión fue el gesto habitual de Jesús a la vista de las miserias y limitaciones de los hombres: Siento compasión de la muchedumbre... (8), recogen los Evangelistas en tonos diversos. Cristo se conmueve ante toda suerte de desgracias que encontró a su paso por la tierra, y esa actitud misericordiosa es su postura permanente frente a las miserias humanas acumuladas a lo largo de los siglos. Si nosotros nos llamamos discípulos de Cristo debemos llevar en nuestro corazón los mismos sentimientos misericordiosos del Maestro.

Pidamos al Señor en nuestra oración personal la ayuda de su gracia, para sentir compasión, en primer lugar, por aquellos que sufren el mal inconmensurable del pecado, los que están lejos de Dios. Así entenderemos cómo el apostolado de la Confesión es la mayor de las obras de misericordia, pues damos la posibilidad a Dios de verter su perdón generosísimo sobre quien se había alejado de la casa paterna. ¡Qué gran carga quitamos a quien estaba oprimido por el pecado y se acerca ala Confesión! ¡Qué gran alivio! Hoy puede ser un buen momento para preguntarnos: )a cuántas personas he llevado a hacer una buena Confesión?, ¿a qué otras puedo ayudar? Quitar cargas a quienes viven más estrechamente ligados a nuestra vida por tener la misma fe, el mismo espíritu, los mismos lazos de sangre, el mismo trabajo...: mirad, ciertamente, por todos los indigentes con benevolencia general -insiste San León Magno-, pero acordaos especialmente de los que son miembros del Cuerpo de Cristo y nos están unidos por la unidad de la fe católica. Pues más debemos a los nuestros por la unión en la gracia que a los extraños por la comunidad de naturaleza (9).

Aliviemos en la medida en que nos sea posible a tantos que soportan la dura carga de la ignorancia, especialmente de la ignorancia religiosa, que alcanza hoy niveles jamás vistos en ciertos países de tradición cristiana. Por imposición laicista o por desorientación y negligencia lamentables, multitudes de jóvenes bautizados están llegando a la adolescencia con total desconocimiento de las más elementales nociones de la fe y la Moral y de los rudimentos mismos de la piedad. Ahora, enseñar al que no sabe significa, sobre todo, enseñar a los que nada saben de Religión, significa "evangelizarles", es decir, hablarles de Dios y de la vida cristiana (10). ¡Qué peso tan grande el de aquellos que no conocen a Cristo, que han sido privados de la doctrina cristiana o están imbuidos del error!

III. No encontraremos camino más seguro para seguir a Cristo y para encontrar la propia felicidad que la preocupación sincera de liberar o aligerar de su lastre a quienes van cansados y agobiados, pues Dios dispuso las cosas para que aprendamos a llevar las cargas unos de otros; porque no hay ninguno sin defecto, ninguno sin carga; ninguno que sea suficiente para sí, nadie tampoco que sea lo suficiente sabio para sí (11). Todos nos necesitamos. La convivencia diaria requiere esas mutuas ayudas, sin las cuales difícilmente podríamos ir adelante.

Y si alguna vez nos encontramos nosotros con un peso que nos resulta demasiado duro para nuestras fuerzas, no dejemos de oír las palabras del Señor: Venid a Mí. Sólo Él restaura las fuerzas, sólo Él calma la sed. Jesús dice ahora y siempre: Venid a Mí todos los que andáis fatigados y agobiados, y Yo os aliviaré. Efectivamente, Jesús está en una actitud de invitación, de conocimiento y de compasión por nosotros; es más, de ofrecimiento, de promesa, de amistad, de bondad, de remedio a nuestros males, de confortador y, todavía más, de alimento, de pan, de fuente de energía y de vida (12). Cristo es nuestro descanso.

El trato asiduo con Nuestra Madre Santa María nos enseña a compadecernos de las necesidades del prójimo. Nada le pasó inadvertido a Ella, porque hasta los más pequeños apuros se hicieron patentes ante el amor que llenó siempre su Corazón. Ella nos facilitará el camino hacia Cristo cuando tengamos más necesidad de descargar en Él nuestras preocupaciones: sacarás fuerzas para cumplir acabadamente la Voluntad de Dios, te llenarás de deseos de servir a todos los hombres. Serás el cristiano que a veces sueñas ser: lleno de obras de caridad y de justicia, alegre y fuerte, comprensivo con los demás y exigente contigo mismo (13).

(1) Mt 11, 28-30.- (2) SAN GREGORIO MAGNO, Homilías sobre los Evangelios, 25, 6.- (3) Mt 7, 7.- (4) 1 Jn 2, 2.- (5) J. ESCRIVA DE BALAGUER, Camino, n. 440.- (6) Cfr. 1 Pdr 1, 18.- (7) Mt 25, 40.- (8) Mc 8, 2.- (9) SAN LEON MAGNO, Sermón 89.- (10) J. ORLANDIS, 8 Bienaventuranzas, EUNSA, Pamplona 1982, pp. 104-105.- (11) T. KEMPIS, Imitación de Cristo, Madrid 1873, I, 16, 4.- (12) PABLO VI, Homilía 12-VI-1977.- (13) J. ESCRIVA DE BALAGUER, Amigos de Dios, 293.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Santa María Goretti
virgen y mártir

Santa María Goretti nació en Corinaldo, Italia el 16 de octubre de 1890 hija de Luis Goretti y Assunta Carlini, ambos campesinos. María fue la segunda de seis hijo.

Vivió en el seno de una familia humilde y perdió a su padre a los diez años por causa del paludismo.

Como consecuencia de la muerte de su padre, la madre de María Goretti tuvo que trabajar dejando la casa y los hermanos menores a cargo de ésta quien realizaba sus obligaciones con alegría y cada semana asistía a clases de catecismo.

A los once años hizo su primera comunión haciéndose, desde entonces, el firme propósito de morir antes que cometer un pecado.

En la misma finca donde vivía María trabajaba Alejandro Serenelli, quien se enamoró de María que en ese entonces contaba con doce años.

Serenelli, a causa de lecturas impuras, se dedicó a buscar a María haciéndole propuestas que la santa rechazaba haciendo que Serenelli se sintiera despreciado.

El 5 de julio de 1902 Serenelli fue en busca de María quien estaba sola en su casa y al encontrarla la invitó a ir a una recámara de la casa a lo que María se negó por lo que aquél se vio obligado a forzarla.

María se negaba advirtiéndole a Serenelli que lo que pretendía era pecado y que no accedería a sus pretenciones por lo que éste la atacó con un cuchillo clavándoselo catorce veces.

María no murió inmediatamente, fue trasladada a la hospital de San Juan de Dios donde los médicos la operaron sin anestesia porque no había y durante dos horas la santa soportó el sufrimiento ofreciendo a Dios sus dolores.

Antes de morir, un día después del ataque, María alcanzó a recibir la comunión y la unción de los enfermos e hizo público su perdón a Serenelli.

El asesino fue condenado a 30 años de prisión donde al principio no daba muestras de arrepentimiento. La tradición cuenta que después de un sueño donde María le dijo que él también podía ir al cielo, Serenelli cambió completamente volviéndose hacia Dios y ofreciendo sus trabajos y sufrimientos en reparación de sus pecados.

Después de 27 años de cárcel fue liberado y acudió a pedir perdón a la madre de la santa, quien no solo lo perdonó sino que lo defendió en público alegando que si Dios y su hija lo habían perdonado, ella no tenía porque no perdonarlo.

La fama de María Goretti se extendía cada vez más y fueron apareciendo las muestras de santidad, que fue fruto de su cercanía a Dios y su devoción a la Virgen María.

Después de numerosos estudios, la Santa Sede la canonizó el 24 de junio de 1950 en una ceremonia que se tuvo que realizar en la Plaza de San Pedro debido a la cantidad de asistentes que se calculaban en más de quinientas mil personas.

En la ceremonia de canonización acompañaron a Pío XII la madre, dos hermanas y un hermano de María. Durante esta ceremonia Su Santidad Pío XII exaltó la virtud de la santa y sus estudiosos afirman que por la vida que llevó aún cuando no hubiera sido mártir habría merecido ser declarada santa.

 

01:36:41

SANTA MARIA GORETTI (1890-1902) (Eng./Sp.)

 

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Fuente: servidor1.lasalle.es
María Teresa Ledóchowska, Beata Fundadora, 6 de julio  

María Teresa Ledóchowska, Beata

Fundadora del Instituto
San Pedro Claver

Martirologio Romano: En Roma, beata María Teresa Ledóchowska, virgen, que se entregó totalmente al cuidado de los africanos oprimidos y fundó el Instituto de San Pedro Claver (1922).

Etimológicamente: María = Aquella señora bella que nos guía, es de origen hebreo.

Etimológicamente: Teresa = Aquella que es experta en la caza, es de origen griego.

 

Fundadora de las Misioneras de S. Pedro Claver en 1894. Recorrió Europa entera y fue capaz de comprometer y sensibilizar en la empresa a los ricos y a los pobres, a los librepen­sadores y los creyentes, a las autorida­des religiosas y a las civiles.

Su palabra sencilla y su pluma no se detuvieron ni ante los recha­zos ni ante los triunfos.

Nació en 1863 en Loosdorf, Austria, hija primogénita del Conde polaco Anto­nio Ledóchowski y de la Condesa suiza Josefina Salis-Zizers. Tuvo una educa­ción muy selecta y aristocrática. Su am­biente familiar fue piadoso. Su her­mana menor,
Úrsula, fundó una instituto de Ursu­linas y su hermano fue General de los Jesuitas.

Desde 1882 se trasladó con sus pa­dres a vivir a Lipnica, cerca de Cracovia. Pasó unos años como dama de honor de la Duquesa de Toscana, Alicia de Bor­bón, quien la estimaba mucho. En 1888 conoció al Cardenal Lavigèrie, Arzobispo de Argel. Desde entonces se dedicó a luchar contra la esclavitud en Africa. En 1889, influida por Lavigèrie, fundó la revista "El Eco de Africa" y organizó una imprenta para editar publi­caciones religiosas misioneras. En 1891 dejó la vida en la Corte de la Du­quesa.

En 1894 León XIII la recibió en audien­cia y bendijo su idea de fundar un Institu­to misionero para luchar contra la escla­vitud en Africa. Se entregó de lleno a la obra. Concibió un núcleo de Hermanas consagradas, otro de miembros externos con promesa de servicio a las misiones de Africa y otro de celadores dispuestos a colaborar en todo lo que la obra de las misiones precise. Reclutó adeptas en Viena, en Estalingrado y en diversos lugares. Realizó viajes promo­viendo la obra y recorrió Viena, París, Cracovia, Breslava, Praga, Ins­bruck, Bolzano, Trieste... Su mensaje entusiasta cauti­vaba a las personas que la escu­chaban. En 1901 cayó enferma y hubo de trasla­darse a Roma, a la casa adquirida como sede central del Insti­tuto. Su vida quedó ya centrada en dirigir las obras misionales que iban surgiendo.

En 1908 el "Eco de Afri­ca" salía ya en nueve idiomas. Publi­có también "II Fan­ciullo negro", en varios idiomas. En 1909 inició el Almanaque misionero. Práctica­mente circulaban por toda Europa. El Instituto se hacía cada vez más inter­na­cional y la Fundadora anima­ba las diver­sas activida­des para promo­ver el amor a las misio­nes y para recoger do­nativos. En 1922, el 6 de Julio, falleció, des­pués de breve enfermedad.

Fue Beatifi­cada el 19 de Octubre de 1975 por el Papa Pablo VI.

Además de sus artículos de revista y notas de con­feren­cias, dejó también algunos escritos: "Mi Polonia", "Zaida, Drama misionero".

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Goar, Santo Presbítero, 6 de julio  

Goar, Santo

Presbítero

Martirologio Romano: En la orilla del Rin, san Goar, presbítero, quien, oriundo de Aquitania, con la aprobación del obispo de Tréveris construyó un hospital y un oratorio, para recibir a los peregrinos y procurar la salvación de sus almas (s. VI).

 

El ejemplarísimo presbítero san Goar fue francés de nación, de la provincia de Gascuña: su padre se llamó Jorge y su madre Valeria, personas por sangre ilustres. Desde niño fue muy bien inclinado, de amable aspecto, humilde, honesto y dado a todas las obras de virtud. Habiéndose ordenado de presbítero, determinó dar de mano a todas las cosas de la tierra, y se fue a un lugar del obispado de Tréveris, que se llamaba Wochara, donde hizo una iglesia con licencia del obispo Félix y colocó en ella algunas reliquias de los santos.

En este lugar vivió muchos años, dándose a la oración, ayunos y penitencia, y a ejercitar la hospitalidad con los pobres y peregrinos. Había aún muchos gentiles en aquélla tierra, los cuales con la vida tan ejemplar y con la predicación y milagros del santo presbítero se convirtieron a la fe. Echaba los demonios de los cuerpos, daba vista a los ciegos, pies a los cojos, y sanaba a muchos dolientes de varias enfermedades. Dos criadas del obispo, que se llamaba Rústico, le acusaron delante de su amo, diciéndole que era hipócrita y embustero, e interpretando muy malas honestas acciones y obras de caridad que hacía, albergando a los peregrinos. Mas cuando el obispo mandó venir al santo delante de sí, y vio que un niño de pecho de solos tres días habló volviendo por la honra del varón de Dios, quedó tan corrido y confuso de haber sido tan fácil en creer lo que falsamente le habían dicho, que echándose a los pies del santo se encomendó con lágrimas a sus oraciones.

Llegó la fama de tan excelente virtud al rey Sigiberto, el cual tomó todos los medios que pudo para persuadir al venerable presbítero que aceptase el obispado de Tréveris, porque quería dar con ello satisfacción a todo el pueblo que lo deseaba y se lo suplicaba. Mas no pudo el príncipe conseguir que el santo que recibiese aquélla dignidad; y habiéndole dado veinte días de término para recogerse y hacer oración sobre ello, se encerró el siervo de Dios en su celda, y postrado en el suelo delante del acatamiento del Señor, llorando arroyos de lágrimas le suplicó afectuosamente que no permitiese que el rey saliese con su pretensión. Oyóle el Señor, enviándole una fiebre que le fatigó siete años gravemente y de manera que no pudo ya salir de su retiro, ni ver más al rey. Finalmente, labrada aquélla bendita alma del siervo de Dios, y purificada como el oro con tan larga y penosa dolencia, acabó el curso de su peregrinación y pasó a recibir el premio de sus heroicas virtudes en el eterno descanso. El sagrado cuerpo fue sepultado en la misma iglesia que había edificado el piadosísimo varón para honrar las reliquias de los santos.

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Fuente: Iglesia Católica Ortodoxa Santísima Virgen María
Sísoes el Magno, Santo Eremita, 6 de julio  

Sísoes el Magno, Santo

Eremita

Martirologio Romano: En Egipto, san Sísoes, de sobrenombre "Magno", ermitaño, muy célebre por la perfección con que practicó la vida monástica (c. 429).

 

San Sisoes el Magno (+ 429) era un monje solitario, vivió en el IV siglo, seguidor del ascetismo en el desierto egipcio, primero en Nitria, luego en una cueva, santificada por las labores piadosas de su predecesor en ese lugar, San Antonio el Grande. Y dijo al habitarla "Así en la cueva de un león, un zorro hace a su morada".

Sumamente estricto con él mismo, San Sisoes era muy misericordioso y compasivo con otros, él recibió a todos con amor. A aquéllos que lo visitaron, el santo enseñó en primer lugar siempre la humildad. Cuando uno de los monjes preguntó que cómo él podría lograr un recuerdo constante de Dios, San Sisoes comentó, que "Ésa no es ninguna gran cosa, mi hijo, pero es una gran cosa considerarse inferior a todos los demás. Esto lleva a la adquisición de humildad." Preguntado por los monjes si un año es suficiente para el arrepentimiento si un hermano peca, Abad Sisoes dijo, "yo confío en la misericordia de Dios que si tal hombre se arrepiente con todos su corazón, entonces Dios aceptará su arrepentimiento en tres días."

Cuando San Sisoes estaba en su lecho de muerte, los discípulos que lo rodeaban vieron que su cara brillaba como el sol. Ellos le preguntaron lo que él veía, el agonizante Abad Sisoes contestó que él vio a San Antonio, los profetas, y los apóstoles. Su cara aumentó en el brillo, y él habló con alguien. Los monjes preguntaron "Con quien está hablando, Padre?" Él dijo que los ángeles habían venido por su alma, y él estaba rogándoles darle un poco más tiempo para el arrepentimiento. Los monjes dijeron, "Usted no tiene la necesidad del arrepentimiento, Santo Padre" Sisoes dijo con gran humildad, que "yo pienso que ni siquiera he comenzado a arrepentirme". Después de estas palabras la cara del Abad brilló tan brillantemente que los hermanos no podían verle, San Sisoes les dijo que él vio al Señor mismo. Había una llamarada entonces como el relámpago, y un olor fragante, y Abad Sisoes partió al Reino Celestial.

San Sísoes es también venerado por la Iglesía Católica Ortodoxa

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Rómulo de Fiésole, Santo Mártir.
6 de julio  

Rómulo de Fiésole, Santo

Diacono y Mártir

Martirologio Romano: En Fiésole, en la Toscana, san Rómulo, diácono, a quien esta ciudad celebra como su primer mártir (s. inc.).

Etimológicamente: Rómulo = Aquel que es fuerte y poderoso, es de origen latino

 

Según una tradición posterior, San Rómulo fue el apóstol y el primer obispo de Fiésole. Al parecer, fue convertido a la fe por San Pedro y sufrió el martirio en la persecución del emperador Domiciano. En realidad, apenas sabemos nada sobre San Rómulo, cuyo nombre fue incluido en el Martirologio Romano en el siglo XVI.

San Rómulo es el héroe de una historia de origen desconocido; se trata de una obra de imaginación, probablemente no anterior al siglo XII. En ella se cuenta que cierto ciudadano romano tenía una hija llamada Lucerna, la cual se enamoró de Ciro, uno de los esclavos de su padre. Lucerna y Ciro tuvieron un hijo, al que abandonaron en un bosque, donde una loba se encargó de amamantarle. Unos pastores de los rebaños del emperador Nerón, que vieron a la loba amamantando al niño, dieron la noticia a su amo, el cual les ordenó que le llevasen al niño. Los pastores persiguieron durante tres días a la loba, sin poder darle caza. Entonces, el emperador consultó a San Pedro, el cual con otros cristianos armados de redes, partió al bosque a cazar a la loba En el bosque, San Pedro conjuró al niño: "Si eres hijo de una loba, ve con tu madre; pero si naciste de una mujer, ven aquí." El niño no se movió; entonces los cristianos tendieron sus redes y apresaron a la loba y al niño. Para que no pereciesen de hambre, dieron una oveja a la loba, la cual la despedazó y compartió el banquete con el niño. Después, San Pedro ordenó que dejasen en libertad a la loba y bautizó al niño. A instancias de uno de los cristianos, le puso el nombre de Rómulo. Una noble romana se encargó de la educación de Rómulo. Justino, el cristiano que había sugerido el nombre de Rómulo, le tomó más tarde por su cuenta. Rómulo resultó un niño prodigio: a los ocho años predicaba, exorcizaba y obraba milagros. Más tarde fue con sagrado obispo y evangelizó las ciudades de Fiésole, Sitri, Nepi, Florencia, Pistoia, etc. Finalmente, después de numerosas aventuras, Rómulo fue condenado a muerte por el gobernador Repertiano. En el camino hacia el sitio de la ejecución, Rómulo pidió un vaso de agua a una joven que se hallaba junto a una fuente; la doncella, temiendo la ira de los soldados, le rehusó el favor. Entonces, el santo la reprendió y predijo que, de ahí en adelante, la fuente proveería de agua a los cristianos, pero se convertiría en sangre cuando los paganos se acercasen a beber. Los mártires Carísimo, Dulcísimo y Crescencio fueron ejecutados junto con San Rómulo.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Ciriaca o Dominica, Santa Virgen y Mártir, 6 de julio  

Ciriaca o Dominica, Santa

Virgen y Mártir

Martirologio Romano: En Nicomedia, de Bitinia, santa Ciriaca, virgen, mártir en tiempo del emperador Diocleciano, que es venerada en la ciudad de Tropea, en Calabria (s. IV).

Etimológicamente: Ciriaca = Aquella que ama a Dios, es de origen griego.

Etimológicamente: Dominica = Aquella dedicada a Dios, es de origen latino.

 

Santa Dominica nació en 287 en Tropea, Calabria. Era hija de Doroteo y de Arsenia. Pasó su infancia en un ambiente profundamente cristiano, donde la vida cotidiana estaba impregnada de la fe profesada. Probablemente la familia tenía una posición relevante en la sociedad, porque el mismo emperador se interesó en el juicio contra los padres y la hija. Esto parece confirmarse por el hecho de que los progenitores de Dominica salvaron la vida a cambio del exilio en la región del Eufrates. En cambio Dominica, tuvo que soportar numerosas presiones para inducirla a renegar de su fe cristiana. Las tentativas no solamente resultaron vanas, sino que los prodigios operados por la santa indujeron a la conversión a muchos de los presentes. Conducida a Campania, fue procesada y condanada al supplizio "de los leones", pero las bestias permanecieron impasibles y dóciles ante la santa, la pena fue entonces cambiada a ser decapitada, la que según la historia, tuvo lugar el 6 de julio de 303. El culto de esta santa se difundió en el sur de Italia y en Oriente. Le los despojos mortales de la santa reposaron durante muchos años en Vizzini, para ser trasladados luego a la catedral de Tropea, ciudad de la que es patrona.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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