miércoles, 25 de junio de 2014

Jueves del Santísimo Sacramento. 26/06/2014. San Josemaría ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 21-29

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"No todo el que me diga: "¡Señor, Señor!", entrará en el reino de Dios; sino el que cumpla la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Aquel día muchos me dirán:
"¡Señor, Señor!, ¿no hemos profetizado y arrojado demonios en tu nombre y no hemos hecho muchos milagros en tu nombre?"
Entonces yo les diré: ¡Nunca los he conocido. Aléjense de mí los que han hecho el mal!
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra la casa; pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, se parece a un hombre imprudente que edificó su casa sobre arena. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos, dieron contra la casa y la arrasaron completamente".
Cuando Jesús terminó de hablar, la gente quedó asombrada de su doctrina, porque les enseñaba con autoridad, no como los escribas.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

jue 12a. Ordinario año Par

Antífona de Entrada

Escucha, Señor, mi voz y mis clamores y ven en mi ayuda; no me rechaces ni me abandones, Dios, salvador mío.

 

Oración Colecta

Oremos:
Dios nuestro, fuerza de todos los que en ti confían, ayúdanos con tu gracia sin la cual nada puede nuestra humana debilidad, para que podamos serte fieles en la observancia de tus mandamientos.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

El rey de Babilonia se llevó cautivos a Joaquín y a todo el pueblo de Judá

Lectura del segundo libro de los Reyes 24, 8-17

Joaquín tenía dieciocho años cuando subió al trono, y reinó tres meses en Jerusalén. Su madre se llamaba Nejustá, hija de Elnatán, de Jerusalén. Joaquín, igual que su padre, hizo lo que el Señor reprueba.
En aquel tiempo, subió contra Jerusalén el ejército de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y sitió la ciudad.
Nabucodonosor llegó a la ciudad mientras sus hombres la sitiaban. Entonces Joaquín, rey de Judá, junto con su madre, sus servidores, sus jefes y sus funcionarios se rindieron al rey de Babilonia, y éste los hizo prisioneros. Era el octavo año del reinado de Nabucodonosor.
Nabucodonosor se llevó de Jerusalén todos los tesoros del templo del Señor y los del palacio real. Destrozó todos los objetos de oro que Salomón, rey de Israel, había hecho para el templo conforme a las órdenes del Señor.
Nabucodonosor llevó al cautiverio a toda Jerusalén, a todos los jefes y hombres de importancia, con todos los carpinteros y herreros en número de diez mil, y sólo dejó a la gente pobre de la región. También llevó cautivos a Babilonia al rey Joaquín con su madre, sus mujeres, los funcionarios de palacio y toda la gente valiosa, todos los soldados, en número de siete mil, los carpinteros y herreros, en número de mil; todos los hombres aptos para la guerra fueron deportados a Babilonia.
Y en lugar de Joaquín , Nabucodonosor nombró rey a un tío de éste, Matanías, a quien le puso el nombre de Sedecías.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 78

Socórrenos, Dios, salvador nuestro.

Dios mío, los paganos han invadido tu propiedad, han profanado tu santo templo y han convertido a Jerusalén en ruinas.
Socórrenos, Dios, salvador nuestro.

Han echado los cadáveres de tus siervos a las aves de rapiña, y la carne de tus fieles a los animales feroces.
Socórrenos, Dios, salvador nuestro.

Hemos sido el escarnio de nuestros vecinos, la mofa y la burla de los que nos rodean. ¿Hasta cuándo, Señor, estarás enojado y arderá como fuego tu ira?
Socórrenos, Dios, salvador nuestro.

No recuerdes, Señor, contra nosotros las culpas de nuestros padres. Que tu amor venga pronto a socorrernos, porque estamos totalmente abatidos.
Socórrenos, Dios, salvador nuestro.

Para que sepan quién eres, socórrenos, Dios y salvador nuestro. Para que sepan quién eres, sálvanos y perdona nuestros pecados.
Socórrenos, Dios, salvador nuestro.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
El que me ama cumplirá mi palabra, y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada, dice el Señor.
Aleluya.

Evangelio

La casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 21-29

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"No todo el que me diga: "¡Señor, Señor!", entrará en el reino de Dios; sino el que cumpla la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Aquel día muchos me dirán:
"¡Señor, Señor!, ¿no hemos profetizado y arrojado demonios en tu nombre y no hemos hecho muchos milagros en tu nombre?"
Entonces yo les diré: ¡Nunca los he conocido. Aléjense de mí los que han hecho el mal!
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra la casa; pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, se parece a un hombre imprudente que edificó su casa sobre arena. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos, dieron contra la casa y la arrasaron completamente".
Cuando Jesús terminó de hablar, la gente quedó asombrada de su doctrina, porque les enseñaba con autoridad, no como los escribas.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Dios nuestro, que en estos dones que te presentamos has otorgado al ser humano el pan que lo alimenta y el sacramento que da nueva vida, haz que nunca llegue a faltarnos este sustento del cuerpo y del espíritu.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

El misterio de nuestra salvación en Cristo

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste, para que hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.
Cristo, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz y así adquirió para ti un pueblo santo. Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Una sola cosa he pedido al Señor y es lo único que busco: habitar en su casa todos los días de mi vida.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Que nuestra participación en este sacramento, signo de la unión de los fieles en ti, contribuya, Señor, a la unidad de tu Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén


Misa Votiva de San Josemaría Escrivá

Antífona de entrada

Os daré pastores conforme a mi corazón que os apacienten con ciencia y experiencia.

 

Oración Colecta

Señor y Dios nuestro, que elegiste a San Josemaría, presbítero, para anunciar en la iglesia la vocación universal a la santidad y al apostolado; concédenos, por su intercesión y su ejemplo, que, realizando fielmente el trabajo cotidiano según el Espíritu de Cristo, seamos configurados a tu Hijo, y en unión con la Santísima Virgen María, sirvamos con ardiente amor a la obra de la Redención.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Oración sobre las Ofrendas

Recibe, Padre santo, estos dones, que te ofrecemos en la conmemoración de San Josemaría; concédenos que, por esta renovación sacramental del sacrificio de la cruz, sean santificadas todas nuestras obras.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Antífona de la Comunión

El hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino parar servir y dar su vida en rescate por muchos.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Concédenos, Señor, que este sacramento que hemos recibido en la conmemoración de San Josemaría fortalezca en nosotros el espíritu de hijos adoptivos, y que, cumpliendo tu voluntad en todo, recorramos con alegría el camino de nuestra vocación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

12ª SEMANA. JUEVES

103. FRUTOS DE LA MISA

- Los frutos de la Misa. El sacrificio eucarístico y la vida ordinaria del cristiano.

- Participación consciente, activa y piadosa. Nuestra participación en la Santa Misa debe ser oración personal, unión con Jesucristo, Sacerdote y Víctima.

- Preparación para asistir a la Misa. El apostolado y el sacrificio eucarístico.

I. El Concilio Vaticano II "nos recuerda que el sacrificio de la cruz y su renovación sacramental en la Misa constituyen una misma y única realidad, excepción hecha del modo diverso de ofrecer (...) y que, consiguientemente, la Misa es al mismo tiempo sacrificio de alabanza, de acción de gracias, propiciatorio y satisfactorio" (1). Suelen sintetizarse en estos cuatro los fines que el Salvador dio a su sacrificio en la Cruz.

Estos cuatro fines de la Santa Misa se logran en distinta medida y manera. Los fines que directamente se refieran a Dios, como son la adoración o alabanza, y la acción de gracias, se producen siempre infalible y plenamente con su infinito valor, aun sin nuestro concurso, aunque no asista a la celebración de la Misa ni un solo fiel, o asista distraído. Cada vez que se celebra el sacrificio eucarístico se alaba sin límites a Dios Nuestro Señor y se ofrece una acción de gracias que satisface plenamente a Dios. Esta oblación, dice Santo Tomás, agrada a Dios más de lo que le ofenden todos los pecados del mundo (2), pues Cristo mismo es el Sacerdote principal de cada Misa y también la Víctima que se ofrece en todas ellas.

Sin embargo, los otros dos fines del sacrificio eucarístico (propiación y petición), que revierten en favor de los hombres y que se llaman frutos de la Misa, no siempre alcanzan de hecho la plenitud que de suyo podrían conseguir. Los frutos de reconciliación con Dios y de obtención de lo que pedimos a su benevolencia podrían también ser infinitos, porque se basan en los méritos de Cristo, pero de hecho nunca los recibimos en tal grado porque se nos aplican según las disposiciones personales. Nuestra mejor participación en el Santo Sacrificio del Altar logra una mayor aplicación de estos frutos de propiciación y petición. La misma oración de Cristo multiplica el valor de nuestra oración en la medida en que, en la Misa, unimos nuestras peticiones y desagravios a los suyos.

Para recibir los frutos de la Misa, la Iglesia nos invita a unirnos al sacrificio de Cristo, a participar, por tanto, en la alabanza, acción de gracias, expiación e impetración de Jesucristo. El mismo rito externo de la Misa (las acciones y ceremonias), a la vez que significa el sacrificio interior de Jesucristo, es signo de la entrega y oblación de los fieles unidos a Él (3). Esta entrega de todo nuestro ser, del quehacer diario, es un motivo más para realizarlo con perfección humana y rectitud de intención. "Todas sus obras, sus oraciones e iniciativas apostólicas -señala el Concilio Vaticano II-, la vida conyugal y familiar, el cotidiano trabajo, el descanso del alma y del cuerpo, si se hacen en el Espíritu, e incluso las mismas pruebas de la vida, si se sobrellevan pacientemente, se convierten en sacrificios espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo (cfr. 1 Pdr 2, 5), que en la celebración de la Eucaristía se ofrecen piadosísimamente al Padre junto con el Cuerpo del Señor" (4). Todas nuestras obras y la propia vida adquieren un nuevo valor, porque todo gira entonces alrededor de la Santa Misa, que es el centro del día, al que se dirigen todos nuestros pensamientos y acciones, y la fuente de la que manan todas las gracias necesarias para santificar nuestro paso por la tierra.

II. Para que obtengamos cada vez más fruto de la Santa Misa, nuestra Madre la Iglesia quiere que asistamos, no como "extraños y mudos espectadores", sino tratando de comprenderla cada vez mejor, a través de los ritos y oraciones, participando de la acción sagrada de modo consciente, piadoso y activo, con recta disposición de ánimo, poniendo el alma en consonancia con la voz y colaborando con la gracia divina (5). Prestaremos delicada atención a los diálogos, a las aclamaciones, haremos actos de fe y de amor en los silencios previstos: en la Consagración, en el momento de recibir al Señor... Lo principal es la participación interna, nuestra unión con Jesucristo que se ofrece a Sí mismo, pero nos será de gran provecho ayudarnos de esos elementos externos que también forman parte de la liturgia: las posturas (de rodillas, de pie, sentados), la recitación o canto de partes en común (el Gloria, el Credo, el Sanctus, el Padrenuestro...), etc.

En muchas ocasiones nos resultará de gran ayuda leer en el propio misal las oraciones del celebrante. El empeño por vivir la puntualidad -llegar al menos unos minutos antes del comienzo-, nos ayudará a prepararnos mejor y será una delicada atención con Cristo, con el sacerdote que celebra la Misa y con quienes van a participar de ella. El Señor agradece que también en esto seamos ejemplares. ¿Acaso no llegaríamos con la suficiente antelación si se tratase de una importante audiencia? Nada existe en el mundo más importante que la Santa Misa.

La participación interna consiste principalmente en el ejercicio de las virtudes: actos de fe, de esperanza y de amor. En el momento de la Consagración podemos repetir, con el Apóstol Tomás, aquellas palabras llenas de fe y de amor: Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás presente sobre el altar..., u otras que nuestra piedad nos sugiera.

Nuestra participación en la Santa Misa debe ser, ante todo, oración personal, en la que culmina nuestro diálogo habitual con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esta oración, "en cuanto a cada uno es posible, es condición indispensable para una auténtica y consciente participación litúrgica. Y no sólo eso; ella es también el fruto, la consecuencia de tal participación (...). Es necesario hoy y siempre, pero hoy más que nunca, mantener un espíritu y una práctica de oración personal... Sin una propia íntima y continua vida interior de oración, de fe, de caridad, no podemos mantenernos cristianos; no se puede, de una manera útil y provechosa, participar en el renacimiento litúrgico; no se puede eficazmente dar testimonio de aquella autenticidad cristiana de que tanto se habla; no se puede pensar, respirar, actuar, sufrir y esperar plenamente con la Iglesia viva y peregrina... A todos os decimos: orad, hermanos: orate, fratres. No os canséis de intentar que surja del fondo de vuestro espíritu, con vuestra íntima voz, este ¡Tú! dirigido al Dios inefable, a ese misterioso Otro que os observa, os espera, os ama. Y ciertamente no quedaréis desilusionados o abandonados, sino que probaréis la alegría nueva de una respuesta embriagadora: Ecce adsum, he aquí que estoy contigo" (6). De modo muy particular tenemos a Dios junto a nosotros y en nosotros en el momento de la Comunión, donde la participación en la Santa Misa llega a su momento culminante. "El efecto propio de ese sacramento -enseña Santo Tomás de Aquino- es la conversión del hombre en Cristo, para que diga con el Apóstol: Vivo, no yo, sino que Cristo vive en mí" (7).

III. Antes de la Santa Misa hemos de disponer nuestra alma para acercarnos al acontecimiento más importante que cada día sucede en el mundo. La Misa celebrada por cualquier sacerdote, en el lugar más recóndito, es lo más grande que en ese momento está sucediendo sobre la tierra; aunque no asista ni una sola persona. Es lo más grato a Dios que podemos ofrecerle los hombres; es la ocasión por excelencia para darle gracias por los muchos beneficios que recibimos, para pedirle perdón por tantos pecados y faltas de amor... y tantas cosas (espirituales y materiales) como necesitamos. "¿Quién no tiene cosas que pedir? Señor, esa enfermedad... Señor, esta tristeza... Señor, aquella humillación que no sé soportar por tu amor... Queremos el bien, la felicidad y la alegría de las personas de nuestra casa; nos oprime el corazón la suerte de los que padecen hambre y sed de pan y de justicia; de los que experimentan la amargura de la soledad; de los que, al término de sus días, no reciben una mirada de cariño ni un gesto de ayuda.

"Pero la gran miseria que nos hace sufrir, la gran necesidad a la que queremos poner remedio es el pecado, el alejamiento de Dios, el riesgo de que las almas se pierdan para toda la eternidad. Llevar a los hombres a la gloria eterna en el amor de Dios: ésa es nuestra aspiración fundamental al celebrar la Misa, como fue la de Cristo al entregar su vida en el Calvario" (8). De esta manera, nuestro apostolado se dirige hacia la Santa Misa y de ella sale fortalecido.

Los minutos de acción de gracias después de la Misa completarán esos momentos tan importantes del día, y tendrán una influencia directa en el trabajo, en la familia, en la alegría con que tratamos a todos, en la seguridad y confianza con que vivimos el resto de la jornada. La Misa así vivida nunca será un acto aislado; será alimento de todas nuestras acciones y les dará unas características peculiares...

Y en la Santa Misa encontramos siempre a nuestra Madre Santa María. "¿Cómo podríamos tomar parte en el sacrificio sin recordar e invocara la Madre del Soberano Sacerdote y de la Víctima? Nuestra Señora ha participado muy íntimamente en el sacerdocio de su Hijo durante su vida terrestre, para que esté ligada para siempre al ejercicio de su sacerdocio. Como estaba presente en el Calvario, está presente en la Misa, que es una prolongación del Calvario. En la Cruz asistía a su Hijo ofreciéndole al Padre; en el altar, asiste a la Iglesia que se ofrece a sí misma con su Cabeza, cuyo sacrificio renueva. Ofrezcámonos a Jesús por medio de Nuestra Señora" (9). Procuremos tener presente en la Santa Misa a nuestra Madre Santa María, y Ella nos ayudará a estar con mayor piedad y recogimiento.

(1) MISAL ROMANO, Ordenación general, Proemio, 2.- (2) Cfr. SANTO TOMAS, Suma Teológica, 3, q. 48, a. 2.- (3) Cfr. PIO XII, Enc. Mediator Dei, 20-XI-1947.- (4) CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 34.- (5) Cfr. CONC. VAT. II, Const. Sacrosanctum Concilium, 11; 48.- (6) PABLO VI, Alocución 14-VIII-1969.- (7) SANTO TOMAS, IV Libro de las sentencias, d. 12, q. 2, a. 1.- (8) J. ESCRIVA DE BALAGUER, Amar a la Iglesia, pp. 79-80.- (9) P. BERNADOT, La Virgen en mi vida, Barcelona 1947, p. 233.


26 de junio

SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ*

Memoria

— Llamada universal a la santidad.

— Filiación divina. Omnia in bonum!

— Apostolado. Trascendencia de nuestra vida.

I. Os daré pastores conforme a mi corazón, que os apacentarán con ciencia y experiencia (Antífona de entrada).

El Señor ha querido dar a su Iglesia a San Josemaría como un buen pastor conforme a su corazón, para recordar a todos los hombres que somos llamados por Dios a ser santos, a una amistad creciente con Él. Esta cercanía con el Señor se traduce en un deseo ardiente de acercar a muchos a Cristo, para que le amen y le sirvan en la entraña misma de la sociedad. A todos nos pide Dios convertir nuestras ocupaciones ordinarias en medio y camino que nos lleve a Él: la familia, el trabajo, la amistad, el deporte, el dolor y la enfermedad, los éxitos y los fracasos... Del mismo modo, nos pide el Señor a todos señalar el camino de santidad a otros, con el ejemplo y la palabra. Este fue el mensaje fundamental de este Santo sacerdote, fundador del Opus Dei.

El que escribe estas líneas pudo oír de sus labios comentar aquel mandato del Señor: Sed, pues, perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto1. Nos decía, con una convicción profunda, que Dios nos quería santos no a pesar del trabajo en medio del mundo, de las dificultades..., sino a través de esas realidades. Nos inculcaba que para todos, cada uno según sus propias circunstancias, tiene el Señor grandes planes. El Maestro llama a la santidad sin distinción de edad, profesión, raza o condición social. Todos podemos y debemos ser seguidores de Cristo, con una llamada personal y única. Dios nos escogió para ser santos y sin mancha en su presencia2.

Esta doctrina de la llamada universal de todos los bautizados a la santidad y a la santificación del trabajo profesional en la vida ordinaria, fue, por inspiración divina, uno de los puntos centrales de su mensaje espiritual. Volvió a recordar en nuestro tiempo que el cristiano, por su Bautismo, está llamado a la plenitud de la vida cristiana.

El Concilio Vaticano II declaró para toda la Iglesia esta "vieja y nueva" doctrina evangélica: "Todos los fieles, cualesquiera que sean su estado y condición, están llamados por Dios, cada uno en su camino, a la perfección de la santidad, por la que el mismo Padre es perfecto"3. Todos y cada uno de los fieles. Nosotros y quienes nos rodean.

Llama el Señor a los cristianos que están en medio del mundo en plena ocupación profesional, para que allí le encuentren, realizando aquella tarea según el espíritu de Jesucristo; es decir, con perfección humana y, a la vez, con sentido sobrenatural: ofreciéndola a Dios, viviendo la caridad con las personas que tratan, con espíritu de servicio..., y así contribuir a la santificación del mundo.

Hoy podemos preguntarnos en nuestra oración ante el Señor si le damos gracias con frecuencia por esta llamada a seguirle de cerca, si estamos correspondiendo a las gracias recibidas mediante una lucha ascética clara y vibrante por adquirir las virtudes, si estamos vigilantes para rechazar todo aburguesamiento, que enflaquece los deseos de santidad y deja el alma sumida en la mediocridad espiritual y en la tibieza. No basta con querer ser buenos; el Señor nos pide que nos esforcemos decididamente por ser santos. Hoy puede ser un buen día para recomenzar en nuestro camino hacia el Señor.

II. Sabemos que todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios4, leemos en la segunda lectura de su Misa.

El sentido de la filiación divina nos ayuda a descubrir que todos los acontecimientos de nuestra vida son dirigidos, o permitidos para nuestro bien, para nuestra santidad, por la amabilísima Voluntad de Dios. Él, que es nuestro Padre, nos concede lo que más nos conviene y espera que sepamos ver su amor paternal tanto en los acontecimientos favorables como en los adversos. Este espíritu de confianza en Dios, de filiación, estuvo siempre en el núcleo de las enseñanzas de San Josemaría, "el santo de lo normal", como lo calificó Juan Pablo II.

El que ama a Dios con obras sabe que, pase lo que pase, todo será para bien, si no busca más que la gloria de Dios. Y, precisamente porque ama, pone los medios para que el resultado sea bueno. Y, después, se abandona en Dios y descansa en su providencia amorosa. Ante los acontecimientos en los que nada podemos hacer, diremos en la intimidad de nuestro corazón: Omnia in bonum, todo es para bien. Era esta una jaculatoria que San Josemaría empleó en muchas ocasiones: resuena aún en mis oídos. Expresaba su confianza en Dios Padre, fundamento de su vida y de sus enseñanzas.

Con esta convicción, también nosotros viviremos con optimismo y esperanza y superaremos así muchas dificultades en nuestro camino de santidad: "Parece que el mundo se te viene encima. A tu alrededor no se vislumbra una salida. Imposible, esta vez, superar las dificultades.

"Pero, ¿me has vuelto a olvidar que Dios es tu Padre?: omnipotente, infinitamente sabio, misericordioso. Él no puede enviarte nada malo. Eso que te preocupa, te conviene, aunque los ojos tuyos de carne estén ahora ciegos.

"Omnia in bonum! ¡Señor, que otra vez y siempre se cumpla tu sapientísima Voluntad!"5.

Omnia in bonum! ¡Todo es para bien! Todo lo podemos convertir en algo agradable a Dios, y en bien del alma. Esta expresión, que resume la de San Pablo, puede servirnos para repetirla a modo de jaculatoria, como una pequeña oración, que nos dará paz en momentos difíciles.

III. El Evangelio de la Misa6 nos muestra a Jesús junto al lago de Genesaret con una gran muchedumbre que deseaba oír la Palabra de Dios. Pedro y sus compañeros de trabajo lavaban las redes después de bregar una noche sin pescar nada. Y Jesús, que quiere meterse hondamente en el alma de Simón, le pidió la barca y le rogó que la apartase un poco de tierra.

Cuando terminó de hablar, Jesús dijo a Simón: Guía mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca. Quizá han terminado de limpiar las redes de las algas y del fango del lago. Todo invita a la excusa: el cansancio, las redes lavadas y preparadas para la noche siguiente, la inoportunidad de la hora... Pero la mirada de Jesús, el modo imperativo y a la vez amable de dar la orden, el supremo atractivo que Cristo ejerce sobre las almas nobles... llevaron a Pedro a embarcarse de nuevo. El único motivo de echarse al agua con las barcas es Jesús: Maestro –le dice Pedro–, hemos estado fatigándonos durante toda la noche y nada hemos pescado; pero no obstante, sobre tu palabra echaré las redes. In verbo autem tuo..., sobre tu palabra. Esta es la gran razón de los santos, la que movió a San Josemaría en todos los momentos de su vida. In verbo autem tuo... En tu palabra; porque Tú lo quieres, porque esa es Tu voluntad...

Si en alguna ocasión aparece esa fatiga peculiar que origina el no ver frutos en la vida interior personal o en el apostolado, en la familia, cuando encontramos motivos humanos para abandonar la tarea, debemos oír la voz de Jesús que nos dice: Duc in altum, guía mar adentro, deja la orilla, recomienza de nuevo, vuelve a empezar... en mi Nombre.

¡Cuántas veces nos dijo San Josemaría que en la vida interior, en el apostolado habíamos de estar siempre recomenzando! El secreto de la victoria definitiva está en saber "volver a empezar", en intentarlo una vez más con la ayuda de la gracia, acudiendo con más confianza a la intercesión de la Virgen, que es garantía de que todo saldrá adelante.

Pedro se adentró en el lago con Jesús en su barca y pronto se dio cuenta de que las redes se llenaban de peces; tantos, que parecía que se iban a romper. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca para que vinieran y les ayudasen. Vinieron y llenaron las dos barcas de modo que casi se hundían. Dios premia siempre, con frutos incontables, el deseo de hacer su voluntad.

Así ha sucedido con el Opus Dei, que San Josemaría fundó por inspiración divina7 el 2 de octubre de 1928. Su fe operativa consiguió, con la ayuda del Señor, que se removiesen los obstáculos que se levantaban. Será también nuestra fe y el deseo de hacer la voluntad de Dios, con la ayuda de la gracia y la intercesión de la Virgen, la que vencerá los obstáculos que podamos encontrar en nuestra vida, en el apostolado, en el ambiente...También nosotros podremos decir: Omnia possum in eo qui me confortat!8, ¡todo lo puedo en Aquel que me conforta! Y "para cumplir una misión tan comprometedora, es necesario un incesante crecimiento interior, alimentado por la oración. San Josemaría fue un maestro en la práctica de la oración, a la que consideraba como una extraordinaria "arma" para redimir el mundo (...). Este es el fondo, el secreto de la santidad y del auténtico éxito de los santos"9.

Después de aquel milagro, Jesús dijo a Simón: No temas: desde ahora serán hombres los que has de pescar. Pedro y quienes le habían acompañado en la pesca, sacando las barcas a tierra, dejadas todas las cosas, le siguieron.

Jesús comenzó pidiendo a Pedro una barca y se quedó con su vida. Algo parecido a lo que hizo con nosotros. El Apóstol dejaría tras de sí una huella imborrable en tantas almas que Cristo mismo puso a su alcance. Comenzó correspondiendo en lo pequeño y el Señor le manifestó los grandes planes que para él, pobre pescador de Galilea, tenía desde la eternidad. Nunca pudo sospechar la trascendencia y el valor de su vida. Miles y miles de personas encendieron su fe en la de aquellos que siguieron a Jesús, y muy particularmente en la de Pedro, que sería la roca, el cimiento inconmovible de la Iglesia.

La correspondencia fiel de San Josemaría, tuvo unas consecuencias insospechadas en pocos años: gracias a su oración y mortificación, y al influjo espiritual, miles de personas de los cinco continentes de toda condición social han dedicado su vida, en las circunstancias ordinarias, a seguir de cerca al Señor al servicio de la Iglesia y de todas las almas. La Prelatura del Opus Dei es como un río de paz para tantas personas en medio del mundo, en la entraña misma de la sociedad.

Tampoco nosotros podemos sospechar las consecuencias de nuestro seguimiento fiel a Cristo. Cada vez nos pide más correspondencia a lo que, de modo diferente, nos va manifestando. Si somos fieles, un día nos hará contemplar el Señor la trascendencia de nuestro seguirle con obras:

"Eres, entre los tuyos –alma de apóstol–, la piedra caída en el lago. -Produce, con tu ejemplo y tu palabra un primer círculo... y este, otro... y otro, y otro... Cada vez más ancho.

"¿Comprendes ahora la grandeza de tu misión?"10.

No pongamos límites al Señor, como no los puso Pedro, ni los santos, ni tampoco San Josemaría, cuya fiesta litúrgica celebramos hoy.

Nuestra Madre Santa María, Stella maris, Estrella del mar, nos enseñará a ser generosos con el Señor cuando nos pida prestada una barca y cuando quiera que le demos la vida entera. Ninguna condición hemos puesto para seguirle.

1 Mt 5, 48. — 2 Ef 1, 4. — 3 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 11. — 4 2ª lectura de la Misa. Rom 8, 28. — 5 San Josemaría Escrivá, Vía Crucis, IX, n. 4. — 6 Lc 5, 1-11. — 7 Cfr. Juan Pablo II, Const. Apost. Ut sit, 28-XI-1982, Proemio. — 8 Flp 4, 13. — 9 Juan Pablo II. Homilía en la Misa de la canonización de San Josemaría. Roma 6-X-2002. — 10 Camino, n. 831.

* Nació en Barbastro (España) el 9-I-1902 y murió en Roma, en olor de santidad, el 26-VI-1975. Ordenado sacerdote el 28-III-1925, comenzó su labor pastoral en parroquias rurales, continuando después en las barriadas pobres y hospitales de Madrid, entre estudiantes universitarios y personas de toda clase y condición. El 2-X-1928, Dios le hizo ver un camino de santidad para cristianos corrientes que viven en medio del mundo, al que llamó más tarde Opus Dei. Contó desde el principio con la aprobación de la autoridad diocesana, y, desde 1943, también con la aprobación de la Santa Sede. A partir de 1928, la vida de San Josemaría Escrivá coincide con la historia y el desarrollo del Opus Dei. El camino jurídico de esta institución llegó al término deseado por su Fundador solo después de su muerte, el 28-XI-1982, cuando Su Santidad Juan Pablo II lo erigió en Prelatura personal.

Entre sus escritos de espiritualidad publicados se cuentan: Camino, Santo Rosario, Es Cristo que pasa, Amigos de Dios, Vía Crucis, Surco, Forja. Han sido traducidos a numerosos idiomas, y frecuentemente citados en estos volúmenes de Hablar con Dios.

Fue beatificado en Roma por Juan Pablo II el 17 de mayo de 1992, y canonizado también en Roma el 6 de octubre de 2002, ante una multitud de personas que llenaba la plaza de San Pedro y sus alrededores.

El cuerpo de San Josemaría Escrivá reposa en la iglesia prelaticia de Santa María de la Paz, en la sede central de la Prelatura del Opus Dei, en Roma.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

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Nadie ama lo que no conoce: para tener una opinión propia sobre el Opus Dei sería bueno ver este video de 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=6dHJXRJqYFw

abajo de ese hay más.

 

Fundador de la Prelatura "Opus Dei"
Junio 26

Infancia y Juventud

Josemaría Escrivá de Balaguer nació en Barbastro (Huesca, España) el 9 de enero de 1902. Sus padres se llamaban José y Dolores. Tuvo cinco hermanos: Carmen (1899-1957), Santiago (1919-1994) y otras tres hermanas menores que él, que murieron cuando eran niñas. El matrimonio Escrivá dio a sus hijos una profunda educación cristiana.

En 1915 quebró el negocio del padre, que era un industrial de tejidos, y hubo de trasladarse a Logroño, donde encontró otro trabajo. En esa ciudad, Josemaría percibe por primera vez su vocación: después de ver unas huellas en la nieve de los pies descalzos de un religioso, intuye que Dios desea algo de él, aunque no sabe exactamente qué es. Piensa que podrá descubrirlo más fácilmente si se hace sacerdote, y comienza a prepararse primero en Logroño y más tarde en el seminario de Zaragoza. Siguiendo un consejo de su padre, en la Universidad de Zaragoza estudiará también la carrera civil de derecho como alumno libre.

La fundación del Opus Dei

D. José Escrivá muere en 1924, y Josemaría queda como cabeza de familia. Recibe la ordenación sacerdotal el 28 de marzo de 1925 y comienza a ejercer el ministerio en una parroquia rural y luego en Zaragoza.

En 1927 se traslada a Madrid, con permiso de su obispo, para obtener el doctorado en Derecho. En Madrid, el 2 de octubre de 1928, Dios le hace ver la misión que desde años atrás le venía inspirando, y funda el Opus Dei. Desde ese día trabaja con todas sus fuerzas en el desarrollo de la fundación que Dios le pide, al tiempo que continúa con el ministerio pastoral que tiene encomendado en aquellos años, que le pone diariamente en contacto con la enfermedad y la pobreza en hospitales y barriadas populares de Madrid.

Al estallar la guerra civil, en 1936, Josemaría se encuentra en Madrid. La persecución religiosa le obliga a refugiarse en diferentes lugares. Ejerce su ministerio sacerdotal clandestinamente, hasta que logra salir de Madrid. Después de una travesía por los Pirineos hasta el sur de Francia, se traslada a Burgos.

Cuando acaba la guerra, en 1939, regresa a Madrid. En los años siguientes dirige numerosos ejercicios espirituales para laicos, para sacerdotes y para religiosos. En el mismo año 1939 termina sus estudios de doctorado en Derecho.

Guiando el crecimiento del Opus Dei

En 1946 fija su residencia en Roma. Obtiene el doctorado en Teología por la Universidad Lateranense. Es nombrado consultor de dos Congregaciones vaticanas, miembro honorario de la Pontificia Academia de Teología y prelado de honor de Su Santidad. Sigue con atención los preparativos y las sesiones del Concilio Vaticano II (1962-1965), y mantiene un trato intenso con muchos de los padres conciliares. Desde Roma viaja en numerosas ocasiones a distintos países de Europa, para impulsar el establecimiento y la consolidación del Opus Dei en esos lugares. Con el mismo objeto, entre 1970 y 1975 hace largos viajes por México, la Península Ibérica, América del Sur y Guatemala, donde además tiene reuniones de catequesis con grupos numerosos de hombres y mujeres.

Fallece en Roma el 26 de junio de 1975. Varios miles de personas, entre ellas numerosos obispos de distintos países —en conjunto, un tercio del episcopado mundial—, solicitan a la Santa Sede la apertura de su causa de canonización.

Beatificación y Canonización

El 17 de mayo de 1992, Juan Pablo II beatifica a Josemaría Escrivá de Balaguer en la plaza de San Pedro, en Roma, ante 300.000 personas. "Con sobrenatural intuición", dijo el Papa en su homilía, "el beato Josemaría predicó incansablemente la llamada universal a la santidad y al apostolado".

Diez años más tarde, el 6 de octubre de 2002, Juan Pablo II canoniza al fundador del Opus Dei en la plaza de San Pedro ante una multitud de más de 80 países. El Santo Padre, en su discurso a los participantes en la canonización, dijo que "san Josemaría fue elegido por el Señor para anunciar la llamada universal a la santidad y para indicar que la vida de todos los días, las actividades comunes, son camino de santificación. Se podría decir que fue el santo de lo ordinario".


 01:56:47

Encontraras Dragones

 


 07:43

Saint Josemaría Escrivá Balaguer Biography

 


 27:50

SAN JOSEMARIA ESCRIVÁ-LAS HUELLAS DE DIOS-DIBUJITOS

 


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PREGUNTAS A SAN JOSEMARIA ESCRIVA DE BALAGUER

 


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1/3 San Josemaría Escrivá de Valaguer en España

 


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2/3 San Josemaría Escrivá de Valaguer en España

 


 08:26

3/3 San Josemaría Escrivá de Valaguer en España

 


 27:58

HOMILIA DE SAN JOSEMARIA ESCRIVA DE BALAGUER CAP.03.EL …

 

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José María Robles Hurtado Mártir Mexicano, Junio 26  

José María Robles Hurtado

Sacerdote, Escritor, Fundador y Mártir Mexicano
Junio 26

Primeros Años

Nació el 3 de mayo de 1888 en Mascota, Jalisco, población enclavada en un pequeño valle de la Sierra Madre, a 200 kilómetros al oeste de Guadalajara, casi en línea recta hacia Puerto Vallarta, de la que dista 100 Km. Hijo de Antonio Robles y Petronila Hurtado. Fue bautizado el mismo día de su nacimiento. Recibió la confirmación el 10 de marzo de 1896. Hizo su Primera Comunión el 12 de septiembre de 1896. Inició sus estudios en la escuela oficial y continuó su instrucción primaria en la escuela parroquial. Pero la mayor influencia educativa la recibió en su hogar, sobre todo de su madre, mujer profundamente cristiana.

En el seminario menor

En 1900 ingresó al Seminario de Guadalajara. En 1904 estuvo a punto de dejar el Seminario al sufrir varias enfermedades y pretextando pueriles penalidades; pero sus padres, con amor y energía, le hicieron recapacitar en la sublimidad de su vocación, y al practicar unos ejercicios espirituales se afianzó en su vocación. Uno de los males que lo aquejaban, eran fuertes dolores de cabeza, por vista cansada, que desaparecieron al adaptarle los lentes, que usó por el resto de su vida.

En el seminario mayor

Era inteligente y muy estudioso, por lo que siempre se distinguió con máximas calificaciones. Fue tonsurado en enero de 1905. Siendo estudiante de Teología, en 1908 acompaña a uno de sus profesores, Don Ignacio Plascencia, nombrado Obispo de Tehuantepec, para misionar durante cuatro meses y medio en el estado de Oaxaca. En 1911 recibió el Subdiaconado y el Diaconado; un año más tarde le confiaron los cargos de vice-rector y ecónomo del Seminario.

Sacerdocio

Poco antes de cumplir los 25 años de edad, fue ordenado sacerdote el 22 de marzo de 1913 en el templo de la Soledad de Guadalajara, por el Excmo. Sr. Arzobispo Francisco Orozco y Jiménez. Sus primeros ministerios estables empezaron en Guadalajara. Fue capellán de las "Siervas de Jesús Sacramentado", y director del "Instituto del Sagrado Corazón" (primaria y preparatoria) que desapareció con el avance de las fuerzas de Obregón. En Mayo de 1914 fue enviado a su natal Mascota en vacaciones forzadas y adelantadas.

Escritor

No podía regresar a Guadalajara porque había represalias contra el clero, permaneció en Mascota hasta 1916. Allí se dedicó a escribir algunos folletos de inspiración ascética: "Esclavos del Corazón de Jesús en María", "Tratado sobre la Oración", "Conozcámosle" y "Anhelos del Corazón Eucarístico de Jesús".
Otros de sus escritos que se han publicado son: "Vía-crucis Eucarístico", "Novena en honor de la Bienaventurada (ahora Santa) Margarita María Alacoque", "Las Virtudes", "Enseñanzas Espirituales" (este último es un compendio de los Consejos, Cartas Colectivas, Escritos Varios y Testamento; todos dirigidos a sus Hijas Religiosas).
El estilo del Padre José María Robles en sus cartas es llano, sencillo y de naturaleza afectuosa. Su poesía es totalmente religiosa: se cuentan 60 composiciones en verso (dramáticas unas, líricas otras) y 56 himnos vertidos al latín.

Fundador

Siendo capellán en Mascota de las religiosas del "Verbo Encarnado", y durante la celebración de la Misa, en la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, 11 de junio de 1915, tuvo la inspiración de fundar una congregación religiosa cuyo carisma se inspiraba en el pensamiento: "Ya no verdugos, sino víctimas del Corazón Eucarístico de Jesús".

En 1916 fue destinado como ministro a la Parroquia de Nochistlán, Zacatecas, cuyo párroco era el Sr. Cura Román Adame (ahora Santo Mártir). Allí fue nombrado profesor del Seminario Auxiliar y en su ministerio dio pruebas innumerables de obediencia, piedad, laboriosidad y abnegación. Por unos cuantos días fue trasladado como ministro a Mexticacán, Jalisco, pero regresó nuevamente a Nochistlán.

El 27 de diciembre de 1918 fundó la congregación de "Víctimas del Corazón Eucarístico de Jesús", después de vencer serios obstáculos y siempre con ejemplar sumisión a las autoridades eclesiásticas. Siete fueron las hermanas fundadoras.

Párroco

En diciembre de 1920 fue nombrado párroco de Tecolotlán, Jalisco. Desde su primer sermón se ganó la confianza y admiración de sus feligreses y con su fervorosa predicación comenzó a encender en el corazón de todos el amor al Sacratísimo Corazón de Jesús. Una de sus primeras preocupaciones fue visitar el hospital y al encontrarlo en ruinas concibió la idea de reedificar la finca.

Formó grupos de fieles para integrarlos a la labor parroquial, sin distinción de clases, sexos o edades. Tuvo especiales atenciones para los obreros, a quienes exhortaba a la fraternidad y a la observancia de una vida netamente cristiana.

Se ganó la simpatía de sus feligreses por brindarles un trato siempre amable, de sincera amistad, de estímulo al cumplimiento de sus deberes.

Se distinguió por la perseverancia y constancia en superar los obstáculos, como el caso de la fundación de su congregación, pero su virtud relevante era el amor al Corazón de Jesús y su deseo vehemente de salvar a los hombres. Celebraba la santa Misa con mucho fervor y trataba de infundir en sus feligreses el amor a la Eucaristía.

Amaba entrañablemente a la Santísima Virgen. Lleno de caridad para con todos se prodigaba en el confesionario y en la atención a los enfermos. Por medio de la prensa propagó la doctrina cristiana y el apostolado del Sagrado Corazón de Jesús, publicó un periódico que llamó: "Luz del Hogar".

Persecución Religiosa

Con motivo de la persecución religiosa tuvo que ocultarse desde el 2 de enero de 1927, puesto que el Gobierno Federal le había declarado una persecución más severa desde que colocó una Cruz en "La Loma", cercana a Tecolotlán, considerando este hecho como un delito.

Desde la casa donde estaba escondido vigilaba y oraba por sus feligreses, a los que nunca quiso abandonar. En ese tiempo se dedicó a escribir las normas que habrían de regir a la comunidad religiosa fundada por él.

El 26 de febrero de 1927, al conocer la orden dada por Gobernación para que fueran aprehendidos los sacerdotes, exclamó lleno de fe: "Estamos en las manos de Dios". Y poco después, cuando le rogaron que huyera para evitar que lo mataran, contestó sonriendo "¡Ah, si el Corazón Eucarístico me llevara!".

Martirio

El 25 de junio de 1927 se disponía a celebrar la santa Misa cuando llegaron los soldados y sitiaron la casa de la familia Agraz, luego entraron a catearla por orden expresa del Coronel Calderón, quien había recibido telegráficamente esta orden:
"Procédase con todo rigor en contra del cura rebelde".
Los soldados tomaron prisionero al Padre José María Robles y lo condujeron al cuartel de los agraristas donde pasó el resto del día y parte de la noche. Se iniciaron algunas diligencias ante los jefes militares para lograr su libertad pero fueron rechazadas hasta con groserías.
En la noche un grupo de jovencitas lograron acercarse a la prisión y recibieron, por conducto de los vigilantes, su breviario en donde venían unos versos en honor del Sagrado Corazón y de la Santísima Virgen. Era una última manifestación de su gran amor al Corazón de Jesús y la aceptación gustosa del martirio:

Quiero amar tu corazón,
Jesús mío, con delirio,
quiero amarte con pasión,
quiero amarte hasta el martirio.

Con el alma te bendigo,
mi sagrado corazón.
Dime: ¿se llega el instante
de feliz y eterna unión?

Tiéndeme, Jesús, los brazos,
pues tu "pequeñito soy";
de ellos, al seguro amparo,
a donde lo ordenes, voy.

Al amparo de mi Madre
y de su cuenta corriendo
yo, su "pequeño" del alma,
vuelo a sus brazos sonriendo.

Un padre que espera a sus hijos todos allá en el Cielo.

A media noche, sujeto con cuerdas, fue sacado de la cárcel y obligado a caminar rumbo a la sierra de Quila. Un soldado al notar que se le dificultaba caminar, le cedió el caballo.

Al llegar a la parte más alta de la sierra, los soldados se detuvieron a los pies de un frondoso roble. El Padre José María comprendió que lo iban a ahorcar, perdonó a sus verdugos, y al acercarse uno de los agraristas, que era su compadre, llamado Enrique Vázquez, le dijo:
"Compadre, no te manches".

Y tomándole la soga de entre las manos se la colocó el mismo. Los soldados consumaron el crimen y lo bajaron poco tiempo después ordenando a unos arrieros que dieran aviso a la gente de la ranchería de Quila que allí estaba un ajusticiado; era la madrugada del 26 de junio de 1927.

Vinieron algunas personas de una carbonera cercana y sepultaron superficialmente el cadáver, sin reconocer que era el del Señor Cura de Tecolotlán. Al día siguiente, 27 de junio, fue exhumado por gente de Quila y llevado a la población donde lo velaron y le dieron sepultura.

Sus reliquias

El 26 de Junio de 1932, fueron trasladados sus restos de Quila al templo Expiatorio de Guadalajara, con autorización del Sr. Obispo D. José Garibi Rivera. Sus reliquias reposan bajo el altar de la Capilla en la Casa General de sus hijas religiosas, las "Hermanas del Corazón de Jesús Sacramentado", nuevo nombre de la congregación fundada por el Padre José María Robles.

Ubicada en la calle Churubusco 366, Sector Libertad, de la ciudad de Guadalajara, Jalisco. Ahí mismo se puede visitar un Museo dedicado en su honor, donde se explica de manera detallada su vida y su obra; también se pueden observar algunos de sus escritos originales, admirar muchas fotografías de él, de su familia, de los lugares donde vivió y algunas de sus pertenencias: ropa, muebles y diversos objetos dedicados al culto sagrado que él usó durante su vida.

Camino a los altares

Son muchos los que ofrendaron sus vidas en un período que abarca veintidós años, prácticamente de 1915 a 1937, proclamando siempre con fuerte voz y corazón ferviente el grito: "Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe".

El proceso de Canonización se inició desde el 27 de junio de 1933. Analizadas las circunstancias particulares de estos testigos de Cristo, quedaron 25 seleccionados que merecieron recibir el título oficial de Mártires, el 4 de febrero de 1992, fecha en la que se aprobó por unanimidad el título por la Congregación de Cardenales de la Iglesia Católica de Roma. Tres de ellos son seglares o laicos y veintidós son sacerdotes, en una lista que encabeza el Padre Cristóbal Magallanes, la mayoría nacidos en el Estado de Jalisco.

"Con firmes y razonados argumentos se comprobó hasta la evidencia, que estos veinticinco mexicanos, cristianos, bautizados en la fe católica, tuvieron muerte física violenta que, por los golpes, heridas y tormentos, que por odio a la fe cristiana les propinaron los perseguidores, y los mártires pacientemente, con conocimiento y libre voluntad, soportaron por amor a Cristo, porque la gracia de Dios los sostuvo para que con heroica fortaleza dieran testimonio con su sangre de la verdad del Evangelio y fueran así modelos de cristianos y sacerdotes fieles para el mundo de hoy". (Ramiro Valdés Sánchez, Pbro.)

Beatificación

El Siervo de Dios José María Robles Hurtado fue beatificado por S.S. Juan Pablo II en la fiesta de Cristo Rey, el 22 de noviembre de 1992, durante el año del Quinto Centenario del Descubrimiento y Evangelización de América, en una ceremonia celebrada en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, junto con sus 24 compañeros Mártires.

El milagro

En vista de su canonización la Postulación de la Causa presentó al juicio de la Congregación de las Causas de los Santos una curación tomada como maravillosa, atribuida a la intercesión de estos Beatos.

El caso pertenece a la señorita María del Carmen Pulido Cortés, que prestaba sus servicios de Química Farmacobióloga en un Hospital de Guadalajara, y comenzó a sufrir dolores en los pechos, en los cuales se podían apreciar al tacto dos nódulos.

El 17 de octubre del año 1991 se le hizo una mamografía y una ecografía y se encontraron quistes mamarios bilaterales y en vista de que dos de ellos habían crecido de una manera notable, el día 5 de noviembre siguiente se le operó para extirpar los nódulos de los pechos. De la inspección histológica resultó que se trataba de una grave "mastopatía fibrocística bilateral con prevalecencia de esclerosis y adenosis".

Como la enferma era todavía joven de treinta años, los médicos afirmaron que la enfermedad duraría hasta la menopausia. Porque, aunque recibiera curaciones la enferma sufría frecuentes dolores de cabeza, vómitos, repugnancia a los alimentos y sus condiciones generales empeoraban cada vez más al grado de que se vio obligada a abandonar su trabajo y guardar cama, al mismo tiempo que caía en un estado depresivo, sin encontrar mejoría en las terapias.

Una segunda ecografía realizada el 7 de enero de 1993, reveló la presencia de cincuenta quistes pequeños de diversos tamaños distribuidos en los pechos.

Desde el inicio de su enfermedad María del Carmen había implorado su salud a Dios, por intercesión de los Siervos de Dios Cristóbal Magallanes y 24 compañeros, y con la esperanza de obtenerla, fue a Roma y asistió a la Beatificación de los Siervos de Dios, pero no logró lo que deseaba.

Vuelta al hogar siguió invocándolos, mientras que sus condiciones de salud empeoraban. El 30 de enero de 1993 le llevaron las reliquias de los Beatos y después de ponerlas con devoción sobre los pechos, después de unos dos o tres minutos, se levantó de la cama perfectamente sana.

Canonización

El 10 de marzo del Año Santo 2000, Jubileo de la Encarnación de Jesucristo, el Papa Juan Pablo II autorizó el decreto de la Canonización de los Veinticinco Mártires Mexicanos.

El Beato José María Robles Hurtado fue canonizado el quinto domingo de Pascua, día 21 de mayo del Año Jubilar 2000, fecha dedicada exclusivamente a México, por S. S. Juan Pablo II, en ceremonia celebrada en la Plaza de la Basílica de San Pedro en el Vaticano, ante la presencia de más de 40 mil mexicanos, entre los que se encontraba un grupo de 150 de sus Hijas Religiosas, y algunos familiares.

En dicha ceremonia también fueron canonizados sus 24 compañeros Beatos Mártires, encabezados por el Beato Cristóbal Magallanes; el Beato mexicano José María de Yermo y Parres, presbítero y fundador de la congregación de religiosas "Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres"; la Beata mexicana María de Jesús Sacramentado (María Natividad) Venegas de la Torre, religiosa fundadora de la congregación "Hijas del Sagrado Corazón de Jesús".

Su obra

Causa admiración el que a los 29 años tenga el Padre José María Robles tal sensatez espiritual para dar el enfoque fundamental de su obra: el Instituto Religioso. Indica en pocas palabras el fin principal de la Congregación:

"Amar, reparar y servir habitualmente al Corazón de Jesús en la Eucaristía. Aceptar gustosamente todos los sacrificios, aún el de la propia vida, por extender el reinado de amor del Corazón de Jesús y por la salvación de las almas. Trabajar únicamente por el Corazón de Jesús, en todas aquellas obras en que esté de por medio su gloria y la caridad para nuestros hermanos, por ejemplo: escuelas, catequesis, hospitales, asistencia de enfermos, asilos, etc.".

Sus ansias por la realización de su proyecto, se deducen por sus escritos:

"Considero no tener mayor felicidad que la de entregar muchas almas al Corazón divino. Nuestra fundación es mi idea capital, la dulce esperanza que alienta mi pecho, y el fin de mi vida sacerdotal."

Después de su martirio las noticias desalentadoras pululaban por doquier: "La Obra del Padre Robles, muere…". Dispersas las Religiosas, obedeciendo prudentísima orden de recogerse con sus familias, esperaban y oraban…

Su Obra la confió a Dios y a la Santísima Virgen: no morirá, imposible perecer…

"No os engaño, siento íntimamente que vuestra Congregación es Obra del Corazón Eucarístico de Jesús, y que subsistirá si respondéis a las divinas exigencias, y dará copiosos y perennes frutos".

La formal aprobación diocesana de la fundación fue dada el 11 de julio de 1933, por el Arzobispo Orozco y Jiménez, autorizado a su vez por la Sagrada Congregación de Religiosos de Roma, seis años después del martirio de San JOSE MARIA.

El 26 de enero de 1963, después de 45 años de estar solicitándola con perseverancia, el Papa Juan XXIII dio la aprobación definitiva de la Congregación.

La Congregación creció rápidamente. Las bases de su expansión han sido, de una parte el que ofrece un camino a la santidad personal y, de la otra, el que para lograr dicha santidad se apoya en un apostolado muy humano. Enfermos, huérfanos, ancianos, pobres, ignorantes, así como niños y jóvenes deseosos de aprender, encuentran en las "Hermanas del Corazón de Jesús Sacramentado" un apoyo sólido y cariñoso, ya sea para aliviar su dolor o en sus deseos de crecer en sabiduría y santidad.

Cabe destacar que la semilla del Apostolado sembrada por San José María también ha dado frutos en África. A la fecha se cuenta con un grupo de 6 Hermanas Profesas y 12 Novicias de Angola, África. Así mismo en Perú, donde hay 3 religiosas de nacionalidad peruana.

Un deseo hecho realidad.

Uno de los grandes deseos de San José María era el de fundar, junto con la Congregación de Hermanas, una Congregación de Hermanos Sacerdotes. El padre Félix Rougier le recomendó dedicar todos sus esfuerzos a la fundación de una sola rama pues eran tiempos difíciles.

A través de la Congregación Hermanas del Corazón de Jesús Sacramentado y después de su fructífera labor en las misiones en África, fue aprobada por el Sr. Obispo Eugenio dal Corso, de Saurimo, Angola, la rama masculina en la Congregación, estando actualmente algunos aspirantes en preparación en el Seminario de Saurimo.

Existe también un grupo de Misioneros Laicos del Corazón Eucarístico de Jesús, proyecto iniciado por la Madre Clara Genoveva HCJS, que se dedican a apoyar a las religiosas en los lugares donde existen misiones; por ejemplo en la región de las Huastecas: Huejutla, Hgo. y Tamazunchale, S. L. P.

Oración

El Mártir Mexicano, San José María Robles Hurtado, nos ha legado el máximo testimonio de fe y de amor cristiano, nos dio prueba de su gran amor al Corazón Eucarístico de Jesús y a la Santísima Virgen, es heroico modelo de Vida Cristiana y nuestro poderoso intercesor ante Dios. Por todo ello le rezamos a Dios así:

Señor Dios nuestro, que concediste
al Santo José María Robles Hurtado:
amar y hacer amar al Corazón de
Jesús en la Eucaristía, practicar y
promover el verdadero amor a la
Santísima Virgen, entregarse con
generosidad al servicio del prójimo
vivir con plenitud su sacerdocio y
ser un fiel testigo de Cristo, hasta
el martirio.

Ayúdanos a vivir, a ejemplo suyo, en
constante actitud de servicio y
solidaridad con los más necesitados.

(Petición)

San José María Robles,
apóstol incansable del Corazón
Eucarístico de Jesús…
Ruega por
nosotros.

Consulta
Mártires Mexicanos del siglo XX

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Pelayo (Paio) de Córdoba, Santo Mártir de la castidad juvenil, Junio 26  

Pelayo (Paio) de Córdoba, Santo

Mártir

Nació en (* Albeos, Crecente (España), en el 911. Murió el 26 de junio de 925 en Córdoba.

Fue un cristiano martirizado durante el califato de Abderramán III, y canonizado posteriormente por la Iglesia Católica, como ejemplo de la virtud de la castidad juvenil frente a la homosexualidad. Su día en el santoral católico es el 26 de junio.

Su martirio, descrito truculentamente en el santoral, fue por despedazamiento o desmembramiento mediante tenazas de hierro. Tras la batalla de Valdejunquera (920), muchos cristianos del Reino de León fueron llevados prisioneros a Córdoba, entre los que estaban él y su tío, Hermigio, obispo de Tuy. Éste es liberado con el fin de reunir el rescate, mientras que Pelayo queda en calidad de rehén.

Se dice que el califa Abderramán III le requirió contactos sexuales, a los que se negó, lo que provocó su tortura y muerte.

Su hagiografía refleja que durante los cuatro años que pasó en Córdoba en calidad de rehén, sin que el rescate fuera pagado por su tío obispo, el muchacho destacó por su inteligencia y su fe, haciendo proselitismo de Cristo, insistiendo en que esta actividad fue la que provocó que fuera tentado por Abderramán III para convertirse al islamismo, lo que él rechazó con vehemencia:

"Si, oh rey, soy cristiano. Lo he sido y lo seré por la gracia de Dios. Todas tus riquezas no valen nada. No pienses que por cosas tan pasajeras voy a renegar de Cristo, que es mi Señor y tuyo aunque no lo quieras".

El martirio en defensa de su fe justifica su canonización.

Enseguida pasó a recibir culto. A partir del siglo XI, en que los reinos cristianos intervenían en la política interior de los reinos de taifas, muchos santos cristianos fueron trasladados al norte, y este fue lo que ocurrió con sus restos: primero a León y luego al monasterio benedictino de Oviedo que lleva su nombre (y que no debe confundirse con el de Don Pelayo, el primer rey de Asturias).

San Pelayo es el santo patrón de: Seminario Menor de Tuy (provincia de Pontevedra, España); Villanueva Matamala (provincia de Burgos, España); Castro-Urdiales (Burgos, España) y de Zarauz (Guipúzcoa, País Vasco, España).

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David de Salónica, Santo Eremita, Junio 26  

David de Salónica, Santo

Eremita

Etimológicamente significa " amigo, tierno". Viene de la lengua hebrea.

Este personaje vino al mundo en Mesopotamia en el 450 y murió en Salónica, Grecia, en el 540.

Su discípulo Paladio cuenta que se encontraba muy contento porque hubiese vivido en su ciudad un santo de la categoría del asceta y santo David.

Eran tan evidentes sus virtudes, sus cualidades y sus dones humanos y religiosos que tuvo el valor de pasar setenta años en la ermita.

Los soldados hacían la guardia durante el día y la noche en esta preciosa ciudad fortificada.
Una noche, mientras hacían la ronda, vieron que desde la ermita de san David salía fuego.
Pensaron que la había incendiado algunos Bárbaros.

Pero a la mañana siguiente fueron y se encontraron con la ermita sana y salva y lo mismo estaba David.

El mismo fenómeno se produjo la noche siguiente. Su discípulo cuenta que él vio este fenómeno más veces. Y pensaba: Si Dios hace tanto por sus amigos aquí, ¿qué no hará en la vida eterna? Esto fue lo que me llevó a mí también a abrazar el estado de la vida religiosa.

David, no sólo fue capaz de ser austero consigo mismo, sino que también inculcaba esta virtud a tantos y a tantas que fueron orientadas espiritualmente por él.

Al día siguiente de su muerte, la iglesia griega lo colocó en los altares. Fue Baronio – diez siglos más tarde – quien lo introdujo en el martirologio de la Iglesia latina.

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Fuente: ACIprensa.com
Magdalena Fontaine y sus Compañeras, Beatas Mártires de la Revolución Francesa, Junio 26  

Magdalena Fontaine y sus Compañeras, Beatas

Estas cuatro mártires eran Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul, en el convento de Arras.

Fueron: Beata Magdalena Fontaine, de 71 años; la Beata Francisca Lanel, de 42 años; la Beata Teresa Fantou, de 47; y la Beata Juana Gerard, de 42. En plena Revolución Francesa, las cuatro hermanas, de acuerdo con el criterio de su regla, se negaron a prestar el juramento de fidelidad que exigía la Convención a clérigos y religiosas y, por lo tanto, se las apuntó en la lista de sospechososos.

Pocos meses más tarde, el 14 de febrero de 1794, fueron detenidas por infidelidad. El 26 de junio fueron trasladadas a Cambrai, donde se acusó a la Beata Magdalena de ser una "piadosa contra-revolucionaria" y a las otras tres de ser sus cómplices.

El Tribunal las condenó a muerte, sin apelación. La madre Magdalena, luego de haber visto rodar las cabezas de sus tres hijas, se volvió hacia la multitud y dijo: "Oíd cristianos, nosotras hemos sido las últimas víctimas. La persecución se detendrá; las guillotinas serán destruidas y los altares de Jesucristo se levantarán de nuevo, llenos de gloria".

La profecía se cumplió al pie de la letra. Seis semanas después de la ejecución, la matanza con guillotina terminó.
Las cuatro hermanas de la caridad fueron beatificadas en 1920.

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Fuente: Vatican.va
Andrés Jacinto Longhin, Beato Obispo Capuchino, 26 de junio  

Andrés Jacinto Longhin, Beato

Obispo

Martirologio Romano: En Treviso, en Italia, beato Andrés Jacinto Longhin, obispo, que en las dificultades de la guerra acudió generoso a las necesidades de los prófugos y cautivos, y, en medio de la agitación de su tiempo, con singular solicitud defendió los derechos de los obreros, los agricultores y de todos los necesitados (1936).

 

Nació el 23 de noviembre de 1863 en Fiumicello di Campodarsego, provincia y diócesis de Padua (Italia), en una familia de campesinos pobres y muy religiosos. Al día siguiente fue bautizado con los nombres de Jacinto Buenaventura. Muy pronto manifestó su vocación al sacerdocio y a la vida religiosa. A los 16 años ingresó en el noviciado de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos, con el nombre de Andrés de Campodarsego. Después de realizar sus estudios humanísticos en Padua y los teológicos en Venecia, fue ordenado sacerdote, a los 23 años, el 19 de junio de 1886.

Durante dieciocho años desempeñó los cargos de director espiritual y profesor de los religiosos jóvenes, mostrándose guía segura y maestro sabio. En 1902 fue elegido ministro provincial de los capuchinos de Venecia, cuyo patriarca, Giuseppe Sarto -futuro Papa san Pío X- lo comprometió en la predicación y en múltiples ministerios dentro de la diócesis.

El 13 de abril de 1904, Pío X, Sumo Pontífice desde hacía pocos meses, lo nombró personalmente obispo de Treviso y quiso que fuera consagrado en Roma por el cardenal Merry del Val.
Monseñor Andrés tomó posesión de la diócesis el 6 de agosto sucesivo. Al año siguiente inició su primera visita pastoral, que duró casi un lustro: quería conocer bien su diócesis, una de las más vastas y pobladas de la región, entablar un contacto personal especialmente con su clero y con el laicado organizado. Concluyó la visita con la celebración del Sínodo, para aplicar las reformas puestas en marcha por el Santo Padre.

Reformó el seminario diocesano, elevando la calidad de los estudios y cuidando con esmero la formación espiritual. Promovió los ejercicios espirituales de los sacerdotes y les trazó un programa de formación permanente.

Cuando estalló la primera guerra mundial, Treviso se encontró en la línea del frente. Sufrió invasiones y bombardeos aéreos que destruyeron la ciudad y más de cincuenta parroquias. Monseñor Longhin permaneció en su puesto, incluso cuando las autoridades civiles se fueron, y quiso que también sus sacerdotes se quedaran para atender a los fieles. Impulsó la asistencia a los soldados, a los enfermos y a los pobres.

En los años duros de la reconstrucción material y espiritual, reanudó la segunda visita pastoral, que había interrumpido por causa de la guerra. En medio de graves tensiones sociales, con fortaleza evangélica indicó que la justicia y la paz social exigían el camino estrecho de la no violencia y de la unión de los católicos.

De 1926 a 1934 realizó su tercera visita pastoral para fortalecer la fe de la comunidad diocesana. El Papa Pío XI lo nombró visitador apostólico, primero en Padua, luego en Údine, para devolver la paz a esas diócesis afectadas por el enfrentamiento del clero con el obispo.

Su obra de reforma le procuró muchas cruces y sufrimientos, tanto de parte del clero que no estaba dispuesto a seguirlo por el camino de la renovación como de numerosos laicos. Sufrió la oposición del fascismo, que prefirió vengarse en los sacerdotes y los laicos organizados, causando a monseñor Longhin un dolor más profundo que si lo hubieran herido a él personalmente. Nunca cedió ni a la violencia ni a los halagos.

Dios quiso purificarlo con una enfermedad que lo privó progresivamente de las facultades mentales y que sobrellevó con extraordinaria fe y total abandono a la voluntad divina. Murió el 26 de junio de 1936.

Ya en vida tenía fama de santidad por su heroica caridad y por su sabia prudencia evangélica. La espiritualidad franciscana, con el rigor de la Orden capuchina, guió siempre a monseñor Longhin por el camino de una vida ascética, exigente y fidelísima -oración y penitencia-; de una obediencia "religiosa" a la Iglesia; de una pobreza como libertad con respecto a todas las cosas del mundo; y sobre todo de una caridad generosa y abnegada.

Fue beaatificado el 20 de octubre de 2002 por S.S. Juan Pablo II.

Si usted tiene información relevante para la canonizacion del Beato Andrés, contacte a:
Frati Minori Cappuccini
Piazzetta S. Carlo, 2
C.P. 3273
37010 Mestre (VT), ITALY

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Fuente: Vatican.va
María Josefina de Jesús Crucificado, Beata Carmelita, Junio 26  

María Josefina de Jesús Crucificado, Beata

Nació en Nápoles el 18 de febrero de 1894, en el seno de una familia de nobles, los marqueses Grimaldi. Desde su niñez mostró una predilección particular por los pobres y los más necesitados, destinándoles el dinero que le daban para juguetes o para merendar, y ayudando a dos viejecitas que vivían solas.

El testimonio ejemplar de su abuela y de su madre fue la escuela donde aprendió a conocer a Jesús y a enamorarse de él. Tuvo particular devoción a la Eucaristía y a la Virgen María, especialmente con el rezo del rosario.

Después de realizar estudios de comercio, el 10 de marzo de 1918, superando la oposición de su madre y de sus familiares, entró en el Carmelo de Santa María, en "Ponti Rossi", lugar así llamado porque allí se encontraban los restos de un acueducto romano.

Allí aprendió a amar a Cristo en medio del sufrimiento, ofreciéndose como víctima por los sacerdotes. Supo aceptar la voluntad de Dios, aunque implicara gran dolor físico: se vio afectada por una forma grave de tuberculosis en la espina dorsal, con dolores en las vértebras, que la paralizó completamente. El 26 de junio de 1922 se curó milagrosamente, de forma instantánea, después del contacto con el brazo de san Francisco Javier, que le llevaron a su celda.

La "monja santa", como la llamaba la gente, inició un largo apostolado principalmente en el locutorio del convento, acogiendo a todo tipo de personas enfermas y necesitadas de ayuda tanto material como espiritual, a los que proporcionaba consuelo y consejo, para encontrar el amor de Dios. Incluso realizó milagros.

Su abnegación prosiguió, también cuando llegaron otras enfermedades, obligándola a estar en silla de ruedas, crucificándose con Jesús por la Iglesia y por las almas.

En 1932 la Santa Sede reconoció la casa de "Ponti Rossi" como convento de la segunda orden de Carmelitas Descalzos, y Josefina Catanea recibió el hábito de santa Teresa de forma oficial, tomando el nombre de María Josefina de Jesús Crucificado. El 6 de agosto de ese mismo año hizo la profesión solemne según la Regla carmelitana, que ya vivía desde 1918.

Desde 1934 el cardenal Alessio Ascalesi, arzobispo de Nápoles, la nombró subpriora; luego, en 1945, vicaria; y el 29 de septiembre de ese mismo año, en el primer capítulo general, fue elegida priora de la comunidad, cargo que desempeñó hasta su muerte.

Su espiritualidad, su docilidad amorosa, su humildad y sencillez, le granjearon gran estima durante los años de la segunda guerra mundial. Oraba sin cesar, alimentando así su confianza en Dios, de la que contagiaba a todos los que se dirigían en peregrinación a "Ponti Rossi" para escuchar su palabra de aliento, consuelo y estímulo a superar las pruebas y los dolores de las tristes situaciones debidas a la guerra.

El día de su toma de hábito dijo: "Me he ofrecido a Jesús crucificado para ser crucificada con él", y el Señor le tomó la palabra. Compartió los sufrimientos de Cristo de forma silenciosa, pero alegre. Soportó durante largos años duras pruebas y persecuciones con espíritu de abandono a la voluntad de Dios. También gozó de carismas místicos extraordinarios.

Por obediencia y por consejo de su director espiritual, escribió su "Autobiografía" (1894-1932) y su "Diario" (1925-1945), así como numerosas cartas y exhortaciones para las religiosas.

Desde 1943 comenzó a sufrir varias enfermedades especialmente dolorosas, que incluyeron la pérdida progresiva de la vista. Convencida de que esas enfermedades eran voluntad de Dios, las acogía como "un don magnífico" que la unía cada vez más a Jesús crucificado. Con una sonrisa en los labios, ofrecía su cuerpo como altar de su sacrificio por las almas. Murió el 14 de marzo de 1948 en su ciudad natal.

Fue beatificada el 1 de junio de 2008 por S.S. Benedicto XVI indicando que su fiesta litúrgica se celebrará el 26 de junio.

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Fuente: Zenit.org
Santiago Ghazir, Beato Capuchino y Fundador, Junio 26  

Santiago Ghazir, Beato

Fundador de la Congregación de las Hermanas Franciscanas de la Cruz del Líbano

Khalil Abuna Yaaqub El-Haddad, tercero de cinco hermanos, nació en Líbano el 1 de febrero de 1875. En 1892, mientras estaba en Egipto, donde trabajaba como profesor, sintió la vocación sacerdotal. Decidió entrar en el convento capuchino de Khashbau al año siguiente.Yaaqub hizo los votos perpetuos en 1898 y llegó a ser sacerdote en 1901.

Fué asignado al monasterio de Bab Idriss en Beirut. Desde allí, trabajó con dedicación para construir escuelas elementales para los niños de zonas rurales. Además, dió vida a la tercera orden para hombres y mujeres.

En las huellas de san Francisco de Asís, el beato libanés fue un incansable apóstol de la caridad, plasmada en su solicitud por las necesidades físicas y morales del prójimo.

Inmediatamente después de la guerra mundial, el padre Yaaqub adquirió la colina de Jall-Eddib, donde quería construir una iglesia y erigir una cruz, y que se convirtió enseguida en lugar de acogida de sacerdotes enfermos y de otros pobres que pedían asistencia

Para dar continuidad a su trabajo, en este lugar, fundó en 1930 la congregación de religiosas de las Hermanas Franciscanas de la Cruz del Líbano, que desde entonces se dedican al cuidado de minusválidos físicos y mentales, de personas ancianas e incurables, abandonadas por sus familiares y por los hospitales, y a la educación de los huérfanos.

El postulador de la causa de beatificación, el padre Florio Tessari, en una entrevista a la Radio Vaticana, habló de su incansable obra de predicación en Líbano, Palestina, Irán y Siria.

"Sus 24 volúmenes manuscritos de discursos en árabe -añadió- atestiguan el empeño de su vida en la evangelización. Luego, su actividad social. Fundó escuelas, hospitales, orfanatos".

"Ha sido definido como 'otro san Vicente de Paúl´ así como 'el Don Bosco´ y 'el san José Cottolengo del Líbano´ por sus obras de beneficencia que brotaban de su cristocentrismo franciscano".

"Su inmensa caridad, expresada en múltiples iniciativas, nacía de la vital incorporación al Cristo sufriente en sí y en sus miembros, cuya Cruz tan amada fue la teología y la praxis de su larga vida sacerdotal", subrayó.

"No hay cielo sin cruz -escribía el padre Yaaqub--. Quien quiere el cielo sin sufrimiento, es como quien quiere comprar mercancías sin pagar".

Murió el 26 de junio de 1954, abrazando una cruz.

Fue beatificado el 22 de junio de 2008 por S.S. Juan Pablo II.

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Fuente: canalsocial.net
Antelmo de Belley, Santo Obispo, 26 de junio  

Antelmo de Belley, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Belley, en Saboya, hoy en día en Francia, san Antelmo, obispo, monje de la Gran Cartuja, que restauró los edificios destruidos por una gran nevada. Elegido prior, convocó el capítulo general, y designado obispo, se distinguió por su aplicación firme y decidida en la corrección de los clérigos y en la reforma de las costumbres (1177).

San Antelmo. Obispo de Belley. Fueron sus padres, los nobles señores de Chignin, en cuyo castillo feudal de Saboya nace posiblemente en el año 1107. Dedicado al servicio eclesiástico, fue Dignidad de los cabildos de Grenoble y de Belley, con grandes rentas y posesiones.

Disgustado del mundo, ingresó y profesó en la Gran Cartuja, en 1136. Tres años más tarde es elegido prior, por su fidelidad a las Reglas y su vida santificada. El papa Alejandro II le consagró obispo de Belley el 8 nov. 1163.
San Antelmo fue un gran reformador, corrigió los abusos existentes tanto entre los clérigos como entre los laicos. Extendió su obra más allá de los asuntos eclesiásticos y reconstruyó el monasterio de Grande Chartreuse después de que gran parte de éste fuese destruido por una avalancha. Además de restaurar los edificios, renovó las tierras de cultivo y suministró agua fresca a través de un sistema de acueductos. Fue padre de los pobres y necesitados. Murió santamente en Belley el 26 jun. 1178.

Ante la multitud de los milagros que se obraban en su tumba, la voz del Pueblo, norma entonces para las canonizaciones, le elevó a los altares. La Sede Apostólica nada ha opuesto en contra; después de repetidos expurgos, su nombre sigue figurando en el Martirologio. El hecho capital de su vida reside en haber presidido, en 1142, un Capítulo General de la Orden, donde todos los c. se unieron, quedando entonces realmente constituida la Orden Cartujana, quien le considera su primer general

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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