jueves, 4 de febrero de 2016

Jueves del Santísimo Sacramento. 04/02/2016. Santa Juana ¡ruega por nosotros!

JA

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 7-13

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica.
Y les dijo:
"Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de ese lugar. Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una advertencia para ellos".
Los discípulos se fueron a predicar el arrepentimiento. Expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk

El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc

Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?

Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?

Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).

 

 

Misal

 

jue 4a. Ordinario año Par

Antífona de Entrada

Señor, tú eres justo, tus mandamientos son rectos. Trata con misericordia a tu siervo.

 

Oración Colecta

Oremos:
Escucha, Señor, con bondad las súplicas de tu pueblo, y concédenos luz para conocer tu voluntad y fortaleza para cumplirla.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Yo ya me voy por el camino de todos los mortales. Ten valor, Salomón, y sé todo un hombre

Lectura del primer libro de los Reyes 2, 1-4.10-12

En aquel tiempo, sintiendo que se acercaba el día de su muerte, David le hizo estas recomendaciones a su hijo Salomón:
"Yo ya me voy por el camino de todos los mortales. ¡Ten valor y sé todo un hombre! Cumple los mandamientos del Señor, tu Dios, camina por sus sendas y observa sus preceptos, órdenes, decretos e instrucciones, tal como están escritos en la ley de Moisés. Si haces esto, tendrás éxito en todas tus empresas y el Señor cumplirá la promesa que me hizo al decirme:
"Si tu hijos me son fieles a mí, el Señor, y cumplen sinceramente mi voluntad con todo su corazón y con toda su alma, no te faltará un descendiente en el trono de Israel"".
Cuando el rey David murió, lo sepultaron en la llamada Ciudad de David. Reinó sobre Israel durante cuarenta años: siete en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén.
Su hijo Salomón lo sucedió en el trono, y su reino se consolidó.
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor.

Salmo Responsorial

1 Crónicas 29

Tú, Señor, eres el soberano de todo.

Bendito eres, Señor, Dios de nuestro padre Israel, por los siglos de los siglos. Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, el esplendor y la majestad.
Tú, Señor, eres el soberano de todo.

Tuyo es, Señor, cuanto hay en el cielo y en la tierra, porque tú eres el rey y soberano de todo.
Tú, Señor, eres el soberano de todo.

De ti viene la riqueza y la gloria, porque tú eres el Señor del universo: en tu mano están el poder y la fuerza.
Tú, Señor, eres el soberano de todo.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
El Reino de Dios está cerca, dice el Señor; arrepiéntanse y crean en el Evangelio.
Aleluya.

Evangelio

Envió a los discípulos de dos en dos

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 7-13

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica.
Y les dijo:
"Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de ese lugar. Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una advertencia para ellos".
Los discípulos se fueron a predicar el arrepentimiento. Expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración Sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, el sacrificio que vamos a ofrecerte, y, por sus méritos, escucha nuestras filiales oraciones y santifica toda nuestra vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

Restauración universal en Cristo

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos. Siendo él de condición divina, se despojó de su rango, y por su sangre derramada en la cruz puso en paz todas las cosas; y así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en él.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Señor, en ti está la fuente de la vida; tu luz nos hace ver la luz.

 

Oración Después de la Comunión

Oremos:
A quienes has alimentado con tus sacramentos, concédeles, Dios todopoderoso, servirte con una vida que te sea agradable.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

___________________________________________________________________________________________

 

Meditación diaria

4ª semana. Jueves

LOS ENFERMOS, PREDILECTOS DEL SEÑOR

— Imitar a Cristo en el amor y atención a los enfermos.

— La Unción de los enfermos.

— Valor corredentor del dolor y de la enfermedad. Aprender a santificarlo.

I. El Evangelio de la Misa1 nos habla de la misión de los Doce por las aldeas y parajes de Palestina. Predicaron la necesidad de hacer penitencia para entrar en el Reino de Dios y expulsaban los demonios y ungían con óleo a muchos enfermos y los curaban.

El aceite se utilizaba frecuentemente para curar las heridas2, y el Señor determinó que fuera la materia del sacramento de la Unción de los enfermos. En las breves palabras del Evangelio de San Marcos la Iglesia ha visto insinuado este sacramento3, que fue instituido por el Señor, y más tarde promulgado y recomendado a los fieles por el Apóstol Santiago4. Es una muestra más del desvelo de Cristo y de su Iglesia por los cristianos más necesitados.

Nuestro Señor mostró siempre su infinita compasión por los enfermos. Él mismo se reveló a los discípulos enviados por el Bautista llamando su atención sobre lo que estaban viendo y oyendo: los ciegos recobran la vista y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados5. En la parábola del banquete de bodas, los criados recibieron esta orden: salid a los caminos... y traed a los pobres, a los lisiados, a los ciegos, a los cojos...6. Son innumerables los pasajes en los que Jesús se movió a compasión al contemplar el dolor y la enfermedad, y sanó a muchos como signo de la curación espiritual que obraba en las almas.

El Señor ha querido que sus discípulos le imitemos en una compasión eficaz hacia quienes sufren en la enfermedad y en todo dolor. "La Iglesia abraza a todos los afligidos por la debilidad humana; más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador, pobre y paciente, se esfuerza en aliviar sus necesidades y pretende servir en ellos a Cristo"7. En los enfermos vemos al mismo Señor, que nos dice: lo que hicisteis por uno de estos, por mí lo hicisteis8. "El que ama al prójimo debe hacer tanto bien a su cuerpo como a su alma –escribe San Agustín–, y esto no consiste solo en acudir al médico, sino también en cuidar el alimento, la bebida, el vestido, la habitación y proteger el cuerpo contra todo lo que le pueda resultar molesto... Son misericordiosos los que ponen delicadeza y humanidad al proporcionar lo necesario para resistir males y dolores"9.

Entre las atenciones que podemos tener con los enfermos está: acompañarles, visitarles con la frecuencia oportuna, procurar que la enfermedad no les intranquilice, facilitarles el descanso y el cumplimiento de todas las prescripciones del médico, hacerles grato el tiempo que estemos con ellos, sin que nunca se sientan solos, ayudarles a que ofrezcan y santifiquen el dolor, procurar que reciban los sacramentos. No olvidemos que son el "tesoro de la Iglesia", que pueden mucho delante de Dios y que el Señor les mira con particular predilección.

II. Debemos preocuparnos por la salud física de quienes están enfermos, y también de su alma. Procuraremos ayudarles con los medios humanos a nuestro alcance y, sobre todo, haciéndoles ver que ese dolor, si lo unen a los padecimientos de Cristo, se convierte en un bien de valor incalculable: ayuda eficaz a toda la Iglesia, purificación de sus faltas pasadas, y una oportunidad que Dios les da para adelantar mucho en su santidad personal, porque Cristo bendice en ocasiones con la Cruz.

El sacramento de la Unción de enfermos es uno de los cuidados que la Iglesia reserva para sus hijos enfermos. Este sacramento fue instituido para ayudar a los hombres a alcanzar el Cielo, pero no puede administrarse a los sanos, ni tampoco a quien no padezca grave enfermedad, aunque se halle en peligro su vida, porque fue instituido a manera de medicina espiritual, y las medicinas no se dan a sanos, sino a los enfermos10. La Iglesia tampoco desea que se espere hasta los momentos finales para recibirlo, sino cuando ya comienzan a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez11; sin embargo, puede reiterarse si el enfermo se recupera después de la Unción o si, durante la misma enfermedad, el peligro o la gravedad se acentúa12; igualmente, se puede administrar a quien va a sufrir una intervención quirúrgica, con tal que sea una enfermedad grave la razón para esa intervención13.

Este sacramento es un gran don de Jesucristo, y trae consigo abundantísimos bienes; por tanto, hemos de desearlo y pedirlo cuando nos encontremos en enfermedad grave. Por ser un bien tan grande, la fe nos llevará a que lo reciban con alegría aquellas personas con quienes nos une algún lazo de parentesco o de amistad, y todos aquellos a los que podemos llegar en nuestro apostolado. Es un deber de caridad y, en muchos casos, de justicia.

El bien mayor de este sacramento es librar al cristiano del decaimiento y debilidad que contrajo con los pecados14. De esta manera se le fortalece y se devuelve al alma la juventud y el vigor que perdió a causa de sus faltas y flaquezas.

El Papa Pablo VI, citando al Concilio de Trento, explicaba y resumía los efectos de este sacramento: da "la gracia del Espíritu Santo, cuya unción quita los pecados, si alguno queda aún por quitar, y los vestigios de pecado; también alivia y fortalece el alma de la persona enferma, despertando en ella una gran confianza en la misericordia divina; sostenido de esta suerte, puede fácilmente soportar las pruebas y penalidades de la enfermedad, resistir más fácilmente las tentaciones del demonio que está al acecho (Gen 3, 15), y a veces recupera la salud corporal, si resulta conveniente para la salud del alma"15. Este sacramento infunde una gran paz y alegría al alma del enfermo consciente, le mueve a unirse a Cristo en la Cruz, corredimiendo con Él, y "prolonga el interés que el mismo Señor mostró por el bienestar corporal y espiritual del enfermo, como testifican los Evangelios, y que Él deseaba que mostraran también sus discípulos"16.

Examinemos hoy en nuestra oración si en cada enfermo sabemos ver a Cristo doliente, si le cuidamos con cariño y respeto, si tenemos atenciones delicadas y prestamos esas pequeñas ayudas que tanto se agradecen. Sobre todo, veamos junto al Señor si le ayudamos con oportunidad a unirse más a Cristo, a corredimir con Él.

III. Cuando el Señor nos haga gustar su Cruz a través del dolor y de la enfermedad, debemos considerarnos como hijos predilectos. Puede enviarnos el dolor físico u otros sufrimientos: humillaciones, fracasos, injurias, contradicciones en la propia familia... No debemos olvidar entonces que la obra redentora de Cristo se continúa a través de nosotros. Por muy poca cosa que podamos ser, nos convertimos en corredentores con Él, y el dolor –que era inútil y dañoso– se convierte en alegría y en un tesoro. Y podremos decir con San Pablo: Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia17. El Apóstol recuerda la lección del Maestro: por esto sigue sus pisadas18, toma su cruz19 y continúa la labor de dar a conocer la doctrina de Cristo a todos los hombres.

Afirma el Papa Juan Pablo II que el dolor "no solo es útil a los demás, sino que realiza incluso un servicio insustituible. En el Cuerpo de Cristo (...) el sufrimiento, penetrado por el espíritu del sacrificio de Cristo, es el mediador insustituible y autor de los bienes indispensables para la salvación del mundo. El sufrimiento, más que cualquier otra cosa, es el que abre el camino a la gracia que transforma las almas. El sufrimiento, más que todo lo demás, hace presente en la historia de la humanidad la fuerza de la Redención"20.

Para aprovechar esta riqueza de gracias que, de una forma u otra, nos llegará, se requiere "una preparación remota, hecha cada día con un santo desapego de uno mismo, para que nos dispongamos a sobrellevar con garbo –si el Señor lo permite– la enfermedad o la desventura. Servíos ya de las ocasiones normales, de alguna privación, del dolor en sus pequeñas manifestaciones habituales, de la mortificación, y poned en ejercicio las virtudes cristianas"21.

El dolor, que ha separado a muchos de Dios porque no lo han visto a la luz de la fe, debe unirnos más a Él. Y debemos enseñar a los enfermos su valor redentor. Entonces llevarán con paz la enfermedad y las contradicciones que el Señor permita, y las amarán, porque habrán aprendido que también el dolor viene de un Padre que solo quiere el bien para sus hijos.

Acudimos a nuestra Madre Santa María. Ella, "que en el Calvario, estando de pie valerosamente junto a la cruz del Hijo (cfr. Jn 19, 25), participó de su pasión, sabe convencer siempre a nuevas almas para unir sus propios sufrimientos al sacrificio de Cristo, en un "ofertorio" que, sobrepasando el tiempo y el espacio, abraza a toda la humanidad y la salva"22. Pidámosle que el dolor y las penas –inevitables en esta vida– nos ayuden a unirnos más a su Hijo, y que sepamos entenderlos, cuando lleguen, como una bendición para nosotros mismos y para toda la Iglesia.

1 Mc 6, 7-13. — 2 Cfr. Is 1, 6; Lc 10, 34. — 3 Cfr. Conc. de Trento, Ses. XIV, Doctrina de sacramento extremae unctionis, cap. 1. — 4 Cfr. Sant 5, 14 ss. — 5 Cfr. Mt 11, 5. — 6 Cfr. Lc 14, 21. — 7 Cfr. Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 8. — 8 Cfr. Mt 25, 40. — 9 San Agustín, Sobre las costumbres de la Iglesia católica, 1, 28, 56. — 10 Cfr. Catecismo Romano, II, 6, n. 9. — 11 Cfr. Conc. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, 73. — 12 Cfr. Ritual de la Unción, Praenotanda, n. 8. — 13 Cfr. Ibídem, n. 10. — 14 Cfr. Catecismo Romano, II, 6, n. 14. — 15 Pablo VI, Const. Apost. Sacram Unctionem infirmorun, 30-XI-1972. — 16 Ritual de la Unción, Praenotanda, n. 5. — 17 Col 1, 24. — 18 Cfr. 1 Pdr 2, 21. — 19 Cfr. Mt 10, 38. — 20 Juan Pablo II, Carta Apost. Salvifici doloris, 11-II-1984, 27. — 21 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 124. — 22 Juan Pablo II, Homilía 11-XI-1980.

___________________________________________________________________________________________

 

Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Fuente: Archidiócesis de Madrid
Juana de Valois, Santa Reina de Francia, Febrero 4  

Juana de Valois, Santa

Reina de Francia
Fundadora de la Orden
de la Santísima Anunciación de la Santa Virgen María

Martirologio Romano: En Bourges, de Aquitania, santa Juana de Valois, que siendo reina de Francia, al ser declarado nulo su matrimonio con Luis XII se dedicó a servir a Dios, cultivando una especial piedad hacia la Santa Cruz y fundando la Orden de la Santísima Anunciación de la Santa Virgen María (1505).

No por ser hija del rey de Francia iba a pasarlo muy bien en su vida; más bien se puede asegurar todo lo contrario. El conjunto de su existencia fue una mezcla de los sufrimientos más amargos a los que puede estar abocada una persona. Ni querida, ni rica, ni agasajada -como suele hacerse con los príncipes y princesas- ni galanes, ni fiestas palaciegas. Más bien todo lo contrario. Fue despreciada por su padre el rey por desencanto al esperar un hijo varón y nacerle una hembra. Peor asunto cuando se descubre que a su condición de mujer se añade la fealdad de rostro y, por si fuera poco, hay que añadir la incipiente cojera. "Una cosa así" hay que sacarla de la Corte de los Valois. Será el castillo de Linières su sitio para aprender a bordar. Allí pasará una vida monótona y solitaria sin volver a ver a su madre, Carlota de Saboya, desde los cinco años.

Luis XI es, aunque Valois, un tirano, dueño de vidas y haciendas. Ha querido casar a su hija Juana con Luis de Orleáns porque eso sí entra dentro de su juego y engranajes políticos. Ya lo tiene todo dispuesto. Los Orleáns se niegan a emparentar con la fea, coja y jorobada maltrecha Juana; pero las amenazas de muerte por parte del enojadizo rey son cosa seria y el matrimonio de celebra el 8 de setiembre de 1476 en la capilla de Montrichard, aunque el novio ni hable ni mire a la novia. A partir de este acontecimiento, sólo hay visitas del esposo a la malquerida mujer cuando lo manda el rey.

El duque Luis de Orleáns -el esposo de paja- es levantisco; da con sus huesos en la cárcel por rebeldía y la buena esposa despreciada intercede por él ante su hermano, el nuevo rey Carlos VIII. Inesperadamente sube al trono francés el duque de Orleáns por la muerte repentina de Carlos. Ahora es el rey Luis XII y precipitadamente consigue la anulación del matrimonio.

Ya Juana no es reina, sólo duquesa de Berry. Retirada en Bourges funda la Orden de la Anunciación que honre a la Virgen María, aprenda de ella las virtudes y se desviva por los pobres. Es el año 1504 cuando ella hace su propia profesión para morir en santidad el año 1505. La canonización solemne será en Pentecostés del 1950.

Con añadido de matices y divergencias uno piensa si la verdad de esta vida es susceptible de ser narrada como una real versión de "cenicienta". Hay reyes, príncipes y palacios; abundan los desprecios más que duraderos, notables y bien sufridos; el final es feliz en ambos, si bien el del cuento termina aquí mientras que el verdadero es más radiante; un hada madrina -con varita mágica- hizo un papel fugaz en tanto que la Virgen María prestó su ayuda eficaz.

___________________________________________________________________________________________

Fuente: Enciclopedia Católica || ACI Prensa
Isidoro de Pelusio, Santo Abad, Febrero 4  

Isidoro de Pelusio, Santo

Abad

Martirologio Romano: En Pelusio, en Egipto, san Isidoro, presbítero, hombre de profunda doctrina, que, despreciando el mundo y las riquezas, trató de imitar la vida de san Juan Bautista en el desierto, vistiendo el hábito monástico (c. 449).

Etimología: Isidoro = Don de Isis, es de origen griego.

Nació en Alejandría en la segunda mitad del siglo IV, murió no más tarde del 449-50. En ocasiones se le designa por error como Isidoro de Damieta. Dejó su familia y propiedades, se retiró a una montaña cerca de la ciudad de Pelusio, cuyo nombre se conectó luego al de él, y abrazó la vida religiosa en el monasterio de Licnos, donde pronto fue famoso por su exactitud en la observancia de la regla y por su austeridad. Un pasaje en su voluminosa correspondencia ofrece razones para creer que ejercía el oficio de abad. Facundo y Suidas se refieren a él como sacerdote, aunque ninguno de estos escritores nos informan a qué iglesia pertenecía; puede ser que no tuviera puesto clerical, sino que sólo fuera sacerdote de un monasterio. Su correspondencia nos da una idea sobre su actividad. Lo muestran peleando contra clérigos indignos cuya elevación al sacerdocio y al diaconato era un serio peligro y escándalo para los fieles. Él se quejaba de que muchos laicos dejaban de recibir los sacramentos para evitar contacto con estos hombres deshonrosos.

Su veneración por San Juan Crisóstomo le hizo proponerle a San Cirilo de Alejandría que le hiciera completa justicia a la memoria del gran doctor. Se opuso a los nestorianos y durante el conflicto que surgió a finales del Concilio de Éfeso entre San Cirilo y Juan de Antioquia, él pensó que San Cirilo estaba muy obstinado. Por lo tanto le escribió a este último en términos insistentes suplicándole, como un hijo a su padre, que pusiera fin a la división y no pusiera una ofensa privada como un pretexto para una ruptura eterna. San Isidoro todavía estaba vivo cuando la herejía de Eutiques comenzó a extenderse en Egipto; muchas de sus cartas lo describen como oponiéndose a la afirmación de una sola naturaleza en Jesucristo. Parece que su vida no se prolongó más allá del 449, porque en sus cartas no se menciona el Concilio Ladrón de Éfeso (agosto de 449) ni el Concilio de Calcedonia (451).

Según Evagrio del Ponto, San Isidoro fue el autor de un gran número de escritos, pero dicho historiador no nos dice nada más, excepto que uno de éstos iba dirigido a Cirilo, incluso dejándonos en la duda de si esta persona era el famoso obispo de Alejandría o un homónimo. Isidoro mismo dice incidentalmente que él compuso un tratado "Adversus Gentiles" pero que se perdió. Otra obra "De Fato", de la cual su autor nos dice que tuvo cierto grado de éxito, también se perdió. Las únicas obras existentes de San Isidoro son su considerable correspondencia, que comprenden cerca de dos mil cartas. Aun este número parece ser pequeño comparado con la gran cantidad escrita, pues San Nicéforo habla de 10,000. De éstas existen 2,182 divididas en cinco libros que contienen respectivamente 590, 380, 413, 230 y 569 cartas. Estas cartas de San Isidoro pueden ser divididas en tres clases, de acuerdo al tema tratado: las que tratan sobre el dogma y la Biblia, sobre la disciplina eclesiástica y monástica y sobre la moralidad práctica para la guía de los laicos de todas clases y condiciones. Muchas de estas cartas, como es natural, tienen una importancia secundaria, muchas son meras notas. En este artículo se le pondrá énfasis a las principales. Entre éstas está la carta a Teologio contra los nestorianos, en la cual Isidoro señala que hay una gran diferencia entre la madre de los dioses en las fábulas y la Madre de Jesucristo, el Hijo de Dios, pues la primera, según reconocido por los paganos mismos, concebían y parían los frutos del libertinaje, mientras que María concibió sin haber tenido relación sexual con ningún hombre, como es reconocido por todas las naciones del mundo.

Su carta a Hierax defiende la legitimidad de la veneración de las reliquias; la carta a Tuba muestra que era considerado impropio para un soldado cargar una espada en la ciudad en tiempos de paz y aparecer en público con armas y uniforme militar. Sus cartas a personas en la vida religiosa traen muchas pistas importantes que nos permiten tener una idea bastante exacta de las normas intelectuales que existían en los centros monásticos egipcios. Isidoro le reprocha al monje Taleleo el estar interesado en leer a historiadores y poetas paganos cuyos escritos estaban llenos de fábulas, mentiras y obscenidades capaces de abrir heridas ya sanadas y de llamar al espíritu de la impureza a la casa de donde había sido echado. Su consejo respecto a los que abrazaban el estado monástico era que al principio no se les hiciera sentir todo el rigor de la austeridad de la regla para que no les tomaran repulsión, y que no se les debía dejar ociosos y exentos de las tareas ordinarias para que no fueran a adquirir el hábito de la pereza, sino que se les debía guiar paso a paso a la perfección. Las grandes abstinencias no sirven un gran propósito si no van acompañadas de la mortificación de los sentidos. En un gran número de las cartas de San Isidoro respecto al estado monástico se debe notar que él afirma que consiste principalmente en el retiro y la obediencia; que el retiro incluye olvidar todas las cosas que se han dejado atrás y la renuncia a viejos hábitos, mientras que la obediencia se obtiene mediante la mortificación de la carne. El monje de un hábito debe ser de cuero, y su comida debe consistir de hierbas, a menos que la debilidad corporal requiera algo más, en cuyo caso debe ser guiado por el juicio de su superior, pues él no se debe gobernar a sí mismo, sino de acuerdo a la voluntad de los que han crecido en la práctica de la vida religiosa.

Aunque la mayoría son muy breves, la mayoría de las cartas de Isidoro contienen mucha instrucción, la cual a menudo se expone con elegancia, ocasionalmente con un cierto arte literario. Su estilo es natural, sin afectación, aunque no carece de refinamiento. La correspondencia se caracteriza por una imperturbable ecuanimidad de temperamento; ya sea que esté explicando o regañando, disputando o elogiando, siempre hay la misma moderación, los mismos sentimientos de sinceridad, el mismo gusto sobrio. En la explicación de las Escrituras el santo no disimila su preferencia por el sentido moral y espiritual, el cual juzga más útil para aquellos que lo consultan. Por doquier se le veía practicando lo que enseñaba a otros, es decir que su vida correspondía con sus palabras (coherencia), que uno debe practicar lo que enseña, y que no es suficiente indicar lo que se debe hacer, si uno no traduce sus palabras en acción.

___________________________________________________________________________________________

Fuente: ACI Prensa
Juan de Britto, Santo Sacerdote y Mártir, Febrero 4  

Juan de Britto, Santo

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En el lugar de Oriur, en el reino de Maravá, en la India, san Juan de Britto, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, que después de convertir a muchos a la fe por el hecho de haber abrazado la vida y las costumbres de los ascetas de aquellas regiones, terminó su vida con un glorioso martirio (1693).

Siendo muy joven, pidió ser admitido en la Comunidad de los Padres Jesuitas. En los estudios del seminario brilló por su gran inteligencia y por su dedicación total a la preparación para el sacerdocio, y luego de su ordenación, recibió del rey y, de muy altas personalidades, la petición de quedarse en Portugal. Sin embargo, el santo deseando imitar a San Francisco Javier pidió y obtuvo ser enviado como misionero a la India, y con 16 compañeros emprendió el larguísimo viaje por mar.

Desde 1673 hasta 1693, por veinte años estuvo misionando incansablemente en la India. Y fue tanto el entusiasmo con el cual se dedicó a las actividades misioneras que lo nombraron superior de las Misiones de la India.

Logró ganarse la simpatía de todas las clases sociales, y obtuvo notables éxitos espirituales en toda clase de personas. Los sacerdotes paganos de estas tierras eran muy fanáticos y atacaban sin piedad a San Juan y a sus cristianos; muchas veces lo echaron a la cárcel y le hicieron padecer feroces torturas.

El 4 de febrero de 1693 un gran gentío se reunió para ver la ejecución del santo misionero, a quien se le acusaba de enseñar doctrinas que no eran las de los sacerdotes de los dioses de ese país. El gobernador estuvo varias horas demorando la sentencia porque sentía miedo de ordenar semejante crimen. Pero al fin movido por los fanáticos enemigos del cristianismo mandó que le cortaran la cabeza.

Fue canonizado en 1947 por el Papa Pío XII.

___________________________________________________________________________________________

Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Gilberto de Sempringham, Santo Fundador, Febrero 4  

Gilberto de Sempringham, Santo

Fundador

Martirologio Romano: En Sempringham, en Inglaterra, san Gilberto, presbítero, que fundó, con la aprobación del papa Eugenio III, una Orden monástica, en la que impuso una doble disciplina: la Regla de san Benito para las monjas y la de san Agustín para los clérigos (1189).

Etimología: Gilberto = Aquel que es un famos arquero, es de origen germánico.

San Gilberto nació en Sempringham de Lincolnshire. Después de su ordenación sacerdotal, enseñó algún tiempo en una escuela gratuita; pero su padre, que estaba encargado de repartir los beneficios eclesiásticos de Sempringham y Terrington, le eligió para uno de ellos en 1123. El santo distribuía las rentas a los pobres y sólo reservaba una mínima parte para cubrir sus necesidades.

Con su ejemplo, arrastró a la santidad a muchos de sus parroquianos. Redactó las reglas para siete jóvenes que vivían en estricta clausura en una casa anexa desarrolló rápidamente y, San Gilberto se vio obligado a emplear hermanas y hermanos legos en las tierras de la fundación. En 1147, fue a Citeaux a pedir al abad que tomase la dirección de la comunidad; pero como los cistercienses no pudieran hacerlo el Papa Eugenio III animó a San Gilberto a dirigirla por sí mismo. San Gilberto completó la obra, añadiendo un grupo de canónigos regulares que ejercían las funciones de capellanes de las religiosas. Tales fueron los orígenes de las Gilbertinas, la única orden religiosa medieval que produjo Inglaterra. Sin embargo, excepto una casa en Escocia, la fundación no se extendió nunca más allá de las fronteras de Inglaterra, y se extinguió en la época de la disolución de los monasterios, cuando contaba con veintiséis conventos. Las religiosas tenían las reglas de San Benito, y los canónigos las de San Agustín. Los conventos eran dobles, pero la orden era principalmente femenina, aunque el superior general era un canónigo. La disciplina era muy severa, con cierta influencia cisterciense. El deseo de simplicidad en el ornato de las iglesias y en el culto en general llegó hasta imponer que el oficio se recitase en tono simple, como muestra de humildad.

San Gilberto desempeñó por algún tiempo el cargo de superior general, pero renunció a él, poco antes de su muerte, pues la pérdida de la vista le impedía cumplir perfectamente sus obligaciones. Era tan abstinente, que sus contemporáneos se maravillaban de que pudiese mantenerse en vida, comiendo tan poco. En su mesa había siempre lo que él llamaba "el plato del Señor Jesús", en el que apartaba para los pobres lo mejor de la comida. Vestía una camisa de cerdas, dormía sentado, y pasaba gran parte de la noche en oración. Durante el destierro de Santo Tomás de Canterbury, fue acusado, junto con otros superiores de su orden, de haberle prestado ayuda. La acusación era falsa; pero San Gilberto prefirió la prisión y exponerse a la supresión de su orden, antes que defenderse, para evitar la impresión de que condenaba una cosa buena y justa. Cuando era ya nonagenario, tuvo que soportar las calumnias de algunos hermanos legos que se habían rebelado.

San Gilberto murió en 1189, a los 106 años de edad, y fue canonizado en 1202. Se dice que el rey Luis VIII llevó sus reliquias a Toulouse, donde se hallan probablemente todavía, en la iglesia de San Sernín. Las diócesis de Northampton y Nottíngham celebran la fiesta de San Gilberto el día 3; los Canónigos de Letrán la celebran el 4 de febrero, día en que le conmemora el Martirologio Romano.

Fue canonizado en 1202.

___________________________________________________________________________________________

Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
José de Leonessa, Santo Sacerdote Capuchino, Febrero 4  

José de Leonessa, Santo

Presbítero Capuchino

Martirologio Romano: En Amatrice, lugar del Abruzo, san José de Leonessa, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que en Constantinopla sostuvo en su fe a los cristianos cautivos y, habiendo sufrido grandes tribulaciones por haber predicado el Evangelio incluso en el palacio del Sultán, regresó a su patria y se distinguió por atender a los pobres (1612).

Este santo nació en 1556 en Leonessa en Umbria, y a la edad de dieciocho años hizo su profesión como fraile capuchino en su ciudad natal, y tomó el nombre de José, en lugar de Eufranio, su nombre de pila.

Era humilde, obediente y mortificado en grado heroico, y tres días a la semana no tomaba otro sustento que pan y agua. Generalmente predicaba con un crucifijo en la mano, y el fuego de sus palabras inflamaba el corazón de sus oyentes. En 1587 fue enviado a Turquía como misionero entre los cristianos de Pera, suburbio de Constantinopla. Allí animaba y servía a los esclavos cristianos de las galeras con maravillosa devoción, especialmente durante una peste maligna, de la cual se contagió, aunque después recobró la salud. Convirtió a muchos apóstatas, y se expuso al rigor de la ley turca cuando predicaba la fe a los musulmanes. José fue encarcelado dos veces, y la segunda vez lo condenaron a cruel muerte.

Mediante afilados garfios que atravesaban una de sus manos y uno de sus pies fue colgado de una horca. Sin embargo, después de haber sido torturado por muchas horas, fue puesto en libertad y se le conmutó su sentencia por el destierro. Desembarcó en Venecia y, después de una ausencia de dos años, regresó de nuevo a Leonessa, donde reanudó sus labores con extraordinario celo. Hacia el fin de su vida sufrió mucho a causa de un tumor. Para extirpárselo, fue sometido a dos operaciones durante las que no exhaló el menor gemido o queja, sosteniendo todo el tiempo un crucifijo sobre el cual tenía fijos los ojos. Cuando se sugirió que antes de la operación debería ser atado, señaló el crucifijo, diciendo: "Este es el lazo más fuerte; esto me sujetará mejor que cualquier cuerda lo haría". La operación no tuvo éxito y San José murió felizmente el 4 de febrero de 1612, a la edad de cincuenta y ocho años.

Fue canonizado en 1745.

___________________________________________________________________________________________

Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Nicolás Estudita, Santo Monje, Febrero 4  

Nicolás Estudita, Santo

Monje

Martirologio Romano: En Constantinopla, san Nicolás Estudita, monje, que fue exiliado repetidas veces por defender el culto de las santas imágenes y terminó sus días como hegúmeno del monasterio de Estudion (868).

Etimología: Nicolás = Aquel que es vencedor del pueblo o de la multitud, es de origen griego.

Este Nicolás nació en Sidonia (ahora Canea) en Creta, de padres acomodados quienes lo llevaron a los diez años de edad a Constantinopla con su tío Teofanes, al monasterio de Studius. El abad quedó muy bien impresionado con el jovencito y le permitió entrar a la escuela del monasterio, donde pronto se distinguió por su docilidad y ahínco para aprender. A la edad de dieciocho años, se hizo monje y se notó que la obediencia a la regla no representaba ningún obstáculo para él, pues ya había llegado al dominio de sí mismo.

No estaba destinado Nicolás para llevar una vida pacífica en aquellos tumultuosos tiempos. Los sarracenos saquearon su hogar en Creta, mientras que en Constantinopla y Grecia la Iglesia era cruelmente perseguida por los emperadores iconoclastas. No pasó mucho tiempo sin que fueran desterrados Nicolás, el patriarca San Nicéforo, el abad San Teodoro y otros, y Nicolás hizo todo lo que pudo para ayudar a sus compañeros y aliviar sus sufrimientos. Después del asesinato de León V el armenio, la persecución fue disminuyendo y se permitió a los expatriados volver, pero en tales condiciones que no todos aceptaban. Cuando San Teodoro murió, San Nicolás que había sido un discípulo modelo para los demás, se convirtió en su guía y maestro. La persecución duró hasta la muerte del emperador Teófilo, en 842, cuando su viuda, Teodora, hizo volver a los siervos de Dios desterrados y restituyó las imágenes que se veneraban en las iglesias. Entre los que regresaron, estaba el nuevo abad de los estuditas, a quien después sucedió San Nicolás.

En diciembre de 858, comenzó una tremenda disputa de gran trascendencia, cuando se destituyó a San Ignacio de la sede patriarcal de Constantinopla y pusieron a Photius, nombrado por el emperador Miguel III. San Nicolás no quiso tener ningún trato con él y se desterró voluntariamente, negándose a volver a la amistad de Miguel, quien entonces nombró otro abad. Por varios años el santo anduvo errante, pero al cabo fue aprehendido y enviado de vuelta a su monasterio, donde fue puesto en completo aislamiento. Por ese motivo, no pudo obedecer el llamamiento del Papa San Nicolás I, que deseaba examinarlo como testigo en favor de Ignacio. En 867, mataron a Miguel y su sucesor, el emperador Basilio, no sólo restituyó a San Ignacio, sino que también deseó restablecer al abad Nicolás, quien, sin embargo, se excusó por su avanzada edad. Murió entre sus monjes y fue sepultado junto a San Teodoro, su gran predecesor.

___________________________________________________________________________________________

Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Rabano "Mauro", Santo Obispo, Febrero 4  

Rabano "Mauro", Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Maguncia, de la Franconia, en Alemania, san Rabano, apellidado "Mauro", obispo, que, siendo monje de Fulda, fue elevado a la sede de Maguncia, y hombre docto en ciencia y elocuente en el hablar, nunca dejó de llevar a cabo todo lo que pudiese redundar a mayor gloria de Dios (856).

Rabano, que nació alrededor del año 784, probablemente era nativo de Mainz, aunque algunos escritores creen que fue escocés o irlandés. Sus padres fueron sus primeros maestros, y quienes después lo llevaron al cercano monasterio de Fulda, que San Bonifacio, el apóstol inglés de Alemania, había fundado. La escuela del monasterio que se hallaba bajo la dirección del abate Bangulfo era muy famosa, y Rabano correspondió con mucho ahínco a la instrucción.

Pronto llegó a ser la admiración de sus maestros y condiscípulos, por su gran talento y la rapidez con que aprendía. Para completar su educación, fue enviado con su amigo Hatto a estudiar un año en Tours, bajo el cuidado de otro gran inglés, el docto consejero de Carlomagno, Alcuino. En él encontró un maestro ideal y un segundo padre. Alcuino le cobró mucho afecto y le apodó Mauro, por el discípulo favorito de San Benito, y cuando el joven había regresado a Fulda, le escribió cartas conmovedoras llenas de consejos. "Sé un padre para los pobres y necesitados", le dice en una de ellas, "sé humilde al servir a los demás, generoso al otorgar beneficios y así descenderán sobre ti sus bendiciones".

En Fulda había una magnífica biblioteca fundada por Carlomagno y enriquecida por el celo de los amanuenses monásticos. Allí trabajaba Rabano, buscando cómo comprender y poder explicar las Sagradas Escrituras, sobre las que después escribió muchos comentarios. Aprendió el griego, el hebreo, algo del siríaco y estudió a los Padres e hizo una sinopsis de sus enseñanzas.

Cerca del año 799, recibió la ordenación de diácono y fue nombrado director
de la escuela del monasterio. Por ese mismo tiempo compuso unos versos métricos en forma de acróstico en honor de la Santa Cruz. En 805 los monjes, tuvieron una época muy dura, cuando al hambre siguió la peste. Más duro se le hizo a Rabano abandonar sus amados libros para dedicarse a un trabajo manual, para el cual era bastante inepto. El abad Ratgar había dado la orden de que todos los monjes trabajaran en la obra de construcción. Se ordenó de sacerdote en 815, y bajo el abad Egilius, reanudó su labor escolástica como profesor. Nunca omitió ninguna de las prácticas prescritas por su orden, aunque su labor de enseñar y de escribir le llevaban mucho tiempo.

En 822, llegó a ser abad y probablemente fue entonces cuando escribió la mayoría de sus obras, particularmente las sesenta y cuatro homilías que han llegado hasta nosotros y que ilustran su competente método de enseñar, (aunque se quejaba tristemente de que "es un gran impedimento el procurar que estos jóvenes tengan lo suficiente para comer"). Era tan obediente a la Santa Sede, que se le llamaba "el esclavo del Papa", y aborrecía de tal modo la herejía, que para él todo hereje era un anticristo; se basaba en la autoridad de los Padres para todo lo referente a asuntos dogmáticos y desconfiaba de las innovaciones. Su fama se había extendido tanto, que lo encontramos continuamente en sínodos y concilios, en diversas ciudades. Acabó los edificios del monasterio y construyó iglesias y oratorios en todas las fincas que pertenecían a su casa. También construyó uno o dos monasterios. Renunció a su cargo en favor de su amigo Hatto y parece que vivió algún tiempo en el recogimiento, pero en 847 fue nombrado arzobispo de Mainz, a pesar de tener en esas fechas ya setenta y un años de edad.

De ahí en adelante, Rabano vivió quizá más activamente que nunca: jamás suavizó su antigua regla de vida, no bebía vino ni comía carne. Tres meses después de haber sido elegido arzobispo, convocó un sínodo, que dio por resultado una serie de resoluciones referentes en su totalidad a una observancia más estricta de las leyes de la Iglesia. Estas reglamentaciones le ganaron adversarios al nuevo arzobispo; se formó una conspiración contra su vida, pero se descubrió, y él perdonó a los conspiradores magnánimamente. Un segundo sínodo tuvo lugar en 852 y Rabano contribuyó a que se condenaran las doctrinas del monje Gottschalk, que había estado difundiendo doctrinas heréticas sobre la gracia y la predestinación, basado sobre una exageración de las enseñanzas de San Agustín. Rabano conservó sus energías casi hasta el fin. Viajaba por la diócesis con sacerdotes letrados, enseñando, predicando y reconciliando a los pecadores con Dios. Cierta vez que hubo hambre en la región, alimentó diariamente a 300 pobres en su casa y continuó en sus trabajos y sus escritos hasta que su salud se quebrantó por completo. Poco antes de su muerte, en 856, tuvo que guardar cama. El beato Rabano fue uno de los hombres más ilustres de su época.

 ___________________________________________________________________________________________

_Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Febrero 4  

Otros Santos y Beatos

San Eutiquio, mártir
En Roma, en las catacumbas de la vía Apia, san Eutiquio, mártir, que durante mucho tiempo fue castigado con insomnio y hambre y, finalmente, arrojado a una profunda cavidad. Con su fe en Cristo venció la crueldad del tirano (s. inc.).

Santos Papías, Diodoro y Claudiano, mártires
En Perge, de Pamfilia, santos Papías, Diodoro y Claudiano, mártires (s. III).

Santos Fileas, y Filoromo,, mártires
En Alejandría, en Egipto, pasión de los santos mártires Fileas, obispo de Thmuis, y Filoromo, tribuno militar, que durante la persecución bajo el emperador Diocleciano, no pudiendo ser persuadidos por deudos y amigos a pensar en sí mismos, obtuvieron del Señor la palma del martirio al ser degollados (s. IV).

San Juan Speed, mártir
En Durham, en Inglaterra, beato Juan Speed, mártir, que, durante el reinado de Isabel I, por haber auxiliado a unos sacerdotes alcanzó la palma del martirio al ser degollado (1594).

San Aventino,, obispo
En Châteaudun, cerca de Chartres, en la Galia, tránsito de san Aventino, obispo, que había ocupado la mencionada sede de Chartres (c. 511).

San Aventino, laico
En Troyes, en la Galia Lugdunense, san Aventino, que fue servidor de san Lupo, obispo (c. 537).

___________________________________________________________________________________________

 

Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

Si NO desea el evangelio, santoral y meditación diaria y sólo artículos interesantes censurados por la prensa (la mayoría), unos 4 por semana escriba a: ave-maria-purisima+subscribe@googlegroups.com (responder el mensaje de confirmación).

 

Para de-suscribirse escribir desde su casilla de email a:

REEMPLACEporNOMBREdelGRUPO+unsubscribe@googlegroups.com

Si no se desuscribe es porque recibe el mensaje en su otro email que le reenvía al actual: debe escribir desde ese otro email.