domingo, 20 de abril de 2014

Domingo de RESURRECCIÓN. 20/04/2014. Excepto causa grave, no asistir a Misa dominical es pecado GRAVE (Catecismo 2042, 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Precepto: Misa ENTERA. Víspera del Domingo comienza el Sábado a las 15 o 16:00 hs según diócesis

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 1-9

Gloria a Ti, Señor.

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando estaba todavía oscuro,
y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo a quien Jesús amaba, y les dijo:
"Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro. Vio las vendas en el suelo y el sudario que había estado sobre la cabeza de Jesús, no con las vendas por el suelo, sino doblado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido las Escrituras: que Jesús había de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

Dom de Pascua A

Antífona de Entrada

El Señor ha resucitado. Aleluya. A él la gloria y el poder por toda la eternidad, aleluya.

 

Se dice "Gloria".

Oración Colecta

Oremos:
Dios nuestro, que por medio de tu Hijo venciste a la muerte y nos has abierto las puertas de la vida eterna; concede a quienes celebramos hoy la Pascua de Resurrección, resucitar también a una nueva vida, renovados por la gracia del Espíritu Santo.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Hemos comido y bebido con Cristo resucitado

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 10, 34a.37-43

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
"Ya saben ustedes lo sucedido en el país de los judíos, comenzando por Galilea, cuando Juan predicaba el bautismo. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y sanando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con Él.
Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo sino a los testigos que Él había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con Él después de que resucitó de entre los muertos.
Él nos mandó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos.
El testimonio de los profetas es unánime: que cuantos creen
en Él reciben, por su medio, el perdón de los pecados".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 117

Este es el día del triunfo del Señor, aleluya.

Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: Su misericordia es eterna.
Este es el día del triunfo del Señor, aleluya.

La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar las hazañas del Señor.
Este es el día del triunfo del Señor, aleluya.

La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente.
Este es el día del triunfo del Señor, aleluya.

Segunda Lectura

Busquen los bienes del cielo, donde está Cristo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 1-4

Hermanos:
Puesto que han resucitado con Cristo, busquen los bienes de allá arriba, donde está Cristo,
sentado a la derecha de Dios.
Aspiren a los bienes del cielo, no a los de la tierra. Porque han muerto, y su vida está con Cristo,
escondida en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida nuestra, entonces también ustedes se manifestarán juntamente con Él, en gloria.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Secuencia

(Sólo el día de hoy es obligatoria; durante la Octava es opcional).

Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza, a gloria de la Víctima propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte en singular batalla y, muerto el que es la Vida, triunfante se levanta.
¿Qué has visto de camino, María, en la mañana? "A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja. ¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!"
Vengan a Galilea, allí el Señor aguarda; allí verán los suyos la gloria de la Pascua.
Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en Ti no manda.
Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa.
Amén. Aleluya.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Ha sido inmolada nuestra Víctima pascual: Cristo. Así, pues, celebremos la Pascua.
Aleluya, aleluya.

Evangelio

El debía resucitar de entre los muertos

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 1-9

Gloria a Ti, Señor.

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando estaba todavía oscuro,
y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo a quien Jesús amaba, y les dijo:
"Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro. Vio las vendas en el suelo y el sudario que había estado sobre la cabeza de Jesús, no con las vendas por el suelo, sino doblado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido las Escrituras: que Jesús había de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Se dice "Credo".

Oración de los Fieles

Celebrante:
Llenos de gozo por la santa resurrección del Señor, purificados nuestros sentimientos y renovado nuestro espíritu, supliquemos con insistencia al Señor, diciendo:
Rey vencedor, escúchanos.

A Cristo que, con su gloriosa resurrección ha vencido la muerte y ha destruido el pecado: pidámosle que todos los cristianos sean siempre fieles a las promesas del bautismo que renovaron en la noche santa de Pascua, roguemos al Señor.
Rey vencedor, escúchanos.

A Cristo que, con su santa resurrección ha hecho renacer a los nuevos hijos de la Iglesia, engendrándolos por el agua y el Espíritu Santo: pidámosle que afirme en ellos los dones que les ha concedido en esta Pascua, roguemos al Señor.
Rey vencedor, escúchanos.

A Cristo que, con su gloriosa resurrección ha abierto las puertas de su reino a los que gemían en el abismo y ha otorgado la vida al humano mortal: pidámosle por todos los que sufren, roguemos al Señor.
Rey vencedor, escúchanos.

A Cristo que, con su gloriosa resurrección anunció la alegría a las mujeres, y por medio de las mujeres a los apóstoles, y por medio de los apóstoles al mundo entero: pidámosle por los que nos hemos reunido para celebrar su triunfo, roguemos al Señor.
Rey vencedor, escúchanos.

Celebrante:
Señor Jesucristo, que en el cielo eres glorificado por los ángeles y los santos, y en la tierra eres enaltecido y adorado por tu Iglesia; dígnate compadecerte de este pueblo que tiene puesta toda su esperanza en tu resurrección.
Tú, que vives y reinas, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos.
Amén.

 

Oración sobre las Ofrendas

Regocijados con la alegría de la Pascua te ofrecemos, Señor, esta eucaristía, mediante la cual tu Iglesia se renueva y alimenta de un modo admirable.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

El misterio Pascual

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca en este día en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque Él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo; muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró la vida.
Por eso,
con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Cristo, nuestro Cordero Pascual, ha sido inmolado: celebremos, pues, la Pascua con una vida de rectitud y santidad. Aleluya.

 

Oración después de la Comunión

Señor, protege siempre a tu Iglesia con amor paternal, para que, renovada ya por los
sacramentos pascuales, pueda llegar a la gloria de la resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

Domingo de Resurrección

RESUCITÓ DE ENTRE LOS MUERTOS

— La Resurrección del Señor, fundamento de nuestra fe. Jesucristo vive: esta es la gran alegría de todos los cristianos.

— La luz de Cristo. La Resurrección, una fuerte llamada al apostolado.

— Apariciones de Jesús: el encuentro con su Madre, a quien se aparece en primer lugar. Vivir este tiempo litúrgico muy cerca de la Virgen.

I. En verdad ha resucitado el Señor, aleluya. A él la gloria y el poder por toda la eternidad1.

"Al caer la tarde del sábado, María Magdalena y María, madre de Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar el cuerpo muerto de Jesús. —Muy de mañana, al otro día, llegan al sepulcro, salido ya el sol (Mc 16, 1-2). Y entrando, se quedan consternadas porque no hallan el cuerpo del Señor. —Un mancebo, cubierto de vestidura blanca, les dice: No temáis: sé que buscáis a Jesús Nazareno: non est hic, surrexit enim sicut dixit, —no está aquí, porque ha resucitado, según predijo (Mt 28, 5).

"¡Ha resucitado! —Jesús ha resucitado. No está en el sepulcro. —La Vida pudo más que la muerte"2.

La Resurrección gloriosa del Señor es la clave para interpretar toda su vida, y el fundamento de nuestra fe. Sin esa victoria sobre la muerte, dice San Pablo, toda predicación sería inútil y nuestra fe vacía de contenido3. Además, en la Resurrección de Cristo se apoya nuestra futura resurrección. Porque Dios, rico en misericordia, movido del gran amor con que nos amó, aunque estábamos muertos por el pecado, nos dio vida juntamente con Cristo... y nos resucitó con Él4. La Pascua es la fiesta de nuestra redención y, por tanto, fiesta de acción de gracias y de alegría.

La Resurrección del Señor es una realidad central de la fe católica, y como tal fue predicada desde los comienzos del Cristianismo. La importancia de este milagro es tan grande, que los Apóstoles son, ante todo, testigos de la Resurrección de Jesús5. Anuncian que Cristo vive, y este es el núcleo de toda su predicación. Esto es lo que, después de veinte siglos, nosotros anunciamos al mundo: ¡Cristo vive! La Resurrección es el argumento supremo de la divinidad de Nuestro Señor.

Después de resucitar por su propia virtud, Jesús glorioso fue visto por los discípulos, que pudieron cerciorarse de que era Él mismo: pudieron hablar con Él, le vieron comer, comprobaron las huellas de los clavos y de la lanza... Los Apóstoles declaran que se manifestó con numerosas pruebas6, y muchos de estos hombres murieron testificando esta verdad.

Jesucristo vive. Y esto nos colma de alegría el corazón. "Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe. Jesús, que murió en la cruz, ha resucitado, ha triunfado de la muerte, del poder de las tinieblas, del dolor y de la angustia (...): en Él, lo encontramos todo; fuera de Él, nuestra vida queda vacía"7.

"Se apareció a su Madre Santísima. —Se apareció a María de Magdala, que está loca de amor. —Y a Pedro y a los demás Apóstoles. —Y a ti y a mí, que somos sus discípulos y más locos que la Magdalena: ¡qué cosas le hemos dicho!

"Que nunca muramos por el pecado; que sea eterna nuestra resurrección espiritual. —Y (...) has besado tú las llagas de sus pies..., y yo más atrevido –por más niño– he puesto mis labios sobre su costado abierto"8.

II. Dice bellamente San León Magno9 que Jesús se apresuró a resucitar cuanto antes porque tenía prisa en consolar a su Madre y a los discípulos: estuvo en el sepulcro el tiempo estrictamente necesario para cumplir los tres días profetizados. Resucitó al tercer día, pero lo antes que pudo, al amanecer, cuando aún estaba oscuro10, anticipando el amanecer con su propia luz.

El mundo había quedado a oscuras. Solo la Virgen María era un faro en medio de tantas tinieblas. La Resurrección es la gran luz para todo el mundo: Yo soy la luz11, había dicho Jesús; luz para el mundo, para cada época de la historia, para cada sociedad, para cada hombre.

Ayer noche, mientras participábamos –si nos fue posible– en la liturgia de la Vigilia pascual, vimos cómo al principio reinaba en el templo una oscuridad total, imagen de las tinieblas en las que se debate la humanidad sin Cristo, sin la revelación de Dios. En un instante el celebrante proclamó la conmovedora y feliz noticia: La luz de Cristo, que resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu12. Y de la luz del cirio pascual, que simboliza a Cristo, todos los fieles recibieron la luz: el templo quedó iluminado con la luz del cirio pascual y de todos los fieles. Es la luz que la Iglesia derrama sobre toda la tierra sumida en tinieblas.

La Resurrección de Cristo es una fuerte llamada al apostolado: ser luz y llevar la luz a otros. Para eso hemos de estar unidos a Cristo. "Instaurare omnia in Christo, da como lema San Pablo a los cristianos de Éfeso (Ef 1, 10); informar el mundo entero con el espíritu de Jesús, colocar a Cristo en la entraña de todas las cosas. Si exaltatus fuero a terra, omnia traham ad meipsum (Jn 12, 32), cuando sea levantado en alto sobre la tierra, todo lo atraeré hacia mí. Cristo con su Encarnación, con su vida de trabajo en Nazareth, con su predicación y milagros por las tierras de Judea y de Galilea, con su muerte en la Cruz, con su Resurrección, es el centro de la creación, Primogénito y Señor de toda criatura.

"Nuestra misión de cristianos es proclamar esa Realeza de Cristo, anunciarla con nuestra palabra y con nuestras obras. Quiere el Señor a los suyos en todas las encrucijadas de la tierra. A algunos los llama al desierto, a desentenderse de los avatares de la sociedad de los hombres, para hacer que esos mismos hombres recuerden a los demás, con su testimonio, que existe Dios. A otros, les encomienda el ministerio sacerdotal. A la gran mayoría, los quiere en medio del mundo, en las ocupaciones terrenas. Por lo tanto, deben estos cristianos llevar a Cristo a todos los ámbitos donde se desarrollan las tareas humanas: a la fábrica, al laboratorio, al trabajo de la tierra, al taller del artesano, a las calles de las grandes ciudades y a los senderos de montaña"13.

III. La Virgen, que estuvo acompañada por las santas mujeres en las horas tremendas de la crucifixión de su Hijo, no acompañó a estas en el piadoso intento de terminar de embalsamar el Cuerpo muerto de Jesús. María Magdalena y las demás mujeres que le habían seguido desde Galilea han olvidado las palabras del Señor acerca de su Resurrección al tercer día. La Virgen Santísima sabe que resucitará. En un clima de oración, que nosotros no podemos describir, Ella espera a su Hijo glorificado.

"Los evangelios no nos hablan de una aparición de Jesús resucitado a María. De todos modos, como Ella estuvo de manera especialmente cercana a la cruz del Hijo, hubo de tener también una experiencia privilegiada de su resurrección"14. Una tradición antiquísima de la Iglesia nos transmite que Jesús se apareció en primer lugar y a solas a su Madre. En primer término, porque Ella es la primera y principal corredentora del género humano, en perfecta unión con su Hijo. A solas, puesto que esta aparición tenía una razón de ser muy diferente de las demás apariciones a las mujeres y a los discípulos. A estos había que reconfortarlos y ganarlos definitivamente para la fe. La Virgen, que ya había sido constituida Madre del género humano reconciliado con Dios, no dejó en ningún momento de estar en perfecta unión con la Trinidad Beatísima. Toda la esperanza en la Resurrección de Jesús que quedaba sobre la tierra se había cobijado en su corazón.

No sabemos de qué manera tuvo lugar la aparición de Jesús a su Madre. A María Magdalena se le apareció de forma que ella no le reconoció en un primer momento. A los dos discípulos de Emaús se les unió como un hombre que iba de viaje. A los Apóstoles reunidos en el Cenáculo se les apareció con las puertas cerradas... A su Madre, en una intimidad que podemos imaginar, se le mostró en tal forma que Ella conociera, en todo caso, su estado glorioso y que ya no continuaría la misma vida de antes sobre la tierra15. La Virgen, después de tanto dolor, se llenó de una inmensa alegría. "No sale tan hermoso el lucero de la mañana –dice fray Luis de Granada–, como resplandeció en los ojos de la Madre aquella cara llena de gracias y aquel espejo sin mancilla de la gloria divina. Ve el cuerpo del Hijo resucitado y glorioso, despedidas ya todas las fealdades pasadas, vuelta la gracia de aquellos ojos divinos y resucitada y acrecentada su primera hermosura. Las aberturas de las llagas, que eran para la Madre como cuchillos de dolor, verlas hechas fuentes de amor; al que vio penar entre ladrones, verle acompañado de ángeles y santos; al que la encomendaba desde la cruz al discípulo ve cómo ahora extiende sus amorosos brazos y le da dulce paz en el rostro; al que tuvo muerto en sus brazos, verle ahora resucitado ante sus ojos. Tiénele, no le deja; abrázale y pídele que no se le vaya; entonces, enmudecida de dolor, no sabía qué decir; ahora, enmudecida de alegría, no puede hablar"16. Nosotros nos unimos a esta inmensa alegría.

Se cuenta que Santo Tomás de Aquino, cada año en esta fiesta, aconsejaba a sus oyentes que no dejaran de felicitar a la Virgen por la Resurrección de su Hijo17. Es lo que hacemos nosotros, comenzando hoy a rezar el Regina Coeli, que ocupará el lugar del Ángelus durante el tiempo Pascual: Alégrate, Reina del cielo, ¡aleluya!, porque Aquel a quien mereciste llevar dentro de ti ha resucitado, según predijo... Y le pedimos que nosotros resucitemos en íntima unión con Jesucristo. Hagamos el propósito de vivir este tiempo pascual muy cerca de Santa María.

1 Antífona de entrada de la Misa. Cfr. Lc 24, 34; Cfr. Apoc 1, 6. — 2 San Josemaría Escrivá, Santo Rosario, primer misterio glorioso. — 3 Cfr. 1 Cor 15, 14-17. — 4 Ef 2, 4-6. — 5 Cfr Hech 1, 22; 2, 32; 3, 15; etc. — 6 Hech 1, 3. — 7 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 102. — 8 ídem, Santo Rosario, primer misterio glorioso. — 9 San León Magno, Sermón 71, 2. — 10 Jn 20, 1. — 11 Jn 8, 12. — 12 Misal Romano, Vigilia pascual. — 13 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 105. — 14 Juan Pablo II, Discurso en el santuario de Nª Sª de la Alborada, Guayaquil, 31-I-1985. — 15 Cfr. F. M. Willam, Vida de María, Herder, Barcelona 1974, p. 330. — 16 Fray Luis de Granada, Libro de la oración y meditación, Palabra, 2ª ed., Madrid 1979, 26, 4, 16. — 17 Cfr. Fr. J. F. P., Vida y misericordia de la Santísima Virgen, según los textos de Santo Tomás de Aquino, Segovia 1935, pp. 181-182.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Aniceto, Santo XI Papa, Abril 20  

Fuente: Archidiócesis de Madrid


Aniceto, Santo

XI Papa

Martirologio Romano: En Roma, san Aniceto, papa, que recibió fraternalmente como huésped insigne a san Policarpo, para tratar juntos acerca de la fecha de la Pascua (c. 166).

Etimológicamente: Aniceto = Aquel hombre de gran fuerza, es de origen griego.

 

Las noticias que tenemos sobre su vida son pocas. Es el décimo sucesor de San Pedro; fue Papa entre San Pío I y San Sotero; rigió a la Iglesia por el tiempo que duran once años- desde el 155 al 166- y era originario de Emesa, en Siria.

Las circunstancias en las que trabajó vienen dadas por la situación social, política, económica y cultural de la época. En el siglo II se utilizaba el griego como lengua cultual; los Papas suelen ser provenientes de familias humildes del pueblo; ser elegido para ese servicio era elección para el martirio (hasta el siglo IV todos los Papas dieron su vida por la fe).

El cuidado o servicio a los hermanos tenía que ser intenso, sacrificado, valiente, generoso y muy exigente pero lleno de bondad. Los discípulos de Jesús que aumentaban cada día llevaban aún una existencia precaria aún en los períodos de paz. Incluso con los Antoninos, la muerte para el cristiano podía estar detrás de cualquier acusación o acontecimiento; hasta el estoico Marco Aurelio pensó que la paciencia de los mártires cristianos era fanatismo.

Había que esforzarse en llevar a los paganos el misterio, porque el Reino era también para darlo a ellos. Fué preciso contrarrestar a los pensantes paganos listos que, con sarcasmo, ironía y calumnia, ridiculizaban el espíritu y vida de los cristianos. Por eso la fe se hizo, además, apología.

A los cuidados hacia fuera hay que añadir la atención primaria de la grey con los problemas que surgen desde dentro. Ya pululaban por doquier versiones cristianas de fe que no coincidían con el genuino modelo y era preciso mantener a cualquier precio la pureza de la fe recibida. Esa era la situación del complejo sistema que luego se llamó gnosticismo -se tienen por cristianos y enseñan el secreto conocimiento de lo divino, reciben influencias platónicas y de religiones dualistas persas, forman grupos cerrados, niegan la muerte expiatoria de Jesús y rechazan la resurrección del cuerpo terrenal-.

Marción era gnóstico, vivió en Roma y en tiempo del Papa Aniceto; decía que había dos principios: el bueno era Dios y el espíritu maléfico creó el mundo, la materia y el cuerpo; se hizo rico con negocios navieros; hacía estrago entre los cristianos sembrando confusión y negando el valor del cuerpo con su rigorismo extremo.

En estos cuidados discurrió la vida de Aniceto.

Hubo un asunto peculiar que merece comentario. Policarpo viene a Roma para tratar con el Papa un tema serio. Él fue en su tiempo discípulo directo de San Juan, el apóstol joven, y ahora es el obispo de Esmirna. Con sus ochenta y cinco años quiere dejar acordada la fecha de la principal fiesta cristiana. Los de Oriente siguen la tradición joánica, mientras que los de Occidente siguen la tradición de Pedro. No llegaron a ponerse de acuerdo. Es una cuestión -la de la Pascua- que tardará en resolverse hasta el concilio de Nicea. Pero se despiden en comunión sin romper la unidad ni quebrantar la caridad ¡Todo un ejemplo!

No hay datos explícitos y concluyentes sobre el lugar y modo de su tránsito. El Liber Pontificalis -aunque empleando una expresión extraña por lo inusual- lo coloca entre los mártires; luego, la tradición constante de los martirologios habla de martirio y señala la fecha del 17 de abril, aunque no es unánime. En lo referente al lugar de su enterramiento, se señala en cementerio de san Calixto, donde con frecuencia se enterró a los Papas.

La reliquia de su cabeza fue entregada al arzobispo de Munich, Minucio, en el año 1590, y se venera en la iglesia que rigen los jesuitas en la ciudad. Los restos reposan en el sarcófago que soporta el altar Mayor -el que consagró el cardenal Merry del Val en 1910- de la capilla del Pontificio Colegio Español de Roma; fueron traslados al que entonces era palacio renacentista de los duques de Altemps, en el año 1604. Por eso, en la bóveda está pintada, entre guirnaldas barrocas y múltiples amorcillos, la apoteosis de San Aniceto, con capa desplegada y ascendiendo al cielo.

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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Inés de Montepulciano, Santa Religiosa, Abril 20  

Inés de Montepulciano, Santa

Abadesa


Martirologio Romano: En Montepulciano, también de la Toscana, santa Inés, virgen, que vistió el hábito de las vírgenes a los nueve años, y a los quince, en contra de su voluntad, fue elegida superiora de las monjas de Procene, fundando más tarde un monasterio, sometido a la disciplina de santo Domingo, donde dio muestras de una profunda humildad (1317).

Etimológicamente: Inés = Aquella que se mantiene pura, es de origen latino.

 

Nació alrededor del año 1270. Hija de la toscana familia Segni, propietarios acomodados de Graciano, cerca de Orvieto.

Cuanto solo tiene nueve años, consigue el permiso familiar para vestir el escapulario de "saco" de las monjas de un convento de Montepulciano que recibían este nombre precisamente por el pobre estilo de su ropa.

Seis años más tarde funda un monasterio con Margarita, su maestra de convento, en Proceno, a más de cien kilómetros de Montepulciano. Mucha madurez debió ver en ella el obispo del lugar cuando con poco más de quince años la nombra abadesa. Dieciséis años desempeñó el cargo y en el transcurso de ese tiempo hizo dos visitas a Roma; una fue por motivos de caridad, muy breve; la otra tuvo como fin poner los medios ante la Santa Sede para evitar que el monasterio que acababa de fundar fuera un día presa de ambiciones y usurpaciones ilegítimas. Se ve que en ese tiempo podía pasar cualquier cosa no sólo en los bienes eclesiásticos que detentaban los varones, sino también con los que administraban las mujeres.

Apreciando los vecinos de Montepulciano el bien espiritual que reportaba el monasterio de Proceno puertas afuera, ruegan, suplican y empujan a Inés para que funde otro en su ciudad pensando en la transformación espiritual de la juventud. Descubierta la voluntad de Dios en la oración, decide fundar. Será en el monte que está sembrado de casas de lenocinio, "un lugar de pecadoras", y se levantará gracias a la ayuda económica de los familiares, amigos y convecinos. Ha tenido una visión en la que tres barcos con sus patronos están dispuestos a recibirla a bordo; Agustín, Domingo y Francisco la invitan a subir, pero es Domingo quien decide la cuestión: "Subirá a mi nave, pues así lo ha dispuesto Dios".

Su fundación seguirá el espíritu y las huellas de santo Domingo y tendrá a los dominicos como ayuda espiritual para ella y sus monjas.

Con maltrecha salud, sus monjas intentan procurarle

Inés de Montepulciano, Santa

remedio con los baños termales cercanos; pero fallece en el año 1317.

Raimundo de Capua, el mayor difusor de la vida y obras de santa Inés, escribe en Legenda no sólo datos biográficos, sino un chorro de hechos sobrenaturales acaecidos en vida de la santa y, según él, confirmados ante notario, firmados por testigos oculares fidedignos y testimoniados por las monjas vivas a las que tenía acceso por razones de su ministerio. Piensa que relatando prolijamente los hechos sobrenaturales -éxtasis, visiones y milagros-, contribuye a resaltar su santa vida con el aval inconfundible del milagro. Por ello habló del maná que solía cubrir el manto de Inés al salir de la oración, el que cubrió en interior de la catedral cuando hizo su profesión religiosa, o la luz radiante que aún después de medio siglo de la muerte le ha deslumbrado en Montepulciano; no menos asombro causaba oírle exponer cómo nacían rosas donde Inés se arrodillaba y el momento glorioso en que la Virgen puso en sus brazos al niño Jesús (antes de devolverlo a su Madre, tuvo Inés el acierto de quitarle la cruz que llevaba al cuello y guardarla después como el más preciado tesoro). Cariño, poesía y encanto.

Santa Catalina de Siena, nacida unos años después y dominica como ella, será la santa que, profundamente impresionada por sus virtudes, hablará de lo de dentro de su alma. Llegó a afirmar que, aparte de la acción del Espíritu Santo, fueron la vida y virtudes ejemplares vividas heroicamente por santa Inés las que le empujaron a su entrega personal y a amar al Señor. Resalta en carta escrita a las monjas hijas de Inés de Montepulciano -una santa que habla de otra santa- la humildad, el amor a la Cruz, y la fidelidad al cumplimiento de la voluntad de Dios. Pero el mayor elogio que puede decirse de Inés lo dejó escrito en su Diálogo, poniéndolo en boca de Jesucristo: "La dulce virgen santa Inés, que desde la niñez hasta el fin de su vida me sirvió con humildad y firme esperanza sin preocuparse de sí misma".

Fue canonizada por S.S. Benedicto XIII en el año 1726.

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Marcelino de Embrun, Santo Obispo, Abril 20  

Marcelino de Embrun, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Embrún, en la Galia, san Marcelino, primer obispo de esta ciudad, el cual, oriundo de África, convirtió a la fe de Cristo la mayor parte de la población de los Alpes Marítimos, siendo ordenado obispo por san Eusebio de Vercelli (c. 374).

Etimológicamente: Marcelino = Aquel que procede de Marte, con Marte como dios de la guerra romano. Es de origen latino.

 

Vino al mundo en la provincia romana de Africa y murió en Embrun (Alpes), el 13 de abril del año 374.
Este joven tuvo la feliz idea evangélica de embarcarse con dos compañeros, Domingo y Vicente, con destino a Francia.

Les guiaba llana y simplemente la evangelización de los Alpes franceses.

A sus dos amigos los envió a los Alpes Bajos. El se quedó en Embrun. En seguida, llevado por la urgencia de anunciar el evangelio y para tener un lugar apropiado en donde hacerlo, construyó una capilla en la ciudad.

Para su inauguración invitó a san Eusebio de Vercelli. A pesar de la distancia y de los caminos, vino desde el Piamonte para la consagración de la iglesia y, de camino, lo consagró Obispo.

Se cuenta que, a la vuelta de una incursión apostólica, Marcelino se encontró con una reata de mulos que llevaban sacos de trigo, uno de los arrieros le daba golpes al animal porque había caído muerto de extenuación y agotamiento.

Al ver pasar al obispo, le dijo: "Usted va a hacer sus veces". Y así lo hizo. Cargó con el trigo hasta el pueblo. Cuando los cristianos lo vieron llegar de esta forma extraña, quisieron hacerle daño al arriero, pero Marcelino se lo impidió: "No le hagáis daño, es mi bienhechor. ¿No me ha permitido imitar un poco a Aquel que cargó con nuestros pecados y quiso llevar la cruz de la salvación?".

Con estas pruebas de amor a Cristo, la gente se quedó alucinada. Gracias a esto, le fue más fácil lograr conversiones para la fe cristiana.

Junto a este amor limpio y sincero para con todo el mundo, también supo luchar con ahínco contra el arrianismo que quería implantar Constancio II en todo el Occidente. Por eso, alguna que otra vez tuvo que huir a las montañas para que no lo cogieran los funcionarios imperiales.
Al morir el emperador, quedó libre.

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Fuente: notidiocesis.com.mx
Sara de Antioquía, Santa Mártir, Abril 20  

Sara de Antioquía, Santa

Mártir

Etimológicamente: Sara = Aquella que es una princesa, nombre de origen bíblico.

 

Esta santa padeció el martirio durante la persecución del emperador Diocleciano.

Era la mujer de un alto oficial de la armada del emperador Diocleciano (284-305) de nombre Sócrates, entonces residentes en Antioquía y ambos cristianos; pero Sócrates, por temor a perder su puesto en el ejército, renegó de la fe cristiana mientras que Sara, por el contrario, continuó profesándola fielmente.

Tuvieron dos hijos a los cuales, por la persecución, no pudo hacerlos bautizar en Antioquía, por lo que decidió trasladarse a Alejandría de Egipto. Se embarcó entonces con sus dos hijos con este propósito, pero la travesía peligró a causa del mar agitado que, llegando a cierto punto, arremetía contra la embarcación con tanta furia que todos temían un naufragio.

Sara, preocupada por la salvación de sus dos hijos, tanto la corporal como la espiritual, se hizo con el cuchillo una incisión en el pecho y con la sangre que le corría signó con la señal de la cruz la frente de sus niños y después los sumergió por tres veces en el agua del mar, invocando con una fórmula a la Santísima Trinidad.

Pasada la tempestad, el mar se calmó y el viaje prosiguió hasta tocar puerto en Alejandría, donde Sara se dirigió al obispo San Pedro (300-310) para hacer bautizar a sus hijos, no creyendo que fuese suficiente el gesto hecho en alta mar.

El obispo se encontraba precisamente administrando el sacramento del Bautismo a los fieles, por lo que Sara se puso en la fila con sus hijitos a esperar su turno; llegado éste, el agua del lavatorio de improviso se secó, por lo que Sara se volvió a formar otra vez. Por tres veces lo intentó pero en todas las ocasiones el agua se secó.

Al término de la ceremonia el obispo se acercó a Sara y le pidió una explicación; ella le contó las peripecias de su viaje y que por la urgencia había realizado el rito del bautismo; de esta manera, el obispo comprendió la situación y aseguró a Sara que el Bautismo por ella administrado en el momento del peligro había sido totalmente válido y que por ello era inútil repetirlo.

Partió de regreso Sara a Antioquía; llegada a casa, platicó el episodio a su marido, quien a su vez lo contó a Diocleciano.

El emperador mandó llamar a Sara y la interrogó en modo casi brutal que ella, después de una sola respuesta, se quedó en un mutismo completo. Preso de la ira, Diocleciano la condenó a ser quemada viva junto con sus dos hijos.

La única fuente que refiere su vida es el ´Sinassario Alessandrino´, conmemorándola el 20 de abril.

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Fuente: paxtv.org || Hijas de Santa María de la Providencia
Clara Bosalta, Beata Fundadora, Abril 20  

Clara Bosalta, Beata

Fundadora de la Pequeña Casa
de la Divina Providencia

Martirologio Romano: En Pianello Lario, en Italia, beata Clara (Dina) Bosatta, virgen, que, con la ayuda del beato Luis Guanella, fundó la Pequeña Casa de la Divina Providencia (1887).

Etimológicamente: Clara = Aquella que esta limpia de culpa. Es de origen latino.

 

Pianello Lario es un pequeño pueblo a orillas del lago de Como, al norte de Italia. Rosa y Alejandro están felices porque ha nacido su hija Dina, una más para aumentar la ya numerosa familia. Son muy buenas personas y también buenos cristianos. La llevan enseguida a bautizar.

Cuando Dina tiene tres años, Alejandro muere. ¡Rosa está desolada con tanta familia! ¿Qué hará para sacarlos adelante? Le dice a Marcelina, una de sus hijas mayores, que se encargue ella misma de Dina. Marcelina entonces decide llevarla a un colegio de monjas Ursulinas cercano a Pianello. Allí estudiará y trabajará al mismo tiempo.

Las monjas la aceptan muy bien. Pronto descubren su gran corazón, su espíritu de sacrificio, su deseo de agradar a Jesús en todo.

Quiere ser religiosa y pide la entrada, pero es rechazada. Sufre mucho por esto y vuelve a Pianello. Su hermana Marcelina la acoge con los brazos abiertos y la consuela. El Párroco de Pianello, don Carlos Coppini, ha reunido a un grupo de chicas, entre las que está Marcelina, con el fin de colaborar con él en las obras de la Parroquia: la catequesis, visitar a los enfermos, etc. Marcelina, que es la responsable, propone a Clara integrarse en el grupo.

Finalmente después de algunas dudas, se decide. Lo único que tiene claro es que quiere consagrar su vida al Señor y vivir el Evangelio. Hace la profesión religiosa y se entrega totalmente a Dios.

Tras la muerte de Don Carlos Coppini parece como si todo se acabase. Pero llega a Pianello Don Guanella que soñaba desde hace mucho con fundar una Congregación y se encuentra con unas jóvenes deseosas de servir a Dios y de ayudar a los pobres. Marcelina, se va a visitar al nuevo cura del que había oído de todo y se queda maravillada de su sencillez y su pobreza. " Este debe ser un santo, dice a las demás compañeras, desde ahora será nuestra guía".

Dina, se llama ahora Sor Clara. Sabe que puede confiar en Don Guanella y le abre su corazón. Don Guanella se da cuenta que está tratando con alguien muy especial. La ayuda a recorrer el camino de la santidad.

La ve a la cabecera de los enfermos sin contar el tiempo, cuidándoles con inmensa ternura. La ve hablando con Dios largo tiempo. Viviendo sencillamente con muchos sacrificios. Tiene una gran devoción a Jesús Crucificado. Le duele todo lo que ha tenido que sufrir por nosotros. Quiere consolarle de alguna manera.

El corazón grande de Jesús, le atrae y le anima a tener también ella un corazón abierto y disponible para los demás. Intenta amar con todas sus fuerzas. Sabe que el Amor es el más grande de los mandamientos, la esencia del Evangelio.

Don Guanella viendo su madurez y su santidad la manda a fundar una casa a la ciudad de Como. Allí llegará tras una larga noche en barca rezando e invocando la Providencia de Dios.

Pero después de unos meses enferma gravemente y la mandan a Pianello. Durará poco tiempo más, murió el 20 de abril de 1887.

Ofrece su vida por la Congregación que está naciendo.

Juan Pablo II, la beatificó el 21 de abril de 1991 poniéndola de modelo para toda la familia guaneliana y para la Iglesia.

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Fuente: Franciscanos.org
Anastasio Pankiewicz, Beato Mártir Franciscano, Abril 20  

Anastasio Pankiewicz, Beato

Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: En el lugar de Hartheim, cerca de Linz, en Austria, mientras era conducido al campo de concentración de Dachau, beato Anastasio Pankiewicz, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores y mártir, que hasta la muerte dio testimonio de su fe contra un régimen que oprimía la dignidad cristiana (1942).

Etimológicamente: Anastasio = Aquel que resucita, es de origen griego.

 

Durante la II Guerra Mundial, en Polonia fueron numerosas las víctimas de la encarnizada persecución nazi contra la Iglesia. También otros muchísimos ciudadanos fueron perseguidos y asesinados en aquellas terribles circunstancias. Pero los 108 beatificados por el Papa fueron todos ellos asesinados por odio a la fe cristiana en diversas circunstancias o lugares, o murieron como consecuencia de los sufrimientos infligidos por el mismo motivo en las cárceles y campos de concentración. La mayoría de los sacerdotes murieron por no dejar de ejercer su ministerio, a pesar de las amenazas; muchos de estos mártires perdieron la vida por defender a judíos; las religiosas, por su parte, en su servicio amoroso y silencioso, aceptaron con espíritu de fe los sufrimientos y la muerte. Todos fueron en sentido estricto testigos de la fe de Cristo.

Beato Anastasio Pankiewicz (1882-1942). Sacerdote profeso, que había ingresado en la Orden a los diecisiete años de edad. Heroico pastor de almas, organizó el centro pastoral y escolar del Barrio Doly en Lodz, y fue fundador de las Hermanas Antonianas de Cristo Rey. Arrestado el 10 de octubre de 1941 y deportado al campo de Dachau, permaneció allí hasta su muerte; asignado al "reparto de inválidos", murió en la cámara de gas el 20 de mayo de 1942. Consciente de la inminencia de su muerte, se confesó y luego dijo a un amigo: "Estoy tranquilo y listo para morir".

Para ver más sobre los 108 mártires Polacos durante la segunda guerra mundial haz "click"
AQUI

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Oda, Beata Monja Premonstratense, Abril 20  

Oda, Beata

Religiosa

Etimológicamente: Oda = Aquella poseedora de grandes riquezas, es de origen sajón

 

Hija de una familia de la nobleza de Brabant, Bélgica.

Para evitar un matrimonio arreglado con un noble joven, ella se desfiguró el rostro, de este modo consiguió que su familia le permitiera seguir su vocación religiosa ingresando al monasterio premonstratense en Rivreulle, siendo muy venerada por la gente de la región en que vivió.

Murió en el año 1158, sus restos fueron sepultados en la abadia de la Buena Esperanza, que hoy en día es el seminario de la diocésis de Tournai.

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Simón Rinalducci de Todi, Beato Presbítero Agustino, Abril 20  

Simón Rinalducci de Todi, Beato

Presbítero Agustino

Martirologio Romano: En Bolonia, de la Emilia, beato Simón de Todi Rinalducci, presbítero de la Orden de los Eremitas de San Agustín, que con su enseñanza y su ejemplo edificó a los jóvenes estudiantes y a todo el pueblo de Dios (1322).

Etimológicamente: Simón = Aquel que tiene la nariz chata, es de origen griego.

 

Nació a finales del siglo XIII en Todi, Italia.

Fraile agustino en el año 1280, famoso por sus estudioso estudios teológicos.

Sirvió en varias casas como lector y prior, ganando fama de predicador portentoso.

Fue superior de la provincia de Umbría, durante el capítulo general del año 1318 fue injustamente implicado en serias acusaciones, él prefirió guardar silencio y evitar un escándalo que podría afectar a sus hermanos agustinos, al final la verdad brilló y se re retiraron los cargos.

Murió en el monasterio de Santiago el Grande en Bolonia, Italia el 20 de abril de 1322.

Su culto fue confirmado el 19 de marzo de 1833 por el Papa Gregorio XVI.

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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Abril 20  

Otros Santos y Beatos

Santos Sulpicio y Serviano, mártires
También en Roma, santos Sulpicio y Serviano, mártires, enterrados en el segundo miliario de la vía Latina (s. inc.).

San Secundino, mártir
En Córdoba, en la Hispania Bética, san Secundino, mártir (s. IV).

San Marciano, monje
En Auxerre, en la Galia Lugdunense, san Marciano, monje (c. 488).

San Teodoro, eremita
En Constantinopla, san Teodoro, que fue llamado "Triquino" por el áspero cilicio con que se cubría, y condujo una admirable existencia en la soledad (s. V).

San Anastasio, obispo y mártir
En Antioquía de Siria, san Anastasio, obispo y mártir, que durante el reinado del emperador Focas fue asesinado cruelmente por unos sicarios (609).

Santa Heliena, virgen
En la región de Laurino, cerca de Pesto, en la Campania, santa Heliena, virgen, la cual, consolidada en el seguimiento de Cristo, abrazó una vida solitaria, en la que sirvió constantemente a Dios en las necesidades de los religiosos y de los enfermos (s. VII).

San Vihón, abad y obispo
En Osnabrück, en Sajonia, san Vihón, obispo, que siendo oriundo de Frisia, fue enviado por el emperador Carlomagno como abad para evangelizar la región y, ordenado obispo de esta Iglesia, tuvo que sufrir mucho por Cristo (804).

Beato Geraldo de Salles, eremita fundador
En el monasterio de Châteliers, en la región de Poitiers, en Francia, beato Geraldo de Salles, que, dedicado a la vida penitente, fue un canónigo pobre y un eremita más pobre aún, atrayendo a muchos al amor de Dios y a la vida eremítica, y fundando varias casas de canónigos regulares (1120).

Beato Domingo Vernagalli, monje y presbítero
En Pisa, de la Toscana, beato Domingo Vernagalli, presbítero de la Orden de los Camaldulenses, que construyó un orfanato (1218).

Beatos Jacobo Bell y Juan Finch, mártires
En Lancaster, en Inglaterra, beatos Jacobo Bell y Juan Finch, mártires, el primero de ellos sacerdote, aunque vivió durante veinte años en la apostasía hasta que se reconcilió con la Iglesia católica a instancias de una piadosa mujer, y el segundo, padre de familia, agricultor y catequista, por su fe estuvo encarcelado durante varios años, sufriendo hambre y otras pruebas, y alcanzando ambos, en tiempo de la reina Isabel I, el premio de la gloria con su martirio (1584).

Beatos Ricardo Sageant y Guillermo Thompson, presbíteros y mártires
En Londres, también en Inglaterra, beatos Ricardo Sageant y Guillermo Thompson, presbíteros y mártires, que fueron condenados a muerte por haber entrado y permanecido en el país siendo sacerdotes, cumpliendo su martirio en Tyburn (1584).

Beato Mauricio MacKenraghty, presbítero y mártir
En Clone, en Irlanda, beato Mauricio MacKenraghty, presbítero y mártir, que después de dos años pasados en la cárcel, por no reconocer la autoridad de Isabel I sobre la Iglesia, fue ajusticiado en el patíbulo (1585).

Beato Antonio Page, presbítero y mártir
En York, en Inglaterra, beato Antonio Page, presbítero y mártir, hombre manso y honesto, que por ser sacerdote fue condenado a crueles suplicios (1593).

Beatos Francisco Page y Roberto Watkinson, presbíteros y mártires
En Londres, también en Inglaterra, beatos Francisco Page, de la Compañía de Jesús, y Roberto Watkinson, presbíteros y mártires, este segundo ordenado apenas hacía un mes, los cuales, reinando Isabel I, fueron ajusticiados en Tyburn por ser sacerdotes (1602).

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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